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-En tiempos del Antiguo Testamento, las palabras consagración y unción eran
empleadas intercambiablemente para "apartar" a los siervos de Dios
-Unción. Esto representa nuestra vocación espiritual en Cristo. "Unción" o "untura" nos
capacita para apreciar la Palabra de Dios (ver 1 Jn. 2:20,27) y también para autenticar
la Palabra de Dios (2 Coro 1:21-22). Esta unción (crisma) es la protección de Dios en
contra del error, a la luz de su Palabra inerrante. La Palabra es la protección objetiva,
mientras que el Espíritu es la protección subjetiva. Es importante ver y buscar la
necesidad continua de esta unción. No podemos ser ungidos a menos que seamos llenos
con el Espíritu.
-La unción en los predicadores tiene un propósito doble: alcanzar a la gente y predicar
el evangelio.
-Somos ungidos para alcanzar a la gente:
Los empobrecidos:
Jesus tenia compasión por los pobres. Ninguno que sea ungido con el Espíritu Santo
puede ser insensible a la necesidad desesperante que nos rodea hoy. Toda iglesia debiera
ser responsable de su propia comunidad.
Los quebrantados:
Jesús se identificó con los quebrantados. Como pastores y predicadores, descubriremos
que el lenguaje más elocuente en situaciones similares es nuestro propio
quebrantamiento y el derramamiento de nuestras lágrimas.
Los encarcelados:
Nuestro mundo de hoy abunda en cautivos por el pecado, el yo y Satanás. Tomar la
autoridad para proclamar la Palabra liberadora a “los cautivos”
Los ciegos:
Predicador, usted nunca predica un sermón sin tener personas espiritualmente ciegas
sentadas en su congregación.
Los oprimidos:
Necesitamos de la ungida compasión para alcanzar a los cargados, los cautivos, los
ciegos y los oprimidos
-Predicar con la unción del Espíritu Santo nunca neutraliza a un individuo, grupo, o una
congregación. Al contrario, la predicación ungida por el Espíritu Santo siempre
precipita una decisión. Siempre hay reacciones de asombro y de ira.
-Lo que necesitamos hoy es una unción fresca del Espíritu Santo para que nuestro
ministerio penetre tanto en los corazones del santo como del pecador. Donde hay
unción, hay autoridad.
-"La cuidadosa preparación y la unción del Espíritu Santo nunca deben considerarse
como alternativas, sino como complementarias la una de la otra".