Está en la página 1de 24

1 5 B*rso.

P L A T Ó N

l e d r o y algunos otros ge h a b í a n re- sus interlocutores a reconocer que


huido a sus casas; él mismo se que- el mismo hombre debe ser poeta
do dormido, porque las noches eran trágico y poeta c ó m i c o , y que cuan-
muy largas, y no d e s p e r t ó hasta la do se sabe tratar la tragedia según
lUrori. al canto del gallo, d e s p u é s las reglas del arte, se debe saber
de un largo s u e ñ o . Cuando a b r i ó los igualmente tratar la comedia. O b l i - FF.DÓN O D F L A L M A
OJOS vio que unos convidados dor- gados a convenir en ello, y estando
Klfan y otros se h a b í a n marchado. como a media discusión comenza-
Sólo A g a t ó n , Sócrates y Aristófanes ron a adormecerse. Aristófanes se
estaban despiertos y apuraban a l a d u r m i ó el primero, y d e s p u é s A g a - E Q U E C R A T E S © Y FF.DÓN. los atenienses ofrecieron a A p o l o
vez una gran copa, que pasaba de t ó n , cuando era ya muy entrado el SOCRATES. APOLODORO, que si Tcseo y sus c o m p a ñ e r o s es-
mano en mano, de derecha a iz- d í a . S ó c r a t e s , viendo a ambos dor- CEBES, SIMMIAS, C R I T O N , capaban de la muerte, e n v i a r í a n lev
quierda. A l mismo tiempo S ó c r a t e s midos, se l e v a n t ó y salió acompa- FEDÓN, I A N T I P A . E L S E R V I D O R dos los a ñ o s a Délos una expedí
discutía con ellos. Aristodemo no ñ a d o , como de costumbre, por Aris- DE LOS ONCE ción, y desde entonces nunca han
podía recordar esta c o n v e r s a c i ó n , todemo; de allí se fue al L i c e o , se dejado de cumplir este voto. Cuan-
porque como h a b í a estado durmien- b a ñ ó , y p a s ó el resto del d í a en sus EOUECRATES. — F e d ó n , ¿ e s t u v i s t e do llega la é p o c a de verificarlo, la
do, no h a b í a o í d o el principio de ocupaciones habituales, no entrando tú mismo cerca de S ó c r a t e s el día ley ordena que la ciudad esté pura,
ella. Pero compendiosamente me d i - en su casa hasta la tarde para des- que b e b i ó la cicuta en la prisión, o y prohibe ejecutar sentencia alguna
jo, que S ó c r a t e s h a b í a precisado a cansar." sólo sabes de o í d a s lo que p a s ó ? de muerte antes que el buque haya
F F . D Ó N . — Y o mismo estaba allí, llegado a Délos y vuelto a Atenas;
Equécrates. y nlgunas veces el viaje dura mu-
E Q U É C R A T E S . — ¿ Q u é dijo en sus cho, como cuando los vientos son
ú l t i m o s momentos y de q u é manera contrarios. L a e x p e d i c i ó n empieza
m u r i ó ? T e o i r é con gusto, porque desde el momento en que el sacer
no tenemos a nadie que de Flionte dote de A p o l o ha coronado la p o p »
vaya a Atenas, ni tampoco ha veni- del buque, lo que tuvo lugar, como
do de Atenas ninguno que nos die- ya te «lije, la víspera del juicio de
ra otras noticias acerca de este su- S ó c r a t e s . He a q u í por q u é ha pa-
ceso, que la de que Sócrates h a b í a sado tan largo intervalo entre su
muerto d e s p u é s de haber bebido la condena y su muerte.
cicuta. N a d a m á s sabemos.
F E D Ó N . — ¿ N o h a b é i s sabido nada E Q U É C R A T E S . — ¿ Y q u é p a s ó en
de su proceso ni de las cosas que tonces? ¿ Q u é dijo, q u é h i z o ? ¿ Q u i é -
ocurrieron? nes fueron los amigos que perma-
E Q U É C R A T E S . — S í , lo supimos, por- necieron cerca de é l ? ¿ Q u i z á los ma-
efue no ha faltado quien nos lo
refiriera, y sólo hemos e x t r a ñ a d o el f;istrados no les permitieron asistir-
e en sus últimos momentos, y Só-
crates m u r i ó privado de la c o m p a ñ í a
que la sentencia no hubiera sido
ejecutada tan luego como r e c a y ó . de sus amigos?
¿ C u á l ha sido la causa de esto, Fe- F E D Ó N — N o , muchos de sus ami-
dón? gos estaban presentes en gran nú-
FEDÓN.—Una circunstancia par- mero.
ticular. S u c e d i ó que la víspera del E O U E C R A T E S . — T ó m a t e el trabajo
juicio se h a b í a coronado la popa del de referírmelo todo, hasta los m á s
buque que los atenienses e n v í a n minuciosos pormenores, a no ser
cada a ñ o a D é l o s . que algún negocio urgente te lo im-
EQUÉCRATES. — ¿ Q u é buque es pida.
ése? F E D Ó N . — N a d a de eso, estoy des-
F E D Ó N . — A l decir de los atenien- ocupado y voy a darte gusto, por-
ses, es el mismo buque en que Te- que para m í no hay placer m á s gran-
seo condujo a Creta en otro tiempo de que recordar a S ó c r a t e s , ya ha-
a los siete jóvenes de cada sexo, blando yo mismo de él, ya escuchan-
que salvó, s a l v á n d o s e a sí mismo. do a otros que de él h a b l e r t ©
Dícese que cuando p a r t i ó el buque,
* Fedón debió • Sócrates el que A l
1 Era de Flionte en Siclón, que es clbfsdrs (i Crilón Ir rescataran de la
el lugar de la conversación. esclavitud.
388 P L A T Ó N
FF.DÓN O D F L A L M A >89

E Q U É C R A T E S . — D e ese mismo mo- bien estaban Ctesipo, del pueblo de ban de quitar los grillos, y a Janti- cho en tu vida. Si tienes algún inte-
do e n c o n t r a r á s dispuestos a tus Peanea, Menexenes y algunos otros pa, ya la conoces, que tenía uno de
del país. P l a t ó n creo que estaba en- rés en que pueda responder a Eveno.
oyentes; y así, comienza, y procura sus hijos en los brazos. Apenas nos
fermo. cuando vuelva a hacerme la misma
en cuanto te sea posible no omitir vio, c o m e n z ó a deshacerse en lamen-
E Q U É C R A T E S . — ¿ Y h a b í a extranje- pregunta, y estoy seguro de que la
nada. taciones y a decir todo lo que las
ros? n a r á , dime lo que he de contestarle.
FEDÓN.—Verdaderamente este es- mujeres acostumbran en semejantes
p e c t á c u l o hizo sobre m í una impre- F E D Ó N . — S í ; Simmias, de Tebas, circunstancias. ¡Sócrates, gritó ella,
—Pues bien, mi querido Cebes
sión extraordinaria. Y o no experi- Cebes y Fedondes; y de Megara, E u - hoy es el ú l t i m o día en que le ha- — r e p l i c ó S ó c r a t e s — , dile la ver-
mentaba la c o m p a s i ó n que era na- clidesOy Terpsión. b l a r á n tus amigos y en que tú les dad; que no lo he hecho seguramen-
tural que experimentase asistiendo a E Q U É C R A T E S . — A r f s t i p o © y Cleom- h a b l a r á s ! Pero S ó c r a t e s , dirigiendo te por hacerme su rival en poesía,
la muerte de u n amigo. P o r el con- broto, ¿ n o estaban allí? una mirada a C r i t ó n , le dijo: que porque ya sabía que esto no me era
trario, E q u é c r a t e s , al verle y escu- F E D Ó N . — N o , se decía que esta- la lleven a su casa. E n el momento, fácil, sino que lo hice por depurar
charle, me parecía un hombre dicho- ban en Egina. algunos esclavos de C r i t ó n conduje- el sentido de cierto» s u e ñ o sLjT y agí
aquie-
so; tanta fue la firmeza y dignidad E Q U É C R A T E S . — ¿ N o h a b í a otros? ron a Jantipa, que iba dando gritos tar mi conciencia respecto de e los.
con que m u r i ó . Creía y o que no F E D Ó N . — C r e o que, poco m á s o y g o l p e á n d o s e el rostro. Entonces para ver si por casualidad era la
dejaba este mundo, sino bajo la pro- menos, estaban los que te he dicho. S ó c r a t e s , tomando asiento, d o b l ó la poesía aquella de la» bella» artes a
tección de los dioses, que le t e n í a n E Q U É C R A T E S . — A h o r a bien, ¿ s o b r e
Í
iierna, libre ya de los hierros, la que me ordenaban que me dedica-
reservada en el otro una felicidad q u é decías que h a b í a versado la rotó con la mano, y nos dijo: es
conversación? ra;; porque
por muchas veces, en el cur-
tan grande, que n i n g ú n otro mortal cosa singular, amigos m í o s , lo que so de m i vida, un mismo s u e ñ o me
ha gozado j a m á s otra igual; y así, F E D Ó N . — T o d o te l o puedo con- los hombres llaman placer, y ( q u é ha aparecido tan pronto con tina
no me v i sobrecogido de esa peno- tar punto por punto, porque desde relaciones maravillosas mantiene con
sa c o m p a s i ó n que parece d e b í a ins- la c o n d e n a c i ó n de Sócrates no de- el dolor, que se considera como su rfléndomc siempre la misma coaaT
pirarme esta escena de duelo. T a m - jamos n i un solo d í a de verle. C o - contrariol Porque el placer y el do- S ó c r a t e s , me decía, cultiva las bellas"
poco sentía m i alma el placer que mo la plaza p ú b l i c a donde h a b í a te- lor no se encuentran nunca a un , artes. Hasta ahora h a b í a tomado
se mezclaba ordinariamente en nues- nido lugar el juicio, estaba cerca de mismo tiempo, y sin embargo, c u a n - ¡
tras pláticas sobre la filosofía, por- la prisión, nos r e u n í a m o s allí de ma- está orden por una simple indica-
do se experimenta el uno, es nre^ ción, y me imaginaba que, a la ma-
• que en aquellos momentos t a m b i é n drugada, y conversando a g u a r d á b a - ciso aceptar el otro, como si un lazo
fue éste el objeto de nuestra conver- mos a que se abriera la c á r c e l , que nera de las excitaciones con que
natural los hiciese inseparables!",
sación, sino que en lugar de esto, nunca era temprano. Luego que se alentamos a los que corren en la
Siento que a Esopo no haya ocu-
yo no sé q u é de extraordinario pa- a b r í a , e n t r á b a m o s , y p a s á b a m o s or- l i d , estos s u e ñ o s que me p r e s c r i b í a n
rrido esta idea, porque hubiera in-
saba en m í ; sentía como una mez- dinariamente todo el d í a con é l . Pe- el estudio de las bellas artes me
ventado una f á b u l a , y nos hubiese
cla, hasta entonces desconocida, de ro el día de la muerte nos reunimos dicho que Dios quiso un día recon- exhortaban sólo a continuar en mis
placer y dolor, cuando me p o n í a a m á s temprano que de costumbre. ciliar estos dos enemigos, y que no ocupaciones a c o s t u m b r a d » » , puesto
considerar que dentro de un mo- H a b í a m o s sabido la v í s p e r a , al sa- habiendo podido conseguirlo, los a t ó que la filosofía es la primera de la»
mento este hombre admirable iba a lir p o r la tarde de la p r i s i ó n , que a una misma cadena, y por esta ra- artes, y yo vivía entregado por en-
abandonarnos para siempre, y cuan- el buque h a b í a vuelto de D é l o s . z ó n , en el momento que uno llega, tero a la filosofía. Pero d e s p u é s de
tos estaban presentes, se hallaban, C o n v i n i m o s todos en ir al día si- se ve bien pronto llegar a su com- mi sentencia y durante el Intervalo
poco m á s o menos, en l a misma dis- guiente al sitio acostumbrado lo p a ñ e r o . Y o acabo de hacer la ex- que me dejaba la fiesta del dio»,
posición. Se nos veía tan pronto m á s temprano que se pudiera, y nin- periencia por m í mismo, puesto que pensé que si eran las bella» artes,
sonreír como derramar l á g r i m a s , so- guno faltó a la cita. E l alcaide, que veo que al dolor que los nlerros me en el sentido estricto, a las que que-
bre todo a A p o l o d o r o ; tú conoces c o m ú n m e n t e era nuestro introduc- h a c í a n sufrir en esta pierna, sucede rían los s u e ñ o s que me dedicara, era

F
a este hombre y su c a r á c t e r . tor, se a d e l a n t ó , y v i n o donde es- ahora el placer. ireciso obedecerles, y para tranqui-
EQUÉCRATES.—¿Cómo no he de t á b a m o s para decirnos que esperá- izar mi conciencia no abandonar
ramos hasta auc nos avisara, por- —Verdaderamente, Sócrates — d i -
conocer a A p o l o d o r o ? la vida hasta haber satisfecho a los
que los O n c e © n o s a ñ a d i ó , están en jo Cebes—, haces bien en traerme
F E D Ó N . — S e abandonaba por en- dioses, componiendo al efecto ver-
este momento mandando quitar los este recuerdo, porque a p r o p ó s i t o
tero a esta diversidad de emociones, de las poesías que has compuesto, sos según lo ordenaba el sueno. C o -
grillos a S ó c r a t e s , y dando orden m e n c é , pues, por cantar en honor
y yo mismo no estaba menos tur- para que muera hoy. Pasados algu- de las fábulas de Esopo que has
bado que todos los d e m á s . puesto en verso y de tu himno a del dios cuya fiesta se celebraba;
nos momentos, vino el alcaide y nos
E Q U É C R A T E S . — ¿ Q u i é n e s eran los A p o l o , algunos, principalmente Eve- en seguid», reflexionando que un
a b r i ó la p r i s i ó n . A l entrar, encon-
que se encontraban allí, F e d ó n . nojw me han preguntado reciente- poeta, para ser verdadero poeta, no
tramos a S ó c r a t e s , a quien acaba-
F E D Ó N . — D e nuestros compatrio- mente p o r q u é motivo te h a b í a s de- debe- componer discurso» en verao,
tas, estaban A p o l o d o r o , Critórjulo y dicado a componer versos desde que sino inventar ficciones, y no reco-
4Jefe de la escuela megárica.
su padre, C r i t ó n , H e r m ó g e n e s , E p i - » jefe de ta escuela cirenaica. estabas preso, cuando no lo has he- nociendo en m í e»te talento, me de-
genes. Esquines y A n t í s t e n e s . ® T a m - • Magistrados encarnados de la po- cidí • trabajar «obre la» f á b u l a s de
licía de la» prisiones y <l« hacer ejecu- ' Poeta elegiaco, natural de la Isla Esopo; puse en verso l»a que sa-
• |rfe de la escuela cínica. tar Ins «rnlenclaa de los jueces. de Paros. b í a , y que fueron las primeras que
390 P L A T Ó N FF.DÓN O D F L A L M A 391

vinieron a m i memoria. H e a q u í , m i nosotros, y a otros muchos, que esto ue los hombres pertenecen a los do dioses lan buenos y tan sabios
querido Cebes, lo que h a b r á s de de- era malo; pero nada he o í d o que ioses, porque ¿ c ó m o pueden los fi- y hombres mejores que los que dejo
cir a Eveno. S a l ú d a l e t a m b i é n en me satisfaga sobre este punto. lósofos desear no existir, p o n i é n d o s e en éste, sería un necio si no me ma-
mi nombre, y dile, que si es sabio, — C o b r a á n i m o —dijo S ó c r a t e s — , fuera de la tutela de los dioses, y nifestara pesaroso de morir. Pero
que me siga, porque al parecer hoy porque hoy vas a ser m á s afortu- abandonar una vida sometida al cui- sabed que espero reunirme allí con
es mi ú l t i m o d í a , puesto que los nado; pero te s o r p r e n d e r á s al ver dado de los mejores gobernadores hombres justos. Puedo q u i z á hacer
atenienses lo tienen ordenado. que e l v i v i r es para todos los hom-; del mundo? Esto no me parece en me ilusiones respecto de esto; pero
—Entonces Simmias dijo: — i A h l bres una necesidad absoluta e inva- manera alguna racional. ¿ C r e e n que en cuanto a encontrar allí dioses
Sócrates, q u é consejo das a Eveno, riable, hasta para aquellos mismos serán m á s capaces de gobernarse que son muy buenos d u e ñ o s , yo lo
verdaderamente he hablado c o n él a quienes v e n d r í a mejor la muerte cuando se vean libres del cuidado de aseguro en cuanto pueden asegurar-
muchas veces; pero, a m i juicio, no que la vida": y t e n d r á s t a m b i é n por los dioses? Comprendo que un men- se cosas de esta naturaleza. He aquí
se prestará muy voluntariamente a . cosa e x t r a ñ a que no sea permitido tecato pueda pensar que es preciso por q u é no estoy tan afligido en
aceptar tu invitación. a aquellos para quienes" la muerte" huir de su amo a cualquier precio, estos momentos, esperando que hay
—iQué! —repuso Sócrates—; es preferible a~Ta v i d a , procurarse porque no comprende que siempre algo reservado para los hombres
¿ E v e n o no es filósofo? a si mismos este bien, y que estén conviene estar al lado de lo q u é eT d e s p u é s de esta vida, y que, según
— P o r tal le tengo — r e s p o n d i ó obligados a esperar otro lioertadorT bueno y no perderlo de vista; y por la antigua m á x i m a , los buenos se-
Simmias. Entonces Cebes, s o n r i é n d o s e , dijo Ttarito, si huye, lo h a r á sin r a z ó n . rán mejor tratados que los malos
—Pues bien —dijo S ó c r a t e s — , a la manera de su p a í s : Zeus lo Pero un hombre sabio debe desear
sabe. permanecer siempre bajo la depen- — ¿ í ' e r o q u é , SócrBtes — r e p l i c ó
Eveno me seguiré como todo hom-
—Esta o p i n i ó n puede parecer dencia de quien es mejor que él. D e Simmias—-, será posible que nos
bre que se ocupa dignamente en fi-
Irracional —repuso S ó c r a t e s — , pero donde infiero, S ó c r a t e s , todo lo con- abandones sin hacernos partícipe
losofía. Sé bien que no se s u i c i d a r á ,
no es porque carezca de fundamen- trario de lo que tú decías, y pienso de esas convicciones de tu alma?
porque esto no es lícito.
Diciendo estas palabras se sentó to. N o quiero alegar a q u í la máxi- que a los sabios aflige la muerte y M e parece que este bien nos es a
ma, e n s e ñ a d a en los misterios, de que a los mentecatos les regocija. todos c o m ú n ; y si nos convences de
al borde de su cama, puso los pies
en tierra, y h a b l ó en esta postura que nosotros estamos en este mun- tu verdad, tu apología está hecha.
do cada uno como en su puesto, y Sócrates manifestó cierta compla- —F.so es lo que pienso hacer
todo el resto del d í a .
que nos está prohibido abandonar- cencia al notar la sutileza de Cebes, —respondió-—; pero antes veamos
—Cebes le p r e g u n t ó : ¿ c ó m o es, y dirigiéndose a nosotros, nos dijo:
le sin permiso. Esta m á x i m a es de- lo que Critón quiere decirnos. M e
Sócrates, que no es permitido aten- —Cebes siempre encuentra obje-
masiado elevada y no es fácil pe- parece que ha ralo intenta hablar-
tar a la propia v i d a , y sin embargo, ciones, y no se fija mucho en lo que
netrar todo lo que ella encierra. Pe- nos.
el filósofo debe querer seguir a cual- se le dice:
ro he a q u í otra m á s accesible y que — N o es m á s —dijo C r i t ó n — .
quiera que muere?
me parece incontestable, y es que —Pero —dijo entonces Simmias— sino que el hombre que debe darte
— | Y q u é . Cebes! — r e p l i c ó Só- yo encuentro alguna razón en lo
los dioses tienen cuidado de nos- el veneno no ha cesado de decirme
crates—. ¿ N i tú ni Simmias h a b é i s que dice Cebes. E n efecto, ¿ q u é pre-
otros, y que los hombres pertene- largo rato ha. que se le advierta
oído hablar nunca de esta cuestión tenden los sabios al huir de d u e ñ o s
cen a los dioses. ¿ N o es esto una que hables poco, porque dice que
a vuestro amigo FIlolaoT© mucho mejores que ellos y al pri-
verdad? el hablar mucho acalora, y que no
—lamas — r e s p o n d i ó Cebes— se varse voluntariamente de su auxi-
explicó claramente sobre este punto. — M u y cierto — d i j o Cebes. hay cosa m á s opuesta para que pro-
— T ú mismo —repuso S ó c r a t e s — , lio? A ti es a quien dirige este ra- duzca efecto el veneno; por lo que
— Y o — r e p l i c ó S ó c r a t e s — no sé zonamiento Cebes, y te echa en cara
más que l o que he o í d o decir, y no si uno de tus esclavos se suicidase es preciso dar dos y tres tomas
sin tu orden, ¿ n o m o n t a r í a s en có- que te separas de nosotros volunta- cuando se está de esta suerte aca-
os o c u l t a r é lo que he sabido. Así riamente, y que abandonas a los
como así no puede darse una ocu- lera contra éi y no le castigarías lorado.
dioses que, según tu mismo parecer,
pación m á s conveniente para ujT rigurosamente, si pudieras?
son tan buenos amos.
— D é j a m e que hable — r e s p o n d i ó
nombre que ya a partir bien pronto" — S í , sin duda. S ó c r a t e s — . y que prepare la cicuta
— P o r la misma r a z ó n —dijo Só- — T e n é i s r a z ó n —dijo S ó c r a t e s — , como si hubiera necesidad de dos
ile este mundo, que la de examinar
crates— es justo sostener que no y veo que ya queréis obligarme a que tomas y de tres, si fuese necesario.
y tratar de conocer a fondo ese mis-
hay razón para suicidarse, y que es me defienda a q u í como me he de- — Y a sabía yo que d a r í a s esta res-
mo viaje, y descubrir la o p i n i ó n que
preciso que dios nos envíe una or- fendido en el tribunal. puesta — dijo C r i t ó n — ; pero él no
sobre él tengamos formada. ¿ E n —

den formal para morir, como la que — A s í es —dijo Simmias. desiste de sus advertencias.
qu£ mejor cosa podemos emplearnos
me envía a m í en este d í a . — E s preciso, pues, satisfaceros —Dejadme que diga —repuso
hasta la puesta del Sol?
— L o que dices me parece proba- — r e p l i c ó S ó c r a t e s — y procurar que S ó c r a t e s — ; ya es tiempo de que ex-
— ¿ E n q u é se fundan, Sócrates
ble —dijo Cebes—; pero decías al esta apología tenga mejor resultado
-dijo Cebes—, los que afirman que plique delante de vosotros, que sois
mismo tiempo que el filósofo se respecto de vosotros que el que tuvo
no es permitido suicidarse? H e o í d o mis jueces, las razones que tengo
presta gustoso a la muerte, y esto la primera respecto de los jueces.

