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Lost - Found - Nicole Williams PDF
Lost - Found - Nicole Williams PDF
Traductoras:
Kenni Tiago Mel Hillard Mar Winston
Moni Nats Mel Cipriano
Zöe.. CoralDone Maca Delos
aa.tesares ponqui28 vaviro78
Vani ♥...Luisa...♥ CrisCras
Juli Anelynn lunnanotte
Val_17 JulesG92 Whenyoumakemesmil
Chachii Mel Markham e
Apolineah17 Amy Ivashkov Jeni♥
Chubasquera Acl Zafiro jhuli_eli
melusanti Vericity Deydra Eaton
BeaG Kary_ksk IzarGrim
NnancyC Elle Findaresontosmile
Leii123 Kass
MaryJane♥ hermanaoscura
Correctoras:
Findareasontosmile vaviro78
Lalu mterx
Alaska Young Verito
Amy JazminC
Vericity Mel Cipriano
CrisCras Juli
SomerholicSwiftie Cami G.
gabihhbeliever Melii
LIZZY’
Revisión Final:
Mel Markham
Diseño:
Francatemartu
Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Near & Far
4
Nicole Williams
Página
Sinopsis
Existen las complicaciones, y existe Rowen Sterling.
Después de cinco años de adormecer el dolor con chicos, alcohol y
apatía, se encuentra en terminal de autobuses rumbo a alguna parte de
Montana, tras haberse graduado de la escuela secundaria. Su madre
estuvo de acuerdo en pagar la escuela de arte de sus sueños, sólo si ella
demuestra que puede trabajar duro y mantenerse fuera de los problemas
en Willow Springs Ranch. Preparar el desayuno al amanecer para un par
de docenas de rancheros, y limpiar establos de caballos son las últimas
cosas que Rowen quiere pasarse haciendo durante el verano.
Hasta que Jesse Walker se pasea en su vida llevando a un par de
pantalones vaqueros con manchas de pintura, un sombrero de vaquero, y
una sonrisa que hace que algo en su pecho haga boom-boom, algo que
ella creía congelado. Jesse es único, y sin duda nada como ella. Es el
brillante y resplandeciente para su oscuro y destartalado.
Rowen sabe que no hay felices para siempre para el niño de oro y la
chica rebelde —la felicidad del momento es pasajera—, por lo que trata
de olvidar e ignorar al chico que hace que sienta cosas que no está
segura de estar lista para sentir. Pero cuanto más lo empuja, más parece
conseguirlo. Cuanto más se convence a sí misma de que no le importa,
más cae.
Cuando sus oscuros secretos se niegan a permanecer encerrados
detrás de los muros que ha mantenido durante años, Rowen se da cuenta
que no necesita ser honesta con el resto. Sino consigo misma.
Lost & Found #1
1
Traducido por Moni & Kenni Tiago
Corregido por Findareasontosmile
era una consciente opositora de todas las cosas que hacían “ganadores”
Página
y “perdedores” a la gente. Así que tal vez de todas las etiquetas, la que me
quedaba mejor era fenómeno.
Un par de personas más bajaron, sus intentos y fracasos inmediatos
de ignorarme me confirmaron que hacía bien de fenómeno. Mientras
entraba en línea detrás de la penúltima persona, mi creencia de que la
gente básicamente despreciaba subió unos niveles de convicción.
Montana era un poco más caliente que Portland; esa fue la primera
cosa que noté cuando salía del bus. ¿Lo siguiente? Ya olía a mierda de
vaca. No tan abrumador, pero ese ligero olor acre en el aire, junto con la
nota dulce de la hierba y la no tan dulce nota de un apestoso verano por
venir.
Casi suspiré. Estuve tan cerca.
Pero no lo hice.
Ya no suspiraba. Suspirar mostraba decepción, pero ya no esperaba
nada… eliminando así la decepción de mi vida.
Pero me acerqué demasiado cuando examiné el paisaje. Había
estado en lo cierto. Espacios abiertos, sin un edificio más alto que dos pisos,
y nada remotamente parecido a algo con lo que estuviera familiarizada.
—Esta debe ser tu mochila, jovencita —dijo el empleado del autobús
mientras sostenía mi mochila.
—¿Por qué supone eso? —espeté, ignorando la exagerada sonrisa
del hombre—. ¿Por qué es tan oscura y deteriorada como mi ropa?
Esa exagerada sonrisa cayó más rápido que mi promedio en la
escuela. Aparentemente Montana y yo ya teníamos un comienzo difícil.
—Ehhh… no —dijo el hombre, claramente frustrado—. Es la última
mochila aquí.
Miré los compartimientos de almacenamiento. Vacíos.
Bueno, mierda.
—Oh. —Tomé mi mochila—. Lo siento.
—No quise ofender. —El hombre sacudió las manos en sus
pantalones antes de cerrar las puertas del compartimiento.
—Yo tampoco —dije mientras me alejaba del autobús—. Es algo
natural, por desgracia.
Mi mochila tenía que pesar casi tanto como yo. No era exactamente
una empacadora ligera, y lucir una sudadera negra en el calor de un día
de verano en Montana mientras intentaba transportar mi enorme mochila
era culpa mía. No caminé mucho antes de renunciar a mi caminata
unipersonal hacia el estacionamiento. Lanzando mi bestial mochila en el
suelo, me dejé caer sobre ella. No pude salirme de esa sudadera lo
suficientemente rápido.
Se suponía que me encontraría con uno de los peones de Willow
Springs en el estacionamiento. No podía recordar su nombre, sólo que
comenzaba con J y estaba un cien por ciento segura que era un nombre
de vaquero. Se suponía que me vincularía con un total extraño, después
de conducir a través de un par de estados en un autobús… ¿y ese era el
primer paso para probarle mi responsabilidad a mi madre?
Sí, eso estaba jodido.
Inclinando mi cabeza hacia atrás, busqué en el cielo, esperando ver
buitres circulando.
Hombre, incluso el cielo era diferente. Demasiado grande y
demasiado azul. De donde yo venía, el cielo era gris la mayoría de los días,
y en los raros días en que la nubosidad se movía, el cielo nunca era azul.
Casi como si no pudiera dejar de lado el gris que lo consumía la mayoría
de los días.
Estaba a punto de cerrar mis ojos para una siesta rápida y dejar que
el Sr. Peón-de-rancho-con-un-audaz-nombre-vaquero esperara cuando
una figura pasó a mi lado.
En un día típico, me pasaban cientos, si no miles de personas.
Pasaban a un lado, por encima, de alguna manera, así que no sé por qué
esa figura en particular llamó mi atención. Inclinándome, protegí mis ojos
del sol y miré la “figura” que no podía ignorar. Después de un segundo,
entendí por qué.
El chico usaba positivamente los vaqueros más ajustados y pintados
en los que había visto a un chico. Y mi generación pensaba que chicos
usando vaqueros ajustados era socialmente aceptable.
Sin embargo, ese vaquero, con lo que sólo pude asumir eran un par
de Wranglers desteñidos, había colocado la faja y hebilla en los
pantalones más ajustados en el título del universo.
—¿Disculpe, señor? —El Chico de los Vaqueros Ajustados tocó el
hombro del empleado al que le hablé mal. Esperó a que el empleado se
diera la vuelta y lo viera para continuar.
—¿Sí? —dijo el empleado, estrechando la mano del Vaquero
cuando se la extendió.
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hacerme otra.
Página
—¿Qué…? —dijo antes de caer en la cuenta. Jesse suspiró—. Sólo
como referencia futura, preguntas retóricas no cuentan en este pequeño
juego.
—Una pregunta es una pregunta —dije, toda una sabelotodo.
Jesse volvió a suspirar. Más fuerte esta vez. —No te pregunto al estilo
policíaco.
—Y yo no te respondo como un confinado. —Seguí mirando por la
ventanilla para que no viera la sonrisa retorciéndose en mis labios.
Jesse rio. —Está bien. Tú ganas. Además, aprendí hace años que
iniciar una discusión con una mujer es perderla. —Antes de que pudiera
alabarlo con un Chico listo, continuó—: Nos estamos acercando a Willow
Springs. Apresúrate y haz tus dos preguntas.
Mirándolo, tuve que preguntar.
—¿Cuántos años tienes?
—Diecinueve.
No está mal. Me imaginé veinte, así que había estado malditamente
cerca.
—Siguiente —solicitó, entrando por un camino de tierra. Tenía dos
postes altos a ambos lados de la carretera con un cartel oxidado de metal
en la parte superior que decía Rancho Willow Springs.
Hogar no tan dulce hogar. Durante los siguientes tres meses.
Sólo dispárame ahora.
2
Traducido por Zöe & aa.tesares
Corregido por Lalu
sólo una herramienta sino que era esencial para la vida cotidiana, y no
Página
que debería haber sido más como una declaración. A la mayoría de las
personas no les gusta mi manera de vestir. Pese a todo el mundo
defendiendo la singularidad y batir al ritmo de su propio tambor.
—¿Me estás tomando el pelo? —dijo Rose, alzando las cejas—. Me
encanta tu forma de vestir. Me encanta que sepas lo que eres y no tengas
miedo de mostrarlo. —Hombre, Rose me había engañado—. Pero también
sé que a una parte equitativa de los chicos les va a encantar también. Les
encantará de una manera inapropiada. —Sus ojos se posaron en el
dobladillo de la tela escocesa, la falda plisada. Estaba corta. Corta incluso
para los estándares de una llamada niña. Tenía un par de medias negras
opacas debajo de ella, pero me corté y las corté, así que no había tanta
piel cubierta.
—Oh —dije, tocando el borde de la falda—. Supongo que no pensé
en eso.
—No te preocupes por eso, Rowen. No estoy aquí para decirte cómo
vestirse o no. Si esto es lo que te va, eso es genial. —Rose pasó la mano
arriba y abajo, por lo que la plata y las pulseras de turquesa tintinearon—.
Sin embargo, Neil y yo también somos responsables de tu seguridad y
bienestar mientras estés aquí. Tengo una casa que alimentar, y no puedo
preocuparme en cada comida que uno de los chicos de por ahí trate de
engatusarte y llevarte a la cama por la noche. —Rose hace una pausa.
Metiendo la mano debajo de mi barbilla, la levantó hasta que la miré—.
¿Lo entiendes, Rowen? Quiero respetar lo que eres, y tengo que cuidar de
ti. Si esta es tu forma de vestir diaria y continúas vistiéndote así mientras
estás aquí, eso está bien. Siempre hay un montón de lavandería, así como
las tareas del hogar que deben hacerse todos los días que te mantienen
fuera de la vista de los chicos.
—Entiendo. —De repente me sentí muy consciente del aro perforado
a través de mi ceja y el escote de mi camisa—. Gracias por respetarme lo
suficiente como para no pedir que me vaya a cambiar. —Cuando yo
empecé a vestir de manera diferente, llevando el cabello y el maquillaje
más oscuro que otras chicas, mamá fue tan lejos como para que me
detuviera y retirara lo que llevaba puesto, una pieza a la vez. Lo bien que
me habría hecho—. Pero incluso si yo quisiera, lo que ves es lo que me
llena. No puedo recordar la última vez que compré un par de vaqueros de
mezclilla de color.
—Entonces vamos a hacer esto. Hoy te haré manejar la lavandería, y
si decides que no te puedes imaginar haciendo otra carga de ropa
mañana, podemos encontrar una manera de conseguir unos vaqueros
azules aburridos. Entonces puedes rotar de tarea como las chicas y yo
hacemos. Cualquier cosa que quieras hacer, estoy bien con eso.
Cuando Rose se dirigió a la puerta, le dije: —Eso está bien. Eres
buena con el caos.
—Siempre que se organiza —agregó, levantando su dedo.
—Nos vemos más tarde entonces. Voy a tratar de no romper tu
cuarto de lavado.
—Voy a revisarte después del desayuno para ver cómo lo estás
haciendo. Puedes empezar con la ropa de ese carro. —Señaló un carro,
un carro real del tamaño de un sofá, lleno hasta el borde con la ropa. Por
tercera vez en la mañana, mi boca se abrió—. Ah, y Rowen…
—¿Sí? —logré decir después de retirar mi mandíbula del suelo.
—Realmente me gusta tu forma de vestir. Si tuviera tu figura y tu
coraje, me podría lo mismo.
—¿De qué estás hablando? —le dije, dándole un buen vistazo—.
Tienes una gran figura, y cualquier mujer lo suficientemente valiente como
para cocinar veintiún comidas a la semana para veinte personas tiene
mucho más valor que yo.
Rose agitó su mano con desdén. —Solía tener una gran figura. Eso
fue antes de tener hijos. —Acarició su estómago como si fuera cualquier
cosa menos plano.
—Para una mujer que ha dado a luz a cuatro… cuatro —insistí—,
bebés, te ves increíble.
El rostro de Rose cayó por un momento, a duras penas, pero tomé
nota. Su sonrisa iluminó su rostro antes de que agitara la mano y cerrara la
puerta detrás de ella.
No me importaba si tenía que llevar ropa de trabajo, colas de cerdo,
y cambiarme mi nombre a Peggy Sue por el resto del verano. Lo haría para
evitar pasar otra temporada durante todo el día en la lavandería. Estaba
bastante segura que estaría en mis pesadillas en los próximos años.
En ese rancho no parecía posible poder mantener cuatro lavadoras
y cuatro secadoras de rotación sin parar, pero después de estar hasta los
codos en espuma y sábanas, descubrí que era posible.
Apenas había hecho todo el carro antes de que las niñas entraran
con otro lleno de sábanas y toallas. Willow Springs no sólo proporciona
comidas para los trabajadores del rancho; sino también alojamiento en
alguna casa que aún no había visto y, como ya había ganado
42
1 Entra en francés.
—¿Te estoy interrumpiendo? Puedo volver más tarde. —Apunté el
pulgar hacia la puerta y di un paso hacia ella. Tenía un par de libros a lo
largo de la mesa y un lápiz detrás de la oreja.
—No, interrupción era exactamente lo que necesitaba. Si tengo que
conjugar un verbo más en francés, me voy a volver loca.
—¿Verbos franceses? —Arrugué la nariz—. Son vacaciones de
verano. ¿Por qué haces cualquier cosa que se asemeje a la tarea?
—Soy una de las pocas desafortunadas que van a la escuela
durante todo el año —dijo, sin sonar en lo más mínimo devastada.
—¿Por qué? —Sabía de la escuela de verano para niños —estuve en
una de ellas— y Lily no encajaba en el perfil.
—Mamá nos enseña, así que aparte de los domingos, una semana
en invierno y una semana en verano, los niños Walker están en “clase”
todos los días. A excepción de Jesse que se graduó el verano pasado en la
secundaria Willow Springs. —Lily me sonrió de una manera juvenil. Eso,
combinado con las trenzas laterales y la cara libre de maquillaje, la hacía
parecer unos años más joven.
—¿Qué vas a hacer después de graduarte? —le pregunté,
obviamente no entendiendo la forma de trabajo aquí. Todo parece un
poco atrasado en comparación de dónde vengo, pero también tiene
cierto sentido.
—Quiero ir a una de las universidades estatales y conseguir un título
de medicina veterinaria —dijo, con los ojos brillantes—. Como especialista
en animales grandes.
—Me imagino que esa profesión está en gran demanda aquí. —Me
impresionó. La chica tenía metas y no se veía ni un poco preocupada de
no alcanzarlas.
Inclinó la cabeza. —Willow Springs por sí solo podría mantenerme
empleada a tiempo completo. Crecí con muchas vacas y caballos así que
siento que ya estoy a mitad de camino de convertirme en una veterinaria.
—Apuesto a que ya lo eres.
Su sonrisa creció. —¿Cómo estuvo tu día? ¿Nunca quieres ver otra
botella de detergente de ropa por el resto de tu vida?
—Para el resto de esta vida y la próxima —dije—. Esa es realmente un
poco la razón por la que quería hablar contigo.
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el apellido.
Página
capucha.
Página
No sabía que estar rodeada por un par de chicos calientes sería una
faena. Después de esa semana, lo sabía mejor.
En el día a día con las tareas en Willow Spring me mantuvieron
ocupada desde el amanecer hasta el anochecer. Pero no parecía
importar lo ocupada que estaba o lucía. Prácticamente cada vez que
daba la vuelta, me encontraba con Garth. O Jesse. Literalmente no podía
escapar de ellos.
Con Garth, rodaba los ojos, me ponía algo sarcástica con él y
estaba de vuelta en mi camino de feliz tarea. Todavía lucía como si
estuviera a la espera de que cayera en su trampa. Pero conocía a los
chicos como él. Había salido con legiones de ellos. Su aura misteriosa
combinada con su ambiente con problemas podría haber asustado a
otras chicas, pero a mí no. Problemas y misterio eran mi kriptonita. Mi talón
de Aquiles. Mi punto débil. Mi especialidad.
Con Jesse, era más difícil. Infinitamente. Toparse con él en el rancho
y hacerle caso omiso no era tan fácil, porque cada vez que me
encontraba a un metro de Jesse, mi cuerpo se ponía en alerta máxima.
Cada molécula se despertaba rápidamente a la vida. Intenté sacudirlas,
como si estar alrededor de él no me deshiciera, pero dudaba que hiciera
un buen trabajo.
Él había intentado arrinconarme ese mismo día, para explicar todo el
asunto de Josie, pero yo básicamente le dije que lo había explicado lo
suficientemente y que me dejara en paz.
Y lo hizo.
Justo cuando estaba segura de que Jesse había olvidado mi
nombre, lo encontré mirándome en el medio del almuerzo. Tan pronto
como miraba en su dirección, su mirada se desplazaba.
Después de unos días, sin embargo, no atrapé a Jesse mirándome
otra vez. Había seguido mi consejo, después de todo.
Era sábado por la noche, y el rancho estaba tranquilo. Además del
mugido del ganado, los grillos, el ruido viniendo del barrancón de los
trabajadores, y el zumbido de las lavadoras en el piso debajo de mí. Así
que, sí. Tranquilo no era la palabra correcta para ello, pero era tan
tranquilo como Willow Spring jamás podría ser.
