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Lugares de transformación

E n lo que sigue no trataré solamente acerca


de lo que debe transformarse en el ser hu,
mano y de qué caminos de transformación
debemos recorrer, sino también acerca de los
°lugares en los que acontece la transformación.
La transformación acontece en el proceso de la
vida cotidiana, en la familia, en el trabajo, en
la convivencia de una comunidad. La transfor,
mación acontece a través del paisaje, del clima,
del cambio de las estaciones. La transformación
puede suscitarse a través de vivencias, de en,
cuentros con una persona, con una ciudad, con
un paisaje. La alegría transforma, pero también
lo hacen el dolor y el sufrimiento. La vida
misma es una constante transformación. Quiero
escoger sólo tres lugares en los que se produce la
transformación en sumo grado, en los que desde
un principio se apunta a la transformación: la
liturgia, el camino interior y el sufrimiento.

Transformación en la liturgia
Los ritos que celebramos en la liturgia son
todos ritos de transformación. Rito designa un
camino que me transforma. A l celebrar el rito,
entro en un camino de transformación interior.

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Creer en la transformación Lugares de transformación
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El rito central de la transformación en la liturgia en Cristo y nuestra muerte en la resurrección con
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cristiana es la eucaristía. En ella celebramos la Cristo. El sacramento del matrimonio celebra las
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transformación del pan y del vino en el cuerpo bodas como símbolo primordial de la unidad de
y la sangre de Jesucristo. En ella se transforman todos los opuestos. En los cuentos, el proceso
los dones de la creación en dones divinos: lo de transformación culmina siempre en una boda.
terreno es penetrado por lo divino. En la tran- En las bodas, todo alcanza la unidad. El sacra-
sustanciación del pan y del vino celebramos mento de la ordenación sacerdotal nos muestra
nuestra propia transformación. Nuestra vida q e codo cristiano es un agente de transforma-
cotidiana, nuestro trabajo, nuestros sentimien- ción, que cada persona tiene la dignidad sacer-
tos y nuestra alegría se transforman en alegría dotal para transformar lo terreno en lo celestial.
divina, en vida divina.
Toda nuestra vida es una constante trans-
Todos los sacramentos son en última ins- formación del espíritu en mundo y del mundo
tancia caminos de transformación. En el bau- en espíritu, de Dios en hombre y del hombre en
tismo somos dados nuevamente a luz a partir Dios. La liturgia, cal como se celebra en el ciclo
del agua y del Espíritu, recibimos una nueva del año litúrgico, está llena de símbolos de
identidad y nuestra vida terrena es sumergida en transformación. Según C. G. Jung, el año litúr-
la vida de Cristo y transformada por él. En el gico es un sistema terapéutico que retoma, expo-
sacramento de la penitencia celebramos nues- ne y transforma codos los elementos de la vida
tra conversión, nuestro cambio de mentalidad.
humana. La transformación acontece en él a tra-
Conversión designa la transformación interior
vés de símbolos y de ritos, cal como los desarro-
que nosotros mismos tenemos que realizar. Pero
llan las diferentes fiestas del año litúrgico.
en la confesión experimentamos también el
perdón de nuestros pecados, la transformación El símbolo primordial de la transformación
de nuestra culpa en la experiencia del amor es el de la luz. El año litúrgico adopta el ciclo
misericordioso de Dios. La confirmación es un del sol y de la luna. La liturgia de laudes y de
sacramento de iniciación que transforma cris- vísperas opera con el símbolo de la luz. "De la
tianos inmaduros en cristianos maduros y autó- misma forma rítmica en que la luz parece girar
nomos. La unción de los enfermos transforma durante un día o durante un año, se transfor-
nuestras heridas en lugares de encuentro con ma también el hombre. Todos los símbolos de
Dios, nuestra enfermedad en una participación transformación provienen del proceso de trans-

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formación de la luz, y, al igual que ésta, tam- soltar, toda mudanza está asociada a sacrificios:
bién aquéllos tienen un carácter circular" el ofrecimiento de aquello de lo que se dispone,
(Rosenberg 78). la renuncia voluntaria a una posibilidad, la
El símbolo de la transformación de la luz entrega de esa posibilidad en favor de un estado
remite al mismo tiempo al símbolo del renaci- de existencia que todavía está envuelto por el
miento. "Así como la luz desciende al anoche- velo oscuro del devenir" (Rosenberg 80). En la
eucaristía celebramos cada día el sacrificio de
cer para resurgir rejuvenecida por la mañana,
nuestro yo, el abandono de la vida que hemos
así también el hombre, para llegar a su propia
tenido hasta ahora, a fin de que lo nuevo que
esencia, debe atravesar en la transformación la
quiere llegar a la existencia reciba espacio en
noche oscura del alma y del espíritu si ha de lle-
nosotros.
gar a la madurez" (ibíd., 79). En las laudes salu-
damos la luz que amanece como símbolo de' Para Rosenberg, el símbolo primordial de la
Cristo, que disipa toda tiniebla en nosotros y transformación es la cruz. "Está armada por dos
nos llena con su vida divina de la resurrección. maderos... Dos fuerzas deben actuar de forma
Y al anochecer, cuando el sol se pone, pedimos conjunta para producir una transformación:
a Dios que su luz despunte para nosotros en una sola fuerza no basta, pues con ella no se
el corazón. Así, un himno de vísperas canta: produce rotación" (ibíd., 81). Según Jung, la
"Cuando la negra tiniebla mantiene el día apre- cruz tiene cuatro cualidades, de las cuales los
hombres sólo han desarrollado tres. La totali-
sado en una honda oscuridad, que la fe no conoz-
dad integral "sólo se alcanza por un proceso de
ca noche, que la noche se ilumi e por la fe".
transformación que implica al hombre entero y
Para nosotros, los cristianos, Cristo es el sol lo pone en movimiento" (ibíd., 85). La exigen-
en torno al cual rotamos. Si dejamos de mover- cia de Jesús de cargar nuestra propia cruz seña-
nos en torno a Cristo, nuestro proceso de trans- la que profesamos la totalidad integral de nues-
formación se detiene. Nos fijamos a un deter- tra condición humana, que nos asumimos con
minado principio de vida y permanecemos todos los opuestos que la cruz representa. "El
interiormente detenidos. Para permanecer inte- hombre portador de la cruz es el hombre dis-
riormente sanos tenemos que estar en constante puesto a la transformación, que ha entrado en
mudanza. "Pero como mudanza es transforma- el carácter de rotación que posee la cruz y que
ción de lo anterior, un abrazar a través de un se deja rotar en la cruz" (ibíd., 86). Rosenberg

