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Carl Jung

1875-1 961

Dr. C. George Boeree

Traducción al cast ellano: Dr. Rafael G autier

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Freud dijo que la meta de la t erapia era hacer conscien te lo


inconsc iente. Verdadera mente, hizo de este postu lado el núc leo d e
su trabajo como t eórico. Y además, def in ió a l inco nscient e com o
algo muy disp lacent ero. Para ilu strar esto, cons ideremos lo
siguient e: es un cald ero de d eseos establec idos; un pozo s in fo ndo
de anhelos inc estuosos y perv ersos; un lec ho de exp eriencia s
aterradoras que aún pueden surgir a la conscienc ia. Francament e,
¡esto no suena como a lgo que qu iera que acceda a mi cons cienc ia!.

Carl Jung, joven colega de Freud, s e dedicó a la exploració n del


“espacio interno” a través de todo su trabajo. Se lanzó a la tarea
equipado con los anteceden tes de la t eoría freud iana, por
supuesto, y con un conoc imiento aparentement e inagotable sobre
mitolog ía, religión y filosof ía. Pero era especia lment e ducho en e l
simbolismo de tradic iones míst icas complejas tales como
gnostic ismo, alqu imia, cábala y tradicion es s imilares en el
hindu ismo y el budismo. Si hay una persona que tenga un sent ido
del inconsc ien te y su s hábitos como capaz de expresarse solo de
forma simbólica, éste es Carl Jung.

Además, tuvo la capacidad de un soñar muy lúc ido e ilu sion es


ocasionales. En otoño del 19 13 tuvo la v is ión d e u na “ inundac ión
monstruosa” que hundía cas i toda Europa cuyas aguas llegaban
hasta las faldas d e las mon tañas de su nativa Su iza. Vio mile s de
personas ahogándose y la ciudad temblando. Luego, las aguas se
tornaban en sangre. En las s igu ientes semanas a la v is ión,
surgieron s ueños de inv iernos eter nos y ríos de sangre. Estaba
asustado de que se est uv ies e volvien do psicótico.

Pero el u no de agosto de ese añ o, empezó la Primera Guerra


Mundial. Jung creyó que de a lguna manera exis tía una con ex ió n
entre él como individuo y la human idad en genera l que no podía
explicarse. Desde es te momento hasta 192 8, s e fu e m et iendo en
un proceso doloroso de a uto-exp loración qu e formaría la base de
su futura t eoría.
Cuidadosamente empezó a anotar su s sueños, fantasías y vis ion es,
y los dibujó, p intó y esc ulp ió. Halló que sus exper ienc ias t endían a
tomar formas humanas, empezando por un anciano sabio y su
acompañante, una niña pequeña. E l anciano sab io evoluc ionó, a
través de varios su eños, hasta u na especie de gurú esp iritual. La
niña p equeña se conv irtió en “anima”, el a lma f emen ina, qu e s erv ía
como medio de comun icación (m edium) en tre el hombre y lo s
aspectos más profundos de su incons cien te.

Un duende marrón cuero apareció c omo celador de la entrada a l


inconsc iente. Era “ la sombra”, una compañía primitiva del Yo d e
Jung. Jung soñó qu e tanto él como el duende, habían ases inado a
la preciosa niña rubia, a la que llamó Siegfred. Para éste, est a
escena representaba una precaución con respecto a los peligros del
trabajo dirigido solo a obten er la gloria y el hero ísmo qu e
prontamente causaría un gran dolor sobre toda Europa (¡así como
también un aviso acerca de l os pelig ros de algunas de s us propias
tendenc ias respec to de la empresa heroica de Sigmund Freud!).

Jung soñó también mucho con cu estio nes relacio nadas con la
muerte; con el terr itorio d e los mu ertos y el r enacim ien to de los
mismos. Para él, esto represe n taba el inconsc ient e m ismo; no
aquel “pequeño” inconsc ient e del que Freud h izo tan grande, sin o
un nuevo inco nscient e co lect ivo de la humanidad. Un inconsc ien t e
que podía cont ener todas las mu ertes, no solo nu estros fantasmas
personales. Jung empezó a con siderar que los en fermos mentales
estaban poseídos por estos fantas mas, en u na época donde s e
supone que nadie creía en ellos. Con el so lo h echo de “recapturar ”
nuestras mito logías, entend eríamos estos fantasmas, nos
sent iríamos cómodos con la muerte y así superar n uestra s
patologías menta les.

Los críticos han suger ido que J ung estaba simplement e enferm o
cuando todo esto ocurrió. Pero Jung creía que si qu eremos
entend er la ju ngla, no nos po demos cont entar con so lo
desplazarnos por sus alrededores. Debemos entrar en ella, no
importa cuán extraña o at erradora pueda verse.

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Biografía
Carl Gustav Jung nació el 26 d e j ulio de 1 875 en u na pequeña
localidad de Suiza llamada Ke ssew il. Su padre, Paul J ung, fue u n
clér igo rural y su madre fu e Em ilie Preiswerk Jung. E l n iño Car l
creció rodeado de una familia muy educada y extensa que inc lu ía a
unos cuantos c lér igos y a lgunos excéntricos también.
El padre in ic ió a Carl en el lat ín a la edad de 6 años, lo que desde
el princ ipio aceptó con gran in terés, en especia l por el lenguaje y
la lit eratura antigua. Además de leer la mayoría de las lenguas
modernas del occident e euro peo, Jung también leía
alternat ivament e varias o tras lengu as an tiguas como el sánscrito
(el lenguaje or igina l de los libros sagrados hindúes).

Carl era más bien un c hico solitar io en su adolescencia, no le


importaba mucho el coleg io y no so portaba la competic ión. Acud ió
a un co leg io int erno en Basel, Su iza, donde se en contró
frontalment e con los celos de sus co mpañeros. Empezó a ut ilizar la
enfermedad como excusa, desarrollando una tendenc ia
avergonzante a desmayarse cuando estaba somet ido a una gran
presión.

Aunque su pr imera elecc ión de ca rrera fue la arqueo logía , s e


decidió por la med icina en la Un iver sidad de Basel. Allí conoció al
famoso neuró logo Kraft-Eb ing, y llegó a trabajar para él. Bajo s u
inf lu enc ia, estud ió psiqu iatría.

Poco después de su lic enc iatura, se estab lec ió en el Hospita l


Mental de Burghoelt z li en Zurich baj o la tut ela de Eugen e Bleuler,
padre y conocedor más importante de la esqu izofren ia. En 19 03, se
casa con Emma Rauschenbach. En aquel t iempo, también ded icó
parte de su t iempo a dar clases en la Un ivers idad de Zurich y
mantenía una co nsulta privada. Fue aquí donde inventó la
asociación d e palabras.

Siendo un gran admirador de Freud, por fin le conoc ió en Viena en


1907. Dice la his toria que después de conoc erle, Fr eud canceló
todas sus citas del d ía, para continuar una conversación qu e
dura ría 13 horas cont in uas. ¡Tal fu e el impacto d e este encuen tro
entre estas dos mentes pr iv ilegiadas!. Eventualment e, Freu d
consideró a Jung como el prínc ipe d e la corona del ps icoanális is y
su mano derecha.

