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Errores Más Comunes PDF
Errores Más Comunes PDF
Cuando se Escribe
De idéntica forma, se aprenden las reglas gramaticales y hay que seguirlas si desea que
los demás puedan entenderle. Considere, por ejemplo, la puntuación similar (en su función) a
las señales de pare, los semáforos, las señales de dirección, etc. Si, por ejemplo, se salta un
semáforo en rojo, puede recibir una multa, verse implicado en un accidente o ambas
contingencias. Si no pone un punto al final de una oración o no usa comas para indicar a los
lectores donde hacer una pausa, los inducirá a confusión.
Hace bastantes años, un lingüista suizo, Ferdinand de Saussure (1999), sostuvo que el
significado se basa en las diferencias. Mantenía que el aspecto más importante de los
conceptos radica en ser lo que los demás (conceptos) no son. En otras palabras, el significado
tiene que ver con las relaciones. Por consiguiente, es necesario que creemos algún tipo de
relación entre los elementos que integran una oración para que hallemos un significado.
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Si completan las relaciones en una oración (un sujeto, un verbo y un objeto), evitarán
las oraciones incompletas. El secreto consiste en tener (al menos) dos elementos (dos
personas, lugares o cosas) y un verbo que explique la relación. Tomemos como ejemplo a Eva,
Nelson, Carlos y la filosofía.
Oraciones Ininterrumpidas
Las oraciones ininterrumpidas son aquellas que contienen varias frases completas sin
la adecuada separación. El significado se basa en las relaciones entre las oraciones y dentro de
las mismas, de modo que resulta fundamental no olvidar establecer dicho significado mediante
el uso de locuciones y una correcta puntuación. El lector espera una pausa momentánea entre
dos oraciones, así que si une dos frases sin la puntuación correcta, puede confundirlo.
EL problema radica en que contamos con dos oraciones completas ("A Eva le gusta la
filosofía" y "le costará encontrar un empleo") que no están separadas. Esta dificultad puede
superarse de diferentes maneras. Una conjunción o locución coordinante podría vincular
ambas oraciones:
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Observe que no podemos usar la conjunción "y" para unir ambas oraciones, porque
estamos tratando, en esencia, con una causa y un efecto. "Y" enlazaría las dos oraciones, pero
no mostraría su relación.
Errores de Puntuación
"Eva y Nelson se aman, de modo que ella consiguió un empleo para poder casarse."
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"Ya que Eva y Nelson se aman y desean casarse, ella consiguió un empleo."
Errores de Concordancia
Los verbos deben concordar con los sujetos en número y persona. La razón es hacer
evidente las relaciones. Si tenemos un verbo en singular y un sujeto en plural, seremos presa
de la confusión. Tomemos de nuevo a Nelson, Eva y Carlos. Supongamos que Nelson quiere a
Carlos, Eva quiere a Carlos y Carlos les quiere a ambos.
La sola presencia de la palabra "quiere" ya nos indica que se trata de un único sujeto:
Sin embargo, si el sujeto está compuesto por Nelson y Eva (el equivalente de "ellos"),
debemos emplear el verbo en plural:
Errores Ortográficos
Errores de Significación
Son muchos los términos que, a causa de su similitud fonética, pueden inducirle a
confusión. Un ejemplo:
Porqué/porque/por qué
Los Circunloquios
Los circunloquios consisten en utilizar 30 palabras para decir algo que bien pudiera
expresarse sólo con 6. Los estudiantes los suelen emplear, pues andan escasos de ideas y
precisan escribir un número concreto de palabras. Así pues, dan rienda suelta a su verborrea y
se repiten constantemente.
Escritura Inconexa
La escritura más elemental o primaria suele ser inconexa: "Mira, Nelson. Allí está
Juan. Mira como corre. Mira como Juan juega al fútbol. " La escritura más elemental suele
estar construida de oraciones cortas y muy sencillas, del tipo que encontramos en los libros
infantiles. Este tipo de escritura suele ser inadecuado para escritos destinados a un público
adulto.
