Está en la página 1de 3

La Biblia nos compara a los cristianos con árboles, y es interesante todo lo que habla de los árboles y, por supuesto,

hay de
distinto tamaño y con distinta función, pero todos tienen que dar fruto y eso es importante entenderlo en la vida, por ejemplo,
existen árboles enormes, gigantescos como los Secuoyas. Está, por ejemplo, la secuoya gigante que le pusieron como nombre
General Sherman, se encuentra en el Giant Forest, dentro del Sequoia National Park(Parque Nacional de las Secuoyas). Hay
otros ejemplares de similar porte, la secuoya gigante distinta a la roja de California que es el árbol más alto del mundo con
115.5 metros de altura. Sin embargo, la secuoya gigante llamada General Sherman es la más alta de su especie con 83.8
metros de alto, en su base tiene un diámetro de 11 metros, y pesa más de 2,000 toneladas. En el año 2006 se cayó su rama
más grande, cuyo diámetro era de unos dos metros y su longitud de 30 metros. Se cayó por inclemencias meteorológicas,
descartando posibles problemas de salud. Cada año el diámetro del tronco crece cerca de 1,5 cm.

Bonsái, es un arbolito completo, tiene su copa, tiene su tronco, sus raíces, aunque son muy cortas, porque están dentro de
un recipiente donde ha crecido. Lo que quiero decir es que hay cristianos secuoyas y cristianos bonsái. Hay cristianos que
tienen raíces y cristianos que no tienen raíces, ¿cuál es la diferencia entre cristianos bonsái y el cristiano secuoya? Un bonsái
usted lo toma en la mano y lo puede llevar a donde quiera. Si decide regalárselo a un amigo, lo toma, va a su casa y le dice
aquí te traje este bonsái. A ese bonsái le han ido cortando las raíces, le han ido cortando las ramas para hacerlo chiquito,
enano. Pero si usted le quiere regalar a su amigo una secuoya ¿cómo le hace? ¿Puede ir a arrancar una a ese parque de
secuoyas y llevársela a su amigo que tiene un terreno grande? ¡Es imposible arrancar ese árbol, porque tiene raíces profundas!
¿Será usted un cristiano bonsái o un cristiano secuoya? Así hay cristianos que tienen raíces y cristianos que no tienen raíces.
O sea que hay cristianos que son como árboles plantados junto a corrientes de aguas que da fruto a su tiempo y su hoja no
cae y todo lo que hace prospera.

La diferencia entre un bebé, un niño y un adulto es que el niño llora para pedir, el niño pide atención. Un adulto se queja que
nadie lo visita, por eso ya no va a la iglesia, bebé chillón. Nadie ora por mí cuando estoy enfermo. Bebé Chillón. Es que nadie
se acuerda de mí cuando no llego a la célula, bebé chillón. ¿Es usted un bebé chillón o es un adulto que está cuidando a otro
bebé? esa es la diferencia entre un cristiano bonsái y un cristiano maduro, crecido. El cristiano crecido, maduro, adulto vive
para dar. Ahora que ya somos adultos vivimos para trabajar, para ganar, para pagar todo lo que se comen nuestros hijos.
Para pagar hasta las salidas con la novia, de nuestro hijo. Si usted todavía no tiene hijos en la edad del noviazgo, prepárese.
Cree que va a ahorrar, no, va añadir otra silla a la mesa, no solo de la novia, de los papás de la novia, de los hermanos, y hay
que llevarlos porque es la única manera de conocerla. ¿De dónde sale toda la carne que se come esa familia? De su bolsa.
El adulto vive para dar, da atención, da cuidados, da dinero, da consejo, da.