Era la noche de rodeo y supuse que por esas zonas eso era un gran
asunto. Así como un gran asunto de fútbol de Texas. Casi todo el mundo
ya se había dirigido fuera. Rose se había detenido en mi habitación para
ver si quería ir y necesitaba que me llevaran. Le dije que no estaba segura
de si iba a ir todavía, y que estaba segura de que podría encontrar a
alguien que me llevara si me decidía a ir. No me gustaba decirle a Rose
una mentira blanca, dos de ellas, pero no quería correr el riesgo de
encontrarme abarrotada junto a Jesse en el todoterreno de la familia.
A partir de los sonidos de la misma, el recinto ferial del Rodeo no se
encontraba muy lejos. Lo había caminado varias veces en mi vida.
Vi el todoterreno de los Walker bajar por el camino antes de agarrar
mi bolso y bajar las escaleras. Miré mi teléfono y encontré las mismas
llamadas perdidas que había estado perdiendo toda la semana. No era
que me perdiera mucho.
Mamá había saturado mi teléfono desde que llegué a Willow Springs.
Nunca había respondido a ninguna de sus llamadas. Incluso había dejado
algunos mensajes de voz. No los escuché. Ella llamó a Rose y dejó mensajes
pidiéndole que la llamara. Nunca lo hice.
Mamá era la razón por la que me hallaba en Willow Springs. No es
que no me gustara estar allí. Sentí como si ella me hubiera dado de baja y
fuese la forma más fácil para lidiar conmigo que pudo. En lo que se refería
a mí, mamá era una profesional identificando las vías que requieren un
mínimo de tiempo y esfuerzo de su parte. Básicamente, yo había sido una
planta de interior durante los últimos dieciocho años. Me dieron suficiente
agua y sol para mantenerme con vida, pero nada más. Willow Springs era
un ejemplo clásico. En lugar de tratar de llegar al fondo de por qué su hija
se hundía por la vida, ella me envió a un rancho en el campo a modo de
entrenamiento para “demostrar” que era digna de la escuela de arte.
Había tanto en mal estado sobre eso que mi cabeza daba vueltas.
Hacía que mi cabeza diera vueltas, mucho. Caminé tan rápido
como mis piernas podían moverse. El tiempo había sido genial la semana
pasada, y esa noche no era una excepción. Afortunadamente me había
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la piel de gallina.
Una hora más tarde, el recinto ferial estaba a la vista. A partir de los
sonidos adiviné que el acontecimiento del rodeo había comenzado. El
ruido era tan impresionante, como cualquier concierto en el que jamás
había estado, pero los sonidos eran diferentes. En vez de gritos y gemidos,
había un montón de hee-haws y silbidos.
Después de zigzaguear a través de una caravana brillante y
camiones grandes, me dirigí a la entrada.
—Hola, cariño —dijo la mujer de mediana edad de la entrada,
tratando de hacer una inspección de mi informalidad—. ¿Sólo uno? —
Agarró el rollo de entradas para sacar uno.
—Um, Garth Black se suponía que iba a dejar un billete aquí para mí
—dije—. Un boleto para Rowen Sterling. —Garth me dijo unos días atrás
que consiguió algunas entradas gratis como un beneficio por competir, y
dejaría uno para mí en el mostrador de los boletos.
Por el ceño fruncido en el rostro de la dama mientras barajaba a
través de unos sobres en un cajón, supuse que el billete no me esperaba.
—Hmm —dijo, tirando de uno de esos sobres gratuitos—. Aquí no
tengo uno de Garth Black, pero tengo uno con tu nombre en él. —Pasó el
sobre para que pudiera ver mi nombre garabateado en él.
Mis cejas se juntaron. —¿Estás segura que no es de Garth?
—Cariño, créeme, estoy segura. —Sacó el billete del sobre y lo
deslizó por el mostrador hacia mí.
—Porque él se parece más o menos al resto de los chicos aquí.
Sombrero grande, gran hebilla de cinturón, gran ego…. ese tipo de cosas.
—Garth Black puede parecerse al resto de los vaqueros de por ahí,
pero el chico que te dejó el billete es algo completamente distinto. —Mi
garganta estaba seca cuando dijo—: Jesse Walker te dejó este billete.
—¿Estás segura? —Traté de no verme demasiado nerviosa.
Ella se rio entre dientes. —Sí, estoy segura. Cuando Jesse Walker
viene sonriendo a tu puesto, no es el tipo de cosas que una chica se
olvida.
Conocía el sentimiento.
—Está bien. —Tomé el billete—. Gracias.
Mientras me dirigía a la zona de la tribuna, traté de no pensar en la
emisión del billete. Garth dijo que dejaría uno y no lo hizo. Jesse nunca dijo
que dejaría uno y lo hizo. Tenía un gran ¿Por qué? Tanto por esas
declaraciones como por las no respuestas.
De hecho, no estaba muy segura de querer respuestas de los por
qué.
La tribuna era incluso más grande de lo que había visto desde
afuera. Fila tras fila de gradas de metal se deslizaba hacia arriba y
alrededor de la arena sucia y estaba llena en su capacidad con cuerpos.
Un mar de sombreros de vaqueros y vaqueras se tambaleaban y se
balanceaban en oleadas. Era un espectáculo impresionante. Y era
ruidoso. Tanto es así, que casi deseaba haber tenido un par de tapones
para los oídos a mano. Una pinza para la nariz hubiera sido útil también,
porque el lugar tenía ese olor familiar a granero que se inclinaba más
hacia el lado ofensivo. Eso podría haber sido porque pasé junto a uno de
los grandes corrales donde se almacenaban un montón de toros con
espuma en la boca, escarbando el suelo. Maldición. Alguien tenía que
tener deseo de morir para intentar montar una de esas cosas.
Corrí pasando los toros y miré mi boleto. Parecía que la mayor parte
de la zona de la tribuna era general, pero mi boleto tenía un número de
asiento en la lista. Así que no era un asiento barato. Jesse había separado
bastante dinero para conseguir un buen asiento en un evento que parecía
de un punto más arriba de salvaje para la chica que apenas había
distinguido la parte delantera de la parte trasera de un caballo, hace una
semana.
Todavía no estaba segura de lo que sentía por la idea.
Cuando vi donde se encontraba mi asiento, un asiento de pasillo sin
rostros familiares cerca, decidí estar agradecida por ello.
Hasta que me acomodé en mi asiento e hice un análisis rápido de los
asientos de los alrededores. Jesse estaba, de hecho, muy cerca, aunque
no lo suficientemente cerca para notarme. Se hallaba a unas diez filas más
arriba, rodeado por un mini harén de chicas de melocotones-y-crema.
Iban desde lindas a bonitas. Una incluso podría clasificarse como
“para caer muerto” de lo maravillosa que era. Cabello oscuro, cabello
claro, cabello rojo, altas, bajas, ojos marrones, ojos azules… Eran tan
diferentes como podía serlo una chica de otra, pero compartían una
similitud: Sus ojos claros y dulces sonrisas. Cada una de la media docena
de ellas los tenía, y no era el tipo de dulce sonrisa artificial, tampoco. Eran
de verdad.
Sólo sabía eso porque había visto todo tipo de sonrisas falsas,
fabricadas, del tipo dulce por ahí, así que cuando las verdaderas estaban
82
3 Descanso y Relajación.
Juzgando que el término “monta de toro” describía perfectamente
el evento que tenía lugar, hice un educado gesto de lo que arreo de
becerros supone.
—¿Por qué lo dejaste? —Supuse que había alguna trágica razón
detrás de ellos. Una sobre la que probablemente no se abriría.
—No lo dejé, Rowen —respondió mientras sus ojos se trababan de
nuevo en los míos—. Es lo que hago todos los días. No necesito un brillante
cinturón con hebilla para demostrar que puedo arrear a un becerro a
veinte metros de distancia.
Yo alcé una ceja. —Mi… O estás muy seguro de tus habilidades o en
verdad eres simplemente bueno en ello. ¿Cuál de las dos es?
—Estoy bien —dijo con un pequeño encogimiento de hombros.
—Lo que significa que eres el mejor que dices —dije en voz baja.
Su sonrisa se alzó. —El punto es, incluso si quisiera hacer rodeo, no
tengo tiempo para ello, y al final del día, siento como que he competido
en mi propio rodeo personal. No es una novela cuando es tu vida.
—¿Entonces por qué estás aquí?
—Porque en caso de que no lo hayas notado, no hay mucho que
hacer por aquí —dijo, contando las razones con sus dedos—. Dos, porque
la noche de rodeo es como una reunión familiar. No te la pierdes a menos
que quieras que todo el mundo esté hablando sobre ti. Y tres… Tuve que
caer bajo y salvar el día en caso de que Garth Black se olvidara de dejar el
boleto que te había prometido.
Mis ojos se estrechan un poco sobre él. No estaba segura de si era
por su número tres, o porque sabía que la razón número cuatro eran las
lindas chicas que aun batían sus pestañas hacia él desde diez filas atrás.
—¿Por qué no te gusta Garth? —pregunté, queriendo llegar al fondo
de eso.
Los hombros de Jesse bajaron y subieron lentamente. Sus ojos
brillaron con algo que no pude entender. Sin embargo, lo que hubiera
hecho me hizo cambiar de posición en mi asiento.
—¿Por qué a ti te gusta?
Responder a una pregunta con otra era un familiar mecanismo de
defensa. Yo era su fan número uno. —No estoy segura de que lo haga
todavía.
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Este es un rodeo, cariño. No el circo. —Su voz era justo como un hielo.
Me estremecí. Al menos por dentro. Tomó todo dentro de mí para
soportar hacer una mueca de vergüenza en el exterior. —Discúlpame,
¿Garth no-puedo-permanecer-sobre-un-toro-por-más-de-dos-segundos
Black? Y gracias por recordar dejarme una entrada, idiota. —Estaba cerca
de girar y salir al infierno de ahí cuando una sola sonrisa salió de él.
—¿Rowen? —dijo, como si no pudiera haber estado ya
boquiabierto—. Santa mierda. Sabía que tú eras problemática, sólo no
pensé esta turbulencia. —Movió su mano arriba y abajo en mi dirección y
sacudió su cabeza—. Puedo ser capaz de pasar por alto el desastre
caliente si eres tan rara en la cama como vistes.
No decía nada que no haya escuchado antes, pero me había
tomado por sorpresa. Siempre estaba en guardia por estas clases de
palabras crueles y nombres asquerosos, pero había dejado ese muro caer
hace poco. Cada una de sus palabras me golpeó en una llaga. Cada una
de ellas dejaría una cicatriz permanente. Ese era el por qué no dejaba mi
pared caer. Incluso ni por un segundo ya que en el momento en que lo
hice, recordaba por qué las había construido en primer lugar.
Asegurándome que esas paredes se encontraran de vuelta en su
lugar de antes de contestar, lo miré. —Sabía que eras un presumido, sólo
no me di cuenta cuanto hasta que vi ese lamentable rodeo. —Él podía
haber sabido donde oculté mi vientre emocional, pero suponía donde el
ocultó el suyo, también. El rodeo. Ganar. Probar que no era un fracaso.
Probárselo a sí mismo y a todos los demás.
Por la expresión oscureciendo su rostro, sabía que había golpeado
directo en el blanco. —¿Por qué no te vas al infierno de aquí? —dijo antes
de apuntar a la salida—. Estás confundiendo todo. —Puso su mano sobre
su boca a modo de bocina y gritó—: ¡No, gente! ¡No es Halloween! ¡Es solo
nuestra rara vecina que está haciendo comentarios raros esta noche!
Mierda. Eso habría hecho algún daño si esas paredes no estuvieran
levantadas de nuevo. Había sabido desde el comienzo que Garth era uno
de esos problemáticas, almas furiosas, pero nunca pensé que fuera tan
cruel, del tipo completamente desagradable.
Arrojando su mano, tomó un sorbo de su cerveza. Esa mirada
predatoria en sus ojos regresó. —Ya sabes, cuando los maestros nos dicen
que no tengamos miedo de ser quienes somos, tú realmente no deberías
haberlos escuchado.
El resto de los chicos a su alrededor rio. Unos cuantos intentaron
ocultar su diversión, pero la mayoría no lo hizo. Odiaba ser el motivo de risa.
Odiaba ser vista como un idiota. Odiaba sentirme de la forma que lo hacía
en aquel momento. Me volví para precipitarme por la salida, cuando un
cuerpo avanzó pasándome.
—Cierra la maldita boca, Garth. —Jesse se puso en guardia a sí
mismo en frente de Garth y todos a propósito bajaron la mirada ante él.
—¿Y qué te hace pensar que escucharía algo de lo que dices? —
respondió Garth, su voz y su expresión vaga y sin convicción.
Los puños de Jesse se cerraban y relajaban. —Porque sé, y sabes,
que yo no tendría problema cerrándote la boca si no quieres hacer esto
de la forma fácil.
Esas palabras, o esa advertencia, permanecieron en el aire por un
momento. El resto de los chicos alrededor de Garth caminaron hacia atrás
un par de pasos. Tal vez para darle a esos dos el espacio para que
resolvieran la situación a puñetazos, si llegaba a ese extremo, o tal vez sólo
porque ellos temían el manojo sinnúmero de músculo que era Jesse Walker.
Cual sea la razón, esos chicos eran diez veces más inteligentes que Garth
Black. Él sólo se quedó ahí, mirando a Jesse y dando tragos a su cerveza.
—Adelante —dijo Garth después de un sólido minuto de su mirada
silenciosa—. Ella es toda tuya esta noche. Tomaré mi turno luego. —
Mirando en mi dirección con una mirada de disgusto, sacudió la cabeza—.
No es exactamente como si fuera brillante y nueva.
—¿Que dijiste? —espetó Jesse, caminando hacia Garth. Ellos habrían
estado nariz con nariz si tuvieran la misma altura—. ¿Qué dijiste, pequeño
pedazo de mierda?
Era la primera vez que había escuchado a Jesse con emoción
verdadera. Aparte de esa vez en la cocina, la que parecía como la
piscina de niñitos en comparación a lo que veía, no había visto los
párpados de Jesse cerca de salir disparados.
Lo había convertido en un furioso, maldito, loco hombre. Había sido
la única en hacerlo perder su calma. Por supuesto, que lo que Garth había
dicho e hizo realmente lo hizo explotar, pero yo estando aquí, siendo el
blanco de las palabras de Garth y siendo quien era, había preparado el
fuego ante la llama embraveciéndose en frente de mí.
No estaba segura si alguna vez había tenido un momento de menor
orgullo.
Estaba bastante arruinada. Había hecho lo que Rowen Sterling hacía
mejor e hice un tornado de mierda. Suficiente por una noche. Antes de
que los chicos dijeran otra palabra, giré y me alejé a toda prisa del infierno.
Tal vez una vez que me fuera, ellos podían perdonarse, olvidar, darse las
manos, y compartir un par de cervezas. Eso es lo que los chicos hacían,
96
¿verdad?
Página
Podía también ser honesta con la chica. —He estado con algunos
pedazos de mierda, he perdido la cuenta. Ese es el porqué.
Josie miró sobre mí. —Algunas veces una chica necesita estar con un
pedazo de mierda…
—O cincuenta —murmuré.
—… para que pueda darse cuenta cuando llega uno que no lo es.
—Levantó los hombros—. Cuanto más experiencia tengas con los pedazos
de mierda estás mejor equipada para identificar uno que no lo sea.
Asentí mientras me preguntaba cómo aquellas palabras lucirían
como tatuajes de un lado a otro por mi frente. Podía cambiar un montón
las vidas de las chicas.
—Entonces, ¿qué te pareció el rodeo? —Josie se movió de un tema
a otro tan rápidamente que estaba a punto de conseguir el latigazo.
Fue una mierda.
—Fue… interesante. —Me decidí por eso. Interesante era una
palabra versátil y mi huida cuando no quería admitir la verdad.
—Sí, me imagino que aparenta ser bastante bárbaro si nunca has
subido a un rodeo —dijo ella.
Hubo puntos bajos definitivamente bárbaros, pero no tenían nada
que ver con el rodeo real.
Me encogí a mi respuesta.
—¿Vas a ir al gran baile de verano y barbacoa la próxima semana?
—Dado que esta es la primera vez que oigo de él, no lo creo. —
Después de esa noche, haría que mantenerme alejada de las masas de
vaqueros fuera una prioridad.
—Tienes que ir. Todo el mundo está invitado. Hay un montón de
buena comida, algo de buena, vieja música country… —Me encogí en la
parte de la “buena” música country—, vaqueros lindos, y un muy buen
momento. Ven. Puedes pasar el rato con las chicas y yo. Si no quieres
conducir en la caravana de Walker, puedo recogerte. O Jesse podría
darte un paseo en la Vieja Bessie. A pesar de que es una experiencia que
estoy segura sin la que puedes vivir.
—Desafortunadamente, la Vieja Bessie y yo ya estamos familiarizadas
—dije—. Pero tienes razón. Esa fue una experiencia que no hubiera podido
quedarme sin haber hecho. —La parte de la Vieja Bessie, no tanto la parte
de Jesse.
—¿Has estado en la camioneta de Jesse?
No me perdí el matiz sutil allí. Era la Vieja Bessie antes de que ella se
enterara de que había sido una pasajera en la camioneta de su novio.
Luego se convirtió en la camioneta de Jesse.
—Eh, sí —dije, preguntándome si era demasiado pronto en el viaje a
meter mi pie en mi boca—. Sólo una vez, sin embargo. Cuando él me
recogió en la estación de autobuses. No he viajado en ella desde
entonces. Incluso ni siquiera la he visto. —Jesse en la cama de su
camioneta esa noche fuera del establo saltó a la mente. Había sido un
vaquero al estilo Tom El Mirón esa noche. Probablemente no es algo que
debería admitirle a ella—. Quiero decir, no he visto su vehículo en marcha,
con él, desde el primer día.
