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NUEVO PATRON TECNOLOGICO, CAPITALISMO MUNDIAL Y LA SITUACION

VENEZOLANA

I. INTRODUCCION

La discusión acerca del llamado Nuevo Patrón Tecnológico (sic, en mayúscula), se ha


introducido definitivamente en los medios académicos, oficiales y empresariales. El atractivo del
planteamiento hecho por autores como Cañota Pérez, consiste en que revive las esperanzas de
desarrollo y progreso para los países "tercermundistas" precisamente cuando se haya
generalizado la frustración con los proyectos "desarrollistas" de los años 60 y 70. Ahora se
visualiza una posibilidad de insertarse en el mercado capitalista mundial y desarrollarse
rápidamente, dado que el nuevo patrón tecnológico aún no ha madurado. Como ejemplos de ese
"despegue" impresionante, se mencionan los Nuevos Países Industrializados de Asia.
La proposición se articula fácilmente con la retórica "progresista" del discurso oficial que, desde
finales de la década de los 50, incorporó la ciencia y la tecnología entre sus motivos, por efecto
conjunto de la acción de organismos internacionales (la UNESCO, entre otros) y la formación de
una comunidad científica nacional. Ese "progresismo" tiene antecedentes desde el positivismo de
mediados del siglo pasado.
En este trabajo someteremos a discusión las promesas de este nuevo discurso, a la luz de las
características que ahora adopta el capitalismo mundial y sus relaciones con los países de la
periferia. Esto nos llevará igualmente a comentar algunos documentos de organismos oficiales
nacionales que abordan estos temas.
El examen general, podemos adelantar, no nos depara una imagen optimista acerca de las
promesas del discurso sobre el Nuevo Patrón Tecnológico como camino hacia el "progreso", por
repetir el Leit-motiv de todo "cientificismo": desconectar la consideración de los asuntos
científico-tecnológicos de los temas políticos. En nuestras conclusiones incluimos la necesidad
de continuar la reflexión sobre alternativas de desarrollo, ciencia y tecnología para nuestros
países.
2. EL NUEVO PATRON TECNOLOGICO

El economista ruso Kondratieff fue tal vez el primero que formuló un esquema interpretativo de
la historia del capitalismo que incorporaba los ciclos cortos de expansión y depresión del
sistema, a "ondas largas" de auge y declinación, correspondientes a otras tantas etapas " tecno
productivas". Schumpeter aportó a este enfoque, que fue estableciendo períodos que
correspondían a "sistemas técnicos", procedimientos, tipos de herramientas o medios de
producción. Baran y Sweezy también incorporan el examen del aspecto técnico a la historia del
capitalismo (Baran y Sweezy, 1977). Tales autores` coincidirían en mencionar como fases del
desarrollo del capitalismo (con sus matices particulares) las siguientes: la revolución industrial
en Inglaterra a mediados del siglo pasado, la "era del ferrocarril" en las décadas del 50 y 60 del
XIX, la electricidad y el acero "Bessemer" en la "Belle Epoque" (finales del XIX y principios del
XX), la época del motor de combustión interna, la línea de ensamblaje y la petroquímica en las
entre-guerras. El Nuevo Patrón Tecnológico del 70 y 80 estaría caracterizada por los chips, la
microelectrónica, la bioingeniería y los nuevos materiales. Sobre las funciones de estas
innovaciones tecnológicas volveremos más adelante. Nos centraremos ahora en las concepciones
de Carlota Pérez.
Según Pérez (1988) "la difusión de cada revolución tecnológica específica sería guiada por un
paradigma tecno-económico cada vez más enraizado en la conciencia colectiva, hasta convertirse
en un sentido común de ingenieros, gerentes e inversionistas", dado que cada uno de esos
cambios "se basa en una modificación radical y duradera en la dinámica de costos relativos del
conjunto de todos los posibles insumos del proceso productivo", determinando así nuevos
criterios para las decisiones de inversión de largo alcance. Pérez establece la existencia de "un
vehículo sencillo de propagación" del nuevo paradigma: "sería un insumo o conjunto de
insumos, capaz de ejercer una influencia determinante en el comportamiento de la estructura de
costos relativos. Este sería el vector de incorporación del nuevo paradigma al sentido común de
ingenieros y gerentes" (Pérez, 1980:49). Tal "factor clave" cumpliría con las siguientes
condiciones: a) costo relativo bajo y/ o decreciente, b) oferta ilimitada; c) potencial universalidad
de usos; d) ser raíz de un sistema de innovaciones técnicas y organizativas, capaces de cambiar el
perfil y reducir los costos del equipamiento, la mano de obra y los productos.
Esta concepción sirve de marco teórico para una interpretación de la historia del capitalismo
como sucesión de paradigmas tecnoproductivos, que podría ilustrarse con un cuadro elaborado
por Pérez y sus colaboradores (ver Cuadro I).
Un paradigma tecnoproductivo atraviesa, en líneas generales, por tres etapas para "madurar" e
imponerse, para luego decaer y cerrar así un "ciclo Kondratief". Al "entrar", una tecnología debe
salvar barreras de conocimiento, mano de obra calificada, la poca experiencia, las escasas
"externalidades" (contexto institucional o infraestructural necesario, y que implica una gran
inversión) y un alto riesgo.
Una vez "adentro" del mercado, el nuevo paradigma atraviesa por un período de innovaciones
incrementales las cuales no varían, como su nombre lo indica, los principios en que se basa, sino
que trabajan sobre detalles que lo hacen cada vez más útil y rentable. Finalmente, el paradigma
llega a su madurez, cuando se privatizan los conocimientos y la experiencia, y se abre el acceso
de éstos. Este es el momento en que las nuevas tecnologías son exportadas de los centros a las
periferias capitalistas. Justamente entonces, comienzan a declinar, y a ser sustituidas por nuevos
patrones tecnoproductivos.
Es en este punto donde el discurso formula su promesa. Actualmente, y desde hace unos años, el
paradigma tecnoproductivo "fordista", en el cual se ha basado la prosperidad el capitalismo de
postguerra, ha entrado en una fase declinante y va siendo gradualmente desplazado por otro
paradigma, que aún se encuentra en estado de "inmadurez".

