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Clase 1: FUNCIÓN CREADORA DE LA PALABRA

· La preexistencia del Orden Simbólico.

· Ulises y la asimetría de la comunicación humana.

· Poder discrecional del oyente.

· Deseo de reconocimiento y reconocimiento del deseo.

Clase 2 de seminario: LA FUNCIÓN DE LA PALABRA

· Palabra Plena, palabra Vacía.

· El poder discrecional del oyente.

· La estructura del mensaje según Lacan: “el sujeto recibe del Otro su propio mensaje invertido”.

SEMINARIO I: “Los escritos técnicos de Freud”, Cap. 19: FUNCIÓN CREADORA DE LA PALABRA.

Toda significación remite otra significación. La significación de una palabra es la suma de sus
empleos. La palabra es equivoca, es un espejismo, no tiene un sentido único, a cada quien le evoca
otra cosa, es decir que la palabra envuelve varios sentidos, detrás de un decir hay otro querer
decir, por lo tanto detrás de una palabra hay un más allá. Entonces Lacan dice que la palabra tiene
una FUNCIÓN CREADORA ya que el la palabra la que hace surgir a la cosa misma. Lacan toma esto
de Hegel ya que dice que “el concepto es el tiempo de la cosa” porque el concepto está allí donde
la cosa no está, la palabra llega para remplazar a la cosa. En tanto presencia hecha ausencia la
palabra representa lo que no está, dando cuanta del poder de evocación de la palabra.

Fabula de Ulises: Lacan la utiliza para ilustrar la función de la palabra en la medida en que la
palabra es PREEXISTENTE al sujeto, AMBIVALENTE e insondable y existe en la medida en que
alguien crea en ella o dicho de otro modo surge a partir del momento en que quiere decir algo. La
palabra para Lacan existe en la medida en que EXIGE RECONOCIMIENTO porque la palabra en el
campo de lo simbólico es un medio para ser reconocido. Es preexistente en la medida en la que
nacemos en el mundo del lenguaje, no podemos escapar de él, nos preexiste antes de nacer. Por
ello para Lacan no hay adquisición del lenguaje. Si preexiste lo soportamos pasivamente, lo
padecemos. El sujeto aparecerá como efecto del lenguaje. Inmersos en el mundo del lenguaje se
pierde lo biológico, no hay nada natural en el hombre.

SEXUALIDAD Y SIGNIFICANTE (Rabinovich, Cap. 1)


Para Lacan la palabra da cuenta de la implicación del sujeto en el campo del lenguaje, o dicho de
otro modo implica el compromiso del sujeto en el discurso, por eso Lacan habla de la Palabra
Fundante. La palabra es el único medio en psicoanálisis, es PRESENCIA HECHA AUSENCIA, desde el
inicio INTERLOCUCIÓN QUE IMPLICA LA INTERSUBJETIVIDAD. Esta interlocución entraña un
cuestionamiento de la verdad que proviene de un sujeto que llama a una respuesta, por lo tanto
que implica a un oyente como tal. Este compromiso de la verdad subjetiva en la palabra es el
articulador con el que lacan diferenciará PALABRA PLENA de PALABRA VACÍA. Palabra que en su
plenitud hará surgir a la cosa misma.

Lacan define al símbolo como la muerte de la cosa, como fundado en el par presencia ausencia,
necesitando de la ausencia para su surgimiento. El deseo como deseo siempre de otra cosa da
cuenta de la presencia de una ausencia, el deseo humano es el deseo del otro.

La palabra permite la mediación, el acuerdo simbólico, es reconocimiento, es pacto, pacifica la


lucha imaginaria.

La fórmula para Lacan del lenguaje es que el emisor recibe del receptor su propio mensaje
invertido. Por lo tanto Lacan transforma la teoría de la comunicación.

El la palabra verdadera el sujeto es reconocido por el Otro, y para lograr este reconocimiento
necesariamente debe reconocer al Otro como capaz de reconocerlo. A estas alturas el DESEO DE
RECONOCIMIENTO QUEDA EL LO SIMBÓLICO y el DESEO COMO DESEO DEL OTRO QUEDA EN LO
IMAGINARIO. La palabra funda la posición de ambos sujetos e implica reciprocidad. Este Otro es
absoluto, irreductible, es reconocido no conocido. Y en función de esto Lacan formula que el ICC es
el discurso del Otro. La plena satisfacción solo se logra cuando el deseo se realiza al adquirir su
pleno estatuto en el reconocimiento.

LECTURA DE FUNCIÓN Y CAMPO DE LA PALABRA Y EL LENGUAJE EN PSICOANÁLISIS. (Rabinovich)

Lacan, en estos momentos, distingue dos tipos de palabras: PALABRA PLENA y PALABRA VACÍA. Un
enunciado puede ser una palabra vacía en el contexto de un análisis y puede ser perfectamente
una palabra comprometida y plena en otro contexto.

Toda palabra llama a una respuesta, aunque esa respuesta sea el silencio. El llamado da cuenta que
toda palabra es de algún modo un llamado a la presencia del otro. Lacan agrega que si el
psicoanalista ignora la función de la palabra no experimentara sino mas fuerte su llamado.

Entonces, el llamado implica como tal una dinámica de presencia y de ausencia, y este par es el
núcleo de la teoría del símbolo para Lacan. Precisamente, la función del llamado se despliega en
aquel célebre juego del nieto de Freud trayendo y alejando el objeto frente a la separación de la
madre (fort-da), de modo tal que lo que luego definirá formalmente al significante a partir del
principio diacrónico de que un significante es lo que los otros no son, es decir su rasgo diferencial.

