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P.

OESIAS
PATRIOTICAS
MEXICANAS

' EDITORIAL
"DIVULGACION"
RRP, DIIL IiJALY ADOn 8 5 MEXICO. O. F.
BIBLIOTECA DE MEXICO
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Impre40 en los t alleres grá ficos de la Editorial OLIMPO


Imprenta, 205. Mézico, D. f.
A LA PATRIA

Manuel Acuña
Composición recitada por una nma en Tacubaya a lo~
Mártires del 16 de septiembre de 1873
Ante el recuerdo bendito
De aquella noche sagrada
Rompió al fin su esclavitud;
En que la patria aherrojada
Ante la dulce memoria
De aquella hora y de aquel día,
Yo siento que en la alma mía
Canta algo como un laúd.
Yo siento que brota en flores
·EI huerto de mi ternura,
Que tiembla entre su espesura
La estrofa de una canción;
y al sonoraso ardiente
Murmurar de cada nota,
Dentro de mi corazón.
Siento algo grande que brota.
j Bendita noche de gloria
Que así mi espíritu agitas,
Bendita entre las benditas
Noche de la libertad!

-3-
Hora de triunfo en que el pueblo
Al sol de la independencia,
Dej ó libre la conciencia
Rompiendo la oscuridad.
Yo te amo... y al acercarme
Ante este altar de victoria
Donde la patria y la historia
Contemplan nuestro placer,
Yo vengo a unir al tributo
Que en darte el pueblo se afana
Mi canto de mexicana,
Mi cor¡\zón de muj er.
1873.

HIDALGO
Manuel Acuña
Sonaron las campanas de Dolores
Voz de alarma que el cielo estremecía,
y en medio . de la noche surgió el día
De augusta Libertad con los fulgores.
Temblaron de pavor los opresores
E Hidalgo audaz al porvenir veía,
y la patria, la patria que gemía,
Vió sus espinas convertirse en flores.
i Benditos los recuerdos venerados
De aquellos que cifraron sus desvelos
En morir por sellar la independencia;
Aquellos que vencidos, no humillados
Encontrar on el paso hasta los cielos
Teniendo por camino su conciencia!
1873.

- 4 -
AL POETA lIfARTIR
JUAN DIAZ COY ARRUBlAS
Manuel Acuña

Hoy que de cada laúd


se eleva un canto a tu muerte,
con la que supist e hacerte
un altar del ataúd;
unido a esa juventud
que tu historia viene a hojear,
mientras ella alza el cantar
que en su pecho haces nacer,
yo también quiero poner
mi ofrenda sobre tu altar.
II
En la tumba donde flota
tu sombra augusta y querida,
descansa muda y dormida
la lira de tu alma, rota .
De sus cuerdas ya no brota
ni la patr ia ni el amor;
pero en medio del dolor
que sobre tu losa gime
ese silencio sublime,
ese es tu canto mejor.
III
Ese es el que se levanta
de la arpa del patriotismo;
ese silencio es lo mismo
que la libet'tad que canta;
pues en esa lucha santa
en que te hirió el retroceso,

-5-
al sucumbir bajo el peso
de la que nada respeta,
sobre el cadáver del poeta
se alzó cantando el progreso.
IV
Un mostruo cuya memoria
casi en lo espantoso raya,
el que subió en Tacubaya
al cadalso de la historia,
sacrificando tu gloria
creyó su triunfo -más cierto,
sin ver en su desacierto
y en su crueldad olvidando,
que un labio abierto y cantando
habla menos que el de un muerto.
v
De tu existencia temprana
tronchó la flor en capullo,
matando en ella al orgullo
de la lira americana.
Tu in spiración soberana
rodó ante su infamia vil;
pero tu pluma gentil
antes de romper su vuelo,
tomó por página el cielo
y escribió el once .de abril.
VI
La patria a Quien en tributo
tu santa vida ofreciste,
la patria llora y se viste
pOI· tu memoria, de luto ...
y arrancando el mejor fruto
de su glorioso vergel,

-6-
te erige un al tar y en él
corona tu aliento noble
con la ¡:ecompensa doble
de la palma y el laurel.
VII
Si tu afán era subir
y alzarte hasta el infinito,
ansiando dejar escrito
tu nombre en el porvenir;
bien puedes en paz dormir
bajo tu sepulcro, inerte:
mientras que la patria al verte
contempla enorgullecida,
que si fué hermosa tu vida,
fué más hermosa tu muerte.

15 DE SEPTIEMBRE
Manuel Acuña
Después de aquella pagma sombría
en que trazó la historia los detalles
de aquel horrible día,
cuando la triste Méxitli veía
sembradas de cadáveres sus calles;
después de aquella página de duelo
por Cuauhtémoc escrita ante la historia,
cuando sintió lo inútil de su anhelo;
después de aquella página, la gloria
borrando nuestro cielo en su memol'Ía
no volvió a aparecer en nuestro cielo.
La santa, la querida
madre de aquellos muertos, vencedores
en su misma caída,
fué hallada entre ellos, trémula y herida

-7-
por el mayor dolor pe los dolores ...
en su semblante pálido aún brillaba
de su llanto tristísimo una gota ...
a su lado se alzaba
junto a un laurel una macana rota ...
y abandonada y sola como estaba,
vencido ya hasta el último patriota,
al ver sus ojos sin mirada y fijos,
los españoles la creyeron muerta,
y del incendio entre la llama incierta
la echaron en la tumba con sus hijos ...
y pasaron cien años y trescientos
sin que a ningún oído
llegaran los tristísimos acentos
de su apagado y lúgubre gemido;
cuando una noche un hombre que velaba
soñando en no sé qué grande y augusto
como la misma fe que le inspiraba,
oyó un inmenso grito que le hablaba
desde su alma ele justo ...
-Yo soy ---le repetía,
descendiente de aquellos que en la lucha
sellaron s u derrota con la mu erte .. .
¡Yo soy la queja que ninguno escucha,
yo soy el llanto que ninguno ndvierte!...
Mi fe me ha dicho qu e tu fuerza es mucha,
que es grande tu virtud y vengo a verte;
que en el eterno y rudo su frimiento
. con que hace siglos sin ceS:lr batallo,
yo sé que tú has de darme lo que no hallo:
mi madre que está aquÍ porque la siento-o
Dijo la voz y al santo regocijo
que el anciano sintió en su omnipotencia,
-si el indio llora ]J0r su madre -dijo,
yo encontraré una madre para ese hijo,
y encontró aquella madre en su conciencia.

- 8 -
A esta hora, y en un día
como éste, en que incensamos su memoria,
fué cuando aquel anciano lo decía,
y desde esé' momento, patria mía,
tú sabes bien que el astro de tu gloria
clavado sobre el libro de tu historia,
no se ha puesto en tus cielos todavía.
A esta hora fué cuando rodó en pedazoli
la piedra que sellaba aquel sepulcro
donde estuviste como Cristo, muerta
para resucitar al tercer día;
a esa hora fué cuando se abrió la puerta
de tu hogar, que en su seno te veía
con un supremo miedo en su alegTía
de que tu aparición no fuera cierta;
tranquila y sin temores en tu pecho,
y desde ese momerlto, y desde esa hora,
tu sueño se cobija bajo un techo
donde el placer es lo único que llora ...
Tus hijos ya no gimen
como antes al recuerdo de tu ausencia
ni cadenas hay ya que los lastimen ...
en tus feraces campos ya no corre
la sangre de la lucha y la matanza,
y de la paz entre los goces suaves
ni se avergüenzan de nacer tus flores,
bajo un cielo sin sombras ni vapores,
ni se avergüenzan de cantal' tus aves.

Grande eres y a tu paso


tienes abierto un porvenir de gloria
con la dulce pro:nesa de la historia
de que para tu sol nunca habrá ocaso ...
por él camina y sigue
de tu lección de ayer con la experiencia;
trabaja y lucha hasta acabar esa obra
que empezaste al volver a la existencia,
que aún hay algo en tus cárceles que sobra

9 -
., aún hay algo que el vuelo no recobra,
., aún hay algo de España en tu conciencia.
Yo te vengo a decir que es necesario
matar ya ese recuerdo de los reyes
que escondido tras de un confesionario,
quiere darte otras leyes de tus leyes ...
que Dios no vive ahí donde tus hijos
reniegan de tu amor y de tus besos,
que Dios es el que vive en tus cabañas,
que no es el que perdona en el cadalso,
que no es del altar y el de los rezos;
que Dios es el que vive en tus talleres
y el que se alza presente y en carnado
allí donde sin odio a los deberes
se come por la noche un pan honrado.
Yo te vengo a decir que no es preciso
que muera a hierro el que con hierro mate,
que no es con sangre como el siglo quiere
que el pueblo aprenda las lecciones tuyas;
que el siglo quiere qu e en lur:ar rle templos
le ' des escuelas y le des ejemplos,
le des un techo y bajo de él lo instruyas.
Así es como en tu fren te
podrás al fin ceñirte la corona
que el porvenir te tiene destinada;
él, que conoce tu alma, que adivina
en tí a la santa madre del progreso,
y que hoy ante el - r ecuerdo de aquella hora
en que uno de sus besos fué la aurora
que surgió de tu noche entre lo espeso,
mientras el pueblo se entusiasma y llora,
te viene a acariciar con otro heso.

- 10-
CINCO ME MAYO
Manuel Acuña

Tres eran, mas la Inglaterra


volvió a lanzarse a las olas,
y las naves españolas
tomaron rumbo a su tierra.
Sólo Francia gritó: "Guerra!"
soñando i oh patria! 'en vencerte.
y de la infamia y la suerte
sirviéndose en su provecho
se alzó erigiendo en derecho
el derecho del más fuerte.

II
Sin ver que en lid tan sangrienta
tu brazo era más peq ueño,
la lid encarnó en su empeño
la redención de tu afrenta.
Brotó en luz amal"illenta
la llama de sus cañones,
y el mundo vió a tus legiones
entrar al combate rudo,
llevando por solo escudo
su escudo de corazones.
III
y entonces fué cuando al grito
lanzado por tu denuedo,
tembló la Francia de miedo
comprendiendo su delito.
Cuando a tu aliento infinito
se oyó la palabra sea,

11-
y cuando al ver la pelea
terrible y desesperada
se alzó en tu mano la espada
y en tu conciencia la idea.

IV
Desde que ardió en el oriente
la luz de ese sol eterno
cuyo rayo puro y tierno
viene a besarté· en la frente,
tu bandera independiente
flotaba ya en las montañas,
mientras las huestes extrañas
alzaban la suya aü·osa,
que se agitaba orgullosa
del brillo de las hazañas.
v
y llegó la hora, y el cielo
nublado y oscurecido
desapareció escondido
como en los pliegues de un velo.
La muerte tendió su vuelo
sobre la espantada tierra
y entre el francés que se aterra
y el mexicano ü·acundo,
se alzó estremeciendo al mundo
tu inmenso gri to de guerra.
VI
y allí el francés, el primero
de los soldados del orbe,
el que en sus glorias abSOl·be
todas las del mundo entero,
tres veces pálido y fíero
se vió a correr obligado,

- 12-
frente al pueblo denodado
que para salvar tu nombre,
te dió un oIloldado en cada hombre
i y un héroe en cada soldado!

VII
i Tres veces! y cuando hundida
sintió su fama guerrera,
contemplando su bandera
manchada y escarnecida,
la Francia, viendo perdida
la ilusión de su victoria
y a despecho de 'su anhelo,
vió asomar sobre otro cielo
a despecho de su historia
y en otro mundo la gloria.

VIII
Que entre la niebla indecisa
que sobre el campo flotaba,
y entre el humo que se alzaba
bajo el paso de la brisa,
su más hermosa sonrisa
fué para tu alma inocente,
su canción más elocuente
para entonarla a tu huella,
y su corona más bella
para ponel'la en tu frente.
IX
i Sí, patria! desde ese día
tú no eres ya para el mundo
lo que en su desdén profundo
la Europa se suponía,
desde entonces, patria mía,
has entrado a una nueva era,

-13 -
la era noble y duradera
de la gloria y del progreso,
que bajan hoy, como un beso
de amor, sobre tu bandera.
x
Sobre esa insignia bendita
que hoy viene a cubrir de flores
la gente que en sus amores
en tomo suyo se agita, .
la que en la dicha infinita
con que en tu suelo la clava,
te jura animosa y brava,
como ante el francés un día,
morir por ti, patria mía,
primero que verte esclava.

-14 -
SALUDO A LA BANDERA MEXICANA
. Carmen G. Basurto

¡ Callad todas las voces! ¡ Silencio, camaradas!


