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SÓCRATES Y LA PRÁCTICA
DE LA ESPIRITUALIDAD
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SÓCRATES
Y LA PRÁCTICA
DE LA ESPIRITUALIDAD
Daniel Gutiérrez
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Gutiérrez, Daniel
Sócrates y la práctica de la espiritualidad / Daniel Gutiérrez. – 1a
ed . – Avellaneda : Daniel Gutiérrez, 2019.
120 p. ; 20 x 13 cm.
ISBN 978-987-783-108-5
1. Filosofía Antigua. 2. Filología Griega. 3. Religion Antigua. I.
Título.
CDD 185
ISBN: 9789877831085
Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son
responsabilidad exclusiva del/los autor/es.
Sócrates y la práctica de la espiritualidad
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Comité editorial
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10 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
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A las “chiquis”, y en especial a Nikita,
por su presencia infinita.
A Piero, que advino bajo el mismo etéreo signo.
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Introducción
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14 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
búsqueda del saber, por lo que pueden ser vistos como una
propedéutica a la actividad filosófica. Gracias a esta ejerci-
tación, el practicante consumado deviene portador de una
palabra viva y personal, cuya fuerza se manifiesta cuando
actúa aconsejando a los demás (symbouleúein), actividad que
también supone el desarrollo de la espiritualidad.
He seleccionado un corpus textual que consta de las
siguientes obras producidas entre el último cuarto del siglo
V a.C. y el primero del siglo IV a.C.: a) los denominados diá-
logos ‘socráticos’ de Platón (especialmente Apología, Laques
y Alcibíades I, a los que se agregan Simposio y un pasaje
puntual de Fedro), b) tres de los cuatro tratados ‘socráticos’
de Jenofonte (Memorables, Simposio y Apología) y c) Nubes del
poeta cómico Aristófanes.1
Con datos extraídos del corpus, persigo como principal
objetivo reconstruir, aunque sea parcialmente, la formas
que ha adquirido el peculiar modo de vida desarrollado por
Sócrates, así como su singular concepción de la filosofía,
haciendo especial hincapié en la práctica de aquellos ejerci-
cios preparatorios que utilizó en su perseverante búsqueda
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El problema de la historicidad
de Sócrates
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5 Havelock (1972), por ejemplo, considera que la cuestión socrática del cuida-
do de sí “está concentrada en un grado inusual” en Apología de Platón y en
Nubes de Aristófanes, por lo que se dedica a examinar dicha cuestión toman-
do en cuenta solamente lo referido en estos dos testimonios.
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‘Su atención a sí mismo jamás disminuía, salvo durante el sueño, que impe-
día además la escasa comida que ingería (a menudo ni siquiera comía pan)
y la continua orientación de su pensamiento hacia el Espíritu’” (Hadot
1998:177).
9 Cf. Ernout y Meillet (1951: s.v. spīro).
10 Remes y Sihvola remarcan que la conceptualización de la noción de ‘sí mis-
mo’ en los pensadores antiguos formaba parte de toda una problemática
asociada a una concepción del hombre como sujeto capaz de razonamiento
y de acción, en tanto individuo que debía responder de sus actos en el ámbi-
to ético y político (cf. 2008:1).
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Sócrates, practicante
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4 “Y durante mucho tiempo tuve en mente qué quería decir [el oráculo]” (καὶ
πολὺν μὲν χρόνον ἠπόρουν τί ποτε λέγει, Pl. Ap. 21b).
5 Siguiendo a Brancacci (1997), Napolitano Valditara considera que en este
pasaje de Apología hay que entender la expresión sýnoida emautô como ‘soy
consciente’, en tanto la única forma posible de conocimiento para aquel que
no conoce (2011:169).
6 “El diálogo socrático se nos aparece, pues, como un ejercicio espiritual prac-
ticado en común y que invita al ejercicio espiritual interior, es decir, al exa-
men de consciencia, a dirigir la atención sobre uno mismo, en pocas pala-
bras, a ese célebre ‘conócete a ti mismo’” (Hadot 2006:35).
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7 “Incluso ahora, yendo de aquí para allá, voy averiguando y sondeando según
[lo dicho por] el dios, siempre que creo que alguno de mis conciudadanos o
de los extranjeros es sabio” (ἐγὼ μὲν ἔτι καὶ νῦν περιιὼν ζητῶ καὶ ἐρευνῶ κατὰ
τὸν θεὸν καὶ τῶν ἀστῶν καὶ ξένων ἄν τινα οἴωμαι σοφὸν εἶναι, Pl. Ap. 23b); aque-
llos conciudadanos y extranjeros a los que se dirige Sócrates son, según la
tradición griega, los que están en posesión del (algún) saber: políticos, poe-
tas, artesanos (cf. Pl. Ap. 21c-22d).
