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Seis directrices a seguir para no perder la literatura humana en el desconocido nuevo

milenio.
El autor Italo Calvino, comienza su texto refiriéndose a la culminación del milenio. Nos
dice que su fe en el futuro de la literatura reside en saber que existen cosas que
únicamente la literatura, con sus recursos específicos, puede dar. Calvino ofrece seis
valores o conferencias (levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad, el arte de
empezar y el arte de acabar) de la literatura para el nuevo milenio (en el cual estamos
actualmente).
El primer valor que menciona Italo Calvino es la Levedad, considerándola como un
valor y no como un defecto. Las imágenes de levedad que Calvino busca, no deberían
desaparecer como sueños por culpa de la realidad del presente y del futuro, ya que en el
universo de la literatura existen varios caminos que explorar, formas y estilo, los cuales
podrían cambiar nuestra imagen del mundo. Sin embargo, la literatura no es suficiente
para asegurar que no se hace otra cosa sino perseguir sueños (p.2). Actualmente, todas
las ramificaciones de la ciencia parecen querer demostrar que el mundo se basa en
entidades sutilísimas, los impulsos de las neuronas, tales como los mensajes del ADN,
los neutrinos, los quarks y la informática. Por esto Calvino nos aclara que:
Es cierto que el software no podría ejercitar los poderes de su levedad sin la
pesadez del hardware, pero el software es el que manda, el que actúa sobre el
mundo exterior y sobre las máquinas, que existen sólo en función del software,
se desarrollan para elaborar programas cada vez más complejos. La segunda
revolución industrial no se presenta como la primera, con imágenes aplastantes
como laminadoras o coladas de acero, sino como los bits de un flujo de
información que corre por circuitos en forma de impulsos electrónicos. Las
máquinas de hierro siguen existiendo, pero obedecen a los bits sin peso.
(Calvino, 1985, p.12).
El segundo valor es la rapidez, la cual junto con la concisión del estilo presentan al
espíritu una multitud de ideas simultáneas, en sucesiones muy rápidas que provoca la
sensación de que ocurren en formas simultáneas, y esto concurre en hacer flotar el
espíritu en tal abundancia de pensamientos o de imágenes y sensaciones espirituales
(p.30). Calvino declara que cada uno de los valores que escoge, no tiene el objetivo de
apartar el valor contrario “así como en mi elogio de la levedad estaba implícito mi
respeto por el peso, así esta apología de la rapidez no pretende negar los placeres de la
dilación” (Cavilno, 1985, p.30). En cuanto a la rapidez de estilo y de pensamiento
Calvino dice que se refieren a la agilidad, movilidad, desenvoltura (cualidades que se
entienden con una escritura).
El tercer valor es la exactitud, el autor nos dice que para él la exactitud quiere decir tres
cosas:
Y un diseño de la obra bien definido y bien calculado; Y la evocación de
imágenes nítidas, incisivas, memorables; en italiano tenemos un adjetivo que no
existe en inglés, «icástico», del griego είκαστικός; Y un lenguaje lo más preciso
posible como léxico y como expresión de los matices del pensamiento y de la
imaginación. (Calvino, 1985, p.35).
Calvino busca la exactitud a través de dos direcciones. “la reducción de los
acontecimientos contingentes a esquemas abstractos con los que se pueden efectuar
operaciones y demostrar teoremas (…) el esfuerzo de las palabras por expresar con la
mayor precisión posible el aspecto sensible de las cosas” (1985, p.43).
El cuarto valor es la visibilidad, Calvino se refiere a dos procesos imaginativos “el que
parte de la palabra y llega a la imagen visual, y el que parte de la imagen visual y llega a
la expresión verbal” (1985, p.48). La primera parte es la que ocurre en la lectura, y es
pues, que leemos, por ejemplo, para interpretar una noticia en el periódico; y la segunda
parte corresponde a la mayor o menor eficacia del texto, donde se llega a ver luna
escena como si esta ocurriese delante de nuestros ojos. El autor nos dice que ha incluido
a la visibilidad en su lista de valores es porque quiere advertir del peligro que asecha de
perder la facultad humana, la capacidad de enfocar imágenes visuales con los ojos
cerrados provocando colores con formas de alineamiento de caracteres alfabéticos, que
es de las más importantes. Considerando una posible pedagogía de la imaginación que
conlleva a controlar la visión interior sin sofocarla y sin dejarla caer (p.52).
El quinto valor es la multiplicidad, la literatura tiene un gran desafío al querer ver al
“mundo como un «sistema de sistemas» en el que cada sistema singular condiciona los
otros y es condicionado por ellos” (Calvino, 1985, p.58). Y en esta situación se
considera al “conocimiento como multiplicidad (…) hilo que une las obras mayores,
tanto de lo que se ha llamado modernismo como del llamado postmoderno, un hilo que
(…) quisiera que continuase desenvolviéndose en el próximo milenio” (Calvino, 1985,
p.62).
Y el último valor es el arte de empezar y el arte de acabar, el inicio o punto de partida
de una conferencia es el momento decisivo para un escritor, ya que el “distanciamiento
de la potencialidad ilimitada y multiforme para dar con algo que todavía no existe y que
podrá existir sólo por medio de la aceptación de los límites y las reglas” (Calvino, 1985,
p.66). Antes del instante de comenzar a escribir, el escritor tiene a su entera disposición
el mundo, el cual se da en partes, “sin un antes ni un después, el mundo como memoria
individual y como potencialidad implícita; y lo que queremos es extraer de este mundo
un argumento, un cuento, un sentimiento” (Calvino, 1985, p.66). Es decir, se quiere ver
que se realice un acto que permita que las personas se sitúen en el mundo.
Personalmente creo que el texto que nos ofrece Italo Calvino es muy rico en
conocimiento, aunque en algunos momentos es posible que nos perdamos y no
comprendamos algunos términos o conceptos de la lectura, y muy importe porque nos
da orientaciones a seguir para que no perdamos la literatura humana cuando el mundo
entre en el nuevo milenio (en el cual ya estamos hoy en día). No debemos permitir que
la literatura mura, ya que no perderíamos algo hermoso, sino que, perderíamos esa
literatura que nos enseña, que nos entretiene, que nos libera, y que nos ayuda a entender
la realidad en la que vivimos. Por ello, siempre seré un soldado en el bando de la
literatura.

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