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Sin embargo, numerosas actividades humanas provocan daños sobre los ecosistemas,
poniendo en riesgo a la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y, en consecuencia, el
bienestar humano (IAIA 2018). Esto despertó gran preocupación en la comunidad
internacional, lo que ha llevado a generar normas internacionales, nacionales y regionales
para llevar a cabo acciones que eviten los daños y sus costos (ver sección 1.6.). Así surge
también el concepto de responsabilidad ambiental, que es la capacidad de reconocer y
aceptar las consecuencias de una acción u omisión, que derivan en la obligación de prevenir
o reparar el daño o la pérdida causada (Juliá et al. 2015).
Se define desarrollo sostenible como el desarrollo que satisface las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades. Es un proceso integral que exige a los distintos actores de la sociedad
compromisos y responsabilidades en la aplicación del modelo económico, político, ambiental
y social, así como en los patrones de consumo que determinan la calidad de vida. En 2015,
todos los Estados Miembros de la ONU establecieron Objetivos de Desarrollo Sostenible
para el año 2030 (ODS; Figura 1), definiendo 17 ODS, 169 metas y 231 indicadores para
medir la situación de los países y monitorear los avances. Estos ODS se interrelacionan
entre sí e incorporan los desafíos globales a los que nos enfrentamos día a día, como la
pobreza, la desigualdad, el cambio climático, la degradación ambiental, la prosperidad, la
paz y la justicia (PNUD 2020).
Figura 1. Objetivos de Desarrollo Sostenible (Objetivos Mundiales) adoptados por todos los Estados
Miembros de la ONU en 2015 para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las
personas gocen de paz y prosperidad para 2030 (PNUD 2020).
Argentina inició el proceso de adaptar los ODS a la realidad nacional a principios de
2016, donde se determinó que el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales
tiene bajo su responsabilidad la coordinación y seguimiento de los ODS y priorización de
metas. A tal fin, se conformó la Comisión Nacional Interinstitucional de Implementación y
Seguimiento de los ODS (CNIIS-ODS), constituida por el conjunto de los Ministerios y otros
Organismos nacionales, la cual adopta las metas e indicadores internacionalmente
planteados, luego adapta el contenido de las metas a las prioridades nacionales y selecciona
indicadores de seguimiento de ODS que miden el avance del país hacia el desarrollo
sostenible. A su vez, las provincias adheridas a la iniciativa de los ODS tienen que avanzar en
el proceso de adaptación, priorizar sus metas, e identificar y seleccionar indicadores (CNCPS
2020).
1
Conjunto de mediciones o datos.
relevan con periodicidad ni son comparables temporalmente. Hay áreas relativamente
desarrolladas, como economía y salud; otras menos desarrolladas o que presentan algunos
problemas de alcance o de calidad, como educación, pobreza, hambre y nutrición,
desigualdad, género, agua y saneamiento, energía, y paz, justicia e instituciones; y otras
poco desarrolladas, como las estadísticas ambientales sobre ecosistemas terrestres y
marinos, cambio climático, y producción y consumo sostenibles (PNUD 2017). Argentina
comenzó a recopilar, elaborar y publicar estadísticas ambientales oficiales en coordinación
con diferentes organismos y fuentes de información, lo que se fundamenta en dos leyes de
presupuestos mínimos de protección ambiental: la Ley General del Ambiente y la Ley de
Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental (PNUD 2017). El Centro de
Información Ambiental es un sitio web de acceso a todas las plataformas de datos,
estadísticas, informes de monitoreo, mapas, infografías y otros recursos de información
ambiental (https://www.argentina.gob.ar/ambiente/ciam). Por ejemplo, allí se pueden
obtener datos de los indicadores de seguimiento.
- Cumplir la Legislación ambiental de los países y regiones en los que operan y cumplir
con la normativa internacional.
