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La economía abierta

Regímenes cambiarios

El modelo Mundell-Fleming

Video conceptual

Referencias
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Regímenes cambiarios

El tipo de cambio es una variable manejada por el Banco Central; el sistema que este establece para determinar su
valor se denomina régimen cambiario. Puede ser libre, controlado o una combinación de ambos.

Definición de tipo de cambio y de mercado cambiario

En una economía abierta, las transacciones se realizan en distintas monedas. Por tal motivo, el peso argentino se
cambia con esas monedas a distintos tipos de cambio. El tipo de cambio nominal (E) es el precio en moneda
doméstica de una unidad de moneda extranjera, o bien, es la cantidad de moneda nacional que debe entregarse para
adquirir una unidad de moneda extranjera. Por ejemplo, si el tipo de cambio entre el peso argentino y el dólar es 8,86,
ello significa que se deben entregar 8,86 pesos argentinos para comprar un dólar; o si el tipo de cambio entre el peso
argentino y el real es 2,86, se deben dar 2,86 pesos argentinos para adquirir un real.

El tipo de cambio es una variable que regula el Banco Central estableciendo un régimen de tipo de cambio flexible o
un régimen de tipo de cambio fijo.

Régimen de tipo de cambio flexible o flotante

El régimen de tipo de cambio flexible o flotante surge cuando el Banco Central no interviene en el mercado
cambiario, dejando que su valor se establezca mediante la interacción entre la demanda de divisas y la oferta de
divisas.
Se demandan divisas para:

Importación de bienes.

Servicios comprados al exterior.

Envío de remesas al exterior.

Inversiones locales en el exterior.

Viajes al exterior.

Préstamos locales hacia el exterior.

Pago de intereses de deuda contraída en moneda extranjera.

Ahorro.

Mientras que la oferta de divisas se obtiene como producto de:

Exportación de bienes.

Servicios vendidos al exterior.

Recepción de remesas desde el exterior.

Inversiones extranjeras en el país.

Viajes de extranjeros al país.

Préstamos del extranjero que recibe el país.


Cobro de intereses de préstamos otorgados a residentes del exterior.

Como en cualquier mercado, el tipo de cambio se establece por la igualdad entre la demanda y la oferta de divisas, y
el cambio en su valor se modifica por algún movimiento de las funciones.

Vemos en la Figura 1 que un aumento en la demanda de divisas (por ejemplo, para importar más bienes) desplaza la
función demanda hacia la derecha acrecentando el tipo de cambio, mientras que una suba de la oferta (por ejemplo,
por un aumento de ventas de exportación) desplaza la oferta hacia abajo reduciendo el valor del tipo de cambio de
equilibrio.

Figura 1: Mercado cambiario: régimen flexible

Fuente: Elaboración propia.


Régimen de tipo de cambio fijo

El régimen de tipo de cambio fijo se da cuando el Banco Central determina un valor del tipo de cambio respecto a
una moneda extranjera y se compromete a intervenir en el mercado bancario para mantener el valor de la moneda
local.

Cuando la demanda u oferta de moneda extranjera cambia, el Banco Central, para mantener el valor del tipo de
cambio, debe intervenir vendiendo sus reservas internacionales o bien comprando el exceso de moneda extranjera
existente en el mercado cambiario.

Por ejemplo, en el lado derecho de la Figura 2, observamos que un aumento en la oferta de divisas (por ejemplo, por
una entrada de capitales), al tipo de cambio inicial (E0), genera un exceso de oferta que presionará para la baja del
valor. Sin embargo, el Banco Central no puede permitir que esto suceda, por lo que comprará todo el exceso de oferta
de divisas, aumentando así sus reservas internacionales, con el efecto de un incremento en la base monetaria y en la
oferta de dinero de la economía.

En el panel izquierdo de la misma figura, vemos que aumentó la demanda de divisas (debido a que, por ejemplo, la
gente prefiere invertir en el exterior), es decir, se produce una salida de capitales. Al tipo de cambio inicial (E0), se
produce un exceso de demanda de divisas que obligará a que suba el tipo de cambio, situación que el Banco Central
no puede dejar que suceda. Para ello, deberá ofrecer o vender sus reservas internacionales para satisfacer esa
demanda, trayendo como consecuencia una pérdida en sus reservas internacionales, con el efecto de una caída en la
base monetaria y en la oferta de dinero del país.

Figura 2: Mercado cambiario: régimen fijo


Fuente: Elaboración propia.

