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LOS ELEMENTOS DE LA OBLIGACION.

Todos los autores están de acuerdo en que en la obligación existen tres elementos
(los sujetos, el objeto y la causa).
Ahora bien,  algunos autores  agregan a esos tres, un cuarto elemento, la coerción
o coercibilidad (el constreñimiento).
Estas notas explican en forma llana y resumida esos elementos.
6. Los  sujetos: Se trata de los contratantes. El acreedor y el deudor. El acreedor
es el sujeto activo de la obligación, es quien tiene derecho  a exigir al deudor el
cumplimiento de la obligación. El acreedor puede ser una persona física o una
persona moral o jurídica. El deudor es el obligado, el sujeto pasivo de la
obligación. También puede ser una persona física o una persona jurídica.
7. Concepto de crédito.
Salerno[12] afirma que Interesa precisar la noción de crédito, ya que ella fue
acuñada por la técnica a lo largo de la evolución histórica del derecho como uno
de los puntos básicos del ordenamiento jurídico.
Indica que esta evolución puede apreciarse en el derecho romano. En un primer
momento, se entendía por credere el derecho a exigir la entrega de una cosa
cierta y determinada. Luego, continúan señalando este autor, fue considerado
como un acto de creencia, de confianza en una persona (denominada deudor) con
quien se había celebrado un vínculo; el concepto también fue aplicado
restrictivamente a negocios referentes a mutuos, como una categoría especial de
obligaciones. En la época post clásica se extendió la palabra crédito más allá de
los antiguos límites y se le utilizó para denominar el derecho del acreedor a exigir
la prestación comprometida por su deudor; con este último alcance es que se la
emplea en nuestros tiempos.
En la vida negociar, de acuerdo con la opinión de este autor, las personas pueden
representar indistintamente el rol del acreedor o del deudor, cualquiera sea su
nivel económico, porque éstas no son categorías sociales específicas. Tanto el
rico como el pobre, el poderoso como el débil, pueden investir uno u otro
carácter; así, por ejemplo, los obreros tienen un crédito por su salario y los
patrones el débito correspondiente.
8. Deuda y responsabilidad. En la obra del referido profesor argentino, se analiza
el concepto de deuda y responsabilidad. Al respecto consigna dicho tratadista que
la teoría monista o clásica se funda en la concepción romana, la cual sostiene la
existencia de un solo vínculo, donde sólo el deudor está constreñido al
cumplimiento de la prestación.
   La teoría dualista reconoce precedente en la concepción germánica, la cual
diferencia entre deuda (schuld) y responsabilidad (haftung) de manera que,
además del deudor, puede haber otra persona compelida a cumplir con el objeto
debido. A fin de comprender el problema, es necesario formular algunas
precisiones conceptuales. Se ha señalado más arriba la correspondencia que hay
entre crédito y deuda. Así se advierte que el deudor debe responder en caso de
incumplimiento, o sea, esta situación genera su responsabilidad, la cual se hará
efectiva sobre su patrimonio que opera como garantía
9. El objeto de la obligación.  La prestación debida o deuda (debitum o schuld).
El objeto de la obligación es lo que se debe. Responde a la pregunta ¿qué se
debe? Por ejemplo si un inquilino alquila un apartamento y se compromete  pagar
diez mil pesos mensuales de renta, el objeto de esa obligación es 10 mil pesos.
El objeto es la prestación debida o deuda: lo que el deudor se obligó a dar, hacer
o no hacer.
Pueden ser objeto de la obligación: una cosa (transmisión de un derecho) o un
hecho positivo o negativo del deudor. Cuando el objeto lo constituye una cosa,
ésta puede ser: un cuerpo cierto o cosa determinada (una casa, un celular, un
carro) o  una cosa genérica como una suma de dinero, una mercancía como el
arroz, la habichuela, la harina, etc.
10. Los requisitos del objeto: Estos varían según que se trate una cosa o de un
hecho.
10.1 Si el objeto es una cosa, los requisitos son los siguientes:
     La cosa debe estar en el comercio Debe estar determinada en cuanto a la
especie, en cuanto a la cantidad y cuanto a la calidad. (Art.1129 y 1246 del
Código Civil.).
    10.2. Si el objeto es un hecho, los requisitos son:
 El hecho deber posible (a lo imposible nadie está obligado)
 Lícito
 Personal del deudor
 Presentar un interés  para el acreedor (no hay acción sin interés).

11. El objeto del contrato: La teoría dualista distingue entre objeto de la
obligación y objeto del contrato o motivos  personales de cada contratante. Ahora
bien, los redactores del Código Civil imbuidos por la doctrina causalista de
Domat y Pothier, sólo se refieren a la causa y al objeto de la obligación como ya
se verá.
Según los hermanos Mazeaud, el objeto del contrato lo constituye la operación
jurídica considerada por los contratantes. Por ejemplo, una venta, un alquiler, un
préstamo, etc... La mayoría de la doctrina sigue la concepción adoptada por  los
redactores del Código civil. No distinguen entre objeto y causa de la obligación,
y objeto y causa del contrato, como lo hacen los aludidos hermanos Mazeaud.

12. La causa. La causa de la obligación la regula el Código Civil en los Art.113l


al 1133. Existen varias definiciones de esta figura:
a) Es la razón determinante del acto jurídico
b) La razón por la cual el deudor acepta obligarse
c) Es el fin perseguido por las partes contratantes.
d) Como ha dicho Manuel Albaladejo, la causa es el fin objetivo e inmediato a
que la obligación se dirige. Por ejemplo, la obligación de A a favor de B, puede
perseguir el fin de enriquecerlo gratuitamente (esa obligación nació en la
donación) o el de obtener que, a su vez, B se obligue a favor de A, etc.
e) Headrick, explica que mientras el objeto de una obligación es la prestación en
sí, a la que cada parte está comprometida, la  causa es la razón que tiene cada
parte por comprometerse. Es la aspiración del contratante.                             
La causa tiene un carácter abstracto, esto es, es la misma en cada categoría de
contrato, por ejemplo:
En los contratos a título gratuito la causa está constituida por la intención liberal
o animus donandi.

En los contratos a título oneroso la causa es la ventaja que cada parte ofrece a
otra En los contratos sinalagmáticos, la causa la forma la promesa o prestación
que recíprocamente se hacen los contratantes: Por ejemplo, en la venta la causa
de la obligación del vendedor de entregar la cosa vendida lo es la promesa del
comprador de pagar el precio, y correlativamente, la causa de la obligación del
comprador, es la promesa del comprador de entregar la cosa a cambio del precio
convenido.

13.1. El subjetivismo o teoría subjetiva  encabeza por Capitant. Para  este autor
en los contratos sinalagmáticos la causa que determina a cada contratante a
obligarse consiste en la voluntad de obtener la ejecución de la prestación que le
fuera prometida a cambio,  esto es, la contraprestación. En los contratos intuitu
personae, la causa de la obligación es la persona del otro contratante, y, en los
contratos aleatorios, la causa la forman los riesgos y la suerte.
13.2. La teoría objetiva. Esta concepción analiza la causa de la obligación
partiendo de la función económica del contrato. En ésta el vínculo o nexo
obligacional es una relación entre los patrimonios de las partes, no un vínculo
personal. La causa objetiva se define como la contraprestación, o sea,  el
beneficio o provecho  por el cual un contratante acepta obligarse. Es como decir:
me obligo porque a cambio voy a recibir tal o cual cosa.
13.3 La concepción dualista.  Esta distingue dos tipos de causa: La causa
intrínseca u objetiva, basada en el objeto, esto es, la causa fin de que hablaba
Domat, y, la causa impulsiva (causa subjetiva), que no es más que el móvil (los
motivos) que individualmente mueve a cada contratante. Existe una causa
impulsiva o subjetiva distinta en cada contratante, o sea, cada persona que se
obliga podría tener razones diferentes para hacerlo, por eso se dice que la causa
impulsiva es concreta, mientras que la causa intrínseca u objetiva es abstracta.
Ejemplo, si alguien compra una  casa para sentirse cómodo ese motivo constituye
la causa impulsiva, pero es posible que otro contratante quisiera comprar esa
misma casa sólo por vanidad.
La tesis de la causa impulsiva o subjetiva (como la llaman algunos autores) fue
expuesta por Josserand. Los hermanos Mazeaud al referirse a la causa la dividen
en causa de la obligación y causa del contrato. Para estos autores la causa
impulsiva  o subjetiva no es causa de la obligación sino causa del contrato. En su
concepción, la causa intrínseca o causa fin (la causa objetiva), de que habló
Domat, es la causa de la obligación. Como se ha dicho, la causa de la obligación
o causa objetiva, causa fin o intrínseca, es abstracta, mientras que la  causa
impulsiva o subjetiva, es concreta porque se refiere a los sujetos de la obligación,
reside en el individuo, en sus móviles personales. La importancia práctica de
saber cuáles han sido los motivos (causa impulsiva) que determinó la obligación,
reside en que permite a los jueces saber si los contratantes al contratar estaban
animados por razones contrarias a las buenas costumbres o al orden público, esto
es, permite a los jueces controlar la moralidad  del contrato.

