Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TEORIA Economica - Resumen y Fuentes
TEORIA Economica - Resumen y Fuentes
Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com
En la tensión que vive el país desde hace varias semanas, por la presión, de diferentes grupos
organizados, y de ciudadanos disconformes, contra la actuación del Gobierno, especialmente,
centrada su protesta contra el Presidente Carlos Alvarado Quesada, no solo de crítica a su
gestión sino hasta de pedir, irracionalmente, su renuncia, lo que se evidencia es una forma de
lucha, la Desobediencia Civil, solo que a mi manera de ver sin contenido concreto de cómo
llevarla a cabo, y convocada de manera casi espontánea, incluso señalando que su éxito deriva
que no tiene dirigentes políticos conocidos que la convoquen, y que no esperan, tampoco, que
de ella salgan dirigentes oportunistas que se aprovechen de esas protestas, como he leído
recientemente en uno de sus activistas o defensores.
Esto último es un error de fondo. No se puede esperar que una lucha social no tenga dirigentes
que la conduzcan, que sean visibles, que produzcan confianza en la gente que protesta, que
inspire con su ejemplo. Desear o destacar que no deben tener dirigentes es casi llamar a la
lucha anarquista de la manera más amplia, y a la lucha espontaneísta social, sin rumbo, sin
norte, sin salida misma, sin saber hacia dónde ir.
La Desobediencia Civil es la forma de reaccionar contra normas o acciones del Gobierno, que
de manera pacífica se manifiesta. Es obvio que el solo acto de desobediencia a la autoridad de
gobierno es un acto de fuerza en sí mismo. Y su fuerza y eficacia dependerá del mayor número
que desobedezca, o de la capacidad jurídica que se tenga para respaldar esa desobediencia
ante los actos de gobierno que se imponen para su cumplimiento.
Se pide obedecer o acatar normas jurídicas, decretos ejecutivos o leyes de la República, que
surgen de la Autoridad facultada para emitir esos actos jurídicos.
Aunque se conocen formas de lucha de este tipo desde el siglo XVI, el origen de esta forma de
lucha se debe, en los tiempos actuales, al gran poeta, escritor y ensayista norteamericano
Henry David Thoreau, quien a mediados del siglo XIX, en 1849, escribió la obra “Desobediencia
Civil”, con el objetivo de negarse él, y llamar a negarse, a pagar impuestos del gobierno
norteamericano que se justificaban para financiar la intervención de rapiña que estaban
realizando en México, período en el que Estados Unidos se apropió de gran parte de los
territorios mexicanos, en esa época, incluso con colaboración de William Walker, que después
lo tuvimos en Centroamérica y en Costa Rica, intentando expandir los dominios esclavistas de
los estados sureños norteamericanos y de someter a la esclavitud a los pueblos
centroamericanos.
Thoreau protestaba contra la guerra que consideraba injusta, en el período en que el gobierno
también justificaba la esclavitud. Para él "el gobierno por sí mismo, que no es más que el
medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar
abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir". Así la Desobediencia Civil es una
forma válida de lucha y de participación política.
Estas formas de lucha se han dado, históricamente, también como movimientos por el cambio
social y político, como en la lucha por la Independencia de la India, dirigido por Mahatma
Gandhi o por Desmond Tuto en Sudáfrica.
Gandhi llamó a boicotear al gobierno colonial con huelgas, movilizaciones, negándose a acatar
la autoridad colonial, realizando movilizaciones masivas contra las leyes discriminatorias, y
contra lo impuestos.
En Estados Unidos Martin Luther King, quien lideraba la lucha por los derechos civiles, en la
década de 1960, llamaba a no aceptar las leyes racistas existentes. En Estados Unidos, también
formaron parte de estas luchas las huelgas de hambre de la mujeres que luchaban por el
reconocimiento del sufragio femenino, a principios del Siglo XX.
Las luchas populares y callejeras que siguieron en Estados Unidos, ante el asesinato de George
Floyd, recientemente, adquirieron la forma de luchas de Desobediencia Civil, para lograr
imponer el sometimiento a la justicia de sus policías asesinos.
