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los comienzos

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9 788466 611091 co
El filósofo Gustavo Bueno nace en
1924 y es autor del sistema conocido
como materialismo filosófico. En 1960
se establece definitivamente en As-
turias, donde ejerce como catedrático
en la Universidad de Oviedo, institu-
ción en la que colabora hasta 1998. En
la actualidad desarrolla su labor en la
fundación que lleva su nombre, que
tiene su sede en Oviedo. Fundador de
la revista El Basilisco es autor de
numerosos libros y artículos. Entre sus
obras más importantes deben seña-
larse Ensayos materialistas, Teoría del
cierre categorial, El animal divino, Primer
ensayo sobre los categorías de los
Ciencias Políticos, El sentido de lo vida,
El mito de lo culturo, España frente o
Europa, Televisión: apariencia y verdad,
Telebosuro y democracia y su obra más
reciente ¿Qué es lo Bioético?

DISEÑO DE PORTADA: ESTUDIO EDICIONES B


FOTOGRAFÍA DE PORTADA: AGE PHOTOSTOCK
NOTA AL LECTOR

Este libro responde a la amable invitación de Ediciones B,


que tras la publicación de Telebasura y democracia (febrero
de 2002) y su buena acogida por el público, me sugirió escri-
bir un libro sobre la izquierda. El proyecto me pareció del
mayor interés, dado que ya había tratado este asunto y ex-
puesto muchas ideas sobre él en dos artículos publicados en la
revista El Basilisco: «La Ética desde la izquierda» (n.º 17,
1994, págs. 3-36) y «En torno al concepto de "izquierda polí-
tica"» (n.º 29, 2001, págs. 3-28).
Al volver sobre esta cuestión tan fundamental, y al con-
trastar la abundante bibliografía que sobre la Izquierda ha
aparecido durante estos últimos años en España y fuera de
ella, me vi empujado por la necesidad de reconstruir una teo-
ría filosófica de la izquierda que fuera capaz de situar las dif e-
rentes teorías y movimientos existentes, y que al mismo tiem-
po no se despegase ni un milímetro de la realidad histórica.
La tesis fundamental del libro es ésta: que mientras cabe
reconocer una unidad unívoca, de fondo, a las derechas, en
cambio no cabe reconocer una unidad semejante a las izquier-
das. Cabría hablar por tanto de «la derecha», pero no de «la
izquierda». Las izquierdas son muy diversas y están en con-
flicto, a veces a muerte, entre sí. No cabe hablar de una uni-
dad de f ndo entre las izquierdas, porque su unidad es analó-
i a, 1 qu qu i r decir qu e la izquierd -1s n, en sí misma ,

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diversas y que sólo pueden considerarse semejantes en virtud
de alguna proporción, que presupone y corrobora precisa-
mente su diversidad irreductible.
En este libro se ofrecen dos novedades principales a la
hora de abordar y sistematizar la cuestión de la diversidad de
las izquierdas. La primera es la determinación de ocho mode-
los teóricos desde los cuales necesariamente habrá de acercar-
se al análisis de las Ideas sobre la izquierda, en función de tres
criterios de carácter muy general.
La segunda novedad que este libro presenta es la clasifica- PRELUDIO. LAS IZQUIERDAS Y EL MITO
ción de las llamadas izquierdas en dos grupos, en principio, DE LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA
bien diferenciados: las izquierdas definidas políticamente y
las izquierdas indefinidas. Se determinan seis géneros o gene-
raciones de izquierda definida: la izquierda radical, la izquier- l. «LA IZQUIERDA», MITO OSCURANTISTA
da liberal, la izquierda libertaria, la izquierda socialdemócra-
ta, la izquierda comunista y la izquierda asiática. Y se clasifica
la izquierda indefinida políticamente en tres tipos: la izquier- 1. La Idea de «Izquierda» no es unívoca (un concepto
da extravagante, la izquierda divagante y la izquierda funda- sustancialista), sino análoga (un concepto
mentalista. funcionalista)
No cabe, por tanto, de acuerdo con las tesis mantenidas
en este libro, hablar de una «unidad de la izquierda». No cabe Hay muchas personas que hablan de «la Izquierda», en sin-
reconocer ningún sentido a las expresiones de aquellos que ular, creyendo referirse a una supuesta actitud o concepción
afirman «ser de izq~ierdas de toda la vida». Quienes así se ex- unitaria «ante la política y ante la vida» que ellos dicen asumir.
presan, o bien están dispuestos a declarar de inmediato a qué A í hablaba Simone de Beauvoir: «La verdad es una, el error es
corriente de izquierdas se refieren, y entonces tendrán que de- múltiple; por tanto no es raro que la derecha sea plural» (de
cir «soy socialista de toda la vida», o «soy anarquista de toda la d nde se deduce que, según ella, la Izquierda es única).
vida» ... , o bien su afirmación, tan sentida como solemne, tendrá Pero quienes así se expresan -tal es la tesis de este libro.:_
que considerarse como vaga, confusa y oscura; es decir, como 1 hacen de un modo mítico, según la forma del mito propio

una afirmación perezosa, por no decir vacía, y por tanto indig- l la prosopopeya o sustantivación. Porque «la Izquierda»,
na de merecer respeto. · 1 ingular, no existe.

Además, quien utiliza en este sentido la expresión «la Iz-


q,1ierda» es víctima de un mito oscurantista y confusionario,
p rque, supuesto que sí existen «las izquierdas», en plural, al
r f rir e a ellas como si fuesen variedades o modos, más o
.m l s dife renciados, de una misma y unívoca izquierda, está
bl u and la p ibilidad de distinguirlas (por eso el mito es
confusionario) y, por tanto, está estorbando la posibilidad de pretendida unidad de la izquierda implícita en la forma singu-
formular con claridad las distancias con la derecha (por eso el lar que sea compatible con el reconocimiento de la pluralidad
mito es oscurantista). Conviene advertir que cuando, desde .i nmediata de las izquierdas, en las que suponemos ha de re-
posiciones de derecha, se habla de «la Izquierda», la confu- lverse la expresión «la Izquierda>~: es la manera propia de la
sión puede tener un sentido pragmático, una «justificación» nceptuación funcional, en cuanto se opone a la manera o a
más objetiva, puesto que efectivamente «la derecha» puede la maneras de conceptuación sustancial. La distinción, debi-
percibir una unidad entre todas las izquierdas, en cuanto po- da a Ernesto Cassirer, entre conceptos funcionales y concep-
siciones que tienen, desde su punto de vista, el denominador c sustanciales, no es, por lo demás, otra cosa sino una re-
común de su antagonismo con ella. nstrucción de la distinción tradicional entre conceptos
Sin embargo, aunque la expresión «la Izquierda», en singu- , nálogos y conceptos unívocos. Los conceptos análogos pue-
lar, puesta en boca de un izquierdista, sugiere la maquinación d n, en efecto ser reinterpretados como conceptos funciona-
de una prosopopeya mítica (su univocación sustancialista), no l , pero en ellos, la unidad conceptual se corresponde con la
por ello la expresión «las izquierdas», en plural, garantiza siem- racterística de la función y, con ello, el concepto funcional
pre que quien utiliza esta expresión está a salvo del oscurantis- a puede hacerse consistir no tánto en su característica cuanto
mo o del confusionismo univocistas. Depende del contexto. n los valores que ella tome según las variables independien-
Si, por ejemplo, un «hombre de izquierdas», un «izquier- t y los parámetros. El concepto aritmético de «doble», no
dista», defiende hoy la posibilidad de «ser de izquierdas», el 1 i ra «sustantivarse» como si fuera un concepto unívoco
sentido sustantivo de ese «ser» atraviesa, por así decir, el plu- u, género, con especies distributivas), sino que habrá de in-
ral, como significado que se mantuviese como idéntico a sí l rpretarse como la característica de un concepto funcional
mismo, con su identidad sustancial, cualquiera que sea la es- - =2x) a partir de la cual podremos obtener conceptos o valo-
pecie o variedad de la izquierda a la que se le adscriba, o a la r d «doble» tales como 6 (por respecto a 3) y 8 (por respec-
que se adscriba él mismo. Pues lo que ahora se está significan- L , 4). Así también, la izquierda no la entenderemos como un
do es que las izquierdas, en todas sus variedades específicas, · n ep to unívoco-sustancialista, sino como la característica
no destruyen la unidad genérica (unívoca) de la izquierda que l · , n concepto funcional (que habrá que determinar) que nos
actúa en el fondo de cada especie o variedad. Lo que equivale ,. ·rn iciera inmediatamente a diversos valores o conceptos de
a afirmar que la unidad sustantiva de la izquierda está asegu- iz ii rda, es decir, a las izquierdas, cuando se toman en su
rada, sin perjuicio de sus diversas manifestaciones, más o me-
nos accidentales, coyunturales o contingentes (otra vez, para
quien se sitúe en la derecha, «ser de izquierdas» sí puede man-
tener un significado pragmático no sustancialista, puesto que Que «la Izquierda» no existe, como unidad unívoca,
lo que ahora se percibe no es tanto una supuesta unidad «sus- n quiere decir que no existan «las izquierdas»
tancial» de las izquierdas, sino unos efectos convergentes su-
yos en la derecha, aún cuando las corrientes que convergen en u ndo afirmamos que «la Izquierda», en las condiciones
ese mismo efecto procedan de fuentes muy diversas y aunan- li ·I ,~ un mito oscurantista y confusionario, nos opone-
ta ónicas entre sí). ui t s int rpretan «la Izquierda», en singular, como si
'1 em s una manera ló ica capaz d r er a le un n pt unív tancialista. Pero no nos

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situamos en la posición de quienes suponen que «la Izquier- mito es ya un lagos queremos mantenernos a distancia de esa
da» no existe ya en nuestros días y, por consiguiente, que costumbre, reforzada por Guillermo N estlé en su ya clásica
tampoco cabe oponerla a una derecha, cuya existencia tam- obra Del mito al lagos (1952), que contrapone el mito y el la-
bién se pone en tela de juicio. «Los términos "derecha" e "iz- gos como se contrapone la irracionalidad o el error a la razón
quierda" -dice Alvin Toffler- son reliquias del período in- o a la verdad. Pero el mito es ya un lagos, por ejemplo, una
dustrial, que ahora han pasado ya a la historia. Derecha e explicación «causal», aunque sea errónea, de algún hecho o
izquierda tienen que ver con quién consigue qué: cómo se di- disposición de hechos: tal es el caso de los llamados mitos
vidieron la riqueza y el poder del sistema industrial. Pero hoy etiológicos. La Tierra, que «flota» en el espacio, no cae en el
día la lucha entre las mismas es algo parecido a una riña sobre abismo porque Atlas la sostiene: el mito de Atlas supone ya
unas tumbonas en un transatlántico que se hunde» (Avances y un avanzado estado de la civilización, pues sólo en él cabe
premisas, Plaza & Janés, Barcelona 1983, pág. 100). imaginar a la Tierra «flotando en el espacio»; y cuando, des-
Nosotros no hacemos consistir la prosopopeya «la Izquier- · bordando el mito de Atlas, Anaximandro nos ofrece su lagos
da» en la invención de una entidad inexistente (sin poder, sin para explicarnos por qué la Tierra no cae hacia el abismo
proyectos, sin presencia social), cuanto en la sustantivación de -porque se encuentra equilibrada en el centro del Mundo-
una unidad supuesta entre entes dados, a saber, los partidos o podemos decir, sin duda, que el mito antropomorfo ha sido
las corrientes de izquierdas que reconocemos como realmente superado, pero no por una verdad, sino por una construcción
existentes (en el presente, o en la historia reciente), cuando re- o lagos más abstracto, pero igualmente, en sí misma falso.
sulta que estas entidades (las izquierdas), lejos de ser variedades Y si el mito es ya un logos, se debe a que el mito es, ante
de un género unívoco (porfiriano ), compatibles mutuamente todo, una construcción lingüística, y por tanto una construc-
además, son diversificaciones «evolutivas» (de un género ploti- ción sometida al lagos, o lógica, del lenguaje. Ésta es la razón
niano) incompatibles unas con otras, o bien derivaciones ana- por la cual ni los babuinos ni los chimpancés pueden fabricar
lógicas separadas del tronco originario. mitos, es decir, la razón por la cual carecen de «fantasía mito-
poiética» (aunque tengan, sin duda, alucinaciones o pseudo-
percepciones capaces de producirles terror). El mito es una
3. Qué entendemos por «mito» en su relación con el construcción lingüística, que presupone ya un lenguaje de pa-
logos labras «de primer orden», llamémosle prosaico. Un lenguaje
gramaticalizado que lleva adelante funciones expresivas y
En cualquier caso utilizamos el término «mito» no ya en apelativas en las cuales están «embebidas », sin duda, ciertas
el sentido vulgar de mero fiatus vocis (sentido que viene a re- funciones representativas; invenciones protomíticas, como
coger el DRAE en su acepción 4: «Persona o cosa a las que se las que puedan atribuirse al mero hecho de expresar el movi-
atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una miento con consonantes vibrantes, o señalar apelativamente a
realidad de la que carecen»), sino en su sentido más filosófico, lo que es grande con palabras que contienen la vocal «a», y a lo
que, sin perjuicio de dar por supuesta su irrealidad, sin em- que es pequeño con palabras que contienen la vocal «i».
bargo cree poder atribuir a los mitos algún tipo de lagos, algu- Ahora bien, sobre este lenguaje gramaticalizado de primer
na razón de ser, en función de sus servicios prácticos (políti- rden, «pr aico» p ero capa z de delimitar, casi gestualmente,
c ·, didá ti , ideoló ic s, n se l ' gico ... ). Al de ir qu e el la r ali dad rácti as inm diata ( «ahí a ua», «allí serpi n-

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te», «dame martillo ») se constituirá el mito como una cons- do real como en contextos de mundo independiente o autóno-
trucción lingüística, y conceptual, por tanto, sobreañadida al mo (el mundo mitológico, poético); aunque sin embargo los
mundo inmediato. «Sobreañadida», es decir, sin poseer acaso mitólogos tenderán a interpretar este mundo mitológico como
el «coeficiente de inmediatez» propia del mundo en que se i tuviese alguna referencia a algún mundo real o posible.
mueven los hombres parlantes más primarios. El mito com-
pone una representación sobreañadida al campo real, al cual
ha de ir referido directa o indirectamente; por ello el mito 4. Mitos luminosos, mitos oscurantistas y mitos
aparece con ese coeficiente de meta-realidad (ya sea inferior, ambiguos
ya sea superior a la realidad) en virtud del cual quien cuenta el
mito puede saber, aunque no siempre lo advierta, que no está Ahora bien, otra cosa es la función de los mitos en tanto
moviéndose en el terreno inmediato y perentorio al que se re- que ellos asumen el papel de interpretación del mundo. Nos
fiere el lenguaje prosaico de primer orden. Por ello, el mito se encontramos entonces con las funciones explicativas o inter-
cuenta en voz baja (con la «boca pequeña», susurrante: mito pretativas de los mitos, con sus funciones pragmáticas. Y es
está relacionado con myo, vinculado a mutus, mudo) o con aquí en donde conviene establecer tres efectos generales, muy
voz en falsete (la voz propia de los sacerdotes en el ejercicio diferentes, atribuibles a los mitos:
de su oficio, o de los políticos en el mitin).
Por ello, la primera acepción del término «mito» es la de 1) El efecto de los mitos luminosos, esclarecedores (como
algo inventado, o sobreañadido a lo que aparece en el primer pueda serlo el mito de la caverna de Platón).
plano de la evidencia; lo que no significa que el contenido re- 2) El efecto de los mitos oscurantistas y confusionarios.
presentado por el mito haya de ser falso o engañoso, porque el efecto de aquellos mitos que en lugar de contribuir a una
podría encerrar una verdad arcana más profunda, revelada al xplicación científica o filosófica del campo, o a una forma de
rapsoda. Mito es pues, sencillamente, un relato representativo nducta práctica viable, distorsionan el campo y estorban
que no tiene evidencia inmediata, que supone una reelabora- a explicación o la bloquean. Como ejemplo de mito oscu-
ción de las evidencias inmediatas y que, por tanto, se distancia rantista podríamos tomar el mito de la creación de Adán a
de ellas. Mito no se opone por tanto a logos cuanto a realidad partir del barro, así como el mito de la creación de Eva a partir
inmediata; y por ello «mito» es ya, en cierto modo, un concep- d la costilla de Adán. Ni cabe pensar en Adán como primer
to crítico, porque se distancia de todo aquello que se presenta h mbre, ni en Eva como procedente de una costilla de Adán:
con evidencia inmediata, propia, por ejemplo, de las descrip- · e mito bíblico es oscurantista y confusionario, desde el pun-
ciones de un testigo de vista o de la expresión de proyectos, pla- de vista de la teoría (verdadera) de la evolución. El mito de
nes o programas propuestos para ser ejecutados (aunque sean le e rre de Babel es también un mito oscurantista, como lo son
utópicos). Por ello la expresión de oráculo que, en trance, pro- l. mayor parte de los mitos del Antiguo Testamento. Como
nuncia la pitonisa inspirada, tampoco es un mito, precisamente j mplos de mitos oscurantistas (en tanto estorban los pro-
porque carece de ese coeficiente crítico de distanciación. . t s políticos reales) pondríamos también las utopías polí-
Por lo demás, las relaciones que los mitos pueden mantener ti • : por definición una utopía es lo irrealizable, y una utopía
con el Mundo de primer orden son muy diversas. Por de pron- r ,, !izada no es utopía. Quién habla de «la Izquierda», en sin-
t , hay mitos qu e «no funcionan» tanto en contextos de mun- gul cr habla def rmamítica,yse únlaf rmaconfu sionariay

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oscurantista. Un diagnóstico similar hemos desarrollado en er neutral; una ideología partidista puede pretender ser ver-
otro lugar a propósito del «mito de la Cultura». dadera si la parte (o el partido) al que representa es la parte
3) Los efectos de los mitos ambiguos o claroscuros, que más poderosa, en cuanto capaz de reducir a las otras partes a
son aquellos que admiten interpretaciones opuestas; lo que us términos, como pars totalis.
quiere decir que ahora los mitos dependen antes del criterio Toda filosofía es una ideología, porque una concepción del
no mítico del intérprete que del relato mítico por sí mismo. El mundo sólo puede estar formulada desde alguna parte; pero no
mito de los tres anillos de Nathan el Sabio, de Lessing, podría toda ideología es filosófica. Las ideologías filosóficas deben
considerarse como un mito ambiguo. mantener por lo menos la forma dialéctica, es decir, el recono-
imiento, reexposición y crítica de las ideologías opuestas.
De las ideas expuestas sobre los mitos se desprende la nece- Las ideologías no tienen por qué asumir la forma de mi-
sidad de mantener un gran recelo ante los proyectos de desmi- tos, ni siquiera de mitos abstractos. Una ideología puede
tificación universal que tantos sedicentes «racionalistas» ali- adoptar la forma de una doctrina organizada según una suce-
mentan como objetivo mismo del progreso racional. Porque ión abierta y lógica de proposiciones. Pero si bien las ideolo-
«desmitificar» es un concepto confuso, cuando no distingue ías no tienen por qué adoptar la forma mítica, sin embargo
los tipos de mitos, y confunde, por ejemplo, la desmitificación 1 más probable es que los mitos, o las fabulaciones míticas,
de los mitos oscurantistas, con la desmitificación de los mitos r adas en los estados avanzados de la civilización, queden in-
luminosos. Desmitificar un mito oscurantista es sin duda una rp oradas a algún tipo de ideología. Dicho de otro modo,
tarea necesaria; pero desmitificar un mito luminoso es tarea ab- ada ideología asimilará sus propios mitos.
surda, porque equivale a cegar la luz que se supone emana de él.

6. «La Izquierda» como mito confusionario y como


5. Mitos e ideologías ideología

Entendemos por ideología, como es habitual, un sistema Q uién utiliza la expresión «la Izquierda» como indicación
de ideas socializadas cuya pretensión de verdad es mantenida sus propias y autosuficientes coordenadas utiliza un mito
en la medida en que representan o canalizan los intereses de 11 rporado a una ideología que no es inmediatamente visible
un grupo social en tanto éste se opone a otros grupos sociales. mo tal. Pues «la Izquierda», suponemos, representa la unidad
La concepción social de las ideologías (frente a la concepción i ticia, inexistente, que se pretende está incorporada, como una
psicológica, al modo de «los ideólogos» de la época de la Re- • Ll tancia o principio activo, a todas y cada una de las izquier-
volución francesa) y, sobre todo, su concepción dialéctica (las cL , por diversas que sean sus figuras fenoménicas. Esta repre-
ideologías como representando intereses de grupos frente a : ncación es mítica, ante todo, porque constituye una reclasifi-
otros) se debe a Carlos Marx. ' i ' n de segundo grado de las izquierdas de primer orden, que
Pero de este concepto no se desprende que las ideologías, , e ni siquiera se llamaban a sí mismas «izquierdas», sino, por
por ser partidistas, hayan de ser siempre falsas o expresiones ·j rn l , Partido Demócrata en Estados U nidos, Partido Libe-
de la falsa conciencia. Una ideología no es falsa necesariamen- 1" 1 n ran Bretaña, Partido Comunista y Partido Socialista en
te p r er p artidi ta, salv gue e upon a que la v rdad ha de 1 , ,1, ic ~ r j ,> n la • paña d la
1 uerra Civil, etc.

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Pero este procedimiento mítico que atribuimos a quienes que las izquierdas carezcan de todo tipo de unidad, que el tér-
utilizan la expresión en singular, «la Izquierda», para repre- mino «izquierda» sea sencillamente equívoco, al menos cuan-
sentar la supuesta unidad real, «envolvente de todas las iz- do ponemos aparte ciertas acepciones de izquierda (y de su
quierdas», está incorporado, desde luego, a una estrategia correlativo, derecha) referidas al campo topográfico, y que
ideológica, que podemos hacer consistir en el modo de proce- sólo indirectamente tienen que ver con las izquierdas en su
der verbal (en un discurso parlamentario, en un mitin: «No- sentido político.
sotros, en nombre de la Izquierda ... », dice un dirigente socia- Nos referimos, por tanto, a las izquierdas en la medida en
lista) de quienes se enfrentan a otros adversarios políticos y que ellas tengan que ver, no ya con el espacio topográfico,
buscan producir en ellos la impresión (así como también co- sino con el espacio antropológico, habitado por sujetos ope-
rroborarla en ellos mismos) de que la coalición de diversos ratorios que actúan socialmente en el marco de las sociedades
grupos electorales es mucho más profunda de lo que pudiera civilizadas. Llamémoslas «sociedades históricas». Estas socie-
serlo un pacto electoral de conveniencia: «Nosotros somos la dades históricas (pueblos, confederaciones, naciones) com-
Izquierda y por ello nos hemos coaligado.» En lugar de decir: portan, desde luego, una determinada estructura política, que
«Porque nos hemos coaligado utilizamos el término "la Iz- delimita esas unidades sociales históricas y las «cierra», por
quierda" como rótulo de nuestra coalición.» así decir, en sí mismas . Pero la estructura política no agota la
En cualquier caso, el mito de la izquierda es oscurantista i.ntegridad de la sociedad histórica de referencia. Por ello, en-
en cuanto oculta las diferencias e incompatibilidades entre di- tretejidas con la estructura política (del Estado) están las so-
ferentes corrientes de izquierdas; es confusionario porque no iedades civiles, las sociedades religiosas, las instituciones tec-
permite distinguir las diferentes corrientes que están com- nológicas, artísticas, familiares, etc.
prendidas en su nombre. · Las izquierdas se dibujan en este marco de las sociedades
«La Izquierda» en suma, es un término oscuro y confuso. históricas como trayectorias recorridas y proyectadas por in-
El propósito de este libro es transformarlo en un concepto lo dividuos operatorios que interaccionan agrupados (es decir,
más claro y distinto que nos sea posible. n modo alguno por cuenta propia) y que se enfrentan, o aca-
sólo intersectan, con las trayectorias trazadas con otros su-
j tos que recorren el campo común.
En el análisis, la realidad de estas trayectorias se nos «des-
d bla» en dos momentos: el momento de las Ideas (gene-
2. «LAS IZQUIERDAS» Y SU REALIDAD DUAL ralmente organizadas como ideologías) de las que los sujetos
I articipan para seguir su propia trayectoria, así como las rela-
i nes que mantienen con otras trayectorias, y el momento de
1. La dualidad entre las Ideas de la Izquierda 1e trayectorias mismas (constituidas por sus movimientos, in-
(o «sobre» la Izquierda) y las corrientes de la Izquierda racciones, contactos interpersonales, instituciones, etc.).
E tos dos momentos son inseparables, pero son disocia-
Las «izquierdas » son múltiples y hemos creído necesario . Ellos no se relacionan simplemente como el «lado inte-
evitar cualquier tipo de .reconocimiento de unidad unívoca n r > y l «lado exterior» de la misma realidad (entre otras co-
( mítica) entre ellas . P ro tampoco queremos con se afirmar ·1c p rqu las Id as n s n m r s c ncenid s mentales o

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creencias subjetivas, sino que están entrañadas en el proceso las trayectorias factuales, históricas, que recorren o han reco-
objetivo de la realidad). Podríamos ilustrar lo que decimos rrido los hombres en el espacio tiempo, en el espacio antro-
con la experiencia, muchas veces practicada, del sujeto a quien pológico.
se le da la «Idea normativa» de caminar, con los ojos venda- En consecuencia, y supuesta la pluralidad de las izquier-
dos, en línea recta, por una superficie amplia; previamente das -es decir, las trayectorias o estelas que van siendo trazadas
suponemos que el sujeto ha mirado un árbol, un montículo por los sujetos operatorios, actuando en grupo: llamémoslas
lejano, como objetivo de su paseo. Generalmente, sin embar- «corrientes»- tendremos que proponernos, antes aun que
go, el observador constatará que el sujeto del experimento la definición global de esas trayectorias, la clasificación de las
describe no una trayectoria recta, sino curvada, en diverso mismas. Y esta clasificación podrá referirse, o bien a las Ideas
grado, hacia la derecha. Diremos que la distancia entre el lu- (de izquierda, o sobre la izquierda) o bien a las corrientes (de
gar del que se parte y el objetivo que el sujeto se ha prefigura- izquierdas) que de ella puedan resultar suficientemente iden-
do (el árbol, el montículo), juntamente con la comparación tificadas.
con otras posibles trayectorias que otros sujetos estén dibu- Es preciso tener en cuenta que, en virtud de la disociación
jando, corresponde a la Idea (al proyecto) sin el cual la expe- (no separación) que suponemos puede siempre establecerse
riencia no podría producirse, porque el proyecto no es un ntre las Ideas y las trayectorias o corrientes, las clasificacio-
mero epifenó~eno del movimiento, ya que está en la raíz de n s de las Ideas sobre las izquierdas, incluso aquéllas que las
su dirección. La trayectoria curvada, de hecho recorrida, sólo i quierdas se forjen sobre sí mismas, no tienen por qué super-
adquiere su significado cuando se la considera desde la Idea. p nerse a las clasificaciones que podamos establecer sobre las
No cabe decir por tanto: «Hechos, y no proyectos, son lo que rrientes identificables de izquierda. Y, en cualquier caso, los
importa» ( «Por sus obras los conoceréis »); puesto que las riterios de una clasificación de las ideas que la izquierda pue-
obras, en el caso de las conductas beta operatorias, son inse- 1< fo rjarse sobre sí misma (o que los demás pueden forjarse
parables de los proyectos, de las Ideas, de las palabras a través , bre ellas) no tienen por qué ser superponibles a los criterios
de las cuales aquellas Ideas pueden ser formuladas. 1 lasificación de las corrientes que «realmente hayan exis-
Entre las trayectorias reales (los f acta concludentia) y las tid » .
Ideas implicadas en ellas media una continuidad que pode- Por supuesto, entre las Ideas utilizadas por una determi-
mos comparar a la que media entre el anverso y el reverso de 11 l. a corriente de izquierdas podemos encontrar algunas que
una cinta de Moebius; o, si se prefiere, entre el momento ideal lifí ilmente podrán ponerse en correspondencia con lastra-
(o conductual, o normativo) y el momento factual de las rea- , · L rias empíricas o factuales de esas corrientes. Esto ocurre
lidades analizadas, media una relación dual similar a la que se • 1. ndo las ideas son muy abstractas o simplemente utópicas
establece en Geometría entre el punto como intersección de o , r nicas. «Humanidad», «Estado final», «Justicia social»,
infinitas rectas y la recta como alineación de infinitos puntos: • 11i 11 de la historia», etcétera, son Ideas que figuran en los pla-
puedo ver a la recta desde sus puntos, y a los puntos desde programas de muchas corrientes de izquierdas; y como
sus rectas, que intersectan en ellos. Puedo ver a las izquier- i11 l , ,rantes de sus planes o programas será preciso contar con
das desde las Ideas (conceptos, creencias, normas, proyec- 11, , ·n el análisis. Pero no porque podamos tomarlas como
tos, planes y programas, t eorías... ) que los hombre forjan 1 d nadas . N o erán las distancias al «estado final de la
para r anizar u ac i ' n, y pu d v ra la izqui rd, d d 1 1t111 x idad ~ J qu pu den servirn p ara tablee r la p 1~

O-
ción de una corriente de izquierdas dada. ¿Quién puede ser rrientes o Ideas a sus propias coordenadas. De donde pode-
tan insensato que se atreva a hablar de la posición que él ocu- 111os concluir que no es enteramente tan relevante la cuestión
pa «respecto del estado final de la Humanidad»? l l partidismo como lo es la cuestión de las coordenadas ca-
Asimismo, cuando una corriente de izquierda Bes juzga- paces de reducir a sus términos a las otras corrientes o Ideas.
da desde otra corriente de izquierda A, la conexión entre las Por lo demás, las clasificaciones podrán llevarse adel~nte
ideas de By las trayectorias de B podrán aparecer de un modo d un modo objetivo si al menos disponemos de parámetros
enteramente diferente o distorsionado, hasta el punto de que bjetivos susceptibles de servir de contraste a las diferentes
desde A ni siquiera podrá clasificarse a B como una corriente Ideas y corrientes de izquierdas. Estos parámetros podrán
o un ideario de izquierda. La izquierda socialdemócrata ale- nducir a clasificaciones y a definiciones que quedan algo le-
mana, como corriente consolidada en las primeras décadas j de la «vivencia» que de las Ideas y de sus trayectorias pue-
del siglo XX, con un ideario característico, fue vista por Lenin 1a tener un militante comprometido. Ante las dificultades
como una corriente más próxima a la derecha ( «el renegado para responder a la pregunta «¿qué es la izquierda?» -difi-
Kau.tsky») que a él mismo. ultades derivadas precisamente, como hemos dicho, de que
Y, de todos modos, habrá que tener en cuenta los casos en n existe un ser unívoco que pueda respaldar la definición-,
los cuales las Ideas sobre la izquierda son forjadas desde la lificultades que nos obligan a concluir que no existe una de-
derecha. rinición, puesto que existen muchas, nuestro militante quizá
ncuentre una salida apelando a su sensibilidad: «Lo impor-
. nte es sentir la izquierda (mi izquierda) y no el saber defi-
2. En busca de criterios objetivos para clasificar Ideas nirla» (antes se decía: «lo importante es la praxis»). Y, con ello,
y corrientes de izquierdas 1 u estro militante se aproximará a las posiciones místicas que
man tuvo en su tiempo Tomás de Kempis ( «vale más sentir la
¿Qué criterio podremos utilizar para poder alcanzar clasi- mpunción que saber definirla»), olvidándose de que la praxis
ficaciones objetivas, tanto de Ideas como de corrientes de iz- puede prescindir de sus componentes «racionales», y, por
quierdas? Lento, de las Ideas.
A primera vista parece que encierra menos dificultades Los criterios que utilizaremos para clasificar las Ideas de
determinar criterios para clasificar las corrientes de izquier- 1, izquierda o sobre la izquierda los tomaremos de la lógica.
das, puesto que éstas se nos dan en un campo empírico, histó- in duda, una tabla de clasificación fundada en criterios lógi-
rico. Sin embargo no puede olvidarse que para la interpreta- . s o gnoseológicos constituye acaso la única perspectiva
ción de los sentidos de tales trayectorias es preciso tener en n ltral que podemos adoptar para clasificar Ideas. La cues-
cuenta las Ideas implícitas en las respectivas corrientes, y ello i ' n es hasta qué punto una tabla construida con criterios ló-
compromete cualquier pretensión de objetividad o de neutra- r¡ -gnoseológicos puede ser pertinente para la tarea de clasi-
lidad. Sería preciso adoptar decididamente una perspectiva . 1 ar las Ideas políticas. En nuestro caso lo es, como veremos;
partidista (por ejemplo, el leninismo) si quisiéramos analizar qu no tiene nada d e incomprensible si tenemos en cuenta
críticamente una determinada corriente. Pero, a su vez, si el ran impregnación lógica qu e tienen las Ideas políticas co-
partidismo tiene cap acidad p ara alcanzar algún resultado ob- 1 r íl1 s (la Idea de monarquía, oligarquía o dem ocracia, tal
J_c,vo, · p rqu p s e may r p ter c·apara reducir la d más ·orn la e p n Arist ' c l_ , n s n i 1 1..maapli i ' n d su

- 3-
doctrina lógica de los cuantificadores proposicionales: uno, 4. Las «familias» de corrientes de izquierdas:
algunos, todos). Izquierdas definidas e Izquierdas indefinidas
Los criterios que utilizaremos para clasificar las corrientes
de izquierdas ya no podrán ser tomados de la lógica; será pre- Consideramos de gran utilidad mantener la interpreta-
ciso recurrir a alguna «materia» constitutiva de las sociedades ión del significado que pueda tener el término «Izquierda»,
históricas de las que hemos hablado. Sin duda, podremos en- n singular, como si fuese la característica de algún concepto
sayar con diferentes «materias»; nosotros hemos elegido a la uncional cuyos valores (que corresponderán ahora precisa-
sociedad política misma, es decir, al Estado. mente a las diferentes corrientes de izquierdas, a las izquier-
das) dependen de ciertas variables y de ciertos parámetros.
Por lo demás, habrá que contemplar la posibilidad de que a
3. Las Ideas de la izquierda o sobre la izquierda la expresión «la Izquierda», en singular, correspondan no sólo
ina, sino dos o más características, sin perjuicio de que ulte-
Las Ideas (concepciones, teorías) sobre la izquierda se ri rmente, todas ellas, puedan integrarse en una sola función
mantienen, como hemos dicho, en un orden disociable, aun- 111ás compleja. Hablaremos entonces de diferentes «familias»
que inseparable, del orden en el que se mantienen las corrien- d esta función, a la manera de como hablamos de las familias
tes de izquierdas; y la mejor prueba nos la ofrece el hecho d las funciones cónicas (elipse, parábola, hipérbola, etc.).
de que muchas ideas o teorías sobre la izquierda proceden de En nuestro caso comenzaremos por distinguir dos fami-
la derecha, o de corrientes de izquierdas contrapuestas a la lias, o mejor aún, al menos hasta que pudiéramos integrar a
corriente de izquierda asociada a una idea determinada. Esta , , s familias en una función única, dos clases de característi-
circunstancia suscita una gran dificultad en el momento de de la función izquierda, que denominaremos como «la
determinar los criterios de clasificación de las ideas sobre la ·1, e de las izquierdas definidas» (políticamente) y «la clase
izquierda. las izquierdas indefinidas» (políticamente).
Tenemos, en definitiva, que clasificar muy diversos con-
ceptos de izquierda entre los cuales suponemos no media una A) En la clase de las izquierdas definidas incluiremos a to-
unidad genérica unívoca, pero sí relaciones de unidad analó- L aquellas corrientes que puedan ser determinadas política-
gica, o incluso de unidad genérica de carácter atributivo (plo- 111 nte como tales, en función de ciertos criterios pertinentes.
tiniano) capaz de afectar, si no a todo el conjunto de acepcio- Ahora bien, la naturaleza política de los criterios no es fácil
nes, sí a algún subconjunto suyo. Entre las relaciones lógicas [, determinar en cada caso. Se estará de acuerdo en que pue-
que cruzan los múltiples conceptos de izquierda (las izquier- 1 n considerarse como variables políticas las posiciones que
das) señalaremos: las relaciones de unidad analógica y las re- un, orriente de izquierdas mantenga ante el sistema de elec-
laciones de unidad genérica (géneros o generaciones de la iz- ·i n s parlamentarias, ya sea defendiendo la abstención, ya
quierda). ,' • pidiendo la reforma del sistema de escrutinio. Pero no
Entre las relaciones de unidad analógica consideraremos , ·r.' can fácil el acuerdo cuando se tome como criterio de la
tanto las relaciones de proporcionalidad, como las relaciones rda una determinada orientación de los programas elec-
de proporción simple o de atribución. en rden a cuestiones de familia, de educación, o in-
d · rd na i ' n hid.r ló j a del ter ·t r· . La variable
«educación histórica» parece afectada directamente de un co- 1istas y conservadoras, del mismo modo que situaremos en la
eficiente político; mientras que la variable «trasvase del Ebro» izquierda aquellas posiciones que puedan ser caracterizadas
sólo indirectamente, o interpretativamente, podría recibir un orno liberales, pluralistas y con espíritu de c~mbio. Armados
coeficiente político, puesto que directamente su alcance es es- on estos criterios, el Partido Comunista en la Rus~a actual pa-
trictamente tecnológico. ará a ser «el campeón de la derecha», puesto que se opone al
Necesitamos un criterio firme del campo político de varia- ambio social; mientras que la etiqueta de izquierda correspon-
bles para poder avanzar, con un mínimo de consistencia y ri- derá a los movimientos que reclaman el cambio, es decir, la de-
gor, en el análisis de las izquierdas definidas, en función preci- f nsa de una economía capitalista. Por parecidas razones, el co-
samente de ese campo de variables. Es cierto que la propuesta munismo y el fascismo aparecerán clasificados, en una misma
de un criterio preciso puede levantar objeciones de principio en- uadrícula, entre la derecha. Así procede, por ejemplo, Chris-
tre quienes desconfían de los conceptos rígidos, en materia polí- tian Michel en su propuesta de un test destinado a situar a los
tica, y prefieren la flexibilidad propia de los conceptos borrosos. ·ncuestados (o autoencuestados) en un tablero político ad hoc.
Pero el peligro de comenzar por estos conceptos borrosos y Ahora bien: es indudable que desde la perspectiva emic de
flexibles es el de quedar aprisionado en el mundo de los concep- quien da por supuesto que izquierda y derecha son orienta-
tos sesgados o malformados, es decir, de la palabrería política a ,¡ nes unívocas, aunque muy generales -más aún, cuando la
la que, por otra parte, estamos tan acostumbrados. rspectiva emic adoptada tiene un signo libertario- , los cri-
Nos parece evidente, si queremos lograr una mínima consis- rios utilizados servirán, sin duda, para establecer clasifica-
tencia en nuestros «diagnósticos», que es necesario determinar, ,¡ nes «rigurosas » en abstracto. Lo que es más dudoso es que
ante todo, un criterio que tenga significado político objetivo · tas clasificaciones tengan el alcance político-histórico que
y, en segundo lugar, mantener constantemente el mismo crite- n. interesa, y no más bien un carácter psicológico-etológico.
rio de clasificación. Si cualquiera de estas dos condiciones no se Unos criterios que, como es el caso del test que acabamos
cumplen, no podremos esperar resultados consistentes y fia- citar, no permiten diferenciar el fascismo y el comunis-
bles, lo que no significa que los criterios utilizados «caótica- m , habrán de ser considerados como criterios poco potentes
mente» no puedan ser válidos, sobre todo emic, desde una de- , frac asados, precisamente porque carecen de capacidad de
terminada corriente de izquierda. Y cuando se procede desde 1i riminación entre estas dos situaciones políticas, antagóni-
el supuesto de que la izquierda es única (unívoca), entonces los ·a precisamente en el campo histórico-político. El hecho de
1 1 comunistas y fascistas puedan tener en común, para un
criterios utilizados, si no son formalmente políticos, se con-
vertirán automáticamente en criterios emicy sesgados, aunque ¡ · 1 , lago como Eysenck, el rasgo 'del autoritarismo, no es su-
sea constante su aplicación. 1; i nte para confundirlos desde un punto de vista histórico-
Por ejemplo, supongamos que la izquierda es una actitud ! lítico. ¿Ya qué podemos atribuir esta incapacidad? Princi-
unívoca, en las diversas sociedades, y que tomamos como crite- 1 , 1rn nte a dos cosas:

rio la oposición autoritarismo centralista/ liberalismo pluralis- 1) Q ue se ha partido del supuesto de que la izquierda es
ta, y además asociamos esta oposición a otra dada según otro 111ív a, y que por tanto tiene sentido preguntar a alguien si
criterio, la que media entre conservadurismo/ espíritu de cam- izquierda» o si «es de derecha» .
bio. Entonces habrá que situar en la derecha todas aquellas po- ue e han u tilizado un o criterios que no tienen p or
. · qu pu edan er cla ificada e mo au tontana ntra- a] n p líci 1 in p i l ' ic - tol ' ic .

, - 7-
En efecto, ser «autoritario» o ser «tolerante» o «liberal», en mantenido de manera constante, a fin de poder lograr la con-
sentido psicológico-etológico, es un criterio mediante el cual is tencia en el juicio, diagnóstico y clasificación. Un criterio
podemos clasificar no sólo a los ciudadanos de una sociedad que habrá de estar dado a tal nivel de complejidad que su apli-
política, sino también a los chimpancés de una selva artificial, ación permita la mayor flexibilidad imaginable en la deter-
como la que Frans de Waal tiene instalada en Holanda. Ser minación de las variables. Dicho de otro modo, la diversidad
conservador o «tener espíritu de cambio» es también un crite- e variables que de hecho estaremos dispuestos a utilizar
rio psicológico-etológico, y de hecho se ha utilizado amplia- orno criterios de definición de una izquierda política, perde-
mente por investigadores japoneses, cuando en 1953 observa- rá su carácter amorfo o meramente empírico en la m edida en
ron cómo un macaco hembra de la pequeña isla de Koshima, a la cual estemos dispuestos a reconocer que la significación
la que se llamó lmo, desarrolló una conducta innovadora y ! olítica de una variable dada sólo se adquiere a través del cri-
progresista (lavar un boniato en un arroyo) frente a la actitud L rio constante establecido; un criterio al que cabría atribuir
conservadora e inmovilista (de «derechas») de los otros miem- ·1papel de un parámetro. Y un parámetro que deberá tener,
bros de la banda. mo hemos dicho, obligadamente, un significado político
Nada cambia cuando se pretende diferenciar a los conser- bjetivo, capaz de ser aplicado a las diversas corrientes de iz-
vadores de derecha y a los innovadores de izquierda con des- quierdas en sus relaciones entre sí y con la derecha.
cripciones tomadas de escenarios sociológicos o «existenciales» C omo parámetro de la función izquierda definida toma-
( «la derecha representa la autoridad y el conservadurismo; la rn s al Estado (nacional o multinacional) .. Será preciso, dada
izquierda el progreso y la transformación de la sociedad», o 1, enorme complejidad de esta realidad, distinguir en ella
bien: «ser de derecha es tener miedo por lo que existe, no vaya a múltiples capas y múltiples ramas, a través de las cuales las va-
ser que el orden establecido, aunque sea perfecto, pueda ser ri, bles políticas puedan quedar «canalizadas». Por nuestra
destruido por peligrosos experimentos sociales; ser de izquier- ¡ , rte, nos atendremo~ al modelo canónico de estructuración
das es tener miedo de lo que existe, pues todo,cambio es prefe- 1 1Estado que hemos propuesto en otras ocasiones.
rible a las condiciones actuales»). No estará de más constatar Los valores de la familia de la función «izquierda defini-
cómo de hecho, entre los criterios más utilizados por periodis- la~ serán, obviamente, valores políticos, y también podrán
tas, analistas, políticos y aún por el pueblo llano, para distin- in luirse aquí los valores «antipolíticos», como valores nega-
guir a un fascista de un demócrata, prevalecen los criterios l i vamente políticos; no ya los valores «apolíticos», como pre-
etológicos. L · 1 dían encarnarlos algunas veces los sindicatos anarquistas
Pero lo más grave, si cabe, es que, además, se van introdu- 1 la C NT en las elecciones parlamentarias de 1936. El 17 de
ciendo en los tests de este tipo, conforme salen al paso, otros · 11 ro de ese año la Confederación Nacional del Trabajo rati-

discriminadores tales como nacionalismo, proteccionismo, o f i ' u p ostura de no votar, pero el día 14 de febrero, día de las
supuestos valores de izquierda tales como «vida moral autó- ,¡ · iones, terminó decidiéndose por el voto. A este «sector
noma y no impuesta por el Estado», etc. 1 r r » de la izquierda española se dirigía Largo Caballero
Por mi parte, he optado por mantener un criterio que ten- •11 u di curso del 12 de enero de 1936 diciendo: «Yo hago un

ga un carácter inequívocamente político (para lo que deberá 11 , m mi nto a los elementos d e la C onfederación Nacional
estar «tallado» en un campo histórico-político y rro en un 1 ·1' L'rabaj , diciéndoles q ue he vi to con gran satisfacción el
amp p icoló ico, etológico o ético) y adem ás qiie pueda er n .1 qu hablan d laUni , n n ral d Trabajad r y

8- 9
de los socialistas. Pero esto no es bastante. Se acercan momen- ,1,' mbito de esa misma clase. Pero también las relaciones ló-
tos en los que hay que definirse.» ¡1,i , de unidad que puedan mediar entre las izquierdas de la
le e A y las de la clase B, ya sea cuando las tomamos en con-
B) La clase de las que llamamos izquierdas indefinidas j In to, ya sea cuando las tomamos particularizadamente.
comprende aquellas corrientes que son tenidas como de iz- omencemos por la relación entre los géneros de izquier-
quierdas, pero que no están definidas (o no se ve que lo estén) 1. nglobados en la clase A. Anticipando los resultados que
en función de variables estrictamente políticas, en el sentido · ¡ ndremos en el cuerpo de este libro (capítulo 3), diremos
dicho. En cualquier caso, la izquierda indefinida no es indefi- .l ¡u í que entre los seis géneros de izquierdas definidas median
nida tanto porque sus representantes no puedan definirse res- i ·leciones de unidad muy profundas, y si no las que son pro-
pecto de alguna corriente dada, sino porque su definición, en 1 i de la unidad porfiriana (o linneana) del género;respecto
cuanto izquierda, si se produce, sólo tendrá lugar por media- 1 · us especies (o del género superior - lo que Linneo llamó

ción de una izquierda definida. En cambio, esta izquierda de- í <lenes, clases o tipos- respecto de los géneros inferiores o
finida se define políticamente «por sí misma». i 11 ·lu o próximos a las especies) sí las que son propias de los
Por supuesto, las izquierdas que llamamos indefinidas, I', ·neros plotinianos (o darwinianos). Dice Plotino: «Los herá-
habrán de darse, en general, diferenciadas unas de otras. Las ·1i as son del mismo género no tanto porque se asemejan entre
llamadas «izquierdas artísticas» (las «vanguardias» en el París , , ino porque descienden de la misma estirpe.»
de mediados del siglo XIX y de la primera mitad del XX) cons- • l género superior (tipo) de los vertebrados se despliega en
tituían en realidad una izquierda indefinida políticamente 1 ' neros subalternos (clases) de los peces, anfibios, reptiles,
aún cuando de hecho estos vanguardistas estuviesen más vin- l · y mamíferos; desde el punto de vista evolucionista (dar-
culados a una izquierda definida que a otra, o que a la dere- i 11 i ta) la unidad del género superior «Vertebrado» no es una
cha; pero estas izquierdas artísticas se difere:nciaban de una 1111 i Iad unívoca derivada de la consideración de unos compo-

izquierda filosófica, como podría serlo la izquierda hegeliana. 11 ' 11tes abstractos comunes a estos vivientes (como pensaba
Y si bien esta izquierda estaba a su vez más cerca de unas iz- 1,inneo), como si estos componentes se distribuyeran directa-
quierdas definidas que de otras, si embargo no podría consi- 111 ' ne (creados por Dios) en los géneros o especies consabidas;

derarse como una izquierda política. Así lo vio Marx cuando 1 unidad del género Vertebrado es la unidad de la concatena-

se distanció de Bruno Bauer o de Feuerbach. .¡ ' n atributiva de las clases que, comenzando por los peces
· rn primer analogado) van desarrollándose, de modo lineal
rr rnificado, por las diferentes clases o géneros generadores.
5. Las relaciones entre las izquierdas definidas (A) y las ro la unidad de los seis géneros de izquierda la concebi-
izquierdas indefinidas (B) mo enteramente similar a la unidad de concatenación
· éneros de vertebrados de nuestro ejemplo.
Lo que nos importa más en este momento es determinar la 'n uanto a la unidad que pueda mediar entre la clase A (iz-
naturaleza de las relaciones lógicas de unidad que puedan me- ¡tti rda definida) y la clase B (izquierda indefinida) tan sólo
diar entre las izquierdas de la clase A, consideradas en el ám- (i m qu e esta unidad puede fundarse, o bien en relaciones
bito de esta clase, así como la naturaleza de las relaciones lógi- 1 • un idad analógica, según la analogía de atribución, o bien, y
cas entre las izquierdas de la clase B, consideradas también en ,\U n i rnu l cán am.ent ·, en una r laci ' n d unidad arraló ica de

- 0- - 1-
proporcionalidad. Es evidente que las relaciones de unidad ; 1 a de la República, y a la difusión panteísta del poder corres-
que se establecen en virtud de proporciones compuestas per- 1 nde el sufragio universal; 3) detrás del deísta viene el pan-
mite mantener la separación y aun la independencia entre los ! ·í ta, y detrás del panteísta, el ateo, que dice que Dios no exis-
significados del término «izquierda» en A y en B. La doctrina es- t ' «y sale Proudhon, señores, y dice "no hay gobierno"». Al
colástica de la analogía establecía que los análogos son diversos 111 í mo corresponde, por tanto, el anarquismo, según el mar-

simpliciter, y sólo son semejantes secundum quid, según algo. 1u de Valdegamas. Diríamos pues, si siguiéramos a Donoso,
En cambio, si la unidad fuese de atribución o proporción 1u el germen del anarquismo, como posición de izquierda de-

simple, es evidente que la conexión entre el primer analogado y finida, está en el ateísmo. (U namuno diría años más tarde que
los analogados segundos implicará una dependencia (en la ca- 1 · spañoles entienden la política como una religión, y la reli-

racterística izquierda) de una clase respecto de la otra. A título l'i 1 n como una política.)
de ejemplos extremos: quienes afirmen que el primer analoga- ¿Y qué tipo de unidad podemos atribuir a las izquierdas
do del término izquierda hay que situarlo en la clase A, tendrán i,, luidas en la clase B, a las izquierdas indefinidas? Descarta-
que adoptar una perspectiva politicista en el momento de cali- ¡. una unidad de tipo unívoco, no hay por qué reducirse a un
ficar como de «izquierda» a determinados materiales no estric- lll i tipo de unidad. Sin duda, ciertas corrientes de la iz-
tamente políticos. Pero quienes afirmen que el primer analoga- 1ui rda artística pueden haberse inspirado en corrientes de la
do de la izquierda se encuentra en las izquierdas indefinidas de i'l. ¡u ierda filosófica, o recíprocamente.
la clase B (en alguna izquierda diferenciada de esta clase, pon-
gamos por caso, en las corrientes heterodoxas de una Iglesia
determinada), es porque adopta una perspectiva teológica. 6. Asimetría de la relación entre la izquierda definida y
Decía Donoso Cortés, en un discurso en el Congreso de la izquierda indefinida ·
los Diputados (30 de enero de 1850) que la civilización católica
descansa en tres afirmaciones teológicas: 1) existe un Dios per- ·· n general cabe afirmar que las relaciones entre la clase A
sonal, que está en todas partes; 2) este Dios reina en el Cielo y 1· la izquierdas definidas) y la clase B (delas izquierdas inde-
en la Tierra, 3) este Dios gobierna las cosas divinas y humanas. f i 1, id a ) no son simétricas, sino asimétricas, en el sentido si-
Pero a estas proposiciones, según Donoso, corresponden tres l' 1i nte: las izquierdas definidas, sin perjuicio de su definición
afirmaciones políticas ( «porque la afirmación política no es , 1n de su condición de primeros analogados, dependen más

más que la consecuencia de la afirmación religiosa»): 1) que 1· 1. izquierdas indefinidas que recíprocamente. «Dependen-
hay un Rey que está en todas partes por medio de sus agentes, ciene aquí este sentido: que las izquierdas definidas no
2) que el Rey reina en sus súbditos, 3) que el Rey gobierna tam- ,g tan » el material político y social al que se aplican, por lo
bién en sus vasallos . Pero-continúa Donoso Cortés- la civi- 1 1 habrán de irradiar su influjo o por lo menos engranar de

lización negativa se basa en negaciones sucesivas, negaciones 11¡1 í n modo con otras corrientes de izquierda indefinida, que
teológicas, con sus correspondientes negaciones políticas: 1) 1 i ÚLn n este material.
Dios no gobierna, aunque existe y reina; al deísmo teológico le li n cambio, las izquierdas indefinidas, precisamente por
corresponde la monarquía constitucional: el Rey reina, pero 11 ind finición, pueden mantenerse más lejos de las izquier-
no gobierna; 2) no hay un Dios personal sino un poder difuso y 1t ' f I ida , incluso pueden engranar con corrientes de de-
pant ís ta; a sta doctrina te l 'gica corresponde en política la 11•( 1,,'
7. Recelo ante las polarizaciones izquierda/derecha en 1quí nos interesa analizar ante todo la oposición en el terreno
diversos campos, políticos y no políticos ¡1¡ _lítico definido, y por ello necesitamos criterios políticos, y
,o l en función de ellos hablaremos de la oposición izquier-
Las interacciones, flujos y reflujos entre diversas corrientes il,,/d recha en sentido definido.
de la izquierda definida y determinadas corrientes de la iz- Y fue en el terreno político en donde comenzó a configu-
quierda indefinida darán lugar a situaciones enmarañadas que , ,\1' esta oposición, en su sentido histórico, no meramente
ofrecen grandes dificultades para el análisis, sobre todo cuando 1 11 gráfico. En efecto, los criterios políticos por los cuales la

quienes representan diferentes corrientes de izquierda indefini- i¡ ición fue establecida a raíz de la Asamblea Revoluciona-
da (intelectuales, artistas, músicos, cineastas, científicos) mili- ' itt de 1789, tienen que ver con la oposición entre el Antiguó
tan al mismo tiempo en algún partido o asociación política de 1 '"imen (trono y altar) y el Nuevo Régimen. La izquierda y

izquierda definida. Pero esta circunstancia no es suficiente para l ,t I r cha aparecen por tanto en el contexto de la Revolución
un diagnóstico: el cubismo, por ejemplo, no tendría que clasifi- 1, n esa.
carse como un movimiento de vanguardi~ izquierdista por el Ahora bien, la crítica a la que Marx sometió a la Revolu-
1 i 11'\ francesa -y crítica tiene aquí el estricto sentido de clasi-
hecho de que Picasso simpatizase con el Partido Comunista.
Hay una tendencia, sin duda, a la polarización dualista 1i ' e ión o diagnóstico- no era otra cosa sino un diagnóstico

(«maniquea»), a suponer que la oposición izquierda/derecha, 1 ta Revolución como «revolución burguesa», por tanto,
propia del terreno político, es coordinable biunívocamente con •r, una clasificación de la Revolución francesa en una taxono-
las oposiciones dadas en otras categorías no estrictamente polí- 1,1 < implícita de revoluciones en cuya tabla había de figurar
111 ién la revoh1ción proletaria. La Revolución francesa era,
ticas (vanguardia/clasicismo, heterodoxia/ortodoxia, etc.). Des-
1 \ ' e las coordenadas marxistas, la revolución del capitalis-
de la perspectiva del materialismo filosófico, esta polarización,
111 f r nte al Antiguo Régimen feudal.
por lo que tiene de monismo, ha de ser vista con gran recelo.

2. Criterios «superestructurales» y criterios «básicos»


para establecer la distinción izquierda/derecha
3. SOBRE LA DETERMINACIÓN DEL CONTEXTO
POLÍTICO EN EL QUE SE DIBUJA LA OPOSICIÓN - desde esta perspectiva, lo que se pedía venía a ser regre-
IZQUIERDA/DERECHA ' 1 11. ia los supuestos componentes más profundos o esen-
¡ ti de la oposición derecha/izquierda que ya no había que
1 li ' 'ar en las apariencias, dadas en el terreno de los fenóme-

1. Los primeros escenarios de la oposición derecha/ 11 .' _ líticos superestructura/es de la Monarquía (del Antiguo
1 ·¡,imen) y la República, sino en el terreno básico del modo
izquierda
1' 1 ducción, en el que se enfrentan las clases sociales, defi-
La oposición izquierda/derecha puede analizarse, como 11 i I n función de la relación que mantienen en cuanto a los
hemos dicho, atendiendo a muy diversos criterios: topográfi- 11 ' li d producción. Desde esta perspectiva económico-
' reli i , s ci lógico , artísticos, económicos, etc. Pero º •1 1 1,. p i i ' n izgu.ierda/ derecha resultaba configurad a
- . 1-
en el contexto de la oposición entre la burguesía y la aristo- ' 1 nte de la Revolución francesa, como oposición política
cracia feudal; pero en la nueva fase del desarrollo histórico, si l 1111 amental. La oposición política fundamental la pondrían
la oposición izquierda/derecha podía mantener un significa- 11 l conflicto entre el capitalismo y el comunismo; dentro
do profundo, sería en la medida en que ella reflejase las oposi- 1 •I omunismo «recuperarían» la distinción para designar a
ciones entre la burguesía capitalista victoriosa y el proletaria- l is esviaciones de izquierda, o de derecha, que, a su vez, es-
do naciente. ' 11' Ían determinadas por factores de clase (el «izquierdismo»
De este modo, las tres grandes corrientes «revoluciona- 1 •11dría una estirpe «pequeñoburguesa», por ejemplo.) que
rias» de izquierda posteriores a la Revolución francesa -asa- 1I r vienen en el curso del desarrollo de la revolución bol-
ber, el anarquismo, el socialismo (socialdemócrata) y el co- 1¡ • ique o de la revolución cultural maoísta.
munismo-, tendrían que ser definidas desde la perspectiva
de la lucha de clases, y en consecuencia, el conflicto entre pro-
letariado y burguesía capitalista constituiría la línea principal Nuestro criterio es político; el criterio de las clases
del conflicto, sin descontar otras líneas residuales o secunda- "Ociales sólo interviene en la conformación de la
rias. Y como estas tres grandes corrientes revolucionarias se posición izquierda/derecha a través del criterio
analizaban por sus objetivos finales (la sociedad sin clases), las político del Estado
diferencias entre ellas habría que buscarlas en los medios que
cada corriente proponía para llegar al mismo fin. Pero las di- - a tesis que se mantiene en este libro es muy otra, y con-
ferencias en los medios tienen que ver precisamente con el Es- i. l n reconocer al Estado como marco o contexto propio, e
tado: los anarquistas considerarán necesario prescindir, sin 111 1¡ r scindible, para que la oposición política entre izquier-
más, del Estado como «medio», para llevar adelante su pro- 1,v derechas pueda ser dibujada, según su alcance político
yecto revolucionario; los socialdemócratas postularán la ne- 1 • l in.ido; de suerte, que sólo a través del Estado, la oposición

cesidad de alcanzar gradualmente el control del Estado a fin , ¡ui rda/derecha entraría en conexión con la oposición en-
de orientar la evolución hacia el socialismo; los comunistas 11 • 1 clases sociales, en el sentido marxista.
creyeron imprescindible asaltar al Estado capitalista e, im- Y aun concediendo ad hominem la tesis de que la oposición
plantar inmediatamente, a través de él, la dictadura del prole- 1• L '; ' , tuviese lugar end terreno de la lucha de clases, y que la

tariado. ip i ión trazada en el terreno del Estado fuese superestruc-


Las consecuencias (en lo que nos concierne, a saber, la t1 11, l ( i el Estado mismo es una superestructura de aquel con-
oposición derecha/izquierda política) eran muy importantes. 11i ' L ntre clases), podría seguirse manteniendo la tesis de que
La principal ésta: que el criterio fundamental de la distinción l 1 ¡ ición izquierda/derecha se dibuja precisamente en el
política entre izquierda y derecha habría que buscarlo en el to del Estado, y fuera de este contexto se desdibuja
terreno económico-social de la lucha de clases, y sólo a través desdibujó en la doctrina leninista o maoísta). La opa-
de él, y en algunos casos (en la socialdemocracia y en el comu- ¡ 1 ) n ntre los colores rojo y verde sólo se da en el marco de la
nismo) en la estructura del Estado. Pero con esto, la oposi- 1 i ' n· p re o fue considerada, desde el descubrimiento de las
1

ción entre izquierdas y derechas se desdibujaba, en lo concer- l 1 • • 1 n ia ndulatorias, como una distinción fenoménica de-
niente a su alcance político. De hecho, ni el comunismo ni el l¡,1i I Jl 1 amp de la apariencias (cualidades secundarias),
maoísmo consideraron a la oposición izquierda/derecl a pro- J 11 ¡u n ·l am d la n ias bási as (de las cualidades

- l .7
primarias), la oposición entre el rojo y el verde se reducía, des-
4. DERECHA, CENTRO, IZQUIERDA
apareciendo como tal, a la oposición entre las longitudes de
onda dominante de 608,5 milimicras y las longitudes de onda
de 523,5 milimicras. ¿Y quién se atrevería a sacar de ahí la con-
·1. La relación derecha/izquierda es trimembre y,
clusión de que la oposición entre las cualidades de rojo y verde,
por ello, requiere un centro como parámetro
imprescindible en el campo pragmático de nuestra conducta
en el mundo, y aun en la configuración de las formas de este
l_a oposición izquierda/derecha tiene una referencia topo-
mismo mundo, es una «distinción superestructura!»? ¿ Quién
¡ a consabida («ala derecha topográfica del trono o del al-
se atrevería a concluir que la oposición izquierda/ derecha es
i , , «a la izquierda del trono o del altar»), pero la estructura
«poco profunda», políticamente hablando, porque tras ella, en
1 'I\ ¡ < de la oposición se mantiene cuando la referencia topo-
su esencia, hay que ver actuando la oposición entre las clases
1 , , fi a se sustituye por una referencia política, religiosa o ar-
sociales?
1 • 1i . La estructura lógica de la oposición entre la derecha y la
La conclusión que, a nuestro juicio, habría que sacar es la
j ¡ui rda es una estructura relacional de tipo trimembre: sólo
que está más próxima a nuestra tesis: que la oposición izquier-
1¡ •1, • entido respecto de un parámetro, que suele ser interpre-
da/ derecha, como oposición política, se dibuja en el contexto
1 1 1 t pológicamente como un centro. Cuando se dice que la
del Estado, y sólo a su través toma contacto con la oposición
i¡ j ·ición izquierda/derecha es «relativa» se alude, sin duda
entre las clases sociales, pero no al revés. Por ello, para quienes
\ 11 ll ·ha veces, a esta estructura trimembre; otra cosa es que
adoptan una perspectiva metahistórica-la del «fin de la histo-
1 L onfundirse el carácter relativo tomando esta oposición
ria», o la de «prehistoria de la humanidad»- según la cual la
) 111 un supuesto carácter subjetivo o contingente; confusión
lucha de clases y el Estado desaparecerán en un futuro próxi-
1 l I n-1isible porque una relación no por ser trimembre es me-
mo -o han desaparecido ya en el comunismo en un solo país,
11w 1 jetiva o menos esencial al campo de referencia.
como se estipuló en la constitución soviética de 1936, o se
l.,, estructura trimembre de la oposición izquierda/dere-
estipula hoy en la democracia parlamentaria- la oposición
lt l • , luye la posibilidad de interpretar la oposición como
izquierda/derecha se presentará como secundaria, accidental o
1111 L r lación bimembre entre dos términos o procesos, cada
superestructura!. .
1111 1 1, los cuales tuviese una definición absoluta, aun cuando
Pero aquí queremos atenernos a los marcos históricos, no
11 1 •¡•,o pudiera ser relacionada por su oposición a otra. La
metahistóricos (por no decir metafísicos). Y es en estos mar-
'I ( .'i i ' n entre movimientos circulares dextrógiros o sinis-
cos en los cuales la oposición izquierda/derecha vuelve a di-
11 I' ir (los ciclos de Cori en Geología, los giros de los pla-
bujarse como una oposición de significado político esencial-
11 1 l.' n Astronomía, los spines en Microfísica) sería bimem-
estructural, para la propia oposición, aunque se interprete
11f • ·n 1sentido de que la propiedad sinistrógira sería una
ulteriormente como un fenómeno desde coordenadas meta-
¡" pi ·dad intrínseca de los cuerpos que giran, aunq~e su re-
históricas.
1'l -. n , ión coordenada en el plano pueda ser relac10nal. Y
La oposición izquierda/derecha se nos muestra, en todo
1·11 • 1 · m vimientos de este tipo no cabe establecer uncen-
caso, como resultado de uno de tantos cruces en los que inter-
, 1, P r J 1, , cuand o la propiedad «derecha» o «izquierda» se
viene la dialéctica de las clases y la dialéctica de los estados.
ll ¡¡ l il . punt tal en el que e elimina el centro (en funcio-
11 •, l ' pcr: m tr )J a di stin i ' n mi ma d apar
Es el caso de los cuerpos enantiomorfos: la mano derecha . El centro, o línea central, como dirección neutra o •
y la mano izquierda, supuestas iguales, cuando segregan el línea divisoria de las corrientes opuestas, y las «terceras
centro. Es decir, en este caso, el propio cuerpo humano: una vías»
mano, flotando en el espacio absoluto, no puede determinarse
como derecha o como izquierda, y sólo introduciendo el cen- · uando interpretamos el centro (el punto o la línea cen-
tro (como parámetro) cabrá discriminarlas. , , 1 l) n su sentido originario (paramétrico, neutral) entonces
.¡ 1 fi io no consistirá tanto en sugerir que él constituye la di-
·i ' n privilegiada en la cual habrían de acabar confluyendo,
2. El centro, o línea central, como dirección privilegiada 1 ni rgiendo, o confundiéndose las direcciones de derecha y
en la que pueden confluir las corrientes opuestas l 1 , 1 izquierda, cuanto en enmarcar el punto o línea de la di-
¡ , ria de las corrientes que transcurren o bien a su derecha o
Ahora bien, ocurre que el centro, en la oposición derecha/ i ,, ,1 u izquierda. Y entonces la terna (derecha, centro, iz-
izquierda, suele ser interpretado no sólo en un sentido neutral 1111 ' rda) podrá reaplicarse, manteniendo el mismo centro,
o paramétrico, sino también como un centro o línea recta pri- 1,11í : u puesto, a sus flancos, cuando sea posible introducir en

vilegiado, en cuanto intermedio entre los opuestos; es decir, o , 11 : nuevos centros o parámetros divisorios. De este modo
bien como un punto previo a la oposición, en todo caso equi- 1 p ición ternaria (derecha, centro, izquierda) adquiere
distante de los opuestos, y aun expresivo del recto camino (el ! l · Tuctura holomérica o fractal, porque la parte derecha, a
mesotes de los aristotélicos, como término medio entre los ex- 11 " , p odrá subdividirse, sin por ello acercarse a la izquier-
tremos). ,1, •1 una extrema derecha y en una derecha moderada; y
Cuando se habla de la izquierda o de la derecha hegeliana 1 d 1 1 L. neo ocurrirá con la izquierda, que se dividirá en una ex-

se presupone que hay que situar a Hegel en el centro, es decir, ' 1 11 , izquierda y en una izquierda moderada, que tampoco
en una línea central previa a la distinción, e incluso privilegia- imará a la derecha moderada. Y así sucesivamente.
da, en cuanto a la capacidad expresiva del propio pensamiento neo los conceptos de centro derecha o de centro iz-
de Hegel. La línea central será ahora fácilmente interpretada , ¡11i •·tL, en el sentido de la línea continua, desaparecen.
no sólo como una línea privilegiada, desde el punto de vista , 1 viene advertir que para que esta reiteración de la terna
del conocimiento, sino también desde el punto de vista de la , 11i¡, i11, ria e produzca habrá que conservar el mismo paráme-
realidad práctica, como la dirección recta de la que, o bien se 11 i Jrj inario, y habrá que introducir otros dos diferentes,

desvían las corrientes de derecha, o bien se desvían las co- 1¡ ¡ , ra la parte derecha y otro para la parte izquierda, y así
rrientes de izquierdas (tal es la interpretación política que Le- 11 '. i· . mente. D e donde se deduce que, mientras que en la
nin dio a la izquierda y a la derecha política, respecto de la lí- i 1, 1 1 ·¡ r ta ión «privilegiada» el centro (ola línea central) pue-
nea central y recta interpretada por el bolchevismo). 1 •11L nd · r e como el lugar de encuentro, de aproximación o
O bien como la línea en la que han de acabar por confluir, 1 11· lLt ncia en el cual se acortan las distancias entre la de-
en virtud de la prudencia política, que tenderá al término me- . lI i ¡ 1 d rada y la izquierda moderada (el centro derecha o
dio, las corrientes de izquierdas y de derecha política: tal es la izqu.i rda), en cambio, en la interpretación paramé-
interpretación que suelen dar de la izquierd a y de la derecha 1, ' \ l l:1 r pr du ión reiteración de la oposición derecha/iz-
l s «d m, crata del centro». pd •, la ,1 le .la flar s nm m v n ac rea la di can ia

- 40 -
entre la derecha moderada y la izquierda moderada, distancia 1, cruir, pues en congresos tan divididos, ocho o diez hom-
que se mantiene invariante. Como hemos dicho, el centro de- 1> , por algunos días mancomunados echando el peso de sus
recha y el centro izquierda desaparecen o toman otro sentido. ll ... »
De otro modo: en la interpretación paramétrica, la derecha
moderada no equivale sin más a una suerte de aproximación o
convergencia con la izquierda moderada, y si esto ocurre es 4. Líneas de centro en campos políticos y en campos
porque el centro no se interpreta paramétricamente. Ahora no políticos
no podremos hablar de confluencias o convergencias cuanto
de mantenimiento de las divergencias, sin perjuicio de la mul- "s evidente que esta estructura podrá aplicarse en princi-
tiplicación de las oposiciones de derecha y de izquierda. 11 1 no ya sólo a campos de términos estrictamente políticos
La oscuridad de los conceptos de «terceras vías» (entre la o política definida) sino también a otros campos de térmi-
izquierda y la derecha, o entre corrientes de izquierdas, que 11 > no estrictamente políticos, sin perjuicio de que puedan
proliferan en nuestros días -Giddens, Blair, etc.-) deriva de 111 , ntener relaciones significativas político-indefinidas, como
la ambigüedad que sus promotores mantienen ante el concep- \ l caso de los campos sociales (instituciones familiares, ins-
to de «centro ». Tiene un gran interés recordar que ya en la 1i l u iones religiosas, científicas, artísticas, filosóficas).
España de 1843 fue utilizada esta estructura trimembre de la Un único ejemplo para evitar la prolijidad: la institución
oposición izquierda y derecha, por el ilustre tratadista de de- 1, 11 ni liar. Tomemos como parámetro o centro la institución del
recho político don Antonio Alcalá Galiano. Dice así en sus 111t1 rimonio heterosexual monógamo. A la derecha, en primer
Lecciones: 1•,1a Jo de esta institución, pond,remos a todas aquellas legisla-
«En Francia, modelo de la monarquía mesocrática, donde io nes o proyectos de legislación (por tanto, data o ferenda)
la gente de mediana esfera tiene el influjo principal en los ¡11 tablezcan el carácter indisoluble del matrimonio; a la iz-
cuerpos deliberantes colegisladores, vemos un partido de de- 1ti i rda aquellas legislaciones que reconozcan la posibilidad
recha y otro de izquierda, y dos más llamados de izquierda y d ,¡ livo rcio legal.
derecha extremos, y dos de centro derecho e izquierdo, y lue- Pero, en un segundo grado, mediante la introducción de
go a estas divisiones se agregan otras del partido de Thiers, 1111 arámetro en la derecha (como pueda serlo el matrimonio
partido de Passy, etc., viniendo a suceder que en vez de dos .i ·r, mental) y otro parámetro en la izquierda (como pueda
listas de candidatos al ministerio, en las cuales si algún nom- •1·1 el matrimonio legal), tendremos estas situaciones: una
bre se quita o se añade, o muda de lugar, son éstos pocos, hay , ·tr ma derecha ante la institución del matrimonio, que de-
listas y combinaciones por docenas (siendo, como es sabido, l •11 rá el carácter indisoluble del matrimonio y a su vez su
en estos cuerpos la posesión del ministerio lo que se disputan e r sacramental; una derecha moderada que defenderá el
los contendientes). Acaece en estos casos descomponerse tan t r indisoluble del matrimonio, pero sin considerarlo
multiplicadas y enredadas combinaciones: hacerse de ahí más ¡ or ll sacramental; una iz quierda moderada que defenderá
imposible la permanencia en el mando de ciertos hombres, •I ·ar: t r disoluble del matrimonio, pero supuesto su carác-
la subsistencia en los actos del gobierno de ciertas doctrinas y 1 •, 1 , 1, mediante un divorcio legal; y una posición de extre-
de la conducta a ellas arreglada, y llegar a disponer una corta 11 i iz qui rda gue d fendcrá no sólo el carácter di oluble del
mm ría de contenta de la suerte del estado, a lo m nos para 11 1.ll ;n ni p r m i ' n d h h (supu -
- 4 - - ll -
to también que el matrimonio sólo se admita como situación
de hecho) .
Es evidente que, en este ej emplo, la derecha moderada no
confluye, ni converge ni se confunde con la izquierda mode-
rada, puesto que el parámetro original se mantiene.
Asimismo es obvio que estas relaciones de derecha e iz-
quierda cambiarán de signo si dejamos de lado el parámetro
1
originario (matrimonio heterosexual monógamo) y tomamos
otros parámetros tales como matrimonios homosexuales, ma-
EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA
trimonios poliándricos, poligínicos, etc.
DE LAS PRINCIPALES IDEAS SOBRE
LA IZQUIERDA DISPONIBLES
EN NUESTROS DÍAS

'I . QUÉ ABARCA NUESTRA EXPOSICIÓN

'l. Ideas, no corrientes

Nuestra exposición quiere abarcar a las principales con-


1, i nes disponibles de las izquierdas. ¿Qué significan estas
111' , ras ?
N referimos, ante todo, a concepciones de la Izquierda,
rrientes de la izquierda en el sentido antes expresado. Es
t i I nte que las Ideas o concepciones que puedan considerar-
' ,ínimamente conformadas sobre la izquierda no serán se-
)' u·, l s de las corrientes de la izquierda, definida o indefinida,
1 1 • • rencia, ni tampoco recíprocamente. Pero las Ideas sobre
l l iz u ierda y las corrientes de izquierdas son disociables,
rn ya hemos dicho.
Y · t nos obliga a comenzar constatando que hay no una
i11 mú ltiples Ideas o concepciones, a veces teorías, sobre la
i~ ¡ 1i rda y sobre las izquierdas. Aunque no hubiera más que
1111 t1 ún i a rriente de izquierda, las concepciones o Ideas so-
l1, a izq uierda (n ya una izquierda unida

- 14 -
e~ una coalición electoral) podrían seguir siendo diversas y 1, Ptivilegiamos la perspectiva etic
aun co~tr~pue~tas entre sí. El Dios de los teólogos se supone
q~e es umco; sm embargo, las concepciones teológicas sobre · ú.ltimo: dado el inmenso material, sin duda inabarcable
D10s son múltiples: agustinianas, tomistas, escotistas avice- 1 1 único autor, se hace preciso seleccionar. Caben diferen-
. ' ' ; l i-i s que podemos agrupar en la rúbricas emic y etic, se-
manas, etc. Y si la izquierda no es única, sino que reconoce-
11 11 l I li tinción de Pike (la perspectiva emic es la del propio
mos múltiples izquierdas, desde la izquierda jacobina a la iz-
~uie~da leninista, se comprende que las concepciones de esta ,1 , , t • p r ejemplo la perspectiva de Colón cuando pretendía
izqmerda habrán también de ser múltiples. 11, I' 11 ' l Indias por el poniente; la perspectiva etic es la de
erva desde fuera al agente, por ejemplo la de nosotros
1111 • , 1 mos que Colón no llegó al Cipango sino a América; lo

2. Disponibles en la representación actual ,,, , 1 , , nte de esta distinción es que la perspectiva emic, aun-

. ¡11 1 , '. ll It errónea desde el punto de vista etic, puede haber

. ¿Q~é queremos significar al referirnos a concepciones " 1 1 L r, z ' n de que la conducta se haya realizado).

dzspom~les? Ante todo a las concepciones de la izquierda que ,' u l Í lizásemos criterios emic tendríamos que incorporar
hayan sido formuladas o representadas en lenguaje de pala- 1, il I tlÍ ·r tipo de concepción que a sí misma se denominase
bras, lo que no quiere decir que no nos veamos obligados, a , , 1/ 1 'I i ' n de la izquierda», o que denominase como tal a

veces, a recoger actuaciones que ejercitan estas Ideas sin acaso ,¡ u pos amigos o enemigos. Este criterio emic tiene la

'.epr~sentarlas. De este modo, las concepciones ejercidas de la u objetividad documental, historiográfica o filoló-
izqmerd~, por Pª:~e de militantes o simpatizantes de los gran- e trata de una objetividad muchas veces más léxica
des p_artidos pohticos, o de grupúsculos olvidados, podrán a. Tal objetividad nos obligaría a exponer Ideas
también tener aquí representación. la izquierda, en cuanto se opone a la derecha, man-
«<:=oncepcio~es disponibles» no significa pues concepcio- 11 u I a ' L ur a propósito de los cristales de ácido tartárico,

nes vigentes, o simplemente recientes; bastará, como hemos dextrógiro; o poner en un mismo plano neutral,
dicho, que podamos «enterarnos» de ellas sin abandonar la por caso, a la Idea de izquierda de Lenin que he-
esperanza de que mediante su conocimiento podamos, si no , con la Idea de una izquierda cristiana o de una
1 1 1 •, l mu sulmana. Pues desde nuestras coordenadas, te-
ya c?ntr~bui: a resucitar corrientes prácticas que pertenecen a ,

la hist~na, si al menos a entender algunas corrientes que si- 1 , 111 ) . ¡u rechazar la posibilidad de reconocer izquierdas
guen vivas y que además pueden utilizar o utilizan de hecho , 1 11 l ll t ' izquierdas musulmanas: la racionalidad inherente
como referencia estas corrientes pretéritas, pero disponibles, , I , ', ¡ 1i rda excluye a corrientes que se guían por revelacio-
0

en el sentido dicho. Así, la idea leninista del izquierdismo 1 ! n, curales o praeternaturales. «Izquierda cristiana»
como «enfermedad infantil del comunismo», fue expuesta 1.- ¡ ll i rd tl musulmana» son construcciones intencionales
~ace Yª, 1:1-ás ~e ochenta años, pero su consideración sigue 1111 < !,1 d caedro regular», carecen de realidad efectiva.
siendo util y aun necesaria. J, t • ·ri ri de obj etividad emic sería superficial y enga-
l · t q ue nos obligaría a meter en el mismo saco a
¡u l~xi ament llevase el ró.tulo de izquierda. Una si-
, 11 á l ~i a .l a que ntraría un expositor de las

- 4 - 47 -
ideas científicas sobre el átomo en el siglo XX, que incluye- ,1•1i rnitación de este campo de referencia tiene un fundamen-
ra en su relación tanto a las ideas de Bohr o las de Dirac, como 1,, rnic, fenoménico. Son las mismas concepciones o teorías
a las ideas de ciencia ficción de Fulcanelli, de las que nos ha- 11 •. ue suelen autodefinirse en términos similares a la caracte-

blan Pauwels y Bergier en El retorno de los brujos. (Hablar de 1 ,Li a que hemos propuesto.

izquierda cristiana o de izquierda musulmana, respecto de la


idea política de izquierda, puede también considerarse como
un juego de la política ficción). . Exclusiones del término «izquierda»
No se trata por otra parte de eliminar a priori ninguna acep-
ción o variante; se trata de establecer un criterio de selección, a La Idea de izquierda excluye de su campo a los movimien-
fin de determinar, respecto de él, las distancias de cada «mues- 111 , ideas guiados por principios ,n o racionales, aunque ten-
tra». Y para ello necesitamos una definición etic de izquierda. 1·. 111 pretensiones universales, o a movimientos e ideas racio-
11 , I • , pero que carecen de pretensiones universales.