Pero Jung nunca se apoyó en su totalidad a la te or ía freudiana. Su


relació n empezó a en friarse en 190 9 , durante un viaje a Am érica.
En es te v iaje, ambos se en tretenía n analizándose los sueños de
cada uno (aparentement e de manera más desen fadada que seria) ,
cuando en un momento det erminado Freud demostró una exces iva
resist enc ia a los esfu erzos de anális is de Jung. Finalmen te, Freud
le d ijo que deb ían parar, ya que él s e sent ía con t emor a perder su
autoridad. Evident emen te, Jung se s intió insu ltado.

La Primera Guerra Mundial fu e un periodo especia lment e doloros o


de auto-exámen para Jung. Sin emb argo, era solo el princ ipio d e
una de las teor ías de la persona lidad más interesant es que e l
mundo haya visto.

Después de la guerra, Jung viajó mucho; desde tribus de Africa


hasta poblaciones de Amér ica y la In dia. Se j ubiló en 1 946 ,
retrayéndose de la v ida pública a pa rtir de est e momen to hasta la
muerte de s u esposa en 19 55. Mur ió el 6 de jun io d e 19 61 en
Zurich.

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Teoría

La teoría de Jung div ide la psique en tres partes. La primera es el


Yo, el cua l se ident if ica co n la mente consc iente. Relac ionado
cercanamente s e encuentra el incon scien te p ersonal, qu e inc luy e
cualquier cosa que no esté pres ent e en la consc ien cia, pero que n o
está exenta de estar lo. El inconsc ien te persona l s ería como lo qu e
las personas ent ienden por inconsc iente en tanto inc luy e ambas
memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra
consciencia y aqu ellos recu erdos que han sido reprim idos por
cualquier razón. La diferenc ia estr iba en qu e no co nt ien e a los
inst intos, como Freud inc lu ía.

Después de d escrib ir el incons cien te personal, Jung añade una


parte al psiqu ismo que hará que su teoría destaqu e de las demás:
el in consc ient e co lec tivo. Podríamos lla marle s enc illament e n uestra
“herenc ia psíqu ica”. Es el r eservorio de nu estra exp erienc ia como
especie; un t ipo de conocim ien to con el que todos nacemos y
compartimos. Aún así, nunca somo s plenament e consc ientes d e
ello. A partir de él, se es tablec e una in f luenc ia sobre todas
nuestras exper ienc ias y comport amientos, espec ialm ente los
emociona les; pero so lo le conocemo s indirec tamente, v iendo es tas
inf lu enc ias.

Exist en c iertas exp eriencias que demuestran los efectos de l


inconsc iente co lect ivo más c laramente que otras. La exper iencia d e
amor a primera vista, el deja vu ( el sent im iento de haber estado
anteriorment e en la m isma s itu ación) y el reconoc imient o
inmed iato de c iertos s ímbolos y s ig nif icados de a lgunos m itos, s e
pueden cons iderar como una conj unción s úbita de la rea lidad
externa e int erna del inconsc ien te colect ivo. Otros ejemplos qu e
ilustran co n más amplitud la inf luen cia del inconsc ien te colect ivo
son las exper ienc ias creat ivas co mpartidas por los artistas y
músicos del mundo en todos los tiempos, o las experienc ias
espirituales de la míst ica d e todas la s relig iones, o los paralelos de
los su eños, fantas ías, mito log ías, cuentos de hadas y la literatura.

Un ejemplo int eresante qu e act ualment e se d iscut e es la


experienc ia cercana a la muerte. Parec e ser que muchas personas
de dif erent es partes del mu ndo y con diferen tes ant eced entes
cultura les viv en s ituac iones mu y similares cuando han s ido
“rescatados” de la muerte c lín ica. Hablan de que s ien ten qu e
abandonan su cuerpo, viendo sus cuerpos y los eve ntos que le
rodean claramente; de que sient en como una “fuerza” les atrae
hacia un tún el largo que desemboca en una lu z brillante; de v er a
familiares fa llec idos o f iguras relig io sas esperándoles y una c ierta
frustración por ten er que abandonar esta feliz esc ena y volv er a
sus cuerpos. Quizás todos estamos “programados” para viv ir la
experienc ia de la muert e de esta ma nera.

Arquet ipos

Los conten idos del inconsc ien te colect ivo so n lo s llamados


arquetipos. Jung también les llamó dominantes, imagos, imágen es
primordiales o m ito lógicas y otro s nombres, pero el t érmin o
arquetipo es el más co nocido. Ser ía una t endenc ia innata (no
aprendida) a experimentar las cosas de una det erminada manera.

El arquet ipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un


“princip io organizador ” sobre las c osas que vemos o hacemos.
Func iona de la misma manera que los inst intos en la teoría
freudiana. Al princ ipio, el bebé so lo quier e algo de com er, sin saber
lo que quiere. Es dec ir, presenta un anhelo indefinido que, n o
obstante, puede ser satis fecho por algunas cosas y no por otras.
Más tarde, con la exper ienc ia, el b ebé empieza a anh elar cosas
más concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una
langosta a la brasa, un pedazo de p iz za est ilo Nu eva York).

El arquetip o es como un agujero n egro en el espacio. So lo sabemos


que está ah í por cómo atrae mater ia y lu z hac ia sí mismo.

El arquet ipo materno

Este arquet ipo es part icularment e út il como ejemplo. Todos


nuestros ancestros tuv ieron madres. Hemos evoluc ionados en u n
ambiente que ha inc luido una madre o un sustitu to de ella. Nun ca
hubiéramos sobrev iv ido sin la conexión con una persona cuidadora
en n uestros t iempos de infant es ind efensos. Está claro qu e somos
“construidos” de forma que ref leja nuestro ambient e evo lut ivo:
venimos a est e mundo listos para desear una madre, la buscamos,
la reconoc emos y lidiamos con ella.

Así, el arquetipo de madre es una habilidad propia constit uida


evolut ivamente y dir igida a reconoc er una cierta relació n, la de la
“maternalidad”. Ju ng establece esto como algo abstracto, y todo s
nosotros proyectamos el arquet ipo a la gen eralidad del mundo y a
personas particulares, usualmente nuestras propias madres.
Incluso cuando un arquetipo no encuen tra una persona rea l
disponib le, tend emos a pers onificarlo; esto es, lo convert imos en
un personaje mitológ ico “de cuen tos de hadas”, por ejemplo. Est e
personaje simboliza el arquet ipo.

Este arquet ipo está s imbolizado por la madre primordial o “madre


tierra” de la m ito logía; por Eva y María en las tra dic ion es
occidenta les y por s ímbolos menos p ersonalizados como la ig les ia,
la nación, un bosque o el oc éano. De acuerdo con Jung, a lguien a
quien su madre no ha satisf echo las demandas del arquetipo, s e
convertiría p erfectamen te en una per sona que lo busca a través de
la ig les ia o iden tificándos e con la “t ierra madre”, o en la
meditació n sobre la figura de María o en una vida dedicada a la
mar.

Maná

Debemos saber que es tos arquet ipos no son rea lment e cosas
biológ icas, como los inst intos de Freud. Son d e mandas más
puntuales. Por ejemplo, si uno s ueñ o con cosas alargadas, Freud
sugeriría que és tas repres entarían el fa lo y en consec uenc ia el
sexo. J ung propondría una interpret ación mu y d ist inta. Inc luso, e l
soñar con el pene no n ecesariamente imp lica una in satis facción
sexual.