Oh, querido Dios. Golpéame para estar en silencio antes de decir
algo más. Tal vez era por eso que alejaba a la gente: era un mecanismo
de defensa para impedirme a mí misma ir lloriqueando como una idiota.
Josie me miró con curiosidad, pero eso fue todo. —No es una gran
sorpresa desde que la Vieja Bessie no es una gran fan de las carreras. Por lo
menos no de manera consistente. —Ella se echó a reír, y no podía dejar de
unírmele. Si no podía reírme de algo así como la camioneta de Jesse, no
había esperanza para mí.
—¿Y? ¿Vas a venir? —preguntó una vez que paramos de reírnos
como un par de niñas.
—Voy a pensar en ello —dije, agarrando el mango por encima de la
ventana y colgando por la vida mientras Josie tomó un giro a la derecha a
cuarenta kilómetros por hora. Y yo que pensaba que Jesse conducía como
un loco. Al parecer, los límites de velocidad y las normas de tráfico no se
aplicaban a los niños del país.
—¿Qué hay que pensar? —preguntó mientras las llantas de su
camioneta derraparon cuando tomo la curva—. Música. Barbacoa. Baile.
Chicos lindos en pantalones ajustados. No hay nada en esa línea que se
necesite pensar.
Estuve de acuerdo con al menos una de las cuatro cosas allí.
—Si… bueno —me mordí el labio y decidí cuanto iba a decir—, no creo
que encaje muy bien en ese tipo de cosas. —Eso lo resumió sin entrar en
demasiados detalles.
—¿Quién lo dice? —dijo ella al instante.
—Garth —admití.
No podría decir si Josie se encogió o se estremeció, pero si a alguien
podría desagradarle tanto Garth Black tanto como a mí después de esta
noche, era Josie. El hecho de que no éramos fanáticas de la misma
100
pensaba en eso, más cierto era. No sólo no nos gustaba el mismo chico; si
no que a las dos nos gustaba el mismo chico.
—¿Qué hizo dijo, o arruinó ese idiota? —Su voz adquirió un cierto
escalofrío. No hubiera adivinado que Josie tenía la palabra "idiota" en su
repertorio. Realmente compartimos una especie de hermandad.
—Sólo una cosa idiota… —empecé—. Acerca de mí siendo un bicho
raro. O vistiéndome como uno. Realmente no lo sé. O presté atención —
mentí. Por lo general no me preocupaba por los insultos constantes, pero
cuando vinieron de Garth, un chico al que pensé que le gustaba, los
nombres me cortaron más de lo habitual.
—Voy a decirte algo, Rowen, y quiero que realmente me escuches.
¿De acuerdo? —Maldición. Sus manos casi temblaban encima del
volante—. No dejes que un tipo como Garth Black arruine tu verano. Y no
dejes que arruine tu vida. Chicos como ese, personas más allá del punto
de salvación, tienen un solo objetivo: llevar a otros abajo con ellos, como
les sea posible. Y son buenos en eso.
Desde luego, no esperaba obtener un sermón de Josie por los malos
caminos de Garth Black cuando me metí en su camioneta, pero lo
aceptaba.
—¿Está bien, Rowen? Mantente alejada de Garth, y si él te da un
mal rato, hagámosle saber a Jesse. Él se encargará de eso. —Me miró y
levantó las cejas. Obviamente esperaba una respuesta.
—Está. Bien —dije dramáticamente, dándole un saludo. Después de
que dijo eso, esquivaría a Garth tanto como Willow Springs me permitiera.
Hablando de Willow Springs…
Nos detuvimos en el camino. La casa se hallaba a oscuras excepto
por las luces del porche y esa solitaria lámpara brillando en la ventana.
Llegamos a la casa de los Walker, así que todo lo que tenía que hacer era
correr arriba y encerrarme en mi cuarto antes de que regresaran. No
estaba de humor para resumir la noche, y realmente no estaba de humor
para ver a Jesse. —Gracias de nuevo por el viaje, Josie —dije antes de
saltar fuera de la camioneta.
—En cualquier momento. —Inspeccionó la casa de los Walker.
Cuando sus ojos se dirigieron a la ventana de mi dormitorio en la segunda
planta, su expresión cayó. Yo sólo esperaba que no fuera porque era
clarividente y supiera que había chequeado a su chico desde esa
ventana—. Si no te veo antes, espero verte en el baile o de lo contrario voy
a venir y arrastrarte hasta allí.
Estaba a una semana. Una eternidad. Así que me encogí de
hombros y dije: —Me aseguraré de llevar mi ropa de no-bicho raro.
—Usa lo que te dé la gana —respondió ella.
Saludándola con la mano, cerré la puerta y me dirigí al porche. La
chica retrocedió de la calzada igual de rápido que condujo por la calle.
Una vez dentro, subí las escaleras y a mi habitación tan rápido como
mis pies calzados y con ampollas podían llevarme. Era tarde, estaba
cansada y lo único que quería hacer era meterme en la cama y poner el
día en la carpeta de eliminación. Pero primero, necesitaba un pijama.
Por desgracia, no había escuchado a Rose cuando me recordó subir
mi ropa. En medio de la labor del amanecer al atardecer, haciendo una
tarea más al final del día no sólo hubiera sido una prioridad. Mientras
tocaba a través de mis cajones, incapaz de encontrar una prenda de
vestir que podría funcionar como ropa de dormir, me di cuenta de que
debería haber hecho la colada personal una prioridad.
Vivir y aprender.
Desesperada, abrí el cajón de abajo. Sabía que iba a estar vacío —
los cajones superiores tenían espacio suficiente para albergar mi ropa—
pero tenía que comprobarlo.
Y los cielos se abrieron y cayeron camisas de pijama.
No eran mías, pero una camiseta blanca doblada se hallaba en la
esquina trasera del cajón. La saqué y olfateé. Era fresca.
Me levanté y dejé que se desplegara frente a mí. Limpia, también. El
dilema de mi pijama estaba resuelto.
Me deslicé fuera de mi ropa de bicho raro —de acuerdo con Garth
Black— y me deslicé en la camiseta blanca. Bajó hasta mis rodillas, y
estaba bastante segura de que podía meter dos Rowens más dentro de
ella, pero no me quejaba.
No pude meterme en la cama lo suficientemente rápido, y después
de un par de minutos, me dormí.
Caí dormida rápido sin ningún problema. El permanecer dormida, no
tanto. No sabía qué hora era, pero todavía estaba oscuro y la casa se
hallaba en silencio. Furtivamente le di un vistazo a mi teléfono, vi que era
justo después de la medianoche. Apenas había dormido durante dos horas
enteras, y de la manera en que me sentí, dudaba que pudiera volver a
dormir pronto otra vez.
Quité las sabanas y me dirigí a la ventana. Tal vez los grillos me
arrullarían para volver a dormir. Una ráfaga de aire frío entró en mi
102
El…
—Inferior —Jesse terminó mi pensamiento.
Mi sospecha de que Jesse fuera clarividente parecía cada vez más
probable. —¿Cómo sabes eso?
—Porque ahí es donde las guardaba. —Se encogió de hombros y se
cruzó de brazos. Me encantaba cuando cruzaba sus brazos. Me
encantaba aún más cuando estaba sin camisa—. Debo haber dejado
una.
—¿Dejado una? ¿Tienes el hábito de dejar tus cosas en cajones al
azar por toda la casa?
—No, pero trato de hacer un hábito de dejar mis cosas en mis
cajones de la cómoda.
—¿Tú cajón de la cómoda? —repetí lentamente, agarrando la
colcha para cubrir mis piernas. La camisa me había parecido grande
antes, pero con Jesse mirándome de esa manera me hacía sentir todo tipo
de exposición.
—Bueno, sí. —Abrió los brazos e hizo un giro—. Esta es mi habitación.
—¿Vamos de nuevo? —Sabía que no lo había oído mal, pero me
hubiera gustado.
—Esta ha sido mi habitación desde el primer día. Mi armario, mesita
de noche… —Su sonrisa se curvó más en un lado mientras examinaba el
espacio a mí alrededor—… mi cama. Y mis mantas. —Dio unos pasos hacia
su cama y sus mantas, y sentí como un millar de mariposas se hubiesen
desencadenado en mi estómago por la forma en que me miró.
—¿Por qué te cambiaste? —pregunté.
—Porque venías —respondió con total naturalidad—. Sé, por haber
crecido con tres hermanas que la habitación de una chica tiene que estar
al alcance de un cuarto de baño, y la habitación está mucho más fresca
que el ático en el verano.
Finalmente entendí por qué no podía escapar del olor o la presencia
de Jesse incluso cuando me encerraba en mi habitación. Había estado
durmiendo en el mismo colchón que tenía. Me había acurrucado debajo
de la misma manta vieja que tenía. Habíamos compartido una cama todo
el tiempo sin siquiera tocarnos.
—¿Simplemente recogiste tus cosas y te instalaste en el ático porque
yo iba a venir? —dije, sonando tan atónita como me sentía.
Él asintió.
—Pero ni siquiera me conocías.
Su frente se arrugó, y me miró con curiosidad. —No tuve que hacerlo.
Necesitabas una habitación. Yo tenía una. Y el ático se hallaba vacío.
—Haces que parezca tan fácil —dije, sacudiendo la cabeza.
Dudaba que alguna vez hubiese averiguado la bondad que se movía en
el interior de Jesse Walker. Era del tipo que no tenía sentido en nuestro
mundo.
—Es fácil, Rowen —dijo—. Además, mira cómo todo salió bien. Estás
durmiendo en mi cama, con mi camiseta, y no me has tirado por la
ventana por saltar dentro de ella de forma inesperada en medio de la
noche. No estoy exactamente en el lado perdedor de este arreglo.
Intentaba hacer menos que una gran oferta de algo que era un
asunto muy grande. Si tuviera que entrar en el ático porque algún extraño
llegaba en el verano, amable era la última cosa que hubiera sido.
—Gracias —le dije, sin nada más que ofrecer—. Eso fue algo muy
bueno.
Hizo un gesto como si nada, y se acercó a la cama. —Por favor.
Cuando tenga que cambiarme de nuevo, puedo dormir todo caliente y
feliz cada noche sabiendo que estuviste en mi cama durante todo el
verano. —Muy despacio, se sentó a mi lado en el borde del colchón. Se
hallaba en el borde de la cama, que podría haberse caído. Y ahora, Jesse
y yo compartíamos una cama en el sentido literal.
Si fuera posible, lo latidos de mi corazón se aceleraron un poco más.
—Eso vale totalmente la pena por pasar un verano en el ático —dijo,
mirando entre el colchón y yo con una sonrisa. Sus ojos se clavaron en los
míos, y con él, tan cerca que podía distinguir cada partícula de oro de sus
ojos azules—. Guau. —Su cabeza se inclinó hacia un lado—. Tus ojos son
azules.
Mi cara se llenó de confusión hasta que recordé, Jesse nunca me
había visto sin mis contactos. Ya que los sacaba antes de acostarme y
rápidamente los reemplazaba después de despertar, nadie más en Willow
Springs lo había hecho tampoco.
—Uso contactos —dije mientras seguía examinando mis ojos con una
intensidad que sentí como si estuviera a punto de hacerme quemar.
—Oh, ¿cerca o lejos?
—Ninguno.
—Entonces, ¿por qué usas lentes de contacto?
—Son de color —le dije, preguntándome por qué Jesse tenía que ser
108
tan observador. Por supuesto que tendría que estar atraída por un chico
tan observador que probablemente recordaba el color de camisa que
Página
llevaba ayer.
—Pero tus ojos eran tan oscuros antes. No podría decir si eran de
color marrón oscuro o negro.
Mis hombros rodaron hacia adelante. Nunca había tenido que
explicarlo antes. Las pocas personas que conocían el color real de mis ojos
no se preguntaban por qué usaba lentes de contacto de color oscuro;
simplemente parecía apropiado. —Me gusta la oscuridad —dije,
envolviendo el edredón a mí alrededor.
—Me he dado cuenta. —Enganchó una pierna hacia arriba en la
cama y se giró para mirarme. ¿Podría alguien, por favor, por el amor de
Dios, darle al hombre una camisa? Todo el encuentro no podía ser
saludable para el corazón de una chica—. Parece que la preferencia por
la oscuridad, o… negro se aplica a tu gusto en los hombres, también. —
Jesse intentó ocultarlo, pero la nota amarga en su voz era evidente—.
Espero que después de esta noche y lo que este hombre haga y diga te
haga cambiar de opinión.
Justo así, me acordé de algo bastante grande interponiéndose entre
Jesse y yo. Alguien que me impedía correr las manos y labios por todo su
cuerpo de la manera que quería.
—Y espero que cambies de opinión la próxima vez que vengas a
hablar tan dulce y mirándome coqueto cuando tu novia está a unas
cuantas filas detrás de nosotros. —Nunca había estado de acuerdo en
censurarme, y este no era el momento de cambiar.
—Ah, cambio perfecto —dijo luciendo... qué… ¿aliviado?
—¿Cambio perfecto? ¿Vamos de nuevo?
—Josie no es mi novia.
—¿Jesse? —Hice una mueca—. Creo que me estás confundiendo
con una de esas chicas que creen lo que les digas.
Él me sonrió. —Es la verdad. Josie y yo no estamos juntos.
—¿Ella sabe eso? —pregunté. Sabía que parecía herido, y Josie lo
tenía así de mal, si no peor, como yo.
—Sí. —Asintió con tanta fuerza que su desordenado pelo le cayó
sobre la frente—. Rompimos hace más de seis meses.
Guau. Este era un caso grave de latigazo. ¿Qué carajos? —Espera.
—Levanté mis manos—. ¿Tú y Josie ya no están juntos?
—¿No es eso lo que he estado diciendo?
Levanté una ceja y esperé.
—No —dijo—. No estoy con Josie. Ella no está conmigo. No veo a
nadie.
¿Cómo estaba tan convencida de lo contrario, entonces? Oh, sí. —
¿Entonces por qué Garth …?
—Debido a que a Garth le gusta crear controversia donde quiera
que va —dijo Jesse, apretando la mandíbula.
Crear controversia donde quiera que va… sip, bastante parecido a
Garth.
—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?
—Lo intenté. Y lo intenté. Y lo intenté de nuevo. No me dejaste. —Me
miró significativamente—. ¿Recuerdas algo de eso?
Me mordí el labio. —Tal vez un poco.
Jesse rio y golpeó mi pierna con la suya. Su piel desnuda contra mi
piel desnuda. Casi me estremecí.
—¿Cuánto tiempo estuvieron juntos? —pregunté.
—Un poco más de dos años.
—¿Por qué rompieron? —Incluso una posible razón estaba más allá
de mí. El tipo de chica que era Josie correspondía con el tipo de persona
que era Jesse.
Jesse se quedó en silencio durante unos segundos, jugando con la
esquina de la colcha, y luego se aclaró la garganta. —No podíamos estar
más juntos.
Qué maravillosamente detallado. —¿Algo más que quieras agregar?
¿Tal vez la razón real por la que no podían estar más juntos? —Estaba
siendo indiscreta, lo sabía, pero no me retiré. Cuando se trataba de Jesse y
Josie, quería la relación general atada en un pequeño lazo.
—Esa no es realmente mi historia para contar —dijo, rodando en la
cama—. Le prometí a Josie que nunca le diría a nadie, por lo que la única
manera que serías capaz de averiguarlo es de ella.
Reconocí el dolor en su rostro. Traición.
—Ella rompió tu confianza. —Sentí una extraña sensación de
protección hacia Jesse. Josie lo había herido, traicionado, y Jesse era la
única persona en el mundo que podría decir con absoluta certeza que no
lo merece.
—Bueno, sí —dijo. Encontrar mis ojos parecía ser difícil para él de
110
repente—. Pero esa no fue la razón principal por la que nos separamos. —
Mi nariz se arrugó. Esa parecía la causa "principal" para poner fin a
cualquier relación. La confianza era motivo de ruptura. Yo debería saberlo.
Página
color de la realeza, así que si visto de púrpura, todos sabrán que tienen
que arrodillarse cuando pase.
La bufanda púrpura era tal vez la única cosa limpia en mi
habitación. La agarré de la cómoda y me arrodillé junto a Clementine. —
Por supuesto que puedes tomarla —dije, enrollándola alrededor de su
cuello—. Y si alguien no se arrodilla cuando pases, simplemente agita tu
flamingo de croquet y di: “Que le corten la cabeza”.
La cara de Clementine se arrugó por un lado. La niña no tenía ni
idea de qué hablaba. Conocía los cuentos de princesas, pero no a Alicia
en el País de las Maravillas. Yo era al revés a su edad. Finalmente, se rio de
nuevo cuando le hice cosquillas en el cuello después de atar la bufanda
en un bonito moño.
—Eres rara, Rowen —dijo, sonriéndome.
—Créeme, lo sé. —Le acaricié la cabeza, le di la vuelta y la dirigí
hacia la puerta. No podía solucionar mi situación sin-ropa-limpia con una
pequeña niña correteando alrededor de la habitación—. ¿Sabes qué? Esa
bufanda te queda tan bien que te la regalo. ¿Bien?
—¿Qué? ¿De verdad? —Si una niña de siete años podía parecer
más emocionada, no lo había visto.
—De verdad de la buena —dije cuando llegamos a la puerta. Una
bolsa de regalo con un lazo de lunares blancos y negros se encontraba
afuera, atada sobre los mangos y cerrándola—. ¿Qué es esto?
Clementine se encogió de hombros. —Vi a Jesse dejarla ahí esta
mañana cuando iba al baño. Luego se alejó tranquila y rápidamente.
Así que Jesse se había escapado de mi cuarto, colado de nuevo
para dejar la bolsa, y luego marchado a otro lugar. Por no hablar de
cuando apareció en mi habitación anoche. Había irrumpido un montón en
doce horas.
