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ENSEÑAR Y APRENDER EN EL SIGLO XXI: EL SENTIDO DE LOS

APRENDIZAJES ESCOLARES
César Coll
El punto de partida de este capítulo es la perplejidad que produce el que sea justamente
ahora, en un momento histórico en que estamos asistiendo a una revalorización de la
educación como consecuencia del papel y la función que se le atribuye en la sociedad de la
información y del conocimiento, cuando se cuestiona más que nunca antes -o al menos con
más fuerza y más impacto mediático que nunca antes- la función, las finalidades, la
adecuación, la eficacia, en suma, el sentido de la educación escolar. Sería sin embargo un
error pensar que estamos ante un fenómeno básicamente mediático, pasajero o propio de
sistemas educativos con problemas de eficacia y de eficiencia, como lo ponen de relieve
dos hechos que pueden comprobarse fácilmente. El primero es que el debate sobre el
sentido de la educación escolar está planteado en la actualidad en términos bastante
parecidos en prácticamente todos los países del mundo, desde los más desarrollados y con
sistemas educativos más potentes y mayor grado de cobertura de la población en edad
escolar, hasta los menos desarrollados y con sistemas educativos más débiles. Y el
segundo, que es un debate que no se desarrolla únicamente en el plano del discurso
teórico,
del análisis de políticas educativas o de los medios de comunicación; por el contrario,
sectores relativamente amplios del profesorado y del alumnado ponen de manifiesto cada
día a través de sus manifestaciones y de sus actuaciones las dificultades que encuentran a
menudo para dar sentido a lo que hacen, a lo que intentan enseñar y aprender, en las
escuelas y en los institutos.
Esta perplejidad justifica que dediquemos algo de tiempo y algunos esfuerzos a explorar la
tesis de que los retos educativos fundamentales que enfrentamos en la actualidad..
provienen, al menos en parte, del desvanecimiento del sentido que ha tenido
tradicionalmente la educación escolar, así como de la necesidad de tomar decisiones y de
actuar como profesionales de la educación en este contexto. Con el fin de contribuir a la
exploración de esta tesis, organizaré el capítulo en tres apartados y un comentario final.
Dedicaré el primero a presentar y comentar brevemente algunos fenómenos asociados a
esta pérdida progresiva del sentido de la educación escolar que empieza a manifestarse
con
fuerza en las últimas décadas del siglo XX y que no ha dejado de intensificarse desde
entonces. En un segundo momento, comentaré de forma también sintética algunas
implicaciones de este hecho que apuntan, en mi opinión, hacia la necesidad de una revisión
o re-orientación de algunos aspectos destacados de la organización y funcionamiento de los
sistemas educativos escolares actuales. Sin embargo, como antes apuntaba, el
desvanecimiento progresivo del sentido que profesores y estudiantes atribuyen a los
aprendizajes escolares se detecta igualmente en los centros y en las aulas, y la toma en
consideración de este hecho tiene también implicaciones importantes para la planificación
y el despliegue de las actividades de enseñanza y aprendizaje. Este será el foco del tercer
apartado. Finalmente, cerraré el capítulo con un comentario dirigido a subrayar la
importancia y el interés de incorporar la preocupación por el sentido de los aprendizajes
escolares tanto a los procesos de definición y toma de decisiones de política educativa
como a los procesos de planificación y desarrollo de las prácticas docentes.
Antes de empezar a desplegar este esquema, conviene no obstante que haga un par de
observaciones que pueden ayudar a entender y valorar mejor el planteamiento y los
argumentos que presentaré sobre el desvanecimiento del sentido de los aprendizajes
escolares y, muy especialmente, sobre algunas líneas o ejes prioritarios de reflexión y de
actuación orientados a neutralizar sus efectos negativos. La primera observación es que
abordamos la exploración de esta tesis desde el convencimiento de que la educación
escolar ha sido, es y continuará siendo en el futuro un instrumento esencial para ayudar a
las personas a desarrollarse y socializarse, para promover el desarrollo social y económico
y para avanzar hacia el logro de mayores niveles de igualdad y de cohesión social. Es
importante señalarlo porque el análisis y la reflexión sobre el desvanecimiento del sentido
de la educación escolar se plantean de manera muy diferente, y suelen conducir a
conclusiones también muy diferentes, según se lleven a cabo desde posturas de des-
escolarización o más bien, como en nuestro caso, de re-orientación de la educación escolar.
De hecho, si adoptáramos la primera postura no deberíamos hablar de desvanecimiento
progresivo o pérdida relativa, sino de pérdida total del sentido de la educación escolar; y
las alternativas no deberíamos buscarlas en una revisión o re-orientación de algunos rasgos
básicos de la educación escolar, sino en su sustitución por otros tipos de
prácticaseducativas. Nuestro análisis y nuestras reflexiones se sitúan claramente en el
marco de la
segunda perspectiva, la de la una necesaria, y más bien inevitable a corto y medio plazo,
"re-orientación" de la educación escolar.
La segunda observación tiene que ver precisamente con el alcance de esta re-orientación.
El argumento inicial en este punto es que el desvanecimiento del sentido de la educación
escolar tiene que ver fundamentalmente con el hecho de que los sistemas educativos
actuales responden a grandes trazos a una realidad, a un escenario social, económico,
político y cultural, muy diferente del que hoy tenemos. Y la hipótesis, en consecuencia, es
que lo que necesitamos es una re-orientación o revisión en profundidad de estos sistemas
que corrija el desfase existente. De acuerdo con esta hipótesis, no estaríamos por tanto
ante
unos desajustes que puedan corregirse fácilmente introduciendo cambios más o menos
importantes en algunos aspectos clave de los sistemas educativos escolares, como se ha
intentado hacer en las sucesivas reformas educativas desplegadas en la mayoría de los
países, desarrollados y en vías de desarrollo, durante el último tercio del siglo XX. El
desvanecimiento o la pérdida relativa del sentido de la educación escolar obliga a una
revisión y re-orientación en profundidad del conjunto de los sistemas educativos que
difícilmente puede limitarse a hacer cambios en algunos de sus ingredientes, aun cuando es
seguro que incluirá también cambios de este tipo.
Esta re-orientación, por supuesto, no es una operación que se pueda ni deba hacerse de
golpe y de una manera inmediata. Entre otras razones, porque no acaba de estar claro qué
hemos de hacer y qué podemos hacer para revertir el proceso de desvanecimiento
progresivo del sentido de la educación escolar en el que estamos inmersos. Es dudoso,
además, que podamos encontrar respuestas para afrontar de forma eficaz los desafíos de
todo orden que plantea este fenómeno equipados únicamente con el discurso, las
categorías
de análisis y los planteamientos del pensamiento educativo actual. No parece razonable
esperar que podamos abordar y resolver retos y problemas nuevos con planteamientos
"antiguos", incluso aceptando que a menudo, incluso muy a menudo, estos planteamientos
"antiguos" no han sido puestos en práctica o lo han estado de manera incorrecta, parcial o
incompleta. Para hacer frente a los retos planteados por la pérdida relativa del sentido de la
educación escolar nos hace falta un discurso, unos planteamientos, unas políticas y unas
estrategias de acción que no pueden ser exactamente las mismas que hemos empleado y
utilizado hasta ahora. Y para eso hace falta tiempo, tiempo y mucha reflexión y debate
colectivos con la participación de los diferentes sectores sociales, además por supuesto de
convicción y voluntad para hacerlo.

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