8 Tsouna estima que Sócrates comprende la plena significación del oráculo
una vez que reconoce los límites de su propio saber: “La reconnaissance de
la valeur de la connaissance de soi va de pair avec celle de ses limites. Cette
reconnaissance est la marque distinctive de la sagesse humaine, et elle est de
ce fait préférable à toute autre sorte de savoir à la portée de l’homme”
(2001:41).
9 “Vivir filosofando significa, para Sócrates, dar un cierto lugar de destaque a
la ignorancia, en el pensamiento y en la vida, tener una relación de potencia,
afirmativa, generativa, con la ignorancia. El saber de la filosofía no es un
saber de contenidos sino de relación” (Kohan 2009:64).
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10 Godel señala que la búsqueda socrática del saber tiende a “accéder par un
expérience de la plus profonde intériorité à ce ‘centre’ de soi-même”
(1976:13).
11 La ocupación de Sócrates es absoluta, a tal punto que, habiendo descuidado
los asuntos públicos y privados, vive sumido en una gran pobreza: “Por esta
ocupación, no he tenido tiempo libre para dedicarme a ningún asunto digno
de mención de los respectivos a la pólis ni de los respectivos a mis tareas
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40 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
domésticas, sino que estoy en una copiosa pobreza a causa del servicio del
dios” (καὶ ὑπὸ ταύτης τῆς ἀσχολίας οὔτε τι τῶν τῆς πόλεως πρᾶξαί μοι σχολὴ
γέγονεν ἄξιον λόγου οὔτε τῶν οἰκείων, ἀλλ' ἐν πενίᾳ μυρίᾳ εἰμὶ διὰ τὴν τοῦ θεοῦ
λατρείαν, Pl. Ap. 23c); el tópico de la pobreza de Sócrates también es aludido
o mencionado en Pl. Ap. 31c, 36d, 37c, 38b, Laq. 186c, Smp. 219b, Jen. Mem.
I 6.2, III 14.1, Ar. Nu. 179, 497, 870.
12 Cf. Hadot (1998:62).
13 Cf. Taylor (1917:92).
14 Cf. Pl. Ap. 20d.
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15 “Sócrates no tiene ningún sistema que enseñar. Su filosofía resulta por ente-
ro puro ejercicio espiritual, un nuevo modo de vida, reflexión activa, conse-
cuencia viviente” (Hadot 2006:91). En la misma línea, Foucault señala que ya
desde (y aún antes de) Sócrates, existía una diferencia y una complementa-
ción entre filosofía y espiritualidad, en tanto transformación del “ser del
sujeto” como condición de acceso a la verdad (2006:33-38). Gill critica a
Foucault el haber equiparado la noción de ‘sí mismo’ (o psykhé) con la de
‘sujeto’, entendiendo que Foucault no llega a profundizar la diferencia entre
el conocimiento de sí mismo y el ‘sí mismo’ per se, por lo que termina acen-
tuando el componente subjetivo (2007:155). Bonagura considera que es
inconsistente atribuir a Sócrates un fuerte intelectualismo, pues el testimo-
nio platónico (que es el que la autora toma en cuenta) ofrece “fecundos indi-
cios para una consideración esencialmente práctica del llamado saber con-
templativo [de Sócrates]” (1991:151).
16 El vínculo entre actividad filosófica y ejercitación espiritual en Sócrates fue
señalado por varios autores. Des Places (1938), cotejando pasajes de ciertos
diálogos tempranos de Platón con determinados versos de Nubes de Aristó-
fanes, sostiene que Sócrates practicaba el consejo espiritual. Festugière
(1967:69-73), desde una matriz cristiana de pensamiento, ve en Sócrates una
figura contemplativa que se ejercitaba en la meditación. Burnet (1916)
defiende la originalidad de la doctrina socrática del alma respecto a la tradi-
ción anterior, asegurando que la novedad introducida por Sócrates consis-
tió en entender el alma como actividad interior. A su vez, Adkins (1970)
piensa que Sócrates sería un iniciado en los misterios órfico-pitagóricos y
da un apoyo a la tesis de Burnet sobre la nueva concepción del alma introdu-
cida por Sócrates. Por su parte, Taylor (1917) cree que Sócrates adoptó el
ascetismo pitagórico como forma de vida. En este sentido, Melero (1971)
trae a colación algunos pasajes de Nubes en los que es posible sostener la
filiación pitagórica de la actividad socrática y su orientación ‘psicagógica’.
Para Havelock (1972), la noción de ‘sí mismo’ (heautón), en estrecha ligazón
con su concepción del alma (psykhé), habría sido la preocupación central de
Sócrates. Según Hadot, ejercitación espiritual y práctica de la filosofía apa-
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42 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
b. El ejercicio respiratorio
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19 Lo que se habrá de exponer en esta y las dos secciones siguientes del presen-
te apartado tuvo una primera versión en Gutiérrez (2014).
