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Encabezado: ESTUDIO DE LA PERCEPCIÓN JUVENIL SOBRE LAS NARCOSERIES

Héroes o Villanos: Análisis de la Percepción de los Jóvenes en Monterrey acerca del

Narcotráfico Presentado en las Series de Televisión

Gerike Rijna Saide, Mónica Medellín Estrada, Samantha Garza Caballero, Samantha

Hernández y Valeria Lartigue Sánchez

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

Notas del autor

Contacto: Gerike Rijna Saide (A01194142@tec.mx), Mónica Medellín Estrada

(A01039947@tec.mx), Samantha Garza Caballero (A00823162@tec.mx), Samantha

Hernández (A01282686@tec.mx) y Valeria Lartigue Sánchez (A01282673@tec.mx)

Resumen
Encabezado: ESTUDIO DE LA PERCEPCIÓN JUVENIL SOBRE LAS NARCOSERIES
El presente trabajo analiza la percepción de los jóvenes en Monterrey acerca del

narcotráfico y la figura del narcotraficante, específicamente presentada en las series de

televisión con temática de narcotráfico. Se busca responder a preguntas tales como ¿de qué

manera los jóvenes en Monterrey caracterizan a los narcotraficantes y el narcotráfico dentro

de las series televisivas? y ¿cuáles son las opiniones y percepciones de dichos jóvenes

respecto a las caracterizaciones de los personajes y el narcotráfico? Se realizaron

entrevistas semiestructuradas como técnica de investigación para aproximarse a la

caracterizaciones de los jóvenes en Monterrey acerca de los narcotraficantes y las

actividades relacionadas al narcotráfico, así como también la percepción y el calificativo

atribuido a cada uno de los elementos presentes en este tipo de series de televisión. Los

resultados muestran que la perspectiva de los jóvenes se mantiene estable ya que hacen uso

del pensamiento crítico al interactuar con las series relacionadas con el narcotráfico.

Palabras clave: narcocultura; narcoseries; narcotráfico; adolescencia; percepción

Abstract

This paper analyzes the perception of teenagers in Monterrey about narcotraffic and the

figure of the drug trafficker, specifically presented in the television series on the subject of

drug trafficking. The aim is to answer questions such as: How do teenagers in Monterrey

characterize drug traffickers and drug trafficking presented in these television series? And

what are the opinions and perceptions of these teenagers regarding the characterizations of

the drug trafficker character and drug trafficking? Semi-structured interviews were

conducted as a qualitative research technique to approach the characterizations of young

people in Monterrey about drug traffickers and drug-related activities, as well as the

perception and qualification attributed to each of the elements present in this type of series.
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The results show that the perspective of young people remains stable since they make use

of critical thinking when interacting with the series related to drug trafficking.

Keywords: narcoculture; narcoseries; drug trafficking; adolescence; perception

Introducción

Si bien la narcocultura no es un tema nuevo dentro de la sociedad mexicana, el

interés por su investigación se ha disparado a partir de la declaración de guerra al crimen

organizado en México. Así, la fuerte presencia de cárteles del narcotráfico en la vida social

ha perpetuado la narcocultura hasta el punto que esta está presente en la música, la

literatura, el cine, las artes plásticas, la arquitectura, entre otros. Asimismo, siendo un

producto de tanto la modernidad capitalista (capital, máquinas y consumo) como de la

premodernidad (moral de compadrazgo y lealtad), la narcocultura también trata un asunto

posmoderno al incentivar el vivir el momento y gozar el presente sin reparar en nada. Por

consiguiente, se podría considerar la narcocultura como una cultura de la ostentación y del

"todo vale para salir de pobre".

En consecuencia, las series que retratan este fenómeno recrean el ascenso de los

líderes de las organizaciones criminales, logrando así que los jóvenes se identifiquen con

las hazañas, el poder y el control. Incluso, las series reproducen el lado humano de los

narcotraficantes al retratarlos como amantes apasionados, patriarcas generosos y líderes

comprometidos con sus causas y sus súbditos. No obstante, esta cultura inspira un modus

vivendi imaginario caracterizado por una estética del poder basado en los recursos

materiales, la impunidad y la capacidad de imponer su propio orden y su propia justicia.

Por el contrario, los noticieros construyen a los narcotraficantes como enemigos del Estado;
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además, sus capturas son planteadas como trofeo y medios de legitimación del trabajo

gubernamental.

Objetivo

Así, el eje central de este trabajo es analizar la manera en que los jóvenes

interpretan el narcotráfico presentado en algunas series de narcotraficantes. De la misma

manera, se busca responder a preguntas tales como ¿de qué manera los jóvenes caracterizan

a los narcotraficantes y el narcotráfico dentro de las series televisivas? y ¿cuáles son las

opiniones y percepciones de dichos jóvenes respecto a las caracterizaciones de los

personajes y el narcotráfico?

