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Carisma

Nuestra santa madre Teresa de Jesús, tenía pensado que en sus palomarcitos se formara a la persona,
fueran casas para eso, para la formación de la persona, y que con el estilo de vida se potencie a la
persona, pues ella si entendió bien que la humanidad de la persona no hay que odiarla, sino,
formarla.

Nos dice que más vale un alma perfecta en el amor, (y no es que tenga ausencia del error), y que
cuando llegue a esas bases de la perfección, en ese momento llegó a ser ese palomarcito lo que ella
quería y por eso fueron hechos.

Ella quería que los pilares de este carisma fueran la contemplación y la fraternidad, (amistad). Y en
un libro que he venido leyendo, de Cristina Kaufmann, ella habla sobre los escritos de un monje para
los Carmelitas, y este monje decía que el Carmelo teresiano, era la repuesta en su momento al
interrogante que muchos se hacían, si necesitaban algo más contemplativo. Pero los frailes no
siguieron el camino que Teresa quería como con sus hijas, y se convirtieron, con la espiritualidad
Teresiana, en casi unos misioneros, si no es que fueron. También continua diciendo que quedaba la
necesidad de una rama más contemplativa, que se dedicara a hablar con las personas de acuerdo a lo
que vivían, o sea, a lo que aprendían en la oración, y a eso es a lo que se le da respuesta en este
Carmelo meramente contemplativo, donde entregamos de lo que aprendemos en nuestra oración, en
nuestra intimidad con Dios.

Como sabemos el carisma Carmelitano no es un carisma de la exterior, sino, de lo interior, en donde


lo que se aprende con la experiencia es lo que se va a entregar a los demás en la oración y en la
dirección espiritual, en la consolación.

La amistad no tiene otro sentido sino el encuentro, por eso ella tiene que humanizar a Jesús para
poderlo encontrar; y ese también es nuestro carisma, pues nosotros salimos al encuentro de los demás
hermanos que vienen para ser consolados, porque están anémicos en el alma, no tienen las suficientes
vitaminas que son todos los actos de amor que el Señor tiene en cuenta.

Santa Teresa empieza diciendo: Él tiene muchos enemigos y pocos amigos, y en estos tiempos recios
es menester amigos fuertes de Dios. Personas que se ofrezcan por los demás para acompañar a Jesús
en el camino al calvario, y sufrir con Él en la subida al monte Carmelo. Amigos que no le tengan
miedo a decir la verdad y a entregarse únicamente al servicio de las demás en la evangelización, pero
un evangelización con palabras, sí, pero también con obras, y más obras que palabras.

En sus tiempo está viendo el tremendo problema del mal testimonio, y quiere dar un remedio, pues
los pastores se están comportando como los lobos que dice el Señor, y la manera para darle remedio a
este problema es con la oración, para esto fundó sus pequeños colegios de Cristo, para acompañarlo
en ese duro momento, y para reparar su Sacratísimo corazón por las ofensas de los que menos
debería recibir, de los pastores de su rebaño. Por eso el Carmelo Teresiano tendrá esa misión siempre,
de orar por los sacerdotes y los religiosos, para que perseveren hasta el final.
Además de las oraciones también nos dice que hacer ayunos pero no de bestias, más bien, ayunos de
las cosas del espíritu que es el más caprichoso, con nuestros gustos y nuestra voluntad, esa sí que la
podemos ofrecer y será de muchísimo bien para las almas.

Continua diciéndonos que no nos detengamos en negocios de poca importancia, pues poco es el
tiempo para tantas cosas por las que hay que pedir e interceder por los demás ante nuestro Señor. Por
eso ella nos dice que debemos ser tales; tales con los consejos evangélicos, tales en el amor, ser tales.
Todo esto es para el ideal Carmelita que es la contemplación, y ella pone unas bases, y la primera es
la pobreza: nos dice que la pobreza está es en el interior, no en el exterior, y es un arma que protege al
contemplativo de sí mismo, pues el dominio trabaja muchas veces a través de nosotros mismos, con
nuestros caprichos, deseos y gustos que no ayudan a dejar la voluntad, esa dichosa voluntad.

Propone la pobreza como que entre menos hay, más descuidado de mí soy, y es en casa, en vestido,
palabras y sobre todo en el pensamiento, por eso los afanes no en las cosas de este mundo, desasidos
de las cosas que se acaban y asidos a las cosas eternas. Pensar que esta es la hora postrera y no tener
el corazón en las cosas del mundo.

El otro itinerario es la obediencia, y para Tersa es la virtud, pues lleva a la humildad, y vence la
voluntad, y por eso es con una de las cosa que ella pelea, en las cosa que el cuerpo pide, y debemos en
cuanto a eso dominar nuestra voluntad. Otra de las cosas que nos dice es que la cosa no es rezar, sino,
ser tales para que la oración sea escuchada y de esta manera olvidarnos de nosotros mismos para
poder que nuestra oración sea escuchada.

Y como bien dice el Señor: el problema no está en las cosas que entran, sino, en las que salen, pues
nosotros mismos somos el demonio, las cosas malas que nos salen, ese es el demonio, por eso
tenemos que pelear con nosotros mismos, con nuestra voluntad.

Continúa con la castidad que es un ejercicio de fraternidad, y con lo cual solo podemos renunciar a la
genitalidad cuando nos sentimos amados. Pues los seres humanos se enredaron mucho con la
genitalidad, solo buscando el amor, el reconocimiento; pero ese amor que el mundo está ofreciendo
ahora está totalmente desviado de lo que realmente es el amor; pues el amor implica entrega, no solo
de fluidos genitales, sino, de la vida misma. El Señor se entregó en una Cruz porque me ama, y lo
mínimo que puedo hacer yo, es entregarme en el hermano que más me cuesta, pues ese es el amor
puro; encomiéndelo mucho a Dios y procure hacer con sumo bien la virtud contraria.

Contentar a todos los demás, más que a mí mismo, ese es mejor amor.

Muy buen maestro del amor es aquel que le quita al hermano el trabajo y lo deja para sí, y nos dice la
Santa Madre que los grandes males de los monasterios son los bandillos, puntos de honra y deseos de
ser más, con esto, nos dice, han echado al amado.

Para trabajar el orgullo y el vencimiento de sí mismo, es pedir trabajos bajos al prior lo mejor, y sacar
así al demonio del alma y del corazón.

El verdadero humilde desea en verdad ser tenido en poco y ser perseguido y condenado sin culpa,
por eso no ocupe la cabeza en penitencias, pues esta es una grande, no refutar nada.
Apostolado, todos debemos ser predicadores con obras. Que con todos los que tratéis, ayudadlos a no
tener miedo a empezar en la oración y que toda alma sea aprovechada de ti.

Pobreza Castidad Obediencia

Esperanza Amor Fe

Tener Placer Poder

Desasimiento Amor de los unos con otros Humildad

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