 El doctor William Headrick, refiriéndose al doble concepto de la causa, escribe:


la causa que mueve a cada parte a contratar aparece a dos niveles: a primera
vista, es el deseo de obtener la prestación que la otra parte le ofrece; pero
penetrando más en el elemento sicológico, la causa por la cual una persona
contrata, es el uso que pretende dar a esta prestación, es decir, su motivo: el
deseo de obtener la contrapartida acordada, es la causa objetiva, y la causa
íntima, o sea,  el motivo que lleva a la parte a desear esa contrapartida,  es causa
subjetiva. Según la teoría de Henri Capitant, que la jurisprudencia ha hecho suya,
apunta Headrick, el derecho toma en cuenta el motivo del obligado solamente si
ha ingresado en la esfera contractual, es decir, si ha sido expresado a la otra parte
y tácitamente aceptado por ésta como condición de la obligación. Lo dicho por el
doctor Headrick significa que, si uno de los contratantes comete un error sobre
los motivos o causa subjetiva, sólo podrá obtener la nulidad del compromiso si
ese motivo estuvo como condición en el contrato, si se hizo figurar como una
condición sin la cual el obligado no habría contratado.

13.4. El reconocimiento de la causa. ¿Cómo reconocer la causa de la obligación?


Sólo basta con responder la pregunta ¿por qué aceptó obligarse? ¿Por qué se
obligó? La respuesta a esta pregunta es la causa de la obligación. En cambio el
objeto responde a la pregunta ¿qué se debe? ¿Qué debitur?
13.5. Requisitos de la causa de la obligación. De conformidad con las
disposiciones del Art. 1131 del Código Civil, la causa debe ser lícita y debe
existir (no puede violar las buenas costumbres ni ser falsa, o sea, ser producto de
un error) A estos dos requisitos la jurisprudencia añade otro: la causa además de
ser lícita y  existir, debe ser suficiente. Para la jurisprudencia cuando la causa de
la obligación no es suficiente no hay causa y por lo tanto no hay contrato. Un
ejemplo de insuficiencia de la causa ocurre cuando entre las prestaciones de los
contratantes no existe equilibrio porque la obligación de uno es muy elevada en
relación con la obligación del otro. Esto puede observarse siempre que en un
trabajo ligero y de poca monta, su ejecutor pida unos honorarios muy elevados,
por ejemplo, cobrarle a un paciente, pongamos cincuenta mil pesos, por una
simple extracción de una pieza dental. Cuando esto sucede los tribunales reducen
la prestación exagerada a fin de establecer el equilibrio que demanda la equidad
y la  justicia conmutativa.
Si la causa es falsa, ilícita o insuficiente, el contrato resulta nulo por violación al
Art.1108 del Código Civil el cual dispone que para que un contrato sea válido
debe tener un objeto cierto, una causa lícita, el consentimiento de las partes que
se obligan y la  capacidad de éstas: objeto, causa, consentimiento y capacidad.
14. Diferentes sentidos con que se emplea la palabra causa:
Causa eficiente o causa formal: hace referencia a las formalidades o requisitos de
forma que se exigen para la existencia del contrato, por ejemplo, la entrega de la
cosa en los contratos reales. En este caso la causa formal o eficiente es entregar la
cosa.   
Causa fuente: con esta expresión se hace alusión a la fuente de la obligación,
como son el contrato, la declaración unilateral de la voluntad, el delito, el
cuasicontrato,  el cuasidelito y la ley.
Causa fin: es la causa de la obligación. Se trata de averiguar por qué ha
consentido el deudor la obligación  Siempre que hable de causa a seca se hace
alusión a la causa fin, esto es, la causa de la obligación.
15. La coercibilidad o coacción (obligatio o haftung). Este elemento de la
obligación consiste en el uso de la coerción o constreñimiento por parte  del
acreedor sobre el deudor para obligarlo a cumplir con la deuda. Normalmente
esta coacción resulta de una acción judicial o demanda en justicia que culmina
con una sentencia autorizando al acreedor a embargar los bienes del obligado o
deudor. La coacción se caracteriza por ser civil (privada) y pública porque se
ejerce a través de funcionarios nombrados por el Estado como es el caso del
alguacil que se requiere para realizar el embargo de los bienes del deudor.
16. Los caracteres de la obligación. En la obligación pueden identificarse tres
caracteres:
Es un vínculo de derecho  porque la legislación legitima su existencia y provee al
acreedor de los medios para obtener el cumplimiento. El Art.1134 del Código
Civil dispone que las convenciones legalmente formadas tienen fuerza de ley
para aquellos que las han hecho. El contrato es por tanto, una ley para los
contratantes que tiene entre ellos, la misma fuerza de una ley emanada del
Congreso
Una relación personal porque se forma entre un sujeto llamado acreedor y un
sujeto llamado deudor.
Es una relación pecuniaria porque la prestada debida es un crédito susceptible de
evaluarse en dinero.
En suma, la obligación se caracteriza por tener un carácter jurídico, pecuniario y
personal.
Conclusión. Al analizar los elementos que constituyen la obligación se descubre
la naturaleza compleja de ese instituto jurídico. Se descubre la diversidad de
enfoques científicos que lo abordan y se comprueba su importancia en las
relaciones personales en el campo de los negocios.

CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

Esta clasificación  se hace siguiendo la nomenclatura adoptada por el profesor


argentino, Marcelo Urbano Salerno[20] en su obra citada más abajo. Este autor,
apartándose de la  que ofrecen los hermanos Mazeaud, asume como perspectiva,
dividir  las obligaciones en varias categorías como son: según sus fuentes, según
su cumplimiento, según su rango, según la fuerza del vínculo, según su objeto y
según los sujetos.  Es necesario decir que una misma obligación puede figurar en
diversas categorías, clases o tipos. Las clasificaciones son simples puntos de vista
que se adoptan para el análisis según el interés jurídico o científico que resulte
pertinente tomar en cuenta.  Normalmente los autores agrupan las obligaciones
en pareja para destacar que entre ellas existe una oposición en cuanto a su
naturaleza jurídica. Así se habla de obligaciones de hacer y de no hacer,
obligaciones civiles y naturales; obligaciones de resultado y obligaciones de
medios, etc. Es por ello que puede decirse válidamente que nada más existen dos
clases de obligaciones: todas son: de hacer o de no hacer; civiles o naturales; de
resultado o de medios, etc.  Lo que varía es el punto vista adoptado. En esto no
hay punto medio, no hay obligaciones mixtas. No es posible hablar de una
obligación civil y natural o positiva o negativa al mismo tiempo.
17. Según sus fuentes:
Contractuales
Nacidas de la declaración unilateral de la voluntad
Cuasicontractuales
Delictuales
Cuasidelictuales.
18. Según su cumplimiento:
Determinadas o de resultado
De prudencia y diligencia o de medios
19. Según su rango
Principales y accesorias
20. Según la fuerza del vínculo:
Civiles y naturales
21. Según su exigibilidad:
Puras y simples
Modales: obligaciones condicionales y obligaciones a plazos o a término
22. Según su objeto:
De dar
De hacer
De no hacer
De Objeto simple o único
De objeto múltiple o  compuesto: conjuntivas, alternativas y facultativas.
23. Según los sujetos:
Mancomunadas
Solidarias
In solidum
Indivisibles
24. Obligaciones según el tipo de acreedor:[21]
     ▪    Obligaciones ordinarias
     ▪    Obligaciones reales
Esta clasificación es mucho más racional, y desde el punto científico y didáctico,
más adecuada para las tareas de análisis.
17. Clasificación de las obligaciones según sus fuentes
17.1. Obligaciones contractuales: Las obligaciones contractuales son las que
nacen de un contrato válido celebrado entre el acreedor y el deudor u obligado
Por ejemplo la obligación de un vendedor de hacer entrega al comprador de la
cosa vendida, así como la obligación del comprador de pagar el precio.
17.2. Obligaciones nacidas de la declaración unilateral de voluntad. Consiste en
el compromiso asumido por una persona, en virtud del cual se obliga a satisfacer
una determinada prestación a favor de otra. Es una deuda que nace de sola
voluntad del deudor. Son ejemplo de este tipo de obligaciones: La promesa  de
pagar una suma (la firma de un pagaré a la orden), ratificación por un tercero de
una obligación contraída porte fort  (Art. 1120 del Código Civ.);  la promesa de
recompensa hecha al público (por ejemplo el aviso ofreciendo   una determinada
suma de dinero a quien devuelva un perro extraviado o un portafolio sustraído, o
quien ofrezca una información). En todos estos casos el beneficiario de la
promesa puede exigir el cumplimiento de la deuda sin la necesidad haber
previamente dado su aceptación.
En opinión del Dr. William C Headrick[22],  aunque este tipo de obligaciones no
figuran en el Código  Civil francés, la doctrina moderna y la jurisprudencia las
aceptan como válidas ya que  el mismo no las prohíbe. Según dicho autor (…) “el
artículo 1108, al requerir solamente ‘el consentimiento de la parte que se obliga’
y no el consentimiento del acreedor de la obligación, parece admitir que, en
algunos casos por lo menos, el consentimiento del deudor es suficiente para
obligarlo”.
El Dr. William C. Headrick[23] da a entender que para que exista una obligación
nacida de la declaración unilateral de voluntad, ésta debe reunir dos condiciones:
1. Debe estar dirigida  a personas indeterminadas.
2. Debe estar sujeta a una condición. Sin embargo, creo que siempre que alguien
en forma unilateral promete cumplir una prestación en beneficio de otro,  existe
declaración unilateral de voluntad.
El beneficiario de una obligación nacida de la declaración unilateral de voluntad
no está obligado a aceptar previamente la promesa que se ha hecho. Sin embargo,
coincide con el Dr. Headrick, Juan Antonio González[24], quien referirse al tema
señala  lo siguiente:
“La declaración unilateral de voluntad hecha por una persona con el fin de
obligarse, tomando espontáneamente el carácter de deudor, solo (sic) es fuente de
obligaciones cuando la carga o compromiso que se adquiere tiene un carácter
patrimonial. La ley no permite esta forma de adquirir o reportar obligaciones,
sino únicamente en los cuatro casos siguientes:
I. La oferta para vender.
II. La promesa de recompensa a favor de quien realice un hecho
determinado.
III. Estipulación contractual a favor de un tercero.
IV. Expedición de  documentos al portador, por suma de dinero. Se hace
notar al lector que en cada caso de los propuestos, la obligación que se
contrae  tiene un contenido patrimonial económico indudable y, además,
que el acreedor o sujeto activo es indeterminado, una vez que no se sabe
quién comprará, quién ejecutará el hecho, o quién hará efectivo el
documento que se expidió, habiendo sólo sujeto activo determinado en el
caso de la estipulación en favor de tercero, como excepción”
17.3. Obligaciones cuasi contractuales. Estas obligaciones se originan en un
cuasicontrato: Los cuasicontratos representan compromisos sin convención,
situaciones en las cuales una persona queda obligada para con otra aunque entre
ambas no se haya celebrado ningún contrato. Los cuasicontratos se hallan
regulados por los artículos 1371 siguientes del Código Civil, y son:
a) La gestión de negocios ajenos. Ejemplo: Contratar una persona para ejecutar
un trabajo que no puede esperar. El caso del médico que sin la autorización del
paciente, llama a un especialista; el colega que le recibe al inquilino un alquiler
que éste vino a pagar y que encontró el local cerrado.
b) El pago de lo indebido que consiste en realizar el  pago de una cosa que no se
debe.
c) El enriquecimiento sin causa el cual resulta siempre que una persona se
enriquece (obtiene una ventaja o beneficio) sin que haya aportado nada y sin que
ese beneficio resulte de una donación o de un servicio ofrecido gratuitamente.
Este cuasicontrato no ha sido reglamentado por el Código Civil, aunque según el
Profesor Jorge Subero Isa (Teoría General de las Obligaciones en Derecho
Dominicano: El Contrato y los Cuasicontratos; 2da. Edición, 2007) algunas
disposiciones suyas aplican los principios del enriquecimiento sin causa como
ocurre con los artículos 555 (relativos a las construcciones en terreno ajenos) y
1433 y 1437 (relacionados con las recompensas entre esposos).
17.4. Obligaciones delictuales y cuasidelictuales: De conformidad con el
Art.1382, cualquier hecho del hombre que causa otro un daño, obliga a aquel por
cuya culpa sucedió a repararlo. Este artículo es la fuente de los delitos civiles.
Las obligaciones delictuales son las que nacen de un delito, esto es, un daño
provocado intencionalmente, y las  cuasidelictuales, las que provienen de un
cuasidelito, esto es, un daño causado sin intención, involuntariamente. Estas
obligaciones están contempladas en el Art.1383 del Código Civil y resultan de
una actuación imprudente, negligente o de la inobservancia de los reglamentos
por parte de la persona que causa el daño.

La obligación de resultado es la que tiene por objeto alcanzar un determinado


logro en interés del acreedor, de manera que el deudor se compromete en
concreto a procurar el efecto deseado. A fin de acreditar si se cumplió esta
obligación, vasta con probar que se dio el resultado; si éste no se realizó, es que
se está en presencia de la inejecución, ya sea por culpa del debitor (deudor:JP) o
por un factor ajeno a éste del que no tiene que responder.

Cuando puede apreciarse, en esta categoría lo que interesa es el incumplimiento


en sí mismo, único hecho a probar por el acreedor; el deudor, a su vez, tiene que
demostrar que la inejecución tuvo por causa un casus (la fuerza mayor o el caso
fortuito: JP),  y, si no lo demuestra acabadamente, es responsable.

La obligación es de medios cuando el deudor se obliga a poner todas las


diligencias necesarias para satisfacer el interés del acreedor, a quien no le
garantiza la obtención de un efecto determinado. La conducta del deudor debe ser
acorde con la prestación, poniendo todos sus cuidados, actuando con prudencia y
previsión. Esta idea se desarrolló principalmente a raíz de procesos de mala
praxis profesional de médicos: el médico no puede garantizar que el paciente
sanará, pero se obliga a poner todos sus conocimientos, destreza y experiencia a
fin de que ello ocurra.
La situación aquí consiste en que probando la culpa del deudor (cuya carga
corresponde al acreedor), se prueba que aquél no cumplió con su obligación. En
otras palabras, esta categoría exige la prueba de la culpa para establecer la
responsabilidad. (Tomado de Salerno, ob.cit.)

La condición de obligación de resultado o determinada, o, de medios o prudencia


y diligencia, la determina el contrato o la ley. Las partes pueden válidamente
convenir que una obligación de medios sea de resultado, o sea, que no habrá pago
si el deudor no obtiene el resultado a que aspira el acreedor. Ejemplo: si un
abogado conviene con su cliente que sólo cobrará sus honorarios si gane el pleito,
estamos en presencia de una obligación de medios que las partes han convertido
en una obligación de resultado.