20 El carácter de este rito iniciático en Nubes se ha interpretado de diversas
maneras: ya como pitagórico (Gil Fernández 1967:56, Melero 1971:429), ya
como eleusino (Adkins 1970:13-15, Marianetti 1993:23), ya como órfico
(Gelzer 1956:67, Sarri 1973:542-3).
21 Cf. Ar. Nu. vv. 253-263.
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25 Trad. Bernabé (1988); ἄνθρωποι γὰρ καὶ τὰ ἄλλα ζῶια ἀναπνέοντα ζώει τῶι ἀέρι.
καὶ τοῦτο αὐτοῖς καὶ ψυχή ἐστι καὶ νόησις […] καὶ ἐὰν τοῦτο ἀπαλλαχθηῖ,
ἀποθνήισκει καὶ ἡ νόησις ἐπιλείπει (Diels-Kranz 1952, fr. Β 4).
26 Trad. Bernabé (1988); καὶ μοι δοκεῖ τὸ τὴν νόησιν ἔχον εἶναι ὁ ἀὴρ καλούμενος
ὑπὸ τῶν ἀνθρώπων, καὶ ὑπὸ τούτου πάντας καὶ κυβερνᾶσθαι καὶ πάντων κρατεῖν·
αὐτὸ γάρ μοι τοῦτο θεὸς δοκεῖ εἶναι καὶ ἐπὶ πᾶν ἀφῖχθαι καὶ πάντα διατιθέναι καὶ
ἐν παντὶ ἐνεῖναι. καὶ ἔστιν οὐδὲ ἓν ὅ τι μὴ μετέχει τούτου (Diels-Kranz 1952, fr. Β
5).
27 Trad. Bernabé (1988); Δ. δ´ ὥσπερ τὸ ζῆν καὶ τὸ φρονεῖν τῶι ἀέρι καὶ τὰς αἰσθήσεις
ἀνάπτει· […] φρονεῖν δ´, ὥσπερ ἐλέχθη, τῶι ἀέρι καθαρῶι καὶ ξηρῶι· κωλύειν γὰρ
τὴν ἰκμάδα τὸν νοῦν· […] ὅτι δὲ ἡ ὑγρότης ἀφαιρεῖται τὸν νοῦν […] ὅπερ καὶ τῆς
λήθης αἴτιον εἶναι· διὰ γὰρ τὸ μὴ ἰέναι διὰ παντὸς τοῦ σώματος οὐ δύνασθαι
συνεἷναι (Diels-Kranz 1952, A 19 = Teofrasto, Acerca de las sensaciones, 39).
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ἀφίεμέν σε, ἐπὶ τούτῳ μέντοι, ἐφ’ ᾧτε μηκέτι ἐν ταύτῃ τῇ ζητήσει
διατρίβειν μηδὲ φιλοσοφεῖν. (Pl. Ap. 29c)
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40 Para todos los pasajes de Nubes citados a lo largo de este trabajo sigo el texto
fijado por Dover (1969).
41 Si, como ha sido dicho en la sección b.1 de este apartado, Aristófanes está
parodiando las explicaciones cosmológicas de los physikoí, no resulta llama-
tivo el orden de la invocación, pues Aér significaba todavía para estos, con-
forme con las creencias tradicionales, la parte más baja de la atmósfera (cf. Il.
14.228), mientras que Aithér la parte más alta (cf. Il. 16.425).
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ἀλλ´ ἀποχάλα τὴν φροντίδ´ εἰς τὸν ἀέρα. (Αr. Nu. vv. 762-763)
50 En este sentido podrían ser leídos los versos 200-201 de Nubes, en los que
Sócrates dice acerca de sus aprendices lo siguiente: “Pero no les está permi-
tido andar por afuera, al aire libre, durante mucho tiempo” (ἀλλ´ οὐχ οἷόν τ´
αὐτοῖσι πρός τὸν ἀέρα / ἔξω διατρίβειν πολὺν ἄγαν ἐστὶν χρόνον). Dejando de
lado su sentido inmediato y concreto, es decir, que a los mathetaí no les es
posible pasar mucho tiempo afuera, lejos de sus ocupaciones en el phron-
tistérion, estos versos pueden entenderse como una posible alusión a que los
aprendices (autoîsi = mathetaí) deben, más que sacar el aire, retenerlo y con-
centrarlo junto con la respiración el mayor tiempo posible (polùn ágan khró-
non).
51 Igualmente, el preverbio hypó de la forma ὑποχάλα que trasmite el manuscri-
to N (cf. Dover 1969), podría sugerir que el aire está ubicado en la parte infe-
rior del aparato respiratorio, el diafragma y, para ser exhalado, debe subir
hacia la boca y la nariz.
