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II

SEGUNDA OLA (INDUSTRIAL)

LA ARQUITECTURA DE LA CIVILIZACIÓN

Esta ola conocida como la ola industrial, surge entre los años 1650-1750 y como dice el autor, se
oyó como una gran explosión cuya onda expansiva recorrió toda la tierra, las cual destruye las
antiguas sociedades para crear sociedades completamente nuevas; a esta gran explosión se le
conoce como la revolución industrial. La cual cambiaría la forma de vida de millones de personas.

Durante la soberanía absoluta de la primera ola (agrícola), existían dos tipos de categorías en
cuanto a la población; los primitivos y los civilizados:

Las sociedades primitivas subsistían de la caza o la pesca, Vivian en tribus o pequeñas bandas, a
diferencia de las sociedades civilizadas, la cual estaba constituido por gente que se dedicaba a
cultivar el suelo, pues la agricultura echo raíces la civilización. En gran parte del mundo las
civilizaciones nacieron y murieron, pero a pesar de sus diferencias existían similitudes, la base de
su economía, su cultura, su estructura familiar, política, era la tierra, su poder era autoritario, y su
economía era descentralizada, por lo que cada comunidad producía todo cuanto necesitaba.

Para resumir, la civilización extendida por la primera ola era la agrícola, sin embargo existieron
algunos atisbos del futuro industrial, como en el año 400 a. c. cuando se extrajo petróleo en una
de las islas griegas o cuando en Alejandría existió incluso un precursor de la maquina a vapor. Pero
no se pudo denominar como una civilización industrial, ya que fueron meras singularidades
producidas aisladamente en la historia en lugares y periodos distintos. Y no es sino hasta 1650-
1750 donde podemos mencionar a la segunda ola, donde estalla la revolución industrial, creando
una contracivilización.

El industrialismo no solo era fábricas y chimeneas, era un sistema multilateral, que afectaba todos
los aspectos de vida de la humanidad y combatía todas las características del pasado de la primera
ola. Formó el sistema social más poderoso, cohesivo y expansivo que el mundo había conocido
jamás: la civilización de la segunda ola.

LA SOLUCIÓN VIOLENTA

Cuando se expande esta segunda ola, se genera una sangrienta y prolongada lucha entre los
defensores del pasado agrícola y los partidarios del futuro industrial. Estos chocaron frontalmente,
viéndose diezmado mayormente el pueblo agrícola.

Para el siglo XIX la industrialización de había expandido bastante rápido, en Estados Unidos y
Europa ya existía un sector industrial que producía armas de fuego, relojes,  aperos de labranza,
hilaturas, máquinas de coser y otros artículos, mientras el resto del continente continuaba
gobernado por los intereses agrícolas. Las tensiones económicas y sociales entre las fuerzas de la
primera y la segunda ola crecieron en intensidad hasta 1861, año en que estallaron en violencia
armada.
Después de la guerra civil, Estados Unidos tenía la industrialización asegurada, ganando
preponderancia la industria y retirándose poco a poco la agricultura; lo mismo fue pasando con
Japón, Rusia y otros países, originando crisis políticas y agitaciones, huelgas, levantamientos,
golpes de Estado y guerras. Sin embargo, para mediados del siglo XX, las fuerzas de la primera ola
estaban desbaratadas, y la civilización de la segunda ola reinaba sobre la Tierra.

En la actualidad la cuarta parte de la población mundial tiene un estilo de vida industrializada.

BATERÍAS VIVIENTES

En la primera ola obtenían su energía de “baterías vivientes” (potencia muscular animal y


humana), o del sol, el viento y el agua, utilizaban los recursos que le generaba la naturaleza.
Explotaban las fuentes renovables de energía, y la naturaleza podía reponerlos.

Algo en común de las dos olas es que la industrializada también empezó a obtener su energía de
los recursos naturales como el carbón, el gas y el petróleo, de combustibles fósiles irremplazables;
tras la invención por Newcomen de una máquina de vapor susceptible de explotación en 1712,
hizo que por primera vez una civilización estaba consumiendo el capital de la Naturaleza, en vez
de limitarse a vivir del interés que producía. Los combustibles fósiles formaron la base energética
de todas las sociedades de la segunda ola.