Este es el momento, según Pérez y demás colaboradores, de insertarse en el proceso de cambios


tecnológicos y así lograr mejores posiciones en el mercado mundial. La" inmadurez" del
emergente patrón tecno-productivo es la coyuntura propicia para las innovaciones incrementales
que pueden convertir a un país periférico en uno central.
Pero la promesa no queda allí. El nuevo Patrón Tecnológico constituye una profunda
transformación en el "sentido común", en las formas de organización de la producción y,
virtualmente, de la sociedad. Las pirámides jerárquicas que caracterizaban al viejo "fordismo"
son sustituidas por redes interactivas abiertas. En lugar de ampliar las plantas, se requiere su
diversificación. La búsqueda de la calidad total sustituye la standarización. La gran escala de la
producción se ve sustituida por la apertura de "nichos" de mercados que permiten el desarrollo de
pequeñas y medianas empresas. Esas relaciones laborales, de estar basadas en el conflicto de
intereses, pasan a fundamentarse en la cooperación, mediante formas de organización como los
"círculos de calidad" participativos.
El salto de la periferia al centro, según Pérez, "exige el dominio local de las tecnologías de
diseño de equipos, software y sistemas", dado que las ramas líderes son "la industria de software
y sistemas, y la industria de servicios de procesamiento de datos e información" (Pérez,
1988:61). Además, sugiere tres líneas fundamentales para estrategias de desarrollo: a) formas de
interacción entre los sectores primario, industrial y de servicios; b) plantas multiproducto a
escalas menores y c) valorización de la creatividad.
3. NUEVO PATRON TECNOPRODUCTIVO Y CAPITALISMO