·n duda, la acción práctica, políticamente polarizada y


1 l •i nalmente orientada, podrá constituir un criterio general
pi , n s servirá para seleccionar aquellas concepciones que
2. NUESTRO CRITERIO DE SELECCIÓN DEL 1i 11 ·n que ver de algún modo con la izquierda. En cierto

MATERIAL: LA CARACTERÍSTICA DE LA FUNCIÓN 111 )d podrá hablarse de una definición característica de la iz-

IZQUIERDA 1 1i ·rda, pero muy indeterminada, con la indeterminación


11 1 rresponde a la característica de una función cuyos pa-
1 1111 eros, así como sus variables independientes, fueran pues-

1. Las acepciones de «izquierda» que consideramos ' 1, ncre paréntesis. Los valores de la izquierda, es decir, las
han de tener que ver con las «prácticas guiadas por 1i f •r ntes acepciones de la izquierda, se obtendrían de esta
principios racionales» 11 , e rización al i~troducir las variables y los parámetros.

definición característica de izquierda nos permite dejar


Consideramos incluidas en nuestro campo de investiga- 11 1, d , en principio:

ción a todas aquellas acepciones de «izquierda» que tengan 1) a todo tipo de movimiento político o social que lejos
que ver con algún movimiento (de individuos, grupos, sectas 1• ¡,,uiarse por principios racionales toma su inspiración de
o partidos), no necesariamente político, pero que estén vincula- 1 • 11 · ios revelados o míticos (tales como el que Rosenberg
1

das a acciones o prácticas capaces de mantener referencia con 1 1 1 ió en El mito del siglo XX) orientados o bien a exaltar

la vida social o cultural, en cuanto intersectada, real o lógica- 1 •11 randecimiento de un grupo o de un pueblo o bien a la

1I •t i ' n de toda la Humanidad. A una secta religiosa que


mente, con la vida política. Nuestro campo de referencia es
aquel que engloba a las más diversas concepciones de la iz- l,,1 ,•c•vra transformar la sociedad por vía mística, que buscara
quierda, selecciot1adas mediante la siguiente característica: ' 1¡ •I 1 ns tituir una república socialista de fieles islámicos,
buscar o establecer la racionalización de la práctica (que tenga damos considerarla de izquierda.
que ver con la política en sentido positivo o negativo) ordena- habrá qu e excluir también aquellas actitudes o
da a la organización de las sociedades humanas en general. La , i vi rn i nt s qu , aun reivindicand la razón como método,

- 4 -
no se orienten a lqs fines de referencia, sino, por ejemplo, a . TRES PERSPECTIVAS DESDE LAS CUALES PUEDE
investigar los métodos racionales más eficaces orientados a LLEVARSE A EFECTO UNA SISTEMATIZACIÓN ETIC
conseguir el engrandecimiento de un grupo o de una nación 1 E LAS PRINCIPALES CONCEPCIONES DE LA
mediante la explotación «racional» del resto de los hombres, IZQUIERDA
de su propio Estado o de otros estados.

l. La claridad de la idea de izquierda por medio de la


3. El concepto de «racionalidad» es excesivamente racionalidad y la universalidad no elimina su confusión
impreciso como criterio de definición de la izquierda
u pongamos que nuestro criterio de selección del material
Obviamente, los criterios de selección propuestos siguen ¡; 1 n1i te aclarar los límites, muy borrosos sin embargo, den-
siendo muy indeterminados y nos permiten, más que esta- 1, 1 los cuales vamos a movernos cuando queremos refe-
blecer un concepto distinto (no confuso) de. la izquierda, un 1 11 11 a las izquierdas, separando de ellas a las derechas (o a
conocimiento claro (no oscuro), por cuanto mediante él po- , ,1 ,V rrientes sociales o políticas que no puedan ser consi-
dremos segregar de nuestro campo a una buena cantidad de il Ll I s ni de derechas ni de izquierdas). El material así deli-
material con él entrelazado (sin que ello implique que haya 11 i I ad , aunque separado de otros materiales cuya vecindad
que ignorarlo: siempre será interesante la consideración de
1q I le oscurecer sus límites, sigue manteniéndose en un es-
paralelismos o de diferencias, etc.). 1 1 l > d confusión lamentable, puesto que los criterios «cla-
Pero la racionalidad no está aquí definida; la izquierda se 1 ¡1i •¡ d res» de selección no tienen fuerza suficiente para dis-
acoge a ella con frecuencia, pero con significados muy diferen- 111 ¡,¡Ír las diferentes corrientes, actividades, valores que no
tes. ¿Qué tiene que ver la idea de racionalidad de Lukacs, en el I,' ,n •nte se nos muestran agrupados por una definición ca-
Asalto a la razón, con la idea de racionalidad de Habermas en , 1 t •rí cica o neutra, sino que están encubiertos por ella. En
su Conocimiento e interés, o en su Revisión de la izquierda, o 11 on las distinciones, y sobre todo las oposiciones a
bien con la idea de racionalidad del llamado marxismo analíti- ntre muchas de las partes de esa izquierda así defini- .
co de Elster, en su libro Domar la suerte: la aleatoriedad en las que quedarían confundidas.
decisiones individuales y sociales, escrito en el proyecto de una , mamos como definición de la izquierda esas caracte-
«estabilización de las líneas defensoras de la izquierda»? 1 ti -, indeterminadas que hemos propuesto, tendríamos
Probablemente la racionalidad es un criterio escogido 1¡ 1 • • n luir que la definición nos lleva a una idea confusa,
para segregar algunos movimientos que se proclaman irracio- 11 1 , ¡ '111, engañosa, porque sugiere una unidad de armonía
nales o praeterracionales, pero, por sí solo, el concepto de ra- 1111 · u nas p artes que en realidad están enfrentadas, y a veces a
cionalidad no tiene por sí mismo significado político. Por ello 11111 •1 ; ntre sí. Una unidad que acaso tiene algún correlato
la «racionalidad» actúa más como criterio de selección por 1,1 1 ·ti n coyunturas en las cuales aparece una unidad de
eliminación, de las prácticas orientadas desde principios prae- li 1: i Jad de las «izquierdas », confundidas en un frente co-
terracionales a la fortificación de los valores que tengan que 1,1 11 1 , 1 ' un tercer enemigo (un bloqu e transitorio, aunque
ver con la mejora social o cultural de la «universalid ad de los , 11 p,n u, , l an históric , c m p udieron tenerlo los frentes
hombres». ¡1 ¡ til r ncr, ] fa ism d nt1 u rra,qu uníananar-

- 0-
quistas, socialistas y comunistas). Pero la unidad de solidari- 11 ,1: r, 1989 (hundimiento de la Unión Soviética). A lo largo de
dad no implica la unidad profunda entre las partes o partidos 1 ,, intervalo podríamos apreciar, por ejemplo, cómo en la
reunidos, sino la unidad coyuntural de unas partes enfrenta- 1 ·¡ ública española de 1931 se utilizó el criterio del republica-

das y cuyas distancias se harían todavía más agudas después 11 i,· ino para englobar a las izquierdas frente a las derechas, me-
de la fase de confusión. 1I; n t la interpretación republicana del sentido del 14 de abril

1 • ·I a de la proclamación de la Segunda República): las elec-


lt 11 municipales en las grandes ciudades dieron el voto a
2. Confusión, una unidad efímera 1 publicanos, es decir, prácticamente a los izquierdistas:
1•: 11 la pared de la derecha: "Votad a la monarquía." En lapa-
Anarquistas, socialistas y comunistas se confundieron en 1 1 l la izquierda: "Vota a la república."» Y, sin embargo,
la España de la Revolución de Octubre de 1934 (UHP: Uníos 1i¡ 1 · • los firmantes del Pacto de San Sebastián (17 de agosto
Hermanos Proletarios) contra el fascismo que se anunciaba, 11 1 O), reunidos en el domicilio de la Unión Republicana,
según ellos, tras el triunfo del centro derecha y de la CEDA l 11• 11•, an dos miembros considerados como de la derecha libe-
en las elecciones de 1933; y contra la realidad del franquismo, 1 1I Ni to' Alcalá Zamora y Miguel Maura), junto, eso sí, a otras
en la Guerra Civil (1936-1939). Pero la «solidaridad» en la 1I 1 • 1 rsonas consideradas como de izquierda (Lerroux, Aza-
Revolución de Octubre y en la Guerra Civil, lejos de atenu.a r 1 1, l Alianza Republicana; Marcelino Domingo o Alvaro de
las diferencias ( «revolución - reparto de tierras, colectiviza- 11 n z, del Partido Radical Socialista, etc.).
ción- antes que guerra», de los anarquistas; «guerra - orga- l~l procedimiento histórico, imprescindible sin duda, es
nización de un ejército popular disciplinado- antes que re- ., , j pero no suficiente, puesto que él mismo necesita de
volución» de los comunistas) las exacerbaron y determinaron 1 1 i1 •ri distintivos del inmenso material que remu_eve. El
en gran medida la «derrota de las izquierdas» durante más de , ¡ 11 pi anterior nos muestra la insuficiencia del criterio «re-
cuarenta años. 1 il Ii e r i mo» (a pesar de que se trata de un criterio vincula-

¿Cómo comenzar a distinguir las diferentes y contrapuestas ! 1 d •ri t rio principal que hemos escogido: el Estado). Es en
partes confundidas por «la Izquierda» definida por medio de 1 1 1ii1l ·i, real en donde tiene lugar la confusión de corrientes
criterios clasificatorios del estilo del que venimos utilizando? ¡1 11 i I y, en consecuencia, sólo un ingenuo miembro del
d los historiadores puede reivindicar como necesa-
: ufici.ente para un propósito «conceptualizador», el
3. Los criterios históricos son necesarios, pero no son l hi tórico».
suficientes

Un procedimiento muy prometedor es el procedimiento 1, l•'. I riterio de clasificación alfabética


histórico, es decir, el procedimiento de exposición según e.1
orden histórico de la aparición, desarrollo y vicisitudes de las dimiento más expeditivo es el que se acoge al or-
diferentes corrientes de la izquierda a lo largo de un intervalo pr p io de un diccionario enciclopédico. La
significativo, por ejemplo, el intervalo de doscientos años que , m ' t d d e p sici ' n es incont stable; tam-
eran urr n de d 1789 ( , a bl a ev lu i .naria fran esa) 111 111 l s lfn ic d ta rd na i ' n en tan-
to que el orden alfabético disuelve cualquier otro tipo de or- 4. Los DOS ÓRDENES DE CRITERIOS DE NUESTRA
den que pueda establecerse entre las partes de la izquierda ASIFICACIÓN
consideradas.

1. Criterios semánticos y criterios sintácticos o lógicos


5. Criterios sistemáticos de clasificación: taxonomías,
tipologías, desmembramientos, agrupamientos N uestros criterios de clasificación de las concepciones de
1 ;zq uierda quieren mantenerse en el terreno de la lógica,

Queda una tercera posibilidad: la de acogerse a un orden 1J I l de la lógica de los conceptos o de las relaciones, como
sistemático de clasificación, sobre todo si esta clasificación se 1 h l ' gica gnoseológica. Y no deja de producir cierto asom-
11, e i 1, constatación de que una clasificación de las izquierdas
lleva ~ cab_o, cuando se dispone de criterios pertinentes, en
una d1recc1ón descendente (la que procede del todo o de los 1, 1 , 1a en criterios lógicos sirva sin embargo para discriminar
. . ' 1 i ·r as concepciones de la izquierda; lo que demuestra que
const1tut1vos del todo, a las partes), ya sea a título de clasifica-
ción taxonómica (división, si el todo es distributivo), ya sea a 1 l rías o concepciones sobre la izquierda han de tomar en
1 1 , ideración características ellas mismas lógicas de la mate-
título de cl~sifi~ación por desmembramientos (partición, si el
todo es atnbuuvo) o por agrupamientos. ' l t 1 del campo de referencia.
1 rtimos del supuesto o de la hipótesis de la heterogenei-
Es ev~d~nte qu~ cuando buscamos distinciones concep-
tuales obJet1vas (et1c) en el ámbito de una totalidad confusa ,l 1 1 p luralidad de las acepciones (conceptos, teorías) de la
l ¡ 1i rda; de la heterogeneidad o pluralidad de las teorías o
como -lo es «las izquierdas», las clasificaciones descendente;
ll ll • pciones existentes en torno a la izquierda, ya sean for-
son preferibles a las ascendentes, tanto si éstas alcanzan la for-
¡, 11 1L I por izquierdistas, ya sean formuladas por derechistas.
ma de una tipología (en las totalidades distributivas) o si tie-
nen la forma de un agrupamiento (en las totalidades atribu- 1' ·r cada una de estas variedades de la izquierda tiene sus
1 1 <11 i fó rmulas emic de conceptuación; y el peligro de ape-
tivas). Las distinciones conceptuales de los tipos o de los
agrup:mientos tendrán lugar después de la clasificación, pero l 11 :\ riterios semánticos de clasificación es el de privilegiar
1111 , riterios emic sobre otros.
no esta asegurada de antemano. En cambio, en las clasificacio-
nes desc~ndentes, las distinciones conceptuales han de quedar 1~ ce es el motivo de nuestro intento de acudir a criterios
1 · [ ificación de carácter más bien lógico o sintáctico que a
establecidas antes de la clasificación.
1 ti ·ri semánticos. Estos criterios podrían servir también
Lo_ que no quie:e decir que automáticamente quede por ello
) 11 , , l, ificar las concepciones de la derecha. Pero esto no eli-
garantizada la pertmencia o profundidad de la clasificación.
111 ' 1· l capacidad de esos criterios lógicos para discriminar
En el asunto que nos ocupa, el de la clasificación de las iz-
1 ¡ ·i n s de la izquierda. Por el contrario, constituye la prin-
quierdas, el orden sistemático clasificador, aunque sea perti-
nente y profundo, no será nunca suficiente. Habrá de ser i ¡ 11prueba de la distancia etic de los criterios de clasificación
1 p · t d el material clasificado. Y no porque haya que pre-
complemen~ado por un orden diatético que tendrá que expre-
1, 11 !l l r que los criterios lógicos son oblicuos a la materia a
sarse, por ~1ert~, en la forma de un orden histórico, equiva-
1 .' i f i r. U na a e que los criterios d e clasificación sean
lente en H1stona al orden evolutivo de la Zoología.
tr inaterial s (p r jemplo a la d erech a ) y otra

- ·
cosa es que sean oblicuos o accidentales al material que nos I' izquierdas, contaminadas de derechismo) ya sea de
1,1 1

interesa directamente. Pues las diferencias en la estructura ló- 11 ¡1n I lural ( «hay un concepto genérico y unívoco de izquier-

gica de los conceptos tienen también un significado material 11 ,1 J t no excluye la variedad distributiva de especies o clases
inmediato. 11 ,l, ).

(ii) E l formato relacional-posicional, propio de aquellas


, , ,Jt • pciones de la izquierda que subrayan el carácter relativo
2. Criterios de orden lógico estricto y criterios ,1 : u entido posicional) de los conceptos de izquierda. Pero
modales ,, 11 ¡ u de asegurarse que quien, ante la pregunta, «¿qué en-
usted por izquierda? », comenzase respondiendo «se
Ahora bien, lo que llamamos criterios lógicos no son to- 1 , 1t ,l. d algo relativo» tenga necesariamente un concepto po-

dos del mismo orden. Consideraremos dos órdenes, uno de , i 11 l de la izquierda; podría tener un concepto funcionalis-
carácter lógico estricto y otro de carácter lógico gnoseológico 1 1, 1 e r el posicionalista, «izquierda» sólo puede significar lo
que son inseparables, aunque sean disociables. Hablaremos p ropio de ciertas actitudes en tanto mantienen posicio-
de criterios lógicos estrictos para referirnos a los criterios que 111 lativas opuestas a una derecha que se supone dada; sólo
tienen que ver con la estructura lógica interna o formato lógi- ,f 1• cas posiciones son cambiantes: lo que antes era de dere-
co de los conceptos; hablaremos de criterios modales para re- l 11 ,· chora más tarde es de izquierdas, o viceversa. «Repúbli-
ferirnos a criterios que tienen que ver con la relación del con- 1 en Francia una cara,cterística de la izquierda revolucio-
cepto de izquierda (o de derecha) · utilizado, y el material 11 11 i, n el siglo XVIII; pero a lo largo del siglo XIX, la derecha
empírico o campo al cual van referidas tales conceptuaciones. 1 iz republicana. «Democracia» era un componente de la

;, qui rda respecto de una derecha aristocrática, autoritaria y


1 1 1 uica; pero después de la Segunda Guerra Mundial todas
3. Los criterios de orden lógico estructural l 1 .' iedades occidentales son democráticas, y las antiguas
1I •, · ·ha también lo son.

Distinguiremos las concepciones de la izquierda según el 1, concepciones posicionalistas de la izquierda suelen


formato lógico que pueda atribuirse, al menos-como formato 1 l r11 i ti r que cuando la derecha desaparece también la izquier-

subordinante, a los conceptos de izquierda (y, por tanto, a su l 1 • tingue. En su librito sobre la izquierdas, Enrique Tier-
relación con los conceptos de derecha). T, lván comenzaba planteando estas paradojas, aunque

Tres son los formatos cuya consideración parece más per- lverlas, precisamente por falta de análisis lógico de la
tinente: n.
(i) El formato unívoco o absoluto, propio de aquellas 1~ L es lo que ocurre en los sistemas totalitarios, sean de

concepciones de la izquierda (o de la derecha) que tratan de 'pn .. cista, sean ele signo comunista. Cuando solamente
establecer un concepto unívoco (sustancialista) de este térmi- l1 1 tn partido único no cabría hablar, dentro del sistema, de
no. La izquierda, o la derecha, será tratada como un concepto 1,i: ¡ ti rda y derechas, salvo en un sentido excepcional (decía
clase, ya sea de tipo unitario ( «sólo cabe reconocer una verda- 11' l í' i n.: ~ En la dictadura del proletariado cabe libertad de
dera izquierda, la izquierda única, eterna»; las variedades de la l 1, ti I n tal de qu e uno d e ellos esté en el gobierno y los
izqui · rd a rár «d viaciones», apariencias, falsas izquierdas, ! •11 , 1 1., ár l»). vidnt gu la decrip i ' n de laiz-

- 7-
1 1 >11 C ·pciones de la izquierda en dos grupos contrapuestos
quierda, en su concepto posicional, dentro de un sistema to-
( ¡1 1 ntrariedad); por tanto, sin intención dicotómica, pues-
talitario, no significa la desaparición absoluta de la misma,
1 L' ¡ue los grupos de concepciones pueden figurar como los
puesto que podemos introducir posiciones exteriores al siste-
11 mos de una gama de concepciones intermedias.
ma como términos de comparación. Así, los sistemas fascistas
j) El primer criterio es de índole modal y se constituye al
totalitarios serán vistos como derecha incluso por los parti-
1u ll 1, r en consideración el grado de necesidad o profundidad
dos totalitarios comunistas. Y si en un futuro, más o menos
111 ! n ional) que se atribuya a cada concepción de la izquierda;
lejano, todas las sociedades convergieran en los mismos valo-
¡,1 ·ti amente a cada concepción de la oposición izquierda/
res, las diferencias entre izquierda y derecha desaparecerían.
1 l · ha respecto del campo conceptualizado.
Esto es lo que ocurre en parte en las democracias homologa-
1 acuerdo con este criterio distinguiremos dos grupos
das occidentales posteriores a la caída de la Unión Soviética.
lt ·mos de concepciones o teorías de la izquierda, entre las
(iii) El formato funcional es propio de un conjunto de
111 11 ' caben concepciones intermedias:
concepciones o teorías de la izquierda que admiten el carácter
( A.) El grupo de concepciones o teorías de la izquierda
relacional del concepto de izquierda pero no en su sentido
q Ii ' dríamos llamar accidentalistas, porque atribuyen a la
meramente posicional. Supondrán ciertos contenidos perma-
, q i i rda (o a la oposición izquierda/ derecha) un alcance se-
nentes, pero indeterminados, que desempeñarán el oficio de
t 111 ario, poco relevante, incluso accidental o subordinado
característica de la función (en esto se diferencian de los for-
1 11 •l proceso de organización del campo de referencia.
matos unívocos), aunque podrán ser determinados según los
) El grupo de concepciones o teorías esencialistas, que
parámetros y las variables independientes consideradas en cada
111 il uyen a la izquierda, o a la oposición izquierda/derecha,
caso. Quien mantiene en su ejercicio concepciones funcionalis-
1 11 1 , 1 anee primario, esencial y subordinante en el proceso de
tas de la izquierda podrá también decir que la izquierda es un
,1 I'• ni ación del campo de referencia.
concepto relativo, sólo que ahora esta relatividad irá referida a
'j) El segundo criterio es de índole predicamental-inten-
los valores que toma la función, dependientes de los paráme-
, iwil toma en cuenta la posibilidad de que la concepción de
tros y de las variables independientes que se consideren.
l 1 ¡,., ¡ui rda que se analiza asuma la condición genérica (co-
r tanto a otros campos distintos que el de referencia)
ífica, en sentido amplio. La dificultad principal la en-
4. Los criterios de orden segundo, modal y
f tL I'. nios aquí en el momento de establecer la línea divisoria
predicamen tal
11 1 • l campos de referencia tomados como específicos
oncepción de la izquierda (por ejemplo: los campos
Estos criterios toman en cuenta el tipo modal de relación
strictos, los que tienen que ver con los poderes del
que se supone mantienen las conceptuaciones de la izquierda
. · n el sentido más estricto de los valores políticos pro-
analizadas, según sus características semánticas, con el mate-
un Es tado de derecho), y los valores colindantes o en-
rial empírico o fenoménico, es decir, con el campo al cual, en
' no estrictamente políticos, sino sociales (el campo
todo ~aso, aquellas concepciones han de referirse, aunque sin
· ciales tales como los que derivan a la adscripción
necesidad de agotarlo en ningún caso.
ial, a un nivel de renta, a afinidades respecto de
Tres son los criterios fundamentales en este respecto, y
111 • ·i n ia, idi ma) .
ada un de ellos nos determinará una clasificación de las

- 8-
Distinguiremos, según este criterio: ), T ABLA DE CLASIFICACIÓN DE LOS CONCEPTOS
(a) Las concepciones de la izquierda mantenidas a un ni- l TEORÍAS DE LA IZQUIERDA
vel tal que pueda cubrir a campos distintos del que se toma
como referencia.
(b) Las concepciones de la izquierda y de su oposición a 1, a construcción de la Tabla
la derecha mantenidas a un nivel tal que pueda considerarse
como específico del campo de referencia. l :t lasificación que proponemos resulta del cruce de los
(jjj) El tercer criterio, de índole predicamental-extensio- 1 11 tes criterios parciales de clasificación anteriormente
nal, tiene en cuenta, más que la intensión o la genericidad, la l'l ' · tos.
dimensión extensional atribuida a las concepciones o teorías 1 I mos delimitado tres criterios de orden lógico estructu-

analizadas. Las dos situaciones extremas que cabe dibujar 1 11


1
, eros tres criterios de orden lógico, modal o predica-
aquí son las siguientes: " , 11 l , l (intensional o extensional).

(I) La situación ocupada por aquellas concepciones de la bvio que las clasificaciones de orden lógico estructu-
izquierda que cabría llamar universalistas, si pretendieran ex- n cruzables entre sí, pero pueden serlo con las clasifi-
tender el concepto a la totalidad de las sociedades humanas. de orden lógico, aunque no necesariamente con to-
Sería universalista aquella concepción o teoría de la izquierda . En cambio, las clasificaciones del segundo orden se
que pretendiera ser aplicable tanto a las sociedades esclavistas 111 ~.,ll on facilidad todas con todas, lo que podría represen-
como a las sociedades feudales, tanto a las sociedades burgue- 1 11 'n la siguiente tabla de ocho grupos de concepciones o
sas como a las democracias homologadas del presente, tanto a 11 1, 1 1a bre la izquierda.
las sociedades occidentales, políticamente estructuradas en
torno al Estado, como a las sociedades islámicas en las que la
religión sea su principal núcleo integrador. Una concepción , Algunas precisiones en torno a la Tabla
universalista no tendrá inconveniente en considerar, por
ejemplo, a los Gracos o a César como hombres de izquierda, l•'. 11 nuestra exposición nos atendremos a las concepciones
frente a Sila o a Pompeyo; no tendrá inconveniente en consi- que puedan ser incluidas en los criterios de orden se-
derar a los comuneros de Castilla como de izquierda, frente a casionalmente aludiremos a los criterios de orden
los imperiales de Carlos V como derecha, etc. 111 1 111 , cuando proceda.
(II) La situación representada por aquellas concepciones 1,a bla expuesta quiere ser útil como instrumento analí-
de la izquierda, y de sus relaciones con la derecha, que pudie- 1, t rías o concepciones de la izquierda y de sus relacio-
ran llamarse particularistas, puesto que su intención es cir- ) 1t l derecha, es decir, como un instrumento que permi-
cunscribir la extensión del concepto a un conjunto muy redu- !, t l r líneas divisorias, consideradas pertinentes, entre
cido de sociedades políticas (por ejemplo, a las sociedades 111ú l 'pl teorías disponibles.
burguesas, parlamentarias, o industriales modernas) y consi- 1 , ,, evidente que la tabla, en sí misma, lo que nos ofre-
derando que su ampliación a otras sociedades desvirtúa el Jt 1 modelos lógicos o tipos cuasiformales de «con-
concepto, y qu e sólo por analogía cautelosa o por sinécdoque ¡ i ; 1i , p sible » sobre la izquierda, que tengan en cuenta
abría ensayar una tal ampliación. 1 il ¡,,ui,. manera ! se mp n nt te ' ric que hem s con i-

- 0- - ) 1-
TABLA DE CLASIFICACIÓN DE TEORÍAS SOBRE LA IZQUIER
, l. 1 1l pertinentes, una vez que suponemos también que es-
(A) (B) 1 11 ,, l') utilizando la definición segregativa que nos puso en-
Accidentalistas Esencialistas , 1, 1 , 1l de un concepto claro (la Izquierda) pero no distinto
¡ 1 1 1 • e que en él andan confundidos precisamente los ocho
(a) Aal AaII Bal BaII
Intención genérica Modelo 1 Modelo2 Modelo 5 Modelo , , 11,1 1 1 s de la tabla); a saber, el concepto de izquierda como

t rística de aquellas actitudes prácticas que quieren ajus-


(6) AbI AbII BbI BbII
1 1, . • , unos patrones de racionalidad en el terreno de la ac-
Intención específica Modelo 3 Modelo4 Modelo 7 Modelo
de las actitudes de «espectro indeterminado» (político,
I II I II , 1 ',ti, cultural, filosófico ... ). Como campo mínimo de refe-
U niversalista Particularista U niversalista Partícula '
1 , 11 ·i, de estas acciones o actitudes tomamos, como venimos

11 1 i •ndolo, el campo de la realidad política en el sentido más


Criterio 1: lógico modal , 11 ¡ · , es decir, en cuanto pueda ser disociado (aunque no
(A) Accidentalistas: la sociedad política puede prescindir de la determinación izquierd11,
(B) Esencialistas: la determinación izquierda pertenece a la propia «sustancia» de la soc
, I' t • do) de las otras realidades sociales, económicas, religio-
política L ' tera, que lo cruzan.
Criterio 2: lógico predicamental (intensional) 1l r lo demás habrá que tener en cuenta que la composi-
(a) Genérica: la izquierda se aplica a campos políticos y no p olíticos
, 111 11 1 los diversos modos lógicos (Aal, AaII, Bal ... ), según
(6) Específica: la izquierda se aplica con propiedad sólo al campo político
Criterio 3: lógico predicamental (extensional) · , l s las características semánticas por medio de las cua-
(1) Universalista: la idea de izquierda tiene aplicación a todas la sociedades humanas finida o concebida la izquierda, no se resuelve en una
(11) Particularista: la idea de izquierda sólo puede aplicarse con propiedad a algunas so
1\ L uxtaposición, sino que habrá que esperar una delimita-
des humanas (por ejemplo, las europeas)
' t 11 1 utua, por ejemplo del modo (A) al componerlo con (a)
Ocho tipos de teorías sobre la izquierda " • 11 (b); y de ellos con (1) o con (JI). Así, cuando el modo
Modelo 1: Teoría de Maritain, teoría de Molnar
Modelo 2: Teoría de Lenin, teoría de Stalin
l) d · onexión (el modo de la escasa relevancia, el modo de
Modelo 3: Teorías anarquistas 1¡ ntalidad) se compone con el modo (a) (el modo gené-
Modelo 4: Teorías fascistas y nacionalsocialistas ¡ 1) 1 composición (Aa) -sobre todo si va a la vez com-
Modelo 5: Teorías «reaccionarias»
Modelo 6: Teorías de las terceras vías (Giddens, Cohn-Bendit)
n (1)- se corresponderá preferentemente con con-
Modelo 7: Teoría marxista .¡ ) r e de la izquierda según características semánticas que
Modelo 8: Teorías de Habermas, Rorty, etc. 1 1 ¡ íi ·r, n estos modos de relación con el campo de referencia
l 11 •I , o citado, con características tales como «actitud pa-
1
Esta tabla, dado el carácter lógico sistemático de su estructura, no hace sino recoger las dif
tes concepciones de la izquierda que han ido desarrollándose desde el siglo XVIII. No e~ ' fl ' ,t dialogante de la verdadera izquierda», frente a la «ac-
paradójico que una tabla como ésta, construida a comienzos del siglo XXI, pueda incorpo 1t 1 1vi lenta propia de la derecha»).
neas esenciales de concepciones o teorías desarrolladas en siglos anteriores, así como una
de taxonomías zoológica, si está bien establecida, puede recoger especies, géneros, clases y
1, nexos que se ajustan al modo (a) (el modo genérico) in-
nes que ni siquiera ya existen. Una tabla sistemática como la que se ofrece debe tener poi 1a cualización de los caracteres específicos (o tenidos
para recoger todas las teorías o concepciones de la izquierda posibles; así mismo todas l:iN ) de la izquierda, con caracteres genéricos que cubren
cepciones de la izquierda deben necesariamente encontrar su puesto en esta tabla, lo que si
ca, a su vez, qu e la tabla puede servir para medir las zonas oscuras, inconscientes o deficic111
1i, cintos del de referencia (campos no estrictamente
las que adolecen muc has teorías·qu e acaso han alcanzado una gran influencia. Esca tabla t:u1 ) l que equivale a decir que el modo (a) nos dispone
mi a e , p r tanto, al 1.u ismo tiemp o, crítica resp ecto de las teorías empíricamente disprn11 ª d «an i ' 1 » d la especi_en el género, en vir-

- 1 -
tud del cual es la propia especie la que resultará conceptuada , · , rado (lo que arroja seis tipos), o bien atendiendo
desde el género, adquiriendo la condición de especie subgené- riterios combinados (lo que arroja doce tipos -dos
rica. Esto es lo que ocurre a quien define la izquierda por su por tres-); por tanto en total tendremos ocho + seis
«talante pacífico», puesto que esto equivale a ecuali.z ar la dis- · = veintiséis tipos, de los cuales los ocho tipos de la ta-
posición pacífica de un grupo político con la disposición pací- l 1, ¡1 rán ser considerados como teorías plenamente desa-
fica de un grupo religioso (o incluso con una banda de maca- ' , , i l t [, , según los criterios de referencia.
cos), «anegando», por tanto, la especie (política) en el género
(grupo pacífico, sea político, sea religioso, sea etológico).
Por consiguiente, cada uno de los cuadros de la tabla re- 1, Ideas sobre la izquierda de carácter abstracto
quiere la construcción de un modelo ideal de concepciones; , · pecto de los tres criterios de la tabla)
un modelo abstracto cuando se le compara con las concepcio-
nes efectivamente disponibles en el sentido dicho. u has ideas sobre la izquierda, que son ampliamente
Por consiguiente no podemos esperar que las concepcio- 11 11l izt 1, por políticos e ideólogos, y que pasan por ser teo-
nes concretas se ajusten, como el guante a la mano, a alguno ~ r la izquierda en su sentido más pleno (caso de las
de estos modelos taxonómicos. Lo que sí parece obligado es ~ uestas por Norberto Bobbio, Derecha e izquierda,
que las concepciones o teorías «empíricas» puedan clasificar- PI/ • y significados de una distinción política, Taurus, Ma-
se en algunos de los ocho modelos tabulados. Obviamente l, ,il , 1 5), están formuladas en un grado tal de abstracción
hablamos de teorías, y no de autores, de grupos, corrientes o , ,, 111<l terminación que únicamente sería posible definirlas
partidos políticos; porque un autor, un grupo o un partido 1, 1•, 1 uno de los criterios de la tabla, por ejemplo desde el
político, sea de izquierda, sea de derecha, puede cambiar de 1i 1, pero de suerte que los demás criterios permanezcan
modelo teórico en el curso de su actividad pública, y el cam- ,,,,l •1ini I s; porque la idea en cuestión no ofrece indicaciones
bio puede ser reconocido, puede querer ser disimulado o sen- ,iJ l ,j ' i1C S.
cillamente mantenerse de urt modo inconsciente.
¿Habrá que atribuir estas eventualidades a una debilidad de l•', , L ra cuando la tabla puede desempeñar un papel críti-
la tabla, o a una debilidad o falta de coherencia de la ideología ,, 1• · L ideas, de crítica a sus pretensiones de teorías de la
de los grupos o de los partidos? Decididamente nos inclina- . Pues una teoría de la izquierda que pueda, ponga-
mos por la segunda alternativa, porque estamos diagnostican- 1 a o, adscribirse a la columna B de la tabla (es decir,
do concepciones, teorías, y no grupos u organismos vivientes. , 1, 1 i 1·, d la que podamos decir que tiene una intención

· Y si bien en el terreno de la medicina no cabe concluir, como r1 i, li t o, al menos, no accidentalista, pero que no permi-
aquel médico hipocrático cuyo diagnóstico no se ajustaba a su ,. ) ir , ·1 indeterminación, ser adscrita (a) o (b), (1) o (11), no
resolución: «El cadáver miente», en el terreno de la ideología sí 11 • 1 iderarse como una «teoría» de la izquierda, sino
cabe, en principio, concluir críticamente ante alguna ideología 1 i '' mo una caracterización de la izquierda por regre-
determinada: «Esta concepción miente, es decir, es errónea o 1 , , up n mos sin embargo imprescindible, a alguna ca-

incoherente. » l • í,• Li , funcional suy a, si se quiere, pero tan abstracta


Por último es obvio que la tabla puede utilizarse atendien- , 1 11 1
, ma r pr habilidad, ni iquiera tendrá capacidad
d úni am nt a al uno de los tres críteri de egundo orden 1 di.· ri ,_in.r la i qui rd a d la d r ha.

- J. -
Por lo demás, la conveniencia del regressus hacia alguna ca- / ,11 11 Franraise, ya interpretaba (aunque críticamente) el
racterística abstracta (genérica y en cierto modo metapolítica), 111 '11 ,;ipio de la libertad», enarbolado sobre todo por los gi-
desde la cual fuera posible, en el progressus, definir la izquierda , , q 1 1i 11 s, como un principio inspirado en la tradición indivi-
(o la derecha), lejos de ser una propuesta particular nuestra, l 11 ili,' a (en la que él hace figurar a Lutero, Voltaire, D'Alem-
podría ser confirmada por el análisis del proceder de casi todos 1, 1 1 1 T lvetius ... Condorcet) y orientado hacia un federalismo
los que han buscado una definición política de la izquierda, co- 1111 1 , 1 r pio de una república burguesa, oligárquica y censita-
menzando por los propios revolucionarios franceses que, en el ' 1 , 1 ,i izquierda se definirá en esta línea, a lo sumo, por la de-

momento mismo de llevar a cabo la transformación del con- ,,, 1 1 a ia, decidida dentro del Estado de derecho. Pero esta de-

cepto de izquierda, como concepto topográfico, en un concep- l 1111 i ' n, al margen de que deja fuera las izquierdas autoritarias,
to político, pusieron entre paréntesis el parámetro o platafor- , 111 I , totalitarias (al modo de los partidos comunistas de
ma desde la cual actuaban (y que nosotros identificaremos 11 111i ·i , n leninista, estalinista y aun maoísta) no sirve para di-
después con la Nación política) y regresaron hasta las ideas ge- 1, , 11 ·icr, dentro de un Estado de derecho democrático, tal
néricas, aunque sin duda esenciales, de la libertad, la igualdad define al Estado español en 1978, los partidos de iz-
y la fraternidad . Ahora bien, estas Ideas, sólo genéricamente y los partidos de derecha, salvo que éstos sean inter-
pueden considerarse como guías políticas; por sí mismas son como «pseudodemócratas» (o, para dar parámetros
demasiado indeterminadas a efectos de establecer planes y 1 jlf\ íi os, como «criptofranquistas»). La definición de la
programas políticos. Pero pueden interpretarse (como noso- , 1r I i la por la libertad es, por tanto, muy indeterminada,
tros lo haremos) como características de Ideas funcionales en el 1 , n I l • ! liberalismo o el libertarismo entendido frente al po-
sentido dicho. Y como la libertad, la igualdad y la fraternidad i, 1 ¡ 1í ico, salvo que se vaya determinando por medio de res-
no son Ideas mutuamente reducibles, puesto que gozan de una i< n ad hoc (y que son prácticamente meramente posi-
gran independencia en cuanto a la variación de sus grados (en ' 111 il ) recubre tanto al anarquismo radical (la «auténtica
otra ocasión hemos comparado los tres principios de la gran ,¡ I i •r la» sería la izquierda bakuninista) como al liberalismo
revolución con los tres axiomas de la Mecánica de Newton), y 11 'l l ·s d fendido por la derecha burguesa o por los poppe-
como estas Ideas genéricas, desde .el punto de vista político, , 1 111 , 1 f nsores de la sociedad abierta (como concepto fun -
son no-paramétricas, se comprende que cada una de estas 1 111 • 11L, lmente negativo, anticomunista o antifascista).
Ideas por separado haya podido ser ensayada como caracterís- 1 l ,1 : id , sin embargo, la igualdad la característica más co-
tica intensional para construir una definición que podríamos " 11111111 ·n · utilizada como definición de la izquierda. Es el
considerar de naturaleza funcional. u propone Norberto Bobbio, si tenemos en cuenta
Ante todo, se ha ensayado la libertad (o bien, la libertad en aldad, tal como él la utiliza, le sirve para cubrir tan-
una de sus expresiones políticas más comunes, a saber, la del li- t r ma izquierda como al centro izquierda (práctica-
beralismo o el neoliberalismo). Según esto, la izquierda se ca- 111 11 1 ·: . 1 munismo y a la socialdemocracia), puesto que di-
racterizaría por una suerte de «liberalismo» o «libertarismo 1 , 1 11 i, :et la izquierda de la derecha, · tanto de la extrema
constitucional» (Philiph Petit, en su obra Republicanismo, 1 ; !1, l fa ismo) como del centro derecha. Bobbio hace
1997, mantiene esta idea) que se opondría al autoritarismo tra- "i1 1 •11 ir cam bi , n, sin duda, en sus definiciones, a la libertad
dicional, mediante el cual podría ser definida la derecha (así 11 1t 1 • ,d , u e r ita ri m ); p r e ta intervenciones tienen lu-
pr d Isaiah Berlin). Louis Blanc, en su H istoire de la R'évo u rdin ad al qu upa la i ualdad: la

- ) -
- 17 -
igualdad discriminaría izquierdas y derechas, mientras que la 1
, 1: 1 \ ' d esta especie (la fraternidad, en su sentido zoológico,
libertad subdiviría a la izquierda (en extrema y centro) y a la 1, ,I,1 ra que extenderla, según muchos etólogos, a nuestros
derecha (en extrema y centro). Esto demuestra el carácter ar- lI J, nos póngidos», en el sentido del Proyecto Gran Simio).
tificioso de la construcción de Bobbio, y su imperfección ló- 1 ,, 1 d caso, la fraternidad (que puede también circunscri-

gica: su definición de izquierda está hecha a la medida de la 1" 1 , • • los límites de una raza, como es el caso de la raza aria
socialdemocracia y, por ello, tiene que recurrir al concepto de , 1 1: nazis) es una característica de cuño religioso (los «her-
centro, oponiéndolo a la izquierda, para evitar que en las sub- ' 1 111 > de Cristo», o los «hermanos musulmanes»). La frater-

divisiones hubiera que reduplicar o complicar los conceptos: ,I ,d , de hecho, un criterio utilizado por los fundamen-
, li , ,L • i lámicos o cristianos que, de ningún modo, podrían
1
«izquierda izquierda», «centro izquierda» y «derecha iz-
quierda». En todo caso, la «igualdad» carece, en su estado de , , ,i I rarse como de izquierdas. En cualquier caso el «prin-
abstracción, de definición política y en ella se confunden, por ' I , ) 1 fraternidad» aparece de hecho utilizado en muchas
1111 1 ·i nes de nuestros días que tienen que ver con la política
tanto, no solamente posiciones como las de los «iguales» de
Babeuf, sino también las posiciones de quienes entienden la 1 11 l i ·, más perentoria. En Europa y en España la «izquier-
11

igualdad política «aritmética y distributiv-a», ya sea como una 1, 1 ·l tomar la bandera de los inmigrantes y el dirigente de

• '', 1 L rtido político de izquierda declara en marzo de 2001:


característica subordinada a la fraternidad (en el sentido del
inigualitarismo de Marx: «a cada cual, según sus necesida- 1 1 1· ha distingue entre inmigrantes legales e ilegales; la
des»), ya sea como una «igualdad de participación», según las ' • 1 1i ' L l no.» Ahora bien, en el momento en el cual alguien

posibilidades de cada miembro de la sociedad política. ta distinción, en nombre de la fraternidad humana


Id ·icuando al margen de las categorías políticas y actúa
'
También la fraternidad (o su hijuela, la solidaridad) ha
sido utilizada muchas veces como característica definitoria de , • Jn1 miembro de una ONG, o de una Iglesia, que como

la izquierda. Según Blanc, el «principio de fraternidad», que , 11 de un partido político: porque la izquierda, si es po-
representaría el futuro de la Revolución (así como el «princi- '• ti n que saber que los inmigrantes, no por ser ho~bres
pio de libertad» representó su presente, frente al «principio 11 ,, 1 JI l ·r cho a ser ciudadanos de un Estado. De un Estado

de autoridad», emblema del Antiguo Régimen) habría sido el , , , 11 1 p dría, sin hundirse, conceder su ciudadanía a los seis

principio que inspiró a los «hombres del Terror» (Robespic- 1 • 1 1 11 11 ill n s de individuos que están protegidos por la Decla-
rre, Danton ...). Se inició ya en La Montaña; algunos atribuye- ni versal de los Derechos Humanos.
ron a este principio un origen evangélico (transmitido a través
de Rousseau, Mably, Morelly, e incluso Necker). Los autores
de la Histoire Parlamentaire de la Revolution vieron ya a los
jacobinos (y a Robespierre principalmente) como inspirados 1, ., N EPCIONES O TEORÍAS DE LA IZQUIERDA
por un «catolicismo inconsciente» (Blanc pretende ver en l'I ,¡ JE 1' · DEN AJUSTARSE AL MODELO 1
«principio de fraternidad de los jacobinos» una anticipación
del socialismo). Pero la fraternidad es, por sí misma, un c 11
cepto metapolítico de límites indefinidos, que oscilan desde l'I 1 d e concepciones de la izquierda agrupa aque-
reconocimiento d e los miembros d e la misma especie (h 11111 dulad a p r el complejo (A al) . Son, por tanto,
sapi ns) ha ta tr rec nocmu ne qu mpr m ter l s li 1 · 1 d la izgui rda qu (A) psid ran p
relevantes, accidentales, subordinadas, secundarias, en la es- 1,1 1 i ·ndo la distinción entre un sentido originario de la oposi-
tructura del campo polítieo, las características atribuidas a la ' 11, 11 izquierda/derecha y un sentido más elaborado de la mis-
izquierda (y su oposición a la derecha); además (a) ven en estas 1 1, i~l entido originario se mantendría en el terreno tempera-
características rasgos que no son específicos, sino genéricos, es 111 11 Lal: un individuo es de izquierdas o de derechas según su
decir, comunes a otros campos colaterales o envolventes del de 1 1111 ramento, «a la manera como es colérico o sanguíneo».
referencia; por último (1) entienden que las características con- 1 11 ¡ ain mismo se consideraba, por su temperamento, como
sideradas pueden extenderse a la universalidad de las socieda- 11 l1nbre de izquierdas». También serían de izquierdas, según
des políticas y, acaso, a la universalidad de todas las sociedades i 11 i < in, hombres como Tolstoi; en cambio Goethe o Nietzs-
o culturas humanas. , !1 ,' ' rían de derechas.
Es obvio que las versiones que podemos encontrar de este .'i, embargo, Maritain - y con ello demostraba tener una
modelo 1 han de tener que ver con determinadas característi- , 11 1 ·i ncia crítica de su propia teoría- reconoce que la opo-

cas paramétricas que la teoría asigna a la izquierda como atri- 11 1 i 11 ntre la izquierda y la derecha en el terreno político no

buto o atributos más relevantes. Estas determinaciones pue- I" , 1l'Í< reducirse a la oposición establecida en el terreno tem-
den ser diversas; pero lo más probable' es que estén extraídas 1•1 1 ,11n ntal, aunque tampoco establece de modo claro cómo
de la estructura o capa psicológica (o etológica) que, en todo 1 I'• :a de un plano a otro. Acaso Maritain insinúa que un

caso, se suponga constitutiva de los individuos o ciudadanos 1, t 1,¡1' ramento de izquierdas que ha logrado dominarse, po-

de una sociedad política o humana en general. l 1 1 ¡ , ar a formar parte de una derecha social y cultural; y
Es interesante constatar cómo son los caracteres extraídos •111 ,L uien es temperamentalmente de derechas, le será más
de estas capas aquellos que se mantienen a una distancia gené- 1 1 ti ¡ r ferir la injusticia al desorden». Escribe Maritain:
rica (a) del campo de referencia, y no sólo esto, sino según una l•'. 11 el sentido político, la izquierda y la derecha designan
modalidad externa, accidental o poco relevante (A) respecto de 1, l1 11I -.· nergías y formaciones históricas para agruparse en las
este campo, lo que no quiere decir que la característica en cues- 11 il '.' sienten atraídos normalmente los hombres de esos
tión no sea reievante, y aun esencial, para los individuos o ciu- 1 l •n peramentos opuestos ... De todos modos las cosas se
dadanos que forman parte del campo de referencia. Otra cosa 11il ,11ullan por el hecho de que, a veces, hombres de derecha
es que las propias concepciones o teorías de la izquierda inclui - , 11 ·1: n tido físico de la palabra) hacen una política de izquier-
das en este modelo reconozcan o adviertan críticamente esta l • inv r amente. Pienso que Lenin es un buen ejemplo del
circunstancia, o bien que, por el contrario, permanezcan inge- 1 1 i11 1 ·r· 'a o. No hay revoluciones más terribles que las revolu-
nuamente (o inconscientemente) alejadas de ella. izguierdas hechas por temperamentos de derecha; no
Asimismo estas concepciones de la izquierda agradecerán 1, , ' 1', · i rnos más débiles que los gobiernos de derecha con-
definiciones de formato unívoco o sustancialista, sin perjuicio ) 111 i l . p r temperamentos de izquierda (Luis XVI).»
de que ulteriormente las teorías definidas entren en relaciones 1•' 11 ·u .!quier caso diremos que la «teoría de Maritain» ape-
mutuas de oposición. 1 1 111 q1 racterística temperamental que es propiamente ac-
Jacques Maritain, el célebre pensador judío, convertido al 1d 11t, 1 poco relevante, por estructura, aunque sea signifi-
cristianismo y al tomismo, expuso hace algunas décadas (Let - l, éne i , p ara el campo de referencia.
tre sur l'indep endence, 1935) una teoría de la izquierda y de la :iu m tambi ' n aquí a Thoma Molnar (La iz quierda
d r ha qu e tu v ran resonancia. La teoría e m nzaba esta l, t l · r ne , P, rí 1970 tradu i ' n pafí la l Uní ' .,,

70 - 71-
Editorial, Madrid, 1973), muy influido por Maritain, sobre q ,t L; t • La misma lista, con variantes, la encontramos en to-
todo por su doctrina de la «intuición del ser» (intuición que ' 111 , 1 pensadores utopistas, desde Campanella y Cabet a
1 1 11· i r y Marcuse.»
Maritain mismo reivindica como aportación suya a la restau-
ración de la filosofía contemporánea), intuición «que no la 1, . concepción de Molnar lleva a ver a la izquierda política
tiene quien quiere» (la quisieron tener, según Maritain, pero 11 1' lidad, a la izquierda que llamamos indefinida) como una
111 1i[ tación más (subordinada, secundaria, incluso acciden-
11
no la tuvieron, ni Kant, ni Bergson, ni Husserl, ni Heidegger).
1 , I · decir, de tipo A) de la izquierda esencial; la esencia de la
Molnar reexpone la oposición psicológica (etológica, tempe-
1 11u i rda política habría que buscarla, por tanto, en rasgos no
ramental) en términos metafísicos: la izquierda carecería de la
«intuición del ser», que sería más propia de la derecha (por ¡1 • íficos, sino genéricos (a) a otros campos no estrictamente
aquellos años Sartre ya había insinuado que la izquierda tiene , ,I i s, sino religiosos, culturales, filosóficos; y, por supues-
que ver más con la Nada, con el etre pour soi, que con el etre s rasgos de la izquierda no se circunscriben a las socie-
1l 1 1 · ccidentales industrializadas, puesto que se extienden
en soi). Por ello, el hombre de izquierda podría caracterizarse
J 11 1I i , n a la universalidad (I) de todas las sociedades humanas.
1
por la «negación del ser». Dice Molnar:
«El hombre de izquierda de que habla Maritain no saca sus A_l o s_imilar habría que decir de la concepción de la oposi-
1 1 1 1zqmerda/derecha propuesta por C. Vattimo, que, aun-
convicciones de la realidad, sino que, aspirando a una realidad
1 1 • in pirada sin duda en la experiencia del fascismo, regresa
"más pura" por ser intelectual, prefiere pasar de un concepto a
1 111 i , na un terreno demasiado lejano al campo político: la
otro. El lector comprenderá mejor ahora de qué se trata: a los
ojos del gnóstico, el saber digno de este nombre, es decir, la ,I 1 • ha se caracterizaría por la violencia, y la izquierda por los
111 í d pacíficos, por la búsqueda del consenso mediante el
gnosis o saber total, no pasa por los sentidos (que son materia-
1 1 1I (y en este punto Vattimo confluye con Habermas).
, les, y por consiguiente fuente de errores), sino que es adquiri-
do directamente por el espíritu. Este (pneuma) no está en con- v ces se recurre a una modulación de este criterio cana-
tacto con el mundo material como lo está el alma (psyché), que l I l 11 1 la a través de la metáfora ornitológica (palomas/halco-
11 , 1ue expresa actitudes opuestas de partidos políticos en
está más o menos manchada por este contacto: su saber deriva
de su identidad (connaturalidad) con el N ous universal (Welt- l 1 1 • minadas coyunturas. A la derecha (del lado de los fascis-
1 , 1 1 s belicistas) se sitúan los halcones; a la izquierda (los
Geist). Si este saber, a pesar de todo, es sólo parcial, es porque,
provisionalmente, está oscurecido en el hombre por la presen- • 1r 1, 1 ratas, los pacifistas) se sitúan las palomas. Así, en Is-
cia de la materia que tiene que soportar.» ' , l I Partido Likud suele ser situado a la derecha, como hal-
' 1 ,¡ 1' mientras que a la izquierda se la pondrá del lado de las
Y cita Molnar una mesa redonda sobre la utopía, convoca-
1 , 1 111 , entre las que se encontraría Simon Peres.
da por el director de cine Luis Malle, en la cual los participan-
tes de izquierda mostraron su preferencia por: · Lra veces se acudirá a la «psicología evolutiva del carác-
«El amor libre, la educación colectiva de los niños, una re- 1 ra explicar las oposiciones entre izquierda y derecha, y
ligión emancipadora de los instintos (denominada "Eros" por 1• 1•, d . De F. Romer (cuyos Politischen Schriften fueron
los participantes en el seminario), mezcla de ritos paganos y ,1 i¡Ji l d y publicados en 1890) procede la clasificación
de culto de la fertilidad, la abolición de la propiedad, del dine- 11 l ; . e rtita de los partidos políticos según el criterio evolu-
t : l r di alisma correspondería a la infancia (¿ acaso Lenin
ro, de la indumentaria y, paradójicamente(?), el control cen-
' • 11 ¡ ir ' ·n R ·· 11 r al fo rmular u c ncept de izqui r-
tral (¡ el tr , ni !) del pensamient , de la voluntad , de .1 s

- 7 - - 7 -
dismo como enfermedad infantil del comunismo?), y el libe- 1111 1(', 'Lran en las sociedades europeas occidentales. En el lími-
ralismo a la juventud; los conservadores corresponderían a la 1, 1 •11 derán a ser reducidas a la condición subordinada de las
edad madura y el absolutismo a la ancianidad. 1,11 i •ntes caracterizadas posicionalmente por su desviación
En general, los intentos de caracterizar a la derecha por , I 1 • rriente central, si bien de un modo no siempre casual.
vía psicológica se ajustan a este modelo 1. Por ejemplo, por vía 1 11 • to, estas desviaciones serían genéricas a cualquier pro-
freudiana -principio de placer/principio de la realidad-, por 1 i histórico impulsado por un movimiento revolucionario
vía adleriana - voluntad de poder/voluntad de obedecer- o ,111 • • supone) marcha en línea recta «hacia adelante».
bien utilizando oposiciones tales como sadismo/masoquismo, 1,. concepción más importante de la izquierda que pode-
masculino/femenino o incluso «tendencia a la conservación de ' ·itar en esta línea es la concepción leninista de la izquier-
la vida»/ «tendencia a la satisfacción de las necesidades de la es- 1> 1 hay que reconocer que Lenin no se consideró a sí mis-
pecie», como sugiere Robert Spaemann ( «Sobre la ontología 111 , i✓.. quierdista» (aun cuando haya sido considerado por la
de "derechas" e "izquierdas"», Anuario filosófico de la Uni- ,1 1 • ·1a y por otros partidos como uno de los máximos repre-
versidad de Navarra, XVII, 1984). 11l , ntes de un partido situado a la izquierda, diametralmen-
Si nos atenemos a este tipo de características habría que 11 1i ¡ u to no sólo a la derecha burguesa sino incluso a la so-
extender la oposición derecha/izquierda, no ya sólo a indivi- 11 I 1·mocracia, al «revisionista Bernstein» y al «renegado
duos sino a grupos sociales, como por ejemplo a las tribus lll l y»).
preestatales, tales como los indios zuñi (pacíficos, apolíneos, 1, nin, en cualquier caso, no analizó el mapa político de
de derechas) y los kwakiutl (violentos, dionisíacos, de iz- 1 111 p y del Mundo, durante el primer cuarto del siglo XX,
quierdas), si creemos a Ruth Benedict. , 1, ~- minos de un conflicto entre izquierdas y derechas, sino
¡11 • :i mpre tendió a subordinar estos conceptos a la corrien-
lt ¡uc 'l consideró central, el bolchevismo, el comunismo. De
, 1 • 111 do el izquierdismo lo vería él como la enfermedad in-

1 1 11iI el comunismo, una enfermedad propia de grupúsculos

7. CONCEPCIONES O TEORÍAS DE LA IZQUIERDA ,l i 11 L l ctuales procedentes de una clase pequeñoburguesa y


QUE SE AJUSTAN AL MODELO 2 il ),\ 1 de la política real.
1,. posición central, para Lenin, era la oposición entre el
11 111 i mo y el capitalismo (más concretamente el imperia-
El modelo 2 acoge a todas aquellas concepciones de la iz- 11 111 apitalista). Derecha e izquierda eran aún menos signi-
quierda cuyas características (semánticas, paramétricas) sean 11 11iv, para él de lo que pudieran serlo para la sociedad nor-
establecidas de suerte que su conexión con el campo de refe- 11 ti 11 -ri ana, que tampoco divide a sus corrientes políticas
rencia quede modelizado según los tipos de conexión (A) (co- r f '111 la derecha o la izquierda, sino según que sean republi-
nexión externa o poco relevante) (a) (genérica) y (II) (particu- d mócratas. Otra cosa es la posibilidad de retraducir
larizada). 1l ición, haciendo corresponder los republicanos con
Las concepciones de la izquierda que se acogen al mode- 1 , · ha y los demócratas con las izquierdas .
lo 2 mantendrán una visión muy distante, al menos teórica- xpli.cacione han sido propuestas para dar cuen-
m ne , de la pci ne de izqu· e da derecha tal e mo se n s 1·1 n I e d i'lqui rd.a d. · L nin. N faltan xplicaci

- 7 ,- - 7 -
nes tomadas de la semántica de los términos «derecha» e «iz- 1' ·r hay otro enemigo no despreciable, la «desviación del
quierda» en ruso; y no hay por qué descartar de todo punto ,, 111 1 ionarismo pequeñoburgués», «parecido al anarquis-
estos motivos. (El radical prav-, que expresa las ideas de recti- que ha tomado algo de él, pero apartándose cada vez
1, 1 1 , l las condiciones y exigencias de la lucha de clases del
tud o derecha que se mantiene en la verdad, pravda, habría
bloqueado la posibilidad de desplazar estas connotaciones d ·t, riado. El revolucionarismo pequeñoburgués, que es la
hacia la izquierda, que más bien se vería determinada a encar- i, ión de izquierda, es la actitud propia de los pequeños
1 1 ¡ i carios, de los pequeños patronos -muy extendidos en
nar los significados opuestos, de desvío o error -levi?na, en
1 11 pa- que sufren bajo el capitalismo una presión continua
ruso, emparentado con el laevus latino, equivale a izquier-
dismo.) 111 1 • onduce a la ruina: «El pequeñoburgués "enfurecido"
Pero el motivo principal habrá que ponerlo, a nuestro jui- horrores del capitalismo es como el anarquismo, un fe-
' 11 11 1 •no social propio de todos los países capitalistas». Así
cio, en la propia experiencia que Lenin tuvo de la izquierda
propia del capitalismo; una izquierda radical, pero burgue- 1
, , J anarquismo constituye una suerte de expiación de los
,l I oportunistas del movimiento obrero. Son dos anoma-
sa, y enemiga del bolchevismo, en el contexto de los estados- 11

nación. La «cuestión nacional», de hecho, resultaba ser así, l 1 (L desviación de derecha y la de izquierda) que se comple-
1 , , l . , 1 mutuamente: «Al surgir en 1903 el bolchevismo, éste
para Lenin, el marco de la oposición derecha/izquierda; pero
no era ésta, según Lenin, la cuestión central, puesto que se 1, 1 • 1 la tradición implacable de lucha contra el revoluciona-
, 1 1 pequeñoburgués », y Lenin la concreta en tres fuentes:
suponía que el proletariado era internacional por vocación y,
por tanto, que él no era propiamente ni de derechas ni de iz- 1 1 1, 1 1 ha contra la subjetividad pequeñoburguesa, que cons-

quierdas. 111 ' de hecho un desacato al marxismo; (2) la lucha contra


1 • , ll"c tegia del terror individual, característica del «izquier-
En el marxismo, la ambigüedad de significados que pueda
adquirir el término izquierda se debe a la doble perspectiva , lt 111 >, la lucha contra la política de los atentados terroristas
1¡11 · n. otros, los marxistas, rechazamos categóricamente»;
que se produce según que se consideren las cosas «después de
la Revolución» o «antes de la Revolución»; porque la Nación 1 1 1, 1 cha contra la creencia de que «ser de izquierdas» con-

política aparece subordinada a la lucha de clases. Y las posicio- ra los socialistas revolucionarios, en reírse de los peca-
nes de Lenin toman su origen en el marxismo, que tendió siem- rtunistas, relativamente leves, de la socialdemocracia
pre a ver la distinción izquierda/derecha como una distinción 111a11a, al mismo tiempo que imitaban a los ultraoportunistas
surgida de la revolución democraticoburguesa y; por tanto, , 1 •,· ' mismo partido en cuestiones como la agraria o la dicta-

como una distinción circunscrita a las relaciones entre la bur- ' l111 ,l l proletariado.
guesía y el proletariado, en el contexto del Estado-nación. N permitimos advertir que para Lenin la «dictadura del
Lenin ve al bolchevismo amenazado por dos desviaciones: riado » juega en función de la «dictadura burguesa»;
la del oportunismo, por un lado, y la del revolucionarismo , i ·tadura burguesa» no significa algo así como «dicta-
1li11 ' misarial», o cualquier forma de ejercicio de la autori-
«pequeñoburgués » por otro. La «desviación oportunista»,
sobre todo a partir de la Primera Guerra Mundial, se habría 1, 1 11 líti a al modo despótico. «Dictadura burguesa» signi-
transformado definitivamente en socialchovinismo, pasándo- lI La1 bi ' n capacidad de la burguesía para imponer sus

se a las filas de la burguesía, frente al proletariado. Éste es el 1 l l' '. m l desp ' tico sin duda, pero no necesariamente
p -· ·1 al n 1111 del bolchevismo, el enemi o a la derecha. cil m and « uart l r », in tambi ' n

- 7 - - 77 -
como consecuencia de un ejercicio de poder más sutil, callado '" il , industrialización y proponían ritmos muy intensos,
y no vociferante, que va ofreciendo los valores apetecibles, , 11 ¡1(•rjuicio de las desarmonías que ellos pudieran producir;
adulando o engañando, pero consiguiendo a la postre sus 1 1• viación derechista» (G. Sokólnikov, L. Shanin, etc., a
fines de dominación y de domesticación del pueblo. Y así, , 1 ial s se añadieron después «los oportunistas de derecha»
continúa Lenin, los «bolcheviques de izquierda» fueron ex- lluj arin, A. Ríkov, etc.) propugnaba aplazar la industriali-
pulsados, en 1908, «de nuestro Partido por su empeño en no 1 i n, n beneficio de la agricultura, diez o veinte años.
querer comprender la necesidad de participar en un "parla-
mento" ultrarreaccionario». Poco después dice: «En 1918, las
cosas no llegaron a la escisión. Los comunistas "de izquierda"
sólo constituyeron entonces un grupo especial o "fracción"
dentro de nuestro Partido, y no por mucho tiempo. En el ONCEPCIONES O TEORÍAS DE LA IZQUIERDA
mismo año, los representantes más señalados del comunismo , SE AJUSTAN AL MODELO 3
de izquierda, Radek y Bujarin, por ejemplo, reconocieron
abiertamente su error», al considerar la Paz de Brest como i.,m
compromiso con los imperialistas; era un compromiso, sin I •'. i ten concepciones de la izquierda centradas en torno a
duda, pero de tal género que era obligado en tales circuns- 11 t 'L rís ticas (semánticas) cuya conexión con el campo de
tancias. , •1 •, ia pide una modulación del tipo (Abl). Estas caracte-

Stalin subrayó los componentes genéricos de esta oposi- 1 i ·a, nos ofrecerán una visión de la izquierda como deter-

ción formal. En todo movimiento hacia adelante -dice Sta- ' ,n1 t ·i ' n que, aun siendo específica (b) y universal(/) no pe-
lin- habrá algunos que tienden a ir demasiado deprisa (y es- i¡ 11 , , el campo, el campo de la política real, con excesiva
tos marcarían la izquierda) y otros que tienden a ir demasiado 1¡r . lidad; aun cuando ideológicamente dice llegar «al fon-
lentos (y estos marcarían la derecha). Stalin, en 1936, en su \. , 1 , la propia realidad, sólo la «toca» en aquellos relieves
Informe al VII Congreso Extraordinario de los Soviets de la l1 111ismo que se suponen destinados a desaparecer en un fu-
URSS, da por supuesto ya que la cuestión nacional ha sido re- 1111 1 111 á o menos próximo.
suelta, porque en la URSS, al menos, ha desaparecido por fin '!'a l el caso de la llamada izquierda humanista, en el senti-
la lucha de clases, aun cuando subsistan las clases de los cam- 111 111 , radical: aquella izquierda que no será ya definida por
pesinos, la de los obreros y la de los intelectuales. , , l 1 i n a una derecha que se supone inextirpable, o, por lo
El Estado vuelve a ser, por tanto, su horizonte, un Estado , 111 í 1 1: imprescindible, para que los ideales humanísticos uni-

multinacional. Y la oposición entre derechas e izquierdas ad- 1 ,d · p uedan disponer de una plataforma (el Estado) sobre
quirirá un alcance subordinado al proyecto central o princi- 1, tl, 1 p d er aplicar las palancas de la Revolución. Una iz-
pal de los soviets. Por ejemplo en torno al Pleno del Comité ' ¡11 ' •1 la humanística definida directamente por la eliminación
Central de 1926 (y luego, en torno al VIII Congreso) se ha- 1 l 1• '. : L<d , como obstáculo que jamás podría erigirse en plata-
blará de «desviaciones izquierdistas» (trotskistas-zinovievis- l I t1 r11,l d ninguna acción liberadora, puesto que su mera exis-
tas) que, desconfiando de la posibilidad de una industrializa- 1 11 ·i· n p dríaejercer otros efectosquelosdelincrementode
ción armónica en el desarrollo agrícola, contemplada p o r la 1 111 .i. i ' n y de la e clavitud (la propia Unión Soviética se ci-
lín · a c rrecta del P artido, consideraban muy d ' biles lo pla- l u 1 ·0 11 1 l. J ru bamá irr futab l al r pecto).

- 7 - 7
La izquierda humanista se expresa ante todo mediante el l., izquierda adscrita a este modelo, en su significado po-
lenguaje del anarquismo libertario. Es una izquierda que, en ' habrá de considerarse, por tanto, como una determina-
cuanto tal - es decir, en cuanto definida en función del Esta- 11111 cidental por quienes, desde una perspectiva apolítica,
do- , habría de ser considerada emic como accidental o tran- , 11 11 1 n a sus propios objetivos trascendentales, y no a las
sitoria a la universalidad del campo de referencia, que es el , 11 11 Jminaciones que pueden darles aquellos que «están desti-
género humano. Extinguido el Estado, no ya a través del asal- ,i , 1 a desaparecer» tras una existencia que suele juzgarse
to a sus posiciones, que hubieran de ser utilizadas mediante , "1 1 efímera. Porque no podríamos olvidar que ellos sólo
la dictadura del proletariado, sino a través de la «acción di- 1111 1 izquierdas para los burgueses; no son de izquierda
recta», o de los consensos federativos logrados en la vida l género humano.
ordinaria, apolítica, desarrollada en la sociedad civil, y abste- L izquierda libertaria y humanitarista no es universal, no
niéndose, entre otras cosas, de participar en las elecciones par- 1 11 • sariamente individualista; algunas veces se aproxima al

lamentarias, en el gobierno, o en la utilización de la prensa o , 1 ,1• ·civismo (comunismo libertario), pero, en cualquier caso,

de cualquier otro medio del Estado. Y no haría falta en reali- 1 1 individuos como a hermanos, y de ahí la invocación al
dad esperar a la extinción del Estado, porque quienes se guían ,1 i,1 ·ipio de solidaridad, entendido como un principio de fra -
por el «impulso humanitario» podrán actuar, viviendo en el d. Ve «al otro » como a un hermano al que es preciso
seno del Estado, «al margen del Estado», y aún en contra del 11 r y, si ha caído, a quien es preciso recuperar.
Estado, sin necesidad de recurrir a los procedimientos del _te- ' upon gamos que un juez dicta orden internacional de
rrorismo. lni. ', y captura de un asesino que se fugó de la cárcel: ¿cuál
Sería suficiente, dirán algunos, colaborar por ejemplo a ha- t ,l la razón por la cual nuestro humanitarista podría con-
cer posible la emigración masiva de los hambrientos o deshere- 1 1•r r legítima esa persecución de la policía internacional?

dados de otros países; inmigración que, aunque tuviera que ser : lt1 guir devolver a la cárcel al criminal, a fin de someter-
clandestina (porque el Estado, y aun el Estado controlado por !, ,l un largo castigo, o incluso a la ejecución capital? No,
un gobierno de izquierda socialista, tendría que poner límites a ¡, 1 ~u si el humanista de izquierdas «justifica» la acción de
esta inmigración), si pudiera sostenerse de forma continuada 1 iles de policías de todo el mundo, que están coordi-

acabaría ahogando la economía del Estado, y con ella al Estado ', 11 1 e apresuradamente para detener al delincuente (que
mismo. Sin duda, es difícil conceder que est_a estrategia apolíti- 1 •111 ¡ re lo habrá sido por culpa de la sociedad), lo hará en
ca, más o menos explícita o consciente, en virtud de su misma 11 1111 r de su amor al delincuente; interpretará que si todos
naturaleza, pueda contribuir al derrumbe del Estado. El Esta- lt ¡ licías del Mundo persiguen al delincuente lo hacen
do saldría siempre al paso, en nombre de la eutaxia, ya fuera nseguir ansiosamente su redención, su inserción en la
controlado por la derecha o por la izquierda. Pero, en cual- d, en el menor espacio de tiempo posible. (La actitud
quier caso, la disyuntiva «política de limitación de la inmigra- hum anismo radical de izquierda reproduce, ·en la
ción»/ «anti política de fronteras abiertas a todo emigrante», ' ,i 11 1 d terrena, el mismo camino que los «sobrehumanis -
c

tiene una solución inequívoca para un humanista libertario co- d derecha creyeron necesario recorrer al hablar de la
herente: «política» (en realidad «antipolítica») de fronteras 1 1· t i ' n de los condenados al infierno. El ilustre penalis -
abiertas, llevada a cabo en nombre de la fraternidad y de la s - l"r d Montero, en la Salamanca de principios del si-
lidari dad y despu é · «D ios (o el género humano) dirá». rn n f t camm o muy parecidos a los que

1-
pisaba el no menos ilustre fraile dominico, coetáneo suyo, el 1 11,1 • i mo, que gozó de profunda implantación, por efíme-
padre Getino.) • 1 1¡11 , a escala histórica, ella haya sido. Esta versión conside-
Y si esta izquierda humanista y libertaria (cuya influencia , , 1 l,t izquierda y a la derecha como posiciones propias de los
se deja notar en las filas de la socialdemocracia, sobre todo en , ,1111 ' nes parlamentarios que el nuevo Estado habría logrado
lo que concierne a la teoría de la redención y reinserción del 1. 11 11".
delincuente) echa la vista atrás, reconocerá como «familiares lvirtamos que la «concepción fascista» de la oposición
suyos», entre otros, a los epicúreos, rechazando con aversión , 1¡iil ·rda/derecha no ha de confundirse con la concepción
a los estoicos. También los epicúreos, predicando la vida apo- 1• 11 •I in del totalitarismo soviético, que hemos incluido en el
lítica, a la vez que la amistad, podrían ser considerados como " ' , 1 ·l 2. La diferencia entre ambas concepciones, tal como
ejemplos precursores de esta izquierda anarquista. Puede ver- 111, nifiesta en la confrontación de los modelos 2 y 4 de la
se un desarrollo de estas ideas en nuestro artículo «Psicoana- , d l t, r side principalmente en la diferencia entre el compo-
listas y epicúreos. Ensayo de introducción del concepto an- " ' 11 '(a) y el (b): la concepción leninista de la izquierda y de
tropológico de "heterías soteriológicas"» (El Basilisco, n. º 13, , 1• 1 e ha, aunque circunscrita al bolchevismo, puede consi-
1982, págs. 12-39). li 1 11 las desviaciones de izquierda o de derecha como te-
1111 11 1 un carácter genérico, y por tanto con una gran proba-
1,dt l. <l de reproducción en el futuro, que la concepción
1, Í. 'L, no puede admitir. Para la concepción fascista, izquier-
1, l recha son asuntos del pasado. Un nacionalsocialista o
9. CONCEPCIONES DE LA IZQUIERDA AJUSTABLES , i1 1 l.v ·i ta cree estar más allá de la derecha o de la izquierda,
ALMODELO4 111 11 p siciones propias del sistema parlamentario.
1 " t versión liberal, propia de las «democracias homologa-

¡, Le mbién circunscribe al pretérito la oposición izquierda/


Hay diversas concepciones de la izquierda que, de un 11 1 • ·1 e, y ve esta oposición como una distinción propia de las
modo u otro, convienen en verla como una determinación es- 11 't n las cuales la revolución industrial produjo determi-
pecífica del campo político (b) pero en intervalos «muy par- ,1 1 1 .' d sajustes entre clases que hoy ya se han borrado (parti-

ticulares» suyos (II) y, en cualquier caso, de alcance más bien l l 11·rn nte a través de la transformación del proletariado y de
contingente o secundario (A). 11 1i:¡ r ión en las llamadas «clases de cuellos blancos », o ul-
Obviamente, según los parámetros que se tengan en cuenta, , l I nn nte, en las llamadas «clases de conocimiento»). Nos
las versiones ajustables a este modelo podrán ser muy distintas. a la cita de Alvin Toffler que hemos mencionado an-
Cabría distinguir dos tipos de versiones diametralmente
opuestas, en muchos puntos: hay una versión totalitaria y
otra liberal, pero coincidentes en la consideración de la iz-
quierda y de la derecha como determinaciones residuales de
épocas que ya han fenecido; por tanto, como conceptos arcai-
cos que convendría liquidar.
La versión totalitaria de la que hablamos sería la propia
10. CONCEPCIONES DE LA IZQUIERDA AJUSTABLES l1 la Asamblea de Francia como una multitud de hom-
'.
AL MODELOS 1 11 • i11 fam es, sediciosos y perversos «cuyo proceder los acre-
l 11 1 l1 ij de Lucifer y miembros perniciosos de tan infame ca-
l 1. 1 •. Ideas análogas se encuentran en la famosa obra de fray
La izquierda, y, más en concreto, la izquierda del primer 1 1 1de Vélez,Apología del Altar y el Trono (Madrid, 1818) y,
1

género, la que se constituyó como tal en los días de la Revolu- ti , • · do, en su obra anterior Preservativo contra La irreli-
ción francesa, y se consolidó en los días de la restauración de ' 1/ los planes de la filosofía contra la Religión y el Estado,
Luis XVIII (la que Raymond Aron ha descrito como el «mito , 1 /11. . dos por La Francia para subyugar La Europa, seguidos por

[retrospectivoJ de la izquierda»), ha pretendido también ser ,¡, / 'nen La conquista de España, y dados a Luz por algunos
entendida desde presupuestos muy genéricos (a) y universa- , 1 1 ,.~tros sabios en perjuicio de nuestra Patria (Cádiz, 1812).
les (I) -tanto que afectarían a la totalidad del género huma- , 1111 1 s filósofos ( o espíritus fuertes, que «se dicen Liberales,
no- pero también esenciales (B). Tan esenciales que, sin per- 1 , 11 ¡u , con facilidad renuncian a sus opiniones antiguas, y si-
juicio de su genericidad, sus componentes se creerán capaces 1 11 eras nuevas de mayor ilustración»), conocidos «en toda
de reconstruir la izquierda histórica como si fuera la especifi- 1,
1 1 •l l pa con los nombres de iluminados, materialistas, ateos,
cación interna de un procesó que, sin embargo, actúa desde • folos, libertinos,francmasones, impíos», los que han urdi-
más atrás del propio campo de referencia. 1 , ¡ 1 s I patria planes destinados a destruir la monarquía y la fe

Dos versiones de esta concepción de la izquierda habrían 1 1ir na; «estos planes han sido realizados por Napoleón y sus
de ser distinguidas: la primera es de cuño teológico-cósmico, la , 1 11 1 , en nuestra España para nuestra cautividad y extermi-

segunda es de cuño antropológico. '" ,, Aquí ya está esbozada la teoría de la izquierda como
La versión teológico-cósmica de la teoría es la que nos 1< l una conjuraciónjudeomasónica.
muestra la oposición política de los partidos de izquierda y de ría presentará a la izquierda revolucionaria como la
derecha como una manifestación, en los siglos modernos, de n moderna de un conflicto eterno: los ilustrados del
una supuesta oposición originaria entre el Bien y el Mal, entre VIII -la izquierda- llevan a cabo una acción demo-
Dios y Satán, entre Cristo y el Anticristo. Éste fue el núcleo l libro en octavo, sólo con rabo, se puede hacer»). Na-
de lo que se ha dado en llamar «pensamiento reaccionario», 11 , para muchos patriotas españoles, no fue otra cosa
cuyos orígenes «recientes» habría que situar en la obra de An - •l Anticristo, y contra él combatían las guerrillas.
tonio Valsecchi (1708-1791), y que prácticamente trazó las lí- n so Cortés mantuvo, aunque de un modo más ele-
neas de la «teoría de la izquierda» que estaría viva (en Espa- ta ideas, que se renovaron, como hemos dicho, en
ña), con mayor o menor presencia, a lo largo del siglo XIX y n los años de la Guerra Civil, cuando la Iglesia cató-
posteriormente en los principios de la Guerra Civil de 1936 lamó a la rebelión de Franco como una Cruzada con-
1939, por quienes la entendieron como una Cruzada. [ mo, el materialismo, la masonería, el judaísmo y el
Las ideas de fray Diego de Cádiz sobre la Asamblea francc 1 !,' l'l: .
sa son sustancialmente las mismas que las ideas del cardenal J ,, , íón antropológica de la oposición derecha/izquier-
Gomá o del cardenal Pla y Deniel sobre las izquierdas de los , l I l ,¡ l í, m verla representada en las obras de Foucault y de
años veinte y treinta del siglo XX. En su obra El soldado católi 1 l if Deleuze y G uattari. Ahora el mal no viene del
co en la guerra de religión (Barcelona1 1794)i fray D ie o de : , , ,il l l Infi rn . d - atán); 1 mal pr duce n el
- ¿¡, _
propio proceso de la existencia del hombre, como animal , , 1,: dos culturas» se corresponde casi literalmente con la
político, porque el mal es el poder que actúa no sólo a través 1,1 , i ·i ' n entre conservadores y progresistas.
de las categorías políticas, sino también a través del lengua- 1 , ( mo versión ética o moral nos referimos a un conjunto

je, del arte, de la moral, de las instituciones clínicas o econó- 111 1 , !'luido de opiniones, muy extendidas en la socialdemo-

micas. ¿Dónde situar aquí a la izquierda y a la derecha? Sin ' 1 ; l que tienden a concebir la izquierda como una actitud

duda, la derecha se sobreentiende como situada del lado del 111 1 u a la defensa de los «valores de la izquierda», entendi-
poder o del mal, que todo lo envuelve; la izquierda sólo puede 1 1 ¡1 i ncipalmente como valores éticos y ecológicos. Podrían

s~b~istir replegándose al terreno de la denuncia y del cono- ,1 11 • al respecto las propuestas de una «tercera vía» (An-
c1m1ento. , l , ,11 iddens, Mas allá de la izquierda y la derecha. El futuro
, / 11 } olíticas radicales, Cátedra, Madrid, 1996) o la de una
•ra izquierda» de Daniel Cohn-Bendity JoséMaríaMen-
' (Por la tercera izquierda, Planeta, Barcelona, 2000).
11. CONCEPCIONES DE LA IZQUIERDA AJUSTABLES
AL MODELO 6

Las teorías de la izquierda que se ajustan a este tipo 12. O NCEPCIONES DE LA IZQUIERDA AJUSTABLES
(BaII), se asemejan a las que hemos incluido en el modelo an- 1, MODEL07
terior (Bal), cuanto al modo de entender su extensión. Ade-
más, ambas fundan la idea de izquierda en alguna capa genéri -
ca (a), pero esencial (B). Pero mientras que en modelo 5 el 1,' 11 l modelo 7 la oposición izquierda y derecha se in ter-
alcance universal (1) requiere que las «fuentes» de la izquierda ' 1t • mo una oposición esencial (B ), interna y específica a
(o de la derecha) manen en el lugar donde actúan los princi - , i i ' l d política (b ), y universal a toda sociedad política (1).

pios mismos del género humano, en cambio, en el modelo 6, 1 , ría marxista de la izquierda podría ser identificada
el alcance particular (11) permite poner la fuente de la oposi - ,, 1 i 1, ve rsión más coherente de la concepción de la izquier-

ción izquierda/derecha en lugares más precisos, aunque sean 1 , 1¡ 1 l ne la fuente de su oposición a la derecha en los prin-
también genéricos. También cabe aquí distinguir dos versio ,1,1 • 11á profundos de la historia (prehistoria) humana.
nes, una versión cultural y otra versión ética. 1 l 11 , [ to, para el marxismo estándar, y aun para la social-
Como versión cultural ci'tarernos aquí a la llamada «iz ! 1, i1 ·r, ia clásica, la oposición izquierda/derecha tomaría su
quierda cultural», como figura propia de la época moderna, 1,, ,11 1.1111 neo, más que del Estado, de la lucha de clases. Se di-
cuyos orígenes verán algunos en la querella de los antiguos y , , , j\l • I, posición derecha/izquierda tiene su raíz propia en
de los modernos que estudió Maravall. Esta querella habría I , 1 ,¡ si i nes entre las clases sociales, y sólo a su través se
ido evolucionando hasta tornar la forma de la oposición entrl' 111 u·ui ría en la plataforma del Estado. Por nuestra parte
conservadores y progresistas, que son los nombres que aL111 la necesidad de dar aquí también la «vuelta del re-
reciben hoy, respectivamente, quienes militan en la derechas 1, i ' n marxista estándar d e la oposición izquierda/
n la izqui erda. La op osici ' 1 que n w formul , n 1959 11 ni od n la mi sm a plataforma del

86 - '7
Estado, y sólo a través de él, en la oposición entre las clases , 1 11 1, ciedades, siempre que esta ampliación o extensión
que en su interior actúa. Para el marxismo estándar la oposi- 1, 11 llevarse a cabo mediante los procedimientos propios de
ción derecha/izquierda se apoya en un fundamento que es in- lítica racional». Y en el supuesto de que la ampliación
terno y esencial a toda sociedad histórica, y que es anterior a jllzgase racionalmente posible y, menos aún, perentoria,
las oposiciones partidistas parlamentarias recortadas en los 1 , , • l I i rda se distinguiría de la derecha por su voluntad de

escenarios de las democracias burguesas. ... , 1,1 quear el desarrollo de otras sociedades, menos aún
¿Qué es, según esto, la izquierda? Es el partido de los l. 1, : ociedades explotadas en su beneficio. La izquierda -se
oprimidos, de los explotados, de los esclavos, de los siervos l 11 1 harto hará aquí con oponerse a la política depredadora
de la gleba, de los trabajadores que venden su fuerza de traba- , 111 1¡ ·i ta de la derecha de su propio país, por ejemplo, a lapo-
jo, del proletariado. La izquierda resulta de este modo ser, l 11 11 1 1· los republicanos en Estados U nidos. Tal es la concep-
ante todo, un concepto sociológico antes que un concepto " >1 1 1 la izquierda de Richard Rorty (Achieving our Coun-
político. La derecha quedará en cambio detrás de la línea que 1' l,cftist Throught in Twentieth-Century America, Harvard
separa el campo en el que militan los nuevos aristócratas ex- 111 ·r ity Press, Cambridge, 1998) .
plotadores, los burgueses y sus escuderos. . ' ) ín Rorty, la izquierda ni siquiera debería ser conside-
, ,, l 1 • mo antifascista, o como contraria a la cultura burgue-
i l. economía capitalista. Es preciso desprenderse de las
1,, r ¡';nas marxistas (el marxismo ha estado presente en la iz-
d I L norteamericana, pero de un modo accidental), así
13. CONCEPCIONES DE LA IZQUIERDA AJUSTABLES , i1 11 L ambién de todo tipo de ese esencialismo filosófico que
AL MODELO 8 1 l.tu d scribió por sus pretensiones de universalidad y eter-
1 • 1 ! 1 l. ejemos de mantener el ideal de una sociedad perfecta
, 1 1 1 uro, mediante la crítica radical de todas las institucio-
Disponemos de un nutrido conjunto de teorías sobre la , 11 ¡ 1 1 la revolución; contentémonos con interttar alguna re-
izquierda que, a diferencia de las que incluíamos en el mode- 1 111 11 ·1 n radical, conducente a la disminución del número de
lo 7, tienden a circunscribir (JI), la extensión del concepto 1, 11 : i ualdades existentes. La izquierda del futuro, sigue
original a la época de las sociedades modernas, concretamen- 1r identificará prácticamente con la democracia, como
te, a las sociedades parlamentaria occidentales posteriores al 1, n 1n p lítica de nuestro mundo presente, que es propia-
Antiguo Régimen; sin embargo consideran que la izquierda, 1 , 11 rd • 1mejor de los mundos posibles, si lo comparamos con
y su oposición a la derecha, es esencial o interna a estas socic 1, 111 in dos pretéritos. La izquierda, en Estados Unidos,
dades (B), y además específica suya (b). Lo que no puede sig , 1 u ,' ún Rorty (y esto es lo que más nos interesa desde el
1
nificar, si se mantienen los ideales universalistas, que la acción ,¡/ii l< 1 vista de nuestros parámetros), por la idea de una iz-
de la izquierda se circunscriba a las sociedades en las que ella, 'f L, ncicional, alimentada por el sentido del orgullo nacio-
según el supuesto, cobró su forma propia. ., ! ¡ 1 • irradió en la época de Lincoln tras la derrota sudist a
Por el contrario, entre los motivos esenciales de la izqui cr 11 111 Hc alla de Gettys burg. Según Rorty habrían sido John
da p olítica, así entendida, habrá de fi gurar el proyecto de a111 Walt Whi tman los principales animadores de este or-
plia ión de extensión de los obj etivos del izquierdismo a la., í nal y d un a ii qui rd a qu 11 aría hasta .la u rra

- 8 -
del Vietnam. Dewey y Whitman habrían propiamente inspi- j 11 1 · la vista, aunque con mucha cautela y mo~eración, a
rado la idea (de izquierda) de la Nación americana, no ya r 1¡ 1i rda libertaria, es decir, a la izquierda que se apoya
como efecto de la Gracia de Dios, sino como una nación laica 11 la sociedad civil (la izquierda de los barrios, de las
y secularizada (lo que convertiría a Estados Unidos en una , j , tcétera) que en el Estado o en los partidos políticos.
singular excepción en el conjunto de todas las naciones). Los I 1 1;,, ¡ 1i erda de Habermas, como él mismo dice, es «la iz-
norteamericanos se han situado en el lugar de Dios, y sólo 111 1 la del rechazo visceral al poder». Pero es una izquierda
han de preocuparse por satisfacerse a sí mismos. I' 11 11 ) quiere ser revolucionaria; su actitud es la del reformis-
Pero esta izquierda reformista, manipuladora y burocráti- ,, ,1 1, li cal. No quiere tampoco el reformismo socialdemó-

ca, habría acabado en los años sesenta, a raíz de la Guerra del ' 11 1 u gran preocupación es convencerse de que cabe una
Vietnam. Los intelectuales, la «izquierda universitaria», descri- , 1¡11i •rda no comunista.
birán los horrores de los cuales son culpables los norteamerica- l ,.t iz quierda emergente de Habermas confluye así am-
nos. La nueva izquierda, la de Christopher Lasch, por ejemplo, 1 11 11,1 ' nte con la izquierda de los católicos postconciliares, de
se alejará de la izquierda reformista y de Marx, acercándose a 1, 1 •111 cracia cristiana secularizada, que habla constante-
Freud. Según Rorty esta nueva izquierda se hace tanto o más "' ' 111 · de la fraternidad de los hombres . Es una izquierda que
crítica cuanto más pierde el contacto con los sindicatos y con la 1 , 1 , r scatar el socialismo, pero un socialismo fundado en

realidad. Es una izquierda cultural, que ha logrado cambios im- , 11 1 1,1 ·ionalidad democrática, en la razón del discurso comu-

portantes, sin duda, en la convivencia pública (valoración de . En la conversación incluida en el libro de Jürgen
los homosexuales, de los negros, etcétera) más que en la legisla- 1 1 1I ·rmas, La necesidad de revisión de la izquierda (Tecnos,

ción. Rorty propone que la nueva izquierda contribuya a res- 111rid, 1991), le dice Maggiori a Habermas que ha sustituido

taurar el espíritu patriótico norteamericano y a proponer refor- . · : 1 ulemos! » de Leibniz por el «¡discutamos!», la acción

mas legislativas. ¡ 1w al por la «acción directa».