LA MATRÍZ TECNOLÓGICA

Los avances en el campo tecnológico se produjeron paralelamente con el nuevo sistema de


energía, y estos aportaron bastante a la agricultura amplificando los músculos humanos o
animales.

Los avances tecnológicos en esta segunda ola, llevaron a crear máquinas gigantescas y
electromecánicas, máquinas que aumentaban las fuerzas del musculo, incluso máquinas
destinadas a crear más máquinas en progresión infinita, es decir, las máquinas-herramientas.
Interconectan varias máquinas creando una factoría, y finalmente la cadena de montaje dentro de
la factoría.

Así surgen las industrias en la segunda ola dando paso a industrias del carbón, textiles, fabricación
de automóviles, del aluminio, productos químicos y utensilios. De estos centros industriales
fueron saliendo millones y millones de productos idénticos: camisas, juguetes, zapatos, relojes,
etc. Todo esto posible por la tecnología de la nueva energía.

LA POGADA BERMELLÓN

No serviría mucho la fabricación en serie si se iba a mantener el mismo sistema de distribución de


la ola anterior, así es como esta nueva ola soluciona este problema con ferrocarriles, canales y
carreteras, para mejorar el sistema de comunicación que era escaso en la antigua civilización, con
la industrialización llego “el palacio del comercio”, es decir, los almacenes. Surgiendo complejas
redes de intermediarios, vendedores al por mayor y representantes de los fabricantes.

La distribución individual se convirtió en distribución en masa al igual que la comercialización.

Entonces lo que vemos, si consideramos estos cambios en conjuntos, es una transformación de lo


que podría denominarse la “tecnosfera”. Todas las sociedades (primitivas, agrícolas o industriales)
utilizan energía; hacen cosas; destruyen cosas.

LA FAMILIA AERODINÁMICA

En la hegemonía de la agricultura las formas familiares variaban de un lugar a otro. Pero donde
predominaba la agricultura los miembros de la familia, una familia multigeneraciones, constituida
por los padres, hermanos, tíos abuelos, trabajando todos juntos como una unidad económica de
producción. Pero con la aparición de la segunda ola, la familia dejo de trabajar como una unidad,
generando ataques a la autoridad patriarcal, se modificaron las relaciones entre padres e hijos, la
educación de los hijos se lo encomendaron a las escuelas, los ancianos fueron cuidados en los
asilos, la estructura familiar fue cambiando drástica y dolorosamente, se hicieron más pequeñas,
más móviles y más adecuadas a las necesidades de la nueva tecnosfera.
Predomina el nuevo modelo de familia, la familia nuclear (padre, madre, y un poco de hijos).

EL PROGRAMA ENCUBIERTO

Esta nueva ola necesitaba preparar a los jóvenes a ser hombres para la vida de fábrica por tal
motivo se genera otra estructura más para la sociedad: la educación general.

El programa descubierto era el contenido de la educación general, la lectura, un poco de historia,


aritmética, escritura y otras más, pero bajo éste sistema también hubo y existe hasta la actualidad
en muchos países industrializados, un programa encubierto, que consiste en: la puntualidad, la
obediencia y el trabajo mecanizado y repetitivo. Ya que son los principales requisitos que exigen la
fabricas.

A mediados del siglo XIX, con la expansión de la segunda ola, la educación fue tomando más
acogida, ya en algunos países aumentaron los años de educación obligatoria, y los estudiantes
iban siendo cada vez menores de edad.

Si bien la educación constituyo un paso importante hacia adelante, sin embargo este sistema
educativo está dejando a generación tras generación de jóvenes en una dócil y regimentada fuerza
de trabajo del tipo requerido por la tecnología electromecánica y la cadena de producción.

SERES INMORTALES

En la segunda ola surgiría la institución que controlaría las dos primeras, estamos hablando de las
corporaciones, que si bien no nacieron en la era industrial, pero era sumamente raro encontrar en
la época agrícola.
Las nuevas tecnologías necesitaban de fuertes capitales, y en la primera ola nadie se atrevería a
hacer inversiones grandes, es así como en esta segunda ola aparecen con gran auge las
corporaciones, que consistía en un grupo de inversores cuya responsabilidad era limitada, si
organización quebraba solo perdías la pequeña inversión que hiciste.

