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Cts Modulo M Gonzalez PDF
Cts Modulo M Gonzalez PDF
Gonzáles García
Ciencia,
tecnología y
género
M a rta I. G o n z á l e z G a r cía
Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) - Paraguay
Equipo técnico
Carlina Ibañez
Paloma Núñez
Asunción, 2017.
Email: catedracts@conacyt.gov.py
Web: www.conacyt.gov.py
Teléfono (s): (595 21) 606 772 / 606 773 / 606 774
Dr. Bernardino Caballero Nº 1240 entre Eusebio
Lillo y Tte. Vera
Asunción - Paraguay
ISBN 978-99967-867-0-9
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Ciencia,
tecnología
y género
M a rta I. G o n z á l e z G a r cía
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
Contenidos
Presentación y objetivos 5
Introducción 6
1. Mujeres, ciencia y tecnología en la historia 9
1.1. Mujeres olvidadas 9
1.2. Trabajos, tradiciones y contribuciones olvidadas 13
2. Mujeres, ciencia y tecnología en el mundo contemporáneo 15
2.1. Las mujeres en la ciencia hoy, ¿cuántas? 15
2.2. Las mujeres en la ciencia hoy, ¿por qué? 21
3. Sesgos de género en ciencia y tecnología 26
3.1. Usos y aplicaciones de conocimientos y prácticas 27
3.2. Sesgos de género en la construcción de la ciencia y la
tecnología 30
3.3. El significado sexual de la naturaleza, la investigación y
la innovación 33
3.4. Ciencia, tecnología y género: un tejido sin costuras 35
4. La perspectiva de género en ciencia y tecnología:
cuestiones epistemológicas 38
4.1. Ciencia y tecnología como instrumentos de liberación 39
4.2. Sustituir el sujeto de la ciencia y la tecnología 40
4.3. Multiplicar los sujetos de la ciencia y la tecnología 41
5. Educar en ciencia y tecnología para promover la justicia
epistémica 42
6. Los estudios CTG en el contexto CTS 45
Referencias bibliográficas 48
Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
Presentación
y objetivos
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
Introducción
Hace cincuenta años que la socióloga estadou- figuras femeninas silenciadas y olvidadas,
nidense Alice Rossi (1965) formuló la pregunta analizando las barreras que continúan exclu-
central con la que se abría un nuevo campo yendo a las mujeres de los ámbitos públicos
de investigación sobre las relaciones entre la (y, especialmente, de los lugares privilegiados
ciencia, la tecnología y la sociedad: “¿por qué de los mismos), planteando la renovación cu-
tan pocas?”. El problema que Rossi identifi- rricular para contribuir a una educación igua-
caba no era nuevo, sino tan antiguo como la litaria, e indagando en los sesgos de género
ciencia misma. Sin embargo, no es sino hasta en teorías o disciplinas y en los significados
los años 60 del pasado siglo XX cuando co- sexuales en el lenguaje y las prácticas científi-
mienza a analizarse la ausencia de mujeres co-tecnológicas.
en la producción de conocimiento científico. Estas líneas de trabajo han proporcionado,
Desde entonces, los estudios sobre ciencia, en los últimos años, gran cantidad de infor-
tecnología y género (CTG) han ido crecien- mación relevante en diferentes ámbitos dis-
do hasta convertirse en un ámbito de trabajo ciplinares y distintos contextos geográficos.
académico consolidado a nivel internacional. Gracias a todo este conocimiento, se hicieron
El artículo que Alice Rossi publicó en la re- visibles las barreras formales que se han ido
vista Nature, así como el trabajo de denuncia poco a poco derribando, y también aquellas
y reivindicación de un buen número de muje- invisibles que aún perviven. “Efecto Curie”,
res, en su mayoría científicas, en los años 60 y “efecto Matilda”, “techo de cristal”, “suelo
70 tuvo un efecto importante y duradero. Las pegajoso”, “tubería agujereada”… todas es-
mujeres que en esa época hablaban de eman- tas imágenes han servido para describir la si-
cipación empezaban a ocupar los pupitres de tuación actual, en la cual las mujeres han ido
las universidades como alumnas y los labo- aumentando su número como estudiantes
ratorios y los grupos de investigación como en las universidades hasta ya no ser extrañas
científicas se encontraban en un mundo ma- sino convertirse en la norma, aunque su ritmo
yoritariamente masculino, un mundo diseña- de acceso y ascenso en las carreras científicas
do por y para los hombres. Se vieron “extrañas continúa siendo más lento que el de los varo-
en el paraíso” (Magallón, 1996) y se pregunta- nes y continúa estando segregado por cam-
ron por qué. A su vez, las científicas sociales pos de conocimiento.
y humanistas que venían documentando las También era necesario atender a los conte-
causas y consecuencias de la invisibilización y nidos de las teorías científicas y los sistemas
segregación de las mujeres en otros ámbitos, tecnológicos. En la práctica de la ciencia y la
también terminaron por volver su mirada ha- tecnología, los enfoques de género han sido el
cia la ciencia. La ciencia, precisamente el pa- motor de cambios importantes. Datos empíri-
radigma de neutralidad y objetividad, el mejor cos desatendidos, metodologías innovadoras,
producto de la razón humana, no era tampoco prácticas alternativas, reconstrucciones con-
inmune a los prejuicios de género. ceptuales, son todos ellos logros de la estra-
Los estudios CTG han tratado, a partir de tegia recomendada por Sandra Harding (1986)
estas preocupaciones, de indagar en las raíces que consiste en mirar los problemas, los da-
de la exclusión de las mujeres: recuperando tos, los métodos, las teorías y las prácticas
para la historia de la ciencia y la tecnología desde las vidas de las mujeres. En términos
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1 Mujeres, ciencia y
tecnología en la historia
“Si he visto más lejos ha sido porque he es- 1.1. Mujeres olvidadas
tado subido a hombros de gigantes”. Con esta
frase, Isaac Newton reconocía que sus contri- La investigación de la historia de las mujeres
buciones no habrían sido posibles sin el tra- en la ciencia ha descubierto las contribucio-
bajo de quienes le precedieron. Así progresa la nes de un buen número de mujeres en todas
ciencia: científicos subidos sobre los hombros las épocas. Es importante señalar que este
de otros científicos. Cuando nos imaginamos trabajo, al tiempo que recupera nombres de
ese enorme castillo del pensamiento humano, mujer para componer una historia de la ciencia
vemos básicamente varones: Newton sobre más completa y mejor comprendida, ha inda-
Galileo, este sobre Copérnico, Einstein bus- gado también en las circunstancias, procesos
cando su equilibrio sobre el propio Newton… e instituciones que dan cuenta de los patrones
Resulta difícil encontrar a alguna mujer po- de exclusión e inclusión de las mujeres en la
niendo su hombro o encaramándose sobre al- ciencia.
guno. La historia de la ciencia es la historia de A través de estas investigaciones se ha des-
los grandes hombres. Desde luego, aparece al cubierto, por ejemplo, que diversas escuelas
menos una, la grandísima Marie Curie. Pero… filosóficas, como la platónica, la pitagórica y
¿realmente han sido tan pocas? la cínica, admitían a mujeres, y que hubo cien-
La historia suele plantearnos algunas tíficas en la antigüedad, como la astrónoma
trampas. Accedemos al pasado a través de los Aglaonice (siglos II o I a. C.), las médicas Ag-
ojos de los cronistas, que cuentan lo que les ha nódice (s. IV a. C.) o Metrodora (s. I a. C. o II a.
parecido importante, y esto suele introducir C.), o la gran filósofa, astrónoma y matemáti-
sesgos. En el caso de la historia de la ciencia, ca Hipatia de Alejandría (Pérez Sedeño 1993,
un campo tradicionalmente masculino y cuya 1994). Durante la Edad Media, los conventos
historia ha sido escrita fundamentalmente proporcionaron un lugar idóneo para que al-
por hombres, las mujeres han estado invisibi- gunas mujeres pudieran dedicarse al estudio
lizadas. No es de extrañar, entonces, que una y la investigación, como Hildegarda de Bingen
parte importante de los primeros esfuerzos (s. XI-XII), cuyo trabajo se ocupó de “la natura-
en el campo CTG se dedicaran a reescribir la leza del hombre, el mundo moral y el universo
historia de la ciencia reconsiderando el papel material, las esferas, los vientos y los humo-
de las mujeres en la misma. Para ello, no sola- res, el nacimiento y la muerte, el alma, la re-
mente se ha hecho un esfuerzo por recuperar surrección de los muertos y la naturaleza de
científicas olvidadas, sino también por enten- Dios”; o Trótula de Salerno (s. XI), profesora de
der los diferentes condicionantes de su au- medicina en la Escuela Médica de Salerno (que
sencia y por restituir actividades o tradiciones admitía mujeres como alumnas y profesoras)
en las que las mujeres hicieron contribuciones y especialista en medicina de la mujer.
destacadas al campo de la ciencia y la tecno-
logía.