decir a Filolao, cuando estaba con ara probar que un hombre que se
me parece e x t r a ñ o , si es cierto que En verdad, Simmias y Cebes, si no
a consagrado toda su vida a la fi-
" filósofo pitagórico de Crotona. los dioses cuidan de los hombres y creyese encontrar en el otro mun-
losofía, debe morir con mucho va-
392 P L A T Ó N PEPÓN O D E L AI M A 393

lor, y con l a firme esperanza de placeres que afectan al cuerpo, — E s cierto. más. intente descubrir la esencia
que g o z a r é después de la muerte ¿crees tú que deba buscarlos y ape- — ¿ N o es por medio del razona- pura y verdadera de las cosas sin el
bienes infinitos V o y a daros las tccerlos, por ejemplo, trajes hermo- miento como el .ilrna" descubre lá"~ intermedio de los ojos ni de los oí-
pruebas, Simmias y Cebes. sos, calzado elegante, y todos los verdad? dos; desprendido, por decirlo así,
" L o s hombres ignoran que los d e m á s adornos del cuerpo? ¿ C r e e s —Sí. del cuerpo por entero, que no hace
verdaderos filósofos no trabajan du- tú que debe estimarlos o despre- — ¿ Y no razona mejor que nun- más que turbar el alma e impedir
rante su vida sino para prepararse ciarlos, siempre que la necesidad no ca cuando no se ve turbada por l a _que encuentre la verdad siempre
a la muerte; y siendo esto a s í , sería lo fuerce a servirse de ellos? vista, ni por eT o í d o , ni por el do-"^ que con él tiene la menor r e l a c i ó n 7

ridículo que d e s p u é s de haber pro- — M e parece —dijo Simmias— lor, ni por el placer, y cuando, eñh" Si alguien puede llegar a conocer
seguido sin tregua este ú n i c o f l n , _ que un verdadero filósofo no puede cerrada en sí misma abandona e| la esencia de las cosas, ¿ n o será,
recelasen y temiesen cuando se le» menos de despreciarlos. cuerpo, sin mantener con él rela- Simmias, el que te acabo de des-
presenta l a muerte? 1 — T e parece entonces —repuso ción alguna, en cuanto esto es po- cribir?
E n este momento Simmias, e c h á n - S ó c r a t e s — , que todos J o s cuidados.. sible, fijándose en el objeto de sus — Tienes r e z ó n , S ó c r a t e s , y ha-
dose a refr, dijo a S ó c r a t e s : — | P o r de un filósofo no tienen por obieto indagaciones para conocerlo? * blas admirablemente.
Zeusl, tú me ñ a s hecho reír, a pe- el cuerpo, y que, por el contrario. —-Perfectamente dicho. — D e este principio — c o n t i n u ó
sar de la poca gana que tengo de procura separarse de él cuanto le es — ¿ Y no es entonces cuando e l , S ó c r a t e s — , ¿ n o se sigue necesaria^.
hacerlo en estos momentos, porque posible, para ocuparse sólo en su ; a l m a d e l filósofo desprecia el cuer- mente que los verdaderos filósofos
estoy seguro de que si hubiera a q u í alma. po, huye de él y hace esfuerzos para. deban pensar y discurrir para sí de
un público que te escuchara, los —Seguramente. encerrarse en sí misma? esta manera 7.^8 r a z ó n no tiene m á s .
§
más no dejarían de decir que hablas — A s í pues, entre todas estas co- — A s í me parece. ue un camino que seguir en sus in-
muy bien de los filósofos. Nuestros sas de que acabo de hablar —repli- — ¿ Q u é diremos ahora de ciertas agacioncs; mientras tengamos nues-
tebanos, sobre todo, c o n s e n t i r í a n có S ó c r a t e s — , es evidente que lo cosas, Simmias, como la justicia. tro cuerpo, y nuestra alma esté su-
gustosos en que todos los filósofos
aprendieran tan bien a m o r i r , que C ropio y peculiar del filósofo es tra-
ajar m á s particularmente que los
d e m á s hombres en desprender su
por ejemplo? ¿ D i r e m o s que es algo, "míela en esta c o r r u p c i ó n , ¡«más po-
o que no es nada?
—Diremos que es alguna cosa, se-
seeremos el objeto de nuwitro» líe-
positivamente se murieran, y d i r í a n seos: es decir, la verdad,' E n efecto,
que saben bien que esto es precisa- alma del comercio del cuerpo. guramente; el cuerpo nos opone m i l o b s t á c u l o s
mente l o que se merecen. —Evidentemente — d i i o Sim- — ¿ Y no podremos decir otro tan- por la necesidad en que estamos de
mias—, y sin embargo, l a mayor to del bien y de lo bello? alimentarle, y con esto y las enfer-
— D i r í a n verdad, Simmias —repu- parte de los hombres se figuran que — S i n duda.
so SócrBtes—; salvo un punto que medades que sobrevienen, ae turban
el que no tiene placer en esta clase — ¿ P e r o has visto tú estos obje- nuestras indagaciones. Por otra par-
ignoran, y es por q u é r a z ó n los f i - de cosas y no las aprovecha, no sabe tos con tus ojos?
lósofos desean morir, y por q u é son te, nos llena de amores, de de»eos.
verdaderamente v i v i r , y creen que —Nunca. de temores, de mil quimeras y de
dignos de la muerte. Pero dejemos el que no disfruta de los placeres — ¿ E x i s t e algún otro sentido cor-
a los tebanos y hablemos nosotros. toda clase de necesidades; de manera
del cuerpo esté bien cercano a la poral, por el que hayas percibido que nada hay m á s cierto que lo que
L a muerte, ¿ e s alguna cosa? muerte. alguna vez estos objetos de que es- se dice ordinariamente: que ej cuer-%
— S í . sin duda — r e s p o n d i ó Sim- — E s verdad, S ó c r a t e s . tamos hablando, como la magnitud, po nunca nos conduce a la sabidu-
mias. — ¿ Y q u é diremos de la adquisi- la salud, la fuerza; en una palabra, ría^, Porque ¿ d e d ó n d e nacen las
—JÍÍSL es —repuso S ó c r a t e s — l a ción d é l a ciencia? Él cuerpo ¿ e s la esencia de todas las cosas, es de- guerras, las sediciones y lo» comba-
separación del alma y ¿1 cuerpo, de "o no un o b s t é c u l o ~ c u a n d o ge le aso- cir, aquello que ellas son en sí mis- tes? Del cuerpo con todas sus pa-
manera que el cuerpo queda solo, c i a " ! esta i n d a g a c i ó n ? _ V o y a éxpIT" mas? ¿ E s por medio del cuerpo siones. E n efecto, todas la» guerras
de un lado y el alma sola de otro? carme por medio de^uñ ejemplo. L a como se conoce la realidad de estas no proceden sino del ansia de amon-
¿ N o es esto lo que se llama l a vista y el o í d o , ¿ l l e v a n consigo al- "cojas?, ¿ ( J es cierto que cualquiera tonar riquezas, y nos vemos obli-
muerte? guna especie de certidumbre, o tie- de nosotros que quiera examinar gados a amontonarlas a causa del
— L o es —dijo Simmias. nen r a z ó n los poetas cuando en sus con el pensamiento lo m á s profun- cuerpo, para servir como esclavos aV
— V a m o s a ver, m i querido ami- cantos nos dicen, sin cesar, que real- damente que sea posible lo que in- sus necesidades. H e a q u í por q u é
go, si piensas como y o , porque de mente ni o í m o s n i vemos? Porque tente saber, sin m e d i a c i ó n del cuer- no tenemos tiempo para pensar en
este principio sacaremos magníficos si estos dos sentidos no son seguros ae aproximara má» al objeto y la filosofía, y el mayor de nuestro»
ni verdaderos, los d e m á s l o s e r á n legará a conocerlo mclor?
datos para resolver el problema que males consiste en que en el acto de
mucho menos, porque son m á s dé- —Seguramente.
nos ocupa. ¿ T e parece digno de u n tener tiempo y ponernos a med 11ar.
biles. ¿ N o lo crees como yo?
fj lósofo buscar l o que ae llama el —iM to h a r á con mayor exacti- de repenle interviene el cuerpo en
pTacer. como, por ejemplo, el de" — S í , sin duda —dijo Simmias. tud el que examine cada cosa con nuestras Indagaciones, nos embara-
comer y beber?^ — ¿ C u á n d o encuentra entonces el sólo el peñsarñTeñto, sin tratar de za, nos~7u"rba y no nos deja discer-
— N o , Sócrates. alma la verdad? Porque mientras la auxiliar su m e d i t a c i ó n con la vista"" nir~Ta~vcrd»d. Está demostrado que
— ¿ Y los placeres del amor? busca con el cuerpo, vemos clara- ~n¡~ sostener su razonamiento con nin- si queremos saber verdaderamente
— D e ninguna manera. mente que este cuerpo la e n g a ñ a y ;
g ú n otrcTscntido corporal, o el que~ alguna cosa, es preciso que abatido
— Y respecto de todos los d e m á s la induce a error. sirviéndose del pensamiento, sin nenio» el cuerpo, y que el alma sola
394 P L A T Ó N
PP.DÓN O D F L A L M A

examine los objetos que quiere co- nunciando al comercio con a q u é l


nocer. S ó l o entonces gozamos de la cuanto sea posible, y viviendo, sea biduría pura que busca. Siendo esto y a los que esláii sometidos. Lia
s a b i d u r í a , de que nos mostramos tan en esta vida sea en la otra, sola y así, ¿ n o sería una extravagancia, man, en verdad, intemperancia al
celosos; es decir, d e s p u é s de la como dije antes, que un hombre de ser dominado por las pasiones; pero
desprendida del cuerpo, como quien
estas condiciones temiera la muerte? al mismo tiempo ellos no vencen
muerte y no durante la vida. L a ra- se desprende de una c a d e n a ? ^
zón misma lo dicta, porque si es — | P o r Zeus!, sí lo sería —res- ciertos placeres sino en interés de
— E s cierto, Sócrates. p o n d i ó Simmias.
imposible conocer nacía en su pu- otras pasiones n que están someti-
-4¡Y a esta libertad, a esta sepa- —Por consiguiente, siempre que
reza mientras que vivimos con el dos y que los subyugan; y esto se
ración del alma y del cuerpo, ¿ n o veas a un hombre estremecerse y
cuerpo, es preciso que suceda una parece a lo que decía antes, que son
es a lo que se llama la m u e r t e ? y retroceder cuando está a punto de
de dos cosas: o que no se conozca templados y moderados por intem-
—Seguramente. morir, es una prueba segura de que perancia.y
nunca la verdad, o que se l a conoz- — Y los verdaderos filósofos, ¿ n o tal hombre ama, no la s a b i d u r í a , —Esto me parece muy cierto.
ca d e s p u é s de la muerte, porque son los únicos que verdaderamente sino su cuerpo, y con el cuerpo los — M i querido Simmias. no hay
entonces el alma, libre de esta car- trabajan para conseguir este fin? honores y riquezas, o ambas cosas
ga, se pertenecerá a sí misma: pero que equivocarse; no se camina ha-
¿ N o constituye esta separación y | a la v e z . j
mientras estemos en esta v i d a , no cia la virtud cambiando placeres por
esta libertad toda su o c u p a c i ó n ? — A s í es, Sócrates.
nos aproximaremos a la verdad sino placeres, tristezas por tristezas, te-
— A s í me lo parece, S ó c r a t e s . — A s í pues, lo que se llama for- mores por temores, y haciendo lo
en razón de nuestro alejamiento del — ¿ N o sería una cosa ridicula, taleza, ¿ n o conviene particularmen- mismo que los que cambian una
cuerpo, renunciando a todo comer- como dije al principio, que d e s p u é s te a los filósofos? Y la templanza,
cio con él y cediendo sólo a la ne- moneda en menudo.YLa sabiduría'
de haber gastado un hombre toda que sólo en el hombre es conocida es la única moneda de buena ley.
cesidad; no permitiendo que nos in- su vida en prepararse para la muer- por los m á s de los hombres; esta y por ella es preciso cambiar todas
ficione con su c o r r u p c i ó n natural y te, se indignase y se aterrase al ver virtud, que consiste en no ser es-
3
las demás cosas Con ella se com-
c o n s e r v á n d o n o s puros de todas es- ue la muerte llega? ¿ N o sería ver- clavo de sus deseos, sino en hacerse pra lodo y se tiene todo: fortaleza,
tas manchas, hasta que dios mismo aderamente r i d í c u l o ? superior a ellos y en vivir con mo- templanza, justicia; en una palabra,
venga a libertarnos. Entonces^libres — ¿ C ó m o no? d e r a c i ó n , ¿ n o conviene particular- la virtud no es verdadera sino con
de la locura del cuerpo conversare- — E s cierto, por consiguiente, mente a los que desprecian el cuer- la sabiduría, inde|iendientcmcnte de
mos, así lo espero, con hombres que Simmias, que los verdaderos filóso- po y viven entregados a la filoso- los placeres, de las tristezas, de los
gozarán la misma libertad, y cono- fos se ejercitan para la muerte, y fía? temores y de todas las demás pa-
ceremos por nosotros mismos l a que ésta no les parece de ninguna —Necesariamente. siones Mientras que, sin la sabi-
esencia pura de las cosas; porque manera terrible. Piénsalo tú mismo. —Porque si quieres examinar la duría, todas las demás virtudes, que
quizá la verdad sólo en esto con- Si desprecian su cuerpo y desean fortaleza y la templanza de los de- resultan de la transacción de unas
siste, y no es permitido alcanzar esta v i v i r con su alma sola, ¿ n o es el ma- m á s , e n c o n t r a r á s que son muy ri- pasiones con otras, no son más que
pureza al que no es asimismo puro.V yor absurdo que cuando llega este diculas. sombras de virtudjYvirtud esclava
Me a q u í , m i querido Simmias, l o momento tengan miedo, se aflijan y — ¿ C ó m o , Sócrates? del vicio, que nada tiene de verda-
que me parece deben pensar los ver- no marchen gustosos allí donde es- —Sabes que todos los d e m á s hom- dero ni de sano. La verdadera vir
daderos filósofos, y el lenguaje que peran obtener los bienes por que bres creen que la muerte es uno de (ud es una purificación de toda sner
deben usar entre sí. ¿ N o l o crees han suspirado durante toda su vida, los mayores males. te de pasiones, l a templanza, la
como yo? y que son la s a b i d u r í a y el verse l i - — E s cierto —dijo Simmias. justicia, la fortaleza y la sabiduría
bres del cuerpo, objeto de su des- — A s í que cuando estos hombres, misma son purificaciones; y hay
—Seguramente, Sócrates. precio? ¡ Q u é ! Muchos hombres, por
— S i esto es así, mi querido Sim- que se llaman fuertes, sufren la muchas señales para creer que les
haber perdido sus amigos, sus espo- muerte con algún valor, no la su- que han establecido las purificacio-
mias. lodo hombre que llegue a ver- sas, sus hijos, han bajado volunta-
se en la situación en que yo me ha- fren sino por temor a un mal ma- nes no eran personajes desprecia-
riamente a l Hades, conducidos por yor. bles, sino grandes genios, que des-
llo, tiene un gran motivo para es- la única esperanza de volver a ver
perar que allá, mejor que en otra — E s preciso convenir en ello. de los primeros tiempos han queri-
a los que h a b í a n perdido y v i v i r - ^ P o r consiguiente, los hombres do hacernos comprender por medie»
parle, poseerá lo que con tanto tra- con ellos, y un hombre que ama
bajo buscamos en este mundo;' de son fuertes a causa del miedo, ex- de estos enigmas, que el que vaya
verdaderamente la s a b i d u r í a , y que cepto los filósofos; ¿ y no es una al Hades sin estar iniciado y pin i
suerte que este viaje, que se me ha tiene la firme esperanza de encon-
impuesto, me llena de una dulce es- cosa ridicula que un hombre sea ficado, será precipitado en el fan
trarla en el Hades, ¿sentirá la muer- valiente por timidez? go,©y que el que llegue allí después
peranza, y hará el mismo efecto so- te, y no irá lleno de placer a aque- —Tienes r a z ó n , Sócrates. de haber cumplido con las expiacio-
lí re todo hombre que se persuada llos lugares donde gozará de lo que
— Y entre esos mismos hombres nes, será retiñido entre los dioses;
que su alma está preparada, es de- tanto ama? i A h ! , m i querido Sim- poique, como dicen los que nresi
cir, purificada para conocer la ver- que se dicen moderados o templa-
mias, hay que creer que irá con el den en los misterios* muchos llevan
dad Y bien, purificar el a l m a & n o dos, lo son por intemperancia, y
mayor placer, si es verdadero filó- el tirso pero son pofos los inspira
aunque parezca esto imposible a
es, como antes d e c í a m o s , separarla sofo, porque estará firmemente per-
primera vista, es el resultado de esa
del cuerpo y acostumbrarla a ence- suadido de que en ninguna parte,
templanza loca y ridicula, porque
llarse y recogerse en sí misma, re- fuera del Hades, e n c o n t r ó l a esta sa- " llnv sobre esto un precioso pasuje
renuncian a un placer que desean, en el libro segundo de la República
596 P L A T Ó N FEDÓN O P F L Al M A 397

dos por fíaco; y éstos, en mi opi- que cualquiera que nos escuche, tes m á s grande, para disminuir des- otra, tú me e x p l i c a r á s la otra com-
nión, no son otros que los que lian aunque sea un autor de comedias, pués. binación P i p o , pues, con motivo
filosofado bien. Nada he perdonado pueda echarme en cara que me es- —Seguramente. del sueño y de la vigilia, que del
por ser de este n ú m e r o , y he traba- toy burlando y que hablo d e x o s a s — A s i m i s m o , lo m á s fuerte viene sueño nace la vigilia y de la vigi
jado toda mi vida para conseguir- que no nos toquen de c e r c a © Y a de lo m á s débil; lo m á s ligero de lia el s u e ñ o ; que el paso de la vi-
lo. S i mis esfuerzos no han sido in- que quieres, examinaremos la cues- lo m á s lento. gilia al s u e ñ o es el adormecimiento,
útiles, y si lo he alcanzado, espero tión. — E s una verdad manifiesta. y el paso del s u e ñ o a la vigilia es el
en la voluntad de dios saberlo en P r e g u n t é m o n o s , por l o pronto, si — Y — c o n t i n u ó S ó c r a t e s — cuan- acto de despertar. ¿ N o es esto muy
este momento. He a q u í , m i querido las almas de los muertos están o no do una cosa se hace m á s mala, ¿ n o claro?
Cebes, m i apología para justificar en el Hades. Según una o p i n i ó n muy es claro que era mejor, y cuando — S í , muy claro.
ante vosotros por q u é , d e j á n d o o s y a n t i g u a d las almas, al abandonar se hace m á s justa, no es claro que -—Dinos a tu vez la c o m b i n a c i ó n
abandonando a los señores de este este mundo, van al Hades, y desde era m á s injusta? de la vida y de la muerte. ¿ N o di-
mundo, n i estoy triste ni desasose- allí vuelven al mundo y vuelven a — S i n dificultad. Sócrates. ces que la muerte es lo contrario
gado, en la esperanza de que en- la vida, d e s p u é s de haber pasado | — A s í pues, Cebes, todas las co- de la vida?
c o n t r a r é allí, como he encontrado por la muerte.stSi esto es cierto, y -Sí*
sas vienen de sus contrarias; es una
en este mundo, buenos amigos y los hombres d e s p u é s de la muerte — ¿ Y que la una nace de la otra?
cosa demostrada.
buenos gobernantes, y esto es l o que vuelven a la v i d a , se sigue de a q u í , —Sí.
— M u y suficientemente, Sócrates.
la multitud no comprende. Pero es- necesariamente, que las almas están — ¿ O u é nace entonces de la vida?
—Pero entre estas dos contrarias,
taré contento si he conseguido de- en el Hades durante este intervalo, — L a muerte.
fenderme con mejor fortuna ante ¿ n o hay siempre un cierto medio,
porque no volverían al mundo si no — ¿ Q u é nace de la muerte?
nosotros que ante mis jueces ate- una doble o p e r a c i ó n que lleva de
existiesen, y será una prueba sufi- —Es preciso confesar que es la
nienses. éste a aquél y de aquél a éste? E n -
ciente de que existen si vemos cla- vida.
tre una cosa m á s grande y una cosa
ramente que los vivos no nacen sino — D e lo que mucre -—repliró S ó
D e s p u é s que Sócrates hubo ha- m á s p e q u e ñ a , el medio es el creci-
de los muertos; porque si esto no erales—. nace por consiguiente todo
blado de esta manera. Cebes, toman- fuese así, sería preciso buscar otras miento y la d i s m i n u c i ó n ; al uno
do la palabra, le dijo: — S ó c r a t e s , llamamos crecer y al otro disminuir. lo que vive y tiene v i d a .
pruebas. V — A s í me parece.
todo lo que acabas de decir me pa- — E n efecto.
rece muy cierto. H a y , sin embargo, — D e hecho — d i j o Cebes. — L o mismo sucede con lo que — Y por lo tanto —repuso Sócra-
una cosa que parece increíble a los — P e r o — r e p l i c ó S ó c r a t e s — para se llama mezclarse, separarse, ca- tes—, nuestras almas están en el H a -
hombres, y es eso que has dicho del asegurarse de esta verdad, no hay lentarse, enfriarse y todas las de- des d e s p u é s de la muerte.
alma. Porque los hombres se ima- que concretarse a examinarla con m á s cosas. Y 8unque sucede algu- — A s í parece.
ginan que cuando el alma ha aban- relación a los hombres, sino que nas veces que no tenemos t é r m i n o s —Pero de los medios en que se
donado el cuerpo, ella desaparece; es preciso hacerlo con relación a para expresar toda esta clase de realizan estas dos contrarias, ¿ u n o
que el d í a mismo que el nombre los animales, a las plantas y a todo cambios, vemos sin embargo, por de ellos no es la muerte sensible?
muere, o se marcha con el cuerpo lo que nace; porque así se verá que experiencia, que es siempre de ne- ¿ N o sabemos lo que es m o r i r ?
0 se desvanece como un vapor, o todas las cosas nacen de la misma cesidad absoluta que las cosas naz- —Seguramente.
como un humo que se disipa en los manera, es decir, de sus contrarias, can las unas de las otras, y que pa- — ¿ C ó m o nos arreglaremos enton-
aires y que no existe en ninguna cuando tienen contrarias. Por ejem- sen de lo uno a lo otro por un me- ces? ¿ R e c o n o c e r e m o s igualmente a

f
parte. Porque si subsistiese sola, re- ilo: lo bello es l o contrario de l o dio. la muerte la virtud de producir su
cogida en sí misma y libre de todos eo; lo justo de l o Injusto, y lo mis- — E s indudable. contraria, o diremos que por este
los males de que nos has hablado, mo sucede en una infinidad de co- — | Y q u é l —repuso S ó c r a t e s — : lado la naturaleza es coja? ¿ N o es
p o d r í a m o s alimentar una grande y sas. Veamos, pues, si es absoluta- ¿ l a vida no tiene t a m b i é n su contra- toda necesidad que el morir tenga
magnífica esperanza, S ó c r a t e s : la mente necesario que las cosas que ria, como la vigilia tiene el s u e ñ o ? su contrario?
de que todo lo que has dicho es tienen sus contrarias sólo nazcan de — S i n duda —dijo Cebes. — E s necesario.
verdadero. Pero que el alma vive estas contrarias; como t a m b i é n si — ¿ C u á l es esta contraria? -—¿Y cuál es este contrario?
después de la muerte del hombre, cuando una cosa se hace m á s gran- •—Revivir.
— L a muerte.
que obra, que piensa; he aquf pun- de, es de toda necesidad que antes — R e v i v i r , sí hay un regreso de
tos que qtiizá piden alguna expli- haya sido m á s p e q u e ñ a , para ad- —Estas dos cosas, si son contra- la muerte a la vida —repuso Sócra-
1 ni ion y pniebas sólidas. quirir d e s p u é s esta magnitud. rias, ¿ n o nacen la una de la otra, tes—, consiste en verificar este re-
Dices verdad. Cebes — r e p l i c ó — S i n duda. y no hay entre ellas dos generacio- greso. Por lo tanto, estamos de
S ó c r a t e s — , / p e r o c ó m o l o haremos? nes o una o p e r a c i ó n intermedia que acuerdo en que los vivos no nacen
— Y cuando se hace m á s peque- hace posible el paso de una a otra?
¿ Q u l t r t l que examinemos esos pun- ñ a , si es preciso que haya sido an- menos de los muertos, que los muer-
tos en esta conferencia? — ¿ C ó m o no? tos de los vivos; prueba incontesta-
Pendré mucho placer —respon- Alusión a un cargo que le había
1 0
— Y o —dijo Sócrates—- te expli- ble de que las almas de los muertos
dió Cebes - en oír lo que piensas hecho un poeta cómico. c a r é la c o m b i n a c i ó n de las dos con- existen en alguna parte de donde
sobre r i l a materia. " F.s la metempsícosis de Pitágoras, trarias de que acabo de hablar, y vuelven a la vida.
No ireo repuso S ó c r a t e s — 500 años antes de lesucristo. el paso r e c í p r o c o de la una a la — M e parece —dijo Cebes—, que
398 P L A T Ó N PEDÓN O P P L A L M A 399