El PAR MÍNIMO OPOSICIONAL SE FUNDA, EN PSICOANÁLISIS, EN LA PRESENCIA-AUSENCIA DEL


OTRO. Entonces, siempre que hay un llamado se espera una respuesta, porque la palabra en
primer lugar viene del Otro: desde que nace, el niño está inmerso en un baño del lenguaje, incluso
antes de nacer ya es hablado. En este llamado se relaciona con el hecho de que toda palabra tiene
una función EVOCATIVA y una FUNCIÓN CREADORA y no una mera función reproductora: la
palabra no reproduce el pensamiento ya que no hay pensamiento sin palabras.

La palabra al implicar una respuesta, implica a su vez a un oyente, y este es el lugar del
psicoanalista. Si el analista es el oyente por excelencia, su silencio será entonces una forma de
respuesta. Al mismo tiempo, el psicoanalista es el destinatario del discurso. Cuando uno dirige una
palabra crea al Otro, porque este está en la estructura de la palabra, no se trata de otro empírico.

Lacan subraya que la palabra se confiesa en la palabra misma, no hay que ir en búsqueda de una
confesión, ya que no hay un más allá de ella, la verdad está en el discurso mismo. Sin embargo, no
está presente todo el tiempo, aparece en momentos privilegiados: síntomas, sueños, lapsus,
chistes, son aquellos en que la palabra se confiesa sin querer, en que se dice cuando no se piensa
decirse. El momento de la palabra plena es precisamente aquel en el cual el ICC hace su aparición.
Todo lo demás es palabra vacía. El llamado del sujeto mas allá de su vacio de su decir es un
llamado a la verdad. Este llamado del sujeto indica que el psicoanálisis se trata de verdad y no de
exactitud, porque aquello que se juega en un análisis es algo que tiene que ver con la verdad
subjetiva, y esta no se mide en términos exactos. Lacan dice que lo inexacto puede ser verdadero,
es decir que puede producir efecto de verdad. Por esta razón a la verdad se le asocia la certeza:
solo cabe hablar de VERDAD UNIDA A LA CERTEZA allí donde hay un sujeto del ICC. La certeza
subjetiva es aquello que el analista sabe que acompaña a una interpretación lograda. Lo cual
explica la ineficacia de ciertas interpretaciones que por más que sean exactas no se acompañan de
ese efecto de verdad.

En este texto Lacan también habla de la falta. Se refiere al vacio que describió como fundamento
del narcisismo: la prematuración, o sea el largo tiempo que el niño depende del otro por su falta
de autonomía. La primera experiencia del niño es una experiencia de impotencia, en la cual el otro
constituye un poder real para él: el otro sí puede, y no se sabe cuáles son los criterios que hacen
que venga o no venga, que expliquen su presencia o su ausencia. Es entonces es ese vacío que se
instala la imagen del semejante como aquel que si puede, que tiene movimientos, que tiene
autonomía, imagen del semejante a la que el sujeto se aliena.

En un principio la falta para Lacan estaba a nivel de la prematuración, mientras que en este texto la
falta está a nivel de lo simbólico: el mundo del lenguaje introduce una falta en la cual se instala el
circuito especular narcisista, de manera tal que se recubren dos faltas a la vez. Evidentemente la
falta fundamental es la de lo simbólico, dado que es en el vacio mismo que existe en la estructura
de la palabra que se incluye lo especular, o sea la relación del yo con su semejante.

Por otro lado, Lacan parte de distinguir la diferencia entre JE y MOI, intraducible en castellano
porque el JE es aquello que en nuestra lengua se suprime al hablar. Cuando decimos YO es el MOI
francés.

No hay una correlación bi-univoca entre un significante ICC y un significante CTE. Al no haber tal
correlación entre el discurso ICC y el CTE, habrá que ver a qué parte del discurso se le confía el
término significativo. Tampoco existe una forma a priori de saber donde aparecerá porque no hay
unidad interpretativa determinada. Incluso una formación del ICC, como el sueño, puede no ser
necesariamente significativo, y un lapsus a priori ser solo una equivocación. Entonces, después de
escuchar durante un tiempo a un paciente, en la medida en que uno se deja habitar por los
significantes del analizante, la escucha se empieza a organizar en función de un patrón que escapa
a la conciencia. Cuando uno mira apres coup cómo la construyo puede ver que durante un tiempo
tal frase fue repetida, pero eso se deduce después.

A continuación Lacan introduce el problema de la puntuación o corte de sesión. Lacan sostiene que
ES UNA PUNTUACIÓN AFORTUNADA LA QUE DA SU SENTIDO AL DISCURSO DEL SUJETO. Por lo
tanto la temporalidad no coincida con la unidad “sesión”, estas deben adecuarse a la temporalidad
de cada sujeto, no pudiendo definirse según una temporalidad objetiva. Por otro lado, Lacan dice
que allí DONDE SE PUNTÚA EL DISCURSO PRONUNCIADO SE UBICA EL LUGAR DEL CÓDIGO A, EL
OTRO a partir del cual se define RETROACTIVAMENTE LA SIGNIFICACIÓN. Es decir que A
PUNTUACIÓN CREA LA SIGNIFICACIÓN COMO EFECTO RETROACTIVO del discurso de la intención.
En consecuencia, EL SUJETO RECIBE DEL OTRO SU PROPIO MENSAJE INVERTIDO, porque al
puntuarlo estamos puntuando el ICC del sujeto.

Esta célula que funda el grafo organiza todo el discurso, con una temporalidad que oscila entre la
ANTICIPACIÓN –de la intención- y RETROACCIÓN –de la significación-. En tal sentido, la puntuación
es una forma de hacer historia. El Otro es entonces el que realiza la puntuación, y este es el primer
lugar que Lacan le da al analista. En efecto, es el analista es que decide el sentido del mensaje. Por
ello Lacan referirá su lugar como el poder discrecional del oyente, porque efectivamente decidir el
sentido del mensaje es un poder. El problema se genere cando el analista cree que es ese Otro.