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Escritura Ininteligible
Escritura Coloquial
Leer en voz alta sus escritos es una buena forma de detectar partes coloquiales. Es
preferible reescribir aquellos párrafos poco elegantes a intentar arreglarlos. Normalmente la
reescritura es la mejor escritura y le ahorrará tiempo, esfuerzo y hasta dinero.
Frases Hechas
"En fin", concluyamos este apartado analizando brevemente las expresiones más
trilladas y las frases hechas. Hay que huir de ellas "como de la peste", por así decirlo. Este tipo
de expresiones son "moneda de cambio" que todo el mundo emplea por conveniencia.
Desgraciadamente, resultan monótonas y están muy vistas, de modo que busque otros modos
de expresión siempre que sea posible. Por supuesto, en ocasiones no podrá evitar usarlas
porque reflejan una idea a la perfección, pero procure restringir su manejo.
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Cuando Razonamos para Escribir
Escritura y Pensamiento
El propósito del presente párrafo es centrarse en algunos de los errores más “comunes”
que cometemos al razonar, errores que convierten nuestras conclusiones en cuestionables. Si el
lector puede encontrarse con fallos en su cadena de pensamiento, tendrá buenas razones para
sospechar que sus conclusiones no son correctas. No nos centraremos en la lógica formal, sino
en los aspectos relacionados con el "sentido común" del pensamiento y en los errores de
razonamiento que se cometen a causa de nuestros descuidos o confusiones.
La escritura y el pensamiento están íntimamente ligados. Usted puede ser un autor con
un estilo literario maravilloso, pero si su pensamiento esta lleno de vacíos, nadie se tomará en
serio lo que escriba acerca de sus investigaciones u otro tipo de escritos. Usted puede ser un
gran conversador, pero sólo cuando refleje sus ideas sobre el papel y demuestre lo que haya
hecho (y aporte evidencias de modo que los demás puedan valorar sus ideas), se podrá ver si
su investigación o sus escritos poseen o no algún valor o sentido. En esta misma línea, usted
puede realizar un estudio muy bueno y estar lleno de ideas maravillosas, pero si no puede
expresarse correctamente (utilizando bien la gramática), los lectores de sus escritos se
mostrarán escépticos, cuando no confundidos. A continuación se presentarán varios de los
errores más comunes que cometen las personas inadvertidamente (por lo general) al razonar.
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sigue Vermont", usado habitualmente al analizar las elecciones presidenciales
norteamericanas.
Apelando a la Autoridad
Por lo general, apelar a la autoridad como medio de probar la exactitud de ciertas ideas
resulta peligroso. Por otra parte, son muchos los casos en los que no queda más remedio que
hacer uso, en alguna medida, de las voces autorizadas. El mundo se ha vuelto tan complejo
que ninguno de nosotros puede dominar todos los campos y sus sub-áreas, visto lo cual
tendemos, por naturaleza, a buscar expertos que “esperamos” se expresen de forma imparcial
y sobre la base de su autoridad.
El empleo de voces autorizadas supone problemas concretos. Así, por ejemplo, )es la
persona una autoridad en el área investigada o en un campo diferente? Un doctor puede ser
una autoridad en alguna especialidad médica, pero puede desconocer las complejidades de la
seguridad y defensa o de la política. Habrá que emplearse solo las voces autorizadas
circunscribiéndolas a sus planos de conocimiento, pues, de otro modo, se tratará de un uso
espúreo.
Qué hacer cuando los expertos discrepan? Este caso se produce con frecuencia. Las
autoridades poseen perspectivas diferentes sobre determinadas cuestiones, citan tipos distintos
de evidencias y llegan a conclusiones discrepantes. En estas situaciones, lo mejor que puede
hacer es conjeturar cuál de ellos cuenta con un mayor respaldo para sus aseveraciones. A
medida que nos enfrentamos a un dilema, por ejemplo, parecido al que tenemos para ser
discutido frente de algún comité parlamentario, donde acuden a testificar expertos con puntos
de vista totalmente contrapuestos. Determinar quién lleva la razón resulta complejo, pues, en
ocasiones, un experto acierta en una cuestión y otro especialista atina en una diferente.