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recuerda los claustros de los monasterios en los médicos y agentes de pastoral una conferencia
que los monjes, "meditando sobre la transforma- titulada "La transformación en el culto" en la 1,
ción, obtenían en su andar la recta actitud" que describió diferentes aspectos de la transfor-
(ibíd., 88). mación que están presentes en la liturgia. El
La imagen de la cruz se relaciona a menu- primer aspecto es la anamnesis, la actualización
do con la de la rueda que describe nuestra vida de algo pasado en el presente. "Por el acontecer
como movimiento de transformación. En la cultual, lo que sucedió en el pasado es actualiza-
11
Edad Media se crearon en el exterior de las cate- do en el presente. Y, de este modo, los que par- I'
11
drales "los rosetones, las enormes ruedas de luz ticipan en el culto son introducidos en aconte-
que, llamadas a veces 'ruedas de la dicha', esta,- cimientos que ahora ya no pertenecen sólo al
ban plasmadas como representaciones de la pasado. A través de esa introducción tiene lugar
transformación interior y exterior del hombre; una transformación: los que celebran el culto
por ejemplo, en la catedral o Münster de Basilea" son sacados fuera de su existencia habitual, des-
garrada, superficial y cotidiana, y llenados por la
(Rosenberg 90). Todas las formas redondas de la
acción de un acontecer suprapersonal, divino"
liturgia -por ejemplo, la hostia redonda- remi-

¡
(Zacharias 185).
ten a la transformación en la totalidad. Los arcos l 1,
de medio punto en las iglesias, las bóvedas, todo El segundo aspecto es la participación en
lo redondo que aparece en el espacio del templo una realidad más grande y elevada, en la litur-
invita a la transformación. En muchas iglesias gia del cielo. "El hombre es elevado por encima
románicas el laberinto era "un esquema prefija- de su limitación, de su soledad, casualidad y esci-
do de transformación que conduce a la transfor- sión interior y transformado en vaso supraperso-
mación cuando el que lo recorre lo completa nal de poderes numinosos que lo transforman en
con su impulso personal, cuando, renunciando a un nuevo ser" (ibíd., 187). La transformación en
la voluntad autocrática, se deja conducir por los el culto acontece también por anticipación.
pasillos circulares de avance y retroceso cada vez "Lo futuro irrumpe en el presente y lo transfor-
ma" (ibíd., 188). La transformación en el culto
li
más hondo hacia la oscuridad, hacia lo descono-
acontece siempre por medio de la muerte y el
cido e impenetrable" (ibíd., 90).
renacimiento. No sólo en la eucaristía celebra-
Gerhard Zacharias, sacerdote ortodoxo y mos la muerte y la resurrección. Antes bien, la
discípulo de Jung, pronunció en una jornada de muerte y el renacimiento son la ley fundamen-
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1.,
Creer en la transformación Lugares de transformación

tal de toda liturgia. "En todo culto se realiza una pac1on en el lenguaje de Jung y muestra la
muerte y un ser dado a luz. Sólo en el tránsito a dimensión psicológica de esta transformación:
través de la muerte puede lo viejo transformarse "En el horizonte de la interpretación junguia-
en nuevo" (ibíd., 189). na se reavivarían en la anamnesis los procesos
En la Iglesia primitiva, toda liturgia tenía interiores que ponen en movimiento la fun-
un carácter sacramental. En la bendición del ción trascendente, que supera progresivamen- 11.

agua, en la vestición de un monje, en el lavato- te los opuestos y conduce a la totalidad, al self.