El análisis no opera recuperando contenidos sino a través de la palabra plena. El sujeto únicamente
ha relatado el acontecimiento, se dirá que la ha verbalizado, se lo ha hecho asar a verbo. El verbo
es de algún modo la presencia del sujeto. La anticipación y retroacción es la razón por la cual nunca
hay coexistencia plena entre acontecimiento y su significación. No existe una esencia del
acontecimiento, ya que siempre podrá ser resignificado y ser otra cosa de lo que era. El efecto de
verdad necesitara de la sanción simbólica del Otro, de su reconocimiento, siendo esta una función
central del analista.

Por otro lado, se destaca que la verdad se sostiene en una estructura de ficción desde Freud (mis
histéricas me engañan), de donde se desprende que toda estructura significante, al implicar a un
sujeto, entraña la dimensión del engaño. Hay algo en el sujeto que está más allá de su intención de
querer decir la verdad. Para que haya verdad se necesitan dos cosas: el lenguaje y ese efecto que
es el sujeto. La verdad puede perfectamente fundarse en una mentira.

La puntuación permite construir la historia del sujeto, el acontecimiento adquiere la noción de


verdad con la puntación. La historia está constituida por la palabra dirigida al Otro, en tanto que lo
incluye como destinatario de la palabra. La historia es aquella operación por la cual un sujeto
intenta dar cuenta de su propio devenir, introduciendo en ese acto la verdad. Desde esta
perspectiva la verdad se crea, se construye. Entonces, la significación del acontecimiento viene a
posteriori. La historia se despliega entre un movimiento de anticipación y retroacción. La verdad no
es el acontecimiento en si mismo sino la significación que se le dio. Por lo tanto, acontecimiento y
significación no coinciden y esto da la posibilidad que en análisis se pueda resignificar nuevamente
un acontecimiento. Lacan sostiene que la verdad es verdad contingente, lo que es verdad en un
momento puede no serlo en otro, es decir que NO HAY PREDETERMINACIÓN ABSOLUTA, pero una
vez establecida como verdad se vuelve necesaria. El trabajo del análisis será entonces volver
contingente aquello que se fijo como necesario.

CLASE 2: INTRODUCCIÓN DEL GRAN OTRO

· Esquema L.

· La noción de la intersubjetividad.

· El otro a´ y el Otro A. El sujeto y el yo a. la oposición sujeto moi.

· El sujeto en su abertura.

· Conceptualización de la cura

SEMINARIO II: “EL YO EN LA TEORÍA DE FREUD Y EN LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA”. Cap. 19. Pto III.
ESQUEMA LAMBDA.

Todos los vectores parten desde A porque el lenguaje, lo simbólico nos preexiste. La línea
punteada que sale del sujeto da cuenta de que el sujeto del ICC aparece y desaparece a través de
las formaciones del ICC como los fallidos, olvidos, lapsus, etc. a-a´ es dentro del plano de lo
imaginario: es lo que yo digo que soy.

En este seminario Lacan plantea al sujeto como sujeto analítico no es su totalidad sino en su
abertura ya que el sujeto no sabe lo que dice y no es allí en donde se ve; sino que el sujeto se va a
ver en a, y por ello tiene un yo y puede creer que es ese yo. El yo es una forma fundamental para la
constitución de los objetos. El sujeto se ve particularmente en la forma de otro especular a´, aquel
que Lacan llama su semejante, a y a´ son superponibles, están del lado del plano del espejo, el
MUNDO SIMÉTRICO DE LOS EGOS Y LOS OTROS HOMOGÉNEOS. De este plano hay que distinguir
otro plano que llamaremos el MURO DEL LENGUAJE. El yo, el otro, su semejante son todos objetos
imaginarios porque son nombrados como tales en un sistema organizado que es el muro del
lenguaje.

a y a´ es en la medida en el que el sujeto los pone en relación con su propia imagen, aquellos a
quienes les habla y aquellos a los que se identifica. Pero Lacan dice que en realidad nos dirigimos a
unos A, que son los que no conocemos, verdaderos OTROS, verdaderos sujetos. Estos están del
otro lado del muro del lenguaje, allí donde en principio no alcanzo jamás. A ellos apunto cada vez
que pronuncio una verdadera palabra pero siempre alcanzo a a-a´. Entonces, el sujeto está
separado de los OTROS por el muro del lenguaje. El LENGUAJE SIRVE TANTO PARA FUNDARNOS EN
EL OTRO COMO PARA IMPEDIRNOS RADICALMENTE COMPRENDERLO. Y de esto de trata la
experiencia analítica. El sujeto no sabe lo que dice, no sabe lo que es pero se ve, del otro lado de
manera imperfecta a causa de la índole inacabada de la URBILD especular, que no solo es
imaginaria sino que también es ilusoria. El análisis debe apuntar al paso de una verdadera palabra,
que reúna al sujeto con sus Otros. Por ello dice Lacan que durante el tiempo del análisis el yo del
analista no debe estar allí, el analista no debe ser un espejo viviente sino un espejo vacio, lo que
pasa, pasa entre el yo del sujeto y los otros. Todo el progreso del análisis radica en el
desplazamiento progresivo de esa relación. Entonces, el ANÁLISIS CONSISTE EN HACER TOMAR
CONCIENCIA AL SUJETO DE SUS RELACIONES NO CON EL YO DEL ANALISTA SINO CON TODOS SUS
OTROS QUE SON SUS VERDADEROS GARANTES. Se trata de que el sujeto descubra de una manera
progresiva a qué Otro se dirige verdaderamente aun sin saberlo. Es el sujeto quien debe tener la
palabra y entrar en relación con sus verdaderos Otros. Es ahí donde el sujeto reintegra
auténticamente sus miembros disgregados y reconoce y unifica su experiencia. Lacan dice que es
un error pensar la dirección de la cura “dando su yo fuerte” para que el yo del analizante se
identifique ya que si el analista da su yo como modelo imaginario se ubicará en a-a´ (simetría), lo
que dará como resultado la agresividad por un lado y por el otro no habrá apertura del ICC. La
agresividad es definida como intrínseca a la relación especular yo a yo, y a la rivalidad que le es
inmanente. La agresividad para lacan no es traducción de pulsión de muerte. Frente a la resistencia
que surge de la relación de yo a yo, Lacan recomendó hacerse el muerto, es decir no engancharse
en ella, no enredarse en la maraña de un aquí y ahora que deja escapar la determinación
presentada en el esquema L por el muro del lenguaje, o sea la línea AàS.