Es llamativo que en sociedades primit ivas, los s ímbolos fá licos


usualment e no s e ref ieran en absoluto al sexo. Usualm ente
simbolizan el maná, o poder espir it ual. Esto s ímbolos se exh iben
cuando es nec esario implorar a los espíritus p ara lograr un mejor
cosecha del maíz, o aumen tar la p es ca o para ayudar a alguien. La
relació n en tre el pene y la fuerza, entre el sémen y la sem illa,
entre la fert ilidad y la fert ilizac ión s on parte de la mayoría de las
culturas.

La sombra

Por supuesto que en la teor ía junguiana también hay espacio para


el sexo y los inst intos. Éstos forman parte de u n arquet ipo llamado
la sombra. Der iva de un pasado pre -humano y an imal, cuand o
nuestras preocupacio nes s e limit aban a sobreviv ir y a la
reproducción, y cu ando no éramos conscientes de noso tros como
sujetos.

Sería el “lado osc uro” del Yo (del s í mismo. N.T.) y n uestra parte
negativa o diabólica también s e en cuentra en este espacio. Esto
supone que la sombra es amoral; ni buena n i mala, como en lo s
animales. Un an imal es capaz d e cu idar calurosamente d e su prole,
al tiempo que puede ser un as es ino implacable para obtener
comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplement e hace lo
que hace. Es “ inocente”. Pero desde nuestra perspect iva humana,
el mundo an imal nos parece brut al, inh umano; por lo que la
sombra se vuelve algo relacio nado con un “basurero” d e aquella s
partes de nosotros que no quer emos admitir.

Los símbolos de la sombra inc luyen la serpient e (como en el Jardín


del Edén), el dragón, los monst ruos y demonios. Usualmen t e
guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que
representarían el inconsc ien te colectivo. La sigu ien te v ez qu e
sueñen que se es tán peleando co n un luchador fort ís imo, pu ede
que simp lemen te ¡se est é peleando c on usted m ismo!.

La persona

La persona representa nuestra imagen pública. La palabra,


obviamente, está r elac ionada con el t érmino p ersona y
personalidad y provien e del lat ín que s ignifica máscara. Por tanto,
la persona es la máscara que nos ponemos antes de sa l ir al mundo
externo. Au nque s e in ic ia siendo un arquetipo, con el t iempo
vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más
distantes del inconsc ien te co lect ivo.

En su mejor pres entac ión, cons titu ye la “bu ena impresión ” qu e


todos queremos brindar al sat isfacer los ro les que la soc iedad nos
exig e. Pero, en su peor cara, puede conf undirse incluso por
nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algu nas veces
llegamos a creer que realmente somos lo qu e pret endemos ser.

Anima y animus

Una parte de la persona es el pap el mascu lino o femenino qu e


debemos in terpretar. Para la mayoría de los teór icos, este papel
está determ inado por el gén ero f ísico. Pero, al igual qu e Freud ,
Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos
bisexua les por natura leza. Cundo empezamos nuestra vida como
fetos, pos eemos órganos sex uales indif erenc iados y es so lo
gradualmente, bajo la inf lu enc ia ho rmonal, cuando nos volv emos
machos y h embras. De la m isma manera, cuando empezamos
nuestra v ida social como inf an tes, no somos masculinos o
femen inos en el sent ido soc ial. Casi de inm ediato (tan pronto com o
nos pongan esas botitas azu les o ros as), nos desarrollamos bajo la
inf lu enc ia socia l, la cua l gradualmen te nos convierte en hombres y
mujeres.

En todas las cu lturas, las expec t ativas que recaen sobre los
hombres y las mujeres dif ier en. Es tas están basadas casi en s u
totalidad sobre nuestros diferen tes p apeles en la reproducción y en
otros detalles que son casi exclusivamen te tradicio nales. E n
nuestra soc iedad a ctual, todav ía ret enemos muchos remanent es d e
estas expectat ivas tradicio nales. Todavía esperamos qu e las
mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres
sean fuertes y que ignoren los aspectos emoc ionales de la v ida.
Pero Jung creía que esta s expectat ivas significaban que so lo h emos
desarrollado la m itad de nu estro potencial.

El an ima es el aspecto f emen ino presente en el inconsc iente


colect ivo de los hombres y el an imus es el aspecto masculino
presente en el inconsc ient e co lec tiv o de la mu jer. Unidos s e les
conoce como syzygy. El anima puede estar r epresentada
(personif icada) como una joven chic a, muy espontánea e intu it iva,
o como una bruja, o como la madre tierra. Usualment e se asoc ia
con una emocio nalidad profunda y con la fu erza de la v ida misma.
El an imus puede person if icarse como un viejo sabio, u n guerrero, o
usualment e como u n grupo de ho mbres, y tiende a s er lógic o,
muchas veces rac ionalista e inc luso a rgumentativo.

El an ima y el an imus son los arquet ipos a través de los cuales no s


comunicamos con el inconsc iente colect ivo en gen eral y es
importante llegar a contactar con él. Es también el arquetip o
responsable de nu estra v ida amorosa: como sugier e un mito
griego, estamos s iempre buscando nuestra otra mitad; esa otra
mitad que los Dios es nos quitaron, en los m iembros del sexo
opuesto. Cuando nos enamoramos a primera vista, nos hemo s
topado con algo que ha llenado nues tro arquetipo anima o animus
particularment e bien.

Otros arquetipos

Jung decía qu e no ex ist ía un n ú mero fijo d e arquet ipos que


pudiésemos listar o memorizar. Se superponen y se combinan entr e
ellos s egún la n eces idad y su lógica no responde a los estándares
lógicos que entendemos. Jung, s in embargo, definió a lgunos otros:
Además de la madre, ex ist en otros arquetip os familiares.
Obviament e, ex ist e un padre que con frecuenc ia está s imbolizado
por una guía o una f igura de autor idad. Exis te también el arquet ipo
de familia que repres enta la idea d e la hermandad de sangre, as í
como unos lazos más profundos que aquellos b asados en razones
conscientes.

También ten emos el de n iñ o, representado en la mito log ía y en e l


arte por los n iños, en particu lar los infant es, así como por otras
pequeñas cr iaturas. La celebración del n iño Jesús en las Navidades
es una manif estació n del arquet ipo niño y r epresenta el futuro, la
evoluc ión, el renac imiento y la salvac ión. Curiosamente, la Navidad
acontece durante el so lst ic io de in viern o, el cua l repres enta el
futuro y el renac imiento en las cu ltu ras primitivas nórdicas. Estas
personas enc ienden hogueras y rea lizan ceremon ias alrededor del
fuego implorando la vu elta del sol. El arquetipo n iño también con
frecuenc ia s e m ezcla con otros, for mando el niño -dios o el n iño -
héroe.

Muchos arquetipos son caracteres de ley endas. El héroe es uno d e


los princ ipales. Está representado por la personalidad mana y es el
luchador de los dragones malvados. Básicamente, representa al Yo
(tendemos a iden tificarnos con los héroes de las h istor ias) y cas i
siempre está envu elto en batallas c ontra la sombra, en f orma d e
dragones y o tros monstruos. No ob stante, el h éroe es ton to. Es,
después d e todo, un ignorante de las formas del inconsc ien t e
colect ivo. Luke Skywalker, de La Guerra de las Galax ias, ser ía e l
ejemplo p erfecto.

Al héroe usualmente se le encarga la tarea de rescatar a la


doncella, la cual representa la pureza, inocenc ia y en todas por
igual, la candidez. En la prim era parte d e la his toria de la Guerra
de las Ga laxias, la princ esa Leia es la doncella. Pero, a med ida qu e
la h istor ia avanza, ella s e vue lve an ima, descubriendo el poder de
la fu erza (el inconsc ient e co lect ivo) y s e v uelve un compañero
igual qu e Luke, qu ien resu lta s er su hermano.