Justificación

La adolescencia “es producto de una interacción entre las condiciones psicosociales

y las imágenes culturales que una sociedad elabora” (Diverio, 2006, p. 5). Por consiguiente,

“el comportamiento de los adolescentes ante la televisión no está desvinculado a su

comportamiento ante otras ofertas de entretenimiento ni de los hábitos de los demás grupos

sociales” (Younis en Bautista, 2005, p. 148). Así, es de suma importancia e interés observar

cómo las narcoseries, tales como Narcos: México y El Chapo (Pardo, 2018) y La Reina del

Sur y El Señor de los Cielos (Dittmar, 2016), siendo estas las más populares entre las

audiencias en los últimos años, son o no influyentes en los comportamientos y

pensamientos de los jóvenes. De la misma manera, se excluirán los narcocorridos debido a

que las narcoseries se han vuelto más populares entre los espectadores más jóvenes

(Lomelí, 2017).

Delimitaciones y limitaciones
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En cuanto a las delimitaciones, nuestra población de estudio se centrará en jóvenes

que vivan en Monterrey, aproximadamente de 14 a 18 años y que hayan sido espectadores o

tengan conocimiento de alguna serie relacionado al narcotráfico. No obstante, debido a la

naturaleza de la investigación, los resultados encontrados no pueden ser generalizables. Por

otra parte, quedarán fuera las percepciones de estudiantes vinculados con el narcotráfico o

que viven en un entorno relacionado a este. También, algunas limitantes pueden ser la falta

de cooperación por parte de los entrevistados, falta de honestidad en los mismos, entre

otros.

Marco teórico

El narcotráfico no es un tema novedoso entre la sociedad mexicana. De hecho, la

subcultura del narcotráfico se ha expandido a tal grado que se ha convertido en una realidad

que determina la vida en todo el país. Esta puede ser entendida como un delito, una

actividad económica, una fuente de empleo, una forma de vida, o como una amenaza

(Burgos en Saldívar y Rodríguez, 2018). Así, Valenzuela, citado por Ovalle (2005)

introduce que la existencia de una narcocultura está definida por los códigos de conducta,

estilos de vida y formas de relación de quienes participan en el “narcomundo”.

La cultura del narco es una fusión de temporalidades. Es decir, es un producto de la

modernidad pues se basa en el capital, el consumo y en el sueño capital liberalista; a su vez,

de la premodernidad al integrar la moral de compadrazgo y la familia, la ley de la lealtad y

lo religioso como ética. Además, es un asunto postmoderno pues incluye rasgos tales como

consumir al máximo y gozar el presente (Maihold y Sauter, 2012).

Del mismo modo, las sociedades latinoamericanas también se ven influenciadas por

esta subcultura al surgir interacciones basadas en: 1) las pautas pragmáticas como la

hipervaloración del dinero, éxito y el poder económico, 2) la legitimación de sus propios


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estilos para alcanzar las metas criminales y lucrativas, 3) la identificación con estas pautas

y estilos como referente sociocultural en el imaginario colectivo (Villatoro, 2012) y por

último, el deterioro de las instituciones públicas y del estado neoliberal mexicano como

causa de la legitimación del narcotráfico (Saldívar y Rodríguez, 2018).

Ahora bien, existen diversos discursos mediáticos que fungen un rol fundamental en

la inserción colectiva de la narcocultura. No obstante, Ovalle, citado por Pardo (2018),

señala que esta representación provoca la producción de prácticas cotidianas desde las

cuales la gente aprende a vivir con ese mundo.

Por un lado, el discurso más directo sobre el narcotráfico proviene del Estado

mexicano, que mantiene claramente una posición de lucha de “buenos” (el Estado) contra

“malos” (los narcotraficantes) (Karam, 2018). Un claro ejemplo es la estrategia discursiva

usada en el mandato de Enrique Peña Nieto, basada en la percepción del narcotráfico como

un enemigo ajeno a la sociedad. De hecho, en el sexenio 2012-2018 se buscó satanizar

cualquier manifestación asociada al narcotráfico (Burgos en Saldívar y Rodríguez, 2018, p.

388).

Los medios de comunicación, como noticieros y periódicos, también se han

encargado de construir toda una visión alrededor del narcotráfico, enfocada en “una historia

donde (los narcos) se convierten en los enemigos del Estado y en responsables de la

inestabilidad e inseguridad que deben ser combatidas con los aparatos represivos para

ofrecer su captura como trofeo y legitimar el trabajo gubernamental” (Baca, 2017, p.60).

Complementariamente, Christiansen, citado por Saldívar y Rodríguez (2018),

afirma que “...los medios de comunicación reforzaron una forma de representación

criminalizada y psicopatologizante del fenómeno del narcotráfico y de las personas

inmiscuidas” (p. 386). Por otro lado, Ovalle (2005) va más allá y sostiene que los medios
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“hacen del mundo narco un espectáculo (…), pues son contenidos que se evocan y que

obtienen en ventas la respuesta esperada” (p. 136).

Sin embargo, la prensa y el discurso oficial no son las únicas fuentes que abordan

este tema, sino que los narco relatos también se difunden a través de documentales, series,

fotografías, películas y plataformas digitales (Karam, 2018). En general, los narco relatos

destacan la ponderación desproporcionada del consumo, del poder y de la impunidad (Arce

en Figueroa, 2007) y a su vez, se alejan del maniqueísmo que establece el discurso oficial

(Saldívar y Rodríguez, 2018).