Esquema L en relación al deseo:

En el plano imaginario se encuentra el deseo como deseo del otro en tanto anhelo freudiano
(WUNDSH): “Yo quiero lo que el otro tiene”. Por lo tanto supone rivalidad y agresividad.

En el plano de lo simbólico se ubica el deseo ICC en tanto deseo de reconocimiento establecido en


la relación asimétrica AàS. A esta ubicado con el PODER DISCRECIONAL DEL OYENTE. El analista
debe ocupar este lugar sin serlo. El analista no puede ejercer el poder discrecional del oyente a
pesar de estar investido ya que no ejercerlo es abrir a la resonancia de la palabra. El lugar
fundamental del analista es el de oyente, el A, y su responsabilidad implica tener presente que
desde allí, reconoce o cancela al sujeto.

CLASE 3. EL MODO IMAGINARIO

· Transitivismo y alienación.
· “Yo es otro”.

· Prematuración del nacimiento y maduración precoz de la percepción visual.

· La identificación especular.

· Función de desconocimiento del yo.

Escritos tomo I: “ACERCA DE LA CAUSALIDAD PSÍQUICA”, pto 3: “Los efectos psíquicos del modo
imaginario”

La historia del sujeto se desarrolla en una serie de identificaciones ideales que representan la
FUNCIÓN DE LA IMAGO.

El yo no es sintético no está exento de contradicciones. El yo se niega a sí mismo (negación formal):


se trata de un fenómeno típico de desconocimiento “no vaya a creer usted que…”. El yo es un
sistema central de identificaciones, por lo tanto si hay identificación tuvo que haberse perdido
identidad. El yo no puede ser nunca igual a sí mismo, hay desconocimiento en tanto el yo se niega
a sí mismo, desconoce su propia realidad. Esto es lo que corresponde al núcleo paranoico dentro
del yo. El yo no es autónomo, desconoce, el siervo del ello del súper yo y de la realidad exterior.

Transitivismo: es una reacción que nunca se elimina por completo del mundo del hombre (por
ejemplo, existe en toda relación de rivalidad). Se manifiesta ante todo como la matriz de la URBILD
del yo (forma, imagen). Esta reacción se comprueba en los niños que hablan en tercera persona
antes de hacerlo en primera. Bühler ha observado el comportamiento del niño con su compañero
de juego y ha reconocido ese transitivismo en la forma de una verdadera captación por la imagen
del otro. Se inscribe en una ambivalencia primordial, que se nos presenta en espejo en el sentido
de que el sujeto se identifica en su sentimiento de si con la imagen del otro. La reacción se produce
bajo la condición de que la edad de los niños no supere el año de diferencia. EL PRIMER EFECTO DE
LA IMAGO QUE APARECE EN EL SER HUMANO ES UN EFECTO DE ALIENACIÓN DEL SUJETO, en el
otro se identifica el sujeto: “yo es otro”.

Lacan dice que el ser humano nace prematuro, incompleto por el atraso del desarrollo neuronal
durante los primeros meses que da cuenta de su incoordinación motora. En función de este atraso
del desarrollo, adquiere la MADURACIÓN PRECOZ DE LA PERCEPCIÓN VISUAL su valor de
ANTICIPACIÓN FUNCIONAL, lo que resulta la marcada prevalencia de la estructura visual en el
reconocimiento precoz de la forma humana y las probabilidades de identificación con esta forma.
Lacan así designa al imago el objeto propio de la psicología, es lo que LE DA FUNDAMENTO A LA
FORMA DE LA CAUSALIDAD PSÍQUICA DE LA IDENTIFICACIÓN.

“LA TEORÍA DEL YO EN LA OBRA DE J. LACAN”


Lacan fundamenta su teoría del yo en dos elementos de la teorización freudiana del yo: la imagen
del propio cuerpo y la teoría de las identificaciones. En la época en que Lacan escribe EL ESTADIO
DEL ESPEJO la identificación es definida por Lacan como la transformación que sufre el sujeto por
la asunción de una imagen, identificación que configura la forma misma de la causalidad psíquica.
La asunción de esta imagen brinda una unidad ortopédica a la incoordinación motora que
caracteriza al cachorro humano. La imagen es asumida con júbilo y alegría y da al sujeto una
primer imagen alienada totalizante, prematura de unidad.

Esta imagen alienante es anticipada y esboza ya la articulación propia de la temporalidad en Lacan,


capturada siempre en el vaivén entre anticipación y retroacción, temporalidad propia de la
estructura significante.