El h éroe es gu iado por un viejo hombre sabio, una forma de


animus que le revela al prim ero la naturaleza del inconsc iente
colect ivo. En la Guerra de las Galaxias, es te v iejo es Obi Wan
Kenobi, y lu ego Yoda. Obsérvese qu e ambos enseñan a Luke todo
sobre la fuerza, y cuando Luke madura, mueren, volviéndose part e
de él.

Quizás se estén preguntando por el a rquetipo d e “padre oscuro” de


Darth Vader. Es la sombra y el maestro del lado oscuro de la
fuerza. También resu lta ser el pa dre de Leia y Luke. Cuando
muere, se conv ierte en u no de los viejos hombres sabios.
Este es también un arquet ipo anim al y represen ta las r elac ion es
humanas con el mundo an imal. U n buen ej emplo s ería el d el
caballo f iel del héroe. Las serpientes también son frecu ent es
arquetipos animales y creemos qu e son particu larment e lis tas.
Después d e todo, los animales están más cercanos a sus
naturalezas que nosotros. Qu izás, los pequeños robots y la siempr e
disponib le nave espacia l (el Halcó n) sean símbo los de an imales.

Y lu ego es tá el ilusio nis ta, usualmen te repres entado por un payaso


o un mago. El papel de és te es el de hacer las cosas más d if íc ile s
al héroe y crearle problemas. En la mitolog ía escand inava, muchas
de las aventuras de los dios es s e originaban en algún truco
demostrado a sus majestades por el medio -Dios Lok i.

Exist en otros arquet ipos que son un poco más complicados de


mencionar. Uno es el hombre orig inal, representado en las cu lt uras
occidenta les por Adán. Otro es el arquet ipo Dios, el cua l
representa nu estra n eces idad de co mprender el Univ erso; que no s
provee de s ignificado a todo lo qu e ocurre y que todo t iene un
propósito y dir ecc ió n.

El hermafrodita, tanto hombre como mujer, es una de las ideas


más importantes de la teor ía jungu iana y representa la un ión d e
los opu estos. En algunos cuadros relig iosos, Jes ucristo es tá
representado más bien como u n hom bre afeminado. Así mismo, en
China, el carácter de Kuan Yin es de hec ho un san to mascu lino ( el
bodhisattva Ava lok iteshwara), ¡pero está pintado de una forma tan
femen ina qu e usualmente se le cons idera más como la d iosa de la
compasión!.

El arquet ipo más importante es el de self (man tendremos aquí e l


término “s elf ” qu e “s í mismo ”, por su aceptación literal en
psicolog ía de habla hispana. N.T.). E l self es la un idad últ ima de la
personalidad y está s imbolizado por el círcu lo, la cruz y las f iguras
mandalas que Jung halló en las pint ura s. Un mandala es un dibujo
que se usa en med itación y s e u tiliza para desplazar el foco de
atención hac ia el centro de la ima gen. Puede ser un trazo tan
simple como una f igura geométr ica o tan complicado como u n
vitra l. La person if icación que mejor represe nta el s elf es Cr isto y
Buda; dos personas, por cierto, que representan según muchos, el
logro de la perfecc ión. Pero Jung creía que la perf ecc ión de la
personalidad solamen te s e a lcanza co n la mu erte.

Las dinámicas del psiqu ismo

Bueno, ya está b ien de cont en idos menta les. Vamos ahora a


ocuparnos de los princ ipios de s us operaciones. J ung nos brinda
tres princ ipios. E l primero de ellos es el pr inc ipio de los opues tos.
Cada deseo inm ediatament e sug iere su opuesto. Por ej emplo, s i
tengo un pensamiento pos it ivo, no p uedo dejar de tener el opu esto
en a lgún lugar de mi men te. De h echo, es un conc epto bastant e
básico: para saber lo que es bueno debo conocer lo malo, de la
misma forma que no podemos saber lo qu e es n egro sin conoc er lo
blanco; o lo que es a lto s in lo bajo.

Esta id ea me sobrevino cuando t en ía unos once años. Recuerdo que


ocasionalmen te me d io por salvar a muchas criatur itas inocentes
del bosque que de alguna forma se habían herido (me temo qu e
muchas veces provocándoles la mu erte). Una vez in te nt é curar a
un pet irrojo, pero cuando lo alc é en mi mano, me des lumbró un
halo de lu z del sol y m e llevé la mano a la cara. En ese momento
pasó por mi mente la idea de q ue podía haberlo aplastado.
Imagínens e, no me gustaba nada la idea, pero me v in o
inn ega blement e.

De acuerdo con Jung, es la oposic ión la que crea el poder (o libido )


del ps iquismo. Es como los dos polo s de una batería, o la esc is ió n
de un átomo. Es el contrast e el que aporta la energía, por lo qu e
un contraste poderoso dará lugar a una ene rgía fu erte y un
contraste déb il provocará una energía pobre.

El segundo pr inc ipio es el princ ipio de equ ivalenc ia, donde la


energía resu ltant e d e la opos ic ión se distr ibuye equ itat ivamen te en
ambos lados. Así, cuando yo sost en ía a aquel pajarito en m i m ano,
existía una energía qu e me impu lsaba a ayudarle; así como
también otra d e iguales caracter íst ic as que me dir igía a aplastarle.
Inten té ayudar al pájaro, por lo que toda esa en ergía se distr ibuy ó
en los variados comportamien tos dirigidos a es e f in. Per o, ¿qu é
pasó entonces con la otra parte?.

Bueno, eso depend e de la actitud qu e uno tome con resp ecto a es e


deseo no sat isfec ho. Si mant en emos es e deseo de forma
consciente; es dec ir, que somos cap aces de reconocer lo, entonc es
provocamos un aumento de cal idad en el func ionamiento psíqu ico;
esto es, crecemos.

Si por el co ntrario, pret endemos negar que est e pensamiento


estuvo ah í, s i lo suprim imos, la energía se d irig irá hacia el
desarrollo de u n complejo. E l complejo es un patrón de
pensamientos y s ent imi entos suprimidos que s e agrupan (qu e
establec en u na constelac ión) alr ededor de un tema en concreto
provenient e d e un arquet ipo. Si negamos haber tenido u n
pensamiento relacionado co n aplast ar el pájaro, podríamos poner
esa idea en una d e las formas ofrecid as por la sombra (nuestro
“lado oscuro”). O si un hombre niega su lado emocional, su
emociona lidad puede encon trar su forma de expresión dentro del
arquetipo de an ima.

Aquí es donde empiezan lo s problemas. Si pretendemos que en


toda nuestra v ida somos ab solu tamente buenos; que ni s iquiera
tenemos la capacidad de m ent ir y engañar; de robar y matar,
entonc es cada vez qu e s eamos bu enos, nu estra o tra parte s e
consolidará en un complejo alred edor de la sombra. Ese complejo
empezará a tomar vida propia y te ato rmentará da alguna manera.
Puedes v erte sufr iendo de pesadilla s donde ¡aplastas a pequeños
pájaros!.