¿Qué interés presenta distinguir la obligación de resultado de la obligación de


medios?  La distinción presenta un doble interés:
1) desde el punto de vista del cumplimiento, el deudor de una obligación de
resultado sólo se libera si prueba que ha obtenido lo que prometió al acreedor.
Mientras que el deudor de una obligación de medios cumple con su obligación
con sólo hacer lo necesario para conseguir el resultado prometido. Si ese
resultado no se consigue, el acreedor no puede quejarse, y está obligación
cumplir con la prestación prometida al deudor. Está obligado al pago de la contra
prestación a que se obligó.
2) Desde el punto de vista de la prueba: en las obligaciones de resultado o
determinadas, el acreedor sólo tiene que probar que el resultado convenido no se
produjo. No está obligado a probar una falta a cargo del deudor. Es éste quien
tiene que probar que su incumplimiento de debió a una causa ajena,  como por
ejemplo, la fuerza mayor, el caso fortuito, el hecho de un tercero o la falta del
acreedor. En este tipo de obligación, el solo hecho de no obtener el resultado
prometido, compromete la responsabilidad del deudor, y lo obliga a pagar al
acreedor  daños y perjuicios. La responsabilidad del deudor en este caso es una
responsabilidad sin falta, una responsabilidad objetiva.

19. Las obligaciones según su rango: Obligaciones principales y  obligaciones


accesorias: Se trata de dos nexos en los cuales uno de ellos está subordinado al
otro. La obligación principal es la que tiene existencia por sí sola, la que no está
subordinada a la existencia de otra obligación. En cambio, la obligación es
accesoria cuando depende de una obligación principal. La obligación principal es
la razón de ser de la obligación accesoria la cual está subordinada a aquélla.
Siguiendo el principio de que lo principal arrastra a lo accesorio,(accesorium
seguitur principale) la obligación accesoria desaparece al momento de
desaparecer la obligación principal. Así tenemos que la obligación del fiador se
extingue al desaparecer la deuda afianzada, al extinguirse la obligación de deudor
u obligación principal. Si tomamos un préstamo y ese préstamo lo garantiza un
fiador, la obligación del prestatario de pagar la suma prestada representa la
obligación principal, y la obligación del fiador, la obligación accesoria, y como
ésta dependa de aquélla, al desaparecer la primera, por la causa que sea,
desaparece la segunda. En un préstamo con hipoteca, la cantidad de dinero
prestada constituye la obligación principal, y la hipoteca, la obligación accesoria.

20. Obligaciones según la fuerza del vínculo


20.1. Obligaciones  Civiles y naturales.
Mientras las obligaciones civiles confieren una acción en justicia para exigir su
cumplimiento, y generan todos sus efectos; las obligaciones naturales carecen de
acción y no son exigibles, pero si el deudor las ejecutase espontáneamente su
pago deviene irrevocable. La diferencia entre ambas categorías es que las civiles
operan con todo el vigor de la ley, mientras que las naturales tienen un vínculo
débil e imperfecto. Estas últimas son excepcionales, limitándose en nuestra
legislación a un determinado número de casos; en cambio, las primeras
constituyen los supuestos más comunes de la vida cotidiana. (Tomado de
Obligaciones. Régimen Jurídico de Marcelo Urbano Salerno, Editorial
Universidad, 1995) 
Las obligaciones civiles disponen de la schuld (deuda) y de la  haftung (coacción,
de acción en justicia) mientras naturales carecen de la haftung. Éstas últimas
resultan de las deudas prescritas, de las obligaciones que provienen de los juegos
y de las apuestas: El Art.1965 del Código Civil dispone que “la ley no concede
ninguna acción por deuda de juego ni para el pago de una apuesta”. 
De acuerdo con la doctrina, otras fuentes de las obligaciones naturales son  la
moral y la equidad. Suele ocurrir que una persona decida obligarse a cumplir con
una obligación sólo por razones de conciencia, por la fuerza de la moral o por
apego a lo justo, a la equidad. Es un caso en que el deber moral se transforma en
una obligación civil exigible como lo señala Headrick  (Ob cit. P. 29). Un
ejemplo sería el caso siguiente: Usted conviene con una persona pagarle una
suma global para la realización de un trabajo y luego del acuerdo, ocurren hechos
y situaciones imprevistos, y la otra parte, para poder concluir la obra, tiene que
buscar más dinero porque el precio acordado resultó insuficiente para cubrir los
costos. En esa situación usted acepta abonarle al contratista una suma adicional
para compensarlo.  Lo mismo sucede cuando usted se compromete con entregar
una colaboración para una institución benéfica. O cuando el inquilino acepta
pagar un alquiler por encima del precio fijado por control porque lo considera
injusto. Headrick (ob. cit. P. 65) afirma que según la teoría de la obligación
natural, cuando existe un compromiso moral o deber de conciencia, sin que el
derecho provea una acción para hacerlo efectivo, como los ejemplos antes
mencionados, se producen de todos modos dos efectos jurídicos: 1) si el deber de
conciencia se cumple voluntariamente, no puede repetirse como pago de lo
indebido. 2) si el deber de conciencia se reconoce expresamente, su
reconocimiento puede le da fuerza jurídica y beneficiario  del reconocimiento
puede exigir judicialmente su ejecución: nace de ese compromiso una obligación
civil.
21. Obligaciones según exigibilidad. Obligaciones puras y simples y obligaciones
modales: Las obligaciones puras y simples son las de cumplimiento inmediato.
Las que no están sujetas ni a un término o plazo ni a una condición. En cambio se
dice que una obligación es modal cuando su exigibilidad depende de un término
o está sujeta a una condición (suspensiva o resolutoria). El término fijo o
suspensivo es un acontecimiento futuro y cierto que dilata el cumplimiento de la
obligación. Ejemplo: los diez días de plazo de que dispone el empleador para
pagar las prestaciones de un trabajador desahuciado (Art.86 del Código de
Trabajo).  El Art.1168 del Código Civil dispone que la obligación es condicional,
cuando se hace depender de un suceso futuro e incierto, bien suspendiendo sus
efectos hasta que aquel se verifique, o bien dejándola sin efecto, según ocurra o
no.  Conforme con lo dicho, existen dos categorías de condición: la suspensiva y
la resolutoria.  Si el nacimiento de la obligación depende de la ocurrencia de un
hecho, se está ante a una condición suspensiva. Ejemplo: Le presto mi carro si el
mecánico me devuelve hoy.  La condición es resolutoria si está sujeta a un suceso
futuro cuya verificación tiene como consecuencia hacer desaparecer la
obligación. La diferencia esencial entre ambas condiciones reside en lo siguiente:
En la condición suspensiva la obligación no existe. Su existencia depende de que
se verifique el acontecimiento previsto, por ejemplo que el mecánico me
devuelva el carro. Si esto sucede estoy obligado a cumplir con mi obligación de
prestarle el automóvil al amigo, de lo contrario no estoy obligado a nada. Ahora
bien, cuando en un contrato figura una obligación afectada de una condición
resolutoria, ella tiene existencia desde el momento del acuerdo, y en
consecuencia es exigible inmediatamente y lo que determina que las partes la
cumplan al instante, pero si se verifica el acontecimiento previsto, la obligación
cumplida se extingue con carácter retroactivo. Los contratantes quedan en el
mismo estado que se hallaban antes de contratar. Cada una de ellas debe restituir
a la otra las prestaciones recibidas.  Ejemplo: Si vamos a la tienda y compramos
un par de zapatos para un sobrino, y acordamos con el tendero, que en caso de
que los zapatos no correspondan al número con que calza el niño, se los
devolveremos, estamos en presencia una obligación sujeta a una condición
resolutoria. Si los zapatos no le “sirven” a mi sobrino, eso significa que se ha
verificado el acontecimiento previsto y, por tanto, la obligación queda resuelta.
Debemos devolver los zapatos y el vendedor deberá restituirnos el dinero. Si por
el contrario éstos corresponden al número que calza el sobrino, entonces la
obligación se convierte en una obligación pura y simple y  deviene en una
obligación firme.
 