Asimismo, este tipo de series y telenovelas “predispone a la opinión pública a

adquirir información complementaria de estos temas que aparece en los telediarios y en las

conversaciones” (Karam, 2018, p. 194). También, el éxito de las series se le puede atribuir

al hecho de que sus mensajes se han vuelto en catalizadores de distintas reacciones sociales

donde se capitaliza el descontento, el enojo social, la negativa percepción hacia los

políticos (Karam, 2018). En efecto, dicho narco relato inclusive ha llegado a las

plataformas digitales más populares, tal como es el caso de Netflix. De acuerdo con Karam

(2018), una búsqueda rápida en la plataforma arroja “más de 25 títulos con temáticas muy

diversas en torno al narco mundo en varios países.

Por tanto, resulta importante sumergirse en la construcción de los personajes y de la

narración que presentan dichas narcoseries. En las narcoseries, como contradiscursos de la

prensa y la narrativa gubernamental, “son los policías, los militares, los representantes de la

ley quienes son caracterizados como peligrosos, traidores a la patria y delincuentes”

(Vásquez, 2015, p. 107). Por el contrario, el narcotraficante es vinculado con “la

responsabilidad del Estado y llevan a cabo políticas benefactoras” (Vásquez, 2015, p. 106),
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convirtiéndose así en un héroe popular, hijos de la injusticia social, la pobreza y la

corrupción política.

En segundo lugar, las narcoseries parten de un modelo que “presenta un Estado en

decadencia, policías ineficientes, militares aliados al narcotráfico, en suma, una crisis de

gobernabilidad” (Vásquez, 2015, p. 102). En consecuencia, Karam (2018) señala que las

instituciones estatales son objeto de constantes cuestionamientos, lo que facilita las

historias de lealtad heroica o de traición.

Como resultado, las mencionadas construcciones provocan que, de acuerdo con

Rincón, citado por Vásquez (2015), los televidentes vivan una proyección en los personajes

que debieran ser considerados los villanos del melodrama. Por su parte, Escalante, señalado

por Karam (2018), concluye que la calidad de la conversación pública sobre el narcotráfico

ha perdido complejidad puesto que a mayor consumo de este tema, más representará un

obstáculo para entender lo que realmente pasa e identificar lo que no informan las fuentes

oficiales ni los telediarios. Por el contrario, si bien estas ficciones muestran la degradación

de la sociedad en todas sus vertientes, Vásquez (2015) considera que, en realidad, “las

narcoseries distan mucho de ser una promoción o una incitación a este estilo de vida.” (p.

107).

Otra variable importante en este estudio es el tema de los jóvenes. Primero que

nada, para Diviero (2006), la adolescencia se trata de una construcción cultural, siendo

producto de las condiciones psicosociales y las imágenes culturales de una sociedad en

cada momento histórico. No obstante, también es clave el rol de los medios de

comunicación, en especial la televisión, como agentes de socialización. Es decir, los

programas de televisión, dado que responden a lo que ocurre en la sociedad,


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innegablemente tienen poder al penetrar en los hogares y en las conversaciones cotidianas

(Vásquez, 2015).

Como ya se analizaba, la narcocultura atrae fácilmente a los jóvenes dadas sus

cualidades y virtudes relacionadas con la osadía, honor, valentía e incluso gran inteligencia

(Villatoro, 2012). No obstante, en palabras de González, referenciado por Córdova y

Hernández (2016), las vidas de los adolescentes que incursionan en las filas del narco, son

prescindibles, sin valor, «desnudas» de atributos o cualidades sociales que abonen al bien

común, lo que las hace, por tanto, desechables (p. 561).

Particularmente, Reyes-Sosa, Larrañaga-Egilegor y Valencia-Garate (2017),

quienes realizaron un estudio con estudiantes de psicología de 3 universidades

culiacanenses, aplicaron un cuestionario de libre evocación de palabras (es decir, ¿qué se le

viene a la mente cuando piensa en un narcotraficante?), evidenciando así que existe una

valoración que fluctúa entre lo positivo y lo negativo. En lo positivo, lo describe a través de

los lujos de su vida cotidiana, como el dinero, los autos, los lujos, la vestimenta y el poder.

En lo negativo, se evocan conductas como el ser violento, corrupto y agresivo y además,

características como una persona enferma, sin educación, violenta, fría, prepotente,

inmoral, inculta y peligrosa. No obstante, destacan que resulta interesante que en el

discurso los jóvenes priorizan el mencionado aspecto positivo.

Otro caso de estudio, realizado por Cárdenas (2016), utilizó una metodología

mixta, es decir, un cuestionario (cuantitativa) y un grupo focal (cualitativa). Además,

empleó una serie de imágenes de narconovelas y capítulos de diversas series como El

Capo, La muñecas de la mafía, Rosario Tijeras y El Señor de los cielos. Entre sus

resultados más relevantes se destacan: el 22,3% de los adolescentes se sienten identificados

con los autos lujosos, las mansiones, etc, observados en las narconovelas; además, los
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adolescentes admiten que las narconovelas muestran escenas violentas. Sin embargo, la

aparición de conductas repetidas se debe a varios factores como tipo de personalidad, nivel

de formación académica, nivel socioeconómico, condiciones familiares, entre otros, por lo

tanto, es vago y poco acertado concluir que las narconovelas llevarán a los adolescentes a

una vida narco o violenta.