Si el complejo dura mucho tiempo, puede llegar a “poseerte” y


puedes t erminar con una persona lida d múlt iple. En la pelíc ula “Th e
Three Faces o f Ev e” (Las Tres Caras de Eva), Joanne Woodward
daba vida a una mujer dulce y retraída que even tualmente iba
descubriendo qu e salía a la calle los sábados en la noc he,
asumiendo una iden tidad contraria. No fumaba, y sin embargo
encontraba paquetes de cigarrillos en s u bolso; no b ebía, más s e
levantaba con resaca y no f lirt eaba con hombres, aunque
encontraba ropas en su habitac ión d e lo más sexy. Es importante
decir aquí, qu e a pesar de que el trastorno de personalidad
múlt iple es raro, cuando aparece no t iende a prese ntarse de una
manera tan extrema, t ipo blanco y n egro.

El últ imo pr inc ipio es el prin cip io de entropía, el cua l establece la


tendenc ia de los opuestos a atraerse entre s í, con el f in d e
disminu ir la can tidad de en ergía vit al a lo largo de la v ida. Jung
extrajo la idea de la fís ica, donde la entropía s e r ef iere a la
tendenc ia de todos los s ist emas fís ic os de solaparse; esto es, que
toda la energía se distr ibuya eventualmen te. Si, por ej emplo,
tenemos u n calentador en la esqu ina de una habitac ión, con el
tiempo el salón completo se calentará.

Cuando somos jóven es, los opuestos t ienden a ser mu y extremos ,


malgastando una gran cantidad de en ergía. Por ejemp lo, los
adolescen tes t ienden a exagerar las diferencias entre sexos, s iend o
los ch icos más machos y las ch icas más femen inas, por lo qu e s u
activ idad sexual está invest ida de grandes cantidades de energía .
Además, estos oscilan de un extr emo a otro, siendo locos y
salvajes en u n momento y encontran do la relig ión en otro.

A med ida que nos vamos haciendo m a yores, la mayoría de noso tros
empieza a sent irse cómodos con nu estras facetas. Somos un poco
menos idealistas e ing enuos y r econocemos qu e somos una
combinación de bueno y malo. Nos vemos menos amenazados por
nuestros opues tos sexuales y nos volvemos más a ndróginos.
Incluso, en la edad de la vej ez, las mujeres y los hombres t ienden
a parecerse más. Este proceso de sobreponernos por encima de
nuestros opu estos; el v er ambos lados de lo que somos, es llamado
trascendenc ia.

El s elf

La meta de la v ida es lo grar un self. El self es un arquetipo qu e


representa la trascendenc ia de todos los opu estos, d e manera qu e
cada aspecto de nuestra p ersonalidad se expresa d e forma
equitat iva. Por tanto, no somos ni m asculinos ni f emen inos; somos
ambos; lo m ismo para el Yo y la s ombra, para el b ien y el mal,
para lo consc iente y lo inconsc ient e, y también lo ind iv idual y lo
colect ivo ( la creación en su tota lida d). Y por supuesto, si no hay
opuestos, no hay energía y dejamos de func ionar. Evid entem ente,
ya no nec es itaríamos actuar.

Si in ten tamos alejarnos un poco de las cons iderac iones míst icas,
sería recomendable que nos s ituá ramos en una postura más
centralista y equilibrada de nuestra psique. Cuando somos jóvenes,
nos inc linamos más hacia el Yo, así como en las tr iv ialid ades de la
persona. Cuando envejecemos (asumiendo que lo hemos h ech o
apropiadamente), nos dir igimos hacia cons ideracion es más
profundas sobre el s elf y nos acerca mos más a las gentes, hacia la
vida y hac ia el m ismo un iverso. La persona que se ha realizado
(que ha desarrollado su s í m ismo - su self ) es de hecho meno s
egocéntr ica.

Sincron ic idad

A través de los años los t eóricos ha n discut ido ampliament e s i los


procesos psico lógicos se establecen a partir de modelos
mecanic istas o t eleo lógicos. E l meca nic is mo es la idea de qu e la s
cosas func ionan a través de un proceso de causa -efec to. Una cosa
lleva a otra, y esa otra a una sigu ien te y así s uces ivamen te, por lo
que el pasado determina a l presen te. La teleolog ía es la idea qu e
defiende que somos gu iados por nuestros propósitos, s ign if icados,
valores y demás. E l mecanic ismo es tá asociado al d eterminismo y
las c iencias natura les; la t eleo logía está relacionada co n el libre
albedrío y s e cons idera en la actua lidad una postura un tanto rara.
Es todavía común en f ilósofos moralistas, legalistas y relig iosos y,
por supuesto también, en algunos teóricos de la personalidad.

Con respecto a los autores que r evisamos en est e libro, los


freudianos y los conductua les t ienden a ser mecanic istas, mien tras
que los neofr eudianos, human istas y ex ist enc ialistas t ienden a la
postura teleo lógica. Jung cr ee qu e a mbos juegan algún papel, pero
añade una últ ima alternat iva ideo lógica llamada sincron ic idad.
La sincronic idad supone la ocurrenc ia de dos eventos que no están
asociados ni causalmente n i t eleo ló gicamente, más sin embargo
tienen una r elac ión sign if icat iva. Una vez, un pacien te me describ ía
un sueño con u n escarabajo y justo en es e momento, por la
ventana del d espacho pasó volando un escarabajo muy sim ilar al
que describ ía en su s ueño. Muchas veces, las personas soñamos
con, digamos, la mu erte de un ser q uerido y a la mañana s igu ient e
nos encontramos con la muerte r eal de esa persona y que murió
más o menos a la hora en que lo soñ amos. Algunas veces, cogemo s
el teléfono para llamar a un amigo y nos en contramos con él en la
línea a l levantar el auric ular. La mayoría de los psicó logos
llamarían a estas s ituac iones coinc idenc ias o int enta n
demostrarnos lo frecu ent es qu e son. Jung cr eía que esta s
situac iones eran indicat ivas d e c ómo nos intercon ectamos los s eres
humanos con la naturaleza en gen eral a través del inconsc iente
colect ivo.

Jung nunca se aclaró con respecto a sus creenc ias relig iosas, pero
esta idea inusua l de s incron icidad la hallamos fác ilmente exp licada
en la persp ect iva hindú de la realidad. Desde est e punto de v ista ,
nuestros Yo indiv idua les son com o is las en el mar. Estamos
acostumbrados a ver el mundo y a los d emás como ent es
individua les y s eparados. Lo que no vemos es que es tamos
conectados entre no sotros por medio del su elo marino qu e subyac e
a las aguas.

El otro mundo es llamado maya, que significa ilus ión y se cons idera
un sueño de Dios o como un baile de Dios; esto es, Dios lo ha
creado, pero no es real en s í m is mo. Nuestros Yo ind iv iduales
reciben el nom bre de jivatman o almas indiv iduales, siendo
también a lgo parecido a u na ilu sión. Todos nosotros somo s
extensio nes del ún ico y supremo Atman o Dios, el cua l se permit e
olv idarse un poco de su identidad para volverse aparentement e
separado e independient e v olv iéndose cada uno de nosotros. Pero
de hech o, nunca estamos s eparados del todo. Cuando morimos, nos
despertamos siendo lo que rea lmen te fu imos desde el princ ipio :
Dios.

Cuando soñamos o med itamos, nos metemos dentro de nuestr o


inconsc iente personal, ac ercándono s cada vez más a nu estra
esenc ia: el inconsc iente co lec tivo. Es precisamen te en estos
estados cuando somos más permeables a las “comun icacio nes” de
otros Yo. La sincronic idad hace de la teor ía de Jung una de las
pocas que no so lo es comp atible con los fenómenos
parapsicológicos, s ino que incluso int enta explicarlos.