Esta idea innovadora abrió las puertas de la inversión.

LA FÁBRICA DE MÚSICA

Luego de las tres organizaciones fundamentales surgieron otra multitud de organizaciones, clubes
deportivos, iglesias, servicios gubernamentales y otros, cada grupo servía, coordinaba o
contrapesaba a otro.

Algunos investigadores sociales creyeron que la fábrica era el órgano mejor estructurado de
producción, aplicándolo a otras organizaciones como escuelas, hospitales, cárceles, y otras
organizaciones asumieron, así, muchas de las características de la fábrica, su división del trabajo,
su estructura jerárquica y su metálica impersonalidad.

En el ámbito artístico también encontramos algunos principios de la fábrica, durante la civilización


agrícola los artistas fueron crecientemente arrojados a merced del mercado, convirtiéndolos en
producto para consumidores anónimos.

Con la segunda ola fue cambiando la producción artística, empezaron a construir salas de
conciertos en Londres, Viena, Paris y otros lugares. Con eso aparece la taquilla y el empresario,
quien se encarga de financiar la producción y vender las entradas a los consumidores de la cultura.

El negocio era a más entradas vendidas, más dinero recaudado, por lo que motivo a aumentar las
butacas, agrandar las salas de concierto, y mejorar la calidad de sonido, pero como no hubo la
tecnología necesaria para hacer que hasta el último de la fila pudiera escuchar con claridad,
añadieron más instrumentos, dando inicio a la orquesta.

La orquesta también tiene estructura de una fábrica, es manejada por un director y está dividida
en departamentos (sectores instrumentales), cada uno contribuyendo al resultado final, la
música.

Esta historia de la orquesta es solo una ilustración de la forma como surge la sociosfera de la
segunda ola, con sus organizaciones adaptadas a las necesidades y al estilo de la tecnosfera
industrial. Pero todas las civilizaciones requieren también de una “infosfera” para producir y
distribuir información, y también fueron notables los cambios introducidos por la segunda ola.

LA VENTISCA DE PAPEL

Durante la primera ola los canales de comunicación eran manejadas exclusivamente por los ricos y
poderosos. La nueva ola necesitaba canales de comunicación ya que se expandía rápidamente de
un país a otro. La tecnología de la segunda ola y la producción en serie de las fábricas necesitaban
movimientos masivos de información, que los viejos canales no podían ya manejar.
Las economías de la segunda ola requerían la estrecha coordinación de un trabajo realizado en
muchos lugares. No sólo materias primas, sino también grandes cantidades de información debían
ser producidas y cuidadosamente distribuidas.

Es así entonces como todos los países donde estaba llegando la segunda ola se apresuraron a crear
un servicio postal. La oficina de Correos proporcionaba el primer canal enteramente abierto para
las comunicaciones de la Era industrial. Pero las crecientes necesidades de información que
asediaban a las sociedades industriales tampoco podían ser satisfechas solamente por medios
escritos. Así, el teléfono y el telégrafo fueron inventados en el siglo XIX para llevar su parte de la
carga, en constante aumento, de comunicaciones.

La sociedad que desarrollaba sistemas de producción y consumo en masa necesitaba también


medios para enviar mensajes en masa, esto no se lo podía generar el teléfono, los servicios
postales podían llevar el mismo mensaje a millones de personas, pero demoraba bastante, es así
entonces como aparecen los periódicos y la revista de circulación masiva.

En los medios de comunicación de masas, desde los periódicos y la Radio hasta el cine y la
Televisión, encontramos también una encarnación del principio básico de la fábrica. Todos ellos
estampan mensajes idénticos en millones de cerebros, del mismo modo que la fábrica crea
productos idénticos para su uso en millones de hogares.

La segunda ola trajo esperanzó a la humana. Por primera vez, hombres y mujeres se atrevieron a
creer que podrían ser vencidas la pobreza, el hambre, la enfermedad y la tiranía.