Que no se oigan murmullos ni un ruido en derredor,
Volvamos respetuosos y ardientes las mÜ'adas
y en el supremo instante de venerable amor,
cuando desfila airosa la Enseña tricolor.
De verde, blanco y rojo, bandera muy querida,
te hicieron los patriotas, dispuestos a morir.
Luciste en las victorias, valiente, enardecida.
Te alzaste en las derrotas, no obstante ser vencida
y fuiste de mi Patria la fe del porvenir.
Los niños mexicanos te damos el saludo
¡ Bandera incomparable, te damos nuestro amor!
¡ Amados tus colores! i Amado sea tu escudo!. ..
¡Silencio, camaradas! ¡Que el labio quede mudo!
¡ Callad, que está presente la Enseña tricolor!
Ante este lienzo amado, juremos compañeros.
lograr nuestros derechos en bien de la igualdad.
En este suelo hermoso juremos ser hermanos,
y en un lazo indisoluble, se aprieten nuestras manos,
porque esta es la bandera de nuestra LIBERTAD.

-15 -
LA VUELTA DEL DESTERRADO
Fernando Calderon

Triste, afligido, lloroso,


Volvió a su patria un anciano,
A quien el odio tirano
De sus hogares lanzó.
Párese: tiende la vista
Sobre su paterno suelo,
Alza los oj os al cielo,
y así el mísero exclamó:
"Al fin j oh patria querida!
Al fin mi cansada planta
Vuelve a pisar tu recinto
Después de tan tas desgracias :
P olíticas disensiones,
Persecuciones tiranas,
El furor de los partidos
De tu seno me arrancaran :
Yo me acuerdo, sí, me acuerdo,
j No puede olvidarlo el alma!
De aquel tr istísimo día
En que salí de tus playas:
Yo pisé el baj el funesto
Que de ti me separaba,
Como pisa un triste reo
De su cadalso las gradas:
Yo he vagado cuatro lustros

-16 -
Por las regiones extrañas,
Sin apoyo, sin asilo,
Sin consuelo ni esperanza:
El miserable alimento
Con mis lágrimas regaba,
Sin tener un sólo amigo
Que mis penas consolara;
Mis hij os, mis tiernos hij os,
Mi esposa desconsolada,
Mis amigos, todos, todos,
Se presentaban a mi alma:
Eterno Dios i cuántas veces
Te dirigí mis plegarias
Pidiéndote que la rriuerte
Mis desgracias terminara!
Vuelvo en fin; pero i qué miro!
Ni aún existe mi cabaña,
Su lugar quedó desierto
Por el furor de las armas.
i Hijos .. . esposa ... no existen!
Nadie escucha mis plegarias:
i Han muerto, descansan todo~
En su tumba solitaria!
i Hijos ... esposa ... no existen!
Ni padre, ni esposo... nada,
Nada hay sino un mendigo
Un extranj ero en mi patria.
Sólo queda en este sitio
El árbol que con sus ramas
Cubrió a mi cara familia,
Que a su sombra reposaba.
¡Infeliz! i cuántos recuerdos!
Mi esposa allí se sentaba,
Aqui mis pequeños hijos
En mis rodillas jugaban,
y ahora ... i ahora nada tengo
Sino lágrimas amargas!
Arbol, tú sólo me quedas;
:Mas ni a ti te respetaron,

-17 -
Pues en tu tronco estoy Vfend.
Las señales de las lanzas.
¿ y esta mancha? i Dios piados
¿ Será tal vez esta mancha
Sangre de mis tristes hijos?
¿ Su sangre aquí derramada?
i Oh Dios! esta sangre pura
Sobre las cabezas caiga
De los viles ambiciosos
Que despedazan mi patria."
Abrazó el árbol querido,
Lanzó un lúgubre gemido,
y j unto al tronco expiró ...

Después, algún aldeano


Le dió humilde sepultura,
y dos leños en figura
De cruz, alli colocó.
1836.

EL SOLDADO DE LA LIBERTAD
Fernando Calderón

Sobre un caballo brioso


Canlina un j oven guerrero
Cubierto de duro acero,
Lleno de bélico ardor:
Lleva la espada en el cinto,
Lleva en la. cuj a la lanza,
Brilla, en su faz la esperanza,
En sus ojos el valor.
De su diestra el guante guita,
y el robusto cuello halaga,

-18 -
y la crin, que al viento vaga;
De SU compañero fiel.
Al sentirse acariciado
Por la muno del valiente,
Ufano alzando la frente
Relincha el noble córcel.
Su negro pecho y sus brazos
De blanca espuma se llenan:
Sus herraduras resuenan
Sobre el duro pedernal;
y al compás de sus pisadas,
y al ronco son del lI~ero,
Alza 111 voz el guerrero
Con un acento inmortal:
"Vuela, vuela, c6rcel mío
Denodado;
No abatan tu noble brío
Enemigos escuadrones,
Que el fuego de los cañones
Siempre 1I1tivo has despreciado;
y mil veces
Has oído
Su estallido
Aterrador,
Como un CllDto
De victoria,
Precursor.
Entre hierros, con oprobio
Gocen otros de la paz;
Yo no, que busco en la guerra
J"a muerte o la libertad.
Yo dej é el paterno asilo
Delicioso:
Dejé mi existir tranquilo
Para ceñirme la espada,

-19 -
y del seno de mi amada
Supe arrancarme animoso:
Vi aÍ dejarla
Su tormento,
i Qué momento
De dolor!
Vi su llanto
y pena impía;
Fué a la mía
Superior,
Entre hierros, con oprobio
Gocen otros de la paz;
Yo no, que busco en la guerra
La muerte o la libertad.
Al artero cortesano,
La grandeza
Busque adulando al tirano,
y doblando la rodilla;
Mi trotón y humilde silla
No daré pOl' su riqueza:
y bien pueden
Sus salones
Con canciones
Resonar:
Corcel mío,
Yo prefiero
Tu altanero
Relinchar,
Entre hierros, con oprobio
Gocen otros de la paz;
Yo no, que busco en la guerra
La muerte o 'la libertad.
Vuela, bruto, generoso,
Que ha llegado
El momento venturoso

- 20-
De mostrar tu noble brío,
y hollar del tirano impio
El pendón abominado :
En su alcázar
" Relumbrante
Arrogante
Pisarás,
y en su pecho
Con bravura
Tu herradura
Estamparás.
Entre hierros, con oprobio
Gocen otros de la paz;
Yo no, que busco en la guerra
La muerte o la libertad.
Así el guerrero cantaba,
Cuando resuena en su oído
Un lejano sarao ruido,
Como de guerra al fragor:
"A la lid") el fuel'te grita,
En los estribos se afianza,
y empuña la dura lanza,
Lleno de insólito ardor:

En sus ojos, en su frente,


La luz' brilla de la gloria,
Un presagio de victoria,
Un rayo de libertad:
Del monte en las quiebras hondas
Resuena su voz terrible,
Como el huracán horrible
Que anuncia la tempestad.
Rápido vuela el caballo,
Ya del combate impaciente,
Mucho más que el rayo ardiente
En su calTera veloz:

- 21-
Entre una nube de polvo
Desaparece el guerrero:
Se ve aún brillar su acero,
-Se oye a lo lejos su voz:
"¡Gloria, gloria! ¡Yo no quiero
Una vergonzosa paz;
Busco en medio de la guerra
La muerte o la libertad!"

HEXICO EN 1847

Manuel Carpio

¿ Quién me diera las alas de paloma


P ara cruzar los montes y los ríos,
Los mares nebulosos y bravíos
y llegar hasta el lago de Sodoma!

Quiero sentarme al pie de una columna


De la famosa y trágica Palmira,
y al!í entre escombros que el viajero admira
Quiero llorar al rayo de la luna.
Quiero pisar las playas del Mar Rojo
y la arena del bárbaro desierto,
y andar vagando con destino incierto
y allá ocultar mi llanto y mi sonrojo.

Yo vi en las manos de la patria mla


Verdes laureles, palmas triunfadoras,
y brillante con glorüis seductoras
Yola vi rebosar en alegría.

- 22-
Yo v¡" a las grandes e ínclitas naciones
En un tiempo feliz \1amarla amiga,
y e\1a, depuesta el asta y la loriga,
A la sombra .,dormir de sus pendones.
Mas la discordia incendia con su tea
Desde el palacio hasta la humilde choza:
Bárbara guerra todo lo destroza,
Todo se abrasa y en contorno humea.
Armados con sacrílegas espadas
Sin piedad se degüellan los hermanos,
y alzan al cielo pálidas las manos,
Manos en sangre fraternal bañadas.
¿ Cuál es el campo que la guerra impía
Una vez y otra vez no ha ensangrentado?
¿ Y cuál de las montañas no ha temblado
Al trueno de pesada artillería?
¿ Qué ciudades, qué pueblos o desiertos
No han visto los más bárbaros estrD.gos?
¿ Dónde están los arroyos y los lagos
Que no tiñó la sangre de los muertos?
En medio a tanto mal, el incensario
Llenó de humo los templos ofendidos;
y cinticos, y lloros, y gemidos
Sonaron en el lúgubre Santuario.
En vano todo: el indignado cielo
A México en su angustia desampara,
y el terrible J ehová vuelve la cara
A los pueblos sencillos de otro suelo.
En tanto se levanta pavorosa
Allá en el Aquilón negra tormenta,
y en la abatida México revienta
y rayos mil y mil lanza estruendosa.

- 23-
, Yo vi del Norte carros. polvorosoi
y vi grandes caballos y cañones,
y vi los formidables batallones,
Tomar trincheras y saltar los fosos.
En las calles de México desiertas
Vi correr los soldados extranjeros,
Vi r elumbral· sus fúlgidos aceros, .
y vi las gentes pálidas y yertas.
y vi también verter la sangre roja,
y oí silbar las balas y granadas,
y vi temblar las gentes humilladas,
y vi también su llanto )' su congoja.
Llorad, hijas ' de México dolientes,
En las tristes orillas de los ríos,
y bajo los árboles sombríos
Al estruendo gemid de los torrentes.
Todo en la viaa a llan to nos provoca ;
Gemid pues en los campos y ciudades,
Cual gime en las profundas soledades
El ave solitaria de la roca.
Quitad del cuello el oro y los diamantes
y de luto tristísimo vestíos;
¿ Por qué ostentar ni galas ni atavíos
En tiempos congojoBos y humillantes?
Es hora de llorar , huya la risa
De vuestr08 labios rojos e inocentes;
Estampad en el polvo vuestras frentes,
En ese polvo que el Normando pisa.
Yo también llorar~ tantos pesares
y al enojado cielo haré plegarias,
En medio de las noches solitarias
En las remotas playas de los marea.

- 24-
Esas mismas naciones que algún día
Con rosas coronaron tu cabeza,
Hoy te burlan ¡ oh patria! con vileza
y todas te escarnecen a porfía.
"¿Cómo es, dicen soberbias, que humillada
"Sin trono está la reina de Occidente?
"¿ Quién la diadema le arrancó a su frente?
"¿ En dónde está su formidable espada?

"Sus hijos sin pudor y afeminados


"Se espantan del cañón al estallido,
"Y de las balas al fugaz silbido,
"Huyen sus capitanes y soldados.
"¿ En dónde está su orgullo y su ardimiento?
"Sus laureles ¿ en dónde y sus habañas?
"Son como viles y quebradas cañas
"Que abate el soplo de un ligero viento" .
Así nos burla el galo en su algazara
Y olvida a Roncesvalles y Pavía,
San Quintín y Bailén, cuando debía
Con ambas manos ocultar su cara.
Otros burlan también nuestros errores;
Abran su historia y cállense sus labios:
No volvamos agravios por agravios:
Que nos dejen llorar nuestros dolores.
Feliz ¡ay! muy feliz el mexicano
Que al golpe de mortífera metralla
Ha expirado en el campo de batalla,
Antes de ver el ceño del tirano.
:Mejor me fu era en tierras muy remot3S
Vivir entre escorpiones y serpientes,
Que mirar humilladas nuestras frentes
A fuerza de reveses y derrotas.

- 25-
Más pise yo la patagonia playa
O ya escuche del Niágara el estruendo,
Ya los helados Alpes esté viendo
O contemple el magnífico Himalaya:
Allá en la soledad loh patria mía!
Siempre estarás presente en mi memoria;
¿ Cómo olvidar tu congojosa historia?
¿ Cómo olvidar tu llanto y agonía?

Antes del sauce nacerá la rosa,


Y crecerán las palmas en los mares,
Que me llegue a olvidar de mis hogares,
Que te pueda olvidar, México hermosa.
i Roma, patria de Curios y Catones!
Compadezco tu suerte lamentable:
Leyes te dieron con sangriento sable
Del Norte los terribles batallones.