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52 En el verso 667 de Nubes hay una tercera invocación al Aér, pero esta vez en
boca de Strepsíades, quien jura por el Aire: eû ge nè tòn Aéra. Dejando de lado
la connotación paródica y el tono sarcástico que pueda tener esta invocación
en boca de este personaje de Nubes (cf. Cavallero et alii 2008:221, nota 5), hay
que considerar que Strepsíades, estando en vía de iniciación, toma errónea-
mente como acostumbrada la práctica y la terminología propia de un inicia-
do, de un telestés, en los misterios de la actividad filosófica practicada por el
maestro, Sócrates.
53 Anapnoé designa la ‘acción de extraer el hálito’ y de ahí la ‘respiración’; está
relacionada con el verbo anapneîn (cf. Bailly 1963: s.v. ἀναπνοή), que significa
‘exhalar’ o ‘respirar’.
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59 Cf. Cavallero et alii (2008:181, nota 4, 187, nota 2), Mastromarco (1986).
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61 “Y se preocupan, intentándolo todo, por cómo los hijos les lleguen a ser lo
mejor posible” (καὶ ἐπιμελοῦνται πάντα ποιοῦντες ὅπως οἱ παῖδες αὐτοῖς
γένωνται ὡς δυνατὸν βέλτιστοι, Jen. Mem. II 2.6); cf. Pl. Lq. 179a y 179d.
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καὶ ἐάν μοι μὴ δοκῇ κεκτῆσθαι ἀρετήν, φάναι δέ, ὀνειδιῶ ὅτι
τὰ πλείστου ἄξια περὶ ἐλαχίστου ποιεῖται, τὰ δὲ φαυλότερα περὶ
πλείονος. (Pl. Ap. 29e)
66 Quizás sea debido al rol central que le otorga a este test de la adquisición o
no de la areté, para definir si el practicante está bien orientado en la búsque-
da del saber, por lo que a Sócrates se lo llame “el que de verdad se preocupa
por la areté” (ὁ τῇ ἀληθείᾳ τῆς ἀρετῆς ἐπιμελόμενος, Pl. Crt. 51a).
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67 Lo que subyace a toda esta práctica del epimeleîsthai tês psykhês es, en definiti-
va, una acabada técnica del vivir: “Pues yo creo que los que de buena manera
se preocupan por cómo llegar a ser mejores viven mucho mejor, así como
más a gusto los que se aperciben de que se hicieron mejores” (ἄριστα μὲν γὰρ
οἶμαι ζῆν τοὺς ἄριστα ἐπιμελομένους τοῦ ὡς βελτίστους γίγνεσθαι, ἥδιστα δὲ τοὺς
μάλιστα αἰσθανομένους ὅτι βελτίους γίγνονται, Jen. Mem. IV 8.6); sobre la figura
de Sócrates como filósofo dedicado al ‘arte de vivir’, véase Nehamas (2005).
68 Jirsa (2009), tras realizar un recorrido crítico a través de los distintos argu-
mentos esgrimidos por la tradición anglosajona en contra de la autenticidad
de Alcibíades I (recurrencia léxica en el corpus platónico, coincidencias o
divergencias estilísticas con otros diálogos, incoherencias doctrinales,
incongruencias en la construcción de la situación dramática), concluye que
la tesis de la inautenticidad del diálogo es una suerte de prejuicio argumen-
tativo que no termina de ser concluyente, por lo que se pliega a la tendencia
de los últimos años la cual aboga por la autoría platónica del mismo. En el
peor de los casos, señala el autor, las ideas “originales” expuestas en el diálo-
go (la doctrina del ‘sí mismo’, el vínculo entre racionalidad y divinidad, el
supuesto de que el conocimiento depende del auto-conocimiento) no cam-
bia radicalmente la interpretación del pensamiento platónico o socrático.
En el presente trabajo me inclino también por aceptar la autenticidad de
Alcibíades I.
69 Cf. Pl. Alc. I 117c-119a.
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72 “The clue to the meaning of psyche, as used in Apology, is found in its equiva-
lence to the reflexive pronoun. Greek had at this time no word for the ‘self’
considered as a concept: it had only the personal pronoun with the addition
of the intensive (eme-auton)” (Havelock 1972:9).
73 Cf. Rider (2011:407-408).
74 Cf. Soulez-Luccioni (1974), Courcelle (1974:13-20), Rappe (1995), Johnson
(1999) y Renaud (2011).