rio de los pies, en todas las acciones litúrgicas se La participación cultual debería concebirse
trataba de la transformación del hombre. En la como descubrimiento y vivencia de los pode-
eucaristía alcanza su culmen la transformación res y las figuras del inconsciente. La anticipa-
que toda liturgia celebra. En ella, la transforma- ción adelantaría el devenir íntegro tal como
ción se convierte en el centro de la celebra- acontece de manera análoga, por ejemplo, en los
ción. El pan y el vino se transforman en el sueños intensos o en visiones mandala. La muer-
cuerpo y la sangre de Cristo, y en esa transfor- te y el renacimiento que acontecen en el culto
mación se realiza nuestra transformación. En deberían verse como la muerte del hombre
la eucaristía colocamos sobre el altar en el pan empírico y el nacimiento del hombre integral,
nuestra vida, con su desgarramiento, con su del self' (ibíd., 191).
trabajo, con su fatiga, para que sea transfor- Naturalmente, ésta es sólo una forma de
mada por el Espíritu de Dios, para que se haga ver la liturgia, que debería ser complementada
visible en ella la auténtica figura: la figura de por una interpretación teológica. Dios mismo 1

Jesucristo, que ha de brillar a través de nuestra transforma en la liturgia nuestra vida al dar- 1

vida cotidiana. En el vino presentamos ante nos participación en la muerte y resurrección


Dios nuestros sentimientos y anhelos, nuestras de Jesucristo y presentarnos ya la plenitud del 1:

necesidades y deseos, lo consciente y lo incons- cielo, la meta de nuestro camino de transfor-


ciente, para que él lo transforme en la sangre de mación.
su Hijo, para que en todo ello pueda experi- El renacimiento del hombre nuevo y ente-
mentarse un nuevo sabor divino. ro exige que también la sombra, "lo que hasta
Zacharias describe la transformación en la ahora había sido repudiado y rechazado, sea
liturgia por anamnesis, participación y antici- integrado paso a paso de forma consciente"

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,1

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(ibíd., 195). Por eso, la liturgia debe dejar acontece. Deberíamos tomar de nuevo con-
espacio también a lo oscuro, a fin de que el ciencia de cómo cada gesto o ademán produce
11 hombre pueda reconciliarse con su sombra. transformación.
Sólo así "puede sanar nuestro mundo desgarrado Nuestros hermanos de comunidad más jóve-
y sangrante. En el culto puede darse esa integra- nes observan con interés a los monjes ancianos
ción, esa transformación" (ibíd., 195). Zacharias y se preguntan qué transformación habrá produ-
ve en la genuflexión "una toma de contacto con cido en ellos a lo largo de décadas la reverencia
los poderes ctónicos" (ibíd. , 194). cotidiana ante la estatua de María. Creen que
Rosenberg opina que lo oscuro y maligno tiene que suceder algo si uno en su camino hacia
tiene su lugar bajo los pies de Cristo, que pisa al la iglesia pasa día tras día delante de la estatua de
dragón. Y lamenta que el culto moderno sea María y hace ante ella una reverencia. Segura-
una suerte de inflación de la luz. "Lo oscuro ya mente, en eso se produce un poco la integración
no se conmemora, y parece como si pudiésemos del anima. No se puede hacer algo semejante así
volar al cielo de manera inmediata sin el deseen- sin más. O bien, ¿en qué medida la liturgia
sus ad inferos y sin resurrección. Pero como eso dominical transforma a una familia que se pone
no es así, la imagen de lo oscuro debería apare- en camino unida para exponerse en común a
cer en el culto en su debido lugar como derrota- Dios durante una hora? ¿En qué medida trans-
do: bajo los pies de Cristo". forman a los participantes las peregrinaciones,
las procesiones, las celebraciones paralitúrgicas?
Algunos se preguntan hoy con preocupación
Naturalmente, la transformación no siempre se
si nuestra liturgia tiene aún una fuerza transfor-
produce de una manera visible. Pero bajo la
madora. Según opinan, se ha convertido dema-
superficie de nuestro comportamiento exterior
siado en culto de la palabra, en enseñanza. El
tiene lugar, aunque no se note, una transforma-
momento del movimiento, la participación del
ción que, alguna vez, se hará también visible
cuerpo, el símbolo, la celebración, todos esos
hacia fuera. Es lo que ocurre cuando decimos de
elementos de carácter transformador pasan a
una persona que se ha transformado, que en ella
un segundo plano. Nuestra tarea en la pas-
se ha hecho visible una nueva cualidad.
toral es configurar de tal modo la liturgia que
se pueda caminar nuevamente. No se trata de A nosotros, los monjes, nos transforman el
formas exteriores, sino de comprender lo que rezo de las horas, para el que nos reunimos cua-