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El nacimiento de las universidades euro- está en la actualidad (desde 2016) y por prime-
peas entre los siglos XII y XV constituyó una ra vez en su historia, dirigida por una mujer: la
importante barrera para las mujeres, ya que bióloga Antonieta Rojas de Arias.
se prohibió su ingreso. Tampoco el nacimien- A través de la historia, sin embargo, encon-
to de la ciencia moderna fue amable con las tramos a un buen número de mujeres que es-
mujeres. Las academias fundadas durante la tudiaron y contribuyeron a la ciencia pese a las
revolución científica, como la Royal Society barreras formales. Solo mencionaremos algu-
londinense (1660) o la Académie des Sciences nos nombres de matemáticas, físicas y astró-
parisina (1666), también vetaron su entrada. nomas fundamentalmente, a modo de ejem-
En ambos casos, pasaron varios siglos hasta plo, entre los siglos XVII y XIX: las italianas Maria
que las mujeres pudieron entrar sin trabas en Ardinghelli, Tarquinia Molza, Cristina Rocatti,
las instituciones donde se transmitía y se pro- Elena Cornaro Piscopia, Giseppa Barbapicco-
ducía el conocimiento. En el caso de las uni- la, Maria Gaetana Agnesi, Maria Dalle Donne,
versidades, la incorporación tiene lugar entre Anna Mor, Anna Morandi Manzolini y Laura
finales del siglo XIX y principios del XX en la Bassi; las anglosajonas Aphra Behn, Augusta
mayor parte de los países, y las academias Ada Byron Lovelace, Lady Montague, Mary Orr
científicas no admiten a mujeres hasta la se- Evershed, Williamina Paton Stevens Fleming,
gunda mitad del siglo XX. Las mujeres acce- Margaret Lindsay Murray Huggins, Elizabeth
den a las universidades inglesas en la década Agassiz, Sophia Banks, Estrella Eleanor Caro-
de 1870, a las francesas en la de 1880 y a las thers, Christine Ladd-Franklin, Henrietta Swan
alemanas en la de 1900. Las universidades es- Leavitt, Annie Russell Maunder, Charlotte An-
tadounidenses, más recientes, comenzaron a gas Scott, Mary Somerville, Anna Johnson Pell
admitir mujeres con condiciones especiales a Wheeler, Caroline Herschel y Maria Mitchell;
mediados del siglo XIX. En los países de lengua las alemanas Maria Cunitz, Elisabetha Koop-
española, la incorporación fue aún más tardía: man Hevelius, María y Christine Kirch, Amalie
por ejemplo, en Cuba se matriculó por primera Dietrich, Emilie Snethlage; las francesas Ma-
vez una mujer en la Universidad en 1883, doc- rie Le Jars de Gourney, Jeanne Dumée, Sophie
torándose la primera en 1887; en Colombia Germain, Nicole Lepaute, Marie de Lavoisier o
accedieron a partir de 1937; y en España, las Madame de Châtelet, cuya traducción de los
puertas se les abrieron en 1868, aunque el libre Principia Matemática de Newton permitió que
acceso sin permiso no fue posible hasta 1910. el continente europeo accediera al newtonia-
En Paraguay, la primera mujer egresada de la nismo; las iberoamericanas Ángeles Alvariño
Universidad fue Serafina Dávalos, graduada de Leira, María Luisa García Amaral, Mariam
en Derecho por la Universidad Nacional de Balcels o Laura Carvajales y Camino (González
Asunción en 1907. Por parte de las academias, García y Pérez Sedeño, 2002). En general, mu-
la Royal Society admitió a dos mujeres en 1945 chas de estas mujeres vivieron en contextos
y la Académie des Sciences admite a la primera familiares y sociales (elevado nivel socioeco-
en 1979 (Marie Curie nunca fue admitida a pe- nómico, hijas o esposas de científicos, etc.)
sar de haber recibido dos Premios Nobel). Las que les ofrecieron la oportunidad de estudiar y
primeras mujeres españolas en acceder a las desarrollar su curiosidad científica aun cuan-
academias científicas fueron María Cascales do el acceso a las instituciones científicas les
(Real Academia de Farmacia, en 1987) y Marga- estuviera prohibido. Subrayar las circunstan-
rita Salas (quien leyó su discurso de ingreso en cias familiares, sociales y económicas que po-
la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y sibilitaron que algunas mujeres se dedicaran a
Naturales en 1988). Es de reseñar que la Socie- la ciencia en un contexto hostil es importante
dad Científica del Paraguay, fundada en 1921, para evitar el “efecto Curie”, es decir, la idea de
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que las escasas mujeres que alcanzaron a con- apartado. La última injusticia de los Nobel la
tribuir a la ciencia son casos que se explican representa el caso de Vera Rubin, la astrofísi-
únicamente por su excepcional genialidad. ca que descubrió las anomalías en la rotación
Realizar el ejercicio de nombrar a las cien- de las galaxias que proporcionan evidencia de
tíficas más relevantes del siglo XX resulta in- la existencia de la materia oscura, uno de los
abarcable. Mencionaremos simplemente a las más grandes misterios científicos de nuestros
mujeres que han obtenido Premios Nobel en días. Vera Rubin murió en diciembre de 2016
ámbitos científicos a lo largo de la historia: sin haber recibido el Nobel, pese al consenso
de la comunidad científica sobre los méritos
▷▷ Doce Premios Nobel de Fisiología o Medi- de su extraordinaria carrera científica (Ogilvie,
cina: Gerty Cori, Rosalyn Sussman Yalow, 1986; Osen, 1974; McGrayne, 1998).
Barbara McClintock, Rita Levi-Montalcini,
Gertrude Elion, Christiane Nüsslein-Vol-
hard, Linda Buck, Françoise Barré-Sinoussi, Ampliación de contenido: del
Elizabeth Blackburn, Carol Greider, May-Bri- “efecto Mateo” al “efecto Matilda”
tt Moser y Tu Youyou.
▷▷ Cuatro Premios Nobel de Química: Marie A mediados de los años 60, Jocelyn Bell Bur-
Curie, Irène Joliot-Curie, Dorothy Crowfoot nell llegó a Cambridge como estudiante de
Hodgkin y Ada Yonath doctorado. El equipo al que se incorporó, el del
▷▷ Dos Premios Nobel de Física: Marie Curie y astrofísico Tony Hewish, trabajaba en la de-
Maria Goeppert-Mayer tección de los cuásares, objetos astronómicos
▷▷ Un Premio Nobel de Economía: Elinor Os- muy lejanos y tremendamente energéticos.
trom. Jocelyn se encargó de analizar la montaña de
datos proporcionados por el potente radiote-
El número es escaso y revela asimismo el lescopio que también había ayudado a cons-
modo en el que los patrones de funcionamien- truir. Y en esta tarea se encontró con extrañas
to de las instituciones siguen excluyendo a las señales de radio que se emitían a intervalos
mujeres. Los Premios Nobel se otorgan como regulares. Atribuidas en un principio a alguna
reconocimiento a largas trayectorias de inves- lejana civilización extraterrestre, pronto que-
tigación, un reconocimiento que, en el caso dó en evidencia que se trataba de fenómenos
de las mujeres, tarda mucho más en llegar, en naturales: estrellas de neutrones que emi-
caso de hacerlo. Además, el mismo premio no tían radiaciones periódicas y a las que llama-
puede concederse a más de tres personas, lo ron púlsares. Tony Hewish recibió el Premio
que no refleja la práctica científica actual, don- Nobel por este descubrimiento en 1974 junto
de los equipos de investigación son en general a Martin Ryle y, sin embargo, la contribución
mucho más numerosos y en los que las mu- de Jocelyn Bell Burnell no fue reconocida. La
jeres tienden a no ocupar las posiciones más ciencia de vanguardia es un trabajo en equipo,
visibles. Las vidas de algunas científicas con- pero los premios Nobel solo se conceden a un
temporáneas cuyas contribuciones habrían máximo de tres investigadores. Y son los cien-
merecido el Premio Nobel pero que nunca lle- tíficos de prestigio que dirigen los proyectos
garon a recibirlo, como Lise Meitner, Rosalind los que reciben las recompensas y el recono-
Franklin o Jocelyn Bell Burnell, son un buen cimiento.