lo que dices es una consecuencia un regreso a la v i d a , que los vivos bcr sabido antes la cosa de oue uno mo las cosas semejantes que las \
necesaria de los principios en que nacen de los muertos, que las almas se acuerda. desemejantes?
hemos convenido. de los muertos existen, que las al- —Seguramente. — A s i es en efecto.
— M e parece, Cebes, que no sin mas buenas libran bien y que las — ¿ C o n v e n i m o s igualmente en que — Y cuando se recuerda alguna
razón nos hemos puesto de acuerdo "almas malas libran m a l . cuando la ciencia se produce de cosa a causa de la semejanza, ¿ n o
sobre este punto. E x a m í n a l o por ti Cebes, interrumpiendo a Sócrates, cierto modo es una reminiscencia? sucede necesariamente que el espl
mismo. S i todas estas contrarias no le dijo: — L o que dices es un resul- A l decir de cierto modo, quiero dar ritu ve inmediatamente si falta o no
se engendrasen r e c í p r o c a m e n t e , gi- tado necesario de otro principio que a entender, por ejemplo, como cuan- «I retrato alguna cosa para la per
rando, por decirlo a s í , en u n círcu- te he o í d o muchas veces sentar co- do un hombre, viendo y oyendo al- ícela semejanza con el original di-
lo; v si no hubiese m á s que una mo cierto, a saber: que nuestra cien-, guna cosa, o p e r c i b i é n d o l a por cual- que se acuerda?
p r o d u c c i ó n directa de lo uno por l o cía no es m á s que una reminiscen- quiera otro de sus sentidos, no co- N o puede menos de ser así
otro, sin n i n g ú n regreso de este úl- cia. Si este principio es verdadero7 noce sólo esta cosa percibida, sino —dijo Simmias.
timo al primer contrario que le ha es de toda necesidad que hayamos que al mismo tiempo piensa en otra — l í j a t e bien, para ver si piensas
producido, ya comprendes que en aprendido en otro tiempo l a s c o s a s que no depende de la misma ma- como yo / N o hay • ' " » cosa a que—
este caso todas las cosas Tendrían de que nos acordamos en éste, y nera de conocer sino de otra. ¿ N o llamamos igualdad? N o hablo de la
la misma figura, a p a r e c e r í a n de una e s t o e s imposible si nuestra alma diremos con razón que este hombre igualdad entre un árbol y otro ár
misma forma, y toda p r o d u c c i ó n np existe antes de aparecer balo esta, - recuerda la cosa que le ha venido bol, entre una piedra y otra piedra,
cesaría. forma humana. Esta es una nueva al e s p í r i t u ? y entre otras muchas cosas semejan
— ¿ Q u é dices, S ó c r a t e s ? prueba de que nuestra alma es i n ~ •—¿Qué dices? tes. H a b l o de una igualdad que está
— N o es difícil comprender lo mortal. — D i g o , por ejemplo, que uno es fuera de todos estos objetos ¿ T e n — .
que digo. S i no hubiese m á s que el el conocimiento del hombre y otro samos que esta igualdad es en sí
Simmias, interrumpiendo a Cebes,
sueno, y no tuviese lugar el acto de el conocimiento de una lira. misma nlgo o une no es nada?
le dijo: — ¿ C ó m o se puede demos-
despertar producido por é l , ya ves —Seguramente. Occirnos ciertamente que es al
trar este principio? R e c t i é r d a m e l o ,
que entonces todas las cosas nos re- porque en este momento no caigo —Pues bien — c o n t i n u ó Sócra- go. Sí, (por Zeus!
p r e s e n t a r í a n verdaderamente la fá- en ello. tes—, ¿ n o sabes l o que sucede a ¿ P e r o conocemos esta igualdad?
bula de E n d i m i ó n , y no se diferen- — H a y una d e m o s t r a c i ó n muy los amantes, cuando ven una lira, — Sin duda.
ciaría en n i n g ú n punto, porque las preciosa — r e s p o n d i ó Cebes—, y es un traje o cualquiera otra cosa de ¿ l í e d ó n d e hemos sacado esta
sucedería lo que a E n d i m i ó n , esta- que todos los hombres, si se les i n - que e l objeto de su amor tiene cos- ciencia, este conocimiento? ¿ N o es
rían sumidas en e l s u e ñ o . S i todo terroga bien, todo l o encuentran s i n tumbre de servirse? A l reconocer de las cosas de que acabamos de
estuviese mezclado sin que esta mez- salir de sí mismos, cosa que no po- esta l i r a , viene a su pensamiento la hablar; es decir, que viendo árbo-
cla produjese nunca s e p a r a c i ó n áT~ dría suceder si en sí mismos no imagen de a q u é l a quien ha perte- les iguales, piedras iguales y otras
t u n a , bien pronto se verificaría l o tuvieran las luces de la recta r a z ó n . necido.. H e a q u í l o que se Mama muchas cosas de esta naturaleza,
que enseñaTJa Alnaxágoras: todas las" En prueba de ello, no hay m á s que reminiscencia; frecuentemente al ver nos liemos formado la idea de esta
cosas estarían juntas. ponerles delante figuras de geome- a Simmias, recordamos a Cebes. igualdad, que no es ni estos árbo-
— A s i m i s m o , m i querido Cebes, si tría u otras cosas de la misma na- P o d r í a citarte un millón de ejem- les ni estas piedras, sino que es una
todo lo que ha recibido la vida iTeT turaleza, y se ve patentemente esta plos. cosa enteramente diferente? ¿ N o te
gnsc a morir, y estando muerto pe-- verdad. —Hasta el infinito —dijo Sim- parece diferente? Atiende a esto:
mariecfére en e l mismo estado, o í o ~ — S i no te das por convencido mias. las piedras, los á r b o l e s , que muchas
que es lo mismo, no reviviese^.ino.. con esta experiencia, Simmias —re- — H e a q u í l o que es la reminis- veces son los mismos, ¿ n o nos pa-
resultaría necesariamente que todas, plicó S ó c r a t e s — , mira si por este cencia, sobre todo cuando se llega recen por c o m p a r a c i ó n tan pronto
latí cosas c o n c l u i r í a n a l f i n y que otro camino asientes a nuestro pa- a recordar cosas que se h a b í a n o l - iguales como desiguales?
ho n a b r í a nada que v i v i e s e / Por-"" recer. ¿ T i e n e s dificultad en creer vidado por el transcurso del tiempo, —Seguramente.
que si de las cosas muertas no na-
cen las cosas vivas, y si las cosas §ue aprender no es m á s que acor-'
arse?_
o por haberlas perdido de vista.
— E s muy cierto —dijo Simmias
— L a s cosas iguale» parecen algu-
nas veces desiguales; pero la igual-
vivas llegan a morir, ¿ n o es absolu- —No mucha — r e s p o n d i ó Sim- —Pero — r e p l i c ó S ó c r a t e s — al dad considerada en sí, ¿ t e p a r e c e - 1

inmente inevitable que todas las co- mias—; pero lo que precisamente ver u n caballo o una lira pintados, cfesigualdad?
sas sean al fin absorbidas p o r la quiero es llegar al fondo de ese re- ¿ n o puede recordarse a un hombre? — famas. Sócrates.
murrte? cuerdo de que hablamos, y aunque, Y al ver el retrato de Simmias, ¿ n o — ¿ L a igualdad y lo que es igual
—•Inevitablemente, Sócrates — d i - gracias a lo que ha dicho Cebes, puede recordarse a Cebes?
no son, por consiguiente, una mis-
|n Cebes y cuanto acabas de de- hago alguna memoria y comienzo a — ¿ Q u i é n lo duda?
ma cosa?
i i i me parece incontestable. creer, no me impide esto el escu- — C o n m á s r a z ó n , si se ve el re-
— T a m b i é n me parece a m í . Ce- char con gusto las pruebas que tú trato de Simmias se r e c o r d a r á a — N o , ciertamente.
bes, (pie nada se puede objetar a quieres darnos. Simmias mismo. — S i n embargo, de estas dos co-
• -.luí verdades, y que no nos hemos —Helas a q u í — r e p l i c ó Sócra- — S i n dificultad. sas iguales, que son diferentes d r
ruunnmlo cuando las hemos admi- tes--. Estamos conformes todos en — / . n o es ciaro, entonce», que la ja igualdad, has sacado la Idea de la
tido, porque es indudable que hay que, para acordarse, es preciso ha- reminiscencia la despiertan lo mis- igualdad.
400 P L A T Ó N PLDÓN O D E L A L M A 401

— A s í es la verdad, Sócrates — d i - tes, t r a t á n d o s e de lo que ahoru tra- d á r a m o s , no sólo n a c e r í a m o s con


un hombre capa/ de dar razón de
jo Simmias. tamos. ellos, sino que los c o n s e r v a r í a m o s
ellas.
— Y esto se entiende, ya sea esta — E s preciso, por lo tanto, que de durante toda nuestra vida, porque — ¿ T e parece, Simmias, que lo
igualdad semejante ya desemejante los sentidos mismos saquemos este saber ¿es otra cosa que conservar dos los hombres tienen esta cien
respecto de los objetos que han mo- pensamiento: que todas las cosas la ciencia que se ha recibido, y no cía?
tivado la idea. iguales que caen bajo nuestros sen- perderla? Y olvidar, ¿ n o es perder -—Seguramente no.
—Seguramente. tidos, tienden a esta igualdad inte- la ciencia que se tenía antes? —-¿Ellos no hacen entonces m á s
— P o r otra parte, cuando al ver ligible, y que quedan por bajo de — S i n dificultad, Sócrates. que recordar las cosas que han sa
una cosa, tú imaginas otra, sea se- ella. ¿ N o es a s í ? ' — Y si d e s p u é s de haber tenido bido en otro tiempo?
mejante o desemejante, tiene lugar —SI. sin duda, Sócrates. . estos conocimientos antes de nacer, — A s í es.
necesariamente una reminiscencia. —Porque antes que hayamos co- y haberlos perdido d e s p u é s de ha- — ¿ P e r o en q u é tiempo han ad
— S i n dificultad. menzado i ver, o í r y hacer uso de ber nacido, llegamos en seguida a quirido nuestras almas esta ciencia''
— P e r o —repuso S ó c r a t e s — , di- todos los d e m á s sentidos, es preci- recobrar esta ciencia anterior, sir- Porque no ha sido d e s p u é s de na-
me: ¿ c u a n d o vemos á r b o l e s que son so que hayamos tenido conocimien- v i é n d o n o s del ministerio de nuestros
cer.
iguales u otras cosas iguales, las en- to de esta igualdad inteligible, P»ra~ sentidos, que es lo que llamamos —Ciertamente no.
contramos iguales como la igualdad comparar con ella las cosas sensibles,. aprender, ¿ n o es esto recobrar la* — ¿ H a sido antes de este tiempo?
misma de que tenemos idea, o fal- iguales, y para ver que ellas tienden ciencia que t e n í a m o s , y no tendre- — S i n duda
ta mucho para que sean iguales co- todas a ser semejantes a esta igual- mos razón para llamar a esto remT" —Por consiguiente, Simmias.
mo esta igualdad? dad, pero que son inferiores a la piscencia? nuestras almas existían antes de este
— F a l t a mucho. misma. — C o n m u c h í s i m a r a z ó n , Sócrates.
tiempo, antes de aparecer bajo esta
—Convenimos, pues, en que cuan- — E s una consecuencia necesaria —Estamos, pues, conformes en forma humana; y mientras estaban
do alguno, viendo una cosa, pien- de lo que se ha dicho, S ó c r a t e s . que es muy posible que aquél que asi, sin cuerpos, s a b í a n .
sa que esta cosa, como la que yo — ¿ P e r o no es cierto que, desde ha sentido una cosa, es decir, que — A menos que digamos, Sócra-
estoy viendo ahora delante de m í , el instante en que hemos nacido, he- la ha visto, o í d o , o, en f i n , percibi-
tes, que hemos adquirido los cono-
puede ser igual a otra, pero que le mos visto, hemos o í d o y hemos he- do por alguno de sus sentidos, pien- cimientos en el acto de nacer, por-
falta mucho para ello, porque es cho uso de todos los d e i n j a - a e n i k l se, con ocasión de estas sensacio- que ésta es la ú n i c a é p o c a que nos
inferior respecto de ella, será pre- dos? nes, en una cosa que ha olvidado, queda.
ciso, digo, que aquel que tiene este — M u y cierto. y cosa que tenga alguna relación —Sea así, mi querido S i m m i i s
pensamiento haya visto y conocido — E s preciso, entonces, que antes con la percibida, ya se le parezca o — r e p l i c ó S ó c r a t e s — ; pero ¿ e n q u é
antes esta cosa a la que dice que de este tiempo hayamos tenido co- ya no se le parezca. De manera que otro tiempo los hemos perdido? Por-
la otra se parece, pero imperfecta- nocimiento de l a igualdad. que hoy no los tenemos según aca-
mente? — S i n duda. o que nazcamos con estos conoci- bamos de decir, ¿l-os hemos perdi-
— E s de necesidad absoluta. — P o r consiguiente, es absoluta- mientos y los conservemos toda ta do al mismo tiempo que los hemos
mente necesario que lo hayamos te- y i d a . o que los que aprendan, no adquirido? ¿ O puedes tií s eñalar
— ¿ N o nos sucede l o mismo res-
nido antes de nuestro nacimiento. hagan, set ú n nosotros, otra cosa otro tiempo?
pecto de las cosas iguales, cuando
— A s í me parece. que record ar, y que la ciencia no — N o , Sócratesi no me h a b í a d*
queremos compararlas con la igual-
dad? —SI lo hemos tenido antes de do cuenta do que nada significa lo
nuestro nacimiento, nosotros sabe* — A s í es, S ó c r a t e s . f que be dicho.
—Seguramente, Sócrates. — ¿ O u é escoges tú, Simmias?
mos antes de nacer: y d e s p u é s he- — E s preciso, pues, hacer cons-
— P o r consiguiente, es de toda ne- . mos conocido no sólo lo que es ¿ N a c e m o s con conocimientos, o nos tar, Simmias, que si todas estas co-
cesidad que hayamos visto esta igual, lo que es m á s grande, lo que acordamos -después de haber olvi- sas, que tenemos continuamente en
igualdad antes del momento en que, es m á s p e q u e ñ o , sino t a m b i é n todas dado lo qtre* s a b í a m o s ? la boca, quiero decir, lo bello, lo
al ver por primera vez cosas igua- las cosas de esta naturaleza, porque
les, hemos c r e í d o que todas tienden — E n verdad, Sócrates, no sé a l . justo y todas las esencias de este
lo que decimos a q u í de la igualdad, presente q u é escoger. g é n e r o , existen verdaderamente, y
a ser iguales, como ta Igualdad mis- lo mismo puede decirse de Ta belle- que si referimos todas las percep
ma, y que no pueden conseguirlo. za, de la bondad, de la justicia, de —Pero ¿ q u é p en sar í as y q u é es- ciones de nuestros sentido* a estss
— E s cierto. la santidad; en una palabra, de to- cogerías en este caso? J J n hombre nociones primitivas como a su tipo,
das las d e m á s cosas cuya existencia que sabe una cosa, ¿ p u e d e dar ra- que encontramos desde luego en
— T a m b i é n convenimos en que zó n de lo que" sabe?
hemos sacado este pensamiento (ni admitimos en nuestras conversacio- nosotros mismos, digo, que es abso- (
podía salir de otra parte) de algu- nes y en nuestras preguntas y res- —Puede, sin duda, Sócrates. lulamente indispensable, que así
no de nuestros sentidos^ por haber puestas . f)e_j!Uj£rJe__gne_jes^^ — ¿ Y te parece que todos los hom- como todas estas nocionea primiti-
visto o tocado, o, en f i n , por haber sidad absoluta que bayamos tenido. . bres pueden dar razón de las cosas vas existen, nuestra alma haya exis-.
ejercitado cualquiera otro de nues- conocimiento antes de nacer. de q u é acabamos de hablar? tido igualmente antes que naciésc-
tros sentidos, porque lo mismo digo — E s cierto. — Y o q u e r r í a que fuese así —res- mos. y si estas nociones no existie-
de todos. — Y si d e s p u é s de haber tenido p o n d i ó Simmias—; pero me temo ran, todos nuestros discursos son in-
— L o mismo puede decirse, Sócra estos conocimientos, nunca los olvi- mucho que m a ñ a n a no encontremos útiles. ¿ N c K e s esto incontestable?
402 P L A T Ó N
FEDÓN O DEL ALMA 403
¿ N o es igualmente necesario que si última prueba a la que ya h a b é i s
— L o primero que debemos pre- estado, ni con relación a sí mismas,
estas cosas existen, hayan t a m b i é n admitido; esto es, q u t H o s vivos na-
guntarnos nosotros mismos —dijo ni con relación a los d e m á s .
existido nuestras almas antes de cen de los muertos. ^Porque si es
S ó c r a t e s — es cuáles son las cosas — N o subsisten nunca las mismas
nuestro nacimiento, y que si aqué- cierto que nuestra alma existe antes
que por su n a l ü r a l e z a pueden disoT" — r e s p o n d i ó Cebes.
llas no existen, tampoco debieron del nacimiento, y si es de toda ñe-
versé; respccUTdc q u é otras debere- — A h o r a bien, estas cosas tú las
existir éstas? cesidad que, al venir a la v i d a , sai"
mos temer que tenga lugar esta diso- puedes ver, tocar, percibir pnr m a l -
—Esto, Sócrates, me parece igual- ga, por decirlo asi, del seno de Ta
j lución, y en cu ál es no es posible quier scnlido: mientras que las pri-
mente necesario e incontestable; y muerte, ¿ c ó m o no ha de ser igual-
este accidente. E n seguida es preci- meras, que son siempre las mismas,
de todo este discurso resulta, que mente necesario que exista d e s p u é s
I so examinar,^ cuál de estas natura- no pueden ser comprendidas sinoi
antes de nuestro nacimiento nuestra de l a muerte, puesto que debe y o l -
lezas pertenece nuestra" alma: y te- por el pensamiento, porque son in-
alma existía, asi como estas esen- ver a la vida? Así pues, lo que aho-
f n i e n d o esto en cuenta, temer o es- -materiales y ntf se las ye j a m á s .
cias de que acabas de hablarme; ra me pedís ha sido ya demostrado.
[ perar por ella. — T o d o eso es verdad —<lijo Ce
porque yo no encuentro nada m á s Sin embargo, me parece que ambos
deseáis profundizar m á s esta cues- Es muy cierto. bes.
evidente que la existencia de todas
tión, y que t e m é i s , como los n i ñ o s , — ¿ N o os parece que son las co- —¿Ouieres —-continuó Sócra-
estas cosas: lo bello, lo bueno, lo
que, cuando el alma sale del cuerpo sas compuestas, o que por su na- tes—. que reconozcamos dos clases
justo, y t ú me l o haa demostrado
la arrastren los vientos, sobre todo turaleza deben serlo, las que deben de cosas?
suficientemente.
cuando se muere en tiempo de bo- disolverse en los elementos que han — C o n mucho gusto —dijo Cebes.
— ¿ Y Cebes? —dijo S ó c r a t e s — ; formado su c o m p o s i c i ó n ; y que si
porque es preciso que Cebes esté rrascas. — ; L a s unas visibles y las otras
hay seres que no son compuestos, inmateriales? ¿f-stas siempre las
persuadido de ello. Entonces Cebes, s o n r i é n d o s e , dijo: ellos son los ú n i c o s respecto de los
— S ó c r a t e s , supon que l o teme- mismas; aquéllas, en un continuo
— Y o pienso —dijo Simmias— que no puede tener lugar este ac-
mos; o m á s bien que, sin temerlo, cambio?
que Cebes considera tus pruebas cidente?
muy suficientes, aunque es el m á s está a q u í entre nosotros u n n i ñ o — M e parece bien —dijo Cebes.
— M e parece muy cierto lo que
rebelde de todos los hombres para que lo teme, a quien es necesario —Veamos, pues, ¿ n o somos nos-
dices — c o n t e s t ó Cebes.
darse por convencido. S i n embargo, convencer que no debe temer l a otros un compuesto de cuerpo y
— L a s cosas que son siempre las
supongo que lo está de que nuestra muerte como a u n vano fantasma. mismas y de la misma manera, ¿ n o - a l m a ? ¿ H a y otra cosa en nosotros?
alma existe antes de nuestro naci- — P a r a esto — r e p l i c ó S ó c r a t e s - tienen trazas de no ser compuestas"?" — N o . sin duda; no hay m á s .
miento; pero que exisla d e s p u é s de es preciso emplear todos los d í a s Las que mudan siempre y que nun- — ¿ A cuál de estas do» especies
la muerte es l o que a mf mismo no encantamientos, hasta que se haya ca son las mismas, ¿ n o tienen tra- • diremos que nuestro cuerpo se con-
me parece bastante demostrado; curado de semejante a p r e n s i ó n . zas de ser necesariamente compues- forma o se parece?
porque esa o p i n i ó n del pueblo, de — P e r o , S ó c r a t e s , ¿ d ó n d e encon- tas? —Todos c o n v e n d r á n en que a la
que Cebes te hablaba antes, queda traremos un buen encantador, pues- especie visible.
— C r e o lo mismo, S ó c r a t e s .
a ú n en pie y en toda su fuerza: la to que tú vas a abandonarnos? — Y nuestra alma, mi querido Ce-
de que d e s p u é s de muerto el hom- — D i r i j á m o n o s desde luego a esas
- - L a H é l a d c es grande, Cebes cosas de que hablamos antes, y cu- bes, ¿ e s visible o invisible?
bre, su alma se disipa y cesa de exis- — r e s p o n d i ó S ó c r a t e s — , y en ella — V i s i b l e no es; por lo menos a
tir. E n efecto, ¿ q u é puede impedir ya verdadera existencia hemos ad-
e n c o n t r a r é i s muchas personas muy los hombres.
que el alma nazca, que exista en al-" mitido siempre en nuestras pregun-
entendidas. P o r otra parte, tenéis —Pero cuando hablamos de co-
guna parte, que exista antea de ve- tas y respuestas. Estas cosas, ¿ s o n
muchos pueblos extranjeros, y es sas visibles o invisibles, hablamos
nir a animar el cuerpo, y que, cuan-" siempre las mismas o mudan algu-
preciso recorrerlos todos e interro- con relación a los hombrea, sin te-
do salga de éste, concluya con él y na vez? L a Igualdad, la belleza, la
arlos para encontrar este encanta- ner en cuenta ninguna otra natu-
cese de existir? bondad y todas las existencias esen- raleza.
or, sin escatimar gasto ni trabajo; ciales ¿ e x p e r i m e n t a n a veces a l g ú n
— D i c e s muy bien, Simmias — d i - porque en ninguna cosa p o d é i s em- cambio.~por p e q u e ñ o que sea, o ca- — S í , con relación a la naturaleza
jo Cebes—; me parece que Sócrates plear m á s ú t i l m e n t e vuestra fortu- humana.
d a una de ellas, siendo pura y sim-~
no ha probado m á s que la mitad na. T a m b i é n es preciso que l o bus- pie, subsiste siempre la misma en sí, — ¿ Q u é diremos, pues, del alma?
de l o que era preciso que probara, q u é i s entre vosotros, porque q u i z á sin experimentar nunca la menor a í ~ ¿ P u e d e ser vista o no puede serlo?
porque ha demostrado muy bien no e n c o n t r a r é i s otros m á s capaces iteración ni la menor mudanza? 5551 Puede serlo7
que nuestra alma existía antes de que vosotros mismos para estos en- —Luego es Inmaterial.
— E s necesariamente preciso que
nuefrro nacimiento; mas para com- cantamientos. S_ -T - E Z-H
ellas subsistan siempre las mismas, — P o r consiguiente, nuestra alma
pletar su d e m o s t r a c i ó n , d e b í a pro- —Haremos l o que dices, Sócra- sin mudar j a m á s .
bar Igualmente que, d e s p u é s de tes; pero si no te molesta, volvamos es m á s conforme que el cuerpo con
— Y todas las d e m á s cosas —re- la naturaleza invisible, y el cuerpo
nuestra muerte, nuestra alma existe* a tomar el h i l o de nuestra conver-
l o mismo que existió antes de esta" puso S ó c r a t e s — , hombres, caballos, m á s conforme con la naturaleza v i -
sación. trajes, muebles y tantas otras de la
"vida. sible.
— C o n gusto, Cebes, ¿ y por q u é misma naturaleza, ¿ q u e d a n siempre
— Y a os l o he demostrado, Sim- no? — E s absolutamente necesario.
las mismas, o son enteramente — ¿ N o d e c í a m o s que, cuando c\
mias y Cebes —repuso S ó c r a t e s — , —Perfectamente, Sócrates — d i j o opuestas a las primeras, en cuanto
Cebes. alma se sirve del cuerpo para con-
y c o n v e n d r é i s en ello si u n í s esta no subsisten siempre en el mismo siderar algún objeto, ya por la v i ~
404 P L A T Ó N
Fl D O N O D E L A L M A 405
la, ya por el o í d o , ya por cualquier — ¿ A cuál de los dos se parece ¿ U n alma semejante y de tal natu tenido, pot haber estado siempre
_o\ro sentido (porque la ú n i c a fun- nuestra alma? raleza se h a b r á de disipar y anona- unida con él y o c u p á n d o s e sólo
ción del cuerpo es atender a los ob- — E s evidente, Sócrates, que nues- dar, apenas abandone el cuerpo, co- en él.
jetos mediante los sentidos). se ve tra alma se parece a lo que es di- mo lo creen la mayor parle de los — Islas manchas, mi querido Ce-
entonces a t r a í d a por e l cuerpo hacia vino, y nuestro cuerpo a lo que es hombres? De ninguna manera, mis bes, son una cubierta tosca, pesada,
.cosas que no son nunca las mismas; mortal. queridos Simmias y Cebes, y he a q u í terrestre y visihle; y el alma, abru-
se extravía, se turbaT vacila y tiene — M i r a , pues, mi querido Cebes, lo que realmente sucede. Si el alma mada con este peso, se ve arrastrada
vértigos, como si estuviera ebria; si de todo lo que acabamos de de- se retira pura, sin conservar nlicfa hacia este mundo visible por el te-
todo por haberse ligado a cosas de cir no se sigue necesariamente que del cuerpo, como sucede con la queT mor que tiene del mundo invisible,
esta naturaleza? ' nuestra alma es muy semejante a lo durante la vida, no ha teñido volun- del infierno; y anda, como suele
~=ST que es divino, inmortal, inteligible, tariamente con ¿"""ningún comercio, decirse, errante por los cementerios ¡
— M i e n t r a s ' que cuando ella exa- simple, indisoluble, siempre lo mis- sino que, por el contrario, le ha alrededor de las tumbas, donde se7
mina las cosas por sí misma, sin re- _ mo y siempre semejante a sí propia; buido, estando siempre recogida en íiaii visto fantasmas tenebrosos, co
c u r r i r al"cuerpo, y "dirige a To "que _y que nuestro cuerpo se parece per- sí misma y meditando siempre, es mo son los espectros de estas almas,
^ ~ p u r o , ~ e t e r n o , inmortal, inmuta- .fectamente a lo que es humano, mor- decir, filosofando en regla y anrcn-~ que no han abandonado el cuerpo
"pTe; y como es de la misma natura- tal, sensible, compuesto, disoluble, diendo efectivamente a morir; por- del todo purificadas, sino reteniendo
leza, se une y estrecha con ello cuan- _siempre mudable y nunca semejante que, ¿ n o es esto prepararse para la~ algo de esla materia visible, que las
to puede y da de si su propia natu a sí mismo. ¿ P o d r e m o s alegar algu- muerte? hace aun a ellas mismas visibles
'raleza. Entonces cesan sus e x t r a v í o s , nas razones que destruyan estas con- —Es muy probable que así sea,
se mantiene siempre la misma, por- -De hecho.
secuencias y que hagan ver que esto Sócrates.
que está unida a lo que no cambia -Si el alma, digo, se rclira en
no es cierto? - — s í . sin duda. Cebes; y es pro-
jamás y participa de su naturaleza; este estado, se une a un ser seme-
— N o , sin duda, Sócrates. bable t a m b i é n que no sean las al
y,este estado del alma es l o que se lante a~ella, divino, inmortal. lleno"
—Siendo esto así, ¿ n o conviene al mas de los buenos, sino las de los
llama sabiduría., de s a b i d u r í a , cerca del cual goza de
cuerpo la disolución y al alma el malos, las que se ven obligadas a
la felicidad, viéndose así libre de sus
— H a s hablado perfectamente, Só- permanecer siempre indisoluble o errores, de su ignorancia, de sus te- andar errantes por esos sitios, donde
crates, y dices una gran verdad. en un estado poco diferente? ~mores, de sus amores tiránicos y de llevan el castigo de su primera vida,
— ¿ A cuál de estas dos especies — E s verdad. "Jodog7Toi~/o^mlii males afectos a l a " que ha sirio mala, y donde conli
de seres te parece que el alma es —Pero observa que d e s p u é s que naturaleza humana: y puede decir- n ú a n vagando hasta que, llevadas
más semejante, y con cuál está m á s el hombre muere, su parte visible, se de ella como de los iniciados, que, del amor que tienen a esa masa cor-
conforme, teniendo en cuenta los el cuerpo, que queda expuesto a [pasa yero aderamente con los dioses
1 poral que les sigue siempre, se t s Z
principios que dejamos sentados y nuestras miradas, que llamamos ca- toda la eternidad. ^ N o es esto lo ~gTFren de nuevo en un cuerpo y se
todo lo que acabamos de decir? d á v e r , y que por su condición pue- que debemos decir, Cebes? sumen probablemente en esas mis-
— M e parece, S ó c r a t e s , que no de disolverse y disiparse, no sufre
— S í . Ipor Zeus!
hay hombre, por tenaz y e s t ú p i d o por lo pronto ninguno de estos ac- o c u p a c i ó n de su primera v i d a .
— P e r o si se retira del cuerpo
—r*cro
que sea, que estrechado por tu mé- cidentes, sino que subsiste entero
manchada, i m p u r a , como la que ha —-¿Qué dices. S ó c r a t e s ?
todo no convenga en que el alma bastante tiempo, y se conserva mu-
estado siempre mezclada con él. ocu- — D i g o , por ejemplo, Cebes, que
se parece m á s y es m á s conforme cho m á s si el muerto era de bellas
pada en servirle, poseída de su . los que han hecho de su vientre su
con lo que se mantiene siempre lo formas y estaba en la flor de sus
amor, embriagada en él hasta el dios y que han amado l a intempe-
a ñ o s ; porque los cuerpos que se re-
f
mismo, que no con l o que está en junto de creer que no hay otra rea- rancia, sin n i n g ú n pudor, sin ningu-
continua mudanza cogen y embalsaman, como en Egip-
ldad que la corporal, lo que se pue~ na cautela, entran probablemente en
to, duran enteros u n n ú m e r o inde-
- ¿ Y el cuerpo? de ver, Tocar, beber y comer, o lo cuerpos de asnos o de otros anima-
cible de a ñ o s ; y en aquellos mismos
—Se parece m á s a l o que cambia. que sirve a los placeres del a m o r f les semejantes; ¿ n o lo piensas tú
que se corrompen, hay siempre par-
—Sigamos a ú n otro camino. mientras que a b o r r e c í a , temía v huía también?
tes, como los huesos, los nervios y
Cuando el alma y el cuerpo están otros miembros de la misma con- habitualmcnte de todo lo que es os~ —Seguramente.
juntos, la naturaleza ordena que el dición, que parecen, por decirlo así, curo c invisible para Iqs ojos, de* — Y las almas tpie sólo han ama-
uno obedezca y sea esclavo, y que inmortales. ¿ N o es esto cierto? todo lo que es inteligible, y cuyo do la injusticia, la tiranía y las ra-