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Creer en la transformación Lugares de transformación
1f/ 1:
tro veces al día, y la celebración diaria de la El camino interior
eucaristía, en la que colocamos una y otra vez como camino de transformación
sobre el altar nuestra vida con sus conflictos La vida espiritual no es un logro que tenga-
interiores y exteriores a fin de que Dios la mos que alcanzar o cumplir, sino un camino
transforme con el pan y el vino y la haga trans- interior que quiere transformarnos cada vez
parente para el Espíritu divino. más. En la vida espiritual me abro y dispongo
Sobre todo, son dos los elementos que para el Dios de la vida, que quiere desplegar su •
necesita una liturgia transformadora: la imagen vida divina en mí a través de muchas transfor-
y el gesto. Ya para Pablo se producía la transfor- maciones. La transformación interior se realiza
mación del hombre en la imagen de Jesucristo en forma de espiral, de manera semejante a las
a través de la contemplación. En la liturgia representaciones de los laberintos en las iglesias
contemplamos el rito, los gestos y las imáge- medievales. No es una vía de sentido único en la
nes que se presentan a nuestra mirada. En la que siempre avanzo, sino un caminar en forma
Iglesia de Oriente, el icono ocupa un lugar esen- de espiral en el que, aparentemente, regreso
cial en la liturgia. El fiel se inclina ante él y se siempre de nuevo al punto de partida para con-
expone a él para que lo transforme. Por tanto, tinuar con nuevas fuerzas.
1
en la liturgia necesitamos siempre imágenes Jesús describió el proceso de la transforma-
ante las cuales detenemos en contemplación, ción interior en algunas parábolas. Tenemos
imágenes en las paredes de la iglesia o también 1 por ejemplo la parábola del grano de mostaza
imágenes interiores, tal como nos las presenta 1 que crece lentamente hasta convertirse en un
la Biblia. Y necesitamos el gesto que se reitera árbol. Durante mucho tiempo no notamos
siempre de nuevo y que tiene una fuerza trans- nada de la transformación, pero de pronto nos
formadora. Ya los meros gestos de la genufle- hemos transformado para otros en un árbol
xión o del santiguarse son transformadores. en el que pueden apoyarse, bajo cuya sombra 1:

Pero hace falta aún más espacio para el gesto experimentan cobijo y en cuyas ramas pueden
1

siempre reiterado; por ejemplo, para la procesión


o para la danza litúrgica, que por la repetición de
los mismos pasos quieren ser un típico camino
t vivir contentos. Jesús compara nuestra vida a
partir de la fe con una mujer que mezcla una
artesa de harina con levadura hasta que toda la
de transformación. masa ha fermentado. Así, el Espíritu de Dios

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Creer en la transformación Lugares de transformación

quiere impregnar cada vez más la harina de miento saludable de la verdad sobre sí mismo,
nuestra vida hasta que sea totalmente fermen- destruirle las ilusiones que se había hecho sobre
tada, transformada. él y despertarle un hambre auténtica del verda-
La expresión bíblica de la transformación del dero bien que había abandonado" (Breucha 73 ).
hombre es la metánoia, la conversión. La palabra Si quiero convertirme, tengo que mirar y acep-
griega metánoia designa un cambio de mentali- tar primeramente el camino erróneo por el que
dad. Al pensar de otra manera, al orientar mi he andado. Tengo que reconciliarme con mi
pensamiento en otra dirección, toda mi exis- pecado. Entonces, ese pecado puede transfor-
tencia cambia. A través de un pensar nuevo el marse en una felix culpa, como la que canta el
hombre se renueva. La conversión tiene que Exsultet en Pascua.
ver también con un camino en el que cambio El camino de transformación de la vida
\!.
de dirección, en el que hago un giro, me doy espiritual pasa sobre todo por la oración y la
la vuelta. Darse la vuelta, cambiar la dirección meditación. En la meditación tal como la en-
de la propia vida, cambia al ser humano. La tienden los monjes del monacato primitivo no
conversión presupone que iba por un camino se trata de reflexionar sobre una palabra de la
erróneo. A menudo, el camino erróneo o el Escritura, sino de dejarse transformar cada
rodeo es la condición para una verdadera trans- vez más por la palabra. Al decirme una y otra vez
formación. Así, pues, el camino de transforma- una palabra de la Escritura y relacionarla con la
ción del cristiano no es lineal y recto, siempre respiración, Dios mismo me transforma a través
hacia arriba, sino que, por el c'ontrario, tiene de su palabra, en la que él está presente y actúa.
muchas vueltas, ascensos y caídas, avances y La palabra no era para los antiguos una mera
retrocesos. portadora de informaciones, sino también
portadora de fuerza. Es siempre una palabra de
Quien lo observe más de cerca encontrará
eficacia poderosa la que Dios nos dirige. Al
que en ese proceso de transformación también meditar la palabra dejamos que Dios mismo
el pecado adquiere una función determinada. obre en nosotros. La palabra produce lo que
El pecado puede convertirse en un impulso dice. Es como una espada de doble filo que cor-
para que el hombre se ponga en camino hacia ta por el medio el nudo interior en nosotros. En
Dios. El pecado puede arrojar al hombre fuera ella, Dios transforma nuestro pensamiento.
de una falsa seguridad y llevarle a un reconoci- Hace posible un nuevo pensamiento, un cam-