Cuando Clementine estuvo rebotando por las escaleras, agarré la
bolsa y me apresuré a llevarla dentro. No recibía regalos a menudo. Mamá
recurrió a sacar la cartera y entregarme un par de billetes de cien dólares
en el desayuno de mi cumpleaños desde que me convertí en una
adolescente. Quería tomarme mi tiempo desatando la cinta y quitando el
papel de seda.
Cuando mis dedos tiraron de un extremo de la cinta, el lazo se
desató y el papel de seda cayó libremente. Casi lloré cuando vi lo que
había dentro.
Ropa. Nueva, con las etiquetas y de mi talla. Algún par de vaqueros
que, conociendo a Jesse, seguirían abrazando mi culo pero
esperanzadoramente no tan mal como los de Lily. Unas cuantas camisetas
de diferentes colores, dos amplias camisas abotonadas con esos bonitos
botones nacarados, y un par de botas en el fondo de la bolsa. De nuevo,
eran de mi talla, de un estilo vaquero al que no estaba muy
acostumbrada, y de color marrón chocolate y lavanda. Eran funcionales
para la vida en el rancho, pero tenían la punta redondeada, sin tacón, y
me llegaban hasta la mitad de la pantorrilla como mis confiadas botas de
combate.
Mi problema de ropa fue milagrosamente resuelto por un hombre.
Imagínate.
Rose se había ofrecido durante toda la semana a llevarme a la
ciudad para comprar ropa nueva, pero lo había pospuesto y había
tomado la de Lily desde que el único tiempo libre que tuvimos fue anoche,
y no quería que Rose se perdiera el rodeo por ayudarme a escoger ropa.
Estaba a punto de ponerme una camisa cuando una nota blanca
doblada sobre el papel de seda captó mi atención. Estaba tan apurada
que ni la había notado. La agarré y la abrí.
Leí la nota una vez más. Me hizo reír. Por mucho que quisiera volver a
leerla, olía el desayuno. Eso significaba que llegaba tarde.
118
conmigo.
Las cejas de Jesse se juntaron. —Bueno, tiene un montón de ningún
sentido.
—Tiene un infierno de mucho sentido —dije, dándole a su pecho un
suave empujón—. Y lo sabes.
Me estudió por otro momento con el ceño fruncido antes de que su
expresión se aclarara. —¿Qué estás haciendo ahora? —Levanté mis brazos
hacia la nevera.
—Sirviendo el almuerzo.
—Estos chicos saben cómo alcanzar y agarrar algunos emparedados
—dijo Jesse, inclinando su cabeza hacia atrás a los chicos desmontando
detrás de él—. Entonces parece que estas en un descanso.
—¿Y qué tienes planeado para mi descanso? —Me crucé de
brazos—. ¿Quieres esconderte debajo del árbol y besarnos por el resto de
la tarde?
Los hoyuelos de Jesse aparecieron. —Eso suena lindo. Muy lindo —
dijo, sonriendo al árbol detrás de mí—. Pero pensaba que podría llevarte a
un paseo
—Oh, ¿en serio? —Crucé mis brazos más apretados.
Jesse levantó las riendas en sus manos. —Un paseo a caballo —dijo
en un tono divertido—. Pero si tienes otra idea, pienso que puedo ser
persuadido.
Me aclaré la garganta y traté de ignorar el nudo en mi estómago. —
Un paseo a caballo suena bien.
—No suena del todo bien ahora que me tienes pensando en algo
más.
Ese comentario le ganó un codazo suave en su duro estómago.
Caminé alrededor de su lado del caballo preguntándome como subir.
Jesse lo hacía ver tan fácil. Sus movimientos eran fluidos cuando subía o
bajaba del caballo.
Inspeccionando la silla y todos sus aparatos, no parecía ni de cerca
fácil o fluido.
—Espera —dijo Jesse, viniendo tras de mí—. No trates de subirte a
Sunny hasta que esté en la silla.
Aunque hubiese querido. No podría. Puede ser como tratar de
escalar el Everest.
—¿Entonces este es Sunny?
—Este es Sunny —respondió Jesse, dándole palmadas al cuello
musculoso del caballo gigante. Sunny era blanco, con grandes parches
negros regados sobre él. Su melena y cola de rayas blanco y negro, y tenía
un ojo azul y otro marrón. Era hermoso en una muy… vieja manera.
Jesse se paró frente a Sunny y pasó su mano por la cara del caballo.
—Oye, chico, esta es Rowen. Iremos por un pequeño paseo y quiero
que seas un buen chico. Ella es especial para mí. —Sus ojos fueron hacia mí
mientras decía esa última parte.
¿Especial? ¿Especial? Nadie nunca me había llamado especial en
mi vida entera. Por lo menos no de la forma en que Jesse había querido
decirlo.
La gran cabeza de Sunny se levantó en el aire por unos minutos
antes de que Jesse volviera hacia mí. En otro grácil movimiento, Jesse se
acercó a Sunny y antes de que me diera cuenta, su pie se encontraba en
el estribo. Extendió su mano y esperó.
—Vamos, Rowen. Estarás bien. Además, si a él no le gustaras no
podrías estar tan cerca de él como lo estás ahora. —Jesse extendió su
mano de nuevo.
Miré hacia la camioneta. Los chicos lanzaban emparedados y
botellas de agua. Algunos de ellos lucían como que ya hubieran
terminados los primeros. El almuerzo estaba servido. Tiempo de vivir un
poco.
Tomé la mano de Jesse, y sus dedos se enlazaron con los míos. —Mi
vida y mis extremidades están en tus manos vaquero.
Jesse se rio. —Pon tu pie izquierdo en el estribo.
Inhalé y seguí sus instrucciones. Se rio más fuerte. —Tu otra izquierda.
Ese fue un excelente comienzo. Lo hice a pesar de las apariencias,
sin saber entre izquierda y derecha. Bajando mi pie derecho, traté de
nuevo.
—De acuerdo, bien. Ahora sube, mantén tu peso en el estribo, y
pasa tu pierna derecha encima de Sunny.
—Estoy segura de que no es ni de cerca tan fácil como lo haces
parecer —dije, agarrando su mano como si fuera la vida misma.
—No lo es —dijo—. Es más fácil.
130
Rodé mis ojos hacia él, lo que hizo que su sonrisa fuera más grande.
Sentí los ojos de todos sobre mí. Estaba segura que era todo un
Página
Sunny.
—Una ardilla en el otoño está ocupada. Soy algo completamente
distinto —grité.
—¿La vida en el rancho no es exactamente lo que esperabas? —La
boca de Jesse se trasladó a los límites de mi oreja. Sabía que
probablemente lo había hecho, para así no tener que seguir gritando ida y
vuelta, pero al igual que muchos intercambios aleatorios entre Jesse y yo,
que eran inocentes en la superficie, se sentía extrañamente íntimo. Tan
íntimo, que mis párpados cayeron y mi boca se separó por un breve
momento.
Entonces me di cuenta de que Jesse esperaba mi respuesta, y
cuando abrí los ojos, me miraba con un poco de diversión. Que no me
sonrojara a muerte o me convirtiera en una idiota tartamuda, era un
testimonio de la mucha práctica en superar ese tipo de situaciones
incómodas que había tenido. La vergüenza en mi parte final, no el
vaquero ardiente mirándome con una sonrisa de voy-a-derretir-tus-bragas.
—No, no es lo que esperaba —respondí, girando la cabeza para
poder devolver el favor de la boca justo en los límites de su oreja—. Es
mejor.
No podía ver la expresión de Jesse por la forma en que mi cabeza se
encontraba, pero la sentí sin tener que verla. Sentí la forma en que sus
brazos se apretaron a mí alrededor. Sentí la forma en que el lado de su
cara se pegó al mío. Lo sentí en lo físico, pero lo sentí en algo más,
también. En algo más profundo que estaba justo debajo de la superficie.
Fue asombroso. Fue propósito.
Fue una primera vez.
Sin embargo, otras de las muchas que había experimentado con
Jesse. Y las manos y la boca, del tipo ni siquiera habían vagado aún en
territorios para mayores 13. Eso decía algo.
Un montón de algo.
Cuando Sunny trotó sobre una suave colina, el árbol, la Vieja Bessie,
y el resto de los chicos y sus caballos apareció a la vista. No me encantó
exactamente volver a la realidad, pero mis emociones se centraban más
en esos preciosos pocos minutos en que habíamos escapado de la
realidad. Nunca había sido la chica vaso medio lleno, pero parecía en
peligro de convertirme en una.
Jesse tiró de las riendas cuando estábamos a un par de cientos de
metros, y Sunny desaceleró a un paseo. Por supuesto, se trataba de un
paso rápido.
Neil se encontraba de pie en la cama de la Vieja Bessie, cerrando la
parte posterior de la nevera y nos saludó cuando nos vio venir. Nadie más
parecía muy interesado en nosotros. O bien, como Jesse había dicho
acerca de todos los rumores disparándose al momento que nos fuimos, o
fingían desinterés.
Oh, bueno. A Neil no parecía importarle que su hijo y yo hubiésemos
cabalgado hacia el atardecer a la hora del almuerzo, presentándonos
quince minutos más tarde con una sonrisa tonta en la cara y los brazos de
Jesse ceñidos a mí alrededor, de tal manera que no era necesario
mantenerme fija en la silla.
—¿Por qué es que no te pareces a una sola persona en tu familia? —
dije a la ligera, viendo a Neil. Aparte de la forma de vestir, Jesse y él no
podrían haber lucido más diferentes—. Seguramente tiene que haber una
razón.
Esperé a que respondiera con algo que tuviese que ver con consumir
grandes cantidades de cereal o que el ADN se tomó un día libre cuando
Jesse fue concebido, pero se encogió de hombros. —Hay una razón para
todo, Rowen.
Una persona no tiene que ser especialmente perspicaz para atrapar
el torrente de palabras con significado debajo de las de Jesse. —Vaya,
gracias, Aristóteles —bromeé—. Y ahora ya lo he visto todo. Un filósofo
vaquero.
Su suave risa vibró contra mi espalda. —Soy mucho más profundo de
lo que parezco. No soy el tonto palurdo que podrías pensar que sería.
Era mi turno de reír. —Jesse, me di cuenta después de dos palabras
contigo que no eras un palurdo estúpido. No en esta vida ni en ninguna de
tus vidas anteriores o futuras.
—Ese es el cumplido más dulce y extraño, que alguna vez me han
dado. —Tiró de las riendas una vez más, y Sunny se detuvo. Estábamos de
vuelta con los otros, y me di cuenta de las miradas de lado que todos
lanzaban hacia nuestro lado, Jesse había estado en lo cierto. Él y yo
"escapándonos" lejos sin ser notados había sido una entera ilusión. Por otra
parte, cuando el hijo de tu patrón empezaba a prestar atención a la
nueva chica con un pasado cuestionable, supongo que los rumores eran
un efecto secundario esperado.
—Jesse —llamó Neil—. Necesito que salgas con Walt y Justin apenas
consigas que Rowen vuelva a tierra firme. —Neil nos dio una sonrisa un
tanto divertida—. Algunas de las vacas ya han cruzado el río y los terneros
138
secos hoy.
—He aprendido a no esperar quedarme húmedo, seco, caliente o
frío hace mucho tiempo, papá —respondió Jesse. —Estoy en ello.
Neil hizo un gesto de reconocimiento antes de saltar fuera de la caja
de la camioneta y dirigirse hacia su caballo.
—¿Vas a nadar con los bebés para llevarlos a sus madres? —
pregunté, tratando de imaginarlo. No podía.
—Bueno, Sunny va a nadar. Voy a tirar el ternero sobre mi regazo,
aguantar bien fuerte, y esperar que la corriente no nos lleve lejos.
Mi rostro palideció. Ahora que, Jesse, Sunny, y un pobre ternero
fueran lanzados y rodados bajo las olas de un río embravecido, lo podía
imaginar.
—Sólo estoy jugando contigo, Rowen —dijo, apretando mi lado—. El
río es profundo, pero la corriente es buena y lenta. Tan lenta que ni siquiera
debería ser llamado río. Lo he hecho cientos de veces. Es pan comido. Hay
siempre unos terneros cada temporada que necesitan un poco de ayuda
para cruzar.
—Está bien —dije, sintiéndome un poco mejor. Pero sólo un poco.
Todavía sonaba peligroso.
—Tengo terneros que salvar. Así que será mejor que me ponga en
camino. —Su boca estuvo peligrosamente cerca de mí oído de nuevo—.
Por mucho que prefiera quedarme. —Se puso de nuevo en un rango
seguro, cuando volvió a hablar—. Simplemente mueve la pierna sobre el
cuello de Sunny, y me aseguraré de dejarte en tierra en posición vertical y
no en tu parte trasera.
—No voy a aguantar la respiración —dije. Levanté la pierna izquierda
sobre el cuello —gracias a Dios que Sunny había ido más lento desde que
comía un poco de hierba— y, efectivamente, me encontré aterrizando en
el suelo sobre mis pies un momento más tarde—. Eres bueno —dije, dando
la vuelta.
Por el aire de triunfo en su rostro, supuse que ya lo sabía. —Sé cómo
rodear a un caballo.
Miré a mí alrededor antes de responder. —¿Y yo?
El aire de triunfo se había ido, pero su sonrisa se hizo más
pronunciada. —Estoy aprendiendo. —Inclinando el sombrero hacia mí, hizo
ese sonido de clic y se giró con Sunny.
—Mantente a salvo —le grité—. Y no olvides ponerte un chaleco
salvavidas o algo así.
Incluso desde donde me encontraba oí su risa. —¿Oye, Rowen? —
dijo—. ¿Por qué el becerro cruzo el río?
¿En serio? ¿Qué venía después? ¿Bromas Toc-toc?
—¡Para escapar de ti! —grité. Eso me valió unas cuantas miradas
curiosas. Bueno, unas pocas más.
Otra carcajada. Esa fue acompañada por un movimiento de
cabeza mientras él y Sunny empezaban a trotar.
—¿Qué? ¿Porque lo lanzaste en tu silla y nadaste? ¿Debido a Jesse
Walker? —grité después de él.
Tanto el jinete y el caballo se detuvieron. Jesse frenó a Sunny
alrededor. Incluso desde esa distancia, vi el destello de intención en los
ojos de Jesse. Esto hizo que mí estómago cayera. —No —respondió—. El
ternero cruzó el río porque esa cosita asustada quería. —Jesse encontró mi
mirada por un segundo antes de azotar de regreso hasta estar con la
pareja que montaba por delante de él.
Incluso después de que había desaparecido de vista, me quedé
mirando el espacio donde había estado.
Jesse Walker me decía algo que no estaba tan segura de estar lista
para escuchar.
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Página
10
Traducido por Anelynn & Juliana Gómez
Corregido por LIZZY’
mañana? ¿Podría seguir con Jesse por un rato más? ¿Cuánto tiempo más?
¿Hasta el final del mes? ¿Hasta el final del verano? ¿Cuánto tiempo podría
mantener la verdad enterrada? ¿Cuánto tiempo antes de que él
despertara y lo viera?
Cuando seguí sentada en el coche, Rose serpenteó a través de las
flores, cerró la cerca que tenía para mantener a todos los animales salvajes
fuera de su jardín, y se dirigió hacia mí.
Rose era tan receptiva, como Jesse, y en este momento, no quería
estar cerca de alguien perceptivo. No quería darle a nadie un vistazo de
mi mundo.
Así que eché mis hombros hacia atrás, limpié mi expresión, y abrí la
puerta.
—¿Encontraste a los chicos bien? —preguntó Rose mientras se
detenía fuera de la camioneta. Tenía su sombrero rojo y cargaba una
canasta de brillantes y grandes flores. Desde donde me encontraba, cada
una lucía perfecta.
Todo a su alrededor, incluso las flores, estaban en un perfecto nivel
de lo que yo solo podía soñar.
Tuve que echar mis hombros hacia atrás otra vez. —La nevera está
vacía. —dije, señalando por encima del hombro—. Entonces, o me
encontré a los chicos o me topé con una manada de osos hambrientos.
Rose sonrió. —Por estas regiones, son lo mismo, cariño.
Di la vuelta hacia la caja de la camioneta para sacar la nevera.
Rose bajó su canasta de flores y vino para ayudar.
—Josie Gibson se pasó por aquí cuando no estabas —dijo agarrando
una manija de la nevera, una vez que abrí la puerta trasera.
—¿Josie Gibson? —dije—. Igual que… —¿Cómo lo digo? ¿La
maravillosa chica que me había encantado odiar pero no podía? ¿La
chica con un corazón tan grande como la monstruosa camioneta que
manejaba? ¿La madre Teresa quien me dio un aventón a casa y
prácticamente me rogó para que saliera con ella alguna vez? O la chica
que era…
—¿La ex novia de Jesse? —completó Rose.
Sí. Esa era.
Asentí una vez. —La conocí en el rodeo pero no capté su apellido.
—Esa es. Y es una Gibson, bien —dijo Rose mientras cargábamos la
nevera hacia la parte trasera del porche y la poníamos contra la pared—.
Esos Gibson han vivido por aquí durante mucho tiempo. No sé lo que vino
primero, los Gibson o la categoría de estado de Montana. —Ella se dejó
caer en uno de los columpios del porche, riéndose entre dientes para sí
misma—. Cuando Jesse y ella comenzaron a ponerse bastante serios,
empecé a preocuparme por si alguna vez se casaran, ella lo haría llevar su
nombre en vez de al revés.
Mi estómago se retorció un poco con esa información. Bastante
serios y casados era enorme. Me dejé caer en una mecedora enfrente de
ella y doblé mis brazos sobre mi estómago.
—De cualquier manera —Rose ondeó su manos—, ella paró aquí
para verte. Mencionó que de alguna forma te había convencido para ir al
gran honky tonk5 la siguiente semana y estaba comprobando otra vez
para asegurarse de que no te habías echado para atrás.