En la práctica, puede aparecer un tercer régimen, denominado régimen de flotación sucia, administrada o mixta, que
es cuando se combinan las dos anteriores. Es decir, el Banco Central tiene implementado un régimen de tipo de
cambio flotante, pero interviene ante movimientos abruptos o importantes en la demanda u oferta de divisas.

Depreciación y apreciación de la moneda nacional

Las variaciones en el tipo de cambio suelen generar impactos en otras variables macroeconómicas. Los términos
depreciación y apreciación son aplicables para un sistema de tipo de cambio flexible, mientras que la devaluación y
revaluación son aplicables para una política de tipo de cambio fijo. Como, por el uso y la costumbre, estos términos
son tomados por sinónimos, los tomaremos como tal.

Una depreciación o devaluación de la moneda local implica un aumento del tipo de cambio, ya que se debe entregar
más moneda local para adquirir una moneda extranjera. Por ejemplo, si el tipo de cambio pasa de E = $7,5/USD a E
= $9/USD, se deben entregar ahora 1,5 más pesos argentinos para comprar un dólar, entonces la moneda local se
depreció.

Una apreciación o revaluación de la moneda local involucra una disminución del tipo de cambio, puesto que se debe
ofrecer menos cantidad de moneda local para comprar una unidad de moneda extranjera. Por ejemplo, si ahora el tipo
de cambio pasa de E = $7.5/U$S a E = $4/U$S, se deben entregar 3.5 pesos argentinos menos para comprar un dólar,
entonces la moneda local se apreció.

Bajo el supuesto de que todos los bienes son transables en el mercado internacional y físicamente idénticos, tiene que
cumplirse la condición conocida como Paridad del Poder Adquisitivo (PPA). Esta condición establece que, en el
largo plazo, el tipo de cambio entre dos países debe ser tal que una unidad de moneda de uno de ellos debe poder
comprar lo mismo en éste, que en el otro país considerado. Por lo tanto el tipo de cambio vendrá determinado por la
relación entre los niveles de precios de los dos países que se consideren (Delajara, 2001).

Si definimos P al nivel de precios en Argentina, P* al nivel de precios en Brasil y E al tipo de cambio pesos

argentino/real; entonces, un peso argentino comprará 1/P bienes en Argentina1, mientras que la cantidad de bienes
que compraría ese peso argentino en Brasil sería 1/(EP*).

[1] Podríamos poner un ejemplo: con un monto de $100, sabiendo que las billeteras cuestan $25, se adquiriría localmente

cuatro billeteras, es decir, el cociente entre el monto y el precio indica la cantidad de bienes que se puede adquirir.

Por lo tanto, la condición de la PPA establece que:

Operando:

P = EP*
Existe un tipo de cambio que iguala el poder adquisitivo entre ambos países. Si el tipo de cambio actual es diferente
al de la PPA, el primero tenderá al valor del último, si no median restricciones en el largo plazo.

Veamos un ejemplo. Supongamos que una notebook en Argentina cuesta $6000, mientras que adquirir la misma
notebook en Estado Unidos cuesta 1000 USD; el tipo de cambio de la PPA sería:

P = EP*.

6000 = E = 1000.

E = 6 pesos por dólar.

Si el tipo de cambio actual fuera $4,5/USD, encontraríamos que la moneda local está apreciada, ya que su valor es
menor al tipo de cambio de la PPA. Si no hubiera restricciones, el tipo de cambio tendería a $6/USD, pues, al tipo de
cambio actual, la notebook cuesta $4500 en Estados Unidos (4,5 × 1000), mientras que en Argentina cuesta $6000.
El proceso por el cual se tendería al tipo de cambio de la PPA es que la gente tendería a comprar la notebook en
Estados Unidos, donde es más barata, pero, para ello, se requiere de dólares. En Argentina, se comienza a demandar
dólares para realizar las compras, pero esta mayor demanda de moneda extranjera hará subir el tipo de cambio (se
depreciará la moneda local) hasta que sea indiferente comprar en Argentina o en Estados Unidos, es decir, hasta que
se consiga el tipo de cambio de la PPA. Podemos concluir que:

Si el tipo de cambio actual es menor al de la PPA, se tenderá a depreciar la moneda local.

Si el tipo de cambio actual es mayor al de la PPA, se tenderá a apreciar la moneda local.

