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Hay tres tipos de interpretación de acuerdo a esta variable.

Una es la interpretación
auténtica, que es aquella que la autoridad que tiene la competencia de dictarla o derogarla
realiza sobre la misma norma y siguiendo el mismo procedimiento que se adoptó
para producirlo. Así, hay interpretación auténtica cuando el Congreso, mediante ley,
interpreta una ley anterior o cuando el Poder Ejecutivo, mediante decreto supremo,
interpreta un decreto supremo previo y así sucesivamente. La interpretación auténtica
tiene plena fuerza vinculatoria y está recogida, para el caso de las leyes, en el inciso 1
del artículo 102 de la Constitución.
Existe la interpretación jurisprudencial, que es la que realizan los tribunales en el ejercicio de
su potestad jurisdiccional. La fuerza vinculatoria de esta interpretación será
la misma que la que corresponde a la jurisprudencia como fuente de Derecho dentro
del sistema jurídico de que se trate, y el concepto puede extenderse, a su nivel, a la
jurisprudencia administrativa.
Finalmente, existe la interpretación doctrinal, que es la que se realiza por personas comunes,
sin autoridad estatal formal para producir legislación o jurisprudencia, y que
tiene un valor puramente académico, participando del carácter y manera particular
como la doctrina es fuente del Derecho en cada sistema jurídico.

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