Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿De dónde le vienen al hombre estas nociones de Bien o Mal que impregnan
sus acciones? A nosotros, personas del siglo XXI, nos remece y violenta esta
decisión tomada por Agamenón. Parece que éste tenía otros códigos que
guiaban sus acciones y que el Bien era realmente sacrificar a su hija para que
los vientos pudieran hacer zarpar a la escuadra aquea. El sacrificio de su hija y
el suyo eran un acto de generosidad en función del bien común, del bien de todos
los aqueos. Es claro que todos los seres humanos nos movemos en un mundo
moral, pero las nociones que guían este mundo son diferentes. En toda cultura
existe un sistema de normas morales que guían u orientan la conducta de los
hombres hacia el Bien, considerado por esa cultura. Aquí encontramos muchas
diferencias entre las distintas culturas y aun en una misma cultura las normas
van cambiando, según los tiempos.
Llamamos Moral al sistema de normas, propias de cada cultura, que pretende
orientar a las personas hacia el Bien.
Pero en Filosofía no nos basta con que exista un sistema de normas, sino que
es necesario hacer una reflexión sobre estas normas y los principios de los
cuales se derivan, y esto constituye la Ética, que busca ir más allá de una cultura
determinada y encontrar principios que sirvan para la vida de todos los hombres,
de todos los tiempos.
El término “moral”, etimológicamente proviene del latín mores que significa
“costumbres”. La moral es un conjunto de principios, valores y normas de
conducta que son adquiridos o asimilados dentro del medio en que se interactúa
(desde la comunidad hasta la escuela misma) y cuya práctica depende más de
un sentimiento de respeto hacia la autoridad que los impone, que puede ser el
padre de familia o un profesor.
¿Es lo mismo ética que moral…?
La moral da pautas para la vida cotidiana, mientras que la ética es una reflexión
sobre qué origina y justifica dichas pautas, pero ambas son complementarias.
Los principios éticos regulan el comportamiento moral y, por lo general, los
conflictos morales aparecen cuando se requiere tomar una decisión, lo cual nos
lleva a realizar una reflexión de nivel ético.
En un concepto más estricto, la moral ha sido definida como: “un conjunto de normas, aceptadas
libre y conscientemente, que regulan la conducta individual y social de los hombres”. En esta
definición propuesta por el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez se distinguen rasgos muy
importantes y esenciales de la moral, por ejemplo: la existencia de normas (aspecto o plano
normativo), el requerimiento o exigencia de que estas normas o reglas de conducta sean
aceptadas y realizadas por los seres humanos en una forma libre y consciente, lo cual le da a la
moral su dimensión plenamente humana, así como el hecho de que la moral se da tanto en el
ámbito individual (precisamente la libertad y conciencia moral de cada individuo o sujeto moral)
como en el ámbito social, que indica la repercusión de nuestros actos, libres y responsables, en
el resto de la sociedad. Además, en la misma definición apuntada, se advierten los dos planos
que conforman la moral: el plano normativo, integrado por normas, imperativos y deberes sin
los cuales no existiría la moral, imperativos y mandatos como: “debes ser justo”, “no debes
mentir”, “debes respetar a tus padres”, “debes ser honesto y evitar la corrupción”, y además; y
por otro lado el plano fáctico, que se refiere a la conducta real y efectiva que se sigue en
concordancia con esos imperativos o normas, que puede desembocar en un comportamiento
moralmente bueno o moralmente malo o negativo. Estos dos aspectos o planos de la moral
están estrechamente interrelacionados dado que “lo normativo no se da al margen de lo fáctico
(los hechos morales), sino que apunta a un comportamiento efectivo”, que, repetimos, puede
ser tanto bueno como malo.
Clases de moral
LA HETERONOMIA
en el libro Nieve, de Orhan Pamuk, se cuenta la historia de unas jóvenes turcas, en cuyo país
existe un Estado laico que prohíbe los signos religiosos en las Universidades, por lo cual las
mujeres no pueden utilizar el velo en su cabeza como lo ordena la ley religiosa musulmana.
Algunas muchachas que desean vivamente estudiar en la Universidad, pero que no pueden
transgredir su mandato religioso, optan por el suicidio.
En este ejemplo podemos ver la fuerza del mandato y el sentido de obediencia de las jóvenes.
Ellas no se plantean, en forma personal, la validez, la moralidad o la inmoralidad de quitarse el
pañuelo. Está prescrito y ésa es la fuente de su decisión.
Cuando la decisión moral está fundada en el juicio de otro y no en el propio, hablamos de una
moral heterónoma {heteras - el otro; nomos = norma, ley).
En este caso vemos lo difícil y conflictiva que puede ser la obediencia, pero, aunque es verdad
que muchas veces ella puede presentar graves dificultades, también puede dar lugar a una cierta
comodidad, permitiendo que la persona evada la responsabilidad en su actuar, pues ella recae
no sobre el que ejecuta la acción, sino sobre el que manda. De ahí que en instituciones
jerárquicas se exige la responsabilidad del superior. Por ejemplo, en los militares, existe la
llamada responsabilidad del mando.