75 El heautón como auténtico objeto de cuidado también es referido en Apología
de Platón: “Iba yo, intentando convencer a cada uno de ustedes de que no se
preocupara de ninguno de sus propios asuntos antes de preocuparse de sí
mismo por cómo llegaría a ser mucho mejor y más sensato” (ᾖα, ἐπιχειρῶν
ἕκαστον ὑμῶν πείθειν μὴ πρότερον μήτε τῶν ἑαυτοῦ μηδενὸς ἐπιμελεῖσθαι πρὶν
ἑαυτοῦ ἐπιμεληθείη ὅπως ὡς βέλτιστος καὶ φρονιμώτατος ἔσοιτο, Pl. Ap. 36c); lo
mismo aparece testimoniado por Jenofonte en Memorables: “Apartó a
muchos de estos [vicios], haciéndoles desear la areté y proporcionándoles la
esperanza de que, si acaso cuidaban de sí mismos, serían hombres de bien”
(ἔπαυσε μὲν τούτων πολλοὺς ἀρετῆς ποιήσας ἐπιθυμεῖν καὶ ἐλπίδας παρασχών, ἂν
ἑαυτῶν ἐπιμελῶνται, καλοὺς κἀγαθοὺς ἔσεσθαι, Jen. Mem. I 2.3). Como bien
remarca Johnson, el ‘sí mismo’, tomando el testimonio de Alcibíades I, debe
ser entendido, al menos en un primer momento, como el objeto de cuidado
antes que como el sujeto del mismo (1999:3).
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85 En rigor, Sócrates, más que mathetaí (‘discípulos’), tenía trato con syngignó-
menoi (‘los que están junto con o tienen relaciones con (uno)’, ‘camaradas’, cf.
Jen. Ap. 5, Mem. I 2, 27, 60, 61), con homiletaí (‘acompañantes’, cf. Jen. Mem. I
2) y con sýnontes (‘los que pasan el tiempo con uno’, cf. Jen. Mem., passim); ver
al respecto Tovar (1943:25-26). Este hecho parece estar en consonancia con
lo que dice Platón en Carta VII, en el pasaje donde apunta el incidente de la
ejecución ilegal de Leonte de Salamina, en la que Sócrates se rehusó a parti-
cipar (cf. Pl. Cart. VII 324c-325c). Allí se refiere a él como amigo (phílos,
324d) o compañero (hetaîros, 325b), pero no como maestro (didáskalos).
Recuérdese, al respecto, el famoso dictum socrático: “yo, ciertamente, nunca
llegué a ser maestro de nadie” (ἐγὼ δὲ διδάσκαλος μὲν οὐδενὸς πώποτ´ ἐγενόμην,
Pl. Ap. 33a); cf. Jen. Mem. I 2, 3.
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ἡμεῖς γοῦν ὅταν μέν του ἄλλου ἀκούωμεν λέγοντος καὶ πάνυ
ἀγαθοῦ ῥήτορος ἄλλους λόγους, οὐδὲν μέλει ὡς ἔπος εἰπεῖν οὐδενί.
(Pl. Smp. 215d)
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Está a la vista que los objetos sobre los que debe y sobre
los que no debe recaer el cuidado son coextensivos tanto al
epimeleîsthai (epimelê) como al phrontízein (phrontízeis). El uso
de phrontízein con un genitivo cūrae (de cuidado) es el que
casi con exclusividad los testimonios le atribuyen a Sócra-
tes, cubriendo un campo semántico que lo acerca mucho
al sentido de epimeleîsthai. En este caso, pues, phrontízein
también significa ‘(pre)ocuparse de (algo o alguien)’:89
οὐδὲ γὰρ περὶ τῆς τῶν πάντων φύσεως, ᾗπερ τῶν ἄλλων οἱ
πλεῖστοι, διελέγετο σκοπῶν ὅπως ὁ καλούμενος ὑπὸ τῶν σοφιστῶν
κόσμος ἔχει καὶ τίσιν ἀνάγκαις ἕκαστα γίγνεται τῶν οὐρανίων,
ἀλλὰ καὶ τοὺς φροντίζοντας τὰ τοιαῦτα μωραίνοντας ἀπεδείκνυε.
(Jen. Mem. Ι 1.11)
89 Cf. Pl. Ap. 25c, 28d, Crt. 44c, 48a, Ión 536c, Eutr. 3c, Lis. 223a, Smp. 194c; Jen.
Mem. Ι 1.12, ΙΙ 1.34, ΙΙ 4.5, ΙΙ 6.4, ΙΙΙ 7.7, ΙΙΙ 11.10, ΙΙΙ 11.12.
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91 “Which is the specific object upon which Socrates concentrates his interests
and meditates in these cases? There can be no doubt that, in the course of
these musings, he collects within himself, and turns his thought towards him-
self and not towards the outside” (Napolitano Valditara 2011:175; la cursiva
pertenece al original).