En el seminario I, lacan distingue dos tipos de narcisismos: el que está fundado en la imagen propia
y el que está fundado en la imagen del semejante, el transitivismo infantil. Ambas cumplen un
papel central: permiten hacerle frente a la prematuración del nacimiento. Es el yo el que crea la
ilusión de una síntesis posible, el que crea la matriz de una unidad anticipada y alienante. Ni la
CCIA ni el yo son una subjetividad ni pueden fundarla, lo único que hace posible la existencia de un
sujeto es el sistema significante. En este momento el deseo para lacan se ubica com

o deseo del deseo del otro. El deseo del otro organiza el mundo de los objetos humanos en tanto
objetos de competencia y rivalidad. La competencia y rivalidad desembocan para Lacan en un
callejón sin salida que puede resolverse a través de la pacificación que representa la presencia de
la Ley, del Otro simbólico.

Lacan dice que la insistencia de la cadena esboza una nueva forma de objeto: un objeto perdido,
imposible de encontrar, objeto que se relaciona con la repetición. La repetición, el objeto perdido y
su búsqueda están más allá de lo imaginario.

EL ESTADIO DEL ESPEJO COMO FORMADOR DE LA FUNCIÓN DEL YO

La cría humana, a una edad que se encuentra por poco superando la inteligencia del chimpancé,
reconoce sin embargo su imagen en el espejo como tal. El infance sumido en la impotencia motriz
reacciona ante su imagen en el espejo con júbilo y alegría dando la pauta de que reconoce su
imagen en el espejo. El reconocimiento de la imagen que la asume como propia implica un valor
libidinal. Entonces, no es la pura imagen, sino que es dicha imagen más el valor libidinal. Lacan
entiende al estadio del espejo como una identificación en el sentido pleno que el análisis da a este
término como imago.

La imago implica a la imagen y al valor libidinal, es decir que está mediatizado por el orden de lo
simbólico. Por lo tanto, esa identificación con la imagen no se da sin el apoyo de lo simbólico. Por
otro lado, Lacan dice que la forma total del cuerpo le es dada como Gestalt. El infance se ve de una
forma totalizada, pero totalizada de una manera ilusoria. Esa imagen del cuerpo se completa
ilusoriamente por la percepción visual. El sostén simbólico posibilita la ID especular. Para que se
constituya el yo es necesario la imagen del semejante, de este modo el yo queda alienado a la
imagen del otro “el yo es otro”. Esa alienación a la imagen en la identificación especular implica
una cierta locura. El desfasaje en la imaginario no se supera nunca.

El jubilo y l alegría del infance ante su imagen en el espejo es producto de esa forma que se totaliza
pero que se completa ilusoriamente. Entonces tenemos que suponer como lógicamente anterior la
fragmentación corporal en relación a lo pulsional. La imagen que se forma va a funcionar como
imagen salvadora u ortopédica porque es una imagen de completud, por lo tanto el yo es una
CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA.

La temporalidad en lo imaginario es la anticipación que da cuanta del desarrollo precoz visual en


relación a lo motriz. El yo se construye por identificación especular, por esa imagen que viene de
afuera gracias al sostén simbólico.

CLASE 4 Y 5: LAS FORMACIONES DEL ICC

La teoría del significante.

La noción de estructura.

Estructura del síntoma freudiano en la lectura de Lacan.

SEMINARIO III: ESTRUCTURA Y CADENA SIGNIFICANTE

En el seminario II, Lacan plantea la estructura como un todo completo. En este momento a falla, la
falta la ubica en lo biológica, en la prematuración. Por ello en el esquema L aparece el Otro
simbólico sin barra, sin falta, es Otro de la verdad como toda, ese Otro completo que tiene que ver
con el Otro del deseo de reconocimiento que en sí determina un lugar simbólico para el sujeto.

En el seminario III va a dar otra definición de estructura. En este seminario aparece la estructura
como CONJUNTO DE ELEMENTOS QUE FORMAN UN CONJUNTO CO-VARIANTE. Es decir, que Lacan
empieza a pensar una estructura con una falta intrínseca, una falla interna al sistema y no externa
como aparecía en la primera conceptualización en donde la falla estaba en lo biológico. Esta idea
de la falta en la estructura implica hablar de los lugares vacios que permite hacer permutaciones,
combinaciones entre los elementos de manera co-variante, es decir que el valor de uno dependerá
del valor de otro. De esta manera la falta en el Otro se escribe Ⱥ que se corresponde con un sujeto
en falta $. Esta es la concepción de estructura como la ESTRUCTURA DEL SIGNIFICANTE (Los
elementos que conforman la estructura son los significantes y se conforman según las leyes de un
orden cerrado: metáfora y metonimia). Lacan en este momento remplaza el concepto de palabra
plena y vacía por el concepto de significante. Lacan da cuenta de una estructura que ya no es una
totalidad sino un conjunto de elementos en tanto que co varían porque hay uno que falta. El
recorrido del significante determina al sujeto, es decir que el sujeto es efecto de la cadena
significante. Un significante por sí solo no significa nada, sus efectos se actualizan en función de su
inserción en la cadena (el significante tiene un valor posicional de combinatoria). La cadena
significante es una dimensión de la memoria que el ICC descubre, memoria diferente de la
memoria vital, del instinto. El significante mortifica al cuerpo, el cuerpo padece pasivamente y el
significante le impone al cuerpo su lógica desadaptativa ya que la insistencia de la cadena
significante da cuenta de la compulsión a la repetición freudiana de la pulsión de muerte. El
ordenamiento mismo de la cadena determina, por su misma distribución al azar, la emergencia de
las leyes simbólicas que hacen posible o imposible la aparición de determinados signos, según el
orden en la que se presentan. Esta estructura permite pensar el concepto de sobre determinación
freudiana. La sobre determinación es determinación significante y depende de su autonomía,
demostrando el equívoco mismo en el que se sustenta el termino de la asociación libre. LA
SUBJETIVIDAD ES DEFINIDA COMO LA SINTAXIS QUE ENGENDRA EN LO REAL LA MARCA
SIGNIFICANTE. En este sentido el sujeto es efecto de una combinatoria particular de los
significantes. El significante mortifica al ser hablante. La estructura simbólica que le hace perder la
naturalidad hace que haya una FALTA EN LO SIMBÓLICO MISMO. Si se piensa al Otro como una
estructura también se verá afectado por la falta: A barrado. Le falta un significante que nombre al
sujeto por lo tanto el deseo de reconocimiento no podrá ubicarse en lo simbólico porque el Otro
en tanto que está en falta de un significante no puede reconocerlo, nombrar al sujeto. El sujeto es
efecto de la cadena significante en tanto que se ubica en el intervalo entre un significante y el otro.
El Ⱥ ya no será garante de la verdad del sujeto y por ende que reconozca al sujeto quedará en todo
caso del lado de lo imaginario. Entonces, Lacan plantea al Otro como lugar de los significantes o el
lugar del la batería de los significantes, están todos menos el que nombra al sujeto, sujeto que a
partir de ahora estará en falta, y se representara como $. La falta da cuenta de la dimensión del
deseo porque es deseante a condición que esté en fala. Entonces el deseo en lo simbólico ahora
pasara a ser el DESEO COMO DESEO DEL DESEO DEL OTRO. Por ellos existe una paradoja porque el
sujeto quiere ser ocupar un lugar en el deseo del Otro pero a su vez esto le resulta insoportable
porque en tanto que el Otro es deseante da cuanta se su falta en ser, el Otro está en falta y por
ende deja de ser el garante de la verdad del sujeto.