La concepción de la izquierda de Habermas, más que una ié tiene que ver la izquierda con la Nación en torno a
teoría, es una idea de izquierda que pudo tener validez una , 11 ,d constituyó la idea de izquierda? Habermas hace su-
vez acabada en Alemania la Segunda Guerra Mundial y des- ' ¡1 r un lado las palabras de Jaspers en 1960: «La historia
pués, la reunificación de Alemania. Es una idea que procedl· 1, 1 l•'. : tado Nacional alemán se acabó. Lo que podemos apor-
del intento de ofrecer a sus compatriotas lo que la «izquierda 'J • m gran nación es precisamente el percatarnos de la si-
alemana» puede ser hoy, pero además con pretensiones de 111 1 ·i ir1 mundial: que la propia idea del Estado Nacional es

universalidad. Intenta Habermas delimitar la idea de izquier- 1111 ' l,t d sgracia de Europa y de todos los continentes.» Estas

da actual por contraposición con otras ideas de izquierda, ,, 11 \ ·~tán en línea con lo que en este libro, más adelante, lla-
principalmente: la izquierda comunista, propia de la URSS «tercera generación de la izquierda», al menos en
agonizante y de la RDA. La izquierda no comunista, dice Ha 11 11 11 contenta provisionalmente con un Estado europeo
bermas, no debe cargar a sus espaldas con la izquierda comu 1q 1 11 , i nal. Pero Habermas no quiere llegar hasta el final.
nista, pero tampoco actuar como si nada hubiera pasado. ] •'. 11 11 111 c q ue hay que alcanzar la universalidad pero desde una

parte también la izquierda, tal como la entiende Habermas, se , l1 1 ti l, d nacional, la identidad alemana, recuperada según él
enfrenta a la izquierda socialdemócrata, debido al «exces · d(' 1 l,t n citu ción de Bonn. Una constitució n democrática
E tad » qu e en ella aúx e respira. S - diría que H ab rm :b q n , l 1.w lv u d' - la id c·dad d la d Al ma-

- 90 - 1
nías, pero dejando abierto siempre el horizonte de los de-
rechos humanos. La Nación, en suma, permanece para la
izquierda de Habermas, como el soporte del «patriotismo
constitucional », como una identidad postnacional, pero que
en todo caso sigue girando, como ocurría con la teoría dt·
Rorty, en torno a la Nación política.
2

' ,t > RE EL FUNDAMENTO FILOSÓFICO


DE LA «IZQUIERDA DEFINIDA»:
1, IZQUIERDA Y LA RACIONALIDAD
POLÍTICA

1 ' r RES ACEPCIONES DEL TÉRMINO «IZQUIERDA»

!• 1 l ' rmino «izquierda» tiene múltiples acepciones, pero


,, 1"• ·11 pueden agruparse en tres grandes familias: (1) la fa-
1111 1,1 dl' las acepciones espaciales, cósmicas o topográficas, (2)
l 1 11111 i Ii. de las acepciones teológicas o numinosas, y (3) la fa-
11 il 1,\ ti · las acepciones antropológicas.

1 , ,. amiliade las acepciones espaciales, cósmicas o


t , •po ráficas

1 n ¡u icrda» es un término que designa una relación posi-


, 1 ,il I na función) entre cuerpos. La «izquierda» se refiere a

1, ¡•11 IC'Í( n que ocupa la mano del lado del corazón, y los
' " , 1 1: re lacionados con ella, frente a la posición de la mano

1 1 , 1 l 1.t , orrespondientemente, los cuerpos o posición de

·I ,1 g .111 os gu e se alinean con ella: hemisferio cerebral iz-


¡11 , 1 do/ h misferio cerebral derecho. Por cierto esta oposi-
1 , 1 1 ,1, • • • d im cría, pu esto que, por ejemplo, los centros
1 111 11 ¡•,11,tj ·. ¡ :1.r' - n n ,¡ h 1111 fc ri izqui crd , etc.

- ')
También son afectados por la oposición derecha/izquier• 11, relaciones (que son funciones) tienen como parámetro
da los cuerpos del espacio que se corresponden con la derecha ¡ , 111 i 11os del hombre, pero se aplican directamente a los
o con la izquierda de nuestro organismo. Situado el sujeto· 1¡,os. Otra cosa es que los cuerpos no dotados de simetría
11 ,

parámetro ante el norte, el oeste queda a la izquierda, el este a 1.,111 c,; 1.1I, que llamamos enantiomorfos, sean incongruentes
la derecha; si el sujeto se vuelve hacia el sur, el oeste queda a b , lcci r, no superponibles ). Aunque sean iguales entre sí
derecha y el este a la izquierda. ,,,, ,11,, Iógica y métricamente, no podrían coordinarse con la
También, según la dirección del movimiento, se considera , 1,, ;nda o la derecha del organismo humano si no se in tro-
«dextrógiro» al sentido de las agujas del reloj (acaso porqm• l, 1, ,· el cuerpo humano como parámetro. Si suponemos una
en los sujetos diestros el movimiento circular con el índice dl' ," 111< > llotando en el espacio vacío (el absoluto de Newton) no
la mano derecha se hace normalmente en esa dirección); y «si - 1,, ,,11 í.1mos determinar si se trata de una mano derecha o de
nistrógiro» (por ejemplo, el movimiento de los planetas) el , 11 ,,11u ano izquierda, salvo que se introdujera el brazo manco

movimiento contrario a las agujas del reloj. (En la Salamanca . , ,1, ,·spondiente; pero de aquí no se deduciría-como el pro-
de mediados del pasado siglo XX constituía una institución 1''', I\ ant parece haber deducido en su escrito de 1768, Sobre
que a la hora del paseo en la Plaza Mayor, los varones avanza- , i ¡11 imer fundamento de la distinción de regiones en el espa-
sen por sus soportales dando vueltas de izquierda a derecha, '" - que la relación topológica de izquierda/ derecha haya
mientras que las mujeres lo hacían al revés.) 111, • 1\ :lerirla a los cuerpos dados en el espacio, sin necesidad
En principio las relaciones topológicas de izquierda y de- ,1, 1,J crirla al cuerpo humano. Ni se deducirá que la relación
recha son neutras, desde una perspectiva axiológica o valora· , 111 wrda/derecha, aunque sea permutable en sus valores (se-
tiva; y acaso por ello, en español~en lugar del término «sinies- ' ,111 1os parámetros), no sea una relación posicional, sino in-
tra» (derivado del latín, como su opuesto, «diestra»), cargado ,, 111 i.:~1da en la pura estructura topológica del espacio.
de connotaciones peyorativas, ha prevalecido el término «iz-
quierda». «Izquierda» procede de una voz ibérica, como lo
revela su presencia en el vascuence ezquerra (aunque no Sl' 2. Familia de las acepciones teológicas o numinosas
descarta que la incorporación de este término al vascuencr
haya tenido lugar a través del romance). El primer docume11 1\ hora, la relación primera es la relación de derecha («ala
to en español donde aparece un término con esa raíz, en L1 , 1, 11 ·,·ha de Dios Padre», ad dexteram Patri); a la derecha se
forma de un nombre propio, Exquerdo, es de 1117; con z ap;1 " ! ,, ,11 c ahora la siniestra, que deja de ser un mero término
rece en el fuero de Daroca en 1142. Gonzalo de Berceo utili;,a l '' 111 n > para alcanzar una intención jerárquica de subordina-

aún «siniestra». Nebrija en el siglo XV se decide por «izquicr , l " 11 y rn el límite, de perversidad. En el Poema del Cid, por
da», y el uso del vocablo es general desde el siglo XVI. , ¡, •111¡ilo, se menciona el antiguo augurio de quien ha visto «la
Las relaciones espaciales de izquierda/derecha, que tienrn ~· •t 11 cj;1 volar a la siniestra mano».
como característica la simultaneidad de su correlación (ni l., 1·.s I lbvio que los términos «izquierda» y «derecha», aplica-

derecha es previa a la izquierda, ni viceversa), aunque se esL1 11,, .. 1 lln Dios Padre incorpóreo, carecen de sentido espacial.
blecen a partir de las manos del cuerpo humano, no se red 11 1 J1 l".1 cosa es cuando los referimos a dioses o númenes corpó-
cen a ellas, ni siquiera tienen por qué considerarse co,111, ' <.: • , , ( /cus,J tí pi rcr o el buey A pis). En estos casos, los términos

«proyección» de estas relaciones; a lo sumo cabría decir (jlll' ,[, ,, i·1, , ¡u.icrd ,1'' y «d(_'rcclu », ;1C111 co nscrv and o el si <•nificad o es-

- CJ<I - - '> ~-
pacial, incorporan atributos morales o éticos, incluso políti- 1'1 ,, 1< l demás, las conexiones entre la izquierda y la dere-
cos: la derecha, el bien, el orden jerárquico; la izquierda, el mal, 1, 1 111., 1ómica y la izquierda y la derecha política son múlti-
el desorden, la insumisión de Luzbel. También adquirirán los 1· 1.,dudo con el puño en alto, procedente de los estoicos,
términos «izquierda» y «derecha», con frecuencia, connota- L 1111 ¡', 11 e a los socialistas y a los comunistas según que se le-
ciones temporales, y no sólo espaciales: la derecha indica lo , 111 1 ( 1 puüo izquierdo o el derecho; se ha observado que los
más originario, lo primario, por tanto lo antiguo, lo viejo; la iz- 1 • l 111, , 1s en sus gesticulaciones tienden a utilizar unas veces la

quierda adquirirá en cambio la connotación de lo que es nue- ' " 11 1, ,lnccha, como le ocurría a Maura, y otras veces la mano
1

vo, de lo moderno. (La oposición entre «izquierda hegeliana» , ¡ (11, 1(h, como Castelar o Pi Margall.
y «derecha hegeliana» mantenía un claro paralelismo con la II eluda, la oposición de izquierda y derecha que, en el
',i

distinción coetánea entre los «jóvenes hegelianos» y los «vie- " 111 1, 1o de este libro, tomamos como primaria es la oposi-
jos hegelianos ».) ,, ,11 , ¡11 c se establece en el terreno político, y a ella nos referí-
Conviene subrayar, sin embargo, una acepción de izquier- ' , 11 1, ,·, d ircctamente, dejando en un segundo plano a las acep-
da (en latín laeuus, -a, -um) que tiene un sentido positivo, fa- ,. ,¡11 . (·osmológicas o teológicas.
vorable o propicio; pues aunque (según Ernout-Meillet-An- ', 111 (·111 bargo, aunque las acepciones comprendidas en cada
dré, en su Dictionnaire étymologique de la langue latine) la , 11, 1, 1,· estas tres familias son relativamente independientes (y
expresión numina laeva tiene un sentido desfavorable, como L , 11,il 1 les, desde luego), esto no debe hacernos olvidar que las
en griego, sin embargo es favorable en la lengua de los augu- , " 11 11 » inaciones» entre estas acepciones puedan tener un
res, porque los romanos, siguiendo el rito etrusco, se volvían ,1, 1111 ,· 111uy profundo. Las acepciones políticas tienen, en prin-
hacia el sur para tomar los augurios, por lo que tenían el 'i ' l ' •. , ¡t1l' ver más con las teológicas, lo que se explicaría si tene-
oriente a la izquierda; y así en Plinio (II, 142) leemos: «laevd ,... , , , , menta las connotaciones axiológicas que suelen adqui-
prospera existimantur quoniam laeva parte mundi ortus est» , ,, 11 1, 11·11os desde los respectivos partidismos (la izquierda
(estimaban que las cosas que vienen de la izquierda eran prós - ,.. ,1t11, .1 ,ucl evalorarse a sí misma como la mejor, la más progre-
peras porque el orto está a la parte izquierda del mundo). -, 111, , , H1trariamente a la autovaloración de la derecha política.
1· • , , , , , , ¡11 é tienen que ver las acepciones políticas con las topoló-
' , , , , 1 , on las teológicas? Corre la especie de que Mani o Zara-

3. Familia de las acepciones antropológicas 111 11 1,·r.111 zurdos; pero¿ qué podríamos decir de esta circuns-
' ,1 , 11, ÍIIL·lusoenelsupuestodequeestuvieraprobada?
Izquierda y derecha definen ahora determinadas posicio ·.. -. .,he también que en el Concilio de Nicea, catorce si-
nes políticas (los partidos políticos llamados de izquierdas 11 ' J. , , 111 t'., de la Asamblea francesa, los arrianos se situaban a
de derechas), pero también filosóficas (la oposición citada en i, , , ¡ 11 wrda del presidente, el obispo Osio, que representaba
tre izquierda y derecha hegeliana: un tipo de oposición qul' ,( , 11,¡,,·1·:1dor Constantino; y este dato tiene, como es obvio, 1

E. Bloch, en su libro Avicena y la izquierda aristotélica, utili .. •1 1 , 111 i11terés para la cuestión que nos ocupa (la conexión
zó para designar a las corrientes materialistas que proce<l í,111 · .. 1,, l. , Í'!.quierda topográfica y la política), mucho mayor 1
de Aristóteles, desde Estratón hasta Avicena, en cuanto co11 11 •
1 l 1, I,· h zurdera de Maní o la de Zaratustra.

trarias a las corrientes espiritualistas, de Alejandro de Afrodi !· ·. ,diligado n.:cordar en este momento que la conexión
sia o de sa nto Tomás). 1., ,, ,111 .1 moderna generalmente recono cida entre el concepto

_ ()(, ') /
topográfico de izquierda o de derecha y los conceptos pol1t1 1 1.,., términos izquierda/derecha (como insinuando que
cos correlativos, tal como se establecen, no puede torrnu 1111111 .,dos sentados a la izquierda, además de ocupar esta
como una conexión interna y esencial, sino más bien circu11 1~1.. 11 topográfica habrían de asumir automáticamente las
tancial o accidental. Sabido es que en la sesión del 4 de s,•11 •11 1,11.1l iones tradicionales), puesto que la cuestión es de-
tiembre de 1789 de la Asamblea francesa revolucionaria, , 1u1t 111 por qué los diputados jacobinos se sentaban a la iz-
diputado Mounier pone a debate la cuestión del veto regio: ;.,,. 1, 1.1 v los fuldenses a la derecha (o ulteriormente, los
la izquierda se situaron los jacobinos, a la derecha los fuld,•n 1. ,111 11111.\ españoles en 1871), antes de que los términos «iz-
1

ses; así también, y en España, la oposición política dere h I 1.. " 1, l.1.. y «derecha» alcanzaran significado político.
izquierda entró en el Parlamento en 1871 (aunque el conccpt l',¡1.1 determinar una razón más positiva (sin petición de
de izquierda era ya anterior: en 1849 vio la luz el Manifint ¡ , "'' 11 11 ,) habría que apelar, por ejemplo, a la disposición tra-
1

del Partido Democrático, programa de gobierno de la extn 111 1


1, 1, ,11.il de los obispos en el Concilio de Nicea, a la que ya nos
izquierda), cuando el ministro de la gobernación, Fran is, i , . , , 1, , . 1(·I nido, o a la de los fieles en los templos: en los bancos

de Paula, al presentar la cuestión de la Primera Internacic 11.1 i ¡, ,1, 1·ccha se sentaban quienes pertenecían a los escalones
se dirigió a los señores diputados diciéndoles: «Creo que 111 .,, t I l1, ,s de la jerarquía social; los bancos de la izquierda que-
hay más que dos caminos, del lado de acá los que están con 1 1 , 1, , 11 1, ·servados para el pueblo llano. Esta distribución topo-
Internacional, del lado de allá los que están con la sociedad r ' , 1, 1 11.,dicional ya pudo haber influido en la «distribución
peligro, ¡escoged!» Y el Diario de Sesiones anota: <<Ap1am11 1 , 1t .111c1» de los diputados en la Asamblea francesa o en el
en la derecha; murmullos en la izquierda.» Hasta 1931 no ,•11 , ,¡ [11.111,·1110 español. En cualquier caso, y aunque así hubiera

tró en el Reglamento de las Cortes la oposición izquierda/dr ,111;, 1, ,, quedaría por explicar la conexión entre la posición
recha asociada al significado topográfico del hemiciclo. I '" ;' 1.1 (ica izquierda/derecha y la oposición teológica, que

, , , , 1, · .. 1érmino medio» para establecer la conexión entre la


, . I" 11111 Lopográfica y la política.
4. En qué condiciones podría decirse que la conexión ·, 11 ,1.\0 es que ya en el día de la apertura de los Estados
entre la izquierda topográfica y la izquierda política no , . ,,, 1 1ks, el 5 de mayo de 1789, el clero, entre el que se en-
fue meramente circunstancial .1111 ,1l,.1n Gregoire y Talleyrand, se sentó a la derecha del
\, ¡11 l' ocupaba la presidencia dispuesta en la sala de Me-
Es lógico cualquier intento de ir más allá de la interpn·1.1 / '/.11\ in de Versalles). La nobleza (con ella estaba Lafayet-
ción circunstancial de la conexión entre la posición top r.111 ·. ,·111ó a la izquierda, mientras que el tercer estado (allí
ca y la posición política entre las izquierdas y las derechas. "i 1 , 111 l',ailly o Mounier, o el propio «conde» desclasado Mi-
intentará algunas veces mostrar que la oposición topo gr.' lu ,1 , , 1 , 111) , ,e upó el fondo de la gran sala, frente a la presidencia.

izquierda/ derecha rebasa ya el campo espacial y tiene prn \I i I lti 1, ,ri;ldor Cesar Cantú describe así la situación de lo ocu-
misma connotaciones teológicas o filosóficas. Pero esta :lrg11 . , ¡, In 1'11 Vcrsalles el 5 de mayo de 1789, en el momento de
mentación (que utilizó en España, por ejemplo, Enrique' I'i(', , 11 1r111irsc los Estados Generales:

no Galván) reviste una gran ingenuidad, porque pide el pi i11 l.1 n )rre, que en todo esto no veía más que un puente ins-
cipio y, por ello, su valor es nulo. Pues no se trata de :HI 111 11 , ,, 111111 '" n·h;1-Jo sobre el abismo, y que dedicándose con gran
simplemente la connotaciones tcológic1s o rilosófic1s t l 1,1
< !, , 1, ,1 drnar el cne1rn nial y prescribir los trajes y uniformes

')')
que debiera llevarse, olvidó el tomar la iniciativa de las grande~ • , 1, , 11· metafísico) que sea el concepto de «razón» y de «ra-
medidas, y aun pareció que quería exasperar los rencores m,tr· , ,11 ,,11\1110 » que se utilice para el caso, y que sorprendente-
cando legalmente la distinción que debía haber entre los tres ór,. ,., . ¡,1, quienes lo utilizan suelen darlo como consabido, lo
cienes, disponiendo que el clero y los nobles se presentasen de ,, 11,, ,' s que la izquierda, desde sus orígenes, se presentó como
gran gala, con plumas, bordados y mantos, y los del estado llano 1 , , ¡ , 1111 l erada de la razón. Y en nombre de la Razón y de la Luz

en simple traje negro como lacayos detrás de los amos. Según l. l 1 ! lustración) se enfrentó una y otra vez a la derecha, acu-
este ceremonial, para los nobles y el clero se abrieron las do11 11 ¡ , 1, .l,1 de ser defensora de la superstición, de las tinieblas, de

hojas de la puerta de la Asamblea, mientras para los individuoN 1 , , 11, ·II a a las cavernas». A las gentes de derecha, en la España

del estado llano no se abrió más que una después de haberll•~ L 11',, )~Íunda República, se las llamaba «cavernícolas», y antes
hecho esperar sufriendo el viento y la lluvia entre la multitud 1, ,, 1, 1c rcncia a los hombres de las cavernas, primitivos y atra-
que gritaba, o mejor dicho, aullaba: viva el tercer estado.» .. 1, ,·,, qu e por referencia a los hombres que se sentaban en la
Fue en la sesión de 28 de agosto de 1789, es decir, ya con.~• ,. , 111.1dclaquehablabaPlatónenLaRepública(auncuando,
tituido el tercer estado como Asamblea Nacional (19 de junio , ,111,, 11rn1os sugerido en otro lugar-Televisión: apariencia y
de 1789) cuando (acaso por analogía con la Cámara de lo• · , , ,/,,,/, Cedisa, Barcelona, 2000-el mito de la caverna de Pla-
Comunes, en la que el partido en el poder se sienta siempre ,1 , .. 1, 11 ,1 l'Staría enteramente desconectado de las cavernas pa-
la derecha, dejando la izquierda para la oposición) los par , l., ,1 1 H' .J S).

tidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y loN 1 ,1< ( nexión entre la izquierda política de la Asamblea re-
que se atenían a un veto suavizado, o nulo, a la izquierda. Esta ,, l 11, 11111;1ria y la Razón se deriva, evidentemente, de la Ilus-
«geografía de la Asamblea» -como decía Mirabeau ya el 1, ,, "1 1111 francesa que, a lo largo del siglo XVIII (por ejemplo,
de septiembre de 1789- se mantuvo (consolidando la asocia 1. , 1, l.1 introducción en Francia de Newton por Voltaire), en
ción entre el significado político y el topográfico), sin pl 1· 11 11 1, 11.1 contra el Antiguo Régimen, fue estableciendo, cada
1

juicio de que en la Convención, en 1791, en las Tullerías, Ro · · , , ,11 mayor energía, la identidad entre la tiranía (el Trono
bespierre ocupase las alturas, «la Montaña». , ~ 1 1\ 1t.1r) y la superstición, oponiendo por tanto a esta su-
1" 11, 11 >11 la Razón, como condición de la líbertad, y por tan-
' .. , l ..• l.1 ! lustración. Kant consagró esta identificación en su
1

, 1, 11 1,· l'scrito ¿ Qué es la Ilustración?, al responder de este


11 1, "1,, .1 h pregunta titular: «La Ilustración es la liberación del
¡
2. LA IZQUIERDA (POLÍTICA Y FILOSÓFICA) Y EL 1, , ,1, , l ,1 l· 1por medio de la razón] de su culpable incapacidad.»
RACIONALISMO .. [11 , l1cho (E. Cassirer) que el siglo XVIII maneja la idea de
1· , , ,11 L'll un sentido nuevo, y más modesto a como lo mane-
1, , 1 .1 1;11> XV!l: la «Razón» no será ya el nombre colectivo de
1. La «Razón» como bandera de la izquierda 1, 1, k is innatas, dadas con anterioridad a la experiencia; no
.l. ·1¡•11.1rÍ;1 t.rnto una posesión, cuanto una forma de adquisi-
La idea de la izquierda política ha ido siempre asociad;1 al 1, ,11 1' que en ella se aprecia sobre todo por su función. ¿Y

racionalismo, y no de un modo externo, circunstancial y ohli ·1u· , ,¡i().,iLor de la flustración no se habrá sentido alguna vez
cu o, sino interno, esencial y directo. Por oscuro y confuso (p• ,r 1 q11·,111t1 il11str;1do cuando cita la definición de Kant? Co-

11)() 1111
menta Cassirer: «La consigna sapere aude! [¡atrévete a saber! 1 •, u es, sin duda, la idea de la ilustración como «enfrenta-
1

que Kant señalaba como lema de la ilustración, se aplica tam- ''"' 111,1 público» que Kant temía, y que le llevaba a limitar la
bién a nuestra propia relación histórica con ella. En lugar de 1,1. , 1,1(·ión al terreno del «uso privado» de la razón, y no a su
rebajarla y de mirarla despectivamente desde nuestra altura, ., , , ¡ >i I hlico, acatando así las normas del déspota Federico II:
deberemos osar el volvernos a medir y confrontarnos intt'• I', 11·,,Hl cuanto queráis, pero obedeced.» Acatamiento que
riormente con ella.» ,, • 11 .1 ría la violenta polémica del Sturm und Drang, por boca
,,l,1,· rudo de G. Hamann, quien inmediatamente, en 1784,
, , •1, ,, ha a Kant su cobardía, disimulada al incluirse a sí mis-
1

2. ¿Es suficiente acogerse a la definición histórica de la " '', , 11 h clase de los mayores de edad. Una cobardía que le
Razón por la Ilustración para establecer el nexo entn· i. ,, 11 , ilvidar (decía Hamann) su condición efectiva de mero
la Izquierda y la Razón? , 11 1,, 1\1ciocinante y especulador, atrincherado junto a su es-
', d , , (' 11 gorro de dormir, porque cuenta como garante de su
Por supuesto, estas recomendaciones de Cassirer están car• ..,1 ,111 ,ilidad y ortodoxia a un numeroso ejército disciplinado.
gadas de ideología, y no tienen en cuenta los límites en los (]\ll' 1 , 1 que Hamann vio en la definición de Ilustración de

se movía la razón de los ilustrados, de esa razón que, por ejcn1 · , , ,,1('\ algo muy parecido a lo que poco después verá Marx y,
plo, llevó a Montesquieu y a Morvilliers, y a otros tantos, a su " I 11·,I, 1después, a lo que verían Horkheimer y Adorno, que

poner que en España la razón estaba cautiva por la supersl í 11 , 11, >11 incluso a sugerir la afinidad entre la Ilustración y el
ción, debido, pongamos por caso, a la adhesión incondicio11.1I
de los escritores españoles al dogma de la Eucaristía.
La Ilustración levantó como bandera ideológica a la lt,
zón, suponiendo que la Iglesia era irracional y supersticios:1. Y 1, Fs imprescindible una definición de la Razón que
es principalmente a través de este ataque a la Iglesia catúlí( 11 11 ,¡¡ ;~1 posible comprender el nexo entre la Razón y la 1 1

como la Razón, en cuanto debeladora del Altar, que arrastra, lit ,1,p1icrda política
en su caída al Trono, alcanzaba su conexión con la izquínd11
política. En Las ruinas de Palmira de Volney, capítulo 15, ll'<' 1
1 , 1, ,, y sin entrar en el análisis de lo que los ilustrados
mos: «Y considerando estos hombres con mayor atención, l l' r, ",, , '- ,· :; y alemanes entendieron por «Razón», lo cierto es
conocí que el gran cuerpo estaba compuesto de labradorc.s, 11,, 1,, • 1, 1 ; , 1u icrda revolucionaria tomó como bandera filosófica
artesanos, de mercaderes y de todas las profesiones útiles., 1~ •l , ,111, 1 . la Razón» (frente a la superstición). Pero la «Ra-
sociedad, y que en el pequeñísimo grupo sólo se encontrah.111 ,, ,1• 1111 · utilizada de un modo mítico, sustantivada de un
curas, empleados del fisco, agentes religiosos, civiles o 111 i Ii 1.1 "" , 1...1lq_/lrico, por no decir ridículo, personificada en una 1

res del gobierno.» Tras el debate entre el pueblo y el grupo ¡11• "", 1· 1 , , ,i 1 6 orro frigio, exhibida en Nuestra Señora de París, l.
queñísimo, el pueblo concluye: «Mediadores cerca de 1)im \' " 1 , , ¡,.,,·;1 del Terror.

de los Reyes, cortesanos y sacerdotes, gracias; vuestros sc1 ,,1 · , 111 , I11(h, la izquierda política asumió desde el principio,
1

cios so n demasiado dispendiosos y nosotros trat:1rc111os di,('' ,.,11 · , lil,1sn lL1 propia, la del racionalismo ambiente. En esto
umentc nu estros nq~ocios. » Entonces el grupo pequ61ísi11111 1, 1, ,11 ¡i.1rt.c i111portante ho mbres como Condorcct o Ro-
dij o: ,,Todo cst:í pndidu. l .:1 multitud se h:1IL1 ilu.strad:1.. ,, l'(' l'll drtr:ís dr (_','U utiliuci611 111íti c:1 de h H.;1/.<)ll,

- 11)' - 1111
por los ideólogos y los demagogos, estaba actuando una Ra• 1, 1, ,, cristianos como superestructuras, llamadas a disolverse

zón efectiva, que era la razón que estaba moldeándose en el ,111 11 u. que la explotación capitalista hubiera sido superada.
proceso mismo de construcción de las ciencias modernas -la f'~ 11 cstra conclusión es clara: es imposible penetrar en el

Mecánica, la Química, la Teoría cinética de los gases-. Los o111, 1,,,, mismo de la idea de izquierda dejando de lado el análi-
ideólogos de la Ilustración, que no siempre transitaban por 1 , 1, · 1a Idea de Razón; pero no ya en general, sino en el terre-
los nuevos caminos abiertos por la razón científica, se aprovc· ,1 , , 11 cl cual ella se moldeó, en el terreno de la ciencia moder-
charon sin embargo de su prestigio. " 1 111.1., que en el terreno de la ideología de la Ilustración, por
Y hasta tal punto llegó a ser así que ni siquiera las reivin• , ,l ,1 1de hombres que fueron además los mismos (Condorcet,
dicaciones sociales que constituían el núcleo filosófico de la 1 1¡ •l.1lT, Lavoisier) que intervinieron en el desarrollo político
izquierda originaria (de la primera generación de izquierdas, 1, l,1 IZcvolución francesa.

como diremos luego) pudieron presentarse como tales reivin- ',1 h izquierda en nuestros días se nos muestra como una
dicaciones si no estaban exigidas «en nombre de la Razón». "1, 1L .td a vez más oscura y confusa, esto se debe en gran me-
Los valores políticos son esencialmente públicos; pero los va• , l 1, 11.1 que la idea de Razón que ella utiliza se da por supuesta
lores llamados sociales tienen contenidos que son privado~ , , ,11 1, ,cla ingenuidad.
por esencia. Las reivindicaciones sociales tradicionales, lle- l '('1·0 Razón, y sobre todo racionalismo, son términos
vadas a cabo por la Iglesia en nombre de la caridad, tendrfo "1, , ,1, •1;icos, conceptos envueltos en «nebulosas ideológicas»,
poco que ver con las reivindicaciones sociales llevadas a cabo ' ( "' , c. 11ecesario tratar de aclarar y distinguir. La idea de Ra-

, 11 , 111c «la izquierda» y las mismas «teorías de la izquierda»


por los filántropos ilustrados, en nombre de la Razón.
Y todavía en nuestros días encontramos grandes dificulta "' l, •11 JffCsuponer es una idea oscura y confusa, y por así de-
des para clasificar como «izquierdas» a movimientos populis, . 11 l 11,·c impresentable a cualquier teórico de la izquierda que
tas o igualitarios, impulsados por algunas repúblicas islámica,~ 1 11.1 ya preocupado por esclarecerla.
o incluso cristianas («Cristianos para el socialismo»), pcrn ·1 dccimos esto, aquí y ahora, como un desafío a nuestros
que hablan en nombre de la revelación o en nombre de la fe, _y ,n 1 1111, l res representantes de la izquierda teórica o práctica,
no en nombre de la razón. Una cosa era el diálogo entre cri.~ 1, 1, ,, ,11,il, europea o internacional.
tianos y marxistas, y otra cosa la marxistización de la Igksi.i
tradicional. Algunos cristianos y algunos marxistas se un ÍC'
ron en un «bloque histórico» contra el capitalismo pecador:
un bloque que culminó en la teología de la liberación ( «cri.~
tianos y marxistas podemos ir juntos h asta la muerte: allí 11<1~ ', , ·· I IUUZACIÓN», COMO CANON DE UN AMPLIO
separaremos, ustedes irán al Cielo y nosotros al Infierno••), 1
~ JNJ LJNTO DE PROCESOS DE RACIONALIZACIÓN
Pero los cristianos, si siguen siéndolo, no podrían menos d1•
mantener, no ya en el Cielo, sino en la Tierra, la profunda di,
tanciación que media entre sus reivindicaciones temporak., \' · l'.I análisis gnoseológico de la Idea de Razón desborda,
b Gracia de Dios intemporal, en la que se suponen as e ntad1 •~, obvio, los marcos de este libro; apoyándonos entra-
111111 l'S

Cuanto a la i;,.quicrda marxista, si vcrdaderarnc111c sq~tll,I 11m que hemos llevado a cabo en otros lugares, tendremos
sié·11d olo, 11 n pudo dcj;n de consid c:r;ir :1 Lis creen ·i;1s 111c1:1I 1.~i1 .1~ Hr li111itarnos aquí a ofrecer la idea de Razón que considera-

- 1( ) 1 - - 11 )~ -
mos más ajustada para llevar adelante el análisis de la apari- 11111 ites, isoméricas, serán además por tanto a-tómicas ( to-
ción de la izquierda revolucionaria en el siglo XVIII. ,, ,11do este término no sólo en el sentido físico tradicional, el
Nuestro punto de partida se basa en la constatación de 11111 ·ríteo, sino en el sentido lógico que, por ejemplo, Russe-
que la racionalización política llevada a cabo por los revolu- 111 ilí·1,ó en contextos no mecánicos sino proposicionales
cionarios franceses estuvo en estrecho contacto no ya tanto 1111 >posiciones atómicas»-y que nosotros utilizaremos en
con las Ideas sobre la Razón que mantenían los escritores •.111 n tos lógicos objetuales).
ideólogos o los philosophes de la Ilustración, cuanto con los 1 <> que llamamos «holización» es, pues, un tipo de racio-
procedimientos de los creadores de las ciencias modernas, " ,1u .1 ción que tiene que ver con la descomposición «atómi-
tales como Newton, Laplace, Lavoisier, etcétera, muchos de . 111:í.s que con la «anatómica». Con esto no queremos insi-
los cuales formaron parte directamente del movimiento revo- " 11 11 q uc la holización constituya el tipo de racionalización

lucionario. Desde este punto de vista parece imprescindibll' , 11 1 1·i~urosa y definitiva, capaz de llevarnos al descubrimien-
atenernos al análisis de la Razón ejercitada por estos científi .. ', , , l. · ve rdades insospechadas. La demostración que Euclides
cos, más que a las Ideas sobre la Razón que fueron manejadas I¡ ,, ,. del Teorema de Pitágoras, en el Libro I de sus Elemen-
o representadas por los ideólogos (tipo Volney) en el momen ·• . , ,. , 1111 prototipo, no ya del «descubrimiento» de un hecho,
to de intentar comprender la naturaleza de la Revolución , 11, , , le asombrosa rac ionalización de un hecho empírico ya

francesa, en cuanto «producto de la Razón». , ,,11" ido por albañiles o agrimensores: que la suma de las áreas
. 1, 1, ,., l'l1adrados construidos sobre los catetos de un triángu-
1., , , , 1.111gulo equivale al área del cuadrado construido sobre
1. La «Razón» tiene que ver con los todos y con las 1 , l 11111 11 en usa. Pero es una racionalización que comienza por

partes. Partes anatómicas y partes atómicas ' \! ' 1, 11·,rnmposición de índole anatómica, antes que atómica:
1 , 111, 1r:ldo construido sobre la hipotenusa constituye una

La racionalización tiene que ver con la totalización; poi , 11, l.111 lcnoménica que comienza por ser descompuesta en
consiguiente, habrá tantos tipos de racionalización como tÍpl)~ 1., ¡1.1r1cs rectangulares desiguales, por la recta «auxiliar»
de totalización se utilicen. Por ejemplo, podremos utilizar t<, ,,,, ,lcslle el vértice del ángulo recto, trazamos paralela a sus
talizaciones atributivas, descomponiendo las totalidades dl' .. 1 . . '

partida en partes heterogéneas, sin perjuicio de que, a su Vl'/,, 1 ,,,r:lcionalizaciones por holización no son presentadas
las partes así obtenidas puedan constituir clases de elementm , ¡111 I", r tan to, como los prototipos de toda racionalización.
1

isológicos (como ocurre en las descomposiciones anatómú,11 •· 11,11.1 1:1:is bien de un canon, de un modelo heterológico y
de un organismo humano, que atienden a los diferentes órg., 1, 1; 11111 ivo, que comprende la familia de racionalizaciones
nos, o miembros que, a su vez, sean susceptibles de agrupar,r i"' , , 111,idcramos más interesantes para llevar a cabo la «polí-
en pares simétricos, tales como brazos o piernas). Otras vcu-,, ,. , 1•" 1, 111;11 » de la izquierda revolucionaria, pero no el canon
la descomposición se resolverá en conjuntos de partes ho11111 1, "l .1 1\ 1cíonalización.
géneas (isoméricas), y en el caso en el que estas partes sea11Ji11
males (porque presuponen, en su morfología, al todo, a dill'
rcn c ia de lo que ocurre con h.~ partes rnalcria/r:,_1) tc11drc1111 ,.,
que cstahkccr unos límirrs al proce:-;o dt divi :; ión . l ,as ¡1,11

1()(1 - 11) / -
2. Algunas distinciones .11,, 1-, t· is o treinta y dos cuadrados es isomérico; un cuadrado
1, · "1,, cn dos, cuatro, etcétera triángulos es heteromérico.
Las distinciones imprescindibles en el contexto de las ',q..,Cm la relación de las partes al todo hay que distinguir las
Ideas de todo y parte para llevar a cabo nuestra exposición , ,11l1d :1des holoméricas, en las cuales el todo se manifiesta igual
son las siguientes: ante todo la distinción entre totalidades 1 , .us partes (reproduciéndose en ellas), de las totalidades ho-
distributivas y totalidades atributivas. Doce cartones penta- ",, , , 111 (-ricas, en las cuales el todo no aparece como igual k a las

gonales, iguales entre sí, y dispersos en mi mesa, constituyen ¡ · 11 , rn las que se divide (cuando éstas son isoméricas ). Un
11

una totalidad distributiva. Estos mismos doce cartones, pega• ,, , 1111:1ilo equilátero, descompuesto en cuatro triángulos equi-
dos por sus aristas convenientemente, constituyen un dode• 1 , 1, 1, ,, por sus medianas, es holomérico, y además de modo re-
caedro, que es una totalidad atributiva. 11 1, ,·111 e, indefinido; un círculo, dividido en cuatro cuadrantes,
En segundo lugar, la distinción entre partes formales y par- 11, 11neomérico. Las estructuras fractales de Mandelbrot se
tes materiales de un todo atributivo. Las partes formales son 'I ',,,, i I nan al tipo de totalidades holoméricas.
las que presuponen, en su conformación, al todo; las parte~ 1 .1., distinciones precedentes obligan a limitar el alcance

materiales del todo tienen una conformación independiente! ,l. 1 ll .1111:1.do «axioma de desigualdad », según el cual «el todo
de él. Un jarrón de cerámica es un todo atributivo: si se rompt' , 111 ,1v< 1r que la parte»; y no ya en el terreno de las totalidades
en fragmentos tales cuyas configuraciones sólo puedan expli. 1, 11 .1 i11itas (definidas precisamente por la igualdad k, o coor-
carse desde el jarrón inicial (y no porque tengan ellas misma.~ . l,, 1ir ;, 111 biunívoca entre, por ejemplo, el todo constituido
la forma del jarrón), entonces los fragmentos serán partes fol' 1,, , , ,•1rnnjunto de los números naturales, y partes o subcon-
males del jarrón, que permitirán reconstruir el todo fragmc11 111111., •, suyos, como el conjunto de los números pares), sino
tado. Pero si al romperse el jarrón «se hizo polvo», las mol(• 111, 111·,11 en el terreno de las totalidades finitas. Un todo holo-
culas del caolín ya no serán partes formales, sino panc~ " .. , 1, (1 no es mayor que sus partes, en el 111omento en que es
~ateriales del jarrón. Asimismo, hs células de un organislllo, ,1 11 , 1 k .1 ellas; ni tampoco lo es un todo heteromérico cuando
rncluso sus macromoléculas de ADN, son partes formales d,•1 , 1, ,111.1, corno criterio k de igualdad, no un criterio métrico-
organismo; los átomos de carbono, nitrógeno o fósforo, son . ¡• ,, ·1:il , sino un criterio de valor económico o simplemente
sólo partes materiales suyas. , , 1, 11d11 al valor de uso (Hesíodo: «insensatos aquellos que
Además, según la relación de unas partes a otras, dist i11 ,,,, 11 • . 11, que el todo vale siempre más que la parte») .

guiremos las totalidades cuyas partes son iguales-k las u na., ,1


las otras (totalidades isoméricas) de las totalidades cuyas p.11
tes son desiguales-k entre sí (totalidades heteroméricas). ( >I, \, L. fase del análisis (regressus) y de la síntesis
viamente esta distinción se refiere a los casos en los cuaks ~<' 1 ¡,, º.l!.ressus) de la holización

tiene en cuenta la integridad de las partes. Por lo dem;ís, L,


isomería no ha de entenderse en su significado más cstrir111 1 l ,l,1111.11110s fase analítica de la «holización» a la descomposi-
según el cual las partes iguales lo fueran al modo d e c/0111 ,,¡ 1,, 1 ,k una totalidad atributiva en partes formales átomas
caben por ejemplo isómeros cnantiomorfos (corno pul'!l.111 111 11, •·, L cn1re sí, y no iguales al todo (que habría que conside-
serlo las moléculas del ácido rac émico, o ricmadas dcxl 1°(·1¡•,11,1 " , ,1 ¡11 Ílll·ipio, co mo homcomérico, es decir, no holomérico).
0 si11istn)~ira111cntc). Un n1adrado, drsui 111p11csro l"JJ L·11.111,1,
, 1, ,11 .111I<' :-; u holi :;.acit'lll, u11 dnminio :-;e transforma en una es-

IOX 11) 1)
tructura constituida por el conjunto de sus partes átomas. l ,m 1 ( , . 11 omos o individuos. Las partes formales átomas cuya
átomos (término griego, cuyo calco latino, debido a Boecio, 110 , , 1, , 11mción, supondremos, depende de la morfología del
es otro sino el término «individuo»), por lo demás, no son si111 , , , 1, -1qu e hemos partido, experimenta un proceso de sus-
ples. Tienen que ver más bien con los elementos en el sentid11 , 1 11111 :1ción en virtud del cual pueden pasar a ser tratadas
tradicional aristotélico, recuperado en la Teoría de los elemeri• ,,11,, ,·111idades dadas previamente al todo, que es el que pre-
tos químicos de la tabla periódica (los átomos son divisibles t'fl ,.. L \( -r reconstruido íntegramente mediante ellas. Pero el
partes materiales, aunque no lo sean en partes formales). . 1,,, k l que partimos ha de suponerse siempre dado, y és te es
Pero la holización sólo se cumple en la fase de reconstruc . 1 11111 ,·nido d e lo que llamamos dialelo gnoseológico. Lo que
ción o síntesis de las partes obtenidas en la fase analítica, bit11 . ,. , 111q ,idc la posibilidad de admitir que el proceso de recons-
entendido que es tas dos fases no se dan sucesivamente dt• ', 1. 1, , ; , 111 (holización positiva o sintética) del todo presupues-
modo íntegro, la una tras la otra. La fase de análisis tiene lug.u • , , 11, 1h desbordar el mero círculo vicioso ofreciéndonos re-
1
mediante análisis parciales, seguido de síntesis parciales, qut• ', l1 lt 1, enteramente nuevos que sería imposible establecer al
11

a su vez hacen posible fases de análisis ampliado, más fino, ., 4 11 1·, •11 de la r econstrucción holizadora.
etc. En cualquier caso, en una holización comp leta, la fase dl' l•I .. descubrimiento » de la estructura celular de los orga-
análisi sólo alcanzará su significado racional más pleno en d .,, 1,1, ,, vegetales (en la forma en la que Mattias Schleider la
proceso de la síntesis (a la manera como los descubrimient,11 1 ,, ,•11l<Í en 1838) podría redefinirse como el resultado de un
científicos sólo pueden ser considerados como tal es una ve'/ 1., , " , .., 1 de holización de un organismo viviente previamen-
que han sido justificados). '. , 1 1, 1, 1; proceso ampliado, en el año siguiente, por Thornas
La holización, como procedimiento de racionalización, ,. l1\ .11111, a los organismos animales. Los descubrimientos de
puede considerarse o bien en su fase analítica, o bien en su .. l,l,•1dcr y Schwann podrían hacerse consistir en efecto en la
fase sintética. La fase analítica es la transformación de un tod<, 1, ,l1 , .1t:Í\) n (más allá del análisis anatómico practicado tradi-
atributivo en un conjunto de partes formales a título de áto 1, ,11 il111cnte por médicos, zoólogos o botánicos) de los orga-
rnos homeoméricos; y la fase sintética es la recomposición dt•I q 1 11« . , vivientes en cuanto son prototipos de totalidades,
todo del que hemos partido y de sus características globalr~, , ¡,1, •;e ntadas ahora como totalidades constituidas por ~élu-
pero dadas en fuoción de la composición de las partes for111;1 1 , l 11 lllllaS o individuales), de suerte que cada orgamsmo
les átomas previamente establecidas según las relaciones in 1-11, 11 l'r:1 cn lo sucesivo ser entendido como una «comunidad»
teracciones que puedan ser definidas entre ellas. ., "·in1ad» de células . El organismo humano, por ej emplo,
• 1,•,kl°inirá como una «asociación» de 75 billones de célu-
1, . ,·11 t:quilibrio dinámico (cada dos minutos mueren seis
4. El dialelo implícito en la holización: ejemplo sacado " U 111ill o nes de células, que habrán d e ser reemplazadas por
de la teoría celular , 11 1·, 1:111tas, si se quiere mantener el equilibrio). Sin embargo
"' , I '' )( 1ríamos fingir que esos millones y millones de células
Los procesos d e holización, sobre todo en su fase sinré1i 1
,1, ,' \Í., Lrn al organismo, aun cuando los unicelulares hayan
ca, tienen que ver con la tendencia hacia un reduc cionisnw 1
,1 , ,., i,tido a los pluricelulares, y éstos, según la teoría de la
descendente del todo a sus partes homeom éricas, reduccin . 11 , l11 \ i111biosis de Du ve- Margulis, se hayan formado a partir
ni smo qu e se bas a fu11darnental111cntc en h s usLrnciali:1,;1t·Í< ,J1I , 1, ,1, ¡11L·llos.

- 110 - _,,, _
Pero los millones de células del organismo (y con esto rcrn• 1.. 1 1in de demostrar el alcance de estos procedimientos de
nacemos el dialelo ), lejos de ser anteriores a él, proceden de un.- , ,, 1, 111,1lización y a la vez, de la variedad de sus resultados efec-
célula ontogenéticamente primordial, el cigoto: de su división y ,,, , ,., ( unas veces racionalizaciones íntegras, «fuertes», cien tí-
subdivisión resultan las células del organismo. Y esto no quier" ¡ ,. ,· ., "sin residuo»; otras veces racionalizaciones débiles, in-
decir que la holización del organismo humano sea una mena 1. 11, ;1,11ales, convencionales, pero no por ello de menos interés
operación gnoseológica que está llamada a la esterilidad desde d ¡ •1 1, 1 ico).
punto de vista del conocimiento, tratamiento y control del or• 1 ) En Geometría plana podemos tomar como campo real
ganismo real. No porque el organismo proceda de la división y, , , 1, , ·s, coordinado con los números reales) el plano «reglado
subdivisión de una célula huevo hay que concluir que la recons• 1
,1111Lcado ». Partimos de un dominio (fenomenológico, mor-
trucción del organismo a partir de sus células no puede aportar !, ,1, ,¡ •,i co) de este campo como pueda serlo el «redondel » del
novedades esenciales (entre otras cosas, porque la holizaciú11 ,
1
11, 11 .1bló Poincaré. Podríamos analizarlo «anatómicamente»,
nos permite replantear, de un modo mucho más rico, la cuestión ,1, , 1, 1iéndolo en cuatro arcos o en cuatro cuadrantes. Pero, me-
de las relaciones de un organismo con los demás organismos), , l 1111 l l' su holización analítica, quedará resuelto en puntos,
En cualquier caso, hay que mantener la distinción entre l,1 1, 1111 )re que postulemos a estos puntos como partes átomas
holización analítica, que es siempre un proceso de descomposi 1, " 111 .il es suyas (sin perjuicio de su adimensionalidad o simpli-
ción, por no decir de despedazamiento, de desgarramiento, tri 1, 111 I - ·que sólo lo es en un sentido relativo: bastaría recordar
turación o lisado de la totalidad originaria, y la holización sintc . 11 , 1111 to-trián gulo universal de Leibniz-, lo cierto es que los
tica, o momento sintético de la holización, que es el momento 1 , , 11 11 < 1s geométricos sólo alcanzan su sentido como intersec-

de la restitutio in integrum del todo originario. Sólo tras u11,1 . ¡, , 11 , 1e rectas; y en nuestro caso concreto, cada punto es una
restitución semejante podrá tomarse como una racionalizacit'111 ,, 1,·. 11 Liridad, diferenciada de los demás puntos, por cuanto la
plena y efectiva el proceso de comprensión del dominio origi 11 1, ·1,ccción del radio con la perpendicular tangente a la figura
nario. Pero en muy pocas ocasiones (sólo en aquellas en las qLH' . 111' 1(1irccción cambia en cada punto). Si ahora introducimos,
se logra un cierre categorial efectivo entre el análisis y la síntr , , ,111 1, criterio, la regla selectiva: «puntos que equidistan de uno
sis) la restitución es perfecta; acaso en lugar de restitución hah,.1 . , 11 11·.tl » , podremos formar la clase o conjunto de todos los
que hablar únicamente de una reconstrucción, más o menos ar 1, L 1111 (1s (y son infinitos) que equidistan del centro. Esta clase o
tificiosa o convencional. Pero no necesariamente por ello mer,1 , , ,11¡u11lo no es otra cosa sino el resultado de una holización po-
mente especulativa, pues su importancia práctica puede ser de 1111 .1 que corresponde a lo que podríamos llamar «trans-
cisiva por las novedades que aporta a lo que sería el «curw 1, ,1 111 :1ciónde Poincaré» del redondel, dado ala percepciónordi-
natural» de evolución de la totalidad de referencia. '', 111 , lºll la circunferencia definida por lugares geométricos.
I · . :; evidente que la holización que conduce a la circunfe-
1, [1, ;, 1 L'S algo más qu e un proceso técnico, puesto que técni-
5. Algunos ejemplos de holización científica 111 1 11t c la bo lización es prácticamente imposible: implica en-
pertinentes para nuestro asunto 1, , 111.1 rsc con un conjunto infinito de puntos. La holización
" ,11 ,11 1:id a en la «transformación de Poíncaré» es abstracta o
Daremos unos cuantos ejemplos esquemáticos de lwli ,, 1, .il ; 11u por ello men os necesaria en la co nstru cción racional
zación, que tomaremos de las más diversas categorías hok► t i , 1, 1 1 < ;co111c1 rí:1 elemental.

- 11 2 - 11 , _
Consideremos ahora, como campo, un espacio-3, y defi- l , ¡ IL-r) permite reobtener estas leyes sin que por ello podamos
1

namos en él, como dominio de referencia, un tronco de cono. 1¡ ,l ,l.11· de tautología ( «encontrarnos lo que habíamos puesto al
Comenzamos su descomposición (o trituración) proyectán- 1 , ,111 ipio») puesto que ahora el tratamiento del sistema solar
dolo sobre un plano secante intersectado con su eje principal, , ,, 11( 1dominio gravitatorio se hace mucho más abstracto y, so-
a fin de delimitar la figura de un trapecio coordenado por el l,,, . 1(>do, generalizable a otros campos de fuerzas.
eje OX y por las ordenadas x=3, y=7. Descompongamos a su 1) En Química podemos tomar como campo el conjunto
vez el trapecio en «pequeñas » (infinitesimales) partes rectan- , 1, , , 11 jetos materiales confinados en un volumen infinito de

gulares cuya altura sea Llx 1, y su base la generada por la fun- . ·I ,1,: io y dotado de una cantidad finita de energía. Esto hace
1

ción y=(x+2). La reconstrucción (u holización sintética) co- • ,1 , l· I número de estados cuánticos de los que es capaz cada
1

mienza cuando tomamos la base como si fuera un radio que , 1w 1, i sea finito (seguimos aquí la terminología de Elsasser).
gira describiendo el círculo (rcy 2). Cada parte rectangular ge- 1,,111.1111os como dominio una clase inhomogénea, formada
nerará, al girar, un cilindro, cuyo volumen (rcy 211x), constitu·· l '"1 elementos químicos diferentes; y, aun dado un mismo
ye, tras el giro, un «estrato» (una «rebanada») del tronco cuyo , 1, ,1w11to, helio por ejemplo, según sus diferentes estados
volumen es (rcy211x). Estas «rodajas » o «rebanadas» son iso-· ,1111t1 cos.
méricas, aunque no son clónicas: su radio disminuye confor- 1\ ir descomposición u holización analítica de la clase in-
me y 2 va creciendo. Sintetizando estas infinitas rodajas, es 1, , , 11 ()génea (con partes anatómicas) llegamos a clases horno-
decir, integrando, obtendremos el volumen V del tronco de ' , , " ·. is ( cuyos elementos son sustituibles por otros iguales
cono V=rcf~(x+2 2 )dx, que expresado numéricamente nos per- ", , 11 :,(·crnibles ), correspondientes a totalidades isoméricas dis-
mite establecer la racionalización, por holización, del tronco l ' , l ,11 t i vas, y a sustancias homogéneas, correspondientes a to-
de cono original, mediante la fórmula V=rc(604/3). l ,1,, l.1dcs isoméricas atributivas. Si N es el número de objetos
2) En Mecánica, podemos tomar como campo el campo , , l.1 l·hse inhomogénea original y Nl el número de objetos de
gravitatorio, y como dominio el sistema solar. La descomposi- Lll ' 1 ,uhclase homogénea, la probabilidad p de que un objeto
ción u holización analítica nos conduce a unidades de masa ,¡,, l.1 chse mayor sea miembro de la menor es p=nl/N.
isómeras, partículas de referencia, postuladas en los planetas y 1 . .1 holización sintética empezará, una vez preparadas las

en el Sol. Redefiniremos un campo isomérico vectorial de fuer- . l 1 , ~ homogéneas, en el proceso de ir mezclando estas clases
zas, es decir, un campo uniforme y constante cuando asigne , ,111\)géneas en proporciones adecuadas. En este proceso de
mos fuerzas del mismo módulo y dirección a todos los puntos ¡,, ,l1 ·1.1L·ión se formarán «teorías cerradas » (Elsasser) que per-
del espacio, independientemente del tiempo (es la situación del H',111 .i 11 predecir los fenómenos: «La mecánica cuántica afir-
campo gravitatorio terrestre en regiones muy pequeñas). A ' 1 , , ¡11 L' si la clase era desde el principio bastante homogénea,

partir de aquí podremos hablar de campos de fuerzas conscr ,,, 1 11osiblc emplear las muestras examinadas (y destruidas)
vativas cuando el trabajo realizado por las fuerzas del mism< >, I' 11.1 li :1ccr predicciones acerca de aquellas que permitamos
al actuar sobre una partícula que se desplaza del punto A .1 I , ,l 11 !"V Í vÍr. »
punto B, no depende del itinerario a o b que él siga. 1) l·: 11 Electromagnetismo podemos tomar como campo
La recomposición, por integración, de las fuerzas asoci.1 , 1 ,¡11c corresponde al fcrromagnetismo, y como dominio o

das a cada partícula, según las leyes de gravitaci ó n (rnobrnw11 " 11 1•:,1r:1 un i11ú11 pcrm ;111cntc de sustan cia ferromagnética
le L·sublccich~ por Newton, a partir de las nhscrv;1eio11cs (k ,1, l, 1 1 ,), 111qucl, cob,1lto) l·o11 propiedades globales ddinidas

111 - 11 :, -
(p(1Lu-i1.:1ci{111, l'\l·it.1ci(Í11 11u¡~11clil·,1 11, , k11-,i(l.11l \k ll1ij11 11, ¡, ,..ii 1,l.1,l ;i 1H1:, , :,q ~1111 t'l1 i.1.~, ,:l., sl·,, , (l C1:1 l ·s , nlt1l;,1 Cit'i n,
permeabilidad 8 / 17 ... ). l ,;\ holi :;,ación :rn:dí1iu (c11 l'Sll' t.l.~CI , 1,, ;, ,11 1111·.il I ui-b .111.1 d e su h:1b iLH, ci-c .
holomérica) nos lleva a la descomposición de la susL111ni1 , j 1•11 M i11 (:r:1 los í:1 ro rnarÍ:lm ( s com o campo el de las ar-

magnética o dominio de referencia en pequóias regiones (ll.1 1,il ,'()1 lH) h s L'. ( nsidera Cairns-Smith. Corno dominio
macias también dominios) de 10 12 a 10 15 átomos. Estos st1h , ,[1 , ,11 1·itH1, en 75 mm de agua destilada, de tiosulfato só-
dominios son a la vez totalidades distributivas y totalid:1tb · ¡•1 '111.1hidrat:ldo (hiposulfito), en un vaso de precipitado,
atributivas, pues dentro de cada dominio, los momentos nut1 , 11•11 1. 111 os y agitamos con una varilla de vidrio (holiza-
néticos de todos los electrones giratorios son paralelos cnt n• ,, , 11 ,1l í1.icl).
sí: cada dominio está imantado. 1 1 l1<>li1:lció n sintética comienza al «sembrar» la disolu-
La holización sintética tiene lugar cuando, situada la m uc.~ 11 , , ,1 >r't·s:1turada con un pequeño cri stal de hiposulfito de-
traen un campo magnético exterior, se producen cambios cu 1, 1d u en la superficie. Comenzará a crecer, se romperá en
rotación de los sentidos de la imantación, si el campo es dé·hil¡ , 11.1sta que todo el contenido del vaso se llene de cris-
cuando los campos exteriores son más intensos, todos los d(, 1 1, •
minios giran rápidamente de 90 grados a 180 grados, hasta ha · 1 l·.11 Biología reiteramos el ejemplo anteriormente utili-

cerse paralelos al eje del cristal más próximo al sentido drl ,, 11 , . , 111c tomaba como dominio a los organismos vivientes,
campo magnético exterior. . . 1l111.1dos en volúmenes finitos, así como también a los con-
5) La Teoría cinética de los gases es urio de los ejemplm ',", 1, ,•. lle organismos. La holización analítica resuelve a los
más interesantes que pueden ponerse de holización. Au11 .. , . 1111,1110s, vegetales y animales, en células (no clónicas, sino
cuando la teoría sólo alcanzó su plenitud en el siglo XIX ( Clau ,, 1, ,. 1il i1adas según especies, tipos, etc.) y la holización sin té-
sius, Maxwell, Boltzmann) ella estaba ya en marcha, com11 , ,, , 1n ·onstruye a los organismos como «sociedades o con--
procedimiento de racionalización, en el siglo XVII (Gassendi, 1 1 , 1, ,:, d e células interactuantes» (por supuesto, nos referimos

Boyle, Mariotte) y en el siglo XVIII y principios del XIX (Dan id , ,, 1,11·lh fase de la Biología celular en la que todavía no se ha-
Bernouilli, Gay Lussac, Avogadro, etc.). Avogadro estableciu !. 1"1 1i rnducido ulteriores procesos de holi zación, que llega-
que el número de moléculas de un gas cualquiera que se con tic ' 1111 l1.1 st1 los genes, grupos de genes, etc.).
nen en un «volumen molecular» es el mismo, que se represen 1 ., holización biológica, en todo caso, además, no es equi-
tará por N, igual a 6,0228 x 1023 moléculas. Esto no significa 1, u .i I ilc a la holización atómica de los químicos (aunque tam-
que las velocidades medias de las moléculas de un gas cualqu ic ¡.. ''- " los elementos químicos son sfmples, s_in~ ~ompuest~s
ra sean siempre las mismas, puesto que la velocidad media de ,
1
,•In tremes, neutrones, etc.). Los atomos bwlogicos (las ce-
pende de la densidad del gas. l, 1I 1· .) u mpoco son simples, puesto que son descomponibles
¿ Cómo no advertir la posibilidad de establecer corres " 1,.1rtc formales tales como mitocondrias, ribosomas com-
pondencias entre los volúmenes moleculares gaseosos y los 1 1, , ,s d , Golgi. Pero suele admi tirs e que la holización m le-
1
volúmenes promedios de las sociedades políticas? Las corres , 11 111 L'onduce a objetos homogéneos y a sistemas homogé-
pondencias entre las moléculas y los ciudadanos, entre las di ,. , ,., lllU Y distintos por estructura de aquellos a los que

ferencias d e velocidad media de las moléculas, según la den si , , ,1"l11cc la holización celular. La dificultad radica en el lugar
dad de los gases (1837 m/seg para el hidrógeno, 461 m/scg 11, 1( ,mlc haya que poneé la diferencia.
para el oxígeno, etc.) y las diferencias de «velocidad media"

-116- - 117 -
4. LA RACIONALIZACIÓN POR HOLIZACIÓN ' No i,;s q1ficic11tc apchr
la ICwón » para definir b
«:1

DE LA SOCIEDAD POLíTICA EN LA ÉPOCA DE LA l 1,p1icn.b. Saramago como ejemplo


REVOLUCIÓN FRANCESA
\ 111 ,1. 1 hil'n, apelar sin más a la razón y al racionalismo, sin
. ,1 , ' l <", explicaciones, es apelar a conceptos demasiado va-
1. La Izquierda y la Razón "" ' ,111,, para poder ser utilizados, sin más determinaciones,
111 , , 1i I l'rios de distinción entre la izquierda y la derecha.
La izquierda en general, como venimos diciendo ha pre '- 1., , l.1derecha no reclama una y otra vez la racionalidad
tendido guiarse siempre por «la Raz , n>> , y se ha op ucs111 1 11 ·. ¡,rogramas y aun la de sus actos? Un hombre de iz-
siempre al proceder «irracional» que, según ella, caracteri:;;i l"'' 1,l.1, como pueda serlo el Premio Nobel Saramago, enea-
ría, en cuanto a métodos y objetivos, a la derecha. Sobre todn . 11lw L· unos años, en un debate en el que yo también parti-
a la derecha más estricta, la integrista, fijada en instituciont"<~ ' ¡ , LI ,.1, la irracionalidad de los gobiernos de derecha de la
arcaicas, conservadoras, o buscando su inspiración en fuen 1('~ 1 ,1 11'I •.1 c 1pitalista, cuando decidían destruir miles y miles de
de la revelación supraracional o praeterracional (textos sagra ,. ,1 1• l,1Lhs de su superproducción láctea, en lugar de enviarlas
dos en el caso de las derechas cristianas, sobre todo las fumh . ,11 11• , 1( )nativo a los pueblos hambrientos de África. Pero,
mentalistas; textos astrológicos, apelación a «carismas» o ., " 1·.,, - decía yo- no sería más irracional, para las econo-
poderes demoníacos en el caso del nacionalsocialismo). ., 111 de esos estados europeos, proceder a tales donativos, si

G. Lukacs, en El asalto a la razón (1953), tan influye.nt t· 1,,. , ontribuían a bloquear sus mercados? Lo racional sería,
durante las décadas de la Guerra Fría, pretendió trazar to , , L I I ,·:1so, destruir sus excedentes.

mando como criterio a «la Razón», la línea divisoria entre l'I l,ffonozcamos, sin embargo, que la izquierda ha mante-
pensamiento progresista, que ería propio de la izquierd., ,,,, ¡, ,, <1esde su origen, una suerte de vínculo sustancial con la
marxista, y el pensamiento reaccionario de la derecha burg1.u: t 1;,< 1 >11 Pero se sigue creyendo decir algo cuando se exalta
sa (el p ensamiento propio de «rentistas ~tales como Schopen , , ,1111 1lo hacía Bertrand Russell), a la Ilustración como si con
hauer y Kierkegaard - cuyos sistemas habrían ya cristalizado 11<'\:1ltación ya se hubiese logrado atrapar la idea de razón
antes de la revolución de 1848- o ietzsche -para el perfo ¡111 , 1¡1craba en el siglo XVIII, y particularmente entre los que
do qu e cul minó en la C muna de 1871, período «en el que to 11 1.1ru n a cabo la Revolución francesa.

da fa el proletariado no había tomado la co nciencia de ser l;1 1· ..•Jorcémonos, o arriesguémonos en la determinación de


clase revol u ionaria>>). L ukacs termina u libro con la exposi •1 11 11H>delo o canon de la conducta racional que, inspirado
ción de los <<asaltos a la razón» continuados durante el «pe 1 ,, , •, 1.,:1rnente en los procedimientos de las ciencias moder-

ríodo imperialista» a cargo de la Lebensphilosophie (filosofía ,, 1... pueda sernos útil para establecer la conexión entre la
de la vida) que, a travé de W. Dilthey -q ue más bien habrfa , , ¡ 11 1crda racionalista y la política con la que se definió la iz-
sido atrapado por la ola irracionalista-, G. Sim.rnel, M. Sebe l 111, 1·tb en cuanto ta'l, a lo largo de una trayectoria de dos-
ler, M. Weber, llega al nazismo, a Hitler y con él a Heidegg r , ,•111, ,s años que se inició precisamente en la Revolución
y a Jas pers. [1 11 i\csa. «La Asamblea constituyente -decía A. Thierry,
, , , 1 c1:pítulo 2 de sus Considerations sur l'histoire de Fran-

lo pidió todo a la Razón, nada a la Historia, y, sin em-

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b. rh o , c I1 s u u b r.1 ¡ uraInt:> I1tc l°il(l'i ' /icc1 , .1 i ¡.t i- · ·n , l1.1h1.1 .11¡·,,1 l '1111, ¿c¡lli<.'·11 podrí;1 ;1pu yarsc L'.11 estos recuerdos para de-
de histórico. » , 1, 1 l.1 ,. vue1ci{111 racionalista» de la izquierda revolucio-
' 1· (\ 1 .1 so tales recuerdos servirían mejor para concluir el
1, ,, ,11.ili smo de quienes se v eían obligados a servirse de
3. La Razón de la izquierda revolucionaria, ¿no tirnt1 11" ,l, 1\ t ;rn ridículos, cuya virtud, sin embargo, si tuvieron
la misma estructura que la Razón de la ciencia , 11 11, l 1.1bría que ponerla, más que en lo que exhibía la seño-
moderna? ' ~ 11 il L1 rd, en lo que este símbolo buscaba enterrar, a saber,
11 I 11 .1 I;, Virgen María.
En los párrafos precedentes hemos esbozado las lí11r,u1
maestras de un modelo canónico de racionalidad, el rnod(·hi
de la holización, adaptado al estado de las nuevas ciencias p, 1, 1 1 lolización en Política y en Ciencia
sitivas (la Mecánica, la Geometría, la Química, la Teoría ci11Í'•
tica de los gases) que se desarrollaron precisamente en la {·p, 1• ',1 l.1 i1.quierda revolucionaria puede llamarse racionalista,
ca de la Revolución francesa, y a veces gracias a protagonis1.1J 11L',, •, ,~11tido un poco más preciso y positivo (y no meramen-
comunes. U nas ciencias con las cuales se adornaban los csn ,. , 1, :·,.11i vo o destructiv o) no será, desde luego, en función

tares ilustrados, como se adornaba Voltaire en sus Cartas J,•,, 1. , , 11ndos semejantes -como se hace ordinariamente por

de Inglaterra hablando de Newton. 1


1, t, , k historiadores y politólogos- sino en función de
¿No podría ocurrir que la racionalización de la socied.111 , , , , 1110Livos mucho más profundos. ¿Dónde podríamos en-
política, llevada a cabo por la izquierda jacobina (princip.11 . ,11 1, ,11·lus?
mente) se hubiera ajustado también precisamente a este mod,· \ ·,, 1 11 u estra parte hemos creído tener al menos que bus-
lo canónico de la holización? Sabemos que la izquierda jacohi ,, ¡, ,., 1· 11 el mismo proceso político revolucionario en la me-
na se preocupó constantemente por ajustar su conducta «a I" .1,. ¡ 1, 11 que este proceso pueda ser interpretado desde el ca-
razón», llegando a prohibir los cultos católicos o protestantl'~ 1 "" 11 , k la holización de la sociedad política heredada (la
a suprimir las fiestas en el nuevo calendario republicano, Je.~ . , ,, •1l.1d del Antiguo Régimen) en cuanto proceso totalmen-
de que los decretos del 5 de octubre y del 24 de noviembre d,, ,, l' , 1.ilclo al concepto de holización que cond~jo a la Me~á-
1793 abolieron el calendario gregoriano e instituyeron, co11111 ., ,. . .1l:i Teoría cinética de los gases, a la Química, o a la Bio-
inicio de una nueva era, el de la «proclamación de la Repülil1 1, " 1, t cl ular. Más aún, en muchos casos el proceso político

ca». Día en el que el Sol-sigue el «adorno científico »- «llq;(1 ,,,', 11 ,·vado a cabo, como h emos dicho, por los mismos hom-
al equinoccio verdadero de Otoño, entrando en el signo del .i 1, ,, 1¡11 c intervinieron en la constitución de las ciencias mo-
bra a las 9 horas, 18 m inutos y 30 segundos de la m añana, del . 1, L 11 .1·,; lo que no puede hacer olvidar que, sin embargo, la

Observatorio de París ». Y el 10 de noviembre d e este mis11111 .r, , ,1.1 revolución, que había rechazado el «infor~e» d~ C~~-
1 1

año de 1793, el municipio de París dispuso la celebración d~· l.1 1, 11, ,·1 sobre la institución pública, por «demasiado c1ent1fi-
Fiesta de la Libertad y de la Razón, en la Catedral de Not 1,. ,, (,·I Rapport de Condorcet es de 1792), envió también a
Dame: en su altar mayor, en lugar de la imagen de la Virgl'II 1 , , . , ,;:;in, el padre de la Química, a la guillotina, en los días
María, apareció la figu ra d e una artista de la Ópera (maden1, ,¡ 1, l ' l'n ror, el 8 de mayo de 1794. De todas formas, parece que
selle M aiilard) corno «símbolo de la Libertad y de la lb ✓, ( ·111 ... 1111.1 .. ley enda realista», una leyenda de la derecha contrarre-

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volucionaria, la frase atribuid, , 1 pre ·id ·nL • 1·1 tri ! un:d ,p11 I' ,, , 1, ,,11lr".1ri<,, 1.1/t-:-; r. 1,·i()11.1li 'l,1ciu11cs :-;l· li :111 111;u11l'11id(),
lo sentenció a muerte: «La Repúb li a no tien e n , e i Lid d , 11 ( 1.11, (k,11 ro lk lus 111udclos de racionali'.l,ación que hc-
sabios.» ll ,1111.ulo :11u1 ó 111icos, los modelos médicos de división
En cualquier caso es incontestable que la R evolu -i ' n t 11 11 , ,1 ,,.111is11w en partes heterogéneas y desiguales, acaso si-
tó con la cooperación de los científicos, sin contar a I id 1,11 , 11tl,, •• h s junturas naturales» que Platón atribuía al buen
logos y a los filósofos más ilustres, como Sjeyes, Lav< i,11·1, , , 111,, 1,, (·11 el momento de proceder al descuartizamiento de
Condorcet, Laplace, Pinel o Cabanis· sin h ablar del famn\11 1, 1, . l 111 motivo de esta tendencia hacia la racionalización
«Comité de los treinta», en el que figuraban Condor et y 1 ., , " ,1, ,111 i, ·.1 de las sociedades políticas puede encontrarse, sin
fayette. 1, ,, 11. , 11 h tradición ininterrumpida de concepciones políti-
l" ,i .q1licación de modelos orgánicos, dado que la estruc-
' '" 1 1¡•.11(·11te de un organismo superior es la propia de una
5. Racionalizaciones anatómicas de la sociedad polítint , .¡ 1l111 .1d heterogénea. En el célebre apólogo que Menenio
\ 111I' 1 oi'reció a los plebeyos, refugiados en el monte Sacro
En principio, no parece que exista una imposibilidad i11 , 1'' 1 1, <~)la República romana fue presentada como un orga-
trínseca, ex parte materiae, para aplicar el modelo canónic 11 <lo 1, ,, , (·11 el cual la cabeza correspondía al Senado, el estóma-
la holización a la sociedad p lítica. La holización, según l q 11 1. 11, ,., propietarios y los brazos a los plebeyos. La Repúbli-
hemos expu esto, se ap lica a campo materiales qu e posean 1111 ' ,1 ,11,',nica es también un todo orgánico con tres tipos de
1

seíialada estru turaci 'n holótica. Y la sociedad política en g,· ,111, 11,ll l"< lS, que habrán de guardar sus debidas proporciones.
n_eral, es precisamente uno de esos campos materiales más prl' \ r 1111) compara al Estado con un enjambre de abejas -y
11

c1s?s. Para demostrarlo bastaría constatar la presencia, ·,1\I 111.il nila llegará hasta Mandeville-. Cualquier concepción
u bicua, d el vocab ulario holó tico-de todos y partes-a ua11 1, 1d,,111 ica de la sociedad política implica una totalización
to tiene que ver con la conceptuación política o administra ti .,· 111 11, ,111ica» del Estado en partes heterogéneas, sin perjuicio
«Estado totalitario», «Partidos políticos », «Partidos judici;1 , 1. 1 , 1("<)no cimiento de partes isoméricas, una vez dif eren-
les », «democracia participativa», partidismo, reparto social, ' 1,l,1-, hs líneas divisorias de los diversos estamentos, cla-
recuentos totales (en los escrutinios de las urnas que recihrn . , , i11.o,;tituciones, sobre todo en las capas más bajas de la je-
los sufragios), etc. El «todo [holon] es necesariamente anterior
a la parte, el Estado es anterior al individuo», dice Aristótck.\
(Política 1253a). Rousseau habló de la «voluntad general•
como voluntad del «todo social». ,, . La fase del análisis o trituración de la sociedad
También es cierto que las racionalizaciones de la socicd;1d ¡111lítica del Antiguo Régimen
política, incluso aquellas que se han ajustado a determinad< i~
s~ temas holóticos, no pueden red ucirse siempre (por n tk /\ 11, ira bien, la racionalización por holización implica,
c1r: no se bao reducido nunca h asta el siglo xvm) al canon tk , , , ,, , l1e1110s dicho, un lisado o trituración de las morfologías
la h olización, de la misma manera que tampoco la racionali ,1 1,1,,111icas según las cuales está organizado el campo mate-
zación de los gases, por medio de la holización, no tuvo lug.11 ' 1,¡11¡· se trata de organizar. Una trituración que, por lo de-
hasta el sigl XVIII. "' 1, . (' ()rno ya hemos dicho, no se practica sólo al principio,

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sino a lo largo del curso del des a rrollo del u rlogr.un :1 l1td 1 , ,1 il ,l ;, ,1,!») L1 guillotina comenzó a funcionar; y no sólo ella,
1
zador. .1, ¡ 111 In, ¡11ocónsules de la Convención, Collot d'Erbois y
P~ro las partes anatómicas del campo político guc li.111 d~ ,1, 11,·, 1·,t;1blecieron las matanzas en masa, por medio de la
ser tnturadas en el proceso de holización (y que, evidrn11· .,, 1, il 1. 1 ti e dos cañones emplazados en la boca de las fosas, y
mente, opondrán una resistencia, mayor o menor, a tal ¡rn H 1, ""l""·,1 l1ay por qué olvidar las «inmersiones de Nantes»,
so de lisado) son partes morfológicas muy difercnciad.1.\ y . , 1 11111.1(hs por el comisario Carrier, y cuyo objetivo era «li-

arrai?adas según tradiciones casi siempre muy antiguas. No1 1,, 1, l.1 1 . a los «individuos» o «átomos racionales» que, aún
refenmos, en nuestro caso, mediante la denominación de ¡i.11 ,, ,1, 1, , l 1(i 111 bres, no parecían reunir las condiciones necesa-
tes anatómicas de la sociedad política, no sólo a ínstitucio111·1 ' 1 11 ;1 11 egar a ser, en el proceso de racionalización en mar-
,
1

tales como la del Trono y el Altar, sino también a estame11101 1, 1 , 111lhdanos. «El sueño de la razón produce monstruos»,
tales como los constituidos por las diferentes aristocraci.1~ 1 ,, ., 11 1.111 decir algunos aplicando al caso la leyenda que Goya
por los diversos órdenes del clero, a las lindes que separan l.u 1,w,, .1 ,u aguada.
diversas propiedades agrícolas, a las morfologías urbana.\ I<'
rarquizadas, al sistema de reclutamiento de funcionarios o dt
soldados, a la organización de hospitales, prisiones o escul'l,11 · L ;t fase analítica de la holización política ha de
y, con todo ello, a la «morfología» definida, incluso por su i11 , lt·Lenerse en los individuos humanos
dumentaria, de las diferentes profesiones: médicos, abogad1 •~,
maestros, soldados, oficiales, obreros, jornaleros ... ,: ;11 embargo, en el proyecto original de la izquierda re-
_ En ~~incipio, la holización, en su fase analítica requierl' 1~ ) , , i,111aria figuraba la necesidad de detener el proceso de
tnturac10n de todas estas morfologías heterogéneas hercd,1 ,, ¡L 1l1 ,l' ÍÓn o lisado de las «partes anatómicas» del Antiguo
das con vistas a preservar, en el lisado, a las partes formal,·~ 1 , ,'
1 1111rn, al llegar a los individuos humanos, a los átomos ra-
elementales, a los elementos o individuos o unidades áto111,1N ,, ,1 ,,1les de la sociedad ( «in-dividuo», como hemos dicho, es
( que en nuestro caso se identificarán con los individuos p1·1 1 1l,~t, latino del «á-tomo» griego, que siglos atrás había rea-
sonales, o «átomos racionales»), puesto que es a partir de elloN !, ,, 1 , lhJecio). Ahí estaba la Declaración de los Derechos del
como la reconstrucción holizadora tendría que llevarse adl' 11 .. ,1il11c. Una Declaración, cuyo preámbulo fue obra de
lante. Otra cosa es que el impulso revolucionario pueda dc1r \ 1, ,, 1111cr, que también intervino en la redacción de sus dieci-
nerse, de hecho, en la misma fase del proceso analítico de tri ,, 1, ,1 rtículos, junto con Lafayette, Sieyes y Talleyrand; una
turación, ante las unidades constituidas por los «áto111, ,·, 1 , l.11 .1.ción que fue votada el 27 de agosto de 1789, y en la que
racionales». Se habrán triturado o destruido las formacio1ll'~ , , .1.1 b lecía, ante todo, que la Naturaleza ha hecho a los indi-
étnicas, regionales, las de oficios, estamentos, etc. Pero hah1 ,\ 1, [11, 1 , humanos libres e iguales. «Y la libertad -escribía
que detenerse en lo que parece común a todas estas morfol11 1 11 11 u-- del género humano fue proclamada por una chusma
gías, a saber, las unidades constituidas por los átomos raci11 , 1, ,., 11·"1njeros, negros, siameses y esclavos.»
nales. En la etapa de la Convención Nacional (que se extie11dl' IJ 11;1 declaración en la cual la sociedad humana es analizada
desde el golpe de Estado de 2 de junio de 1793 hasta el 2() d1 " .11-, ~tomos, libres e ig Jales, del mismo modo que la Teoría
1

octubre de 1795, aquel 4 de brumario en el que la convenci1 111 1111 •11,;:1 de los gases analizaba a éstos como compuestos ~e
declaró terminada su obra, disolviéndo~c al gr.ito d e «jViv, 1 1, 1 ,1, ,111os», r;1mbién libres e iguales. Dicho de otro modo: la tn-

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lll rJ. ·in n ho liz:1 lor.1 d ,¡ t.1 1 'l ' ll t' r !i • ·11 1, i 11 li vi lu os 1111111.1 t'•,111 ,·.-; 1.111tt> 1"t>1nll dl'c i,· qu e .1 p;trtir de los i11divi -
IJ, '"
n s· n p día ominu::irs ·n un de I pr pi(1, 111
triwra ·i I 1 ", , , .11, >111t is r;tcio,ulcs no podríamos reconstruir la Fran-
dividuo · que llegas hasta s u m o lé ul a quími ca ha 1.1 111 , , 1, l.1 qttl' lubía11ius partiJo; es tanto como decir que si la
elementos de los cuale , s in dud a, 1 s indi idu s hum n \ ,• , 1 ·.t I u irnos, de hecho, es porque la hemos mantenido pre-
taban compuestos. Estos elementos químicos «no en tr<bn 111·11 "l ' ' l ' ·,1.1, d e acuerdo con el dialelo, porque únicamente en
Jos cálculos» d e la racionalización política revolucionaria, .1 1111 . , 111, 1 lk u 11 di alelo es posible la reconstrucción.
que ulterio rmente tuvieran que ser tenidos en cuenta, p< 1 111 1 .1.,; 1mción es sin duda característica de la dialéctica mis-

servicio d e sanidad o de alimentación del Estad o surgid , d , .., ,, 1, 1111 .1 situación polémica. La racionalidad, por holización,
la R evol ución, o recuperado por ella. 1, 1tI t.1·, t icicdad política, requiere la resolución de esa sociedad
1 , l, 11 , .1 c11 una colectividad de átomos racionales o individuos
1 ", , • 1d u nd en en el colectivo formado por todos los hom-

8. Dialéctica del proceso de holización: los «átomos 1 , , 1 1.111 pronto como hubiéramos regresado a los átomos, va-
racionales» desbordan la totalidad de la que fueron '· · ,1,, l,111os precisamente de los demás hombres. De la misma
obtenidos ,,, ,11, ' t .1 qu e las moléculas de líquido encerrado en una vasija
. , , l 111 ,den, cuando rompemos sus paredes, en el conjunto de
La cuestión de fondo, sin embargo, aparece ahora prccis., 1 11 1111,·L:ulas de un estanque envolvente, en el cual hubiéra-
mente cuando, partiendo del Es tado de Fra ncia, organi7:td., '" ', '- Umcrgido la vasija antes de romperla, o antes de que la
según la morfología del Antiguo R égim en, hemos regre adn i , o ;, ,11 del líquido del estanque hiciera estallar sus paredes.
hasta las unidades identificadas con Jos individuos o át me,.~ 1 , , , , , I l' 1 o que se trataba, en el proceso de racionalización polí-

racional es ( estas unidades no son pues ni las familias ni lm 1•• , , le ! 'rancia, era de reconstruirla a partir de los átomos ra-
grupos, etcétera), en los que ellas se resuelven, y a partir de l.1~ ,, ,11 ,1ks, y son estos átomos racionales, refundidos con todos
cuales habrá de dar comienzo la reconstrucción. /., ,l,·111ás hombres (por la Declaración de los Derechos del
Pero ocurre qu e en el estado límite de resolución, los :Üo 1 l 1 , 11 tl, re), los que habrán disuelto las paredes de la Francia que
mos racionales o individuos con los cuales nos encontram1 ,.,, , 1t'Irndía reconstruir.
1 •

no tienen por qué diferenciarse de los individuos o átomos ra '" .lo si mantenemos firmes las fronteras de la sociedad po-
cionales con los que nos encontraríamos en cualquier otro l, 1,, ,1 de la que se ha partido, es decir, si aceptamos el dialelo,
proceso de racionalidad similar practicado en otros reinos , , 1
1, l1,·111os r econstruirla.
, ,

estados.
Dicho de otro modo: el proceso de holiz ación que, partic11
do de la sociedad política francesa del Antiguo Régimen 1111, ')_ L-1 Idea de Nación política como construcción
conduce a una sociedad que se nos presenta como constituid;\ ,l ; , 1 terna imprescindible en el proceso de la holización

partir de individuos o átomos racionales, iguales entre sí, y li ,;111ética


bres, tendría como consecuencia la «anegación» de los ciudad;1
nos franceses en el océano de una Humanidad en la cual, las p.1 \ ·r;í preciso, por tanto, crear un concepto, en realidad una
redes de los recintos holizados (los estados), que separan a lo., ,, ,•¡·,orÍ;t política nueva, mediante la cual podamos definir esa
hombres alojados en ellos, habrían también qu edado disucl1;1\, , , ,1 ;,l,1d a la cual pretendemos alcanzar, partiendo de un esta-

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d,> ¡) rvv ío pk11.1111 c11ll; ·,i,1, 1Í1llid, i, c,1 el i,111·,·iu 1' 1k s11 , 11,111 1u. 1· I nTn11ori111ic11to dd di;1klo tpic nu1ducc a L1
tcras, mcdi ,111tc la rcs olu cí1í n de su s rniclllhrus c11 sus ,i 11 ► 111,1, , , , .1ci1 ·111 de h N;1ciún política estuvo determinado por
racionales, pero de tal su rtc qu la s i ·d , d p líti , r · w1, 1 ,, 1 rop:1s dd duc..1ue de Brunswick
truida, lejos de quedar anegada «en la buma,~dad qu l. l' tl
vuelve», pueda mantenerse en los límites de u « ' mbiro 11 :1111 1 , 11o dq u ier caso, el dialelo que, en el proceso de racio-
ral» (en rigor: de su ámbito histórico) . . 1, 1, ;t'11 1 h< li zadora, es preciso reconocer para que, tras el

La categoría política qu e exige esa racionalización I t 11 ,


1
•.-. 11 s lucra posible reconstruir la sociedad política france-
holización , es precisamente la categoría que creó la Gran Re• ,,1111, u na democracia republicana, fue establecido de he-
volución, la categoría que conocemos hoy como Nación po/1 1.. , 11,, ¡io r un m ero acto de la razón raciocinante de los di-
1

tica. La categoría sobre la cual se fundará toda la doctrina pu 1 ,,1,, 1, •:- reunidos en nombre de la soberanía pública, sino por
lítica de los siglos posteriores tal corno se expr esará en la h1 .1 1, ,1,:1s del duque de Brunswick que, junto con las de sus
de Pascual Estanis lao Mancini, Della nazionalita come fonda ,1, ,,,.1 , ,.. , intentaron detener el proceso revolucionario de «ato-
mento del diritto delle genti (1861): << La humanidad es la, l-11 ",, 1, 11 i11 » , en su fas e de trituración, a fin de reponer en el tro-
ciación de las patrias.» Ma ncini ya había dicho que los ho111 . ,, l 1 11Í s XVI, el rey absoluto de Francia, del Antiguo R égi-

bres reunidos por muchos lazos materiales «no formarán un,1 "" ,1 ( 11 u estará de más constatar qu e las críticas que Burke
Naci ón in la uni dad moral de un p ensamiento común, d,· 1. 1 .i .1 h Revolución en sus principios -Reflexion es sobre la

una idea predominante. Es el Pienso, luego existo de los filó . /,, ·, ,/11áó n francesa, 1790- podrán r einterpretarse como
sofo aplicado a la n acionalidad ». , , 1 ,, .1 s ;1 lo que nosotros llamamos «holización», como mé-

La Nación política en consecu encia (en cuanto categorí., ,. ,1,, 1\ ·volucionario ).


contradistinta de la Nación étnica o de la Nación histórica en d 1 11 , el cerco que a la Francia revolucionaria pusieron las

sentido en que estos términos han sid o analizad os en n u estn, .. ,1 , 11l·ias exteriores, un cerco que ponía en peligro la misma
1

lib ro España frente a Europa, Barcelon a 1999), no p odría en : , ,,l11ci ó n en m archa, el que hacía imprescindible redefinir
tenderse a partir del género hu man o, o de la H umanidad, en , ,, [ ,, conjunto de la humanidad», reconocida por la Declara-
1
general, de los hombres, aunque a éstos se les h aya dotado ya ',, 11, le los Derechos del Hombre, el recinto en el cual la Re-
de los derechos humanos. La N ación política, la R epública , ,[1 1,·iú n estaba desplegándose realmente.
francesa qu e la izquierd a jacobina (prin cip al men te) logn, '¡ de este modo fue como la Nación francesa se convirtió

o nstruir, fue ella misma recons truida a partir de un Estado . ,1,·I obj etivo de la Revolución, en el momento de la holiza-
previamente estabJecido (y no a p artir de la H u manidad) asa . , , , 11 ,:onstructiva. «Detenerse en la Nación», como paso im-

ber, el E tado francés d el Antiguo Régi men. La Nación políti ¡<1 •'·. ·indible del proceso de una racionalización revoluciona-
ca fue el resu ltado de una «racionalización revolucionaria» ' , , , q uc tenía for zosamente que autodefinirse en un ámbito
operada p or la izquierd a jacobina, que transformó el reino del ,111 , v,·rsal, no fue por tanto una decisión que pudiera haber re-
Antiguo Régimen en una Nación republicana. 11l1.ll lo de un simple y discutible cálculo estratégico interno,
1¡,.,1. de fijar la n ecesidad del dialelo a fin de poder proceder a
1, , ,· ·onstrucción. Deteners e en la Nación, que d e es e modo
. , i'L·;1ba como categoría política, era el resultado del ataque a
I , l(t·v olución de las fuerzas reaccionarias d el Antiguo Régi-

-1 28 - --129-
m n, qu p n í Jl en pe ligro I mi mo r ·ult <l , 1 11 ,... ,,· 111.1 , l·11 cs11· lug:11· 11xe U11a nueva 1:puc1 de la hi s-
d ela «trituración atom.i zadora». Porqu e e ataqu e d · 111 11 ·.i, ,1 ,, 1 1, 1 M1111do, y bien podréis decir qu e hab éis presenciado
ba que el dialelo estaba realizad por la in t ra - i ' n di 11 .11111 . ,11 11 111·1110 », fu e ron h s célebres palabras de un testigo pre-
d e las potencias exteriores y de la sociedad an ti u a 1•1 1111 .. 111 , I,· l.1 h;1L:1lla d e Valmy, no menos célebre, que se llama-
rior. El dialeJo quedaba realizado por el hecho mism di' 1 ' • 1 ," 1 11 l" ,

permanencia de F rancia en el proceso de su transform, ci c111 1 11';, •,oria del ejército republicano sobre las potencias ex-
metamorfosi , desde su estado de Reino ab oluro hastL MI e•• ., ,,1J• 1.1·, , (Jlle representaban al Antiguo Régimen que se resis-
tado d e ación republicana. ,, , , 1,· 1, ,·s la que confirió realidad a la nueva categoría de la
¡,, 1 ¡ 1 1.1 I' ' )lítica, a saber, la categoría de la Nación política, que

i . ,1., , •. 1,I,) acuñada por los diputados de la izquierda de la

11. La Nación política, creada por la izquierda , ,11 1l, Ic.1 revolucionaria, y que había suscitado ya el espanto
revolucionaria, es constitutivamente republicana 1 , , . 111' >1L1rquicos. Ya el día 26 de junio de 1791, cuando el

11 ,1·. l'i fracaso de su fuga a Varennes, volvió a las Tullerías y


La Nación política que estaba así creándose, en el mi~111it , 1e 1, 1,) en suspenso por la Asamblea allí reunida, ésta reci-
1

proceso de la metamorfosis, era en efecto, por su misma cs1·11• 11 .1,·.1rta del marqués de Bouille que pretendía autoincul-
cía, republicana. Y ó lo si las potencia extranjeras, que ap, 1v11• ; , , 1 , 1, ·1proyecto de fuga del rey y en la que podían leerse es-

, il .il)r;1s: «No acuséis a nadie de la supuesta conspiración


ban a la reacción inceri r, eran derrotadas, p odría decirse quP "' ,,
1

estaba deteniendo también la disolución de la Nación fo11H·1·~• .111 1 , 1, 1 que llamáis la Nación, y contra vuestra diabólica
en el agua madre del Reino absoluto, del Antiguo Régimc11. 1 , ,¡ 1 111 lll'lOn. »

No puede, por tanto, considerarse del todo casual, 9111 \ 1, ,1 rt ir de este momento será ya imprescindible, en la
más bien como resultado de los cursos convergentes de 111 , ,1, 1 \' en la realidad de los acontecimientos políticos ulte-
procesos d e racionali zación (la atomización del Antiguu H,• ,,, ,1 , .. plantear los problemas tomando como referencia la
gimen, la reconstrucción republicana de la mon arquía al(11111, . 1, 1, l1• N :1ción política; y será necesario no olvidar nunca que
zad a: se ha dicho qu e la Convención fue u na asamblea l'll 111 11 11k.1 de Nación política sólo pudo constituirse sobre un
cual actuaba el pueblo constituido por 750 soberanos, pun111 i 1, 111 previamente establecido: no fue la Nación (que no
que cada diputado resultaba investido de las mismas atril111 . 1 11 11mi avía como entidad política) la que dio lugar al Esta-
ciones que el soberano recién derrocado), el hecho d e qul' 111 · '' 11, que fue un Estado antiguo, establecido durante si-

proclamación de la N ación republicana y la victoria de Val111v , 1,, , ,·1que pudo transformarse en Nación política.

tuvieran lugar en el mismo día, a saber, el día 20 de septi rnl II e I\ 1,.11·1ir de este momento la izquierda política, que estaba
de 1792, en el que la monarquía francesa, que había sido d,· " 111 1use precisamente en función de la Nación política,
molida de facto el 10 de agosto, fue sustituida por una Rq111 .1 11 , •.11 va, n ecesitará mantenerse siempre en función del Es-

blica, alentada por una Asamblea soberana que se llamó ( :, 111 ' ,,l. , 11. :c ió n, sea para afirmarlo, sea para negarlo. El análisis
vención; y en este mismo día 20 de septiembre de 1792, 1·11 l. [ , ,1111culación interna y permanente entre la Izquierda po-
Valmy las tropas de Kellerman, al grito de ¡ Viva la N arn,11! i!' , , , "' iginalmcnte republicana y la Nación política es el ob-
(en lugar d e gritar, como habían gritado siempre, ; Vlv,1 ,·/ ,. i11•, 1, k este libro.
rey !), d errotaron al ej ército prusiano.