92 Festugière considera que en estos versos el coro de nubes le estaría dando a
Strepsíades una serie de consejos sobre la meditación, los cuales –en conso-
nancia con lo que se dice en los versos 694-695, 740-745 y 761-763– serían
“un eco de la voz de Sócrates” como maestro de la ejercitación espiritual (cf.
1967:70-73).
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92 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
{Στ.} τί δρῶ;
{Σω.} ἐκφρόντισόν τι τῶν σεαυτοῦ πραγμάτων. (Ar. Nu. vv.
694-695)
93 En el verso 75 de Nubes (nŷn oûn hólen tèn nýkta phrontízon hodoû), Strepsíades
está tendido en la cama phrontízon; según Kleve, se trata de una burla al hábi-
to socrático del phrontízein ti testimoniado en Simposio 220c (cf. 1986:10). Sin
embargo, nótese que Strepsíades está phrontízon hodoû (es decir,
‘(pre)ocupándose de una salida’) y no phrontízon hodón (‘meditando una sali-
da’). Por lo tanto, no habría aquí una parodia del phrontízein ti sino de una
práctica afín al epimeleîsthai tês psykhês.
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Sócrates y la práctica de la espiritualidad • 93
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94 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
94 Kahn (1996) propone al respecto una sugerente tesis. Según el gran especia-
lista en filosofía antigua, los diálogos tempranos de Platón funcionarían a
modo de una deliberada propedeútica filosófica de las posiciones que se
habrán de desarrollar en los diálogos de madurez, que tendrían en República
su centro ordenador. Además, apoyándose en la evidencia estilística, sostie-
ne que Simposio y Fedón podrían haber sido escritos para la misma época en
que fueron compuestos Apología (que en rigor no es un diálogo, sino “una
serie de discursos forenses”) y Critón, por lo que prefiere reubicarlos crono-
lógicamente en el grupo de los diálogos tempranos o ‘socráticos’.
95 Sobre el carácter átopos (‘desconcertante’) como rasgo notable de la persona-
lidad y el comportamiento de Sócrates, cf. Pl. Alc. I 106a, Gorg. 494d, Smp.
175a, 215a, 221d, Teet. 149a, Jen. Mem. IV 4, 5, 8, 11, Smp. IV 19, V 5.
96 El hábito de Sócrates de concentrarse en sí mismo también está testimonia-
do en Ar. Nu. 634.
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τὸν οὖν Σωκράτη ἑαυτῷ πως προσέχοντα τὸν νοῦν κατὰ τὴν
ὁδὸν πορεύεσθαι ὑπολειπόμενον. (Pl. Smp. 174d)
ἀλλ’ ἐᾶτε αὐτόν. ἔθος γάρ τι τοῦτ’ ἔχει· ἐνίοτε ἀποστὰς ὅποι ἂν
τύχῃ ἕστηκεν. ἥξει δ’ αὐτίκα, ὡς ἐγὼ οἶμαι. μὴ οὖν κινεῖτε, ἀλλ’
ἐᾶτε. (Pl. Smp. 175b)
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96 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
97 En Nubes (v. 415), el coro dice que Sócrates soporta estar hestós, “en pie, para-
do”; hestós es el participio de hésteke, el mismo verbo usado en estos pasajes
de Simposio. Taylor piensa que en la compleja personalidad de Sócrates
habría, entre otros, rasgos de “un santo de tipo órfico y un iluminado, un
vidente de visiones y sujeto de raptos” (1917:107).
98 Según Taylor, esta “conducta singular” de Sócrates les habría resultado
extraña a los jonios, practicantes de una ciencia secular (cf. 1917:87).
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98 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
Δεῦρ’ […], Σώκρατες, παρ’ ἐμὲ κατάκεισο, ἵνα καὶ τοῦ σοφοῦ
ἁπτόμενός σου ἀπολαύσω, ὅ σοι προσέστη ἐν τοῖς προθύροις. (Pl.
Smp. 175c)
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100 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
104 Una primera versión de esta sección fue publicada en Gutiérrez (2017).
105 Así, encerrado en una comunidad de pensadores (el phrontistérion) y sin
demasiado contacto con el mundo exterior, lo representa Aristófanes a lo
largo de Nubes (cf. vv. 94-104, 181-184, 632, 1144), pero este retrato obedece
más a la búsqueda de un efecto cómico-crítico que a la realidad de los
hechos. Jenofonte, en cambio, presenta un Sócrates más mundano y en per-
manente contacto con todos los estratos de la sociedad ateniense: “Sin
embargo, él siempre estaba en público. Al amanecer iba a las paseos y a los
gimnasios y, estando repleta el ágora, allí se presentaba, y el resto del día
siempre estaba donde fuera a encontrarse con más gente” (Ἀλλὰ μὴν ἐκεῖνός
γε ἀεὶ μὲν ἦν ἐν τῷ φανερῷ· πρῴ τε γὰρ εἰς τοὺς περιπάτους καὶ τὰ γυμνάσια ᾔει καὶ
πληθούσης ἀγορᾶς ἐκεῖ φανερὸς ἦν, καὶ τὸ λοιπὸν ἀεὶ τῆς ἡμέρας ἦν ὅπου
πλείστοις μέλλοι συνέσεσθαι, Jen. Mem. I. 1, 10).