—Dudo siquiera que si hubiera tratado de retroceder, Josie me
dejara —repliqué, preguntándome por qué había aparecido
personalmente. Había un gran invento, alrededor de doscientos años
antes, conocido como el teléfono, que pudo haber utilizado. Pero sabía
por qué había venido. Porqué probablemente gastó 189 litros de gasolina
en esa máquina tragona suya para venir hasta aquí.
Era porque ella conducía hacia su casa.
No era una tonta. Josie podría haber sido la chica más agradable
que jamás había conocido, pero todavía era una mujer joven. Eso quería
decir que era la más santa de los pecadores.
Jesse había sido de ella por un par de años. Yo sólo había pasado un
par de semanas con él, y sabía que no era la clase de hombre que una
chica olvidaba. Era la clase de hombre que una chica pasaba toda su
vida preguntándose a sí misma, ¿Qué si? Era el tipo de hombre que una
mujer pensaba cuando se sentaba en la mesa de una cafetería frente a su
segundo esposo.
Dejando todo el drama de lado, Jesse era el chico del que una
chica nunca se olvidaba. Fin de la historia. La historia más verdadera jamás
dicha.
Lo sabía porque sentía lo mismo. Nunca olvidaría a Jesse Walker.
—Probablemente tengas razón. Josie no toma un no por respuesta
muy seguido. —La expresión de Rose cambió. Cambió de despreocupada
a preocupada. Raramente había visto ese cambio en su rostro—. Ese es el
motivo por el cual estaba tan sorprendida cuando aceptó el no de Jesse
cuando intentó volver con él. No presionó. No peleó. No defendió su caso.
Ella solo… lo dejó ir. —La frente de Rose se arrugó como si estuviera
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estudiando las tablas del porche, como si quizás, entre sus grietas y fisuras,
Página
5 Es un tipo de bar con acompañamiento musical típico del sur de Estados Unidos.
pudiera encontrar las respuestas—. No sé qué pasó entre esos dos, el señor
sabe que los labios de Jesse están sellados, pero tú no pasas de casi
llevarla al altar a ni siquiera querer decir su nombre sin que algo bastante
grande esté pasando.
Qué pasó entre Jesse y Josie parecía ser la pregunta del millón de
dólares. Nadie parecía saberlo.
—Intenté ser fuerte por Jesse después de que rompieron. Aunque él
trató de no mostrar lo mucho que estaba herido, me di cuenta. Una madre
siempre sabe cuándo uno de sus bebés está dolido. —Mordí mi lengua y
guardé mis opiniones sobre el asunto para mí misma—. Pero creo que mi
corazón estaba casi tan roto como el suyo. —Me dio una sonrisa triste y
sollozó—. Estaba tan segura que Josie iba a ser mi nuera un día. Había
comenzado a tratarla como una hija sin ni siquiera darme cuenta.
—La extrañas —dije. Era obvio en la expresión de Rose que lo hacía.
—Sí. La extrañé mucho al principio, cuando rompieron, pero el
tiempo, como todo, alivia el dolor —dijo Rose. Agarrando el
descansabrazos del columpio—. Lo que encuentro que más extraño ahora,
sin embargo, es el consuelo de saber que mi bebé había encontrado una
buena persona para pasar el resto de su vida. Cuando estaba con Josie,
sabía que estaba bien cuidado y amado. Al final del día, es todo lo que
una madre puede pedir cuando su pequeño pajarito deja el nido. —Rose
exhaló lentamente con su nariz—. Que encuentran otro nido tan amoroso y
cálido como el del que ellos volaron.
Mis ojos se cerraron. Mi corazón cayó. Mis hombros se hundieron.
Sabía que Rose no decía eso para herirme, ella no tenía idea de
cómo me sentía por Jesse, pero su discurso, después del discurso de Garth,
era el punto de inflexión. El último bloque de madera se deslizó fuera de la
torre y la hizo desmoronarse.
Había estado viviendo un sueño. Me había perdido dentro de éste, y
equivocado con la realidad.
Y justo acababa de despertar.
Me puse de pie y encontré que mis piernas eran más fuertes de lo
que habría pensado. Supuse que después de despertar, podía aceptar mi
destino con valentía. —¿Rose? ¿Te importaría si me tomo el resto del día
libre?
Su cara destelló con preocupación.
—He tenido este desagradable dolor de cabeza todo el día y
parece que no puedo quitármelo —dije, hundiendo un dedo en mi sien. El
dolor real corrió un par de metros más abajo—. Sólo voy a encontrar un
lugar calmado debajo de un árbol y espero que algo de aire fresco y
descanso sirvan. —Odiaba mentirle a Rose. Odiaba mentirle más de lo que
había odiado mentirle a alguien más, pero tenía que hacerlo. No podía
fingir otras nueve horas manteniéndome de una sola pieza. Vería a través
de mi comportamiento, o lo perdería enfrente de ella, y no quería que
supiera sobre Jesse y yo. No quería que alguna vez lo supiera. No quería
darle una razón para estar avergonzada de su hijo y estar incómoda cerca
de mí.
—¿Tomaste algún calmante para el dolor, cariño? —preguntó,
levantándose del columpio.
—Sólo cerca de cien —exageré—, pero esta cosa está más allá de la
medicina ahora mismo.
—Pobrecita —dijo, luciendo como si quisiera envolverme en un
abrazo gigante—. Claro. Toma el resto del día libre, sólo dame un grito si
necesitas algo.
La culpa apareció cuando vi cuán rápido había estado de acuerdo.
Con cuanta facilidad le puse la venda sobre los ojos—. ¿Estás segura que
tú y las chicas estarán bien? Puedo volver alrededor de la hora de la cena
si necesitan una mano.
—Por favor —dijo, despidiéndome con la mano—. Las chicas y yo
hemos estado cocinando pastel de carne por tanto tiempo que podemos
hacerlo en nuestros sueños. Ve a encontrar un árbol con sombra y
descansa algo. —Señaló hacia el viejo contenedor en el porche donde
guardaba las almohadas y sábanas—. Agarra una sábana y una
almohada, y pasaré a revisarte más tarde.
—Gracias —dije mientras abría el contenedor y agarraba la primera
sábana.
—¿Tienes el teléfono contigo?
Di una palmadita en mi bolsillo de atrás. —Para que tenga el placer
de revisarme.
Rose sacudió su cabeza. —Ve a descansar un poco, niña tonta.
Debes de tener una jaqueca. Tu humor está apagado esta tarde.
Le lancé un saludo a Rose antes de bajar los escalones del porche y
dirigirme como una abeja hacia el campo. Mis pulmones no funcionaban
correctamente. No desde las palabras de Garth y Rose. Sentía como si
148
apenas pudiera llenarlos de aire hasta la mitad. Tenía una teoría: cuanto
más me alejara de Willow Springs, mejor iba a poder respirar de nuevo.
Página
más como agua que como alcohol. Había experimentado eso suficientes
veces para saber que estaba a unos pocos tragos de quedar inconsciente.
Así que tomé un trago más y se lo pasé de vuelta a Garth. Estaba
oficialmente restringiéndome a mí misma.
—No podemos hablar de nuestras familias. No podemos hablar sobre
nuestro pasado. Y no podemos hablar sobre Jesse, y estoy suponiendo, de
nadie de los Walkers. —Miró en mi dirección y aguardó. Como si estuviera
esperando a que concordara con él.
Así que levanté mis cejas le di de una mirada de ¿cuál es tu punto?
—¿Entonces de qué hablaremos? —Parecía entretenido consigo
mismo. O conmigo. O con la situación. No podía decirlo, y el alcohol sólo
hacía las emociones más difíciles de descifrar.
—¿Por qué sólo no hablamos? —sugerí. En parte porque no me
sentía de humor para hablar, y en parte porque estaba cerca del punto en
el que hablar sería difícil. Al menos hablar sin enredar las palabras. Me
hundí más profundo en la silla y mi cobija, cerré los ojos, y dejé que el
alcohol hiciera su trabajo.
—Esa es mi forma favorita de tener una conversación —replicó,
sonando como si se estuviera acomodando en su silla.
Así que finalmente estábamos de acuerdo en algo. —La mía
también —dije justo antes de darme cuenta de que la neblina me llevó, o
bien me dormí o caí inconsciente.
Fuera lo que haya sido, fui traída de vuelta a la superficie cuando
una mano se acomodó en mi mejilla. La mano era cálida, áspera y fuerte.
Otra mano se enredó en mi cabello antes de que un par de labios se
deslizaran justo debajo de mi oído en la cumbre de mi cuello. Las manos
sosteniendo mi cabeza en su lugar se adentraron más profundas cuando
esa boca comenzó a viajar por mi cuello. Cuando se detuvo en la base y
gentilmente succionó la sensible piel, gemí. El toqué era familiar pero
desconocido. La urgencia de la caricia, la gentil fuerza en las manos eran
familiares. La barba que sentí rozar contra mi cuello y el aroma picante
eran desconocidos.
Cuando esa boca hizo su viaje de regreso por mi cuello, me arqueé
para que se acercara y prácticamente temblé cuando su lengua probó mi
piel.
—Jesse… —susurré, tratando de empujar entre la niebla. Quería
tocarlo de vuelta con la misma clase de precisión. Quería sentirlo, pero mis
manos se hallaban adormecidas y apenas podían funcionar.
Lo que pasó después, no lo esperaba. Las manos y boca se
apartaron como si las hubiera sacudido antes de que sintiera la vibración
de un cuerpo llevándole lejos. Justo antes de que cayera de nuevo en mi
estupor, escuché lo que parecía como otra botella rompiéndose contra
algo.
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Página
11
Traducido por Mel Markham
Corregido por vaviro78
¿Qué pasa?
había otros chicos, pero solo había un Jesse Walker. Gruñí cuando una de
ellas lanzó un codazo a mi lado que me empujó. Maldición. Esas chicas
buscaban de sangre. Debería haberme puesto las botas con punta de
Página
acero. Lo habría hecho si hubiera sabido que estaría entrando en una
zona de combate.
Una vez que pasé el enjambre principal de chicas, me enderecé
frente a Jesse y la apretadora de bíceps.
—Hola. Tú. —No me había notado porque tenía ojos para nada más
que los músculos de Jesse—. Si frotas su brazo por más tiempo, le vas a
sacar la piel de inmediato. Ve y encuentra otro vaquero de mascota.
Tengo que hablar con éste.
Cuando por fin me miró, vi que las chicas del condado podrían
hacer las mismas expresiones feroces que las chicas urbanas a las que
acostumbraba. Nota mental hecha.
—Jesse —dijo con una voz almibarada—. ¿Conoces a esta... —Sus
ojos me recorrieron arrugando la nariz mientras me notaba—, esta... cosa?
Mis puños se cerraron a los lados. Me recordé a mí misma tomar una
respiración lenta. Ella no decía nada que no hubiera oído antes. No decía
ni de cerca lo peor que había escuchado antes. Me di la vuelta para
regresar, cuando una camisa blanca se situó en frente de mí.
—Adios, Shelby. —La voz de Jesse era fría y sus hombros estaban
tensos. Era una torre de delante de mí, pero cuando Shelby resopló, no me
pude resistir asomando la cabeza por detrás de él.
—Adios, Shelby. —Hice mi voz tan almibarada como podía y le di un
saludo exagerado.
Otra mirada feroz, pero siguió caminando. En su mayoría, sus
compañeras de adoración a Jesse la siguieron.
Casi sonreí, pero se encontraba esa pared de ladrillo cuando di la
vuelta y esos ojos suyos hicieron difícil inhalar y exhalar.
—Viniste —dije, dando un paso atrás, porque al estar tan cerca de
Jesse ponía ligera mi cabeza. El proceso de pensamiento lógico se volvió
casi imposible de alcanzar.
Se encogió de hombros, pero esa fue la única respuesta que me dio.
¿Jesse Walker me aplicaba la ley del hielo?
—¿Estás pasándolo bien? —Traté otra vez, dando otro medio paso
atrás, porque todavía podía oler ese perfume a jabón y champú de él, y
que jugaba con mi cabeza también.
Levantó el otro hombro.
Así que sí. Jesse Walker aplicaba la ley del hielo conmigo. Yo era
probablemente la única persona que podía reclamar ese honor.
—¿Vas a hablar conmigo, Jesse? ¿O vas a comunicarte conmigo
encogiendo los hombros el resto del verano? —Más vale ir al grano. No
sabía cuánto tiempo estaría fuera Josie, y tenía que hablar con Jesse. Tuve
que quitar las molestias entre nosotros.
Se sorprendió a sí mismo en medio de otro encogimiento de
hombros. Con un suspiro, se pellizcó el puente de la nariz y cerró los ojos. —
¿Qué quieres que te diga, Rowen? —preguntó, con voz tensa—. He estado
devanándome la cabeza toda la maldita semana tratando de averiguar
qué decir cuando te viera de nuevo, pero no podía pensar en nada.
Obviamente. —Movió su hombro y me dio una pequeña sonrisa.
Una pequeña sonrisa era un comienzo. Y se comunicaba conmigo,
palabras reales y todo. Lo acepto. Su mirada cambió, justo por encima de
mi hombro, y esos ojos azul cielo eran tan negros como podían. No
necesitaba mirar detrás de mí. Sabía que un sombrero de fieltro negro se
encontraba detrás en algún lugar.
Jesse levantó la barbilla. —Garth está allí si quieres bailar con él. —Di
un paso atrás de nuevo por el hielo en su voz.
—¿Y qué si quiero bailar contigo? —dije, logrando sonar más valiente
de lo que me sentía.
—¿Qué pasa si lo haces? —Sigue siendo de hielo, pero no daría
marcha atrás. No dejaría que me empujara tan fácilmente. Le debía una
explicación, y no me iré hasta que la tenga.
—¿Te gustaría? —pregunté. Había tanto entre líneas en esta
pregunta, casi me estremecí solo anticipando su respuesta.
—Eso depende. —Sus ojos siguieron clavando agujeros en la parte
trasera o delantera de Garth. No estaba segura, y no me gustaría mirar por
encima de mi hombro para saber—. ¿Estás pensando en tener un
pequeño campamento en el remolque de Garth Back esta noche después
de bailar conmigo?
¿Amargo? ¿Celoso? No eran palabras que yo usaría para describir a
Jesse, pero esta noche, parecía ser un poco de ambos.
—Jesse. Lo lamento —dije—. Dejé que Garth entrara en mi cabeza.
Dejé que me recordara todos mis miedos e inseguridades. Dejé que me
dijera lo que merecía y lo que no merecía. —Mierda. Sí me volviera más
vulnerable, me convertiría en un enorme, llaga sangrienta.
178
—Lo sé —contesté en voz baja. Podría haber pasado por todas las
razones que tenía. Por qué era tan fácil creer a los Garth Black del mundo.
Por qué el mal era mucho más fácil de creer que el bien. Hombre, hubiera
podido hacer conferencia sobre lo “jodida que estaba”, pero mi disculpa
no era por mí. Se trataba de Jesse. Fue por lastimarlo y la necesidad de
hacer las paces.
Jesse estudió mi rostro, como si estuviera tratando de ser objetivo
acerca de todo esto, pero no lo consiguió. Un largo suspiro siguió.
—¿Qué hacías esa noche en casa de Garth de todos modos,
Rowen? ¿Por qué, joder, me besabas por la tarde y te acurrucabas en su
sillón más tarde esa noche?
Casi lloro por el dolor en la voz de Jesse solamente. De saber que mis
acciones han causado tal nivel de daño en él. Todo dentro de mí quería
editar la verdad. Todo dentro de mí quería apaciguarlo con una respuesta
superficial. Todo dentro de mí quería protegerme.
Abrí todo y lo largué con una respiración profunda. —Debido a que
Garth Back no es capaz de romper mi corazón. —Me mordí el labio y
presioné—. Tú sí. —El hielo en la expresión de Jesse se derritió. Sus ojos se
suavizaron. Las arrugas en la frente suavizadas—. Yo nunca tengo que
preocuparme por que Garth me lastime, porque sé que lo hará. Sé qué
esperar de él. Sé que va a meter la pata y que dejarme, si yo no lo dejo
primero. No le doy cada pedazo de mí, porque sé en lo que me estoy
metiendo. No sé lo que me estoy metiéndome contigo y si me entrego a ti,
podrías romperlo todo. —¿Realmente derramaba mis entrañas en un bar
con cientos de personas alrededor? Tomé un análisis rápido de la zona. Sí.
Estaba segura que sí—. Me haces sentir demasiado, Jesse. —Crucé los
pocos pasos que había puesto entre nosotros—. Y me asusta.
Hubo casi un minuto de silencio entre nosotros. Nada más que él
estudiándome y yo dejándolo. Un minuto de silencio después de eliminar
ese tipo de cosas profundas en un hombre es, básicamente, una
eternidad. Por último, la boca de Jesse se abrió.
—Cuando te abres a la gente, dejas que el mal entre con el bien. No
puedo prometer que no voy a hacerte daño, Rowen. Pero no a propósito.
Nunca te haré daño intencionalmente. Te puedo prometer eso. —La mano
de Jesse bajó hasta mi cintura, pero no me atrajo hacia él. Se acercó a
mí—. Pero si esto es algo que vamos a darle una oportunidad, necesito que
me prometas lo mismo. Necesito que me prometas que no vas encontrar
una manera de alejarme, o herirme, o dormir en el sillón de Garth Back,
cuando, no si, las cosas se ponen raras. Te puedo decir que no quieres
dejar que la gente entre, que te da miedo, pero necesitas dejarme, si
vamos a tener la oportunidad de luchar. No puedes apartarme en el
momento que me dejas entrar, por mucho que lo quieras. —Sus dedos se
curvaron en mi cintura, y el calor y la fuerza en ellos hizo que mis párpados
pesaran—. No me lastimes, Rowen —susurró de manera que tiró todos y
cada uno de los sentimientos que tenía por Jesse.
Sabía que dejarlo entrar sería como ir contra una corriente fuerte.
Sabía que no se sentiría natural, o ser mi primer, segundo o incluso tercer
instinto, y sabía que iba a ser una lucha diaria para no huir de Jesse
cuando las cosas se pusieran serias, cuando las cosas se pusieran...
aterradoras, como él había dicho.