C
el otro tenga el imperio y el mando. "sentido sólo la tilosolla muestra: iñas, van a animar cuerpos de lo-
— M u y cierto. ¿ c r e e s tú que un alma, que se en-
¿ C u á l de los dos te parece seme- os, de gavilanes, de falcones. A l -
jante a lo que es d i v i n o , y cuál a lo — Y el alma, este ser invisible que cuentra en tal estado, pueda salir" mas de lales condiciones ¿ p u e d e n
marcha a un paraje semejante a _dgj_cuerpo pura y libre? ir a otra parte?
que es mortal? ¿ N o adviertes que
ella, paraje excelente, puro, invisi- — N o ; eso no puede ser. — N o . Sin duda.
lo que es divino es lo ú n i c o capaz
ble, esto es, a los infiernos, cerca — P o r el contrario, sale afeada — L o mismo sucede a las d e m á s ;
de mandar y de ser d u e ñ o , y que lo
de un dios lleno de bondad y de con las manchas del cuerpo, que se ^siempre van asociadas a cuerpos
une es mortal es natural que obc
s a b i d u r í a , y a cuyo sitio espero que Iban hecho como nntnrnlcs en ella, análogo» a sus gustos.
drzca y sea esclavo? mi alma volará dentro de un mo- por el comercio continuo v la u n i ó n evidentemente,
—Seguramente. mento, si dios lo permite; | q u é ! demasiado estrecha que con él h — ¿ C ó m o puede dejar de ser a s f
406 P L A T Ó N PPPÓN O DP.t. A L M A 407

Y los m á s dichosos, cuyas almas po, y forzada a considerar los ob- — E s cierto, Sócrates. que es de la misma naturaleza de
van a un lugar m á s agradable, ¿ n o jetos por medio del cuerpo, como — ¿ N o es principalmente cuando ella, se verá libre de todos los ma-
son aquellos que siempre han ejer- a través de una prisión oscura y no se experimenta esta clase de afec- les que afligen a la naturaleza hu-
citado esta virtud social y c i v i l que por sí misma, conocen perfectamen- ciones cuando el alma está particu- mana. Siguiendo eslos principios,
se llama templanza y justicia, a la te que la fuerza de este lazo corpo- larmente atada y ligada al cuerpo? mis queridos Simmias y Cebes, y
que se han amoldado sólo por há- ral consiste en las pasiones, que na- d e s p u é s de una vida semejante, ¿te-
— ¿ P o r q u é es eso?
bito y mediante e l ejercicio, sin el cen que el alma misma encadenada m e r á el alma que en el momento
auxilio de la filosofía y de l a re- —Porque cada placer y cada tris-
contribuya a apretar la ligadura. teza están armados de un clavo, por en que abandone el cuerpo los vien-
flexión? Conocen t a m b i é n que la filosofía, tos la lleven y la disipen, y que en-
decirlo así, con el que sujetan el
— ¿ C ó m o pueden ser los m á s d i - al apoderarse del alma en tal esta- alma al cuerpo, y la bacen tan ma- teramente anonadada, no existirá en
chosos? do, ta consuela dulcemente e inten- terial, que cree que no hay otros ninguna parle?
—Porque es probable que sus al- ta desligarla, h a c i é n d o l a ver que los objetos reales que los que el cuerpo D e s p u é s que Sócrates hubo habla-
mas entren en cuerpos de animales ojos del cuerpo sufren numerosas le dice. Resultado de esto es que, do de esta sucrlc. todos quedaron

Í iacíficos y dulces, como las abejas, ilusiones, l o mismo que los o í d o s y como tiene las mismas opiniones en gran silencio, y parecía que aquél
as avispas, las hormigas; o que que todos los d e m á s sentidos; la ad- que el cuerpo, se ve necesariamen- estaba como meditando en lo que
vuelvan a ocupar cuerpos humanos vierte que no debe hacer de ellos te forzada a tener las mismas cos- acababa de decir. Nosotros perma-
para formar hombres de bien. otro uso que aquel a que obliga la tumbres y los mismos h á b i t o s , lo necimos callados, y sólo Simmias y
— E s probable. necesidad, y la aconseja que se en- cual la impide llegar nunca pura al Cebes hablaban por lo bajo. Notán-
—Pero en cuanto a aproximarse cierre y se recoja en sí misma; que otro mundo; por el contrario, al sa- dolo S ó c r a t e s , les dijo: " ¿ D e q u é
a la naturaleza de los dioses, de nin- no crea en otro testimonio que en lir de esta vida, llena de las man- h a b l á i s ? ¿ O s parece que falta algo
guna manera es esto permitido a el suyo propio, d e s p u é s de haber chas de ese cuerpo que acaba de a mis pruebas? Porque se me figura
aquellos que no han filosofado du- examinado dentro de sí misma lo abandonar, entra a muy luego en que ellas dan lugar a muchas dudas
rante toda su vida, y cuyas almas que cada cosa es en su esencia; de- otro cuerpo, donde echa raíces, como y objeciones, si uno se toma el tra-
no han salido del cuerpo en toda biendo estar bien persuadida de que si hubiera sido allí sembrada; v de bajo de examinarlas en detalle. S i
su pureza. Esto está reservado al cuanto examine por medio de otra esta manera se ve privada de todo habláis de otra cosa, nada tengo
verdadero filósofo. H e a q u í por q u é , cosa, como muda con el intermedio comercio con la esencia pura, sim- que deciros; pero por poco que du-
mi querido Simmias y m i querido mismo, no tiene nada de verdadero. ple y divina. déis sobre lo que hablamos, no ten-
Cebes, los verdaderos filósofos re- A h o r a bien, lo que ella examina gáis dificultad en decir lo que os
por los sentidos es sensible y visi- — E s muy cierto, Sócrates —dijo
nuncian a todos los dcaeoTdel cuer-, parezca y en manifestar francamen-
ble; y lo que ve por sí misma es in- Cebes.
no; se contienen y no se entregan, te si cabe una d e m o s t r a c i ó n mejor;
a sus pasiones; n o temen n i l a rui- visible e inteligible. E l alma del ver- — P o r esta r a z ó n , los verdaderos
y en esle caso asociadme a vuestras
na de su casa, n i l a pobreza, como dadero filósofo, persuadida de que filósofos trabajan para adquirir la
indagaciones, si es que creéis llegar
l a multitud que está apegada a las no debe oponerse a su libertad, re- fortaleza y la templanza, y no por
conmigo m á s fácilmente al t é r m i n o
riquezas; ni temen la ignominia ni nuncia, en cuanto le es posible, a las razones que se imagina el vulgo.
que nos hemos propuesto."
el oprobio, como los que aman las los placeres, a los deseos, a las tris- ¿ P i e n s a s tú como éste?
— D e ninguna manera. — T e diré la verdad, Sócrates
dignidades y los honores. tezas, a los temores, porque sabe
—Haces bien; y es lo que convie- — r e s p o n d i ó Simmias—; ha largo
— N o d e b e r í a obrarse de otra ma- que, d e s p u é s de los grandes place-
ne a un verdadero filósofo, porque tiempo que tenemos dudas Cebes y
nera —repuso Cebes. res, de los grandes temores, de las
el alma no c r e e r á nunca que la f i - yo, y nos hemos dado de codo para
— N o , sin duda — c o n t i n u ó Sócra- extremas tristezas y de los extremos
losofía quiera desligarla, para que, comprometernos a proponértelas,
tes—; así, todos aquellos que tie- deseos, no sólo se experimentan los
viéndose libre, se abandone a los porque tenemos v i v o deseo de ver
nen interés por su alma y que no males sensibles que todo el mundo
placeres, n las tristezas, y se deje c ó m o las resuelves. Pero ambos he-
viven para halagar al cuerpo, rom- conoce, como las enfermedades o la
encadenar por ellas para comenzar mos temido ser importunos, propo-
pen con todas las costumbres y no p é r d i d a de bienes, sino el m á s gran-
siempre de nuevo como la tela de n i é n d o t e cuestiones desagradables en
siguen el mismo camino que tos de- de y el ú l t i m o de todos los males,
P e n é l o p e . Por el contrario, mante- la situación en que te hallas.
m á s , que no saben adonde van, sino tanto m á s grande cuanto que no se
deja sentir. niendo todas las pasiones en una — | A h l . mi querido Simmias —re-
que, persuadidos de que no debe
perfecta tranquilidad y tomando plicó S ó c r a t e s , sonriendo dulcemen
hacerse nada que sea c o n t r a r í o a la
filosofía, a la libertad y a la puri- — ¿ E n q u é consiste ese m a l , Só- siempre la razón por gula, sin aban- te—; ¿ c o n q u é trabajo c o n v e n c e r í a
ficación que ella procura, se dejan crates? donarla jamás, el alma del filósofo yo a los d e m á s hombres de que no
conducir por ella y la siguen a to- ' — E n que obligada el alma a re- contempla incesantemente lo verda-' tengo por una desgracia l a situación
das partes adonde quiera conducir- gocijarse o afligirse por cualquier dero, lo divino, lo inmutable, que en que me encuentro, cuando de
les. objeto, está persuadida de que lo está por cima de la o p i n i ó n ; y ñTF~ vosotros mismos no puedo conse-
que le causa este placer o esta tris- trida con esta verdad pura, estará* guirlo, pues que me creéis en este
— ¿ C ó m o , Sócrates? teza es muy verdadero y muy real, momento en peor posición que an-
persuadida de que debe vivir siem-
— V o y a explicároslo. L o s filóso- cuando no lo es en manera alguna. l y x T ó mismo, mientras permanezca tes? M e s u p o n é i s , al parecer, muy
fos, al ver que su alma está verda- T a l es el efecto de todas las cosas adherida al cuerpo; y que d e s p u é s Inferior a los cisnes, por lo que res-
deramente ligada y pegada al cuer- visibles; ¿ n o es a s í ? de la muerte, unida de nuevo a To~ pecta al presentimiento y a la adi
408 P L A T Ó N FEDÓN O D E L A L M A 409

vinación. Los cisnes, cuando presien- a menos que sea posible encontrar, nuestra alma no es otra cosa que porque, a mi parecer, e| alma es in-
ten que van a morir, cantan aquef _para hacer este viaje, algún buque una especie de a r m o n í a , es evidente finitamente s i n i ior a todo lo cor-
día a ú n mejor que l o han hecho " m á s grande, esto es, algún razona- que cuando nuestro cuerpo está de- p o r a l . ¿ E n (pie consiste entonces tu
"mítica, a causa de la alegría que "Ttiiento incontestable que nos ponga masiado laxo o demasiado tenso a Iluda, se me d i r á ? SI ves que muer
tienen al ir a unirse con el dios a fuera de peligro. N o t e n d r é reparo causa de las enfermedades o de lo el hombre, s u parle m á s débil,
que ellos sirven. Pero el temor que en hacerte preguntas, puesto que l o otros males, nuestra alma, divina que es el cuerpo, subsiste, ¿ n o te

Í
los hombres tienen a la muerte, hace permites; y no me e x p o n d r é al re- y todo, p e r e c e r á necesariamente iarece absolutamente necesario que
que calumnien a los cisnes, diciendo mordimiento que yo p o d r í a tener como las d e m á s a r m o n í a s , que son o que es m á s durable dure m á s lar
que lloran su muerte y que cantan consecuencia del sonido o efecto de go tiempo? M i r a , S ó c r a t e s , yo te lo
a l g ú n d í a por no haberte dicho en
de tristeza. N o reflexionan que no los instrumentos; mientras que los suplico, si respondo bien a esta ob
este momento lo que pienso. Cuan-
restos de cada cuerpo duran a ú n jeción, porque para hacerme enten-
hay p á j a r o que cante cuando tiene do examino con Cebes lo que nos
largo tiempo; duran hasta que se der necesito valerme de una com-
hambre o frío o cuando sufre de has dicho, S ó c r a t e s , confieso que
queman o se corrompen. M i r a , Só- p a r a c i ó n , como Simmias. L a obje
otra manera, ni aun el r u i s e ñ o r , la tus pruebas no me parecen suficien-
crates, lo que podremos responder ción que se me propone es, a m i
golondrina .y la abubilla, cuyo can- tes.
a estas razones, si alguno pretende parecer, como SI, d e s p u é s de la
to se dice que es efecto del dolor. — Q u i z á tienes r a z ó n , m i querido muerte de un viejo tejedor, se dije-
Pero estos pájaros no cantan de ma- que nuestra alma, no siendo m á s
Simmias; pero ¿ p o r q u é no te pa- se: este hombre no ha muerto, sino
que una mezcla de las cualidades
nera alguna de tristeza, y menos loa recen suficientes? que existe en alguna parte, y la prue-
del cuerpo, es la primera que pe-
cisnes, a m i juicio; porque pertene- —Porque p o d r í a decirse l o mis- ba es que ved que está a q u í el tra-
rece cuando llega eso a que llama-
ciendo a A p o l o , son divinos, y co- m o de l a a r m o n í a de una l i r a , de je que gastaba y que él mismo se
mos l a muerte.
mo p r e v é n los bienes de que se la lira misma y de sus cuerdas; esto h a b í a hecho, traje que subsiste en-
Entonces S ó c r a t e s , echando una
goza en la otra v i d a , cantan y se es, que ta a r m o n í a de una lira es tero y completo, y que no ha pere-
mirada a cada uno de nosotros, co-
regocijan en aquel d í a m á s que l o algo Invisible, inmaterial, bello, di- cido. Pues bien, si alguno repugna-
mo tenía de costumbre, y sonrién-
han hecho nunca. Y yo mismo pien- vino; y la lira y las cuerdas son ra reconocer como suficiente esta
dosc, dijo: "Simmias tiene r a z ó n .
so que sirvo a A p o l o l o mismo que cuerpos, materia, cosas compuestas, prueba, se le p o d r í a preguntar:
S i alguno de vosotros tiene m á s fa
ellos; que corno elloa estoy consa- terrestres y de naturaleza mortal. ciudad que yo para responder a sus ¿cuál es m á s durable, el hombre o
grado a este dios; que no he reci- D e s p u é s de hecha pedazos la lira objeciones, puede hacerlo; porque el traje que gasta y de que se sirve?
bido menos que ellos de nuestro co- o jotas las cuerdas, p o d r í a alguno me parece que Simmias ha esforza- Necesariamente h a b r í a que respon-
m ú n d u e ñ o el arte de l a adivina- sostener con razonamientos iguales do de veras sus razonamientos. Pero der que el hombre, y sólo con
ción, y que no me siento contraria- a los tuyos, que es preciso que esta antes de responderle q u e r r í a que eso se creería haber demostrado
do al salir de esta v i d a . Aaf pues, a r m o n í a subsista necesariamente y Cebes nos objetara, a fin de que. que, puesto que lo que el hombre
en este concepto, p o d é i s hablarme no perezca; porque es imposible que en tanto que él habla, tengamos tiene de menos durable no ha pere-
cuanto q u e r á i s , e interrogarme por la lira subsista una vez rotas las tiempo para pensar lo que debemos cido, con m á s razón subsiste el nom-
todo el tiempo que tengan a bien cuerdas; que las cuerdas, que son contestar; y así t a m b i é n , ofdos que bre mismo. Pero no hay nada de
permitirlo los O n c e . cosas mortales, subsistan d e s p u é s de sean ambos, cederemos, si sus ra- eso. en nú o p i n i ó n , mi querido Sim-
— M u y bien, Sócrates —repuso rota la lira, y que la a r m o n í a , que zones son buenas; y en caso con- mias; y ve ahora, te lo suplico, lo
Simmias—; te p r o p o n d r é mis dudas, es de l a misma naturaleza que el ser trario, sostendremos nuestros prin- que yo respondo a esto N o hay na-
y Cebes te h a r á sus objeciones. Pien- inmortal y divino, perezca antes que cipios hasta donde podamos. D i n o s . die que no conozca a primer golpe
so, como t ú , que en estas materias lo que es mortal y terrestre. Es abso- pues, Cebes, ¿ q u é es lo que te im- de vista que hacer esta objeción es
es imposible, o por l o menos muy lutamente necesario, a ñ a d i r í a , que pide asentir a l o que yo he d i c h o ? " decir un absurdo; porque este teje-
difícil, saber toda la verdad en esta la a r m o n í a exista en alguna parte, — V o y a decirlo — r e s p o n d i ó Ce- dor m u r i ó antes del ú l t i m o troje,
vida; y estoy convencido de que no y que el cuerpo de ta lira y las cuer- bes—. Se me figura que la cuestión pero d e s p u é s de los muchos que ha-
examinar detenidamente l o que se das se corrompan y perezcan ente- se halía~en el mismo punto en que bía gastado y consumido durante
dice, y cansarse antea de haber he- ramente antes que la a r m o n í a reci- estaba antes, y que quedan en ple^ su vida; y no hay derecho para de-
cho todos loa esfuerzos posibles "por tanto, nuestras anteriores obje- cir que el hombre es una cosa m á s
ba el menor d a ñ o . Y t ú mismo, S ó -
para conseguirlo, es una acción dig- ciones. Q u e nuestra alma existe débil y menos durable que el traje.
crates, te h a b r á s hecho cargo sin
na de un hombre perezoso y cobar- antes de venir a animar el cuerpo, Esta c o m p a r a c i ó n puede aplicarse al
duda, de que la idea que nos forma-
de; porque, una de dos cosas: o lo hallo admirablemente probado; y alma y al cuerpo, y decirse con gran-
mos generalmente del alma es algo
si no te ofendes, d i r é que plena- de exactitud, en mi o p i n i ó n , que el
aprender de los d e m á s l a verdad o semejante a lo que voy a decirte.
mente demostrado; pero que a q u é - alma es un ser muy durable, v que
encontrarla por sf mismo; y si una C o m o nuestro cuerpo está compues-
lla exista d e s p u é s de la muerte, no el cuerpo es u n ser m á s débil y que
y otra cosa son imposibles, es pre- to y es mantenido en equilibrio por
lo está en manera alguna. Sin em- dura menos. Y el que conteste de
ciso escoger entre todos loa razona- lo caliente, l o frío, l o seco y l o mí-
"bargo, no acepto por completo la este modo p o d r á a ñ a d i r que cada
mientos humanos el mejor y m á s medq, nuestra alma no es m á s que alma usa muchos cuerpos, sobre to
fuerte, y e m b a r c á n d o s e en él como la a r m o n í a que resulta de la mez- objeción de Simmias, según el cual
nuestra alma no es m á s fuerte ni do si vive muchos a ñ o s ; porque si
en una barquilla, atravesar de este cla de estas cualidades, cuando es- el.cuerpo está mudando y perdien-
modo las tempestades de esta vida, tán debidamente combinadas. Si m á s durable que nuestro cuerpo;
410 P L A T Ó N FEDÓN O D E L A L M A 411