- 130 - - 131 -
12. l .;1, 1 k ch r:i ci rn 1es de dcrcdw~ d · 177 (,, tic 178 11, . , ,1 1, ,., , 1, ·, ,·,¡.,",le 1, >\ . 111 i 11,.il ·_, , . ,k l 'J / S; ¡1t ,rq uv {il1\l1· : t 110
de 1948, de 1976 y de 1978 1 , \ 1 1., -. .. ¡ ,·, >lll ('ras 11 :1ciu11;1lcs» l:ts que ¡nrccc n co1npro111c-
. ! , I '' ,, l., t111iv crsalid:1d del gé nero human o, sino que son las
Si «proyectamos », sobre sociedades alejadas en el I ic11q,11, , , '1' 11·, .. ¡,, lll leras l1umanas », las fronteras de la Humanidad,
y a título de «experimento ideal», los procesos dialéc tirn.\ d1i . -¡11, ¡1,1 ,·LTcn comprometidas por la universalidad envol-
transformación raciona.lista a los que la izquierda habri,1 ,, , " l · , l, ·I l
)rdcn d e los primates, tal como la reconoce la so-
metido a la sociedad franc~sa del Antiguo Régimen (los p111 L "" l ' ,lnlaración de 1978.
ceses de atomización, dialelo, reconstmcción) parallev rl.1 .11 \ 1,•,1rrndonos pues a la Declaración de 1948, lo primero
estado de Nación política republicana, nos encontrar •11111, 1, ,, , I, 1w1110s constatar es que ya en la presentación que la
con una reproducción ideal de las mismas tensiones diakl'I 1 1 ,. l 1, .,t Í<)ll hace en el artículo primero, de los sujetos de los
cas que hemos encontrado en la historia efectiva de Ja C 1.111 i.,,, 11, '·" humanos, se hace patente el proceso de atomización
Revolución. La tensión fundamental, desde luego, es la t¡1111 .. 1,11 1,l()ra, de las partes anatómicas de cualquier sociedad
pasa por la conjunción «y» en el rótulo de la Declaración dri 1 , ,111 ,, .1 del presente. En la declaración de 1948 los hombres,
los derechos del hombre «y» del ciudadano. .,,,111•1,l uos (átomos), que nacen todos iguales, nos son pre-
La declaración de 1789 se tituló «Declaración curopc::. d, . ,11 1,ln\ como sujetos de derechos humanos una vez que se
los derechos del hombre y del ciudadano». Lo de «eur pl',I 1, , , 1'. r\ ·l:',ado de ellos la raza, la etnia, el idioma, la religión, la
venia a cuento porque Lafayette, principal impulsor de la d,· ,111111.1. .. Dicho de otro modo: el «sujeto» de la Declaración
claración, había presenciado en América muchos episodi s d -,1 11·. ,·, ,d de los derechos humanos de 1948 se nos muestra
la «Revolución de las colonias » de 1776, que también inv< ·.1 " 1111 1111 individuo atómico (valga la redundancia), dado una
ban los derechos del hombre. Se trataba, sin duda, bajo u11,1 • 1l.1 111 u y similar a aquella en la cual definimos también hoy
apariencia de mod estia, de mantener las distancias entre 1 . 11 /,11n o antecessor de Atapuerca. Una escala muy similar a la
«Declaración eu ropea» (proclamada por los franceses, y qut1 •
1
1, , 111ilizó Rousseau, el filósofo que tanto influyó en la De-
luego se consideraría como un a declaración universal, lo qur l 11 .11 ·ión de 1789, el que inspiró la definición del hombre en
provocaría la condena del Papa Pío VI) y la «Declaraci<i11 . 1.,,/11 de Naturaleza (hoy sabemos que el «buen salvaje» del
americana». Pero siglo y medio después, en 1948, la ONlJ ,1.1,, >.: v IlI estaba más cerca del hombre de Ata puerca que del
pudo proclamar ya la «Declaración universal de los derechm 1,, ,111llre de París).
humanos ». Declaración que entraba también en relación dl' 1.os efectos «corrosivos » de ese sujeto atómico de la De-
conflicto dialéctico con los estados o pueblos (en sentido po . 111 .1, ión de derechos de 1789 o de 1948 sobre las realidades
lítico) «realmente existentes». De hecho la Unión Soviética o I" 11 1icas de los derechos positivos atribuidos a los ciuda-
China no firmaron entonces aquella «D eclaración universal", .1111,,s de una Nación efectiva, son bien conocidos. Son los
y años más tarde, en 1976, se presentó en Argel una «Declar;\ , 1, ,, 1os derivados de la ecualización o anegación de la especie
ción del.os derechos de los pueblos» que limitaba el alcann· , 11 Nación) en el género (el género humano). Para poner un
de la Declaración universal. Y no consideraremos los conflit , 1, '111plo de nuestros días: un asesino etarra, que en contexto
tos, según algunos de carácter ético, en los cuales la Declara. , 1, l.1 Nación española ha de ser visto como un criminal ho-
ción universal de 1948 habrá de entrar con otra declaración tk ' ' l•11do, en sentido político -porque amenaza la estructura
la ONU no menos universal, a saber, la «Declaración univcr .1, 1 l·'. stado, y es incompatible con esta estructura, mereciendo

-132- -133-
¡1( ". 1.1111(, l.1 ·,1·1L1 ,, i1 ,11 ¡H·1¡1c111.1 tk ,·;; t .1 \( ,cil.'d.1, I, h i(' 11 ',(·.1 111, , , , 1 111 1.1., "(·,¡it·t'Ít·., .. ,, "v:1 1·il·1hdcs" dt· li,1111hrcs d<: ()11"; 1., ),
<liante el exilio, la prisión perpetua o l.1 1;jcl· uc; ('>11 l' ,1¡ii1,tl , . ,, v i, 11 I,)~ iihli vidu()s .don:u r h condición humana.
sin embargo, en el contexto de los dcrccllllS liu,11;1110., , w1~ ' ¡ 1;, 111 ) dL· otro mudo: cl género humano no está dado an-
visto ante todo como un hombre, como una pcrsun:1 h11111.111it ,/, /,, /Ji :; 1,ma (como pretenden ingenuamente, en general,
( no como una persona cero), susceptible de ser «reinserta, l.1 : . 1, ;..111 riadorcs que conciben la Historia Unive.rsal ~orno la
en la sociedad, sin perjuicio de sus crímenes. Y no ya en la "in 1 11 1, ,1 i. 1 del Hombre») sino después de que la historia pueda

ciedad Universal de Personas, sino en la sociedad españul,1 1 ¡,, 11 ., que ha comenzado, es decir, en el curso de_la historia
de la cual se ha declarado enemigo permanente. Con csln, 11 1 . 111 1·, l,icn cuando se ha recorrido ya un gran cammo de este
delito del asesino etarra pierde su calidad de delito políticci 11,.,, , quccnsusinicios). , ,
se transforma en un mero pecado ético. Desde la óptica ck 1, ,, ¡, 1, (·onsecuencia, es imposible pasar directamente del ge-
derechos humanos, no parecería ilegítimo que el etarra atc11 ,,. 1,, liurnano, tal como lo define la Declaración de los dere-
tase contra una entidad tan evanescente, en el contexto de 111 1" ,·. , kl hombre, a una sociedad política, cualquiera que ella
humanidad histórica, como pueda serlo el Estado español, y , 1, •.. ilvo que la supongamos (por dialelo) ya dada.
sólo se le tendrá en cuenta por su pecado de asesinato, qt1l' 111
siquiera se considerará como crimen contra la Humanid.111
(reservado a los asesinos del pueblo, a los genocidas), si1111 1 • El dialelo político en dos construcciones teóricas
como un crimen puntual contra algunos hombres, del qul1 111uy citadas
puede esperarse su pronto arrepentimiento.
Lo que es hoy evidente, según los datos de la Antropolu I ', ,demos constatar la necesidad de contar con el dialelo
gía, es que el género humano (en el sentido de Blumenbaclt: , , \, 1; ~ que afecta a toda construcción teórica d~l Esta~o ra-
0
1
De Generi humani varietate nativa)-ulteriormente en polí ,.. 11 .il (por ejemplo, del «Estado justo»).ª par;1~ del gene.ro
tica se ha solido designar como la especie humana- no es u11,1 1, 11111 .1110 (considerado como una <<comumdad enea» de su¡e-
entidad que pueda considerarse dada previamente a sus varíe 1, . , le derechos humanos), examinando, aunque sea a gra.n-
dades, como si éstas no hicieran otra cosa sino introducir ;1I . , . , , sgos, el comportamiento _que ant: ~ste dialelo mant1e-
1
gunas diferencias locales, accidentales o contingentes, en Li ,,,: 11 dns importantes construcc10nes teonc~s ,rropuestas por
identidad unívoca del género (o de la especie). Pero es pur;1 l,,,,11 hres considerados, más o menos anacromcamente, como
metafísica recitar el artículo primero de la declaración 1fr 1 111 bres de izquierda»: la primera de ellas es la obra del clá-
1 ,,

1948, «Todos los hombres nacen iguales », como si esta pro 1, " de la Revolución europea, El contrato social (1762) de
posición tuviera un alcance no ya histórico, sino compatibk· ¡,1.111 Jacobo Rousseau; y la otra cons~rucción f~gura en la
con la historia. Estos hombres que se dice que nacen igua , ,1 , 1•.1 de un socialdemócrata norteamericano, recientemente
les, no nacen iguales «en el seno de la Humanidad», sino en 1 , 11 ·ciclo, de gran influencia en la «izquier~a mundial» de las

el seno de sociedades históricas bien definidas, como puedan "\ ; 111 as décadas del siglo XX (y muy especialmente en la so-
1
serlo Nigeria, Francia, España, Israel, Japón, etc. Y sólo por ' ,,ildcmocracia española durante el «felipismo »), la Teoría de
medio de estas «especies» o «variedades» del género humano, /, , ¡11sticia (1971) de John Rawls.
por mediación de los idiomas vernáculos que el artículo pri- ·Cabría expresar las diferencias entre Rousseau y .~awls
I'
mero comienza segregando (aquellos que precisamente sepa- ,111tL' el dialelo político diciendo que en la construcc10n de

-134- -135-
1<<, t I\ :- e:1t I p ( ,d ·111( )\ :1d v (· n i1· ·I (•j (·,. i(·i, ) d 1• u 1, d ¡., k J ( ) 11 1 • ~ .,;1,, "1dr1 i1.1111c1111 · l.1 111.11 c1i,1 q11 c e ,\ ()lilif;,lll.1 l"II l'I Ji.ilcl1>
11 1 11
cu_rame111e representado (111;1::; l,ic-11 i1npl í,i1o (> j 11 uii :; 1• j 1,111 1'), l,11,,, (.11111 ,·t1:111do i111pl1,·it.t111c11tc ¡iucd;1 deci rs e, ¡xro pur
111J entr~s que en la constru ció n de R:iwls el dialcl(, ,11111 '"" " •t n ' • ,·, <· :< 11111.,L·cus a su construcción teórica, que él operaba
den~°:1marlo así, está representado, en su contenido ni :ll('J 1.,I, 1 ,1, ,·1 li.1klo ck los cantones suizos) en realidad no puede
e:xphcitamente.
, , 11,11 11 il' mucho, y a lo sumo sólo podría lamentarse de que

.. ,,¡ ,111·1·:1 en los sistemas parlamentarios fuera posible «re-


'" 111111•,, la presencia directa, asamblearia, de todos los ciu-
14. El dialelo político en Rousseau 1 .. l 111 , ,·~- Co mo lo único que puede resultar de la composi-

' ,i, , 11 · 11 >s votos individuales («vectoriales») de una sociedad


. Rousseau creY_ó haber alcanzado racionalmente el ori¡;c'II ,1 1 ,·.1os de vectores», no necesariamente polarizados (la
mismo de las sociedades políticas humanas mediante el ,. , ,111111 :id de todos» es un sinsentido), Rousseau se contenta-
1
gressus, 1:ºr atomización (la fase primera de la holización) d, , , 1I 111L· nos en público (porque en su correspondencia priva-
estas soc1ed~des a unos átomos racionales o individuos hu, 11 , • 1 , , , , ·" p resó sus dudas en cuanto a la solidez de su construc-
1
nos, sustantivados. Sustantivados por cuanto les atribuye li ', , , 1, \~O n un sucedáneo metafísico, la «voluntad general»,
bert~d Y cap~c~dad de hablar, de contratar, antes de que cll 11 ., 1il1.111 re de la decisión de las minorías para reconocer a las
hubieran dec1d1do constituirse en sociedad; y decir que ser, , " , , ;' ' )1 ías, como representantes del todo social.
1
ta de una construcción ideal es todavía agravar la situaci( ; 11 1\ ro es evidente que esta «voluntad general» sólo puede
puesto que no es p~~ ser ideal, sino por ser contradictoria, pt ,,'. 1, 11 , 1 el peso que le den las minorías (junto con las mayorías)
lo que la construcc1on de Rousseau es inadmisible. , ,,, 1,, representantes del todo social. Y no hay ninguna razón
«El hombre ha nacido libre, pero por doquier se halla en 1, 11 ,1 que las minorías (ni siquiera las mayorías) se inclinen a
cadenado. » _Así c~mienza El contrato social. Y en el capítulu , , ,111 ratar socialmente» que los resultados de las elecciones
sexto del mismo libro primero formula Rousseau su problt· 111 :1 representar al todo social. Lo representarán en los tér-
m~ ( de acuerdo, por cierto, con el «método analítico de lo~ ", 1111 >\ del contrato voluntarista; no es el contrato el que se re-
geometras », que parten ya de aquello que tratan de demos 1 11 i I por la voluntad general, sino que es esta voluntad la que
trar) co_mo el problema de «hallar una forma de asociaciú11 , 1,, 1· y se regula por el contrato. La voluntad general es así
que de~1enda y proteja de toda la fuerza común a la persona y 1,111 ingente, y ninguna minoría, ni individuo, está obligado
a los bienes [tal_ es el supuestoJ de cada asociado, y en virtud I", 1 u na «voluntad general» que pretende sostenerse a sí mis-
d,e 1~ cual, al umrse cada uno a todos, no obedezca más que a 1,1.1.1garrándose de sus cabellos, a mantener su «contrato».
s1 mismo, y quede tan libre como antes». Es el antes «ucróni Más acorde con un método analítico que prescinde del
co» que había postulado al comienzo de su obra. 1,1111ite de fijación de los contenidos materiales del dialelo
Y esta «f~rma de asociación» la encontraba Rousseau en el ,•11:1 el proceder de quienes renuncian, tras la fase de la reso-
contrato s~c1al, del cual cree poder deducir las líneas maestra.~ l¡, ión de las sociedades históricas en un conjunto de átomos
d~ una soc1eda~ justa (hoy diríamos, aunque sin saber muy , , 11 ionales, a reconstruir el modelo de alguna sociedad seme-

bien lo que decimos, «de una sociedad verdaderamente de- 1111Lc a alguna sociedad política del presente, y que no sólo re-
mocrática»).
' 11111cian, sino que comienzan por «denunciar» a todo aquel
Pero, ¿qué es lo que ocurre? Que como Rousseau no deli- , ¡rrc pretenda iniciar siquiera la fase de la reconstrucción, pre-

-136- -137-
l·is.111 1c11ic jl<ll"l jlll', d ,-s<k el ¡)1 Í1ll' Íp1u, lu ,¡11<· h11., ,:,1h,1 l'l ,I .il,; ,, ,1 1 , t•1< · ', l· ""l'" 11 c l· st.111 :ll' l u.1.11dP <·11 t111.1 _~<) ·1cd.lll p()l ít i_
, , , ,) k l' S i11 q <>sihk 1Tun1 s1ru1r, c11 b h se dl'I /n'ogn ') -
j:1rsc de hs soci edades políti cas d<:I ¡)rl'Sl' lll<.', v 11<> d<: t11111111.111 1 111
más o m enos parcial o ambi guo (co mo hahria sido l'I <.' ;1su .11 ' ' 11 1,1:,,1\' 1<.',hd política cualquiera (un a ve z que p ~rcc~ l:a-
Rouss eau) sino de un modo tan radical que fu erJ. c1p:11 de .dn 1.
1, 111111 <·i:HI() :l todo intento de crear una Idea f1losofica
tara los componentes políticos mismos de la sociedad . n, ,, 1111 " In fue la idea de la Nación política), lo que hace 1 1

Es la perspectiva de quien considera que aquello qul' 1), r ¡ , ., .1pehr ex abrupto a un di~lelo _que para él, y pa,ra los
,1L· 11 11<·ricw os demócratas (de «1zqmerda»), era el mas po- 1
tende ser reconstruido por otros es precisamente lo que dcl11•
ser destruido porque es falso y corrupto. El propio R o ussl•,111 ·' I , ,
111 1.1)-', inable, a saber, la propia Constitución d e ~st~do s
1 q¡ , , ,, .. 1.o que equivale a tomar como modelo cano~1co a 1 1
ya anunció este camino (siguiendo la tradición de los cín in•~),
, " ¡, ,.,U nido s, visto desde la óptica de un demócrat_a ~1~eral
I'
en su Discurso sobre las ciencias y las artes, en el que respondi.1 1
, . ,, t , .1i11l·ricano «de izquierdas», que confía ~n la P?s1bilid ad
al problema propuesto por la Academia de Dijon, «sobre si d 1
, ., , , , ,. . , de una «purificación igualitaria» del 1mpeno, con ver-
restablecimiento de las ciencias y de las artes ha contribuido., 1 1

purificar las costumbres». Pero su construcción no alc;rn:,i'1 .,, 1,, ,•11 ., Estado neutro». .
siquiera el radicalismo que ya habían logrado los cínicos, i 11 1
11111 icnza Rawls en efecto (§24), regresando a una s1t~a-
', , d) cnida «por la anulación de los efectos de l~s co?tm-
cluso los epicúreos, al «replegarse» a la vida privada de su~ 1 11 1
huertos o jardines, renunciando a la vida política. Y lo que de 1.
11 11 específicas que ponen a los hombres en s1tuac1ones
, , s
cimos d e los epicúreos cabría extenderlo a los monjes y a l<1., ,\, ir i1.1'cs», y cree que es suficiente, par~ lograr es_ta_ an~la-
frailes cristianos cuando se retiraban a sus conventos con l.1 11o1 1, "uponer unos individuos (o partes atomas) ongi~a~ios.
\ 1, . ,is, Rawls despoja incluso de sus caracteres etolog1cos
intención de una fuga saeculi, la fuga de un siglo que esta h., 111
,,, , • -\c mentales, como pu eda serlo la en vidia (su po~e :lawl
lleno ante todo de sociedades políticas injustas y corruptas. 1

En nuestros días, la «izquierda>> ha avanzado en el caminll . ,, !ti, individuos, en posición ~rig~al, no so~ env1d10sos) .
111
de la atomización de las sociedades políticas hasta llegar a sus t ,,. i11 dividuos elementales estaran s1ru~d ?s baJO u n «ve!º . ~e
límites: puede considerarse a John Zerzan, en su libro Males ' l '" ,uncia» sin necesidad de llegar a exigir que a la pos1cion

taren el tiempo, como uno de los expositores más radicales dt· . ,1 .¡11 :il corresponda una asam_blea efectiva de personas. «La
11
este regreso sin retorno. I " ,·. ición original tiene que ser mterpretada de m~nera qu e en
• , \quíer momen to se pued a adoptar su pe:spec~1va.~> , .
11 1
\ ero el «velo d e ignorancia» (u n mod~ li terano-d1d act1co,
15. El dialelo político en Rawls . , k ·afortunad o, a nuestro ju icio, d e designa r no ya tanto la
.'i, ¡¡111 itación de una caja negra, cuanto a la operación d e segre-
. , •¡ abstracción característica del análisis) lleva a R awls a
Rawls, que ha sido, como hemos dicho, el inspirador de 1
11 11 11 0

importantes corrientes de la izquierda socialdemócrata espa- • )o ner que los individuos o átomos r_acion~les no conocen l~s
11 1
ñola, comienza en cambio regresando, a partir de las sociedades , 11 l·Lmstancias particulares de la propia sociedad en la_ qu e : -
políticas dadas en la historia, y siguiendo el procedimiento de ,.,. 11 , esto es, no conocen la situación política o económica, m el
v el de cultura o civilización que han sido capaces de alcan~ar.
anulación o eliminación de todo cuanto en estas sociedades 111
excede, como sobreañadido contingente a su propósito, hasta 1 ,Ls personas, en la «posición origi~~l», no tienen ninguna m-
las situaciones originarias en las que aparecen los átomos ra- i, irrnación respecto a qué generac10n pertenecen. Pero todo

-138- -1 39 -
es to 110:, i11d ica q LIL' ·I ,, vL·lu de Í).!,111 lr,1111:1.1 .. .. ., 1·11 1·1;.11 id.id 1·1 11·l1 1 , 11 ' 1 '" ) ,1 1·11111 ) ,1 1· l e ).', ¡1.111·, >1 11·:: , ,1 1·.1,I ·111Í1't >'>' 111 :Í, 11¡i ;,.()S d e
que se ~onc ante los ojos el propi1 lbwl.\, ;1J supon c: rqu, · ¡11i1· . , ¡•.11 1:1111('11 Lns u11 i~T 1·s i1:1rio.\ 111 >rl c;un1;ri c;i 11 os, Jll >S h:1v:1
de segmr hablando de individuos racionales que no co11m·(·11 ~11 ;,1 .. 1·s1.1'>' c~ pcc uhcion cs ; lu mis so rprcndcnrc n.:siJc en
sit~~ción económica, política, ni su nivel de cultura oh ¡~1·1i1• , ,. , 1lcsd c h izqui erda cspai'iol a, tom aron la obra de
rac10n a que pertenecen; como si la racionalidad no fucr.1 1111 ,. ,11H1i11spiraci ón de sus doctrinas políticas.
proceso histórico y pudiera atribuirse a unos sujetos que se ~11
ponen «flotando» fuera de la historia.
~ si el procedimiento regresivo que Rawls utiliza pud i<'1" 1" · Diferencias entre el Congreso norteamericano de
servir para establecer, en una situación original, a las mokrn 1/ X7 y la Asamblea francesa de 1789
las de un gas encerrado en un vaso, reduciéndolas a la co11di
c~ón de «esferas iguales y elásticas», este procedimiento es i11 ) N (1habrá, no habrá habido, algún procedimiento menos
viable cuando en lugar de esas esferas mecánicas constitu I iv,1.~ . , , , ,., , ) q uc el que consista en integrar ex abrupto esos átomos
del gas estemos hablando de los átomos racionales consti 1111 i 4 . , , , 11.1 les en una sociedad política histórica ya constituida

vos de la coeidad, en la teoría política. Por este motivo es ali , . ,, 11, 1hace Rawis) o en Estado constituyente, pero histórico,
soluta~:nte imposible volver de esas posiciones originak.~ 11 , l 1 111 ,111 cra como lo hiciera la Constitución aprobada por el
las posic10nes reales, a las estructuras políticas. 1 • , , w,rc o de 1787, en virtud de la cual la Confederación Ame-

A :1Zawls no le queda por tanto otro camino que el q1111 , 1• , , , 1


.1, bajo la presidencia de Washington se tran sform ó en un
~nu_n~ia en el §25 de su Teoría de la justicia: recuperar a es,•~ 1 1,1d <) federal, en los Estados U nidos de América?

mdividuos o átomos racionales a los que ha llegado en su ,,. N ues tra res puesta es resu eltamente afirmativa. Hay un
gressus, a fin de zambullirlos ex abrupto en una sociedad hi.\ ¡ .,, ,, 1·(1i miento más dialéctico de reconstrucción, q ue se basa

tórica ya presupuesta y tan concreta como pudiera serlo l,1 " •' 1:111to en una reconstrucción co mo la d el Co ngreso ameri-
Constitución de los Estados Unidos de América (§31, nota 1). ,,,, 1,le 1787, sino en la reconstrucción de la Asamblea france-
De aquí podemos deducir que el procedimiento de Rawls (';I 1 1 • 1789 (y esto sin olvid ar el estímulo qu e para la Asamblea

rece de enjundia filosófica, pues se reduce a proponer explíci 1, 111 esa supuso el ejemplo, propu esto p or Lafayette, que pr e-
tarnente como contenido de su dialelo a los Estados Unido.\ 11t.1ba ante sus ojos la exper iencia d el Co ngreso ame ricano) .
~e-~ orte_a1:1érica, como ámbito para reconstruir, desde la p1, ta diferencia d e procedimiento pondr íam o la d iferen-
sic10n ongmal, las desviaciones o corroboraciones de la mi.\ 1,1 • ·cncial qu e desde u n p u nto de vista histórico-filosófico
ma. El procedimiento no puede, sin embargo, considerarn· 1 1Stl' ent re la Consti tución norteamericana y la C onstitución
como me~amente tautológico. Está, sin duda, adaptado a F.\ l t .i n esa, que tantos polit ólogos e historiad o res tiend en a equi-
tados U111dos, pero con unos márgenes de indeterminaci<'i 11 11,1r;:1 r, tratand o de redu cir las dis tancias al terreno de las fechas
tan notables que hacen que su reconstrucción sólo lo sea dt' , \l n el ligero privilegio que ellas otorgan al Congreso y au n
u? modo aparente. Por ello, la Teoría de la justicia no es pro .il 1 ·dera lismo norteamericano fre nte al centralismo francés).
piamente una reconstrucción filosófica, sino una pseudo I ' •1'() la diferencia esencial, según lo que venimos diciendo, ra-
cons~rucción gratuita, meramente ideológica y desiderativa. ' l1c .1en otro lado, y la resumiríamos en la siguiente fórmula:
S111 embarg~, lo más sorprendente no reside tanto en qu(' M ientras qu e el Congr eso norteamericano de 1787 creó, co-
Rawls, que a fm de cuentas se mantiene (corno Rorty, poi ' 11 <>entidad política característica, el Estado fed eral no.rteame-

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ricano (cuya novedad es relativamente irrelevante en el tern·1111 •11.1111cción, es decir, la totalización (holización) de los átomos
de las Ideas: puesto que la idea federal venía ya rodando desck l.1.• , ",11.1 lcs constitutivos de una sociedad política. Pero la devas-
anfictionías antiguas, desde la Liga aquea, por ejemplo), 1,1 . ,, ,1111 arrasamiento delas morfologías históricas que podrían
Asamblea francesa de 1789 creó, como entidad característica, l.1 1 , ,1.11·\c de la holización del Antiguo Régimen, podría alean-
Idea de Nación política, encarnada por primera vez en la N aci1 i11 ', 1111 "rado similar al de la devastación o arrasamiento de las
o
francesa republicana. Y la novedad de esta Idea puede considr ",, 1, ,logías orgánicas, derivada de la holización química del
rarse casi absoluta en el terreno de la historia de las Ideas (volvC' , ; ,111 i:- 1110. Podrían llegar precisamente a ese «estado natural»,
mos a citar, para un desarrollo más amplio de esta tesis, nucs1 n 1 "1, 1nminado y ahistórico, flotante en el género humano.
libro España frente a Europa, 1999, pág. 124 y ss.). ·" ·1·;1 preciso detener, por anástasis, estas consecuencias
Tenernos que concluir, por tanto, que mientras que 1,1 1.. 1:1doras; será preciso establecer un límite que las deten-
creación de los Estados Unidos de Norteamérica fue un pro ' 1 .1sí las cosas, decimos que el límite inmediatamente an-
ceso sin duda decisivo en el terreno de la historia de los aco11 .. , ,, ,, .11 momento en el que la figura del volumen de la socie-
tecimientos políticos, carece de importancia en el terreno d,· 1 ,, 1 lhllítica de partida, y la figura de sus partes átomas
evolución de las ideas políticas. El Congreso norteamerica111, , , . 11 ,1i:iles comienzan a «disolverse», el límite que encontra-

estará en la base de un nuevo Imperio universal, de la mayn1 . ,, , 1, ,s revolucionarios franceses, fue precisamente la idea de
importancia histórica, sin duda, pero que se añadirá a la scrir l , 11)11 política. Una Idea que no fingía surgir de un estado
de los imperios que han venido sucediéndose desde los tic111 .1 ,v11 l.lrÍo (sustantivado), puesto que se sabía que era el resul-
pos de Alejandro Magno. La creación de la Nación polítil ,l ' ,, l .. del lisado de una sociedad en la que ellos vivían, orga-
francesa, también muy importante desde la perspectiva his111 1, , 111.1 como Estado, según el modelo del Antiguo Régimen.
rica, alcanza sin duda su verdadera significación y novedad l'll 1111 ,1 idea consciente de estar siendo construida in medias res
el terreno de las ideas filosóficas y con ello, en el terreno de l.1 1. 1111 uceso histórico (por tanto, con conocimiento, por parte
historia posterior. 1, 1, ,;; agentes, de sus posiciones históricas relativas); una Idea
La Idea de Nación política, creada por la Revolución fra11 • 1 11 • c- l· enfrentaba con el resto del género humano, en cuanto
cesa, fue el resultado más profundo del proceso dialéctico dl' 1, 11 ihuido en volúmenes o cuerpos sociales y políticos de
racionalización política que jamás hasta entonces había podi ,,,, ,11, 1logías muy distintas de las de la propia Nación política
do ser alcanzado. Además, la Idea de Nación política fue crea< l,1 , , ,•·, tcido constituyente, pero con las cuales era preciso tomar
simultáneamente, como hemos dicho, con el concepto nuev1 l I' . , ,111.1cto inmediato. Una Idea cuya homogeneidad interna y
originario de la Izquierda política (de la izquierda política di' . 1.,, ífica (la que dos siglos después se llamaría «identidad na-
primera generación, como precisaremos más adelante). ,," 1.1 I ,, ) habría de coexistir, de modo pacífico o belicoso, con
, ,¡, ,1., ,ocicdades políticas, que también se reorganizasen
, 11 11, 1 Naciones políticas, pero manteniendo su específica
17. La contradicción entre el Hombre y el Ciudadano. ,, l, ·111 idad nacional». De este modo los hombres -los ani-
La destrucción de los patois 11 1 ,k:, grup2.lcs o comunitarios (el zoon koinonikon de Pane-

. ,, ,) podrían asumir la figura del ciudadano, es decir, del


A partir de un «estado natural» indeterminad (ahistórico) ," ;,r1.1I poi ítico (el %oon politikon de Aristóteles, el animal que
y flotante en el género humano, no sería posj b[ , mcn za r Li l'l' , , , , . 1'11 ciudades, en Estados).

- 11 _ - 111
l,;-1 rc11s1011 di :i k·ctic;1 l'Jl11'l' d l/0111/n·,· v t·I ( ,i111/,1,/,11111 ¡~,, 1 , 1111qH11w11 1111 t·,l.111 ;,;11 nli -; 1.1t 11l(1 C111111111 ;,•.11 , t· ~,11 :, ¡1c11
quedará cstablcciJa, por tanto, e11 Lérn1i11m gl'1,1n;1k., dc.,d,· ,,1 1 111 11111;,.,) Y '°'''' e :, IP qul' 11l.1ntl'O l.1 ilk:1ck h t1l'cl·s id.1d (k
principio de la Revolución. , 111 [, 111 ;11.1 1111ivcrs:1I, , su11to que se cunvinití en el foc o d e
Uno de los puntos en donde esta contradicción st· 11,1- ., " I';, ,11 .le un grupo heterogén eo de pensadores, dcnomina-
presenta de modo más evidente es aquella en torno a h t ti.ti ·iorrncnte ideologistas o ideólogos.
1 , 1 ,,, ,'- 1t· 1
giró la política lingüística con la cual los revolucionarios 111
vieron que enfrentarse, en cuanto componente básico dl' .\11
«ortograma de racionalización». 1~. l ,a Nación política surge de la metamorfosis del
En efecto, aunque en un principio, y a fin de llegar a << L< ,d~ /\ 11 t i¡;uo Régimen
la Nación», la Revolución decidió publicar los decretos de 111
Asamblea en todos los idiomas hablados en Francia (dccrr111 1 .1Nación política no quiso, por tanto, ser la «recuperación»
de 14 de marzo de 1790), pronto se advirtió que el procnlt 1I1·,11 na entidad o identidad pretérita, histórica o prehistórica
miento era inviable y contraproducente: el bajo bretón, rl , · ¡w (', lo que pretenden ser tantas nacionalidades de nuestro
bearnés, el vascuence y otros pato is no se prestaban a la trad uv 1
,1, .l mc),porque la Nación política, en estado constituyente, se
ción de fórmulas tan abstractas; los ensayos de traducción pn 1 , ,111 i he como una entidad nueva, revolucionaria.
<lucían confusiones y malentendidos. Además, los patois cra11 1'\J i tampoco la Nación política fue una creación de la socie-
utilizados, sobre todo en las zonas fronterizas, por clérigo.., y .1"I t:ivil francesa, madurada ya en el siglo XVIII como «bur-
contrarrevolucionarios para fanatizar contra la República a 111.~ 111 1! ·,1.1 ascendente», que se toca con gorros frigios (como sím-
ciudadanos que no entendían el francés. Se decidió, pues, uti Ii J., ,1,, de laicidad) y canta La Marsellesa. Porque aunque haya
zar únicamente el francés, como idioma revolucionario, proh i ,, 1,, ,, IJ. burguesía» la primera interesada (pero no la única) por
bir el alemán y declarar la guerra a los patois (incluso «pasand< 1 1, N .tción política, no ha sido ésta la creación de la burguesía
por la guillotina» a los refractarios). , , t·11dente en cuanto tal. Ha sido una invención de los filóso-
Pero no por ello los revolucionarios dejaron de advertir l 1 ,· . , y no tanto d e los profesores de filosofía de las universida-
que la imposición del francés como lengua de la Revolución .1, ,,, e uanto de los filósofos mundanos que actuaban en su vida
circunscribía a ésta a los límites de Francia, y que la universa 1. " 1110 físicos, matemáticos, carpinteros, albañiles o masones .
lización de la Revolución, obligada por la Declaración de io.~ 1 1 , h misma manera a como la redefinición de la atmósfera te-
Derechos del Hombre, exigía la creación de una lengua uni- 1, ,·, Lre como un gas compuesto de hidrógeno, oxígeno o azoe
versal, fuera el francés, fuera una lengua creada ad hoc. Grc- 11 , l uc tampoco obra de la «burguesía ascendente» en cuanto 1

goire, en su informe a la Convención del 2 de termidor dd 1,11 . sino de los químicos, Lavoisier entre ellos.
1
año II, sobre los idiomas y los patois, lo dice con claridad: Ni es tampoco el «pueblo francés » el que, impulsado por
«Con treinta patois diferentes, en lo relativo al lenguaje, esta- 11 patriotismo originario (quizá por su chovinismo) y por su
mos aún en la torre de Babel, mientras que en lo relativo a la , , .!untad de Igualdad, Libertad y Fraternidad, hubiera «deci-
libertad formamos la vanguardia de las naciones ... el estado ' 1;(lo» crear desde el principio, ab ovo, «desde la posición ori-
del globo destierra la esperanza de conducir a los pueblos a :·.Í1uria», la Nación francesa. La Nación francesa, en cuanto
una lengua común ... pero al menos se puede uniformar la len- N.1eión política, procede del Estado del Antiguo Régimen,
gua de una gran nación de forma que todos los ciudadanos l1Í., Lóricamente constituido. Y fue una reconstrucción de ese

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E t, d , una m ca n, rf i d I Anti , u R · ,i111 ·,, ( n fu,1111111 ·d · , u L al man habl .n
de crisálida), en la p rim ra R públi a dcm ráti a l. 1 l 1•, arancía d la ju ticia de su s tribunales.
toria universal. El principio que M ancini f rmularb. .11111 ~
después, «cada Nación, un Estado», constituye una t r<,iv1·1
sación de los hechos; porque la fórmula que la R ev lt1c11111 I ' ' , 1,. izquierda política no puede definirse por el
francesa impuso al curso real de la historia no fue la d e M. 111 1 l' ' > res1sn10»
ni, sino precisamente esta otra: «Cada Estado, una únic:1 N ,1
ción política. » 1 1,un ins istiendo en la vinculación entre el origen de la
La Nación política tenía que constituirse, por tanto, ~111111 j, Ja política y el origen de la Nación política. Pero apro-
un proceso análogo, aunque de naturaleza enterament di , l 1 11 1 1 sta misma vinculación ha sido práctica común el
tinta, al proceso que desembocó muchos siglos antes ·11 l., \ , , 11il i ·e r los proy ectos de la Izquierda como proyectos «pro-

constitución de la Iglesia católica como «Cuerpo de Cris111 .. , 1 t,t: (en cuanto a su pretensión de desbordar las preten-

«Ya no hay judíos, ni gentiles, ni griegos, ni bárbaros, wd11 ~ , 11 , 1 la derecha conservadora, que, apegada al Antiguo

formamos parte del Cuerpo de Cristo. » Y así como las gc111,·, 1


1 ,1 11 •n, e resistía al cambio). De aquí que la oposición, con-
(las naciones étnicas) desaparecen para reaparecer, resucitad., ~ ,l,1l t [, n los años sucesivos, entre conservadores y progresis-
o transfiguradas como partes del Cuerpo místico, así ah, ,1 ,1 l 1, , llegado a ser considerada en la práctica como equiva-
las naciones étnicas se refunden, transfigurados sus eleme.11111 posición entre derechas e izquierdas (antes hemos
individuales en partes átomas de la Nación política, en ciud.1 , a propósito de un test político, el escaso alcance de
danos. Renan percibió con claridad, aunque con lenguaje p~1 rio).
cológico, este proceso: «El olvido, y aun diría el error hist11 ta equiparación es filosóficamente inadmisible, y si
rico, constituyen un factor esencial en la creación de u11 ,1 ne es tan sólo por los intereses propagandísticos de
nación [política]; los franceses debieron olvidar, para con si 1 I , l 1 ¡ i izquierda. La equivalencia entre izquierda política y
tuir la nación francesa, sus orígenes galos, francos, burgu11 1 , , ,¡ 1 •: i mo es sólo una equivalencia interesada y banal.
dios o normandos. » I' 1 ,de concederse que los proyectos transformadores de
Pero este olvido al que alude Renan, con terminología psi 1, 1 ¡ 1i rda tienen una intención progresista, es decir, que van
cológica inadecuada, no se reduce sólo a un proceso de am11c 11 11L, d s a la mejora de la sociedad. Pero estas intenciones,
sia. En realidad ni siquiera es preciso el olvido amnésico (1,, , til l r ubjetivas, no pueden tomarse como criterio para
que nos pondría muy cerca del «velo de ignorancia»). Lo que , 111 1 1 ·Íinición real y objetiva. Ante todo porque también la

se necesita es la sobreposición, a todos los recuerdos que s,· l. 1 , ·1, ha asumido esas pretensiones de mejora (a las que lla-
quieran, de otros valores comunes que se juzgan imprescindi ,,, 11 ,1 ,. ·f rmistas); y sobre todo, porque las pretensiones, tan-
bles para la construcción de la Nación política. Es lo que ocu ' , 1 •· l la derecha conservadora reformista como las de la
rriría en Alemania: nadie olvida sus idiomas locales ( o los de , ¡ui •rda transformadora o revolucionaria no pueden con-
los Lander-el bávaro, el alsaciano, el franco , el Plattdeutscl1, ' ¡ 1i con la realidad de las trayectorias respectivas. Y no
etc.-), idiomas que son muchas veces auténticas lenguas pn, ,1 ¡ rqu e las pretensiones progresistas de la izquierda no
cedentes de troncos diferentes. Pero estas diferencias de gé nc 11, l'l l •n a término por desfallecimiento o corrupción de sus
sis se reabsorbieron en la estructura unitaria del idioma ale 1 1 ir• (e decir, p o r motivos contingentes), sino porque

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ac;1.,o c-;;1., ¡irctc11s1(Hll'S ¡1 r(>¡:',1'c.si .; 1. :; 11() ¡111('d( 11 :,(' l° t' <>11-;1(k1.1
1
♦ .. 111 ;, ,1. l·.1 ¡i1(>):/ t"0(>, 111u vc 1, lij.1(lns ,11s ¡1 ~1r.i11_H;t1·t,, n t: tt"I\>.,,
das siquiera por sí mismas progrcsist.•1s, sino 11nprndt·111n 1 ,1 1,"I,, l , , 1_, (), .,(JI(> ¡1ucd c .. k :111,.;1r ;1lgL·111 senndo " r;1ciu11al»
aún catastróficas (es decir, contraproducc11 rcs) o sc11cill;11111·11 ,1 111,I<> "~1 1·clerid o a líneas de desarrollo categorial, indcpcn-
te inviables (utópicas). 1,. 11 , •., 1111;1s de utras y a veces contrapuestas entre sí. Cabe
Los ingenieros que proyectaban, en el siglo XVII, .,111>11 1,, l, l,11 (k un progreso en la velocidad de los transportes, de
con bombas el agua de los pozos a más de diez metros pod1,111 .,111,1(,!~ 1-cso en el control de algunas enfermedades contagio-
considerarse en sus intenciones como más progresist1s q111• i-1 , 111t·Iusu de un progreso en el desarrollo tecnológico de las

aquellos otros que se contentaban, en actitud conservadt )1 ,l, .. , 111w ~I :1s sinfónicas, o de un progreso en el régimen de ges-
con los proyectos limitados a cinco, siete, ocho o nueve nw ',,, l1(1e Ia Sanidad pública. Pero carece de todo sentido hablar
tros; y quienes proyectaban bombas para subir el agua a 111,\~ 1 1111 11re gres o en el curso de la historia de la música (no pue-
de quince metros podrían considerarse como más progrcsi.~ 1, , ln·irsc que la música haya progresado en el intervalo com-
tas que quienes se detenían en los diez metros. Sin embargo 111 1.,, 111l1do entre Mozart y Schomberg); y alcanza los límites
los ingenieros de los quince metros, ni los más audaces de 11 ,~ "1,. 1·idículos el hablar de un «Progreso global», pensado
treinta metros podrían considerarse progresistas: eran si111 . ""1" objetivo de algún partido político o de alguna funda-
plemente ignorantes y, después de Viviani-Torricelli, sencill., .1"11 ¡1olítica de izquierdas.
mente estúpidos. En este caso eran los conservadores, no s,',111 1't 1r tanto, la oposición entre conservadores y progresistas
los más prudentes, sino también los más sabios y, en el tcrrr 1, ¡ , ., 1rve para captar la esencia de la oposición entre derechas e
no económico, los más progresistas, puesto que evitaban lo.~ 1 •111ierdas.
gastos inútiles. /C abe, en todo caso, definir la izquierda que creó la Na-
Pero si esto ocurre en los proyectos de mejora, por refrn 11 ,1~ ¡)olítica como la corriente progresista que logró, en dife-
ma o transformación, propios de la ingeniería tecnológic,, ', 111 l'S ocasiones, desbordar a las fuerzas reaccionarias de los . I,
¿qué no podría ocurrir en los proyectos de mejora, por refo1 , , ,,1~crvadores del Antiguo Régimen? Tampoco, en términos
ma o transformación, propios de la ingeniería política? L, 1l,·, 1)1 utos. La Gran Revolución desmontó el orden feudal, 1

clave de la cuestión reside en advertir que los nombres d(I 1,, •11) dio paso a un orden social y económico todavía más in-
conservadores o progresistas no pueden ser utilizados sin pa j 11,1,) y cruel, el orden burgués, el de la explotación capitalista
rámetros. Los conservadores sólo pueden definirse dando lm 111 1 ímites, el orden que Marx analizó en su inmensa obra. La
parámetros: la propiedad privada, la religión, la familia, el rey, 1 ,1.111 Revolución dio la Libertad a millones de campesinos y
etc. Los progresistas deberán también definir los parámetro.~ ,11t·sanos, pero esa libertad era la libertad para suscribir con-
de su progreso. Es mera retórica hablar de un progreso indc 11.11 os, de hecho, con los explotadores, libertad para vender a
finido o «global». l I luja su fuerza de trabajo, libertad «para morirse de ham-
La Idea de progreso, a dos siglos y medio de su existenci:1 1 l ,1 (· ., . La Gran Revolución dio la Igualdad, pero una igualdad
si es que la Idea de progreso se incubó en la revolución indus · 11,s rracta que abrió la puerta a las más agudas desigualdades
trial, en el siglo XVIII (Condorcet, Turgot) y se expandió en el , 111 re las clases, favoreciendo la consolidación de una «clase
siglo XIX (Spencer, Marx) hasta que comenzó a decaer con la , 1, · proletarios» que parecía que tenía que enfrentarse a muer-
experiencia de las guerras mundiales, es demasiado oscura y 1,. con la clase de los explotadores. ¿Dónde poner, por tanto,
confusa como para poder erigirla en objetivo de una opció11 1•1principio revolucionario de la Fraternidad? Habrá que re-

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d u irl al prin i¡ i d le li • rid:1d 1 I' ,1 1,1 1' N e i n p Ií i a, m p I caf nn.a d d la ual
lidaridadde loso br rosconcra l patr n ,p r t( 11d,1,•11 Lin nu v R pública y replantear los pro ble-
la solidaridad de los patronos contra los o brero . ra ia universal.
Tan sólo pasando a una escala de intervalos his tóri <,,, 111,1 ,
amplios, y casi metahistóricos (por no decir metafísir , ,,, )
interpretados a escala de una Historia Universal del 1·11,·1,1
Humano que presuponga preestablecida su fase final l.1 dd
com_u nismo planetario, cabría reinterpretar el caráct -r , 11 ,, 1,/\ LZQUIERDA Y EL NIHILISMO ;¡
11
gres1sta de la Gran Revolución. Concedamos que sus fl·1 ·111 , 1 1

cuan_to a la justicia social, fueran inmediatamente p ervers, ,, , ,1


segmmos a Marx; pero gracias a ellos ( «un paso atrás, , 1111 1 1,. izquierda política implica la negación, pero la
a~elante») el proletariado internacional habría podido (,, 1:.i "' ¡::t ión no implica una izquierda política
mzarse y su vanguardia pudo poner más tarde los cimi c: 11111,,
en la Revolución soviética, de una sociedad verdaderarnrnl 1 1 iz uierda transformadora, en su sentido político origi-
justa. De este modo tendríai;nos a las dos grandes R cv, ,1 11 . , 111 -.· la izquierda revolucionaria, pero en sentido político,
ciones políticas, la de 1789 y la de 1917, puestas en la mi,, 111 , ,11 ¡,, rámetros precisos.
«línea de progreso». Los coros del ejército soviético dal,.111 1, 1 izq u.ierda transformadora comienza necesariamente
conciertos en la Francia de los años sesenta tales que, co1111·11 , 111 11 negación, como hemos dicho, por la destrucción o
zando por La Marsellesa terminaban con La Internacio11,tl ,il t I l orden establecido. Pero esto no significa que toda
co~ el Hi~no de la Unió~ Soviética. Pero, ¿en qué lugar ¡,,, 1 i ' n, que toda destrucción o intento de destrucción del

d~1a r_epetirse hoy un concierto semejante, una vez que los ,111 , 11 11 ' tablecido haya por ello de considerarse como consti-
d1tonos europeos están ocupados por los coros y arque~, '" 11 de un movimiento político de izquierdas. Porque el
que harto hacen con cantar la Novena Sinfonía? 1 " •\' t' ·t de destrucción del orden establecido no tiene por
Este tipo de consideraciones, y otras análogas, nos llcva 11 )rientado objetivamente a la reconstrucción de un or-
buscar en otro lugar, distinto de aquel en el que hablamos d1•I ·ial más justo, sino precisamente _a la destrucción de
progreso universal, o de la justicia social, la definición filo~" r len, al nihilismo.
fica de la izquierda transformadora. Desde nuestras prerni~.u
tendremos que concluir que el único lugar en donde poden,,,,
buscar el origen y desarrollo de la racionalización polític. 1 ••, , Modelos de nihilismos no políticos
un lugar homólogo al que, como hemos dicho, ocupa la tc 1,, i.1
atómica en Mecánica, o la teoría de los elementos en Quími1 ,1 11 ', I nihilismo no tiene que ver, por sí mismo, con la izquier-
es el lugar de la racionalización por holización. La racio.11.tl, l 11 1'. I «proyecto nihilista» tiene muchas versiones y mani-
1

zación que, en política, condujo ante todo, en su momcn111 1, t 1 ·i nes, que ni siquiera tienen directa o formalmente un
negativo o analítico, a la destrucción del Antiguo Régimen, 1, 0
!1 111 • político (aunque lo tengan, y grande, indirecta y ma-
en el momento positivo, al reconocimiento de una socicd.,d , 11 iilTl n te)°.
de átomos racionales. O, dicho de otro modo, a la creació n d,, vers10nes clásicas más importantes del nihilis-

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J l l( ) , 1l. il 11'1 , l q 11(. l . i1:1(, d e, p l I e.\ d l' e ' ► 1·¡~ i.I ;, ' .1 1'.1 11i1 (k 1\ i 1', 1, 1 11 I , ',L·1 .111iquil.1d() y, l't ► 1· 1() n1is111(), 111cjur lucr;1 que 11;1da

a.n.c., al pirronismo. 1:ucru 11 u111bil·11 ;1 c 1,t, 111llvi111Íl'lllt>', 111 'I" ., .1 l.1 l·xistcncia. Así pues, todo aquello que vosotros de-
hilistas los de los circumceliones, ;libigcnscs, o los 111()v11111e·11 ,, ,11,111 .1;, ¡1 cc1do, destrucción, en una palabra, el Mal, es mi
tos milenaristas en general, porque devaluaba11 rod() r11,111111 ; • • • ,1,, e IL"111ento. » Sin duda la definición que Mefistófeles hace
1
tuviera que ver con la vida temporal y se guiaban por el 111111 1 1 1111 ,:111() podría tomarse como la definición de la izquier-
cipio de que «el delito mayor del hombre es haber naL·id() .. i, , 1, 1, ;1h ;1 Goethe, aquel Goethe que afirmó «prefiero la in-
El nihilismo no desaparece, por supuesto, en la hhd M,1 ;ó• 11 , 1.1 .1 I desorden». Pero la definición de Mefistófeles cons-
dia. Precisamente fue en pleno Romanticismo cuand() l11t1 ,, I'"' ícrto, de dos partes claramente diferenciadas: en la
creado el término «nihilismo» por W. Hamilton (paLl dt·~•M 1
, 1111, 1.1, Mcfistófeles, visto por Goethe, se define a sí mismo
11
nar a la filosofía de Hume) y por Jacobi (para desig1w .1 111 · , "'" l por el espíritu de la negación de todo orden estableci-
metafísica de Berkeley o de Fichte). Nihilismos especu h I iv11• 1 .L, ,, ,, () en la segunda Mefistófeles ya no utiliza sus propias
1
sin duda, pero no menos radicales, por cuanto declarah.111 I• 1 ,, ¡¡i 11l.1s, pues es Goethe quien le hace utilizar las palabras
nihilidad de todo el Mundo efectivo. ,1,11 11111 lS nosotros) de la derecha: «Soy aquello que vosotros
Pero el nihilismo de Hume o el de Fichte poco tenía11 q11f ¡, ,, , ¡ ,,¡denomináis pecado, destrucción, el Mal.»
ver con la izquierda política. Ni siquiera, directamentl', 1111
movimientos que en la Rusia del siglo XIX se denomi,1;111111
nihilistas, los que describió Turgeniev, en su «biografía• ti, izquierdistas próximas al nihilismo.
1. · 1·corías
Bazarof, Un nihilista. Que ni siquiera es el nihilismo de 1>1 hnbkowski
mitri l. Pisarev (1840-1868), cuando decía: «Todo lo que pt1\I
da romperse ha de ser roto; lo que aguante el golpe será li11&1 hl, , podrían faltar formulaciones <<desde la izquierda» que
no, y lo que se pulverice, bueno para la basura.» Pues tamlii11n i, ", .il1sorbido de algún modo la visión que de la izquier-
Bakunin, por su parte, decía, y sin pretensiones nihilistas, q11f 1, 111 11 c la derecha, en cuanto nihilismo. Vinculación que no
«la destrucción es creadora». , , 1, posible aclarar si se mantiene la idea de izquierda en el
,. , , ,,, 1< i de la indefinición paramétrica a la que tantos teóricos
.1, l.1 i1.quierda nos tienen acostumbrados. Es el caso de_K~-
3. El nihilismo de la izquierda como teoría de la 1 ,1 , ,ws ki (El hombre sin alternativa, capítulo sobre «El s1gm-

derecha 1, ,, lu del concepto de izquierda», Alianza, Madrid, 1970,

1 'l . ·• 155-177).
La visión de la izquierda como nihilismo ha sido, dc.~tl• · l( vlakowski comienza reivindicando la «dignidad» revo-
luego, muchas veces, una visión propia de la derecha cons1•1 (1, 1, >1uria de la izquierda (en oposición a la doctrina entonces
vadora. La derecha conservadora, consciente muchas vece.~ dt1 .1. ,1111n::111te, en el marxismo leninismo, que consideraba a la
los fracasos constantes de la izquierda política, no podía 1111 , ,¡11i crda como una idea subordinada, como una simple des-
nos que equiparar la izquierda y el nihilismo, incluso bajo 1 ' ,, i,)n del bolchevismo). La izquierda es, para el teórico po-
figura de Satán, el príncipe supremo de la negación. M efisllí i:¡, , ,, 11 na idea no subordinada al comunismo. Sin embargo en
feles, en su presentación a Fausto le dice: «Soy el espíritu q11 11' 1 unto podríamos ver (desde nuestras coordenadas) el ini-
siempre niega, y con razón, pues codo cuanto tiene princip111 ,,, ,k la evolución de Kolakowski hacia lo que llamamos no-

-152- - 153-
sotros «i7.quicrda indefinida», sin pcrjui ·, 1 • q L1· s •,1(·1.1, 1
quierda percibida por él como la más origin.tri ,1.
La izquierda, dice Kolakowski, es u na id ea rimi i .1, 1
esencia es la negación de todo orden e ist m . L n •g,11 111111
en la izquierda, se expresa generalmente en 1a f rm a d · l., mu
pía; pero en la utopía ve Kolakowski, ante todo, pre i , 111r111
lo que tiene de negación del orden real. Por ello, la u p,., 1 3
volucionaria no busca una mera reforma, sino un pr 1 g 1 .1111
total de cambio absoluto. La aspiración a la revoluci n 1111 1 J\ "> , ENERACIONES
DE LA IZQUIERDA
no puede surgir sólo cuando la realidad está ya madur. p.11 1 ,1 :HNIDA y LAS CORRIENTES DE LA
ello, pues sólo puede llegarse a esa mad urez cuand se h.11 ' IZQUIERDA INDEFINIDA
promovido las reivindicaciones revoluci onarias utópic ,, ,,,
una edad inmadura.
Pero el negativismo de la izquierda no es un ruhi li~ 11111 l'IZO PÓSITO DE ESTE CAPÍTULO
Kolakowski no quiere concluir que la izquierda deba rcH1111
ciar a toda forma de poder político estab le, si es q ue su to111
ponente destructor le obligase siempre, en una revolut·iun 1. L:1s izquierdas definidas, como izquierdas en
permanente, a negar lo que se hubiese co nsegu ido, a fin dt· .,1
.,·111ido fuerte
canzar metas más altas, que a su vez, hub ieran de ser negad,,
Kolakowski no es, sin duda, un nihilista, pero como no ut il, 1-.J , is mantendremos, en lo que sigue, en e_l sup_uesto de ~u_e
za ningún parámetro de su negación, y como la revoluci 11 111 . d sentido propio , son,las izquierdas. defmt-
1,1 i n I u i cr as, en su d
parece siempre utópica o inmadura, no cabe encontrar de h,• t, (, ld inidas políticamente, ~or el p~rametro qu~, _sm_ uda,
cho en su concepción un criterio de disti nción entre izquicnl .d mo el mas genmnamente pohtico.
1 1,1 , •, l · consi erarseco . .,el Es-
y nihilismo. Simplemente advertimos un postulado de dif,, ,.d . d 1 que tiene que ver con la orgamzacion o la
, , ,\. 1, l s ecir, to o o
renciación que se reduce a afirmar que «la izqujerda se defi1ll'
1 ., " y,anización del Estado). . . . . .
por la negación, pero no sólo por ella». U icho de otro modo, las izquierdas deft~idas _son el pn-
. :i na. loga d o de la clase generalísima de las. , izquierdas.
,,,,·1 , Una
. 1, .,· que tamb ien e
. , omp rende en .
su extension,
. .
segun
.
un uso
. d l 1·zq,úerdas indefinidas es deor, a las van-
,,, 11 1, ;uraiga o, a as · ¿ · d

,1
. , .
.i I t l tas art1sticas, a
los rebeldes morales (en matena e m u-
•i·
1
• d f •¡· a los «clérigos postconc1 iares», a los
11 1,•11 1.ana, e ami ia, · 1 l ,·
terodoxos a los «mte ectua es cnti-
, 111·:1s casad os »), a 1O S he ' . . .
,, ·... ,a as . 1 ONG antiglobalización, a los movinuentos «anti-
1.1l;rn a» 0 «contracultura», etc. , . . .
C ircunscribir el sentido «fuerte » del termmo «izqmerda»,

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- 154-
' OIU l · ·i ,n c' Í ' 11 l ·l 0 11 ., ·l as i;,, ¡1i ·rL s ,, 1 1.1 án ·11 , -
li ni 11 L, 1
izquierda def inida, 1 signifi ·a p r L, n L , ·n m d . l 1u1111 , ¡ 1 •,.tl r ir ta d n rnina i ' n el izq ui erda, bienp r vía
L
la exclusió n radical del ámbito de la izq ui erda definid::i, d1 ·
1¡ , pr rci nalidad analógica ( «de semejanza») o bien por
cualquier tipo de implicación con las Ideas o corrienc n· 1 1 atribución ( «de contagio »), pero sin que ello justifique
la~i?nadas con la izquierda indefinida o, como algunos dirfo 11, , • nfusión con las izquierdas definidas políticamente. Por
~tih~an~~ una terminología marxista, con cualquier tip I<' , hablamos de izquierdas indefinidas. Si consideram~s de
implicac10n con las superestructuras (como si la misma p Ht i ' 1 1Lti crdas, por analogía de proporción, a un~,vanguardia ar-
ca no fu_era, desde el marxismo clásico, una superestructu rn) . 1 ,· Li a, es porque suponemos que la proporc10n que esa.v~~-
. , En cierto modo, era una exclusión semejante la que pret •11 ~• 1, rdia mantiene, en pintura o en música, c~n la «tradic10n
d10 hacer, de algún modo -de acuerdo, por otro lado, aca:;1, , •t démica» o «clasicista» es análoga proporcionalmente a la
no deseado, con el criterio estalinista- Enrique Tierno Gal ¡u mantiene una corriente de izquierda definida ~on la dere-
ván (al menos en lo que tenía que ver con la izquierda cristian:1) [1 conservadora. En este sentido se habla de pmtura o de
c~a11:do subrayab~ el agnosticismo como característica impre:-; 111 ' 1 ica revolucionaria (incluso de «revolución científico-téc-
cmdible y necesana de la «izquierda madura». 11 j •a» ). Pero esto no significa que la revolución pictórica o
S_in embargo, incluso la izquierda más agnóstica, que pre
11 1 1sical pueda interpretarse como un aspect~ más de ~na r~-
tendiese en su idea inhibirse por entero de las cuestiones reli v lución de izquierdas. Dalí, en la vanguardia revolucionana
gi~s~s, no podría menos de establecer algún tipo de política 1 la pintura, fue considerado sie~pre 1e der~chas, co~o
re,hg~osa. Y. au~ _cuando ~sta ~olítica no tenga, en su idea ag- .·trawinsky, en la vanguardia revoluc10nana musical, tambien
~ost~ca, el sign~ficado ~nt1rrehgioso o laico propio de algunas •ra de derechas. Quienes ven una «incoherencia» en ello es
izquierdas radicales; sm embargo la mera política de inhibi -
1 rque presuponen que la izquierda artística o musical ha de
ción agnóstica le llevaría, por ejemplo, a propugnar el laicis - ., •r consustancial con la izquierda política, y no sólo análoga a
mo de la escuela pública («la retirada del crucifijo en las au - •lla, y por ello mismo, distinta. . .
las »). Por tanto, le llevaría a tomar contacto con las corrientes Lo más frecuente es interpretar como de izqmerdas a las
heterodoxas radicales de izquierda indefinida -con Lamme- va nguardias artísticas (a los «artistas e int~lectuales» qu~ fir-
nais, con Montalanbert, y después con tantos teólogos del si- man manifiestos de protesta contra el gobierno estable~ido ),
glo XX- respecto de la doctrina tradicional, que propugnaba, 11 virtud de la circunstancia coyuntural de que esos artistas e
con el Syllabus de Pío IX, o con El liberalismo es pecado de intelectuales militan o simpatizan con alguna de las corrientes
Félix Sardá y Salvany, la doctrina del Estado confesional que de izquierda definida; pero esta interpretación no ~s suficien-
las derechas han defendido tradicionalmente. ·
te para considerar de izquierdas a tales :vangu~r1ias, porque
iempre podría ocurrir que las tendencias arusticas _de. refe-
rencia hubieran sido encabezadas, o por lo menos asimiladas
2. Las izquierdas indefinidas como izquierdas en
sentido analógico, no unívoco 1 tenamente «por la derecha». A~í, como ~bse~va Stanl,ey G.
Payne, los fu turistas de vanguardia de Mar.metti, sosteman_las
más brutales doctrinas de guerra y orgamzaron, en los anos
En consecuencia, tendremos que afirmar que las corrien- de la Primera Guerra Mundial, sus propios Fasci Politisci Fu-
tes que surgen de las diversas capas de una sociedad histórica, turisti. Payne añade: «En cuanto a las artes, en sus inicios, el
. -156-
-157 -
f., j m ilali, 1.
l,
11 :111 ,if un li n 1 , n1p l le n: ·nL L · izq ui rd , s in I finid a n
guardia.»
l 1.~ iz ui rd d finida .
L_a cuestión estriba en decidirse por la alternativa, y a vr :; l ric rio d distinción que nosotros presuponemos para
ce~ disyuntiva, sobre si las izquierdas indefinidas pueden dc li 11 , ( r a cabo la distinción no es otro sino el de la asimetría de las
mitarse desde dentro como izquierdas definidas, o bien j 1. 1 1_ iones en el momento de recibir la denominación de «iz-
definición que ellas puedan alcanzar es debida a motivos ex t¡ ,; rda» (o de derecha). La asi~etría la ~a~emos ~onsistir,en
trínsecos a la estricta naturaleza de las corrientes artís ticns , •,• : que mientras que las izqmerdas defmidas recibe? su ~e-
tecnológicas, etc. Se trata de la cuestión de si es posible habhi 11 minación de izquierda directamente (de modo pnmano),
de una música o pintura de izquierdas, de una física cuántica d(' 1,1, izquierdas indefinidas sólo pueden ser llamadas de izquier-
izquierdas, o de una música o pintura de derechas (o burgu(• ln (cuando este sentido no se mantiene en un orden puramen-
sa, a la manera como en tiempos de Mao se consideró burguct¡,1 1 , técnico) cuando toman contacto con alguna corriente de
a la música de Mozart), o de una física de derechas. Y esta cuc~ izquierda definida. Y el modo más interno de produci~se el
tión es distinta de la cuestión inversa, a saber: la cuesti 11 · ntacto será aquel cuya iniciativa corre a cargo, en su mismo
so_bre si una corriente de izquierda definida implica compro rigen, de una corriente de izquierda definida. El «realismo so-
misos con determinadas vanguardias o retaguardias artísticas, ·talista», en pintura, podría ser llamado «de izquierda» en este
m,or~les, literarias o científicas, o bien si debe declararse «ag ,· ntido y, en general, toda la cultura del agitprop. Otra cosa ~s
nostica» respecto de todas ellas. Sartre decía que es imposib.lt- 1, valoración estética de estas obras, que no por estar subordi-
hablar de calidad literaria de una novela escrita por un hom- nada a fines políticos ha de ser baja(¿ qué deberíamos decir, en
bre de derechas; en cualquier caso la literatura, como la filo- , ero caso, del Partenón o de la Capilla Sixtina?).
sofía, no puede equipararse en este punto a la música sinfóni - De las consideraciones que preceden extraemos una con-
ca, ª. la pintura o a la Geometría. Otros dirán que hay que ·lusión metodológica firme: que en el momento de proponer
considerar las artes como intrínsecamente neutrales, de suerte u na definición de las izquierdas definidas, habremos de poner
que los componentes izquierdistas de la poesía social o de h •n primer plano los criterios político,s fuertes, y ~antenerlos
música socialista hubieran de interpretarse como adventicias n constancia. Decimos esto en contra de cualqmer metodo-
a la poesía o a la música, en el fondo, como pastiches. 1 gía que pretenda, como es frecuente, utilizando la meto-
lología sociológica empírica, definir las izquierdas mezclando
riterios estrictamente políticos junto con criterios religiosos,
3. Las izquierdas indefinidas reciben la denominación , rtísticos, tecnológicos, morales, de condición social, etc. Por
de izquierda a través de las definidas, o por analogía •j emplo, acumulando rasgos tales como «dispos!ción haci~ el
[uturo», o bien, destacando el carácter «progresista» de la iz-
No parece posible establecer una separación tajante, una quierda, o bien asignando a la izquierda una_disposici~n pací-
cortadura nítida, entre las izquierdas definidas y las corrientes fica y tolerante; o bien señalando preferen~ias deporti~as,, ~e
que llamamos de izquierda indefinida. Los entretejimientos alimentación, sobre determinados persona¡es, fechas histon-
so~ tan abundantes que sería gratuito no ya negar, pero ni si- as recordadas, léxico, etc.
qmera subestimar las conexiones. Pero es preciso establecer Todos estos rasgos, globalizados por vía de mezcla empíri-
algún criterio general de distinción, si no queremos acabar a, pueden, en su conjunto, alcanzar el valor de rasgos distinti-

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~ rm;n, .p d La i-L.q ,ú rda
111J.u a v e n tcni la p r izqui rda por d r has· ¡ c, 1, hibticl i i n y e Le ticismo entre , stas, y la
lo que se trataría de demostrar es qu e es tos grupos s ci l '
1 n c n rri nt d la izquierda indefin ida, además
fuesen realmente de izquierdas, en su sentido político.
dife rentes m oáeLos de ideas y de las taxonomías empíri-
los sociólogos, fundadas en la tabulación de ciertos
o distintivos», dan lugar a la situación caótica en donde
4. Criterios para «diagnos,ticar» la izquierda definida
1 ueven todos aquellos que se consideran de izquierda o

1 1 , hablan de la izquierda. Con gran probabilidad de perm~-


. Nuestro propósito es establecer una idea de izquierda deji' 1J • • r inmersos en una confusión permanente, que será preci-
m1a~ pero «~or p~rtes». Es decir, partiendo de la izquierd:1 j n.tentar aclarar, del modo más urgente.
pnstma surgida a finales del siglo XVIII, tal como la hemos d ¡
• ntre estos rasgos distintivos merece subrayarse el com-
bujado en el c_~ítulo 2_ (co1:10 primer género generador, 0 pri l rtamiento de las corrientes de izquierda definida en cuanto a
mera ~-en~rac10n de la 1~qmerda). A partir de esta primera g(• 1,t , cilización del propio nombre de izquierdas. Se trata de una
nerac~on mtentaremos Ir demostrando cómo se constituyen iLuación en cierto modo inversa a la que advertimos en las iz-
su~es1vamente los ulteriores géneros o generaciones de la i;,,
l ierdas indefinidas: mientras que aquí hay corrientes que
qu1erda, hasta llegar a la sexta generación.
, tribuyen el nombre de izquierdas, sin ser socialmente co-
Los géneros o generaciones de izquierda definida se nos l i ntes de izquierda diferenciada, allí se da el caso i~verso, a
~ará~ sucesivamente, históricamente. Circunstancia obligada
•1: er, el de aquellas corrientes que debiendo ser co~si~erad~s
s1 se t_1e~e ~n cuenta que «las izquierdas » son también concep - · mo corrientes de izquierda definida (según los cntenos utl-
tos h1stoncos. Como en realidad también son históricos los
1izados), sin embargo no se atribuyen este nombre, o incluso_lo
estilos musicales, pictóricos, arquitectónicos o literarios: sólo
hazan (como fue el caso de Lenin respecto del bolchevis-
quien dispone de una preparación suficiente para alcanzar
1n ). Otro tanto ocurre con la derecha·: los partidos fascistas y
una comprensión histórica de un cuadro o de una sinfonía
nacionalsocialistas se resistieron casi siempre a utilizar el nom-
puede llegar a entender algo de arte pictórico o de arte musi -
1 re de derechas. A veces incluso se consideraban de izquierda,
cal (al margen de las emociones subjetivas que la obra de arte
p to, en general, no querían ser considerados ni de derechas ni
pueda hacer secretar a quien ve o escucha).
le izquierdas. Y, en la época de las democracias ~omolog_a~as
P~r lo_ demás, la sucesividad de los géneros o generaciones - tras la caída de la Unión Soviética- los partidos tradic10-
de la 12qmerda no significa que cada generación haya elimina-
nales de derecha, acaso porque efectivamente han cambia-
do a las precedentes. Como ocurre con la evolución lineal o
do sus posiciones y mantienen proyectos m~s a la izquie_rda
ramificada, de los géneros, órdenes o clases zoológi~as, tam-
que los propios partidos socialdemócratas, evitan en lo posible
poco los géneros, órdenes o clases políticas quedan necesaria-
l nombre, matizándolo a lo sumo como «centro derecha», o
mente aniquiladas por sus sucesoras.
implemente como «centro». .. .
. _Las disti~tas generaciones de la izquierda que van sobre-
Y estas consideraciones indican la necesidad de cntenos
v1v1endo, o bien se mantendrán en la forma de corrientes más
tic distintos de las propias autodenominaciones de las co-
o menos puras, o bien se mezclarán con las otras como co-
rrientes híbridas o eclécticas. rrientes o partidos.
Sin duda han existido y existen corrientes de izquierdas
-160-
-161-
¡l1 · . ' l.1111 ·n l. . d ·o 111tna i ' 11. P r ·j ·1111 lo, ·n ) ·pañ , ·11 l.1•, i,, lt: p. ña, 1 , li, 1 Jr lll el). .li 1 ln le ce rra la d I min a 1 -
el ci n p arlame ntaria l. e fc brer d .l 9 6, p r 11t\ izq ui rda/d r ha (e n d nde el p artido en el go bierno se
candidatos Izquierda Republicana (Azaña), Es qu rr. H, · ' n a la derecha y el de la oposición a la izquierda, es decir,
publicana de Catalunya (Companys) o el Partir Republi, ,1 1 1 .: partidos son de derecha o de izquierda topográfica según su
d'Esquerra (Bellvé i Pellicer) -el nombre de «izquierd. ,. , , , runtura) son traducciones que se aplican a los laboristas y a
«esquerra», vinculado a «republicano» o a «república», • ex 1 i: · nservadores (como antes se aplicaban a los whigs y a los
plicaba sin embargo como modo de diferenciar el Parcid11 f ies); en Estados Unidos se habla de demócratas y republica-
Republicano de Miguel Maura, que se alineaba con la d r(' 1, ; en Alemania de socialdemócratas y democratacristianos.
cha- . Pero, en general, la denominación «izquierda» se rn ¡ 1•::' ta circunstancia necesita una interpretación en función de la
l~zaba más bien p_ara designar a coaliciones más que a p:1 1 id a de izquierda que utilicemos.
t1dos. En las refendas elecciones de 1936 se consideraban d('
izquierdas a los candidatos del Frente Popular, en el que se j 11
tegraban, además de Izquierda Republicana y de la Unión Re
publicana de Martínez Barrios, el Partido Socialista y el Partid, 1
Comunista, también a los del Front d'Esquerres de Catalunya, 2. LA IZQUIERDA DE PRIMERA GENERACIÓN
que además de los partidos esquerra, integraba Acció Catalana ( O PRIMER GÉNERO DE IZQUIERDA): LA IZQUIERDA
(Nicolau d'Olwer), Unió Socialista (Pla i Armengol), al Parti RADICAL
do Obrero de Unificación Marxista (Maurín i Juliá), al Partil
Comunista de Catalunya (Valdés i Garriga) y al Partit Catal.'t
Proletari (Aznar y Sasera). También el Frente Nacional era con- l. Los orígenes de la izquierda de primera generación
siderado como «la Derecha», pero los partidos que integraba no
llevaban la denominación de derechas, y la propia CEDA, Con- La izquierda política prístina, aquella que constituye la
federación Española de Derechas Autónomas, era una coalición primera generación (y el primer género) de las izquierdas, es
presidida por Gil Robles, jefe del partido Acción Popular. En la la izquierda revolucionaria, la que tomó el nombre de su si-
España de la monarquía de 1978, tampoco los partidos de iz- tuación topográfica en la Asamblea francesa de 1789. Y la Re-
quierdas se denominan así, sino Partido Socialista Obrero Es- volución que esta izquierda impulsó en el terreno político es-
pañol, Partido Comunista de España, etc. (Izquierda Unida es tricto, la hemos hecho consistir precisamente en el proyecto
el nombre de una coalición, no de un partido.) de racionalización de la sociedad política francesa, organizada
Este estado de cosas sugiere que el término «izquierda» (den- egún las líneas del Antiguo Régimen, mediante su transfor-
tro de la izquierda definida) tiende a utilizarse como denomi- mación en una Nación :política republicana constituida por
nación clasificadora de partidos o corrientes, más que como ciudadanos libres e iguales, a la manera como libres e iguales
una denominación directa de estos partidos o de estas co;rien- en su género eran las moléculas en las que se hacía consistir el
tes. Más aún, las denominaciones de izquierda, sea como deno- gas contenido en un «volumen molecular». Fue la Nación po-
minación de partidos, sea como denominación clasificadora de lítica la que «fabricó» a sus átomos racionales, al atribuirles
segundo orden, tiene, como espacio propio, la Europa conti- us derechos, transformando a los hombres en ciudadanos.
nental, y dentrn de ella la Europa de tradición católica (Fran- Pero sin perder nunca el punto de vista de la humanidad glo-