Los vi1es e insolentes pretorianos


Desgarraron tus leyes con la espada,
La toga veneranda fué pisada
Mil veces por brutales veteranos .

i Patria infeliz I sin Curios ní Cantones,


Ha sido tu destino lamentable:
Leyes te dieron con sangriento sable
Del Norte los terribles batallones.
Tú también has sufrido mil tiranos
Que pisaron las leyes y la toga,
Y que apretaron con sangrienta soga
Tu cuello tierno y tus cansadas manos.
Mas basta ya. Qui~ro alas de paloma
Para cruzar los montes y los ríos,
Los mares nebulosos y bravios,
Y llegar hasta el lago de Sodoma.

- 26-
Quiero pisar las playas del Mar Rojo
y la arena del bárbaro desierto.
y andar vagando con destino incierto
y allá ocultar mi llanto y Il}i sonrojo.

- 27-
LOS CABALLOS DE LOS
CONQUISTADORES

José Santos Choca..

j Los caballos eran fuertes!


j Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales ...
j Los caballos eran fuertes!
j Los caballos eran ágiles!

j No! No han sido los guen'eros solamente,


de corazas y penachos y tizones y estandartes,
los que hicieron la conquista
de las selvas y los Andes:
los caballos andaluces, cuyos nervios
tienen chispas de la raza voladora de los árabes,
estamparon sus gloriosas herraduras
en los secos pedregales.
en los húmedos pantanos,
en los ríos resonantes,
en las nieves silencios_as,
en las pampas, en las si~rras, en los bosques y en loo
(valles.
j Los caballos eran fuertes!
I Los caballos emn ág-iles!

-28
Un caballo fué el primero,
en los tórridos manglares,
cuando el grupo"de Balboa caminaba
despertando las dormidas soledades,
que, pronto, dió el aviso
del Pacífico Océano, porque ráfagas de aire
al olfato le trajeron
las salinas humedades;
y el caballo de Quesada, que en la cumbre
se detuvo, viendo, al fondo de los valles,
el fustazo de un torrente
como el gesto de una cólera, salvaje,
. saludó con un relincho
la sabana interminable ...
y bajó, con fácil trote,
los peldaños de los Andes,
cual por unas milenarias escaleras
que crujían bajo el golpe de los cascos musicales."
j Los caballos eran fuertes!
j Los caballos eran ágiles!

¿ y auuel otru de ancho tórax,


que la testa pone en alto, cual queriendo ser más gran-
en que Hernán Cortés un día, (de.
caballero sobre estribos rutilantes,
desde México hasta Honduras,
mide leguas y semanas, entre rocas y boscajes?
j Es más digno de los lauros,
que los potros que galopan en los cánticos triunfales
con que Píndaro celebra las olímpicas disputas
entre el vuelo de los carros y la fuga de los aires!
y es más digno todavía
de las Odas inmortales,
el caballo con que Soto diestramente
y tejiendo sus cabriolas como él sabe,
causa asombro, - pone espanto, roba fuerzas
y, entre el coro de los indios, sin que nadie
haga un gesto de reproche, llega al trono de Atahualpa

- 29-
y salpica con espumas las insignias imperialea. ..
I Los caballos eran fuertes!
I Los caballos éran ágiles!
El caballo del beduíno
que se traga soledades;
el caballo milagroso de San Jorge
que tritura con sus cascos los dragones inferna\-"s;
el de César en las Galias;
el de Aníbal en los Alpes;
el centauro de las clásicas leyendas,
mitad potro, mitad hombre, que galopa sin cansarse
y que sueña sin dormirse
y que flecha los luceros y que corre más que el aire;
todos tienen menos alma,
menos fuerzas, menos sangre,
que los Épicos caballos andaluces
en las tierras de la Atlántida salvaje,
soportando las fatigas,
las eSDueJas y las hambres,
y enü:e el fleco de Jos anchos estandartes,
cual desfile de heroísmos coronados
bajo el peso de las férreas armaduras
con la gloría de Babieca y el dolor de Rocinante .. .
En mitad de los fragores decisivos del combate,
los caballos con sus pechos
arrollaban a los indios y seguían adelante;
y así, a veces, a los gritos de j Santiago!
entre el humo y el fulgor de los metales,
se veía que pasaba, como un sueño,
el caballo del Apóstol a galope por los aires ...
j Los caballos eran fuertes!
j Los caballos eran ágiles!

Se diría una epopeya


de caballos singulares,
que a manera de hipogrífos desalados
o cual río que se cuelga de los Andes,
llegan todos,

- 30-
empolvados, jadeantes,
de unas tierras nunca vistas
a otras tierras conquistables;
y, de súbito, espantados por un cuerno
que se hincha de huracanes,
dan nerviosos un relincho tan profundo
que parece que quisiera perpetuarse ...
y, en las pampas sin confines,
ven las tristes lejanías, y remontan las edades,
y se sienten atraídos por los nuevos horizontes,
se aglomeran, piafan, soplan ... y se pierden al escape:
detrás de ellos una nube,
que es la nube de la gloria,. se levanta por los aire3 ...
¡ Los caballos eran fu ertes!
i Los caballos eran ágiles !

CUAUHTEMOC
José Santos Chocano

Solemnemente triste fué Cuauhtémoc. Un día


un grupo de hombres blancos se abalanzó hasta él
y mientras que el imperio de tal se sorprendía
el arcabuz llenaba sus huecos el broquel.
Preso quedó, y el indio, que nunca sonreía,
una sonrisa tuvo que se deshizo en hiel.
- ¿ En dónde está el tesoro? ........,jamó la vocería;
y respondió un silencio más grande que el tropel.
Llegó el tormento ... y alguien de la imperial nobleza
quejóse. El héroe díjole, irguiendo la cabeza:
-¡Mi lecho no es de rosas! -y se volvió a callar.
En tanto, al retostarle los pies, chi.rriaba el fuego,
que se agitaba a modo de balbuciente ruego,
1porque se hacía lenguas como queriendo hablar!

- 31-
ODA A LA l'ATRIA
5 de Mayo de 1862
Manuel M. Flores

Alcemos nuestro lábaro en la cumbre


Esplendorosa de granito y nieve
Del excelso volcán, a donde raudo
Entre el fulgor de la celeste lumbre
Tan sólo el cóndor a llegar se atreve;
Donde la nube se desgarra el seno
:Para vibrar el rayo
y hacer rodar en el abismo el trueno.
Alcemos, sí, bajo la arcada inmensa
Del cielo tropical y sobre el ara
Diamantina del Ande
El augusto pendón de la victoria,
Que aún mereciera pedestal más grande
La enseña de la Patria y de la Gloria!
i Oh santo nombre de la Patria l... Escucha
Con tu prestigio inmenso
Esta mi audaz palabra, tan desnuda
De elocuencia y vigor; haz que vibrante
Al pie de tus altares se levante,
y sea la nube del incienso
Ante el ara de Dios; haz que resuene
Potente, y en su vuelo

- 32
Con tu renombre los espacios llene
y cubra el mundo y se levante el cielo!

Ayer -fugaz ~inuto que a la Historia


Acaba de pasar en las serenas
y deslumbrantes alas de la G1oria-
Ayer en la ignorada
Cumbre de una colina que ceñía
Una cinta de frágiles almenas
y pobre artillería,
El mexicano pabellón flotaba
Bajo un cielo de brumas,
Como en la frente del guerrero azteca
Rico penacho de vistosas plumas.
De las brisas del trópico ... crujía
Mas no flotaba al beso voluptuoso
Al soplo tempestuoso
De un hUl"acán de muerte, y se tendía
Su lona tricolor, como del iris
Sobre la frente negra de íos cielos
La diadema se ostenta
Cuando huyendo flamígera sacude
Su melena de rayos la tormenta!
y era también un iris de esperanza
Aquel sagrado pabellón erguido
Ante el genio feroz de la matanza,
Aquella enseña del derecho herido
Alzándose terrible a la venganza,
Allí del Mundo de Colón los ojos
Se fijaban severos, centellando
De impaciencia, de cólera y enojos.
y i quién sabe! si airadas
Allá desde los picos solitarios
De la alta cordillera, silenciosas,
Envueltas en sus pálidos sudarios,
De nuestros héroes muertos asomaban
Las sombras espectrales
y el Guadalupe atónitas miraban

- 33-
¡El Guadalupe!... Ostenta en sus laderas
De la patria las bélicas legiones;
Brillan las annas, flotan las banderas,
y se mezcla al rodar de los cañones
El toque del clarín, la voz de mando
y el relincho marcial de los bridones.
y más allá, cruzando la llanura,
Henchidas de arrogancia,
Tendiendo al sol las alas voladoras,
Las imperiales águilas de Francia
Conduciendo las huestes invasoras:
Las huestes sin l·ival. En sus pendones
Cien y cien veces derramó laureles
Propicia la victoria;
Soldados favoritos de la gloria,
En los campos de Europa sus corceles
Han dejado una huella ensangrentada,
y cien veces sus páginas la Historia
Abrió a la punta de su atroz espada.
Ellas son y avanzan... j Dios Supremo!
j Ah! ¿ qué vá a ser de nuestra pobre tierra
Ante esos semidioses de la guerra?
i. Qué va a ser del soldado mexicano,
Soldado humilde sin laurel ni pompa
De esos titanes al tremendo empuje ? ..
¿ Qué va a ser? .. Vedlo ya ...
Suena la trompa,
Silba la bala, la metralla ruje,
Se avanzan con furor los batallones,
Se chocan los guerreros,
Se desgarran flotando los pendones,
Crujen tintos en sangre los aceros,
Tiembla la cumbre, tiembla la llanura
Al estruendo mortal de la pelea,

- 34
· y de humo y polvo en la tiniebla oscura
El cañón formidable centellea!
¡Terrible tatallar! Potente rabia
De insensato furor ebrio de sangre;
Festín de la venganza
En que sólo resuena pavoroso
El salvaje rugir de la matanza;
En que fiera la vida
Se escapa palpitante por la herida
Del corazón indómito, que aun late
Encendido en las iras del combate.
Instante de terror y de grandeza
En que el débil en bravo se convierte
y se hace león el corazón del fuerte,
y convulsa la vida se desgarra
y se goza el Horror y ríe la Muerte!
¡ Terrible batallar! Golpe por golpe,
Furor sobre furor, vida por vida
y sangre nada más ... Allí el renombre
Del francés vencedor y su perícia
Contra el derecho transformado en hombre
y armado de justicia.
Terribles las legiones,
Cual de la mal' las olas turbulentas
Que flagela el furor de las tormentas,
Se encuentran y se chocan y se rompen
Feroces y sa.n grientas l. ..

y ¿ es verdad ?... ¿ es verdad ?... Los invencibles,


Los que cejar no pueden,
Los trigres de In]¡ermnnn y Solferino,
Aquí, blanca la faz, perdido el tino
y con miedo en el alma... retroceden? ...

¿En dónde está su incontrastable arrojo?


¿ En dónde su furor armipotente?
¿ Do el llegar y vencer que suyo haría

- 35-
Inmóvil de terror el continente?
¿ Las águilas francesas
No midieron, cruzando el Océano,
Cuánto eres, Libertad, grande y potente
Bajo el inmenso cielo americano ? ..
Soberbias te arrojaron sus legiones;
y viéndolas llegar, en tu mirada
Las iras del ultraj e centellaron!
Relámpagos los golpes de tu espada
El rayo de la muerte fulminaron;
Sangrienta charca abrióse tu pisada,
N ada su rabia de leones pudo,
y ante tu fuerte escudo,
Ellas ... las invencibles ... se estrellaron!
y tres veces así!. .. del Guadalupe
Quedaron las ' laderas
De pálidos cadáveres regadas,
y de francesa sangre
y sangre mexicana ¡ay! empapadas.
y cuando el sol de Anáhuac esplendente
Bajaba al occidente,
El ángel tutelar de la victoria
Voló a arrancarle su postrero rayo,
Bañó con él, ele 'México la frente
Sellándola de gloria ;
y con letras de sol CINCO DE MAYO
Para los siglos escribió en la Historia!
Entonces ... tú lo sabes, Puebla mía.
i Oh Puebla, cuyo ' nombre bendecido
Ensalzar como quiero nunca supe!...
Tu nombre para siempre esclarecido
La Francia 10 aprendió en el estampido
Del cañón que. tronaba en Guadalupe!
Cayó ese nombre en la soberbia Europa
Con el ruido t riunfal de una victoria;

- 36-
Cayó vestido con el ampo de oro
Del sol de Mayo qU& alumbró tu gloria!
. Desde entonces, allá, baj o el sereno
Dosel de auroras que desplega oriente,
Envuelta en olas de oro por la lumbre
De aquese sol triunfal, y coronada
Con el lauro que el tiempo no destroza,
Del Guadalupe yérguese en la cumbre
La figura inmortal de Zaragoza.