106 Sería desproporcionado referir aquí todos aquellos pasajes en los que se pre-
senta a Sócrates iniciando o desarrollando alguna conversación. Valga, a
modo ilustrativo, el siguiente: “Ustedes me han escuchado muchas veces
hablar en muchos lugares” (ὑμεῖς ἐμοῦ πολλάκις ἀκηκόατε πολλαχοῦ λέγοντος,
Pl. Ap. 31c).
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Τὸν τοῦ εἰδότος λόγον λέγεις ζῶντα καὶ ἔμψυχον. (Pl. Fdr.
276a)
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113 Des Places (1938), en un trabajo seminal, muestra de qué manera Sócrates
ejercía como consejero o director de conciencia. Por su parte, Hadot señala
que “Sócrates puede ser considerado el tipo mismo del director espiritual,
quien, por medio de sus discursos y de su manera de ser, provoca una mella-
dura o un choque en el alma de aquel a quien se dirige y lo obliga de esa
manera a volver a poner en tela de juicio su propia vida” (1998:233). Según
Taylor (1917:98), Sócrates habría atravesado tres etapas en la búsqueda del
saber: en primer lugar, como estudiante, después como discutidor de las
doctrinas de los “sabios”, y finalmente como consejero (sobre todo de los
jóvenes).
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108 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
Lo que decías […] me parece que está muy bien dicho […] de
todos cuantos se ocupan de los asuntos de la pólis, que […]
dejan de lado lo concerniente a sus hijos y los otros asuntos,
los privados, y se dispersan descuidadamente. […] pero que
nos convoques a nosotros como consejeros […], y no a este,
a Sócrates, me asombra, […] puesto que […] pasa sus ratos de
tiempo donde hay algo de aquello que vos buscás acerca de
los jóvenes: sea una bella enseñanza, sea una bella práctica.
Lisímaco. –¿Pues este Sócrates se ha ocupado del cuidado de
alguno de estos asuntos?
ὅ γε ἔλεγεν […] πάνυ μοι δοκεῖ εὖ εἰρῆσθαι […] εἰς ἅπαντας ὅσοι
τὰ τῶν πόλεων πράττουσιν, ὅτι […] περὶ παῖδας καὶ περὶ τἆλλα, τὰ
ἴδια ὀλιγωρεῖσθαί τε καὶ ἀμελῶς διατίθεσθαι. […] ὅτι δ’ ἡμᾶς μὲν
συμβούλους παρακαλεῖς […], Σωκράτη δὲ τόνδε οὐ παρακαλεῖς,
θαυμάζω, […] ἔπειτα […] τὰς διατριβὰς ποιούμενον ὅπου τί ἐστι
τῶν τοιούτων ὧν σὺ ζητεῖς περὶ τοὺς νέους ἢ μάθημα ἢ ἐπιτήδευμα
καλόν. {ΛΥ.} […] Σωκράτης γὰρ ὅδε τινὸς τῶν τοιούτων ἐπιμέλειαν
πεποίηται; (Pl. Lq. 180b-c)
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110 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
119 Esta actitud probatoria de Sócrates también aparece mencionada en Pl. Lq.
188b. Des Places afirma que ya en el siglo V a.C. “et probablement grâce à
Socrate lui-même il existait un vocabulaire de la direction de conscience”
(1938:396). De hecho, Platón parece hacerse eco del vocabulario socrático,
pues en su obra se registran las expresiones peîran lambánein (cf. Pl. Prot.
342a, 348a, Gorg. 448a, Leg. I, 649d, 649e), básanon lambánein (cf. Pl. Leg. I,
648b, 650a) y élenkhon labeîn (cf. Pl. Cart. VII 340b), pertenecientes todas al
ámbito de la dirección espiritual y significando lo mismo que la expresión
socrática: ‘poner a prueba’ las disposiciones del aprendiz. El mismo Des Pla-
ces apunta que habría “devenu, à la fin de sa vie, directeur et conseiller come
son maître” (1938:397).
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cia, 404 a.C.: tiranía de los Treinta; cf. Bowra 1974). Finalmente, en 403
a.C. los demócratas liderados por Trasíbulo derrocan la sanguinaria tiranía
de los Treinta y decretan la amnistía de los adversarios. Sin embargo, al
poco tiempo las sospechas y la búsqueda desesperada de responsables a
quienes atribuir la culpa de las desgracias sufridas acrecientan el odio y la
desconfianza general, lo que termina diluyendo la posibilidad de propiciar
un verdadero resurgimiento político y moral de Atenas.