Pero cuando miré esos ojos lo vi todo, esos ojos que me veían, sabía
que la pelea iba a valer la pena. La lucha para dejarlo entrar cuando
quería montar una barricada en las ventanas y bajar las compuertas sería
una batalla que nunca me arrepentiría de combatir.
Aspiré. Exhalé. Entrelacé mis dedos con los de su mano que todavía
descansaba en mi cintura. Trabé mi mirada con la suya.
—No lo haré.
Era una promesa. Un voto. Una oración. Me emocionó. Me aterrorizó.
Pero lo que noté, fue el calor corriendo por mi cuerpo y en mis venas.
La sensación de paz que se apoderó de mí era algo que nunca había
sentido antes. ¿La siguiente cosa que me abrumó?
La sonrisa que iluminó su rostro.
—Creo que me debes un baile —dijo, deslizando la otra mano
alrededor de mi cintura. No estábamos en la pista de baile, ni cerca de
ella, pero pudimos hacer nuestra propia pequeña pista de baile allí. Posé
mis manos sobre su pecho, y traté de presionar más cerca. Al parecer,
estábamos tan apretados como dos personas pueden estarlo.
—Te debo tres. —Le guiñé un ojo.
—Después de la semana pasada, creo que me debes más que eso.
—Inclinó su sombrero hacia atrás.
—¿Qué tienes en mente? —pregunté cuando paramos de
balancearnos en el silencio de una canción terminando y otra
comenzando.
—Ya pensaré en algo. —Una esquina de su boca se elevó más alto
que la otra—. Pero ¿por qué no me besas mientras estoy pensando?
Fue uno de esos momentos en los que se sentía más a una escena
extraída de una película o un libro. Chicos y chicas moviéndose en un beso
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mientras la banda tocaba una canción lenta... las chicas miraban por un
breve momento sobre el hombro al chico antes de que cerrara los ojos
para saborear sus labios y ver... a la ex novia del chico.
Página
—Maldición —susurré. Josie nos miraba con una expresión en blanco.
No parecía extremadamente enojada o irreversiblemente herida. Se veía
más bien como que no podía entender lo que veía.
—¿Qué? —dijo Jesse, retrocediendo justo antes de que su boca
conectara con la mía. Pude haberlo besado...
Pero no podía hacer eso delante de Josie, no con ella mirando
como si fuera la persona más confundida en el lugar. Le debía una
explicación, también. Le debía una gran cantidad de explicaciones
últimamente.
—Mantén ese pensamiento. —Le lancé una rápida sonrisa antes de
girar a su alrededor.
—¿Rowen? —Me agarró de la mano—. ¿Acabas de olvidar lo que
dije hace dos minutos?
Lo miré, confundida.
—Todo eso de “no puedes huir cuando las cosas se ponen serias".
—Jesse, confía en mí, no hay nada que prefiera hacer ahora mismo
que besarte como loca, pero Josie acabó de entrar y nos vio juntos, y…
Bueno, parecía un poco… escandalizada.
En su frente se hizo una línea mientras miraba tras de mí. Suspiró
cuando la vio. —¿Quieres que vaya contigo? ¿Qué le hablemos los dos
juntos?
Sacudí la cabeza. —Creo que sería una discusión más productiva si
no estuvieras presente.
Arqueó una ceja.
—Me distraes demasiado, y si le voy a explicar a Josie lo que hacía
con su ex novio, y además, apelar a eso de que no me odie, voy a
necesitar todas mis facultades mentales.
Me sonrió.
—Deséame suerte —le dije, apretando su mano antes de irme.
—Buena suerte. —Lo escuché decir mientras me dirigía hacia la
todavía sorprendida Josie.
No huyó ni me miró fijamente mientras me aproximaba; solo continuó
mirándonos de hito en hito mientras intentaba aceptar algo imposible.
Cuando me detuve frente a ella no miró detrás de mí otra vez. No
estaba segura de si era porque Jesse se había cambiado de posición o
porque ya no podía mirarlo más.
—¿Quieres hablar? —Miré a la puerta.
Ella sacudió la cabeza.
Guie el camino entre la gente y ella me siguió. La noche había dado
muchas vueltas inesperadas. Buenas vueltas, malas vueltas. Buenas, malas.
Buenas con malas. Justo como había dicho Jesse. Tenía que aceptar lo
malo con lo bueno porque es inevitable.
No dije nada hasta que estuvimos fuera y lejos de cualquiera que
pudiera escuchar.
Giré y no pude hablar con la rapidez suficiente. —Josie, siento tanto
que acabes de ver eso.
Miró al suelo y se cruzó de brazos. —¿Pero no sientes el enamorarte
de mi ex novio? —Su voz no era precisamente afilada, pero las palabras
me golpearon como si lo fueran.
No quería mentirle, pero no podía mentirme a mí misma. No podía
hacerlo parecer un capricho vacío. —No, no lamento enamorarme de
Jesse —dije suavemente. Su rostro se llenó de líneas—. Pero siento hacerte
daño en el proceso. Lo siento muchísimo.
Rumió algo por un momento. —¿Por qué no me dijiste nada?
—Hasta hace unos minutos, no sabía qué decir. Sabía que me
gustaba Jesse. Sabía que yo solía gustarle. Solo que no sabía si aún era así.
Josie cerró los ojos. —Vi el modo en que te miraba, Rowen. El modo
en que te tocaba. —Exhaló y se recostó a la camioneta a su lado—. Si aún
no estás segura de si le gustas o no, te puedo decir, ciento por ciento
segura, de que sí.
Mi corazón explotó con sus palabras. Se rompió con sus palabras.
Maldición, esa era una discusión difícil con la ex novia del chico que hacía
mi corazón golpear con tanta fuerza.
—Lo siento —dije, porque no tenía nada más. Lo diría toda la noche
si era lo que necesitaba escuchar.
—No, lo sé, y honestamente… sospechaba de que algo pasaba
entre ustedes dos desde hace algún tiempo —dijo—. Apesta, pero es
como lo que te dije ahí dentro. Supe, cuando Jesse y yo rompimos, que era
algo permanente. Supe que no había oportunidad para enmendar las
cosas y seguir adelante juntos. Sabía que terminaría con alguien más. Me
sorprendía que no se viera antes con alguien, dado el desfile que
prácticamente tuvieron cuando averiguaron que habíamos terminado. —
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otra chica, sin importar quién fuera. —Miró hacia arriba y me las arreglé
para formar una pequeña sonrisa—. Al menos puedo decir que me gusta
la chica de la que se enamoró.
Otro momento de explosión/rotura. Josie nos había encontrado a
centímetros de besarnos, y aquí me encontraba, dos minutos después,
admitiendo que apestaba el verlo, pero al menos tenía su sello de
aprobación. ¿Por qué la primera chica de la que quería ser amiga por
largo tiempo resultó ser la ex del chico que me gustaba?
Ah, sí. Gracias, Parcas, por el recordatorio: la vida es injusta. Más
veces de las que no lo era.
Hice algo completamente fuera del personaje, otra vez, y la rodee
con los brazos para darle el más sincero y raro abrazo en la historia de los
abrazos. —Entendería si quisieras odiarme del todo. Incluso diría que me lo
merezco.
Josie hizo un sonido que sonaba en parte risa, en parte sollozo, luego
me devolvió el abrazo. Fuerte. Hablamos del abrazo más fuerte en la
historia de los abrazos. —Probablemente sería mejor si te odiara. Sería más
sencillo si también pudiera odiar a Jesse. Pero no puedo.
Sentí un par de lágrimas recorrer mi hombre. —Así que, ¿estás
diciendo que no quieres odiarme? Porque te apoyaría totalmente si así
fuera.
Cuando hizo ese sonido de nuevo, era más una risa que un sollozo. —
Estoy segura. Pero si rompes el corazón de Jesse Walker como lo hice yo,
entonces te prometo que te odiaré felizmente.
Yo misma me odiaría también.
—Hecho —dije—. ¿Alguna indicación en cuanto a cómo
mantenerme alejada de romper dicho corazón?
Se echó hacia atrás para mirarme a los ojos. Los suyos estaban rojos y
llorosos, pero también serios como nada más. —Seh. Aléjate de Garth Black
tanto como puedas. El tipo no tiene alma.
Asentí, pero no estaba tan segura de creerme la última parte. Sabía
con seguridad que Garth tenía un alma. Simplemente había escogido
enterrarla muy profundo, del mismo modo que yo durante tanto tiempo. La
parte de mantener la distancia no era un problema. Después de lo que
había aprendido, evitaría a Garth Black a toda costa.
—De acuerdo, mantenerme alejada de Garth —dije, levantando el
índice—. ¿Algo más?
—Sí —asintió—. Sé buena con él, Rowen. Jesse ha pasado por
mucho. No lo hagas pasar por más cosas. En sus diecinueve años ha
pasado mucho más de lo que nosotros pasaremos en toda una vida.
Fingí saber de lo que hablaba, pero, en realidad, no tenía idea. Jesse
tenía la vida más idealista con la que me había cruzado. Por supuesto,
sabía que lo que veíamos en la superficie era solo eso: el máximo jugador.
Había mucho más que no sabíamos de otras personas, demasiadas cosas
ocultas bajo la superficie.
Cualquiera que fuera el pasado de Jesse, a donde quiera que lo
llevara el presente, una cosa era cierta: lo quería en mi futuro.
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Traducido por kass :), hermanaoscura & Mar Winston
Corregido por Verito
Esa parte fue fácil. Mano, pie. Mano, pie. Lento y constante y, en lo
que no podría haber sido más que el tiempo de un minuto, mi cabeza se
asomó a la ventana de Jesse. No había ni rastro de él, pero la habitación
tenía forma extraña. Sólo podía ver una pequeña parte de ella desde la
ventana.
Traté de estar tranquila mientras me aferraba a la ventana y, con
algunas maniobras creativas, me las arreglé para meterme dentro de la
ventana sin hacer ruido.
Así que no era exactamente la gran entrada que había querido
hacer, pero por lo menos no me había roto el cuello en la chimenea, lo
cual era el gran logro. Di unos pasos vacilantes, sin poder verlo. Si había
hecho todo esto para encontrar nada más que una habitación vacía, no
estaría muy feliz. Los ángulos pronunciados del techo del ático formaban
un conjunto de ángulos agudos y espacios reducidos. No había alfombras
en el suelo, solo las tablas envejecidas, y las paredes no tenían yeso, por lo
que el aislante y los cables estaban a la vista.
Puede que él sólo haya vivido allí durante un par de semanas, pero
la habitación ya tenía impregnado su olor. La habitación no era mucho, y
ni siquiera había visto una cama todavía, pero ya me gustaba mucho.
Estaba limpia, tenía un montón de carácter y albergaba al chico que me
gustaba. Eso tenía los ingredientes para ser la mejor habitación que existe.
Dos pasos más adentro de la habitación y lo vi. Mi garganta se secó,
al mismo tiempo que mi corazón saltó más de lo que ya lo hacía mientras
había estado fuera en esa chimenea. Él se paseaba al lado de su cama en
el mismo pijama que había llevado la noche que pasamos juntos —lo que
significaba que no llevaba pijama— y parecía que susurraba algo.
Tan pronto como di un paso hacia él, su cabeza se levantó. Cuando
sus ojos se posaron en mí, fueron suaves durante un momento antes de que
fueran tan amplios como los ojos pueden ser.
Levantó los brazos a su costado, obviamente, un poco frenético,
pero no dijo mucho.
—No puedo entender las señales locas de tus brazos —le dije,
mientras seguía acercándose a mí, a la ventana, de espaldas a mí—. Las
palabras son una apuesta segura.
Él me dio una mirada de exasperación, levantó su dedo, y silbo con
su boca antes de darse la vuelta y agarro una taza. Después de dejar la
taza sobre la cómoda, se dio la vuelta. Me di cuenta de la botella de
plástico de líquido azul brillante al lado de la taza.
—¿Enjuague bucal? —le dije, tratando de no sonreír—. ¿Alguien
quiere un aliento fresco por alguna razón en particular?
Jesse se acercó a mí y se alineó a la ventana. —Alguien quería un
aliento fresco por una razón muy particular hasta que cierta persona hizo
un truco que pudo matarla.
Todavía me encontraba sonriendo demasiado durante todo lo del
enjuague bucal para que su estado de ánimo afecte al mío. —¿Quieres
decir el mismo truco que alguien realizó hace una semana y que también
podría haberlo matado? —Me pongo detrás de él y se paró cuando
estaba fuera del alcance de su mano. Me había dado cuenta de que se
hallaba a poca distancia de mí, no confiaba en mí misma para dejar de
tocarlo cuando comience a hacerlo.
—He escalado esa chimenea millones de veces, Rowen. Eso es
totalmente diferente. —Mira por la ventana, y su cuerpo se pone más
rígido.
—Bueno, estoy aquí. Viva. En una sola pieza. —No podía alejar mis
ojos de las profundas líneas que recorren su espalda. Quería trazarlas con
mis dedos. Quería probarlas con la lengua...
Necesitaba una fuerte bofetada en la cara y una ducha fría. —
Entonces, ¿podemos olvidarnos de cómo llegué aquí y disfrutar de que
estoy aquí?
Jesse metió la cabeza dentro de la ventana y se volvió hacia mí
lentamente. Sus ojos seguían ansiosos, pero su boca se veía sólo lo
suficiente para que me diera cuenta de que lo peor de la tormenta había
pasado.
—Tú no quieres que el enjuague bucal se desperdicie, ¿verdad? —Le
di una sonrisa sugerente, y él tomó mi sugerencia. Cruzó la distancia entre
nosotros hasta que su pecho estaba casi justo contra el mío. Sus manos se
movieron a su lugar preferido: la curva de mi cintura, justo por encima de
mis caderas.
—No, no quiero eso —dijo, sus ojos ahora claros. Fue increíble cómo,
con la distracción derecha, una chica puede hablar con un hombre
detrás de la cornisa todo el tiempo.
—¿Y bien? —Le dije un momento después—. ¿Estás esperando una
invitación?
Y como no se movió lo suficientemente rápido, apreté mis manos
alrededor de la parte posterior de su cuello, me levanté en mis dedos de
los pies, y llevé mi boca a la suya.
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palabras eran solo palabras, pero no éstas. Jesse lo había probado antes
de que él las hubiese dicho. Las lágrimas me cegaron.
Página
mía mientras se dejaba caer sobre mí. Sin aplastarme con todo su peso. Vi
la tensión en sus hombros gracias a estar sosteniendo su propio peso.
Página
Su lengua jugó con la comisura de mi boca, aunque no necesitaba
mucho estímulo para darle acceso. Cuando mi lengua tocó la suya, bajó
el resto de su cuerpo encima de mí, y el suspiro que gemí en su boca no
fue tranquilo o corto. Su erección presionó con fuerza en mi estómago, y
aunque apenas podía respirar con ella allí, la quería presionada con fuerza
en otro lado.
Mi mano dejó su espalda y tanteó todo el colchón, en busca de esa
cajita.
Mantuve el ritmo de sus besos en medio de mi búsqueda, y casi grité
de alegría cuando mis dedos tocaron la caja. Agarré lo que necesitaba y
arranqué uno de la tira. Necesitaba ambas manos para rasgar la
envoltura, pero no pasó mucho tiempo. Todo el tiempo, las manos de
Jesse, su boca y su cuerpo continuaron con sus actividades. Cada beso
me acercaba, me levantaba con cada toque. Cuando sus caderas se
flexionaron contra las mías, solté otro gemido.
—Maldita sea, Jesse —respiré, maniobrando mis manos hacia abajo
donde las necesitaba.
—¿Qué?
—Necesito que reduzcas la velocidad y coloques el condón o de lo
contrario voy a acabar incluso antes de que tengas la oportunidad de
perder tú virginidad.
Respiraba con tanta fuerza que casi jadeaba y su rostro estaba
enrojecido. —¿Estoy haciendo algo mal?
—No —le dije al instante—. Lo estás haciendo muy, muy bien.
Esa sonrisa de suficiencia reapareció, y sus caderas se flexionaron
contra las mías de nuevo. Aunque hubiera querido, no hubiese podido
retener el sonido que escapó de mi boca.
—Sólo he esperado veinte años por este momento. He estado
jugando con todo esto en mi cabeza por un tiempo, así que es bueno
saber que está funcionando en la vida real.
—Está funcionando —insistí, justo cuando envolvía mi mano
alrededor de él.
Toda esa presunción desapareció de su rostro. De hecho, toda
emoción que no sea el deseo abandonó su rostro.
Alisé la mano por toda su longitud hacia abajo, luego hacia arriba, y
repetí el proceso hasta que estuve segura de que sería capaz de
contenerse si lo hacía una vez más.
—¿Cómo estuvo eso? —pregunté, poniendo el condón en su lugar.
—Sin palabras —jadeó, flexionando contra mi mano mientras
terminaba con el condón.
Presioné un beso en la curva de su cuello mientras lo guiaba más
cerca. Una vez estuvo en el lugar que necesitaba estar, envolví mis piernas
alrededor de sus caderas y quité mis manos.
Una capa de sudor cubría todo su rostro, y su pecho subía y bajaba
tan rápido, que no estaba segura de cómo se las arregló para dejar salir
aquellas palabras, pero lo hizo. —Te amo. —Me besó con tanta dulzura,
como nunca me habían besado antes.
—Lo sé —le respondí, deslizando mis manos por su rostro.
Sus caderas se flexionaron, y se movió dentro de mí. Grité y enredé
mis manos en su cabello. Se movía tan lentamente y con cuidado, casi
como si yo fuera la virgen. Cuando estuvo tan profundo como pudo, se
estremeció y bajó la boca a mi oído. No dijo nada. Él sólo inhalaba y
exhalaba, permitiéndome seguirle el ritmo.
—¿Ves? —dije, apretando mis músculos a su alrededor—. Se siente
bastante genial, ¿no lo crees?