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bcJ q t.1 ' habiL be la 'l'i rra: un ,rni í 11 1 1, A ( d 'lllÍ,t d,·
I1a I' ·1 C1 li ·a uiv ·rsal. ' J, · 1, "
iencias d Parí (en la que figuraban Lagran , Lapl :11·,·, r r n , la in ·urr ··i ' r d l LO d ag to de 1. 792 , q u
Monge y Condorcet) propuso en 1792, con la preten i ' l) d, · ,11, fin a la m narquía, ni apoyaron a la Convención (como
1
establecer urbi et orbe un sistema universal de m edida , q 11 l' 1 ntantes de la Nación) a la que oponían la Comuna. ~e
1

se tomase como referencia una longitud dada en función d('I 1' 11·í : provocaron el asalto de los sans-culottes a la _C?nvenc_10n
globo terráqueo: el cuarto de meridiano, cuya diezmillon ~si \ 1 <le may o a 2 de junio de 1793) y ello determ1?0 su ruma.
1 ,U, r nta y un girondinos fueron condenados y eiecutados en
ma parte sirvió para definir el metro, adoptado el 21 de scp
tiembre de 1792. 11 ruillotina, otros, como Petión y Roland, huyeron a las pro-
Las «partes anatómicas» del reino de Francia - nobleza, ¡n ias intentando mantener la agitación federalista. (¿ Quién
e acuerda, a propósito de estos acontecimientos, de la Es-
clero, estado llano- desaparecieron como tales, resolviénd (, 11
\ ,1¡ a de 2003, en la que tantos izquierdistas quieren abrirse al
se en sus elementos (los ciudadanos). Un proceso que tUV(1 1

dos momentos críticos: el primero, el 17 de junio de 1789, ,


11 111
do pidiendo una federación de los departame:1-tos o de
cuando el Tercer estado, considerando que representaba al ),, • autonomías, en nombre de una Europa de las reg10nes y de
1 i pueblos, y sin olvidarse de fomentar los patois o incluso de
96% de la Nación, se declaró constituido como representantt·
de la Nación francesa y tomó el nombre de Asamblea Nació inve ntarlos?) ..
nal; el segundo, diez días después, el 27 de junio, cuando el La izquierda radical revolucionaria vendrá, pues, defimda
rey ordenó que la minoría del clero y la mayoría de la noble-
- y esto es lo que nos interesa principalmente subrayar-
. 1110 tal izquierda a 'través precisamente del Estado, de un
za, que se mantenían separados, se reunieran en la Asamblea.
El senador Bailly, al recibir. a los diputados del clero y de la , cado organizado según el Antiguo Régimen, que tra~a de
Lransformarse en un estado nacional nuevo . Las «soc1eda-
nobl_eza dijo: «La familia está completa.» Era el mismo Bailly,
presidente del Tercer estado, que cuando una vez constituida l s populares» inspiradas por los jacobinos_, llegaro~ a tener
• arenta y ocho secciones en París, y do~ 11111 en el rem~, Y, se
la Asamblea Nacional el 17 de junio, ésta recibió el 23 de junio 1

una orden de disolución del rey, respondió al mensajero: «Yo 1


n.antuvieron muy disciplinadas. Se ha dicho qu~ cons,utu~an
Estado organizado dentro del estado frances, mas bien
no puedo disolver la Asamblea sin que ella haya deliberado.» 111
Y dirigiéndose a los diputados les dijo: «Me parece que la Na- esorganizado en el periodo de la Constituy e~te. _ ..
Pero la nueva Nación republicana, una e md1v1s1ble (cu-
ción reunida en asamblea no puede recibir órdenes.»
os límites venían dados por herencia histórica), aparece ne-
No todos, sin embargo, entendieron el proyecto revolu-
·esariamente envuelta por otras sociedades políticas. Y en
ci~nario de transformación racional del Antiguo Régimen de]
mismo modo, el modo que nosotros denominamos el «modo llas, dada la irregular estructura de cada uno de sus recintos
de la holización»: los girondinos (reclutados sobre todo entre internos, los individuos, aun cuando había que suponerles na-
la burguesía ilustrada, y dirigidos por Brissot) partiendo del idos libres e iguales (eran los Derechos del Hombre) se man-
Antiguo Régimen, no querían llevar la racionalización hasta te nían en situación de desigualdad o de servidumbre, lo que
los individuos, como átomos racionales de una Nación, una e daba lugar a turbulencias tan intensas y presiones tan fuer~es
indivisible, al modo de los jacobin~s, sino que querían mante- obre la Nación política emergente que amenazaban su m~s-
ma existencia. Y todo esto significa que la situación histónca
ner como unidades los departamentos. De ahí su federalismo
del «recinto» del reino en el que está ensayándose la racionali-
que, a la vez -al atenuarse las fronteras nacionales- les hacía

-165-
-164 -
z, i n r v lu i n, n r ui r t nib i"n L .mpli. i ' ll l · l·:,., ¡ , ,o n •j 1 1 an i<no » a · pta la · m Li fi a i n _q u ' l
racionalización a las ociedades p olítica «env l vente y , IIH ' I" n ta (e tá ba tantc extendida, entre polit~logos liberta-
nazantes ». \¡ , franc se , la interp retación del bonapartismo co~? un
,;J' del proceso revolucionario hacia la d erecha más i~,icua;
1
.' I , interpretación sólo puede apoyarse en una co~ce~cion de
2. La racionalización «en recinto cerrado» [ 1 recha y de la izquierda basada en destacar el entena de los
11
1
, s abstractos, cuasietológicos, a los que ya hemos hecho
La revolución racionalizadora no podía sostener su des.1 11
•nción). El Consejo se le opone, sin embargo. Pero el gene-
rrollo manteniéndose en su propio recinto, si éste se mantení.1 ,, [ Leclerc lo disuelve con un batallón de granaderos. Nap~-
sometido a la presión creciente que sobre él ejercían los esta 1 , ' n Bonaparte es nombrado Primer Cónsul, y poco despu~s
dos o imperios del Antiguo Régimen que lo envolvían. ; ' nsul vitalicio. El día 13 de diciembre de 1799, la Constl-
No podemos detenernos aquí en la exposición, aún :1 l u i.ón del año VIII es sometida a la sanción del pueblo, Y es
grandes rasgos, de la trayectoria en zigzag que tuvo que de:; , ¡ robada por 3.011.107 sufragios a favor, contra 1.567 en
cribir la Revolución para establecer la libertad y la igualdad • ntra. Es proclamada el 24 de diciembre. . .
entre los ciudadanos. La política racionalizadora de la iguala La Constitución del año VIII (en la cual, por cierto, se ms-
ción de los ciudadanos implicaba la imposición del franc és l iraría la Constitución de Bayona de 1809, impuestayor Na-
como lengua revolucionaria, así como también de un nuev1, ! león a la España de José I) supone un refo:za~mento del
sistema de pesos, medidas y monedas, que arrasaba el caos d(' l~ tado como única manera de sostener las pnncipales c_on-
pesos, medidas y monedas de las diferentes comarcas y regio- uistas de la Revolución, aun cediendo muchas «formalida-
nes, la consecución del sufragio universal con los recortes 1 s» democráticas: el Cónsul nombra a los ministros Y a los
censitarios (para las primarias, y para las elecciones de segun - miembros del Consejo de Estado, que preparan las leyes, que
do grado), la eliminación progresiva de privilegios aristocrá- ontroladas por el Tribunado serán presentadas ª. ~n c~erpo
ticos, etc. legislativo de trescientos diputados. Un Senad~ r~t1hcara, _mo-
Pero la racionalización (holización) revolucionaria «en dificará O anulará las propuestas de ley, y elegira a los mien_i-
recinto cerrado», dada la presión exterior, no se podía mante- bros del Tribunado y a los del cuerpo legisl~tivo . E_l sufragio
ner. Tras las incursiones del Directorio, y en especial de Bona- erá universal, pero a través de un complicado ~ist~ma de
parte, por Europa, por Egipto, etcétera, se hacía preciso reorga- lecciones debido a Sieyes (los electores de los distritos n~
nizar el «interior del recinto» de un modo más estructurado. elegían di;ectamente a los func_ionarios pú~l~cos, sino al déci-
Aquí ven algunos la derrota del proyecto revolucionario, y la mo de ellos, a fin de formar la lista de notabilidad co~u~al, de
restauración del antiguo absolutismo; pero ésta es una visión la cual el ejecutivo designaba a los funcionarios de distnto; los
muy parcial y miope. Las «moléculas » libres e iguales, los ciu- ciudadanos de la notabilidad comunal entresacaban de su
dadanos, no podían seguir moviéndose de un modo caótico. eno otro décimo, para fon:nar la lista departamental y así lle-
Era imprescindible ordenar sus movimientos. gar hasta la lista nacional).
Y este «clamor popular» hizo posible que el 9 de noviem- Queremos subrayar que, por muy «reaccionaria» _que l~s
bre de 1799, el 18 brumario, Napoleón Bonaparte, que había más exaltados considerasen esta ley electoral, su distancia
sido nombrado comandante del ejército de París, lograse que con la del Antiguo Régimen seguía siendo diametral, y en

-166- - 167 -
11
d al un p dr (a afirmar qu lla qui v::tlía a un r e ni ( ,
1
1¡t 1 • 1, ' h i j , r, <1 "n rar su l , [j zad r n ! I á n-
·• l ·1-i
al p oder absoluto del Antiguo R égimen. Acaso qu daba abit·i 1 i¡ , r v Ju i inri , apli ándo los según sus peculiare ne-
to el paso para otros poderes aún más terribles. , .'i ad s y posibilidades.
P r ejemplo, ya en la época del Directorio, en 1798, los
,1u ve cantones suizos adictos a la Constitución unitaria (Zu-
3. La consolidación del proyecto de la izquierda a 1 i ·h, Berna, Lucerna, Lehman, etc.) recibieron una profunda
través de Napoleón Bonaparte
i I Lfiuencia de la Revolución, ante la presión de las bayonetas
¡ , ncesas (aunque los cantones de las altas montañas, corno
Pod_ría también interpretarse la fortificación del Estado ri o U nterwalden, se indignaron ante aquellos advenedizos
acometida po_r N a~ole_~n como un giro metódico que el pro- u pretendían darles lecciones de libertad y de igualdad). En
1
yecto de rac1onahzac1on revolucionaria tuvo que adoptar 1 , viera, Maximiliano José, a través de su ministro Mont Ge-
para poder extender la Revolución, ya que no inmediatamen - la , recibió una gran influencia de los principios revoluciona-
te a la Humanidad (como querían los girondinos), sí comen - l i s, y calcó la Constitución de Westfalia, que a su vez estaba
zando por Europa, único camino no enteramente utópico 111 oldeada en la Constitución imperial. En Baden, Francfort,
que Napoleón tuvo ante su vista.
Varsovia, «reinaba» el Código francés, como en Holanda,o en
~~demos interpretar de este modo a Napoleón-ese «ma- 1 rtugal, o en la España de José I. También en Italia o en Bél-
temat1co e~~lenque», como lo veían al principio sus generales; gica. El Congreso Nacional de Bruselas de 1831 aprobó una
un matemat1co que conversaba en el Instituto con un Lagran- onstitución basada en los principios de la Revolución fran-
ge, con un Monge, con un Laplace, con un Cabanis o con un . sa: en su cabecera figuraban las libertades de prensa, cultos,
Dest~tt ~e- Tracy-_ como el «instrumento» a través del cual nseñanza y asociación.
los pnnc1p10s rac10nales de la Revolución, asentándose sobre
un Est_ado fuerte, y bajo la hegemonía de Francia, podían
con~ohdar su proyecto de ampliación fuera de sus fronteras, 4. El final de Napoleón y la incubación de nuevas
dernba~do las monarquías absolutas europeas que rodeaban corrientes de izquierdas
a la Nación política emergente.
En t_res años ~1800-1803) una comisión nombrada por La presión sobre el «recinto» revolucionario inicial, ejer-
Napoleon (Portahs, Mallevill, etc.) redactó un nuevo cuerpo ida por la reacción de las potencias del Antiguo Régimen
legal, adoptado en 1804 por el cuerpo legislativo. En 1807 (Inglaterra, Austria, Rusia ... ) fue demasiado intensa y sosteni-
el nuevo Código Civil recibirá el nombre de «Código de Na~ da. Después de Waterloo (18 de junio de 1815) Napoleón ab-
poleón».
dica por segunda vez (22 de junio). Luis XVIII vuelve al tro-
El Imperio de Napoleón, no por efímero, fue menos in- no, como siguiendo sin solución de continuidad un reinado
fluyente, ~n E~ropa y en la América hispana. Puede decirse «interrumpido» durante unos años. La monarquía se resta-
que contnbuyo a l~s metamorfosis del Antiguo Régimen vi- blece en Francia, y con ella el desarrollo de grandes empresas
gente :n tantas ~oc1e~ades en u_n régimen más racional; lo que industriales, financieras y comerciales, muchas veces de signo
no sena concebible s1 estas sociedades no hubieran alcanzado colonial (expediciones a A.frica y toma de Argel, el 4 de julio
ya un grado de desarrollo social, económico y filosófico tal de 1830). Y, correlativamente, va formándose un proletariado

-168- -169-
adG z rná ¡ r li 1< p qu ·n t.1 di., L. e· lu ci n de la i.zquicrd a de prim era ge neració n
con tituirá la extrema izquierda.
En esta época es cuando (si aceptásemos las tesi d Rn ¿ q ué e de la izquierda prístina una vez que se extinguió
mond Aron, en su ya antigua obra El opio de los intele L1,1,1 r ión bonapartista? .
les, París, 1955) la izquierda francesa se habría ido forrn . 11 ¡ lay que tener en cuenta que, en todo cas~, cuando n~s si-
do como tal, pero más bien a título de «mito retrospectivo .. 111 ai en la perspectiva de la izquierda prístma revoluciona-
(como una nebulosa ideológica, diríamos por nuestra p art(·) 1; tructurada en torno al Estado-nación, podrí~mos ~ablar
que servía para englobar a la oposición (de la Restauraci , 11) 11, vez llevadas a cabo sus principales construcciones mte~-
constituida por girondinos, jacobinos y bonapartistas super il , , d urante la década de 1789 a 1799) de una evolución propia

vivientes, que se sentían herederos de 1789 -de la «viej a .ÍY, 1 , •us principios según dos versiones principales:

quierda», o izquierda prístina-. Según Aron la unidad d(· (a) La versión bonapartista, de la que hemos hablado, ~,ue
esta izquierda habría de ser considerada mítica, porque n11 •¡1 L nderíamos como la forma que hubo de tomar la revolucion,

respondía a una realidad electoral. Sin duda Aron tiene razón q yada en la plataforma del Estado-nación, para defenderse de
en este punto; pero no podemos entrar aquí en el análisis d1· 1 >. nemigos que la rodeaban y para poder «abrir brecha» en

las numerosas afirmaciones que se acumulan en su libro. ,¡1 • Según esto, la línea bonapartista no sería meramente u~a
La segunda República, proclamada el 24 de febrero de 1848, iilfl xión contrarrevolucionaria, una mera vuelta al absolutis-
volvió a reconocer, el 2 de marzo, el sufragio universal. Des- m , a la restauración del Trono y del Altar. Sería la forma - la
pués vinieron las insurrecciones de junio, la constitución repu - 1 )rma del Imperio- que la revolución tuvo que adoptar p~ra
. istir los embates exteriores y para multiplicarse en el exterior.
blicana del 12 de noviembre de 1848, el nombramiento de Luis 1
Napoleón como presidente de la República, en las elecciones 1".[ trono que instauró Napoleón era constitucional, y el altar
del 10 de diciembre (5.562.834 sufragios). Su golpe de Estado, 1e él respetó era un altar concordado con Pío VII.
1
el 2 de diciembre de 1851, disolvió la Asamblea y proclamó una (6) La versión radical, que podría verse como la evol_~-
nueva Constitución (14 de enero de 1852) que reproducía en lo ·i , 0 natural de la izquierda prístina, una vez que cam~i,o,
esencial la Constitución del año VIII. Un «senadoconsulto» de ro gracias al bonapartismo, el sign~ y la_forma de la presio~
1
7 de noviembre de 1852 restableció la dignidad imperial en fa - • ' terior y de la interior. Ahora la izqmerda se re~uperara
vor de Luis Napoleón. Y tras un plebiscito muy favorable, el 2 ,
0 1110
núcleo de la República radical, que y a no admite en~re
de diciembre de 1852, aniversario de Austerlitz y de la corona- •us instituciones ni el Trono ni el Altar. En torno a Sedan cns-
ción de Napoleón I, Luis Napoleón fue proclamado empera- , lizó el Partido Radical, en el «Programa de Belleville» (obra
dor como Napoleón III. El bonapartismo, evolución de la re- le Gambetta), publicado en 1869. El término «r~~ical» ~e
volución de 1789, seguía viviendo, hasta que Bismarck, en utilizaba para no decir «republicano», término prohibid~ b_ªJº
Sedan, volvió a destruirlo, como cincuenta años antes Welling- Napoleón III. Este programa inspiraría la Tercera Repubhca,
ton, en Waterloo, había destruido al emperador Napoléon I. •uya Constitución se estableció después de ~e~an, en 1875.
La Comuna de París (18 de marzo a 28 de mayo de 1871) Cabe afirmar que es en la Tercera Repubhc~ en ~onde la
desvelará hasta qué punto podría rebasar una revolución po- izquierda prístina de primera generación, c~mo izqmerda ra-
pular a la revolución de los republicanos o de los imperiales dical, encuentra su continuidad más aproximada, frente a las
bonapartistas. tras izquierdas que habrían ido ya organizándose. Se trata de

-170- - 171-
un i'.l u i rd r p 1 ¡; a ¡ .
d e1 E tad
,
· ':· Yc1 . • ( pcr i ' n d bJ 1°-. ,1 1
º'. con tendencia ant1clerica1 . « 1 .· . /1.. 7, ñ:1, q u d mp rí n la und - R. pú li a pañ -
ah1 el enemigo » dec' G b · eu ali rn o, 11.. l 1 ·:irt ra m inist r.ial , y aun la misma p re idencia, pu ed e
, 1a am etta) q 61 .
progresivo sobre la renta ( . fl' ue_esta . e~e el imp u<·s111 1 11 id rarse com o la m ás pura representación de la línea
• por 111 uencia soc 1 ) ·
ye e1eJército p ermanente T . ia ista y susc11 t1 · lutiva de esta izquierda republicana procedente de la pri-
ber podido recoger el espiri~: mde1 1Gc1as:6Clemenceau crey , 11.1 J1 1 'ra o-eneración de la izquierda, de una izquierda liberal
S f · . am etta. il i tante tanto de la derecha liberal republicana (Niceto Al-
u rag10 umversal, sin duda ero ,
Las mujeres francesas sól 1 ' p , solo para los varorn·., . t·•d: Zamora, Miguel Maura) como del socialismo radical
, .
R epubhca, o a canzanan el vot 1 C
en la Francia d 1940 1 o con a u ·~r 1.1 1u suscribió el Pacto de San Sebastián (Marcelino Do min-
e ' con e general De Gaulle. i' Alvaro de Albornoz). La República fue el rótulo que
n ,[utinó a las izquierdas españolas en 1931 (con excepción
1 ·l grupo de la derecha liberal, y de los nacionalistas vascos
6. La evolución de la izquierda radical de .
generación, fuera de Francia primera atalanes de derechas).
Pero la izquierda, mayoritariamente, entendía la República
Esta izquierda republicana o iz . d . ,il modo de la tradición prístina, como República referida a la
de la izquierda prístina p ' 1 , q.mer a radical, hereder.t Nación española, es decir, como transformación de la Mo-
renapo eomca s .
gunas pinceladas socialista d. ' . e mantiene, con al narquía española en «República de trabajadores de todas las
s, con iversa 111te 'd d .
na1mente llega a obtener al , b. ns1 a 'y ocasw lases». A los cuatro días de la proclamación de la Segunda Re-
rioso en este contexto· lgfun ~o ier:1º·. Como recuerdo cu 1 ública, el 18 de abril de 1931, tres ministros del gobierno pro-
., · e asc1smo 1tahan •d
tam 6ien, en parte herede d l R . o se consi eraba visional - Marcelino Domingo, Nicolau d'Olwer y Fernando
' ro e a evolu , f
de Felice~ 1l fascismo, 1970). c10n rancesa (Renzo de los Ríos- lograron, en Barcelona, sustituir el nombre de
No solo en Francia también e I J' «Gobierno de la República Catalana» de Macia, por el de «Go-
izquierda radical estuvo' ndta ia, frente a Cavour, la bierno de la Generalidad de Cataluña». La fecha de apertura de
representa a p G · 1· •
se celebró en 19 14 C . or 10 1tti; en Roma las Cortes Constituyentes que salieron de las elecciones de 28
_ . un ongreso Radical.
En Espana la izquierda republicana alcanzó el de junio de 1931, se hizo coincidir con el 14 de julio, en el que la
que de modo efímero . l p . poder, aun - República francesa conmemoraba la toma de la Bastilla. ¿No
' en a nmera Re ' 61 '
ralmente continuó su t d . pu ICa, aunque natu~ había sonado y a La Marsellesa por las calles de Madrid y Bar-
en encia durant 1 .,
Alfonso XII El d' 1. e a restaurac10n de celona el día 14 de abril de 1931?
· ra ica 1smo d Al · d
público al comentar en 1 e eian ro Lerroux se hizo También es cierto que, al igual que ocurrió en Francia, la
1909 (más tarde despt1 ' e dParlament~ ~os sucesos de julio de unidad de las izquierdas derivaba más bien de una solidaridad
baros» en 1923 ' · 1· es, el su panegin co ª 1os «Jovenes
·,
bár- antimonárquica que de una armonía interna. Tan pronto ·como
111
' se me º a moderantismo l ·b· •
En la reunión que lo . Y a posi ihsmo). se proclamó la República, las diferencias en el «bloque soli-
s repu 611canos es - 1 16
San Sebastián el 17 d d pano es ce e raron en dario» vuelven a aflorar con fuerza. Decididamente hay que
e agosto e 1930 1
llamado Pacto de San Seb . , f' ' en a que se acordó el decir que la unidad de la izquierda era un mito en la Espa-
. astian iguraba Al'
pubhcana, AleJ·andro L ' n, como 1anza Re- ña republicana. El 2 de julio de 1931 leemos en Solidaridad
. erroux y Manuel A - (
presidiendo un grupo d . d ., zana que venía Obrera (periódico oficial de la CNT): «Desde ahora, sabe-
enom111a o Acc10n Republicana).
mos que las Cortes Constituyentes están contra el pueblo.
-172-
-173-
' · ·cJ· , b r,il 1 , · l·h, b t'p c % 1.'li 1t111,inu I L " U, (' 11 ( 11ju11 t v lutiv 1· l. ª , ·n ·r, j n d l izqui rd a, _un a
Lr la r·t n tituy nce y la N T. »
1 1,d ·,, i, qu ~fu al n,á queuna «corriente de nrocam1e~1-
La~ alia~nas coyunturales que vuelven a p ro lamar e rn
1 , m r fiero al bonapartismo), porque significó la fluencia,
tre las 1zqmerdas (Fre_nte Popular, UHP, elecciones d e 19 (,)
11 1~ paña principalmente, de una nueva corriente de izquier-
no logran borrar las diferencias, incluso las exacerban. N'I'
, 1 1, , aber, lo que en la historia política se llama liberalismo.
FAI a_p~yan la República sólo como medio para instaurar t·I
colectivismo o el anarquismo; los sindicalistas sólo se intcr('
sa~ por la República en tanto sea un instrumento de los «tr:i
. Corrientes de primera generación que evolucionan
baiadores de todas las clases» para 1a lucha contra la patron:il;
por vía distinta de la segunda generación
tampoco los comunistas ven en la República otra cosa gu('
~na plataform~ que les permita aproximarse al internacion:i a primera generación de la izquierda, una vez consuma-
lismo p_rol~tano. Y los separatistas del Estat Catala son, en C'I !, la metamorfosis del Reino del Antiguo Régimen en la Na-
fondo, md1ferentes a que en España haya República Mo .
, 1 R 'blº O nai 1•i fo francesa, en cuanto Nación política, evolucionó, según el
qma: a epu 1ca es para ellos sólo una ocasión para poder
, •quema expuesto en el párrafo anterior, siguiendo las ~~s lí-
segrega~se de España y constituir una República Catalana In-
dependiente. 1, •a políticas principales a las que hemos hecho menci~n: la
linea bonapartista, ocupada en reforzar al Estado nacional
• ntralista como plataforma para poder defenderse de los ata-
l u es de otros reinos y para poder conformarlos a ~u ~ez
· mo Estados nacionales, y la línea radical, ocupada mas bien

3. LA IZQUIERDA DE LA SEGUNDA GENERACIÓN


:1
•n profundizar, hacia dentro, a la Repúb~ica, _e n antimonar-
l uismo y el laicismo, lindante con el anuclencalismo.
( O SEGUNDO GÉNERO DE IZQUIERDA):
LA IZQUIERDA LIBERAL .

3. Los «afrancesados>> como representantes españoles


de la primera generación de la izquierda
1. Origen de la segunda generación de la izquierda
Ahora bien: el bonapartismo entró en España con los ejér-
. El co~cepto de izquierda de segunda generación es necesa- itos de Napoleón, desalojó a los reyes barbones (teóricamen-
no, en pnmer lugar, por razones sistemáticas, para dar cuenta
t absolutos) y los sustituyó por un rey «constitucional», su
de _un tramo ?e la dialéctica evolutiva (o histórica) de la iz-
hermano José; constitucional al menos porque estab~ integr~-
~Uierd~ ~e pnmera generación (nos permitimos advertir que, do en la Constitución de Bayona de 1809 que, por cierto, d1-
si no _utilizamos coordenadas similares a las que ofrecemos en
st fícilmente podría considerarse como democrática; era una
e e libro, es_ta_ segunda generación de izquierda no encuentra
onstitución, como se ha dicho, más próxima a un Estatu-
un l~gar defmido Y queda confundida o reabsorbida en otras to establecido por una asamblea ad hoc, de ciento cincuenta
cornentes de izquierdas).
miembros, que presidió Miguel de Azanza, y que se organizó
En segundo lugar, no menos importante, para recoger, en egún el sistema de la representación orgánica: cincuenta re-
-174-
-175-
pr ~ ' nl,IJ L " d Ir n bl •:¿ , 111 t 1 •; tacl l .i I i, i11 1(• 111 ,
1 k u .... ,·ill :1s y ort ·s d '< di z
d l p u blo. La n ti tuci ' n d Bay na refl j . ba mu h. • c11
sas de la Constitución del aüo VIII.
12 vid nte qu l afrance ado , sin p erjuicio de sus ideas
Sin embargo, el bonapartismo espaüol, el «partido j sd i
1
ñ listas y p atrió ticas, eran a la vez, y paradójicame~te,
no», l~s «atr~ncesados», representaban en España las posi ¡,,
il, b racionistas, y el simple hecho de aceptar una Constitu-
nes mas proximas a la vanguardia de la izquierda ilustrada: cra11
¡ o. y una Monarquía impuesta los convertía, con razón, en
las posiciones de Juan Antonio Llorente, de Juan Melénck,
1,·aid res de lesa Patria. Por ello no podrían menos de enfren-
Valdés, de Juan Sempere y Guarinos, de Leandro Fernández d,·
1, 1· a muerte con los patriotas genuinos, que son los que
M?ratín, de Jav~er de Burgos, de Diego Clemencín, de J s,·
, 11, ntenían la guerra contra el invasor. Pero en modo alguno
Gomez Hermosilla o de Francisco de Goya.
1 patriotas constituían una unidad política positiva; porque
Los afrancesados, frente al Antiguo Régimen de los Bo r
•ntre los patriotas figuraban, desde luego, los defensores del
b?nes, representaban sin duda a la izquierda política, p en,
1 tiruo Régimen, que disociaban por completo la guerra con-
distaban mucho de ser antiespaüolistas. En este sentido había
11·, N apoleón de cualquier tipo de revolución polít!ca contra
mucho d_e ~erdad en el Examen de los delitos de infidelidad
l rey absoluto. Pero figuraban también los patnotas ~ue,
a la_~atrza imputados a los españoles sometidos bajo la domi
11 anteniendo la guerra contra los invasores, veían la necesid_ad
naczon francesa, que publicó en Madrid en 1842 (antes, en
1 una revolución, y no por mero mimetismo de las Ideas p-
1816, se había publicado en Auch) el cura sevillano y afran
. binas o girondinas, sino porque desde el propio interior, ya
cesado Félix José Reinoso. ¿Acaso los ministros de José I no
,n duro, habían llegado a la convicción de que el Rég~men
elevaron a su rey un escrito, el 2 de agosto de 1808, en el quL'
Antiguo tenía que desaparecer. Y propu~i~ron este camb10 _no
recha~aban los _proyectos de Napoleón para incorporar a
,a «disfrazados de romano» -como hicieron los revoluc10-
Francia, a camb10 de cesar la guerra, las provincias del norte
n rios franceses (tribunos, cónsules, etcétera)- sino «disfra-
de Esp~üa? Estos ministros, y los afrancesados en general,
1,ados de medievales» (recordando a las Cortes de Castilla o al
defe~dian, por tanto, la integridad nacional, sin perjuicio de
1:uero Juzgo).
sus simpatías y deseos de amistad con Francia. Los afrance-
Marx expresó estas diferencias en una frase célebre pero
sados representaban en suma una alternativa política de iz-
ue sólo contextualizada puede hoy mantenerse: «En las gue-
quierda bien definida, en cuanto al parámetro del Estado. Y
rrillas, fuerzas sin Ideas; en Cádiz, Ideas sin fu erza. » Nue~tra
reconocer esta paradoja - el espaüolismo de los afrancesa-
ntextualización, para encontrar un fondo de verdad al qma~-
~o~- no tie~~ nada que ver con la reivindicación de sus po-
rno de Marx, transformaría la frase en esta otra: «En las guern-
sic10nes pohticas, frente a la política de la Junta Centra l,
11as fuerza con Ideas del Antiguo Régimen; en Cádiz, Ideas re-
como algunos han parecido insinuar (M. Artola, Los afrance-
vol~cionarias sin poder militar propio» (¿ acaso no era también
sados, Tur~er, 1:fadrid, 1976). Los afrancesados, sin perjuicio
n Cádiz donde se publicaban, en aquellos años, los «pen-
de ser «de izqmerdas», eran «colaboracionistas» y en su co-
yuntura, traidores. amientos de los guerrilleros » como la España vindicada o el
Preservativo contra la irreligión al que ya nos hemos referido?)
La dialéctica era más profunda: la fuerza de las ideas de los
doceañistas, la fuerza que éstos podían utilizar para llevar ade-
lante sus fines, era precisamente la fuerza de la reacción contra
-176-
-177-
l. . r V lu i 11 , 1. ru ·rz , 1 q 1i ' 11 11 p I'q u . < I' ' i ·r. 1! d,·
ideas, sino p rgue mantenían las idca pr pias e! J q L1 l. l1i,, J 1 N,l i ' 1 (. r í ul ). lvar 1-' l ' r z) Lrada, n laM ,n n~a
toriografía conoce corn o «pensamiento reaccionari ~: l.1•, nta ión d un proyecto de onstitución (1809) habia
ideas ya desplegadas en los seis volúmenes de la Falsa h Lo ,., lara mcnte que, supues ta la soberanía de las Cortes, se-
(1774-1776) del fraile jerónimo gaditano Fernando Zevall s , , 1 11 un rimen de Estado llamar al rey Soberano. . ,.
las ideas defendidas en la España vindicada (Cádiz 1811 ) d<' E e es lo qu e obliga a reconocer que la izqmerda pohtica
't ' ll I ina de España hay que buscarla no tanto e?, los afrance-
José Joaquín Colón, o en el Preservativo contra La irreLigiou
(Cádiz 1811), ya citado, de fray Rafael Vélez. 1 [ (por cuanto de hecho sometían a la Nac10n a una po-
1 •11 ·ia extranjera) cuanto en los liberales.
s liberales, sin perjuicio de su alianza en la guerra con
5. La Nación política española y los liberales ¡ : •erviles (¿ no habría que poner, en el origen de est_as _de~~-
111 i naciones políticas que se _acuñan en España, la dis~mci~n

Lo que ocurría era, por tanto, un proceso mucho más com ¡ 1ad icional entre las «artes liberales » y las «artes serviles»•),
plejo, porque quienes mantenían, en cualquier caso, la necesi ¡ ,raron formular una Constitución que en modo alguno fue
1111 aleo mimético de la francesa originaria. Por de ~ron:º' no
dad de la guerra contra el invasor no sólo eran los reaccionari s
(que se oponían frontalmente a la revolución, y a veces lucha- 1•rrocaba ni el trono ni el altar, y en esto se parecia mas a la
ban contra Napoleón como encarnación del Anticristo) sino ; nstitución de Bayona. Pero retiraba la soberanía al m~nar-
también los transformadores (revolucionarios) más o meno.~ ·,, y la ponía en la Nación; y se dista~ci~ba del altar a~tiguo,
radicales (desde J ovellanos o Inguanzo, hasta Argüelles o Mu - [¡ olviendo instituciones tan caractensticas como el tnbunal
ñoz Torrero). Revolucionarios que, inmersos en la evolución 1 la Inquisición y el voto de Santiago (institu_ciones que, por
interna de las nuevas clases emergentes (empresarios, comer- tro lado, habían perdido ya hacía muchos ano_s la fuerza de
ciantes de Cádiz, entre otros), veían como inseparables la gue- : us mejores tiempos: por ello pudieron ser ª?olidas).
rra y la transformación de España. De aquí que el enfrentamiento entre los hb~rales y los ser-
El caso de Jovellanos es del mayor interés para el análisis viles se mantuviera, con predominios alternativos de uno~ u
de la metamorfosis del Antiguo Régimen en la Nación políti- eros (la «ominosa década»). Don Modesto Laf~ente descnbe
ca española (hemos analizado más en detalle el caso de J ove- 1 este modo la situación, cuarenta años despues:
llanos en nuestro artículo «En torno al concepto de "izquier- «Atroces y horribles fueron sin embargo la~ c~nsecuen-
da política"», EL Basilisco, n. 0 29, 2001). Es decir, mantenían ·ias del momentáneo destronamiento del 11 de Jumo (1_823).
posiciones claramente definidas de izquierda, de una izquier- /\sióse a él con avidez la reacción [...] Levántase en Sevilla la
da patriótica, y definidas también con el parámetro de la Na- lesenfrenada plebe, apenas han salido los diputado_s, y al son
ción política. l. e las campanas que tocan especie de rebato, y al rmdo de sal-
Eran las posiciones que culminaron en la Constitución de vaje vocinglería, roba, saquea, maltrata, destruye, se ceba en
1812, en la que precisamente se definió, en su artículo 1, la personas y objetos, en todo lo que simboliza o rep~esenta la
Nación española como conjunto de los individuos españoles libertad, que muestra aborrecer d~ c?ra~~n. En c~en ot~os
que viven en ambos hemisferíos (es decir, lo que hemos llama- pueblos, en mil otras localidades, a i~itacion de Sevilla, el~~-
do la racionalización por holización) y atribuye la soberanía a norante y ciego vulgo, al estúpido grito de «¡muera la naczon
y v ivan las cadenas!» persigue, atropella, golpea brutalmente,
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ni ¡ rl'.'cl l , 1 l rn ¡ ri in •l ~ . _ n nt x l q1 L v r L~ ~~
cl p j, d u bi 11 , n ar l. y a in . n fr n ' ti e • 11.1
, , d ura i ' n de una cla m dia acostumbrad a a con".·1vu
lo liberales y sus inocentes familia . Frailes y cléri fan . 1i 11
n pu blos muy diversos, a d esplegar virtud~s de generosida~
c?s fom:ntan este vértigo, y profanando su sagrado mini.stc 1ib ralidad »), y aún a separar las artes serviles de las artes li-
no predican la venganza y el exterminio de la raza lib ra1 .1
1 rales. (Datos históricos de gran interés en L~ore~s, «Sob,r~ la
una muchedumbre que no necesita ser excitada para comcu·,
,\\ arición de los liberales », en Literatura, historia Y politica,
todo género de repugnantes crueldades.» (Historia General
I; vista de Occidente, Madrid 1967.)
de España, Madrid 1866, tomo 29, págs. 310-311.)
No es extraño que el concepto de liberalismo: acuñado en
En todo caso, en España no hubo, salvo transitoriamentt'.
ádi z como concepto político, llegase a ser acogido en Ingla-
una izqui_e:da bonapartista, que desapareció con Napoleón j
L rra; a mediados del siglo XIX John Russell, en una carta a ~a
y ~o volvio a_reapar_ecer, como ocurrió en Francia, con Napo
r ina Victoria, se refiere a los w higs como liberal party. Un lt-
leon III (~,sise qmere, con la llamada «izquierda imperial i ,
ralismo más «político» que social. . .
que acau~illó e~ Fra~ciaJerónimo Bonaparte). Tampoco hubo y tampoco tiene nada de extraño que los hber~les, a me11-
e? Espana una izqmerda radical republicana, como en Fran
a que fueron definiéndose las_ nuevas g~nerac1~~es de iz-
cia (no es fácil c_lasificar las posiciones de Riego: ¿era un libe-
quierda, de orientación más socia~ y no solo pohuca, fueran
ral? ¿era un radical? ¿era las dos cosas a la vez?) .
polarizándose hacia la derecha (sm que ellos mu~has veces
Ei~ s~ lugar, hablare~os de un liberalismo, encarnado por
pudieran reconocerlo), sobre todo cuando se hacian «repu-
los cnstmos no republicanos, pero políticamente definidos,
blicanos» y cuando recibían la condenación eterna por ~~r,te
que habrían de enfrentarse con el pensamiento más reacciona-
de la Iglesia católica, cuando se encon~r~ban co,n la edicion
rio, representado por los carlistas, y que al final del siglo XIX
políglota monumental del libro de Fehx Sarda Y ;'alvany,
desembocaría en la original propuesta de una República con -
El liberalismo es pecado, publicada en 1891. Todav1a en los
sagrada al Sagrado Corazón de Jesús, y circunscrita a las tierras
años del franquismo era frecuente encontrar a _rrof~sores,
vascongadas, de las que saldría el Partido Nacionalista Vasco
pintores O funcionarios que ~e consideraban :< de 1zqmerdas»
(que acaso se consi~era de vez en cuando de izquierda, por su
simplemente porque simpatizaban co~ Clann,_ co~ ,Lor~a o
componente republicano y «antifranquista»).
con Azaña, y recordaban con nostalgia la Inst1tuc1on Libre
de Enseñanza, a la vez que odiaban profundamente.ª comu-
nistas, anarquistas y aún socialistas, a quienes consideraban
6. El liberalismo, como segunda generación de la
izquierda «ro¡os». . .
Por último, mencionaremos las corrientes de apro~1ma-
ción a la izquierda radical que desde el liberalismo.surg1e:on
La influencia del liberalismo español, como paralelo mo-
en España: aquellas corrientes que invocaban la den:1ocra_c1~ o
derado de ~a izquierda radical republicana, fue importante a lo
el progresismo, un concepto propio de 1~ iz~uierda mdefi~ida
largo d~~ siglo ~IX. ~o cabe descartar la influencia que en la
- ferrocarriles, ciencia positiva, evoluc10msmo, e':gen~sia-
formac1on del liberalismo español hubieron de tener las condi-
pero que coyunturalmente era incor~~rado por 1z~merdas
ciones ~n las cuales se produjo la revolución, la metamorfosis
definidas. En 1849 se publicó el Mamfiesto del Partido De-
del Antiguo al Nuevo Régimen: son las condiciones de un An-
mócrata, con el título «Programa de gobierno de la extrema
tiguo Régimen asentado en el contexto de un Imperio univer-
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. . rnbi ~n Ír nL < inL t'r ti L .
rqu 1 ,n < , , •
persp cnva puramen e
t po-
t%.qui r 1 » (1 d xtr ma ha q í L marl n un nti I p11 11 ( " '
11
'
r tant ' ma en u na . E
ramente coyuntural y relativo). , ' pcial Por ello ante el Partido Comumsta de spa-
\i( 1 · , q u o . . ' dº l epublicanos, se aparece-
d estos liberales, ra i~a e~ y r electoral de
la bu rguesía izqmerd1sta» (programa . d
11,n mo « . • · · d Izqmer a
7. Otras pulsaciones de la izquierda liberal f b d e 1931). y eso sm per¡mc10 e que .,
1 cl e rero . l p tido Comunista, tamb1en con
1 , ublicana se aliase conde ar d 1936 en la coalición del
Como corrientes que manaban o se formaban en el ámbi ,\ 1 OE y otros, en el 18 e enero e '
to del liberalismo habría que considerar al krausismo y p r
tanto a la Institución Libre de Enseñanza. Era una izquierda 1Ir n.te Popular. l . d liberales aunque han
En la España de 1978, as actltu es . . d'a indefinida
que, en la época, se le aparecía al integrismo como extrema iz- . - d" das por una 1zqmer
quierda, casi diabólica, por sus influencias en la educación l r cei;di_do ser re1vm ic;e la Re ública), son también reda-
no talg1ca, sobre todo, d p tro derecha incluso por
por su «naturalismo». Una izquierda que, al mismo tiempo, h s grupos e cen ' .
ante las nuevas generaciones de la izquierda, resultaba ser de madas p~r mue ~ r L que quiere decir que el h-
1n nárqmcos «acc1de°:ta istafs». od n torno a la Constitu-
una moderación tal que se confundía con la derecha. Todavía . 1· o corriente orma a e
un Partido Democrático Monárquico, en su Manifiesto de 1 ·ra ismo, com . .d d ue en cierto modo se
.- , de 1812 tiene una sustant1v1 a q . . d d h
1907, se considera flanqueado a la derecha por los conserva- ,on ' . 1 . . , de izqu1er a o erec a,
.
mantiene m . termed1a en a opos1c1on
dores, y a la izquierda por los liberales. n sus sentidos más radicales.
La Primera República fue el fruto de este liberalismo pro-
gresista, en convergencia con las izquierdas radicales. Pero su
dominio fue efímero, lo que no quiere decir que la izquierda
liberal no siguiera siendo la perspectiva común de una elite
dispersa y relativamente extendida de «intelectuales» -pro- 4 LA IZQUIERDA DE TERCERA GENERACIÓN
fesores, periodistas, juristas- que pudieron volver a definirse (; TERCER GÉNERO DE IZQUIERDAS): LA
políticamente en diversas ocasiones. Por ejemplo contra el IZQUIERDA LIBERTARIA
«gobierno largo» de Maura se organizó un «bloque de iz-
quierdas » en 1909; diez años después, Santiago Alba presentó
su libro La izquierda liberal. Pocos años después los liberales 1. Los límites de las dos primeras generaciones de
se enfrentaron a la dictadura de Primo de Rivera, y alcanza-
izquierda
ron notable influencia en la Segunda República: Unamuno,
Ortega, Pérez de Ayala, Marañón, Azorín. En 1929 la con- . d l · · d de primera y segun-
La obra característica e a izqme:, ad 1Estado del Anti-
fluencia de liberales y radicales, con algunas gotas de social- . , h ·d 1 transformac1on e
democracia, dio.lugar al Partido Republicano Radical Socia- da gen~r~c1on a s1 E:t:do-nación, como único recinto y pla-
lista, que se definía como la izquierda republicana. guo Reg1men en el l ionario de racionalización (por
taforma del proces~d revo l~~ social del género humano;
Los liberales de izquierda, en todo caso, mantuvieron los
holización) de la v1 a po itl1ca_ y . abierto puesto que él
parámetros políticos del liberalismo tradicional, defendiendo por tanto, un proceso revo uc1onano '
la unidad de la Nación española republicana, no sólo frente a
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-182-
Ir( t ·n ,,. f r l L 1, le H umanid , l. )
<

la propagaci , n del proce q ue ha m enzado p or la n ti 1 •ri,


.
,, 1 r, •l ll, l1, í'.. 1< ( n l e 1np 1a• Mf .<, J ·l. lae' materia
1< uí-
tu ción de las naciones políticas comprende el proces Ir . - l Te ría lular, ag taban la maten a is1ca, .
t l, , , a . , . . ectivamente). En efecto.
«composición mutua» de las naciones políticas ya constituí ¡u ín.1i a o la mate_na orgard1ica, r~sp acional los individuos o
das, venciendo la resistencia que ofrecen los enormes cuerp 1, ( ) En el ámbito de ca a recmto n . ld d
políticos organizados según el Antiguo Régimen, aún sin «ra a d .. d libertad y una igua a
,h mos racionales han a qubm' o una aún con mayor visibili-
cionalizar», y los residuos heredados del Antiguo Régimen 1, . · ,dica) pero su sisten, Y . I
(¡ ltlca y J~n ' '<lumbres económico-socia es,
actuantes en el interior de cada una de las naciones políticas 1' d, las desigualdades y se~1 te a partir de la liberación
racionalizadas. 1 ue fue prec1samen
' Ltltura es»; porq .. , rtir a los trabajadores
El proceso implica, como hemos dicho, el conflicto entre . d d la que permitlo conve
1 los cm a anos, b • L h mogeneidad po-
los «derechos de los hombres» -libres e iguales entre sí, y . · d u fuerza de tra ªJº· a 0
n prop1et~nos ~ s_ d los elementos del «todo
por tanto, orientados por la fraternidad indefinida, a la cons- 1 ítico jurídica, teonca al menbols, ·¿e en medio de una hetero-

titución de una República universal (un límite que ya había . I lt ba estar esta ec1 a .
nac10na », resu a , siendo miem-
sido formulado en 1791-y los «derechos de los ciudadanos» d d I entos en tanto segman
rcneida e esos : em ¿· . 1 o nuevas y en conflicto
-libres, iguales y fraternos en el ámbito de cada recinto na- bros de clases sociales tra ic10na es '
cional-. La evolución de este proceso dialéctico conduce a la
agravación del conflicto en el transcurso del tiempo, entre la perm(b)n~::·1 ámbito de las relaciones entre las naciones «:a-
orientación hacia el Estado de bienestar, como un derecho in- . . . or su uesto, entre estados que manteman
c10nahzadas» - y, P P . d gu' n la estructura del
alienable de los ciudadanos de un Estado determinado, y al 1, es orgamza os se
us ~igante~c?s vo u7endesi ualdades y servidumbres subsis-
mismo tiempo la imposibilidad de elevar el nivel de bienestar
Ant1guo, Reg1men- as nuevas.
cían otras g La racionalización de las na-
de los seis mil millones de hombres, bienestar universal que a
tían, y aun apare i • b ue la igualación de estas
comienzos del siglo XXI parece totalmente incompatible con . l' · ·mphca a antes q I
c10nes po iticas i . , ' d d ·gualdades entre ellas: a
los niveles de bienestar propios de unos pocos estados privi- . 1 nformacion e es1 1
nac10nes,
d . · , fa co la con¿·ic10n . , espa n-ola, los ciudadanos. a e-
legiados. Las cenizas del «Tercer mundo» son, en efecto, sólo
con ic10n rancesa, . 1 I' b en sus estados respectivos,
un resultado del esplendor del mundo privilegiado, del «pri- manes, etcétera., son igua es y i res ·ones no forman
mer mundo». . . , porque estas nae1
pero son distmtos ~ntre s1'. ¿· t' tas y en conflictos tan
La dialéctica de este proceso de racionalización no acaba , . . , sino nac10nes is in ' .
una umca nacwn . los estados del Antiguo
con la primera fase del proceso, la fase destructiva de las «par- d los que mantienen con .
agu . os como
E 1 acwnes . , .
po 11t1cas «racionalizadas » exis-
tes anatómicas» de las sociedades antiguas, puesto que las
Rég1me~. ntre .as n d de fraternidad; pero estas relaciones
contradicciones se agravan una vez que la racionalización en ten relac10nes de igualda ' , de las relaciones de
su segunda fase (sintética, constructiva) ha culminado en la l. , · 'palmente a traves
se cana izaran pnnc1 . Id d I s clases burguesas y la
construcción de los nuevos estados nacionales soberanos, im- . Id d d 1 ses» la igua a entre a .
pulsados por su propia prosperidad o bienestar interno. «1gua a e c a ' I . Estas «clases internac1ona-
igualdad entre las clases pro :tanads. 1·d .dad» (internacio-
La racionalización obtenida mediante la «recuperación» 1 relaciones e «so i an
les» no dan ugar a unas 1 laci·ones de «solidaridad»
de la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres irá mani- d. brepasar a as re .
nal) que pu ieran so d 1 I de cada Estado-nación. Si
festando su carácter puramente abstracto, que no agota lama- I · bros e as c ases I
entre os miem
el Manifiesto comunista . pu d o form ular con sentido su 1 ama-
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mi n ( l r ~ ·e_r i I L 1 1 I í , L111 í >) I ot jll( · l.1 ,¡ pr '- ·nL · 1· nu ·su- 1 ij os (~ L.rn ·r l
' 11
la?e pr_l tan a tnternacional (la «cla e univ r al >) 11 -: , .ti 1. 1 1,,, 1· l::t d r b, p Ir(, pen ar n un «fin de .l a hi to ria» ).
urnda, s1110 fragmentada y precisamente p or las líneas d f, 1 111 anee ta duda la ünica alternativa racional abierta no
tera que separaban las naciones políticas. 1, 1C s r otra ino la vía del regressus respecto de los mismos
L~ dialéctica de las clases y la dialéctica de los estados e, r.1 ,1 in ipios de la Revolución francesa; más exactamente, de los
ba abierta: en las sucesivas guerras que se iban a produ cir . 11 , ¡ in ip ios que prosperaron en el desarrollo de la primera y de
largo de los siglos XIX y XX, los obreros alemanes resul ta h. 111 l,L unda generación de la izquierda, porque, como ya he-
estar más cerca de hecho de los patrones alemanes que de 11 1, 111 ) dicho, ya desde su comienzo, se dibujaron senderos di-

obre~os franceses. Para poco iba a servir el «¡Abajo las annas! .. ·r os (Babeuf y los iguales, señaladamente) que no prospe-
de Liebneck y Rosa Luxemburgo, en los días de la Primer., rar n políticamente.
Guerra Mundial. Y lo mismo ocurre con los burgueses aleni.,
nes, respecto de los burgueses franceses.
3. El origen del anarquismo

2. El regressus sobre los principios de la Gran ¿Qué significa el regressus del que hablamos, como alter-
Revolución · nativa al progreso indefinido por el que se guió la Revolución
francesa?
. E~ d~spliegue de esta «dialéctica de clases» a través de l., Sólo puede significar un regreso capaz de llevarnos más
«d1alectica_de estados » llena todo el siglo XIX y el siglo xx . , trás del Estado nacional constituido por la Revolución, tras
Las re:olu~10nes de 1830, 1848, la Comuna de París, etcétera, so 11 I, fase analítica (o destructiva) de su proceso de racionaliza-
los episo~10~ 1:1ás notorios de este despliegue dialéctico. Des ·ión. El impulso hacia este regreso procede de la sospecha
de los pnn~1p10s de la revolución de 1789 podría esperars(' (convertida muy pronto en evidencia) sobre si el Estado na-
q,ue ~l despliegue pro~:esivo de esta dialéctica conduciría, por ional será el principal obstáculo, y no la plataforma interme-
s~ misi:rio, a la resoluc10n de los conflictos, por tanto, a la «ra lia o provisional, aunque necesaria, para desencadenar el pro-
c10nahzación» del género humano. Y ésta fue la perspectiva reso revolucionario victorioso.
~ue,_en :fecto, adoptar~a, en líneas generales, el marxismo, qu(· El regreso del que hablamos, por tanto, no es otra cosa
111spirana las «generac10nes de la izquierda» que iban a for- ino el programa de destrucción inmediata del Estado, y no
marse t~as la disolución de la I Internacional, las generaciones ya la destrucción del Estado del Antiguo Régimen, a fin de
que d:~ignamos en es~e libro como cuarta, quinta y sexta gc- transformarlo, mediante la idea de Nación política, en Estado
n_erac10n, Y que constituyen, por tanto, otras tantas modula- nacional, sino la destrucción del Estado en cualquiera de sus
c10nes ?e la i:quie~d~, incompatibles por cierto entre sí, y en fo rmas, incluidas, por supuesto, las formas del Estado nacio-
su s,ent1do mas def1111do, cuando tomamos siempre el mismo nal. Es decir, por tanto, el programa de la destrucción de la
parametro, a saber, el Estado. «República una e indivisible» que los revolucionarios jacobi-
Pero t~mbién era preciso dudar de que el progressus de nos dieron a luz, y continuaron los liberales de la segunda ge-
es:e desp~1egue dialéctico -un progressus indefinido- po- neración de izquierdas.
dna considerarse acabado, no ya en los años del presente, El regressus nos lleva, por tanto, a la delimitación de una

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n1) urn J1 1 ·p. it ·n.
·11 re i ' n I i· ¡u i rcl., q 1Lcl'nb i ' ,
1
L l f lt
j o d f br r d 19 6). A prin ipi de febr r de
mos, orno parámetro, al E tad , si bien d un m d 1 , 1iv11 , el PI no Na io nal de R egionales de la C N T ratifica lo
(co_n traria sunt circa eadem) . La tercera generación d la i:;. r ad n Barcelona y se reafirma en la abstención de las
qmerda corresponde al anarquismo. 1
, • •i nes del día 16 próximo. El 12 de febrero, el órgano de
El anarquismo corresponde, ante todo, a la fase negaciv.1 l 1 · T, Solidaridad Obrera, de Barcelona, dice: «La suerte
del proceso revolucionario que destruye al Estado del Ami
\ 1 pueblo español no se decidirá en las urnas, sino en la ca-
guo ~égimen, pero que, en lugar de continuar por la recons l\ •.» Por fin, el día 14 de febr ero, la Confederación Nacional
trucción del ~stado antiguo en la forma del Estado nacion:11, ¡\ •\ Trabajo, a través de su Comité Nacional, rectifica su posi-
bloquea semeJante reconstrucción (que conduciría a un temi
i ' n y decide votar: «Nosotros, que no defendemos la Repú-
ble ~rogreso indefinido, del que hemos comenzado por des
1 li a, pondremos a contribución todas las fuerzas de las que
confiar) y se mantendrá como negación de toda forma de Es
1i ,ponemos para derrotar a los verdugos históricos del prole-
tado, en general. 1
!, iado. »
Y esta condición apolítica del anarquismo' (reconocida
tnic por los anarquistas) corrobora que el problema que se
4. ~l _Estado sig~e siendo el parámetro necesario para
1 l ntea desde nuestras coorden~das. (¿ cómo,_ s~ tomamos el
defm1r el anarquismo, como tercera generación de la
I•'. ·tado como parámetro de una izqmerda defm1da, podemos
izquierda
• nsiderar como una generación definida de izquierdas a
¡ i.enes niegan el Estado?) no es un problema fi~t~cio, im~u-
. Pero esto sup~esto, ¿cuáles la razón de que podamos con - ·tble únicamente al sistema de coordenadas uuhzado, smo
sidera: al ª?arqmsmo como una nueva generación, la tercera, ¡ ,e es un problema real, que se plantea en el mismo proceso
de las izqmerdas, que alumbró la Gran Revolución? Si se nie-
ga el parámetro de la política que venimos tomando como cri - 1 la historia política.
terio d~ una iz~uierda definida, si la nueva generación, la
an~rqms~a, com_ienza por negar el parámetro del Estado, ¿por 5. El anarquismo se alinea con la izquierda al menos
que s~?ll-ff con:ide~ando al a~arquismo como una tercera gc-
desde una perspectiva etic
neracion de la izqmerda políticamente definida?
Ante todo, conviene constatar que esta conclusión fue de Ahora bien: la perspectiva desde la cual estamos situados
~echo extraída por los propios anarquistas que rehusaron, y , nuestra teoría de la izquierda, no es la perspectiva emic,
si~uen rehusando tenazmente, el considerarse como un movi- 11
•ino una perspectiva etic, como hemos dicho. Por tanto, que
miento_ político, m~nos aún, como un partido político. Los
,¡ anarquismo se hay a considerado emic gen~ralment_e ªP?lí-
anarqmstas_ han solido presentarse como apolíticos, y, de he- Li - y por tanto, a lo sumo, como una corriente de 1zqmer-
c~o, han evi~ado comprometerse, siempre que les ha sido po- O
la indefinida- no es razón suficiente para que nosotros (o en
sible, e~ la vida parlamentaria. No han presentado candidatu - i neral) lo consideremos apolítico. No sólo nosotros, sino en
ras a diputa?os, han rehusado formar parte de gobiernos de eneral. Tomemos, al azar, el libro de Gerald Brenan, El labe-
u~ Estado, mcluso gobernado por las izquierdas; a regaña- rinto español (Ruedo Ibérico, París, 1962). En su página viii
dientes, y a última hora, han aceptado formar parte de coali-
-189-
-188-
1
S' ! a lc d ll <' r
11L P ¡ul. ,· ( ·11 ·lqu ' im ' ,1\ b ni · r111.11
g_uistas)e nla 'p oca de la «in urr i ' nclc la clcr J, ( , di,, 1 L L m¡ l m nca ria p u d hab r , u v z
g~da p or Franco en 1936, y se dice: «Con un poco de pa it·11 hetero géneas, incompatible o inconmensura-
c1a, las derechas hubieran conseguido sin guerra much 11."
1
de lo que querían, pues el Frente Popular se estaba desm r
11
~an~o rápidamente, a causa de sus discordias internas, y J. ,
1 6. Las dos alternativas del anarquismo
12qmerdas habían intentado ya su revolución [la de 1934] g <'
había fracasado. » 11

. ¿Y_ en qué_ sentido está justificado, desde nuestra persp •e Y, en nuestro caso, cabe distinguir d¿s alte_rnati~as por las
t1va et1c, considerar como una generación de izquierda defin j les el anarquismo, como negación, p~do d_1s~urnr:
da, la tercera en nuestro cómputo, a quienes no quieren <:r (I) En primer lugar, la continuación ~ndefm1da del regres-
políticos? 111 negativo, sin detenerse en nada. Prec_1s~1:1,ente e~t?nces es

. La resp~esta es bien clara: porque el anarquismo, pre uando el anarquismo perderá su ~efm~c10n _poht~c~ Y se
1 roximará a las posiciones de una izqmerda mdefm1da de
cisamente por constituirse formalmente por su negación del
Estado, se e_staba definiendo políticamente, aunque de u .-i no nihilista. .
11 El nihilismo, en todo caso, no es una Idea de ongen a_nar-
m?do negativo, entre las generaciones políticas. No es lo
mismo negar al Estado, frente a quienes lo afirman, que: l uista (político). Su origen se encuent:~' según hem~s dicho
mantenerse al margen de la cuestión. Quien se define como , ntes, en una línea académica y metafis1co-especulat1v,a, ~un
apolítico, al mismo tiempo que está negando el Estado, en ·uando difícilmente pueden se,pararse estas líneas academ1cas
1 las líneas empíricas, reales: el epitafio del carde~a~ _Por-
cuanto el A~tiguo Régimen es una forma de Estado, puede
est~blecer alianzas con otros movimientos políticos de iz- L carrero, en Toledo, es acaso una muestra de ~n ~1~1hs~~

qu1e:da. Pues se define también como de izquierdas, en la práctico existencial difícilmente superable: Pulvzs,_ czms, mhzl
med1~a en que se define en función del Estado, aunque sea (Polvo, ceniza, nada); pues s~n pa~a~ras que s,aheron ~e- la
negativamente. oca de un cardenal de la Iglesia catohca. En la lmea trad1c10-
~-os anarq~istas constituyen por tanto una generación es- nal académica del nihilismo figura Gorgias, al c~al_ya hemos
pecifica de la 12quierda definida, y no sólo porque se definen citado, pero también Francisco Sánchez el escept1c?: Quod
p~r la negación del Estado del Antiguo Régimen, sino tam- nihil scitur (Que nada se sabe) y más tarde Hume o F1chte, se-
b1en por la negación del Estado republicano, del Estado libe- gún hemos dicho. . .. .
ral, del E~:ª~º sociald~mócrat~, del Estado comunista y del La visión del anarquismo, en cuanto 111h1hsm?, fue sm
Estado asiat1co; es decir, se definen por la negación de todas embargo muy primeriza y, por cierto, tuvo un se~t1~0 peyo-
las demás izquierdas. Por tanto, se definen por estas negacio- rativo . Jeremías Bentham, desde I~glate~r_a_, publico en 1791
nes, aunque ellos no lo quieran. un libro titulado Anarchical Fallaczes, refmendose sobre todo
. . Y efectiv~m~n~e, no lo quieren siempre. Un concepto de- a la Declaración de los Derechos del Hombre, que al consagrar
firndo, en pnnc1p10, por una negación (an-arquismo) es un los derechos de los individuos, desembocaría, según él, _e? la
c~:>ncepto amorfo, porque la negación, la clase complementa- anarquía colectiva. Y desde Francia, Brissot, la ca~eza ~1S1ble
na de una dada, no lleva a conceptos unívocos, a clases positi- de los girondinos, acusó a los anarquis_tas revol~c1onar:os_de
querer destruir la República. En este mismo sentido polem1co
- 190 -
-191-
u ' , aku.nin d nih ili 111 p r u e ·i n d I l~s1.1d .. .
i •dcd 1 · in<.li vi 11..1 . :¡ in livi lu , u lib re d, ' r: ·l
e
111,1 •
de la_f~1~1ilia y de la propi dad privada; p r Bal un in n 1· 1 •
111 ; ,. ipi y el fin d · e da a i ' n, p ues to que el individuo ti~ne
1
un n~h1hsta en el sentido límite del que venimo hablando, ,
1 11,1 , l. r ab luto; sencillamente lo que ocurre es que el u~-
su misma afirmación («la destrucción es creadora») d m ul'1>
tl I idu no es el único, puesto qu e existen millones de ind1-
traque no era el nihilismo, sino la creación, su objetivo. Y 1, 1 1
i Iuo humanos sobre la Tierra. La contraposición e_ntre el
t~nto habría que decir del nihilismo de Dimitri (Ivanovú·li)
111, rquismo individual y el a~arquis~o comunista ~s, :egún
P1sarev, que ya hemos citado anteriormente.
'L , artificiosa (lo que no quiere decir que, e~ la practi~a, se
El nihilismo de Sergio Netchaev era más radical, aca/;11
,ubraye a veces el componente individualpart1cular, o bien el
con un sentido apocalíptico (o marcionista), pero muy simi 1.
11 1 rnponente individual comunitario). Y as!, el famoso anar-
al que sentía aquel anarquista malagueño del que habla Brr
11 1i mo individualista de Guillerm_o Godwu1: ~1 ~50-1836) te-
nan («le aseguró que no quedará piedra sobre piedra [en M.
11 r más de adaptación del «anarquismo eclesiast1co» _( el anar-
laga, que estaba ardiendo] y que ni una planta, ni una triste c1 >I
¡·1ismo de La Ciudad de Dios ~gu~ti?ian~) a la so~iedad en
v?lverán a crecer allí, para que no haya más iniquidad sobre la
Tierra»). ía de industrialización, que de md1viduahsmo ego1sta. .
Lo que es relevante es distinguir las «plataformas » ~omum-
El terrorismo, asociado al anarquismo en las últimas déc:i
l. rias o sociales sobre las cuales se apoyan los anarqui~tas u_na
das del siglo XIX y principios del XX, fue también visto como
v z retiradas las plataformas políticas del Estado (que implica
nihilis~?, pero tenía un sentido creador, simbolizado por t•I
•1G obierno y, si se es republicano, la delegación del voto: «el
Ave ~e~~x, no menos mítico. En cualquier caso, el anarquis-
individuo que vota anula la confianza en sí mismo, p?rque de-
mo mh1hsta no tenía el sentido de la institución de la autoin -
l ga su personalidad en una segunda persona», decia Bu~na-
molación, que es característica de los terroristas musulmanes
ve ntura Durruti en un mitin del 5 de enero de 1936, en el Circo
de nuestro presente. No se contemplaba el «suicidio cósmi -
limpia de Barcelona). Y acaso podía ~ecirse q~e el anarquis-
co», y estaba más cerca de la «ética de la compasión» de Scho-
mo, en general, tiene como característica muy 1mporta~te la
penhauer; en todo caso, muy lejos de una definición política
del anarquismo. que pudiéramos denominar «presentismo»: los anarquis_tas,
in duda, tienen su mirada puesta en un futuro o estado fmal
, . II) El ~na,rq~ismo~ com~ movimiento con significado po-
(utópico, a nuestro juicio); pero quieren hacer presente, en lo
ht1co («ant1frast1co», s1 se qmere) y no meramente ético, no tie-
1 osible, ese futuro, o, por lo menos, no quieren «subro?ar» al
ne que ver con el nihilismo en sentido metafísico. Y el nihilis-
futuro (alas próximas generaciones) los rasg~s q~~ con~ideran
mo que le atribuyen sus adversarios es un nihilismo positivo
propios de la Humanidad final, tales co1:10 la _md1v1duahdad~ la
~como negación de instituciones positivas, el Estado, la Pro-
piedad, el Matrimonio, etc.-y no metafísico. dignidad, la amistad, la solidaridad, la smcendad, el compane-
rismo, etc. (todos ellos rasgos éticos). .
El anarquismo, como movimiento político, se detiene, en
Ésta es la razón por la cual podremos dar la mayor impor-
todo caso, en el regressus nihilista y «hace pie» en el indivi-
tancia al análisis de las plataformas que los anarquistas han to-
duo humano, como entidad indivisible, y desde la cual supo-

ne que h~y q_u~ desp1e~ar acción social (política); pues no se
mado como punto de apoyo para su acción, p~rque estas p~a-
taformas ya no tendrán únicamente el sentido_ de m edios
trata del md1v1duo solipsista (El yo contra el Estado de Stir-
div ersos destinados a desaparecer en el «estado fmal » al que
ner) sino de un individuo que existe en una comunidad o en
conducen, sino el sentido de prefiguración de ese mismo esta-
-192-
-193-
1 •o 11 aq uín t, ·r •Í, p d r r tr tra r a f rrn as p_ri-
d <. íi n. l. · 1· " L · p unL ,· · t, un 1, m n utl l · 11 ( ·1 ,·11
111 111 v, tivi m.o agrari ). «La ecilia», en laArgentma
cuenta las plataf rm.a , d.i tintas lel E tad , qu han id ~i rn
¡\ • f'i 11 1 d 1 iglo XIX, es otro ejemplo, pero tambié~ lasco-
do propuestas por anarquistas, dado que ería n fo n i ' 11 d,·
1,illl1 c hippies que surgieron en los años sesenta del siglo XX.
ellas como podríamos establecer las verdaderas difer i1<· Í.i\
¡,,. ligado citar también aquí a los icarianos de Cabet. Este-
entre las ~istintas corrientes anarquistas (por ejemplo, 1111 , .
\, , 11 abet había publicado en 1842 su Viaje a Icaria, pe~o e~te
el anarqmsmo comunitario más radical, hasta el federali s,1111
, ;\ J fantástico hacia una isla griega mitificada (hoy N i~asia)
de barrios, municipios, etc. de Pi Margall). Las diferencia L'II 1
i 11 •piró un viaje efectivo a un territorio de más de cu~troci~ntas
tre las corrientes anarquistas ya no serán simples diferen ci."
1 , ·táreas, cerca del río Rojo, en Tejas, en donde se mtento lle-
de métodos para alcanzar el mismo fin, sino diferencias en rl
, r a la práctica la utopía de Cabet. En 1848, en El _Ha:re Y
modo de prefigurarse ese fin.
Lr puertos, se reunieron varios cientos de obreros icanan?s
1
para embarcar hacia América. El mismo Cabet fue _con 280 di~-
·ípulos a otra colonia en Illinois. Pero tras una violenta e~ci-
7. Las plataformas de acción de las corrientes del
, i ' 11 , Cabet fue expulsado de su propia comunidad, segmd?
anarquismo, en cuanto izquierda definida
¡ < r 180 discípulos que le permanecieron fieles. El 1860 el Tn-
Hay muchas formas de clasificar las plataformas comuni l 1nal del Estado disolvió las colonias icarianas.
Al anarquismo comunalista corresponderá el i_nenor ~lean-
tar~as o sociales (no políticas), elegidas de hecho por los anar
. político, dadas sus débiles o nulas tendencias «±ederalistas>~ .
qmstas para planear su actividad (plataformas cuyo coeficien
Es un anarquismo que nos remit_e más bien~ las co~unas epi-
te político estará siempre presente en la medida en que sr
·ú reas concebidas como un repliegue de la vida polmca (suave
enfrentan a las plataformas políticas que tienen que ver con el
niari r:iagnum ... ) pero sin pretensiones de constitu~r 1:1~ª Fede-
Est_ado ). Pero podríamos distinguir tres tipos: el tipo comuna,
ración de Jardines o Huertos (y esto dicho sin pequic~o d~ las
el tipo cantó~ y el tipo sindicato. Hablaremos así de anarquis-
r laciones de amistad que mediaron entre diferentes prdmes
°:º ~o~unahsta, de anarquismo municipalista y de anarco-
smd1cahsmo. El alcance político de estas tres versiones del picúreos). . .
(b) El anarquismo municipalista o cantonalista, federalis-
anarquismo es muy diferente. Los tipos que hemos enumera-
ta en el fondo, tiene ya un significado político de mayor al-
do están ordenados de menor a mayor (en cuanto a su alcance
ance (precisamente por el federalismo). Acaso habr~a que
político, aunque sea en sentido antifrástico ), .
poner como inspirador principal de este tipo de anarqms~o ª
_(a) El ana:quismo comunalista tiene una tradición muy
Pedro José Proudhon, que en 1840 publicó su fam~so libro
antigua, antenor a la formulación moderna de las doctrinas
¿ Qué es la propiedad? Proudhon reivindicó el térmmo ana~-
anar~~istas. Estas comunas pueden haberse constituido por
quismo, devaluado por los revolucionarios franceses de pn-
creac10n ad hoc: «familias de criación», en el Cantábrico du-
mera generación, como denominación de sus proyectos revo-
rante la Edad Media; la República libertaria de Port de Selva
lucionarios, aunque la anarquía no es para Proud_?_on Y ~us
(cr~ada, c?mo recuerda Brenan, en 1929 y no tanto por anar-
seguidores un proyecto negativo, menos a~n nihilista, smo
qmstas, smo por el movimiento cooperativista, fundado en
positivo. Lo que busca Proudhon es consolidar el orden so-
18~0 p~r Fernando Garrido, un furierista), o bien por comuni-
cial fundado en las leyes naturales y sociales, las ley es que las
tanzac1ón de municipios aldeanos (Llavanes, por ejemplo, en
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-194-
' l'l p,rti ·uL r, ·n L · u rr, ivil e p,.ñ l, . L
i<.: n i. ' 1 ,¡, iv: ·, d i · · ·J , ·d ,, i,1 v ·s j , e nd · rinul :i11d11 ,, ,d \; L plantead · n la disyuntiva «primero la revolu -
~ n rden qu e impli a J~ aniq uila i ' n d I e: e, 1 y d<.: I ( ;,. ' ,,, el p u ' s la guerra» de los anarquistas,.º «primero la gue-
bierno, como construcc10nes artificiales y no natural ~, 11 , 11 , 1 pués la revolución» de los comumstas, aceleraron el
que .los es:ados y los gobiernos son los responsable d I dn 1 11
.] , 11n bamiento de la Segunda República española.
11
o_r~en s~cial. «La anarquía es el orden, el gobierno es la utr, ., l~I anarcosindicalismo fue decisivo en la profundización
civil», ?irá, en 1850, un discípulo de Proudhon, Anselm lk , 1 la d istinción entre la «izquierda política» y la «izquierda
llegarngue. ' mica y social». Y sus «sindicatos únicos de ramo» prefi-
1 11
El anar~uismo supone además una crítica radical al R 11 ~ , 1 , ron en España a los sindicatos verticales de Fala~ge. La
1
seau_ repu_bhcano.' o a Robespierre, es decir, un rechazo al su t N'f' acordó en el Congreso del Teatro de la Comedia (Ma-
fragio um:~rsal, mherente a la democracia, en cuanto implir. 1 1\¡ i l 919) adherirse a la III Internacional (lo que demostraba
la del_egac10n del _p~der. La influencia de este anarquismo fe , < deriva» •hacia la política definida), aunque muy pro~to
d~rahsta en_ movimientos políticos posteriores, desde Baku 1
n el Pestaña, Salvador Seguí) se darían cuenta de las m-
nm _hasta Pi Margall, en España, ha sido ampliamente reco 1 mpatibilidades del anarquismo y del leninismo. La «poli-
1
nocida. 1\z, ción» de hecho del anarcosindicalismo habría que po-
, (~) El ~narc~si~1icalismo es la forma del anarquismo mi~ li •rla más bien (si mantenemos el parámetro del Estado), en
proxima (s_m p~qmcio de su apoliticismo intencional) a lo qur •I n ~mento de la creación de la FAI, Federación Anarquista
1
llamamos izqmerda definida. El anarcosindicalismo encuen 11 ~rica, en 1927, grupo semisecreto dentro de la CNT, Yen la
trae~ el sindicato (la CGT francesa se fundó en 1902, la CN'I'
¡ , rticipación en el Frente Popular. ·
esp~no~a en 191 O, pero precedida por una federación llamada
Sohdandad Obrera, creada en Barcelona en 1902) una plata-
forma desde la_ ~ual podría superarse la situación planteada 8. Anarquistas y comunistas no se diferencian sólo en
Pº: la desapar_ic~ón sucesiva de «plataformas» que el anar- los medios sino también en la prefiguración del estado
qmsmo _bakummsta ha_bía ido perdiendo, desde su expulsión
de_ la Pn~era Internac,10~al (Aix 1872) hasta el Congreso de
final
Sam~~Imi~rs (1877); perdida que arrojó a los anarquistas a la De lo que precede deducimos que lo más caracterí~tico _del
«acc10_n directa», a la «propaganda del hecho», al anarquismo anarquismo, como una «generación» específica de la 1zqmer-
terrorista de_la Belle époque (asesinato del presidente Sadi da definida, no habría que verlo tanto en su proyecto meta-
Carn?t, asesmato de Cánovas, asesinato de Canalejas, bomba político (por no decir utópico) acerca del término ad quem de
del ~ic_eo de Barcelona). La bomba, o la pistola, sería ahora la revolución, a saber, la extinción del Estado (puesto que esta
sustitmda por la huelga general revoluciona~ia. «El sindicato característica la compartían con los marxistas, pero r~tr~traí-
que es hoy día una sociedad de resistencia, habrá de ser en eÍ da in illo tempore ), sino en las «plataformas» (como termmo a
futuro el grupo _d e producción y distribución, y así mismo la qua) escogidas para llevar adelante su ac:ión, ~orque estas
base de la orgamzación social», se dice en la Carta de Amiens plataformas, como hemos dicho, no h~bra? de mterpret~rse
del Congreso de 1906. ' como simples medios para llegar a un fin, smo como prefigu-
El anarcosindic~~ismo jugó un papel muy importante,
raciones de ese mismo fin.
de hecho, en la pohtica europea de las primeras décadas del
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-196-
'1 l( .¡ .. l 11u · 1 lcL, f !" 111 , ' f1..1 'f. , pan d · Cll.il :ª'
l, ,• ·. li fi . r n · 111. ) < ·rr a i ' n de la {,ni a lín -a rr
quier t rreno «hollado» p or l E cad , n i tía u nq 1111 .\ : r , \ «diagno ticó » como revolución burguesa y necesana,
con la Revolución francesa «realmente existente», en ~- 11111 , r tanto, en la evolución ~lte_rior, sobre cuyos resultados
1
ella fue adelante (según sus críticos, se traicionó) gracia ,, q111· 1,, ~ ría que apoyarse. Y su principal «resultado» e:a la forma-
1

mantuvo las plataformas del Estado, incluso según el m do ¡ n del proletariado industrial (aún_~o «es~~tahzado») q~e
extremado del imperialismo bonapartista. Consideramos \'11 n tituyó la «plataforma» de la accion poht~ca_~el marxis-
consecuencia, completamente improcedente tratar de delin1i 1,1 . De este modo resultaba que la AIT, Asociacion Interna-
tar el anarquismo y el marxismo como dos corrientes diferc11 ¡ nal de Trabajadores, creada en 1864, fu~ 1~ ?lataforma so-
ciadas en los medios y no en el fin último. Estas diferencin~ l r la cual Marx y Bakunin confluyeron imcialmente en s~
son puramente metafísicas e ideológicas, y no permiten rew . ión práctica. Así también 1~ p~r~pectiva desde_ la cual_se si-
nocer el alcance real, en el terreno político, de la oposición 1u aban era muy similar en pnncip10: la perspectiva del ~nter-

entre anarquistas y marxistas. nacionalismo, más que la perspectiva del Estado nacional.
El anarquismo representa así una ruptura con los cursos ¿Acaso Engels no había es~rito ~ue «la b;ndera de la Comuna
de la Revolución francesa, merced al regressus que practica •· la bandera de la República umversal» . ,
respecto de los supuestos revolucionarios, una vez cumplida Pero el conflicto estalló enseguida. Aunque la _A!! tema
la primera fase de la racionalización holizadora. Y marca tam - 1
na fuerte impregnación anarquista, Marx la cone1bio co~o
bién una ruptura con las futuras generaciones de la izquierda ,n organismo que debía dotarse de una pot~nte estructura Je-
(la cuarta, la quinta y la sexta), de las que podríamos decir, glo- r: rquica. Bakunin no podía aceptar semepnte proyecto, Y
balmente, que reanudan el curso de la Revolución francesa, 1ras debates por todos recordados (Congreso de ~a 1:ªYª,

es decir, de una revolución ejercitada sobre la plataforma del 1872), vino la exclusión de Bakunin y el traslado, mspirad?
Estado, tal como Lasalle, y sobre todo Marx, la habían pos- or Marx, de la Internacional a Nueva York, acaso para h-_
1 k . .
tulado. brarse de la influenciaba ummsta.
En una gran medida puede afirmarse que los géneros de la En cierto modo puede afirmarse que Marx, com? Ba~u-
izquierda definida que surgen a final del siglo XIX y en la pr.i- nin no utilizaron plataformas estatales revolucionanas, sm_o
mera mitad del XX han de considerarse como géneros de ins- ta~aformas de índole más bien sindical: Marx fue un doctn-
piración marxista, y no bakuninista, aún cuando algunos de 1nario (que redactaba manifiestos, por ejemp~o, el del II Con-
ellos se hayan desprendido del marxismo (agradeciéndole unas reso Comunista de Londres, de 1848, y discursos de _ap~r-
veces los servicios prestados y reprochándole duramente ura de congresos) pero sin militar propiamente en mngun
otras sus errores científicos e ideológicos) y hayan recibido partido. Sin embargo, su perspectiva ante e_stas ?lataformas
algún influjo del anarquismo (ya sea en forma de federalismo ra radicalmente opuesta. Desde el interna~10nahsm~, desde
-que sigue tomando sin embargo el Estado como paráme- la República universal, si se quiere, Ma:x miraba hacia las re-
tro- o del libertarismo antisoviético o antiestalinista). [ úblicas particulares (Alemania, Francia, Inglaterra); :n estas
La oposición Marx/Bakunin puede verse también, por repúblicas era en donde las asociaciones obreras teman que
tanto, como una oposición establecida a partir del significado conquistar el poder del Estado. Marx vinculaba en efecto el
dc1¡do a la Revolución francesa. Marx y Bakunin se distancia- fortalecimiento del Estado-nación (y sobre todo de un Esta-
ron de ella; pero mientras que Bakunin y el anarquismo la do-nación de dimensiones suficientemente grandes, lo que

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imp.l i . be un. cl ·s1. re i. ; he ia l. , , ~ j íJ S in hí.., Lo ,i.1 -• ) 111fl u u i, y p rman e
para ~~desarrollo del ?:oletariad y, p r c n io-uienc p:i r., l., ,¡ ti , n l pr ne .
c:~ac10n de_las cond1c10nes imprescindibles p ara lar vol 11 A veces, a travé de plataformas «naturales», platafor~as
cion comumsta. Por ello Marx podía interpretar la revoluci, •JI , 1u , n quieren ser políticas, plataformas de la llamada «socie-
burguesa como eslabón necesario, en la concatenación liis1 11 tl L ivil», de las cuales hoy son las más conocidas las llama-
rico económica, de la revolución comunista universal. , d • O NG (Organizaciones No Gubernamentales, en gran
Bakunin (sin perjuicio de su actuación «blanquista» 11 1,1 111 •dida de inspiración eclesiástica: ¿acaso no fue san Agustín
Comu?ade Lyon, ~n 1871, actuación que sin embargo no tuv,, 1 primer anarquista?), los movimientos ver~es (ecologismo!