Las águilas francesas que algún día


Tendieron sobre el mundo
Ebrias de triunfo las potentes alas,
Llevando entre sus garras las banderas
Vencidas y h ech as trizas
De naciones altivas y guerreras;
Las águilas que guiaron la fortuna
Sangrienta de los fieros Bonaparte,
No posaron su vuelo victorioso
Después, del Guadalupe en el baluarte.
y queda allí, soberbio monumento
De patriotismo y gloria,
Vistiendo con la sangre no lavada
La púrpura triunfal de su victoria.
Allí queda a su planta la esforzada
Guerra del Atoyac, Puebla la bella;
La tierra de mi hogar, que guarda altiva
Cual cicatrices que la gloria sella,
Sus calles destrozadas,
Sus rotos muros, sus deshechos lares,
y en pie las ruinas de sus grandes templos
Por la bala francesa acribilladas,
Elocuente padrón del heroísmo
y del patrio denuedo,
Página de la Historia
Del mexicano corazón sin miedo!

- 37-
Allí queda la invicta
Amazona mostrando cual trofeo
La palpitante herida del combate,
Por la cual, ante el sol, como en el roto
Pecho de los guereros de Tirteo
Se ve el valiente corazón que late.
Allí queda ese fuerte de los libres
Ante cuyo granito la soberbia
De los nunca vencidos se destroza;
Allí queda ese campo de pelea
Donde hollaron las cruces de Crimea
Los cascos del corcel de Zaragoza!
¡Allí quedas, mi Puebla! Y si algún día
Arroja el extranjero
El grito de la guerra a tu muralla,
¡ Renueva tu osadía,
Vibra de nuevo el matador acero,
Desa ta el huracán de la metralla;
Fulmina fiera de la muerte el rayo,
y la sangre del campo de batalla
La saque aún otra vez la esplendorosa
Lumbre de gloria de tu sol de Mayo!

¡ A LAS ARMAS!
Manuel M. Flores

¡ No tenemo~ ·más rey que las leyes


N o tenemos los libres señor!
i Que con sangre se tiñe de reyes
Nuestro bello pendón tricolor!
¿ Hasta cuánd~ en vil ocio, hasta cuándo
Yacer éis, mexicanos, dormidos?
• Hasta cuándo seréis tan sufridos

- 38-
Q~e se os pueda venir a insultar?
¡No de paz, no de fiestas y danzas
Es esta hora que pasa tremenda. ..
Aquí mismo, en la patria, su tienda
Ha venidcr el francés a plantar!
lA las armas! Oíd cuál resuenan
De conquista los hurras salvajes ...
¿ Hasta cuándo vengáis los ultraj es?
¿ Para cuándo queréis el valor?
El que lleva en su pecho grabada
De la patria la imagen querida,
Nunca piensa que juega la vida
Sólo piensa que gana .el honor.
Sólo piensa cuando entra en la lucha
Que el oprobio al cobarde le queda;
Sólo busca lugar en que pueda
La ancha espada mortífera hundir.
Sólo sabe, ya tinto en su sangre,
Que morir por el niño, la anciana,
Por la madre, la esposa, la hermana,
Por su Dios y su hogar .. . ¡ no es morir!
¡ Es cumplir por la patria bendita
La misión más s ublime del hombre;
Es quizá bautizar con su nombre
Una página de oro triunfal;
Es vivir como vive la fama ,
Es vivir como vive la gloria,
Es comprar a la excelsa victoria
El derecho de ser inmortal!
¡A las armas! El grito de guerra
Como el trueno los ámbitos llene,
y del Gila al Grijal va resuene,
Del Pacífico &1 Golfo también!
y cual llama de incendio que el soplo
De impetuoso huracán arrebata,

- 39 -
Como tromba que el rayo desata,
i Se desplome la guerra doquier!
i A las armas! i Los montes, los valles,
Las ciudades vomitan .guerreros!...
i Luz nos den en el día los aceros,
y en las noches alumbre el cañón!
y que corra la sangre agostando
Flor y mies en la vasta campiña...
Cuando el agua de rojo se tiña
Ya podremos lavar el baldón.

i No haya paz! El flamígero incendio


Del combate la atmósfera abrase;
i Cada pecho que el hierro traspase
Multiplique en los otros la fe!
Y no quede un pedazo de tierra
Que no moje la sangre enemiga ...
Si es preciso, no quede quien diga
De nosotros: ila Patria aquí lué! ...

i Sí !... i primero, primero se tornen


Las ciudades en mudos desiertos,
Y los campos se cubran de muertos,
Y la patria perezca en luchar,
Que sumisos a un amo extranjero
Ofrecer nuestra carne a su vara,
De vergüenza taparnos la cara
Y cual pobres muj eres llorar!...
Nuestro sol es sol de los 1i!,1fes,
Nuestro suelo es Ui! s uelo de bravos;
Pero si hay corazón de esclavos,
Si hay traidores... i maldígalos Dios!
El traidor no es hermano... va solo,
Es Caín vagabundo y proscrito;
Dios escribe en su frente: ¡maldito!
Y s us hijos le ven con horror.

- 40-
IOh mi Patria! En su tiempo la lucha
Sin piedaá a tus hijos diezmaba;
Sangre propia tu seno chorreaba,
Sangre extraña tu espada también.
¡ En un tiempo, con mano terrible
La melena real sacudiste
Del ibero León, y le oíste
Ya vencido rugir a tus pies!. ..
¿ Cómo es que hoya tu frente divina
El baldón por el galo se escupe?
¿ Quién de Puebla arrasó el Guadalupe?
¿Quién el sol de tu Mayo apagó? ..
¡ A las armas! Doquier el incendio
De la guerra tus campos alumbre,
Y retiemblen la costa y la cumbre
Al feroce tronar del cañón.
¡ A las armas! ¡ El sol de la Patda
No vea más nuestra triste vergüenza!
j Es preciso que México venza,
Y en el nombre de Dios, vencerá!
¡ Al cadalso, a la tumba, al oprobio
Rodarán el monarca y vasallos ...
Y 's us cascos pondrán los caballos
En la sacra corona imperial!
¡No tenemos más rey que las leyes,
No tenemos los libres señor,
Ni aquí tienen más tronos los reyes
Que el cadalso sin gloria ni honor!

- 41-
HIMNO NACIONAL MEXICANO

Francisco González Bocanegra

Volemos al combate, a la venganza


y el que niegue su pecho a la esperanza
Hunda en el polvo la cobarde frente.
Quintana
CORO
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
Ciñe loh patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió;
Mas si osare un extraño enemigo,
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa i oh patria! querida que el cielo
Un soldado en cuda hijo te dió.
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.

- 42-
En sangrientos combates los viste
Por tu amor palpitando sus senos,
Arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
De tus hijos inflama la mente,
Los laureles del triunfo, tu frente
Volverán inmortales a ornar.
CORO
Mexica."lOS, al grito de guerra, etc.
Como al golpe del 'rayo la encina
Se derrumba hasta el hondo torrente,
La discordia vencida. impotente,
A los pies del arcángel cayó:
Ya no más de tus hijos la sangre
Se derrame en contienda de hennanos;
Sólo encuentra el acero en sus manos
Quien tu nombre sagrado insultó.

CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.

Del guerrero inmortal de Zempoala


Te defienda la espada t elTible,
y sostiene su brazo invencible
Tu sagrado pendón tricolor;
El será del feliz mexicano
En la paz y en la guen'a el caudillo,
Porque él supo sus annas de brillo
Circundar en los campos de honor.
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.

- 43-
i Guerra, guerra sin tregua al que intente
De la patria manchar los ,b lasones!
l Guerra, guerra! los patrios pendones
En las olas de sangre empapad:
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle
Los , cañones horrísinos truenen,
y los ecos sonoros resuenen
Con las voces de ¡ Unión! ¡Libertad!
CORO
Mexicanos. al grito de guerra, etc.
Antes, patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie;
y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fué .

CORO
Mexicanos. al grito de guerra. etc.

Si a la lid contra hueste enemiga


Nos convoca la trompa guerrera,
De Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid:
y a los fieros bridones les sirvan
Las vencidas enseñas de alfombra;
Los laureles del triunfo den sombra
A la frente del bravo adalid.
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.

- 44-
Vuelva altivo a los patrios hogares
El guerrero a contar su victoria,
Ostentando las palmas de gloria
Que supiera en la lid conquistar:
Tornaránse sus lauros sangrientos
En guirnaldas de mirtos y rosas,
Que el amor de las hijas y esposas
También sabe a los bravos premiar.
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.
y el que a l golpe de ardiente metralla
De la patria en las aras sucumba,
Obtendrá en recompensa una tumba
Donde brille de gloria la luz:
y de Iguala la enseña querida
A su espada sangrienta enlazada,
De laurel inmortal coronada ,
Formará de su fosa la cruz.
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.
¡Patria! j patria! tus hijos te juran
Exhalar en tus aras su aliento,
Si el clarín con su bélico acento,
Los convoca a lidiar con valor :
¡ Para ti las guirnaldas de oliva!
i Un recuerdo para ellos de gloria!
j Un laurel para ti de victoria;
Un sepulcro para ellos de honor!
CORO
Mexicanos, al grito de guerra, etc.

- 45-
LEYENDA DE LOS VOLCANES
Rafael López

Ahí ·están; cual invencibles torres de Dios; con he-


(rrumbres
ie cien siglos y despojos de cien razas ... sus pilares,
~osteniendo de los cielos las espléndidas techumbres
lanzan al azul los duros capiteles de sus cumbres,
:alcinadas por el fuego de las púrpuras solares.

11
Ahí están las bravas cumbres, de los astros fronte-
(rizas,
1e gloriosas tradiciones y episodios mil, cubiertas;
y cargando las mortajas de las nieves invernizas,
como dos blancos patriarcas que conservan las cenizas
levantadas en el viej o polvo de las razas muertas.

III
En la orilla dilatada de dos mares, cuyas olas
gritan en sonoros tumbos su potente señorío,
cual inmóviles cantiles como enorme rompeolas
de la vida -dialogando con el infinito a solas--
ven pasar la flor humana brevemente como un río.
- 46-
IV
En pie ya sobre ese. valle como dos custodios fiero s
que vigilan la rfqueza de un jardín paradisíaco
con sus hálitos de lamas y sus hondos ventisqueros
los han visto nuestros padres en los éxodos primeros
escupir sus rojas cóleras a los signos del Zodíaco.
v
Torvos frailes que persiguen el secreto de Dios mis-
(mo,
y que buscan allá arriba las señales de sus huellas ,
tal parece que en el culto sÍllgular de su idealismo,
rugen el dolor del mundo sollozando en el abismo ...
y ' comulgan, en sus misas de silencio, con estrellas.
VI
¿ Véis allá en sus fumarolas, en sus grietas, por sus
(obras ,
llamjllS lividas que corren en el ábrego nocturno 7...
Soa'las brujas que se juntan en el sábado, macabras,
y que buscan, murmurando cabalísticas palabras
en sus vuelos trashumantes los anillos de Saturno.
VII
Ellos saben de los vuelos de las águilas caudales,
y de rayo que los marca con SUB rúbricas veloces;
en sus torcas de mil años se hunden cósmicas señales,
y en sus flancos rueda el trueno de los broncos venda-
(vales
que en sus agrias frentes juegan con sus blancos a]:"<)I'-
(noc~s .

VIII
Mas también cosas amables los aliñan; en sus fal das
tienden sus encaj erías de follaj e: las palmeras;

- 47-
y se cubren los colosos las indómitas espaldas
-como dos emperadores- con el manto de esmeraldas
hecho por las dulces manos de las suaves primaveras.

IX
Esplendentes en el valle los alcázares andinos
sus arquitecturas se alzan decoradas en portentos;
los tapizan las auroras, y los múrices divinos
con sus rosas imperiales, y los soles ponentinos
-oro y ágata- los techan con crepúsculos sangrienbls.

x
Por encima de la noche, su gigante flecha lanz:.
el triunfal Popocatépetl en su ascensión
y espejismo de oro sueñan en la alegre lontananza ...
Tal se eleva de la angustia más profunda, la espera"za.
y la vida se decora con mirajes de ilusión.