Metodología
Se usó un enfoque metodológico cualitativo, específicamente entrevistas

semiestructuradas como técnica de investigación (Almanza et al, 2018), dado que son útiles

para explorar las experiencias de los participantes y los significados que les atribuyen a los

conceptos abordados; de la misma manera, permiten al entrevistador ordenar o aclarar las

preguntas para investigar más a fondo temas introducidos por el encuestado (Tong,

Sainsbury y Craig, 2007). Las entrevistas semiestructuradas se realizaron por medio de una

guía, conformada por categorías de análisis: a) características de los narcotraficantes como

personajes, b) circunstancias que rodean a los protagonistas, c) interacción entre personajes,

d) opiniones de los jóvenes respecto a los personajes y el narcotráfico en las series, e)

opiniones de los jóvenes respecto a los personajes y el narcotráfico dentro de otros medios,

d) influencia de las series en las percepciones de los jóvenes.

La población participante del estudio se conformó de jóvenes, tanto hombres como

mujeres, de entre 14 a 18 años de edad y viviendo en Monterrey, Nuevo León. La muestra

obtenida fue homogénea propositiva (Tong et al citado por Almanza et al, 2018), la cual

consistió en 10 jóvenes que cumplían con dos criterios de inclusión: tener entre 14 a 18

años de edad y que les gusten o hayan visto series con temática de narcotráfico. El

instrumento se aplicó durante el 15 al 28 de abril de 2019, en distintos lugares de la ciudad

de Monterrey, Nuevo León tales como casas particulares y centros comerciales.


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Por otro lado, la prueba piloto consistió en probar la efectividad de un grupo focal.

No obstante, la disposición y disponibilidad mostrada por los participantes fue baja ya que

fue difícil reunir al número deseado en un mismo día, lugar y hora. Por lo tanto, se optó en

cambiar el método de investigación a entrevistas individuales semi estructuradas. Por

último, las entrevistas semiestructuradas fueron grabadas por medio de una aplicación de

notas de voz para agilizar el proceso de transcripción realizado manualmente.

Resultados

Se encontró que las características que los jóvenes entrevistados le atribuyen a los

personajes de las series encajan con los atributos antes mencionados, que son

característicos dentro de las narraciones de estas. Así encontramos, por ejemplo, el

machismo, muy marcado en estos personajes (Sujeto 9, 2019), la ambición, las

personalidades de sangre fría, sin sentimientos (Sujeto 4, 2019), el control que ejercen

(Sujeto 4, 2019), la agresividad, la promiscuidad y el exceso en lujos (Sujeto 4, 2019).

Incluso, los personajes representan el típico estereotipo de narcotraficante, el cual consiste

en poseer un “sombrero, camisa de botones, [...], cinturón, una pistola, una camioneta

negra, [...] guardaespaldas” (Sujeto 1, 2019).

Por otro lado, los participantes son capaces de identificar una disonancia en la

personalidad y las acciones de dichos personajes. Por ejemplo, a pesar de que se destacó

que en ese tipo de vida es necesario no tener sentimientos, estos sí pueden ser mostrados

nada más con la familia y los seres más queridos (Sujeto 4, 2019). Del mismo modo,

destacaron que es fácil de identificar actitudes de motivación y esfuerzo, reflejadas en que

“quizo salir adelante y que le fuera mejor” (Sujeto 1, 2019), lo que lleva a un cambio

importante en el estrato socioeconómico. Valores como la lealtad y la fidelidad, vistos en


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comentarios como “siempre fue leal” (Sujeto 1, 2019), “demostró gran hermandad a El

Chapo” (Sujeto 2, 2019) y son “muy unidos a su familia” (Sujeto 7, 2019), son rasgos igual

de importantes dentro de las caracterizaciones percibidas del narcotraficante.

Sin embargo, cabe destacar que los sujetos también hicieron un importante énfasis

en un grupo de características inusuales: la planeación, la disciplina y la inteligencia de los

personajes. Es decir, son proyectados como “bastante planeadores, o sea, que piensan las

cosas antes de hacerlas” (Sujeto 1, 2019), que son “muy centrados, muy consistentes en el

objetivo que quieren lograr” (Sujeto 2, 2019). Además, son “personas muy astutas, eran

personas muy muy ingeniosas, muy muy inteligentes” (Sujeto 3, 2019), siendo así que estas

cualidades, de acuerdo con ellos, sean claves en el desarrollo del personaje y en el resto de

las características mencionados puesto que “si no, no hubieran tenido, o sea, lo que tuvieron

o lo que tienen” (Sujeto 4, 2019); complementariamente, el Sujeto 10 (2019) explicó que la

habilidad de negociación que presentan es la que les permite abrirse paso en el monopolio

de los de los cárteles.

En segundo lugar, los sujetos también ofrecieron descripciones sobre las actividades

y los sucesos que suelen suceder en las series. A lo esperado, se obtuvieron respuestas tales

como “muchos sobornos, muchas muertes a veces, muchos tiroteo [...] a veces escenas

pornográficas” (Sujeto 1, 2019), “secuestro, violaciones [...] chantaje, persecuciones, actos

en general de violencia” (Sujeto 10, 2019). Sin embargo, contrario a la expectativa, los

jóvenes no concluyeron que las actividades mencionadas anteriormente son consecuencia

directa o propias del involucramiento en una actividad ilícita como el narcotráfico. El

Sujeto 5 y Sujeto 3, como excepciones, fueron los únicos que lograron hacer dicha relación

directa entre el narcotráfico y las implicaciones violentas, al mencionar que “muchas cosas

que tienen que hacer para lograr este tipo objetivo es matar a gente [...] o a personas
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enemigas de esa misma persona o del cartel y pues también estar aliados con gente del

gobierno e inclusive [...] violaciones de mujeres y violaciones a los derechos humanos”

(Sujeto 5, 2019) y que se vuelve “ un gaje del oficio ya que se convierte en algo que ellos

tienen que hacer al estar en un mercado negro y al estar fuera de la ley” (Sujeto 3, 2019).