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bio de mentalidad, una metánoia. La palabra no espiritual: ser transformados en la imagen de


que meditamos es como el agua con la que el Cristo.
león rocía los ojos del príncipe ciego. El agua El camino concreto de la transformación en
regala al príncipe una nueva forma de ver y, la imagen de Cristo fue para los monjes, desde
entonces, experimenta todo de una manera tiempos inmemoriales, la oración de Jesús: "Se-
diferente, reconoce en todo la sabia conduc- ñor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí".
ción de Dios. Las palabras que medito quieren Si rezo esta palabra una y otra vez al ritmo de la
transformarme cada vez más para que el Espí-
respiración, la imagen de Cristo irá cobrando
ritu de Dios determine mi pensamiento.
cada vez más forma en mí. Los monjes veían en
Pero las palabras que medito no quieren la oración de Jesús el resumen del Evangelio. Si
transformar sólo mi pensamiento, sino a tod la la medito durante un tiempo suficientemente
persona, en cuerpo y alma. La transformación prolongado, seré penetrado y transformado
quiere alcanzar también el inconsciente. El cada vez más profundamente por el espíritu
camino a esa transformación en la profundidad del Evangelio. En la meditación de la oración
del alma pasa por la constante repetición de la de Jesús experimento la salvación. En ella se
palabra hecha al ritmo de la respiración, y ha de me concede percibir el Espíritu de Cristo que
vincular más y más mi espíritu a la palabra. Al me transforma en su imagen. Entonces ya no
vincular mi espíritu a la palabra, ésta me con- tengo que seguir a Jesús exteriormente, obli-
duce a estratos más profundos de la conciencia, gándome con la voluntad a cumplir sus man-
más profundos que el pensar discursivo y tam- damientos, sino que su Espíritu habitará en mr
bién más profundos que el sentir y el mirar. La
y transformará cada vez más mi pensamiento y
palabra me lleva hasta el fondo de mi alma,
mi acción.
hasta el ápice más interior del alma. Como dice
Isaac de N ínive, la palabra me abre la puerta Naturalmente, este camino de transforma-
al misterio de Dios, en el que no hay palabras; al ción de la oración no sucede por sí solo. Es
espacio de silencio en el que Dios mora y en decisivo que yo ilumine con la palabra mi rea-
el que se me concede llegar a ser uno con el lidad, que una los dos polos, la Palabra de Dios
Padre. Ésta es la meta de toda transformación: y mis sentimientos y necesidades, mis pasiones
llegar a ser uno con Dios, ser transformado en y emociones. Sólo entonces puede transformar-
él. Ésta es para Pablo la meta de nuestro cami- se algo. También aquí es la oposición la que

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transforma, la oposición entre la Palabra de transformación que él ha pensado para noso-
Dios y mis palabras interiores, que normalmen- tros. Si Dios nace en nosotros, todo es reno-
te me determinan. vado: las espinas comienzan a tener rosas, la
roca se convierte en fuente copiosa de agua, el
La transformación del hombre por el ca-
desierto florece y nuestra oscuridad se hace
mino espiritual se realiza a menudo de forma
luminosa.
imperceptible y silenciosa. El curso de la trans-
formación está sometido a procesos de creci- Toda meditación quiere llevamos al silen- 1 'I
miento muy determinados. Es el proceso al que cio en medio del cual Dios quiere nacer en
está sometida toda vida. "La vida no puede nosotros. Si Dios nace en el hombre, el hom-
fabricarse, sino que surge a través de un naci- bre es renovado en lo más hondo de su esen-
miento; la vida no puede forzarse, sino que se cia. Ahí Dios produce la transformación que
puede y se debe servirle y ayudarle en su desa- los hombres anhelan desde siempre, la trans-
rrollo con un ánimo servicial" (Breucha 68). formación a la vida divina.
La transformación necesita el ámbito del Los padres de la Iglesia alaban siempre en
silencio: "Lo que crece no hace mucho ruido". sus sermones esta acción transformadora de
El silencio es el ámbito materno en el que el Dios. Dice Agustín: "Dios se hizo hombre para
hombre puede nacer siempre de nuevo. que el hombre se hiciera Dios" (sermón 13 del
El misterio de este nuevo nacimiento lo tiempo ordinario para el oficio de lectura del 7
celebramos en Navidad. El introito de la misa de enero, año impar). Y Atanasio afirma: "Al
del día VI de la infraoctava de Navidad, 30 de cuerpo humano, por la unión y comunión con
diciembre, habla del profundo silencio que lo la Palabra, se le ha concedido un inmenso bene-
envuelve todo. En medio de ese silencio, la ficio: de mortal se ha hecho inmortal, de ani-
Palabra todopoderosa de Dios vino a nuestro mal se ha hecho espiritual, y de terreno ha pene-
mundo. Sólo podemos recibirla si afrontamos trado las puertas del cielo" (Carta a Epicteto,
ese silencio. Dios sólo puede nacer en noso- para el oficio de lectura del 1 de enero, solem-
nidad de Santa María, Madre de Dios, año
tros si en nosotros se hace el silencio. El ámbi-
impar).
to del silencio en nosotros es para los místicos
el lugar del nacimiento de Dios. El nacimien- La encamación y la resurrección son las dos
to de Dios es el símbolo más profundo de la imágenes prototípicas de la transformación

