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Olford (222-237)

-Solamente el Espíritu Santo puede transformar un manuscrito en un mensaje

-En tiempos del Antiguo Testamento, las palabras consagración y unción eran
empleadas intercambiablemente para "apartar" a los siervos de Dios

-Como predicadores necesitamos esta "unción sagrada".

-Unción. Esto representa nuestra vocación espiritual en Cristo. "Unción" o "untura" nos
capacita para apreciar la Palabra de Dios (ver 1 Jn. 2:20,27) y también para autenticar
la Palabra de Dios (2 Coro 1:21-22). Esta unción (crisma) es la protección de Dios en
contra del error, a la luz de su Palabra inerrante. La Palabra es la protección objetiva,
mientras que el Espíritu es la protección subjetiva. Es importante ver y buscar la
necesidad continua de esta unción. No podemos ser ungidos a menos que seamos llenos
con el Espíritu.

-El secreto de la unción:


La vida de santidad:
Con relación a su Dios, Él era (y es) "santo", ya que todas sus palabras y sus actos
revelan la naturaleza misma de su Padre celestial. Con relación a su prójimo, El era (y
es) "inocente", pues su vida y su ministerio estuvieron totalmente libres de toda malicia.
Con relación a sí mismo, Él era (y es) "sin mancha", pues como Profeta, Sacerdote y
Rey no fue manchado con ninguna clase de impureza, y no tuvo en sí mismo
corrupción.
Dios solamente puede bendecir con la unción de su Santo Espíritu a aquellos que
persiguen una vida de santidad.
La vida de sumisión:
Nosotros, igualmente, tenemos que ser obedientes si queremos experimentar la unción
del Espíritu Santo, porque Dios da "el Espíritu Santo... a los que le obedecen" (Hech.
5:32, énfasis de los autores). Al inicio nosotros debemos obedecer el evangelio para
experimentar el don del Espíritu; pero debemos continuamente obedecer para
experimentar la plenitud y la unción del Espíritu.
La vida de oración:
La vida de oración es la vida que siempre está buscando y siempre recibiendo: la
llenura, la acción de llenar y el derramamiento del Espíritu". Tenemos que continuar
pidiendo para que Dios continúe dando. La razón por la cual no experimentamos la
autoridad en nuestra predicación es porque no estamos experimentando la unción, y la
razón por la cual no experimentamos la unción es porque no continuamos pidiendo.

-El símbolo de la unción:


La paloma es símbolo de paz:
De igual manera, debemos predicar paz por la sangre de la cruz y ser ministros de
reconciliación (Ef. 2:17; 2 Coro 5:18-19). Necesitamos hombres de paz en nuestros
púlpitos, en nuestra comunidad, y especialmente en nuestros hogares.
La paloma es símbolo de pureza:
Solamente cuando vivimos en la Palabra y andamos en la luz (1 Jn. 1:7) estamos
calificados para el Espíritu de pureza en nuestras vidas.
La paloma es símbolo de pasión:
Campbell Margan dice:
En el sermón verdadero siempre debe haber pasión. Pero la pasión debe ser algo creado
sin esfuerzo consciente. El fuego en pintura nunca quema...; un entusiasmo imitado es
lo más vacío que pueda existir en un predicador. Todo esto sucede cuando conocemos
por la experiencia personal al Espíritu de la pasión en nuestras vidas.
La paloma es símbolo de poder:
El poder del Espíritu Santo solo viene sobre aquellos que reconocen su insuficiencia
delante de Dios. Sin esta unción no hay poder, y sin poder no hay autoridad redentora en
nuestra predicación.

-La unción en los predicadores tiene un propósito doble: alcanzar a la gente y predicar
el evangelio.
-Somos ungidos para alcanzar a la gente:
Los empobrecidos:
Jesus tenia compasión por los pobres. Ninguno que sea ungido con el Espíritu Santo
puede ser insensible a la necesidad desesperante que nos rodea hoy. Toda iglesia debiera
ser responsable de su propia comunidad.
Los quebrantados:
Jesús se identificó con los quebrantados. Como pastores y predicadores, descubriremos
que el lenguaje más elocuente en situaciones similares es nuestro propio
quebrantamiento y el derramamiento de nuestras lágrimas.
Los encarcelados:
Nuestro mundo de hoy abunda en cautivos por el pecado, el yo y Satanás. Tomar la
autoridad para proclamar la Palabra liberadora a “los cautivos”
Los ciegos:
Predicador, usted nunca predica un sermón sin tener personas espiritualmente ciegas
sentadas en su congregación.
Los oprimidos:
Necesitamos de la ungida compasión para alcanzar a los cargados, los cautivos, los
ciegos y los oprimidos

-Somos ungidos para predicar el evangelio:


En términos del Nuevo Testamento, la predicación del evangelio afirma que Jesucristo
es Señor, y que bajo ese señorío hombres y mujeres tienen que estar bien con Dios
como también los unos con los otros.
En verdad nosotros no habremos predicado con la unción si no declaramos el señorío de
Cristo. Después de todo, la predicación bíblica es acerca de Dios y de Jesús como
Señor.

-Predicar con la unción del Espíritu Santo nunca neutraliza a un individuo, grupo, o una
congregación. Al contrario, la predicación ungida por el Espíritu Santo siempre
precipita una decisión. Siempre hay reacciones de asombro y de ira.

-Lo que necesitamos hoy es una unción fresca del Espíritu Santo para que nuestro
ministerio penetre tanto en los corazones del santo como del pecador. Donde hay
unción, hay autoridad.

-"La cuidadosa preparación y la unción del Espíritu Santo nunca deben considerarse
como alternativas, sino como complementarias la una de la otra".

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