En efecto, entre las actividades que fueron calificadas como malas se encuentran:

asesinatos sin distinciones, es decir, matar a “gente corrupta que no estuvo de su lado, o

aquellos que lo intentaron capturar [...] o gente que solo hacía su trabajo [...] pues no

pasaron por el sistema de justicia como debió de haber sido” (Sujeto 1, 2019), “ asesinatos,

secuestros, extorsión, realmente tortura” (Sujeto 3, 2019) y “sobornos, [...], robar, vender

drogas, consumir drogas” (Sujeto 4, 2019). Aún más interesante, los sujetos declararon que

las principales razones que motivan estos sucesos están relacionadas con el dinero, el poder

y la ambición de crecer pues la visión y el poder que tienen, el cual es mucho, y el deseo de

tener más poder, abarcar ser poderoso en su país y en otros continentes, es lo que ocasiona

que los protagonistas también maten para que no lo estén molestando, compren gente para

que estén todos apalabrados y poder llegar a ser el hombre más poderoso (Sujeto 5, 2019);

el bien individual, en segundo lugar, puesto que “ [al personaje] no le convenía que esas

personas siguieran viviendo, no hacían lo que él quería” (Sujeto 1, 2019).

Por el contrario, las actividades que fueron clasificadas como buenas son: el ayudar

mucho a su familia al ayudarlos bastante económicamente (Sujeto 2, 2019), el darle dinero

a la gente que lo necesita para la “construcción de hospitales y escuelas para la gente de

pueblo” (Sujeto 6, 2019) o “para comer” (Sujeto 8, 2019). Mientras que el Sujeto 1 (2019)

destacó que “sí era dinero que venía de drogas pero al final del día terminaba en cierta parte

en acciones buenas, entonces [...] de esta forma su acción mala llevó a una consecuencia

buena”, el Sujeto 10 (2019), no obstante, cree que no hay “ninguna acción buena [...] pues
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por ejemplo [...] ayudó a las personas pero [...] es que el fin no justifica los medios, o sea,

todas las acciones que él [Pablo Escobar] realizó no tienen justificación aunque ha hecho

cosas buenas por otras personas.”

En consecuencia, los jóvenes entrevistados afirmaron que los orígenes o el pasado

de los respectivos personajes ficticios tiene una gran influencia sobre sus acciones,

concluyendo que generalmente se plantea que el pasado del protagonista se remonta en un

pueblo muy humilde y pobre, y sus vivencias desencadenan su deseo por cambiar mucho

su estrato socioeconómico y lograr grandes hazañas (Sujeto 1, 2019). Así, nos explican, por

ejemplo, que los personajes suelen crecer en “un pueblo, el cual el gobierno no lo atendía,

entonces lo que hicieron ellos fue crear hospitales, darles empleo a gente que lo necesitaba

para que no sufriera el hambre y fundaron escuelas, fundaron centro de entretenimiento

para niños” (Sujeto 5, 2019); similarmente, el protagonista de joven “se obsesiona [...] con

la vida del narcotraficante, toda llena de lujos, de mujeres, llena de ese sueño que tienen las

personas de riqueza, poder, respeto” (Sujeto 2, 2019).

De la misma manera, estos identifican un sentimiento de amor, un sentimiento que

lo califican como “humano” (Sujeto 2, 2019), detrás de las interacciones entre el

protagonista y su familia puesto que “[el narcotraficante] quiere, de cierta forma, proteger a

toda costa a su familia, entonces aunque no lo haga de la mejor manera [...] sí es una acción

pues bastante humana de su parte, que no haya perdido el amor a su familia y el amor a sus

hijos” (Sujeto 2, 2019). Otro caso, por ejemplo, es que “siempre quiere que tengan lo

mejor. Siempre quiere cuidarla y protegerla [la familia], que nada les pase” (Sujeto 7,

2019).

Las relaciones entre narcotraficantes y policías, gobernantes, ciudadanos y otro

grupo de narcotráfico tienen un alto grado de connotaciones negativas, siendo totalmente


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opuestas a las valoraciones obtenidas con el vínculo entre el narcotraficante y su familia.

Los policías, en primer lugar, son un bando muy distinto al grupo de narcotraficantes

puesto que “son simplemente una barrera que los detiene [a los narcotraficantes], o sea, una

barrera que los detienen hacia el negocio, hacia ganar dinero” (Sujeto 2, 2019). Esta

relación, sin embargo, se ha hecho “cada vez más estrecha, se fue haciendo como una

relación de yo te ayudo, tú me ayudas, un ganar-ganar” (Sujeto 3, 2019), en otras palabras,

de corrupción, de costo-beneficio, “de yo no interfiero contigo y tú no interfieres conmigo”

(Sujeto 2, 2019); no obstante, también estos elementos la vuelven una relación muy

desconfiable “porque no sabes en qué momento el policía se te pueda torcer (traicionar) [...]

en los policías es imposible que se pueda confiar” (Sujeto 5, 2019).