Hoy en día la civilización industrial nos parece algo menos que utópica, y necesitamos saber por
qué. Y sólo podremos responder a esta pregunta si volvemos nuestra mirada hacia la gigantesca
cuña que dividió la mente de la segunda ola en dos partes en conflicto.

III

LA CUÑA INVISIBLE

Si bien la segunda ola logro crear un sistema social maravillosamente integrado, con sus propias
tecnologías distintivas, sus propias instituciones sociales y sus propios canales de información,
todos ellos perfectamente ensamblados entre sí. También destruyó la unidad subyacente de la
sociedad, creando una forma de vida llena de tensión económica, conflicto social y malestar
psicológico.

La producción y el consumo es la separación que logro la segunda ola, si bien actualmente


estamos acostumbrados a pensar que en nosotros mismos como productores y consumidores,
esto no era así en la época agrícola, hasta la revolución industrial los productores consumían sus
propios productos, los agricultores consumían lo que ellos mismos cosechaban, recogían sus
propios excedentes para su propio uso.

Si concebimos la economía de la primera ola, podremos comprender mejor la tercera ola, antes de
la revolución industrial, como compuesta de dos sectores. En el sector A, la gente producía para su
propio uso. En el sector B, producía para el comercio o el intercambio. El sector A era de
dimensiones enormes; el sector B era muy reducido. Por tanto, para la mayoría de las personas,
producción y consumo se fundían en una sola función sustentadora.

El industrialismo rompió la unión de producción y consumo y separó al productor del consumidor.


La economía fundida de la primera ola se transformó en la economía dividida de la segunda ola.

EL SIGNIFICADO DEL MERCADO

El mercado no es más que una red de intercambio, un cuadro de distribución, como si dijéramos, a
través del cual bienes o servicios, como mensajes, son encauzados a sus debidos destinos. No se
trata de algo intrínsecamente capitalista, como piensan los economistas occidentales.

Los Gobiernos de la segunda ola se encontraron crecientemente desgarrados por una nueva clase
de conflicto nacido de la división entre producción y consumo. “Este divorcio entre producción y
consumo, que se convirtió en característica definidora de todas las sociedades industriales de la
segunda ola, afectó incluso a nuestras mentes y a nuestras suposiciones sobre la personalidad. Se
llegó a considerar el comportamiento como una serie de transacciones. En lugar de una sociedad
basada en la amistad, el parentesco o la lealtad feudal o tribal, al paso de la segunda ola surgió
una civilización basada en lazos contractuales, reales o sobreentendidos. Incluso maridos y
mujeres hablan hoy de contratos matrimoniales”.

LA DIVISIÓN SEXUAL

Cuando se expande la segunda ola por Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros países, desplazó el
trabajo desde el campo y el hogar a la fábrica, e introdujo un nivel mucho más elevado de
interdependencia. El trabajo exigía ahora un esfuerzo colectivo, división del trabajo, coordinación,
integración de muchas habilidades diferentes.

Los trabajos de baja y alta interdependencia llegaron a colisionar originaron conflicto en relación a
las funciones, los primeros dueños de las fábricas, se quejaban de la irresponsabilidad de sus
obreros de que no estaban cuando más los necesitaban, que provenían de zonas rurales, o no
conocían bien su función. Y es que como la mayoría de ellos ganaba salarios misérrimos, carecían
de incentivos para preocuparse.

El trabajo doméstico seguía siendo una actividad de baja interdependencia. El ama de casa
continuaba, como siempre, realizando una serie de cruciales funciones económicas. “Producía.”
Pero producía para el sector A —para su propia familia—, no para el mercado. La esposa era quien
realizaba el trabajo económico indirecto, mientras el marido realizaba el trabajo económico
directo. Él entraba, como si dijéramos, en el futuro; ella permanecía en el pasado.
IV

INFRINGIENDO EL CÓDIGO

Toda civilización tiene un código oculto, un conjunto de reglas o principios que presiden todas sus
actividades y las impregnan de un repetido diseño.

Al extenderse el industrialismo se hizo visible su diseño oculto. Se componía de seis principios


interrelacionados que programaban el comportamiento de millones de personas”.