do continuamente mientras el hom- é r a m o s capaces de formar juicio so- costumbre de jugar, me dijo: "Fe- que es falso y malvado; y al cabo
bre vive, y el alma, por consiguien- bre estas materias, o que estas ma- d ó n , m a ñ a n a te h a r á s cortar estos de muchas pruebas semejantes a
te, renueva sin cesar su vestido pe- terias no p o d r í a n producir otra cosa hermosos c a b e l l o s , © ¿ n o es ver- ésta, viéndose e n g a ñ a d o por sus me-
recible, resulta necesario que cuan- que la incertidumbre. dad?" jores y m á s íntimos amigos, y can-
do llega el momento de la muerte E Q U É C R A T E S . — F e d ó n , los dioses —Regularmente, Sócrates —le res- sado de ser la víctima, concluye por
viste su ú l t i m o traje, y éste seré el te perdonen, porque yo al o í r t e me pondí. aborrecer a todos los hombres igual
ú n i c o que sobreviva al alma; mien- digo a m í mismo: ¿ q u é podremos — D e ninguna manera, si me mente, y llega a persuadirse de que
tras que cuando éste muere, el cuer- creer en lo sucesivo, puesto que las crees. no hay uno solo sincero. ¿ N o has
po muestra inmediatamente l a debi- razones de S ó c r a t e s , que me pare- —¿Cómo? notado que la m i s a n t r o p í a se í q r
lidad de su naturaleza, porque ae c í a n tan persuasivas, se hacen du- — H o y es —me dijo— cuando ma de esta manera y así por gra
corrompe y perece muy pronto. A s í dosas? E n efecto; la objeción que debo cortar yo mis cabellos y tú los dos?
pues, no hay que tener tanta fe en hace Simmias al decir que nuestra tuyos, si es cierto que nuestro ra- —Seguramente — l e dije.
tu d e m o s t r a c i ó n , que vayamos a te- alma no es m á s que una a r m o n í a , zonamiento ha muerto y que no — ¿ N o es esto una v e r g ü e n z a ?
ner confianza de que d e s p u é s de l a me sorprende maravillosamente, y podemos resucitarle; y si estuviera ¿ N o es evidente que semejante hom-
muerte existirá a ú n el alma. Porque siempre me ha sorprendido, porque yo en tu lugar y me viese vencido, "b"rc~se melé a tratar con los d e m á s -

si alguno extendiese el razonamien- me ha hecho recordar que yo mismo j u r a r í a , al modo de los de A r g o s ® "sin tener conocimiento de las cosas
to t o d a v í a m á s que t ú , y se le con- tuve esta misma idea en otro tiem- no dejar crecer mis cabellos nasta humanas? Porque si hubiera tenido
cediese, no sólo que el alma existe po. Así pues, yo estoy como de nue- que no hubiese c o n t r a í d o a mi vez la menor experiencia, h a b r í a visto
en el tiempo que precede a nuestro vo en esta c u e s t i ó n , y necesito muy la victoria sobre las objeciones de las cosas como son en sí, y recono-
nacimiento, sino t a m b i é n que no de veras nuevas pruebas para con- Simmias y de Cebes. ciendo que los buenos y los malos
hay inconveniente en que las almas vencerme que nuestra alma no mue- Y o le dije: " ¿ H a s olvidado el son muy raros, lo mismo los unos
de algunos existan d e s p u é s de l a re con el cuerpo. Por lo mismo, Fe- proverbio de que el mismo Hera- que los otros, y que los que ocu-
muerte y renazcan muchas veces d ó n , dinos, |por Z e u s l , de q u é ma- cles no basta contra dos?" pan un t é r m i n o medio son nume-
para m o r i r de nuevo; siendo el al- nera Sócrates continuo la disputa; — ( A h í — d i j o — , ¿ p o r q u é no rosos.
ma bastante fuerte para usar mu- si se vio embarazado como vosotros, apelas a m í , como a tu lolas? — ¿ Q u é dices, S ó c r a t e s ?
chos cuerpos, uno d e s p u é s de otro, o si sostuvo su o p i n i ó n con tem- — T a m b i é n yo apelo a t i , no como — D i g o , F e d ó n , que con los bue-
como usa el hombre muchos vesti- planza; y, en f i n , si os satisfizo en- Heracles a su lolas, sino como lolas nos y los malos sucede lo que con
dos; c o n c e d i é n d o l e todo esto, digo, teramente o no. C u é n t a n o s , te lo apela a su Heracles. los muy grandes o muy p e q u e ñ o s .
no por eso se negaba que el alma suplico, todos estos pormenores sin — N o importa — r e p l i c ó — ; es ¿ N o ves que es raro encontrar un
se gasta al cabo de tantos nacimien- olvidar nada. igual. hombre muy grande o un hombre
tos, y que al fin acaba por perecer F E D Ó N . — T e aseguro, E q u é c r a t e s , — P e r o ante todo estemos en guar- muy p e q u e ñ o ? Así sucede con los
de hecho en algunas de estas muer- que si siempre he admirado a Só- dia para no incurrir en una gran perros y con todas las d e m á s cosas;
tes. Y si se a ñ a d i e s e que nadie pue- crates, en esta ocasión le a d m i r é m á s falta. con lo que es r á p i d o y con lo que
de saber cuál de estas muertes al- que nunca, porque el que estuviere — ¿ Q u é falta? — l e dije. es lento; con lo que es bello y l o
c a n z a r á al alma, porque es imposi- pronto a satisfacer esto, no puede — E n la de ser m / s d í o g o s í ? que que es feo; con lo que es blanco y
ble a los h o m b r e » presentirlo; en- e x t r a ñ a r s e en un hombre como él; los hay como hay misántropos: por- lo que es negro ¿ N o ñolas que en
tonces todo hombre que no teme pero lo que me p a r e c i ó admirable que el mayor cíe lodos los males , todas estas cosas los dos exiremos
la muerte y la espera con confian- fue, en primer lugar, la dulzura, la es atiorrecer la r a z ó n , y esta miso- son raros, y que el medio es muy
za, es un insensato, salvo que pueda bondad, las muestras de a p r o b a c i ó n logia tiene el mismo origen que la frecuente y muy c o m ú n ?
demostrar que el alma es enteramen- con que e s c u c h ó las objeciones de m i s a n t r o p í a . ¿ D e d ó n d e procede si
te inmortal e imperecible. D e otra — L o advierto muy bien, Sócra-
estos jóvenes, y en seguida, la sa- no la m i s a n t r o p í a ? De que, después
manera, es absolutamente necesario tes.
gacidad con que n o t ó la impresión de haberse fiado de un hombre, sin
que el que va a morir tema por su que ellas h a b í a n hecho en nosotros; n i n g ú n previo examen, y de haber-
— S i se propusiese un combate de
alma y tema que ella va a perecer y, en f i n , la habilidad con que nos maldad, serian bien pocos los que
le c r e í d o siempre sincero, honrado
en la p r ó x i m a s e p a r a c i ó n del cuerpo. c u r ó , y c ó m o a t r a y é n d o n o s como pudieran aspirar al primer premio.
y fiel, se encuentra uno al fin con -
—Es probable.
Cuando o í m o s estas objeciones, no . a vencidos fugitivos, nos hizo vol- -—Seguramente — r e p l i c ó — . pero
dejaron de incomodarnos, como hu- ver la espalda y nos obligó a entrar 1 2 Los griegos se hacían cortar los
cabellos a la muerte de sus aminos, y no es en este concepto en el que
bimos de confesarlo; porque, des- en discusión. los colocaban sobre su tumba. los razonamientos se parecen a los
pués de estar convencidos por los EQUÉCRATES.—¿Cómo? " Estando los de Argos en guerra hombres, sino que por seguirte me
razonamientos anteriores, v e n í a n ta- F E D Ó N . — V o y a d e c í r t e l o . Estaba con los espartanos, a causa de la ciu- he dejado ir un poco fuera del asun-
les argumentos a turbarnos y arro- yo sentado a su derecha, cerca de dad de Tiré, de que estos últimos se to. L a única semejanza que hay, es
jarnos en la desconfianza, no sólo su cama, en un asiento bajo, y él habían apoderado, y habiendo sido
aquéllos derrotados, se hicieron cortar que cuando se admite un razona-
por lo que se h a b í a dicho, sino tam- estaba en otro m á s alto que el m í o ; miento como verdadero, sin saber
los cabellos y juraron no dejarlos cre-
bién por lo que se nos p o d í a decir pasando su mano por m i cabeza y cer hasta no haber reconquistado la el arte de razonar, sucede que m á s
en lo sucesivo; porque en todo caso cogiendo el cabello que caía sobre ciudad. tarde parece falso, séalo o no lo
í b a m o s a parar en creer, o que no mis espaldas, y con el cual tenía la '« Enemigos de la razón. sea, y diferente de él mismo: y
412 P L A T Ó N FP.PÓN 0 DEL A L M A 415

cuando uno ha c o n t r a í d o el h á b i t o ca diferencia que hay entre ellos y solutamente todo lo que os he dicho res: o el conocimiento es una re-
de disputar sosteniendo el pro y el yo, es que yo no intento sólo persua- antes, o a d m i t í s una parte? miniscencia, o el alma es una ar-
contra, se cree al fin hombre muy d i r con lo que diga a los que están Ellos dijeron que no lo rechaza- monía.
h á b i l , y se imagina ser el ú n i c o que a q u í presentes, si bien me compla- ban todo. —Escojo la primera — d i j o Sim
ha comprendido que n i en las co- ceré en ello si lo consigo, sino que —Pero — a ñ a d i ó Sócrates-—, ¿qué] mias—, porque he admitido la se
sas ni en los razonamientos hay na~ mi principal objeto es convencerme pensáis de lo que os he dicho de .gunda sin d e m o s t r a c i ó n , c o n t e n t á n -
da de verdadero J i T c h T seguro; que a m í mismo. Porque he a q u í , m i que aprender no es m á s que recor-dome con esa aparente verosimili
todo está en un flujo v reflujo con» querido amigo, c ó m o razono yo, y dar, y por consiguiente, que es ne- lud que basta al vulgo. Pero estoy
tinuo. como el E u r i p o f f i y que nada verás que este razonamiento me in- cesario que nuestra alma baya exis- persuadido de que lodos los razo-
permanece ni un solo momento en teresa mucho; si lo que yo diga, tido en alguna parte antes de haT namientos que no se apoyan sino
el mismo estado." resulta verdadero, es bueno creer- berse unido al cuerpo? sobre la probabilidad, es tán henchi
— E s la pura verdad. lo; y si d e s p u é s de l a muerte no hay — Y o —dijo C c b c s ^ , he recono- dos ile v a n i d a d ; y que si se mira
— C u a n d o hay u n razonamiento nada, h a b r é sacado de todas ma- cido desde luego la evidencia de lo bien, ellos e x t r a v í a n y e n g a ñ a n lo
verdadero, sólido, susceptible de ser neras l a ventaja de no haber inco- que dices, y no conozco principio mismo en g e o m e t r í a que en cual-
comprendido, ¿ n o sería una desgra- modado a los d e m á s con mis lamen- que me parezca m á s verdadero. " L o quiera otra ciencia. M a s la doctrina
cia deplorable, F e d ó n , que por na- tos, en el poco tiempo que me que- mismo digo yo — d i j o Simmias—, de que la ciencia es una reminis-
berse dejado llevar de esos razona- da de v i d a . M a s no p e r m a n e c e r é y me s o r p r e n d e r í a mucho si llegara cencia, está fundada en un princi-
mientos, en que todo aparece tan mucho en esta ignorancia, que m i - a mudar de o p i n i ó n en este punto." pio sólido; en el p r i n c i p i o de que,
pronto verdadero como falso, en lu- raría como un m a l ; sino que bien —Tienes que mudar de parecer, según hemos dicho, nuestra alma,
gar de acusarse a sí mismo y de pronto va a desvanecerse. Fortifica- mi querido Tebano, si persistes en antes de venir a animar nuestro
acusar a su propia incapacidad, do con estas reflexiones, m i querido la o p i n i ó n de que la a r m o n í a es al- cuerpo, existe como la esencia m i s "
vaya uno a hacer recaer la falta so- Simmias y m i querido Cebes, voy a go compuesto y que nuestra alma ma; la esencia, es decir, lo que c x i s ~
bre la r a z ó n , y pasarse l a vida abo- entrar en la d i s c u s i ó n ; y si me no es m á s que una a r m o n í a que re- te realmente. He a q u í por q u é , con
rreciendo y calumniando l a r a z ó n creéis, que sea menos por respeto sulta del acuerdo de las cualidades vencido de efiíc debo darme por sa-
misma, p r i v á n d o s e así de l a verdad a la autoridad de Sócrates que por del cuerpo; porque probablemente tisfecho con esta prueba, no debo
y de la ciencia? respeto a la verdad. Si lo que os no te creerías fe ti mismo si dijeras ya escucharme n m í mismo, ni tam
— S í , eso sería deplorable, |por digo es verdadero, admitidlo; si no que la a r m o n í a existe antes de las poco dar o í d o s a los que digan que
Zeusl —dije yo. lo es, combatidlo con todas vues- cosas de que se compone. ¿ L o di- el alma es una a r m o n í a .
—Estemos, pues, en guardia —re- tras fuerzas; teniendo mucho cuida- rías?
do no sea que yo me e n g a ñ e a m í — A h o r a bien, Simmias —-dijo
plicó é l — para que esta desgracia — N o , sin duda, Sócrates —res-
mismo, que os e n g a ñ e t a m b i é n a S ó c r a t e s — , ¿ t e parece que es pro-
no nos suceda; y no nos preocupe- p o n d i ó Simmias.
vosotros por exceso de buena vo- pio de la a r m o n í a o de cua'quier
mos con la idea de que no hay na- — ¿ N o notas, sin embargo —re-
luntad, a b a n d o n á n d o o s como la abe- otra cosa compuesta el ser diferen
da sano en el razonamiento. Persua- plicó S ó c r a t e s — , que es esto lo que
ja, que deja su aguijón en la llaga. te de las cosas mismas de que se
d á m o n o s m á s bien de que somos dices cuando sostienes (pie el alma compone?
nosotros mismos los autores de este existe antes de venir a animar el
mal, y hagamos decididamente to- "Comencemos, pues; pero antes — D e ninguna manera.
h a b é i s de ver, os lo suplico, si me cuerpo, y que, no obstante, se com- — ¿ N i el padecer o hacer otra cosa
dos los esfuerzos posibles para co- pone de cosas que no existen a ú n ?
rregirnos. Vosotros estáis obligados acuerdo bien de vuestras objecio- que lo que hacen o padecen los ele
nes. M e parece que Simmias teme Porque el alma no es como la ar- menlos que la componen?
a ello, tanto m á s cuanto que os res- m o n í a con la que la comparas, sino
ta mucho tiempo de Vida; y yo tam- que el alma, aunque m á s divina y —Conforme -—d¡|o Simmias.
m á s excelente que el cuerpo, perez- que es evidente que la lira, las cuer- — ¿ N o es natural que a la armo
bién me considero obligado a lo das, los sonidos discordantes, exis-
mismo, porque voy a m o r i r . Temo ca antes que él, como según ha d i - nía precedan las cosas que la com-
cho sucede con la a r m o n í a ; y Ce- ten antes de la a r m o n í a , la cual re- ponen y no que la sigan?
mucho que al ocuparme hoy en esta sulta de todas estas cosas, y en se-
materia, lejos de conducirme como bes ha concedido, si no me e n g a ñ o , — A s í es.
que el alma es m á s durable que el guida perece con ella. Esta última — ¿ N o son incompatibles con la
verdadero filósofo, voy a convertir- p r o p o si ci ó n tuya, ¿ c o n v i e n e con la
me en disputador terco, a la mane"" cuerpo, pero que no se puede ase- a r m o n í a los sonidos, los movimien-
gurar que d e s p u é s que ella ha usado primera? tos y toda cosa contraria a los ele-
ra de todos esos ignorantes que.~
cuando disputan.; no se cuidan en muchos cuerpos, no perezca al aban- — D e ninguna manera —dijo Sim- mentos de que ella se compone?
manera alguna de e n s e ñ a r la ver- donar el ú l t i m o , y que ésta no sea mias. —Seguramente —dijo Simmias.
dad, sino que su ú n i c o objeto es una verdadera muerte del alma; — S i n embargo — r e p l i c ó Sócra- — ¿ P e r o no consiste toda a r m o n í a
arrastrar a su o p i n i ó n personal a~ porque, con respecto al cuerpo, éste tes—, si en algún discurso debe ha- en la consonancia?
todos los que Ies escuchan. L a ú n i - no cesa ni un solo momento de pe- ber acuerdo, es en aquel en que se — N o te entiendo bien -—dijo
recer. ¿ N o son éstos los dos pun- trata de la a r m o n í a . Simmias.
*" E l Euripo, que separa Eubea de tos que tenemos que examinar, Sim- —Tienes r a z ó n , Sócrates. — Pregunto s i . según que sus ele
Reocia, estaba en un continuo movi- mias y Cebes?" —Pues en este caso no hay acuer- menlos están m á s o menos de acuer-^
miento de flujo y de reflujo, de siete Convinieron ambos en ello. do —dijo S ó c r a t e s — , y así mira do, no resulta m á s o menos la ar
vrrrs al día y otras tantas por la noche. — ¿ R e c h a z á i s — c o n t i n u ó é l — ab cuál de estas dos opiniones prefie- monía
414 P L A T Ó N
FEDÓN O D E L A L M A 415

—Seguramente.. es una disonancia y la virtud una bns de servirle contra la a r m o n í a ,


hace todo lo contrario; que gobier-
— ¿ Y puede decirse del alma que armonía? na y conduce las cosas mismas de me ha llamado la atención m á s de
una es m á s o menos alma que otra? — D e ninguna manera. que se la supone compuesta; que lo que yo creía; porque mientras
— N o , sin duda. — O m á s bien, ¿ l a razón exige las resiste durante casi toda la v i d a , Simmias te p r o p o n í a sus dudas, te
— V e a m o s , pues, ¡por Zeusl ¿ N o que se diga que el vicio no puede reprendiendo a ""fls. más, duramente nía por imposible que ninguno las
se dice que esta alma, que tiene i n - encontrarse en ninguna alma, si el mediante el dolor, como en la gim- rebatiera, y me he quedado comple-
teligencia y v i r t u d , es buena; y que auna es una a r m o n í a , porque la ar- nasia y en la medicina;" tratando a tamente sorprendido ai ver que no
aquella otra, que tiene locura y mal- m o n í a , si es perfecta a r m o n í a , no ha podido sostener ni siquiera tu
otras con m á s dulzura, c o n t e n t á n d o -
dad, es mala? ¿ N o se dice esto con puede consentir l a disonancia? primer ataque. D e s p u é s de esto, es
se con reprender o amenazar ni de- _
razón? — S i n dificultad. claro que no me s o r p r e n d e r é si a
seo, a la cólera, al temor, como co-
— S í , sin duda, — L u e g o el alma, si es alma per- sas de distinta naturaleza que ellaT" Cadmo alcanza la misma suerte.
— Y los que sostienen que el alma fecta, no puede ser capaz de v i c i o . "Esto" es lo que H o m e r o ha expre- — M i querido Cebes — r e p l i c ó Só-
es una a r m o n í a , ¿ q u é d i r á n que — ¿ C ó m o p o d r í a serlo conforme sado muy bien, cuando dice en la crates—, no me alabes demasiado,
son estas cualidades del alma, este a los principios en que hemos con- Odisea que Odiseo,*"? " d á n d o s e de no sen que la envidia trastorne lo
vicio y esta virtud? ¿ D i r á n que la venido? golpes en el pecho, r e p r e n d i ó l o con que tengo que decir; pero esto de-
una es una a r m o n í a y l a otra una — S e g ú n estos mismos principios, semejantes palabras: ¡Amianta, co- pende de Dios. Ahora nosotros, ce-
disonancia? ¿ Q u e el alma virtuosa, las almas de todos los animales son razón, que t//go más vergonzoso rrando m á s las filas, como dice H o -
siendo a r m ó n i c a por naturaleza, tie- igualmente buenas, si todas son hubiste de soportar". ¿ C r e e s tú quem e r o , ® pongamos tu objeción a
ne a d e m á s en sí misma otra armo- igualmente almas. Homero hubiera dicho esto si hubie- prueba. L o que deseas averiguar se
n í a ? ¿ Y que l a otra, siendo una ra c r e í d o que el alma es una armo- reduce a lo siguiente: quieres que
— A s í me parece, Sócrates.
disonancia, no produce a r m o n í a ? nía que debe ser gobernada por las se demuestre que el alma es inmor-
— ¿ Y consideras que esto sea in-
— Y o no puedo d e c í r t e l o —res- pasiones del cuerpo? ¿ N o piensas tal e imperecible, a fin de que u"ñ~
contestable, y como una consecuen-
p o n d i ó S i m m i a s — ; parece, sin em- que m á s bien ha c r e í d o que el alma _ filósofo que va a morir y muere
cia necesaria, si es cierta la hipóte-
bargo, que los partidarios de esta debe guiarlas y amaestrarlas, y que con valor y con la esperanza de ser
sis de que el alma es una a r m o n í a ?
o p i n i ó n d i r í a n algo semejante. es de una naturaleza m á s divina que infinitamente m á s dichoso en el otro
— N o , sin duda, Sócrates.
— P e r o estamos de acuerdo — d i j o una a r m o n í a ? mundo, que si hubiera muerto des^~
S ó c r a t e s — en que un alma no es — P e r o , dime, Simmias; entre to-
das las cosas que componen el hom- — S í , ¡por Zeus!, yo lo creo —dijo puéís de haTier v i v i d o de distinta
m á s o menos alma que otra; es de- Simmias. manera, no tenga una confianza in-
cir, que hemos sentado que ella no bre, ¿ e n c u e n t r a s que mande otra
que el alma, sobre todo cuando es — P o r consiguiente, mi querido _ sensata. Porque el que el alma sea
tiene m á s o menos a r m o n í a que otra Simmias — r e p l i c ó S ó c r a t e s — , no algo vigoroso y divino y el que haya
a r m o n í a . ¿ N o es a s í ? sabia?
— N o , sólo ella manda. podemos en modo alguno decir que existido nntes de nuestro nacimien-
— L o confieso — d i j o Simmias. el alma es una especie de a r m o n í a ; to no prueba nada, dices t ú . en fa-
— Y que no siendo m á s o menos — ¿ Y manda aflojando la rienda
a las pasiones del cuerpo, o resis- porque no e s t a r í a m o s al parecer de vor de su inmortalidad, y todo lo
a r m o n í a , no existe m á s o menos acuerdo ni con H o m e r o , este poeta que se puede inferir es que puede
acuerdo entre sus elementos. ¿ N o es t i é n d o l a s ? P o r ejemplo: cuando el
cuerpo tiene sed, ¿ n o le impide el d i v i n o , ni con nosotros mismos. durar por mucho tiempo, y que
así? Simmias convino en ello. existía ya antes que nosotros en al-
alma de beber? O cuando tiene ham-
— S í . sin duda. — M e parece —repuso S ó c r a t e s — guna parte y por siglos casi infini-
bre, ¿ n o le impide de comer, y l o
— Y no estando m á s o menos de que hemos suavizado muy bien esta tos; que durante este tiempo ha po-
mismo en m i l cosas semejantes, en
acuerdo con sus elementos, ¿ p u e d e a r m o n í a t e b a n a ; © pero en cuanto dido conocer y hacer muchas cosas,
que vemos claramente que el alma
tener m á s a r m o n í a o menos armo- a Cebes, ¿ d e q u é medio me v a l d r é sin que por esto fuera i n m o r t a l ; que,
combate las pasiones del cuerpo?
n í a ? ¿ O es preciso que la tenga yo para apaciguar a este C a d m o ? ® por el contrario, el momento de su
¿ N o es a s í ?
igual? ¿ D e q u é razonamiento me v a l d r é primera venida al cuerpo ha sido
— S i n duda.
—Igual. — ¿ P e r o no hemos convenido an- para conseguirlo? quizá el principio de su r u i n a , y
— P o r l o tanto, puesto que un tes en que el alma, siendo una ar- —Estoy seguro de que lo encon- como una enfermedad que se pro-
alma no puede ser m á s o menos que m o n í a , no puede tener otro tono t r a r á s — r e s p o n d i ó Cebes—. Por lo longa entre las debilidades y an-