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Creer en la transformación Lugares de transformación · 1
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por las cuales se guía nuestra aspiración, pero, al 11 El sufrimiento


mismo tiempo, son obra de Dios en nosotros. En como lugar de transformación
la encamación y en la resurrección de su Hijo, No sólo me transforma lo que yo mismo
Dios ha transformado desde el fondo al ser '¡
practico en la vida espiritual, sino sobre todo
humano, ha unido lo terreno y lo celestial, la 1 lo que padezco. Una transformación profunda
muerte y la vida, el cielo y la tierra. se produce cada vez que yo mismo me veo
El camino espiritual que recorremos en la impotente, cuando no puedo hacer nada más,
oración y la meditación, en la ascesis y la sino simplemente aguantar lo que me sucede.
liturgia, apunta a la transformación de nuestro Qué es la gracia y cómo la gracia puede trans,
cuerpo y de nuestra alma, de nuestros pensa, formarme lo reconozco sólo cuando ya no puedo
mientos y sentimientos, de nuestras pasiones y seguir adelante, cuando estoy desvalido por los
necesidades, de lo consciente y de lo incons, suelos y tengo que admitir que nunca cambiaré
ciente en nosotros. Como en la encarnación, ni mejoraré, que a partir de mí mismo nunca
la transformación se produce en cuanto Dios orientaré mi vida hacia Dios.
suscita en nosotros vida divina. Y como en la La experiencia de la impotencia es el re,
resurrección, la transformación se da en cuan, quisito de mi más profunda transformación. Si
to Dios nos libera del poder de la muerte y del muestro a Dios mis manos vacías, él puede lle,
pecado y nos introduce en la amplitud y liber, nadas. Y entonces ya no entenderé la vida espi,
tad de su vida divina. ritual como un logro propio, sino como la
Pablo describe esa transformación en la acción de Dios en mí. No es mi acción la que
primera Carta a los Corintios: "Es necesario me transforma, sino Dios, cuando en mi acción
que este ser corruptible se revista de incorrup, choco con un límite. Por ejemplo, podré inten,
tibilidad y que este ser mortal se revista de tar practicar en mi vida espiritual la misericor,
inmortalidad. Y cuando este ser corruptible se dia todo cuanto quiera, pero sólo me volveré
vista de incorruptibilidad y este ser mortal se verdaderamente misericordioso cuando me
vista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo motive el dolor de mi propia culpa, cuando me
que dice la Escritura: La muerte ha sido vencida. vea confrontado dolorosamente con mi propio
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, fallo. La experiencia de mi culpa y de mi
muerte, tu aguijón?" (1 Cor 15,53,55). dependencia de la misericordia de Dios trans,

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forma mi corazón de modo que, por un impulso sufrimiento... nuestra condición humana se
propio, se vuelve misericordioso. La vivencia y transforma; en cierto sentido, nos volvemos
el padecimiento tienen más efectos que el acto más sensibles, adquirimos una mayor capacidad
de la voluntad. de empatía, ciertos parámetros mezquinos se
El dolor por la pérdida de un ser querido pone desprenden de nosotros por sí solos ... El sufri,
algo en movimiento en mí. Sacude mi supuesta miento ha roto más de una cadena: nos senti,
seguridad y me obliga a penetrar en dimensio, mos más libres y con más coraje" (Emi 1.560).
nes más profundas de la vida. En el proceso de Un ámbito especialmente valioso para la
duelo me veré confrontado con mi soledad y transformación puede ser también la enferme,
con mi propia e ineluctable muerte. No sólo dad. En la enfermedad, mi cuerpo reacciona a
pienso teóricamente sobre ello, sino que ·soy las experiencias de mi vida, a mis decepciones,
golpeado contra ello con mi corazón. Y en lo a mi disgusto, a mi sobreexigencia. La enferme,
profundo de mi corazón tiene lugar una trans, dad me obliga a revisar mi proyecto de vida, a
formación que no podría producirse sólo con preguntarme en qué punto vivo pasando por
palabras. Me transforma la experiencia. alto la verdad. La enfermedad puede conducir,
En todo sufrimiento que nos llega se es, me a la verdad. Pero la enfermedad no tiene
conde siempre también la oportunidad de la que ver solamente con mi psique, no sólo pone
transformación. Naturalmente, el sufrimiento al descubierto lo que en mí está reprimido y
no transforma de manera automática. También relegado a las sombras; la enfermedad puede ser
puede amargarme y encerrarme en mí mismo. también un proceso de transformación en sí
Pero si hago frente al sufrimiento que Dios per, misma, independientemente de que exprese mi
mite para mí y lo aguanto en la presencia de alma o que me haya llegado de fuera como un
Dios, entonces ese dolor puede transformarme golpe del destino. La enfermedad puede ser el
en lo más hondo, puede ponerme en contacto perro que ladra con el que tengo que entrar en
con nuevas cualidades de mi alma, cualidades diálogo para que me guíe al tesoro que se halla
que, de otro modo, están sepultadas. escondido en mi interior. Puede ponerme en
contacto con mi verdad más profunda, con
Margit Emi, que escribió un libro sobre el aquello que constituye en última instancia el
sufrimiento como oportunidad, resume su ex, valor de mi vida. La enfermedad no debe ser en
periencia de sufrimiento de esta manera: "En el primer término combatida, sino que hay que