Entre los narcotraficantes y el grupo de políticos, los jóvenes participantes resaltan

que la motivación de ambos bandos es el dinero. Por tanto, así como se mencionaba

anteriormente, unas de las actividades más comunes son los sobornos a los políticos y a la

policía, siendo así que “ a los políticos les conviene que esté, que el narcotráfico exista

porque para ellos también genera, no una inversión, sino una ganancia porque al fin y al

cabo es un negocio que se hace, y no solamente en México, sino, en países del extranjero”

(Sujeto 2, 2019). Incluso, debido a estas características presentadas, el Sujeto 3 (2019)

confiesa que no existe una diferencia clara entre políticos y narcotraficantes, siendo que

ambos realizan el mismo tipo de actividades ilegales.

Entre un grupo de narcotraficantes y otro cartel de narcotráfico suelen existir

acuerdos de espacio, es decir, “se suelen separar entre estados, entre, este es tu territorio,

este es mi territorio y si yo te cacho (atrapo) vendiendo en mi territorio, pues hay algún

problema” (Sujeto 1, 2019), lo que provoca que “terminen peleando por lo mismo ya sea

por el dinero o por el poder territorial” (Sujeto 10, 2019). En otras palabras, la conexión
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suele presentar mucha rivalidad, provocando que los narcotraficantes hagan “cualquier cosa

para terminar con los carteles opuestos. O sea, desde cosas pues muy terribles” (Sujeto 2,

2019).

Por último, la relación entre los ciudadanos comunes, no involucrados en el

narcotráfico, y el grupo de narcotraficantes es descrita que está basada en un buen trato, en

principio, “pues como es un negocio [...] un producto, un servicio que están dando, la

mayoría [narcotraficantes] a veces se ve que están con los ciudadanos, se ve que los tratan

de una manera normal” (Sujeto 2, 2019). Asimismo, “ el narco no se mete con los

ciudadanos inocentes a menos de que se vuelvan locos” (Sujeto 6, 2019), lo cual conlleva a

justificar posteriormente tratos hostiles contra la ciudadanía, sobre todo a “las personas que

no les han pagado, con las personas que tienen problemas” (Sujeto 2, 2019). Por otro lado,

también se percibe que la relación entre estos dos grupos es más que nada en un mando,

“haz lo que te pido, o te mato” (Sujeto 1, 2019)

Después de una revisión de las características y actividades altamente vinculados

con la personalidad de los narcotraficantes y el narcotráfico, los jóvenes entrevistados

enfatizaron que los hechos presentados se pueden resumir en tres palabras: asesinato,

muerte y dinero. Los sucesos son sangrientos (Sujeto 1, 2019), violentos e incluso gráficos

porque pues sí muestran muchas situaciones que son difíciles de ver (Sujeto 10, 2019),

corruptos y falsos (Sujeto 6, 2019). En un sentido más específico, también mencionan que

los presentan “de una forma cruda, de una forma real, de una forma humana, en el sentido

de toda la fuerza y sentimiento que transmiten los personajes” (Sujeto 2, 2019). Lo

interesante es que a pesar de que se les pidió calificar los eventos, estos se clasificaron

también como “inevitables, en el caso de México” (Sujeto 3, 2019) pues son “acciones que

hacen o las cosas que están provocando a la sociedad” (Sujeto 8, 2019), comentarios que
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reflejan que los jóvenes ofrecieron del mismo modo un calificativo a los sucesos tanto

ficticios como los reales.

Por otra parte, en los testimonios de los participantes no se llegó a un consenso

unánime sobre quién es presentado como el villano y quién, como el héroe. También se

destaca que esta percepción varía por dos razones: desde qué punto de vista lo presente la

serie de televisión y por las percepciones personales de los entrevistados. En primer lugar,

se mencionó que en las series se le atribuye el papel de villano “al policía, como al

gobernador, como a la autoridad mexicana” (Sujeto 3, 2019), pero esto se debe a que la

serie toma un punto de vista muy cercano al de los narcotraficantes (Sujeto 3, 2019). Otro

aspecto relevante es que el narcotraficante, de todos los tipos de personajes, es al que más

se le atribuye los dos tipos de papeles puesto que, si bien se identificaría como el villano

principal, es al mismo tiempo el héroe para cierto tipo de personas, para la mayoría no por

toda la violencia que ocasiona, pero el héroe para las comunidades que apoyó, en donde

construyó hospitales, casas, les dio dinero y trabajo (Sujeto 5, 2019). Incluso, el Sujeto 4

(2019) mencionó que “todos son villanos”, mientras que el Sujeto 1 (2019) expresó que “no

hay ningún villano, solo son personas intentando vivir su vida, que tomaron acciones que

no eran buenas”. En un sentido más abstracto y profundo, también se concluyó que el

villano no puede ser descrito solamente como un personaje, sino que, en realidad, los

sentimientos de codicia y la sed de tener más son los verdaderos villanos puesto que se

convierten en un adicción que destroza a los humanos; los hacen ser personas con

mentalidades muy horribles (Sujeto 2, 2019).