Xl
Ellos saben los tormentos de las razas ya venc,dns
que formaron a la sombl'a de su mole colosal,
un imperio con florestas por jardines, cual los dmidas,
cuando vieron las dos alas de aquella águila, tendid,, ~,
recogerse en las riscosas esmeraldas de un nopal.

XII
¿ Qué feroz Huitzilopochtli, que Ahuitzol de mmlJ
(avIesJ. ,
sobre el Ixtaccihuatl tendió, pálida y sin vida,
a la virgen ignorada que en sus hielos quedó presa '? ...
¿ No será el trágico símbolo de una raza, la prince:)a
que insepulta entre sus riscos para siempre está dor-
(miela? .. .

- 48-
XIII
En sus torres asomados los eterno~ centinelas,
cuando los con'tuistadóres espantaron el quetzal,
y con mágicos alisios en las almas y en las velas
acercaron a estas playas sus audaces carabelas,
vieron redondearse el Globo con el mundo occidental.
XIV
En un golpe de tormenta que dejó rotas sus brumas
--{)poniéndose a los hombres rubios, vástagos del sol-
contemplaron a Cuauhtémoc más valiente que los pumas,
al terrible Sagitario del salvaje airón de plumas,
que tronaban sus torrentes con su ronco caracol.

XV

Cuando como de un sudario la silente luna empina


sobre el pálido Ixtaccihuatl, su azufrosa calavera,
pasa en una visión trágica Moctezuma I1huicamina,
arrastrando el vano espectro de la infiel doña Marina
por las sierpes de Medusa de su indiana cabellera.

XVI
En aquella alba de gloria de infinitas claridades
que una noche de tres siglos derrumbó con sus fulgores,
los volcanes advirtieron en sus mudas soledades
ascender hasta sus cumbres, las nacientes libertades
que arrojó a todos los vientos la campana de Dolores.
XVII
El orgullo de su frente cristaliza los anhelos
y los triunfos de los héroes victoriosos; a ellas sube
por el gran vapor de lágrimas de la Patria envuelta en
(du elos,

- 49-
la esperanza de un Hidalgo, la epopeya' de un Morelos: -
un fanal en un eclipse y un bridón sobre una nube.
XVIII
y el gran indio, Prometeo, que arrancó de sus gra-
(nitos
la substancia eterna donde recortó su propia forma;
y caldeó su sangre pura con los fuegos infinitos
que les muerden las entrañas al crucificar los mitos
en las Cruces fulgurantes de las leyes de Reforma.
XIX
Almas, si queréis gloriosas palmas, sed como volca-
(nes:
conservad, vivos, los fuegos de las esperanzas buenas,
y alegremente encaradas a borrasca y huracanes,
surgiréis más luminosas de los múltiples afanes
cual las esplendentes cumbres en los vértigos serenas ...
xx
Ahí están inconmutables. Torres de Dios. Soberanos.
Indice de tradiciones, de leyendas cementerios.
ArreCifes de las luchas y el afán de los humanos,
en sus cúspides se rompen los bullicios ciudadanú3
y sus pórfidos son lápidas de ciudades y de imperios.
XXI
Ahí están; y en la grandeza de su triunfo solitario,
·en la paz y en el silencio de su augusta eternidad.
ven que en un cuadrante insólito, un gran sol cxtl'aor-
(li!'ario
-marca la hora memorable que da vida a un centena~jo:
la hora santa, la hora inmensa, la hora de la libertad ...

- 50-
POPOCATEPETL
Rafael López

Popocatépetl. Cumbre divina. Que se doble


tu frente encanecida de nieves y de brumas ...
Se un pedestal más duro que el mármol, para el :lOble
Sagitario terrible del fiero airón de plumas.

Que como un himno eterno bajo la estatua noble


Atlántico y P acífico revuelquen sus espumas.
Que en alto r elieve triunfal, zarpas de pumas,
abiertas, amenacen desde un tronco de r oble.
Así verán los hombres de todo el Continente
tu gran gesto de bronce, el ademán furente
de tu olímpico brazo ... Quién sabe si mañana
cuando la nube que empuja el Septentrión,
tu viejo sañudo reviva en tu macana
con su poder antigüo de muerte y expiación!

51 -

LlOTECA DE MEXICO
BARTOLOME DE LAS CASAS

Rafael López

En la conquista roja de sangre, y entre el bélico


estruendo, se levanta la dulce imploración
que sostiene la fuerza de tu brazo evangélico
y el ala de paloma de tu blanca oración.

Por eso te circuye la luz de un nimbo célico


y tu ropaje esmaltan las rosas de Sión;
y, como en los beatos que pintó Frá-Angélico,
hay en ti una inefable actitud de perdón.
y porque ante la queja del hermano proscrito
detuviste la march a del blanco palafrén,
y los s uaves lienzos de tu ltmor infinito.
De una raza enjug:::.ron el sudor de la sien,
i oh, Padre de mis padres, sé mil veces bendito
y loado en los siglos de los siglos! Amén.

- 52-
GUERRERO
José Rosas Moren.

En los montes de Sur, Guerrero un día


alzando al cielo la serena frente,
animaba al ejército insurgente
y al combate otra vez lo conducía.

Su padre, en tanto, con tenaz porfía,


lo 'estrechaba en sus brazos tiernamente
y en el delirio de su amor ardiente
sollozando a sus plantas le ·decía:
-Ten piedad de mi vida desgraciada;
vengo en nombre del rey, tu dicha quiero;
poderoso te hará; dame tu espada.
- j Jamás l, llorando respondió Guerrero;
tu voz es, padre, para mí sagrada,
má, la voz de mi patria es lo primerc l

- 53-
HIDALGO Y MORELOS

Amado Nervo

j Hidalgo y Morelos, palabras radiosas'


Pregunta esos nombres al monte y al plan,
& cielos y a mares, a todas las cosas,
y así te dirán:

El monte de nieve y eternos basaltos


que siglos y siglos sus crestas irguió:
"Morelos, Hidalgo"; dirá, "son más altos,
más altos que yo'
El sol, alma fuente de vivos destellos,
imán de los mundos que el Padre creó:
"j Hidalgo, Morelos 1", dirá, "¡ son más bellos,
más bellos que yo!"
y fuentes y prados y valles y cielos,
cantando los nombres de luz de los dos,
dirán con mil voces: "¡ Hidalgo, Morelos,
bendígalos Dios '"

- 54-
LA RAZA DE BRONCE
Amado Nervo

LEYENDA HEROICA
J)icha el 19 de julio de 1902 en la Cámara de Diputados
EN HONOR DE JUAREZ

Señor, deja que diga la gloria de tu raza,


la gloria de los hombres de bronce, cuya maza
melló de tantos yelmos y escudos la osadía:
j oh! caballeros tigres, j oh! caballeros leones,
¡ oh caballel"OS águilas, os trai;jo mis canciones;
j oh! enorme raza muerta, te traigo mi elegía.

II
Aquella tarde, en el Poniente augusto,
el crepúsculo audaz era una pira
como de algún atrida o de algún justo;
llamarada de luz o de mentira
que incendiaba el espacio, y parecía
que el sol al estrellar sobre la cumbre
su mole vibradora de centellas,

- 55 -
se trocaba en mil átomos de lumbre,
yesos átomos eran las estrellas.
Yo estaba solo én la quietud divina
del Valle. ¿Sólo? ¡No! La estatua fiera
del héroe Cuauthemúc, la que culmina
dispersando su dardo a la pradera,
bajo el palio de pompa ve'~pertina,
era mi hermana y mi custodio era.
Cuando vino la noche misteriosa
-jardín azul de margaritas de oro- ,
y calló ser y toda cosa,
cuatro sombr as llegaron a mí en coro;
cuando vino la noche misteriosa
-jardín azul de margaritas de oro--.
Llevaban una túnica esplendente,
y eran tan luminosamente bellas
sus carnes, y t an fúl gida su frente,
que prolongaba para mí el Poniente
y eclipsaban la luz de las estrellas.

Eran cuatro fantasmas, todos hechos


de firmeza, y los cuatro eran colosos
y fingían estatuas, y su s pechos
radiaban como bronces luminosos.
y los cuatro entonaron almo coro ...
Callaba todo ser y t oda cosa ;
y arriba era la noche misteriosa
-jardín azul de margari tas de oro--.
III
Ante aquella vísión que asusta y pasma,
ya. como Hámlet, mi doliente hermano,
tuve valor e interrogué al fantasma;
mas mi espada temblaba entre mi mano.

- 56-
-¿ Quién sois vosotros -exclamé-, que en presto
giro bajáis al Valle mexicano?
Tuve valor para decirles esto;
más mi espada'1:emblaba entre mi mano.
-Qué abismo os engendró? De qué funesto
limbo surgís? Sois seres, humo vano?
Tuve valor para decirles esto;
mas mi espada temblaba entre mi mano.
-Responded -continué-o Miradme enhiesto
y altivo y burlador ante el arcano.
Tuve valor para decirles esto;
i mas mi espada temblaba entre mi mano ... !

IV
y un espectro de aquéllos, con asombros
vi que vino hacia mí, lento y sin ira,
y llevaba una piel sobre los hombros
y en las pálidas rnnnos una lira;
y me dijo con voces resonantes
y en una lengu? rítmica que entonces
comprendí: "¿ Que quién somos? Los gigantes
de una raza magnífica de bronces.

"Yo me llamé Netzahualcóyolt y era


rey de Texcoco; tms de lid artera,
fui despoj ado de mi reino un día,
y en las selvas erré como alimaña,
y el barranco y la cueva y la montaña
me enseñaron su augusta poesía.
"Torné después a n1Í sitial de plumas,
y fuí sabio y fld bueno; entre las brumas
del paganismo adiviné al Dios Santo;
le erigí una pirár:üde y en ella,
siempre al fulgor de la primel'a estrella
y al "on del huéhuetl, le elevé mi canto."

- 57-
v
y otro espectro acercóse; en su derecha
llevaba una macana, y una fina
saeta en su carcaj e, de ónix hecha;
coronaban su testa plumas bellas,
y me dijo : - "Yo soy TIhuicamina,
sagitario del éter, y mi flecha
traspasa el corazón de las estrellas.
"Yo hice grande la raza de los lagos,
yo llevé la conquista y los estragos
a vastas tierras de la patria andina,
y al tornar de mis bélicas porfías
traj e pieles de trigre, pedrerías
y oro en polvo... ¡ Yo soy llhuicamina! "
VI

Y otro espectro me dijo: -"En nuestl'OS cielos


las águilas y yo fu imos gemelos:
¡Soy Cllauhtémoc! Luchando sin desmayo
caÍ... i porque Dios quiso que cayera!
Mas caí como el águ ila altanera:
viendo al sol, y apedreada por el rayo.
" El espaiiol martirizó mi planta
sin lograr arrancar de mi garganta
ni un grito, y cuando el rey mi compañero
temblaba entre las llamas del brasero:
-¿ Estoy yo, por ventura, ,en un deleite?,
le dije, y continué, sañudo y fiero,
mirando hervir mis pies en el acei te ... "
VII
Y el fantasma postrer llegó a mi lado :
llO venía del fondo del pasado
como los otros; mas del bronce mismo

- 58-
era su pecho, y en sus negros ojos
fulguraba, en vez de ímpetus y arrojos,
la tranquila frialdad del heroismo.
y parecióme que aquel hombre era
sereno como el cielo en primavera
y glacial como cima que acoraza
la nieve, y que su sino fué, en la Historia,
tender puentes de bronce entre la gloria
de la raza de ayer y nuestra raza.
Miróme con su límpida mirada,
y yo le ví sin preguntarle .nada.
Todo estaba en su enorme frente escrito:
la hermosa obstinación de los castores,
la paciencia divina de las flores
y la heroica dureza del granito .. ,

i Eras tú, mi Señor, tú que soñando


estás en el panteón de San Fernando
bajo el dórico abrigo en que reposas ;
eres tú que, en ensueño peregrino,
ves marchar a la Patria en su camino,
rimando risas y regando rosas!
Eras tú, y a tus pies cayendo al verte;
-Padre - te mUl'muré-, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, finne y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña,
Soy una chispa: i enséñame a ser lumbre!
Soy un guij arro: i enséñamB a ser cumbre!
Soy una linfa: j enséñame a ser río!
Soy un harapo: i enséñame a ser gala!
Soy una pluma: j enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!