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preguntarle qué quiere decirme y hacia dónde comprens1on del sufrimiento, el sufrimiento
quiere llevarme. Si me reconcilio con mi enfer- como expresión de amor y como principio de
medad, ella puede suscitar en mí un proceso de unificación: "En un primer momento, se trata
transformación a cuyo término me sentiré acri- al sufrimiento como a un adversario del que hay
solado y liberado, redimido e íntegramente sano, que librarse; sufrimiento vigorosamente com-
misericordioso y lleno de amor. batido hasta el final, y, sin embargo, al mismo
tiempo, sufrimiento racional y cordialmente
Teilhard de Chardin escribió en reiteradas
recibido en la medida en que, arrancándonos
ocasiones sobre la fuerza transformadora de la
de nuestro egoísmo y compensando nuestras
enfermedad. En el prólogo a la biografía de su faltas, es capaz de supercentrarnos sobre Dios,
hermana, que estuvo durante toda su vida atada Sí, el oscuro y repugnante sufrimiento, erigido
a su lecho de enferma, Teilhard escribe: "Marga- para el más humilde de los pacientes en princi-
rita, hermana mía: mientras que yo, entregádo a pio supremamente activo de humanización y
las fuerzas positivas del universo, recorría los de divinización universales: así se manifiesta en
continentes y los mares, apasionadamente ocu- su cúspide la prodigiosa energética universal,
pado en ver cómo ascienden todos los matices nacida de la cruz" (ibíd., 7, 127).
de la tierra, tú, inmóvil, yaciente, en lo más pro-
Según Teilhard, el sufrimiento transforma
fundo de ti misma, transformabas en luz las peo-
la materia en espíritu, la sombra en luz, lo
res sombras del mundo. A los ojos del Creador,
duro en vida maleable para recibir forma. El
dime: ¿quién de los dos ha obtenido la mejor
sufrimiento es tan importante para el proceso
parte?" (Teilhard 7, 125).
de transformación del mundo como nuestra
Teilhard considera el sufrimiento como la actividad, como nuestro amor al cosmos, como
gran porción de fracaso con la que se paga todo nuestro empeño por la evolución y la conver-
progreso. "No hay progreso en el ser sin un mis- gencia del mundo. Pero para que el sufrimiento
terioso tributo de lágrimas, de sangre y de de un ser humano posea fuerza transformadora
pecado. Por tanto, no es de admirar que ciertas es necesaria la comunidad en el sufrimiento,
sombras se hagan más oscuras a nuestro alre- la comunión. Otros tienen que experimentar
dedor mientras, al mismo tiempo, crece la luz" también cómo el sufrimiento ha transformado
(ibíd., 7, 124). Teilhard piensa asimismo que a a un hombre, cómo transfigura su rostro, cómo
través del cristianismo apareció una nueva suscita en él una profunda serenidad, una fuerte

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·I
Creer en la transformación Lug;m:s de transformación

confianza en el Dios que está junto a él también No sólo la enfermedad y el sufrimiento, no


en la enfermedad y en la muerte. Para hacer que sólo las crisis transform,m al ser humano, sino
la fuerza transformadora del dolor tenga efectos que toda la vida es un único proceso de cambio.
también en una comunidad parroquial, el sufri- Toda vivencia nos transforma. Todo lo que nos
miento tiene que ser liberado del aislamiento y sucede, todo lo que nos roca y lo que cocamos
de la represión. Hace falta la opinión pública, la suscita algo en nosotros. La alegría que sentimos ,1
11

nos transforma. La ebriedad de entusiasmo, el


1

solidaridad, el acompañamiento, la contempla-


ción, la verbalización. éxtasis, el placer, el traspaso de los límites, todo
ello tiene una fuerza transformadora. El princi-
También son experiencias de transforma-
1 pio dionisíaco que se expresa en esas vivencias
ción todas las crisis que tenemos que atravesar ha sido entendido desde siempre como un prin-
y que desorganizan nuestro proyecto de vida. cipio de transformación. Dionisio es para los
Están las crisis en los puntos de inflexión de griegos el dios de la transformación.
la vida, la crisis de la pubertad, la crisis de la
La vida produce muy a menudo transforma-
mitad de la vida, la crisis de la edad de la jubi-
ciones sin que se vea qué es lo que la persona ha
lación, la crisis de la última enfermedad. En
hecho para que así sea. Por ejemplo, puede ocu-
cada una de esas crisis, Dios quiere producir
rrir que después de que un docente haya vivido
una transformación interior. Sin embargo,
durante mucho tiempo su faceta de "profe" exi-
muchas personas se resisten al cambio. Siguen
gente y duro, lo duro y agresivo en él se agote
en lo viejo. Pero, según C. G·. J ung, su vida y, de pronto, salga a relucir el polo opuesto de
se hace desleída, insípida, aburrida, infecunda. lo blando y amable. Todo fuego se apaga en
Para permanecer vivos tenemos que transfor- algún momento. Si se vive con rabia durante
marnos una y otra vez. Y cada transformación 11 mucho tiempo, la rabia se transforma por sí
tiene que ver con la muerte y con el desasimien- sola en sentimientos de compasión y bondad.
to. En cada transformación se produce al mismo En algunas personas no tiene objeto alguno
tiempo el nacimiento y la muerte. Lo nuevo sólo intervenir corrigiendo y reglamentando. Tie-
puede nacer si lo viejo muere y es dejado de nen que vivir durante un tiempo a fondo uno de

1
lado. Soñar que morimos es siempre una imagen los polos hasta que emerja el polo opuesto. En
de que hay algo en nosotros que tiene que morir esos casos tenemos que confiar simplemente
para que podamos nacer de nuevo. en que la vida transformará por sí sola a la per-