El discurso sobre el Nuevo Patrón Tecnológico se encuentra muy lejos de una crítica de¡
capitalismo. Sus promesas más bien reivindican al sistema, que ofrece nuevas "posibilidades" de
desarrollo a su periferia. Por otra parte, este enfoque tiene muchos lugares comunes de¡
determinismo tecnológico que informa a otras ópticas del desarrollo histórico, en particular, las
derivadas de la "ideología de la industrialización", según la cual la tecnología se desarrolla de
modo independiente con respecto de la sociedad y puede imponerse finalmente a ésta. Entre los
representantes de este enfoque histórico, puede mencionarse a Lynn White, quien explica el
desarrollo del feudalismo en Europa, con la introducción del estribo (Dickson,1985). Federico
Engels igualmente se siente seducido por estas interpretaciones cuando explica la Revolución
Industrial. En los años 60 y 70 proliferaron los textos apologéticos de la tecnología como
determinante de cambios sociales. Entre los autores que se sumaron a esta corriente interpretativa
pueden mencionarse Marshall Mac Luhan, Alvin Toffler, Zvigniew Brzeszihnisky, etc.0).
La tecnología no es políticamente neutral. Díckson identifica por lo menos cuatro situaciones en
que la tecnología se funcionaliza a estrategias de lucha de clases (Dickson,1985): cuando la
tecnología es utilizada para aumentar la supervisión y control sobre la fuerza de trabajo, cuando
desplaza fracciones militantes del proletariado, aportando estabilidad en las relaciones laborales;
así mismo, cuando hace mejoras a las condiciones de trabajo para aplacar las contradicciones.
Finalmente, una tecnología puede convertirse en una amenaza de desplazamiento a un sector
importante de trabajadores, para que éstos acepten determinadas condiciones de trabajo.
De la misma manera, puede identificarse la función de las tecnologías en el establecimiento y
reproducción de relaciones de dependencia entre los países centrales y los periféricos
subdesarrollados.
En términos generales puede afirmarse que los descubrimientos científicos y las innovaciones
técnicas se incorporan a la producción cuando pueden ser funcionales a estrategias de lucha entre
clases, competidores comerciales o naciones. Así como las diversas fases de la Formación
histórica del capitalismo no son únicamente resultado de determinadas leyes generales
económicas, sino productos de complejas contradicciones y luchas sociales y políticas; los
paradigmas tecnoproductivos responden, no sólo a dinámicas económicas, sino también a
situaciones históricas complejas. Además, han servido para superar las situaciones depresivas del
sistema (Baran y Sweezy,1977), junto a las guerras y las intervenciones estatales, acompañando
o siguiendo las grandes confrontaciones sociopolíticas que han cuestionado la reproducción del
modo de producción.
Por ello, es necesario, para comprender el Nuevo Patrón Tecnológico, contextualizarlo en la
actual etapa histórica del capitalismo.
A los rasgos señalados al "capitalismo tardío" y al "monopólico", por Mande¡ (1979) y Baran
Sweezyt (1977), debemos añadir otro fundamental que marca nuestra época "postmoderna": la
disolución de la URSS y el bloque socialista europeo-oriental y sus consecuencias a nivel
ideológico y político: la confirmación del liderazgo único del imperialismo norteamericano y la
negación aparente de toda alternativa al sistema. El "capitalismo tardío" es aquella etapa que,
teniendo como premisa la derrota histórica del proletariado como clase revolucionaria (por la
victoria del stalinismo y el fascismo en la década de los treinta, desde la óptica trotzkista),
culmina la internacionalización del capital, la monopolización, así como la industrialización de
todas las ramas de la economía incluida la esfera de la circulación y la "cultura"), registrándose
las máximas ganancias en aquellos sectores o ramas donde la innovación científico-tecnológica
es más dinámica. Esto determina una presión sobre el progreso técnico, el incremento de la
composición orgánica y de capital y la elevación del excedente.
A la vez que desarrolla rasgos nuevos y originales, este capitalismo "tardío" conserva y extiende
lógicas ya advertidas por Lenin en su libro sobre el imperialismo como fase del sistema: la
concentr?ción de la producción y del capital en grandes monopolios, la fusión del capital
bancario y el industrial, la exportación de capitales, la repartición del mundo entre grandes
asociaciones de capitales, y el reparto y la pugna entre los grandes poderes, del mercado mundial
(Lenin, 1974). Al lado de estas características generales, el capitalismo desarrolló una forma de
organizar la producción específica a este período: el llamado "fordismo": la producción en serie,
mediante la descomposición de las tareas en labores cada vez más pequeñas, encadenadas, que
