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OPINIÓN

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Riesgos de revisitar a Rodrik


La agenda política de los partidos populistas dan testimonio de las consecuencias que
tiene revisitar la tesis del economista desde la voluntad de sublimar la nostalgia de la
soberanía nacional
MARIOLA URREA CORRES

19 NOV 2018 - 08:28 CET

Marine le Pen y Geert Wilders, flanqueados por Matteo Salvini y Frauke Petry, en Coblenza, (Alemania), el pasado enero. WOLFGANG
RATTAY (REUTERS)

El libro de Dani Rodrik sobre La paradoja de la globalización (2011) permitió divulgar con éxito la
reflexión que encierra el trilema en virtud del cual la coexistente de la globalización económica, una
concepción clásica de la soberanía del Estado y la idea de democracia no resulta posible. Tal
circunstancia solo puede resolverse, a juicio del economista, eligiendo dos de los tres elementos. No es
el momento de detenerse a explicar los argumentos que permiten sostener la validez del trilema de
Rodrik. Tómenlo como una invitación a consultar la obra. Basta ahora con recordar simplemente cómo
los Estados han resuelto hasta la fecha la pretendida incompatibilidad: aceptando la globalización
económica como una realidad difícil de ignorar y, de los elementos restantes, eligiendo claramente
salvaguardar el modelo de democracia. Los Estados renunciaban así al viejo concepto de soberanía por
entender que ya no era útil en un mundo interdependiente.

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Como paradigma de todo lo expuesto se cita a la Unión Europea. Efectivamente, se
trata de un mecanismo de integración por el que los Estados ceden
voluntariamente el ejercicio de parte de sus competencias soberanas a una
instancia supranacional, a cambio de integrarse en su estructura de toma de
La realidad detrás de
decisiones. Los Estados recuperan de esta manera la influencia que cada uno de
las palabras
ellos individualmente había perdido. La creación de este nuevo marco jurídico y
Macron pide unidad político no ha estado exenta de dificultades y, por supuesto, acumula deficiencias
europea para evitar
que “el mundo significativas. De ahí que resulte siempre interesante cualquier esfuerzo
descienda hacia el encaminado a mejorar su funcionamiento y facilitar su comprensión, si queremos
caos”
que sea aceptado por los ciudadanos.

La realidad política conecta con esta idea y añade alguna preocupación que convendría no ignorar.
Basta observar los términos de algunos debates en Europa para apreciar una tendencia a reconsiderar
la posible combinación de los elementos del citado trilema. De hecho, son demasiadas las iniciativas
encaminadas a hacernos creer que la vida de las personas mejoraría si devolvemos el poder de
decisión a los Estados nación. El Brexit es un buen ejemplo de esta lógica argumental.

Una nueva combinación de los tres factores a los que apeló Rodrik podría conllevar, incluso, una
potencial renunciar a los fundamentos básicos del sistema democrático. La agenda política de algunos
partidos populistas que ganan representatividad en países como Francia, Alemania, Suecia, Italia,
Polonia, Hungría y tantos otros, dan testimonio de este posicionamiento y de las consecuencias que
tiene revisitar la tesis del economista desde la voluntad de sublimar la nostalgia de la soberanía
nacional. No deja de sorprender cómo ciudadanos de una ilustrada Europa pueden dejarse arrastrar
por una propuesta tan engañosa. Al menos en lo que tiene que ver con la Unión Europea, los españoles
no parecen dispuestos, todavía, a dejarse deslumbrar por falsos espejismos. No es una cosa menor a la
vista del calendario electoral que presenta 2019.

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