En el seminario VIII Lacan retoma al falo como significante en falta, al mismo tiempo que afirma
que a la estructura significante no le falta nada. Entonces, la batería significante está completa en
su objetividad pero la dimensión de la falta va a tener que ver con la relación del significante con
el sujeto, y del sujeto en relación al deseo. En el momento en que se evidencia la falta es el
momento de la constitución de la subjetividad.

Clase 4,5 y 6 (sem): LA INSTANCIA DE LA LETRA

El signo lingüístico y el algoritmo saussureano.

La noción de la cadena significante.

La metáfora y la metonimia.

El síntoma como metáfora y el deseo como metonimia.

La noción de letra.
LA INSTANCIA DE LA LETRA EN EL ICC O LA RAZÓN DESDE FREUD (LACAN)

Lacan designa a la LETRA COMO EL SOPORTE MATERIAL QUE EL DISCURSO CONCRETO TOMA DEL
LENGUAJE. El discurso concreto entendido como la palabra hablada. Es decir, que algo se asienta
como escritura a partir de la palabra.

Por otro lado, Lacan define a la letra como ESTRUCTURA ESENCIALMENTE LOCALIZADA DEL
SIGNIFICANTE. El significante adquiere valor psicoanalítico en la medida en que vale su lugar, es
decir que la letra tiene un VALOR POSICIONAL. El significante es un valor de la letra, un valor de
combinatoria y no en su significación. La letra en si CARECE DE SENTIDO. El significante persiste
como una letra sin sentido marcando al sujeto. En este sentido, la letra es esencialmente lo que
retorna y se repite, insiste constantemente en inscribirse en la vida del sujeto.

Lacan toma cosas de la lingüística de Saussure y las adapta a sus propios fines. Utiliza el signo de la
lingüística y con ello formulara el algoritmo saussureano.

Signo lingüístico:

El significado se relaciona con el contenido, el significante con la imagen acústica. El significado y el


significante aparecen como una unidad que implica cierta reciprocidad: a cada significado le
corresponde un significante. Opera a su vez un principio diacrónico: cada significante se define por
oposición y diferencia, cada significante es lo que los otros no son.

Lacan al signo lingüístico de Saussure lo transforma en el algoritmo Saussureano y esta


transformación indica la introducción de la función activa del significante en la determinación del
significado:

El significante está en relación al orden simbólico y el significado en relación a lo imaginario. Habrá


una primacía del significante sobre el significado, ya no habrá unidad ni correspondencia bi-
univoca. Un significante solo no significa nada, se necesitan por lo menos dos para producir
significado. No hay significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación. Es
una ilusión creer que el significante responde a la función de representar al significado. Para Lacan
el lenguaje no es una nomenclatura y en tanto que el ICC ESTÁ ESTRUCTURADO COMO UN
LENGUAJE, en el ICC no hay un sentido prefijado, la significación se irá construyendo
retroactivamente. En el análisis no hay que ir en la búsqueda del sentido ya que es en el sin sentido
donde aparecen las formaciones del ICC. El analista es extranjero en el lenguaje del paciente, no
debe comprender, no debe ir a buscar el sentido, sino que debe leer el significante. El baño del
lenguaje son puras marcas significantes. Aparece el ICC COMO EL DISCURSO DEL OTRO, los
significantes están en el Otro, todos los significantes menos uno, aquel capaz de nombrar
plenamente al sujeto. El sujeto aparece como efecto de la cadena significante en el intervalo de un
significante con el otro, y es esto lo que representa la barra entre el significado y el significante en
el algoritmo saussureano: la barra es la resistencia a la significación, porque no hay sentido fijo ni
correspondencia biunívoca entre Sgdo y Sgte, y también representa lo reprimido primordialmente
freudiano ya que la barra da cuenta de que hay un significante que falta, aquel capaz de nombrar
al sujeto. La represión primaria es represión de significantes, no de significados. La barra del
algoritmo saussureano pasa a barrar al sujeto $.