- Implantar sistemas de gestión ambiental certificados (por ejemplo, mediante
normas ISO; ver sección 1.6.3.) que prevengan y minimicen el impacto de sus
actividades sobre los ecosistemas y la biodiversidad;
Necesario para garantizar que la EI está diseñada con los ámbitos espaciales,
temporales y técnicos adecuados para: identificar a tiempo los riesgos de pérdidas
irremplazables o inaceptables de biodiversidad o servicios ecosistémicos para tomar
acciones preventivas y adoptar alternativas viables de desarrollo, reconocer las
dependencias críticas de las personas en los ecosistemas a través de procesos de consulta
apropiados, evitar gastos innecesarios en diseños técnicos que no pueden avanzar debido a
impactos inaceptables sobre la biodiversidad, identificar oportunidades para mejora o
aumento y evitar tener que tomar un enfoque fuertemente precautorio.
Principio 3: Implementar el enfoque ecosistémico, permitiendo que la importancia de los
cambios ecológicos sea evaluada en escalas espaciales y temporales apropiadas.
Los estudios de línea de base deben ser sólidos y diseñarse con el fin de generar la
información necesaria para analizar los impactos y evaluar su probable importancia
utilizando enfoques transparentes y basados en evidencia. Las líneas de base deben estar
orientadas a lograr no pérdida neta y ganancia neta. Como los ecosistemas son dinámicos y
responden a presiones y ciclos naturales, así como a cambios inducidos por los humanos, la
evaluación de los impactos debe considerar su estado existente previo al desarrollo del
proyecto y su proyección de estado futuro sin el desarrollo planeado. Esto requiere de
información en las amenazas y presiones externas que pueden contribuir a los efectos
acumulativos con los impactos directos, indirectos e inducidos de la propuesta específica y
significa que los estudios de línea de base de la biodiversidad a menudo tengan largos plazos
de espera y un alcance espacial más amplio.
Principio 6: Asegurar que las implicaciones para la biodiversidad se aborden por completo,
utilizando enfoques transparentes basados en evidencia y la experiencia apropiada.
Acciones tomadas para prevenir completamente el Valores de la biodiversidad que son lo suficientemente
impacto en los valores de biodiversidad; tales como, importantes como para desencadenar medidas para
cambiar el diseño espacial de un proyecto para evitar evitar el impacto, tales como hábitats protegidos y/o
el impacto en lugares específicos. extremadamente importantes para especies
amenazadas
Minimizar
Acciones tomadas para reducir la duración, intensidad Valores de la biodiversidad que merecen la adopción de
y/o alcance de los impactos que no pueden ser medidas para minimizar los impactos; esto incluye la
completamente evitados. mayoría de los valores de la biodiversidad.
Rehabilitar/Restaurar
Acciones tomadas para retornar áreas al uso benéfico, Caracteriza las condiciones previas al proyecto para
y es posible, ayudar en la recuperación del ecosistema ayudar a identificar los objetos adecuados para
degradado, deteriorado o destruido. restauración en el sitio del proyecto (para proyectos sin
huella permanente).
Compensar (Offsets)
Inversiones en proyectos de conservación fuera del Caracteriza las condiciones previas al proyecto para
sitio para compensar por los impactos residuales del ayudar a identificar los objetos adecuados para la
proyecto, después de implementar los pasos previos de compensación de los impactos residuales. Los estudios
la jerarquía de mitigación. de línea de base se pueden ampliar para incluir la
caracterización de potenciales sitios para la
compensación.
Principio 9: Establecer sistemas robustos de gestión adaptativa para asegurar que los
compromisos de la EI se cumplan, las medidas de mitigación se implementen y que los
resultados de no pérdida neta y ganancia neta puedan demostrarse a través del
monitoreo, auditoría y reporte.
El monitoreo y la gestión adaptativa son esenciales para asegurar que los resultados
pretendidos de la mitigación sean alcanzados en el largo plazo y que los principales
supuestos utilizados en la EI hayan sido los correctos. Se debe asegurar que las medidas de
mitigación para los impactos en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos se incorporen
de manera clara e integral en un plan de acción de biodiversidad, un plan de gestión de la
biodiversidad o un plan de gestión de compensación a la biodiversidad que pueden necesitar
ser adaptados a lo largo del tiempo. Se debe contar con un monitoreo regular utilizando
indicadores sensibles y auditorías periódicas para informar sobre la necesidad de cambios
adaptativos o correctivos a los planes e involucrar a las partes interesadas para que puedan
supervisar el cumplimiento de compromisos.