- 59-
VIII
y hablaron tus labios, tus labios benditos,
y asi respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias: -"No hay nada pequeño,
ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa,
con tal de que el sueño, visión misteriosa,
le preste sus nimbos, ¡ y tú eres el sueño!
"¡Amar, eso es todo; querer, ¡todo es eso!
Los mundos brotaron al eco de un beso,
y un beso es el astro, y un beso es el rayo,
y un beso la tarde, y un beso la aurora,
y un beso los trinos del ave canora
que glosa las fiestas divinas de Mayo.
"Yo quise a la Patria por débil y mustia,
la Patria me quiso con toda su angustia,
y entonces nos dimos los dos un ,gran beso:
los besos de amores son siempre fecundos;
un beso de amores ha creado los mundos;
amar .... ¡ eso es todo!; querer ... , ¡ todo es eso!"
Así me dijeron tus labios benditos,
así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias y eternos anhelos.
Despu és, los fantasmas volaron en coro,
y arriba los astros -poetas de oro--
pulsaban la lira de azul' dé los cielos.
IX
Mas al irte. Señor hacia el ribazo
donde moran los sombras. un gran lazo
dejabas. que te unía con los tuyos,
un lazo entre la tierra y el arcano,
y ese lazo era otro indio: Altamirano ;
bronce tm;nbién, más bronce con arrullos.

- 60-
Nos le diste en herencia, y luego, Juárez
te arropaste en las noches tutelares
con tus amigos pálidos; entonces,
comprendiendo "lo eterno de tu ausencia,
repitieron mi labio y nú conciencia:
-Señor. alma de luz, cuerpo de bronce,
soy una chispa; enséñame a ser lumbre !
Soy un guijarro: enséñame a ser cümbre!
Soy una linfa: enséñame a ser río!
Soy un harapo: enséñame a ser gala!
Soy una pluma: enséñamc a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!
Tú escuchaste mi grito, sonreíste
y en la sombra infinita te perdiste
cantando con los otros almo coro.
Callaba todo ser y toda cosa;
y arriba era la noche misteriosa
jardín azul de margaritas de oro ...

- 61-
A SANTIAGO TLALTELOLCO

Francisco Ortiz

Allí estás tú, coloso formidable,


El poder de los siglos desafiando,
Sin temor de que el tiempo te carcoma
y te obligue a caer desmoronado;
En tus potentes muros de granito
El embate rechazas de los años,
Sin resentir, como invencible atleta,
De esa gigante lucha los estragos.

i Oh templo colosal! tú me recuerdas


Las épocas más tristes del pasado;
Al contemplar tus imponentes muros
Ennegrecidos por el tiempo cano,
Recuerdo que los hijos de la España,
Que te formasen donde estás mandaron.

Pensando en ellos, por la mente núa,


En confuso tropel, ensangrentados,
Miro pasar los héroes que en la lucha,
Como leales · y buenos, disputaron
Con el valor supremo de los libres

- 62-
· La que fuera su patria, palmo a palmo,
En los rudos combates pereciendo
Antes que el yugo ' soportar de esclavos, .

*
¿ y qué fué de esos héroes ? ¿ qué nos resta
De esos batalladores denodados
Que siendo imperturbables en las lides
No t emieron jamás a sus contrarios?
¿ Qué nos r esta ¡ oh dolor! de los valientes
Que en el ma rcial y sangrentoso campo,
Sin temblar , en el pecho' recibían
Como ínclitos guerreros esforzados,
La candente y mortífera metralla
Que les mataba como mata el rayo?
¡ Murieron con valor unos tras otros,
y los siglos tras siglos caminando
Su memoria no más nos transmitieron,
Que muchos ni su nombre nos legaron .. ,!

Venció el león, y bajo el fén'eo yugo,


Los desgraciados indios con sus brazos,
Donde te sientas majestuoso y r egio
En su martirio horrible te formaron;
y tú escuchaste el son de las cadenas
Del infelice pueblo conquistado;
Tú le viste sufrir en su desgracia
El despotismo atroz de los tiranos,
y tú , mudo testigo, los miraste
Morir en sus faenas de cansancio,
Corriendo por tus pálidas mej illas
De su ignominia el vergonzoso llanto:
y tú viste también a los caudillos
Cuya vida acabó sobre un cadalso
Porque en su luto quebrantar quisieron
La férula de hierro del tirano,

- 63-
1 escuchaste impasible los gemidos
Del infelice pueblo subyugado
Que de rey y señor de este hemisferio
De otra nación se convirtió en esclavo.

*
De estas fatalidades horrorosas
Eras testigo tú, cuando de Hidalgo
Miraste los reclutas batallones
Frenéticos de cólera peleando
Por conquistar la libertad perdida,
Por destrozar el yugo torpe, infando,
Que en la cerviz vencida de la patria
Pusieron ¡ay! aborrecibles hados.
Presenciaste también la horrenda lucha
En que han peleado hermanos contra hermanos:
Presenciarás tranquilo a los que vengan,
E irás en su memoria despertando
Los terribles recuerdos que aun existan
De la sangrienta historia del pasado.

*
Queda en paz, t emplo augusto, en tu silencio
El poder de los siglos desafiando,
Sin temer por tu vida, que tu suerte
Es vivir y vivir. El tiempo air"do
Te sabrá respetar ... i Oh, si pudiera
Ser como tú! pero me canso en vano:
Muy pronto habré de hundirme en el sepulcro,
y mi espíritu incóg-nito volando
Partirá a. esa región desconocida
Do no penetra el pensamiento humano.
1Quédate en paz donde te sientas ahora,
Imperturbable atleta mexicano!
México, 1869

- 64-
MI BANDERA
Juan de Dios Peza

Bandera que adoraron mis mayores


y que aprendí a adorar cuando era niño,
Tú formas el amor de mis amores;
No hay un cariño igual a tu cariño,
Me llenan de estusiasmo tus colores
Aún más inmaculados que el armiño,
y al verte tremolar libre y entera,
Te adoro como a un Dios, i oh mi bandera!
Símbolo de la tierra en que he nacido
Emblema del honor y de la gloria,
Quien muere por haberte defendido
Vida inmortal alcanza en nuestra historia.
Las legiones que libres te han seguido
Viven de nuestro pueblo en la memoria,
Un templo encontrará en cada pecho,
i Oh, emblema del honor y del derecho!

i Con qué orgullo filial siempre te mira


Quien a tu sombra suspendió su cuna!
i Con qué dolor el corazón suspira
Cuando de ti lo aleja la fortuna!
Tu asencia amarga, tu presencia inspira;
No hay comparable a ti joya ninguna;

- 65-
y si te ofende el poderoso, el fuerte,
Por ~efender tu honor, nada es la muerte.
Yo juro por mis horas más serenas,
Por los amantes padres que yo adoro,
Dar gustoso la sangre de mis venas
Por defender tu nombre y tu decoro;
Juro luchar con tigres o con hienas
Que mancillar pretendan tu tesoro,
Y morir a tu sombra i oh santa egida!
Y amante bendecirte al dar la vida.
Flota libre y feliz, i bandera santa!
Tú nos das los mayores regocijos,
y siempre que una mano te levanta
Los anhelos del pueblo en ti están fijos;
y antes que hallarte la extranjera planta,
Morirán junto a ti todos tus hijos;
i Que mientras haya patria y haya gloria,
Sin mancha flotarás sobre la Historia!

LA BANDERA
Juan de Dios Peza

Al grave redoblar de los tambores,


Marcando el paso con marcial donaire,
La tropa marcha, desplegando, al aire
La enseña nacional, de tres colores.
-Mira, madre, prorrumpe un rapazuelo
Que ciñe diez abriles por guirnalda,
Una perla, un rubí y una esmeralda ...
j Qué engaste más hermoso bajo el cielo!

- 66-
-Cana niño, no sabes lo que dices!
El verde, el blanco, el rojo se han unido
Para escudw la tierra en que has nacido,
Donde libres y en paz, somos felices.
El verde es el laurel de la victoria;
El blanco, del honor limpia azucena;
y el rojo es j ay! la sangre que en la arena
regó el martirio y consagró la gloria.
l Es la bandera! j Mirala! Confío
En que al seguir su inmaculada huella,
Sabrás luchar y sucumbir por ella:
j Todo tu corazón dale, hijo mío!

MEXICO y ESI'A~A

Juan de Dios PC7.a

Allá, detrús del mar, la playa amena


De la ti erra del Cid y los Guzmanes;
La cruz plantada en la morisca almena
y rotos a sus pies los ya taganes.
AlIú. campos cruzados por g-omcles;
Murallas que los godos defendían;
Palacios con oj ¡vas y caircles
Don,le las ninfa, del harem d'lrmían.

Allá, las cinceladas armaduras ;


Los cascos relucientes con cimeras;
Los castillos pohlados de aventuras;
Las torres coronadas de banderas.

- 67-
Allá, los altos picos del Moncayo;
El Guadalete con la sangre tinto;
Los mares de Rodrigo y de Pelayo;
Las tumbas de Fernando y Carlos Quinto.
Allá, todo eso que esplendor se llama:
La tradición, la fábula, la historia,
Los hechos coronados por la fama
y los héroes ungidos por la gloria.
Aquí, la noche llena de luceros,
El campo lleno de silvestres flores,
El volcán cOn sus hondos ventisqueros,
y el lago con sus juncos tembladores.

Aquí la virgen tierra americana


Baj o su azul y eterno cortinaj e;
El rey desnudo, la vest al indiana
El bosque inculto y el aduar salvaje.

Aquí errabundo el ignorado atleta


De audacia ejemplo y de valor tesoro;
En las entrañas del peñón la veta
y el barro confundido COn el oro.

Aquí el templo de tasca gradería


El idolo hecho un Dios mmipotente,
y del pueblo la sorda gritería
Al verlo baut izar con SP.llgr8 hirviente.
Aquí, el carcaj, el oro y la rodela
De tosca piel, eOIl plumas adornada;
La aguda flecha que en los aires vuela,
y la macalla en pedernal labr".da.

Aquí, sólo un baluar te: la montaña;


Allá, torres y naves y cañones;
Tal fué Telloxtitliin; tal era España:
¿ Cuál vencerá en la Iiel de ambas naciones?

- 68-
II
Admiro, Iberia altiva, tu nobleza,
Tu carácter iffdómito y bravío;
Pero a la par admíro la grandeza
y el heroico valor del pueblo mío.

¿ Qué hallaste en estos reinos ignorados?


Un pueblo que del oro no se engríe,
Una Otumba que asombra a tus soldados
y un Cuauhtémoc que en el tormento ríe.

Culparte en nuestro siglo fuera mengua;


Venciste y nadie intentará culparte;
Entre tus dones heredé tu lengua
y nunca la usaré para insultarte.

Si a la justicia destronó el capricho,


Si está con sangre escrita cada hazaña,
¡ Ah! yo diré laque Quintana h& dicho:
"Crímenes son del tiempo y no de España".

i Nuestra sangre es igual! que nadie oponga,


A nuestra unión calumnias y rencores:
¡ La plegada inmortal de Covadonga,
Siglos más tarde resonó en Dolores!
La misma es nuestra raza altiva y fiera,
Igual nuestro carácter franco y rudo:
Aquí, el águila libre, por bandera;
Allá, el león, por símbolo y escudo.
No de venganza con mentido ?larde
Nuestras glorias hundamos en la niebla;
¡Hijos ele Zaragoza y ele Velarde
Juntos cantemos a Bailén y a Puebla!
Juntos el mexicano y el ibero
Tener debieran, en mejores días,

- 69-
Para cantar su patriotismo, a Homero,
Para llorar sus duelos, a Isruas.
Hoy la gloria con bellos arreboles
Ilumina enlazadas nuestras manos:
1Honor eterno a México, españoles!
j Honor eterno a España, mexicanos!

A JUAREZ

Juan de Dios Peza

Dadle a mi voz del huracán rugiente


El poder no domado y estruendoso,
Que así quiero cantar de gente en gente
las inmortales glorias de un coloso.
Si la muerte, que a todos nos aterra,
Un trono sobre el ancho firmamento
Guarda a los semidioses de la tierra,
Juárez el inmortal tiene ese asiento.
Nacido en el peñón de una montaña,
Bajo el dosel del azulado espacio,
Su alcázar infantil fué una cabaña,
y el abierto horizonte su palacio.
Por su indígena raza, firme, austero;
Por su obscuro nacer, del pueblo hermano;
La tez de bronce, el corazón de acero,
Griego el pensar, y el alma de romano.
Los más brillantes lauros de la gloria
Estaban a su frente destinados,

- 70-
Los grandes caracteres de la historia
Estaban en el suyo condensados.
El alma de Catón, el gran civismo
De Leónidas, y de Agis la justicia,
De Temístocles, todo el patriotismo,
De Licurgo el saber y la pericia.
Todo en aquel humilde pequeñuelo
Que en la tierra de Ixtlán pobre crecía,
Como en un arca lo guardaba el cielo
j Sólo el Dios de los libres lo sabía!