La Desobediencia Civil se puede entender como todo aquel acto o lucha de oposición pública a
una ley, un decreto, una norma o una acción política impulsada por un gobierno legítimamente
establecido cuando quienes protestan tienen conciencia de que los actos impugnados pueden
ser ilegales o de discutible legalidad, razonabilidad y necesidad, que son arbitrarios, odiosos y
que repugnan o rechazan los ciudadanos, porque los consideran injustos. Así la Desobediencia
Civil se realiza, se lleva a cabo y se mantiene para conseguir los propósitos de la protesta que la
origina.
La Desobediencia Civil se orienta a llamar la atención pública sobre el problema contra el que
se actúa, para sumar ciudadanos en esa lucha y tratar de eliminar o derogar las normas que se
impugnan, de manera pacífica, por presión popular de las movilizaciones que se logren,
considerando que los actos de gobierno conculcan derechos o libertades ciudadanas. La lucha
de Desobediencia Civil debe tener objetivos posibles de lograr, como todas las luchas sociales y
políticas. No se puede convocar a luchas con objetivos imposibles.
La Desobediencia Civil debe dirigirse contra las autoridades de gobierno, de modo que se les
identifique claramente, en la protesta a realizar. La Desobediencia Civil rechaza el acatamiento
a las normas jurídicas que se impugnan con esta acción. La Desobediencia Civil es una forma de
acción política clara, deliberada, intencional, moralmente sustentada en quienes la ejercen. Es
una forma de disidencia política orientada a quebrar la legalidad existente o concreta contra la
que se actúa, de eliminarla y de sustituirla, si es del caso, por otra más acorde con los intereses
generales de los ciudadanos, que logre imponerse de la misma forma, por le procedimiento
democrático de la formación de la voluntad, de la formación de las leyes.
Los actos que se realizan de protesta contra las políticas fiscales, de última hora, que quiere
imponer el Gobierno, y de los que derivan de la negociación con el préstamo del Fondo
Monetario Internacional, calzan dentro de esta forma de lucha de Desobediencia Civil, que es
reconocida internacionalmente, como parte de las libertades de los ciudadanos, en uso de sus
derechos de organización, manifestación, libertad de opinión y de expresión, y de acción
contra actos que se consideren ilegítimos u opuestos al buen gobierno, a la armonía que debe
existir entre gobernante y gobernados, entre el Primer Mandatario de la Nación y sus
mandantes políticos, cuando estos consideran que en su actuar ha roto el Pacto Social de su
mandato.
La Desobediencia Civil está implícita en la existencia misma del Estado Derecho y del Estado
Social y Democrático de Derecho, que responde a sociedades y sistemas democráticos
maduros como el costarricense.
Con la Desobediencia Civil además se trata de influir en la opinión pública, por ello es un medio
de persuasión más que de coacción. Es una forma pedagógica del discurso político.
Hoy, en muchos países del mundo se llevan a cabo estas formas de lucha dentro del concepto
de Desobediencia Civil, cuando en esos países se lucha, o ha luchado, por la libertad de presos
políticos, o de detenidos injustamente por razones políticas, cuando se actúa colectivamente
para proteger, como escudos humanos, instalaciones de medios de comunicación atacados por
los gobiernos, las que se hacen para defender a vida de lideres políticos, huelgas estudiantiles
que se realizan dentro de este concepto, las movilizaciones sociales y populares en 1989 en
Alemania para derribar el muro, las que se han hecho para oponerse a la obligatoriedad de
entrenamientos militares de la población o del servicio militar obligatorio, para oponerse a la
construcción de edificios y bases militares, los movimientos que se realizaron para bloquear las
concesiones de tierras israelíes a los árabes, después de los acuerdos de Oslo, también los
bloqueos de carreteras.
