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Articulo719 374 PDF
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Quien mucho habla poco sabe. Con la boca llena de palabras, no hay lugar a
saborear, a degustar, oír, ver, tocar, escuchar, olfatear. Platón invitó a sus
amigos al banquete pero no se entregaron al disfrute de la buena mesa, sus
bocas y lenguas las embutieron de palabras, a largos diálogos, a interminables
conversaciones, al sólo verbo. Comida y degustación quedan por fuera, los
cuerpos con la verborrea anestesiados están; la estesia, el sentir dormita. A
falta de pan, sólo se ofrece circo. Platón habla del amor, pero no hace el amor.
Amar comienza por consentir, por oler con el otro, mezcla de olores. Los
amantes se entrelazan, se mezclan, se funden en uno solo, poco o nada
hablan. El homo sapiens quiere decir que tiene sapiencia, el hombre que sabe,
que saborea, que conoce, que experimenta a través de los sentidos.
La anestesia hace a los cuerpos horrendos, las palabras drogan los cuerpos y
las cosas. Piel endurecida de los alcohólicos. Cuerpos con piel escamosa,
esclerótica, rígida, insensible, cuerpos convertidos en estatuas, tumbas de
cadáveres. Los hombres que sólo hablan y hablan, los que se dicen sabiondos,
son hombres feos, sus cuerpos endurecidos por la inactividad, son torpes en
movimientos, no saben bailar, no sienten, no saben amar. El buen vino protege
del alcoholismo, la sapidez de los manjares salva de la obesidad. Lo que no
despierta los sentidos, los droga. El empirismo prescinde de la farmacia.
El imperio del lenguaje se instala, viene la administración del verbo, los media
atraen por su seducción, la ciencia por su juicio de verdad, por su producción
de verdad. Se condenó a Galileo en nombre de las Escrituras. El verbo produce
una clase dominante abstracta, ebria de códigos: legista, informática, rigurosa,
tres veces eficaz, productora de mundo, de consumo. La gramática olvida la
física y la biología, además las pasiones y toda la literatura. La filosofía
abandona la dureza sublime para que la lengua no muera por sofocamiento. La
lengua ha producido la ciencia, la ciencia ha hecho posible mil técnicas, éstas
hacen bastante ruido para que se pueda finalmente decir que el mundo clama
lengua. La enseñanza pasa por el discurso, lengueril, sólo espíritu, ignoran la
presencia del vino y del pan. Priorizan el verbo. Producen ciencias distribuidas
en Facultades universitarias, partición disciplinaria, conflictos de secta,
heréticos, riñen por tener la voz, por defender la idea.
Ante un mundo lleno de ruido, colmado de lenguaje que todo lo encubre, viene
a bien el silencio. La salud es el silencio de los órganos, si escucho los órganos
es señal de enfermedad. La cura es el silencio a la enfermedad del imperio del
lenguaje. Toda buena obra nace en el silencio y en paz. Esquivar las luchas,
batallas, evitad la droga lengueril que nos endurecen la piel, salir a caminar,
como lo hacen los espíritus libres, libres de amarras y de esa horrenda pasión
de pertenencia que explota el mundo. Espíritus libres para crear, construir.
Cuerpos plenos que sienten. Salgámonos del juego de la guerra.
Mejor saber, saborear que sólo hablar, que dar la espalda al mundo, a sentir
las cosas. La sabiduría emana del cuerpo. Lo más profundo es la piel. El buen
catador saborea con boca y ojos cerrados, luego se deja llevar por las
sensaciones que luego describe. El buqué no produce lenguaje, lanza a la
conversación, arte consumado, perfumado, del espíritu efímero, fugitivo, vivaz.
Huid de las filosofías y del entorpecimiento de la lengua. El alma y el cuerpo no
se separan sino que se mezclan. No hay purezas más que la mezcla. Todo
viene del cimiento, del asiento, del contacto a tierra. Retiraos al jardín epicúreo.
Buscar morada fuera de esa razón. Se aconseja no discutir, más bien sentir,
experimentar. La sensación inaugura la inteligencia, imponer silencio de
lengua, pues el barullo distrae, dilata, desconcentra. El pensamiento empieza
cuando la pesadez se va, libre como el viento, entregado a los viajes. Partir
significa ir en todos los sentidos. Celebramos Los Cinco Sentidos de Michel
Serres.