f
otra, ¿ n o puede estar en m á s o me- que el producido por la tensión, que hace al argumento de que aca- rustías de esta vida, y concluye por
nos acuerdo que otra? aflojamiento, v i b r a c i ó n o cualquie- o que llamamos la muerte. Abades
— E s cierto. ra otra modificación de los elemen- Odisea. (Colección "Sepan cuan- que importa poco que al alma ven-
—Se sigue de a q u í , necesariamen- to» . . " Editorial Porrúa, S. A.) R. 20,
tos que la componen, y que debe v. 15. ga una sola vez a animar el cuerpo
te, que u n alma no puede tener ni necesariamente obedecerles sin do- , T Sócrates llama la opinión de Sim- o que venga muchas, y que esto no
más a r m o n í a ni m á s disonancia que minarlos j a m á s ? mias, que era de Tebas, la armonía hace variar los justos motivos de te-
otra. —Hemos convenido en eso, sin tebana, aludiendo a la fábula de An- mor; porque, a no estar demente,
—Convengo en ello. duda — d i j o Simmias—. ¿ P o r q u é fión, quo construyó los muro» de la el hombre debe temer siempre la
— P o r consiguiente, ¿ u n alma pue- no? ciudad con la armonía de mi lira.
de tener m á s virtud o m á s vicio —Pero —repuso S ó c r a t e s — , ¿ n o ** Alusión «I otro fundador de Te- >• Ulmla. (Colección "Sopan cuan-
que otra, si es cierto que el vicio vemos p r á c t i c a m e n t e que el alma ba», donde Cebes habla nacido tam- to» " Editorial Porrúa, S. A.) C. IV
bién. v. 4%.
416 P L A T Ó N PEDÓN O D E L A L M A 417
4

muerte, en tanto que no sepa con la ciencia. Q u e r í a conocer d e s p u é s parados, cada u n o de ellos era uno* me explicaría la causa y la necesi-
certeza y pueda demostrar que e l las causas de l a c o r r u p c i ó n de to- y no eran dos, y que después que dad de lo que ella es, y me diría
alma es inmortal. H e a q u í , a m i das estas cosas. M i curiosidad bus- se han juntado se han hecho dos, cuál es lo mejor. Asimismo si creía
parecer, todo l o que dices. Cebes; caba los cielos y hasta los abismos porque se ha puesto el uno al par que la tierra está en el centro del
y yo l o repito muy a l por menor, de l a tierra, para saber q u é es l o del otro. Y o no veo tampoco c ó m o mundo, esperaba que me enseñaría
para que nada se nos escape, y para que produce todos los f e n ó m e n o s ; y es que cuando se divide una cosa, por q u é es lo mejor que la tierra
que puedas t o d a v í a a ñ a d i r o quitar a l T i n m e e n c o n t r é todo l o incapaz esta división hace que esta cosa, que ocupe el centro; y d e s p u é s de haber
lo que gustes. que se puede ser para hacer estas era una antes de dividirse, se haga o í d o de él lodas estas explicaciones,
"Indagaciones. V o y a darte una prue- dos desde el momento de la separa- cstabn resuelto por m i parte a no
— P o r ahora — r e s p o n d i ó Cebes—, ir nunca en busca de ninguna olra
nada tengo que modificar, porque b a patente de eflq. Y es que este ción; porque a q u í aparece una cau-
precioso estudio n i é ha dejado tan sa enteramente contraria a l a que clase de causas. T a m b i é n me pro
has dicho l o mismo que yo mani- ponía interrogarle en igual forma
festé. a oscuras en las mismas cosas que hizo que uno y u n o fuesen dos. A n -
yo sabía antes c o n l a mayor eviden- tes este uno y el otro uno se hacen acerca del sol. de l a luna y de los
S ó c r a t e s , después de haber per- d e m á s asiros, para conocer la r a i ó n
cia, según a m í y a otros nos pa- dos, porque se juntan el uno c o n
manecido silencioso, p o r a l g ú n tiem- de sus revoluciones, de sus movi-
recía, que he olvidado todo lo que el otro; y ahora esta cosa, que es
po, y como recogido en sí mismo, mientos y de lodo l o que les suce-
sabía sobre muchas materias, p o r una, se hace dos, porque se la d i -
le dijo a Cebes: " E n verdad n o es de; y para saber c ó m o es lo mejor
ejemplo, en la siguiente: ¿ c u á l es vide y se l a separa. M á s a ú n ; n o
tan poco l o que pides, porque para posible lo que cada uno de ellos
la causa de que el hombre nazca? creo saber por q u é el uno es uno,
explicarlo es preciso examinar a fon- hace, porque no p o d í a imaginarme
Pensaba yo que era muy claro para y, en f i n , tampoco s é , al menos
do la cuestión del nacimiento y de que, d e s p u é s de haber dicho que la
todo el mundo que el hombre no por razones físicas, c ó m o una cosa,
la muerte. S i l o deseas, te d i r é l o inteligencia los había ordenado y
crece sino porque come y bebe; por p e q u e ñ a que sea, nace, perece
que me ha sucedido a m í mismo arreglado, pudiese decirme que fue-
puesto que por medio del alimento, o existe; a s í que resolví adoptar
sobre esta materia; y si l o que v o y se otra la cansa de su orden y dis-
u n i é n d o s e l a carne, a la carne, los otro m é t o d o , yn que éste de ningu-
a decir te parece útil, te servirás de posición que la de no ser posible
huesos a los huesos, y todos los de- na manera me satisfacía.
ello en apoyo de tus convicciones." cosa mejor; y me lisonjeaba de que.
m á s elementos a sus elementos se-
— L o deseo con todo m i corazón mejantes, l o que a l principio no es "Habiendo o í d o leer en u n libro, después de designarme esta causa
—dijo Cebes. m á s que un p e q u e ñ o volumen se au- que, según se d e c í a , era de Anaxá- en general y en particular, me ha-
— E s c ú c h a m e , pues. Cuando yo menta y crece, y de esta manera u n goras, que l a inteligencia es la nor- ría conocer en m i é consiste el bien
era joven, sentía v i v o deseo de hombre de p e q u e ñ o se hace muy ma y la causa de todos los seres, de cada cosa en particular y el
aprender esa ciencia que se llama grande. H e a q u í l o que yo pensaba. me v i arrastrado por esta idea; y bien de lodas en general. Por nada
la física, porque me p a r e c í a u n a ¿ N o te parece que tenía r a z ó n ? me p a r e c i ó una cosa admirable que hubiera cambiado en aquel momen-
cosa sublime saber las causas de to- la inteligencia fuese la causa de to- to mis esperanzas.
dos los f e n ó m e n o s , de todas las co- —Seguramente — d i j o Cebes. do; porque creía que, habiendo dis- " T o m é , pues, con el m á s vivo in
sas; l o que las hace nacer, l o que —Escucha l o que sigue. Creía yo puesto la inteligencia todas las co- teres estos libros y me puse a leer-
las hace morir, l o que las hace exis- saber por q u é u n hombre era m á s sas, precisamente estarían arregla- los lo m á s pronto posible, para sa
tir; y no hubo sacrificio que omi- grande que otro hombre, llevándose das l o mejor posible. S i alguno, ber luego lo bueno y l o malo de
tiera para examinar, en primer l u - de diferencia toda l a cabeza; y por pues, quiere saber la causa de cada todas las cosas; pero muy luego per-
gar, si es de lo caliente o de l o frío, q u é u n caballo era m á s grande que cosa, el por q u é nace y por q u é pe- dí toda esperanza, porque tan pron
d e s p u é s que han sufrido una espe- otro caballo; y otras cosas m á s cla- rece, no tiene m á s que indagar la to como hube adelantado un poco
cie de c o r r u p c i ó n , como algunos ras, como, por ejemplo, que diez mejor manera en que puede ella en m i lectura, me e n c o n t r é con que
pretenden 0 de d ó n d e proceden los eran m á s que ocho por haberse aña- existir; y me p a r e c i ó que era una mi hombre no hacía intervenir para
animales; si es l a sangre la que crea dido dos, y que dos codos eran m á s consecuencia de este principio que lo nada la inteligencia, que no daha
el p e n s a m i e n t o ; © o el aireftP o el grandes que u n codo por excederle ú n i c o que el hombre debe averiguar ninguna razón del orden de las co-
fuegoO o ninguna de estas cosas; en una mitad. es cuál es l o mejor y lo m á s per- sas, y que en lugar de la inteligen-
o si sólo el c e r e b r o © es l a causa — ¿ Y q u é piensas ahora? — d i j o fecto; porque desde el momento en cia p o n í a el aire, el é t e r , el agua y
de nuestras sensaciones de l a vista, Cebes. que l o haya averiguado, c o n o c e r á otras cosas igualmente absurdas. M e
del o í d o , del olfato; si de estos sen- — ¡ P o r Zeusl Estoy tan distante necesariamente cuál es lo m á s malo, pareció corno si dijera: Sócrates
tidos resultan la memoria y l a ima- de creer que conozco las causas de~ puesto que no hay m á s que una nace mediante la inteligencia torio
ginación; y si de l a memoria y de l a ninguna de estas cosas, que n i a u ñ ~ ciencia paro l o uno y para lo otro. lo que hace; y que en seguida, que-
imaginación sosegadas nace, en f i n ,
"° Opinión de los jónicos Anaxágo-
f >resumo saber si cuando a uno se
e/añade otro u n o , es este uno e l "Pensando de esta suerte tenía el riendo dar razón de cada cosa que
gran placer de encontrarme con un yo hago, dijera que hoy, por ejem-
ras v Arquelao.
' Opinión de Empédocles.
§ ue se a ñ a d i ó al otro, el que se hace"
os; o si es el a ñ a d i d o y el que se
maestro como A n a x á g o r a s . que me plo, estoy sentado en m i cama, por
que m i cuerpo se compone de bur
r explicaría, según mis deseos, la cau-
Opinión de Anaxímcnes. j ñ a d e juntos los que constituyen"" sos v de nervios; que siendo los
sa de todas las cosas; y que. des-
Opinión de llcráclilo. dos en virtud de esta adición del huesos lluros v «olido*, e>iirtn sepa
7 1
pués de haberme dicho, por ejem<
" Opinión nnlÍRiia. DiÓReno» Inri muí ni otro, porque lo que, me sor- rados por junturas, y que los nci
pío. si la tierra es plana o redonda,
418 P L A T Ó N PEPÓN O D E L A L M A 419

vios, pudiendo restirarse o encoger- consideran rodeada l a tierra por un lo que no está conforme con esto, bello en sí. .Mientra» me atenga a
se, unen los huesos con la carne y torbellino, y la suponen lija en el lo desecho como falso. Pero voy a este principio no creo e n g a ñ a r m e ;
con la piel, que encierra y abraza centro d e l mundo; o t r o s í la con- explicarme con m á s claridad, por- y estoy persuadido de que puedo
a los unos y a los otros; que estan- ciben como una ancha artesa, que que me parece que no me entien- responder con toda seguridad que
do los huesos libres en sus articula- tiene por base el aire; pero no se des a ú n . las cosas bellas son bellas a causa
ciones, los nervios, que pueden ex- cuidan de investigar el poder que — N o , ¡por Zeus!, Sócrates —dijo de la presencia de lo bello. ¿ N o te
tenderse y encogerse, hacer que me l a ha colocado del modo necesario Cebes—; no te comprendo lo bas- parece a ti lo mismo?
sea posible recoger las piernas como para que fuera lo mejor posible; no tante. — Perfectamente.
veis, y que ésta es la causa de estar creen en la existencia de n i n g ú n po- — S i n embargo — r e p l i c ó Sócra- — E n la misma forma, las cosas
yo sentado a q u í y de esta manera. der d i v i n o , sino que se imaginan ha- tes—, nada digo de nuevo: digo lo grandes, ¿ n o son grandes a causa
O t a m b i é n es l o mismo que s i , para ber encontrado un Atlas m á s fuerte, que he manifestado en m i l ocasio- de la magnitud, y las p e q u e ñ a s a
explicar la causa de la c o n v e r s a c i ó n m á s inmortal y m á s capaz de sos- nes, y lo que acabo de repetir en causa de la pequenez?
que tengo con vosotros, os dijese tener todas las cosas; y a este bien, la discusión precedente. Para expli-
que lo era l a v o z , el aire, el o í d o y que es el ú n i c o capaz de ligar y --Sí.
carte el m é t o d o de que me he ser- — S i uno pretendiese que un hom-
otras cosas semejantes; y no os d i - abrazarlo todo, lo tienen por una vido en la i n d a g a c i ó n de las cau-
jese n i una sola palabra de l a ver- vana idea. bre es m á s grande que otro, lleván-
sas, vuelvo desde luego a lo que tan- dole la cabeza, y que éste es peque-
dadera causa, que es l a de haber tas veces he expuesto; por ello voy
" Y o con el mayor gusto me ha- ñ o en la misma p r o p o r c i ó n , ¿ n o se-
creído los atenienses que l o mejor a comenzar t o m á n d o l o por funda-
b r í a hecho d i s c í p u l o de cualquiera rías de su o p i n i ó n ? Pero s o s t e n d r í a s
para ellos era condenarme a muerte, mento. Digo, pues, que hay algo que
que me hubiera e n s e ñ a d o esta cau- que lo que quieres decir es que lo-
y que, por la misma r a z ó n , he creí- es bueno, que es bello, que es_gran-
sa; pero al ver que no p o d í a alcan- . das las cosas que son m á s grandes
do yo que era igualmente l o mejor ~3e por sí mismo. S i me concedes
zar a conocerla, ni por m í mismo que otras, no lo son sino a causa
para m í estar sentado en esta cama este principio, espero demostrarte
n i por medio de los d e m á s , ¿ q u i e - de la magnitud; que es la magnitud
y esperar tranquilamente la pena por este medio que el alma es in-
res. Cebes, que te diga l a segunda misma la que las hace grandes; y
que me han impuesto. Porque os mortal.
tentativa que hice para encontrarla?"
juro por el cielo que estos nervios en la misma forma, que las cosas
y estos huesos m í o s ha largo tiem- — L o quiero con todo m i cora- — T e lo concedo —dijo Cebes—, p e q u e ñ a s no son m á s p e q u e ñ a s sino
po que es tarían en Megara o en zón —dijo Cebes. y trabajo te c o s t a r á llevar a cabo a cansa de la pequenez, siendo la
Beocia, si hubiera c r e í d o que era —-Cansado de examinar todas las tan pronto tu d e m o s t r a c i ó n . pequenez la que hace que sean pe-
lo mejor para ellos y no hubiera es- cosas, c r e í que d e b í a estar prevenid" — T e n en cuenta lo que voy a q u e ñ a s . Y me imagino que. al sos-
tado persuadido de que era mucho do para que no me sucediese lo que decirte, y mira si estás de acuerdo tener esta o p i n i ó n , temería» una ob-
mejor y m á s justo permanecer a q u í a los que miran un eclipse de solT~ conmigo. M e parece que si hay al- jeción embarazosa que te p o d í a n ha-
para sufrir el suplicio a que m i pa- que pierden la vista si no toman la guna cosa bella, a d e m á s de lo bello
cer. Porque si dijeses que un hom-
tria me ha condenado, que no esca- p r e c a u c i ó n ae observar en el agua en sí, no puede ser bella sino por-
bre es m á s grande o m á s p e q u e ñ o
par y huir. D a r , por l o tanto, razo- o en cualquiera otro medio la ima- que participa de lo que es bello en
que otro con exceso de la cabera,
nes semejantes me p a r e c í a muy r i - gen de este astro. A l g o de esto p a s ó sí; y lo mismo digo de todas las
te p o d í a n responder por lo pronto,
dículo. en m i e s p í r i t u , y temí perder los d e m á s cosas. ¿ C o n c e d e s esta causa?
que el mismo objeto cons tituía la
ojos del alma si miraba los objetos — S í , la concedo.
"Dígase en buena hora que si yo magnitud del m á s grande y la pe-
con los ojos del cuerpo, y si me ser- —Entonces ya no entiendo ni
no tuviera huesos ni nervios, y otras quenez del m á s p e q u e ñ o ; y que a la
vía de mis sentidos para tocarlos y puedo comprender esas otras causas
cosas semejantes, n o p o d r í a hacer altura de la cabeza, que es peque-
conocerlos. M e c o n v e n c í de que de- 1 tan pomposas de que se nos habla.
lo que juzgase conveniente; pero ña en sí misma, es a lo que el m á s
bía recurrir a la r a z ó n , y buscar en Y a s í , si alguno llega a decirme que
decir que estos huesos y estos ner- grande d e b e r í a su magnitud: y se-
ella la verdad de todas las cosasTT lo que constituye la belleza de una
vios son l a causa de l o que yo hago, ría en verdad maravilloso que un
Q u i z á la imagen de que me sirvo cosa es la vivacidad de los colores,
y no l a elección de l o que es mejor,
para explicarme, no es enteramente hombre fuese grande a causa de
para la que me sirvo de la inteli- o la p r o p o r c i ó n de sus partes u otras
exacta; porque yo mismo no estoy cosas semejantes, abandono todas una cosa p e q u e ñ a . ¿ N o t e n d r í a s este
gencia, es el mayor absurdo, por- temor?
conforme en que el que mira las estas razones que sólo sirven para
que equivale a no conocer esta di- — S i n duda — r e p l i c ó Cebes, son-
cosas en l a r a z ó n , las mire m á s a ú n turbarme, y respondo, como por ins-
ferencia: que una c r i a causa y otra riéndose.
la, cosa, sin l a que la causa no serla por medio de otra cosa que el que tinto y sin artificio, y q u i z á con de-
nunca causa; y por l o tanto l a cosa las ve en sus f e n ó m e n o s ; pero sea masiada sencillez, que nada hace — ¿ N o temería» por la misma ra-
y no la causa es l a que el pueblo."" de esto lo que quiera, éste es el bella a la cosa m á s que la presen- zón decir que diez son m á s que ocho
camino que a d o p t é ; y desde enton- cia o la c o m u n i c a c i ó n con la belle- porque exceden en dos? ¿ N o dir ías
que camina siempre a tientas y como
en tinieblas, toma por verdadera
ces, tomando por fundamento lo que za primitiva, cualquiera que sea la m á s bien que esto es a causa de la
me parece lo mejor, tengo por ver- manera como esta c o m u n i c a c i ó n se cantidad? Y lo mismo t r a t á n d o s e
causa, y a la que sin razón da este "
dadero lo que está en este caso, trá- verifique; porque no pasan de a q u í de dos codos, ¿ n o diría» que muí
nombre. He a q u í por q u é u n o s © tese de las cosas o de las causas; y mis convicciones. Y o sólo aseguro más grandes que uno a causa de la
que todas las cosas bellas lo suri a . magnitud, m á s bien que a causa del
límpédocles. : " Anaxímenes. causa de la presencia en ellas de lo codo m á s ? Porque a q u í hay el mis-
420 PLATÓN
FEDÓN O D E L A L M A 421

mo motivo para temer la objeción. mirable, aun para los menos enten- Y me parece que no sólo la mag- blamos de las esencias mismas, cuyáj
—Tienes r a z ó n . didos. nitud no puede nunca ser al mismo presencia en Ins cosas (Ta a ésTas sus?
—Pero ¿ n o t e n d r í a s dificultad en FF.DÓN.—Así pareció a todos los tiempo grande y p e q u e ñ a , sino tam- nombres, y de estas últimas es de'.
decir que si se a ñ a d e uno a uno, la que se hallaban allí presentes. bién que la magnitud, que está en las que decimos que no pueden nun-
adición es la causa del m ú l t i p l e dos, EQUÉCRATES.—Y a nosotros, que nosotros, no admite la pequenez n i ca nacer la una de la otra." Y al
o que si se divide uno en dos, la no e s t á b a m o s allí, nos parece l o mis- puede ser sobrepujada; porque una mismo tiempo, mirando a Cebes, le
causa es la divis ión? ¿ N o afirma-mo, vista la relación que nos haces. de dos cosas: o la magnitud huye dijo: " L a objeción que se acaba de
rías m á s bien que no conoces otra Pero ¿ q u é su ce d i ó d e s p u é s ? y se retira al aproximarse su con- proponer, ¿ h a causado en l i alguna
F E D Ó N . — M e parece, si m a l no
causa de cada f e n ó m e n o que su par- traria que es la pequenez, o cesa de turbación?"
ticipación en la esencia propia de recuerdo, que d e s p u é s de haberle existir y perece; pero si alguna vez — N o , S ó c r a t e s , no soy tan débil,
la clase a que cada uno pertenezca; concedido que toda idea existe en ella subsiste y recibe en sí la pe- aunque hay cosas capaces de tur-
y que, por consiguiente, t ú no ves sí, y que las cosas que participan de quenez, no p o d r á por esto ser otra barme.
§ esta idea toman de ella su denomi-
ue sea otra la causa del m ú l t i p l e
n a c i ó n , c o n t i n u ó de esta manera:
os que su pa rtic ipa c ión en l a dua-
cosa que l o que ella era. A s í , por —Estamos, pues, u n á n i m e y ab-
ejemplo, d e s p u é s de haber recibido solutamente conformes — r e p l i c ó Só-
lidad, de que participa necesaria- — S i este principio es verdadero, en m í la pequenez, yo quedo el mis- crates—, en que nunca u n contra-
mente todo l o que se nace dos, co- cuando dices que Simmias es m á s mo que era antes, con la sola dife- rio puede convertirse en lo contra-
mo todo l o que se hace uno par- grande que Sócrates y m á s p e q u e ñ o rencia de ser a d e m á s p e q u e ñ o . L a rio a sí mismo.
ticipa de la unidad? N o abandona- que F e d ó n , ¿ n o dices que en Sim- ^magnitud no puede ser p e q u e ñ a a l — E s cierto —dijo Cebes.
rías las adiciones, las divisiones ymias se encuentran a l mismo tiem- Í¡mismo tiempo que es grande, y d e ' — V a m o s a ver si convienes en
po la magnitud y la pequenez?
todas las sutilezas de este g é n e r o , igual modo la pequenez, que está esto: ¿ h a y algo que se llame frío
dejando a los m á s sabios sentar so- — S í —dijo Cebes. en nosotros, no toma nunca el pues- y algo que se llame caliente?
bre semejantes base* sus razona- — H a b r á s de convenir en que si to de la magnitud; en una palabra", —Seguramente.
mientos, mientras que t ú , retenido,tú dices: Simmias es m á s grande ninguna cosa contraria, en tanto que — ¿ C o m o la nieve y el fuego?
como suele decirse, por miedo a tu que Sócrates; esta p r o p o si ci ó n no es lo es. puede TTacerse o ser su con- — — N o , | p o r Zeus!
sombra o m á s bien a tu ignorancia,verdadera en sí misma, porque no traria, sino que cuando la otra lle- — L o caliente es entonces diferen-
te a t e n d r í a s al sólido principio que
es cierto que Simmias sea m á s gran- ga, o se retira o perece. -te del fuego, y l o frío diferente de
nosotros hemos establecido? Y si se de porque es Simmias, sino que es la nieve?
impugnara este principio, ¿ l e deja- —Cebes convino en ello; pero — S i n dificultad.
m á s grande porque accidentalmente
rías sin defensa antes de haber exa- uno de los que estaban presentes — C o n v e n d r á s , yo creo, en que
tiene la magnitud. Tampoco es cier-
(no recuerdo q u i é n e r a ) , dirigién- cuando la nieve ha recibido calor.
minado todas las consecuencias que to que sea m á s grande que Sócra-
dose a S ó c r a t e s , le dijo: " ¡ A h . por . como d e c í a m o s antes, ya no será lo
de él se derivan para ver si entre tes, porque Sócrates es Só cr at es,
los dioses! ¿ N o has admitido va l o que era. sino que desde el momen-
ellas hay o no acuerdo? Y si te vie- sino porque Sócrates participa de la contrario de lo que dices? Porque to que se la aplique el calor, le ce-
ses obligado a dar razón de esto, pequenez en c o m p a r a c i ó n con la ¿ n o hemos convenido en que lo m á s derá el puesto o des aparecerá ente-
¿ n o l o barias suponiendo otro prin-
magnitud de Simmias. grande nace de lo m á s p e q u e ñ o y ramente.
cipio m á s elevarlo hasta que hubie- — A s í es la verdad. lo m á s p e q u e ñ o de lo m á s grande;
ses encontrado algo seguro que te — S i n duda.
—Simmias, en igual forma, no es en una palabra, que las contrarias
dejara satisfecho? ¿ Y no evitarías — L o mismo sucede con el fuego,
m á s p e q u e ñ o que F e d ó n , porque Fe- nacen siempre de sus contrarias?
embrollarlo todo como ciertos dispu- -tan pronto como le supere el frío:
d ó n es F e d ó n , sino porque F e d ó n ahora me parece haberle o í d o que
tadores, y confundir el primer prin- es grande cuando se le compara con y así se retirará o perecerá, porque
nunca puede ede suceder esto/ " 1