1.5 Estudio de línea de base sobre biodiversidad
Gullison (2015) provee una guía práctica de pasos para los estudios de línea base de
la biodiversidad:
1) Identificar el área de estudio que debería abarcar el área geográfica en la que se prevén
las actividades y el área de influencia del proyecto (área de posibles impactos).
2) Definir cuidadosamente el alcance del estudio a fin de satisfacer las necesidades del EIA,
pero sin malgastar recursos en la recopilación de información innecesaria. Se debe
identificar los valores de biodiversidad prioritarios o relevantes que deben ser incluidos
(por ser parte de los requisitos de organismos reguladores) y analizados, las metodologías
que deberían utilizarse, definir la escala espacial y temporal del estudio e
identificar a los grupos de interés a los que habría que consultar.
2
Sensibilidad Ambiental es el potencial de transformación o cambio que pueden sufrir o generar los
componentes ambientales como resultado de una alteración.
información sobre la importancia de los hábitats y las especies potencialmente
afectados y medidas cuantitativas de abundancia, distribución y otras medidas de
viabilidad y/o función suficientes para apoyar la evaluación del impacto, y si es necesario,
la aplicación de la jerarquía de mitigación para los impactos en la biodiversidad (Tabla 1;
Figura 2). Además, debe identificar claramente las limitaciones, incertidumbres o vacíos de
información y cómo cerrarlos como parte de los planes de manejo ambiental y planes de
acción para la biodiversidad.
1.7.1. Nacional
En el año 2002 se sancionó la Ley General del Ambiente N° 25675 que incorpora el
procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) como instrumento de política y
gestión ambiental (art. 8). Dispone que “toda obra o actividad que, en el territorio de la
Nación, sea susceptible de degradar el ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la
calidad de vida de la población, en forma significativa, estará sujeta a un procedimiento de
evaluación de impacto ambiental, previo a su ejecución” (art. 11). En relación a los sujetos
obligados, establece que las personas físicas o jurídicas deben iniciar el procedimiento
presentando una declaración jurada, en la que manifiesten si las obras o actividades
afectarán el ambiente (art. 12). Las autoridades competentes determinan la presentación de
un Estudio de Impacto Ambiental (EsIA; que es el documento técnico central que el
proponente del proyecto, público o privado, presenta a la autoridad ambiental), cuyos
requerimientos están detallados por una ley particular y, en consecuencia, la realización de
una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) y emisión de una Declaración de Impacto
Ambiental (DIA) en la que se manifieste la aprobación o rechazo de los estudios
presentados. Según el marco normativo particular, el EsIA se evalúa con participación
ciudadana, se confecciona un informe técnico y se informan los resultados en una audiencia
pública. Luego, la autoridad rechaza o aprueba el proyecto mediante la DIA. En caso que sea
favorable, el proponente del proyecto ejecuta las medidas de gestión ambiental establecidas
en un Plan de Gestión Ambiental y aquellas que la autoridad ambiental haya requerido al
momento de la aprobación del proyecto. La autoridad ambiental debe verificar el
cumplimiento, de manera de garantizar que el procedimiento de EIA no se desvincule de la
ejecución del proyecto y su gestión ambiental (SADS 2019). Respecto al contenido de los
estudios de impacto, el artículo 13 indica que los EIA deben contener, como mínimo, una
descripción detallada del proyecto de la obra o actividad a realizar, la identificación de las
consecuencias sobre el ambiente y las acciones destinadas a mitigar los efectos negativos.
Actualmente cada provincia tiene una norma particular que regula el procedimiento de EIA
para evaluar el impacto de los proyectos sobre su territorio. A nivel nacional existen otras
normas que refuerzan el cumplimiento de la EIA, como la Ley N° 23879 de Obras Hidráulicas,
la Ley N° 24585 de la Protección Ambiental para la Actividad Minera, la Ley N°
26331 de Presupuestos Mínimos de Protección de Bosques Nativos; Ley de presupuestos
mínimos de protección ambiental en materia de Incendios Forestales y Rurales, Ley 26815
(PM); y la Ley N° 26639 de Preservación de los Glaciares y del Ambiente Periglacial (Figura 4).
