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Un sistema del todo semejante se aplica a los actos que se refieren a la cólera,
porque los mismos razonamientos que valen respecto del deseo, valen igualmente
respecto a la cólera, y presentan la misma dificultad, puesto que se puede ser templado e
intemperante en punto a la cólera.
La última de las especies que hemos distinguido entre los apetitos es la voluntad, y
nos falta indagar si es libre. Los hombres desarreglados y los intemperantes quieren
hasta cierto punto los actos culpables a que se precipitan, y puede decirse por lo tanto
que tales hombres hacen el mal queriéndolo. Pero, se objetará aún: nadie hace
voluntariamente el mal sabiendo que es mal; es así que el intemperante, que sabe bien
que lo que hace es malo, no obra con voluntad, luego no es libre y la voluntad tampoco
lo es. Con este precioso razonamiento se [28] suprimen radicalmente el desorden y el
hombre desordenado. Si el intemperante no es libre, no es reprensible; pero el
intemperante es reprensible, luego obra voluntariamente, luego la voluntad es libre. Por
lo demás como en todo esto aparecen razonamientos contradictorios, será bueno
explicar con mayor claridad qué es el acto voluntario y libre.