ejemplo de las dificultades que siguen enfren- Este es un caso de lo que el sociólogo Ro-
tando las mujeres en el mundo de la ciencia bert K. Merton denominó “efecto Mateo” en
incluso cuando desaparecen las barreras for- la ciencia. En el evangelio según San Mateo (25,
males, y de las que hablaremos en el siguiente 14-30), la parábola de los talentos se cierra con
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una lección inquietante: “A todo el que tiene La historia de las mujeres tecnólogas tiene
se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, aun sus propios problemas y dificultades. La legis-
lo que tiene se le quitará”. Aunque este efec- lación sobre patentes, por ejemplo, ha pro-
to puede encontrarse en cualquier ámbito de movido la invisibilización sistemática de las
la vida humana, Merton señaló el modo en el mujeres, a las que se les negaba el derecho de
que funciona en la ciencia: concentrando cada propiedad. En estos casos, los inventos reali-
vez más recursos en forma de mejores pues- zados por mujeres debían ser registrados con
tos de trabajo, financiación, publicaciones o el nombre de un varón, distorsionando de este
premios en manos de aquellos investigadores modo la investigación histórica sobre la au-
que ya han alcanzado reconocimiento, y difi- toría femenina. Sin embargo, también ha sido
cultando que los investigadores que empiezan posible rescatar a inventoras para reconstruir
accedan al sistema de recompensas. Jocelyn, una historia de la tecnología más justa y com-
una simple estudiante de doctorado, habría pleta. Algunos de estos nombres son los de
sido una víctima más del “efecto Mateo”. Martha Coston (que
Pero para la historiadora de la ciencia Mar- inventó y patentó en 1859 un sistema de
garet Rossiter (1993) la cuestión no termina bengalas de señalización utilizadas en los bar-
ahí. Además de ser una estudiante de docto- cos); Josephine Cochran (el lavavajillas, 1886);
rado con su prestigio científico todavía por Mary Anderson (limpiaparabrisas para los co-
construir, Jocelyn Bell Burnell era una mu- ches, 1906); Marion Donovan (pañales des-
jer. Las mujeres, defiende Rossiter, son más echables, 1951); Patsy Sherman (13 patentes
vulnerables al efecto Mateo. Margaret Rossi- relacionadas con polímeros fluorquímicos y
ter bautizó esta variedad como “efecto Matil- procesos de polimerización, de entre los cuales
da”, en honor a Matilda J. Gage, sufragista neo- destaca Scotchgard™Protector, un repelente y
yorkina de finales del siglo XIX que identificó protector de tejidos); Stephanie L. Kwolek (fi-
y denunció la invisibilización de las mujeres y bra kevlar, 1965); Edna Schneider Hoover (cen-
sus méritos en otros contextos (incluso en la tralitas telefónicas automatizadas por com-
propia Biblia). Rossiter ofrece una larga lista de putador, 1971); o Patricia Billings (Geobond,
ejemplos de científicas a las que el sistema de un material resistente al fuego, 1997) (Vare y
recompensas de la ciencia trató injustamente Ptacek, 1987 y Wajcman, 1991).
por su sexo. Las contribuciones de Lise Meit-
ner al descubrimiento de la fisión nuclear
o de Rosalind Franklin al de la estructura de
doble hélice del ADN, por ejemplo, no fueron
reconocidas en su momento, aunque sus cole-
gas varones recibieron sendos premios Nobel
por ellas.
Es tan perverso el “efecto Matilda” (¡y a
menudo tan invisible!) que el propio Merton
sucumbió al mismo, ya que su publicación so-
bre el “efecto Mateo” está basada en las en-
trevistas y materiales de Harriet Zuckerman.
Años después, Merton se casaría con Zucker-
man… y también reconocería que aquel artí-
culo debería haberlo firmado en coautoría con
ella.
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jeres en los sistemas de ciencia y tecnología en menor (Huyer, 2015). Resultan sorprendentes,
diversos países. Instituciones como Unesco, la por otra parte, los datos referidos a algunos
Comisión Europea, la National Science Foun- países desarrollados como Francia, Holanda
dation estadounidense, el World Economic o Alemania, donde las mujeres investigadoras
Forum y diferentes organismos internaciona- rondan el 25 %; o Japón, donde apenas alcan-
les y nacionales (como el CSIC en España o el zan el 15 %.
Conacyt en Paraguay) recogen periódicamen- Para el caso de Estados Unidos, no con-
te las estadísticas que indican la evolución del templado en el informe de Unesco, tenemos
número y proporción de mujeres que estudian los datos del último informe de la National
carreras de ciencias y tecnologías, y que tra- Science Foundation, de acuerdo con el cual
bajan como investigadoras y tecnólogas. Dada las mujeres representaban el 47 % de las per-
la diversidad de formatos educativos y labo- sonas empleadas en ciencia y tecnología en
rales en estos campos, resulta difícil interpre- 2015 (NSF, 2017). Los países de América Latina
tar y comparar los datos obtenidos, aunque es y el Caribe tienen algunas de las proporciones
posible identificar algunos patrones comunes. más elevadas de mujeres en los campos cien-
Aunque los datos varían, dependiendo de los tíficos. Además de los casos ya mencionados
países y las disciplinas, se aprecia en términos de Bolivia y Venezuela, también Argentina (53
generales que las mujeres se han incorporado %), Paraguay (52 %), Uruguay (49 %), Brasil (48
masivamente a la educación en ciencia y tec- %), Cuba (47 %) y Guatemala (45 %) alcanzan la
nología, aunque su acceso a las profesiones se paridad de género. Chile (31 %) tiene el porcen-
encuentra con más dificultades. También se taje más bajo de los países latinoamericanos
constatan dos tipos de segregaciones de gé- representados en el informe de Unesco (Hu-
nero en la ciencia: una horizontal o territorial yer, 2015).
(las mujeres suelen dedicarse en mayor nú- En términos globales, estas cifras no pre-
mero a algunas disciplinas consideradas más sentan grandes diferencias con respecto a las
“femeninas”, que normalmente tienen menos obtenidas en los años 90, lo que unido al ritmo
prestigio) y otra vertical o jerárquica (las muje- vertiginosamente creciente al que las mujeres
res tienden a concentrarse en los niveles más se han incorporado a la educación universita-
bajos de los escalafones profesionales). ria, han hecho que la situación se describa a
De acuerdo con los últimos datos ofrecidos menudo como la de una tubería agujereada
por Unesco, las mujeres representan solo el (leaky pipeline). Las mujeres entran en el sis-
28 % de las personas que trabajan en investi- tema y se gradúan en las universidades, pero
gación en el mundo, teniendo en cuenta que se van perdiendo a través de los agujeros de la
existe una gran variación entre las distintas tubería por la que avanzan sus carreras cien-
regiones geográficas: mientras que ocupan tíficas. De acuerdo con el informe de Unesco,
prácticamente la mitad de los puestos de in- las mujeres son el 53 % de quienes se gradúan
vestigación en el Sudeste de Europa, Latinoa- en la universidad en carreras de ciencias e in-
mérica y el Caribe y en Asia Central; en los geniería a nivel internacional, un número que
estados árabes, en la Unión Europea y en los baja hasta el 43 % de quienes obtienen un doc-
países subsaharianos los números bajan has- torado y se desploma hasta ese 28 % global de
ta alrededor del 30 %-40 % (Huyer, 2015). Bo- investigadoras (Huyer, 2015).
livia (63 %) y Venezuela (53 %) aparecen como La tubería continúa agujereada para las
los países con mayor proporción de mujeres mujeres a medida que subimos por los pelda-
investigadoras, mientras que Arabia Saudí ños de la jerarquía y el prestigio en las carre-
(1,4 %), Togo (10 %), Etiopía (13 %) y Nepal (8 ras profesionales en ciencias e ingenierías. Las
%) son los países donde esta proporción es mujeres tienden a concentrarse en los pues-
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Figura 1. Porcentaje de hombres y mujeres en una carrera académica típica en la Unión Europea.
Las desigualdades son también notorias cas, los datos son muy variables dependiendo
cuando se presta atención a los distintos ám- de los diferentes países. Ingeniería e informá-
bitos disciplinares de la ciencia y la tecnología, tica resultan ser los campos con menor repre-
una desigualdad que aparece ya en la elección sentación de mujeres a nivel mundial. Aunque
de los estudios universitarios y se refleja en la esto son patrones generales, se encuentran
distribución de las mujeres investigadoras e excepciones, como las pocas mujeres en cien-
ingenieras en los distintos campos. Las muje- cias de la salud en los países subsaharianos o
res son ya mayoría en el ámbito de la salud. En la elevada proporción de ingenieras en Chipre.
las ciencias naturales y físico-químicas, la ma- Los datos sobre segregación vertical y ho-
yor parte se concentra en biología y ciencias rizontal indican que el simple número de mu-
de la vida. En cuanto a la física y las matemáti- jeres investigadoras y tecnólogas no es un in-
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gumentaba a favor de las diferencias sexuales lizados con técnicas como la tomografía
en habilidades cognitivas y personalidad, Spe- por emisión de protones o las resonancias
lke defendía que, aun en el caso de que exis- magnéticas.
tiesen, no explicarían las diferencias en voca- ▷▷ No existe una relación simple entre las ca-
ciones y carreras profesionales de hombres y pacidades matemáticas y espaciales medi-
mujeres en la ciencia y la tecnología (García das por los tests psicológicos o las pruebas
Dauder y Pérez Sedeño, 2017). de evaluación realizadas en los ámbitos
Básicamente, la hipótesis de que las dife- educativos y el éxito en las profesiones
rencias innatas entre hombres y mujeres dan científicas y tecnológicas.