De este modo, en el país existen distintos niveles de exigencias, requisitos y contenidos
específicos para los procedimientos de EIA (SADS 2019).
Leyes Nacionales
Artículo 14: determina que “la ley no ampara el ejercicio abusivo de los
derechos individuales cuando pueda afectar al ambiente y a los derechos de incidencia
colectiva en general”.
Artículo 240: establece que el uso de los bienes debe ser compatible con los
derechos de incidencia colectiva, debiendo “conformarse a las normas del derecho
administrativo nacional y local dictadas en el interés público” y que “no debe afectar el
funcionamiento ni la sustentabilidad de los ecosistemas de la flora, la fauna, la
biodiversidad, el agua, los valores culturales, el paisaje, entre otros, según los criterios
previstos en la ley especial”.
1.7.2. Internacional
2. Biodiversidad
3
Población: es el conjunto de los individuos de la misma especie que comparten un espacio geográfico
en un tiempo determinado.
diferentes poblaciones de una misma especie. Este componente de la
biodiversidad es importante porque permite que las poblaciones se adapten a los
cambios ambientales a través de la supervivencia y reproducción de los individuos que
tienen características genéticas particulares que les permiten resistir estos cambios. El
mantenimiento de una alta diversidad genética dentro de las poblaciones es, por lo
tanto, una prioridad de conservación y gestión, ya que proporciona la mayor capacidad
para que cualquier población se adapte a una amplia gama de cambios ambientales.
Por el contrario, no mantener la diversidad genética limita la capacidad de adaptación
de una población, lo que la hace vulnerable incluso a pequeños cambios en el medio
ambiente y aumenta la probabilidad de extinción.
2.4.1. Ecosistema
Los organismos que viven en un área particular junto con el ambiente físico con
el que interactúan, constituyen un ecosistema, los cuales pueden ser identificados y
estudiados a muchas escalas espaciales diferentes, desde unidades locales – como una
laguna – hasta el planeta entero. Un ecosistema puede clasificarse en sus
componentes abióticos, incluidos minerales, clima, suelo, agua, luz solar y sus
componentes bióticos, todos sus miembros vivos.
El 95% del cuerpo de los seres vivos está formado por carbono, oxígeno,
hidrógeno y nitrógeno. Estos elementos se reciclan entre la biósfera, la atmósfera, la
hidrósfera y la litosfera a través de una serie de procesos que en conjunto se llaman
ciclos biogeoquímicos. El carbono es la base de los compuestos más importantes,
como el ADN, las proteínas, los glúcidos y lípidos. En los ecosistemas terrestres (Figura
19), el carbono ingresa al ecosistema como producción primaria bruta (PPB), a través
de la fotosíntesis de las plantas. Las raíces y las porciones aéreas de las plantas
devuelven aproximadamente la mitad de este carbono a la atmósfera
como respiración (Rplantas). La producción primaria neta (PPN) es la diferencia entre la
ganancia de carbono por PPB y la pérdida de carbono a través de la Rplantas. La mayor
parte de la PPN se transfiere a la materia orgánica del suelo como detritos (hojarasca,
ramas muertas, etc.), muerte de raíz, exudación de raíz y transferencia de raíces a
simbiontes; otra parte de la PPN es comida por los animales y algunas veces se pierde
del ecosistema a través de los disturbios (perturbaciones naturales o antrópicas).
Figura 19. Descripción de los principales flujos de carbono de un ecosistema terrestre (Fuente: Chapin
et al. 2002).