LA AUTONOMÍA
La palabra “autonomía” viene de las palabras griegas autos: sí mismo; y nomos'. ley. La ley, el
mandato moral viene desde el interior de sí mismo, por lo cual la persona que ejecuta una acción
se siente plenamente responsable de ella. Se trata de un mandato interior maduro, informado.
Esta autonomía, no siempre lograda por todos los seres humanos, se adquiere a través de un
proceso de maduración y de irse haciendo cargo de sus propios actos. El niño pequeño pide
autorización a sus padres para actuar y la gran cualidad que estos últimos exigen de él es que
sea obediente. Pero, a medida que va creciendo, que sus facultades intelectuales van
madurando, que su formación respecto al bien y al mal se va acrecentando, debe también ir
progresando en el proceso de su autonomía moral y haciéndose cada vez más responsable de
sus actos.
La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca,
gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la
naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes); y poroso es tan fácil para otros
el erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por
mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la
dieta, etc., entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar;
otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han
tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso hacía la mayoría de edad,
además de ser difícil, sea considerado peligroso por la gran mayoría de los hombres (y entre
ellos, todo el bello sexo).
Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas
pacíficas criaturas no puedan atreverse a dar un paso sin las andaderas en que han sido
encerrados, les muestran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que
este peligro no es tan grande, pues ellos aprenderían a caminar solos después de tinas cuantas
caídas; sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace desistir
de todo posterior intento.
Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en
naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su
propio entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y fórmulas,
instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes 'naturales, son los
gálleles de una permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daña un
salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos
libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa
minoría de edad, y proseguir, sin embargo, con paso seguro.
Cuestionario
1. ¿Qué entiende Kant por minoría de edad culpable?
2. ¿Piensa usted, como él, que es más cómodo permanecer en esta minoría de edad? ¿Por
qué?
3. ¿Es verdad que las mujeres toman menos las decisiones respecto a su propia vida que
los hombres?
4. Comente la siguiente frase de Kant: “¡Ten el valor de servirte de tu propio
entendimiento!”.
5. ¿Considera que la afirmación de Kant respecto a la cobardía y pereza para salir de la
minoría de edad son aplicables a nuestra época?
LOS VALORES
Para el autor Max Scheler, los valores son cualidades que no dependen de las
cosas ni varían con ellas: la traición de un amigo, por ejemplo, no altera el valor,
en sí, de la amistad. Los valores no cambian, son absolutos. Es nuestro
conocimiento de los valores el que es relativo, no los valores mismos.
Como vemos, las posiciones acerca de la naturaleza de los valores pueden ser
diferentes: un autor sostiene que sólo existen en las cosas y con las cosas
(Frondizi), y otros mantienen que su realidad no depende de las cosas en que
se manifiestan (Platón, Scheler).
Hay que distinguir entre juicios de existencia y juicios de valor: Los juicios de
existencia señalan que la cosa es, los atributos de la osa que pertenece a su ser.
A esos juicios de existencia, la filosofía contemporánea opone los juicios de
valor, que no quitan ni agregan nada a la existencia misma de la cosa: el cuadro
puede parecernos bello o no, pero esa diferencia no altera el ser mismo del
cuadro. La persona puede ser justa o injusta, pero su existencia como individuo
no se altera por ello. Podemos decir, siempre, que el juicio de valor corresponde
a una apreciación.
Si los valores no son cosas ni elementos de las cosas, podríamos pensar que
corresponden a experiencias subjetivas de agrado o desagrado, de interés o de
desprecio, de admiración o de rechazo. En efecto, el que una persona tenga
muchos deseos de comer una manzana, le confiere un valor a esa manzana. El
que alguien disfrute escuchando determinada música, le otorga valor a esa obra
musical. ¿son los valores, entonces, manifestaciones de una inclinación
personal? Si algo me gusta, ¿ese algo tiene valor? Si algo me desagrada, ¿ese
algo tiene valor negativo?
Sin embargo, frente a esta posición, podemos advertir que hay ciertas cosas que
nos desagradan, pero que consideramos buenas: tomar un remedio, ir al
dentista, estudiar una prueba cuando uno está muy cansado… Y así también,
hay cosas que nos agradan y a las cuales no asignamos un valor: comer
demasiado en una fiesta, mentir para eludir una responsabilidad, dormir un poco
más y llegar tarde a clases…
Edwars, L., & Figueroa, A. (2009). Manual de filosofía. Santiago de Chile: Andres Bello.
Erhard , J., & Otros. (1988). Immanuel Kant, “¿Qué es Ilustración?". Madrid: A. Maestre Tecnos.