Para Toffler estas reglas o principios de la segunda ola son:

Una última observación interesante de Toffler es cuando afirma que estos 6 principios
contribuyeron al auge de la burocracia.

UNIFORMIZACION

El más conocido de estos principios de la segunda ola es la uniformización. Todo el mundo sabe
que las sociedades industriales crean millones de productos idénticos. Pero pocas personas han
reparado en que, una vez que el mercado adquirió importancia, hicimos algo más que limitarnos a
uniformizar botellas de “Coca Cola”, bombillas y mecanismos de transmisión para automóviles.
Aplicamos el mismo principio a muchas otras cosas. Vail fue sólo uno de los grandes
uniformizadores que moldearon la sociedad industrial. Otro fue Frederick Winslow Taylor,
ingeniero convertido en cruzado, quien creía que se podía dar un carácter científico al trabajo
haciendo que fuesen uniformes para todos los obreros cada uno de los pasos en que se realizaba
el trabajo. En las primeras décadas de este siglo, Taylor decidió que había una forma mejor de
realizar cada trabajo, una herramienta mejor con la que realizarlo y un tiempo estipulado en que
terminarlo.

Con independencia de sus otras discrepancias, los pensadores avanzados de la segunda ola
compartían la convicción de que la uniformización era eficaz. Por tanto, en muchos niveles la
segunda ola produjo una nivelación de diferencias mediante una inexorable aplicación del
principio de uniformización “Todo el mundo sabe que las sociedades industriales crean millones de
productos idénticos“, y esto influiría a su ven en la creación de un género de vida, un lenguaje,
máquinas, procesos y escuelas también uniformes¨

ESPECIALIZACION

Un segundo gran principio impregnó el funcionamiento de todas las sociedades de la segunda ola:
la especialización. Cuanta más diversidad eliminaba la segunda ola en materia de idioma, ocio y
estilo de vida, más diversidad se necesitaba en la esfera del trabajo. Acelerando la división del
trabajo, la segunda ola sustituyó al campesino más o menos habilidoso por el especialista
concienzudo y el obrero que solamente realizaba una tarea repetida hasta el infinito a la manera
preconizada por Taylor. ”. En 1776, Adam Smith iniciaba La riqueza de las naciones con la
resonante afirmación de que “el mayor progreso en el poder productivo del trabajo... parece
haber sido los efectos de la división del trabajo”. Entre comunistas, capitalistas, ejecutivos,
educadores, sacerdotes y políticos, la segunda ola produjo una mentalidad común y una tendencia
hacia una división del trabajo más refinada aún. Como el príncipe Alberto en la gran Exposición del
Palacio de Cristal de 1851, estaban convencidos de que la especialización era “la potencia
impulsora de la civilización”. Los grandes uniformizadores y los grandes especializadores
marchaban tomados de la mano.

“Cuanta más diversidad eliminaba la segunda ola en materia de idioma, ocio y estilo de vida, más
diversidad se necesitaba en la esfera de trabajo. Acelerando la división del trabajo, la segunda ola
sustituyó al campesino más o menos habilidoso por el especialista concienzudo y el obrero que
solamente realizaba una tarea repetida hasta el infinito”

SINCRONIZACION

El cisma cada vez más amplio abierto entre producción y consumo impuso también un cambio en
la forma en que las gentes de la segunda ola se enfrentaban al tiempo. En un sistema dependiente
del mercado, ya se trate de un mercado dirigido o de un mercado libre, el tiempo equivale a
dinero. No se puede permitir que máquinas costosas permanezcan ociosas, y funcionen a ritmos
exclusivamente suyos. Esto produjo el tercer principio de la civilización industrial: la
sincronización. Una vez que la segunda ola extendió su predominio, incluso las más íntimas rutinas
de la vida quedaron comprendidas en el sistema de ritmo industrial. En los Estados Unidos y la
Unión Soviética, en Singapur y en Suecia, en Francia y en Dinamarca, Alemania y Japón, las familias
se levantaban simultáneamente, Comían al mismo tiempo, salían al trabajo, trabajaban,
regresaban a casa, se acostaban, dormían e incluso hacían el amor más o menos al unísono, al
paso que la civilización entera, además de la uniformización y la especialización, aplicaba el
principio de sincronización.

