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La culpa es como una bolsa de ladrillos, lo único que tenés que hacer es dejarla en el piso.

¿Y
para quién cargas todo ese montón de ladrillos? ¿Dios? ¿Para él?
Te voy a dar información de primera mano sobre Dios.
A Dios le gusta mirar, es un atrevido, pensalo. Le da al hombre instintos, les da ese don
extraordinario ¿Y después qué hace? Te pone las reglas en oposición ¡La estupidez más grande
que existió en el mundo! Y te lo juro, te juro que es para su propia diversión, para su propio
teatro cósmico privado. Él te pone las reglas y el tablero pero hace trampa.
Mirá, pero no toques. Tocá, pero no pruebes. Probá, pero no tragues.
Y mientras saltás de pie en pie ¿Él que hace? ¡Está riéndose el enfermo! ¡Es un maldito! ¡Es un
sádico! ¿Alabar eso? ¡Paso!
Mejor reinar acá abajo que servir allá arriba. Siempre estuve acá, desde el principio. Tuve los
pies sobre la tierra desde que comenzó este puto juego. Le dí al hombre todas las sensaciones
que buscó. Me preocupé por él, le dí lo que quería y nunca lo juzgué. ¿Por qué? Porque nunca lo
rechacé a pesar de todas sus imperfecciones. Porque amo a los hombres. ¡Soy un fan del
hombre! ¡Soy un filántropo! ¡Un humanista! Quizá el último humanista ¿Quién podría negar
que el siglo XX fue completamente mío? Todo mío. Y me tildan de hijo de puta. Yo no hago
nada. Yo no hago que las cosas malas pasen, no. Yo no obligo a nadie a actuar, yo sólo pongo el
escenario.
Estuve perdido mucho tiempo, sin saberlo. Despojado de la fé uno es libre, y al principio la
sensación es hermosa. Y más tarde empieza el terror. Uno es libre, pero libre en el caos, en un
mundo inexplicado e inexplicable. Estás solo y nadie te mira. Ya sufrí demasiado.
Ahora, soy una sorpresa, nunca me ven llegar, y eso es lo que te falta a vos.
Estoy llegando a la cima, es mi momento, nuestro momento.

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