cipio con los que de él se derivan, Simmias, que es p e q u e ñ o . apenas se le baya aplicado el frío,
para llegar a la verdad de las co- Sócrates, inclinando un tanto su no p o d r á ser ya lo que era, y no
— A s í es. cabeza hacia adelante, como para
sas? Es cierto que q u i z á a estos —Simmias es llamado a la vez será fuego y frío a la vez.
disputadores les importa poco l a o í r mejor, le dijo: " m u y bien, tienes
grande y p e q u e ñ o , porque está en- razón al recordarnos los principios — M u y bien —dijo Cebes.
verdad, y que a l mezclar de esta tre los dos; es m á s grande que el que hemos establecido; pero no ves — E s , pues, tal la naturaleza de
suerte todas las cosas mediante su uno a causa de la superioridad de la diferencia que hay entre lo que algunas de estas cosas, que no sólo
profundo saber, se contentan con su magnitud, y es inferior, a causa hemos sentido antes y lo que deci- la misma idea conserva siempre el
darse gusto a sí mismos; pero t ú , si
de su pequenez, a la magnitud del mos ahora. Dijimos que una cosa mismo nombre, sino que este nom-
eres verdadero filósofo, h a r á s l o que
otro. — Y e c h á n d o s e a reír al mis- nace siempre de su contraria, y aho- bre sirve igualmente para otras co-
yo te he dicho. , mo tiempo, dijo—: M e parece que ra decimos que lo contrario no se sas que no son l o que ella es en sí
—Tienes razón —dijeron al mis- me he detenido demasiado en estas convierte nunca en lo contrario a misma, pero que tienen su misma
ino tiempo Simmias y Cebes. explicaciones; pero al f i n , l o que he sí mismo, n i en nosotros, ni en la forma mientras existen. Algunos
BouéCRATES.—¡Por Zeusl Hicie- dicho es exacto. naturaleza. Entonces h a b l á b a m o s de ejemplos a c l a r a r á n l o que quiero de-
nni bien en decir esto, F e d ó n ; por- Cebes convino en ello. las cosas que tienen sus contrarias, cir. L o Impar debe tener siempre
que me ha parecido que Sócrates — H e insistido en esta doctrina cada una de las cuales p o d í a m o s el mismo nombre. ¿ N o es a s í ?
«e >• <pin alia con una claridad ad- porque deseo atraeros a m i o p i n i ó n . designar con su nombre; y a q u í ha- — S í , s i n duda.
422 P L A T Ó N
FFDÓN O DFL ALMA 425
— A h o r a bien, dime: ¿ e s ésta la cuentran, cualquiera que sea, no
sea la idea de lo impar, no admi- — L a consecuencia es indeclinable
única cosa que tiene este nombre, sólo a retener Id idea que es en ellas
tirá, sin embargo, la idea de lo im- —dijo Cebes.
o hay alguna otra cosa que no sea esencial, sino t a m b i é n a rechazar
lo impar y que, sin embargo, sea par, como no c o n s e n t i r á n nunca — Pero ¿ c ó m o llamamos a lo que
toda otra idea contraria a é s t a ?
preciso designar con este nombre, idea de lo entero las tres cuartas no consiente nunca la idea de lo
— ¿ Q u é dices?
por ser de tal naturaleza que no partes, la tercera parle ni las de- par?
— L o que d e c í a m o s antes. T o d o m á s fracciones; si es que me has — L o impar.
puede existir sin lo impar? C o m o , aquello en que se encuentra la idea
por ejemplo, el n ú m e r o tres y mu- entendido y estás de acuerdo con- — ¿ C ó m o llamamos a lo que no
de tres, debe necesariamente, no migo en este punto. consiente nunca la justicia, y a lo
chos otros; pero fijémonos en e l sólo permanecer tres, sino perma-
tres. ¿ N o te parece que el n ú m e r o — A h o r a bien, voy a resumir mis que no consiente nunca el orden?
necer t a m b i é n impar. primeras preguntas; y t ú , al res- — L a injusticia y el desorden.
tres debe ser llamado siempre con
— ¿ Q u i é n lo duda? ponderme, me c o n t e s t a r á s , no en —Sea así; y a lo que no consien-
su nombre, y al mismo tiempo con
— P o r consiguiente, es imposible forma idéntica a ellas, sino en for- te nunca la muerte, ¿ c ó m o lo lla-
el nombre de impar, aunque lo im-
par no es lo mismo que el n ú m e r o que en una cosa tal como ésta pe- ma diferente, según el ejemplo que mamos?
tres? S i n embargo, tal es la natu- netre la idea contraria a la que cons- voy a ponerte; porque a d e m á s de — L o inmortal.
raleza del tres, del cinco y de la m i - tituye su esencia. la manera de responder que hemos — E l alma, ¿ n o consiente l a muer-
tad de los n ú m e r o s , que aunque — E s imposible. usado, que es segura, hay otra que te? ~
cada uno de ellos no sea l o que — A h o r a bien, lo que constituye lo es menos; puesto que si me pre- —No.
es lo impar, es, no obstante, siem- su esencia, ¿ n o es el impar? guntases q u é es lo que produce el — E l alma, es por consiguiente,
pre impar. L o mismo sucede con l a —Sí. calor en los cuerpos, yo no te da- inmortal.
otra mitad de los n ú m e r o s , como — Y la idea contraria a lo impar, ría la respuesta, segura sí, pero ne- — Inmortal.
dos, cuatro, aunque no son lo que ¿ n o es la idea de lo par? cia, de que es el calor; sino que, — ¿ D i r e m o s que esto está demos-
es lo par, es cada uno de ellos, sin —Sí. de lo que acabamos de decir, dedu- trado, o falta algo a la demostra
embargo, siempre par. ¿ N o estés — L u e g o la idea de l o par no se ciría una respuesta m á s acertada, y ción?
conforme? encuentra nunca en el tres. te d i r í a : es el fuego; y si me pre- — Está suficientemente demostra
— N o , sin duda. guntas q u é es lo que hace que el do, Sócrntes.
— ¿ Y c ó m o no? cuerpo esté enfermo, le r e s p o n d e r í a
— E l tres, por lo tanto, no con- —Pero. Cebes, si fuese una nece-
— F í j a t e en lo que voy a decir. siente lo par. que no es la enfermedad, sino la
M e parece que no sólo estas con- sidad que lo impar fuese impereci-
— N o lo consiente. fiebre. Si me preguntas q u é es lo blc, ¿el tres no lo sería igualmente''
trarias que se excluyen, sino tam- —Porque el tres es impar. que constituye lo impar, no te res-
bién todas las d e m á s cosas que, sin - - ¿ Q u i é n lo duda?
—Seguramente. p o n d e r é la imparidad, sino la uni- — S i lo «pie no tiene calor fuese
ser contrarias entre sí, tienen, sin dad; y así de las d e m á s cosas. M i r a
— H e a q u í lo que q u e r í a m o s sen- necesariamenlc imperccible, siempre
embargo, siempre sus contrarias, no tar como base; que hay ciertas co- si entiendes suficientemente lo que
pueden dejarse penetrar por l a esen- que alguno aproximase el fuego a
sas, que, no siendo contrarias a quiero decirte. la nieve, ¿la nieve no subsistiría
cia que es c o n t r a r í a a la que ellas otras, las excluyen, lo mismo que si — T e entiendo perfectamente.
tienen, sino tan pronto como esta sana y salva? Porque ella no pere
fuesen contrarias, como el tres que — R e s p ó n d e m e , pues — c o n t i n u ó cerín; y por mucho que se le expu
esencia aparece, ellas se retiran o aunque no es c o n t r a r í o al n ú m e r o S ó c r a t e s — . ¿ Q u é es lo que hace que siese ni fuego no recibiría nunca el
perecen. E l tres, por ejemplo, ¿ n o par, no l o consiente, lo desecha; el cuerpo esté v i v o ? calor
perecerá antes que hacerse en nin- como el dos, que lleva siempre con- — E s el alma. — M u y cierto.
gún caso n ú m e r o par, permanecien- sigo algo contrario al n ú m e r o im- — ¿ S u c e d e así constantemente? — En la misma forma, si lo que
do tres? par; como el fuego, el frío y mu- — ¿ C ó m o no ha de suceder? — d i - no es susceptible de frío fuese ne-
—Seguramente — d i j o Cebes. chas otras. M i r a ahora, si admiti- jo Cebes. cesariamente imperccible, por mu-
— S i n embargo -^-dijo S ó c r a t e s — , rías tú la siguiente definición: no — ¿ E l alma lleva, por consiguien-
sólo lo contrario no consiente s u : cho que se echara sobre el fuego
el dos no es contrario al tres. te, consigo la vida a dondequiera
contrario, sino que todo lo que lle- algo Irlo, nunca el fuego se exiin
— N o , sin duda. que ella ya? guirfa, nunca perecería; por el con-
— L u e g o las contrarias no son las va consigo un contrario, al comuni-
— E s cierto. trario, q u e d a r í a con toda su fuerza.
carse con otra cosa, no consiente
únicas cosas que no consienten sus -—¿Hay algo contrario a la vida f
— Es de necesidad absoluta.
nada que sea contrario al contrario
contrarias, sino que hay t o d a v í a o no hay nada? —Precisamente tiene que decirse
que lleva en sí.
otras cosas t a m b i é n incompatibles. — S í , hay "alguna cosa. lo mismo de lo que es inmortal. Si
Piénsalo bien, porque no se pier- — ¿ Q u é cosa?
— E s cierto. lo que es inmortal no puede pere-
de el tiempo en repetirlo muchas — L a muerte.
— ¿ Q u i e r e s que las determinemos cer j a m á s , por mucho que la muerte
veces. E l cinco no será nunca com-
en cuanto nos sea posible? — E l alma, por consiguiente, no se aproxime al alma, es absoluta-,
patible con la idea de par; como el
—Sí. consentirá nunca lo que es contra^ mente imposible que el alma m u é -
diez que es dos veces a q u é l , no l o rio a lo que lleva siempre consigo.
— ¿ N o serán a q u é l l a s , |oh Cebesl, ra; virque, según acabamos de ver.
será nunca con la idea de impar; Esto se deduce rigiirosamente_jle_ el a ma no recibirá nunca en sí la
que obligan a la cosa en que se en- y este dos, aunque su contraria no nuestros principios. muerte, j a m á s m o r i r á ; así como el
FLDÓN O P P L Al M A 425
424 PLATÓN
lumbres y s u s h á b i t o s , que son, se- por guías, y va a habitar el lugar
tres, y l o mismo cualquier otro n ú - —Es evidente. gún se dice, la causa de su felicidad que le está preparado, porque hay
mero impar, no pueden nunca ser — P o r consiguiente, si hay algo o de su desgracia desde el primer .lugares diversos y maravillosos en la
par; como el fuego no puede ser inmortal e impcrecible, m i querido momento de s u llegada. P í c e s e que, tierra, la cual, según be aprendido
nunca frío, n i el calor del fuego Cebes, el alma debe serlo; y por lo d e s p u é s de la muerte de alguno, el «le alguien, no es como se figuran
convertirse en frío. A l g u n o me d i - tanto, nuestras almas existirán en genio, que le ha conducido durante los que acostumbran describirla
rá q u i z á : es que lo impar no puede otro mundo. la v i d a , lleva el alma a cierto lugar Entonces Simmias dijo: ¿ q u é d i -
convertirse en par por el adveni- — N a d a tengo que oponer a eso, donde se r e ú n e n todos los muertos ces, S ó c r a t e s ? He o í d o contar mu-
miento de lo par, estamos confor- S ó c r a t e s —dijo Cebes—, y no pue- para ser juzgados, a fin de que va- chas cosas de esa tierra, pero no las
mes; ¿ p e r o q u é obsta para que, si do menos de rendirme a tus razo- yan desde allí al Hades con el guía, que te han e n s e ñ a d o a l i . Te escu-
lo impar llega a perecer, lo par ocu- nes; pero si Simmias o algún otro que es el encargado de conducirles c h a r é gustoso en adelante.
pe su lugar? A esta objeción yo no tienen alguna cosa que objetar, ha- de un punto a otro; y d e s p u é s que — Para referirte la historia de es-
podría responder que (o lo impar no rán muy bien en no callar; porque han recibido allí los bienes y los to, mi querido Simmias, no creo que
males a que se han hecho acreedo-
Í
terece, \i losi impar no es imperecl-
lo impar nc ¿ q u é momento n i q u é ocasión me- haya necesidad del arle de ( ¡ l a u c o ©
»le. Pero si lo h u b i é r a m o s declara jores pueden encontrar para conver- res, y han permanecido en aquella Mas probarle su verdad es m á s d i -
do imperccible, s o s t e n d r í a m o s con sar y para ilustrarse sobre estas ma- estancia todo el tiempo que les fue fícil, y no sé si todo el arte de G l a u -
razón que siempre que se presenta- terias? designado, otro conductor los vuelve co b a s t a r í a al efecto. Semejante em-
se lo par, el tres y lo impar se reti- — Y o —dijo S i m m i a s — , nada ten- a la vida presente d e s p u é s de mu- presa no sólo está q u i z á por c i m a
i ni i»ii, pero de ninguna manera pe- o que oponer a lo que ha mani- chas revoluciones de siglos. Este de mis fuerzas, sino que aun cuan-
m r r í a n ; y lo mismo d i r í a m o s del
í u e g o , de lo caliente y de otras co-
?
estado S ó c r a t e s , si bien confieso camino no es lo que T é l e l o dice en
Esquilo: " u n camino sencillo con-
do no lo estuviese, el poco tiempo
que la magnitud del objeto y la de- que me queda de vida no permite
sas semejantes. ¿ N o es a s í ? b i l i d a d natural al hombre me i n - duce al Hades". N o es ni ú n i c o ni que entablemos tan larga d i s c u s i ó n .
—Seguramente — d i j o Cebes. c l i n a n , a pesar m í o , a una especie sencillo; si lo fuese no h a b r í a ne- T o d o lo que yo puedo nacer es dar-
Por consiguiente, viniendo a la cesidad de g u í a , porque nadie pue- te una idea general de esta tierra
de desconfianza.
inmortalidad, que es de lo que tra- de extraviarse cuando el camino es y de los lugares diferentes que en-
— N o sólo lo que manifiestas, Sim-
tamos al presente, si convenimos en ú n i c o ; liene. por el contrario, mu- cierra, tales como yo me los figuro.
mias — d i j o S ó c r a t e s — , esté muy
«pie lodo lo que es inmortal es im- chas revueltas y muchas t r a v e s í a s ,
bien dicho, sino que por seguros como lo infiero de lo que se prac- — E s o nos b a s t a r á — d i j o Sim-
peircible, el alma necesariamente que nos parezcan nuestros primeros tica en nuestros sacrificios y en nues- mias.
es, no sólo inmortal, sino absoluta- principios, es preciso volver de nue- tras ceremonias religiosas. E l alma —En primer lugar —continuó
mente imperccible. S i no conveni- vo a ellos para examinarlos con m á s
mos en esto, es preciso buscar otras dotada de templanza y s a b i d u r í a , S ó c r a l c s — . esloy persuadido de que
cuidado. C u a n d o los hayas compren- sigue a SU guía voluntariamente, si la tierra está en medio del ciclo
pinchas. dido suficientemente, c o n o c e r á s sin porque sabe la suerte que le espera; y es de forma esférica, no tiene ne-
No es necesario —dijo Cebes—; dificultad la fuerza de mis razones, pero la que está clavada a su cuer- cesidad ni del aire ni de n i n g ú n otro
poupir ¿ a q u é p o d r í a m o s llamar en cuanto es posible al hombre; y po por sus pasiones, como dije an- apoyo, para no caer: sino que el
Imparwlble, si lo que es inmortal cuando te convenzas no b u s c a r á s tes, y permanece largo tiempo liga- ciclo mismo, que la rodea por todas
y eterno estuviese sujeto a perecer? otras pruebas. da a este mundo visible, solo des- partes, y su propio e q u i™ l i bbric
r i o . hñlT
— N o hay nadie — r e p l i c ó Sócra- — M u y bien — d i j o Cebes. p u é s de haber resistido y sufrido tan para que se sostenga, porque to-
tes—-, que no convenga en que ni — A m i g o s m í o s , una cosa digna mucho, es cuando el genio que la do lo que está en e q u i l i b r i o , en me-
|)|os, ni la esencia y l a idea de la de tenerse en cuenta es, que si el ha destinado consigue arrancarla dio de una cosa que le oprime igunl-
vliln. ni cosa alguna inmortal pue- alma es inmortal, hay necesidad de como por fuerza y a pesar suyo. mente por todoss 1 los puntos, no pue-
den perecer. cuidarla no sólo durante la v i d a , Cuando llega de esta manera al de inclinarse a n i n g ú n lado, y por
—I Por / r u s ! Todos los hombres sino t a m b i é n para el tiempo que punto donde se r e ú n e n todas las al- consiguiente subsiste fija e i n m ó v i l ,
ir< oiiocrinn esta verdad — d i j o Ce- vjtene d e s p u é s de la muerte, porque" mas, si es impura, si se ha man-
ésta es mi p e r s u a s i ó n .
be» , y pienso que mejor a ú n con- si bien lo reflexionáis, es muy gra- chado en algún asesinato o cual-
— C o n r a z ó n — d i j o Simmias.
viniliHn en ello los dioses. ve el abandonarla. S i la muerte fue- quiera otro crimen atroz, acciones
muy propias de su índole, todas las — P o r otra parte, estoy conven-
M r« c i n t o (pie todo lo que es_ se la d i s o l u c i ó n de toda existencia,
sería una gran cosa para los malos d e m á s almas huyen de ella, y la tie- cido de que la tierra es muy gran-
lltlttptlal r« I m p e r d i b l e , el alma que
de, y que nosotros sólo habitamos
• • iiiniiuinl, ¿ n o está eximida de verse d e s p u é s de su muerte libres nen horror; no encuentra ni quien
|»f tf i a 17 de su cuerpo, de su alma y de sus la a c o m p a ñ e ni quien la g u í e ; y la parte que se extiende desde el
anda errante y completamente aban- Faso hasta las columnas de Hera-
|'« nri ranrlo, vicios; pero, supuesta la inmortali-
A«l p u r » , cuando la muerte sor-_ dad del alma, ella no tiene otro me- donada, hasta que la necesidad la cles, derramados a orillas de la mar
in> mil- ni linmluc, lo «pie hay en _ dio de librarse de sus males, n i pue- arrastra a la m a n s i ó n que merece.
rl ib iimitn.1 muere, y lo que hay de procurarse la salud de otro m » " Pero la que ha pasado su vida en la " Proverbio para decir que una cosa
templanza y en la pureza, tiene a era muy difícil, ( ¡ l a u c o fue un obrero
ib- luiii.uinl »r retira, sano e inco- do, que h a c i é n d o s e muy buena y
los dioses mismos por c o m p a ñ e r o s y muy hábil en el difícil arte de traba
MiqiHlili, i n l i c i i d o »u puesto a la muy sabia, porque al salir de este"" jar el hierro
iiim i l r mundo sólo lleva consigo sus cos-
426 P L A T Ó N
FEDÓN O D E L A L M A 427
como hormigas o como ranas alre- cielo, la verdadera luz, la verdadera
dedor de una laguna. Jlay_SlXQA pue- tierra. Porque esta tierra que pisa- to estimamos a q u í , no son m á s que en sus cavidades, hay muchos lu-
blos, a mi parecer, que habitan re- mos, estas piedras y todos estos lu- p e q u e ñ o s pedacitos de ella. N o hay gares; unos m á s profundos y m á s
g ion es que nos son desconocidas, gares que habitamos, están entera- una sola piedra en esta dichosa tie- abiertos que el p a í s que nosotros
porque en l a süp¥r7icíe~de~la tierra " mente roídos y corrompidos, como rra que no sea infinitamente m á s habitamos; otros m á s profundos y
se encuentran por todas partes ca- lo que está bajo las aguas del mar, bella que las nuestras; y la causa de menos abiertos, y los hay que tie-
vernas de todas formas y dimensio- r o í d o t a m b i é n por la acritud de las esto es, porque todas estas piedras nen menos profundidad y m á s ex-
nes, llenas siempre de un aire grue- sales. Así es que en el mar nada preciosas son puras, no están r o í d a s tensión. Todos estos lugares es tán
so, de espesos vapores y de aguas nace perfecto, ni tiene n i n g ú n va- ni mordidas como las nuestras por taladrados por bajo en muchos pun-
que fluyen allí de todas partes. Pero lor; no hay allí m á s que cavernas, la acritud de las sales y por la co- tos, y comunican entre sí por con-
la tierra misma está en lo alto, en arena y cieno; y si alguna tierra r r u p c i ó n de los sedimentos que de ductos, al través de los cuales co-
ese cielo puro en que se encuentran se encuentra, es sólo fango, sin que allí descienden a nuestra tierra in- rten como fuentes una cantidad in-
los astros, y al que la mayor parte sea posible comparar nada de lo ferior, donde se acumulan e infes- mensa de agua, ríos s u b t e r r á n e o s
de los que hablan de esto le lla- que allí existe con lo que a q u í ve- tan no sólo las piedras y la tierra, inagotables, manantiales de aguas
man éter, del cual es u n mero sedi- mos. Pero lo que se encuentra en sino t a m b i é n las plantas y los ani- frías y callentes, ríos de fuego y
mento lo que afluye a las cavidades la otra m a n s i ó n está muy por cima males. A d e m á s de todas estas belle-
que habitamos: Sumidos en estas de lo que vemos en ésta; y para da- otros de cieno, unos m á s l í q u i d o s ,
zas, esta dichosa tierra es rica en
cavidades, creemos, sin dudarlo, ros a conocer la belleza de esta tie- otros m á s cenagosos, como los to-
oro, plata y otros metales, que, de-
que habitamos lo m á s elevado de la rra pura, que está en el centro del rrentes de cieno y de fuego que en
rramados en abundancia por todas
Sicilia preceden a la lava. Estos si-
f
tierra, que es poco m á s o menos lo ciclo, os referiré, si q u e r é i s , una iarles, despiden por uno y por otro
mismo que si uno, teniendo su ha- preciosa fábula, que bien merece tios se llenan de una u otra mate-
ado una brillantez que encanta la
bitación en las profundidades del que la escuchéis. ria según la dirección que toman las
vista; de manera que el aspecto de
O c é a n o , se imaginase que habita- corrientes, a medida que se derra
— L a escucharemos con muchísi- esta tierra es un e s p e c t á c u l o de bien-
ba por cima del mar, y viendo al man. Todos estos surtidores se mue-
mo placer, S ó c r a e s —dijo Simmias. aventurados. Está habitada por toda
través del agua el sol y los d e m á s — E n primer lugar, m i querido ven bajando y subiendo como un
clase de animales y por hombres
astros, tomase el mar por el cielo; Simmias, dícese que mirando esta b a l a n c í n suspendido en el interior
derramados unos por el campo y
v que no habiendo, a causa de su tierra desde un punto elevado pa- de la tierra. He a q u í c ó m o se veri
peso y de su debilidad, subido nun- otros alrededor del aire, como esta-
rece como una de nuestras pelotas mos nosotros alrededor del mar. fica este movimiento. Entre las aber-
ca arriba, ni sacado en toda su vida de viento, cubierta con doce bandas turas de la tierra hay una que es la
la cabeza fuera del agua, ignorase Los hay que habitan en islas, que
de diferentes colores, de las que no el aire forma cerca del continente; más grande, que la atraviesa por en-
c u á n t o m á s puro y hermoso es este son sino una muestra las que usan tero. Homero habla de ellas cuando
lugar que el que él habita, no ha- porque el aire es allí lo que son
los pintores; porque los colores de a q u í el agua y el mar para nuestro dice(9*rui/y lejos, en lo más pro f un-
b i é n d o l o visto, ni tampoco encon- esta tierra son infinitamente m á s uso; y lo que para nosotros es el do del báratro debajo de la tierra
trado persona que pudiera enseñár- brillantes y m á s puros. U n a es de
selo. H e a q u í justamente l a situa- color de p ú r p u r a , maravilloso; otra aire, para ellos es el éter. Sus esta- Homero y la mayor parte de los
c i ó n en que nos hallamos. Confi- ciones son tan templadas que viven poetas llaman a este lugar el Tár-
de color de oro; ésta de un blanco más que nosotros y están siempre taro. Allí es donde todos los ríos
nados en algunas cavidades de la m á s brillante que la nieve y el yeso,
tierra, creemos habitar en l o alto; libres de enfermedades; y en r a z ó n reúnen sus aguas, y de allí es de
y así de todos los d e m á s colores, de la vista, el o í d o , el olfato y de
tomamos el aire por el cielo, y cree- donde en seguida salen. C a d a uno
que son de una calidad y de una
mos que es «1 verdadero cielo en el todos los d e m á s sentidos, y hasta de ellos participa de la naturaleza
belleza a que en manera alguna se
ipie todos los astros verifican sus en r a z ó n de la inteligencia misma, del terreno Bobre que corre. Si es
aproximan los que a q u í vemos. Las
revoluciones. L a causa de nuestro cavidades mismas de esta tierra, lle- están tan por cima de nosotros como tos ríos vuelven a correr en sentido
r r r o r es que nuestro peso y nuestra lo están el aire respecto del agua y contrario, es porque el l í q u i d o no
nas de agua y aire, muestran cierta
debilidad nos impiden elevarnos por variedad y son distintas entre sí; de el éter respecto del aire. Allí tienen encuentra allí fondo, se agita sus
cuna del aire, porque si alguno se manera que el aspecto de la tierra bosques sagrados y templos que ha- endido en el vacío y hierve de arri
forra a l o alto y pudiese elevarse presenta una infinidad de matices bitan verdaderamente los dioses, los a abajo. E l aire y el viento, qui-
i o n alas, apenas estuviese su cabeza maravillosos admirablemente diver- cuales dan señales de su presencia los rodean, hacen lo mismo; los si
lurrn de nuestro espeso aire, vería sificados. E n esta otra tierra tan aca- por los o r á c u l o s , las profecías, las guen cuando suben y cuando bajan
lo que pasa en aquella dichosa es-, bada, todo es de una perfección que inspiraciones y por todos los d e m á s y a la manera que se ve enlrni y
tiricia, en la misma forma que los guarda p r o p o r c i ó n con ella, los ár- signos que acusan la c o m u n i c a c i ó n salir el aire incesantemente en los
!><•( es. si se elevaran por cima de la boles, las flores, los frutos; las mon- con ellos. Allí ven t a m b i é n el sol y animales cuando respiran, en la mis
lUptrfii ie de los mares, v e r í a n l o t a ñ a s y las piedras son tan tersas y la luna tales como son; y en lo de- ma formn el aire que se mezcla con
qur pasa en el aire que nosotros de una limpieza y de un brillo ta- m á s , su felicidad guarda p r o p o r c i ó n estas aguas entra y sale con ellas,
niflplramos; y si fuese de una natu- les, que no hay nada que se les pa- con todo esto. y produce vientos terribles y furio
iiilifn capaz de larga m e d i t a c i ó n , rezca. Nuestras esmeraldas, nues-
conocería que éste era el verdadero tros jaspes, nuestras ágatas, que tan- l i e a q u í lo que es esta tierra con "" Ulmln, (Col "Sepan cuantos "
todo lo que la rodea. E n torno suyo, Editorial Porrúa, S. A.) C. VIII, v IH
428 P L A T Ó N PF.OÓN O DF.L A L M A 429