Introversión y extroversión
Jung desarrolló u na t ipología d e la personalidad que s e ha v uelt o
tan popular que mucha g ente cree q ue él no h izo nada más. Es ta
empieza con la dif erenc i a entre int roversión y extroversión. Las
personas introvert idas pref ieren su mundo in terno de
pensamientos, sen tim ien tos, fantas ías, sueños y demás, mientras
que las extrovertidas prefieren el mundo ex terno de las cosas, la s
activ idades y las personas.

Estos términos se han confund ido con vocablos como tim idez y
sociabilidad, deb ido en parte a que los introvert idos su elen ser
tímidos y los extrovertidos t ienden a ser más soc iables. Pero Jung
se refer ía más a cuán inc linados estamos (nuestro Yo) hac ia la
persona y la realidad ext erna o hac ia el inconsc ien te co lectivo y
sus arquetipos. En este s ent ido, el sujeto introvertido es un poco
más maduro que el extrovertido, aun que bien es cierto que nues tra
cultura valora más al ex trovertido…y Jung ¡ya nos av isó de que
todos nosotros tend emos a valorar n uestro propio t ipo por enc ima
de cualqu ier otra cosa!.

En la actua lidad, encon tramos la dimens ión de in troversión -


extroversión en varias t eorías, de las cuales des taca de forma
notable la d e Hans E ysenc k, aunqu e es ta dim ens ión s e esconda
bajo los nombres alt ernativos de “soc iabilidad” y “surgenc ia”.

Las funcion es

Aún cuando s eamos introvert idos o extrovert idos, está c laro que
neces itamos lid iar con el mundo, t anto int erno como ext erno. Y
cada uno de nosotros pos ee su p ropia manera de hacerlo, de
manera más o menos cómoda y útil. Jung sugier e que ex ist en
cuatro maneras o func iones de hacer lo:

La primera es la de las s ensac iones, que como indica la propia


palabra supone la acción de obten er informació n a través d e los
significados de los s ent idos. Una persona sensib le es aquella que
dirige s u aten ción a observar y escu char, y por tanto, a conocer el
mundo. Jung cons ideraba a esta func ión como una d e las
irracionales, o lo que es lo mismo, que comprende más a las
percepcion es que a l ju ic io de la infor mación.

La segunda es la del pensamient o. Pensar supone eva luar la


información o las ideas de forma racional y lógica. Jung llamó a
esta fun ción como racio nal, o la t oma de decision es en base a
juic ios, en vez de una s imple cons ideración de la infomación.

La tercera es la intu ic ión. Est e es un modelo de p ercepción qu e


funcio na fu era de los procesos cons cien tes t ípicos. Es irracional o
perceptiva como la sensac ión, pero surge de una bastante más
compleja int egración d e grandes ca ntidades de información, más
que una simple visión o escucha. J ung dec ía que era como “ver
alrededor de las esqu inas”.

La cuarta es el sent imiento. Es el acto de sent ir, como el de


pensar. Es una cuest ión de eva luación de la información. E n e st e
caso está dir igida a la cons ideración de la respues ta emociona l en
general. J ung le llamó racio nal; ev id entem ente no d e la manera en
que estamos acostumbrados a usar el término.

Todos nosotros poseemos estas func iones. Diríamos qu e


simplem ent e la usa mos en d ifer ent es proporciones. Cada uno de
nosotros tiene una fu nción super ior que prefer imos y qu e es tá más
desarrollada.; otra s ecundaria, de la cual somos consc ien tes de s u
existenc ia y la usamos solo para apoyar a la primera. También
tenemos una terc iaria, la cua l está muy poco desarrollada y no es
muy conscient e para nosotros y fin almente una inf erior, la cua l
está muy pobremente desarrollada y es tan inconsc iente qu e
podríamos negar su ex istencia en nos otros.

La mayoría de nosotros sólo desarrolla una o dos de las func iones ,


pero nuestra meta debería ser desarrollar las cuatro. Una vez más,
Jung considera la trascendenc ia de lo s opuestos como u n ideal.

Valoración

Katharine Briggs y s u h ija Isabel Briggs Myers encontraron ta n


valiosos los t ipos y func ion es de Ju ng de las personalidades qu e
decidieron desarrollar un t est, el M yers -Briggs Type Ind icator (el
Indicador de T ipo Myers -Briggs). Llegando a ser uno de los tests
más populares y es tudiados de c uant os hay.

A partir de las respu estas de más o menos 1 25 preguntas, s e no s


sitúa en uno de los 16 tipos, es tableciendo una inc lus ión def in it iva
en dos o tres t ipos. El resu ltado del tipo al que pert enec emos dic e
muy poco de nosotros (por ej emplo, nues tros gustos o disgustos,
nuestras elecc iones de ca rrera, nuestra compatibilidad con lo s
demás y así su ces ivament e). En general, a muchas personas les
gusta el tes t, ya que t ien e la particu laridad de ser uno de los pocos
tests qu e posee la inusua l cua lidad de no ser demasiado ju ic ioso:
ninguno de los tipos resu ltant es es exageradamente negat ivo n i
tampoco extremadamente pos it ivo. En vez de valorar cuán “ loco ”
estás, simp lemen te abre t u personalidad a la explorac ión.

El t est t ien e cuatro escalas. La Extr ovesrión -introversión ( E -I) es


la más importante. Los invest igadores que han aplicado el t est ha n
hallado que el 7 5% de la población es extrovert ida.
La siguient e es la de Sensación - int uición (S- N), con cerca del 7 5%
de la poblac ión s iendo sens ib le.

La próxima es la de Pensamien to -s ent imiento (T-F). Aunq ue los


resultados en las poblac iones estu diadas se reparten casi por
igual, los inv est igadores han hallad o que c erca de dos t ercios de
los hombres perten ecen a la primera categoría, mientras que otro s
dos tercios de las mujer es son sent imentales. Estos res u ltados s e
podrían considerar un tanto est ereo tipados, pero debemos tomar
en cuen ta que los ju nguianos cons ideran de igual va lor tanto al
pensamiento como al sent imiento y q ue, por supuesto, u n terc io d e
los hombres son sen tim entales y q ue otro t ercio de l as mujeres
utilizan prior itariamen te el p ens amiento. Ad emás, debemos
considerar que la soc iedad s í establece dif erenc ias de va lor entr e
el p ensamiento y el sen tim ien to. Desde lu ego que un hombre
sent imenta l y una muj er excesivamente rac ional hallan d if icu l tades
para lidiar con las expectat ivas de lo s ester eot ipos de las personas
en nu estra soc iedad.

La última escala es la de Ju icio - percepción (J -P), una escala


inc lu ida por Myers y Briggs y ausent e de la teor ía junguiana. Esta s
autoras decidieron inc lu irla con el f in de determ inar cuál d e las
funcio nes podría s er super ior. Genera lment e, las personas ju ic iosas
son más cautas y cu idadosas, inc lus o inh ib idas en s us v idas. Las
personas perceptivas t ienden a ser más espontáneas e inc luso en
ocasiones desc uidadas . La extroversión más una “J” supone que la
persona es una pensadora o u na sent imenta l. Ambos son
poderosos. La extroversió n más u na “P” sign if ica qu e estamos
frente a una persona s ens ible o int u it iva. En el otro extr emo, una
persona introvert ida con una “ J” alta será u n s ensib le o un
intu it ivo, m ien tras que otra introver tida con una “P” alta s erá un
pensador o un s ent imenta l. La J y la P están d istribu idas de
manera equitat iva en la poblac ión.