Una alternativa para ver esta relación es a través de la paridad del poder adquisitivo relativa, que establece que la tasa
de depreciación de la moneda local es igual a la diferencia entre las tasas de inflación de los países. Entonces,
transformando la PPA en tasa de crecimiento, obtenemos:
Sabiendo que el cambio en los precios locales es la tasa de inflación local (π), y que el cambio en los precios
extranjeros es la inflación externa (π*), despejamos:

Entonces, cuanto mayor sea la inflación local respecto a la extranjera, superior será la tasa de depreciación de la
moneda local.

Por ejemplo, si la inflación anual en Argentina es de un 25 %, mientras que en Estados Unidos es de un 4 %, se


esperará que el tipo de cambio peso argentino/dólar se deprecie un 21 % en un año.

Al igual que toda variable macroeconómica, puede expresarse en términos reales. Entonces, el tipo de cambio real (e)
indica la relación entre el nivel de precios locales y el nivel de precios internacionales, es decir, indica la cantidad de
bienes que se necesitan para adquirir una unidad de bien extranjero.

El numerador es el precio internacional medido en moneda local, mientras que el denominador es el nivel de precios
locales.
De la expresión, se observa que existirá una depreciación real de la moneda cuando la variación en la moneda
nacional sea superior al crecimiento en el nivel de precios locales.

El tipo de cambio suele tomarse en cuenta como un factor de competitividad. Sin embargo, para conocer la
competitividad de un país es necesario saber el tipo de cambio real y no el nominal, dado que uno puede llegar a
conclusiones equivocadas. Es decir, puede ocurrir que, ante una devaluación, el nivel de precios suba en mayor
proporción; entonces, el tipo de cambio real disminuye, produciéndose una apreciación real ante la devaluación. En
términos de la expresión matemática anterior, esto sucede cuando el valor del tipo de cambio (E) sube en menor
proporción que el aumento en los precios (P).

Por tal motivo, el tipo de cambio suele ser una fuente espuria de competitividad de un país, ya que las ventajas del
mayor tipo de cambio (incentiva a exportar, por ejemplo) deja de existir cuando suben los precios. Entonces, en
países donde la devaluación repercute fuertemente en los precios, no sería una buena política devaluar para ganar
competitividad.

La competitividad de una economía puede mejorarse por otros motivos distintos al tipo de cambio, como por
ejemplo, reduciendo costos (el laboral, el de provisión de energía, el impositivo, el de transporte, entre otros) o
mejorando la infraestructura, la calidad educativa o las instituciones, entre otros.

Efectos económicos de las devaluaciones

La modificación del tipo de cambio es una medida que muchos Gobiernos han utilizado, en especial, las
devaluaciones que aumentan el valor de las reservas internacionales con las que cuenta el país. Los efectos de tales
medidas suelen tener impacto distinto según el tipo de economía del que se trate. Se pueden reconocer tres tipos de
efectos de una devaluación para economías como la argentina:

Efecto precio

El argumento más utilizado para realizar una devaluación es el de corregir el déficit comercial, aumentando las
exportaciones y disminuyendo las importaciones como consecuencia de la modificación de los términos de
intercambio (cociente entre precios exportable e importable). Si el país es tomador de precios, tanto en el mercado
de exportaciones como en el importable, el precio de estos bienes en moneda local aumentará, entonces favorecerá a
un mayor volumen exportable, dado que se incentivará a vender afuera y se reducirán las importaciones debido al
encarecimiento.
El aumento en el tipo de cambio incentivaría a la entrada de capitales y a la inversión externa debido a que, con la
misma cantidad de moneda extranjera, podría adquirirse más moneda nacional y, por consiguiente, mayor cantidad
de bienes.
Sin embargo, el efecto precio actúa de manera distinta en países como Argentina. Debido a que muchos bienes
importables son necesarios para la producción nacional, el impacto en las importaciones es pequeño, debido al
efecto negativo que tendría en el nivel de producción y en el empleo, con lo cual el ajuste es vía de aumento de
precios locales. Por ello, el efecto precio, que en muchas economías da resultado para mejorar el saldo comercial, en
el caso argentino podría no ocurrir, debido a que la elasticidad del precio de las importaciones es cercana a cero.
Por otro lado, la cantidad de bienes que pudieran adquirir los inversionistas externos puede quedar trunca si se
desata un proceso inflacionario, como ha sucedido tras las devaluaciones que ha sufrido nuestro país.