sos. Cuando estas aguas caen con emboca a la extremidad de la la- ror de la cólera, aunque hayan he- encantarse a sí mismo. H e aquí por
violencia en el abismo inferior, de guna Aquerusia sin mezclarse con cho por ello penitencia durante toda qué me he detenido tanto en mi dis-
que os he hablado, forman corrien- sus aguas, y d e s p u é s de haber dado su vida, son sin remedio precipita- curso Todo hombre, que durante su
tes, que se arrojan, al t r a v é s de la muchas vueltas bajo la tierra, se dos también en el Tártaro; pero, vida ha renunciado a los placeres
tierra, en los lechos de los ríos que arroja en la porte m á s baja del T á r - transcurrido un año, las olas los y a los bienes del cuerpo y los ha
encuentran y que llenan como con taro. Este río se llama Pyriflegeton, arrojan y echan los homicidas al
una bomba. Cuando estas aguas sa- del que se ven salir arroyos de lla- Cocito, y los parricidas al Pyrifle- que sólo se ha entregado a los pla-
len de a q u í y vienen a los sitios que mas por muchas hendiduras de la
geton, que los arrastra hasta la la- ceres (pie da la ciencia, y ha puesto
nosotros habitamos, los llenan de la tierra. A la parte opuesta el cuarto
guna Aquerusia. Allí dan grandes en su alma, no adornos extraños,
misma manera; y d e r r a m á n d o s e por r í o cae primeramente en un lugar
gritos, y llaman a los que fueron sino adornos que le son propios,
todas partes sobre la superficie de horrible y salvaje que es, según se
osesinados y a todos aquellos contra como la templanza, la justicia, la
la tierra, alimentan nuestros mares, dice, de un color azulado. Se llama
nuestros ríos, nuestros estanques y este lugar Estigio, y laguna Estigia quienes cometieron violencias, y los fortaleza, la libertad, la verdad;
nuestras fuentes. E n seguida des- la que forma el río al caer. D e s p u é s conjuran para que les dejen pasar semejante hombre debe esperar
aparecen, y s u m i é n d o s e en la tie- de haber tomado en las aguas de la laguna, y ruegan se les reciba tranquilamente la hora de su parti-
rra, los unos con grandes rodeos y esta laguna virtudes horribles, se allí. Si los ofendidos ceden y se da para el Hades, estando siempre
los otros no con tantos, desaguan sume en la tierra, donde da muchas compadecen, aquellos pasan y se dispuesto para este viaje cuando
en el T á r t a r o , donde entran m á s ba- vueltas y dirigiendo su curso frente ven libres de todos los males; y si quiera que el destino le llame. Res-
jos que h a b í a n salido, unos m á s , por frente del Pyriflegeton, le en- no ceden, son de nuevo precipitados pecto a vosotros, Simmias y Cebes,
otros menos, pero todos algo. Unos cuentra al fin de la laguna Aque- en el Tártaro, que los vuelve a arro- y los demás aquí presentes, haréis
salen y entran de nuevo en el T á r - rusia por la extremidad opuesta. jar a los otros ríos basta que hayan este viaje cuando os llegue vuestro
taro por el mismo lado, y otros por Este r í o no mezcla sus aguas con conseguido el perdón de los ofen- turno. Con respecto a mí, la suerte
el opuesto a su salida; los hay que las de los otros, pero d e s p u é s de didos, porque tal ha sido la senten- me llaTna hoy, como diría un poeta
corren en c í r c u l o , y que d e s p u é s de haber dado su vuelta por la tierra, cia dictada por los jueces. Pero los trágico; y ya es tiempo de que me
haber dado vuelta a la tierra una y se arroja como los d e m á s en el T á r - que han justificado haber pasado su, vaya al líaño. porque me parece que
muchas veces, como las serpientes taro por el punto opuesto al Pyri- vida en la santidad, dejan estos lu- c,s mc|or no beber el veneno hasta
que se repliegan sobre sí mismas, flegeton. A este cuarto río llaman gares terrestres como una prisión y "después de haberme bañado, y aho-
bajándose lo m á s que pueden, mar- los poetas Cocito. son recibidos en lo alto, en esa tie~ rraré así a las mujeres el trabajo de
chan hasta la mitad del abismo, pero rra pura, dondeTiáhiigñ~Y"ToHfnis- lavar mi lltuíavcT.
sin pasar de a q u í , porque la otra Dispuestas así todas las cosas por
la naturaleza, cuando los muertos mo sucede con los que han sido, —Cuando Sócrates hubo acabado
mitad es m á s alta que su nivel. Es- n i r i l t c a d o i por la lilosofía, los cua-
llegan al lugar a que les ha condu- de hablar, Critón. tomando la pala-
tas aguas forman muchas corrientes es viven por toda la eternidad sin
cido su g u í a , se les somete a un jui- bra, le <li|o: "bueno, Sócrates; pero
y muy grandes, pero hay cuatro prin- cuerpo, y son recibidos en estancias
cio, para saber si su vida en este ¿no tienes nada que recomendarnos
cipales, la mayor de las cuales es la aún m á s admirables. N o es fácil
mundo ha sido santa y justa o no. ni a mí ni a estos otros sobre tus
que corre mas exteriormente y en
Los que no han sido ni enteramente que os haga una descripción de esta hijos o sobre cualquiera otro negó
rededor, y que se llama O c é a n o . E l
criminales ni absolulnmente Inocen- felicidad, ni el poco tiempo que me cío en que podamos prestarte ni
que está enfrente de éste es el
tes, son enviados al Aqueronte, y resta me lo permite. Pero lo que aca- gún servicio?
Aqueronte, que corre en sentido
desde allí son conducidos en barcas bo de deciros basta, mi querido — Nada más. Critón. que lo que
opuesto al través de lugares desier-
tos, y que s u m i é n d o s e en l a tierra, a la laguna Aquerusia, donde habi- Simmias, para haceros ver que de- os he recomendado siempre, que es
se arroja en la laguna Aquerusia, tan sufriendo castigos proporciona- bemos trabajar toda nuestra vida el tener cuidado de vosotros mis-
donde concurren la mayor parte de dos a sus faltas, hasta que, libres de en adquirir la virtud y la s a b i d u r í a , mos y así haréis un servicio a mí.
Ins almas de los muertos, que des- ellos, reciben la recompensa debida porque el precio es magnífico y la a mi Inmilin y a vosotros mismos.
pués de haber permanecido allí el a sus buenas acciones. Los que se | esperanza grande. aunque no me prometierais nada
tiempo que se les ha s e ñ a l a d o , a consideran incurables a causa de l o Sostener que todas estas cosas en este momento; mientras que si
unas m á s , a otras menos, son envia- grande de sus faltas y que han co- son como yo las be descrito, nin- os abandonáis, si no queréis seguir
dns otra vez a este mundo para ani- metido muchos y numerosos sacri-. g ú n hombre de buen sentido puede el camino de que acabamos de ha-
mar nuevos cuerpos. Entre el Aque- legios. asesinatos inicuos y contra hacerlo; pero lo que he dicho del blar, todas las promesas, todas las
ronte y el O c é a n o corre un tercer ley u otros c r í m e n e s semejantes, el estado de las almas y de sus estan- protestas que pudieseis hacerme hoy,
río, que no lejos de su origen va a fatal destino, haciendo justicia, los cias, es como os lo he anunciado o todo esto de nada serviría.
precipitarse en un extenso lugar lle- precipita en el T á r t a r o , de donde
de una manera parecida; creo que, —Haremos los mayores esfuerzos
no de fuego, y allí forma un lago no s a l d r á n j a m á s . Pero los que sólo
en el supuesto de ser el alma in- — respondió Critón— para conducir
m á s grande que nuestro mar, don- han cometido faltas que pueden ex-
mortal, puede asegurarse sin incon- nos de esa manera; pero ¿cómo te
de hierve el agua mezclada con el piarse, aunque sean muy grandes,
veniente; y la cosa bien merece co- enterraremos?
cieno; y saliendo de Bquí negra y como haber cometido violencias con-
tra su padre o su madre, o haber rrer el riesgo de creer en ella. Es —Como gustéis —dijo Sócrates —;
cenagosa, recorre la tierra y des- un az.Br precioso a que debemos si es cosa que podéis cogerme y si
quitndo la vida a alguno en el fu-
entregarnos, y con el que debe uno no escupo a vuestra» mano»—. Y
430 P L A T Ó N FEDÓN O D E L A L M A 431

s o n r i é n d o s e y m i r á n d o n o s al mismo denados a pasar el resto de nuestros que el sol alumbra todavía las mon- los dioses, para que bendigan nues-
tiempo, dijo: — N o puedo conven- días en completa orfandad. t a ñ a s , y que no se ha puesto; y me tro viaje y que le bagan dichoso;
cer a Critón de que yo soy el Só- D e s p u é s que salió del b a ñ o le lle- consta que otros muchos no han esto es lo que les pido, y ¡ojalá es-
crates que conversa con vosotros varon allí sus hijos; porque tenía bebido el veneno sino mucho des- cuchen mis votos! — D e s p u é s de ha
y que arregla todas las partes de su tres, dos muy jóvenes y otro que~i pués de haber recibido la orden; ber dicho esto, llevó la copa n los
discurso; se imagina siempre que _erji_y^JBastBnte grande, y con ellos que han comido y bebido a su gus- labios y bebió con una tranquili-
soy el que va a morir luego, y en entraron las mujeres de_s^JajrjjJJa i< to y aun algunos gozado de los pla- dad y una dulzura maravillosas
este concepto me pregunta c ó m o me TOBTó^o7i~todos un~rato en presen- ceres del amor; así que no debes Hasta entonces nosotros tuvimos
ha de enterrar. Y todo ese largo cia de C r i t ó n , y les dio sus ó r d e n e s ; apurarte, porque a ú n tienes tiempo. fuerza para contener las l á g r i m a s ,
discurso que acabo de dirigiros para en seguida hizo que se retirasen las — L o s que hacen lo que tú dices, pero al verle beber y d e s p u é s que
probaros que desde que haya bebi- mujeres y los n i ñ o s , y v i n o a donde C r i t ó n — r e s p o n d i ó S ó c r a t e s — , tie- hubo bebido, ya no fuimos d u e ñ o s
do la cicuta no p e r m a n e c e r é ya con nosotros e s t á b a m o s . Y a se aproxi- nen sus razones; creen que eso m á s de nosotros mismos. Y o sé decir que
vosotros, sino que os a b a n d o n a r é e maba la puesta del sol, porque ha- ganan, pero yo las tengo t a m b i é n mis lágrimas corrieron en abundan-
iré a gozar de la felicidad de los bía permanecido largo rato en el para no hacerlo, porque la única cia, y a pesar de todos mis esfuer-
bienaventurados; todo esto me pa- cuarto del b a ñ o . E n cuanto e n t r ó cosa que creo ganar, bebiendo la zos no tuve m á s remedio que cu-
rece que lo he dicho en vano para se sentó en su cama, sin tener tiem- cicuta un poco m á s tarde, es hacer- brirme con mi capa para llorar con
C r i t ó n , como si sójo hubiera babla- po para decirnos nada, porque el me ridículo a mis propios ojos, ma- libertad por m í mismo, porque no
do para consolaros y para mi con ' : servidor de los O n c e e n t r ó casi en n i f e s t á n d o m e tan ansioso de vida era la desgracia de Sócrates la que
suelo. O s supl ico q u e s e á i s mis tia- aquel momento y a p r o x i m á n d o s e a que intente ahorrar la muerte, cuan- yo lloraba, sino lo m í a propia pen-
dores cerca de C r i t ó n , pero de con- él, dijo: Sócrates, no tengo que d i - do ésta es absolutamente inevita- sando en el amigo que iba a perder.
trario modo a como él lo fue de m í rigirte la misma r e p r e n s i ó n que a b l e . © Así pues, m i querido C r i t ó n , C r i t ó n . antes que yo, no p u d i e n d o
cerca de los jueces, porque allí res- los d e m á s que han estado en tu caso. haced lo que os he dicho, y no me contener sus lágrimas h a b í a salido;
p o n d i ó por m í de que no me fuga- Desde que vengo a advertirles, por atormentes m á s . y Apolodoro, que ya antes no h a b í a
ría. Y ahora quiero que vosotros orden de los magistrados, que es —Entonces Critón hizo una seña cesado de llorar p r o r r u m p i ó en gri-
r e s p o n d á i s , os lo suplico, de que en preciso beber el veneno, se alboro- al esclavo que tenia allí cerca. E l tos y en sollozos que p a r t í a n el al-
el momento que muera, me iré; a tan contra m í y me maldicen; pero esclavo salió, y poco después vol- ma de cuantos estaban presentes,
fin de que el pobre C r i t ó n soporte respecto a t i , desde que estás a q u í , vió con el que debía suministrar el menos la de Sócrates. — ¿ Q u é ha-
con m á s tranquilidad m i muerte, y siempre me has parecido el m á s fir- veneno, que llevaba ya disuelto en céis — d i j o — . amigos m í o s ? ¿ N o fue
que al ver quemar mi cuerpo o dar- me, el m á s dulce y el mejor de cuan- una copa. Sócrates viéndole entrar, el temor de estas debilidades incon-
le tierra no se desespere, como si yo tos han entrado en esta p r i s i ó n ; y le dijo: — M u y bien, amigo m í o , es venientes lo que m o t i v ó el haber
sufriese grandes males, y no diga estoy bien seguro de que en este preciso que me digas lo que tengo alejado de a q u í las mujeres? ¿ P o r
en mis funerales que expone a Só- momento no estés enfadado conmi- que hacer; porque tú eres el que q u é be o í d o decir siempre que es
crates, que lleva a Sócrates, que en- go y que sólo lo estarás con los que debes e n s e ñ á r m e l o . preciso morir oyendo buenas pala-
tierra a S ó c r a t e s ; porque es preciso son la causa de tu desgracia, y a — N a d a m á s —le dijo este hom- bras? Manteneos, pues, tranquilos y
que sepas, m i querido Critón —le quienes tú conoces bien. A h o r a , Só- bre;— que ponerte a pasear d e s p u é s dad pruebas de m á s firmeza.
dijo—, que hablar impropiamente crates, sabes lo que vengo a anun- de haber bebido la cicuta, hasta que Fstas palabras nos llenaron de
no es sólo cometer una falta en lo ciarte; recibe m i saludo y trata de sientas que se debilitan tus piernas, confusión, y retuvimos nuestras lá-
que se dice, sino causar un mal a soportar con resignación lo que es y entonces te acuestas en tu cama—. grimas.
las almas. Es preciso tener m á s va- inevitable. D i c h o esto, volvió la es- A l mismo tiempo le a l a r g ó la copa,
Sócrates la t o m ó , E q u é c r a t e s , con la — S ó c r a t e s , que estaba p a s e á n d o -
lor, y decir que es m i cuerpo el quej palda, y se r e t i r ó derramando lá- se, dijo que sentía desfallecer sus
tu entieriris; y entTérrale como te grimas. S ó c r a t e s , m i r á n d o l e , le dijo: mayor tranquilidad, sin ninguna
e m o c i ó n , sin mudar de color ni de piernas, y se acostó de espalda, como
acomode, y de ta manera que creas — Y t a m b i é n yo te saludo, amigo el hombre le h a b í a ordenado. A l
ser m á s conforme c o n las leyes. m í o , y h a r é lo que me dices. V e d semblante; y mirando a este hom-
bre con ojo firme y seguro, como mismo tiempo este mismo hombre,
—nos dijo al mismo tiempo— q u é que le había dado el veneno, se
A l concluir estas palabras se le- acostumbraba, le dijo: — ¿ E s per-
honradez la de este hombre; duran- a p r o x i m ó , y d e s p u é s de haberle exa-
v a n t ó y p a s ó a una habitación in- mitido hacer una libación con un
te el tiempo que he permanecido minado un momento los pies y las
mediata para b a ñ a r s e . C r i t ó n le si- poco de este brebaje?
a q u í , me ha venido a ver muchas piernas, le a p r e t ó con fuerza un píe
guió, y Sócrates nos suplicó que le
veces; se c o n d u c í a como el mejor — S ó c r a t e s — l e r e s p o n d i ó este y le p r e g u n t ó si lo sentía, y Sócra-
a g u a r d á s e m o s . Le aguardamos, pues,
de los hombres, y en este momento hombre—, sólo disolvemos lo que tes r e s p o n d i ó que no. I-e e s t r e c h ó
rodando mientras tanto nuestra con-
Iqué de veras me llora! Pero, ade- precisamente se ha de beber. en seguida" las piernas y, llevando
versación ya sobre lo que nos ha-
lante, C r i t ó n , o b e d e z c á m o s l e de bue- — Y a lo entiendo —dijo Sócra- sus manos m á s arriba, nos hizo ver
bía dicho, haciendo sobre ello re-
na voluntad, y que me traiga el ve- tes—; pero por lo menos es permi- que el cuerpo se helaba y se endu-
flexiones, ya sobre la triste situación
neno si está machacado, y si no lo tido y muy justo dirigir oraciones a recía, y t o c á n d o l e él mismo, nos
en que í b a m o s a quedar, conside-
está que él mismo lo machaque. dijo que en el momento que el frío
r á n d o n o s como hijos que iban a *• Alusión de un verso de Hesíodo.
—Pienso, Sócrates —dijo C r i t ó n —
verse privados de su padre, y con- (Las obras y los días. v. 367.) llegase al c o r a z ó n . Sócrates dejaría
432 PLATÓN

de existir. Y a el bajo vientre estaba — N o r e s p o n d i ó nada, y de allí a


helado, y entonces d e s c u b r i é n d o s e , poco hizo un movimiento. E l hom-
porque estaba cubierto, dijo, y estas bre aquel entonces lo d e s c u b r i ó por
fueron sus ú l t i m a s palabras: — C r i - entero y vimos que tenía su mirada
ton, debemos un gallo a Asclepio: fija. C r i t ó n , viendo esto, le c e r r ó la
no te olvides de pagar esta d e u a a X y boca y los ojos.
— A s í lo h a r é — r e s p o n d i ó C r i - — H e a q u í . E q u é c r a t e s , cuál fue
t ó n — ; pero mira si tienes a ú n al- el fin de nuestro amigo, del hom-
guna advertencia que hacernos. bre, podemos decir, que ha sido el
LA REPÚBLICA O DE L O JUSTO
mejor de cuantos hemos conocido
3 0 Era un sacrificio en acción de
gracias al dios de la medicina, que le en nuestro tiempo; y por otra par-
librada por la muerte de todos los te, el m á s sabio, el m á s justo de
males de la vida. todos los hombres. INTERLOCUTORES:

SÓCRATES, GLAUCÓN, POLF.MARCO, TRASÍMACO,


ADIMANTE, CEFALO. CLITOFÓN

ESCENA DE ESTE DIALOGO, CONTADO POR SÓCRATES. TRANSCURRE


E N EL PIREO, E N CASA PR CE PALO

También podría gustarte