Significado y significante no fluyen, entre ambas se produce un abrochamiento al que Lacan llamó
PUNTO DE ALMOHADILLADO. Este es inseparable de la puntuación, de la escansión y la
retroacción. El punto de almohadillado es el lugar donde se atan entre si Sgdo y Sgte. A pesar del
desplazamiento continuo del Sgdo por debajo del Sgte, en el sujeto neurótico hay sin embargo
ciertos “puntos de fijación”, donde es deslizamiento se detiene temporariamente. Se necesita un
mínimo de determinados puntos para que el sujeto sea neurótico y cuando no están establecidos o
ceden, el resultado es una psicosis. El punto del almohadillado es entonces el punto de la cadena
significante en el que el Sgte detiene el movimiento incesante de otro modo interminable de la
significación y produce la ilusión necesaria de un sentido fijo.

ESQUEMA L SIMPLIFICADO

Lacan en este texto figura al Otro como un lugar presente para todo y cerrado a cada uno, en
donde sin que se piense, “ello” piensa. El lugar del Otro es el lugar de la batería significante y el
sujeto es efecto de la cadena significante, y el sujeto es efecto de la cadena significante, el sujeto
es pensado. Dice que está cerrada porque la cadena significante no está a disposición del sujeto, es
una discontinuidad en el discurso del sujeto y es una cadena articulada según leyes. Lacan afirma
que no hay modo de reducir ese Otro a la forma imaginario a modo de quien encarne el Otro.
Lacan entonces, a partir de aquí presenta el esquema L simplificado como una formulación
científica o formalizada de la relación del sujeto con el Otro. Este esquema significa que la
condición del sujeto (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A. Lo que tiene
lugar allí es articulado como un discurso: el ICC COMO DISCURSO DEL OTRO. Entonces, Lacan está
hablando de discurso y ya no de estructura (ICC estructurado como un lenguaje) porque el discurso
da cuenta de lo particular de cada quien. El ICC como discurso del Otro es una sintaxis. La
condición del sujeto depende de la cadena significante que se despliega en el lugar del Otro. El
sujeto se constituye como tal a partir del lugar que ocupa en el Otro. El sujeto está estirado en los
cuatro puntos del esquema:

-El Sujeto en su INEFABLE Y ESTÚPIDA EXISTENCIA en tanto innombrable, sujeto que padece su
falta en ser, efecto de la cadena.

- a-a´: set de figuras imaginarias, punto de referencia que el sujeto tiene de su propia imagen.
Corresponde al modo de responder a la falta y que constituyen puntos de referencia a partir de los
cuales se relaciona con los otros.

- A: es el lugar desde donde puede planteársele la cuestión de su existencia porque el sujeto tiene
la existencia cuestionada en la medida en la que depende del Otro, cuestionamiento que va a
extenderse a su relación intramundana con los Objetos.

El análisis se plantea para el sujeto la cuestión de su existencia, no bajo la especie de la angustia


que suscita a nivel del yo, sino en cuanto a pregunta articulada “que soy ahí”, referente a su sexo y
su contingencia en el ser, a saber que es hombre o mujer por una parte y por otra podría no serlo,
ambas conjugando su misterio y anudándolo en lo simbólico de procreación y muerte. El síntoma
está cifrado en el deseo del Otro y en el análisis de modo que hay que ver en qué lugar quedó el
sujeto en el deseo del Otro.

La L del cuestionamiento del sujeto en su existencia tiene una estructura combinatoria que no hay
que confundir con su aspecto espacial. Lacan dice que el sujeto, como tal forcluido del sistema,
entra como muerto en el juego de los significantes y se convierte en sujeto verdadero a medida
que ese juego le hace significar. Ese juego no es inerte, ye estructura en el sujeto las tres
instancias: yo ideal, Realidad y Súper Yo. El sujeto entra como muerto pero es como vivo como va a
jugar, y lo hará utilizando el set de figuras imaginarias, seleccionadas entre las formas
innumerables de las relaciones anímicas y cuya elección implica cierta arbitrariedad, puesto que
para recubrir homologicamente el ternario simbólico debe ser numéricamente reducido.

ESQUEMA RHO

A nivel simbólico está la presencia de cuatro significantes que permiten delimitar el Edipo
freudiano: A, M, I, P. Los vértices del triangulo simbólico son:

-I como IDEAL DEL YO

-M como Sgte del Objeto primordial, a cuyo nivel surge la pregunta por el deseo, destinado a ser
reprimido vía metáfora paterna.

-P como posición en A del NOMBRE DEL PADRE

Se puede captar como el prendido homológico de la significación del sujeto bajo el significante falo
puede repercutir en el sostén del campo de la realidad delimitado por el cuadrángulo MImi. Los
otros dos vértices de este, i y m, representan los dos términos imaginarios de la relación narcisista,
ósea el yo y la imagen especular. Lo imaginario se construye sobre la base simbólica.

En la medida en que P esté en A se permite el posicionamiento ICC del sujeto, es lo que le permite
armar la realidad ya que si P está en A significa que está operando el Nombre del Padre en el lugar
del Otro y por lo tanto el Nombre del Padre sustituye el Deseo de la Madre vía metáfora paterna.

Lacan dice que el problema de las perversiones consiste en concebir como el niño, en su relación
con la madre, queda atrapado en el deseo materno, se identifica con el objeto imaginario de ese
deseo en cuanto que la madre misma lo simboliza en el falo.

El cuadrángulo R es el que arma la realidad, lo que cada uno percibe como real. Lo real es ficcional.
Este campo de la realidad se arma si P esta en A. El NP ordena simbólicamente los lugares, el
espacio y el tiempo, se marca lo que está permitido y lo que es deseable para el sujeto.

La novedad de este esquema es la inclusión de los tres órdenes: Imaginario, Simbólico y lo que
Lacan llama realidad que aun lo confunde con lo real.

SUBVERSIÓN DEL SUJETO Y DIALÉCTICA DEL DESEO EN EL ICC FREUDIANO

En este texto Lacan dice que el sujeto del ICC pone en cuestión al sujeto de la ciencia y al sujeto
Hegeliano porque no hay sujeto con absoluta autoconciencia, no hay síntesis ni sujeto absoluto. El
ICC a partir de Freud es una cadena significante que opera en otro escenario, en el Otro, que se
repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso. Ese corte implica la aparición
de sujeto y en sí mismo el sujeto es ese corte.