el sentido de una dictadura del proletariado) prescindía de la, , arquismo, franciscanismo, van muy umdos), los movi-
estructuras políticas de la «República», y sólo veía en ellas a 1, •~ rnientos antiglobalización, los movimientos antisistema o
obreros que trabajaban, mejor aún, a los individuos humano.~ · ntracultura, las comunas hippies, etc. Y, por supuesto, en la
a lo~ que ni siquiera contemplaba como miembros de una ch\ 1'. j l ología, difusa hoy por toda la izquierda, de l_a «mic:ofís~ca
social. Era inconcebible para él que un movimiento comunis1 ,1 1 l poder» que Foucault y sus discípulos analizan mmucio-
qüe se proponía como objetivo la abolición del Estado comen : mente.
zase predicando el fortalecimiento del Estado. Conviene 11 ,, Frente a la terna propia de toda estructura estatal de la de-
olvida~ que la ocasión principal de la ruptura entre Marx y mocracia republicana: (votar, tributar, servir) la terna anarquis-
Bakunm en 1869 se planteó otra vez en función del parámetn, a propondrá: abstención, huelga trib1,1taria, insumisión. _A
del Estado, pero no se planteó tanto en un terreno abstracto, veces, a través de plataformas «contra natura» del anarqms-
cuanto en el terreno «paramétrico» concreto del conflicto en mo, principalmente a través de plataformas organizadas des-
tre P:usia y Francia, entre Bismarck y Napoleón III. Bakunir 1 de la socialdemocracia. La «inyección anarquista», en algunos
predicaba la insumisión de los trabajadores a la guerra· Marx partidos socialdemócratas, ha sido tan importante que ha_ ter-
veía ~a conveniencia de que los obreros apoyasen taru'bién a minado por desalojar las más mínimas radículas marxistas
~rusia. El ~ar~metr_o ?el Estado, y de un estado real, segufo que podían conservarse en estos partidos. La asimilación ~el
siendo el cnteno obJetivo de separación.
anarquismo en el socialismo fue ya contemplada por J. J aures,
quien advirtió en 1893 que socialismo y anarquismo podrían
confluir en el futuro si compartían la convicción de que «el
9. La tercera generación, después de Bakunin más universal de los principios es el de la realidad infinita-
mente diversa de los individuos».
. ~a izquierda definida posterior a Bakunin y al anarquismo, En España, la confluencia entre socialismo y anarquismo,
tomo, en general, el partido de Marx: la revolución socialista prevista por Jaurés, habría sido canalizada por el liberalis~o
tenía que hacerse sobre la plataforma de estados constituidos burgués, ya establecido en España por 13: segunda generac1on
en Alemania, en Francia, en Italia, en España; allí donde habí; de la izquierda. El 33 Congreso del PSOE (1994) se declara
una clase o_brera suficientemente desarrollada y, por tanto, un abiertamente liberal, y utiliza las coordenadas de la Revolu-
desarrollo mdustrial, científico y social del más alto nivel. ción francesa: Racionalidad, Libertad, Igualdad, incorporan-
· Pero e~to n_o quiere decir que la influencia del anarquis- do por cierto dos términos nuevos a aquella tradición: Ética y
mo, como 12qmerda de tercera generación, hubiera cesado. Su Solidaridad. Ulteriormente el secretario general del PSOE,

-200- -201-
. . ., . . ') u. 1 1 , ¡al d rn l r < tis h
R drí u z Zapat r , h<bla de vez n uand d «s ia[i ,:¡ 1no li n 1 1 e n 1 11 1 L q · b , al año
: . l d, r m n ta su rigen, sin em ar_~o,
bertario». Dicho de o tro mod o: los component ciali ·t.1•,, , i 1 11 • u t ch an ' .. ., 1 A ociac1on Gene-
d · 1 fus10n entre a s
no sólo de la quinta generación de la izquierda, sino tamb.i ' 11111 · 1 n el que se pro u¡ o a ( ue había fundado Lasalle
la cuarta, quedan, al menos en la ideología, anegados en el Jil11· , i\ lo Trabaja~ores AblemanDes q rático (fundado por A.
ralismo de la segunda generación, más adecuado al Estad del 63) 1Partido O rero emoc . d
l1 18 ye . h 1869) Este partido, inspira o por
bienestar, tal como se vive en la España integrada en la U ni(111 I', \ 1y W. Liebknec t enl h"bº do por Bismarck en 1878,
Europea. Nada tenemos que objetar, por supuesto, sino qu e l., 1,., a ll e, y u
1 ego por Enge
.b .. ,
s, pro i i 1 d
1890 tomó, impu sa o por
definición de socialismo que ofreció el 33 Congreso del PS F, \ vantada la prohi icion en d E, f rt (1891) una direc-
. d 1 c ngreso e r u ,
no discrimina la izquierda definida de la derecha, también defi 1 "uts ky, a partir e o . todoxa» Dentro del SPD
., d · da «marxista-or · d
nida, por su voluntad de centro. Puede decirse que los dos par · 1 n auto enomma . . . d E Bernstein (el albacea e
tidos españoles mayoritarios a comienzos del siglo XXI están l mó cuerpo el «revisiomsml» e .ectiva revolucionaria en
de acuerdo y quieren lo mismo: Milán. El Gobierno. l•'. ngels), que abandonaba to a pferspondenado en el Congre-
d r O y que ue e ,
11 m.bre de 1gra ua ism , Bebel Kautsky, pero que acabo
: de Hannover (1899) podr 1 ! dºcatos socialdemócratas
triunfand o por e1 ap oyo e os sm i
5. LA IZQUIERDA DE CUARTA GENERACIÓN (O ,1lcmanes. . te que el Partido Obrero
CUARTO GÉNERO DE IZQUIERDA): LA IZQUIERDA Asimismo conviene tener pre_sen . ción marxista, se fun-
SOCIALDEMÓCRATA hancés (el de Jules <?'duesSde)~ dl_e msRpeirv:lucionario (el de Vai-
, 1p rti O oe1a ista . .
lo en 187 9 , Y e ª. . en 189 8; el Partido Socia-
1\ant), con influenc~asdb~a~qu:~ta~e ambos partidos, en 1901,
1. Los orígenes de la cuarta generación, o izquierda lista Francés resulto e a usion
socialdemócrata bajo la dirección de Jaurés. . f fundado en 1874, y en
El Partido Socialista_ Aulstnlal~o uey marxistas con algún
d ias asa ianas '
Con el concepto de «cuarta generación» de las izquierdas él confluyeron ten _ene 1919 habiendo alcanzado
nsta Pero en , . •
englobamos a la izquierda representada principalmente (a par- componente _cerro ·. o Karl Renner en la Presidencia,
tir de los últimos años del siglo XIX y a lo largo del siglo XX) («Viena la ro¡ a») el gobiern .( 1bakuninismo y se adhiere
por los partidos socialistas y socialdemócratas, organizados O tto Bauer en Guerra), repnme a
(fundados o refundados) después de la Guerra Francoprusiana, a la «Inter~acional_de_ Amlte~a:~~ se organizó en 1879 (su
«homologados » en la II Internacional, que se constituyó por el El Partido Socialista e P d ' de antes (con-
1888) aunque proce ia
Congreso Internacional Socialista de 1889, en la rama que en primer congreso, en , t nto influiría en Guesde, y
1907 se consideró moderada (la de Jaurés ), que en 1919 se con- flicto, en 1872 de José Ml esaz'· qu~ ta bakuninistas; su revista,
· os a zancis as
tinuaría por la «Internacional de Amsterdam» (llamada a veces de Pablo Ig1esias, con . . . I lesias Mesa y Lafar-
«Internacional dos y media», cuando aún se reconocía que no La emancipación, estaba dmgi~a por lagcland~stinidad fue le-
cabían terceras vías), frente a la rama extrema de Lenin (de la gue, el yerno de Marx). y tras anos en
que resultará, en 1919, la III Internacional, orientada al comu- galizado por Sagasta.
nismo internacional, es decir, al Kommintern).
-203-
-202-
2. La· izquic,·cl · 1·Jsta (socia Id . ,
· · · ª ocia
parámetro del Estado emocrata) ante el l .l ,' , fil l' l'Í ' lll "cJ, Í 1t p Ír, j 'I 0
11 r. L, (1·, ini ta ma ístas), ti ne qu v r on
Nuestro , · ,·u p i ión dif r n ial respecto del parámetro que venimos
. proposito, obviamente l
ll1 aún esquemáticamente h. ' _en este ugar, no es hac<'r, · n iderando como característico para una definición de la iz-
· , una 1stona de 1 · ld
smo tomar algunas f . a socia emocraci '1 q u i rda, a saber, el Estado (nacional o plurinacional); por tanto
re erenc1as (que od , . ·•
pero las expuestas ser, f. . P nan multiplicarse p r la relación de cada estado con los demás estados.
d as a mantener la interpret an su 1c1entes '
., para nosotros) orienta- No pretendemos insinuar con esto que sean irrelevantes
la izquierda socialista ac10n q~e es_tamos defendiendo dl' la múltiples diferencias que cabe establecer entre las diferen-
. . ' como una 1zqu1 d d f " "d tes corrientes o géneros de izquierda en materia de política
pos1c10nes de izquierda . d f. "d er a e llll a frente a
.
como una izquierda . 1· d
m e m1 a o es 1 · .
pecu at1va, por tanto conómica, fiscal, religiosa, familiar, moral, etcétera, incluso
. 1mp 1ca a en 1 1' ·
renc1ada también de 1 . . a po 1t1ca real, pero dife- «metodológica». Lo que afirmamos es que las diferencias en
. as 1zqu1erdas .
marxistas (republicano d" 1 _praetermarx1stas o anti - stos terrenos, muy importantes sin duda, quedan polariza-
.
d e 1as 12quierdas s ra ica es libe 1 b k . .
de 1·n . . , ' raes, a Ullln1stas) y das, en cuanto a su coloración izquierdista, en función de las
sp1rac1on mar · ( 1
gen, a saber, las que se com d bx1~ta a menos en su ori- diferencias de sus posiciones ante el Estado, en el sentido en
pren en ªJº la · .
- la I II Internacional 1 qumta generación que venimos entendiéndolo (como Estado del «Nuevo Régi-
., . - Y a sexta gene · ,
as1at1c~ o maoísta-). rac10n - que llamamos men» alumbrado por la izquierda de la Revolución francesa) .
. , La 12quierda socialista, inter retad
c10n, es la primera de 1 p . a como cuarta genera-
. as tres corn
qu1erda que se constituy . e~tes generales de la iz- 3. Los grandes estados nacionales o plurinacionales y
. h .
d ic eron con mspir · , .
o sm per1·uicio de 1 .. . ac1on marxista, y esto los pueblos sin historia
1a a1eJaron. os rev1s1olllsmo d d
de los pri · · . s que es e Bernstein
d ncipios marxistas · 1 1
esmarcarse explícitament d 11 e i_n~ uso a llevaron a Sostenemos, en resolución, que la clave política diferen-
d e1marxismo · e, no ya e enm1 · · cial del socialismo (como cuarto género de izquierdas, con to-
como fu 1 d 1 smo, smo mcluso
' e e caso e PSOE
tras la muerte de Fra (L en su refundación das sus especificaciones y variedades consabidas) reside en
·, neo. a «recup ·, d
c10n» de la época de C 1 III erac10n» e la «Ilustra- sus posiciones acerca del Estado, como parámetro en función
E spaña promovió en loar os que el b.
- 'h go terno socialista de del cual ha de plantearse el proceso de transformación de la
, s anos oc enta d 1 . 1
penodo de su gestión . 1 f e s1g o XX durante el sociedad del Antiguo Régimen en la sociedad «racionaliza -
. - me uso se und, . .
M ad nd ba1· o la advoc . , d o una Ulllvers1dad en da», organizada por los principios de la libertad, la igualdad y
. ac10n e Ca 1 III
presidente de las Cort . 1· r os ' cuyo rector fue el la solidaridad que proclamó la Gran Revolución, aplicados a
es socia istas- d ,
1
con a estrategia de d1·s . . , .d po na tener que ver la universalidad del Género humano.
. oc1ac10n 1 eol , ·
x1smo, buscando un enl d. og1ca respecto del mar- Una inspiración marxista (pero también lasalleana) nos
d arse de hacer una reverace . 1recto con 1 · 1 .
1 e s1g o XVIII, sm olvi- pone delante de una generación de izquierdas preocupada no
Ahor . , enc1a a os Barbones.) sólo por las líneas estrictamente políticas por las cuales se en-
a bien, y esta es nuestra tesis i .
tal, el criterio político qu d1"f . nterpretat1va fundamen- carrilaron preferentemente las dos primeras generaciones,
no solamente de las
e erenc1a al s ·
· r d
ocia ismo emocrático que culminaron con el ideal del «Estado de Derecho», sino
cornentes praetermarxistas o antimarxis: también por las líneas sociales, que culminarían con el ideal
-204 -
- 205 -
' •je / / • -r 1 /
1 • /
a11a rq. u1 rn o. El. oc1a

-
· 1ismo . ' I ' I I , U , • r . r L. 11 t , kl
a icnc
' 1
1111' it · , lui r; L «Ír, L·n1, l ' p r, , , n
en el Estado como platafo rma Í1 a,. n _re um1da u nt, s. 1 ) 11 1 hc rman , uy partidos estarán integrados
lame el proceso revol . < • ndpresc111d1ble p ara llevar ad(· 11 l. Inc rnacional Socialista; p ero esta coop eración habrá
Por ello todo
'
· ·
uc10nano e 1 t
mov1m1ento tendent d b1·1 ·
ª rans f ormac1on .,
oc ia/
. 1u ntenderla sin perjuicio del principio de no injerencia de
extinguirlo, tendrá u ~ ª ~ Itar al Estado, :, <'< <la es tado en el ámbito de las competencias de los demás
. . q e verse como irrac1on 1(
o b;et1vo, más o menos f' . a aun cuando su -.· tados; lo que equivale a asumir la metodología del pacifis-
., . meta is1co o meta 1' . f .
taurac10n de la «comunidad d 1G , po It1co, uera la ins• 1i I en todo cuanto concierne a las relaciones internacionales.
L e enero humano»)
a cuarta generacio'n d . .
. e 1zqu1erdas s · · ·. No faltará quien advierta que estos principios son muy in-
una idea central del mat . 1· h. , . e mspira srn duda en 1 terminados, y admiten variantes múltiples y contrapuestas
d ec1rlo. ena ismo Istonc , 1
con palabras de M h . ) 1 o, segun a cual (para ·ntre sí. Así es, en efecto, pero estas variantes no pueden ha-
. ., e nng « a supre d 1
c1pac10n proletaria pasa, como . . , m~meta_ e aeman- . rnos olvidar la importancia normativa que corresponde a
formación de grandes estad c_ond1lc10n rnelud1ble, por la 1 s principios de la política nacional e internacional, aunque
, d
res e Marx y Engels l os nac10na es» - d e ah1' e1d esrnte-. ,
. . por os que ellos 11 ea en sus líneas más generales.
h istona» (entre estos co .d amaron «pueblos sin También hay que tener en cuenta que estos principios se
.
d e bido ns1 eraron al p 61
a que el modo de r ., u~ ~ vasco)- y esto proporcionaban, mejor que en ninguna otra época, a la situa-
prescindible del proceso hl-: º,d~cc1hon _capitalista, eslabón im- ción mundial vigente en el siglo que transcurre desde finales
1etanado,. 1stonco acia la f ., d
exige la def1' . . , d f ormac1on el pro- del XIX a los finales del XX, si subrayamos en este siglo la con-
rnc10n e ronte · 1
colonias correspondientes) de am li ~as n~~10na es (con sus solidación de los estados nacionales (principalmente, es decir,
sarrollo, y con él para el d pll tu sufic1en . te para su de- sin perjuicio de los grandes estados multinacionales, y aun de
. . esarro o del 1 ·d
pnnc1pa1 de la revolución. pro etana o, motor los estados continentales) como unidades reconocidas en el
y si el Estado, suficientemente d Derecho Internacional (la Sociedad de las Naciones, en 1917,
burgués», se toma como pl t f dma uro como «Estado y la Organización de las Naciones Unidas en 1944) .
., a a orma e la 0 l ' · d
mac1on hacia el social· d E P Itica e transfor- La situación, a comienzos del siglo XXI, no es ya exacta-
, • ismo e stado se d ,
po1Itlca hacia el soc1·a1. d , ' compren era que la mente la misma, si se tiene en cuenta, tanto como el proceso de
. ismo ten ra qu d' ..
guientes dos principios fu d 1 e mgirse por los si- «globalización» el proceso de continentalización, en función
p . n amenta es:
nmero: por el principio de la vía 1 . . . del cual la soberanía de los estados nacionales van trasfiriéndo-
t~tal». Este principio tendrá . revo uc10nana «rntraes- se, en proporciones variables, a los estados continentales (Es-
v1a pacífica (demo , . que ~nentar una metodología de tados Unidos de Norteamérica, Unión Europea, Federación
. crat1ca, por e;em 1 ) h
v10lenta o incluso el « 1 . p o , rec azando la vía Rusa).
• go pe rncruento» de E st d
to s1 se razona desde el d . a o; y esto tan- Del segundo principio se deducirá, por ejemplo, que, en
. . gra ua11smo com ·
«mutac1on1smo» (que a~ , , o s1 se razona del caso de un conflicto entre estados nacionales (como ocurrió
nos mas tarde d ,
por la teoría de las catástrofes Una po na _s~r contemplado en la Primera Guerra Mundial, y aun en la Segunda) la política
no sería la metodolo , , ). ~uerra CIV1l, por ejemplo de los partidos socialistas se inclinará a prestar apoyo preferen-
g1a mas aconse;abl . ,
transformación social en l , b. d e para conseguir una cial a su patria, antes que a su partido; de suerte que los obreros
S d . e am Ito e cada Estado
egun o: la acción política revolucionaria, cen.trada en el franceses irán a la guerra contra Alemania, y los obreros ale-
manes irán a la guerra contra Francia, a pesar de que, en cuanto
-206 -
-207-
iaJisLa , l br r . 1•.., l
b "! r 'r · 1 ¡ l~I e L Í:;; ¡u; •1' In 1·1P· rL ium,. nLU V l j b, j 1, -
'1 11'1 , l
ría~ de estar teóricamente más cerca de lo u :1 . ~ 1, n _"" . '.· '
pect1vamente con los b f q · e tab. 11 11 ,\ 111 11 -! , el fin, l. d la u rra, uand el PD llegó al pod r
alemanes. urgueses ·rances es O con l os bur cru ese~
l~b -rl j fe de obierno; N oske, ministro de la Guerra) fueron
1 j · 1.:itados los es partaquistas, Rosa de Luxemburgo y Liebk-
11 • ·ht. (Se ha dicho que esta «deriva derechista» llevó al Partido

4. El Estado nacional, ámbito de la iz . · ·ialista Alemán a perder capacidad de resistencia cuando Hit-
generación O soci"ald . qmerda de cuarta 1 ·r, n 1933, lo declaró ilegal, junto con otros partidos; la sece-
emocrac1a
si ' n del ala izquierda, en la época de la República de Weimar,
La vigencia de estos dos rinci . d , la llevó a unirse al Partido Comunista, recién fundado, como
detalle analizando la tr p . d ~ws ~o . na constatarse c 11 1 urrió en España y en Francia. No cabe olvidar que tras el
los siglos de referencia. ayectona e socialismo a lo largo de li undimiento de la Unión Soviética, la política de reunificación
En la II Internacional, Bebel K k . . 1- las dos Alemanias en una sola patria alemana, fue impulsada
sis de que la Revo1 . , 11 , y au_ts ! impusieron la te- muy principalmente por el SPD de Willy Brandt.
uc10n egana por s1 ·
de «lanzar a la clase 0 b . misma, srn necesidad Asimismo, es pertinente recordar aquí la importancia de-
rera a una carmcería»· 10 h , f l
ta era prepararla para la R l ., · que ac1a a - isiva que la socialdemocracia austriaca dio al Estado-nación.
nuevo Estado En Al evo
. uc10n .' para po er contro l ar eJ
d
in duda el Partido Socialista Austriaco estaba especialmente
. emama, por e1em 1 b ,
recordando las conn· . d p o, ca na comenzar ensibilizado, dado el contexto de heterogeneidad cultural en
1venc1as e Lasalle B· k
proyecto de un estado . con ismarc ' y su el que él actuaba, a saber, el imperio austrohúngaro. Lo cierto
más tarde el nombre dt~:t;s1;a _¿~e tomaría unas décadas es que en este contexto brotaron las ideas de Otto Bauer y
darse que el Congreso Int a º . e /~nestar. No puede olvi- otros sobre las naciones culturales (La cuestión de las naciona-
establecía que en cada terdnac10na e_Amsterdam de 1904, lidades y la socialdemocracia, 1907), que tanta importancia es-
es a o se organ , , ·
solo partido socialista, « uest izana umcamente un taba llamada a tener, no sólo en Rusia (a través de la crítica de
En 1914 el Partido Soc1. pld ~ que la lelas: obrera era única». Stalin) sino también en la España de las nacionalidades histó-
. ª emocrata A emanad ,
t1ca de colaboración dec1'd1'd 1k , . opta una po11- ricas de la Constitución de 1978.
. a con e a1ser (lo d
cierto paralelismo con 1 l b ., que guar a un
a co a orac10n que E -
el Partido Socialista Obre E - 1 1 en spana prestó
ra1 Primo de Rivera). ro spano a a dictadura del gene- 5. El socialismo político, en evolución hacia un
Esto es lo que exasperaba a L . . socialismo ético
lítica estatalista de la II I t . emln, que consideraba lapo-
n ernac1ona co 1 · ·
sero», y citaba el artículo de Kautsk mo «c 1ov1111sr~o gro- Se comprende, por otro lado, que un socialismo «gradua-
octubre de 1914) e l d , Y (en Neue Zezt, 2 de lista» y estatista, como proyecto de desarrollo en los recintos
la obligación de defnenedqerue ec1a: ~<Todl os tienen el derecho y de los estados nacionales (todo lo hermanados que se quie-
a su patna· e v d d ·
nalismo consiste en ' er a ero rnternacio- ran) tienda a orientar a los partidos socialistas hacia una suer-
. reconocer este dere h O 1 .
listas de todas las naciones l c para os socia- te de fabianismo, en el Reino U nido, o hacia una suerte de
la mía ... »). ' a que se encuentra en guerra con monroísmo socialdemocrático en Estados Unidos (Dewey, Ror-
ty), o hacia un liberalismo socialista en la Europa posterior al
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l1u11 d in i n d la R . .11 ¡,1 F I
· , uro pa · I, 1·,n r · , ¡
mo1 gadas ·y del Es tad d B . ,, s t \ ' .11J , ·ne, 1 ír,
1 •¡.;.t,-.· • , u11 0 111 un1 111 un, v ·r · l d 1· 1,
11
< e 1 ne tar g ue ' J d ·f ·
la derecha O del c ' · e r r n ,. d, · pl,1 t, r rm a d un ·s < 1 mu ni ca firrn m ntc a entad y
.
d 1scursos par1a entro,· a p esar de la agresividad verbal<·
e1~ I<
,, , ., 1 · 1 , ndo br l d má stados.
hidrológica o d:ge~tt:ro'1nosd, eln cuestiones técnicas de p olític.1 a racio nalizació n comunista, por lo demás, según ya he-
e a marea negra d
petrolero que se hunde. provoca a por urr 1,1 dicho, no se consideró a sí misma como una «izquier-
1, » , y ello estaba justificado (dejando de lado explicaciones
,, ' mánticas de las que ya hemos hablado, y que tienen en todo
'<l o un valor muy secundario) si se tiene en cuenta que desde
1,\ perspectiva del materialismo histórico, si la izquierda esta-
6. LA IZQl!IERDA DE QUINTA GENERACIÓN (O ha asociada en su origen a la Gran Revolución burguesa, rein-
l ' rp retada como eslabón imprescindible en el proceso revolu-
¿i~:~s~!NERO DE IZQUIERDA): LA IZQUIERDA
·i nario mundial ( «no se puede ser marxista - decía Lenin en
/,a bancarrota de la JI Internacional- sin sentir el más pro-
fundo respeto por los grandes revolucionarios burgueses
1. La qui~ta generación de izquierdas y el /acababa de citar a Robespierre, a Garibaldi ... ], a quienes la
bonapartismo histo ria había conferido el derecho de hablar en nombre de
las patrias burguesas, que en la lucha contra el feudalismo ha-
La quinta generación O si f l . bían · elevado a una vida civilizada a decen~s de millones de
izquierda def ·d ' se pre iere, e qumto género de hombres de las nuevas naciones »), podía no resultar adecua-
se encar , m1 a, se ~~rresponde con el comunismo tal como
no, o pretend10 haberse encarnado a lo largo d 1 . do aplicarla a un movimiento que buscaba precisamente el
g1o XX, en torno a la U . , S . , . ' e s1- desbordamiento de la izquierda burguesa.
la IV Internacional, fon~~: p:;;rt~~:Jprescindimos aquí de Por eso Lenin, y en gran medida sus sucesores, no consi-
que sus posiciones se han man . . y, y sus secuelas, dado deraron primaria la tradicional oposición izquierda/derecha,
ginalidad política). temdo siempre en una clara mar- sino la oposición entre el imperialismo, «fase final del capita-
Nuestro propósito no lismo », y el comunismo bolchevique. Dentro de éste, cabría
grandes hitos d es ta?1p~co recordar siquiera los hablar, es cierto, de las desviaciones de izquierda (o del iz-
más breve posib;e~::e1!':~~:;~, s1~0 mterpret_arlos,
«l · 1· . ,
modo
ena as que vemmos ut1hzand .
~e! quierdismo, levizná) y de las desviaciones de derecha (pravii).
a rac10na izac10n» de la sociedad 1' . d 1 . o. Por lo demás, los contenidos de estas desviaciones de iz-
. po ltlca e Antigu R' ·
men, y u l tenormente del régimen . 1' b , o eg1- quierda o de derecha no fueron siempre los mismos, aunque
tándose en una 1 f capita ista urgues, asen- mantuvieron una polarización hacia el extremismo, hacia la
Estado s. d . p ;ta orma concreta de naturaleza política el
acción directa (frente a los proyectos prudenciales del Partido
ción a l;s ~:.:1::~c:~:~::: ;1~:i::;~::~ód::; ~::~c~onali;a- en la política real, los «izquierdistas » invocaban un «conoci-
miento científico» infalible, que les permitía justificar su vo-
cier~ª~:~u~er:da de q~inta ~eneración siguió una ví; que en
luntarismo al lanzarse a la acción si necesidad de ajustarse a
dación del Im pr~duc1~,l~ v1a bonapartista, a través de la fon-
peno sov1et1co, por cuanto presuponía que úni- los planes y programas más prudentes). Por eso, por ejemplo,
contraponían el partido de los jefes y el partido de las masas;
- 210 -
- 211 -
i· e·1·d""'· en el ¡Joder
. L. quin l. ¡,; ·11 ·r, •. n e. • 1'.lqu
. ·¡· .

t'I' ' ·n 1 ,n i llLífi ·c m ' nt ·pt be la· lc~fa d I u1 :-.11 ~

de la revolu ci , n, tendían a implificar l s paso qu 011du · (·11 . d l . l XIX y del XX, en cual-
a ella, consid erando como pérdida de tiempo cualquier c 111 comuni ta de finales e s1lg o de los anarquistas
.f . n forma mente . 1
pro miso o «pasos atrás para dar luego dos hacia adelante». /\ d
1t.1 i er caso, se i erenciaro . 1· de la II Internaciona .
. 1 de los socia istas
veces, la diferencia entre izquierdismo y derechismo se c 11 1 la I Internac1ona , Y . . to comunista, que se
el mov1mien d
cretará en los ritmos de la acción: el izquierdismo buscarían· l\unque, en otro terreno, d ténticamente orto oxo
. , 6. , orno here ero au . . )
sultados rápidos (la colectivización de Stalin, a marchas for nsidero tam ien c , 1 arxismo-lenmismo ' en
el marxismo • (l o qu e se llamo e m . mantuvo pos1c10nes · ·
zadas, a partir de 1928, sería izquierdista). Pero en China se
. ., 1 socialdemocracia, .
aplicó el rótulo de izquierdismo a la política del ala izquierda . ntrapos1c10n con a . a la ue el bonapartismo impe-
del partido (Liu Chao Chi), que dominó en el verano y oto . nálogas, como hemos d1c~o, . J
rialista mantuvo frente a la izqu~er a d El comunismo, en
radical o liberal, concen-
ño de 1957, en yl experimento de las cien flores, en la política
de las comunas y en el gran salto adelante. El ala derecha del trada en la vida política de ca a esta º1a· transformación re-
. · · propuso
Partido Comunista Chino (Chu En Lai), en cambio, más sim - ambio, desde el pnnc1p10, se d b ués imperialista (cuya
· . • · 1 del Esta o urg
patizante con la URSS, justificaría políticas tipo NEP y re- volucionana y raciona . . 1 por cuanto -se pen-
. ideraba irrac1ona , ., )
comendaría «ir despacio ». Mao se habría mantenido en el recurrertcia se cons . aniquilac1on en un
. ducía a su propia f
centro, favoreciendo el ala izquierda o la derecha según con- saba con Lenm- con . taba hacia la trans or-
. su vez se onen .
viniese, a su juicio, al curso de la Revolución. estado comumsta que, a ' f revia para la «exun-
, t dos como ase p ,
Sin embargo, y desde la perspectiva etic de nuestras coor- mación de los d emas es a ' . c1·ón por lo demas,
U na exun ,
denadas, el comunismo bolchevique ha de ser situado a la iz- ción definitiva d e1 E st ªd o».
quierda del capitalismo (del imperialismo depredador, del contemplada in illo tempo~e. f taba inmediatamente,
. . mumsta se en ren . .
fascismo, del nazismo), como de hecho fue interpretado en la El mov1m1ento co f . , revolucionaria mter-
'l la trans ormacwn · 1·
España de Franco o en la Italia de Mussolini. Cuando, por por tanto, no so o con , ás débil del sistema cap1ta ista,
ejemplo en España, se computaban los votos de la izquierda na de un estado, el eslabon m . , volucionaria de todos
., 1 sformac1on re l
en las elecciones de 1936, el Partido Comunista entraba desde sino tamb1en con a tran d" . s que este doble P an-
, d L contra 1cc1one 1
luego en el cómputo. Cuando en la España de 1978 se habla los demas esta os. as d 0 unque a otra esca a,
había presenta , ª l
de «la unidad de la izquierda», o incluso se forma una coali- teamiento, que ya se ontradicción entre os
ción que se llama Izquierda Unida, se cuenta desde luego con en la Revolución francesa, coh~~ c patentes en diversos
. d d os se ic1eron
el Partido Comunista. No es desde luego una izquierda que hombres y 1os clU a ~n . '. . f 1 del Tratado de Brest-
mficauvo ue e 1
pudiera considerarse como mera continuación de la izquierda momentos. Uno muy sig d" te el cual la «Revo u-
d de 1918 me ian .
de primera o segunda generación, pero sí es un nuevo géne- Litovsk, el 22 e marzo f ' b la paz con Alemama, ce-
ro de izquierda, surgido de la primera generación, según esta- ción de Octubre de 1917» i:rª a parte de Polonia. En
blece el propio materialismo histórico cuando habla de la su- diendo Finlandia, Países Ba ~1cosky suscitaron todas las
d Brest-Litovs se 6 1
cesión de las revoluciones. torno a1 T rata d o e . suponiendo, so re a
cuestiones de fondo, que vemmol; yrede «pacífica colabora-
1 erra y lapo iuca 1·
disyuntiva entre a gu . , . l otencias capita 1stas»,
ción entre la Rusia sov1et1ca y as p

-213-
- 212-
/j y unLiv. impu q ui n pr L ndfa n la tra n f rm::t í ' 11
revolu cionaria del «eslabón más débil». d ·1 111 · , ? n/\ ..1 I > . , , L .11 111 ' n la nfic n ✓-, c I qu lel
' - . .;e XL nd rí, ráp idamen te por la E~rop a c~nt:~
En el VII C ongreso del Partido, en el que se debatí ' h Iu enral·
1( v cid l
de esta amp 1·iac1on
. , (qu e la histona desmmt10)
.,
cuestión de Brest-Litovsk, Riazanov dijo que el Partido «s ·
pendía, se~ún Lenin, la supervivencia de la Revolucion.
vio obligado en el momento en el que tomó el poder en sus
manos a enfrentarse con un dilema, el de decidir si debía apo-
3. Lenin entendió la Revolución de Octub~e co~o el
yarse en las masas campesinas [en el ejército ruso, cuyos sol -
primer acto de la Revolución europea y umversa
dados clamaban pidiendo paz y tierraJ o en el proletariado de
la Europa occidental». Ya antes, en 1917, Lenin había dicho (a
vueltas con la necesidad de aceptar aquella «paz vergonzosa») Tenemos ·que renunciar . a la exposición
. de las circunstan-
l rin-
. d . n a Lenin a considerar, dentro de os P
que «dependemos del apoyo, no solamente del proletariado, ·tas que con UJer~ . , . l I erío de los zares (que,
· ios del materialismo histonco, a mp . l
sino también del campesinado más pobre, que nos abandona- _LP • • • de sus condiciones autocráticas no estuvieron a
rá si continúa la guerra». Y en un artículo de Pravda («Una
lección dura, pero necesaria») añadió: «La crisis de Brest-Lito-
m per¡u~:;oproceso del desarrollo histórico moder1;0, c~7º
mar~::o Stalin reconoció: Pedro el Grande, <:atalma, _e-
vsk aparecerá como uno de los puntos decisivos más importan-
tes de la historia de la Revolución rusa y de la Internacional. » ·l m .
dro I - que mcorporo , Finlandia y Besarabia, al Impeno,
1861 l
¡an ,
contra Napoleon- Y epn ro '
Al · d II que decreto en
1 f rma lo sufí-
ª
Comenta E. H . Carr: «[la crisis de Brest-Litovsk] llevó a su
punto álgido el dilema de las relaciones, no resueltas, de la emancipación de los esclavos) como una_p_ :ta doe su proleta-
d anto a la composic10n
Rusia soviética con el mundo, el de una autoridad que aspira- cientemente ma ura, cu . d a título de eslabón
. d . d . l de su campesma o, aun
ba a actuar, a la vez y al mismo tiempo, como fuerza impulso- na, odm 1 de los estados capitalistas,
' b ·1ustnala ycad ena umversa
. .
ra de la Revolución mundial, y como poder soberano de un mas e i' en . d 11 la Revolución comunista um-
para promover, a partir e e a,
estado en un mundo de estados. Y fue en ese momento en el
que se establecieron los cimientos perdurables de la política versal · l h , como
exterior soviética». Al preparar la Revolución en Rusia, Lenm o a~ia, . d
. d 11 propagana casi e
Lenin, por tanto, no dejaba de lado la política pacifista de hemos dicho, presupomen odque e ~t sl~stas que habían ido
inmediato, a los grandes esta os capi. ~
la I y de la II internacional, que pedía la abolición de los ejér-
consolidándose después de la Revoluc10n francesa.
citos permanentes y su sustitución por las milicias del pueblo
o la «nación en armas». Lenin, en sus Cartas desde lejos (Sui-
za, marzo 1917), decía que quería fusionar la policía, el ejérci-
4. Las tres fases de la izquierda comunista de quinta
to y la burocracia con el pueblo del universo entero en armas,
generación
y crear «una verdadera milicia popular, general y universal,
. bajo la dirección del proletariado».
En conclusión, las contradicciones que desde el principio En la trayectoria segm·¿ a por el movi·miento
. d comunista po-
ente treinta
dríamos istmgmr tres ~ .
d. . . eríodos de aproxima am
· se aparecieron al movimiento comunista (y de las cuales sus ,odo abarcaría los últimos
jefes estaban plenamente conscientes), ¿no podían ser resuel- y cinco años cada uno. E pnmer pen 1 rte de Lenin·
- del siglo XIX y terminaría en 1924, con a mue ,
tas o sobrellevadas mediante el procedimiento del «paso atrás
:~::gundo período comprende el intervalo que transcurre
-214-
-215-
I
de de la n uerte d L nin ha ta la ndcnaci n de e,. lío 01 . El prirn ·r p ·r do: leninista
el XX Congreso del PCUS (1956); el tercer período e xt '11 _ , d d , amos llamar período leninis-
dería desde el XX Congreso hasta el derrumbamiento de la E l pm · ner peno o qu e Pº r1 d
URSS, tomando la fecha convencional de 1990. 1 ,odo d e la 'd.ictad ura del proletariado. Compren . e
1 i, s ~ pe~i d l l l der constituido, que culmma en
El fundamento de esta distinción, en tres períodos, de la 1 episod10s e asa to ª po molición del Antiguo Régi-
trayectoria del «comunismo realmente existente» no es otro 1 Revolución de Oct~bre: la d~, de la familia real) y la de-
. 1 do aqm la eJecucion
sino la combinatoria sistemática de los componentes estricta t en (me uyen . e amenazan la Revolución
mente políticos de su revolución, tal como fueron formula- f nsa respec t O de las .
potencias qu
. , oduce la estructura de la
. Es una s1tuac10n que repr .,
dos emic, aunque con fundamento in re, por la ideología so- naciente. . d . lta' neamente a la proclamacion
viética dominante, a saber, la dialéctica interna (de las clases R lución cuan o simu .
ran evo, . f, l eJ· ércitos austnacos atacan en
en lucha) y la revolución exterior (o dialéctica de los estados d e 1ª Repubhca rancesa, os .
d e la orgamz
. . .
· aci·ón de las primeras mstitu-
1 , oca
en guerra). Va1my. E s ª ep , d 1 NEP. La época de la orga-
La «composición» de estos dos cursos dialécticos se ha- iones de economia de guerra, e a .
. ., 1919 de la III Internacional, etc.
bría llevado a cabo de acuerdo con el siguiente orden de su- mzacion, en ,
cesión:
En el primer período, como «engranaje» de la guerra entre
6. El segundo período: estalinista
los estados (la Primera Guerra Mundial) y la lucha de clases
(en el interior del Imperio moribundo o recién derrocado). La , d l entral el período estalinista. En
dialéctica entre los estados, la PGM, hizo posible la Revolu- El segundolpeUno_ ,º eSs e -~tica c~mo una sociedad política
ción de Octubre; el ejército ruso, que desertaba de los frentes, 'l ó forma a mon ov1e . .
e tom h b' d. t ciado ya del régimen antenor y
uctura se a ia is an . .
proporcionó a Lenin y a Trotsky la fuerza necesaria para de- cuya es tr glonoso para unos, si-
moler el Imperio de Nicolás II. estab.a adquiriendo un nuevo rostro,
En el segundo período, la situación de guerra exterior se niestro para otrosd. l . statalización y centralización,
reanudará (la Segunda Guerra Mundial, la guerra contra la E s e1período e a mtensal e tareas de la racionahzacion . . ., d
e
Alemania nazi); pero esta guerra favorecerá la unidad interior imprescindible par~ acomed~er as los planes quinquenales. La
entre las clases hasta entonces en lucha, hasta el punto de que 1a socie . dad soviética me iante
. . . . , planificada (no espontánea o
Stalin podrá proclamar que en la Unión Soviética· ha desapa- , de la mdustna1izacion . . d . 1
epoca h b , .d la de la revolución ,m ustna
recido la lucha de clases, aunque las clases subsistan, sin em- , . a como a na s1 o , 1
anarqmc , ., ·guiente la epoca de terror
bargo.
· r
cap1ta is a ,
t ) y tambien, por consi
. ,
'
l ción (los «campesmos sa-
.
En el tercer período la «guerra caliente» habrác cesado, para quienes resist1an a la revo u
aunque se continuará unos años en la forma de la «guerra b o t eadores» ' por ejemplo). . d . .
tirar to o reconocimiento
P ara mue hos el terror exige re .
fría»; también habría cesado no sólo la lucha de clases en el
interior de la Unión Soviética, sino las mismas distancias en-
·
d e raciona ridad a' la revolucion
.,
que
lo practica; pero esta con-
. . , .
d 1«racionalismo dialogico»
l ·, oya en el concepto e
tre las clases, como consecuencia del desarrollo de la econo- e us10n se ap . d l . · pio («sólo es racional lo que
mía y de la educación soviéticas. que en todo caso, pi e e pnnc1
pro~ede por los cauces del diálogo»).

-217-
-216-
" ta s la ' p d · larani z . i ' n d l ;j ~ritRj lc-1., ,rnJ ¡ , r: rn ·tr pr is,rn nt la u ci ' n
«Gran Guerra Patria» contra Alemania (·qu é diál '·· I 1, , •i nal. La I via i n de d erecha stán, según él, repre-
' ;,) d l . e , .1 ,, .1
aqm. , . e a transformación del régimen de la dictadur:i dl'I •11 , da por todos aquellos que reconocen de algún modo las

proletanado ~n Repú~lica Popular. La época d el comunisi 1111 1111tades nacionalistas que iban apareciendo en el territorio
e~, un solo pa1s, es decir, de la posibilidad de una transf n, 1, 1 1 • 1 que sería la Unión Soviética. Los sectores de derecha,

cion re~olucionaria, en una parte de la Humanidad, 11 111 , , 1


ara Stalin, serán enérgicamente condenados, por no saber
grande _sm duda (para muchos, no lo suficiente), en «patria del t I nerse a los planteamientos de los nacionalismos allí emer-
comunismo». p, •ntes; para Stalin el nacionalismo, amparado por la derecha,
Hay q~e ten_er presente, en todo caso, que el «país » en el .' ' rÍa el principal obstáculo ideológico para la formación de
que se deci~ ,rosible fundar la patria del comunismo no era u 11 la vanguardias marxistas en las regiones periféricas y en las
est ado-nacion de 20, 30 o 70 millones de habitantes sino 1· públicas.

un es_tado multinacional de casi 250 millones de habita~tes y Pero las izquierdas periféricas también serán condenadas
22 millones de kilómetros cuadrados. 1
r Stalin, puesto que ve en estas izquierdas un excesivo dis-
Las Ideas que Stalin tuvo sobre la izquierda (para mantl' L, nciamiento y desprecio, muy poco táctico, hacia los movi-
nernos lo más cerc: po,sible del a_sunto de este libro) variaro n, mi entos nacionalistas o regionalistas en nombre del Estado
por supue~to,_ s~gu~ epoca ~ _circunstancias. Stalin, por ck · munista; de este modo cree Stalin que los izquierdistas pue-
pronto, se mclmo a circunscnbir la oposición izquierda/derc en alejar de la revolución a los campesinos y a capas extensas
cha al campo pol!t~co, considerando un abuso de los términos le la población local. Lo que queremos subray ar, por tanto,
extender la oposición al terreno del arte o de la literatura (en que Stalin está reconociendo aquí, de hecho, a la izquierda
estos _terrenos habría que utilizar otras oposiciones de clase u definición en función del Estado común, aunque considera
por eJemplo). Prevaleció en Stalin, sin duda la ide~ leninis' al izquierdismo, más que a la izquierda, como una desviación
ta de las desviaciones, respecto de una línea c~ntral, como l~ - de signo táctico más que ideológico.
gar de e~cuentro posible, per~ ~o como centro ocupado por Probablemente, a raíz de la lucha contra el nazismo y con-
opor.tumstas _que esperan a defmirse. Stalin subrayará el com - tra el fascismo, durante los años treinta, y ante la política de
po~ente cl~sista (pequeñoburgués) del izquierdismo, y llc- Frente Popular que requería encontrar un rótulo común para
?ara a_c~nsiderar a Trotsky como un «agente de la burguesía anarquistas, socialdemócratas y comunistas, se abre un proce-
impenahsta». Pero, desde nuestro punto de vista lo más intc- o que tiene singular relevancia para todo aquel que analiza la
~esa~te es la aplicación que Stalin hizo de la op~sición entre estructura y evolución de los conceptos de izquierda. Es el
izqmerda y derecha_: la cuestión nacional, porque aquí tiene proceso de recuperación del significado «ponderativo y en-
!uga~ una recuperac10n, de hecho, del sentido originario de la volvente» del término izquierda, rectificando el sentido pe-
izqmerda. yorativo marginal ( «desviación infantil») que Lenin le había
~n j~nio de 1923, cuando Stalin era comisario para las dado de hecho. ·
nacwnahdades, Y en la Cuarta Conferencia del Comité Cen- Esta rectificación, al enfrentarse con los textos de Lenin,
tral del, P~b de Rusia, con los funcionarios responsables de se llevó a cabo sin duda mediante las técnicas propias de la re-
las republ~cas _Y regiones nacionales, Stalin utiliza los con- interpretación «conservadora». Así, cuando Jorge Dimitrov,
ceptos de izqmerda Y derecha (dentro de la organización co- en su discurso del 2 de agosto de 1935, en el séptimo congreso

-218- -219-
\1i lit an1Í ·11 l0 o b · · ;,,· i ,, l · \ 11, u111
1· l. 111 1111 •m:1, ¡ 11 1 ( ,
¡;,, 1· l'ran i, , I · .' p, r,, y I P rcu l; p r tant d pattid
" ») ª u u. la 1<l · 1:1, 1 ,
1
cha
. c Dtra -- el fa C .L mo e • br ' r ·n I lt1
ninpo r «sectarismo» ,b. ustituy . . nq u1er i m > .. I .('
[ ·, - d. , "' ,nista que, in embargo, ya habían proclamado su dis-
mo» o «extremismo . ' o lien cuando ll ama «ul tra1zqu1. · 1· 1,1" iamiento con el PCUS. Los proyectos de «eurocomunis·
· ¡. » aoq , . · " "
m anttl» del comunismo. ue verna siendo «enferm ed . d ,,1 > quedaron en nad a.

8. La caída del comunismo realmente existente


7. El tercer período: la c . .'
comunismo y el capºt 1· oex1stencia pacífica del
1 a 1smo Está fuera de lugar tratar de formar aquí un juicio de valor
' bre el movimiento comunista que ex istió realmente en Eu-
. El tercer. período d 1comurnsmo . r pa durante setenta años. Lo que aquí nos incumbe es exclu-
pone u:11 giro radical enelas d' . r ea1mente existente su -
:i,amente ver a este movimiento como a un género, el quinto
rLda Ud rnón Sovietica
. , . pretendetrectnces del. peno, d o estalinista.
1 nuestro cómputo, de un proyecto de izquierda muy deli·
i ~ ~ la Revolución y corre :eorgarnzarse, una vez conso-
sociahsta con rango de . gidos sus errores, como Est d , ido, que todavía alienta en diversos lugares del mundo. Un
nacional . a o movimiento que se propuso, partiendo del sistema capitalis-
f . Esto no qmere
. primera
d . potencia en el concierto
. mter-
ta, transformar revolucionariamente al mundo mediante una
a uera. Basta recordar Cub=c~ qu~ no deje de mirar hacia
este período en el que K h, ngo a o Vietnam. Pero es planificación racional, calculada y continuamente ensayada,
aa . rute ev en lo - en rectificada, como si fuera un experimento científico.
e nuncfiar que el socialismo e; la U s_ :nos sesenta, se atreve Otra cosa es que los medios utilizados, especialmente el
nsaya ormas de economí rnon Soviética -que a
del terror, fueran compatibles con una razón calculadora, que
plemtud en los años ochent: ;e mercado- se alcanzará ~n
rrderse la_ perspectiva mundi~r:
uerra Fna, como en la ,
et'~~?significa que pueda
, g o a izadora». Tanto en 1
no habría sabido medir sus efectos; o sencillamente que los
«cálculos racionales» estuvieran equivocados. Lo más grave
para el proy ecto del movimiento comunista de la Unión So-
~a calando la doctrina de ~:ec:l:e la : coexistencia pacífica:
viética sería la conclusión de que su derrumbamiento se de·
u_1cremento acumulativo del PIB e;phegue del socialismo, ei
sistema de educación de 1 , a nueva organización del bió, precisamente, a sus éxitos sociales en todo lo que al Esta·
do del Bienestar se refiere, y particularmente a la consecución
roespacial, la «carrera yh . ª1 competencia tecnológica y
co t 1 ac1a a L un h , ae- del pleno empleo, puesto que este pleno empleo acaso signifi-
n ra e capitalismo. a», aran ganar la batalla
caba un despilfarro económico, porque destruía la «rentabili-
Pero la batalla estaba erdi . dad» de la mayor parte de los sectores de la producción y por-
ya, cada vez más dar p da en este terreno como .
d d l amente e 1 • ' se vio que la confianza en la «armorÚa compensatoria» entre los
a e os . setenta. Los s · 'd enreos primeros
1gnos b . años de la d,eca-
diversos sectores de la producción resultaba ser tan sólo un
co~~1_1ista se hacían cada vez , squ'.'b ra1amiento del sistema
sovietico, ya desde los años 1:1-as visi les. El conflicto chino- buen deseo.
Apliquemos aquí nuestro principio: la racionalización de
ra con la China comunista e~n;:;nta y sesenta, y la ruptu-
cualquier dominio no implica siempre la verdad de sus resul-
en 1956, Praga en 1968 1 . . 8; la revuelta de Hun ,
1972 l , a cnsis de l d ., gna
' a Perestroika y el derrumb .ª pro _ucc10n de trigo en tados, ni siquiera la de sus premisas.
ami1ento fmal, y con él, el de-
-221-
- 220 -
L ún i qu- , ,·
-· . 1 s l l llj ( J"l, ' . ,::ti , I' . • ' ' t . 1 -
tJ a delco111u111 m o rcal
e , a
1 1arg d J . l .q u , Lt. <· .'" LI . últirn. n
Le ,n e a dc r nu tr fr n ·>,
1
en que no es explicable 1 - d 'y n 1 n.1 ,d., J pr pi M a en marzo d e 1926, en u Análisis de las
a ma1ge11 e sus pl
l b
g o ales de racionaliz ·, d . anes Y p rogra n1.1, , l t de la sociedad china (incluido en el Libro Rojo. Citas del
ac10n e 1as sociedad 1
rando sobre platafor . es 1umanas, j)(' ¡ r idente Mao Tse Tung, II) .
mas estata1es mter t d t·
namente el curso de . ac uantes, e me pk
una trayectona de 1 · • d h
d e las primeras izquierd l . . ª IZquier a, eredcr, 1
. . as revo uc10nanas 11 d .
c1p10s a una escala tal f . ' evan o sus pn 11 2. El comunismo asiático no es un mero epígono del
que ueron esos mis . . .
que resultaron desbord a d os. mos pnnc1p10s .los comunismo soviético

En múltiples ocasiones Mao declaró su condición de mar-


i ta leninista; y de estas declaraciones cabría deducir la con-
. ideración del maoísmo como una simple variante, incluso
' mo un epígono, del quinto género de izquierda que hemos
~E~:~~1~!RDA DE LA SEXTA GENERACIÓN
, nalizado en el párrafo precedente. Pero esta deducción sería
ASIÁTICA RO DE IZQUIERDA): LA IZQUIERDA
·rrónea.
El maoísmo procede, como de un género generador, del
marxismo leninismo; pero en un sentido parecido a como el
1. El maoísmo como movimiento de izquierda propio marxismo leninismo procede a su vez, como de un gé-
nero generador, de la socialdemocracia marxista (o, si se pre-
Con la denominación de iz uierd d fie re, de una escisión de la I o de la II Internacional). Pero las
«izquierda asiática» n f .q ~«.e sexta generación», 0 relaciones de génesis no deben ocultar las novedades de la es-
' os re enmos pnnc1pal l
Como hemos d · h 1 , . mente a maoísmo. tructura.
ic o, as tres ultima •
quierda, la socialdemócr t 1 1 . . s generaciones de la iz- En efecto: el tronco marxista común a las tres últimas ge-
. . a a, a en1111sta y la ,
mspiración de Marx· . maoista, toman su neraciones que estamos analizando, era lo suficientemente in-
, Yprecisamente Mao fu 11 d
eh as ocasiones «el M ., . e ama o en mu- determinado, desde el punto de vista político, como para no
arx as1atico » Otra e ,
ocurría con Lenin) se co 'd .d . ~sa es que e1(como poder ser tomado en sí mismo como un concepto diferencia-
ns1 erase e izqmerd L .
que, d esde Europa O desd A , . . as. o cierto es do de estos tres géneros de izquierda. En cuanto marxistas, en
pectiva etic) el , e f menea_ (es ~ec1r, desde una pers- principio, estos tres géneros convienen en tomar al Estado
mao1smo ue ordm .
como la izquierda incl 1 anamente considerado burgués (frente al anarquismo) como plataforma imprescin-
. ' uso como a extrem . . d
v1miento comunista. a izqmer a del mo- dible para el planteamiento y desarrollo de cualquier progra-
En cualquier caso el pro io M , . ma político. Asimismo, en cuanto marxistas, los tres géneros
próximo a la izquierd; qu lpd aho s1 se consideraba más de izquierda definida de los que hablamos, convienen en el
. 1 e a a erec a en el s 'd
Clona de estos término . El 1 d ' enti o conven- proyecto de transformación del Estado burgués, que ha sido
. s. « a a erech d 1 b ,
dia puede ser nuestro e . a e a urguesia me- tomado como plataforma, juntamente con los demás estados
nemigo pero su ala 12 · · d
tro amigo; aunque deb ' qmer a es nues- burgueses (y también con los residuos del Antiguo Régimen)
emos estar constantemente en guardia
en una sociedad comunista universal.
-222-
-223-
1 ·r , ,,, · ·¡ ,
'' ll) ' I '11 l ' t ' 1• ' /
d ecerm 1nada . En ef e · d dll L, 11 •s ·r 111 u. · bs 1·r l. · 11. 1
.
11 .' • l •rmin j'ina! n, di · ¡u d ir qu ti ·n · 'p ri n 1c ,
1
qua d e1proyecto i·evol ' Y. .e . < P r pe t iv· d 1 t , rn1 11· h' ,, , l r pr sentación hipo tética, y más o menos utópica),
uc10nano · se , 1
tado tomado co f · · gun a naturaleza d ¡ ¡.;,, ¡,1 1í i as por tanto, de la sociedad comunista a la que se pre-
mo p 1ata orma, todo l' .
proporcionado debe , proyecto po ltlco a cll. 1 1 11 1 llegar, son todavía mayores, y lo son porque estas dife-
1
d l.f erente políticamente na a canzar un sello o
al d 1
, .
caracter propr(, Y 1 11 ias de representación, o prolepsis del futuro, sólo pueden
la naturaleza de otras plataf e os pdr~fyectos proporcionad .~., 1e r dadas en función de las tradiciones (anamnesis) vincula-
pectiva d l , 1 .erente s. Y., d es d e 1a pcr.~
· de la represent • , armas
' 1,t al terminus a qua de cada proceso revolucionario.
. ac1on e termrno ad d 1
to revoluc10nario (del 1 f ., quem e proy cc
cua o rec10 M · d• .
vagas, en la Crítica alpra . d arx rn icac10nes mu )'
·, grama e Gatha) 1 · d ·
c10n sube de punto . Q , .d , a 1n etermrn:i 4. Las premisas de la cuarta y de la quinta generación
· é
presentadapor losproye t
ue sacie ad · r f
1' . socia ista utura están· de izquierdas
· c os po 1t1cos r 1 · ·
tienen que ver los sac ·t· . d 1 evo uc10nanos? ¿ Qtr<'
n 1c10s e as g ·
la felicidad de las genera . d 1fenerac10nes presentes co11 Y esta razón ya es suficiente para distinguir los tres géne-
c1ones e uturo comunista?
que nos ocupan.
La socialdemocracia, partiendo de las sociedades burgue-
3. Las diferencias representables d 1f , , desarrolladas, se representan el término de la transforma-
función del pretérito e uturo son ·ión revolucionaria como una sociedad en la cual habrán de
<.; tar conservados todos los bienes o «adelantos» industriales,

Se comprende bien que desde la . jurídicos, etc., alcanzados a lo largo de su evolución histórica.
qua, ha de ser muy d ·t ' perspectiva del término a La sociedad comunista final, tai como un socialdemócrata pue-
. 1 erente un proye t .
xista que toma pie d E d . , c o revo1uc10nario mar- de representársela, será una sociedad «amueblada» con los
.l e sta os-nac1on d 11 d •
tna mente y con trad' . h' , . esarro a os rndus - bienes y relaciones estilizados, más valiosos y refinados, que
1c10nes istoncas .1
muy definidas (que estaba 1 6 ' socia es y culturales han ido alumbrándose en la sociedad burguesa (y en la medi-
n en a ase y ,1 l
tructura, de esos desarroll ' no so o en a superes- da máxima, gracias al trabajo de la clase proletaria), sólo que
, .
d ogmat1cos del Diamat) os, como querí h
an acernos creer los repartidos entre todos con la mayor justicia posible; lo que
. que un proyect ·
p~e de ~n estado multinacional (el I o _m arxista que toma implica arrebatar a las clases explotadoras el monopolio, casi
«1mpeno tártaro» etc ) pero d d~peno de los zares, un total, del disfrute de esos bienes y relaciones (y olvidando con
. ' .' e tra lClO . .
trnas ( «la tercera Rusi )· t· nes cnstianas bizan- ello que una de las características más importantes de los va-
a» ' o, por In de
que actúa sobre la platafo • un proyecto maoísta lores burgueses tiene que ver precisamente con ese monopo-
rma estaca1de u , . .
tesca pero muy reciente (el I . h' na repu 61ica g1gan- lio de relaciones, por ejemplo, con el mantenimiento de las re-
nos vivo, hasta 1912 cua d mSpe~o c rno estuvo, más o me- laciones de jerarquía entre propietarios y servidores, siervos o
. ' n o un 1. an Se d 1 , 1
ca chrna) sobre la cual 6 . n ec aro a Repúbli- esclavos). Se supondrá también que el mismo proceso de dis-
d I.ferentes de las crist. esta an grav1tand o tra d1c10nes ..
muy tribución más equitativa dará lugar a la aparición de nuevos
. iano romanas, ortod
Pero s1 nos situamos ah 1 oxas o protestantes. bienes y relaciones; y este supuesto es por completo gratuito.
ora en a per · d l
a d quem, las diferencias d 1 spe~t1va e terminus El comunismo leninista parte, en cambio, de un estado
e as representaciones (puesto qüe
multinacional. Lenin subrayó que la cultura socialista no po-
-224-
-225-
1_ía . . 111 o un :i •r •:, ' i r¡ , • 11, /. il 1 •1 r 1, ta i ~H 1, ,
1 •o 111 h. u 11 ~1 ,r, 1 lif ·r ·n ·i, i ' nd rri ne· n i, mil r aria
vi t n s , sino qu tendría g u i n orporar l más vali s de
•ivil iza j ' n bi1 , ; in lu e h a intentado, con fundamento
1a «cultura burgu esa» . Sin embargo, la plataforma mulcina ·i, >
d de M a on ursel), establecer paralelismos y analogías
na1 en_l~ que se desenvolvió 1a Revolución de Octubre sust i
•n.tre las diversas corrientes occidentales y las chinas en los
taba dificu~tades imprevistas, y acaso invencibles, no ya p ar,
1 mi mos ritmos de su sucesión. Pero las analogías se establecen
el ~~turo, smo p~ra su mera representación, para la represen
so bre una diversidad de fondo presupuesta, y lejos de borrar
tac10n de la sociedad comunista del futuro. · Hablará rus ?
O 'd• é ta diversidad la corroboran.
¿ acaso un i 10ma nuevo, resultante del nuevo modo d .
Nos referimos, por tanto, a la civilización china, en cuan-
producción, como pretendió Marr? ¿Y cómo conciliar la uni ~
dad ~ocial, la igualdad y la fraternidad en medio de las difc-
e «ombligo del mundo », tradicionalmente centrípeto! más
que centrífugo. Todavía en 1900 los boxer llegan a asesmar_ a
re~c~as agudísi~as impuestas por la diversidad de culturas, dt:
casi todos los diplomáticos que representaban ante el Impe~10
r_ehg10nes y de mtereses? El Estado soviético siguió una poli-
a las potencias extranjeras. Incluso cuando enor~,e~ «col_omas
ti~a doble: por ~na parte el reconocimiento (contra el izquier-
chinas» se han trasladado fuera del continente as1at1co, siguen
~is~o) de las diferentes etnias culturales, idiomas, etc. de su
«cerradas sobre sí mismas», sin necesidad de murallas.
ambito; pero por otra parte la imposición de un idioma co-
Nos referimos, sobre todo, a la China de tradición confu-
mún (el ruso), una vez que en 1952 Stalin cerró la boca a Marr
ciana porque en esta tradición, de dos milenios y medio ~e
Y a la v~z impuso las normas, también comunes, de la «moral
antigüedad, que fue la norma de la educación china hasta 1912,
comun~s~a» (lo que obligaba a la distinción entre supersticio-
nes, rehg10nes y magias). se educó Mao. , .
Una tradición prácticamente atea, y muy poco met~f1S1ca
(y no sólo en el sentido judío, cristi~~~ o musulrr_ián, smo en
6. La peculiaridad de la izquierda asiática el taoísta O en el budista); una tradicion constrmda sobre_ el
supuesto de la inmanencia de la vida social, que ve e~ _la soCie-
dad política (el Estado) una continuación con la familia, ~omo
. Pero_ en el ~aso del comunismo asiático, la situación de par-
tida se distanciaba muc~o de las situaciones de partida propias el Supremo Bien. Una tradición qu~, por ta~to, predica el
de las otras dos generaciones marxistas. Y acaso la diferencia amor a los hijos, como garantía del Bien Supenor. : ello, por
encima de cualquier tendencia a volcarse en los bienes ~xte-
clave más sign~ficativa tuviera que ver, no ya precisamente,
como suele dec1rse, con la mayor proporción de población ru- riores, que sólo interesarán en la medida en qu~ sean bie?es
instrumentales, necesarios para entretener la vida colectIVa,
ral, Y no urbana, característica de la «plataforma asiática»
como un Bien Supremo. Por ejemplo, el cultivo del arroz o la
(frente a la mayor proporción de proletariado industrial de los
qu~ salió la socialdemocracia, y aun en grado menor la misma edificación de viviendas serán, sin duda, bienes instrumenta-
Umón Soviética), sino por la disparidad de actitudes propias les indispensables, que será preciso atender cui~adosamente;
pero también será necesario, cambiando lo~ tl~mpos, tener
~e unos pueblos moldeados por unas pautas culturales milena-
bajo control, con no menos cuidado, co~o ~1en mstrumental
r~a~, _per?,mu~ d~ferente~ de las pautas culturales propias de la
c~vihzac10n cr~stiana occidental. Sin duda, hay una gran diver- defensivo o apotropaico, la bomba de h1drogeno, qu~ ,el pre-
sidad de cornentes en la milenaria civilización occidental sidente Mao hizo detonar en 1967, en plena Revoluc1on ~ul-
, tural (y subrayamos esto porque muy pocas veces se tiene
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11 11 •1, si 11 ;,11p ·11 ,il ; L.1. Y ·11 · ·t · ·di ·Ln 11 i~ I , n 1• L i 1 · )1
1
J r ·s ·n e. el li. bt r d' 1, J V lu i6n ultu r:1,l ), la 11 1b.1 111· 1
1
rn: · u 1 1 l r: · j , .) d la i ld m r ia. l rqu c 1
hidrógeno). ri, li m , in l.u da de voluntad generadora (no depreda-
111 11
-~ aquí ~ondríamos 1~ diferencia e encial entre la intcrpn· 11 , ) ha ido característica de codas aquellas corrientes de la
1
tac10n maoista del marxismo, y la inicial inspiración rnarx ist., 1~ 1 icrda que no confían, para alcanzar en su plenitud los de-
1
d_e la cuarta g~neración de la izquierda (del socialismo). La .~1 • \ • •1 humanos, en el mero desarrollo armónico y pacífico
cialdemocracia, que entendió desde luego la racionaliza io11 1• l ciudadanos que forman parte de las sociedades huma-
del ~s,tado a través de la inc~rporación de los bienes de pn• , , ·, ya sea tras la disolución de las retículas políticas estatales
1
~ucc10~ en el curso progresivo de la civilización científicn i· •, del anarquismo), ya sea sin necesidad de prescindir de
0
mdustnal, ~ en su distribución equitativa, y por vía pacífic.,, 1; 1 retículas (caso del liberalismo o de la socialdemocracia):
en~re los cmdadanos. La inicial inspiración marxista de 1, l~I Imperio napoleónico reconoció la necesidad de ab~ndon.ar
qumt_a, genera,ción de 1~ izquierda (del comunismo soviético), l.l vía pacífica y proclamó formalmente su voluntad imperial
tambien ~reyo necesano incorporar a las sociedades comunis j mperialista). Los soviéticos, no sólo justificaron, d~sde su-
tas lo~ bienes materiales más preciosos de la civilización i11 ! uestos teóricos, la violencia en la toma de~ ~oder mterno,
d~stnal, desde la «electrificación de Rusia» hasta el lanza : ino que utilizaron una y otra vez la fuerza militar (o la ayuda
miento de los Sputnik. , los movimientos de liberación nacional) para extender el co-
Pero la igualdad entre los hombres fundada en Occidente n unismo, crea~do un auténtico Imperio, aunque ellos no lo
ª~;e t_odo,.en ~a prod~cción progresiva y en la justa distribu • ll amaran así (sin duda para distinguirse del imperialismo de-
c_10n iguahtana del disfrute epicúreo (política defendida en predador, «última fase del capitalismo», que Lenin_habí~ ana-
tiempos ~n ~spaña, in~enuamente, a nuestro juicio, por Ma- lizado). Pero también el maoísmo mantuvo la actitud impe-
n~el Sacnst~n) de los bienes materiales, o si se prefiere, de los
rialista.
bie~~s ~ropios_de la cultura extrasomática creados por la civili- Ahora bien: si más de la mitad del género humano (y aquí
zacion mdu~tnal, ahora se reformulará, «desde el confucianis- habría que incluir a la Unión Soviética) estaba vo~cada-des~e
mo», con:~ igualda~ de los desiguales en la cooperación en la la perspectiva asiática-hacia la producción de bienes mat~na-
gran ~~milia con:iun_ista. El sumo bien consistirá en esa coo- les externos, impulsada por la codicia capitalista del propieta-
p_eracion c~mumtana de todos los individuos, y no en la codi- rio o del consumidor, difícilmente podría esperarse una evolu-
cia por el disfrute, aunque sea igualitario, de los bienes instru - ción hacia el comunismo. La misión de racionalizar el género
mentales. humano del futuro por las vías del comunitarismo, sólo podría
_Lo q~e importa dejar bien claro es que <dos principios del asumirla la República Popular China, dirigida por el Partido
rac10~ahsmo marxista», incluso los del marxismo leninismo Comunista Chino. Este habría sido el gran proyecto de trans-
asumidos por el presidente Mao, podían interpretarse «dual~ fo rmación que Mao, el «Marx asiático», habría realizado a par-
me_nte», tanto al «modo soviético» (inundación en bienes ma- tir de la tradición china, orientada históricamente a una in-
tenales ex_trasomáticos, capaces de instaurar un Estado de Bie- manencia, delimitada por sus fronteras, por su raza y por su
nestar umver~~l) com~ al «modo asiático» (la subordinación
cultura.
de la producc10n de bienes materiales extrasomáticos al Bien Pero la revolución maoísta, si era una revolución comu-
Supremo, y no men,os m~terial, de la comunidad humana). nista universal, no podría quedar confinada en las fronteras
En algo conveman, sm embargo, soviéticos y chinos: en su
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d ' 11 i, · 1 n ¡r í ¡ .
,. ' ¡u 'X L ' J) (_ • • . La111 6i ' ll I J" ' ' L 1 1
11uman y, i ra preci -1 , e ' ·11 v 1 n
· l . , p or .. a u erra. d t ., , ) ITI U ni L, n. Li S ) S ' l_i ·i ra n I p I r p líLi ,~ 19J7.
tiva, e conflicto chino-soviético l. a p J pn M, T Tun ( n tra ripción ul t rior de los apellid os y
años 1956-1961 . '. que se 1izo p at nt ya n l« ,,
' Y que es 111explicable desd 1 d •I n m bre, Mao Zedong) ocupó la presidencia d e la Repú-
del marxismo occide t l ( l . e as coor enad.1,
.
fuera del terreno de est na o a o sumo 111te t 1· 1 li a Popular China a partir de 1954. En su conocido escrito
. . . , . n a ser exp icad« ,,
os pnncip10s a partir d 1 . . . 1 1957, La justa solución de las contradzcciones en el seno del
que rigen el juego ent . ,_ , e os pnnc1p H>.,
1 re potencias 1imitrofes -el D , ¡ ueblo, quedan ya delineadas las claves del maoísmo, a través
e O so-
. que d isputan
· . . fro
terntonos . · ragon
. . 1 fó rmulas abstractas que parecen, cuando no damos los pa-
cuya 111suficiencia ya f d 'd ntenzos, exphcac,6 11
ue a verti a por D S z • rámetros, indistinguibles de las que se utilizaban en la URSS
bro de 1962 Sobre el ,n· h. _- · agona, en su li
1 , con; acto c mo soviéti bl. d («pueblo», «dictadura del proletariado », etc.). Allí se habla
a Universidad de Princ t ) d . d . co, p_u ica o po,
de los principios marxis;a;n , eJa e ser 111exphcable dentro <l e los dos tipos de contradicciones que por nuestra parte
venimos considerando: las contradicciones con sus enemi-
En el discurso que Marx ., ' OS exteriores y las contradicciones surgidas «en el seno del
de Ginebra de 13 de agosto J:r~;:;c10 en el C~nsejo general
pueblo».
nacional, dijo que si 6· l . , . ' pr:paratono de 1a Inter
nados principalmente1en os eJercitos existentes estaban desti Con los parámetros de 1789, las contradicciones «exterio-
6ajadora, sin embargopara mantener dominad 1 1 r s» proceden de los hombres, organizados según el antiguo
l . a a a e ase tra
, a paz a cualqmer p · d · , régimen; las interiores proceden de los ciudadanos. Pero los
E uropa inerme a mere d d R . rec10, eJana a
, e e us1a, «por lo que se . , parámetros de 1957 son China ( «el Pueblo») y «el resto de los
mantener los eJ· ércitos p d f d impon,a
ara e en erse contra R . 06 . hombres » que, sin embargo, podrán ser al parecer, en su día,
mente estos principios de M 6. us1a». v1a-
biemos, desde el punto d . arx shu_ sisten, aún cuando carn - incorporados «al Pueblo».
e vista e 1110, Rusia por Occidente. Las contradicciones del primer tipo, dice el presidente
Mao, son antagónicas; las que tienen lugar en el seno del pue-
blo (que no son a:ntagónicas) comprenden a las contradiccio-
7.. ~?s primeros planteamientos del comunismo nes en el seno de la clase obrera, de la clase campesina, de los
asiattco
i.ntelectuales, las contradicciones entre la clase obrera y la
campesina, de la «burguesía nacional»... y estas contradiccio-
El maoísmo fue tomando cuer o a . nes, insistimos, no son antagónicas, porque «el Pueblo » es el
el que se fundó el Part1'd 0 C .p p~rt1r del momento en
omumsta Ch111 conjunto de todas las capas sociales que aspiran a la revolu-
como efecto de los acont . .
ec1mientos que
º end'192 1 (sm· duda. ción comunista. Y así, la contradicción entre el proletariado y
en 1917) y fu d f •, d suce ieron en Rusia
. . e e 111ien ose en su lucha con 1 K . la burguesía quedará resuelta por la revolución socialista; lás
(que dirigía, a la sazón 1925 Ch K . Ch k a uomitang
M h , , an a1 e)e 1 L contradicciones entre las masas populares y el régimen feudal
are a» de 1935 a 1936 (en la ue . . ' n a « arga
se resolverán por la revolución democrática; las contradiccio-
y en la guerra contra el EJ·e req L111 Pd1ao tuvo tanta parte)
, presenta o por] , L S nes entre las colonias y el imperialismo, quedarán resueltas
gun d a Guerra Mundial h. '61 apon. a e-
ta Chino se h. . lizo posi e que el Partido Comunis- por la guerra revolucionaria nacional... las contradicciones
1c1era con e poder político en 1949 1 entre la Sociedad y la Naturaleza, se resolverán por el desa-
como 1a Primera Guerra M d' 1h. , . , a a manera
un ia izo posible que el Partido rrollo .de las fueras productivas.
De hecho la política de las comunas (dentro de la «línea
-230-
- 231 -
1 ;1rr lli ·iro , vi '· i . a R v lu i ' n ulcu raln t n(a
,· u· r, l il a 1. 198q u · r n ', lt11 ,¡ · ntido (el ncido que su giere su nombre en Occidente) de
adelante») fu e al ntada p r l ala izquierda d l partid .. , < 11 , l así como una revolución realizada en el terreno de la cul-
nea gen~ra~» _china quedaba_trazada como una contrafigura di' 1 ira objetiva, de una revolución de las vanguardias culturales
los !ª ~istoncos pl~nes qumquenales soviéticos, a los qu /il' •n arquitectura, en pintura, en música, en t_ecnología ...
habia aJustado el pnmer plan quinquenal chino. «La línea (' La Revolución cultural se movía más bien en el terreno de
ner~l (dice Za~oria) hace hincapié en la aplicación intensiva dv la cultura subjetiva, o dicho directamente, en el terreno de la
c~pita~ y trab~Jº al desarrollo económico; en la pequeña y me ,ducación o moldeamiento directo de los individuos huma-
diana mdustna, tanto como en la grande; en las técnicas indí- n s, como único método (no voluntarista) de llevar a cabo ra-
genas o t~adicionale~, junto con la tecnología moderna, y en b ionalmente la transformación de los «ciudadanos» en «hom-
su~rema importancia de factores subjetivos tales como el "es-
bres», y de los «hombres» en «ciudada~os». . . ,
pín tu comunista" comparados con los estímulos materiales Esta transformación buscaba la racionahzacion de la so-
[de los soviéticosJ.» · iedad, no ya tanto postulando la igualdad originaria o natu-
Po~ ~,uestra parte pondríamos fuertes reparos a la con - ral de todos los hombres (antes bien, se comenzaba pr:supo-
traposici~n entre unos «factores subjetivos», y unos «estímu- niendo la desigualdad de dotes, capacidade~, etc.) s~no su
los ~at:nales»; puesto que esta distinción suele interpretarse igualdad final, conseguida mediant~ la renuncia a las diferen-
ordmar~amente desde la oposición idealismo/materialismo, cias en la posesión o disfrute de bienes externos, por_ tan~o,
coi:no si no fueran tan subjetivos (superestructurales, si se antes mediante el ascetismo y la devaluación de cualqmer sig-
qmere) l_os «estímulos materiales» extrasomáticos, concreta- no externo de desigualdad o prepotencia (el uniforme militar
dos en bienes o en primas a la producción (sobre todo cuando el «traje Mao» fue el mismo para soldados, ofi~iales ? ge-
se proyectan á t~t,ulo de «estín:ulos») como los estímulos gru- 0
nerales) . Lo que importa es, .decía Mao contra el hberahsm~,
p_a!es, que,tambien son matenales (o básicos). La contraposi- en 1937, que un comunista sea franco y abierto, comprom~tl-
cion habna que ~onerla en otro lado: por ejemplo, entre los do y activo, que sitúe los intereses de la revolución po~ en~ima
modelos ~~s,olutis~as de la individuación personal (cultivados de su propia vida y que subordine a aquellos sus propios mte-
e°: la t~adic10n occidental cristiana, que enseña la creación no-
mmativa del alma individual) y los modelos relativistas (o-ru- reses personales. .
Más aún: podría pensarse incluso que una vez recogidos
pales, especial~ente) de la individuación. En cualquier ~aso los frutos de la Revolución cultural (preparada en 1949, «de-
estos modelos tienen que pasar por encima de los componen- satada» en 1966 y ratificada en la Constituci~n de 19 de ene_r_o
tes «tra~,sve~s~les» de la persona ( en el absolutismo) 0 de la de 1975, después de la desaparición de Lin Piao, el «prosovie-
separac10n ÍlSlca de los organismos individuales (en los mo- tico» en 1972) ni siquiera habría por qué temer a que las gen-
delos grupales). tes s; decidieran por disfrutar de bienes materiales,_ i~cluso a
Aquí estarían ya asentadas las bases de esa «revolución título de propiedades privadas, puesto que est~s ~ec1S1ones no
p~rma~ente», Pª:ª dec~rlo con palabras de Trotsky, de lo que alterarían la disposición cultural de desprendimiento ante los
die~ anos despues <lana lugar a la «Revolución cultural», el bienes o la disposición a compartirlos en cualquier momento
equ:;~lente, en la Revolución china, a lo que en el Revolución
sovietica fueron los planes quinquenales. Pero la Revolución con los demás.
cultural tenía un sentido diametralmente opuesto al sentido
- 233-
-232-
., . d I I púb li a Pop ular hin.a. Ur
8. -., 1< g lp d · lim n> d ·) rnu11is rn o, si, ti o 1,1 n · ln "•., d lap
.1 '
l iu. :l a 1 . - . Occi d ente, que
, mati mo que encu entra e meior eco _en . -
Sin embargo, es lo cierto que los procedimientos m di :'1 11 ¡11,. ·n él la posibilidad de una ampliación g1gdanteslca de _s~ns cd:l
l agra ece a accio
te los cuales se llevó adelante la Revolución cultural fu rn11 1 :1 idades exportadoras¿, a a vdez que llo y mantenedor de la
mucho más duros que lo calculado, dada la resistencia qt1(· 1 l impulsor e este esarro . d
1 1 como . . , d 1993 la presidencia e
obviamente tenían que encontrar. Y los resultados desastro . r L ueva Const1tuc1on e
l.t • ip , l
ma.. a n d 2002 parecen ajustarse a as
sos en el terreno de la cultura objetiva, es decir, en el .terreno 1i,.ng Zemm, el XVI Congreso e ' , a d1"rigirla política
de la producción primaria, del desarrollo de la ciencia, et ·.. • \i rectnces
. d el pragmatis · mo que comenzo
fueron más visibles que sus logros en el terreno de la cultura 1 l comunismo chino desde 1977.

subjetiva o educación comunista. Se hacía preciso que el Gran


Timonel diera un giro de 180º al timón.
Es bien sabido que este golpe de timón se hizo visible eJ1 9. 'El porvenir del comunismo asiático
1977, en el XI Congreso de PCCh, cuando Den Xiao Pin
pasó a ser viceprimer ministro del Gobierno. Es preciso ra- . Cabe concluir que el comunismo asiático, al cambiar de
cionalizar la gran marcha de una sociedad, que ya desbordaba
c. r .d do la Revolución cultural, se ha he-
rumbo en 1977, 1q~1 an_ ndonado la dirección de la
los ochocientos millones de «átomos racionales», hacia el co- ·ho contrarrevolucionario, ha ab_a . h . la derecha,
munismo. Esta racionalización tomó la forma del pragmatis- . . d y ha puesto la proa decididamente acia
1zqmer a
mo. «El comunismo es una aspiración, no una realidad.» Y hacia el capitalismo? D l . lución a las contradiccio-
con las universidades cerradas, entre otras cosas, la sociedad ,
D ecia Maoen1957 e a¡ustaso l
' l bl O todos ven as
comunista china realmente existente tras la Revolución cultu- l seno del pueblo: «Entre e pue o, n L
nes en e h dos categorías de esta gente. os.
ral se derrumbaba ante la presión del resto del mundo. Era osas como nosotros, Y . ay . erciben la dif eren-
preciso cambiar de ritmo: «Un país, dos sistemas.» que tienen una perspectiva derechis~a no plos que tienen una
El giro de ciento ochenta grados comportó una reacción cia entre nosotr~s y :1'rnestr~s e~em~geo:~i· modo el campo de
contra los responsables de la Revolución cultural-el equiva- perspectiva izqmerdista entien e:uestros enemigos que po-
lente del XX Congreso del PCUS-. En 1980 comenzó el jui- contradicciones entre nos?tr~s y l del pueblo; con-
cio contra la «Banda de los cuatro», entre ellos la viuda de nen algunas de las contrad1cc~ones _en e sen:s ue en realidad
Mao, Jiang Qing (que, con la ayuda de otros miembros del sideran como contrarrevolucionarias a gen q
Politburó, habían intentado tomar el poder en 1976 ), que fue no lo son. » .. • d el cambio de rumbo,
condenada a muerte, aunque la sentencia fue conmutada por Lo cierto es que en 1979, _Yª mici~ o lo cierto es que
cadena perpetua en 1983 (la señora Jiang Qing no soportó la
prisión y se suicidó el 14 de mayo de 1991 ). En 1982 la nueva :;~ ~;:!;::'l:~;;~'.~: ~;::~e:;~;;;;'Chin; h:eol~~:
lear de una potencia vemte veces mayo q
Constitución China abandonó la Revolución cultural. prue b a nuc
El pragmatismo (de otro modo: la valoración de la necesi-
Hiroshima. b dos los efectos de la Revolución
dad política y social de impulsar el desarrollo de una sociedad
¿Pueden darse po~;~: ªredecirse que ellos quedarán ane-
de más de mil millones de habitantes utilizando los recursos cultural, o al menos P P . d d de bienestar, o bien
de las sociedades capitalistas de mercado) será en lo sucesivo gados por el desarrollo de una socie a

-234- -235-
!
cabe pen ar que la R. volu ·i , n ull .
«efectos de:astadores» del capitali m~; 1 P e/,-; r i,n il 11 1 · t, 1· i Ia, . J rn ·n 1 ' t i:il ad" x1 1í i t, -
111 ·n t , nt n esta conexión e la que hace qu la corriente
. «Un emgma, encerrado en un se .
misterio: esto es China d , w· creto y envuelt II i 11, >n id rada reciba la denominación de izquierda, y no recí-
», ec1a mston Churchill. pr amente. Queremos decir, por ejemplo, como ya antes lo
l 1 ·mos insinuado, que si el cubismo se considera como un mo-
vimiento de izquierda es a través de su vinculación (de algún
11 do extrínseca) al comunismo, pero no directamente.