123 En el mundo griego, el término pharmakós (‘víctima preventiva, expiatoria’)
se aplicaba exclusivamente al hombre o a la mujer que la ciudad había expul-
sado o sacrificado para evitar o remediar los males que la aquejaran. El phar-
makós era azotado con ramas de higuera (krádai) y, finalmente, quemado en
una pira levantada a partir de ellas, si es que no era apedreado o expulsado.
Las víctimas del ritual eran escogidas de entre las personas más marginales
de la comunidad (criminales, esclavos, personas peligrosas, extranjeros,
pobres). Si bien en el mito y en el folclore popular la víctima podía ser un rey
o una reina, en la realidad histórica de una comunidad el pharmakós era uno
de los miembros menos valiosos de la misma, quien, sin embargo, represen-
taba a los más importantes. El rito del “chivo expiatorio” se llevaba a cabo en
el mes de Targelión (mayo-junio), durante la celebración de las fiestas Targe-
lias. Para un tratamiento detallado de esta cuestión, véase Bremmer (1983).
124 El caso de Alcibíades debió de ser muy frustrante para todos aquellos que
siguieron el modo de vida predicado por Sócrates. Más aún si se tiene en
cuenta que la ejercitación espiritual intentaba paliar los efectos corruptores
de la esfera pública sobre los jóvenes destinados a ejercer el poder. Así, y a
diferencia de lo que sostenían los acusadores de Sócrates, era la falta de un
guía espiritual (epimeletés) la verdadera causa por la que se arruinaría la vida
de estos jóvenes. En Apología de Jenofonte es referido el siguiente hecho:
“‘Una vez tuve un breve contacto con el hijo de Ánito y me pareció que no
era de espíritu débil. Por lo que afirmo que él no permanecerá en el modo de
vida servil que su padre le tiene preparado. Pero, a causa de no tener un guía
espiritual comprometido, caerá en alguna pasión vergonzosa y de verdad
que progresará en indecencia’. Al decir esto no se equivocó, sino que el
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125 Una vez derrocado el régimen de los Treinta Tiranos y restaurada la demo-
cracia en 403 a.C., Atenas ya está debilitada por la feroz lucha que venían
sosteniendo oligarcas y demócratas en la disputa del poder. La intolerancia
y los partidismos habían ido viciando poco a poco las instituciones instaura-
das por un pueblo ahora desgastado por los reveses y las consecuencias eco-
nómicas de la larga guerra contra Esparta (desde el 431 hasta el 404 a.C. se
extiende la segunda guerra del Peloponeso; este conflicto entre Atenas y
Esparta tiene su antecedente en el enfrentamiento que habían mantenido
ambos Estados desde 460 hasta 445 a.C., momento en que se establece la
‘Paz de los Treinta Años’; cf. Bowra 1974). Atrás quedaba la grandeza y el
poderío de una pólis que había combatido y derrotado al invasor extranjero,
llegando a ser la cabeza de las ciudades marítimas. A partir de aquí, Atenas es
una pólis “vencida, golpeada, arruinada” (cf. Mossé 1996:11-38).
126 Mondolfo estima que Sócrates “es un despertador de conciencias e inteli-
gencias, no un proveedor de conocimientos” (1996:28); despertar que con-
siste en “la elevación a un nivel del ser que sólo puede conseguirse mediante
la relación de un individuo con otro” (Hadot 2006:100). Según Rancière,
Sócrates representa todo lo contrario: un embrutecedor que bajo el manto
de emancipador esconde una peligrosa pasión desigualitaria (2003:47).
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127 A partir del 404 a.C., año de la rendición de Atenas, el malestar social no deja
de acrecentarse (cf. Finley 1975:85-87). Atenas es sometida y empobrecida
no sólo como consecuencia de los reveses bélicos, sino también a causa de
las dudosas y negligentes decisiones de los líderes democráticos que habían
conducido la guerra contra Esparta (Alcibíades, Nicias, Demóstenes). Hecho
sintomático de la confusión y del temor que se había apoderado de la socie-
dad es el ensañamiento y la desesperación política que se manifiesta en la
condena a muerte de Sócrates, incidente de signo aciago que pondrá en
cuestión la futura viabilidad del proyecto democrático; proyecto que había
sido, quizás, la mayor conquista de la poderosa Atenas de Pericles.
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Reflexiones finales
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126 • Sócrates y la práctica de la espiritualidad
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Referencias bibliográficas
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(b) Instrumen
nstrumentta SStudiorum
tudiorum
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(c) Específica
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