22. Según su objeto:

22.1 Obligaciones de dar, hacer y no hacer.

El artículo 1.101 del Código civil anuncia esta distinción, tomada de los juristas
romanos.
22.2. Obligación de dar. El deudor comprometido a una obligación de dar (dare)
debe ejecutar a favor del acreedor una dación, es decir, no una donación, sino una
transmisión de derecho real; por ejemplo, debe transmitir al acreedor la
propiedad de una cosa. Esta obligación según Salerno consiste en la obligación
de entregar una cosa. La obligación de dar es muy rara: La encontramos por
ejemplo, en la venta de una cosa futura, en la venta de cosas genéricas y en las
deudas de dinero. En cada una de estas obligaciones, el deudor se obliga a
transmitir la propiedad de la cosa a ser fabricada o construida, de la cosa a ser
determinada y de la suma a ser pagada. El deudor cumple con tales obligaciones
al fabricar o construir la cosa o cuando la individualiza (si la cosa vendida en un
género o mercancía) y al pagar la suma debida.

22.3. La obligación de hacer compele al deudor a realizar, a favor del acreedor,


un hecho (factum) distinto de una dación; por ejemplo, a ejecutar un trabajo, un
transporte.
6.3. La obligación de no hacer  consiste en una abstención. Así, el vendedor de
un fondo de comercio que se obliga a no reinstalar un comercio similar dentro de
cierto radio. (Tomado de LECCIONES DE DERECHO CIVIL de Henri, León y
Jean Mazeaud, Parte Segunda, Vol.I, página 20).  
.La obligación de hacer tiene por objeto realizar una actividad física o intelectual,
consistente en un hecho o en un acto. Es una prestación positiva; si se trata de un
hecho, se habla de prestar un servicio o de ejecutar una obra. Según Savigny, la
obligación de hacer es fundamentalmente un trabajo a cumplir por el deudor.
(Mazeaud, ob. cit.)).

La obligación de no hacer consiste en  una prestación negativa por la cual el


obligado debe omitir realizar hechos o actos, inactividad a prolongarse durante
cierto tiempo, porque debe tener un límite temporal. La finalidad perseguida
requiere tener una apreciación económica.
A fin de ser ejecutadas, las conductas omisivas no requieren la voluntariedad del
deudor, ésta resulta indiferente, pues basta la pasividad y determinar
objetivamente si tuvo lugar el hecho negativo (Salerno, ob. cit,).
 En interés en distinguir la obligación de hacer o positiva, de la de no hacer o
negativa, reside en la carga de la prueba. En la primera la carga de la prueba
corre por cuenta del deudor. En caso de litigio, el acreedor sólo queda obligado a
probar la existencia de la deuda (párrafo 1  del Art.1315 del Código Civil). Al
deudor, de conformidad con el segundo párrafo del citado artículo, corresponde
probar que cumplió con el compromiso asumido. A falta de ofrecer esa prueba
compromete su responsabilidad, salvo que pruebe la causa que impidió cumplir o
que lo libera de la obligación.  

Obligaciones de objeto múltiple o compuesto: Obligaciones Plurales.


Juan Antonio Gonzáles[25]  señala que “(…) es compleja la obligación cuando
en ella haya pluralidad de sujetos acreedores o deudores, o bien tenga varios
objetos”.
 Las obligaciones de objeto compuesto o múltiples se subdividen en conjuntivas,
alternativas y facultativas, y las de sujetos múltiples, a su vez pueden ser:
Mancomunadas, solidarias, in solidum e indivisibles
Obligaciones conjuntivas: La obligación conjuntiva es la que tiene varios objetos.
Por ejemplo: una persona se obliga, para con otra,  a pintarle el retrato de la
segunda, además a decorar la casa del acreedor y, también, a enseñar  pintura al
hijo de éste. (Gonzáles, ob. cit. p. 146). Las obligaciones conjuntivas permiten al
acreedor exigir al deudor el cumplimiento de todas prestaciones juntas cuando
ésta forman un conjunto, pero no podrá hacerlo si cada prestación es
independiente de la otra. Ese es caso del ejemplo anterior. Cada una de las
prestaciones asumidas por el deudor es independiente de las demás.  Sería
distinto, si por ejemplo, una persona se obliga con otra a transportarla, darle
alojamiento, alimentos y diversión, como sería cuando se aborda un crucero o
uno se instala  en un hotel bajo la modalidad de todo incluido.

Obligaciones alternativas. (Artículos 1189 a 1196 del C. Civ.) González las


define diciendo que la obligación será alternativa  cuando el deudor se
compromete a cumplir una de varias obligaciones a su elección, liberándose
totalmente una vez satisfecha cualquiera de las pactadas. Por ejemplo, si una
persona se compromete a pintar el retrato de otra o a decorar su apartamento,
estamos en presencia de una obligación alternativa. El deudor puede liberarse
cumpliendo con una cualquiera de las dos obligaciones. En este tipo de
obligaciones aunque existen varias prestaciones,  el objeto debido es  siempre
uno a la hora honrar el compromiso. Si de las dos, tres o cuatro cosas a que se
obligó el deudor,  desaparecen algunas o todas, menos una, estará obligado con
esa.  Pongamos por caso que usted se obligó con alguien a podar un árbol,
limpiar la cisterna o brillar un automóvil, y el día escogido para  cumplir, la
cisterna había sido clausurada por la autoridad competente en salubridad, y el
árbol derribado por una tormenta, usted está obligado entonces a brillar el
vehículo aunque hubiera preferido escoger la limpieza de la cisterna. 

Obligaciones facultativas.  Este tipo no ha sido normado por el Código Civil. Su


fuente es la doctrina.  Sin embargo, la definición que ofrece el Código Civil
argentino se ajusta perfectamente a la que ofrece la doctrina. Según Salerno (ob.
cit. P. 185)  la obligación facultativa es la que no teniendo por objeto sino una
sola prestación, da al deudor la facultad de sustituir esa prestación por otra. Esta
definición al decir del citado autor, es una traducción de la definición ofrecida
por Aubri et Rau en Francia. En esta categoría de obligación, aunque existe más
de una prestación (más de un objeto) la cosa debida es sólo una. Por ejemplo si
usted se obliga a entregar  una computadora, y  se conviene que, en caso de
cualquier dificultad, usted podrá entregar al acreedor, una suma de dinero,
estamos ante una obligación facultativa. La teoría acerca de este tipo de
obligación ha sentado el principio según el cual, si la cosa debida desaparece, el
deudor queda liberado de su compromiso. Así, en el ejemplo anterior, como la
deuda es una computadora, si ésta, por una causa ajena al deudor, perece, éste  se
libera automáticamente de la deuda, y no puede el acreedor exigirle que, a
cambio de la computadora,  le entregue el dinero. 

23. Obligaciones de sujetos múltiples.


23.1. Obligaciones mancomunadas. Es mancomunada la obligación cuando,
habiendo varios deudores, cada uno de éstos responde solamente por la parte
proporcional que le corresponde en la deuda; o bien, cuando siendo varios
acreedores, cada uno de ellos únicamente puede exigir la parte que
proporcionalmente representa en el crédito. Por ejemplo, Juan ha prestado cien
pesos a Pedro y Francisco, que son socios, y éstos se comprometen a pagar, cada
uno, la mitad de la cantidad recibida; así, llegado el momento de cumplir la
obligación, Juan sólo podrá exigir a Pedro y Francisco que cubra cada uno de
ellos la parte que le corresponde; si uno de ellos paga, se libera; si el otro no lo
hace, puede reclamársele la ejecución forzada. En el segundo caso, Carlos y
Javier, como socios, prestan a Miguel cien pesos, éste entendido que Carlos
representa tres cuartas partes del crédito y Javier la otra cuarta parte; en el
supuesto de este ejemplo, cada uno de los acreedores sólo podrá exigir el pago de
su representación en el crédito dicho.
Obligaciones solidarias.[27] Idea general y definiciones. La solidaridad es una
modalidad que produce obstáculo a la división de una obligación, en sí y por su
naturaleza, divisible: es el todo (solidum) lo que se debe a cada uno o debe cada
uno; de ahí el nombre es solidaridad, que indica una obligación al todo. Esta es la
solidez de nuestros antiguos autores, la correalidad de los romanos.