Efecto ingreso

Una devaluación en donde actúe en forma convencional el efecto precio y existan recursos productivos desocupados
puede aumentar la renta. Esto se debe a que, como vimos en el efecto precio convencional, las exportaciones suben
mientras que las importaciones bajan; el mayor saldo comercial alienta la demanda agregada de un país, por lo
tanto, aumentan el nivel de producción y el ingreso.
Sin embargo, en Argentina la participación de las exportaciones como porcentaje del PBI es baja en relación a los
países industrializados se observa que en Argentina las exportaciones representan alrededor del 9 % del producto
bruto interno (PBI); un aumento de estas tendrá un efecto reducido en la reactivación de la actividad económica.
Asimismo, el ahorro del sector exportador es elevado, con lo cual tiene poco efecto en el consumo y, además,
muchas veces, este no se encuentra en Argentina por la debilidad del sistema financiero. Entonces, dado que las
importaciones no se ven desalentadas por el aumento en el tipo de cambio y que las exportaciones representan una
proporción pequeña, puede que el efecto ingreso no incremente el PBI de una economía como la argentina.

Efecto recesión

Este efecto es reconocido en economías en desarrollo. Si se produce un aumento en el tipo de cambio, aumentará el
precio en moneda nacional de los bienes transables. Muchos de estos bienes son insumos o alimentos, como la
carne, desatándose un proceso inflacionario. Si los salarios no son flexibles o cambian en proporciones distintas del
nivel de precios, se producirá una redistribución a favor de los sectores no asalariados. Estos estratos tienen una
propensión marginal a consumir más baja, y como cae el salario real de los asalariados, se termina reduciendo el
consumo de la sociedad. Se produce una contracción en la demanda global, lo que repercute en el nivel de ingreso y
de empleo de los factores productivos. Lo mismo sucedería si los salarios son flexibles, porque, al aumentar los
costos de las empresas, el nivel de producción de estas se reduce. Es decir, una devaluación puede provocar
inflación y recesión bajo determinadas estructuras de la economía.
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El modelo Mundell-Fleming

Este modelo es una extensión del modelo IS-LM (por sus siglas en inglés, investment-saving, o inversión-ahorro, y
liquidity preference-money supply, o demanda de dinero-oferta de dinero) para captar el impacto que tienen las
políticas monetarias y fiscales en los distintos regímenes cambiarios. (Sachs y Larraín, 2013)

Como se analiza una economía abierta, es necesario incorporar dos componentes a la demanda agregada que
veníamos trabajando. Es necesario sumar las exportaciones (X), ya que significan una demanda del extranjero por
nuestros bienes, y restar las importaciones (IM), pues representan una demanda local por bienes extranjeros.
Entonces, la demanda agregada en una economía abierta resulta:

DA = C + I + G + X – IM.

Veamos un ejemplo de cómo afectaría la introducción de la balanza comercial al equilibrio del modelo IS-LM.
Supongamos los siguientes datos de una economía hipotética: C = 200 + 0,8 Yd, T = 50, G = 200, X = 120, IM= 0,2

Y, mm = 2,5, BM = 100, I = 100- 20 r, Md = 0,4 Y – 10r.

El mercado de bienes se verá afectado por esta introducción. Para ver la modificación, igualemos la oferta agregada
(Y) con la demanda agregada (DA):

Y = DA.

Reemplacemos por los componentes de la DA:

Y = 200 + 0,8 (Y – 50) + 200 + 100 – 20 r + 120 – 0,2 Y.


Despejando Y en función de r encontraremos la función IS: Y = 200 + 0,8 Y – 40 + 200 + 100 – 20 r + 120 – 0,2 Y.

Y – 0,8 Y + 0,2 Y = 200 – 40 + 200 + 100 – 20 r + 120.

Y (1 – 0,8 + 0,2) = 580 – 20 r.

Recordando la expresión algebraica de la función IS, vemos que, como las exportaciones son autónomas, afectan el
gasto agregado autónomo; por otro lado, la propensión marginal por importar (m = 0,2) reduce el multiplicador de la
demanda agregada.

La función IS queda conformada por la siguiente expresión:

Y = 1450 – 50 r.

La función LM iguala la oferta de dinero con la demanda de dinero:

mm × BM = Md.

2,5 × 100 = 0,4 Y – 10 r.

Despejando Y en función de r, podemos encontrar la función LM: 250 = 0,4 Y – 10 r.

250 + 10 r = 0,4 Y.

625 + 25 r = Y.
Igualando las funciones IS y LM, se obtiene el ingreso y la tasa de interés de equilibrio:

625 + 25 r = 1450 – 50 r.

75 r = 825.

r = 11.

Mientras que el ingreso de equilibrio es:

Y = 900.