La moraleja de esta disquisición es que hay que andar con pies de plomo al citar a
autoridades. Que una persona sea famosa o posea unas credenciales excelentes no significa
que tenga la razón (o que no tenga convicciones ideológicas o políticas que empañen su
visión). Si va a hacer uso de voces autorizadas, como en el caso de la investigación
documental, procure citar los estudios disponibles más recientes procedentes de publicaciones
o libros especializados, no partidistas.
Emotividad
Existe un chiste popular acerca de las notas que reseña un sacerdote en los márgenes
de su sermón: "Aquí, argumentación floja... (Gritar!" El uso de palabras teñidas de emoción es
una forma de evitar la lógica. Si consigue que la gente se entusiasme, ésta no actuará con
prudencia, ni se preocupará demasiado si le dicen la verdad. Esta técnica suele utilizarse en
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publicidad, donde se intenta motivar al público para que consuma determinados productos o
servicios sobre bases no racionales.
Generalización Excesiva
El término generalización proviene del vocablo latino genus (tipo, clase) y hace
referencia a una aseveración que puede aplicarse a cada miembro de algún grupo o clase.
Aquí, el concepto crítico es “cada”. Cuando efectúe una generalización acerca de un grupo, a
menos que lo califique de alguna manera, su afirmación debe incluir a cada integrante del
mismo. Un solo ejemplo discordante echará por tierra su generalización. Por tanto, resulta
recomendable evitar el uso de palabras como todos o cada, a no ser que esté seguro de su
conveniencia y de que no hallará ejemplos que le contradigan.
Los investigadores u otros escritores tienden a usar un lenguaje que califique sus
generalizaciones, empleando expresiones como "por regla general", "normalmente" o "suele
ser éste el caso". Estas expresiones atenúan ligeramente la generalización y tienen en cuenta la
posibilidad de ejemplos discordantes.
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sin hacerlo excesivamente. En otras palabras, no debemos generalizar a partir de un número
limitado de casos estudiados o de ejemplos, ni efectuar generalizaciones demasiado rotundas
(empleando "todos" o "cada").
Mi amigo daba por sentado que lo que era verdad sobre algunos ingleses (los
diplomáticos y otros por el estilo como el había visto en su serie de televisión preferida), lo era
para todo el pueblo inglés. Sobre la base de una muestra muy limitada e irreal de ingleses e
inglesas, realizó generalizaciones ficticias sobre la totalidad de la población. De idéntica
forma, a menudo caemos en la trampa de afirmar cosas que puedan ser verdad de una parte,
pero que, en resumidas cuentas, no son verdad para el todo. Con frecuencia, estas
aseveraciones incluyen las palabras los ("los ingleses", "los venezolanos", "los católicos" o
"los negros") o ellos (en representación de grupos de uno u otro género). Nuestras mentes
suelen funcionar intentando generalizar cualquier información que tengamos a mano. Con
mucha frecuencia, no obstante, hacemos generalizaciones erróneas o excesivas, que
denominamos estereotipos cuando referimos a grupos sociales.
Una cosa que pueda ser verdad de un venezolano, colombiano, peruano, católico o
negro en particular no tiene por que ser verdad para todos (o incluso la mayoría de) ellos. Hay
que evitar estereotipar y cometer el mismo tipo de error racional acerca de otras cuestiones en
las que una parte es verdad (algunos son bajos y morenos), pero no del todo (algunos
venezolanos son bajos, morenos y tienen los ojos castaños).
Este error por "una parte es verdad/se da a entender el todo" se asemeja mucho al de
los "ejemplos seleccionados", anteriormente analizado, en el que las generalizaciones se
realizan sobre la base de una muestra no representativa y limitada. La diferencia radica en que
mientras en el caso de los ejemplos seleccionados, uno elige selectivamente entre diversos
ejemplos a la hora de construir una argumentación, en el caso de "una parte es verdad/se da a
entender el todo", uno únicamente da por supuesto, equivocadamente, que lo que es aplicable
a ciertos integrantes de un grupo puede aplicarse a la totalidad.