cuenta de la desigual situación de las mujeres
en la ciencia y la tecnología, en las que se en-
cuentran con diferentes tipos de argumentos b. Factores sociales y culturales
críticos que ponen en duda tanto la existencia
de las propias diferencias como su carácter La crítica a las hipótesis que recurren a dife-
sexual y su relación con las desigualdades en rencias biológicas entre los sexos se acompa-
los sistemas científico-tecnológicos (véase, en ña habitualmente de la defensa, como alter-
general, García Dauder y Pérez Sedeño, 2017): nativa para dar cuenta de las desigualdades
▷▷ Las diferencias identificadas en rendimien- persistentes en las carreras científicas, de la
to en tareas matemáticas y espaciales entre distinta socialización a la que hombres y mu-
hombres y mujeres han ido disminuyendo jeres se ven sometidos desde su nacimiento.
con el tiempo y se manifiestan de formas La idea central es que las mujeres no llegan a
diversas en distintos contextos geográfi- la educación superior en igualdad de condi-
cos, lo que indica que su carácter es más ciones que los hombres. Los estereotipos de
bien cultural que biológico. género asocian a los varones con caracterís-
▷▷ También el hecho de que estas diferencias ticas tales como racionalidad, dominación, in-
aparezcan especialmente en la edad adulta, dependencia y objetividad, y a las mujeres con
cuando los individuos ya han atravesado el pasividad, dependencia, emotividad y subjeti-
proceso de socialización de género, es un vidad. Las cualidades “masculinas” serían las
factor que apoya su carácter cultural. adecuadas para dedicarse a la ciencia. Estos
▷▷ Aunque algunas investigaciones encuen- estereotipos de género se habrían ido trans-
tran diferencias sexuales, lo que prima es mitiendo de formas diferentes en las vidas de
un gran solapamiento entre los resultados niñas y niños, incluyendo el tratamiento dife-
de los hombres y de las mujeres en las ta- rencial por el profesorado, distintas expectati-
reas de rendimiento matemático y espacial. vas de los padres sobre las capacidades de sus
Lo que esto quiere decir es que conocer el hijos e hijas, etc. (Fryer y Levitt, 2010).
sexo de un individuo no nos ofrece ningu- Un ejemplo del modo en el que actúan los
na información sobre su capacidad para las estereotipos de género lo proporciona el ar-
matemáticas y las tareas espaciales. tículo reciente publicado en la American Eco-
▷▷ Existen sesgos relacionados con precon- nomic Review por las economistas Natalia
cepciones acerca de las diferentes capaci- Nollenberger, Núria Rodríguez-Planás y Almu-
dades de hombres y mujeres en la inves- dena Sevilla (2016), en el que se investiga el
tigación sobre diferencias sexuales. Esto efecto de la cultura de género sobre el rendi-
ocurre tanto en los tests psicológicos como miento en matemáticas. Las autoras analizan
en los estudios sobre las diferencias entre los resultados en las pruebas matemáticas de
los cerebros de hombres y mujeres rea- los informes PISA en inmigrantes de segun-
da generación, en una selección de países de
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acogida. Sus hallazgos muestran que las niñas jan la vida privada y prefieran centrarse en la
provenientes de países más igualitarios (de carrera científica deberían progresar igual que
acuerdo con el World Economic Forum Gender sus colegas varones. Sin embargo, esto no su-
Gap Index) obtienen mejores resultados que cede así (Sonnert y Holton, 1995; Fox, 2005),
aquellas cuyo origen está en países menos lo que parece indicar que continúa existiendo
igualitarios. Sus datos apoyan la hipótesis de discriminación en las profesiones científicas a
que las creencias culturales acerca del papel favor de los varones.
de las mujeres en la sociedad son fundamen-
tales para dar cuenta de las desigualdades en
matemáticas. La socialización de género se- c. Factores estructurales
ría, asimismo, responsable de la concentración
de mujeres en determinadas ramas de conoci- La discriminación horizontal o territorial y
miento (las relacionadas con la salud o la edu- la discriminación vertical o jerárquica han
cación, ámbitos de “cuidado”) y de su escasa sido analizadas en diferentes trabajos sobre
presencia en las disciplinas más tecnológicas, la estructura de las comunidades científicas
como algunas especialidades de la ingeniería. por autoras como Abir-Am y Outram (1989),
También se suele aducir que las mujeres eli- Kass-Simon y Farnes (1993), o Rossiter (1982,
gen dedicar más parte de su tiempo a su vida 1995). Como ya se ha mencionado, la discrimi-
privada y a formar una familia que a su carrera nación horizontal relega a las mujeres a cier-
científica. Eso explicaría que estén sub-repre- tas áreas de la actividad científica, tales como
sentadas en las posiciones de mayor nivel en computar datos astronómicos, clasificar y ca-
las carreras científicas, dada la exigencia en talogar en historia natural, o actividades de
términos de tiempo y esfuerzo que requieren. cuidado como la enfermería. Eso se traduce,
Podríamos preguntarnos, sin embargo, so- entre otras cosas, en que determinadas carre-
bre la libertad de esa opción personal, en un ras sean más “femeninas” que otras y en que
mundo en el que la esfera privada continúa ciertos trabajos, “feminizados”, se consideren
siendo responsabilidad fundamentalmente de de menor valor social que otros. Por su parte,
las mujeres, y en el que a los hombres no se la discriminación vertical mantiene a científi-
les exige la elección entre formar una familia cas capaces y brillantes en los niveles inferio-
o desarrollar su carrera profesional. Sin duda res de la comunidad, bajo un “techo de cristal”
alguna, las sociedades han avanzado mucho o sobre un “suelo pegajoso” tan visible como
en los últimos años, aunque aún es mucho efectivo.
el camino que queda por recorrer, y los datos Ambos tipos de segregaciones han operado
siguen mostrando de forma objetiva que las durante toda la historia de la ciencia. Discipli-
mujeres dedican mucho más tiempo al hogar nas nuevas admitieron en su seno a las muje-
y la crianza que los varones, incluso en el caso res hasta que se profesionalizaron, como en el
de parejas en las que los dos miembros traba- caso de la medicina en general y de la obste-
jan fuera del hogar. tricia en particular. Por otra parte, cuanto más
No obstante, incluso suponiendo que mu- prestigioso es un campo, menor es el número
chas mujeres elijan libremente no optar a ca- de mujeres en él y a la inversa, como se refleja
rreras científicas de alto nivel, el problema en la mayor presencia de mujeres en algunas
sigue sin resolverse. Las mujeres que eligen ciencias sociales como la psicología. La dis-
la vida familiar o privada deberían producir criminación funciona también en el funcio-
menos que quienes no optan por ella (en tér- namiento social de las comunidades, ya que
minos de publicaciones científicas y méritos las mujeres están a menudo excluidas de las
cuantificables); por otro lado, las que no eli- redes informales de comunicación, cruciales
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3 Sesgos de género en
ciencia y tecnología
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la que se presentan diferencias. Un reciente red son también diferentes. El mundo de los
estudio de H. Galperin (2016) encontró que, videojuegos proporciona un ejemplo paradig-
en los países latinoamericanos, los hombres mático del modo en el que las nuevas tecno-
tienen entre un 5 % y un 9 % más de proba- logías reproducen y refuerzan los estereotipos
bilidades de estar conectados que las muje- de género (Gil-Juárez, Feliú y Vítores, 2010).
res. Sin embargo, a medida que esta brecha se Esta segunda brecha digital plantea la ne-
reduce, aparece con más claridad una segun- cesidad de acciones que vayan más allá del
da brecha digital, la que separa a hombres y acceso a las tecnologías. Sin la perspectiva
mujeres en las habilidades y usos de internet. de género en la educación, la investigación y
Esta es una brecha más difícil de abordar y que el empleo relacionado con las TIC, el desarro-
refleja la pervivencia de estereotipos de géne- llo tecnológico tendrá, en este caso, la conse-
ro en relación con las tecnologías. Una mani- cuencia de la segregación de las mujeres de
festación de esta segunda brecha digital es la un ámbito que, tanto desde el punto de vista
relacionada con las diferencias entre hombres social y cultural como económico, resulta de-
y mujeres en las profesiones relacionadas con finitorio del mundo actual.
las TIC. Las mujeres avanzan a gran velocidad El discurso sobre “consecuencias” y “aplica-
como usuarias de las TIC, pero no como es- ciones”, sin embargo, parece asumir una inves-
pecialistas. Su participación en la formación, tigación científica y una innovación tecnológi-
investigación y empleo relacionado con las ca puras y libres de valores, separables de sus
TIC es notoriamente inferior a la de los hom- usos sociales, que pueden ser beneficiosos o
bres. Las mujeres están infrarrepresentadas perjudiciales; ocultando que a menudo los de-
en tanto en el ámbito formal de la “ingeniería sarrollos tecnológicos traducen imperativos
informática” como en el informal de la “cultu- sociales, y que la relación entre la sociedad y
ra hacker”. Incluso como usuarias básicas, el la ciencia-tecnología es un camino de doble
tiempo que las mujeres pasan en internet es dirección. Por ello, una parte importante del
menor que el que le dedican los hombres, y las análisis feminista se ha ocupado de los condi-
actividades que unas y otros desarrollan en la cionamientos sociales de la tecnociencia.