Cada tipo está ident if icado por cu atro letras, ta les como E NF J.
Estos han llegado a ser tan populares que inc luso ¡podemo s
hallarlo s en las matr ícu las de los coc hes!.

ENFJ (Ex troversión sen tim ental con intuic ión). Estas personas son
locuaces. T ienden a idea lizar a sus amigos. Se comportan como
buenos padres, pero tien en c ierta t endenc ia a dejarse manipular
por ellos. Llegan a ser bu enos t erapeutas, maestros, ej ecut ivos y
comerciales.

ENFP (E xtroversión int uitiva con s en timen talismo). Estas personas


aman lo nu evo y las sorpresas. So n muy emotivos y expres ivos.
Son susc ept ibles de ten er t ens ión muscular y t ienden a estar
hiperalertas. En genera l, es común que t iendan a sent ir mucho s u
lado int erno respecto a las emoc iones. Son buenos para las ven tas,
la public idad, la polít ica y la actuac ió n.

ENTJ (E xtroversión de pensamiento con int uic ión). C uando


pertenec en a un hogar, esperan mucho de sus parejas y sus h ijos.
Les gusta la organización y el orden y suelen s er buenos ej ecut ivos
y adminis tradores.

ENTP ( Extroversión intu it iva con pensamiento). Son persona s


vivac es; nada aburridas o envejecidas. Como parejas, son un tanto
peligrosas en lo económico. Son buenos para el análisis y poseen
un gran espír itu empresarial. Tienden a establecers e en una
posición super ior con respec to a otro s de forma muy sut il.

ESFJ ( Extr oversión sentim ental con sensación). A estas persona s


les gusta la armonía. Tienden a presentar una postura de lo qu e
“se deb e” y “no se debe”. Su elen ser dependient es, primero de sus
padres y luego de sus parejas. Son personas muy sensib les qu e s e
relacio nan con los demás con el cora zón en la mano.

ESFP (E xtroversión de s ensac ión co n sent imentalismo). So n muy


generosos e impu ls ivos, ten iendo una pobre tolerancia a la
ansiedad. Pueden llegar a ser buenos amenizadores, les gustan las
relacio nes púb licas y aman el teléf ono. Deberían ev itar grandes
quebraderos de cabeza en los estud io s, como las c ienc ias.

ESTJ (Extroversió n de pensamiento con sensac ión). Son personas


muy responsables como parejas, padres y como trabajadores. Son
realis tas; con lo s pies sob re el s uelo, más bién aburridos y
avejentados y aman la tradición. Usualment e podemos verlos en
clubes c iviles.

ESTP (Ex troversión de sensac ión co n pensamiento). Son personas


orientadas hac ia la acción, usualmente sof ist icadas e inc lus o
arriesgadas (nues tro James Bond). Como parejas son encantadores
y excitantes, pero presen tan problemas a la hora de
comprometerse. Se r ealizan como bu enos promotores, empresarios
y artistas de la farándula.

INFJ ( Introversió n intu it iva con sentimen talismo). Estos son lo s


típicos estud iantes serio s y aquello s trabajadores que realmen t e
quieren contr ibuir. Son muy int im ist as y se h ieren con facilidad.
Son buenas parejas, pero tienden a ser muy res ervados
fís icament e. Las personas creen con frecu enc ia que so n psíqu icos .
Se es tablec en como buenos terapeu tas, practicantes, min istros y
demás.
INFP ( Introvers ión s ent imenta l con intuic ión). E stas personas so n
idealistas, sacr if icadas y con c iert a reserva o d istanc ia de lo s
demás. Son muy familiares y hogareños, pero no s e relaja n con
facilidad. Les hallamos con frecu encia en tre los psicó logos,
arquitectos y relig iosos, pero nu nca entr e los hombres de
negocios. Tan to Jung como yo, admiramos a este t ipo de personas.
¡Claro, Jung y yo somos así!.

INTJ ( In troversión int uitiva con p ensamiento). Es el grupo más


independ iente de todos. Aman las id eas y la lógica y por tanto son
muy dados a la invest igación cient íf ica. Son más bien particulares
en su forma de pensar.

INTP ( In troversión de pensamiento con intu ic ión). Estos son los


llamados ratas de bib liot eca. Son p ersonas preocupadas, fieles y
fácilm ent e pasan desapercibidos. (Como ejemplo rec ien te, en la
pelícu la “What women want” co n Mel Gibson y Helen Hun t, aparece
un personaje de mujer en la empresa donde trabaja el personaje
de Gibson qu e pasa plenament e desa percibida por los demás y ella
está constantem ent e pensando en esta situac ión. N.T.). Tiend en a
ser muy prec isos en el u so del lengu aje. Son bu enos para la lógica
y las matemáticas y s e hacen b uenos f ilósofos y c ien tífico s
teóricos, pero nunca es critores o com erciales.

ISFJ ( Introversión de s ensación con sen tim entalismo). So n


personas servic iales y están mu y dirig idos al trabajo. Pueden
presentar fatiga y t ienden a sent irse atraídos por los gamberros.
Son bu enos enf ermeros, pr ofesores, secretarios, pract icantes ,
bibliotecar ios, empresarios de negoc ios medios y amas de llaves.

ISFP ( In troversión sent imental con sensac ión). Son tím idos y
retraídos; poco habladores, pero les gustan los actos qu e tengan
que ver con act iv idades se ns uales. Les gusta la p intura, el dibujo,
la escu ltura, la composic ión musica l, el baile ( las artes en genera l)
y la nat uraleza. No son muy buenos en el compromiso s ent imen tal.

ISTJ ( Introversió n de sensación con pensamien to). Son lo s


llamados pilares de pend ient es de la fuerza. Usualment e int entan
modificar las formas de ser de su s parejas y de otras personas.
Llegan a ser buenos analistas bancarios, auditores, co ntables,
inspector es de hacienda, supervisor es de librer ías y hospita les ,
negociant es, educad ores de f ísica y maestros, e inc luso, buenos
boy scouts.

ISTP ( In troversión de pensamiento con sensación). Son personas


orientadas a la acció n y libres de m iedo, y buscan el r iesgo. Son
impuls ivos y p eligrosos de det en er. Les encantan las herramientas,
los instrumen tos y las armas, y usualment e s e conv iert en en
expertos técn icos. No es tán int eresados en absoluto en la s
comunicacion es y con frec uent e s on mal d iagnosticados com o
disléx icos o h iperact ivos. Tienden a s er malos es tudiant es.

Incluso s in haber s ido examinado por el tes t, bien podríamos


reconocernos en a lguno de los t ipos descritos. O mejor, ¡pregunten
a otros; es muy probable que sean más precisos en s u va loració n
de nosotros!. Pero, s i lo pref iere, puede descargarse un t est
gratuito en Int erne t que parte de J un g. La direcció n es The Keirsey
Temperament Sorter. ¡Se lo recom ien do!.

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Discu sión

Muchas personas creen que Jung t ien e mucho que dec ir sobre
ellos. Es ta s incluyen escritores, art istas, mús icos, dir ectores d e
cine, t eó logos, clér igos de cualqu ier religión, estudiant es d e
mitolog ía y, por supuest o, algunos psicó logos. C iertos ej emplo s
que me v ienen a la men te s erían el mitó logo Joseph Canpbell, el
cineasta George Lucas y la autora d e cienc ia f icció n Ursula K. Le
Guin. Cua lquiera que esté in teresado en la cr eatividad,
espiritualidad, fenómenos ps íquicos, lo un iversal y esos t emas,
encontrará en Ju ng una buena gu ía.