permitía la mecanización. Esta técnica de producción incrementó de tal manera la productividad
que ocasionó brutales crisis de sobreproducción a finales de la década de los veinte y de los
treinta. Tales desajustes sólo pudo superarlos el capitalismo mediante la guerra y la
implementación de políticas de intervención estatal en la economía. De modo que el "fordismo"
se completó en tres facetas (Altvater, 1991): a) racionalización taylorista del trabajo y su impacto
en aumentos de la productividad; b) la relevancia de la monetarización y mercantilización de la
reproducción del trabajo y c) la regulación del trabajo por el estado mediante intervenciones
"Keynesianas" y el estado benefactor moderno. Este proceso se completó en la segunda
postguerra, y en él se basó el auge económico de los 50 y 60, que logró la complementariedad
del crecimiento de la productividad y de la demanda para que no surgiera una crisis de
realización.
La incorporación de las máquinas electrónicas procesadoras de datos en el sector productivo
privado, se inició en 1954 (Mandel,1979). Mande¡ llama la atención acerca de la coincidencia de
tal momento con la culminación del período de reconstrucción de Europa posterior a la segunda
Guerra Mundial, y el comienzo del auge de la "tercera revolución tecnológica", es decir, el
movimiento cada vez más generalizado del capital hacia el aprovechamiento de ganancias
derivadas del diferencial tecnológico.
La reproducción ampliada, esto es, la extensión del capitalismo en el planeta, se ha efectuado,
desde el punto de vista económico, de acuerdo a la búsqueda de la máxima ganancia: se invierte
allí donde, gracias a diferencias de productividad, se obtienen ganancias extraordinarias. En fases
anteriores, las diferencias aludidas se verificaban entre sectores (producción bienes de consumo-
producción bienes de capital) o entre regiones: colonias, periferias y metrópolis. Ahora, a tales
diferencias se agregan y superponen los desniveles tecnológicos. Se desarrolla una presión
permanente para acelerar la innovación tecnológica. La monopolización del progreso técnico se
convierte en fuente de ganancias extraordinarias.
La onda expansiva de la segunda postguerra se extendió hasta finales de la década de los sesenta,
bajo el predominio económico y político militar de los Estados Unidos. Pero empezó a sentirse la
emergencia de la competitividad de las economías alemana y japonesa, consecuencia estratégica
de la decisión política de reconstruir y fortalecer a los perdedores de la Segunda Guerra, como
barrera ante el surgimiento de un fuerte "Bloque Socialista". El declive de finales de los sesenta,
se convirtió en los setenta en virtual guerra comercial entre Europa (con Alemania al frente),
Japón y EE.UU. La disputa por los mercados, que determinó las guerras del 14 y el 38, seguía
actuando, aunque en condiciones especiales: a) la "amenaza comunista", que además de forzar la
alianza entre los rivales comerciales, incentivaba el armamentismo como mecanismo de
absorción de excedentes y evitación de crisis; b) la "onda tercermundista", en auge cuando los
árabes utilizaron el petróleo como arma a raíz del conflicto árabe-israelí (1972), y que abrió
nuevas perspectivas de cambio en el orden económico internacional. Esta expectativa fue
frustrada muy pronto, mediante estrategias que tienen que ver con algunos aspectos de las
"nuevas tecnologías".
En efecto, el "Occidente industrializados" puso en marcha una estrategia de refuerzo de sus
reservas, de apertura de nuevas fuentes de producción petrolera y de cambios de patrones de
consumo, lo cual tuvo un importante componente tecnológico. Así logró neutralizar las presiones
de los países petroleros. Otras circunstancias políticas y económicas terminarían con las
demandas del resto del Tercer Mundo.
La enorme masa de divisas obtenidas del petróleo se canalizó hacia la banca comercial
internacional, la cual, a lo largo de los setenta, fue colocándola en el "Tercer Mundo",
inaugurando una nueva forma de subordinación económica, que alcanzaría su crisis en 1982: la
deuda externa. Esta creció a un ritmo promedio anual del 25,1 % entre 1973 y 1975, en tanto que
el servicio de la deuda crecía a un ritmo anual del 61,1% (Castro, 1983). Desde 1979,
aumentaron las tasas de interés, haciendo insoportable el peso de la deuda. En 1982 México y
después Brasil se declararon en mora, haciendo estallar la crisis de la deuda.
Al mismo tiempo, los términos del intercambio comercial cambiaban en detrimento de los países
periféricos. La participación de los países subdesarrollados no petroleros en el total de las
exportaciones mundiales se redujo desde casi un 25% en 1959, a sólo un poco más del 11 como
promedio entre 1970 y 1980. "El impetuoso crecimiento experimentado por el comercio mundial
durante las últimas décadas, tuvo lugar más bien entre países desarrollados, con un claro