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
Ampliación de contenido:
Ciberfeminismo
La historia de Ada Lovelace, hija de Lord Byron pacio virtual e interactivo, relativamente des-
y colaboradora de Charles Babbage, muestra controlado, sin estructura clara de mando,
tanto los prejuicios de género como las po- espontáneo y autoorganizativo. En la ciber-
sibilidades de su transgresión. Ada Lovelace, cultura que surge a su amparo, nada es lo que
esposa y madre de fines del siglo XIX y mate- parece y las distinciones que antes eran claras
mática excepcional, prefirió las matemáticas a se vuelven cada vez más borrosas: natural y
su familia; fue diagnosticada de histeria, una artificial, humano y máquina, masculino y fe-
forma común de manifestar la insatisfacción menino. La cibercultura constituye un espa-
con los limitados roles femeninos impuestos cio idóneo para la revolución feminista (Plant,
socialmente; ha pasado a la historia no por su 2002; Perdomo, 2016).
propio trabajo, sino por sus notas a los em- Por otra parte, la militancia ciberfeminista
peños de Babbage y fue una visionaria que presenta algunos problemas añadidos. Puede
pretendió elaborar un cálculo del sistema ner- que la tecnología informática y los entornos
vioso. Pero la historia de Ada Lovelace, recu- virtuales sean especialmente amables con las
perada en los últimos años de la sombra de mujeres. Pero las estadísticas siguen mostran-
Babbage, ha de contarse al lado de las vidas do un número de usuarios mayoritariamente
de otras mujeres dedicadas a las TIC: las vidas masculino y, lejos de tratarse de una tecnolo-
de una gran masa silenciosa de mujeres en la- gía niveladora, las diferencias en la posibilidad
bores imprescindibles, pero invisibles y poco de acceso a la información pueden tener el
gratificantes. En el trasfondo, la mujer como efecto contrario de aumentar las desigualda-
computadora: telefonista, mecanógrafa, ta- des sociales. Y, en ese caso, entre las principa-
quígrafa, mano de obra barata en cadenas de les perjudicadas estarían precisamente aque-
montaje... A partir de los años cincuenta, con la llas mujeres que siguen funcionando como
revolución informática, las mujeres, que hasta “ordenadoras”, como mano de obra barata en
entonces habían sido computadoras huma- cadenas de ensamblaje, aquellas que montan
nas, pasan a “programarse a ellas mismas”. las piezas del hardware de ordenadores que
Las vidas de las mujeres “computadoras” que nunca aprenderán a utilizar.
se alistan en el ejército para pasar las gran- El optimismo ciberfeminista es una postu-
des guerras encerradas calculando cuadros de ra saludable en la medida en que promueva la
tiro en la Primera Guerra Mundial y constru- incorporación de la mujer al mundo de la tec-
yendo las máquinas que los calcularían en la nología y nos recuerde que, aunque invisibles,
Segunda, ilustran esta transformación. El con- las mujeres siempre habían estado allí; pero
traste entre la invisibilidad del trabajo de las no podemos olvidar que confiar en soluciones
mujeres y la ubicuidad que queda expuesta en tecnológicas para nuestros problemas socia-
una mirada más atenta es un antídoto efec- les es un error que se puede acabar pagando
tivo contra la interpretación en términos de demasiado caro (véase también apartado 5.4).
excepcionalidad de la escasez de mujeres en Lecturas de ampliación
las narraciones de la ciencia y la tecnología, y Castaño, Cecilia (2008), La segunda brecha
apunta más bien a una interpretación en tér- digital, Madrid: Cátedra.
minos de relaciones de poder. Harding, Sandra (1986), Feminismo y ciencia,
El ciberfeminismo, no obstante, ha trans- Barcelona: Morata, 1995.
formado esta historia de invisibilización en Plant, Sadie (1997), Ceros + Unos. Mujeres di-
una historia de esperanza. La Red es un es- gitales + la nueva tecnocultura. Barcelona: Des-
tino, 1998.
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El enfoque teórico del “hombre cazador” recolectora” (Tanner y Zihlman, 1976; Zihlman,
dominó durante un tiempo el estudio de la 1978) hacía depender la subsistencia de los
evolución humana, la respuesta a la pregun- grupos de homínidos primitivos de la recolec-
ta por la peculiar anatomía de nuestra especie ción de semillas, plantas y frutos por parte de
y por el origen de aquellos comportamientos las hembras. La caza de grandes animales, no
que nos diferencian del resto. Originada a fina- siempre disponibles y no siempre fructífera,
les de los cincuenta en el trabajo de Sherwood no constituía una fuente segura de alimento,
Washburn, la teoría del “hombre cazador” sos- por lo que la recolección debía constituir la
tiene que “nuestro intelecto, intereses, emo- forma de sustento más segura y, por tanto, las
ciones y vida social básica son todos ellos pro- hembras serían las principales proveedoras.
ductos del éxito de la adaptación de la caza” También ellas habrían sido las impulsoras del
(Washburn y Lancaster, 1968, p. 293). La activi- desarrollo de la inteligencia, la comunicación
dad básica de la que dependía la superviven- y el uso de instrumentos, necesario todo ello
cia del grupo era la caza de los primeros homí- para la recolección y el cuidado de las crías. En
nidos machos, que habría desencadenado la la versión de las teóricas de la “mujer recolec-
evolución de la cooperación, la comunicación, tora”, podríamos decir que “la especie humana
y el uso de herramientas. La creciente división es humana porque durante millones y millo-
del trabajo por sexos derivada del “modo de nes de años de evolución las mujeres se dedi-
vida cazador” de los machos reservaba para caron a la recolección y la crianza”.
las hembras de estos grupos de cazadores un Obviamente, tanto la hipótesis del “hom-
papel subordinado y dependiente, dedicadas a bre cazador” como la hipótesis de la “mujer
la crianza y a actividades secundarias como la recolectora” son teorías sesgadas por valores
recolección, ocupaciones que en ningún caso de género. Acostumbrados, sin embargo, a la
pueden considerarse responsables de “la bio- invisibilidad de las mujeres y su reclusión en
logía, la psicología y las costumbres que nos la esfera privada, el sesgo androcéntrico de
separan de los monos”, que es algo que, según la teoría del “hombre cazador” había pasa-
Washburn y Lancaster (1968, p. 303), “debemos do desapercibido hasta que las teóricas de la
a los cazadores del pasado”. En definitiva, “el “mujer recolectora” presentaron una hipóte-
hombre es hombre, y no un chimpancé, por- sis ante la que aparecía, de manera natural, la
que durante millones y millones de años de pregunta de qué hacían los machos mientras
evolución matamos para sobrevivir” (Ardrey, las hembras evolucionaban. Los caminos pos-
1976, p. 10). teriores de la paleoantropología tratan de ela-
En los años 70, un grupo importante de mu- borar teorías en las que ambos sexos cumplen
jeres, discípulas de los teóricos de la hipótesis un papel en la evolución de la humanidad.
del “hombre cazador”, comienzan a reflexio-
nar sobre las lagunas e implicaciones en esta Lecturas de ampliación
historia hasta el momento incontestada. Sally García Dauder, S. y Eulalia Pérez Sedeño
Slocum, Adrianne Zihlman y Nancy Tanner (2017), Las ‘mentiras’ científicas sobre las muje-
fueron algunas de las paleoantropólogas que res, Madrid: La Catarata.
denunciaron el sesgo sexista de la teoría del González García, Marta I. (2015), La medicali-
“hombre cazador” con un argumento potentí- zación del sexo, Madrid: La Catarata.
simo: la construcción de una teoría alternati- Jahme, Carol (2000), Bellas y bestias. El pa-
va que diera cuenta de la evidencia disponible pel de las mujeres en los estudios sobre primates,
con el mismo grado de adecuación y colocara Madrid: Ateles, 2002.
las actividades de las hembras como motor Martínez Pulido, Carolina (2004), El papel de
de la evolución humana. La teoría de la “mujer la mujer en la evolución humana, Madrid: Biblio-
teca Nueva.