Similarmente, el mismo tipo de dilema surge al distinguir al héroe presentado por

las series. En primer lugar, más que atribuirle este tipo de papel a aquel “que mata al

narcotraficante” (Sujeto 1, 2019), es interesante mencionar que para las personas


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entrevistadas es más fácil identificar este rol en aquellos personajes que no son

corrompidos por los narcotraficantes pues “en vez de [...] seguirles haciendo lo que ellos

hacen, los combaten o los intentan eliminar” (Sujeto 7, 2019). Así, por ejemplo, “se podría

decir que un héroe es la policía, pero hay veces en que también la policía hace

negociaciones con los narcos” (Sujeto 8, 2019). Otra percepción diferente se basa en que no

hay ningún héroe, sino que “simplemente son personas que tienen una idea de cómo hacer

las cosas pero no las ejecutan pues correctamente” (Sujeto 10, 2019). Por tanto, el rol de

héroe es atribuido más fácilmente a aquellos que no sólo tienen un trabajo bueno, sino que

saben hacerlo correctamente.

Así, mediante estos puntos de vista es pertinente concluir que los entrevistados se

dieron cuenta de que no existe el bien y el mal dentro de las series pues son cuestiones muy

subjetivas para el ser humano. Es decir, no existen los eventos buenos y malos, solamente

perspectivas y opiniones, o vidas muy distintas, y son cosas que están fuera de la visión del

público. Por ejemplo, desde el punto de vista de un narcotraficante, la justificación se

encontraría en que ellos solo están haciendo su trabajo, es un negocio; desde el punto de

vista de un militar será lo mismo, solamente está realizando su negocio (Sujeto 2, 2019).

Otra cuestión importante es el acercamiento que tienen los jóvenes con el tema del

narcotráfico a través de otros medios, tales como los medios de comunicación masiva

(noticieros, redes sociales o periódicos). Los diez sujetos sí han tenido un contacto previo

con noticias relacionadas al narcotráfico y de igual forma, se encuentran ideas diferentes.

Por un lado, la mayoría de los entrevistados consideró que los periódicos y las series tienen

una narrativa distinta, más no totalmente opuesta, puesto que “los periódicos lo sacan [los

hechos] mucho de contexto y solo ponen lo que quieren que veamos” (Sujeto 10, 2019),

cayendo en amarillismo, mostrando los hechos de forma extraña sin explicar bien (Sujeto 4,
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2019) o, aunque “ sí te hablan con la verdad [...] hay veces en las que te pueden ocultar

cosas o las pueden suavizar para también no asustar tanto al pueblo” (Sujeto 2, 2019).

Además, se consideró que las narrativas de las series son parcialmente diferentes puesto

que “las televisoras a veces están aliadas para con el gobierno para esconder cierto tipo de

cosas que el gobierno sabe qué pasó pero que si salen a la luz se ve afectado muy afectado

y la ciudadanía se decepciona el gobierno” (Sujeto 5, 2019)

Por el contrario, también se expresó que las narrativas entre estos dos medios no

suele diferir; la primera razón está en que a los jóvenes entrevistados les han contado

personalmente experiencias que se ven reflejadas de la misma manera en la serie, “que

están en una fiesta y llega gente no a atacar la fiesta, pero por una persona en sí a

encañonarlo o matarlo” (Sujeto 7, 2019) y aunque están conscientes que “en la realidad los

sucesos son más crudos, más sangrientos, más serios” (Sujeto 2, 2019), las series plantean y

muestran eventos no muy alejados.

Similarmente, los jóvenes creen que en un rango del 1 al 10, siendo el diez lo más

alto, los hechos de las series se apegan a la realidad en un 8 de promedio. Coinciden en que

sucesos televisivos que involucran de manera general violencia, venta de drogas,

asesinatos, secuestros, extorsiones, los orígenes y la trayectoria del personaje son los más

apegados a la realidad; de igual manera, los pactos territoriales entre carteles también son

elementos reales. A la corrupción, no obstante, se le hizo mucho énfasis puesto que fue

calificada como “inevitablemente real, es algo que está registrado, las relaciones con la

policía de igual manera, es algo que existe un registro de que pasó” (Sujeto 3, 2019). Por el

contrario, los eventos que no coinciden con la realidad no es que sean considerados como

completamente ficticios según los testimonios de los sujetos, sino que “obviamente le

exageran algunas cosas” (Sujeto 5, 2019), como es el caso de los tiroteos y las balaceras
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que las plasman “muy heroicas con muchas explosiones, con muchos disparos y pues en

realidad, en la realidad es algo más simple [...] algo más rápido” (Sujeto 2, 2019), los

nombres ficticios que utilizan, más que nada en los nombres del gobierno, para no delatar a

la gente que ha sido corrupta y por último, las vidas lujosas, las casas y el dinero, con las

que muestran a los personajes televisivos (Sujeto 10, 2019).