Aguila audaz que sobre abrupta peña


y en muda soledad cuelga su nido,
Cuando más tarde la extensión domeña,
El valle ante tus pies queda vencido.
Así Juárez, así; sin esas galas
Falsas con que la corte irradia bella,
Aguila de Anáhuac, abrió sus alas,
Miró a su patria y combatió por ella.
La lucha era t errible; usos y leyes
Ibanse a derrocar; el antro obscuro,
Nido de encomenderos y virreyes,
Iba a crugir con su imponente muro.
Aún vagaba en la atmósfera el aliento.
De otras edades a la luz lej anas;
Ibase a desatar el pensamiento,
A dejar el derecho sin cadenas.
Al mirar a aquel hombre que surgía
De las revueltas masas populares,
Grande cual surge el luminar del día
De las r evueltas ondas de los mares.
Rugió la envidia en su furor tremenda,
y el fanatismo, de rencor eterno,

-71-
Sintió, como el Satán de la leyenda,
Odio al Jehová que lo lanzó al infierno.

J uárez, sereno en su saber profundo,


Fija en el porvenir su audaz mirada,
y ve, como Colón, un nuevo mundo
Entre las sombras de la edad pasada.

A describir sus luchas no me atrevo,


Ante tanta grandeza yo me inclino;
Aquel r eformador gigante y nuevo
Tuvo un Gólgota horrible por camino.

A sus guerreros bravos y animosos,


Apóstoles, heraldos, campeones,
Vió morir en cadalsos afrentosos
Entre befa y escarnio y maldiciones.
y en m edio del tumulto y la matanza,
Siendo el derecho su sagrada norma,
Su fe renueva, aviva su esperanza,
1I1ata el "fuero" y cimenta la " Reforma".
Allí está Veracruz en donde raya
A tal altura ante la patria historia,
Que nuestro 11k1r, rompiéndose en la playa,
Aún parece gritar: "¡A Juárez, gloria!"
~t1nca, de aliento ni firmeza falto,
Coronó allí sus grandes ideales",
Aguila junto · al mar, voló tan alto,
Que humilló el mar al verla sus cristales.
Allí fu é tempest~, '¡. que con el tru"no
Asorda y llena la ex tensión vacía,
y con el r ayo, de fl'¡gor ~s 11e:1o .
Rompe los muros de p:,'isión ~0 mhría.

Más tarde, tres naciones se congregan


para vencerle y destrozarle unidas;

-72 -
"Cuando a las puertas de la patria llegan,
Las encuentran por Juárez detenidas.
La qüé se queda sola en el combate
No vence a Juárez, que el burlarla experto,
Lleva, nuevo Israel que no se abate,
El arca de la patria hasta el desierto.
Allí en el llano inculto, en la ribera
Del Bravo que nos guarda y nos limita
Lleva en nómada tienda su bandera,
y la muerte esperanza resucita.
No la mancilla la facción inj usta
En cuyos odios la verdad se estrella;
i El salvó el arca de la ley augusta!
¡ Con ella huyó, pero triunfó con ella!

Que nada el vuelo de su fama corte;


Todo lo tuvo ese hombre extraordinario:
Sinaí en Veracruz, y allá, del N arte
En los desiertos, Gólgota y Calvario.
Pero el Tabor en que brilló su idea
Con eternos y vivos resplandores,
Lo fué toda esta Patria, en la que ondea
El lábaro inmortal de tres colores.
La muerte, al anoparlo en negro manto,
Le anebató de , la familia humana,
Pel'O su nombre ha de vivir en tanto
Haya un palmo de tierra mexicana,
Fué el plebeyo humillando a la nobleza;
Fué el derecho imponiéndose a la historia ;
Do acaba el hombre, el inmortal impeza;
Su fama universal se llama gloria.

-73 -
¡POR LA FRO~ERA!

(Brindis en El Saltillo)
Juan de Dios Peza

En la nación mexicana
¿ quién no ha oído por doquiera,
ensalzar la honradez sana,
la franqueza noble y llana
que distingue a la frontera?
No hay carácter más sencillo;
la lealtad es sola ley
y la homadez sólo brillo,
bajo el cielo del Sal tillo,
bajo el sol de Monterrey.

Pueblos valientes y homados


todo franqueza y valor,
campesinos sosegados
que se cambian en soldados.
enfrente del invasor.

No hollarán plantas extrañas


su tierra bendita y pura,
que de ho;::ares y cabañas,
son baluartes las montañas
que eternizó la Angostura.
El patrio amor es su esencia,
la fraternidad su norma
y su mentor la experiencia ;
salvaron la Independencia,
y salvaron la Reforma.
¿ Por qué mi labio sincero
no ha de expresar la verdad?

-74 -
Como bardo y caballero
aplaudo, estimo y venero
la tiJrra de la lealtad.
Porque aquí no es sueño vano
la amistad; es religión:
el amigo es un hermano,
y al que se le da la mano
se le entrega el corazón.
Alzo mi copa, señores,
de la frontera en honor,
por sus francos moradores,
por sus damas que son flores
de virtud y de candor.
Por el gobernante honrado
que de todos es querido
y de todos respetado;
por el tan bravo soldado
que en la frontera ha nacido.
Por Coahuila, que esplendente
se nombra ante quien lo admira,
"Múzquiz" junto al insurgente,
junto a "Juárez" "de la Fuente"
y "Acuña" junto a la lira.
15 de diciembre de 1889

- 75-
A la memoria del h cr6ico general
DONATO GUERRA
Antonio Plaza

"No son los muertos los que en dulce calmA


En paz reposan en la tumba · fría;
Muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavia".
Núñez de Arce

Levanta, Gloria, la atrevida fre·nte,


No llores más al ínclito guerrero;
Al que fué de los débiles hermano
y terror de retrógrada canalla;
Al patriota inmortal; al m·quetipo
De indeclinable fe , ~.l caballero
Más noble que Bayr.rdo y m¡Ís valiente;
Al que alentó bajo grozera malla
Alma de niño, cor~zón de acero;
Al que tigre en los campos de batalla
Fué en culta sociedad, humilde, humano;
Al dem6crata fiel; al intachable;
Al mártir coronado de victoria,
Al hombre, en fin, cuya brillante vida
Glorificó un verdugo miserable.

- 76-
¿Por qué Gloria, llorar, si trasmitida
De una edad a otra edad va su memoria
Digna de qt¡e los siglos la veneren? ..
La Diosa Libertad estremecida
Escribe sobre el bronce de la historia:
Los hombres como Guerra, nunca mueren;
Su nombre es una egida,
y el cadalso es el templo de su gloria.

i Ilustre general! hoy acompaña


A tu recuerdo mi sentido canto,
Sin que esa tumba que de luz se baña
Empañe con las gotas de mi llanto.
Tú el brasero de Scévola encendiste
Al calor de tu aliento poderoso,
y al heroismo catoniano uniste
La abnegación de Régulo ... ¡ Dichoso
Tú que gozando en mundo de verdades
La beatitud ingente,
Ras dejado flotando en las edades
Tu nombre refulgente !
Brillante como sol fué tu carrera ...
i Modelo de civismo!
Yo te enviadaru, si envidiar supiera;
Mas ... ¿ quién como tú mismo?
¿ Y quién h"brá que ahora
Al mártir llore que tan grande era ? ..
La muerte del . soldado, no se llora;
La tumba de los héroes, se venera.
No son los muertos, no, los que reciben
Rayos de gloria en sus despojos yertos:
Los que mueren con honl'a, siempre viven;
Los que viven sin honra, son los muertos.

-77-
DIEZ Y SEIS DE SEPTIEMBRE
Andrés Quintana Roo

Renueva, oh musa, el victorioso aliento


Con que, fiel de la patria al amor santo,
En fin glorioso de. su acerbo llanto .
Audaz predije en inspirado acento:
Cuando más orgulloso .
y con mentidos triunfos más ufano,
El ibero sañoso
Tanto, j ay! en la opresión cargó la mano,
Que el Anáhuac vencido
Cantó por siempre a su coyunda uncido.
"Al miserable esclavo (cruel decía)
Que independencia ciego apellidando
De rebelión el pabellón nefando,
Alzó una vez en algaraza impía,
De nuevo en las cadenas
Con más rigor a su ·cen iz atadas,
1

Aumentaron las penas,


Que a su última progenie prolongadas,
En digno cautiverio
Por siglos aseguren nuestro imperio.
"¿ Qué sirvió que en Dolores vil cortijo,
El aleve pastor el grito diera
De libertad, que dócil repitiera

-78 -
La insana chúsma con afán prolijo?
. Su valor inexperto
De sacríleg;¡¡ audaci~ estimulada,
A nuestra vIsta yerto
En el campo quedó, y escarmentado
Su criminal caudillo
Rindió ya al cuello el vengador cuchillo.
Cual al romper las Pléyades lluviosas
El seno de las nubes encendidas,
Del mar las olas antes adormidas
Súbito el austro altera tempestuosas;
De la caterva osada
Así los restos nuestra voz espanta,
Que resuena indignada
y recuerda, si altiva se levanta,
El respeto profundo
Que inspiró de Vespucio al rico mundo.
"¡ Ay del que hoy más los sediciosos labios,
De libertad al nombre lisonj ero
Abriese pretextando novelero,
Mentidos males, fútiles agravios!
Del cadalso oprobioso
Veloz descenderá a la tumba fría,
y ejemplar provechoso
Al rebelde será, que en su porfía
Desconociere el yugo
Que al invicto español echarle plugo".
Así los hij os de Vandalia ruda
Fieros clamaron cuando el héroe augusto
Cedió de la fortuna al golpe injusto;
y el brazo fuerte que la empresa escuda.
Faltando a sus campeones,
Del terror y la muerte precedidos,
Feroces escuadrones
Talan impunes campos florecidos

- 79-
y al desierto sombrío
Consagran de la paz el nombre pío.
No será empero que el benigno cielo,
Cómplice fácil de opresión sangrienta,
Niegue a la patria en tan cruel tormenta
Una tierna mirada de consuelo.
Ante el trono clemente, .
Sin cesar sube el encendido ruego,
El quejido doliente
De aquel prelado, que inflamado en fuego,
La América indefensa patrocina.
"Padre amoroso, dice, que a tu hechura,
Como el dón más sublime concediste,
La noble libertad con que quisiste
De tu gloria ensalzarla hasta la altura,
¿No ves a un orbe entero
Gemir, privado de excelencia tanta,
Baj o el dominio fiero
Del excecrable pueblo de decanta,
Asesinando al hombre
Dar honor a tu excelso y dulce nombre?
¡Cuanto ¡ay! en su maldad ya se gozara
Cuando por permisión inescrutable,
De tu justo decreto y adorable,
De sangre en la conquista se bañara,
Sacrílego al'bolando
La enseña de tu cruz en burla impía,
Cuando más profanando
Su religión con negra hipocresía,
Para gloria del cielo
Cubrió de excesos el indiano suelo!
"De entonces su poder i cómo ha pesado
Sobre el inerme pueblo! qué de horrores,
Creciendo siempre en crímenes mayores,
El primero a tu vista han aumentado!

- 80-
La astucia seductora
En auxilio han unido a su violencia;
Moral corrompedora
Predican con ,.su bárbara insolencia,
y por divinas leyes
Proclaman los caprichos de sus reyes .
.. Allí se vé con asombroso espanto
Cual traición castigado el patriotismo,
En delito erigido el heroísmo
Que al hombre eleva y engrandece tanto.
¿ Qué más? en duda horrenda
Se consulta el oráculo sagrado
Por saber si la prenda
De la razón al indio se ha otorgado,
y mientras Roren call;l"
Entre las bestias confundido se haya.
¿ y qué, cuando llegado se creía
De redención el suspirado instante,
Permite, justo Dios, que ufana cante
Nuevos triunfos la odiosa tiranía?
El adalid primero,
El generoso Hidalgo ha perecido:
El término postrero
Ver no le fu é de la obra concedido;
Mas otros campeones
Suscita que rediman las naciones".
Dijo, y Morelos siente enardecido
El noble pecho en belicoso aliento;
La victoria en su enseña toma asiento
y su ejemplo de mil se ve seguido.
La sangre difundida
De los héroes su número recrece,
Como tal vez herida
De la segur, la encina reverdece,
y más vigor recibe
y con más pompa y más verdor revive.