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
3.3. El significado
sexual de la naturaleza,
la investigación y la
innovación
Este tipo de análisis trata de detectar sesgos de los gametos, bloqueando la investigación
de género en el lenguaje de la ciencia (me- sobre los mecanismos activos del óvulo para
táforas y explicaciones), el discurso sobre la captar espermatozoides o sobre el necesario
naturaleza y las concepciones de la investi- proceso de “capacitación” que experimen-
gación científica y la innovación tecnológica. tan los espermatozoides una vez dentro del
Carolyn Merchant (1980), por ejemplo, ha tracto genital femenino. Las descripciones al
rastreado la cambiante conceptualización de uso de las estructuras y funciones de los sis-
la naturaleza, siempre ligada a los estereoti- temas reproductivos femeninos y masculinos,
pos de la feminidad (de madre nutricia en el la pasividad del óvulo y la competitiva carrera
Renacimiento a mujer díscola que necesita ser heroica de los espermatozoides, reflejan este-
dominada en el siglo XVII). Otras autoras han reotipos culturales de los comportamientos
llamado la atención sobre la caracterización de mujeres y hombres, y tienden a legitimarlos
de la investigación científica que se impone (Martin, 1991).
con el nacimiento de la ciencia moderna. Los La tecnología ha sido también construida
ecos de la metáfora baconiana de la ciencia como masculina a través, por ejemplo, de su
como “violación” de la naturaleza pueden aún identificación con gran maquinaria industrial,
oírse en nuestros días en la boca de científi- sin tener en cuenta desarrollos tecnológicos
cos como Richard Feynman, quien, al recoger más “femeninos” como los inventos relacio-
el Premio Nobel en 1965, se refería a las teo- nados con los ámbitos más transitados por
rías científicas como jóvenes atractivas que las mujeres. Las imágenes de virilidad, con-
han de ser “ganadas”, pero que se convierten trol y poder asociadas con la carrera tecno-
con el tiempo en viejas matronas ya no de- lógica son frecuentes en áreas como las de la
seables, pero dignas de respeto; o el filósofo informática o la tecnología militar, donde se
Paul Feyerabend, que ve la naturaleza como ha identificado abundante simbología rela-
una amante complaciente (cit. en Rose, 1994: cionada con la dominación sexual (Wacjman,
17-18). 1991). La relación histórica entre los ideales
Otras metáforas estudiadas han sido, por culturales de masculinidad y las concepciones
ejemplo, las utilizadas en biología para expli- convencionales del conocimiento y la técnica
car los procesos reproductivos. Una versión plantean interesantes cuestiones acerca de
del cuento de la bella durmiente, en la que el las posibilidades de una ciencia y una tecnolo-
óvulo yace inerte hasta que el más intrépido gía más “amables” con las mujeres.
de los espermatozoides que lo cortejan pene-
tra su muro para activarlo y dar comienzo a
una nueva vida, ha modelado durante mucho
tiempo la representación científica del proce-
so de la fecundación sexual. Esta proyección
de nuestras preconcepciones y estereotipos
sobre lo masculino y lo femenino condicio-
nó inadvertidamente la descripción científica
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
“El hombre puso nombre a los animales…”, chos de estas especies resultaban un enigma
cantaba Bob Dylan. Lo que no cuenta la can- de difícil explicación. Sin embargo, ninguno de
ción es que también los clasificó en géneros, los ilustres científicos de la época podía negar
familias, clases… A esta tarea se dedicó con que hubieran sido amamantados por sus ma-
empeño Carlos Linneo, padre de la taxonomía dres (o sus amas de cría).
moderna. Según el análisis de Schiebinger, Linneo no
En 1758 Linneo introduce el término Mam- eligió este término basándose solo en caracte-
malia en la décima edición de su Sistema na- rísticas descriptivas, sino que habría razones
turae para englobar a aquellos animales que de “política sexual” en su decisión. Las mamas
tienen pelo, tres huesos en los oídos y un co- y su función, una característica propia de las
razón con cuatro cavidades, como humanos, hembras y ligada a la reproducción y la crian-
elefantes, murciélagos o delfines. Obviamen- za, le sirvieron para vincular a los seres huma-
te, “mamíferos” hace referencia a otra caracte- nos con el reino animal, en un contexto en el
rística común: las mamas. Sin embargo, estas que se revalorizaba la lactancia materna. Pero
solo son funcionales en las hembras que dan era muy importante también subrayar lo que
a luz y únicamente durante la lactancia. ¿Por nos separa de los demás animales, y para ello
qué las eligió Linneo entonces como elemento eligió la racionalidad, durante mucho tiempo
aglutinador? Esta misma pregunta se hizo en negada a las mujeres, introduciendo la defi-
1993 Londa Schiebinger, profesora de Historia nición del ser humano como Homo sapiens en
de la Ciencia en la Universidad de Standford. esa misma edición del Sistema naturae. Una
A mediados del siglo XVIII, el aristotéli- característica propia de las mujeres constitu-
co Quadrupedia (cuadrúpedos) necesitaba ye el nexo con los demás animales, mientras
renovarse. Por una parte, dejaba fuera que una característica masculina diferencia y
animales como las ballenas o los delfines; por eleva a la especie humana sobre el resto.
otra, los humanos no se sentían cómodos con
esa etiqueta. Aunque, en realidad, tampoco se Lecturas de ampliación
sentían cómodos con la idea de ser clasificados Keller, Evelyn F. (1985), Reflexiones sobre gé-
entre los animales. Había alternativas: Pilo- nero y ciencia, Valencia: Alfons el Magnànim,
sa (con pelo), propuesto por el naturalista 1991.
inglés John Ray; Aurecaviga, que hace referen- Martin, Emily (1991), “El óvulo y el esper-
cia a la disposición de los huesos del oído; o Te- matozoide. Cómo ha construido la ciencia
tracoilia, relativo a la estructura del corazón. una novela rosa basada en estereotipos de lo
Linneo, no obstante, se decide por el novedo- masculino y lo femenino”, en: Cabré i Pairet, M.
so “mamífero”, que también tenía sus “peros”, y Salmón Muñiz, F. (coords.), Sexo y género en
ya que los caballos machos no tienen pezones medicina. Santander: Universidad de Canta-
y las hembras de los monotremas (mamíferos bria, 2013.
que ponen huevos, como el ornitorrinco o la
equidna) segregan la leche a través de poros
de su abdomen y no tienen mamas propia-
mente dichas. Además, los pezones de los ma-
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
mujeres del uso de determinadas tecnologías ciberfeminismos que defienden la tesis de que
al invisibilizarlas o no tenerlas en cuenta como las nuevas tecnologías de la información y las
usuarias. Por ejemplo, las bicicletas de finales comunicaciones, especialmente internet, ca-
del siglo XIX no permitían su utilización por racterizadas por el funcionamiento en red y la
parte de las mujeres cuyo código social de interconectividad, beneficiarán a las mujeres,
vestimenta requería incómodas y aparatosas que están mejor preparadas que los hombres
faldas largas; por eso la historia de las mujeres para los nuevos tipos de tareas y relaciones del
y la bicicleta es una historia de emancipación espacio virtual. La cibercultura sería un espa-
y transgresión que pasó por romper parte de cio para el que las mujeres, acostumbradas a
las rígidas normas de género sobre el atuen- procesar en paralelo, funcionar de forma flexi-
do (Mackintosh y Norcliff, 2007). “Déjeme de- ble, combinar múltiples identidades y buscar
cirle lo que creo sobre las bicicletas”, declaró conexiones entre lo aparentemente indepen-
en 1896 la feminista estadounidense Susan diente (por naturaleza o entrenamiento), es-
B. Anthony, “creo que han hecho más por la tarían especialmente bien adaptadas (Plant,
emancipación de la mujer que cualquier otra 2002; Perdomo, 2016). Aprovechando las bre-
cosa en el mundo”. chas en los guiones de género de las nuevas
Este es un buen ejemplo también de cómo tecnologías, los ciberfeminismos plurales han
los guiones de género son relativamente flexi- mostrado en los últimos años la potencia de
bles, y los usuarios y usuarias tienen el poder pensar fuera de los guiones, produciendo na-
de transformarlos. Vestir pantalones para rrativas e imaginerías fértiles para desmontar
montar en bicicleta fue una forma de subvertir las normas de género y construir una tecno-
el guion de género inscrito en el artefacto bici- cultura más igualitaria. Desde el cíborg de
cleta para las mujeres de principios del siglo XX. Donna Haraway (1991) a los sujetos nómadas
Del mismo modo, los estudios feministas de la y el posthumanismo de Rosi Braidotti (2016),
tecnociencia más contemporáneos subrayan pasando por numerosas propuestas desde el
esta capacidad activa de las usuarias para arte y la cultura, encontramos multitud de re-
oponerse a los guiones de género implícitos flexiones e iniciativas en las que el tejido sin
por defecto en algunas tecnologías y “resigni- costuras de la tecnociencia y el género se hila
ficarlos” para sus intereses. fuera de los caminos marcados por la normas
Si la ciencia y la tecnología son productos tradicionales de género (Perdomo, 2016).