Entre las moralejas o enseñanzas que los participantes entrevistados han adquirido a

partir de su experiencia con las series y la realidad, se encuentran, por ejemplo: “no hay que

intentar llegar a tales extremos de matar o asesinar gente que, porque no es correcto”

(Sujeto 1, 2019); son actos inmorales y afectan a otras personas. También, la debilidad del

ser humano y la facilidad de ser influenciado y “cómo puede llegar a echar a perder,

literalmente, su vida por la codicia, por el poder, por el respeto, por el dinero” (Sujeto 2,

2019) y de la misma manera, la debilidad que presenta tanto el gobierno como la sociedad

“por dejar que el mismo pueblo haga estas acciones, o sea, por dejar que las mismas

personas de nuestro mismo país se maten y haya todo un negocio del narcotráfico” (Sujeto

2, 2019).

Finalmente, los testimonios arrojaron nuevos e interesantes descubrimientos claves

para la investigación. En primer lugar, los jóvenes plantearon que a pesar de los sucesos

negativos y viciosos que se proyectan, ellos son capaces de obtener conocimientos valiosos

como la lealtad y el coraje (Sujeto 10, 2019) y el no confiar tanto en los demás, no seguir el

paso a las malas acciones del narcotráfico (Sujeto 7, 2019), mediante una “enseñanza

analítica, una enseñanza en la cual observo y analizo las capacidades y las estrategias que

toman estos narcotraficantes para ser el número uno” (Sujeto 5, 2019). Incluso, se destacó

que a partir de las experiencias “es importante que nos tengamos que unir contra este tipo
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de problemas que se vive en el país y es difícil controlarlo pero siempre hay forma de hacer

el bien y ya” (Sujeto 9, 2019).

Un segundo hallazgo está en que los jóvenes reconocen claramente que las series

presentan cierta adicción e inclusive, capacidad de influir en las decisiones de otras

personas, pero sobre todo de los jóvenes. El Sujeto 1 (2019) admite que las series son

entretenidas y llamativas, por lo que menciona: “me llama la atención si estas series

motivan a la gente a hacer acciones ilícitas. El Sujeto 2 describe que “te lo pintan [el

narcotráfico] de que “oye sabes qué, te metes, vendes esto, de que pum pum pum, y recibes

mucho dinero, te vuelves prácticamente millonario” y en la mayoría de las veces no es así,

o sea, cualquier joven que entre en el narcotráfico, más tarde que temprano, va a salir

muerto” (Sujeto 2, 2019).

Por último, los jóvenes concuerdan en que cada historia relacionada con el

narcotráfico tiene dos versiones, una en la cual “siempre te pintan al narco como un vato

(hombre) malo, que mata gente…” (Sujeto 1, 2019), mientras que la segunda versión “te

humaniza lo que hizo” (Sujeto 1, 2019). De la misma manera, plantean que algunas series

pueden llegar a contener una gran cantidad de estereotipos en cuanto al narcotráfico ya que

“debe de haber muchas series [...] que te lo enseñen como más, como más de película,

como de una forma más explícita, más lujosa, más wow. O sea, que te pinten a los

personajes como que fueran héroes” (Sujeto 2, 2019) que eventualmente pueden llevar a

que el público piense “qué padre es la vida de un narcotraficante” (Sujeto 2, 2019).

Conclusiones

Después de llevar a cabo la presente investigación, que tiene por objetivo analizar la

manera en que los jóvenes interpretan el narcotráfico presentado en algunas series de

narcotraficantes, es posible concluir que los jóvenes en Monterrey tienen una percepción
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concisa y definida acerca de la narcocultura presentada en las series de televisión con

temática de narcotráfico, aunque al mismo tiempo existen un par de aspectos de naturaleza

subjetiva en la narcocultura que causan discrepancias entre ellos. Es través de

interpretaciones críticas como los jóvenes se dan la tarea de analizar el contenido

presentado en series de televisión sobre narcotráfico y forman opiniones en común al

respecto.

Con descripciones de los narcotraficantes presentados en las series con temática de

narcotráfico como violentos, planeadores, inteligentes y con sangre fría, los sujetos del

estudio calificaron estos personajes, así como enfatizaron la gran influencia que sus

orígenes, por lo regular bajos recursos y contexto violento, tienen en su desarrollo dentro de

este oficio. Asimismo, es evidente la discrepancia que existe al tratar de definir a los héroes

y a los villanos de este tipo de series, pues el bien y el mal son criterios subjetivos que

impiden llegar a clasificaciones definidas, especialmente en el contexto de las series de

narcotráfico, debido a que se presentan a personajes cuyas acciones caen a lo largo de todo

el espectro del bien y el mal.

A pesar de su juventud, es posible decir que los jóvenes hacen uso de pensamiento

crítico respecto a las series de televisión con temática de narcotráfico, pues reconocieron

que a pesar de que en algunas de ellas es posible rescatar moralejas, es muy importante no

tomar como enseñanza todo lo que se muestra en ellas y siempre tener presente la

objetividad. Es por esto por lo cual este tipo de series fue calificada como “no para todo

público” (Sujeto 7, 2019)

A pesar de que los jóvenes son frecuentes consumidores de las series televisivas

sobre narcotráfico, es posible decir que estas no ejercen una influencia significativa en

ellos, especialmente en aspectos negativos. Gran parte de esto se debe a que ellos perciben
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que existen una serie de factores que provocan que las personas que se involucran en el

narcotráfico deben cumplir, tales como una situación familiar complicada, bajos recursos,

bajo nivel de estudios, entre otros. Esto, junto con el uso del pensamiento crítico, hacen que

la influencia que las series de televisión en los jóvenes de Monterrey sea baja.

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