desplazamiento de los países subdesarrollados". (Castro, 1983: 20).
El mismo fenómeno de marginamiento se nota en los flujos de capital. Se nota un cambio en
éstos, de dirigirse hacia el mundo colonial y subcolonial antes de la Segunda Guerra Mundial,
para la explotación de las materias, en la postguerra los flujos internacionales de capital
tendieron a moverse más ,bien entre los propios países capitalistas desarrollados. Por contraste,
cabe destacar una vez más el fenómeno de la deuda como determinante en el papel de exportador
de capitales del Tercer Mundo: "por concepto de intereses, los países subdesarrollados están
abonando una cantidad tres veces mayor que los pagos correspondientes a ganancias de la
inversión privada extranjera directa (Castro, 1983:20).
Estos cambios en los flujos comerciales y financieros se deben en gran medida a los cambios
tecnológicos, a la introducción del "nuevo Patrón". Señala un estudio del SELA: "las ventajas
comparativas de los distintos países se han modificado como resultado de los avances
tecnológicos que se han realizado en varios campos, especialmente en el área de la
informática(...) Uno de los efectos que han tenido estos cambios ha sido disminuir la importancia
de las ventajas que se han atribuido a los países en desarrollo, a saber, la mano de obra barata, los
productos básicos y los recursos naturales" (SELA, 1988:76). Los productos que se incrementan
en los intercambios son los electrónicos y energéticos, mientras decrece la importancia de los
alimentos agrícolas y los metales, desplazados éstos por los "nuevos materiales", afectados
aquellos por las políticas proteccionistas de los países centrales.
Porque, a despecho de una retórica "liberal", los países centrales conservan y desarrollan
políticas proteccionista que afectan a los principales productos de exportación del Tercer Mundo,
especialmente, de América Latina: productos agrícolas, textiles, calzado, acero, etc. Esos
proteccionismos han ocasionado igualmente pugnas entre los mismos países centrales, por
ejemplo, en lo que se refiere a los subsidios europeos a su agricultura y a la negativa japonesa de
importar arroz, así como la exigencia norteamericana a Japón de reducir sus exportaciones
automotrices a EE.UU., para poder reducir el déficit comercial norteamericanos(2). El creciente
marginamiento del Tercer Mundo (3), el incremento de los flujos comerciales y de capital entre
los países desarrollados, las pugnas entre proteccionismos, son síntomas todos del
desplazamiento de un paradigma tecnoproductivo por otro, el declive de una "onda larga" o
"ciclo Kondratief', junto a las depresiones, cada vez más cercanas, de la economía
norteamericana; una de las más preocupantes es la actual, que data de mediados del 90, y que ha
ocasionado, entre otras cosas, el cierre de 21 fábricas y el despido de 74 mil trabajadores de la
General Motors. Esta situación puede llevar a que el presidente Bush anuncie en breve medidas
"de choque", parecidas a las de "ajuste" que el FM I ha obligado a aplicar a los gobiernos del
Tercer Mundo.
Pensamos que el problema, en el caso de los desequilibrios de la economía norteamericana, pasa
por desencadenar o, mejor dicho, sincerar la guerra comercial que desde hace varios años se
viene desarrollando entre Japón, Europa y los Estados Unidos. El viaje de Bush a Tokio en enero
del 92 (esto es escrito en diciembre del 91) responde a esta situación.
La disolución del "Bloque Socialista" y de la URSS constituye igualmente la disipación del
motivo del agrupamiento político-militar de los rivales comerciales del "primer Mundo", y un
nuevo factor para la evidenciación de la disputa de los mercados. El Nuevo Patrón Tecnológico
es un arma fundamental de esa confrontación.
Es en el marco de esa confrontación de los desarrollados, donde hay que comprender la
conformación de los grandes "Bloques Comerciales": la Comunidad Económica Europea, la
asiática, y las iniciativas como el Mercado Común Norteamericano (México, EE.UU. y Canadá),
el Mercosur y el reciente anuncio del mercado común del Pacto Andino, así como el CARICOM,
el Mercado Común Centroamericano y los acuerdos bilaterales que actualmente proliferan.
Pareciera que cada uno de los tres rivales pretendiera repartirse el mundo, en principio, las
regiones que tienen más a mano, sus "patios traseros". Africa le correspondería a la CE, así como
la Europa Oriental y tal vez las nuevas repúblicas autoasiáticas ex-soviéticas, algunas de las
cuales, porcierio, podrían ser objeto de disputa por el poderío japonés.
De modo que el desplazamiento del antiguo paradigma 1ordista" por el Nuevo Patrón
Tecnológico, la transición de un Kondratief a otro, está surcado por crisis y profundas
contradicciones de difícil solución en las cuales inciden elementos extraeconómicos, políticos y
sociales.

4. LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA EN VENEZUELA Y EL NUEVO PATRON


TECNOLOGICO

La importancia de la ciencia y la tecnología en el mundo de hoy, no habría sido posible de no


haberse integrado la acción de tres actores fundamentales en los países desarrollados: la
comunidad científica, las grandes empresas industriales y el estado. Grandes innovaciones
tecnológicas, como la creación de la computadora; fueron posibles gracias a esa unificación de
esfuerzos, en función del armamentismo y fines bélicos. El armamentismo de las grandes
potencias ha sido el acicate principal en el desarrollo de la ciencia y la tecnología a partir de
mediados de la década de los cuarenta y en la postguerra posterior. Ese impulso científico-
tecnológico se desplazó después al área comercial. Se ha producido la "drástica reducción del
lapso que media entre el descubrimiento y la aplicación comercial masiva de las innovaciones
científicas (...) el intervalo correspondiente fue de un siglo en el caso de la fotografía; de medio
siglo para el teléfono; más de treinta años para el tubo de vacío; menos de veinte años para el
tubo de rayos X; alrededor de diez años para la TV; tres años para el transistor y las gomas y
plásticos; dos años en el caso de la batería solar, y aún menos para muchos de los avances
logrados en el campo de la microelectrónica" (SELKA, 1988:206).
Freites y Roche (Díaz, Texera, Vesuri,1983), al referirse alas cuatro etapas que en general ha
atravesado la ciencia occidental, han señalado que en nuestro país la actividad científica ha
vívido la fase individual, producto de la simple curiosidad intelectual de algunas personas, y el
momento institucional, cuando la investigación se organiza especialmente en las universidades
y/o en institutos; pero no ha llegado a integrarse al desarrollo, estableciendo la ciencia vínculos
con la actividad productiva. "Los bienes manufacturados para satisfacer las necesidades de los
venezolanos son importados o, aunque fabricados en el país, basados en investigaciones
foráneas, proceso que es favorecido por la disponibilidad de relativamente abundantes
petrodólares. De allí la idea de que la actividad científica en Venezuela es marginal, en su mayor
parte académica y desconectada de la producción (...) debe agregarse que la investigación en
Venezuela ha crecido al azar, y según se ha creído, se han producido duplicaciones estériles de
esfuerzos" (Op. cit.: 205)
Otros diagnósticos confirman estas apreciaciones: "el análisis inicial de la situación de la ciencia
y la tecnología en el país conduce a señalar la existencia de cierta incapacidad para responder a
las necesidades del desarrollo nacional. Ello se expresa, por una parte, en una oferta poco
adecuada y oportuna de resultados científicos y tecnológicos frente a las necesidades
socioeconómicas del país y, por otra parte, en la debilidad o escasa capacidad del sistema para
vincularse o integrarse al aparato productivo de bienes y servicios en términos de satisfacer sus
requerimientos" (CONICIT, 1986). Un equipo coordinado por L. R. Matos Azócar comenta la
"muy poca participación de los crecientes sistemas científico-tecnológicos nacionales en el
dominio de tecnologías claves a la afirmación del desarrollo independiente de otros países (...)
desatención de los problemas asociados a la valorización de los resultados de investigación y de
su difusión en la industria (...) A nivel empresarial, la disposición a hacer investigación o
relacionarse con centros de investigación para desarrollar tecnologías no es muy difundida,
aparentemente como consecuencia de la insuficiente valoración del papel de la investigación en
el comportamiento de la productividad" (CONICIT, 1988).
En Venezuela, y tal vez en la mayor parte de los países latinoamericanos, se ha dado la distorsión
del desarrollo científico que significa haber llegado a planificar institucionalmente la ciencia sin
haberse ésta integrado al aparato productivo. Hay razones históricas relativas a las comunidades
científicas, y estructural-históricas, referentes a la dependencia económica de esas naciones, que
explican esa situación.
Desde un punto de vista histórico, pueden señalarse tres hitos en el desarrollo institucional de la
ciencia en Venezuela. Uno, de naturaleza privada y que unificó el pequeño grupo de
investigadores profesionales que existían en el país, fue la formación de la ASOVAC en 1950. El
segundo momento, más significativo, puede ubicarse hacia 1958, cuando, a la vez que se fundaba
el IVIC (a partir de otra institución similar creada por el perezjimenato unos años antes), se
instituyeron los Consejos de Desarrollo Científicos y Humanísticos de las universidades
nacionales, se estableció el trabajo de ascenso para el escalafón del profesorado universitario, se
abrieron nuevos institutos (entre ellos el de Oceanografía de la U DO) y se organizaron varias
escuelas que impartían disciplinas básicas en la UCV. En tercer lugar, cabe destacar la
promulgación (en 1967) y la ejecución (en 1969, con el nombramiento del primer directorio) de
la ley del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, CONICIT, que
inaugura en Venezuela el período de la planificación estatal de la actividad científica.
Como señala Yolanda Texera (Díaz, Texera, Vessuri;1983), a pesar de una retórica que repetía
frases como "investigación aplicada a los problemas del país", etc. "En el fondo se ha seguido
actuando de acuerdo a una concepción que pone el peso en el investigador individual, el proyecto
individual, la súper especialización y el desarrollo general de la ciencia, etc. y la política
científica resultante de esa concepción ha sido tímida e inconsistente" (pág. 193). La autora ubica
como antecedente directo de esta ideología, la influencia de las políticas de organismos como la
UNESCO, que, a finales de la década de los 50, influyeron en la creación de sistemas científicos
en nuestros países, orientados a su integración a las comunidades científicas de los centros
mundiales y al "desarrollo general de la ciencia", rechazando el trabajo en equipo en función a
los problemas concretos del subdesarrollo.
De esta manera, las planificaciones del CONICIT, que en el papel pretendía atender problemas
nacionales, no fueron verdaderamente cumplidas.
Por otra parte, las formas dependientes que adquirió nuestro proceso de "industrialización",
explican esa incomunicación entre la comunidad científica criolla y el sector productivo, así
como la desvaloración de aquella por éste. En Venezuela la distorsión es tanta, que la cátedra de
geología sólo llegó a fundarse en la universidad en 1940, teniendo la actividad petrolera la
prominencia en nuestros ingresos nacionales desde diez años antes. Por supuesto hubo
desarrollos positivos, por lo demás naturales y obvios si no mediaran todas las distorsiones
señaladas. Por ejemplo, se formó el INTEVEP en 1977, fecha por lo demás tardía, considerando
la importancia de las investigaciones petroquímicas para el país. Los laboratorios de las empresas
químicas, por otra parte, sirven fundamentalmente para adaptar tecnologías que ya vienen en
"paquetes" importados.
El esquema de "sustitución de importación" se aplicó mediante la inversión extranjera directa y
la importación consecuente de tecnología, con la implicación lógica del pago de patentes y la
dependencia en cuanto a la asesoría técnica. Esto incide directamente en el bloqueo de cualquier
esfuerzo innovador nacional. "La dependencia tecnológica es sin duda un fenómeno
multifacético. Un aspecto relevante de la misma lo constituye el desestímulo activo a la
participación nacional en proyectos de gran envergadura científica y tecnológica" (Díaz, Texera,
Vessuri; 1983: 278). Esta situación existe igualmente en las propias empresas estatales, donde se
señala la marginación de los profesionales venezolanos en la concepción, diseño y puesta en
marcha de proyectos.
Podemos recapitular la situación mencionando los siguientes rasgos: desarticulación sector
científico-tecnológico-sector productivo; dependencia tecnológica, planificación ineficaz,
mentalidad individualista y generalista en gran parte de la comunidad científica. Todo esto con
consecuencias lógicas en cuanto al financiamiento, cuyo monto aún no Ilegaal0,5% del PTB,
como señalaun documentode los CODECIHS de las universidades nacionales (El Nacional, 30-
12-91).
A esta situación vienen a actuar nuevos factores que podrían cambiaren algo la actual realidad: la
crisis del modelo de "sustitución de importación" y su desplazamiento por políticas de ajustes
tendentes a establecer una industrialización orientada a la exportación, la aplicación de políticas
de liberalización del comercio y la incorporación a "mercados comunes" (el grupo de los Tres,
CARICOM y el pacto Andino aún con todos sus problemas respecto al Arancel Externo Común),
la disposición organismos internacionales como el BID para financiar proyectos de investigación
e innovación tecnológica, las políticas del CONICIT y, por supuesto, la eficacia específica de las
promesas del discurso sobre el Nuevo Patrón Tecnológico, que hemos comentado anteriormente.
En un balance de la actividad científica durante el año 1991, el diario El Nacional del 30 de
diciembre de 1991, resalta los siguientes "logros": a) puesta en funcionamiento del Sistema
Automatizado de Información en Ciencia y Tecnologías, que accede a bancos de información en
todo el mundo; b) obtención del crédito del BID por 47 millones de dólares para financiar
proyectos de investigación en cinco áreas claves:

biotecnología, química fina, nuevos materiales, electrónica e informática; sectores del Nuevo
Patrón Tecnológico; c) el éxito relativo de la segunda Rueda de Negociación Tecnológica, que
reúne a científicos y empresarios, y donde se seleccionaron 16 proyectos; d) asentamiento de las
bases de tres Parques Tecnológicos: en Sartenejas, en Barquisimeto y Mérida. Tales parques
Tecnológicos son espacios donde, con supuestos criterios empresariales, se trabajarán proyectos
en ingeniería en reversa (Mérida), electrónica e informática (Sartenejas) y prestación de servicios
al parque industrial (Barquisimeto).

La nota de prensa menciona otros avances, aparte de que reseña la protesta de las universidades
por no habérsele incrementado el presupuesto siendo el 70% de las investigaciones realizadas en
esas casas de estudio. Pero sólo comentaremos estos cuatro logros.
En todo caso, estos avances muestran la eficacia del discurso sobre el Nuevo Patrón Tecnológico
en el seno de las élites dirigentes del país. Tal impacto es muy relativo por lo demás; no sólo
porque pueden mencionarse contraejemplos (uno, significativo, es el retraso en la aprobación en
el CNU del proyecto de Facultad de Ciencias y Tecnología dula Universidad de Carabobo,
proyecto engavetado desde hace ya casi dos años), sino por otras razones que señalaremos a
continuación.
En una ponencia presentada ante el IV seminario latinoamericano de gestión tecnológica, Carlos
Seaton y Paúl Esqueda, al referirse a las "Tendencias en investigación y desarrollo en la industria
mundial" (título del trabajo), señalan "el 25% de la población mundial produce el 86,2% del
valor agregado de los bienes manufacturados, mientras que el 53,1 % de la población (América
Latina, Africa, Asia e 1ndia) produce sólo el 13,8% (...) La brecha en el intercambio de bienes se
acentúa cada vez más en la medida que el dominio tecnológico se consolida como un proceso de
intensivo desarrollo e investigación".
En un cuadro, los autores mencionados indican que, mientras Alemania, Francia e Inglaterra
invierten el 2,80%, el 2.35 y el 2,30% de su PTB, respectivamente; América Latina sólo invierte
el 0,30 de su PTB. Ya vimos que, según las universidades nacionales, Venezuela supera un poco
este promedio, hasta llegar casi al 0,5% del PTB.
Tales diferencias abismales se evidencian aún más si examinamos las cifras invertidas durante
1988 en investigación y desarrollo por parte de EE.UU., Japón y la Comunidad Europea (en
millones de dólares): respectivamente 132 mil, 45 mil y 88 mil.
En sus conclusiones, Seaton y Esqueda dicen: "la visión que se ha presentado de las actividades
de I&D relacionadas con la industria en los bloques económicos más importantes del mundo y en
dos sectores industriales (materiales y electrónica) nos muestra un ambiente altamente competido
con inversiones elevadas, particularmente del sector público, y de planificación a largo plazo".
No desearíamos el papel de aguafiestas, pero la comparación de las cifras, y las constataciones
generales que hicimos al observar el desarrollo histórico del capitalismo mundial y la situación
de la ciencia en nuestro país, nos dan una imagen muy poco alentadora de los "logros" en ciencia
ytecnología reseñados y reivindicados por la Ministro Dulce Arnao.
No se trata únicamente de la diferencia en el monto de las inversiones; sino de las políticas
integrales de educación, ciencia y tecnología. Aunque el tema requiere un estudio mucho más
extenso que éste, es bueno por lo menos mencionar que dos cosas. Una: plantearse competir en
los mismos términos con los centros en el marco del mercado mundial tiene implicaciones
culturales profundas: cambios en la mentalidad de todas nuestras élites dirigentes,
transformaciones políticas, mejoramiento y "revolución" educativa, así como una mayor
participación del estado, etc. Estos elementos no los notamos presentes en la actual gestión
gubernamental, más preocupada al parecer en cumplir con las recetas del FMI que en otra cosa.
De modo que, detrás de la retórica, se esconde (como siempre) una falta de voluntad política,
dependiente.
Otro asunto es plantearse seriamente la posibilidad de alternativas de desarrollo, distintos a los
que ofrece la actual fase del capitalismo y su discurso sobre el "Nuevo Patrón Tecnológico".
Pero ésta sería una tarea ardua, mucho más hoy, cuando pareciera que no hubiera alternativa
posible, como señala Franz Hinkelammert (en Revista ENVIO, octubre 1991).