La izquierda indefinida, por tanto, no habrá que confun-


8. CORRIENTES DE LA IZQUIERDA INDEFINIDA 1ida, en principio, con una izquierda definida híbrida o ecléc-
LÍ a; si bien es lo más probable que las corrientes eclécticas de
izquierda definida, deriven más pronto o más tarde hacia al-
1. Tres corrientes de izquierda indefinida una forma de izquierda indefinida.
B . , .
a;o el rotulo «Izqmerda indefinid » ,
expuesto en el Preludi 0 d . ª ' segun el concep111
• e este 116ro engl 0 b 2. Las corrientes abiertas de la izquierda indefinida: la
rnentes sociales (qu d · ' amos tres co
. e iscurren a través de el b . . izquierda extravagante y la izquierda divagante
escuelas, audiencias c' l . f u s, asoc1ac1onc.~.
. ' ircu os m ormales d . ., d
mentas umversitarios canal' d e opm1on, eparta
medios de corríunicació ) iza ols por prens~ determinada o Dos tipos muy distintos de corrientes de izquierdas pode-
qmer · d a» por ellos m. n que sue en ser co ns1 d era d as «de .iz mos definir en el terreno de los conceptos puros, aún cuando
, • ' ismos o por la derech · luego, de hecho, no resulte fácil, y acaso sea imposible, deci-
p 1Icitamente en su «id . a, sm que conste ex
. . . eano», en su «arg . dir a qué tipo pertenece una corriente determinada.
«1mag1nano» o en su 1 d . umentano», en, su
«ca en ano» una def . . , d . . (1) El primer tipo que se identifica en función de varia-
nes en función de «variabl 1' . m1c1on e pos1c.10
D os d e estas corrientes te des ,po ltlcas»; en el sent1.d o d'iclw. bles que, por sí mismas, no forman parte del campo político
n nan un caract , b· o, por lo menos, no ofrecen una conexión clara con las varia-
to» (las denominarem . . d er mas ien «abier
. os zzquzer a extra . bles del campo político. No podemos tener en cuenta lasco-
d zvagante); una tercera de , h'b _vagante e zzquierd"
más bien cerrada tend , caracte: l ndo, y de naturale:t.a nexiones personales, psicológicas, del artista, científico, clé-
. ' na su expresión má . rigo, vagabundo, etcétera, respecto de una corriente definida.
izquierda fundamentalista. s mteresante en una
Podríamos considerar a las corrientes de izquierda indefinida
Estas ~orrientes, consideradas de iz uie d . .. ,
(o se auto identificarían) e f . , d q r a, se 1dent1ficana11 enmarcadas en este primer tipo como corrientes de una iz-
. n unc1on e variabl 1 quierda extravagante (respecto del campo de variables estric-
cas, tomadas del terreno art' r· . es praeterpo íti
. ·
llterano, is ico -musical a · , · tamente políticas), y extravagantes políticamente hablando si
religioso cie t'f' , . , rqmtectomco-,
' n l ico, etno 1og1co folkl , . t·1 los componentes característicos con los cuales se identifican
etc. Por supuesto no . - onco, l osófico
' negamos que pueda t 61 • estas corrientes no están políticamente implantados de un
conexión entre much d . es a ecerse alguna
. . as e esas variables 1 d modo esencial. Por ejemplo, se organizan en campos que, su-
corrientes de izquierda def1 'd Af' y a gunas e Jas
· ,
nexion no está establecid m
b. ª· irmamos
. · 1a co-
que, o bien ponemos, son políticamente neutros: campos matemáticos,
a, o ien no qmere estarlo. y cuando la físicos, artísticos, etc.

- 236- -237-
.n ha p rq u ~ 11funli r la n ·uLr./i L l q 1· , Lril ui 11H, ·,
u 1 11, bl. ,.. · ·n ll í: 1 , 1 · un. ·s ·u ·L 1' •:1.lis1n > j l l ·
a ~a B10logía, p o r ejcmpl , a la uími a, re p e d 1, ( ,
1 11¡•, lnl , rí, . l ª f'í i d i zqui rd » (Pl_::t~1 _I , :_in ' t in, E h-
rnentes polí~icas definidas, y la supues ta neutralidad r íp, , •
1 1 1 nt rapue ca a una cuela p os1t1v1sta u ortodoxa,
de e~tas cor:i~ntes r~spe~to de la Biología o de la Quími , . t J
11 i¡ 1, •n 1 baría a lo fí icos de derecha (las llamada~ e~cuelas
partido politico de izqmerdas podrá incluir en sus proy •ro •,
1 , penhague y Gotinga, a Bohr,_Born, _y sus d1sc1pulo~,
planes o progr~mas políticos sobre investigación de célul. \
1 1 1 ,¡ • mberg o Jo rdan). Así, F. Sellen, en Die Debatte um die
m~dre o so~re hidrocarburos; y no por ello el biólogo el g u
O 1 t1rtntem theorie, 1983. Pero la cuestión es ésta (al margen de
mico orgámco podrá incluir en sus planes o programas, p n,
l 1: fi rmas que hayan podido poner los científic~s citados en
yec~os de leyes electorales o proyectos urbanísticos. También
] ).' rrespondientes escritos de protesta, .en ~irtud de lo~
es cierto que n~ todos los campos de variables susceptibles (k
1, les se calificarán como «intelectuales de izqmerd~»): ¿que
dar lugar a cornentes sociales diferentes de otras son tan exc
11 ¡ j •nen que ver las doctrinas de Ein~tein o la~ d~ Heisenb~rg
tos_de los campos políticos como los que hemos citado. La A
n las políticas sobre impuestos directos o mdirecto~, ? 111-
quite_ctura, o la .Pintura, ~ desde luego las ideologías filos óf i
1

·I , o con la forma de gobierno? Otra cosa es que el regime_n


cas, tienen una implantación política más o menos profunda;
1 , impuestos o la forma de gobierno tenga que ver con los fi-
por lo que la extravagancia de las corrientes que en tales cam
pos pueda formarse será mucho menor. , ¡ os, por ejemplo, por la ayuda que puedan prestar a sus l~-
. (2) ~~ segundo tipo de corrientes de izquierda indefinida
b ratorios, o lo que puedan reclamar de ellos. Otra cosa se~an
s~ 1dent1f1ca, en principio, con algunos valores dados en fu • la simpatías que estos físicos puedan ~ene~ respecto de _l~ iz-
11 ¡ uierda. Pero, ¿tiene algo que ver la «izqmerda de la F1S1~a»
c10ne~ de ~as variable,s políticas, o incluso con alguna corrien -
1
t~ de zqmerda definida, pero que sin embargo creen necesa-
, 11 una izquierda política? ¿Y con cuál? ¿? hablamos de iz-
l uierda en un sentido simplemente analógico, al contrapo~~r
no desbordar este campo de variables políticas definidas, para
u nos físicos a otros, como se contraponen en el campo pohti-
pod~r reconocerse como de izquierda. Consideraremos a la.s
·o las izquierdas a la derecha, o ni siquiera esto? . , ..
cornent_e~ de este tipo como divagantes respecto de las varia-
bles poht1cas correspondientes. En el terreno pictórico se dice que _P icasso o_Mi~o- «milita-
ron en la izquierda», mientras que Matisse o Dah <~militaron en
la derecha». Pero, ¿qué tiene que v~r el arte de :icasso c~n 1:
3. La izquierda extravagante izquierda política, aunque el a~tlsta fu~ra filocom~_nista.
· Acaso el Guernica no habría podido ser pmtado tambien p~r
~1n artista de derecha que tuviera su genio? ¿ O h~brá qu~ decir
Las corrientes de izquierda indefinida del tipo que hemos
que ningún pintor de derecha puede tener el gemo de Picasso,
llamado extrav~gantes p~drían clasificarse desde muy diver-
a la manera como Sartre decía que era imposible pensar en un
sos puntos de vista. Por eJemplo podríamos tener en cuenta la
buen escritor que fuera de derechas? Y la obra de Matisse o de
naturaleza del campo en el que se desenvuelven tales corrien-
Dalí · han de considerarse de derechas porque en ellas se en-
tes, como puedan serlo el campo de las ciencias matemáticas '!! . M , ~
cuentra representada, de vez en cuando, la Virgen ana .
el de las ciencias físicas o el de las ciencias biológicas; tambié~
Si pasamos al terreno religioso: ¿c~mo. un «hombre de
el ~ª:1_:Pº de las arte~ plásticas, el de la música, el campo de la
rehg1on o el de la «filosofía universitaria». Dios» puede mantener afinidades con la izqmer~~ o con la ~e-
recha? «Su reino no es de este Mundo. » En relacion con las 1z-
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q ui r 1 - Mun 1 , l d1 m rt· d, · 4. La izqui ·ni, divagante
Dios» es el verdad ro extravagante. P drá compad r . lt ,~
pobres, pero, ¿por qué no compadece aún más a los rico si n En cuanto a las corrientes de izquierda indefinida por «di-
que a éstos les va a ser más difícil entrar en el Reino de I s : ic agación», diremos tan sólo que quienes discurren en ellas ha-
los que a un camello pasar por el ojo de la aguja? Lu eg ·i l'I rán comenzado por estar implantados en algunas de las seis
hombre de Dios se hace de izquierdas, es decir, si se convit1 ti' rrientes definidas de las que hemos hablado, pero al mismo
en un guerrillero maoísta que busca el «sendero luminos , , , 1 tiempo se habrían encontrado como excesivamente confina-
bien pasa a militar en una organización de «cristianos par. ,·1 dos por los marcos políticos que las definen. Tenderán a des-
socialismo», buscando el sendero de la justicia, por la distrih11 bordar esos marcos, es decir, tenderán a divagar, a través de
ción del 0,7% del PIB, lo que lo definirá como de izquierda~. ideas filosóficas, artísticas, trascendentales, ecológicas, éticas,
encauzando su extravagancia, será su compromiso con el St11 cosmológicas o morales.
dero luminoso o con el 0,7%, y no su compromiso con 1111 Probablemente en este proceso de divagación, los intelec-
Dios metafísico que él no puede hacernos compartir, por u11.1 tuales y artistas de izquierdas tomarán contacto con otras co-
vía distinta del masaje.
rrientes definidas, con resultados probablemente eclécticos.
Habrá que investigar empíricamente cuáles son los «atr:i, Pero, sobre todo, su divagación recorrerá campos no estricta-
cores» que, desde las diversas capas de la sociedad polítir.1, mente políticos, incluso políticamente neutros. De este modo
ejercen mayor influencia sobre las corrientes extravagantes d,· e elevarán hacia un estilo de izquierda indefinida que, sin
izquierda, de las que venimos hablando. Acaso los atractorn perjuicio de sus compromisos políticos definidos de origen,
más probables de la capa conjuntiva sean los que tengan q11" quiere ser, sobre todo, «cultural» o «ética».
ver con los movimientos asociativos (tipo ONG) que pl.1 En el límite, se elevarán hacia una izquierda profunda,
nean su acción al margen del Estado (un margen teórico pun eterna, sublime, la «izquierda filosófica », la «izquierda como
to que en la práctica, como es notorio, las ONG suelen cs t.11 conciencia de la Humanidad», que dice comportar nada me-
financiadas por los gobiernos: en cualquier caso sigue siend,, nos que una «visión del Mundo» (generalmente las divagacio-
el Estado el que sirve de parámetro). Los atractores más pre, nes de estos intelectuales de la izquierda filosófica se hacen
bables de la capa basal tendrán que ver, sin duda, con la «aut, 1 sin necesidad de haber leído dos líneas seguidas de Platón o
gestión empresarial», es decir, en cuanto sea independie111" de Aristóteles, de Suárez o de Soto). Estas visiones del Mun-
del Estado, y aun de las grandes sociedades nacionales o mul do de los intelectuales de izquierda divagantes también son
tinacionales, que también presuponen conexiones muy fue, variables, y si se consideran de izquierdas es acaso por su
tes con los estados. En cuanto a los atractores de la capa cort, oposición a determinadas concepciones del Mundo tradicio-
cal, ellos tienen que ver precisamente con los movimientll\ nalmente asociadas a la derecha.
que desbordan los límites de un estado dado, y que han dad11 U nas veces los políticos, intelectuales y artistas de izquier-
lugar a un género de profesiones verdaderamente extravaga 11 da divagarán por los extremos del materialismo monista ( «todo
tes por relación al Estado: médicos sin fronteras, bombcr, ,., es Química»), del evolucionismo ( «el hombre desciende del
sin fronteras, músicos sin fronteras ... y hasta aduaneros si11 mono y en el Neolítico se hizo agricultor») y del progresismo
fronteras. En el extremo, los movimientos antiglobalizaci, 111 optimista ( «el desarrollo de la tecnología permitirá que los bie-
(también dados en función de los estados). nes fluyan a chorro lleno en la sociedad del futuro »).

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Lr, v · •' 1< il ¡ui -rL ¡ r ll111 cl , ¡ . r. ·v it, r li .t¡·,.1 1 111 ln.111 ·11Lali · :t a 1:1. cl iv, ,, nlc :l ·as ~, -
1 í,1 ~t.1 r r, n rn í 1 io1 um, lo igui nt : .
cione metap olíticas y 111 taíh cc , a r: al a, n o 1- 1i, 1·, 1
mo. Sólo que entonces la izquierda, al pr io d n d iv:i¡·,.11, (l) : n el eje circular, la izquierda f~ndan1.en_ralista procla-
se confunde con algunas de las múltiples variante d l:1 d<' 111,r: l «multiculturalismo », o la «sociedad abierta», la tol: -
1 ,1 •irt xquisita de unas culturas ante las otras. Est~ tole::ncia
recha liberal, tolerante o escéptica. No es el agnosti i ' 1111, 1·1 1
l vin culada al pacifismo, al diálogo y a la subest1mac10n de
procedimiento más adecuado para detener las divaga Í( )Jt n 11
de una izquierda política, ni tampoco lo es el materiali ~1111, 11
,tlq uier signo externo de nacionalismo canónico (la_ ban~e-
1, , p r ejemplo). Aun cuando, parad_ójica~ente, esta_ izqu~er-
monista. Pero sobre este punto no queremos aquí ext n In 1

nos más. Lt I desdeñará la defensa de los nac10nahsmos fraccionarios,


1
¡ , sus respectivas banderas. Su guía fundamental: la D ecla-
1 rción Universal de los Derechos Humanos. Su cruzada: la

¡\ )lición de la ejecución capital, juntamente con la defensa ~e


5. La izquierda fundamentalista
1 •utanasia de los enfermos terminales o inválidos irreversi-
1
También habrá que tener en cuenta la gran probabilid.111 1~1, . Al paso, defenderá la capacidad legal de adopción 1e ~i-
lH por parejas homosexuales; preferirá la escue~a publica
de la formación, en círculos determinados, de corrientes d,·
izquierda indefinida resultantes de la confluencia de corri cn 11 •nte a la privada y los alimentos vegetales a los an_imales.
(II) En el eje radial la izquierda fundamentahsta se de-
tes de izquierda extravagantes y de corrientes de izquierda di
vagantes. De esta confluencia puede resultar, inter alia, u11.1 \Hltará por el ecologismo, por el recelo ante las grandes ~b:~s
suerte de izquierda f undamentalista, cuyas acciones se ad ¡1'1blicas («la izquierda con~ra el ceme~to»), por su «sensibih-
vierten incluso entre quienes son considerados (caso de Will 1, d» ante el «impacto ambiental» de ciertas obras, por el con-
Ky~licka) como representantes de una izquierda liberal (en .: •rvacionismo de la Naturaleza (rechazos de proyectos de
realidad estamos sólo ante un fundamentalismo liberal dem11 1 viación de ríos ' de desecación de lagos), por la defensa . . de
crático de izquierda indefinida). Lt biodiversidad (aunque todavía no se han visto movimientos
. ~a izq~ierda fundamentalista ya no se definirá por critc izquierdistas en defensa de los hermanos_si~meses, anima~es o
nos mmediatamente políticos, que incluso serán desdeñados, humanos) e incluso por la defensa del paisa¡e natural: Lo ~~te-
!' ante es que esta actitud, cuando se da como axi~mau~a,
sin perjuicio de que de vez en cuando expresen sus simpatías
o sus repulsas por alguna corriente definida de izquierda~. • nduce a una situación en la que ni siquiera los políticos, m-
l lectuales y artistas de izquierda cree~ necesari_ o j~stificar su
pero sin excluir jamás del todo a las otras: «La izquierda es
siempre la misma. » referencia incondicional por la «estética del paisa¡e natural»,
1
. Se caracterizará por criterios preferenciales o valores mu y su terror ante el «impacto ambiental». . .
(III) En el eje angular la izquierda fund~mentahst~ tiende
dispares,_ per? que se mantienen tenazmente asociados; po r
ello esta izquierda promoverá, con carácter prioritario, la ne al agnosticismo teológico, pero al mism~ tiempo se i~te_resa
cesidad de «educar en valores » ( es decir, en sus valores) a h acaso con demasiada dedicación por las vidas extragalacucas.
' De algún modo podría decirse que las funcione~ ide?lógi-
juventud y al pueblo en general.
Si recorremos los ejes del espacio antropológico, a fin de ·as que en nuestra sociedad corresponden a las 1zqmerdas
concretar los criterios que caracterizarían a esta izquierda [undamentalistas, extravagantes y divagantes a la vez, se ase-

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n jan mu un i n id 1· r ·d. j ' il " Lc ll I i ~1 1 : Li 11'1 1 l 1, mi m, . ~N e Ull11 '

nística correspondían bien al n h. ,bland p u s - pun ualiza l. a arlit~ky- de una inyecci ' n
cureismo. d sangr fresca, más bi n al contrario. An_te_nosotros _tene-
m s el mismo viejo colectivo que ha decidido cambiar su
programa e ideología. » No es ningún accidente que la Pª;~bra
6. Tres ejemplos de la izquierda indefinida ~< nueva» se haya puesto de moda con el ascenso de pohticos
orno Tony Blair y Gerhard Schroeder. En los añ~s s~s~nta, la
Como ejemplos recientes de esta evolución (o «deri v.1 .. , nueva izquierda tenía un sistema muy cl~r_o de pnncipio_s que
como suelen decir los políticos, intelectuales y artistas dl' la distinguía de la vieja izquierda, persomfi~a?~ ~n la s~~iald_e-
izquierda) de la izquierda, definida e indefinida, hacia una i:,, mocracia y el comunismo. A la vez, esa defmici_o~ poh;ica sir-
quierda extravagante y divagante, citaremos, en primer lug:11, ve para dejar claro que la izqu~erda nueva f la v~~ia teman al?o
el giro que la New Left Review anuncia, en su segunda époc.1, de común. A comienzos del siglo XXI la situacion ha cambia-
en enero de 2000; en segundo lugar, el Manifiesto contra /,, do. Kagarlitsky viene a decir que el hund_imie°:to del coi:uu-
barbarie que la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas, rn nismo y la evolución de la socialde°:ocrac~a ha~ia un neohbe-
plena divagación, han presentado en el otoño de 2002; y, c11 ralismo (tipo Blair o Schroeder) deJa a_la iz_qmerda poco que
tercer lugar, diremos unas palabras sobre la «deriva», por 1111 hacer, y que lo único que le queda a la izqm~rda es <:l~ obser-
decir divagación, de algunas corrientes de izquierda definid., vación de este fenómeno y el placer de reflex10nar cnticamen-
hacia la ética, con menosprecio de la política, en cuestione., te sobre él».
importantes de derecho penal.

8. El Manifiesto de la Alianza de Intelectuales


7. La New Left Review
Si mencionamos aquí el Manifiesto de la Alianza de I~te-
Boris Kagarlitsky ha llamado «el suicidio de la New L('/t lectuales Antiimperialistas es por el gran interés que él tie_ne
Review» a algo muy parecido, pero con tonalidades más t1·;í para delimitar los caminos que intent~n explorar_gentes de iz-
gicas, a lo que nosotros llamamos «evolución de la NLR haci.1 quierda, pertenecientes a las clas~s liberales¿( «i~telec_tuales,
la extravagancia de izquierdas». Dice Kagarlitsky (publicad(, artistas científicos») que no temendó tras e si a 111ng1._1na
en Z Magazine, agosto 2001, y publicado en Rebelión entra fuerza ~ocial a la que representar (un sindicato, un part~~o
ducción de J. A. Julián): el subtítulo [de la revista NLR, se político, una iglesia) asumen solemnemente la representaoon
gunda época] parece anticipar que la revista sobrevivirá otros de la «Razón», la del «Pensamiento» o la de la «Cultura»,
cuarenta años, y que quizá haya una tercera y cuarta épocas . para enfrentarse con lo que ellos consider~n la der~cha Y_el
El cambio de concepto se hace público en un prólogo que pu mal radical: el imperialismo de Estados U mdos, seg~n el giro
blica Perry Anderson bajo el expresivo título «Renovación>,. que ha tomado tras el 11 de septi~mbre de 2001. Qmen ten_ga
Perry Anderson, que sucede a Robin Blackburn como redac este Manifiesto contra la Barbarie en sus manos, qu~ se dis-
tor-jefe, no es alguien ajeno a la NLR; estuvo presente en el ponga a escuchar, a través de sus profetas, las revelaciones de
nacimiento mismo de la revista. La composición del comitt'· la Razón, del Pensamiento y de la Cultura.

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Lo vcrdaderamcnt asombroso e q u 11 lo d ' j q u · ·I 1 , 'la , · 11 ·1·. n Ínt ,] tual ·',
1 ' 'ª 11() \.
a_ gun~sdece_nasde profeso res,arti tas, p eri dista' anta111 n , hi ' 11 1 s abaj firn an. L qu i.er n decir q ue manifies tan n
cmeastas ... sigan encontra~do la posibilidad de reuni r b.,j.. 11 )ll'lbre de todos los hombres, lo que es sin duda excesivo, o

una ban_dera que lleva escnta entre sus pliegues p alabra t, Ir•, hi n quieren decir, al utilizar el término «intelectuales », que
como «mtelectuales», «pensam1en · t o», «razon», o «cultu r;1 ,.· · refieren a un subconjunto del conjunto total de los hom-
palabras que estos individuos utilizan del modo más . ·.. , 1 r . Pero no definen en qué consiste tal subconjunto, y no
• . . prun , 1 Je•
e mg:nuo imagmable, acríticamente. ¿Quién de los firn1an ' l' ,\ · rá su condición intelectual la que los defina. Dirán: «Nuestra
?odna ofrecernos una mínima teoría sobre la razón, sobre lo,\ · ndición se define porque hemos accedido al conocimien-
mtelectu_ales, sobre el pensamiento o sobre la cultura? Produ L .» ¿A qué conocimiento? ¿Será algún conocimiento com-
ce sonro10 ver como los abajo firmantes ponen estas palabra.\ partido por pintores, cineastas, profesores de derecho o de li-
en su bandera, como si ellos fueran sus abanderados. Yo i L ·ratura? ¿Y cuál puede ser este conocimiento que, además,
nozco a algunos de ellos, y algunos de los más ilustres: fl t¡ • 110 sea compartido por otros muchos hombres?
consta que carece,n de capacidad para dar una idea de Raz )11 Pero en seguida vemos que la responsabilidad que se atri-
que pue_da dar ~as de dos pasos, o una idea de Cultura o de buyen esos intelectuales se define por la «crítica al poder». ¿A
Pensamiento o i~cluso de «Intelectuales» que pueda consid,· ¡ué poder? ¿Al poder del Estado, en general? Esto ya nos da-
r~rse un poco alepda de los «lugares comunes ». y aunque pu ría la pista: los abajo firmantes son anarquistas. Pero muchos
dieran ofrecernos algunos esbozos, ¿quiénes son ellos para le le ellos nos consta que no son anarquistas, sino profesores de
vantarlos como bandera? derecho internacional público, o prestigiosos diplomáticos.
M ~ dicen alg~~~s: «~s cierto que la expresión "los intelec uego éstos al menos, ¿se unen para criticar al poder en el
tuales es mu! dificil de mterpretar, pero sirve para entend er ·entido del poder difuso, del que hablan algunos franceses?
nos. » Falso. S1rve para todo lo contrario, para no entendernos Entonces los abajo firmantes habrán avanzado aún más por la
en absoluto.
enda libertaria. Pero, ¿con cuántas divisiones cuentan estos
D~cen los_abajo firmantes: «Los intelectuales (en el semi intelectuales de la AIA para conjurar la microfísica del poder?
d~ ~as _amplio y menos elitista del término) en función de l Ésta acechará también a cada intelectual o a cada artista, al re-
pnv1leg10 ~~e supone el acceso al conocimiento ... tienen una lacionarse con los otros artistas o con otros intelectuales.
resp?nsab1lidad tan específica como grave: la crítica radical y oncluirán: «Nosotros luchamos contra el poder ligado al im-
contmua de los argumentos esgrimidos por el poder.. . » Se n O.\. perialismo de USA. » Otra vez les preguntamos, ¿con cuantas
presentan por tanto unos individuos bajo el título de intelec- divisiones contáis para acometer esta empresa? Responderán:
tuales, «p ero e_n el sentido más amplio y no elitista del térmi- «No contamos con la fuerza o con el dinero, contamos con la
no». Ahora_~1en: el úni~o modo de ampliar el sentido, de Razón. »
mod~ no e!1t1sta, y ampliarlo en el sentido más ancho, sed Esto, que no produce vergüenza ajena cuando lo escucha-
considerar mtelectuales a todos los hombres puest mos de bocas adolescentes, produce sonrojo e indignación
d 1 h . . . , o que to-
os os or.nbres tienen entend1m1ento o inteligencia, es decir, cuando lo escuchamos de bocas de individuos «profesionales
facultades mtelectuales. Más aún el meca'n· l .. adultos ». ¿Acaso el Imperio no cuenta también con la razón?
l , 1co e ectnc1sta qu e
e ar_~egla el motor del automóvil a un individuo de la Alº , El lenguaje idealista y mentalista de los abajo firmantes re-
A · 1· • 1anz.1
ntumpen a ista tiene probablemente más inteligencia de fa basa los límites del ridículo. Resulta que, según ellos, el poder,

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n la mpli idad n: 'di , ~ in. u¡ 1:t] 1.11 nt ·». Y , 1· , as
1
• p i, ln: n ;:u L l u sci n d b cj u i ' ~- piral. ~a
sulta algo aún más asombr so: qu l abaj firmanc dicc11 im cra, gund a, tercera, quinta y sexta ~enerac1?1: d~ la 1z-
1
«haber hecho del pensamiento su herramienta». l I i rda no se distinguieron por una políuca abohc10111sta de
Eso sí, hablan del «imaginario colectivo» (sin haber p. r.1 1 j cución capital (mal llamada «pena de muerte», porque

do «a pensar» de dónde viene semejante expresión), y n ]vi es ni puede ser una pena). . .
dan de ponerse al día, «en cuestión de género», conminantlu El abolicionismo es propio de la soc1aldemocrac1a (de la
(¿ quiénes son ellos para conminar a nadie?) a escritore /, .~. •uarta generación de la izquierda), y en esto no se difere~cia
profesores/ as, científicos/ as, investigadores/ as, pero discrin 1i u política abolicionista de la de la derecha de much_o~ p~1ses.
nando injustificadamente al género masculino, al incluir en s11 N O cabe decir, por tanto, que «la izquierda sea abohc10111sta»
enumeración sólo a los artistas (¿por qué no incluyen tambi(-11 rente a una «derecha ejecucionista». La derecha (o el centro
a los artistas?). de recha) puede ser abolicionista, pero todas las _gene:aci_ones
Se horrorizan del terrorismo de Estado, e incluso de la Il.1 de izquierda, menos la cuarta, han sido o son eJecuc10111stas.
macla pena de muerte (sin haberse siquiera «puesto a pensar .. Precisamente por ello vuelven a enfrentarse, sobre todo en
en lo contradictorio de esta expresión), pero olvidan menci<, España, las izquierdas y la derecha (o centro derecha) no ya a
nar al terrorismo de ETA, o a los terroristas que destruyero11 propósito de la ejecución capital, sino a propósito de la c~es-
las Torres Gemelas. ¿O es que piensan que las derribó el pro ·ión de las penas. La socialdemocracia (y se le agrega Izqmer-
pio Pentágono para disponer de un casus belli? a Unida) interpreta la pena como un mecanismo para la
. El Manifiesto de esta izquierda indefinida, extravagante y «reinserción social», o «resocialización» del criminal, incluso
d1vagante, no merece el más mínimo respeto. Es un manifies ·i éste es un asesino etarra. Por consiguiente, la socialdemo-
to ridículo e ingenuo, y lo único que se podría decir, para s:il racia tiende a la política de reducción de las penas y de libe-
vara los firmantes (algunos son amigos) es esto: o bien supP ración de los presos tras su arrepentimiento efectivo: El cen-
~er_ q_ue lo han firmado sin leerlo, o bien recordar que cie11 ero derecha pide el endurecimiento de las pen~s ~áx1mas (~e
md1v1duos que, por separado, pueden formar un conjun1,, treinta a cuarenta años de prisión) y un cumplimiento efectl-
distributivo de cien sabios, cuando se reúnen para hacer u11 vo de las condenas.
manifiesto como el que comentamos, consti.t uyen un conju11 Los socialdemócratas tienen razón (al menos formalmen-
to atributivo formado por un único idiota. te en función de la Constitución que estableció el Estado de
o'erecho, con normas redactadas ad hoc) al denunciar que la
política de endurecimiento penal no est~ j~stif~~ada, y que es
9. Divagaciones izquierdistas sobre la teoría y la incompatible con la doctrina de la resoc1ahzac1on y del arre-
práctica de las penas pentimiento; lo que no significa que los socialdemócratas ten-
gan siempre la lógica de su parte, puesto que desde su doc-
Por último diremos dos palabras sobre la deriva o divag;1 trina de la reinserción deberían también batallar para que la
ción de algunos géneros de izquierda definida hacia posicili liberación de los presos se produjera lo antes posible, y ~de-
nes propias de la izquierda indefinida de coloración ética. más de modo personalizado (y no reglamentado), de la_m1sma
Es interesante confrontar las diferencias entre las izquie, manera que ocurre con el enfermo en el hospital: si la enfer-
das y la derecha (o centro derecha) ante la cuestión de las pr medad se logra curar en una semana, mejor que en un mes.

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uii :, s ·i ·cbl l·p ·rso 11 ,s r ·,j c lc cl , r"d · ro l· sup· rso
Darcrno de alta al nf rn,o n un as ·n ana i 111 li da l. • n ose ucn ia, a la ociedad de p er ona 1 qu le
11
tenerle hospitalizado ni un día má . i 1~ J rcará erá precisamente impedir, a través de 1~ ~jecució!1
Si un asesino etarra que ha cometido varios ase inac s 1, 1 •api.tal, qu e un criminal horrendo pueda ser rehabilitado ps~-
gra, tras los masajes y terapias oportunas (propias del ad1· , lógicamente, pues ello equivaldría a reconocer que s~ en-
lantos de la pedagogía, la ética, la psicología y la psiquiatrí.1), in n horrendo no es fruto de su libertad. Lo que a la soe1edad
«arrepentirse» en un mes, ¿por qué tenerlo encarcelado, n .1 le personas le importa es cortar la ~~sibilida~ misma de que
veinte, quince o cinco años, sino treinta y un días? Pero esto u 11 criminal horrendo pueda rehabilitarse, remsertarse o re-
sería también ilógico; y si es o parece ilógico es porque la p 11.1 socializarse, porque con ello se estaría recon~cien_do que es
no queda explicada con la teoría de la reinserción. f osible seguir siendo persona tr~s hab~r cometido libremente
Estas incoherencias lógicas en las que incurren tanto gui1· un crimen horrendo; y esto eqmvaldna, a su vez, a presupo-
nes quieren endurecer las penas como quienes quieren dll 1 ner que, «si Dios no e~iste, todo está permitido».
cificarlas, tienen una fuente común: el abolicionismo de l.,
ejecución capital, interpretada como un «crimen contra la I , u
manidad» o como una «venganza». Esta interpretación se ]le
va a cabo mediante la introducción del principio ético «1111
matarás», considerado como principio supremo. Es una act i
tud que fue tomando cuerpo, después de la Segunda Guerr.,
Mundial, sobre todo entre los juristas alemanes, asustad( 1~
por los crímenes nazis y por la propia constitución y actua
ción del Tribunal de Nuremberg. Esto les llevó a sentar com11
principio político fundamental un principio ético, de cuíiu
romántico y agnóstico, el «no matarás»; ignorando que ni11
gún principio actúa en solitario, sino siempre compuesto co 11
otros principios, con los cuales a veces entra en contradicci611 .
Por ejemplo, el principio «no matarás» entra en conflicto con
el principio de la legitimidad de la defensa de nuestra propi.,
vida en peligro, que me autoriza a matar a mi agresor en de
fensa propia (aunque sea retirando la intención subjetiva,fini.1
operantis, de matarle, aunque el finis operis de mi acto de de
fensa implique su muerte).
Los abolicionistas no contemplan siquiera la hipótesis ck
la posibilidad de fundamentar la ejecución capital del criminal
horrendo, no ya en la venganza o en el castigo, ni siquiera en
sus efectos disuasorios, sino en la misma doctrina de la libcr
tad, propia del materialismo, que obliga a definir a un crirni
nal horrendo como una persona (que sólo puede existir en
- 251-
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4

LA IZQUIERDA EN LA ESPAÑA
DEL PRESENTE

1. LA IDEA DEL PRESENTE EN CONTEXTOS


SIGNIFICATIVOS PARA EL ANÁLISIS DE LA
RELACIÓN IZQUIERDA/DERECHA

1. Pasado, Presente, Futuro

El «presente» en cuanto categoría histórica no es, desde


luego, el presente puntual, el instante, hic et nunc, aquí y aho-
ra, propio del tiempo cronológico. Implica una dimensión so-
ial, pero tal que ella pueda quedar situada entre el pretérito y
el futuro.
Lo más frecuente es reinterpretar estas tres categorías his-
tó ricas (pasado, presente, futuro) como si fueran fases de la
«línea del tiempo» métrico, cronológico o astronómico. Pero
aunque el tiempo histórico mantiene obviamente correspon-
dencia estricta con el tiempo astronómico, no se reduce a él.
En otras ocasiones hemos sugerido la posibilidad de redefini-
ción del tiempo histórico, en el contexto del espacio antropo-
lógico, a partir de la idea de los «círculos de influencia» entre
los individuos o grupos humanos. Y son estos grupos los que
pueden clasificarse en las siguientes tres situaciones:
(A) La situación propia de aquellos círculos en los cuales

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indi v.idu <>n11 vivi i1 L s · , inílu ' 11 p 1'd ·11 ;,1 p1 •¡; ·n · 1, r · · p )d r s r d finid p r ara tcrísricas n s ' I
fluirsemutuamente.La idea de unpr cm hi L' ri dc/1111 ·
si i nal in o cp oca le . Es to ocurre cuando a un círculo
1
mediante esta situación.
1 • pre nte posicional (un círculo amplio o un círculo res-
(B) La situación propia de aquellos individuos <rnip1 ,,, l i I ido) se le confiere alguna característica histórica median-
que influyen sobre los hombres vivientes, pero sin gu(' ,\1 ·,1 la cual se supone que el presente (por ejemplo, «nuestro
posible hablar de una influencia recíproca. Esta situaci ' J1 :-11 ¡ re ente») se diferencia materialmente, desde u~a pe~spectiva
ve para definir al pretérito: nuestros antepasados influyen di' hi tórica epocal, de los demás. Así, los revoluc1onanos fran-
cisivamente sobre nosotros ( «cada vez más los muertos pcs.111 , es creyeron que el presente comenzaba en 1792, y por ello
sobre los vivos»), pero no recíprocamente.
1 u ieron en esa fecha el principio de un nuevo calendario.
(C) La situación propia de aquellos individuos o grupo•,
sobre los cuales los hombres vivientes influirán decisivanM1
te, pero sin que sea posible hablar de una influencia recípro1 .1 3. Las características de nuestro Presente material
porque aquellos todavía no existen y cuando aquellos exist.111
los vivientes ya habrán muerto. De este modo definiremos el «Nuestro presente», en sentido amplio, tiene característi-
futuro histórico.
·as materiales enteramente diferentes, sin duda, de todos los
iemás «círculos de presente» ya transcurridos. Por ejemplo,
lernográficamente, nuestro presente es el de una humanidad
2. Presente en sentido formal y Presente en sentido ¡ue puebla el globo terráqueo con más de seis mil millones
material
de hombres, y que ha «racioq.alizado » la totalidad del espa-
io antropológico (totum, non totaliter) mediante la tecnolo-
El círculo del presente histórico, así definido, tiene un di.1 ía y la ciencia. A esta totalización, llevada a cabo, no desde
metro del orden de los cien años, y en él se escalonan las di «la Humanidad», como un todo, sino desde unas partes de esa
versas «clases por edad », ordinariamente formalizadas co.1111, Humanidad, que han desplegado capacidades para recubrir
«generaciones», que coexisten ya sea de un modo pacífico, y.1 de algún modo a todas las demás partes (es decir, desde unas
sea de un modo polémico. Obviamente el círculo de un pn· partes cuyo nombre político es el de Imperio), la llamamos
sente histórico contiene en sí mismo varios círculos; por 11, hoy «Mundialización».
que la aplicación de la Idea de presente puede hacerse con u11 «Nuestro presente», en un sentido más estricto, es una fase
radio variable, más amplio o más restringido. de esa mundialización, aquella cuyo comienzo suele ponerse
Por último, es preciso introducir una distinción más, ca en los años en los que se derrumbó el Imperio que durante casi
paz de recoger las diferencias entre los presentes históric< ,,\ setenta años había pretendido organizar la ordenación del Gé-
(amplios o reducidos) en su sentido puramente formal (el di' nero humano según las líneas del comunismo, el Imperio de la
los presentes que van sucediéndose, con diferencias posicio Unión Soviética. Tras la caída del «Imperio soviético», al final
nales, en la línea del tiempo astronómico, en virtud del mcr<, de la década de los ochenta del siglo XX, comienza «nuestro
flujo de las generaciones, pero sin que entre ellas establezca presente», en el sentido estricto. Un presente definid_o por la
mos una distinción material definida) y los presentes históri «Globalización», ejercida principalmente desde la «parte» del
cos en su sentido material, es decir, el sentido en el cual u11 Imperio de los Estados Unidos de Norteamérica.

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Y n e t , a tá di h n d ' , d L , d r m u , , , <•, I' 1d, I · t, d · l r, , ). ¿ rn rn L rp r r r 11 L n
1
la «p ertinencia» de la Idea de pre ente on la u ti ' n d l:1, 1, ·i ' n de au a a efe t ?
izquierdas y las derechas que nos ocupa. Porque ahora, nu -.~ A nuestro juicio no directamente, sino a través de los elec-
tro presente no es simplemente un presente posicional, al cu:d rados de es tos partidos, implantados en sociedades políti-
~ubiera que intentar «aplicar» todo cuanto hemos creído p(> ·, democráticas. La Unión Soviética, por muchos reparos
sible establecer sobre las izquierdas y las derechas. Nuestro ¡ue ofreciese a sus críticos (incluso a sus críticos comunistas),
prese~te e~ ahora aquella época en la cual la quinta generació n fre cía a los occidentales la referencia única de un «comunis-
de la izqmerda ha desaparecido, es decir, ha perdido su «r a mo realmente existente», de una «prueba de existencia», por
l~da~ existente». La Unión Soviética se derrumbó, y a su caíd:i 1 recaria que ella fuese, de una sociedad no capitalista. Y su
sigmó la de todas las repúblicas socialistas de la Europa orieJJ ¡ restigio mantenía la actitud de los militantes o votantes del
tal y central: Lituania, Letonia, Estonia, Polonia, Repúbli a PC F, del PCI, del PCE o del PCP. Cuando la URSS se de-
?emocrática Al~mana, Bulgaria, Rumanía, Checoslovaquin, rrumbó el prestigio del comunismo fue eclipsándose poco a
mcluso Yugoslavia. Nuestro presente, desde España, al habla, poco, sin perjuicio de que se hayan mantenido algunos focos
de derechas e izquierdas, se mantiene en este horizonte, hasta residuales, como Cuba, el más importante para nosotros, en
el pu~to d~ que quedan ya como cosas pretéritas las querella1, uanto ligado a la Unión Soviética (el caso de Corea del Nor-
entre 1zqmerd~s y derechas de los tiempos de la República y te y otras repúblicas socialistas orientales habría que ponerlo
au~ las ?e los tiempos del franquismo, que, sin embargo, algu más bien en relación con la sexta generación de la izquierda,
na 1zqmerda española quiere incorporar bajo el concepto espú con el comunismo asiático).
reo de la «memoria histórica», del que hablaremos más abajo. El ideal comunista, como proyecto político utópico, esta-
ba alimentado por la experiencia de la Unión Soviética: en la
U nión Soviética, aunque de un modo muy imperfecto, el Par-
4. Los efectos de la caída de la Unión Soviética en las tido Comunista había conseguido hacerse con el control de
izquierdas del mundo occidental un Imperio gigantesco; los demás partidos comunistas tenían
por tanto razones para pensar que ellos podrían llegar a con-
Sin embargo, acaso lo más interesante del presente (no de trolar, al menos, sus estados respectivos, y llevar a cabo una
los rasgos que_puedan servir para definirlo) sea el efecto que gestión mucho más perfecta que la que llevó a cabo la URSS
el derrumbamiento de la Unión Soviética ha tenido también en la implantación del comunismo.
en los mismos partidos comunistas de la Europa occidental, Pero si todos los esfuerzos, heroicos o terribles, de setenta
alineados en la «quinta generación de la izquierda», si inter- años, habían terminado catastróficamente -todo el mundo
pretamos esta «caída» como un efecto imputable, al menos, veía, a través de la televisión, el derribo de las e~tatua~de Lenin
en gran medida, a aquel derrumbamiento. Pues damos po r de sus pedestales, que sólo diez años antes parecían inconm -
descontado que los partidos comunistas de Francia, Italia, Es vibles- ¿cómo seguir pensando en emprender por cuenta
paña y Portugal no dependían de la Unión Soviética a lama- propia un camino tan difícil, un itinerario con un final tan i 11
nera como de ella dependían las repúblicas socialistas antes cierto? Izquierda Unida, en España, que en 1996 había ob t(·11 i
enumerad~s, q~e integraban el Imperio soviético. Algunos de do veintiún escaños, en las generales del año 2000 cayó n < ) ( 1H ,
estos Partidos mcluso se había distanciado del PCUS (desde escaños. A la «izquierda de quinta generación», la i7.q11i<'1 il ,1

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' ur p , ¡ , in p i r. i ,, m u nis n
ac er e le nu evo a Ja u topía, a n tit ui rs n una st, rl(· d,· 1 )líLi am ,,,t · •l g ~n ·r( «D m. ra ia». ; t s 1 ' r r , _q u
•11

1 ' L rm ina, p r a í d irlo, los límnes de los proyectos polit1cos


conciencia residu al de la izquierda, y a lo sumo, n una fo c, 'I .,
1 ada uno de los partidos de izquierdas o de derecha, que en
política capaz de intervenir, como bisagra, en el jueo- d • l.1·,
l d caso habrán de circunscribirse a todo aquello que pueda
coaliciones electorales, autonómicas o municipales. D jaJ11, 1\
btenerse a través de los procedimientos democráticos y de sus
de lado otras organizaciones comunistas que no han tenid1,,,
11 , macias «reglas de juego». El género desempeña el papel del
no tienen todavía presencia parlamentaria, como la Unifi1·.1
) éano en el que quedan anegadas las corrient~~ tan d_iversas
ción Comunista de España, pero cuya actividad incansable, .1
través de sus Ateneos XXI o del periódico De Verdad, manti(' 1u en él han desembocado. Un océano que barno a la dictadu-

nen viva la llama del marxismo revolucionario. ra de Franco; y, por la parte que le toca a cada corriente, que
cualizó a las otras partes que contribuyeron al desplome o
metamorfosis del franquismo.

2. EL SISTEMA DE LAS «DEMOCRACIAS 2. Efectos en el reconocimiento mutuo de las historias


respectivas
HOMOLOGADAS» Y LA ECUALIZACIÓN POLÍTICA
DE LAS IZQUIERDAS CON LA DERECHA
El efecto más notable de esta ecualización es el del reco-
nocimiento mutuo de los partidos políticos y la justificación
de sus trayectorias políticas, precisamente en la ~edida e~ ,la
1. La democracia, como «unidad de los contrarios»
cual tales partidos políticos contribuy eron a la mstaurac10n
de la democracia de 1978.
Pero la consolidación de las democracias homologadas
De este modo, las coaliciones de partidos o corrientes más
- consolida~ión reforzada precisamente a raíz del derrumba
afines al franquismo (oque procedían de la transformación del
miento de la Unión Soviética, y con el desarrollo de la Unión
franquismo aperturista hacia la democracia, ca~o_de UCD) s~-
Europea- ha tenido también efectos significativos en la dia
rán reconocidas como demócratas por las coahc10nes o parti-
léctica entre los partidos políticos de derecha y de izquierdas.
dos que procedían de la clandestinida~. Asimismo_, las corrie~-
En la España del presente, en el sentido dicho, estos efectos
tes de izquierdas (en particular, el Partido Comunista), podran
podrían caracterizarse por medio del concepto de la «ecualiza-
ser reconocidas por los partidos de derecha o de centrodere-
ción» de las diferencias específicas o genéricas, en el género co-
cha en la medida en que estos partidos, en su lucha contra el
mún. Aquí, como diferencias específicas o genéricas, tomare-
mos a las diferencias entre los diferentes géneros de izquierda fra~quismo, cooperaron a la instauraci~n ~e la demo_craci~ c~-
ronada de 1978. Para que este «reconocimiento » tuviera viabi-
parlamentaria (principalmente el PSOE e IU); como género
lidad, fue necesario, es cierto, que los comunistas a~andonasen
común a la democracia parlamentaria constitucional del «Es-
tado de Derecho». el leninismo, es decir, cualquier política que tuviera q~e ver
con los procedimientos, poco democrático-parlame~tanos, ~e
Se diría que todos los partidos que participan en el juego
la dictadura del proletariado; y consideraron cumplida su mi-
parlamentario del «Estado de Derecho» quedan ecualizados
sión a través de su contribución a la instauración de la demo-
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-259-
r. i::t. E t us itaríad if i ul t l 11 u¡ r bl n l 11 10 111 · 111,, 1 na<l ¡u· hn • ·r l:1 ir u r sLaL Íc d l l «arr p r cin: i ne »
¡t i l
de recon struir racionalm ne u p r pia hi t ri (r 11 s 1111,
11, .1 • i r) d u l i rL n I n h e d el 10 a 11 de sep t1em?~e
ción que confusamente se pretende su stituir p r [ 11 ee ,, 11 1 , 1 4 o p d ría r pr ncad o como respuesta al mitm
1
ideológico de «memoria histórica»). 11ti •l 9 d ep ti mbre dio G il R o bles en Covadonga: el Tur-
/ll , a había sido ya preparado m eses atrás por quienes habían
n nido en tomar, como señal de la Revolución, la entrada
3. El ejemplo de la justificación de la Revolución de , r í n la más estricta legalidad democrática) de diputados de
Octubre de 1934
• D A en el Gobierno.
in duda, el Comité Revolucionario interpretaba esta en-
Por ejemplo, la Revolución de Octubre de 1934, tal 0 1111, 1 ·:1 la como indicio de que el gobierno preparaba un golpe de
se desarrolló en Asturias. Es evidente que la Revoluci ' 11 di· 1,:., ado al estilo del de Dollfus en Austria. Y así es como retros-
Octubre no podría «justificarse» por los socialistas o p r 1, ,., P · civamente la «Izquierda» suele justificar la ruptura, por
comunistas del presente, desde el supuesto de la democrarr .1 1 arte de las izquierdas de entonces, reunidas en el Frente Po~u-
parlamentaria actual (que para mas inri no puede identific:1, \(' 1, r, del orden democrático republicano. Pero, ¿por qué no m-
con una república, como la destruida por el franquis,1111, i crpretan también del mismo modo el Alzamiento del 18 de ju-
puesto que tanto comunistas como socialistas sostienen u11 .1 li )? ¿Acaso no podrían alegar los conjurados indicios de que,
monarquía, heredera de hecho de aquella monarquía qu e 111<' 1ra la victoria de la izquierda en febrero de 1936, se preparaba
precisamente abolida por la Segunda República). una reedición en serio de la Revolución de 1934? Pero no es
El gobierno de centro derecha que salió de las elecciones d, · 1 ible que ahora se reconozca esta justificación de_los ~;1e se
1933 era un gobierno democrático (en nada lo empañab:1 l., ,tl zaron el 18 de julio, precisamente porque la ecuahzac10n de .
abstención de los anarquistas). Democrática fue también la d, • l. izquierdas con las derechas en la democracia coronada se
cisión de Lerroux de dar entrada en su gobierno a tres mini ~
1 rodujo principalmente por la común oposición al régimen de
tros de Acción Popular, el partido principal de la Confeder. 1 1: rauco, como régimen que había quebrantado, sin disculpa al-
ción Española de Derechas Autónomas (entre estos ministn ,., guna, la legalidad republicana. Y, por ello, el 20 de _noviembre
no figuraba, por cierto Gil Robles). Fernández de los Ríos, c11 le 2002, «a los veintisiete años de la muerte del dictador», el
~ombre del Partido Socialista Obrero Español dice que su par ongreso de los Diputados, por unanimidad (el PP decide re-
t1do no tolerará la entrada en el Gobierno «de la derecha»; La, irar sus reticencias) condena el golpe de Franco de 1936. Y en
go Caballero y Araquistain (partidarios de una vía leñinisr.1) frase de un diputado de Izquierda Unida (Felipe Alcaraz)
habían retirado la confianza al gobierno de Lerroux, y habían ac uerda que «hay que olvidar el rencor pero no la Historia».
preparado, desde el año 1933, un plan de insurrección, l'll ¿Porqué no condenar también el golpe revolucionario de ~c-
modo alguno democrático. tubre de 1934? Porque él volvería a reproducir las divergehc1as
El periódico Avance, de Gijón, en su edición de 11 d,· n España entre las izquierdas y la derecha. Es mejor olvidarlo
abril de 1933, publica un llamado del Comité de Alianza dl' y explicarlo como Dios le de a entender a cada cual. .
todos los Trabajadores para «inteligenciarse» (hoy diríam~>.\, Es evidente que el olvido de la Historia (que no es tal olvi-
para «concienciarse»). El Turquesa (un barco cargado de ;u do, sino reconstrucción) no es casual; se trata de una operación
mas y fletado, al parecer, por Indalecio Prieto, sin que teng.1 selectiva, ideológica, guiada por los intereses, en este caso polí-

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, n t 1· 1 y n e ta dir cción(~ld ía2 d
1 _rnbr
ricos. La m jor pru ba e 1 « lv.i 1 » l · ,, 1, r l, n.1., 1 d(·•, 11 1
1 2001 la ARMH había encontrado en Pnoranza del Bierzo,
de 1968 por los grupos políticos landestin s: «Lib rtad /\ 111
L ón, los cuerpos de trece republicanos fusilados y enterra-
nistía y Estatuto de Autonomía». El 15 de octubr de 1 7í' ,\1 ·
d en campo abierto el 13 de octubre de 1936).
estableció una amnistía definitiva y total, que incluyó la li b(" 1 .,
Por ello los socialistas de la monarquía democrática ex-
ción de todos los presos, incluso los condenados por delit ~ , 1r
h. rtaron a los administradores públicos «a coordinarse y co-
sangre, «siempre que su acción hubiera sido orientada ha .i., l.,
perar con los medios materiales y humanos nec~sarios para
consecución de las libertades» (ulteriormente la democn1ri.1
(acilitar la exhumación, identificación y enterramiento de las
con:7endría en ~a imposibilidad de amnistiar o indultar a qui1·11
v (ctimas de la Guardia Civil que por defender los valores re-
hubiese cometido crímenes de sangre, aún cuando «su accip11
publicanos fueron asesinados y enterrados sin identificar en
hubiera sido orientada hacia la consecución de las libertades >• ).
fosas comunes».
Por consiguiente constatamos ya con claridad que la «me-
moria histórica» se aplica selectivamente al contexto de la re-
cuperación de los huesos de los fusilados por Franco e~ la
Guerra Civil o en la postguerra, enterrados en fosas colecu~as
3. SOBRE LA «MEMORIA HISTÓRICA COMÚN»
y anónimas; recuperación reivindicativa puesto que, se dice,
los fusilados y asesinados pertenecientes «a la parte de Fran-
co» ya recibieron sus honores en el Valle de los Caí~os.
1. La invención, por parte de la izquierda, del
Y aquí no entramos en la cuestión de la oportun_idad y le-
concepto de «memoria histórica»
gitimidad de la operación de desenterrar a los f~~ilados del
«bando republicano» (algunas veces la recuperacion ?º s~ ha
Tan evidente era que el «recuerdo» de los hechos históri
hecho físicamente, sacando los huesos de las fosas, smo sim-
cos era selectivo y parcial (o partidista), es decir, ideológic1 ,,
bólicamente, poniendo sobre las fosas los nombres de_qu_i~-
que hubo necesidad de inventar un pseudoconcepto, el de
nes descansan en ellas). Se trata de analizar qué pueda s1gmfi-
«mei:n~ria histórica común», para presentar como imparciak~
car el que esa recuperación se haga en nombre de la «memoria
y obJetivos los recuerdos que a todas luces se abrían paso tra~
los años de amnesia determinada por la transición democráti histórica».
ca. E incluso se constituyó una institución encargada del cui
dado de la «memoria histórica», y lo que es más sorprendente
2. «Memoria histórica común», una idea metafísica
aú~, de su recuperación (concepto este que implica, si es que
iii
qmere s~r concepto, que existe nna memoria histórica objeti
«Memoria histórica» es un concepto espúreo, sobre todo
va, parcialmente perdida o eclipsada, y que por ello necesit.1
cuando él pretende tener como referencia el supuesto (metafí-
ser recuperada, no ya construida).
sico) «archivo indeleble» cuya custodia estaría encomendada
Se trata de la ARMH (Asociación para la Recuperación de
al género humano; y que es susceptible de eclipsarse ante los
la Memoria Histórica). Izquierda Unida y el Partido Socialis
individuos, dotados de una memoria más flaca. Por ello estos
ta Ob:ero Español presentaron formalmente al Congreso de
tendrán que «recuperar» una memoria histórica común, obje-
los Diputados, del 9 de septiembre al 4 de octubre de 2002.
-263-
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civa, que up on ya r <1.1 i:L 1 , aunqu t ilL, 111 IÍ 1 nt d letras, incluido a los políticos y a lo
la espera de ser desvelada o recu p rada. P r ell , l < r · u pn .1 l, ist riadores.
ción de la memoria histórica» puede tomar la form, de 1111 .1 I . ro la Historia, en lo que tiene de ciencia, no es efecto de
reivindicación: porque se supone que el eclipse de a nic·11111 1:1 moría, ni tiene que ver con la memoria más de lo que
111
ria histórica, que se sustenta en el seno del Género hun , 1,1t ,, , , l a que ver la Química o las Matemáticas. ~a H~storia n~ es
I

en la sociedad, no es casual sino intencionado. ncillamente un recuerdo del pasado. La H1stona es una m-
No se trata de una amnesia, sino de una ocultación p111 ·rpretación o reconstrucción de l~s reliquias (q~e ?erma-
quienes quieren «enterrar el pasado». Lo que ocurre es gu1· \I 11 cenen el presente) y una ordenación de estas rehqmas. Por
no hay amnesia tampoco tendría que haber memoria. l , nto la Historia es obra del entendimiento, y no de la me-
El concepto de «memoria histórica» pretende remiti rn, >\, n na.
por tanto, a un sujeto abstracto (la Sociedad, la Humanid.1d,
una especie de divinidad que todo lo conserva y lo mant.irnl'
presente) capaz de conservar en su seno la totalidad del prct1· 4. La memoria no se asienta en una entidad colectiva
rito que los mortales del presente deben descubrir. Esta 11u· sino en los cerebros de los ciudadanos
moria histórica tiende a ser una memoria histórica total , q11,·
se aproxima a lo que pudiera ser la memoria eterna de quirn La memoria (y el recuerdo, como la amnesia) tiene como
vive las cosas tata simul et perfecta possesio. ferencia y soporte al cerebro humano (singular) de cada
Pero este sujeto abstracto, receptáculo de la memoria lii~ h mbre. La memoria, por tanto, sólo puede conservar aquello
tórica no existe, es un sujeto metafísico. No hay «menw11.1 ¡ue cada hombre singular ha experimentado o vivido'. de¡an-
histórica». <l aparte su herencia genética. Por tanto la memona tiene
mo ámbito aquella parte del mundo envolvente que le ha
, fectado, la memoria episódica (es decir, aquella memoria me-
3. La Historia no tiene que ver especialmente nada 1iante la cual las cosas recordadas del mundo mantienen la re-

con la memoria, sino con el entendimiento rencia al instante de la trayectoria biográfica de quien está
1· cardando). Otra cosa es la llamada memoria semántica, que
La Historia, sencillamente, no es memoria, ni se constit11 i ne que ver con el lenguaje, con la ciencia, con la «razón».
ye por la memoria. Es ésta una metáfora muy vieja, sin dud.1, Nadie puede tener memoria, por lo tanto, de algo que an-
canonizada por el canciller Bacon de Verulamio, cuando el., L ceda a su vida propia. Y por ello la Historia no se reduce a
sificó a las ciencias en función de las «facultades intelectualc1> • 1, memoria. Nadie puede «recordar» la historia de Ameno-
que él consideró esenciales: Memoria, Imaginación, Raz1111 ! his IV, el faraón descubierto por los egiptólogos,_ a partir ~e
Así, la Historia sería el producto de la Memoria; la Poesía di' 1 s reliquias (templos, estatuas, jeroglíficos) que siguen exis-

la Imaginación y la Filosofía, junto con las Matemáticas, de l., Li ndo en el presente. Sólo un impostor o una impostora (aca-
Razón. . un demente) puede decir que tiene memoria histórica del
Esta ocurrencia de Bacon, sin perjuicio de su ramplorn.·11.1 í raón Amenophis IV, porque dice recordar, tras un ejercicio
psicologista, fue tomada en serio por d' Alembert, en el ]),, le «regresión hipnótica», haber sido una de sus concubinas.
curso preliminar de la Enciclopedia, que la hizo doctrina n,

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5. M emorja individu al y m em o ria perso nal
6. La mem ori a personal es parcial y r eivindica ti va

La ~istinción fundamental hay que ponerla en la propi.1 La memoria histórica, en cuanto memoria personal, sub-
memona cerebral, como distinción entre memoria individu11 / ~, j civa o de grupo que es, tiene siempre un componente reivin-
memoria personal. Es decir, la distinción entre el individu y 1. 1 licativo. Y no digo que la reivindicación no deba hacerse,
persona, que son conceptos conjugados, aplicada a la memo ri.1. digo que no debe hacerse en nombre de una «memoria hi~-
La memoria individual tiene como materiales propio 11, 11 , rica universal», común y objetiva, puesto que la memona
rec~erdos de la ~ida ~rivad~, familiar o biológica; la vida qui' histórica es siempre memoria individual, biográfica, familiar
esta fuera de l~ histona, la vida que estudia el psicólogo. de grupo. Y esto explica por qué la llamada «memoria histó-
La memoria personal es la que tiene como material a J11 ., rica» se oculta: porque no es memoria sino selección partidis-
recuerdos de la vida propia pero en relación con la vida públi ta. La memoria histórica es a la vez damnatio memoriae. Por
ca_(po~ítica, científica, artística, profesional). La persona i111 ejemplo, la memoria histórica, que contradictoriamente, pro-
plica siempre a un grupo de personas, necesariamente dad n., pone borrar un retrato de Girón, ministro de ~ranco, de la
en suc~sión ~istórica. Dicho de otro modo, la memoria pcr U niversidad Laboral de Gijón. Que propone retirar del calle-
sonal tiene sie~pre que ver con la historia. La memoria pcr jero de una ciudad los nombres de los «golpistas» que se alza-
sonal es necesanamente histórica, y por tanto la memoria his ron contra la República; una memoria histórica que por otra
tórica no es sino un modo de designar, de modo redundante, a parte no pide eliminar los nombres de otros golpistas contra
la memoria personal.
la República, los de octubre de 1934, como lo fueron Ramón
Y e~tonces ocurre que la memoria histórica o personal L's G onzález Peña o Belarmino Tomás.
necesanamente parcial y partidista, porque una persona es Por tanto, las reivindicaciones de las memorias personales,
sól~ unayarte de la ~istoria. Y la biografía es importante para contra todo tipo de amnesia y de amnistía, no debe hacerse en
la ~ist~na en la medida en que ella es una reliquia, una partl' nombre de la memoria histórica común, sino en nombre o bien
mas a mterpretar.
de la memoria individual o familiar, o bien en nombre de pla-
La memoria histórica personal es el recuerdo del mundo nes y programas políticos o científicos. Es~o explica por qué_la
h_istórico que a cada cual, o a su grupo, le ha tocado vivir, espc llamada «memoria histórica» no es propiamente memona,
ciah~_ente en un sentido activo. El peligro por tanto de la prc- sino selección partidista; por qué se eclipsa de modo funcional,
tens10n de conver:ir las memorias personales (o del grupo dl' y por qué la «memoria histórica», paradójicamente, derriba las
personas), necesanamente parciales (partidistas), en memor.ia estatuas de Lenin en Rusia o de Franco en España.
histórica objetiva o total es evidente. En realidad se trata de unn Dicho de otro modo, la memoria histórica sólo puede
pretensión reivindicativa. ¿ Qué quiere decir la «memoria his- aproximarse a la imparcialidad cuando deje de ser memoria y
tórica» d_e lo_s s~c_esos de octubre de 1934 en Asturias? ¿Qué es se convierta simplemente en historia.
«me~ona hi~t?nca» del proyecto de invasión de las guerrillas,
a traves del Pmneo, en 1945? ¿Qué es «memoria histórica» de
1~ t~ansici_ón ~~mocrática? ¿Quién se atrevería a afectar impar-
c~ahdad cientifica en esta «memoria histórica» por antonoma-
sia, para los españoles del presente?

-266- -267-
•' L RJ~ ' Rü 11[ " I ' lt l !~ 1,/\ pr ' d algun de u pr p1 pr y e p líti re-
í r m1 ta .
Para qu e comience a tener algún sentido, no de todo pun-
1. La Constitución de 1812 lím"t d J L anacrónico, hablar de izquierdas en España, aún en la for-
h. t , . ' J e e regreso m.a de una protoizquierda, habrá que remitirse, sin por ello
is onco, en España, desde la izquierda
ignorar los precedentes (por ejemplo la «Conjura del Cerrillo
El regreso histórico no puede d de San Blas», en 1796), a las Cortes de Cádiz, que es en donde
las cuales el Alzamiento d 1 18 d . ~~enerse en las fecha1, t· 11 e definió por primera vez, en el tablero político, la Nación
Constitución republicana ed 193e/u IO de 1936 acabó c II l.1 spañola.
sentándose en nombre d 1 Re ' bl'. aunque comenzase p1 <' La izquierda, según sus valores de primera generación,
. e a epu 1ca.
El regreso histórico de las iz . d . tendríamos que buscarla, como hemos dicho, en el ámbito de la
tampoco de donde com. lqm~r a~ no puede Ir más :d l.1 izquierda napoleónica, representada por los afrancesados; los
ienzan as izqmerda fº
como tales es decir ma's 11' d 1 s a con igura r.~1 · valores de izquierda de segunda generación están representa-
' '
tuye el Estado como Nac · ,
a a e moment 0
,.
1
en e que se con1,11 dos, como ya hemos dicho, por los liberales doceañistas.
10n po11t1ca En Esp -
tuvo lugar en las Cortes d C ' dº · ana este proces,, En el curso del siglo XIX, una importante corriente de la
C onstitución de 181l. e a 12 con la pr 1 ·, d izquierda en España se polarizará hacia los valores de la I In-
' omu gac10n e 1, 1
Antes del siglo XIX no uede h 61 ternacional, en su forma más moderada, es decir, hacia el
nos desde un punto d . p . ª a_rse en España, al ll1l" fe deralismo, levantando la bandera del «principio de autode-
e vista em1c de 12 · d d
ch as. Lo que n 0 · ·t· ' qmer as o e den· terminación de los pueblos», y llegando con frecuencia a posi-
• sigm Ica que carezca d · , 1 ·
c1ón de los precedent d 1 . 1 e mteres a mvestiga ciones liquidacionistas de la Nación española. Las fuentes
emic de izquierda y deesd e hs1g o. XVIII. No puede hablarsl" anarquistas del federalismo son evidentes, sin embargo el fede-
erec a m se habl 0, d h h
nos en el Parlamento hasta l , '. . e ec o, al nw ralismo no puede poner límites internos a las unidades sociales
., , e u1timo tercio del sig1 XI 1 constituidas por federación. ¿Porqué una federación españo-
ses1on parlamentaria de 1871 h . o X, en a
c d que ya emos citado la y no una federación ibérica?¿ Por qué una federación ibérica
on to o, sería excesivament . . ..
campo de investigación a todo lo e;eestnct1vo_deJar ~uera del y no también una federación europea? ¿Por qué una Federa-
te, en la segunda mitad d 1 . l q precede mmed1atamc11 ción europea y no una federación ibero marroquí argelina?
., - e s1g o XVIII Si m l
nex10n entre la aparició d 1 ºd d . . ~ntenemos a C<>
1ores de primera ener . , n e a 1 ea e «Izqu d
. . ~er a», en sus va
Nación política t!ndr ac10n, y la co~st1tuc1ón de la idea dl" 2. Izquierdas españolas de tercera generación
· . ' emos que considera
msmo mvestigar, por ejem lo la su _r como un anacro
pudo estar presente en lasp .' . pduestda idea de España qui· El anarquismo español, durante los siglos XIX y XX, ha
«1zqu1er as 1 · d d
pe V» o incluso del reinad d C 1 e rema o e Fcli sido una de las corrientes de izquierdas comparativamente
embargo, como ya hemo ~- ~ ar os III. Es ?ien sabido si11 más importantes, en el conjunto de Europa. Todas las coorde-
socialdemocracia han b s ; od que muchos ideólogos de l.1 nadas que venimos utilizando en este libro se aplican al anar-
siglo XX, entre los ilust~:~:sod i°ra?tedlosdaños ochenta dd quismo español de un modo tan directo que no creemos nece-
e rema O e Carlos III' .1o.~- sario entrar en un análisis que, por obvio, resultaría prolijo.
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-269-
La rn n t I la i· q ui rdc 1 , t I d L i- , <
. ' radi al icii"t, ( A lb rn z, Marce lin ming ). ' L P<- -
nón, confluirían muy p ron to, y a vece d m d LL1r I I .,,1<,
con el internacionalismo proletario de cuño marxi e l 11.Íl l'Í', ' r; metr s fueron discutidos en torno a la cuestión de los Estatu-
ta, y con el austromarxismo. (No puede olvidar e tarnp (' 11 e . •D ónde clasificar a Ortega? ¿Entre las izquierdas o entre
~u~ la obra de Otto Bauer tuvo una gran influencia, dir l , , , la derechas ? Y, por supuesto, la conmoción representada
mdirecta, en algunos «Padres de la Patria» socialdemócratas 1 por la Guerra Civil de 1936-1939 y los efectos que en ~a Idea
comunistas de la Constitución de 1978.) de España produjo, no sólo desde el «lado del franqms?1o »,
ino también desde el «lado republicano», se mantuvieron
El componente anticentralista del federalismo de Pi M,
gall evolucionó muy pronto hacia el soberanismo proclamad<,
1
cas i siempre girando en torno del parám~~ro al ~~e constan-
en algunas partes históricas de España, principalmente en ('I temente nos venimos refiriendo, la N ac10n pohtica, en este
País Vasco y en Cataluña. Sin embargo,¿ quién podría consid(• caso, la Nación española: Miguel Hernández, Priet?, la ide~-
rar como un proyecto de izquierda al proyecto soberanista del logía de las Brigadas Internacionales, que ?,uscaba~ mtervemr
PNV de Sabino Arana? Así lo creen muchos de sus actuales ca en la Guerra Civil «para defender a la nac10n espanola del pe-
ligro de su reabsorción por parte de las potencias fascistas ».
beza~ visib~es, ~plicando, aunque sean hijos de guardia civil
! an~iguos Jesmtas, una definición meramente posicional k «La guerra del 36 -dice certeramente César Alonso de
iz~merda: «Es de izquierda todo aquello que se opone· al fran los Ríos, en La izquierda y la nación, 1999, pág. 85_- _ fue una
qmsmo. » Mutatis mutandis, Cataluña. emulación trágica de los dos bandos en el fortalecimiento de
La Idea de izquierda política, aunque está presente en b la Idea nacional. Las dos Españas se enfrentaron a muerte por
~spaña del siglo XIX, no toma carta de naturaleza hasta los ser exactamente ellas mismas. Por ello Miguel de Unamuno
tie~po~ ?e la Segunda República, y además, casi siempre, con escribe en sus últimos días que no hay dos Españas, que es
una sola como corresponde al suicidio. »
u~ sig111f1ead? reclasificador de otros partidos llamados repu -
b~1eanos, carlistas, monárquicos, etc. Todavía en la Enciclope- Deci~iva fue la orientación que el PCE tomó en los co-
dia Espasa, en el tomo 28, publicado en 1926, la entrada «Iz- mienzos de la Guerra Civil (El problema de las nacionalidades
quierda» no recoge ni la más mínima acepción política. a la luz de la guerra popular por la indep~nde~c~a de la R~p ú-
blica española, de Vicente Uribe, a la sazon mmistro y mie~-
bro del ej ecutivo del PCE): si en los tiempos de la Monarqma
3. Izquierdas españolas en el siglo XX burguesa tenía algún sentido destruir la Nación española, e~te
sentido se perdía en los tiempos de una guerra popula: nae10-
~as ulteriores generaciones de valores de izquierda, y en nal en la cual «los intereses específicos, la pequeña patna de los
particular los valores del marxismo leninismo, se hacen pre- cat~lanes, vascos y gallegos, se ha convertido _en parte insepara-
sentes normalmente durantej a Segunda República. En su pro- ble de los intereses generales de la Gran Patna». .
grama electoral de 15 de febrero de 1936, el Partido Comunista Es cierto que al acabar la Segunda Guerra Mundial el PCE
?e E~pa~a se presenta ya explícitamente frente a la «burguesía reconsiderará la cuestión de los nacionalismos, por el argu-
mento de que el franquismo podría considerarse como un me-
12qmer~ista». Durante la Segunda República los parámetros se
mantuvieron dentro de la idea de España republicana, como dio de fortalecimiento del estado burgués opresor. En esta
Estado-nación, de signo tradicional (Azaña, Madariaga, etc.) línea se decantó, al terminar la guerra mundial, el P~eno del
Comité Central del PCE (Toulouse, 1945). Perola crítica a esta
- 270-
-271-
J.ín ibc av nird j pr Í <lin LI , bí:-t, d el t · l.1 Pr ti e l. bi ' s ·r al jado d la c ta galJega; y com signo d
Primera Guerra Mundial, qu el principi d la «aut e n11i id r tidad de la izquierda opinar que el petrolero debió ser
nación nacional» implica también el «principio d la <lJ , 11 , ercado a un puerto).
dete:mi~ación de las secciones regionales del propio Partid<, En estas ocasiones no se precisa qué tipo de izquierdas se
Com~msta». Las políticas de «reconciliación nacional» y lt-1 upone están reconstruyéndose, y se ~enfunde ~l ideal lejano
«entnsmo» estaban así ya prefiguradas, y con ellas las posibili de una izquierda en busca de una soc1eda~ ~e b1enes:ar, pero
dades de la transformación de los «sindicatos verticales » en h~ in clases, es decir, el de una sociedad mumc1pal o regional so-
grandes centrales sindicales (CC.00. y UGT), como instit 11 berana, con una izquierda real y positiva. .
ciones de carácter público. Quien no quiera engañarse y engañar a los demás pomen-
Sobre todo, sería preciso analizar las interpretaciones de do, en la Democracia, como objetivo político principal de la
España que en la transición (los equilibrios de Solé Turá, repn; izquierda la federalización o la balcanización de Espa~a, ha
sentante del PCE en la ponencia constitucional, defendiend\, de reconocer que las diferencias positivas entre los partidos o
la tesis absurda de una «Nación de Naciones» capaz de culmi coaliciones nacionales autoconsideradas de izquierda y el par-
n,ar en un no menos absurdo «Estado de Estados») y en el pe tido nacional considerado por sus enemigos de derecha, si se
nodo de la «España de las autonomías» han ido ofreciendo mantienen, existen en otro lado.
tanto las diversas corrientes políticas de izquierda definida, Tan correcto como decir que la izquierda se ha derechi-
como las diversas corrientes de izquierda indefinida (extrava- zado sería decir que en la democracia es la derecha la que ha
gante) de la Iglesia católica o de otras asociadas a aquella. Es asun:ido a veces las orientaciones de un racionalismo político
ahora cuando mayores dificultades encontramos al problema democrático muy próximo al que mantuvo la izquierda ~o-
de «identificar» los tipos conceptuales desde los cuales se mue- cialdemócrata, que llega a alcanzar posiciones más a la izqmer-
ven tales interpretaciones.
da de las que antiguamente ocupaba esta.

4. Las izquierdas buscan nuevas «señas de identidad»


en la Democracia
5. LA REDEFINICIÓN DE LAS DIFERENCIAS ENTRE
U na y otra vez se habla de las expectativas de «reconstruc- IZQUIERDA Y DERECHA EN LA DEMOCRACIA
ción de la izquierda», una vez desaparecido el «socialismo
real» tras las embestidas del capitalismo «liberal». Lo más
asombroso es que se citen a veces, como indicios de esta recu- 1. En la Democracia, convergen en las cuestiones del
peración, en la España del tercer milenio, a fenómenos tales Estado, las izquierdas y las derechas
como los de las manifestaciones contra el Plan Hidrológico
N aci_onal (c_om~ si el plan propuesto fuese de derechas, por ha- La democracia del Estado de Derecho y del Estado de
ber sido defendido por el gobierno del PP) o las manifestacio- Bienestar ecualiza, como hemos dicho, a las izquierdas y a la
~es contra los peligros y las causas de una marea negra (se con- derecha, que mantienen esta democracia. La dem~c~aci~ ha
siderará como signo de identidad de la derecha opinar que el desempeñado por tanto el papel de parámetro pnv1legiado

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1
11 , nLifl 1:1 i ) t, l ·1 i_·¡ íriLU I fra , q ,¡ m > ( r
gu p r mi c la , v r(J' n ia, n un nhi k 1, 1••
r j mp l , ui , ou-, vez, qu e 1pres~dente el . la X unta le
izquierdas entre sí y con la derecha. 1
, li cia fu e ministro de Franco); como s1 no hubiera otra for-
. 1'." la ecualización se refuerza al aceptar todos lo p a rtid11·., ma d e definirse como de izquierdas más que por la nota del
1zqmerdas y derecha, no solamente el Estado de D erech si111 ,
antifranquismo. Esta estrategia sólo puede dar lugar a con-
también el ingreso enla OTAN yen la Unión Europea, d ; 0
j untos de golpes bajos, por~ue va en co_n~ra del supuesto de la
tructuras, por otra parte, vinculadas sustancialmente entre ·" ·
amnistía y de la «regeneración democrauca>~ de todos los par-
sobre todo después del hundimiento de la Unión Soviétic,.
tidos que contribuyeron a instaurarla. Es mtoler~b~e, desde
La ecualización implica que las líneas políticas fundam(• 11
los principios democráticos, que un portavoz socialista ha~a
tales de las izquierdas y la derecha democrática están borrad :,•,
mención del bigote del presidente del PP en contextos escogi-
en lo esencial. El acuerdo se ha producido por fin entre < 1, 1\
dos para sugerir el bigote de Hitler; es intolerable que parla-
dos Españas», pero el desarrollo se ha profundizado y re 1 ( 1
mentarios de izquierdas se acuerden de Franco en el momen-
vado no ya entre las dos Españas, sino entre las cuatro cirn: 11
o diecisiete Espa_ñ~s, ~ entre aquellas partes de España' cuy <1.,
to de hacer un homenaje a la bandera de España.

representantes m s1qmera «se sienten españoles» (PNV, Bai:i


suna, Ezquerra, etc.)
3. Objetivos políticos y objetivos administrativos

Los procedimientos ordinarios para defini_r la~ ~i~erencias


2. Redefinición de diferencias que no se encuentra en
de la izquierda con la derecha tendrían que ir dmgi~os a la
el futuro mediante la vuelta al pretérito formulación de objetivos políticos concretos, que tuvieran un
signo opuesto a los objetivos propios de 1~ ~erec~a, en mate~
¿Cómo redefinir las diferencias, teniendo como horizonte
ria de política real y no meramente admmi~trauva. No se~a
la ecualización producida en el seno de la Unión Europea y h
OTAN? ., suficiente satisfacerse con objetivos diferenciales como los si-
guientes: Si el gobierno del centro derecha propone un Pl~n
El procedimiento principal no puede ser otro sino recurrí r
Hidrológico, la izquierda impugnará el proyecto y, ademas,
a_la_ proyección del pasado sobre el presente: volver a la guerra «en nombre de la izquierda». Si el gobierno de centro der~cha
c~v~l, desenterrar a los muertos en nombre de la «memoria his- toma la decisión de alejar el Prestige de las costas, se conside-
tonca» de la que ya hemos hablado, a fin de que «la izquierda
rará de izquierdas la decisión que hubiera consistido en acer-
recupere su identidad» como heredera de sus muertos.
¿De quienes? ¿De quienes murieron en la Revolución carlo. . .
Pero todas estas diferencias en el terreno de la admmis-
de 1934 contra la República? ¿De quienes murieron en 1936 tración y de la gestión no pueden tener como _objetivo e_l de-
defendie~do la República? El procedimiento es espúreo, como
sarrollo de algún proyecto de izquierda propiament~ dic~o.
hemos dicho, porque la recuperación se hace en nombre de la Su objetivo es únicamente la consecución del poder eiecuuvo
mem,oria histórica partidista, y no en nombre de la historia
y legislativo en las siguientes elecciones.
comun.
_L~ estrategia constante del PSOE, y en parte de IU, para
defm1rse frente al PP, es sugerir de mil maneras que el pp es
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4. La Lotería, un te t para las izqui erda l ja de ser interesante observar la tendencia de I s p -
líti , y periodistas, sobre todo de izquierdas, a subrayar ~a
La ecualización democrática determina tambi ' n la cv1, id a de q~e, tras el sorteo, «los premios han sid~ muy reparti-
lución de las izquierdas definidas hacia una izquierda ir ckl, d s, y además entre gentes trabajadoras o necesitadas». ¿Aca-
0 no sabe todo el mundo que los agraciados de verdad se
nida de carácter ético y agnóstico (laico), orientada a la p r<,
moción de los llamados «valores de la izquierda». Sól (jlll' m.antienen anónimos y que los que salen en los medios, no
estos valores, expresados en el terreno de la ética - iguakbd, por ser gente de la calle, dejan de ser agraciados injusta~ente,
solidaridad, libertad, tolerancia, atención a los anciano , 1(" en relación con aquellos que siendo todavía más necesitados,
niños o los marginados, etc.- no son valores específicos de l., porque no han podido siquiera comprar un décimo, no han
izquierda; son valores compartidos por el centro y aun p< 11 recibido ningún premio?
la derecha. Sólo de modo incidental se habla algunas veces di'
«valores republicanos», incluso por las izquierdas que ap11
yan la Constitución de 1978, que ampara la Monarquía. 5. Las diferencias efectivas, a escala política, entre las
Un test muy significativo para medir el alcance de las di f(' izquierdas y la derecha en la España del presente
rencias éticas y morales que pretenden las izquierdas mant I'
ner frente a la derecha nos lo proporciona la institución de l., Los únicos puntos en donde las diferencias entre la; _iz-
Lotería. Ruiz Zorrilla había dividido a los españoles en do:-. quierdas y la derecha pueden mantenerse, a ~scala pohtica,
clases: los católicos y los ateos, añadiendo, «los católic1 ,.\ son aquellos que tienen que ver con las cuestiones de_la ~s-
creen en Dios, los ateos en la Lotería». Pero la institución dl' tructura del Estado, lo que está de acuerdo con los cntenos
la Lotería ha sido mantenida y promocionada tanto por .1 01- que hemos expuesto en el capítu~o 3. En ~fec_to, la derec~~ o
gobiernos de izquierda como por los gobiernos de derecha. el centro defiende ante todo la umdad terntonal de la Nacion,
No hay contradicción alguna en que la derecha defienda la Jo así como sus símbolos. Las izquierdas españolas de ahora
tería. A fin de cuentas la distribución de los premios recuerd.1 tienden en cambio, a reconstruir el Estado desde supuestos
la distribución de la Gracia divina entre los hombres (sobrl' f ederali~tas, interpretándolo como un Estado multinacional,
todo, tal como la entendió Calvino ). La desigualdad entre ]o:-, siempre, dicen, que los nacionalismos sean «no excluye~tes».
precitos y los agraciados, ya sea por el premio gordo, o por Pero este concepto de «nacionalismo no excluye~te» pid~ el
otros premios menores, ya sea por los dones del Espíritu San principio, y por eso es estúpido, porq~e el pluralismo nacio-
to, es una desigualdad que habrá que explicar por la «volun nalista no excluyente excluye necesanamente, de hecho Y de
tad de Dios ». Y lo más parecido a esta lógica de la inescruta derecho la Idea de la Nación española.
ble Voluntad divina es la lógica del bombo de la lotería. De e~te modo resulta la paradoja de que la izquierda socia~-
Pero un socialista o un comunista que busca la igualdad, y demócrata, la libertaria o la comunista, desarrollan una «sensi-
aún la igualdad económica, ¿cómo puede amparar una ins bilidad» (así dicen, porque no pueden hablar de conceptos)
titución que, por consenso de todos, se propone precisamen mayor por los movimientos secesionistas, movimientos que
te crear por azar la desigualdad más aguda entre los ciudada- tienen sin embargo, socio lógicamente, en muchas coyunturas,
nos, por un azar que nada tiene que ver con el mérito o con el más afinidades con la derecha o con el centro.
trabajo?