Cuando la solidaridad está establecida entre acreedores, es activa: instituida entre


deudores, se llama pasiva; ambas formas pueden, por lo demás, coincidir en una
relación de derecho, y entonces uno cualquiera de los acreedores puede exigir de
uno cualquiera de los deudores el pago íntegro, que extinguirá la obligación
respecto a todos.

La solidaridad activa (Artículos 1197 a 1199) Hipótesis. Para que haya


solidaridad entre acreedores, conforme a los artículos 1197 a 1199, es preciso
suponer que existe en los términos del contrato o del testamento una obligación
única en provecho de varias personas, de tal manera que cada una de ellas pueda
exigir y recibir un pago íntegro que sea liberatorio erga omnes (artículo 1197).
 Efectos de la solidaridad activa. Esta solidaridad, que no es nunca legal, sino que
resulta siempre de una cláusula convencional o testamentaria, tiene por efecto
esencial el de obligar recíprocamente a los diversos acreedores en orden al pago
y la conservación de la obligación.
1º En orden al pago de la deuda: cada acreedor puede exigir y perseguir en
justicia el pago íntegro, que será efectuado a su favor (art. 1197) y liberará al
deudor respecto a todos los acreedores;
2º En orden a la conservación de la deuda:
a) Si uno de los acreedores pone al deudor en mora, esta posición jurídica existe
respecto a los demás acreedores: el deudor es reputado en mora con respecto a
todos los derechohabientes: en consecuencia, los intereses de la suma debida
corren en beneficio de todos;
b) Todo acto que interrumpe la prescripción respecto a uno de los acreedores, la
interrumpe también respecto a los demás: no hay más que una sola obligación
(Art. 1199).
23.2.2. La solidaridad pasiva[28] (Artículos 1200 a 1216) Idea general; utilidad.
Hay solidaridad pasiva cuando está establecida una obligación única a cargo de
varios deudores, de suerte que uno cualquiera de ellos pueda ser obligado a
efectuar un pago íntegro que sea liberatorio para todos con relación al acreedor
(art. 1200). Por ejemplo, un capitalista presta tres mil francos (pesos en RD: JP)
el día convenido, entendiéndose que el acreedor podrá dirigirse indiferentemente
a uno cualquiera de ellos, pues cada uno de los coobligados se compromete a
pagar el todo: solidum. Estos tres coobligados, Primus, Secundus y Tertius, son
codeudores solidarios.
 El objeto de esta combinación es dar al acreedor mayor seguridad: en lugar de
un deudor único, habrá dos, tres o más; su derecho de prenda general, en lugar de
estar limitado a un patrimonio, descansará sobre una serie de patrimonios; la
solidaridad pasiva es una forma de garantía personal.
23.2.2.1, Efectos de la solidaridad pasiva. Distinción. Hay que distinguir: 1º las
relaciones de los codeudores con el acreedor; 2º las relaciones de los codeudores
entre sí.