- 81 -
Mas ¿quién de la alabanza el premio digno
Con títulos supremos arrebata,
y el laurel más glorioso a su sien ata,
Guerrero invicto, vencedor benigno?
El que en Iguala dijo:
¡Libre la patria sea! y fuélo luego
Que el estrago prolijo
Atajó y de la guerra el voraz fuego,
y con dulce clemencia .
En el trono asentó la Independencia.
i Himnos sin fin a su indeleble gloria!
Honor eterno a los varones claros
Que el camino supieron prepararos,
j Oh Iturbide inmortal! a la victoria.
Sus nombres antes fueron
Cubiertos de luz pura, esplendorosa;
Mas nuestros ojos vieron
Brillar el tuyo como en noche .):¡ermosa
Entre estrellas sin cuento
A la luna en el alto firmamento.
i Sombras ilustres, que con cruentro riego
De libertad la planta fecundasteis,
y sus frutos dulcísimos legasteis
Al suelo patrio, ardiente en sacro fuego!
Recibid hoy benignas,
De su fiel - gratitud prendas sinceras
En alabanzas dignas,
Más que el mármol y el bronce duraderas,
Con que vuestra memoria
C-oloca en al alcázar de la gloria.

- 82-
LOS INDIOS DE AMETEPEC .

Fernando Sosa

Verdes, muy verdes sus huertas


y muy risueños sus prados,
y su cielo muy hermoso,
Azul, transparente, diáfano:
Con alegre caserío
y un esbelto campanario
Que llama a los feligreses
En dias del tiempo santo,
Existe un pueblo: sus hijos
Encuentran en el trabajo
El bienestar y el contento,
Aj enos de los cuidados
y sinsabores que causan
De riqueza el humo vano,
De la ambición los ens ueños,
y los peligros del mando.
Es Ametepec, do se hallan
Los patriotas acampados,
Reducidos en su número
y de pertrechos escasos.
Van Escalante y Urzúa
De aquellas tropas al mando,
En San Martín alcanzaron
Ceñir sus frentes de gloria
POI' su civismo bizarro,

- 83-
Logrando así que sus nombres
Respete el tiempo a su paso.
Comprenden que los realistas
. Se acercan para atacarlos
Con numerosas legiones;
y aunque el insurgente es bravo,
No quiere de una victoria
Fácilmente dar el lauro
Al que la patria encadena,
Al que ultraja al mexicano.
Ecalante, pues, y Urzúa,
Disponen con fino tacto
Esquivar al enemigo,
y levantar de alli el campo.
Antes al pueblo convocan,
y con un acento claro
E scalante así les dice:
"Sabed, ametepecanos,
Que escasas son nuestras tropas,
Los pertrechos más escasos,
y el enemigo h allaría
Fácil victoria, si vanos,
Oyendo sólo al orgullo,
Pretendemos aguardru:los.
Voy a marchar con mis fuerzas;
Yo no quisiera dejaros
Expuestos a los furores
De las tropas del tirano ;
Pero el deber me lo ordena,
y aunque con trist eza, parto."
Se agita el pueblo que escucha
Aquel discurso; un anciano
Se sobr2pone al t umulto
y al j efe dice: "Aguardaos,
Que si el deber os obliga
Esta vez a abandonarnos,
También el deber ordena
Que este suelo defendamos."
y dirigiéndose al pueblo

- 84-
Que se revuelve agitado,
Cual en medio a la tormenta
Roneo se agita el oceano,
"Escuchad mi voz, les dice,
Me la inspira el cielo santo,
Aunque a la tierra se inclina
Mi cuerpo débil, los años
De nú corazón el fuego,
Hijos míos, no apagaron,
Si ' ya no, cual otros días,
Sé conducir el arado,
Yen pos de mis.,tardos bueyes
No sufro del sol los rayos,
Como en mis tiempos mejores
Adoro mi suelo patrio
y no quiero lo mancille
El español con sus pasos,
Si pudieron valerosos
Tus nobles antepasados,
Del conquistador sañudo
Defenderlo palmo a palmo,
Así tú, mi pueblo heroico,
Mi débil voz escuchando,
Jura sucumbir primero
Que dejar hoy profanarlo,
Si armas nos faltan, y pocos
Nos vemos ante el contrario,
Que a Ametepec en cenizas
Torne el fu ego en sus estragos;
Que la llama del incendio
Nada respt e a su paso,
y nuestras chozas pel'ezcan
y con ellas nuestros granos.
Hunda en el polvo su frente
Nuestro modesto santuario
y desaparezcan las tumbas
De los que gozan descanso.
¡Pueblo, mi pueblo! la muerte
O el yugo infame, elijamos!"

- 85-
· Del mayor de sus ancianos,
La sangre sube a sus rostros
y se les secan los labios
y sienten fuego en sus venas,
y salen de su letargo;
Prorrumpe en un solo grito
El pueblo todo; temblaron
Las montañas al estruendo
De aquellos clamores raros.
De "fuego" la voz terrible
Cruzando va los espacios,
y en breve una sola hoguera
Era el pueblo y daba espanto.
y al sonar los tambores
Del insurgente soldado,
Ametepec no existía
Ni sus huertas ni sus prados.
Se retiran a los bosques
Sus nobles hijos, y el llanto
A sus ojos no se asoma
Al ver tan horrendo cuadro.

Cuando el realista, sediento


De sangre de mexicanos,
Llega al pueblo en que pretende
Tortk'1.r al libre en esclavo,
A sus ojos se presenta
Por las llamas abrasado
Ametepec, cuyos hij os
Buscan asilo en los campos,
y no hallan donde cubrirse
Del sol ardiente a los rayós,
Ni hallan pan para su boca,
Ni agua ¡ay! para sus labios.
Aliento noble les presta
Sobre el patriotismo santo,
y animan a sus mujeres

- 86-
y niños, y a sus ancianos.
Lanzan de rabia hondo irrito
Ante átJ.uel portento raro,
y en su despecho maldicen
La grandeza del contrario,
Los que doblan la rodilla
y queman incienso vano
Ante los torpes virreyes
De Carlos quinto y Fernando.
1872

- 87-
LA SUAVE PATRIA
Ramón López VeIarde

Yo que sólo canté de la exquisita


partitura el íntimo decoro,
alzo la voz a la mitad del foro,
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuan
que remaba la Mancha con fusiles.
Diré con una épica sordina:
la Patria es impecable y diamantina.
Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música de selva
con que modelaste por entero
al golpe cadencioso de las hachas,
entre risas y gritos de muchachas
y pájaros de oficio carpintero.
Primer Acto
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,

- 88-
y tu cielo las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo


y los veneros de petróleo el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela


ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.
Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.
¿ Quién, en la noche que asusta a la rana,
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los fuegos de artificio?
Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco sabe
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.
Tu barco suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcanCÍa;

- 89-
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se vacía
el santo olor de la panadería.
Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera,
suave Patria, alacena y pajarera.
Al triste y al feliz dices que sí
que en su lengua de amor prueben de ti
la picadura de ajonjolí.
j y tu cielo nupcial, que· cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!
Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.
Trueno del temporal: oiga en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que se fué, lo que aÚn no toco
a la hora actual con su vientre de coco,
y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh, trueno, la ruleta de mi vida.
Intermedio
(Cuauhtémoc)

.J oven abuelo; escúchame loarle,


único héroe a la altura del arte.
Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal:
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de ceniza de tus plantas.

- 90-
No como a César el rubor patricio
te cubre el rostro en medio del suplicio
tu cabeza desnuda se nos queda,
hemisféricamente, de moneda.
Moneda espiritual en que se fragua
todo 10 que sufriste: la piragua
prisionera, el azoro de tus crias,
el sollozar de tus mitologías,
la ~1alinche, los ídolos a nado,
y por encima, haberte desatado
del pecho curvo de la emperatriz
como del pecho de una c~dorniz.

Segundo Acto

Sua ve Patria: tú vales por el río


de las virtudes de mujerío;
tus hijas atraviesan como hadas,
o destilando un invisible alcohol,
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alambradas.

Suave Patria: te amo no cual mito,


sino por tu verdad de pan bendito,
como a una niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja
y la falda bajada hasta el huesito.
Inaccesible al deshonor, floreces;
creré en ti mientras una mexicana
en su tápalo lleve los dobleces
de la tienda, a las seis de la mañana,
y al estrenar su lujo, quede lleno
el país, del aroma del estreno.
Como la sota moza, Patria mía,
en piso de metal, vives al día,
de milagro, como la lotería.

- 91-
Tu imagen, el Palacio Nacional, ..
con tu misma grandeza y con tu igual
estatura de niño y de dedal.
Te dará frente al hambre y al obús,
un higo San Felipe de Jesús.
Suave Patria, vendedora de chía:
quiero raptarte en la cuaresma opaca,
sobre un garañón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.
Tus entrañas no niegan un asilo
para el ave que el párvulo sepulta
en una caj a de carretes de hilo,
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de ti, el cadáver. hecho poma
de aves que hablan nuestro mismo idioma.

Si me ahogo en tus julios, a mí baja


desde el vergel de tu peinado denso
frescura de rebozo y de tinaja,
y si tirito, dejas que me arrope
en tu respiración azul de incienso
y en tus carnosos labios de rompope.
Por tu balcón de palmas bendecidas
el Domingo de Ramos, yo desfilo
lleno de sombra, porque tú trepidas.
Quieren morir tu ánima o tu estilo.
cual muriéndose van las cantadoras
que en las ferias, como el bravío pecho
empitonando la camisa, han hecho
la lujuria y el ritmo de las horas.
Patria, te doy de tu dicha la clave:
sé siempre igual, fi€l a tu espejo diario:

92 -
cincuenta veces es igual el ave
taladrada en el hilo del rosario,
y es más f~liz que 'tú Patria suave.
Sé igual y fiel: pupilas de abandono:
sedienta voz, la trigarante faj a
en tus pechugas al vapor; y un trono
a la intemperie, cual una sonaj a :
la carreta alegórica de paja.

- 93-
1 N D 1 C 1':

Pá~ .

ACU1I'A, Manuel

A la patria ... . .. . . .. . 3
Hidalgo . • .. .............•..... .... . . 4
Al poeta mártir Jua n nfaz Covanubias ... 5
1S de Septiembre ........... .. . 7
Ci·rrco de Mayo ............ . 11

BASURTO, Cannen G.
Saludo Q la BandeTa Mexicana 15
CALDERON, Fernando

La vuelta del desterrado li


El soldado de la libertad 18

CARPIO, Manuel

México 1847 ... 22

SANTOS Chocano, José


Los caballos de JO!!! conquistadOl'u . . ... .• •.. .. • .... . 2t
Cuauhtémcc .. . ................. . .....••• .. .. . • • . . . . 31

FLORES, Manuel M.

Oda a la Patria • 5 de mayo, 1862 .... . ' . ..... .. .. 32


lA la, armasl .......• . ......... . ..... ... . .. . .• • • . . . 38

GONZALEZ Bocanegra, Francisco

Himno Nacional Mexicano . .. •. ...•.. . . . • • • • . .. . .. , . 42

- 95-
BIBLIOTECA DE MEXICO .l"8g.

LOPEZ, RaCael

Leyenda de los vclcanes ...• . ..• . . . . ••. .• . • ...• . . : . . . . 46


Popocatepetl .. , • . . . . • . . . . •. . .. •. ••. • . . ••. . . •••.. ~1
Bartolomé de las Casas ....• . . . ......... . . .. .. • ....... S2

ROSAS Moreno, José

Guerrero .. . ......... . . . .... . ........ .. .. .. .. . . . .. 53


NERVO, Amado
Hidalgo y Morelos ....... . .. . ..... .... .... .. . ........ 54
La raza de bronce 55
ORTIZ, Francisco

A Santiago Tlaltclolro . . . ..• . • . .. • .. • . •. . . • . • . ... . •... 62

PEZA , Juan de Dios

l\.1i bandera .• . ..•.•. . ... • ..... • ... .• ....• • . . . . • • • . 65


La bandera ......... • . . . . . . . . . • . . . . . . • . . . . • . . . . • • . . 65
M éxico y España ....•.. • .. • ..... • ....••.... • .. . .•. . .. 67
A ]uál'ez .. . ............•. .. • • .... • •.....•....••. . . 70
Por la frontero •.....•• . ... • • .... • • . . .. . • .. . . • •....... 74

PLAZA, Antonio
A la memoria del heróico ge neral Donato Guerra 76

QUINTANA Roo, Andrés

16 de Septiembre 78

SOSA, Fernando

Los indios de Ametepec 83

LOPEZ Velarde, Ra.món

La suave patria .. ... .. .... .. .. .. 83

Esta obra consta de 2.000 ej empl.:!re;¡ y se tenn inó de imprimir en el


mes de agosto de 1950, en los t alleres R'ráficos de la Editorial OLIM.
PO. Impl"enta 205, México, D. F.

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