La segunda ola sincronizó la vida laboral y la vida social, separándola de sus ritmos normales y
supeditándolas al reloj y “exigencias de máquina”. “Las más íntimas rutinas de la vida quedaron
comprendidas en el sistema de ritmo industrial; las familias se levantaban simultáneamente,
comían al mismo tiempo, salían al trabajo, trabajaban, regresaban a casa, se acostaban, dormían e
incluso hacían el amor más o menos al unísono, al paso que la civilización entera, además de la
uniformización y la especialización, aplicaba el principio de sincronización”

CONCENTRACION

Las sociedades de la primera ola vivían de fuentes muy dispersas de energía. Las sociedades de la
segunda ola se hicieron casi por completo dependientes de depósitos altamente concentrados de
combustible fósil. Pero la segunda ola no concentró solamente la energía. Concentró también la
población, desplazando los habitantes de las zonas rurales y reinstalándolos en centros urbanos
gigantescos. Concentró incluso el trabajo. Mientras que en las sociedades de la primera ola el
trabajo se desarrollaba en todas partes, en el hogar, en la aldea, en los campos, en las sociedades
de la segunda ola gran parte del trabajo se realizaba en fábricas en las que se congregaban miles
de trabajadores bajo un mismo techo. El industrialismo revolucionó la situación. De hecho, se ha
denominado a los comienzos del siglo XIX la “época de los grandes encarcelamientos”, los
delincuentes eran concentrados en cárceles, los enfermos mentales eran concentrados en
manicomios y los niños lo eran en escuelas del mismo modo que los obreros eran concentrados en
fábricas.

La concentración se dio también en las aportaciones de capital, con lo cual la civilización de la


segunda ola dio nacimiento a la corporación gigante y, por encima de ella, al trust o monopolio.
Los administradores socialistas estaban convencidos también de que la concentración de la
producción era “eficiente”. De hecho, muchos ideólogos marxistas de los países capitalistas
acogieron con satisfacción la creciente concentración de la industria en los países capitalistas
como paso necesario en el camino que conduciría a la definitiva concentración total de la industria
bajo los auspicios del Estado. Lenin hablaba de la “conversión de todos ciudadanos en obreros y
empleados de un solo y enorme “sindicato”, el Estado entero”. Medio siglo más tarde, el
economista soviético N. Lelyujina podía informar, en Voprosy Ekonomiki, que “la URSS posee la
industria más concentrada del mundo”.

MAXIMIZACIÓN

La escisión provocada entre producción y consumo creó también en todas las sociedades de la
segunda ola un caso de “macrofilia” obsesiva, una especie de apasionamiento tejano por las
grandes dimensiones y el desarrollo. Si era cierto que series mayores de producción en la fábrica
determinarían costes unitarios más bajos, entonces, por analogía, los aumentos de escala
producirían también economías en otras actividades. Grande” se convirtió en sinónimo de
“eficiente”, y la maximización se transformó en el quinto principio fundamental. Pese a tales
defectos, los Gobiernos de la segunda ola se lanzaron en todo el mundo a una ciega carrera por
aumentar a toda costa el PNB, maximizando el “crecimiento” aun a riesgo de un desastre
ecológico y social. El principio macrofílico estaba tan profundamente arraigado en la mentalidad
industrial, que nada parecía más razonable. La maximización si situó junto a la uniformización, la
especialización y las otras normas industriales fundamentales.