a. Relaciones de los codeudores con el acreedor. Estas relaciones nos dan la


ocasión de estudiar el problema de obligación de la deuda, es decir, el problema
del derecho de reclamación: descansan en tres ideas esenciales:
1º La unidad de obligación, o, más exactamente, el objeto de la deuda;
2º La pluralidad de vínculos;
3º La representación recíproca.
  Unidad de obligación, y sobre todo, unidad de objeto.  Una res vertitur (La
deuda es una:JP): una sola cosa es debida; y de ahí la solución que caracteriza la
solidaridad pasiva: la obligación del todo; cada uno de los codeudores puede ser
constreñido en cuanto a la totalidad (art. 1200), sin que tenga el recurso de
pretender imponer al acreedor un pago parcial por su parte y porción: el beneficio
de división, que corresponde a la caución (fianza JP), se les rehúsa a los
codeudores solidarios (art. 1203); de suerte que cada uno de ellos está expuesto a
hacer el anticipo del monto íntegro de la deuda y a que el pago así efectuado
libere, por lo menos con relación al acreedor, a todos los codeudores.
b. Pluralidad de vínculos. Aun cuando la obligación sea una sola, una cosa que se
deba, hay varios deudores, y, por consiguiente, varios vínculos de derecho,
siendo ésta una particularidad de la que no se puede hacer abstracción; es fértil en
consecuencias, que son, en definitiva, otras tantas limitaciones aportadas a la idea
de solidaridad, idea que, llevaba a sus últimas consecuencias, sería obstáculo a
toda diferenciación.
1º Uno de los codeudores puede estar comprometido pura y simplemente
mientras otro goza de un término y el compromiso de un tercero está afectado por
una condición: las modalidades de la obligación tienen, o pueden tener, carácter
individual (art. 1201);
2º Individuales también son las causas de nulidad o de rescisión: si uno de los
codeudores se encontraba, en el momento del contrato, en estado de minoridad,
la obligación que asume, solo, por sí mismo y sin asistencia, es anulable o
rescindible; pero las obligaciones contraídas por los demás codeudores, mayores
y dueños de sus derechos, no son por ello menos válidas;
3º Suponiendo que todos los compromisos sean válidos, puede ocurrir que uno de
ellos tome fin mientras los otros subsisten: hay medios de extinción que tienen
carácter personal, que no obran in rem.
4º El acreedor no está obligado a englobar a todos los codeudores en las
demandas que ejercita; se dirige a quien mejor le parece; tiene derecho de
elección. Por otra parte, las acciones ejercitadas contra uno de los deudores no le
impiden ejercitar otras semejantes contra los demás, suponiendo que las primeras
no le hayan dado completa satisfacción: no conocemos ya el efecto extintito de la
litis contestatio (art. 1204).
5º El acreedor que cede su derecho de acción contra uno de los codeudores, lo
conserva en principio contra los demás.
c. Idea de representación recíproca. Se concibe una solidaridad gobernada
únicamente por las reglas precedentes y que no produzca, a favor del acreedor,
más que un solo efecto, resumiéndose en la obligación del todo y en el derecho
de elección, hasta la completa satisfacción.  Es éste el sistema del derecho
alemán, del derecho suizo, del derecho polaco (Código de las obligaciones, arts.
13 y sigtes.), y también, con ciertas reservas, del derecho civil de la República de
China (arts. 271 y sigtes., en particular art. 279). Pero, en nuestro derecho
francés, viene a yuxtaponerse a las precedentes una tercera directiva, la de la
representación recíproca: se considera que los codeudores se han dado un
mandato recíproco en interés del acreedor, de suerte que constituyen una especie
de sociedad, de asociación de crédito mutuo.
d. Alcance del mandato recíproco. Hemos visto cuáles son los efectos que la ley
y nuestra jurisprudencia conceden al mandato recíproco y a la idea de
representación; se ha querido incluirlo en una fórmula que se remonta por lo
menos a DUMOULIN y según la cual los codeudores solidarios se representarían
entre sí frente al acreedor, ad conservandam obligationem, non ad augendam;
tienen calidad para conservar la obligación, pero no para agravar su peso. La
fórmula, que era la de DUMOULIN y que le había conducido a cometer un
contrasentido en la explicación de dos textos romanos, se ha hecho corriente;
aparece en las decisiones judiciales. No es, sin embargo, de rigurosa exactitud,
puesto que no da perfectamente cuenta de las soluciones legales o
jurisprudenciales; sobre todo, no explica que la decisión dictada contra un
codeudor sea oponible a quienes no fueron partes en la instancia y cuya situación
puede encontrarse, por tal razón, empeorada. En realidad, el mandato se dicta, no
en interés de los codeudores, sino en interés del acreedor: lo que parece olvidarse
a veces es que DUMOULIN, y después de él el Código civil, perdieron de vista,
o desconocieron, al limitar la condena de daños y perjuicios, en el caso de culpa
o de mora, al deudor culpable (art. 1205). La verdadera fórmula sería la que diera
a los codeudores poder de representarse entre sí para la salvaguarda de los
intereses legítimos del acreedor: la sociedad de los codeudores existe para el
acreedor, no para los asociados. 
La obligación in solidum.  Origen y Evolución. Según Jorge Joaquín Llambías
(1997)[29]; los romanos distinguían las obligaciones correales de las
obligaciones in solidum. Éstas constituían un fenómeno ajeno a toda idea de
convención, consistente en el deber de reparar el daño  causados por varios, a
cargo de cada culpable obligado por el todo, porque la responsabilidad  de cada
uno no podía disminuirse en razón de la responsabilidad de los demás. Se veía
ahí una solidaridad imperfecta, que nacida a propósito de los delitos,  se extendió
al supuesto en que varias personas  incurrían en responsabilidad contractual o
extracontractual, por un dolo o culpa común.
 La distinción romana de la solidaridad perfecta e imperfecta dio amplio margen
a la ulterior discusión de los autores. Pero la doctrina dominante ha negado esas
dos especies de solidaridad, afirmando, con razón, que el concepto de obligación
solidaria es unívoco, y no se presta a una dualidad que el derecho  civil
desconoce, puesto que determina un régimen uniforme para las obligaciones
solidarias.
En torno al tema, el profesor francés, LOUIS  JOSSERAND (1939)[30], sostiene
que para liberarse de las críticas formuladas contra los casos de solidaridad no
previstos por un texto legal, la jurisprudencia reciente apela cada vez más a la
obligación in solidum. Para Josserand el hecho se manifiesta en dos casos, muy
importantes desde el punto de vista  práctico: a) Los responsables de un mismo
delito o cuasidelito civil.  En estas condiciones se buscó la base de la solidaridad
delictual civil en la noción de la comunidad en el daño causado. Se consideró que
la condena solidaria se imponía desde el momento en que el daño íntegro podía
haberse motivado por la culpa o por el hecho de uno cualquiera de los autores del
delito o cuasidelito.[31]
En fin – y esta es la solución que ha prevalecido- la jurisprudencia decide que los
coautores de un mismo daño están  obligados, no ya solidariamente, sino in
solidum , a la reparación del daño íntegro. Existe entre cada culpa y la totalidad
del daño una relación directa y necesaria, y esta comunidad en la realización del
daño determina el nacimiento de una obligación in solidum. En consecuencia, la
parte lesionada podrá reclamar la totalidad de la reparación a uno cualquiera de
los coautores, sin que haya por qué tomar en cuenta la participación de
responsabilidades, que sólo afecta  a las relaciones recíprocas  de dichos
coautores[32]
b). Igualmente, dice Josserand, la obligación in solidum ha sido admitida por la
jurisprudencia  (en Francia, acota JP) en la hipótesis  frecuente de una acción
intentada por la víctima contra el autor responsable del daño y el asegurador de
éste último.
 Por su parte, HEADRICK, WILLIAM C. (ob,cit.. p. 185),  afirma que estas
obligaciones surgen donde la ley no contempla expresamente la solidaridad, pero
( que) resulta conveniente favorecer al acreedor con la posibilidad  de obtener el
pago completo de cualquier de los codeudores. Dicho autor manifiesta que   la
jurisprudencia ha forjado el principio de la responsabilidad in solidum. Esta clase
de de responsabilidad se estableció primeramente entre corresponsales de un
mismo delito civil y se ha extendido a todos los casos en que un solo perjuicio ha
sido causado por dos o más personas, aun actuando en base a un contrato Esta
solución, según el citado autor, aparece en Grands arrets, No.243 y Observación
B. de la Corte Suprema francesa.
Ahora bien, esta solución parece no ser la que asume la jurisprudencia
dominicana[33]
¿Será correcto sostener que la jurisprudencia dominicana no admite la existencia
de las obligaciones in solidum?    Headrick, en su obra referida (p.456 y s.),
señala que la Suprema Corte de Justicia dominicna  ha decidido que la
responsabilidad civil deducida del daño causado por dos conductores envueltos
en un mismo accidente no puede ser solidaria ya que el Art.1384-1 (del Código
Civil) no la califica de solidaria. Ello parece indicar que nuestra jurisprudencia
no acepta la solidaridad sin texto legal.  En esta página (Compendio, p.456)  el
autor de referencia  da cuenta de que la SCJ ha decidido:
1. Que no existe solidaridad entre los dueños y conductores de dos vehículos que
causaron daño a un tercero, el primero por ocupar parte de su derecha y el
segundo por seguirlo demasiado de cerca. (B. J.853.2810)
2. Que el prevenido, su comitente y el guardián  de la cosa inanimada son
solidariamente responsables. ((B.J.1049.128).
3.  Que la solidaridad que existe entre los condenados por un mismo crimen o
delito (Art.55 C.P.) sólo es posible en los casos en los que al juez le resulta
imposible establecer cuál ha sido el grado de participación de cada uno.
  Sin embargo, se ha fallado diciendo que: “Es correcta la sentencia que condena
solidariamente a los hermanos X, quienes realizaron en común el daño, aunque la
participación activa no fue igual. Uno empujó a la víctima mientras el otro le dio
con una tranca, fracturándole el cráneo” (B. J. 755.3309).
4. En otro caso similar, en el caso de  A y B que entraron a la finca de C mientras
A impedía el paso a C con su escopeta, B destruía el muro de una represa
construida  por C sobre el arroyo. En esta ocasión nuestra Suprema Corte de
Justicia sostuvo que fue un error condenarlos (a A y a B) a pagar los daños “en
forma global” (en forma solidaria): Consideró que la Corte aqua debió  condenar
a cada uno por los daños causados por su propio hecho. (B. J. 885.2051) Estas
dos decisiones  se contradicen, por eso es difícil deducir cuál es realmente la
posición de nuestra jurisprudencia en torno la cuestión debatida.
5. Que existe solidaridad de pleno derecho entre el autor del daño y la persona
civilmente responsable. (B. J.964.288; B. J: 717.1730; 719.2264.).
6. Que  la condena de dos personas al pago de una suma de dinero tiene carácter
solidario. Según la Suprema Corte de Justicia  “cuando el juez condena a la
empleada y a su patrono a pagarle al abogado de ésa sus honorarios, la condena
es solidaria”. B.J.945.1044. Esta solución no nos  parece correcta, pues es de
principio que la solidaridad no se presume y que la mancomunidad es la regla, y
siendo el objeto divisible, lo correcto hubiera sido decidir que cada condenado
respondiera por la mitad, salva que estuvieran dadas las condiciones para la
existencia de una obligación in solidum. (Acotación de José de Paula).

Obligaciones Indivisibles.[34] 
23.4.1. Definición.  En la obligación in solidum, el objeto de la deuda no se
divide: existen varias deudas por la totalidad. En la obligación indivisible, hay
varias deudas, cada una por una fracción, como en el caso de la solidaridad; pero
resulta imposible dividir el objeto de la obligación: el pago no puede hacerse más
que por la totalidad. Cada codeudor indivisible está obligado a cumplir con la
totalidad, no porque represente a los demás, no lo representa, no porque deba la
totalidad, no se debe más que su parte, sino porque el objeto de la obligación es
indivisible.
Aunque la obligación indivisible no se base en la idea de representación, se han
extendido a la indivisibilidad algunos de los efectos llamados secundarios de la
solidaridad, que sólo se explican por la representación mutua.
23.4.2. Historia. Los textos romanos sobre la indivisibilidad, profundamente
reformados por JUSTINIANO, son imprecisos y fragmentarios. Por eso,
DUMOULIN, cuando quiso construir una teoría de la indivisibilidad, se encontró
con numerosas dificultades; el título de su obra lo prueba por demás: Estricatio
labyrinthi dividui et individui. Pertenece a POTHIER, cuya claridad expositiva es
siempre notable, haber procurado el hilo de Ariadna. No obstante, aunque los
redactores del Código civil francés hayan copiado a POTHIER (arts. 1.217 a
1.225), la materia presenta ciertas incoherencias.