NOTAS

(1) Interesante a este respecto ese¡ artículo de Irene Plaz Power, "la visión cientificista de la
informática", en Cuadernos del CENDES, enero-abril, 1988. En él, la autora examina los puntos
de vista de libros escritos por autores, tanto del campo capitalista (Zbigniev Brzessinski, Servan
Schreiber, Simón Nora y Alain Minc), como del "campo socialista" (Radovan Richta, Afanasiev,
Kosolapov) y otros (Alain Toffier). Todos ellos concuerdan con ofrecer una imagen "feliz" de
una sociedad "informatizada"; la ciencia, la tecnología y la "creatividad" pasarían a ser una de las
principales fuerzas de producción, el trabajo pasaría a ser creativo y participativo desplazando la
alienación del trabajador en la actual sociedad "industrial" (la informatizada sería
"postindustrial"), se crearían nuevas formas de educación más creativas y participativas, así
como formas de participación democráticas en lo político. Sólo ciertos,"escollos" no resuelve
esta visión "ideal" de la sociedad "informatizada": el desempleo.
(2) El 30 de diciembre de 1991, el presidente norteamericano inicia su gira por Asia y Oceanía
(El Nacional, 30-12-91) acompañado par los jefes de los tres consorcios automotrices más
importantes: General Motors, Ford y Chrysler. El objetivo: advertir a los japoneses del creciente
proteccionismo norteamericano, exigirles la reducción de exportaciones de partes y automóviles
a EE.UU. y el levantamiento de la prohibición de importaciones de arroz de parte de Japón. Ello
con el fin de mejorar un poco la situación económica norteamericana. Esta desde 1990 tiene un
crecimiento negativo. La deuda pública estadounidense asciende, según Alan Greenspan,
presidente de la Reserva Federal, a 3,7 billones de dólares. El déficit fiscal se ubica en 268.700
millones de dólares. Ello repercute en debilidad de la moneda norteamericana ante las otras (el
Nacional, 22-12-91). El superávit comercial de Japón respecto a EE. U U. se ubica en los 41 mil
millones de dólares, de los cuales el 75% se debe a exportaciones de partes automotrices y
automóviles (El Nacional, 29-12-91) Entre las medidas que ha implementado el gobierno
norteamericano se encuentra la reducción de las tasas de interés, para reducir el costo del capital.
Ello ha tenido ciertos efectos positivos en la bolsa (El Nacional, 29 y 30-12-91), pero la OCDE
ya ha prevenido acerca de un modesto crecimiento económico mundial en 1992, debido al
"elevado endeudamiento, lento crecimiento del circulante y la repercusión adversa de la
economía norteamericana" (El Nacional, 20-12-91). Esta situación acontece justo en el ambiente
preelectoral estadounidense, lo cual repercute en el auge de las opiniones proteccionistas en el
juego político interno.
(3) El teórico Franz Hinkelammert, uno de los creadores de la teoría de la dependencia, escribió
un impresionante artículo en la revista nicaragüense "Envío" de octubre de 1991, en el cual
sostiene las tesis de que la crisis del socialismo ha debilitado extremadamente al Tercer Mundo
al quitarle posibilidades de solidaridades en su conflicto con el Primer Mundo, por lo que la
conciencia de la inexistencia de alternativas del capitalismo crece y levanta todos los frenos al
sistema. Este "ya no puede explotar a la población mundial. Y a esa población que no puede
explotar la considera superflua". Los países capitalistas centrales han perdido su interés en
desarrollar al Tercer Mundo. De modo que el Tercer Mundo ha pasado de la dependencia a la
prescindencia.

BIBLIOGRAFIA

Baran, Paul ySweezy, Paul (1977). El capital monopolista. Siglo XXI. 13a. edición. México.
CONICIT. Plan de Acción en Ciencia y Tecnología, 1986-1988. Caracas.
CONICIT. Financiamiento para la innovación tecnológica. 1988. Caracas.
Dickson, David. (1985) Tecnología Alternativa. Ediciones Orbis. Barcelona.
Díaz, Elena; y otros. (1983) La ciencia periférica. Monte Avila Editores. Caracas.
Mandel, Ernest. (1979). El capitalismo tardío. Ediciones Era. México.
Lenin, Vladimir. (1974). El imperialismo, fase superior del capitalismo. Editorial Fundamentos.
Caracas.
Lander, Edgardo y Sonntag, Heinz R. (1991) Universalismo y desarrollismo. Editorial Nueva
Sociedad, UCV, UNESCO. Caracas.
Castro, Fidel. (1983) La crisis económica y social del mundo. Oficina de Publicaciones del
Consejo de Estado. La Habana, Cuba.
SELA (1988) La Economía Mundial y el Desarrollo de América Latina y el Caribe. Editorial
Nueva Sociedad. Caracas. Revista "Envío". Octubre, 1991.
El Nacional. Del 20 al 30 de diciembre de 1991.

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