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Analogía Imperfecta
Una analogía es una afirmación que sugiere que dos cosas se asemejan en alguna
característica fundamental. Técnicamente, el término que se emplea para las analogías más
rotundas es el de metáfora (p. ej., el cuerpo es una máquina), mientras que para las analogías
más endebles es el de símil (p. ej., el cuerpo es como una máquina). En el lenguaje poético, las
metáforas y los símiles no provocan problema alguno, pues su función es esencialmente
expresiva. Sin embargo, el empleo de metáforas, símiles y analogías en general en informes de
investigación u otros escritos resulta, a menudo, peligroso, porque suelen aplicarse
inadecuadamente.
Así, por ejemplo, en períodos históricos ya pasados, los reyes sostenían que la
autoridad real era algo natural, afirmando que el estado (lo que ahora llamamos nación o país)
es como un cuerpo que necesita un corazón o cerebro. La mayoría de los pensadores
contemporáneos sostiene que esta analogía es falsa, que las naciones no funcionan como
cuerpos, y espúrea, que fue creada para justificar la autoridad real. Es cierto que, en algún
sentido, el cuerpo humano es como una máquina, pero este parecido resulta forzado, pues no
presta suficiente atención a todas las diferencias existentes entre ambos.
Asegúrese de no llevar una idea, que pueda ser válida, tan lejos (y de no generalizarla
tanto) que pierda credibilidad.
Ideas Tergiversadas
Por lo general, la tergiversación de las ideas de otra persona viene motivada por la falta
de atención y de interés. Muchos investigadores y escritores cometen esta clase de deslices,
que pueden conducir a errores muy graves en sus conclusiones. Asegúrese de que el material
que emplee refleja con precisión las ideas de una autor. Así, por ejemplo, un escritor puede
reseñar algo de índole general en un párrafo y modificarlo en el siguiente. No incluir esa
modificación al analizar su obra significaría tergiversar y distorsionar su forma de pensar.
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Supongamos, por ejemplo, que un estudioso de las costumbres populares escriba:
Los chistes sobre buhoneros se basan en un supuesto básico: los buhoneros son
estúpidos. Esto, como es obvio, resulta absurdo.
Proceda con cautela al citar a cualquier autor. Siempre resulta recomendable confirmar
las citas, de modo que pueda estar seguro de reflejar sus palabras con exactitud, sin dejarse ni
una coma (como, a veces, ocurre). Por esta razón, es conveniente guardar fotocopias del
material que se cite.
Creemos en los compromisos, en los acuerdos entre las partes contendientes en los
cuales todo el mundo cede algo para alcanzar una solución a un callejón sin salida. Sin
embargo, la idea de que justo el punto medio entre dos extremos es aceptable o apropiado no
puede aplicarse al área de la lógica y el razonamiento, y puede conducir a situaciones
absurdas. Supongamos, por ejemplo, que un presidente de un país imaginario decide extraditar
a todos los extranjeros ilegales. Su esposa le dice que está loco, que no debe extraditar a nadie.
Si decidiese llegar a un compromiso y extraditar únicamente a la mitad, )significaría eso que
su postura es razonable? Como es lógico, no. En ocasiones, una postura extrema (no extraditar
a nadie) puede ser la correcta y una postura "moderada" (extraditar sólo a la mitad) puede ser
absurda.
Consideraciones Finales
En estos párrafos se han examinado algunos de los errores más comunes que se
cometen a la hora de escribir. Los condicionamientos de espacio no permitieron alertarles más
que algunas de las peores incorrecciones. Todo autor debe disponer de unos buenos
diccionarios, de una gramática y consultarlos con frecuencia. Todos olvidamos alguna vez las
diferentes reglas gramaticales o cómo se deletrea una palabra. Es natural. Sin embargo, al
escribir tenemos la obligación hacia nuestros lectores de hacerlo correctamente; es lo menos
que podemos ofrecer.
Si emplea un ordenador personal, le sugiero que imprima su primer borrador una vez
lo haya sometido al corrector ortográfico, es mejor revisar sobre una copia impresa. Las
correcciones al teclado, en la pantalla, de alguna manera no acaban de funcionar. Es por ello
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que si repasa sus escritos impresos cuatro o cinco veces, como recomiendan múltiples autores,
se evitará también el cansancio de la vista.
Bibliografía
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Nueva Visión.
Saussure, F. de. (1999). Curso de lingüística general. Madrid: Océano Ediciones. (Edición
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