El cristiano bonsái solamente está pidiendo que lo atiendan, que le corten una hojita por aquí, que la raíz allá. Usted no puede
estar toda la vida demandando atención de todos los hermanos, hay un momento en la vida en el que usted tiene que empezar
a dar atención. Un cristiano sin raíces, sin crecimiento es un cristiano inútil. Ese solo extrae, pero no da. Es como la higuera,
a la cual Jesús vio y se le antojó comer higos y se le acercó, buscó fruto y como no encontró nada sino hojas, el Señor le dijo
nunca más vas a dar fruto y al otro día estaba seca. Así que si usted está dando fruto, si usted es una persona que llega a su
casa y dice que para la renta, para la electricidad, para el pan, para el colegio, para el seguro, para el carro, para tu mamá,
para tu liposucción, etcétera. Si usted es una persona que está dando, siéntase útil. El otro día leía entre los muchachos que
ponen sus cositas en el twitter, puso uno un mensajito: Las mujeres no son juguete y los hombres tampoco son cajeros
automáticos. Usted tiene que seguir dando cada vez que le tocan el botón, tiene quedar. No le queda más remedio.
El crecimiento es clave, no podemos quedarnos en bebés, tenemos que llegar a jóvenes, tenemos que llegar a adultos. Lo
mismo es en la vida cristiana, tenemos que crecer. Una de las preguntas que me hacen con frecuencia la gente cuando tengo
oportunidad de platicar con pastores en otros países, aún aquí mismo, ¿cuál es la clave para el crecimiento de la iglesia?
Entonces les cito 1 Corintios 3:6, dice Pablo: Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Usted quiere crecer,
tiene que estar tomado del Señor. La savia que circula en nuestro espíritu y nos hace crecer y hacernos árboles frondosos,
generosos, dadivosos es la misma presencia de nuestro Señor Jesucristo. Cuando Jesucristo está con nosotros crecemos.
Como aquellos niños que vemos que nacen a veces prematuros de siete meses y los vemos con cinco libritas nada más, pero
al rato ya están de 180 libras, crecieron.
Eso ocurre con el cristiano sano, el cristiano que está conectado a Cristo, plantado junto a corrientes de agua viva. Salmo 1:1
dice “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados”. Aquí empezamos con lo que podríamos llamar “en busca
de la felicidad”. El ser humano vive en busca de la felicidad, The Pursuit of Happyness, dice el título de aquella película famosa
en la que Will Smith y su hijito representan a aquel personaje que anda en la calle sin trabajo, buscando como salir adelante
en busca de la felicidad. Todo ser humano anda en busca de la felicidad. Lo malo que muchos piensan que la felicidad se
encuentra, cuando se encuentra dinero. ¿Cuántos saben que el dinero no da la felicidad? No la da. Otros piensan que la
felicidad la van a encontrar cuando compren su primer carro último modelo. No es cierto, compra su primer carro último
modelo, sale de la agencia y empieza a sufrir, porque un motorista se le pone al lado, otro carro se le pone enfrente, piensa
que ya se lo van a quitar. En eso se para al lado un carro de otro modelo más bonito que el suyo y en ese momento pierde la
felicidad. No le duró ni cinco minutos. No digamos si de repente pasa alguien por ahí y le raya el carro, no digamos tres meses
después cuando no ha podido pagar la cuota, la letra, la hipoteca, empieza ayunar para juntar y pagar.
Olvídese, si usted anda en busca de la felicidad, porque no está en carros, no está en casas, no está en dinero. La cita bíblica
dice “Dichoso el hombre”. Esta palabra es la misma que usó Jesús en su primera prédica en público, el Sermón del Monte, en
donde dijo en diez ocasiones dichoso el hombre. La versión del 60 dice: Bienaventurados, en griego viene de la
palabra makarios, que significa dichoso. Yo soy feliz y dichoso, qué más quiero. Usted quiere ser feliz y dichoso, dichoso dice
aquí el Salmo, el hombre que no sigue el consejo de los malvados, porque el malvado piensa constantemente en el mal y
aconseja actuar mal. No siga el consejo de los malvados, escúchelos si le hablan, pero honre a Dios.
Qué importante es no seguir el consejo de los malvados, sigue diciendo en la segunda parte del Salmo 1:1 “Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores”. Usted pasa con sus amigos por las
casas de citas, de prostitución y ellos se detienen ahí y le dicen: venite mano, la primera es gratis, te invitamos. Pero usted no
se detiene y les dice no. Si usted no se detiene en la senda de los malvados va a ser un hombre feliz, va a llegar a su casa
con su cheque completo, no va a tener que dejar pedazos en el camino, porque cuando ya están entre copa y copa usted es
los que dicen “yo pago la siguiente ronda. Y traigan, por favor, del fino, nada de guaro corriente”. Porque a lo bueno le dicen
malo y a lo malo le dicen bueno.
Todo el que no hace lo que Dios demanda quebranta la ley, todos somos pecadores, pero no todos somos pecadores
arrepentidos que recibimos el perdón de Dios. No se detenga con aquellos que abiertamente quebrantan Su ley, sigue
diciendo: ni cultiva la amistad de los blasfemos”. Usted tiene personas con las que se relaciona que son blasfemos, que viven
ofendiendo a Dios, que viven maldiciendo a Dios, que viven hablando mal de Dios y mal de todo lo que es de Dios y Jesucristo,
no cultive amistad con ellos. Tiene que soportarlos porque trabajan con usted o estudian con usted, pero no tiene por qué
cultivar la amistad con ellos, porque el que con sabios anda, sabio será. El que con blasfemos anda, blasfemo será. El que
con rateros anda, ratero será. Dime con quién andas y te diré quién eres, coyote de la misma loma, pluma del mismo pájaro,
porque el que anda entre la miel… así que no cultive la amistad con los blasfemos.
El blasfemo es el que maldice o habla mal de las personas o lo sagrado. No sea amigo de aquellos que maldicen a otros y a
Dios nuestro Creador. Sea luz, que se conviertan ellos a usted, y no usted a ellos. Versículo 2 dice: Dichoso el hombre que
no sigue el consejo de los malvados, sino que en la ley del Señor se deleita. ¿En qué debemos deleitarnos? En la ley del
Señor. Lo que dice la Biblia, eso hay que hacerlo, y hay que hacerlo con gusto. La Biblia dice: honra a tu padre y a tu madre
para que te vaya bien en la tierra y seas de larga vida. Hay que honrarlos, pero dirá: si mi papá ha sido un grosero conmigo,
ha sido un malcriado, tacaño conmigo, la verdad es que yo pido que Dios lo recoja, ya vivió bastante. La Biblia dice, el que
honra a su padre y a su madre tendrá larga vida y le irá bien. Así que hay que honrar a nuestros padres.
¿Recuerda a Pedro? Pedro caminó sobre el agua en dirección a Jesús, pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó
a hundirse. ¡Quitó su mirada de Jesús! y se hundió. No quite su mirada de Jesús, téngalo presente en cada decisión y hónrelo.
A veces cometemos el error de quitar la mirada de Jesús y poner la mirada en el pastor. Y de repente el pastor, Dios nos
guarde, mete la pata y entonces ¿qué hacemos? se nos viene todo abajo. Por eso yo no creo en nada, usted quita la mirada
del Señor y la pone en el anciano, de repente lo encuentra con una gran botella echándole como que es borracho, hasta
cantando rancheras. Yo por eso ya no creo en nada. Usted quita la mirada de Jesús y la pone en el líder de la célula, y usted
llega un día a la célula y encuentra a la esposa con los dos ojos morados y no es maquillaje. ¿Qué le pasó? Mi marido me
pegó. Entonces usted se siente desanimado. ¿En quién hay que poner la mirada siempre? En Jesús.