sociales y contingentes, identificar los signifi-
cados de género que están inscritos en ellos
es solo el primer paso. El siguiente es trans-
formarlos. Desde el tecnofeminismo y el ci-
berfeminismo, por ejemplo, encontramos
multitud de propuestas en este sentido, rei-
vindicando el papel de las mujeres en el dise-
ño de una tecnocultura responsable y liberada
de la imposición de normativas de género. El
tecnofeminismo de Judy Wacjman (2006), por
ejemplo, aplicando la perspectiva de género
a los enfoques de la tradición CTS de origen
europeo (como la teoría del actor-red), pro-
pone escapar tanto del tecnopesimismo que
asume la tecnología como construcción pa-
triarcal cono del tecnoptimismo de algunos
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
Un ejemplo muy claro del modo de actuación usuarias como tecnófobas o incompetentes
de los guiones de género lo proporcionan las tecnológicamente y a los usuarios como tec-
afeitadoras (para ellos) y depiladoras (para nófilos competentes, los estereotipos mismos
ellas) eléctricas. Ellen van Oost (2003) analiza salen reforzados.
el modo en el que se producen dos artefactos
tecnológicos con una misma función pero dis- “Las afeitadoras de Philips no solo reflejan la
tintos guiones de género que se derivan de la generización de la competencia tecnológica
representación diferencial de usuarios y usua- sino que, además, construyen y refuerzan esta
rias y, al mismo tiempo, contribuyen a la per- generización previa. El guion de género de la
petuación de los estereotipos de género sobre maquinilla Ladyshve (…) les dice a las mujeres
los que se construyen. Las máquinas de afei- que no les “debe” gustar la tecnología [...] En
tar eléctricas aparecen en los años 40 durante otras palabras: Philips no solo produce máqui-
el boom del pequeño electrodoméstico. Aun- nas de afeitar, también produce género”. (van
que en principio los usuarios previstos eran Oost, 2003: 207, citado en Sanz, 2016)
los hombres, pronto aparecieron las mujeres
como potenciales consumidoras. Las afeita- Lecturas de ampliación
doras para mujeres se diseñaron de un modo Braidotti, Rosi (2013), Lo posthumano, Bar-
muy distinto: blancos o tonos pastel (frente a celona: Gedisa, 2015.
los tonos negros y grises utilizados en las afei- Haraway, Donna (1991), Ciencia, cyborgs y
tadoras masculinas), perfumadas, y empaque- mujeres, Madrid: Cátedra, 1996.
tadas como kit de belleza, frente a la imagen Perdomo Reyes, Inmaculada (2016), “Gé-
“tecnológica” de las máquinas de afeitar para nero y tecnologías. Ciberfeminismos y cons-
hombres. Pero, más allá de la estética y la pu- trucción de la tecnocultura actual”, Revista CTS
blicidad, las depiladoras femeninas se fabri- 31/11: 171-193.
caron de una pieza, lo que imposibilitaba a las Sanz, Verónica (2016), “Género en el ‘conte-
usuarias abrirlas, mientras que las afeitadoras nido’ de la tecnología: ejemplos en el diseño
masculinas se vendían incluso con instruccio- de software”, Revista CTS 31/11: 93-118.
nes y herramientas para abrirlas y manipular Wajcman, Judy (2004), El tecnofeminismo,
la maquinaria. De esta forma, al diseñar a las Madrid: Cátedra, 2006.
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
4 La perspectiva de género
en ciencia y tecnología:
cuestiones epistemológicas
La investigación sobre la ciencia y la tecnolo- Sacar a la luz lo que estaba oculto signifi-
gía desde la perspectiva de género parte de ca tanto reescribir la historia de la ciencia y la
la experiencia de las mujeres como recurso tecnología, como recoger e interpretar los da-
tecnocientífico (Harding, 1986) para proponer tos del acceso de las mujeres a los sistemas de
una práctica tecnocientífica reflexiva y sen- científicos, identificar los sesgos de género en
sible al género. En este camino, la labor de los las teorías o producir innovaciones tecnológi-
estudios CTG es fundamentalmente una tarea cas sensibles al género. Al llevar a cabo estas
de hacer visible lo que había estado oculto. tareas, las concepciones sobre qué es la ob-
Hemos ido mostrando cómo la investigación jetividad científica o la eficacia tecnológica se
feminista ha combatido la exclusión de las ven cuestionadas.
mujeres y sus contribuciones a la ciencia y la El análisis de los diferentes modos en los
tecnología, la negación de su autoridad epis- que factores de género se proyectan sobre
témica, la infravaloración de estilos cogniti- métodos, preconcepciones, diseños, lenguaje
vos y modos de conocimiento “femeninos”, la y contenidos de la ciencia y la tecnología, ha
producción de teorías sobre las mujeres que dado paso a diferentes formas de teorizar las
las representan como inferiores, la invisibiliza- implicaciones generales que se pueden deri-
ción de las actividades e intereses de las muje- var de los estudios de casos particulares acer-
res y de las relaciones de poder basadas en el ca de la relación entre el ciencia tecnología y
género, la producción de conocimiento y tec- género.
nología que refuerza las jerarquías de género
o raza y que no es útil para las personas en si-
tuaciones subordinadas, etc. Todo este trabajo
indica que, en el estudio de la ciencia y la tec-
nología, es tan importante prestar atención a
lo que se conoce y lo que se produce como a
lo que se ignora y no se desarrolla. Combatir
las preconcepciones de género de la práctica
científico-tecnológica es combatir diversas
formas de injusticia epistémica (Fricker, 2007)
y de ignorancia (Tuana, 2004).
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
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4.3. Multiplicar
los sujetos del
conocimiento científico
y los desarrollos
tecnológicos
Una estrategia alternativa propuesta con va- En el campo de la tecnología, diversos en-
riaciones por diversas autoras consiste en la foques centrados en el análisis de la cons-
“multiplicación del sujeto”. Puesto en duda trucción sociocultural de la tecnología, como
el sujeto universal, el imposible sujeto incon- el tecnofeminismo constructivista comenta-
dicionado se hace posible en la intersección do anteriormente, adoptan posturas que po-
e interacción de diferentes sujetos limitados dríamos interpretar desde esta perspectiva, ya
por sus particulares condicionamientos. La que una implicación de sus análisis de casos
maximización de la objetividad pasa, enton- particulares es que una mayor diversidad de
ces, por asegurar la pluralidad de perspectivas, puntos de vista en el diseño y evaluación de
la explicitación de los compromisos derivados las tecnologías, específicamente con la intro-
de las situaciones particulares y la apertura a ducción de mujeres y la perspectiva de género,
la crítica. La fuerza normativa se intenta así es importante para obtener sistemas tecno-
preservar en estos enfoques a través de la ar- lógicos socialmente más apropiados (Grint y
ticulación del conocimiento como proceso y Gill, 1995; Pérez Sedeño, 1998; Wajcman, 1991,
producto social, sometido a los estándares de 2004).
crítica y legitimación de la comunidad cientí-
fica. Lecturas de ampliación
Un ejemplo de este tipo de enfoques es Adán, Carme (2006), Feminismo y conoci-
el empirismo contextual de Helen Longino miento: de la experiencia de las mujeres al cíborg,
(1993), en el que la actividad científica se en- Coruña: Espiral Maior.
tiende como un conjunto de prácticas sociales, Harding, Sandra (1986), Feminismo y ciencia,
y la objetividad se redefine como intersubjeti- Barcelona: Morata, 1995.
vidad fundamentada sobre la formulación de Puleo, Alicia (2011), Ecofeminismo para otro
normas que garanticen la inclusión de todas mundo posible, Madrid: Cátedra.
las perspectivas socialmente relevantes en la Wajcman, Judy (2004), El tecnofeminismo,
comunidad comprometida en la construcción Madrid: Cátedra, 2006.
del conocimiento. Esta redefinición de la ob-
jetividad como función de las interacciones
críticas entre los científicos permite a Longi-
no analizar los efectos de la exclusión de cier-
tos grupos sociales de la práctica de la ciencia
(específicamente, las mujeres) como una li-
mitación tanto epistemológica como política.
Tampoco esta postura está exenta de proble-
mas, como los planteados por la necesidad de
unas nociones más rigurosas de comunidad y
de consenso.