Pero los cient íf icos, inc luy endo a la mayo ría de los psicó logos,
tienen bastantes problemas con Ju ng. Este no solamen te apoya
completament e el punto d e v ista teleo lógico (como hacen la
mayoría de los psicó logos de la pers onalidad), sino que va un paso
más allá, metiéndose en las int erconex iones mí st icas de la
sincron icidad. No solament e postula la exis tenc ia de un
inconsc iente donde las cosas no so n fáciles de captar por el ojo
empírico, s ino que además estab lec e un inconsc ient e colect ivo qu e
nunca ha estado n i llegará a la consc ienc ia.

De h echo, J ung se acoge a una post ura esenc ialm ente contraria a
la corrien te r educcion ista; empiez a por los niv eles más altos
(inc luso hasta la esp iritua lidad misma) y deriva los niv eles más
bajos de psicolog ía y fis io logía a part ir de ellos.

Incluso aquello s psicó logos qu e a plauden su teleolog ía y su


antireducc ion ismo no se s ienten có modos con él. De la misma
manera que hace Freud, Jung intenta atraer todo hacia su sist ema.
Tienen poca cabida la casualid ad, los accidentes o las
circunstanc ias. La personalidad ( y la v ida en gen eral) parece
“sobre-explicada” en la teoría ju nguiana.

He observado que su teoría atrae co n frecuenc ia a estud iantes qu e


tienen problemas para lid iar con la r ealidad. Sabemos que, cuando
el mund o, espec ialm ente el mund o social, s e hac e dem asiado
difícil, a lgunas personas s e retraen en la fantasía. Algunos por
ejemplo, s implemente se hacen ayudantes d e coc ina cortand o
patatas; otros, sin embargo, acogen ideas mu y complejas que
pretenden explicarlo todo. Algun os se met en en religion es
gnósticas o tántr icas, aquellas que presentan complejas f iguras
religiosas de ángeles y demon ios, de cielos e inf iernos, y se
embarcan en discus ion es interm inables sobre los s ímbolos. Algunos
otros se vu elcan sobre Jung. Desde lu ego, no hay nada malo en
esto; per o para alguien que es tá alejado de la realidad, estas
posturas decididament e poco le van a ayudar.

Estas crít icas no empañan a las fu ndaciones que han surgido a


partir de la teoría de Jung, pero deberíamos tener un c ierto
cuidado con ellas.

Las cuestio nes pos it ivas

En el lado posit ivo, podríamos destacar las aportaciones de Myers -


Briggs y otros tests, elaborados a partir de la obra de Jung. Dado
que estas pruebas no colocan al sujeto en d imens iones entre
“bueno” y “malo ”, son bastan te menos “persegu id oras”.
Simplement e hacen qu e las person as sean más conscientes de
cómo son.

A prim era v ista, los arquet ipos de Jung parec ería la idea más
extraña, aún cuando se ha demostra do que son muy ú tiles para el
anális is de los mitos, cu entos de hadas, literatura en general,
simbolismo art íst ico y expos icio nes relig iosas. Aparentemente
capturan algunas de las “unidades ” básicas de nuestra propia
expresió n. Muchas personas han sugerido que son solamen t e
muchos caracteres e h istorias del mu ndo real, y qu e so lament e n o s
lim itamos a reorganizar los deta lles de las m ismas.

Esta postura sugier e que los arquetipos de hecho s e refieren a


algunas es tructuras profundas d e la ment e humana. Despu és de
todo, desde la perspect iva fis io lógic a, venimos a es te mundo co n
una cierta es tructura. Vemos de u na determ inada manera, al igua l
que o ímos; procesamos la información d e forma particu lar, nos
comportamos así, dado que nu estra s glándu las y múscu los están
diseñados de una forma determinada. Es importante destacar que
al menos un ps icó logo cogn it ivo ha suger ido la búsqu eda de la s
estructuras subyacentes de los arquetipos jungu ianos.
Fina lment e, J ung nos ha abierto los ojos a las diferencias en tre el
desarrollo in fantil y el adulto. Los niños c laramente en fatizan sobr e
la dif erenc ia ción (separando una cosa de otra) en el aprendizaje.
“¿Qué es eso ?”; “¿por qué eso es as í y no d e la otra forma?” “¿de
qué t ipo de cosas es esa cosa?”. Act ivamente buscan la d iversidad.
Y muchas p ersonas, incluyendo a varios psicó logos, s e han
impresionado tanto por esto que h an llegado a la co nclusión d e
decir que todo el desarrollo in fantil es una cues tió n de
diferenciac ión, de aprender más y más “cosas”.

Pero con resp ecto a los adultos, Jun g ha en fatizado la id ea de qu e


éstos t ienden más a la int egraci ón para la trascendencia de los
opuestos. Los adultos buscamos las conex ion es entre las cosas ;
cómo encajan entre ellas, cómo in t eractúan; cómo contribuy en a
un todo. Qu eremos qu e las cosas t engan sentido, que t engan un
significado; en def in it iva, el propó sito de todo esto. Los niños
desenmarañan el mundo; los adultos inten tan recoger las piezas y
unir las.

Conex iones

Por un lado, Jung se mantiene at ado a sus raíces freudianas.


Enfatiza el inconsc iente más de lo que hacen los freud ianos. De
hecho, podría v erse como una ext ensió n lógica de la tendenc ia
freudiana a sit uar las causas de la s cosas en el pasado. Freud
también hab ló de los mitos (Ed ipo, por ejemp lo) y de cóm o
impactan al psiqu ismo moderno.

Por otro lado, Jung t ien e mucho en común con los neo - freudianos ,
humanistas y ex ist encia listas. E l cree que estamos h echos para el
progreso, para movernos en u na dir ección pos itiva, no so lamente
con un f in adaptativo, como los f reudianos y los conductua les
defienden. Su idea sobre la autorea lizació n es mu y s imilar a la de
auto-actualizac ión.

El equ ilibrio o balanc e de los opu es tos ha encontrado también su


contraparte en otras t eorías. Au tores como Alfred Ad ler, Otto Rank,
Andreas Angyal, Dav id Bakan, Gardner Murphy y Ro llo May hac en
referenc ias a la búsqued a de un equilibrio entr e dos tendenc ias
opuestas, una dir igida al d esarrollo ind iv idual y la o tra hacia e l
desarrollo del interés socia l o compasión. Rollo May menc iona una
mente compuesta de “daimones” (p equeños d ioses) ta les como el
deseo de sexo, de amo r y de poder. Todos son posit ivos mientras
están en s u lugar, pero cuando envuelv en a toda la personalidad,
tendremos “poses ion es daimón icas” o enf ermedad mental.
Por últ imo, le debemos a Jung una mayor apertura de la
int erpretación, ya sea r elac ionada c on síntomas, con su eños o co n
asociacion es libres. Mientras q ue Freud desarrolló una
int erpretación más o m enos r ígida ( especia lment e la s exual), Jung
se permitió ir un poco más allá, dir igiendo su idea más bien hacia
una in terpretació n más “m ito lógic a” de l libre albedr ío, dond e
prácticamente cualqu ier cosa podía significar, de hecho, cualqu ier
cosa. El anális is exis tenc ial, en particular, se ha benefic iado de las
ideas jungu ianas.

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