*** w04 1/3 pág. 28 ¿Por qué son como árboles los siervos de Dios? ***
¿Por qué son como árboles los siervos de Dios?

CON respecto a quien se deleita en los principios bíblicos y los aplica en su vida, el salmista dice:
“Ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su
estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que haga tendrá éxito” (Salmo 1:1-3). ¿Por qué es apropiada
esta comparación?
Los árboles pueden vivir mucho tiempo. Se dice que algunos olivos del Mediterráneo tienen de uno a dos
milenios de antigüedad. De igual modo, el baobab de África central puede durar muchísimos años y se cree que
la edad de un pino de piñas erizadas de California es de unos cuatro mil seiscientos años. Los árboles adultos
de un bosque suelen beneficiar a su entorno. Por ejemplo, con su sombra protegen a los que van creciendo, y
las hojas que caen enriquecen el suelo.
Los árboles más altos del mundo por lo general crecen juntos en el bosque y se apoyan unos a otros. Como
sus raíces se entrelazan, varios árboles juntos son capaces de resistir una tormenta mucho mejor que un árbol
solitario en una pradera. Su enorme sistema de raíces también les permite obtener suficiente agua y nutrientes
del suelo. En algunos casos, las raíces penetran hasta una profundidad mayor que la altura del árbol, o se
extienden horizontalmente hasta mucho más allá de donde alcanza el follaje.
Puede que el apóstol Pablo aludiera a un árbol cuando explicó que los cristianos deben “[seguir] andando en
unión con [Cristo], arraigados y siendo edificados en él y siendo estabilizados en la fe” (Colosenses 2:6, 7).
En realidad, los cristianos solo pueden mantenerse sólidos en la fe si están firmemente arraigados en Cristo
(1 Pedro 2:21).
¿En qué otros sentidos pueden asemejarse los siervos de Dios a árboles? Pues bien, tal como unos árboles
reciben el apoyo de otros cercanos, quienes permanecen en la congregación cristiana reciben el apoyo de sus
hermanos (Gálatas 6:2). Los cristianos fieles y maduros, por tener profundas raíces espirituales, ayudan a los
más nuevos a permanecer firmes en la fe incluso frente a las tormentas de la oposición (Romanos 1:11, 12).
Los cristianos que llevan menos tiempo sirviendo a Dios pueden crecer a la “sombra” protectora de los más
experimentados (Romanos 15:1). Y todos los miembros de la congregación cristiana mundial se benefician del
fortalecedor alimento espiritual suministrado por los “árboles grandes de justicia” que componen el resto ungido
(Isaías 61:3).
Es muy emocionante saber que todos los siervos de Dios tienen la perspectiva de ver cumplirse la promesa
de Isaías 65:22: “Como los días de un árbol serán los días de mi pueblo”.

También podría gustarte