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Creer en la transformación l.ug;11es de Ir:insformación

sona. La transformación no se deja producir do a los que le aman" (RB 4,77). Es una forma
artificialmente. de ver que, aun con todo nuestro actuar espiri-
La vida sigue a menudo caminos muy dife- tual, regala serenidad y manscdumhre, nos Iihe-
rentes. Uno vive durante mucho tiempo com- ra de todo celo exagerado y nos hace depositar
pletamente alejado de las normas de la Iglesia nuestra confianza en Dios, que, con nuestra
aportación o sin ella, transforma nuestra vida
y, de pronto, cambia y adquiere el gusto por la
en su profundidad a través de experiencias de
vida espiritual. Se trata siempre de un misterio
amor y alegría, de sufrimiento y dolor, de logro
de transformación que se nos concede admirar
y fracaso, de fortaleza y debilidad, de naci-
con gratitud. Muy a menudo, quisiéramos pro-
miento y muerte.
ducir la transformación con nuestros propios
medios, pero no siempre se logra, ni en nosotros La transformación más profunda que nos
ni en los demás. Por más que nos disciplinemos, espera será la muerte. En ella, nuestra vida
no podemos producir la transformación de nues- terrena será transformada en vida divina y sere-
tra rabia o de nuestra sexualidad. Esto no signi- mos transformados en la imagen de Jesucristo,
fica que debamos dejar por principio de lado la como Pablo nos promete. Y en la muerte se
disciplina. Pero la transformación o no de nues- condensa la experiencia que tenemos en nues-
tras pasiones no depende solamente de nuestro tra vida en el sentido de que nosotros mismos
esfuerzo. En última instancia, la transformación no podemos producir esta transformación y
tenemos que abandonamos totalmente al Dios
es siempre también obra de Dios, sin que noso-
que transforma. Si dejamos de retener todo en
tros podamos entender su modo de actuar.
nuestra propia mano y lo soltamos, su mano
Esta visión de la vida relativiza nuestro nos formará de nuevo. Si nos entregamos a él,
actuar y nuestros esfuerzos. Lo que podemos él nos devolverá un hombre nuevo, el hombre
hacer es siempre bastante poco. No obstante, que su mano amorosa ha creado y formado de
según san Benito, debemos poner en acción nuevo. Y ya hayamos experimentado en nues-
fielmente los instrumentos del arte espiritual tra vida mucha o poca transformación, en la
para que Dios transforme cada vez más nuestra muerte todo será asumido en la fuerza transfor-
vida, hasta que se hagan verdad en nosotros sus madora de Dios. Los padres de la Iglesia com-
palabras: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni llegó pararon esa transformación con la imagen del
al corazón del hombre lo que Dios ha prepara- fuego. Todo lo que en nosotros está aún contra

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Creer en la transformación

Dios será transformado en el fuego del amor Conclusión


divino, de modo que podremos llegar a ser
totalmente uno con el Dios trino.
También en la muerte se produce nuestra

H
transformación por medio del encuentro. En la emo · scguiJo el misterio J e la transforma,
muerte nos encontraremos con Dios tal como ción en nuestra vida. Tal vez haya apare,
es verdaderamente, sin el velo que aquí nos ciclo con claridad que la transformación es un
separa de él. Y en la medida en que nos encon, acontecimiento numinoso, un milagro que Dios
traremos con Dios en su verdad, nos encontra, realiza en nosotros una y otra vez. El cambio y la
1 remos también a nosotros mismos tal como transformación nos salen al encuentro en todas
somos realmente. El encuentro con el Dios de partes. Los poetas nos hablan de la transforma,
amor nos transformará: a través de la mirada ción del hombre, los cuentos narran historias
amorosa de Dios seremos transformados en su sobre ella y la Biblia ve en ella un concepto
propia imagen. Lo que aquí pudimos experi, fundamental para referirse al obrar de Dios.
mentar inicialmente en la contemplación del Este libro sólo pretendía insinuar qué fecundo
icono de Cristo sucede en la muerte ab erta, sería para la pastoral prestar más atención al
mente. En ella, el rostro amoroso de Jesucristo misterio de la transformación.
se nos aparecerá con tanta claridad que nos
incorporará en la forma de u imagen. Enton, Los agentes de pastoral tienen la maravi,
ces, todas las transformaciones ·de nuestra vida llosa tarea de acompañar a las personas en su
llegarán a su meta: se realizará la gran transfor, camino de transformación, observar la trans,
mación en Dios que hemos anhelado durante formación e interpretarla, ponerla en movi,
toda la vida. Entonces podremos decir, con miento cuando se detiene y actuar siempre de
Pablo: "Nosotros, en cambio, tenemos nuestra nuevo sobre las personas para que sean sensi,
ciudadanía en los cielos, de donde esperamos bles al misterio de la transformación que Dios
i
1 obra en ellas, en sus pensamientos y sentimien,
como salvador a Jesucristo, el Señor. El trans,
formará nuestro mísero cuerpo en un cuerpo tos, en sus sueños y en su cuerpo, en sus rela,
glorioso como el suyo, en virtud del poder que ciones y en su trabajo, en la liturgia, en la vida
tiene para someter todas las cosas" (Flp 3,20s). espiritual, en el sufrimiento y en todo lo que
1,1,
sucede a la persona.

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