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FINAL.
EL PORVENIR DE LAS IZQUIERDAS Y EL
PORVENIR DE LA DERECHA

1. La derecha tiene prioridad, en el terreno lógico,


sobre la izquierda

Suponemos que la derecha (o la situación de derecha) es


previa a la izquierda. La oposición derecha/izquierda tiene un
carácter estrictamente correlativo en el terreno topográfico
(en el cual no cabe atribuir prioridad a la derecha o a la iz-
quierda, en cuan.t o términos de la relación). Pero la oposición
derecha/izquierda, en el espacio antropológico, ya no posee
el carácter de la mera correlación que le es propia en el espacio
topográfico.
La derecha, en su sentido político, tiene prioridad (tal es
nuestra tesis), sobre la izquierda, porque consiste en una afir-
mación positiva, mientras que la izquierda comienza necesa-
riamente, en su proceso de racionalización, por una negación
de la afirmación previa constitutiva de la derecha. Sólo si está
dada la afirmación positiva en la que hacemos consistir a la
derecha, podrá constituirse la izquierda, ante todo, como una
negación revolucionaria de aquella, y como un proyecto de
reconstrucción de lo negado.
La dificultad estriba, por tanto, en determinar en qué pue-
da consistir, en general, el contenido u objeto de la afirmación ·
constitutiva de la derecha. Algunos han pretendido que este
contenido ha 'de ser formulado en el terreno de la ontología

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•h l. pr y , L 1 1 primer plan ( n di i mbre d 19 ),
metafís ica, en el cerr n d J r, n J ns I l ' SS 1 XVII ongr so (enero-febrero de 1934), en lugar de det -
tendíaMaritain, y luego Molnar, a los qu e ya n hem . r .. <·i ¡ n r el modelo desarrollista, lo conservó, aprobando el segun-
do en el ,cuerpo
. . , dedeste libro; y entonces la derecha e d f·n '
l 111.1 do plan quinquenal, y así sucesivamente.
P,ºr su «mtmc10~ el ser», mientras que la izquierda sed fi II j
n~ po~ ~a ausencia de esa intuición, es decir, por la negaci ' 1¡ , ,
pnvacion del ser, po~ ~a nada. Nos parece evidente que, al.Í n 2. La apropiación como contenido fundamental que
cuand~ esta formulac10n tenga gran importancia desde el pu 11 determina la prioridad lógica de la «situación de
t? de vista de la «ont?logía de la psicología de las izquierdas., derecha»
sm embargo se m~ntiene demasiado alejada del campo polít ¡
co, ~ por_tanto es mcapaz de dar cuenta de la oposición den· Para llegar a una Idea de derecha como orientación y afir-
chahzqmerdas en el espacio de la política definida. mación primaria respecto de la izquierda, y a una idea esta-
. , Otras veces se intenta definir el contenido de la afirm. blecida en una escala no metafísica tal que sea capaz de dar
cion de la derecha en un terreno más positivo, a saber, en el cuenta del alcance que pueda tener en el terreno político (aun-
«estado de cosas» establecido en el espacio antropológico en que no sólo en ese terreno), la negación inicial en la que pone-
un momento dado ~ estado de cosas social, o natural, 0 religio mos el punto de partida y la consideración que la izquierda_ha
so). En consecuencia se llegará a definir a la derecha por la su mantenido siempre respecto del Género humano, es preciso
puesta condició~, suya de «conservadora» del estado de cosas regresar mucho más atrás del lugar en el que se dirimen las
heredado, o~om~ndola ~ la supuesta condición «progresista» oposiciones entre conservadores y progresistas, o entre in-
q~e c~racter~z~na_ ~sencialmente a la izquierda. Pero un ta l movilistas y amigos del cambio.
cnteno de 1istmc_10n, que pudo ser útil coyunturalmente, es Hay que regresar nada menos que a la representación 1el
t~t~lmente mservible ~e~de el punto de vista histórico y filo - espacio antropológico, en cuanto totalidad ideológica, me¡or
sofic_o_- A lo sumo servira para caracterizar a una «derecha in - o peor delimitada, que comprende, en su ejercicio, la m~~ti-
movilista» (a veces designada en España como «la derecho- plicidad de las partes socializadas (bandas, clanes, familias,
n~» ). P:ro hay ot~as muchas variedades de la derecha que son gentes, naciones) en las cuales aquella totalidad ideal pue~e
aun ma~ pro_gresistas, desde el punto de vista histórico, que considerarse re-partida (territorialmente, y en competencia
algunas izqm_erdas, y que, desde luego, no son nada conserva- con otros grupos animales). La «totalidad ideal» de referencia
doras. ~or, eJ~mplo, no lo son ecológicamente: las grandes se corresponde, por lo demás, con la ya muy avanzada en el
obr~s hidrauhcas, las talas de bosques, la construcción de au- curso histórico Idea del «Género humano» (idea que figura,
topistas, ope~aciones tan escasamente conservadoras desde como es sabido, en el himno de La Internacional).
el punto de vista ecológico, suelen tener una inspiración de- Dicho de otro modo: la Idea del «Género humano» no tie-
predadora «1erechista», por lo que el conservacionismo (o el ne como correlato una «entidad originaria» que pudiéramos
cons~r:adunsmo) estará a9uí representado por las izquierdas poner «en el principio de la historia». Es una totalización, gra-
e~ologicas, que se ~o~ronzan ante cualquier «impacto am- dual y muy confusa, sin duda (es decir, muy poco distinta, en
biental» sobre el paisaJe. Más aún, habría que llamar conser- cuanto a sus partes), llevada a cabo precisamente desde alguna
vad?ra a la polít~ca de los planes quinquenales lanzada por de las partes (bandas, tribus, naciones étnicas, estados, nacio-
Stalm, en la medida en que tras la decisión de poner en mar-
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-280-
n políti a br e el , imp eri s). · < < t tali l< l ; l •.i/ ..
vada a ab p r la b. ndas n ' mada , que al r t rn c r a.1 ·n-
constitutiva del Género humano es una c n en, i ' lín,ir< ·
11 car e en o tros territorios son capaces de mantener la represen-
llevada a cabo des~e alguna parte de esa totalidad, una prt 1, <'
tación de los límites en los que se asientan, y de los límites en
que haya consegmdo estar dotada de la capacidad sufi i<·11
los que se asientan los otros grupos, amigos o en~migos, Y de
te para «enfrentarse:> a todas las demás partes. Y a esta par ll"
dotada de esta capacidad es a la que llamamos Imperio. transmitir esta representación, mediante el lenguaJe ?ablado Y
sobre todo después escrito, a las generaciones suce~ivas.
. Y n~ ~ay por qué presuponer a priori que esta capaci fod
La apropiación originaria es el orige~ d~ ~a propiedad, Y es
«imper~alista» só~o puede corresponder a una única parte,
no a mas de una simultáneamente. a través del Estado como la mera aprop1ac10n puede conver-
tirse en propiedad, en sentido jurídico. ~ la ~r~~iedad es
. ~~ aho:ª. cua?do podemos introducir la Idea de la «apn,
siempre una relación particular (~rivada),_sm peqmci~ de que
piac10n ongmana», como orientación «vectorial» necesari.
el Estado pueda mantener también propiedad~s particulares
m:nte primaria del proceso de actividad de esas partes del
públicas. La apropiación y la propiedad 1~ c~ns~deram~s, por
Genero_ hum~no, en su conexión con otras partes en las gu('
su totalidad virtual está repartida. tanto, como originaria, en contra de la hipotesis gratmt~ del
~~ importancia política del concepto de apropiación Sl'
«comunismo primitivo». Pues la hipótesis del _comums~o
primitivo está referida al ámbito de un g~upo, tnbu o_nacion
mamfies_ta, por tanto, en el momento en el que se introducen
étnica cuyos miembros comparten los bi~n~s contemdos en
las relacio~es entre el paso de la apropiación a la propiedad.
su territorio; pero esta referencia es muy limitada, porque no
Este paso tiene lugar precisamente a través del Estado como
tiene en cuenta que es el mismo territorio, incluso aq~el en ~l
categoría política fundamental, en función de la cual hemos
establecido las seis generaciones de la izquierda definida. que habría que suponer asentada una so~ie~,ad c~mumsta pri-
mitiva, el que constituye ya una «apropiac10n pnvada» de ese
~a relación entre el Estado y la propiedad, es decir, la con -
grupo, tribu, nación étnica o Estado, con respecto de los de-
cepción del _Estado como un Estado de propietarios, fue pro-
p_uesta ya, siglos antes de Marx, por el filósofo estoico Panc- más grupos, estados, etc. .
El derecho de propiedad, por tanto, aunque figura como
c10 de Rodas; pero esta concepción, que estaba referida a los
un «derecho civil»,,interior al Estado (aún cuando haya de ser
propietarios de c~da Estado (es la referencia mantenida por
reconocida por otros estados, a través de las_normas del lla-
Marx) es susce~tible de ser ampliada (como lo hemos pro-
mado Derecho internacional privado) es en ngor un derecho
puesto en el Primer ensayo de las categorías de las ciencias
políticas, ~ 99~) al Estado mismo, en tanto que «propietario»
político, intrínsecamente vinculado al Estado, en tanto que el
Estado se constituye originariamente como un Estado _de
de los ter:1"ttonos comprendidos en sus fronteras, de los que se
ha apropiado frente al conjunto constituido por los demás es- propietarios, que transforma la mera ocupac~ón en ~rop_ie-
tados. dad, y garantiza su disfrute frente a los demas ~ropietan~s
potenciales de su territorio. Más aún, el Estado mismo asumi-
La. apropiación
. ,, se manifiesta, ante todo, en efecto ' como
rá ante los otros estados, y por metáfora procedente del Dere-
apropiac10n territorial. La apropiación del territorio es sin
cho Civil, la condición de propietario del territorio nacional,
duda un desarrollo de la territorialidad característi~a de los
primat~s, p~ro no se reduce ~ ella. La apropiación presupone
cuyas fronteras habrá de mantener frente a los estados que le
rodean.
la previa salida o excursión desde el territorio originario, lle-
En El origen de la familia, la propiedad privada y el Esta-
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l ' rna i 1 al» , en es te punto, una co nstrucción ult ri r Y
d '.re I l"I En 1 uLil i r r r n i, . i1 Ll', - L•rrit ri. 1·s. 1 ,1
L rd [a, re ulcado de la metáfora o transposición al orden de las
«propiedad ~o?TLL?"Ísta r.i inaria» habría id pa ac 1 , , l¡•,11
1- lacio nes entre los Estados de las relaciones de propiedad ca-
nas clases pnvilegiadas, capaces de utilizar a u rvi j , 1, ,..
r e rís ticas internas a cada Estado. Por ello el derecho inter-
ex-propiados (por ello la famosa fórmula de Proudh n .. 1, 1
1~acional no se deriva de un supuesto derecho natural, sino del
propi~dad es un robo », es un sinsentido, porqu e el ro b , (ili 1
q uilibrio histórico, siempre inestable, entre las diversas Po-
es posible cuando hay una propiedad previa). El Estad . 11 .,
rece, según ~ngels, en el proceso «interno » de reorganiza ip 11 ccnc1as.
de la~ relaciones entre las clases propietarias y las clase e;,.
pr~pi~das. Pero, ¿acaso el Estado -y en especial el territo rí 1,
3. La prioridad de la «derecha absoluta»
delimitado por una sociedad política- no ha ex-propiad .,
a todos los demás hombres que podían ocupar sus territorio~.
Hemos tenido que regresar a estos principios p~ra_ ~oder
no ~a hecho u~a apr~piación de territorios que en principi 11
demostrar el carácter primario (como concepto pnmitiv~ Y
podian haber sido obJeto de la apropiación por otras socied:1
des políticas?
no derivado) que atribuimos a la derecha, respecto de 1: :z-
quierda. Porque, si bien la derecha, como conce~t,o pohu_co
La dialéctica de las clases, como motor de la historia en (•1
estricto, sólo se configura como tal por su relacion a 1~ iz-
materialismo histórico clásico, resultará de este modo' en l'I
quierda, que aparece en el siglo XVIII, sin e~b~rg~, la sit~a-
materialismo filosófico, reincorporada a la dialéctica de ]1 is
ción originaria, la «situación de la derecha ongmana», o si se
estados, y especialmente de los estados imperialistas. Y sól ó a
quiere, la «derecha absoluta», en cuanto pr~viamente d~da a
través ~e ~s~a dialéctica la lucha de clases alcanzará su signifi
su relación con la izquierda (que aún no existe) es uo.a ~itua-
cado histonco, y no meramente sociológico.
ción primitiva (no derivada), anterior, en cent~nar~s de s1~los,
¿Cómo negar desde este punto de vista el derecho de unos
a la situación de la izquierda, tal como se configuro en la epo-
estados a «en~rar>~ en el territorio de otros estados alegand11
ca moderna (el padre es necesariamente anterior y previo al
que estos terntonos ya tenían un propietario? ¿Cómo negar
hijo; sin embargo, en cuanto término de la relación de pat~:-
el derec~o ~e los españoles a entrar en las Indias, alegando
nidad, sólo adquiere su condición de padre una vez que el hi¡o
que los md10s ya estaban asentados en ellos? Sin duda tam
bién los indios tenían «derecho» a entrar en los territorios dl' y a existe).
la España peninsular; pero carecían de capacidad para ello. De
o_t:o m?~º' e~ derecho de propiedad, fundado en la apropia-
4. La apropiación originaria y la «sociedad de
c10n ongmana, no es un derecho natural, es un derecho civil,
que se es~~blece en el ámbito territorial de la sociedad política conocimiento»
(«usucap10n», «presura»). Es un abuso de los términos exten -
La apropiación, por parte de un grupo social - ~ de ~n
~er estos conceptos intraestatales al campo de las relaciones
sujeto individual- de territorios o bienes en general, 1~phca
mterestatales. El único derecho efectivo que un Estado pued e
el conocimiento de los territorios o bienes de otros su1etos.
aleg~r para defender sus territorios es su misma capacidad de-
En este sentido es preciso afirmar que toda sociedad es nece-
fensiva, o la capacidad de concitarse aliados que puedan de-
sariamente una «sociedad de conocimiento».
fenderle ante terceros en un momento dado. El «derecho in-
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Lo p l fri ¡u I abhn I d 1. il <> 11•,11,I 11 ¡ riali e es ] m.i m qu e unE tad d pr dcd r, qu ' ·1
~e nuestro pres~nte globalizad , c m de una · i •d,1d q ti ta I que precisamente busca apropiarse de terrenos, bienes
tiende a convertirse en «sociedad del conocimient , t·, 111i t uj etos de otros estados. Caben imperios no depredadores,
~en un error imperdonable fundado en una m era in ~ d1,q1 1, i e que su expansión va orientada hacia la «comunicación»
mcontrolada: la q~e llama «conocimiento» a una form e p.11 11 de bienes, y por tanto, de conocimientos.
cular de «operaciones de conocimiento», por ejem 1(1, 1, 1, Ahora bien, si los bienes que quieren ser comunicados o
operaciones de quien teclea en un ordenador, o lee un t(· , , ., 1 compartidos están ligados a conocimientos de naturaleza par-
través de internet (de hecho el impulso a extender en la 111 , ,1 ticular (privada, revelada), los resultados de la comunicación
ción nacional e internacional el uso de ordenadores o d 1111, · 1 eguirán siendo particulares y privados. Y esto tanto cuando
net, es el principal referente de la llamada «sociedad del <111,, nos atenemos al ámbito de un Estado como cuando nos man-
cimiento»); como si operar con el hacha o con la espada, <, ¡ , , 11 tenemos al ámbito de las relaciones interestatales.
la ho~,Y el mar_til~o, o con la pluma o la azada, no imp.li c.11,,·11 U na sociedad política que instaura el comunismo en sus
tamb1en conoc1m1ento. La «sociedad del conocimiento» 1111 n territorios, en nombre de ciertos principios o conocimientos
P_~es otra _cosa sino una sociedad en la que alcanza una p< ,·.i sobrerracionales, revelados (en la Biblia o en el Corán) no po-
cion dommante la clase de los «trabajadores de la tecla» frrn drá jamás ser considerada de izquierdas, precisamente por la
te a las antiguas clases de los trabajadores del arado o de 111 •, apropiación que ella hace de la verdad política a través de su
trabajadores del yunque.
revelación. O, si se prefiere, por el secuestro de la verdad por
Ahora bien, si la apropiación es un proceso particulari'.t .1 parte de su fe religiosa; o dicho de otro modo, por la manera
?ºr, ~e comprende que también lo sea el conocimiento gu(' "' de vincular la sociedad efectiva a su destino político. U na ma-
1m~hca. Los conocimientos vinculados a la apropiación :u 1 nera que elimina la conexión interna, directa o racional, en
qme_ren la forma de una apropiación privada del conocimi('11 beneficio de una conexión extrínseca o indirecta, a saber, la
to, tienden a la formación de conocimientos privados, seer,. que se establece por la mediación de unos especialistas religio-
tos. Y esto, desde las primeras sociedades de «herreros 1, sos o de unos libros revelados.
alquimistas», o desde las primeras sociedades sacerdotaln,
organizadas a partir de supuestos saberes revelados en exc l11
siva a una casta social privilegiada, hasta las sociedades de e, 1 S. Conflicto entre las derechas absolutas
nocimiento secreto de la sociedad industrial (los «secrct, 1•,
nucleares» como arcana Imperii). La derecha absoluta, tal como venimos delimitándola, es
. Por l_o de~ás, una sociedad podrá orientar su polític;1 11 por tanto la orientación originaria, dentro de cada Estado, de
?1en hacia el ~fianzamiento de ella misma (por ejemplo, de s 11 quienes detentan el poder en las sociedades políticas: la orien-
Jerarquía social, en el ámbito de sus fronteras) o bien hacia l.1 tación de las dinastías faraónicas en Egipto, la orientación
apropiación de conocimientos, bienes o territorios de otr:1,\ de los terratenientes romanos, las de los señores feudales, la
socied~des políticas. La situación de derecha no puede hacér orientación de la aristocracia y de la realeza en la monarquía
s~ e_qmvalente por tanto al inmovilismo. U na sociedad impt· absoluta del Antiguo Régimen; será también la orientación de
nahsta es lo más opuesto, al menos en los momentos de s 11 los propios estados en tanto se desarrollan como imperios de-
desarrollo como tal, al inmovilismo. Ni tampoco un Estad, 1 predadores.

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N n tra n uí · .i L r ·rspc( 11 vírt ud igi1,:vi, le L dcr · h. Jr, un r la i. n 1
va ofrece para el análisi d m prQ pÍ<·1.1 11 i l, d ne-• ,r up qu n di tir t p r que están n n-
ria de territorios o de caudales, n u r laci n - n 1 /\ 1111 lra d ter er s· una virtud que las izquierd as heredaron a su
guo Régimen y con los estados nacionales, con l u.tln v z (la «solidaridad obrera» frente a la patronal) de la derecha.
mantiene un conflicto permanente desde los procesos d d(", Por ello, la solidaridad carece de sentido (salvo acogerse al
amortización. Un proceso que sólo puede resolverse, p r vi., puro significado metafórico, procedente ~e la 1:'lecá_nica,
agnóstica, como cuando se la redujo a la condición de un J,'. \ uando ésta habla, por ejemplo, de los rad10s sohdanos o
tado más, por minúsculo que fuera: el Vaticanó del Tratad d" oldados a la llanta) aplicada a términos que se consideran
Letrán, en la época de Mussolini. miembros de un mismo grupo (sería ridículo que la madre
Es evidente, por tanto, que las derechas absolutas han d" explicase su tendencia a alimentar a su hijo por «solidaridad»
entrar en conflicto entre sí, incluso cuando los grupos som<:t i on él: si lo alimenta es porque ambos son miembros de una
dos buscan su emancipación (el caso de Espartaco en Roma, 1·l misma familia, y la «solidaridad» se disuelve en una atmósfera
caso de la emancipación de las colonias inglesas en América (·11 en la que reina la amistad o la fraternidad).
el siglo XVIII) no por ello tienen una orientación de izquier<l.1,
sino de derecha; lo que explica la «paradoja» de que la deim,
cracia americana, a raíz de la Declaración de Virginia, tomase 6. La izquierda, como negación de la derecha absoluta,
una inspiración derechista, la propia de una burguesía incipic11 es, por tanto, posterior a ella
te que estaba en competencia con la aristocracia de sangre.
Por ello es gratuito atribuir a la derecha absoluta un carác La izquierda, como atributo de una ori~ntaci?,11 polít~ca
ter conservador o inmovilista, incluso retrógrado (caverníco nueva en la historia del Mundo, en cuanto onentacion surgida
la). Coyunturalmente la derecha podrá ser conservadora o .re- en la época moderna, 'se configura ante todo como neg~~ión de
trógrada, pero es aún mucho más probable que la derecha, y la derecha absoluta, y más precisamente, como negac10n de la
sobre todo en la época del capitalismo, sea dinámica y progre-· apropiación de la soberanía que la derecha absoluta mantiene
sista. ¿Qtüén inspiró la expansión geográfica del siglo XVJ? desde los siglos de los siglos. .,
¿Quién inspiró la construcción de los ferrocarriles, de los ras- Pero la izquierda, aún comenzando por esa negacio~, no
cacielos, es decir, de todos los contenidos atribuidos al «pro- se reduce a ella. La acción revolucionaria, como hemos dicho,
greso», sino unas derechas absolutas, en conflicto con otras no queda en el momento destructor. Pero tampoc~ se red~~e
derechas absolutas? al intento de expropiar a los expropiadores del Antiguo Reg~-
Las derechas absolutas están en conflicto mutuo en cuan- men a fin de beneficiarse de sus antiguas propiedades, constI-
to «todas ellas quieren lo mismo». Si establecen alianzas entre tuyéndose así en una nueva corriente de derecha. Otra cosa es
sí no es tanto en virtud de su condición homogénea (en virtud que estas «inflexiones» intervinieran, y decisivamente, en la
de su condición fraterna, como supuestas herederas de un misma Gran Revolución que derribó al Antiguo Régimen.
mismo origen étnico), sino por solidaridad frente a terceros. La izquierda revolucionaria se definió como tal co~o ~~a
Por solidaridad frente al enemigo común, los bárbaros, se corriente que buscaba no sólo la negación de la apropiacion
mantenían unidos los plebeyos y los patricios en Roma, en la de la soberanía por el Antiguo Régimen, sino la negación, en
época de Menenio Agripa. La solidaridad es, según esto, una lo sucesivo, de toda apropiación. Por ello, ante todo, «bajó» la

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s beraní d de I r y(d sd D i s) h, t, l. N. i n.. Yhl,.q,, i • ' t , ,,vi l u ·i( 11 , rund mc nto d lar trib u i ' c., s f
allí en virtud de principios strictam nte raci nal s 111<, 1w n i tir n el tra baj del individuo, «la Izquierda» cu ando d e-
mos intentado mostrar. Y sólo por ello la N ací , n p 11111 .1 fi ne una sociedad como «república de trabajadores de todas
puede considerarse como la gran novedad qu e la E da M,, 1 s clases», se encontrará con la dificultad insuperable de justi-

derna ha introducido en el curso de las Ideas políticas. Sr 11.1 ficar como «retribución» por su trabajo las atenciones que el
dicho (Bouchez-Lavergue, Histoire parlamentaire de la N,. Estado pueda dar a los inválidos o a los enfermos que nunca
volution, París 1833-1838, tomo II, prefacio) que el curs<1 , l.- han podido trabajar.
la izquierda revolucionaria jacobina no hacía otra cosa ~i1111 La situación más interesante se presenta en nuestros días a
recorrer el precepto del cristianismo; se han señalad 1, ,., propósito de la retribución o salario del «ama de casa» (situa-
componentes cristianos y aún milenaristas de Robespi e,, ,. ciones que también habría que extender al padre o a los her-
Pero la comparación no podría llevarse fuera de sus pr pi,, .. manos). La familia, como unidad sujeto de apropiación (de
cauces. Cristo dijo que su Reino no es de este Mundo; Ro lin propiedad) - que arrastra todo cuanto tiene que ver con los
pierre, que seguía creyendo en el Dios de la religión natund, 1, derechos de herencia- es una institución tradicional sobre
no en Cristo, no quería instaurar un reino más allá de la Ti(' cuyo fundamento se asienta la derecha ábsoluta. La madre, el
rra, sino una república dentro de ella. padre o los hermanos no se comportan en la familia como tra-
bajadores que esperan una «retribución por su trabajo » (la
madre no pasa la factura al municipio o al Estado por la leche
7. Las negaciones de la izquierda y sus límites: el que ofrece a sus hijos, ni el padre tampoco pasa factura al mu-
salario del ama de casa y el derecho de herencia nicipio o al Estado por su labor como asistente social o maes-
tro por su labor como profesor de sus hijos o cuentacuentos).
Pero también la izquierda tenía que seguir negando l.1\ La razón es que la madre, el padre o los hermanos, aún cuan-
apropiaciones del Antiguo Régimen, y no sólo las «apropi.1 do trabajan en sentido físico (fuerza x espacio x coseno de
ciones de los medios de producción», en el ámbito de cad.1 alfa) para su familia, no lo hacen a título de trabajo asalariado,
estado, sino también las apropiaciones constitutivas de 1, 1•, con vistas a una retribución individual. Lo hacen simplemen-
estados mismos; tenía que propagarse ante todo la nueva fo, te como partes de la familia. Si un carnicero da un kilo de car-
ma de la Nación-estado, y tenía enseguida que conseguir bn ne a un cliente es porque este va a retribuirle con su dinero;
rrar las fronteras que marcaban las apropiaciones por las cua pero una madre da su leche a su hijo sólo porque éste tiene
les cada estado se había constituido. hambre. Rodbertus ya advirtió que las leyes económicas de
La principal incidencia, a escala individual, que se derivad(' mercado no tienen valor en el ámbito de la familia.
la negación de la apropiación que la izquierda ha dé practica, Ahora bien: es una reivindicación propia de la izquierda de
en el proceso de racionalización de la sociedad política es1.1 nuestro presente exigir una retribución al trabajo del «ama de
vinculada sustancialmente a la tendencia a destruir cualqu.il'r casa», en virtud de la equiparación de ese trabajo (fuerza por
tipo de unidad de apropiación en la que no figure el individw ,. espacio por coseno de alfa) con el trabajo de la mujer en el cam-
como átomo racional, en cuanto sujeto de esa apropiación, a 11 po, en la fábrica o, en general, fuera de la casa. Y si las amas de
tulo exclusivo, de la retribución por su contribución al conju 11 casa piden ser consideradas como trabajadoras asalariadas, es
to social, y en el límite, al Género humano. porque su pertenencia al género femenino, que reclama los de-

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re rt de la muj re tr b, jad ra, Vc l l'cdc ' 111 'IHl1d .1 1 le d r ha, y trc v '·s le lo cu.ale se c n truyer n la gran-
como una relación que prevalece s bre u rela i ' n d 1 (·11 r de e tructuras heredadas, no pueden interrumpirse de golpe,
nencia a su familia. La perspectiva de la izquierda, n •1 11111 y cómo será preciso ir distinguiendo muchos componentes
mento de «resolver» las funciones sociales en los individt1( 11, 11 que, según unos, habrá que conservar como condición necesa-
«átomos racionales», conduce a un tratamiento del amad <., .,., ria para poder cambiar. La derecha verá este proce~o como 1:na
como si fuera una «trabajadora en el taller de la familia » <'1111 estratagema orientada a lograr que, tras el cambio, todo siga
los mismos derechos que una trabajadora tiene en el tall er tk l., igual; la izquierda verá este proceso como una expresión de la
empresa o de la fábrica. Por estas mismas razones la izqui "n l.1 necesidad de que algo siga igual para poder cambiar.
se enfrenta siempre con la institución de la herencia, y pr 111 ., De este modo, el «socialismo en un sólo país » tendrá que
sortear las dificultades como puede. detener muchos proyectos juzgados utópicos, inviables y pe-
ligrosos, y podrá evolucionar hacia una socialdemocracia
cuya base sindical se orientará claramente hacia las líneas pro-
8. No cabe, técnicamente, una revolución instantánea: pias de la derecha absoluta más conservadora.
consecuencias

Se comprende, en consecuencia, que la derecha absolut.1, 9. ¿Por qué la derecha es una y por qué las izquierdas
al enfrentarse con la izquierda revolucionaria, redefina s1L, son múltiples?
posiciones y busque la solidaridad, incluso con todas aquella.,
corrientes de izquierdas que vayan enfrentándose a otras co La voluntad de apropiación es, en todos los casos, la mis-
rrientes de izquierdas más avanzadas. Pues sólo las izquierdas ma. Es decir, es una voluntad unívoca, pertenece al mismo gé-
más extremadas, sin duda las que militan en el comunisll)o li nero, cualquiera que sea la naturaleza de los objetos apropia-
bertario ( «hijos sí, maridos no»), pueden creer que la expw dos. La multiplicidad de las derechas, incluso cuando entran
p_iación integral y universal de las derechas absolutas sería po en conflicto mutuo, no modifica la identidad de sus respecti-
sible de lograr de un modo instantáneo. vas voluntades. Ellas conocen, por decirlo así, el principio y el
La mayor parte de las corrientes de izquierdas considera fin de esas voluntades.
rán los proyectos de la «revolución instantánea» como pro Pero la voluntad de la negación de las propiedades creadas
yectos mágicos, como proyectos infantiles y sumamente peli por la derecha, en tanto que únicamente cobra su ~:ntido~ más
grosos. Pero en el mismo momento en el que las izquierdas st· allá del nihilismo, en función de la reconstruccion rac10nal
detienen ante un proyecto de «revolución mágica», comenza que de aquellas propiedades sea posible obtener, ya no podrá
rán también a confluir con otras corrientes «conservadoras >• considerarse idéntica en cada uno de sus actores. Y esto es de-
de la derecha. Dicho de otro modo: en el momento en el qul' bido a que no se conoce, ni puede conocerse, la estructura del
la izquierda reduzca la posibilidad de una expropiación revo fin al cual va orientada la negación revolucionaria. Así como
lucionaria instantánea, asume un «ritmo de marcha» capaz dl' el descubrimiento sólo se constituye como tal una vez que
engranar con el ritmo de la derecha absoluta. haya sido justificado, así la negación sólo p~~de ser de~omi-
Se advertirá claramente cómo el ritmo milenario que la nada revolucionaria cuando pueda ser defm1do el ob¡eto al
apropiación, en los órdenes más diversos, marcó a los caminos que ella haya conducido efectivamente. ·

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D fini, 1 Se í, 11 ·i rL nt I un . lis¡ St i ' n
ment opues ta a la di p osició11 u t ' p ica. En la di p 1 , 11 u,,, para guir recibiendo la subvención agraria y a continua i ' n,
pica el objetivo pretende estar p erfectam nte pr fj u.1\ d, ,, · i les es p osible, asistir como encapuchados a alguna proce-
pero lo que se desconoce es el camino o método qu c nd 1111 · ión de Semana Santa.
a él. Ahora, en cambio, diremos que la izquierda con (• ,·I Lo más penoso es contemplar cóm~ el desti~o de alguna
método revolucionario, pero no sabe, ni puede saber, ad ,,d(' corriente de izquierda definida parece c1rcunscnto, en la De-
va a llevarle, porque puede llevarle a muy distintos lugarcv, mocracia, a la tarea de apropiarse, aunque sea temporalmente,
Por eso las izquierdas son múltiples y la derecha una. del poder político. .
Tiene algún sentido hablar, en general, ~el p~r~emr de la
izquierda indefinida. Pues esta izquierda mdefm1da es, en
10. El porvenir de la izquierda. La séptima generación cierto modo, la resultante de las frustraciones de cada ~na ~e
de la izquierda las corrientes definidas de la izquierda. En la izqui~rda mdef1-
nida van desembocando, en efecto, aquellas cornentes de la
¿Cómo prever el porvenir de las izquierdas? ¿Cabe espc izquierda que han fracasado en sus objetiv~s, o q~e los ven
rar la formación, en un futuro indefinido, de una séptima e cada vez más lejanos. Así se forma una cornente, impulsada
neración de izquierdas? principalmente por la izquierda libertar~a, en la qu~ fl~t~n los
En el momento de tratar de responder a estas preguntas, «valores de la izquierda» tales como la ~1berta1, la JUSt1c1a, las
lo más importante es acaso correlacionarlas con la distinci , 11 aguas limpias y la atmósfera no contammada (mcluso los : v~-
entre las izquierdas definidas y la izquierda indefinida. lores republicanos »). Pero estos ~alores, s~lv~ acaso los ult1-
No cabe hablar, en general, de un porvenir de las izquier mos, carecen de significado político por s1 mismos y su sus-
das definidas. Cada generación de izquierda definida tiene s11 tancia es de naturaleza ética.
propio destino y su propia ocasión. No cabe establecer una •Qué podemos concluir? Nada, y menos aún formular las
correspondencia rígida entre los propietarios de alguna em - líneas de una séptima generación de 1zqmer
(. . . d ~s.
presa estable y transmisible por herencia y los desposeídos La izquierda habrá ganado por lo_men~s s~empre una gran
de todos los tipos de bienes raíces (asalariados, jornaleros, batalla ideológica: que la derecha se sienta mc~moda, por ~o-
f~ncionarios); sin embargo es r,nuy probable que los propieta- tivos éticos, en su definición de clase expropiadora o propie-
nos asuman vectores derechistas, y los desposeídos adquieran taria, y que aún llegue a aborrecer el nombre d~ derecha. Se
vectores izquierdistas. Esto explicaría acaso, por ejemplo, presentará como una derecha que ha retroced1d~ ~asta_ un
la distribución territorial, en España, del voto de izquierda, centro (un centro derecha), que se considera~á ind1stmgmble
favorable en Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha; y del centro izquierda al que también habrá temdo que retroce-
del voto de derecha (en tierras de pequeños agricultores, no der la izquierda.
jornaleros, en tierra de trabajadores autónomos, no asalaria- Sin embargo, las líneas por las que se mueven la derecha Yla
~os, etc). Y ~in que esto signifique que quien vota a un par- izquierda, aunque convergen una y otra vez e~ un punt~, al
tido de 1zqmerda pueda ser considerado como gente de iz- cruzarse, volverán a separarse; y aún cuando_ est_en con~erg1~n-
quierda. Los jornaleros andaluces que votan al PSOE, no lo do en el mismo punto, lo estarán haciendo s1gmendo direcc10-
hacen tanto en nombre de algún proyecto de izquierda, sino nes opuestas.

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-295-
COLOFÓN

¿Es posible defender, en los comienzos del siglo XXI, la vi-


gencia de la oposición entre derechas e izquierdas, o de las iz-
quierdas existentes, o será necesario esperar a una séptima ge-
neración de izquierda capaz de tener algo que hacer y que
decir ante una Humanidad de más seis mil millones?
Desde las coordenadas de este libro habría que afirmar
que esa hipotética séptima generación de la izquierda no po-
dría en ningún caso constituirse en una sociedad política de
escala local, regional o estatal. Necesariamente, su plataforma
habría de ser continental y supranacional. Pero al mismo
tiempo la sociedad en la que esta séptima generación pudiera
formarse habría de ser lo suficier;ttemente homogénea, una
homogeneidad que no se puede improvisar, porque habrá de
ser el fruto de un largo proceso histórico, en el que se ha podi-
do forjar un idioma y una cultura comunes a cientos de millo-
nes de hombres. Esto excluye a Europa como plataforma de
un proceso semejante. La Europa ampliada resulta ser un mo-
saico de Estados e intereses tan heterogéneos, inmersos en
una privilegiada atmósfera de bienestar de cuño capitalista,
cuya unidad puede mantenerse sólo en función de su solidari-
dad, especialmente mercantil, contra terceros.
Las grandes unidades históricas y culturales en las que
está hoy repartido el Género humano, aquellas cuyo volumen
supera los cuatrocientos millones de habitantes,
, son las si-
guientes: el Continente anglosajón, en donde está asentado el

-297-
uni lmp ri univ r I h r • lm I l xi t ' nL ·; ·1 ( 11111
nente islámico, que s mantien to talm ent a.1 rn ar n de l.1
distinción entre izquierdas y derechas, tal como ella e f 111111
en Europa; el Continente asiático, continuador de la Xt c ¡~1·
neración de la izquierda, y que es acaso el verdadero an cag11
nista, mayor aún que el islam, para el imperialismo nort . 111t ·
ricano; y el Continente hispánico, que muchos consid ·r.111
como una plataforma virtual cuyo porvenir, por inciert q11r
sea, no puede ser descartado en cuanto al papel que pueda j11
gar en el futuro en el concierto universal. GLOSARIO
No cabe hablar por tanto de ninguna globalización c n111
proceso que estuviera impulsado por el Género humano. l .. 1
globalización sólo puede hacerse desde alguna parte de l., En este glosario van incluidos té.rmi~os, bie~ de un le~:
. , .co bien del lenguaje ordmano, que tienen se~t~
Humanidad con capacidad para ello, y según sus intereses. L11 guaJ~ t~cm ' 1 . 1· o filosófico. Pueden verse dehm-
nuestros días la globalización es el nombre que ha tomado, do tecmco en e matena ism . D.
. , l l'bro de Pelayo García Sierra, zc-
tras la caída de la Unión Soviética, la mundialización promo c10nes mas extensas en e 1 r;z J; p t lf
vida por el imperialismo de Estados Unidos.
. . rz ~r1·co Manual de materialismo ;t oso;ico, en a a,
cionarto 1 1 oso;, •
La izquierda surgió hace doscientos años en Europa com11 Oviedo 2000.
un proceso de racionalización dirigido a la globalidad del Gé
nero humano. Este proceso experimentó una inflexión y un Anástasi~. Pr oc~~im) ie·en;:s::r:t:il: :ue;!:::oe~~ud:~::g::~~:~:
1
repliegue decisivo con la caída de la Unión Soviética. En nuestn, (p or mvo. 1uc10n 1 d' . , L velocidad . de 1a 1uz va crecien
· -
fin de evitar la contra icc10n. a .d -
presente es imposible admitir que el proceso de racionalización
do según la naturaleza de los medios en lo; que se rº~;g;,se~a
de la Humanidad haya avanzado tanto y de modo armónico, rante muchos siglos se pensó que en el vacio .esta ve ,oci a
como algunos optimistas quieren creer. La miseria y la pobreza . . . . ue la transmisión sería mstantanea. Como
mfmita, es decir, q . • , 1 s relaciones entre
de muchos pueblos, por un lado, y la superstición, el vudú, el ta- esto es contradictorio (porque mve~n~ia_ a
rot, los horóscopos, las falsas creencias y la ignorancia en cre- se detiene este límite mfimto y se establece por
causa y efecto)
ciente aumento en el seno de las propias sociedades del bienestar, , · l' · ' imo llamado c.
anastas1s un imite max . . 1 · de motores que
obligan a concluir que la historia está muy lejos de haber encon- El incremento de rend1m1ento en a sene , l'
· ducen llevana como 1-
trado su fin. 11
reutilizan la energía_ ~ue e os mismos pro obile de primera espe-
Nadie sabe lo que va a ocurrir en el próximo milenio, y por mite a la configurac10n de un perpetuu":1 m . . 1-
eso lo más peligroso es la existencia de individuos, grupos, igle- cie Esta configuración es contradictoria y determm~-u~a i~vo u
ción formulada como primer principio de la Termo mam1ca.
sias y partidos políticos, de izquierdas o de derecha, que creen
estar en posesión de la «ciencia media» sobre el porvenir. . . •, ia del materialismo histó-
Base / Superestructura. D1stmc10n prop 1p .r . su Crítica de
. . d 'd Carlos Marx en e re;acw a
GUSTAVO BUENO neo, intro ~c1 al Ft .ºr La base de una sociedad humana estaría
31 de diciembre de 2002 la Economia po i ica.

-299-
-298-
o n citu .id, p r l · in di s fu ,··,:1 · f p•,· U•'u ·· 1· , 11 , f () 1 ¡, 1',
. ,.,_ Beta operatorio. Adjetivo que se aplica, en la Teo ría del icrr :u -
r~lac10nes de pr? d~ cció n; la base te1 dría un e mp I nt • ''( ' ll
gorial, a las ciencias, y por extensión a las doctrinas qu e no sean
cialmente econo1:11co, aún cuando es te es in. eparabl. , rl . I, ,.,
estrictamente científicas, que se ocupan de campos entre cuyos
componentes sociales o políticos. Pero en las sociedadc h, 1111 •
1 términos figuren los propios sujetos operatorios, humanos o
nas, además de los componentes básicos, se reconocen l ( >1
11 animales. Las ciencias o doctrinas beta operatorias se distin-
ponentes superestructurales (tales como la religión, la 111 r:tl ,.¡
guen de las ciencias alfa operatorias, que no c?ntienen ~n s~s
arte o el derecho), que se suponen descansando sobre la b:1s;, ,.
campos a sujetos operatorios. Así, la Geometria es una ciencia
dependi:ndo de ella, ~~nque algunas veces se les conceda alg 11
alfa operatoria, porque ni los puntos, ni las rectas, ni los trián-
na capacidad d~ reacc10n sobre la base. La distinción origin. 1 i.,
gulos, ni las curvas cónicas son sujetos operatorios (otra cosa es
de_ Marx experimentó una evolución, a veces muy rígid a ( 11 ,·1
que estos términos presupongan las operaciones del geómetra
Dzamat), que afectaba por ejemplo a la política en materi , dl·
que, sin embargo, habrán de ser segregadas del campo de la
art~ ~ «realismo _socialista»), de religión (no sería preciso u 11.,
Geometría). Tampoco la Mecánica, la Teoría cinética de los ga-
pohtICa ne~esariame~te antireligiosa, puesto que la religió 11 s,·
ses, la Química, la Biología molecular o la Biología celular son
desplomaria al cambiar su base económica) 0 de política li,,
beta operatorias. En cambio son beta operatorias (aunque se-
güís~ica (la lengua es una ~uperestructura que expresa el punio
gún tipos diferentes que aquí nó procede detallar) la ~tología,. la
de vista de la clase dommante). El materialismo cultural d('
Psicología humana, la Sociología, la Economía política, la His-
~arvin !1arris y otros reorganiza la distinción de Marx en tr(·,,
toria política y, por supuesto, la «Ciencia política».
rnveles: mfr~:structuras (que comprenden los medios y fuerz:1.,
de p~oducc10n), estructuras (que incluyen principalmente fo s
Claro y distinto, oscuro y confuso. Un concepto es claro cuando
relac10nes de ~r~ducci¿n) ,~ superestructuras (arte, religi , 11 ,
aparece bien diferenciado de otros conceptos de su entorno: la
etc.). El materzalzsmo filosófico propugna la necesidad de unn
Luna percibida a simple vista, en un cielo sin nubes, es un con-
«vuelta del re~és:, d_e, la oposición entre base y superestructura,
cepto (o percepción conceptualizada) claro, sin perjuicio de que
en tanto que d1stmc10n acuñada sobre la metáfora arquitectóni
su contorno aparezca borroso. Cuando la claridad disminuye el
ca_d_e _los ci:nientos ~base) y los muros (superestructura) de u
concepto se va haciendo oscuro: el concepto de «cuerpo vivien-
e~ific10. ~a~ expresiva que la metáfora arquitectónica es la m e
11

te » es oscuro, si no se poseen criterios suficientes para diferen-


tafora orgarnca: las superestructuras no brotan de la base como
ciar una célula de un virus o de un cristal inorgánico. Un con-
u_na «floración » posterior a esa base; las superestructuras (histó•
cepto es distinto cuando mediante él podemos distinguir las
ricamente) son muchas veces previas a las propias bases que so-
partes de su dintorno, cuando esto no ocurre el concepto es
~ortan el organismo social. El esqueleto de un vertebrado cons-
confuso. Hay conceptos que son a la vez claros y distintos, por
tituye el so.forte (b~se) gracias al cual el organismo puede
ejemplo el concepto de cuadrado en el campo de la geometría
tene~se en pie ~- cammar, pero los huesos no son anteriores y
elemental. Hay conceptos claros pero confusos, como el caso
prev10s a los teJidos blandos, sino que «brotan de ellos» en el
de la Luna, cuyos accidentes no son perceptibles a simple vista.
desarr?llo del huevo. El lenguaje no es una superestructura
Hay conceptos distintos pero oscuros, como es el caso de los
p~sterior a la producción, sino condición de la misma; la reli -
conceptos borrosos («hombre», «calvo», «montón»). A partir
g10n no es u~a superestructura de una sociedad organizada en
de un grado determinado de oscuridad y de confusión el con-
clases ( «el op10 del ·pueblo»), sino una realidad previa a la mis -
ma «producción» del hombre cazador. cepto deja de serlo. En general puede decirse que el concepto de
izquierda política, tal como se usa ordinariamente, e incluso por
los políticos profesionales, es confuso y oscuro.

-300-
-301-
D erecb::i /lzquierda. L p i i n d r 11 / ¡,, ¡L11• , 1·cl · ·¡·
d ,_. . . . < •
o palmeo definido, se consi 1 '"ª en ce 11'br· ~
,,
.
1g !ll . 11 . 1
)n
·
ialclo gnoseológic . E l. dial lo e el cír ul gu pr d u e nuri ,
. , . . , 1,. un p •·.r argumentación o en un discurso y, según el c~al; se con:1enza
ci~n que_no tiene ,ª!canee u111versa1, es decir, inap li abl , 1.d
admitiendo lo que se va a demostrar. Los escepticos antiguos,
quier sociedad fohtica: ~ meno_s aún a cualquier soci dad
1
nip,,
A gripa concretamente, consideraron al dialelo como un ~írculo
hum~~~ de caracter :ehg~oso, científico o artístico. El camp de 1.
1 vicioso, uno de los tropos sobre los que apoyaban su tesis de la
o~osic10n der~cha / izquierda no es universal, sino que se cir u ~
11 necesidad de suspender el juicio. En e"ste libro dialelo no tiene la
c::be a las sociedades políticas modernas (a partir de la Rev 1
11 connotación de círculo vicioso, procedente de los escépticos
cion France~:) en la~ cuales hayan cristalizado los proyect s de
griegos, puesto que se reconoce que muchas veces el dialelo es
transformac10n
.. ' d «rac10na1» de la propia sociedad políti'ca, Slll
· p 1
imprescindible para una construcción científica: es el caso del
J~ic10 e que esta oposición pueda ser muy profunda en estas ' ( >
dialelo gnoseológico. Por ejemplo, en Antropología es necesa-
c:edade~ y, en ?eterminadas circunstancias, pueda alcanzar un :1
rio presuponer que el hombre ya está conf~rma_d o en_el mo-
racter disyuntivo._ Según 1~ _anterior no puede darse por supuc , , ,
mento de tratar de explicar su génesis y su h1stona: sena total-
que un gru~o social o palmeo cualquiera haya de ser clasificad(,,
mente ingenuo pensar que podemos construir la figura del
al menos directamente, como de derecha o como de izquierdils;
hombre histórico a partir directamente de los primates. El Esta-
otra cosa es que estos grupos puedan mantener alianzas, más
0 do constituido como Nación política, presupone ya al Estado
menos co~n~~ales, con una derecha o con una izquierda defin ¡
st constituido en el Antiguo Régimen: es imposible construir la
~ª-Y ~ o _sig~ifica que habrá que reconocer grupos sociales, p oJí
Nación política a partir directamente de la Nación étnica o de
tlcos, mstit_ucio~es ~ corrientes, que no son propiamente ni de
la Nación biológica.
derechas 111 de izqmerdas. Espartaco no era de izquierdas ui
~om_peyo er~ de d_erechas; los comuneros de Castilla no era~ de
Disociación/ Separación. Hablamos de separación cuando las par-
i':qm_e~das, 111 los «imperiales» eran de derechas. Una «comunidad
tes componentes de un todo o de un sistema pueden rr_ian~ene_r-
cientifica» de 1:1atemáticos no es de derechas ni de izquierdas, otra
se independientes las unas de las otras; hablamos de disociacwn
cosa es _que mi~mbros de este gremio puedan ponerse al servicio
cuando la distinción entre partes o componentes de un to~o,
de partidos ~e izquierda o de derecha. Un movimiento islámico
aunque no permita la separación, sí permite reconocer una m-
fundamentahsta no es ni de derecha ni de izquierda. Incluso ]a
dependencia de escala, ritmo, etc., entre las partes o componen-
gran Pª:te de la «sociedad civil» de una sociedad democrática mo-
tes disociados. Los días de la semana son inseparables de la
d~rna (mcluyendo a los mismos sindicatos) no es propiamente
111 semana, así como ésta es inseparable del mes, y el mes es insepa-
d~_derechas ni de ~zquierdas, cuando no pretende la transfor-
rable del año; sin embargo los días son disociables de la sem~na,
ma~10~ de~ Estado, smo, a lo sumo, el mejor funcionamiento de
y ésta del mes, etc., puesto que el ritmo de lo~ días es distmto
las ~nst1tuc:o_nes que les afecta. Otra cosa es que estas partes de la
del ritmo de las semanas o de los meses; estos ritmos pueden te-
so~iedad civil, que_no son propiamente ni de derechas ni de iz-
ner propiedades distintas. Las izquierdas definida~ so~ insepa-
quierdas; ~ampoco por e_llo puedan considerarse apolíticas, puesto
rables de las izquierdas indefinidas, pero son disociables de
q~e participan en la sociedad política como votantes, como con-
ellas.
t~ibuyentes, 0 de cualquier otro modo. Podrán ser votantes ha-
bit_uales O coyu_nturales de partidos políticos de derecha o de iz-
Ecualización. Operación tal que a partir de clases diferentes, in~lu-
quierda. Los mismos sindicatos de trabajadores, que coyuntural-
so disyuntas (especies de un género, por ejemplo), se ~btiene
~ente de~~mpeñaron el papel de «correas de transmisión» de par-
una clase distinta que las envuelve a todas ellas. Por e¡emplo,
tidos_polmcos de derecha o de izquierda, en sí mismos no son
propiamente ni de rzquierda ni de derecha. ecualizamos la clase de los cuadrados y la clase de los rombos en
la clase de los paralelogramos. Ecualizamos la clase de los ciu-

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un m 1 ' L ,n ibl , necesita valer de m di L í n,. l · .
dadan s fr n e es, de .lo iudad, 11 · p::i ñ J
d el punto de vista emic, Lenin no puede considerarse de iz-
nos alemanes, etc., en la clase de Jo ciudadan
quierdas, puesto que él no considera el bolchev~smo ~omo una
postura de izquierdas; pero desde el punto de vista etic; el bol-
Espacio antropológico. Doctrina del materialismo filosófi q 11 1
chevismo es comúnmente considerado como una corriente de
establece las coordenadas de un espacio no meramente fí ic1, 1,
topográfico, sino organizado en función de las actividad 1111 izquierdas.
manas, i~dividuale~ y sociales, y distingue tres ejes (y n u 1111 ,
Equívoco, unívoco, análogo. Clasificac~ón de los_ términos univer-
dos o ~~s de tres eJes, _como sostienen otras concepciones :111 sales propia de la tradición escolástica, pero i~co~porada a las
trop~logicas). El espac10 antropológico se organiza en tor11) .1
más diversas corrientes filosóficas, con denommac10nes a veces
tres eJes: el eje circular (en el que se representan las relacione:; di'
distintas (por ejemplo, la distinción debida ~ E. Cassirer e?tre
unos hombres, individuos o grupos, con otros), el eje radial (l'II
«conceptos sustanciales» y «conceptos func10nales» mantiene
el que se representan las relaciones que los hombres mantienl'1 1 una estrecha correspondencia con la distinción entre conceptos
con_el mundo inanimado, al margen del cual no podrían vivir) ,
unívocos y conceptos análogos). Un término equívoco es _un
~l e;~ an?ular (en el que se representan las relaciones reales , , significante que se aplica a significados, no ya meramente dif e-
i~agmanas que los hombres mantienen con entidades reales o imn
rentes sino desconectados entre sí, o conectados de un modo
gmarias que no son humanas, pero tampoco inanimadas: av es, ' .
extrínseco o accidental (por ejemplo, el término matriz, en sen-
mamíferos, ~eptiles, extraterrestres, demonios, ángeles, dioses, tido algebraico y en sentido anatómico). A los términos equívo-
etc.). La so~iedad política de los faraones se movía en un eje cir
cos no les corresponde propiamente un concepto, por tanto es
cular (relac10nes de los campesinos entre sí, con los escriba~,
inútil empeñarse en definir los conceptos equívocos. De ahí ~a
con los jefes militares ... ), en un eje radial (relaciones con el Nil1,
imposibilidad de definir el términó «izquierd_a» c1:1ando se ~~h-
y sus crecidas, con las tierras y las cosechas ... ) y también desdl'
ca tanto a la izquierda topográfica como a la izqmerda pohtica,
lueg~ en un eje_ ª?gular.(en el que se contienen principalmen a la izquierda definida y a la indefinida. Un térm~no es unívoco
te ~mmales divmizados, tales como Anubis, Horus o el Buey cuando se aplica con idéntico significado a las diferente~ es?~-
Apis, y por supuesto con los colegios sacerdotales que mantc cies (si el término unívoco es genérico) o a los diferentes mdivi-
nían vivo el culto). duos (si el término es específico). «Triángulo» es un concepto
unívoco respecto de las especies equilátero, isóscele~ o escal~no;
Emic_ / Etic. Distinción de Pike de aplicación a las disciplinas filoló-
así también «triángulo » es unívoco respecto de las figuras tri~n-
gica~ y antropológicas en general y que establece las dos pers- gulares individuales. Un término es análogo cuando se predica
pectivas fundamentales desde las que se pueden tratar los mate- de diversos objetos con sentidos diferentes, pero de suerte que
riales lin~ísticos, culturales o sociales. La perspectiva emic es la estos mantengan entre sí alguna conexión interna._ L~s _con~ep-
pers?ectiva del age~te o a_gentes del proceso o institución que se tos análogos dicen por tanto significaciones en pn~cipio diver-
~nahz~; la perspectiva ettc adopta un punto de vista propio del sas, aun cuando con algún tipo de unidad, según cierto respec-
mvest~gador. La descripción de la derecha política como una a.l - to. Ahora bien, la unidad que vincula los significados diversos
ternauva irracional tiene un sentido eminentemente emic, para englobados por el concepto análogo puede ser ~e dos tipos: _iso-
t~~as aquellas_ corrientes, grupos, etc. que apelen a una revela - lógica o sinalógica. La unidad isológica es la umdad de se~eJan-
c~on preterrac10nal o a una inspiración irracional (intuición, ca- za igualdad; y la semejanza o igualdad de la~ cosa~ diversas
risma, etc.) a efectos de planear sus programas políticos. Pero O
nos pone delante de la analogía de proporc10~ahdad o de
desd_e ~l punto de vista etic, una corriente de derecha podrá ser proporción compuesta («doble» es un concepto analogo de pro-
percibida como racional en la medida en que ella, para actuar de
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p r i 11 in¡ u La, p rqu uand , . ¡ li •, , o 11 0 a :1 1(,1,1
lo hace en virtud de la iguald ad de Ja ra.· n ntr · h 11ili a, g nL •, n :l ·i ' n , so icdad co mer ial, i 1 ~ i a, L .). L 11 r -
tro, y catorce y siete; pero el carácter de dobl e qu e cien d1 mas éticas y las normas morales, aun cuando ti enen zona. d~ ~n-
11
por relación a cuatro, es independiente del carácter de k, 1,1,· tersección muy amplias, entran muchas veces en contradicc10n.
que tiene catorce por respecto a siete). Por ello los an ál ·, d1 · El delito ético más grave es matar a otra persona; pero entre las
proporcionalidad expresan muy bien la diversidad de las s. , normas morales de diferentes sociedades figura muchas veces la
analogadas (una diversidad distributiva similar a la de los 011 norma de la muerte ajena. Las normas éticas tienen una umver-
ceptos unívocos). Los análogos de proporcionalidad se corr •.~ salidad mucho mayor que las normas morales. Las normas con-
panden con los conceptos funcionales (por ejemplo la fun j )11 tenidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
«doble», cuya característica por sí misma es vacía, aunque alg11 de 1948 son, en su práctica totalidad, normas de carácter ético.
nas veces se sustancialice, con el peligro de reducir un concep11, Las normas políticas están mucho más próximas a las normas
análogo a un concepto unívoco). Es lo que ocurre con el co1 morales que a las normas éticas, con las cual_es entran constan-
1
cepto «mítico» de izquierda. Cuando la unidad es sinalógi 11 temente en contradicción, como se ve por e¡emplo en muchos
(synalaxo = juntarse, casarse), los análogos se denominarán ck casos planteados por la emigració~ de n~estros días: la norma
proporción simple o de atribución. Las significaciones del con ética prescribe dar acogida a cualqmer emigrante qu~ haya atra-
cepto son ahora diversas, pero mantienen entre sí una conexi ' 1 vesado nuestras fronteras, tanto si es legal como ilegalmente
1
sinalógica, o de proporción simple (de causalidad, de contigüi («el hambre no tiene fronteras»), pero l~s n~rmas políticas y ~as
d~d), ge~eralmente convergiendo en una significación primor- morales obligan a limitar el número de mmigrantes que p~d1e-
dial, o pnmer analogado (que podrá ser fijo o flotante). El con ~ ran beneficiarse de los recursos de un Estado, pues a partir de
cepto de «sano» se predica del organismo viviente, del clima o un cierto límite determinarían el desplome económico de la
del alimento; pero su primer analogado es el animal. El clima e~ propia sociedad política. Aquí está la razón por _la cual el ideal
sano, o el alimento es sano sólo por su relación con el animal. del Estado de bienestar, propio de las democracia~ ho~olog~-
Un concepto análogo de atribución no es propiamente un con- das de nuestros días, es incompatible con la sohdandad sm
cepto, sino un conjunto de conceptos ensamblados entre sí. fronteras, prescrita por las normas éticas o por ~os derechos hu-
manos. Las contradicciones entre las normas ét1eas y las normas
Ética/ Moral/ Derecho. El término ética es referido por el mate- morales o políticas tienden a ser «resueltas» por medio del or-
rialismo filosófico al conjunto de normas orientadas hacia la denamiento jurídico.
preservación y fomento de la vida de los individuos corpóreos
humanos. Según esto la ética no se define por la fuente de ori- Etológico. Todo aquello que va referido al estudio de la cond_ucta
gen que puedan tener las normas correspondientes (por ejem- animal O humana en la medida en que esta conducta no esta de-
plo la propia conciencia, la «conciencia autónoma» frente a la terminada por herencia genética sino por el aprendizaje. El co-
«heterónoma», etc.) sino por el objeto al que estas normas van lor de los ojos de un animal o de un hombr: no es_ f?rmalmente
referidas. La conducta ética tiene como virtud fundamental la etológico, puesto que depende de la herencia gen~tica; la fo_rma
fortaleza, que se determina como firmeza cuando va orientada del saludo en animales o en hombres está determmada c~s1 to-
a la vida del propio sujeto, y como generosidad cuando va talmente por el aprendizaje. En la conducta real de~~ ammal_o
orientada a la vida de los demás individuos humanos. La moral, de un hombre los componentes genéticos y los etologicos estan
en el materialismo filosófico, tampoco se define por el origen refundidos. La perspectiva etológica afecta tanto a lo~ hombres
que puedan tener estas normas, cuanto por su objeto, que en como a los animales: la Antropología es en gran medida Etolo-
este caso no es otro sino la preservación de la vida del grupo (fa- gía humana. El interés que la perspectiva e_tológica tiene en la
teoría de las izquierdas y de la derecha denva de que, con fre-
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u n ia, -e u tili zan n pto de L L l í. , nirn nl p. 1· ~1 11 , 11 n r qu las ·pe ic animales o v gcralcs n e cá n da I in<l -
terizar conductas política humana , in lu y nd aqu í, g1" I'' ,., p ndientemente unas de otras sino que de_s~ienden las ':1n_as de
o partidos políticos (por ejemplo, cuando se les califi a d(· 11.il las otras. La distinción entre géneros porfmanos y plotm1anos
eones o de palomas). Otras veces se aplican concepto d , J, <·t 1, es pertinente en una teoría de la izquierda puesto que es muy
logía humana en el análisis de las conductas animales ( ~ .1 l1 distinto tratar a «la izquierda» como si fuese un género que se
ciones» en una banda de chimpancés, orientadas a derrib. 1 .1 I divide en especies independientes, o bien como un género cuyas
«jefe»). Hay una amplia zona de intersección entre la et lo1~1.1 especies mantienen relaciones internas e incluso derivan las
animal y la etología humana, y en esta zona se inscriben mu 111 ,.• unas de las otras.
contenidos que tieneq que ver con la actividad política.
Género generador. Con esta expresión se designan en este libro
Eutaxia. Generalización del término que Aristóteles utiliza par.1 aquellos géneros cuyo alcance trasciende la esfera meramente
describir la naturaleza de un Estado aristocrático. La eutaxia (',\ lógica (propia de los géneros linneanos), arrastrando la conn~-
la condición de un régimen político capaz de mantener la soci · tación de «generación» de las especies por el género, en el senti-
dad política de un modo sostenible. do darwiniano. La izquierda radical es un género generador de
otras corrientes de la izquierda (por ejemplo, de la izquierda li-
Facta concludentia. Concepto procedente del derecho procesal beral y de la izquierda comunista).
romano que requería en la prueba la consideración de las actitu -
des y circunstancias apreciables en el acusado, al margen de las Holomérico. Con este término se designan aquellos tipos de totali-
declaraciones que él mismo pudiera aportar en su defensa. dad en los que puede decirse que el todo se reproduce e~ sus
partes. Un triángulo equilátero dividido por sus tres _medianas
Género porfiriano-linneano. En este libro la expresión género da lugar a otros tres triángulos equiláteros y así s~ces1vame,n_te.
porfiriano-linneano designa aquel tipo de conceptos universales Las estructuras generales de gobierno de una sociedad pohuca
de carácter unívoco que se dividen en especies, consideradas (ejecutivo, legislativo, judicial) se reproducen en partes de esa
como independientes unas de otras. Linneo, que en su clasifica- sociedad (autonomías, municipios).
ción de las plantas y de los animales utilizó los conceptos de gé-
nero y especie (distinguiendo a su vez órdenes, clases, tipos, rei- Holótico. Referente a la doctrina del todo y las partes.
nos, etc.), llevó hasta tal extremo la condición de independencia
de cada una de las especies respecto de las otras, que afirmó que Holización. Procedimiento racional en la preparación de determi-
Dios había creado a cada una de las especi~s, y «que las especies nados campos investigados por las ciencias positivas (Teorí~ ci-
que existen son tantas cuantas Dios creó en el principio». nética de los gases, Química clásica, Teoría celular, &c.), orien-
tado a transformar aquellos campos, dados a la experiencia
Género plotiniano-darwiniano. En este libro se designa con esta como totalidades heterogéneas, en totalidades homogéneas. La
expresión a los conceptos universales que se dividen en especies holización no solamente designa el paso del todo a esas partes
tales que no son propiamente independientes las unas de las homogéneas (holización analítica o negativa) sino también la
otras, puesto que media un orden entre ellas, e incluso este or- reconstrucción del campo de partida desde las partes homogé-
den es de naturaleza genética. «La raza de los heráclidas - decía neas que se han obtenido (holización sintética). Por consiguien-
Plotino- forma un género, no porque tengan un carácter co- te, el campo que se reconstruye debe darse como pres~pue~~o
mún, sino por proceder de un solo tronco.» Esta acepción de por dialelo gnoseológico. En este libro utiliza~os la ho~1~ac10n
género fue utilizada por el evolucionismo darwinista al mante- en el análisis de la transformación de la sociedad pohtica del

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Antigu Ré im n n un , N , i ' n I líti ,
rad re . Lo 1111.p r i d predadores, en efect , p ued n r par-
du os iguales en tre sí (ciudad ano ).
tir e su «zona de influencia»; en cambio, los Imperios genera-
dores universales entrarán necesariamente en conflicto mutuo.
Idiográf~co (de idios_= propio, de la misma etimología pr e
11 11 El significado filosófico del concepto de Imperio universal se
e~pa~ol los térmmos idiosincrasia e idiota). «Idiográfic » n 11 manifiesta en función del concepto de «Historia del Género
t~r~mo acuñado por Windelband para referirse a aquella li., humano», cuando suponemos que el «Género humano » o la
ciplmas que va_n o~ientadas no ya tanto a establecer leyes u 11 j «Humanidad», como un todo, no tiene capacidad por sí mismo
versales (las «ciencias nomotéticas», como la Física O la Bi i<
s!
de proyectar su propia historia; por consiguiente, hay posi~i-
gía), sino que tienen en cuenta a individuos, institucion es <• lidad de hablar de una Historia universal será debido a la exis-
procesos_ singula~es, en cuanto tales (Alejandro Magno, Pí v, tencia de imperios universales, sean depredadores, sean genera-
El Esconal o la Tierra), y no meramente en cuanto «ejempl s . dores. En nuestro libro España frente a Europa se considera al
de alguna ley general en la que quedarían disueltos. Wind 1
Imperio español, o al Imperio soviético, como prototipos de
band s_ugirió que la diferencia entre las ciencias de la Naturale,:a imperios generadores; y al Imperio inglés y al Imperio holandés
~ las cienc~a~ hi~tóricas podría reexponerse en lo esencial a p<1 r como prototipos de imperios depredadores.
~ir- de ~a .disti~ción entre las ciencias nomotéticas y las ciencias
zdzográfzcas. Sm embargo es lo cierto que encontramos tambié 11 Izquierda definida. Término con el que se designan, en este libro, a
con_tenido~ idiográfi~os en las ciencias naturales (por ejemplo, las corrientes o partidos políticos de izquierdas que pueden
la smgulandad del big-bang), así como también encontramo~ considerarse vinculados a idearios, planes o programas, con sig-
conceptos nomotéticos en las ciencias sociales o culturales (]ns nificado político preciso (es decir, que tengan que ver con el Es-
leyes del parentesco o las leyes económicas).
tado, aunque sea buscando su extinción). En el cuerpo de este
libro se determinan seis corrientes principales de izquierda de-
lmperi~. ~mperio _es ~n. término que además de sus significad s finida: la izquierda radical, la izquierda liberal, la izquierda li-
etologicos o psicologicos ( «el imperio del domador sobre la fie-
bertaria, la izquierda socialista, la izquierda comunista y la iz-
ra»), tien~ significados estrictamente políticos. La idea central
quierda asiática.
de lmpeno que se utiliza en este libro se refiere a la condición
de ~n E_stado que, lejos de circunscribirse a sus propios límites Izquierda indefinida. Término con el que se designan; en este li-
t~rntonales, extiende su influencia a otros Estados, vecinos
bro, aquellos idearios o incluso corrientes a los que ~o corr~s-
distantes. La Idea de Imperio alcanza su significado filosófico ponde propiamente una definición política en el sentido estnc-
cuando pretende extenderse a todas las demás sociedades políti- to de sus relaciones con el Estado. Estas izquierdas se definen o
cas o pre-p_o!ític~s, es decir, a constituirse como Imperio univer- bien con relación a movimientos artísticos (las «vanguardias»),
sal. La clasificación más importante de los Imperios universales filosóficos (la «izquierda hegeliana», la «izquierda aristotélica»)
es la que los separa en dos grupos: los Imperios depredadores y o religiosos (la «izquierda cristiana», la «izquierda musulma-
los Imperios generadores. Los Imperio depredadores utilizan a na»); y esto independientemente de que quienes se consideran
l~s de~ás sociedades como fuente de mano de obra O de mate- formando parte de esas corrientes participen personalmente, co-
n_as pnm_a~, pero manteniéndolas o incluso degradándolas del mo militantes o simpatizantes, en alguna corriente de izquierda
~ivel polmco al _q~e podrían aspirar. Los Imperios generadores definida. En el cuerpo de este libro se distinguen dentro de las
tiene~ con:o obJetiv~ elevar a otras sociedades al nivel político izquierdas indefinidas: las izquierdas extravagantes (genera!-
y social_mas alto posible. Los Imperios depredadores son más mente de contenido religioso, y «extravagantes » en la medi-
compatibles entre sí de lo que puedan serlo los Imperios gene-
da en que consideran que «su reino no es de este mundo »), las

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iz q1úerda diva ,ant (g u · d ·< 11 ' I io n · cl •l n1u11 •t i h : ¡ \ 1 • I ¡:,i '.' LLI li an isu·ibuL n L, 1 di 'JI po n ,, i 1,c ).
do o formas de condu ta sui eneri ) y 1, izq1,1,i rda fu1tdai11 c1 1 L L ·r · •r. J i del género nací ' n ' tni a e la na ión h,: lóri a
talistas. (se constata es ta acepción ya a mediado del siglo XVI y en Es-
paüa, acepción superpuesta muchas veces a los límites de un rei-
Lisado. En el texto se utiliza este término por analogía con 1 s fll · no, pero sin tener todavía un componente formalmente políti-
todos utilizados en laboratorios biológicos para resolver cien ,, co: «¡Qué gozo, ya no hay Pirineos, no formamos más que una
tejidos en sus elementos celulares o infracelulares. La aplica i 11 sola Nación! »). El tercer género, la nación política, equivale en
a nuestro caso va referida a los procesos de «trituración» de u,1.1 su primera especie, nación política canónica, a la misma nación
sociedad política compleja en sus partes formales homogéne, s, política en sentido estricto (la Nación política no procede de la
como puedan serlo los ciudadanos considerados como igu ak • Nación étnica, sino que presupone al Estado, y es una transfor-
entre sí. mación del Estado del Antiguo Régimen en un nuevo tipo de
Estado creado por la Revolución Francesa). La segunda especie
Metá~asis. Procedimiento dialéctico mediante el cual un concept de nación política (séptima especie del concepto general de Na-
o idea se desarrolla progresivamente según un proceso de diver- ción), se denomina Nación fraccionaria: la que se constituye o
gencia. La serie decreciente de elipses, según su distancia focal pretende constituirse por escisión o secesión de una Nación po-
lleva por metábasis a la circunferencia. lítica canónica previamente dada (aun cuando ideológicamente
los «nacionalistas fraccionarios » o «separatistas», pretenden de-
Nación. En este libro el término nación se considera repartido en rivar su proyectada Nación de supuestas Naciones étnicas o
tres géneros de acepciones: I. Género de las acepciones biológi- políticas anteriores, incluso prehistóricas).
cas, II. Género de las acepciones étnicas y III. Genero de las
acepciones políticas (tomando como criterio de la política al Es- Orden diatético. El que media entre los individuos de una especie
tado o sociedad política). Dentro de estos géneros se distinguen o entre las especies de un género cua~do aquéllos o éstas proce-
a su vez siete especies (dos dentro del primer género, tres den- den de otros individuos o de otras especies (es decir, cuando los
tro del segundo y otras dos dentro del tercero). Las especies de individuos o las especies no resultan directamente de la especie
la nación biológica se establecen por la referencia o bien a orga- o del género).
nismos vivientes individuales (primera especie: la nación de una
oveja) o bien a órganos o partes de aquellos individuos (segun- Parámetro. El concepto de «parámetro» alcanza un gran interés
da especie: la nación de los dientes, natio dentium). Se distin- para la teoría de la izquierda y de la derecha en el momento en
guen tres especies de nación étnica. La primera especie engloba que interpretemos estos conceptos como conceptos funciona-
las situaciones más primitivas del género, a saber, aquellos casos les. En efecto, el concepto de parámetro presupone siempre una
en los cuales las naciones son vistas desde el Estado como gru- función, si bien es cierto que en el lenguaje vulgar, incluso en el
pos étnicos que permanecen en los bordes de la sociedad políti- lenguaje ordinario de los políticos o de los historiadores, se uti-
ca de referencia sin integrarse propiamente en ella (el término liza muchas veces el término parámetro sin explicitar la función
nación equivale al término «gente»: Arnobio escribe el libro de referencia; a veces, ni siquiera sería posible determinar esa
Contra las naciones, título que San Jerónimo tradujo Contra las función, por lo que «parámetro» viene a convertirse en un tér-
gentes) . La segunda especie se refiere a aquellos grupos étnicos mino pseudotécnico que suple por «circunstancia» o «factor»
integrados o en proceso de integración en una sociedad política que interviene en algún proceso o institución política o de cual-
(en los mercados de la Edad Media los mercaderes se distri- quier otro tipo. Si el parámetro requiere una función en cambio
buían por naciones, algo similar ocurría en las Universidades, cabe utilizar funciones sin parámetros; incluso a veces, una fun-

-312 - -313-
riu, 1 1111 \> . /\ .· i h u11 i n ¡ r r • - ·11 ,'l1 1il >I 1, y I' )
l_ , pantm
n
_ ~tr i , tab l i L , p 1 1 Lr:rn .. rn 1 , r . n LI' , ¡·U 11 qu · h ¡ · t ! • ·tamente I finid a n un ·amp hum an , p r ind -
c10n srn p arám eros. (La ec ua ión pararn ' tr i a d Ja p,. r. 0 term i1 , da porque el progenitor de un individu o x puede er
la, tal como x=t+2; y=2t2 - 1, puede transformarse en ca t r. padre o la madre; lo que se expresará mediante un parámetro g
en la que se habrán eliminado los parámetros por sustitu i 11 : que ya no podrá componerse numéricamente (como sumando
y=2,x 2-4x-7). También sería posible algunas veces considerar , 1 o como factor) a la función, sin que por ello deje de componer-
P_ª;ametr~ como una variable más, de tal suerte que una rel. • se con ella lógicamente (lo que podría ser representado median-
c10n _f~ncional entre dos variables sea interpretada como un f'I te un subíndice: y =Pg(x); pero no y =P(g,x)), porque entonces
relacion ~~tre ;res variables. Pero, en general, el parámetro de representaría una función de dos variables.
u_~ª funcion, aun cuando se asemeje a las variables por su cond.i- Para el caso de la función 1zquierda topográfica (L ), y=L(x):
c~on de símbolo sustituible por otros valores (es decir, por u.n podemos decir que la función «a la izquierda», que es bimembre
sun_bolo que no es el de una constante), no se confunde con las («lo que está a la izquierda mía, a la izquierda de x» ), está plena-
vanables de_ 1~ función, sencillamente porque la función suel mente definida, aunque de un modo indeterminado, puesto que
estar ya d~fmida pl~n~mente, en un plano genérico, al margen depende de la posición u orientación que x ocupe respecto del
de los par_a~et~os, si bien de un modo indeterminado (cuanto a plano que pasa por los puntos cardinales; y estas posiciones pue-
sus. especificac10nes ), y ello puede determinar diferentes alter- den acoplarse a la función L a título de parámetros e: y=Lc(x).
nati~~s que son las que se designan mediante el parámetro. La Para c = «orientación norte», y = «todo lo que queda del lado del
func10n y =2x está plenamente definida en un campo de núme- oeste». La función izquierda topográfica arroja valores distintos
ros enteros o racionales, y puede ser representada en el plano y compuestos entre sí, según el parámetro (y esto e~ lo ~ue vul-
coor~enado por una recta de pendiente 2 que pasa por el centro garmente suele querer decirse al constatar que «la izqmerda es
del sistema de coordenadas. Pero es evidente que todas las rec- relativa», como si la izquierda topográfica no fuera siempre rel a-
tas paralelas a ella tendrá~ ~u m~sma pendiente, por lo quepo- tiva o relacional). El carácter relacional se incrementa, por así de
d~mos representar la familia de esas rectas de pendiente 2 me- cir, si nos referimos a la relación izquierda/ derecha, cuya estnw
diante un parámetro b, pues nos irán determinando la mism~ 1
tura ya no es bimembre sino trimembre. Cuando nos referí 1111 •~ -
11 1
función, y=2x+b, en sus diversas alternativas (por ejemplo, -3, la relación izquierda/ derecha en el sentido político, nos C 11 l' 1
-2, -1, O, 1, 2, 3 ... ): a la alternativa que pasa por el centro le co- tramos también ante una relación trimembre y no biinrntl"
1

rresponderá el valor nulo del parámetro (b=O). En este ejemplo 11 1


Refiriéndonos a la izquierda política (en el sentido de b izq 11
po~e~os comprobar cómo la función y=2x está ya plenamente da definida de la que se habla en el libro): podemos int LºI p1, 1 " 1 ,
defim~a e°: su ca~acterística aunque de modo indeterminado y, 1 11
característica de esta función ( «transformación racin11.tl 1 P • 1
1 1
por asi decir, vac10; podemos ver como el parámetro b se «aco- sal de la sociedad política del Antiguo Régimen») w 1111 • 111, I, '
pla» a la función a fin de que ésta pueda llevar a valores específi- minada o incluso vacía y, por tanto, como necesit:ul.1 .1, , ·q" • il
1

cos completos. Lo que más nos interesa aquí es subrayar que los carse por parámetros. Si tomamos como pa61nl'I 1 .1 1 ', ,1, 11

11
v~~ores de los parámetros pueden dar lugar a valores de la fun- podemos establecer como alternativas las que c1,ri ,··- 1" 111 1I• • 1,
c10_n totalmente opuestos entre sí, como se ve en el ejemplo an- 111 11
seis orientaciones o corrientes definidas en ·11n1, ,, i¡ 1• II
tenor cuando b toma valores positivos o negativos. van a los valores que toma la forma izquierd.1, 1111H 11, • ·, "
. _Aunque el concepto de parámetro está pensado (como lo
compatibles y aún opuestos entre sí.
mdica s~ componen:e «metro») para funciones numéricas, pue-
de ampliarse ~ relac10nes u operaciones no numéricas, siempre Partes formales/ Partes materiales. Las¡ :11 ,..., 1 11 l 1 , ¡t 11
qu~ se~n func10nales (es decir, que impliquen correspondencias unatotalidad,quedeunmodouotr p11", 11¡ 1111 111, l,1
aplicativas entre las variables, sean de uno a uno, o sean de va-
-315 -
-314-
11. m:w part· j'rma/ , , J qu 11 ( w 1·11111
reproducir icóni ca mcnte la fi gurad I t d u1, ¡.1

rrón roto en fragmentos, aunque éstos no e parezca n al jarré 11


de origen, si permiten, en el caso más favorable, la recon true
ción, podrán considerarse como partes formales de ese jarr 11).
Partes materiales son aquellas partes del todo en las cuales y,
no se conserva su forma (por ejemplo, si el jarrón se fragmente
hasta el nivel de las moléculas de caolín de las que estuvier,
constituido, se habrá dividido en sus partes materiales). Si un
organismo viviente se descuartiza o reparte en miembros, célu- BIBLIOGRAFÍA
las, incluso en componentes de las células (mitocondrias, cr -
mosomas, ácidos nucleicos, &c.), diremos que se ha descom-
puesto en sus partes formales; pero si el análisis se lleva a un · d l · , Una traición
César Alonso de los Ríos, La izquier a y a nacwn.
nivel más bajo, mediante un análisis químico (carbono, hidró- Pl eta Barcelona, 1999.
geno, calcio, etc.), entonces diremos que se ha descompuesto en políticamente correcta, an ' 1 p , 1955
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su partes materiales. El poder legislativo, el poder ejecutivo y el R aymon d , d ·¿ 1976
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dividuos o incluso los grupos familiares, cuando se consideran a Felipe Jose enpmm '
escala etológica, son partes materiales de la sociedad política. Jere~t~-!!~!hain, Falacias p~líticas, Centro de Estudios Políticos
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Razón, racionalismo. Hay muchas maneras de definir la razón y el E . iloch, Avicena y la izquierda aristotelica, C1enc1a Nueva, a
racionalismo, dependientes de los criterios utilizados: ya sea el
criterio pragmático («razón instrumental»), ya sea el criterio ló- drid, 1966. d R · i+icados de
·o Derecha e izquier a. azones y sign:1,
gico formal («coherencia»), ya sea el criterio científico ( «razón N or b erto B o bbl , .
una-distinción política, Taurus, Madnd, 1995 - _ , l
física », «razón matemática») o bien criterios más particulares y Giancarlo Bosetti & alii, Izquierda punto cero, Pa1dos, Barce ona,
propiamente negativos (tales como razón y racionalismo frente
a la «superstición», a la «mística», a la «intuición» o al «senti- Fed~:;c~ Bravo Morata, Historia de la República, Daimon, Ma-
miento»). Pero damos por supuesto que no todas las definicio-
nes de razón, aunque sean pertinentes en otros contextos, han d ·d 1977 - f' ·
rd1 B' na~ El láberinto español. Antecedentes sociales y po iti-
de ser pertinentes en el momento de tratar de la izquierda polí- G eral re ' b . P , 1962
d la uerra civil Ruedo I énco, ans, .
tica o de la derecha, en cuanto racional o irracional. En este li- Ped::sc:ba,gLa izquierda y l~ derecha en el hombre y en la cultura,
bro se utiliza una definición de razón y de racionalismo que, 1978
aunque basada en el análisis de los procesos de holización pro- Ediciones Marova, Madn_d, · h. Remede a la maladie
Daniel y Gabriel Cohn-Bend1t,_Le ga~c isme.
pios de muchas ciencias positivas, parece tener una aplicación , 'l d munisme Seuil, Pans, 1968. .
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-316-
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-319-
ÍNDICE

NOTA AL LECTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

PRELUDIO. LAS IZQUIERDAS Y EL MITO


DE LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA

1. «La Izquierda», mito oscurantista . . . . . . . . . . . . . 9


2. «Las izquierdas» y su realidad dual . . . . . . . . . . . . 18
3. Sobre la determinación del contexto político
en el que se dibuja la oposición
izquierda/ derecha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
4. Derecha, centro, izquierda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

1. EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA DE LAS PRINCIPALES


IDEAS SOBRE LA IZQUIERDA DISPONIBLES EN
NUESTROS DÍAS

1. Qué abarca nuestra exposición . . . . . . . . . . . . . . . . 45


2. Nuestro criterio de selección del material:
la característica de la función izquierda . . . . . . . . . 48
3. Tres perspectivas desde las cuales puede llevarse a
efecto una sistematización etic de las principales
concepciones de la izquierda . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
4. Los d ó rd n de ne n d · nu. 'Lr,
clasificación 3. LAS EN ERA IO N ES DE LA lZ Ul ER A
5. Tabla de clasifi~a-ció~ -d~ i~s· ~~~~~~¡~s· ~ ·t~~~fa~ ··· DEFINIDA, Y LAS CORRIENTES DE
LA IZQUIERDA INDEFINIDA
de la izquierda .......... .
6. Concepc~ones o teorías de la i~~-u·i~;d~ ~~-e- · · · 61
pueden ªJustarse al modelo 1 l. Propósito de este ~apítulo .... ·. -,- ..... : . • • • • • • 155
7 69 2. La izquierda de pnmera generac1on (o pnmer
- Co~cepciones o teorías de la iz~-~i~;d~ ~~-e- · · · · · ·
se ªJustan al modelo 2 .. género de izquierda): la izquierda r~~ical ...... . 163
8. Co~cepciones o teorías de. la. i~~-~i~;d~ ~~-e- · · · · · · 74 3. La izquierda de la seg~nda_generac1?n .
se aJustan al modelo 3 (o segundo género de izqmerda): la izqmerda
9. Concepciones de la izq~i·e~d~ ·aj~~¡a-bl~~ · · · · · · · · · 79 liberal ................... • • • • • • • • · · · · · · · · · 174
al modelo 4 · 4. La izquierda de tercera generación (~tercer_
1O. Concepcion;s· d~ Í~ i~~~i·e~d~ 0

aj~~¡a-bl~~ · · · · · · · · · 82
5.
género de izquierdas): la izquierda hbertana .....
La izquierda de cuarta generación (o cuarto
183
al modelo 5 .
11. Concepciones. d~ Í~ i~~~i·e~d~
·aj~~¡a-61~~ · · · · · · · · · 84
6.
género de izquierda): la izquie~da socia~demócrata
La izquierda de quinta generación (o qum~o
202
al modelo 6
12. Concepcion~s- d~ Í~ i~~~i·e~d~ ·aj~~¡a-61~~ · · · · · · · · · 86 género de izquierda): la izquierda comumsta 210
al modelo 7 7. La izquierda de la sexta gene~ación (~~~to
0

13. Concepcion;s· d~ Í~ i~~~i·e~d~ aj~~¡a-bl~~ · · · · · · · · · 87 género de izquierda): la iz~mer~a _asiauca ...... . 222
al modelo 8 8. Corrientes de la izquierda mdefm1da ..... • . . • • • 236
................................ 88

4. LA IZQUIERDA EN LA ESPAÑA DEL PRESENTE


2. SOBRE EL FUNDAMENTO FILOSÓFICO DE LA
«IZQUIERDA DEFINIDA»: LA IZQUIERDA y LA
RACIONALIDAD POLÍTICA l. La idea del presente en contextos significativos
para el análisis de la relació~ izquierda/ derecha 253
2. El sistema de las «democracias homologadas»
1. Tre_s ac~pciones del término «izquierda» ....... .
2. La 1zqmerda (política y filosófica) y el 93 y la ecualización política de las izquierdas
racionalismo con la derecha .. . .............. • • • • • • • • • • • · · 258
3. «H~lización»,'~~~-~ ~~~~~-d~ ~~-~~~Ú~ · · · · · · · · 100 3. Sobre la «memoria histórica común» ...... . .. • • 262
4. Los límites del regreso histórico de
conJunto de procesos de racionalización
105 las izquierdas .......... . ...... • • • : • • • : · · · · · 268
4. La racionalización por holización de la so~i~d~d · ·
5. La redefinición de las diferencias entre 1zqmerda
política en la época de la Revolución francesa
5. La izquierda y el nihilismo · · · · 118 y derecha en la democracia .......... • • • • • • • • • 273
.................... 151
FINAL. EL J. RV 7 NlR • A IZ ·1 ·H. /\ Y •
PORVENIR DE LA DERECHA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 1)

C O LOFÓN . ......... . .... . . . .......... . .. . 297

GLOSARIO ....................... . ..... . .. 299

BIBLIOGRAFÍA .... . ........ ; . . . . . . . . . . . . . . . 317

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