En nuestra sociedad democrática las prácticas movilizadoras de ciudadanos, que se han venido
haciendo, calzan en este marco de la Desobediencia Civil. De distinta manera participan, desde
los medios de comunicación hasta la marchas que se han organizado, en la calle, hacia la Casa
Presidencial, en Zapote, o la casa particular del Mandatario, en Santa Ana, sectores
empresariales hasta sindicales y comunales protestando contra las mismas medidas, pero
desarticulados entre sí. Los hay desde quienes piden la renuncia del Presidente hasta los que
piden echar atrás con las políticas de impuestos y no aprobar el préstamo del Fondo
Monetario Internacional. Hasta ahora estas movilizaciones no tienen apoyo de partidos
políticos parlamentarios o extraparlamentarios. Defiendo la Desobediencia Civil como una
forma democrática de lucha, pero no dejo de observar que el peligro que tienen estas
marchas, de continuarse sin dirigencia política reconocida, y organizada debidamente, es que
sirvan de caldo para entusiasmar populistas y populismos que puedan desembocar en el
desbarranco de la vida democrática que hasta ahora tenemos. Lo peor es cuando hay en ellas
también políticos activos del pasado, que aparecen convocando estos movimientos sin ton ni
son, aú cuando tengan derecho, como ciudadanos a manifestarse y movilizarse.
A los movimientos de este tipo que se han venido dando les falta orientación política clara en
sus objetivos de lucha. No basta solo movilizarse contra los impuestos y el FMI. La
Desobediencia Civil no es solo resistencia a la autoridad, no es solo una manifestación de
rebeldía. La Desobediencia Civil es, por ahora, una forma de sustituir las convocatorias de
sindicatos, aunque ya una de estas marchas fue convocada por una asociación sindical, pero
dentro la protesta típicamente sindical.
Los sucesos de la Huelga de Brazos Caídos en 1947 contra el gobierno de Teodoro Picado, bien
podrían analizarse dentro de esta perspectiva de la Desobediencia Civil, por los objetivos que
tenía esa lucha, el control del aparato electoral y el de seguridad que se quería controlar.
Se limita esta lucha a una reivindicación precisa, razonable que se estima injusta. Puede ser
contra una Ley, un Decreto Ejecutivo, una política o acción de Gobierno, o hasta una Sentencia
Judicial. Es una protesta canalizada contra actos de la autoridad que se basan o justifican en la
potestad coercitiva del Estado o del Poder político. Los desobedientes políticos no forman por
sí un partido político. Generalmente pertenecen a distintos partidos políticos. Ante procesos
electorales su subsumen en ellos, o desaparecen las movilizaciones de Desobediencia Civil, que
se canalizan por las luchas partidarias específicas de los propios desobedientes. En estas luchas
los desobedientes no tratan de ganar votos, a lo sumo hacer perder votos al Partido Político
que está en el Poder o a los partidos políticos que aprueban cierta leyes contra las que se
lucha. En la Desobediencia Civil siempre está implícita la presión no violenta, la tolerancia y la
posibilidad de negociación.
En la teoría política la Desobediencia Civil se tiene como un último recurso de lucha, cuando
están agotados los medios políticos y los jurídicos, o sabiendo que por medio de ellos no se va
a tener ningún resultado ni ganancia. Se trata, en esta forma de lucha, de obtener resultados,
para realizar los cambios por los que se lucha. En este tipo de luchas, como en todas las luchas
sociales, hay que procurar no caer en actos que, por su naturaleza, los califiquen de delitos
comunes, para evitar persecuciones penales y castigos judiciales.
En la lucha actual, general de muchos sectores, entre ellos empresariales, se podría estar a las
puertas de la organización de una posible Huelga de Brazos caídos, como la de 1947, contra las
políticas tributarias, encabezada por los sectores empresariales, pero necesariamente,
apoyándose en las clases medias y asalariadas.
Pareciera que entramos, en esta época de la pandemia, a una nueva etapa de las luchas
sociales en Costa Rica, la de las marchas de esta naturaleza, de Desobediencia Civil y de
movilización ciudadana en autos, en lugar de a pie, por las calles, especialmente de los nuevos
movimientos sociales.