Fuentes de la indivisibilidad: naturaleza del objeto de la obligación, voluntad. La


indivisibilidad natural resulta de la naturaleza del objeto de la obligación. La
obligación de entregar un cuerpo cierto es indivisible: dos codeudores de la
entrega de un caballo no pueden entregar una mitad cada uno. El acreedor podrá
dirigirse contra uno cualquiera de los deudores para obtener la entrega. Pero,
cuando la obligación  se encuentre reemplazada por la condena a una suma de
dinero, a título de daños y perjuicios, por ser divisible su objeto, la obligación
deja de ser indivisible (Civ., 14 de marzo de 1933; D. H. 1993. 234).
Las partes pueden estipular la indivisibilidad. Es la indivisibilidad convencional.
Puede ser tácita: cuando de las circunstancias resulta que las partes han
considerado como indivisible el cumplimiento (art. 1.218 del Cód. civ.). Así es
indivisible la obligación de dos contratistas que se comprometen a construir un
mismo inmueble.
La indivisibilidad puede ser pasiva (codeudores indivisibles) o activa (acreedores
indivisibles).
La indivisibilidad pasiva. Efectos. Indivisibilidad entre los herederos..La
obligación por la totalidad depende de la naturaleza del objeto de la obligación,
realmente indivisible o considerada como de obligaciones in solidum, por la idea
de obligación por la totalidad y no por la idea de representación.
Cada uno de los deudores está obligado, pues, por la totalidad. Este efecto de la
indivisibilidad es más poderoso que en materia de solidaridad. Mientras que la
deuda solidaria se divide entre los herederos de uno de los codeudores (cfr. ob
cit, n. 1063), la deuda indivisible-y es ése su interés capital- no se divide entre los
herederos del deudor o de los deudores; el acreedor podrá exigir de cada uno de
los herederos la totalidad de su crédito. No es de extrañar, en tales condiciones,
que la solidaridad convencional vaya acompañada casi siempre de una
indivisibilidad convencional; los redactores de documentos utilizan casi siempre
una fórmula que es casi de estilo: los codeudores se obligan no ya “conjunta y
solidariamente”, lo cual sería, como ya no se ha dicho (cfr. ob. ci, n. 1051), un
contrasentido, sino “solidaria e indivisiblemente”.
El deudor que haya pagado la totalidad, por haber pagado así la parte de sus
codeudores, tendrá una acción de repetición contra ellos.
La indivisibilidad no debería producir los efectos llamados secundarios de la
solidaridad, que no pueden explicarse sino por la idea de representación. Sin
embargo, 2.249, párrafo 2º, del Código civil admite que la interrupción de la
prescripción, cuando se haga con respecto a uno de los codeudores indivisibles,
es válida en relación con todos ellos. Esa disposición, que se justifica por las
facilidades que otorga al acreedor, es excepcional. Por eso se rechaza el extender
a la indivisibilidad los demás efectos secundarios de la solidaridad: la
constitución en mora dirigida contra uno de los codeudores indivisibles queda sin
efecto con respecto a los restantes, fuera de la interrupción de la prescripción; la
sentencia dictada con respecto a uno de los codeudores indivisibles no afecta a
sus coobligados; y por eso permite el artículo 1.225 del Código civil, al codeudor
demandado, pedir un plazo para emplazar a sus codeudores. Pero la
jurisprudencia decide, como en materia de las obligaciones solidarias (ver, n.
1063: 2º, B, a de la ob. cit), que, si los codeudores litigan juntos, el recurso
interpuesto por uno de ellos aprovecha a los demás.

Indivisibilidad activa
a. Fuente. La indivisibilidad activa es casi siempre natural. En efecto, unos
acreedores no tendrían ningún interés en estipular la indivisibilidad entre ellos.
De hecho, la indivisibilidad natural se produce en las siguientes circunstancias: el
acreedor de una obligación que no sea susceptible de división muere y deja
varios herederos; estos últimos se convierten en acreedores indivisibles.
b. Efectos. Cada acreedor puede reclamar la totalidad (art. 1.224 del Cód. civ.).
El acreedor que haya recibido el objeto indivisible de la prestación deberá
ponerlo en común.
La remisión de deuda consentida por uno de los acreedores no perjudica a los
demás, que tan sólo deben tener en cuenta la parte del acreedor que haya remitido
la deuda.
La jurisprudencia admite que la interrupción o la suspensión de la prescripción a
favor de uno de los acreedores –por ejemplo, porque es menor de edad–favorece
a todos ellos.
24. Clasificación de las Obligaciones según el tipo de acreedor: Obligaciones
reales y obligaciones ordinarias.
Esta clasificación hay que acercarla a la distinción entre la Schuld y la Haftung
(cfr. Mazeud, ob, cit núm. 9), de la cual es una aplicación. El deudor de una
obligación ordinaria está obligado con todo su patrimonio, que soporta a la vez la
Schuld (deuda) y la Haftung (coacción). Por el contrario, la obligación real (o
“propter rem”) no compromete más allá de la cosa a la cual está unida. Mientras
que el deudor que ha hipotecado su inmueble en garantía de su propia deuda está
obligado por toda la deuda (Schuld), incluso si ésta supera el valor del inmueble,
es distinta por completo la situación del tercero adquiriente de un inmueble
hipotecado, o del propietario que grava su inmueble en garantía de la deuda de
otro (fianza real); no están obligados más allá del valor del inmueble: la deuda en
sí misma no pesa sobre ellos, y la coacción se limita al inmueble hipotecado.
Apenas si es exagerado decir que, en las obligaciones reales, es más bien la cosa,
más que la persona, la que se halla obligada; se está en la frontera de la
obligación y de la servidumbre.(ídem).

Interés práctico de la distinción: Cuando la obligación es ordinaria su titular es un


acreedor quirografario y por tanto está sujeto al concurso de los demás
acreedores, o sea, que en caso de insuficiencia de los activos del deudor para el
pago sus deudas, todos los acreedores cobrarán sus créditos a base de un
prorrateo (una proporción de su crédito. Esta proporción se fija tomando en
cuenta la cantidad de dinero adeuda). Tal solución la ofrece el Art.2093 del
Código Civil que establece que los bienes del deudor son la prenda común de sus
acreedores, distribuyéndose el precio entre ellos a prorrata, a menos que existan
entre ellos  causas legítimas de preferencia.
La obligación real o propter rem establece a favor del acreedor dos privilegios: el
derecho de persecución y el derecho de preferencia. El derecho de persecución es
la facultad concedida al acreedor real en virtud de la cual puede reivindicar
(embargar) la cosa dada en garantía en cualquier mano. Es lo que dispone el
último párrafo del Art.2114 del Código Civil al disponer que la hipoteca siga a
los bienes dados en hipoteca a cualesquiera manos que pasen.  Y es lo que sucede
cuando una persona hipoteca una casa y luego la vende. El acreedor hipotecario
podrá ejecutar la hipoteca en manos del comprador. En virtud del derecho de
preferencia se le permite al acreedor ser desinteresado primero que los demás
acreedores. En cambio el acreedor quirografario no dispone de estas
prerrogativas. En sentido general el derecho de persecución y de preferencia
aparecen  2073 (para la prenda); y artículos 2093 y 2094 del Código Civil (para
las hipotecas y privilegios). El Art. 2094 dispone que las causas legítimas
preferencias son los privilegios e hipotecas.
Conclusión:
En la ciencia del derecho como en toda ciencia, la organización, sistematización
y generalización de los fenómenos es útil y necesaria para su mejor aprehensión.
El estudio ontológico de las obligaciones no puede escapar a esa necesidad. Por
ello, es justo reconocer que a pesar de la diversidad de pareceres, por demás
enriquecedores, mientras más lógica y generalizada sea la categorización de los
hechos jurídicos, más comprensivos resultan. Y en cuanto lo didáctico, el hecho
de que se  formulen  sistematizaciones bien fundadas desde el punto de vista
deductivo e inductivo, permite que  el proceso enseñanza-aprendizaje devenga
más viable y productivo. Esta realidad es la que justifica el abandono, en este
trabajo didáctico, de la clasificación o categorización de las obligaciones de los
clásicos franceses (los hermanos Mazeaud, en especial) para asumir una
formulación más ajustada a lo sistémico, como es la que hace el profesor Salerno.
Como se nota, no ha habido cambio en las denominaciones de los elementos,
pero sí en la ubicación en clases, tipos y subtipos, esto es, en la categorización
generalizadora. La nueva perspectiva, además de innovadora, es más científica
por la lógica de su organización y plenamente justificada por la metodología
asumida.

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