Los animales también transfieren algo de carbono a los suelos a través de la
excreción y la mortalidad. La mayor parte del carbono que ingresa al suelo se pierde a
través de la respiración microbiana (que, junto con la respiración de los animales, se
denomina respiración heterotrófica; Rheterótrofos). Además, se pierde carbono adicional
por lixiviación (proceso por el que los minerales solubles y pequeños compuestos
orgánicos se disuelven en el agua) y por alteración del suelo. La producción neta del
ecosistema (PNE; o balance del ecosistema) es la acumulación neta de carbono por un
ecosistema; es la diferencia entre las entradas de carbono (ingreso) a través de la PPB
y las diversas salidas (pérdida de carbono) por respiración, lixiviación y disturbios
(Balance = entradas –salidas). Si un ecosistema estuviera en estado estable (PNE =
neutro), en ausencia de disturbio, las entradas de carbono en PPB equilibrarían las
emisiones de carbono por respiración de las plantas, respiración heterotrófica y
lixiviación. Sin embargo, generalmente, la mayoría de los ecosistemas muestran una
ganancia neta o una pérdida neta de carbono (es decir, PNE positiva o PNE negativa,
respectivamente), debido a un desequilibrio entre PPB y las diversas vías de pérdida de
carbono (Chapin et al. 2002). La cantidad de energía que fluye a través de un
ecosistema depende entonces de la producción primaria neta y de la eficiencia de
transferencia de energía de un nivel trófico a otro.
2.4.2. Disturbios
Figura 24. Fragmentación, desde un hábitat original hacia un hábitat fragmentado, por ejemplo: un
bosque progresivamente deforestado para la expansión de terrenos ganaderos (Fuente: García 2011).
2.7.1 Concepto
Figura 29. Estructura de las categorías de la Lista Roja de la UICN (Fuente: UICN 2020).
- Categoría VI: Uso sostenible de los recursos naturales (Área protegida manejada).
Para proteger los ecosistemas naturales y usar los recursos naturales de forma
sostenible, cuando la conservación y el uso sostenible puedan beneficiarse
mutuamente.
Las especies indicadoras son aquellas que por sus características (sensibilidad a
perturbación o contaminantes, distribución, abundancia, dispersión, éxito
reproductivo, entre otras) ayudan a descifrar algún fenómeno o acontecimiento actual
(o pasado) relacionado con el estudio de un ambiente; pueden ser utilizadas como
estimadoras de los atributos o estatus de otras especies o condiciones ambientales de
interés que resultan difíciles, inconvenientes o costosos de medir directamente. Las
especies tienen requerimientos físicos, químicos, de estructura del hábitat y de
relaciones con otras especies. A cada especie o población le corresponden
determinados límites de estas condiciones ambientales entre los cuales los organismos
pueden sobrevivir (límites máximos), crecer (intermedios) y reproducirse (límites más
estrechos). En general, cuando más estrechos sean los límites de tolerancia de una
especie (más estenoica sea), mayor será su utilidad como indicador ecológico. Las
especies bioindicadoras deben ser, en general, abundantes, muy sensibles al medio de
vida, fáciles y rápidas de identificar, bien estudiadas en su ecología y ciclo biológico, y
con poca movilidad. Pueden ser clasificadas, según su uso, en aquellas que señalan
cambios ambientales o indicadoras de salud ecológica, las que señalan cambios en las
poblaciones o indicadoras poblacionales, y las que señalan áreas de alta riqueza de
especies o indicadoras de biodiversidad (Isasi Catalá 2011). Por ejemplo, las arañas son
buenos indicadores de impacto ambiental, debido a su sensibilidad a los cambios
ambientales naturales y antrópicos, pero también a que son un grupo megadiverso,
con metodologías relativamente sencillas para el muestreo.
Especies sombrilla:
Especies Bandera:
Las especies clave son aquellas que influyen en el ecosistema que ocupan de
una forma desproporcionadamente significativa en relación a lo esperado según su
biomasa o abundancia, generando efectos sobre otras especies de la comunidad, y
sobre la estructura y función del ecosistema. Es por ello que una especie clave puede
ser una que controlen dominantes potenciales (e.g. productores de enfermedades),
proveedores de recursos, mutualistas (e.g. polinizadores) y modificadores o ingenieros
de ecosistemas. Por ejemplo, el carpintero gigante (Campephilus magellanicus) es una
especie clave del bosque andino patagónico. Los pájaros carpinteros son considerados
ingenieros forestales e intervienen en procesos ecológicos importantes para el
funcionamiento de los bosques. El carpintero gigante es un gran proveedor de
cavidades (huecos) de variado tamaño que pueden ser utilizados por otros animales
como sitios de refugio y/o reproducción. Además, es el principal depredador de las
larvas de insectos depredadoras de la madera.
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