Lacan considera a la palabra como un llamado al otro. Esta consideración del acto de hablar más
allá del contenido de lo que se dice, anticipa la atención que Lacan prestará a la dimensión de la
enunciación. En el grafo del deseo aparecen dos cadenas: la cadena inferior es el ENUNCIADO, que
es la palabra en su dimensión consciente y la cadena superior es la ENUNCIACIÓN ICC. Al enunciar
la enunciación como ICC Lacan afirma que la fuente de la palabra no es el yo ni la conciencia, sino
el ICC, el lenguaje proviene del Otro, y la idea de que “yo” soy amo de mi discurso es solo una
ilusión. De modo que el sujeto está escindido entre estos dos niveles, dividido en el acto mismo de
articular el yo que presenta la ilusión de unidad. La escisión denota la imposibilidad de una
autoconciencia plenamente presente. Esto indica la presencia del ICC. El sujeto está escindido por
el mismo hecho de que es un ser hablante, puesto que habla determina una división entre el
sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Entonces el deseo no está en el enunciado
como discurso efectivo y tampoco estará en la cadena de la enunciación, sino que estará en el
INTERVALO DE ESTAS DOS CADENAS. El DESEO ES EFECTO DE LA ARTICULACIÓN DE LAS DOS
CADENAS, ES ARTICULADO PERO NO ARTICULABLE puesto que no hay un significante que lo
nombre. Que el deseo ser articulado es la razón misma de que no sea articulable.

DESEO – DEMANDA – NECESIDAD:

Es la pregunta por el deseo del Otro la que organiza el GRAFO DEL DESEO, la pregunta: ¿QUE ME
QUIERE? Allí donde se trata del deseo, encontramos en su irreductibilidad a la demanda el resorte
mismo de lo que impide reducirlo a la necesidad.

El deseo para Lacan es el deseo del deseo del Otro. El DESEO SE ESBOZA EN EL MARGEN DONDE LA
DEMANDA SE DESGARRA DE LA NECESIDAD.

La necesidad es un instinto puramente biológico, un apetito que surge de los requerimientos del
organismo y que se elimina por completo cuando es satisfecho. El ser humano que nace en un
estado de desamparo, es incapaz de satisfacer sus propias necesidades, y por lo tanto depende del
Otro para que lo ayude. A fin de lograr la ayuda del Otro el infante tiene que expresar su necesidad
vocalmente con el llanto, es decir que la necesidad debe articularse como demanda. La presencia
del Otro pronto adquiere importancia por sí misma, una importancia que va mas allá de la
satisfacción de la necesidad, puesto que esa presencia simboliza el amor del Otro. De modo que la
demanda asume pronto una doble función: sirve como articulación de la necesidad y como
demanda de amor. Pero, si bien el Otro puede proporcionar los Objetos que el sujeto requiere para
la satisfacción de sus necesidades, no puede proporcionar el amor incondicional que el sujeto
anhela. Por lo tanto, incluso después de que hayan sido satisfechas las necesidades, el anhelo de
amor subsiste insatisfecho y ese resto es el deseo. Por eso Lacan dice que el DESEO NO ES EL
APETITO DE SATISFACCIÓN NI LA DEMANDA DE AMOR, SINO LA DIFERENCIA QUE RESULTA DE
SUSTRAER EL PRIMERO DE LA SEGUNDA. De modo que el deseo es el excedente producido de la
articulación de la necesidad en la demanda. El deseo comienza a tomar forma en el margen donde
la demanda se desagarra de la necesidad, el deseo a diferencia de la necesidad no puede ser
satisfecho.

La demanda es una cadena articulada y articulable, producto del paso de la necesidad por los
desfiladeros del significante (punto mítico de origen en el que el sujeto es apresado por la
estructura del lenguaje para devenir $).

El cruce de los dos vectores del grafo ubica dos intersecciones, s(A), significado del Otro, y A lugar
del código. El punto de almohadillado indica como el A del código decide el mensaje imponiendo
una escansión, a partir de la cual se produce el vector Aàs(A), que retroactivamente significa la
cadena significante que se despliega de modo anticipatorio. La demanda implica pues la
trasmudación de la necesidad en pulsión. Cuando la madre no responde al llamado, responde a su
arbitrio, con su capricho de elefante, deja de ser simbólico para devenir una potencia real, un
poder real que puede privar al sujeto de la satisfacción de la necesidad. Cuando la madre deviene
ese poder real, el objeto se transforma en simbólico. Ese objeto simbólico es objeto de don, que es
por excelencia don de lo que no se tiene, el falo ausente de la madre, imaginario en un sentido es
simbólico en la medida en que en lo real a la mujer nada le falta. Desde este ángulo la castración
materna introduce el falo como simbólico y como objeto de don de amor. La madre deseante es
una madre herida en su potencia.

El deseo metonímico es la diferencia entre la demanda y la necesidad. Si es diferencia es que hay


resta, sustracción, perdida, que se genera por la abolición de la necesidad en su especificidad.
Surge así una nueva potencia: la del deseo producto de esta división del sujeto entre la demanda y
la necesidad.

El sujeto desea ser deseado y para ser deseado por Otro, ese Otro debe ser también él un sujeto
dividido, con una falta, y en tanto en falta y dividido es un sujeto deseante Ⱥ. El falo asoma aparece
entonces como aquello que podrá colmar la falta en el A y el sujeto no tiene más remedio que
proponerse ser el falo, tenerlo implica la renuncia a serlo y por lo tanto, a colmar el deseo del Otro.

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