CENTRALIZACIÓN

Finalmente, todas las naciones industriales convirtieron la centralización en un bello arte. Si bien la
Iglesia y muchos gobernantes de la primera ola sabían perfectamente cómo centralizar el poder,
actuaban con Sociedades mucho menos complejas y eran toscos aficionados en comparación con
los hombres y mujeres que centralizaban las sociedades industriales a partir de su misma base. La
gradual centralización de una economía antes descentralizada se vio ayudada, además, por un
crucial invento cuyo mismo nombre revela su finalidad: el Banco Central. En 1694, en los albores
mismos de la Era industrial, mientras Newcomen frangollaba todavía con la máquina de vapor,
William Paterson organizó el Banco de Inglaterra, que se convirtió en un modelo para instituciones
centralistas similares en todos los países de la segunda ola. Ningún país podía completar su fase de
la segunda ola sin construir su propio equivalente de esta máquina destinada al control central del
dinero y el crédito. Por tanto, lo que vemos es un conjunto de seis principios o líneas directrices,
un “programa” que, en mayor o menor medida, operó en todos los países de la segunda ola. Esta
media docena de principios, uniformización, especialización, sincronización, concentración,
maximización y centralización, se aplicaron por igual en los sectores capitalista y socialista de la
sociedad industrial porque dimanaban, ineludiblemente, de la brecha abierta entre productor y
consumidor y de la cada vez más extensa función del mercado. A su vez, estos principios,
reforzándose mutuamente, acabaron por conducir al auge de la burocracia. Produjeron algunas de
las más grandes, rígidas y poderosas organizaciones burocráticas que el mundo ha conocido jamás,
dejando al individuo extraviado en un universo kafkiano de mega organizaciones. Si hoy nos
sentimos oprimidos y abrumados por ellas, podemos hallar el origen de nuestros problemas en el
oculto código que programó la civilización de la segunda ola. Los seis principios que formaron ese
código prestaron un sello distintivo a la civilización de la segunda ola. Actualmente, como no
tardaremos en ver, todos y cada uno de esos principios fundamentales están siendo atacados por
las fuerzas de la tercera ola.

Porque, en efecto, son las élites de la segunda ola las que están aplicando todavía estas reglas... en
los negocios, en la Banca, en las relaciones laborales, en el Gobierno, en la educación, en los
medios de comunicación. Pues el nacimiento de una nueva civilización constituye un desafío a
todos los intereses de la antigua.

En los levantamientos que se avecinan, las élites de todas las sociedades industriales —tan
acostumbradas a fijar las reglas— seguirán probablemente el camino de los señores feudales del
pasado. Unas desbordadas. Otras serán destronadas. Otras quedarán reducidas a la impotencia o
a un penoso esfuerzo por conservar las apariencias. Algunas —las más inteligentes y capaces de
adaptación— acabarán por transformarse y emergerán como dirigentes de la civilización de la
tercera ola. Para comprender quién gobernará mañana las cosas, cuando domine por entero la
tercera ola, debemos primero conocer exactamente quién gobierna las cosas hoy.

Una última observación interesante de Toffler es cuando afirma que estos 6 principios
contribuyeron al auge de la burocracia.

LOS TÉCNICOS DEL PODER

Para el autor, las sociedades de la segunda ola estaban gobernadas por especialistas en
integración, ya que esta ola fraccionó la vida y la cultura de la comunidad. Los integradores eran
quienes “definían funciones y asignaban trabajos. Decidían quien obtenía qué recompensas.
Trazaban planes, fijaban criterios y daban o retiraban credenciales. Enlazaban la producción, la
distribución, el transporte y las comunicaciones. Fijaban las reglas conforme a las cuales
interactuaban las organizaciones hacían encajar las piezas de la sociedad. Sin ellos, nunca habría
podido funcionar el sistema de la segunda ola”. Aspiraron -y lo lograron- fijar las políticas
comerciales estos integradores: directores contratados por las empresas o administradores
económicos que colocaban dinero de otras personas (y esto no lo hacían ni los propietarios ni,
mucho menos, los obreros).
Los integradores, sigue diciendo el autor, asumieron así el control. “De esta necesidad de
integración de la civilización de la segunda ola surgió el mayor coordinador de todos, el motor
integracional del sistema: un Gobierno grande”, emergieron así una enorme maquinaria
gubernamental y grandes organizaciones, compañías de producción. “Las Sociedades de la
segunda ola estaban gobernadas por los integradores”. “En la actualidad, mientras la tercera ola
de cambio ‘aparece’, empiezan también a aparecer las primeras grietas en el sistema de poder”. La
causa es en la tercera ola se requiere cada vez mayor descentralización.

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