Jesse se quejó cuando lo apreté de nuevo. —Es jodidamente
hermoso —susurró, y entonces comenzó a moverse dentro de mí.
Noté que intentaba ir despacio, tomarse su tiempo, pero eso no era
un favor que necesitara. Así que levanté mis caderas y me moví a un ritmo
más rápido, hasta que él siguió el ritmo.
—Está bien, Jesse —dije—. Puedes acabar si estás listo.
—He estado a punto de acabar desde que te quitaste tu vestido.
Sólo estoy intentando estar a la altura del acuerdo.
—Créeme —dije, enredando con más fuerza mis manos en su
cabello—, ya estoy ahí. Sólo estoy esperando por ti. Por favor, no me hagas
esperar más tiempo.
—Gracias —dijo jadeando, moviéndose dentro de mí—, Dios.
Si no estuviera tan cerca de mi clímax, me habría reído del alivio
inundando su expresión. En cambio, levanté mis caderas y me moví contra
él, llevándonos más cerca.
—Rowen —suspiró, y cuando empezó a gemir, y moverse como si no
pudiera hacerlo lo suficientemente rápido, supe que había llegado al
202
verano? Por supuesto que tenía que pagarles por todo con una visita —
respondió mamá, dejándose caer en una silla—. Rose jura que Rowen ha
Página
sido de gran ayuda por aquí, así que tenía que venir a verlo con mis
propios ojos.
Neil se tomó su tiempo para acercarse a la mesa, como si estuviera
retrasándolo todo lo posible. —Siento decirlo, pero la mayoría de mis
trabajadores no trabajan tan duro como lo hace Rowen. Hemos sido
afortunados de tenerla.
Las tres chicas se sentaron en el extremo de la mesa opuesto al de mi
madre. Lily y Hyacinth simplemente intentaban no hacer contacto visual
con la contundente mujer que maldecía, pero Clementine la miraba
fijamente como si mamá fuera un accidente de tren del que no podía
apartar la mirada.
Jesse me guio al asiento al lado de Lily y tomó el otro enfrente de mi
madre. Mamá le dio un repaso una vez más que me hizo sonrojarme de
vergüenza y de ira.
Mis ojos se dirigieron a mi ensalada de frutas perfectamente
imperfecta. —Ooops —dije levantándome de mi silla—. Olvidé la crema
batida.
Acababa de sacar la crema batida que me había esforzado tanto
por hacer antes de la nevera, cuando oí pesados pasos entrando en la
cocina. Que agradable que el juguetito de mamá llegara a tiempo para la
cena. Tan pronto como miré al acompañante de mamá, me congelé.
Cuando sus ojos se deslizaron en mi dirección y su boca se alzó en una
sonrisa familiar, el recipiente se resbaló de mis dedos.
Cristal y crema batida explotaron a mis pies, pero eso no fue
suficiente para romper mi mirada congelada. Sólo cuando Jesse corrió y
bloqueó mi visión del hombre que aún me sonreía, pude moverme y
respirar otra vez. Rose le lanzó a Jesse un puñado de toallas de papel.
—Lo siento —dije, inspeccionando el daño a mis pies.
—No te preocupes por eso —dijo Rose—. La crema batida casera es
mi punto débil. Mis caderas te lo agradecen ahora mismo, Rowen.
Me arrodillé al lado de Jesse. Estaba ocupado recogiendo los
fragmentos de vidrio.
—¿Qué te pasa? —susurró, preocupado.
¿Qué debía decirle? ¿Debería decirle algo?
—Estoy bien —dije, absorbiendo la crema batida con las toallas.
—Rowen…
—Aquí hay una bolsa de papel para que puedan tirar el cristal y las
toallas sucias —dijo Rose, arrodillándose a nuestro lado.
Con Rose al alcance del oído, estaba decidido. No podía decirle
nada a Jesse.
Una vez que habíamos limpiado lo derramado, Jesse recogió la
bolsa y la puso directamente en la basura.
Mi madre nos había observado limpiar con el ceño fruncido. —
Simplemente hazme saber cuánto daño ha causado Rowen este verano y
te escribiré un cheque.
—A parte de un par de lotes de panqueques quemados, eso es lo
único que Rowen ha roto en todo este tiempo. —Neil me sonrió mientras
hacía mi camino de regreso a la mesa. Evité el contacto visual con el novio
de mamá mientras él se presentaba a Rose y Neil.
Me deslicé en mi asiento y me encogí. Incluso cerré los ojos durante
unos segundos, segura de que los abriría para descubrir que sólo había
estado viendo cosas.
Cuando finalmente los abrí para encontrar al mismo hombre que
acababa de sentarse en la silla enfrente de mí, supe que no había sido
una alucinación.
—Hola, Rowen —dijo el hombre, desplegando la servilleta y
colocándola en su regazo—. Seguro que es maravilloso verte de nuevo
después de todos estos años.
Me temblaban las manos en mi regazo, y la única emoción que sentí
fue impotencia.
—Es bueno tenerte de vuelta después de todos estos años —le dijo
mamá, inclinándose sobre él y dándole un beso de lleno en los labios.
Neil se aclaró la garganta. No estaba segura si podía decir que yo
estaba incómoda o si una pareja de adultos prácticamente besándose
apasionadamente en su mesa de la cena le hacía sentirse incómodo, pero
al menos hizo que se separaran por aire.
Jesse se lavaba las manos en el fregadero, y yo tenía la peor
necesidad de levantarme e ir hacia él. Tenerle envolviéndome en sus
brazos como lo hacía tan bien y me refugiaba.
—Oh, ¿así que ya se conocen? —Rose volvió a la mesa con un cesto
de rollos.
—Tenemos un poco de historia —dijo él—. Rowen, debo decir que te
has convertido en una joven mujer. ¿Cuándo fue la última vez que te vi? —
No podía soportar la forma en que me miraba lascivamente. No podía
soportar la forma en que me sonreía. No podía soportar la forma en que
226
mamá le miraba como si fuera algo para celebrar—. Trece, ¿no es así? —
Me temblaban las piernas, también, mientras la cadena de recuerdos se
Página
para saber que podía arreglármelas sin él. Me había hablado desde detrás
del acantilado y yo podía seguir alejándome de ella por mi cuenta. Lily
Página
una pausa y no dijo nada más durante lo que pareció una eternidad—. Mi
vida no comenzó de la manera que lo es ahora. De hecho, mi vida no
podría haber sido más diferente de lo que es ahora.
Junté mis cejas. —¿Qué quieres decir? —Levanté la vista hacia él y
sus ojos estaban en otro lugar. Un lugar aterrador.
—Neil y Rose son mi padre y mi madre, Rowen. Quiero que lo sepas
porque esa es una de las cosas más verdaderas que conozco, pero no se
convirtieron en mis padres hasta que tuve cinco años.
—Espera. —Negué con la cabeza, segura de que me perdía algo—.
¿Qué estás diciendo Jesse?
—Fui adoptado.
No podía responder. Al menos no inmediatamente. ¿Había oído
mal? ¿Él lo dijo mal? —¿Eres… adoptado?
—Sí, fui sacado de mi casa cuando tenía cuatro por el servicio de
protección infantil. A partir de ahí, fui dejado al cuidado del organismo
durante un año hasta que Neil y Rose —mi mamá y papá— me adoptaron.
El establo giró un poco. La información vino hacia mí de forma muy
rápida. —¿El servicio de protección infantil te alejó de tus padres?
Jesse se aclaró la garganta. —Me alejaron de la gente que me dio a
luz.
No estaba segura cuál expresión estaba más rota: la suya o la mía —
¿Por qué? —No tenía sentido. ¿Por qué no lo sabía? ¿Por qué nadie me lo
dijo?
El brazo de Jesse se puso rígido a mí alrededor. —Debido a que
carecían… de habilidades paternales. —Sus palabras eran planas y sin
emociones, pero su rostro no lo era. Su rostro delataba el dolor que lo
atravesaba.
—¿Qué? No lo entiendo. —De hecho, no tenía ni idea—. ¿Te hicieron
daño? ¿Qué pasó?
—Sí, me hirieron. Sí, jamás cuidaron de mí. —Jesse se movió y dejó
caer su cabeza contra la pared—. El punto de que esté diciéndote esto es
que quiero que sepas que no estás sola, Rowen. Sé lo que es querer
acurrucarse y morir en lugar de levantarse y enfrentar otro día. Sé lo que es
sentir que a ninguna otra alma en el mundo le importa si mueres. Sé lo que
se siente perder la fe en la humanidad.
Tuve una repentina y abrumadora urgencia de proteger a Jesse de
sus luchas pasadas y futuras. De colocar mis brazos a su alrededor y
abrazarlo fuertemente de la forma que él lo hizo cuando yo necesitaba
consuelo.
—Dios, Jesse —dije, envolviendo mi brazo alrededor de su
estómago—, no sé qué decir. Lo siento parece ser la peor cosa que podría
decir, pero no puedo pensar en nada más. —¿Qué podía una persona
decir a eso? ¿Cómo consuelas a una persona después de ese tipo de
revelación? No lo sé. Nunca he tenido a nadie que me enseñe la forma
cariñosa para responder.
—Lo siento funciona —dijo—, no estoy diciéndotelo porque busco
simpatía, Rowen. Estoy diciéndotelo para que sepas que no estás sola.
Para que sepas que puedes alejarte del pasado trágico y vivir una vida
tranquila.
Una vida tranquila. Qué no daría por tener una, pero estaba segura
de que nunca lo conseguiría. La gente como yo, que ha vivido el tipo de
vida que tengo, nunca vive una vida tranquila.
—¿Por qué nunca me lo dijiste antes? —Me senté y giré sobre el heno
para poder observarlo de frente. ¿Porque no me lo dijo? Habíamos
hablado aparentemente de todo lo demás. No era ingenua como para
pensar que ya no tuviéramos algunos secretos, pero no pensé en ese tipo
de secretos. Los monumentales.
Mientras pensaba en todas las cosas que había pasado por alto,
parecía tan obvio, debería haberme dado cuenta. La falta de similitudes
físicas entre Jesse y el resto de su familia, la falta de su foto de bebé en la
pared de la oficina de Neil con las chicas, la gente dando a entender que
la vida de Jesse no siempre había estado enlosada con oro, era todo tan
claro después de que me habían dado la última pieza del rompecabezas.
—Iba a hacerlo, Rowen. Pronto. —Jesse se giró así podía mirarme de
frente. Frunció el ceño la conversación entera—. Pero no es algo que le
diga a cualquiera.
—¿Fue porque no confías en mí lo suficiente como para contármelo?
—Traté de mantener mi voz y mis ojos en él.
—Por supuesto que no. Confió en ti con mi vida, Rowen. Confió en ti
implícitamente. —Su frente también se arrugó—. No te lo dije antes para
que pudieras llegar a conocerme, el que soy ahora, antes de decirte lo
que fui antes. Quería que conocieras mi presente antes de saber mi
pasado. Quería saber que si elegías estar conmigo, era porque me
amabas, no porque me tuvieras lastima.
Me sequé los ojos antes de que las lágrimas que se habían formado
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orgulloso de que papá y mamá vieran algo en mí que yo no, ellos creyeron
en mí. —Bajó la mirada hacia donde se entrelazaban nuestras manos. Se
quedó mirando por tanto tiempo, me preguntaba si había visto algo en
ellas que yo no—. No veo lo irrelevante en que cada persona que tenga
contacto conmigo sepa que soy adoptado. Es mi pasado. Sí, tuve una vida
dura, pero la enterré seis metros bajo tierra, hice las paces con ella y seguí
adelante. No voy a dejar que mi pasado arruine mi futuro.
Lo enterró, hizo las paces con él y siguió adelante ¿podría yo hacer
lo mismo?
En ese momento, después de todo lo que había pasado, no parecía
tan probable.
—¿Y tenías dudas? —pregunté.
Asintió y volvió su mirada a la mía. —Tenía tantas malditas dudas,
que no sabía qué hacer con todas ellas, pero dejé de buscar respuestas
que no querían ser encontradas y seguí adelante. Cuando los Walker
entraron en la agencia de adopción, tomaron una gran oportunidad en
un niño con problemas que probablemente se habría convertido en un
adolescente violento. No iba a pagarles a ellos que tomaron el riesgo,
convirtiéndome en lo que todo el mundo pensó que me convertiría. —
Llevo nuestras manos hacia su boca y rozó sus labios con mis nudillos—. Tú y
yo no somos tan diferentes, después de todo.
Y allí es donde él estaba tan equivocado.
—Jesse ¿no lo ves? —dije, en voz alta—. Nuestras historias pueden
haber comenzado igual, pero es sólo una similitud. Tomaste una mala
situación y te convertiste en la persona que eres hoy. —Me detuve el
tiempo suficiente para recuperar el aliento—. Yo tomé las malas
situaciones y dejé que me definieran.
Jesse pasó los dedos por su pelo y sacudió la cabeza. —No, tomaste
las malas situaciones y dejaste que te definieran por un tiempo y luego
decidiste superarlo. —Colocó su mano en mi mejilla—. Sólo que te tomó
más tiempo que a mí.
Quería creerle. Dios, habría dado todo por creer eso, pero no podía
creer una mentira. No podía engañarme a mí misma aceptando una
mentira.
—Esa es la versión más endulzada de una media verdad que jamás
he oído —dije, con mi voz elevándose—. Debajo de esta chica
“reformada” de la que te enamoraste, está la chica jodida que he sido
toda mi vida. Una chica que siempre estará, sin importar como intentes
ponerlo, jodida. —Me obligué a apartar la mirada de sus ojos, lo que lo
hacía más fácil—. Una chica con mi pasado no se merece un chico con tu
futuro, Jesse.
—Oh, Por favor —dijo Jesse, echando la cabeza hacia atrás—. Deja
de decir merezco esto y no merezco esto, maldición, y empieza a elegir lo
que es sano para ti. ¿Qué hay de comenzar a ser honesta contigo misma y
con lo que quieres? Porque quizás puedes tenerlo. —La voz de Jesse se
había ido, también. Los dos estábamos más allá del punto de mantener la
calma.
—¿Sano? ¿Honesta? —Me levanté de un salto porque no podía
permanecer sentada por más tiempo—. ¡Es tan fácil para ti decirlo, tú eres
el que vive una vida de ensueño con una familia que te ama, no el que no
va a tener a nadie, nadie, después de este verano! ¡Así que no me des
lecciones sobre lo que es sano!
Jesse inhaló y exhaló lentamente. —Me estás alejando otra vez,
Rowen. Me estás haciendo daño. —Jesse esperó a que lo mirara. No
podía, no debía.
Lo hice.
—De la gente que conoces, ¿a quién te recuerda eso? ¿Quién te ha
alejado y herido? ¿Quién ha hecho todo lo posible para mantenerte
alejada de ella? —preguntó con voz calmada.
Tuve mi respuesta al instante, pero cerré mis labios y sacudí la
cabeza. Limpié bruscamente una lágrima.
No me gustaba a lo que quería llegar y no me gustó la comparación
que estaba dibujando.
Jesse asintió, aceptando que no contestaría su pregunta
verbalmente. —Lo que nos ha sido negado es lo que negamos a otros,
¿pero por qué? ¿Por qué caemos en los mismos errores de esas personas
que siempre juramos no llegar a ser?
—¿No has oído? —introduje, limpié mis ojos con el dorso de mi
brazo—. La vida apesta.
Jesse siguió su camino. —Todos vamos, en algún punto de nuestras
vidas, a caer. Todos y cada uno de nosotros. —Se arrimó a mi lado y se
acercó más—. No podemos gastar nuestro tiempo tratando de evitar caer,
podemos gastar nuestro tiempo encontrando a alguien que nos ayude a
levantarnos.
Cuando levantó su mano y la acercó a mi rostro, retrocedí. —Sólo
necesito estar sola ahora. —Crucé mis brazos y me aparté.
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dejó ir. Rose tenía un sexto sentido sobre lo que necesitaba, sin tener
siquiera que hablar. Sabía cuándo necesitaba un abrazo, cuándo
necesitaba estar sola, y cuándo solo necesitaba pensar.
Ese sexto sentido tenía sentido. Había pasado por todo esto antes. Lo
llegó a entender con Jesse primero.
Por más que quería correr a toda velocidad escaleras arribas, no
podía. Apenas podía poner un pie delante del otro. Estaba agotada, física
y mentalmente. Agotada de la manera en que dormir no me curaría.
Una vez estuve dentro de mi habitación, me saqué lentamente mi
empapada ropa y me cambié a un par de mallas y esa vieja camiseta de
Jesse que se había convertido en mi camisa de dormir favorita. Me
aseguré de que mi ventana estuviera cerrada y bloqueada antes de
meterme en la cama.
Era la primera noche que mantenía mi ventana cerrada desde que
había escalado a la habitación de Jesse. Nunca creí que pudiera llorar
tanto como lo hice por una ventana, pero mis lágrimas me desgarraron tan
largo y tan duro que, después de un tiempo, me impulsaron a dormir.
El estallido de un trueno sacudió la granja, despertándome. Aún
estaba oscuro y mis ojos todavía se sentían hinchados, así que sabía que
no podía haber pasado mucho tiempo desde que me había dormido.
Después de buscar a tientas mi móvil, vi que era pasada la medianoche.
Otro estallido, ese sacudiendo aún más la casa, e instintivamente
alcancé el espacio junto a mí en la cama.
Y encontré… nada. Solo un espacio vacío y el fresco contacto de la
sábana.
Jesse no se encontraba acostado junto a mí. No estaba aquí para
envolverme en sus brazos, susurrar en su soñolienta voz que todo iba bien,
seguido por un bostezo, antes de que nos volviéramos a dormir.
Jesse se había ido porque yo lo había alejado. Como siempre sabía
que haría. Como sabía que tenía que hacer. Por razones que no podían
recordar completamente en el estupor de mi sueño, pero por razones que
antes habían parecido importantes.