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
5 Educar en ciencia y
tecnología para promover
la justicia epistémica
Una de las áreas de investigación más impor- inconscientemente) hacia las mujeres, o en la
tante dentro de los estudios sobre ciencia y necesidad de proporcionar modelos femeni-
género se ha centrado en la enseñanza de las nos a las mujeres que quieren estudiar o dedi-
ciencias y la tecnología. Las feministas han te- carse a la ciencia.
nido como objetivo primordial conseguir que Los aspectos más difíciles de modificar
cada vez más mujeres accedieran a este terre- para lograr la integración de las mujeres en
no, como estudiantes y profesionales. Como condiciones de igualdad en la educación cien-
hemos visto, este es un objetivo que avanza tífico-tecnológica se refieren al “currículum
a pasos agigantados. Las mujeres han pasado oculto”. Observaciones de las interacciones
en unas pocas décadas de ser la excepción a profesorado/alumnado muestran que los pro-
ser la norma en las aulas universitarias alrede- fesores/as de disciplinas científicas interac-
dor del mundo. Sin embargo, siguen estando túan más con sus alumnos varones y los re-
detrás de los varones en algunas carreras tec- fuerzan en mayor medida, una diferencia de
nológicas en las que los hombres continúan trato que, además se acrecienta con la edad.
siendo mayoría. Estas diferencias en el comportamiento se ba-
Qué enseñar y cómo hacerlo son los re- san en las diferentes expectativas con respec-
tos pedagógicos planteados, que pasan por to a las capacidades y posibilidades de niños
la continua revisión de los planes de estudio y niñas. Consciente o inconscientemente se
formales y por desvelar el currículum oculto tiende a valorar la importancia de la forma-
(las aspiraciones, expectativas y comporta- ción científica más para los niños que para las
mientos de profesorado y alumnado) que im- niñas, y a explicar el éxito por la inteligencia
pregna una enseñanza que se presenta como en el caso de los niños y por el esfuerzo en el
igualitaria y no sexista, pero que sigue ponien- de las niñas. En gran medida reflejan también
do muchas trabas y dificultades a uno de los las diferentes actitudes de los niños y las ni-
dos sexos. ñas, revelando su propia interiorización de los
Las estrategias utilizadas para alentar el es- estereotipos de género (Sadker y Sadker, 1994,
tudio y trabajo de las niñas y mujeres en las Subirats y Brullet, 1988). La acción en este
ciencias son variadas: unas se han centrado campo consiste en estrategias pedagógicas
en el contenido de las materias, en la selec- referidas a la familia, la interacción educado-
ción de lecturas adecuadas, en la inclusión de res/educandos, prácticas de evaluación, in-
información normalmente no contemplada teracciones entre estudiantes, orientación…,
en los cursos estándar, o en las actitudes y destinadas a lograr una educación realmen-
expectativas que las niñas y adolescentes tie- te no sexista que conduzca a una auténtica
nen hacia la ciencia y la tecnología (que suelen igualdad de oportunidades.
condicionar sus opciones de adultas) y las que Las estrategias concretas para abordar las
los/las profesionales de la ciencia y la tecno- desigualdades de género en la educación en
logía y sus enseñantes tienen (consciente o ciencia y tecnología, no obstante, son varia-
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Los estudios sobre ciencia, tecnología y géne- han apropiado de los enfoques desarrollados
ro (CTG) han documentado ampliamente las en la corriente principal, en muchas ocasio-
transformaciones feministas que la práctica nes para hacerlos propios en un sentido lite-
científico-tecnológica ha sufrido en las últi- ral, más que aplicándolos como metodologías
mas décadas (Schiebinger, 1999, 2008). Sin em- cerradas de análisis. La teoría del actor-red es
bargo, la pregunta de si el feminismo ha cam- uno de esos casos transformados por autoras
biado el campo de los estudios sobre ciencia, como Donna Haraway (1988), Susan Leigh Star
tecnología y sociedad (CTS) se ha formulado (1991) o Vicky Singleton (1996) para eludir su
en menos ocasiones. El análisis feminista de la neutralidad valorativa original y convertirla en
ciencia y la tecnología ha ayudado a una me- una herramienta al servicio del feminismo. De
jor comprensión de la naturaleza de la ciencia hecho, ha sido precisamente el carácter irre-
y la tecnología, sus procesos de producción, nunciable del compromiso ético y político el
su relación con la sociedad y sus nexos con motor de la mayoría de las aportaciones de los
el poder de formas diversas. Mostrando, por estudios de género a los problemas generales
ejemplo, el modo en el que las teorías cientí- del estudio social de la ciencia y la tecnología.
ficas o los diseños tecnológicos pueden refle- El análisis social de las culturas y las prácticas
jar sesgos de género de forma inadvertida, o tecnocientíficas ha ido siempre en los enfo-
argumentando que la práctica científica siem- ques de género de la mano de la defensa irre-
pre es situada. En este sentido, los trabajos fe- nunciable a la normatividad, tanto epistémica
ministas que identifican sesgos de género en como política. El juego de la “gallina epistemo-
teorías científicas o ilustran el modo en el que lógica” (Collins y Yearley, 1992) tiene un sentido
la perspectiva parcial de los investigadores y muy distinto desde el feminismo. La cuestión
gestores de la ciencia tiene consecuencias so- no es hasta dónde llevar la osadía epistémi-
bre los productos resultantes tienen un efecto ca, sino el dilema central planteado por Donna
que trasciende la corrección del sesgo concre- Haraway (1988): cómo es posible hacer com-
to señalado en la propia práctica científica; patible la contingencia histórica radical de to-
contribuyen también a la investigación sobre das las afirmaciones de conocimiento con la
el modelado social de la ciencia que inspiró a normatividad necesaria para argumentar que
los enfoques en sociología del conocimiento unas historias son mejores que otras. Las dife-
científico desde los años 70. Más recientemen- rentes formas en las que la epistemología fe-
te, la investigación de género ha contribuido minista trató el problema de la objetividad de
con material empírico y reflexión teórica a las la ciencia han sido contribuciones relevantes
aproximaciones que intentan desentrañar las al debate sobre la racionalidad científica que
relaciones ciencia-tecnología-sociedad bajo el siguió a la irrupción de los enfoques en socio-
modelo de la “coproducción”: la articulación logía del conocimiento científico a finales del
de tecnociencia y sociedad y sus procesos de siglo XX. El compromiso feminista también se
modelado mutuo (van Oost, 2003). ha reflejado en la apropiación de la reflexivi-
Los análisis de género son, en este sentido, dad como estrategia metodológica. Mientras
una parte importante de los estudios CTS y se que la reflexividad se entendió en términos de
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El análisis comienza con los datos del nú- género. Necesitamos mucho más análisis para
mero de mujeres que publican en estas revis- comprender estos datos, y seguir recabando
tas. La autoría femenina apenas llega al 30 % información de lo ocurrido en otros contextos
en STHV, que es la mejor situada en este indi- como el iberoamericano; pero se trata de un
cador. Las otras dos revistas cuentan aún con material indispensable para conocer mejor el
menos mujeres autoras (24 % en SSS y 15 % en campo CTS y las luces y sombras de su rela-
T&C). En el patrón de evolución, el número de ción con los análisis de género.
mujeres ha ido subiendo paulatinamente des-
de la creación de las revistas, aunque se ex- Lecturas de ampliación
perimenta un descenso en los últimos años. Flores, Artemisa (2016), “¿Los estudios CTS
El mayor número de mujeres publicando en tienen un sexo? Mujeres y género en la inves-
estas revistas especializadas aparece a fina- tigación académica”, Revista CTS 31/11: 61-92.
les de los años 90, coincidiendo con la publi- González García, Marta I. (2001), “¿Hacia
cación de números monográficos dedicados a dónde dirigir la mirada? La reflexividad desde
las mujeres y la perspectiva de género. la perspectiva de género”, en: Ibarra, A. y López
El número de artículos con temática de mu- Cerezo, J.A. (eds.), Desafíos y tensiones actua-
jeres y género en las tres revistas es del 4 %. les en Ciencia, Tecnología y Sociedad, Madrid:
También es a finales de los años 90 donde se Biblioteca Nueva/OEI, pp. 119-134.
detecta un mayor número de trabajos con esta Haraway, Donna (1988), “Conocimientos si-
perspectiva, y se observa asimismo una dismi- tuados: la cuestión científica en el feminismo
nución con la entrada en el siglo XXI. La evo- y el privilegio de la perspectiva parcial”, en Ha-
lución de las temáticas de género en las tres raway (1991), pp. 313-346.
revistas analizadas muestra la aparición de los
primeros artículos en la década de los setenta,
concentrados temáticamente en el ámbito de
las tecnologías domésticas y la comprensión
pública de la ciencia. En los últimos años, los
temas más relevantes son los relacionados
con las TIC y las ciencias biomédicas.
La evaluación del panorama descrito re-
sulta ambivalente. Por un lado, se identifica
que algunas revistas son más amables que
otras con las publicaciones de mujeres y so-
bre temas de género. La presencia de mujeres
como editoras y en los consejos editoriales de
las revistas es un dato a tener en cuenta para
evaluar estas diferencias. La disminución del
número de mujeres y de artículos con temá-
tica de género en los últimos años requiere
también atención. Como contrapartida, Flores
(2014) también detecta que la literatura CTG
comienza a citarse en mayor medida en los
trabajos generales del campo CTS, aun cuando
no se trate de investigaciones específicas de
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Ciencia, tecnología y género / Marta I. Gonzáles García
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