Traté de acostarme. Esa vez prolongándose por dos segundos antes
de que se hiciera evidente que no podría volver a dormir con los
pensamientos propagándose a través de mi mente.
¿Cómo podía dejar ir a Jesse? ¿Cómo podía dejar ir a los Walkers?
¿Cómo podía simplemente cortar las mejores cosas en mi vida? ¿Debería
realmente alejarme porque las cosas se pusieron difíciles? ¿Debería
realmente alejar a las personas que me amaban porque se habían
acercado demasiado? ¿Debería realmente tomar la primera cosa positiva
que había entrado en mi vida y tirarla por la borda?
La compresión de que lo consideraba ampliamente me hizo darme
cuenta de que, como Jesse dijo, intentaba negar a los otros lo que se me
había negado. Me volvía como mi madre.
Ese fue el pensamiento que me sacó de la cama.
Me moví silenciosamente a lo largo del pasillo y las escaleras, y me
dirigí hacia la cocina. No tenía hambre, pero no sabía a dónde más ir.
Todo lo que sabía era que no podía permanecer en mi habitación y no
podía escalar a la habitación en la que quería estar hasta que entendiera
un montón de mierda.
Sabía que enfrentaba una de esas decisiones que cambiaban tu
vida. Uno de esos momentos definitivos. Me encontraba en una desviación
en la carretera. ¿Debería continuar a lo largo a la autodestructiva y familiar
ruta o debería escoger hacer un cambio, tan escalofriante y desconocido
como ese cambio sería?
Una destellante señal con la respuesta justo enfrente de mí sería
realmente agradable.
Una luz derramándose desde la sala de estar atrapó mi atención. La
casa estaba tranquila excepto por mis pasos golpeando suavemente por
el piso de la cocina, así que alguien debía haber dejado la luz encendida.
Arrastré los pies a través del vestíbulo, y cuando entré en la sala de estar,
no la encontré vacía como pensé que lo haría.
Rose se sentaba en el suelo, unos pocos álbumes de fotos extendidos
a su alrededor, acompañados con una taza con té aún echando vapor en
una bandeja.
Mi instinto me decía que me alejara antes que me notara. Fui en
contra de mi instinto.
—¿Tampoco puedes dormir? —dije, cruzando la habitación hacia
ella.
No lucía sorprendida de verme. De hecho, cuando miré de cerca la
bandeja de té, vi dos tazas en lugar de una. Pareciera como si hubiera
estado esperándome.
—No. —Sacudió la cabeza—. Nunca puedo cuando sé que uno de
mis bebés está lastimado. Supongo que es la maldición de las madres.
242
de los Walkers. Sus aún eran tristes, pero llevaba una sonrisa.
La foto en la próxima página era de Jesse en un caballo, tal vez un
Página
par de años mayor. Tenía un sombrero tres tallas más grandes. Tenía otra
sonrisa en su rostro, pero en esa, sus ojos igualaban su sonrisa.
—Estaba mejor —declaré, dando vuelta a la siguiente página—. Tú y
Neil lo arreglaron.
—Tomó demasiado tiempo y aún más trabajo duro, pero sí, Jesse se
encontraba mejor —dijo Rose, agarrando otro álbum—. Pero se arregló a sí
mismo. Lo ayudamos, pero la única persona que podía arreglar a Jesse era
Jesse.
Cuando sus ojos se movieron hacia mí, se suavizaron. También podría
haber dicho: La única persona que podía arreglar a Rowen era Rowen.
Unas pocas páginas más tarde, encontré una fotografía del Jesse
que conocía. Era unos años más jóvenes, pero llevaba la misma camiseta
blanca, ajustados vaqueros, brillante sombrero, y botas cafés. Era la
primera foto que veía donde sonreía lo suficientemente grande como para
notar sus hoyuelos. Mi corazón dolió cuando me quedé mirando esa
fotografía el tiempo suficiente.
Comencé a llorar nuevamente.
—¿Qué sucede, cielo? —Rose agarró mi mano y la apretó.
—Mi madre me odia, Rose —dije, limpiando las lágrimas—. Mi madre
trajo a ese hombre de regreso a su vida. De regreso a mi vida. ¿Cómo
puede cualquiera que ama a alguien hacerle eso?
—Tu madre no te odia. Solo tiene una manera muy pobre de
demostrar su amor —Rose se acercó así podía envolver sus brazos a mi
alrededor—. No puedo decirte qué nos unió a tú madre y a mí antes. Era
muy parecida a lo que es ahora, y yo soy mucho de lo que era entonces.
Pero había química entre nosotras. Nunca se abrió a mí, pero siempre sentí
que tenía una vida difícil. Una de la que huía.
Agarré mi taza con té y tomé un sorbo. Nunca conocí a mis abuelos.
Nunca conocí ninguna familia aparte de mamá. Suponía que debían
haber tenido demasiado resentimiento entre ellos, porque nunca recibí
una tarjeta de cumpleaños de mis propios abuelos. Aunque era todo lo
que alguna vez conocí, por lo que nunca pensé demasiado en ello.
¿Podría ser que nunca había conocido a un único pariente de
sangre, incluso a mi propio padre por el amor de Dios, porque mamá
había alejado a todos? ¿De la misma manera que me había alejado?
Mientras, no podía estar segura, parecía una muy posible
explicación.
—Así que, ¿qué significa eso? —dije, tomando otro trago antes de
bajar mi taza de nuevo—. ¿Perdono y olvido?
Rose sacudió su cabeza. —No, Rowen. Significa que tienes que
dejarlo ir. —Cepilló mi cabello detrás de mi oreja de manera maternal—.
Algunas veces solo tenemos apartar las ramas muertas en nuestra vida.
Algunas veces esa es la única manera de poder mantener el árbol vivo. Es
duro y duele, pero es lo mejor. —Hizo una pausa para tomar una
respiración—. No dejes que una rama muerta te tire hacia abajo con ella.
Tal vez un día cambie, pero no te hundas con ella, Rowen.
—Pero ella está, como, intentando hundirme, no importa lo que
haga —dije, incapaz de apartar la mirada de la foto de Jesse—. La
escuela de arte era mi ticket para salir de ahí. Pero ahora… el único lugar
que tengo para ir al final del verano es de regreso a casa. Intenté seguir sus
reglas este verano. Intenté complacerla. Pero nada de eso importa. Dudo
incluso que planeara pagar mis estudios de arte en primer lugar.
—Tal vez sí, y tal vez no, pero no dejes que tu mamá decida tu futuro.
Suspiré. —Es un poco difícil en este caso. —Otro trueno sacudió la
casa. Las luces parpadearon—. La escuela de arte es algo cara, y dinero
no es algo que tenga a montones.
—¿Alguna vez has pensado en comenzar la universidad comunitaria
con un buen programa de arte? ¿Transferirte a una dedicada escuela de
arte luego? —Rose se sirvió otra taza de té y llenó la mía.
—No realmente —dije—. Pero en este punto, estoy dispuesta a
considerar cualquier opción que haya que me haga hacer algo
relacionado con el arte. A menos que se tratase de hacer lo que otro dice.
Porque eso es lo contrario al arte.
Rose se enfrentó a la batalla perdida de intentar contener su risa. —
Aquí está el modo en que lo veo. Tú has ganado suficiente dinero este
verano para pagar la matrícula de un año en una universidad comunitaria.
Si quieres volver el próximo verano, estaremos felices de tenerte, y puedes
guardar suficiente dinero para el año que sigue. —No estaba segura si lo
que escuché era real. ¿Estaba la respuesta a mi problema universitario tan
fácilmente resuelto?—. Después de eso, puedes solicitar una ayuda
financiera y becas para entrar a cualquier escuela de arte que desees.
Haciéndolo por tu cuenta, sin estar dependiendo de tu madre.
—Nunca he venido aquí a trabajar para que me pagues, Rose.
Mamá me envió aquí para así demostrarle que podía trabajar duro y
caminar en línea. —El viaje en camioneta a Willow Springs, cuando Jesse
puso su CD favorito en el reproductor, vino a mi mente. El Sr. Cash y sus
letras tomaron un significado muy personal.
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tanta fuerza que apenas se puede ver a más de diez metros delante de
uno, y el lodo le llega hasta las rodillas a nuestros caballos en algunos
lugares.
—¿Ha alguien ido por la cordillera en busca de él? —Lo detuve de
nuevo cuando intentó pasar.
—¿Por la noche? ¿En este clima? No, es suicidio a menos que seas
Jesse Walker. Entonces es solo muy, muy peligroso.
—¿Van a dejarlo ahí nada más? ¿Qué pasa si está herido? ¿Y si está
muriendo? ¡Alguien tiene que ir a buscarlo! —Me sentí desesperada
sabiendo que estaba en alguna parte ahí afuera, tal vez herido, y no
podía estar con él.
—Hay un camino en ese barranco. Solo tienes que tomar el más
largo si no quiere o no puede tomar la cresta. Si él está ahí abajo, lo
encontraremos, Rowen. No vamos a dejarlo solo.
—Sí, pero acabas de decir que hay que tomar el camino largo.
¿Cuánto tiempo toma eso?
—La mitad del día, o la noche, en este caso, a caballo —respondió.
—Si está herido, podría estar… podría estar… —No podía decirlo, así
que forcé a mi boca a callarse.
—Estamos haciendo lo que podemos, Rowen —dijo Justin en voz
baja—. A todos nos gusta Jesse. Arriesgaríamos nuestro cuello por él, pero
salir a esa cresta sería como tirar tu vida por la borda, nadie podría llegar a
él sin caerse también.
Cuando Justin intentó pasar otra vez, lo dejé.
Me sentía inútil. Era inútil.
¿O no lo era?
Con Rose y Justin ocupados en el armario, abrí la puerta y me quedé
mirando el granero. Un fuerte, casi frenético relincho vino de ahí.
Podría hacerlo. Iba a hacerlo.
Recuperé mis botas rotas de combate de la canasta de zapatos
junto a la puerta, me las puse, y corrí hacia el establo. Justin estaba en lo
cierto. La lluvia caía con tanta fuerza, no podía ver muy lejos delante de
mí.
Una vez que estuve dentro del granero, tuve el tiempo suficiente
para enganchar una de las capas de lluvia y faros colgando justo en el
interior y me dirigí por la hilera de puestos. No tenía mucho tiempo. Justin y
Rose tendrían sus suministros empaquetados, y tan pronto como ella se
diera cuenta de que había desaparecido, descubriría qué hacía. No me
dejaría ir y hacer lo que estaba a punto de hacer. Me tiraría abajo y se
sentaría sobre mí si tuviera que hacerlo, pero yo no iba a quedarme quieta
si Jesse me necesitaba.
La mayoría de los puestos en el establo estaban vacíos. Otro relincho
fuerte provino de uno de los puestos un poco más alejado, y casi lloré
cuando vi quién era.
Sunny estaba tan húmedo y con barro como Justin. Estaba en su
puesto, daba vueltas y se alzaba en sus patas traseras cada pocos pasos.
Actuaba tan frenético como yo. Justin debía haberlo traído de vuelta y,
por suerte, todavía estaba ensillado.
Jesse me había enseñado cómo subir a la silla y a frenar un caballo,
pero no era especialmente rápida. En ese momento, el tiempo era
esencial.
—Whoa, muchacho —le dije, con toda la calma que pude—. ¿Estás
preocupado por Jesse, también? —Después de meterme dentro del
impermeable para la lluvia, llegué a la puerta y la abrí lentamente. Por la
mirada enloquecida en los ojos de Sunny, me preocupaba que pudiese
salir disparado fuera del establo en cuanto la abriera.
Sunny rechinó un par de veces más, luego se fue tan tranquilo para
un caballo tan animado como era. Deslicé la puerta para terminar de
abrirla y agarré las riendas de Sunny. Me dejó conducirlo fuera del establo
e incluso se detuvo para que pudiera montarme encima de él. En todo el
tiempo que Jesse y yo salimos a pasear por la noche, nunca había
montado en Sunny. Normalmente montaba el caballo de Lily, Buttercup.
Las únicas veces que me montaba en Sunny era cuando Jesse estaba
sobre él conmigo. A Sunny no le gustaban otros jinetes a excepción de
Jesse. Los pocos trabajadores del rancho que había visto fanfarronear para
intentarlo habían sido derribados en cuestión de cinco segundos.
Y ahí estaba yo, alguien que nunca había montado en un caballo
antes del verano, a punto de montar el caballo de un solo hombre en las
peores condiciones posibles, mis instintos de supervivencia aparentemente
tomaron unas vacaciones cuando supe que Jesse estaba en problemas.
Moví mi peso dentro del estribo y balanceé mi otra pierna para
colocar el otro pie. Hice una mueca todo el tiempo, apoyando mi cuerpo
para que Sunny no pudiera tirarme en cuanto me acomodara en la silla.
Unos segundos más tarde, abrí los ojos para asegurarme de que estaba en
la silla, arriba de Sunny.
250
Efectivamente.
Buttercup nunca siquiera estaba así de firme, y era una yegua de
Página
Los ojos de Jesse estaban dentro de los míos y tan iluminados como
yo los había visto. —Eso suena como una persona que ha olvidado su
Página
podría decir cuánto tiempo había tenido que levantar la cara, pero quería
estar lista para esa cosita cuando llegue aquí. Ya oía su gritito.
—Arriba, muchacho —dijo Garth, chasqueando la lengua. La cuerda
empezó moviéndose, alrededor del árbol, y bajando la cresta. El becerro
de verdad entrenaba sus cuerdas vocales. No estaba segura de saltaba a
lo largo de la cuerda, o si intentaba subir, pero de cualquier manera, no
parecía muy contenta con toda la situación.
—¡La puedo ver! —le grité a Garth—. Está a punto de dejar la pared.
—¡Tan pronto como esté, dame un grito! —gritó Garth.
El ternero hacía tanto ruido que quería taparme los oídos, pero en
cuanto la agarré y tiré de ella sobre la pista, se tranquilizó.
—¡Alto! —grité.
La cuerda se aflojó, y Garth se precipitó hacia nosotros.
El ternero ni siquiera luchaba. Gracias a Dios, porque era una
pequeña cosa robusta, y tendría un trabajo difícil si decidía dar batalla.
—¡Está a salvo, Jesse! ¡La tengo! ¡Está a salvo! —Y luego, por razones
que no estaba segura de que jamás entendería, me puse a llorar. Casi
sorbiendo.
Garth no podría haber parecido más incómodo si usaba delineador
de ojos y un tutú. Después de darme una rápida palmadita en la espalda y
murmura buen trabajo, hizo el trabajo rápido de desatar los nudos que
Jesse había atado alrededor de la ternera.
Me senté en el barro, sosteniendo a la ternera, llorando como la
idiota que era, mientras Garth envolvía la cuerda alrededor de su brazo.
—Muy bien. Dos listos. Falta uno —dijo Garth antes de inclinarse sobre
el borde—. La cuerda está bajando, Jess. Si no lo logras llegar a la cima de
esta cosa más rápido que tu novia y una vaca bebé, nunca voy a dejarte
vivir en paz.
La risa de Jesse rodó hacia nosotros.
—Su brazo está roto, Garth. Por no hablar de sus costillas, también —
dije, dándole un pequeño ceño.
—¿Y? —dijo antes de tirar de la cuerda por el lado de nuevo—.
Puede tomar algunos calmantes para el dolor cuando regrese al rancho.
No estás tratando con chicos de ciudad, Rowen.
—Eso es cierto —dije, rodando los ojos a pesar de que estaba de
espaldas a mí—. Me olvidé de que todos ustedes son dioses invencibles.
Garth miró sobre su hombro. —No, somos incluso mejor que eso. —
Pude ver su sonrisa resplandeciente—. Somos vaqueros.
—¡Fija el tiempo! —Jesse gritó—. ¡Porque estoy subiendo!
Garth chasqueó de nuevo su lengua, y la cuerda se tensó. Cerré los
ojos, acerqué a la ternera, y recé en silencio. Nunca había rezado antes.
Nunca había tenido por quién rezar. No sabía a quién le rezaba ahora,
pero me di cuenta de que alguien escuchaba.
—Prepárate para él, Rowen —me gritó Garth—. Ese loco hijo de puta
realmente está haciendo algún tipo de record.
Mis ojos se abrieron de golpe y, por supuesto, que la cuerda se
deslizaba por lo menos dos veces más que la que tenía cuando el ternero
se acercaba. Moví al ternero una vez de nuevo dormido en mi regazo, me
aseguré de que estaba escondido de la cornisa, luego me arrastré hacia
él. Hacia él.
Incluso en la oscuridad, su camisa blanca cortó el negro. Eso, y su
sonrisa. Subía, usando sus piernas y un brazo de una manera eficiente, pero
de aspecto extraño, hacia mí. Sus ojos se clavaron en los míos y su sonrisa
se extendió.
Unos segundos más tarde, la mano de Jesse excavó en la tierra sobre
la cornisa. La agarré, clavé los talones en el suelo y tiré. Trabajando juntos,
lo jalamos hasta el sendero.
—¡Ya lo tengo! —le grité a Garth, acunando a Jesse contra mí—. Te
tengo —le susurré antes de besar la parte superior de su cabeza.
—Sí —dijo, enrollando su brazo alrededor de mi cintura—. Seguro que
lo haces.
Descansamos así durante un minuto, sosteniendo al otro, mientras
recuperábamos el aliento.
—Tú me encontraste, Rowen. —Levantó la cabeza, sus ojos
brillando—. Tú viniste y me encontraste.
Tomé su mano y la llevé a mi cara. —Solo te devolvía el favor.
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Página
19
Traducido por Deydra Eaton
Corregido por Melii
Fin
Near & far
Existe el optimismo. Y existe Jesse Walker.
Si no fuera tan encantador, su alegre
disposición e incesante sonrisa me aburrirían.
Rápido.
Enamorarse de la chica que al principio había
parecido inmune a cualquier cosa parecida
al amor fue la mejor cosa que le pasó a Jesse
desde que los Walkers lo adoptaron en su
familia cuando tenía cinco años.
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