Volviendo al modelo Mundell-Fleming, este establece que tanto las exportaciones como las importaciones dependen
del tipo de cambio. Un aumento de este incentivará a las exportaciones, ya que se abaratan los bienes locales,
mientras que desincentivará las importaciones, porque se encarecen los bienes extranjeros.

También supone que existe libre movilidad de capitales, es decir que, ante un aumento de la tasa de interés local por
encima de la del extranjero (r*), estos ingresan al país moneda extranjera buscando mayor rentabilidad; por otro lado,
sucede lo contrario cuando la tasa de interés local es menor a la del extranjero.

A continuación, explicaremos los efectos de las políticas fiscales y monetarias en los distintos regímenes cambiarios.

Efectos de una política fiscal bajo un régimen de tipo de cambio fijo

Bajo el régimen de tipo de cambio fijo, el Banco Central está obligado a intervenir en el mercado cambiario para
mantener la paridad del tipo de cambio.

Partiendo de una situación inicial para un ingreso Y0 y una tasa de interés r0, donde esta es igual a la tasa de interés

internacional (r*), que se muestra en la Figura 3, si se produce una política fiscal expansiva debido a un aumento en
el gasto público, este estimula la demanda agregada y, por consiguiente, aumentan el ingreso y la tasa de interés. La
función IS se traslada hacia la derecha a IS’ y el nuevo equilibrio se consigue en Y1 y r1. Como la tasa de interés

local (r1) es mayor a la tasa de interés internacional (r*), entrarán capitales financieros a la economía local buscando

esa mayor rentabilidad. La abundancia de capitales o de moneda extranjera que ingresa al país presionará al tipo de
cambio para que disminuya, pero, como la economía se encuentra bajo un régimen de tipo de cambio fijo, el Banco
Central deberá intervenir para que esto no suceda comprando las divisas que ingresan; al mismo tiempo, como
contrapartida de ese ingreso de moneda extranjera, deberá emitir moneda local. La mayor cantidad de dinero
resultante desplazará la curva LM hacia la derecha hasta que se elimine el diferencial de tasas, generando un ingreso
de equilibrio aún mayor (Y2).

Figura 3: Política fiscal bajo un régimen de tipo de cambio fijo

Fuente: Elaboración propia.


Como resultado final, la tasa de interés vuelve a ser la misma que en la situación inicial, pero con un mayor ingreso.
Es decir, la política fiscal expansiva bajo un régimen de tipo de cambio es efectiva para aumentar el ingreso.

Efecto de una política fiscal bajo un régimen de tipo de cambio flexible

En un sistema de tipo de cambio flotante o flexible, la autoridad monetaria no interviene, dejando que el tipo de
cambio se establezca por el libre movimiento de la demanda y oferta.

Si se produjera, por ejemplo, un aumento del gasto público y rigiera un tipo de cambio flexible, se desplazaría la
curva IS hacia IS’, como lo muestra la Figura 4. El mayor gasto público incentiva la demanda agregada y, por
consiguiente, el ingreso, pero, al incorporar el mercado monetario, ese mayor salario aumenta la demanda de dinero,
lo que repercute en una mayor tasa de interés.

Figura 4: Política fiscal bajo un régimen de tipo de cambio flexible


Fuente: Elaboración propia.

Suponiendo que la tasa de interés inicial era igual a la tasa de interés internacional, con la política fiscal expansiva, la
tasa local queda establecida por encima de la internacional, con lo cual ingresan capitales atraídos por la mayor
rentabilidad que ofrece el país local. Sin embargo, el Banco Central no interviene en el mercado cambiario, con lo
cual la afluencia de moneda extranjera aprecia la moneda local. Esta reducción en el tipo de cambio disminuye el
volumen exportable, dado que los bienes locales se encarecen, y las importaciones aumentan, ya que los bienes
extranjeros se abaratan; ambos efectos repercuten de manera negativa en la demanda agregada y en el ingreso.
Gráficamente, se produce un desplazamiento de la IS hacia su nivel original, donde deja de existir el diferencial de
tasas de interés.

Concluimos que la política fiscal bajo un régimen de tipo flexible es inefectiva para aumentar el ingreso.
Efectos de una política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio fijo

La política monetaria altera la cantidad de dinero y, gráficamente, desplaza la función LM.

Veamos el caso de una política monetaria expansiva que se muestra en la Figura 5. El aumento en la cantidad de
dinero desplaza la función LM hacia abajo; partiendo de una tasa de interés local (r0) igual a la tasa de interés
internacional (r*), el exceso de oferta de dinero resultante del mercado monetario reduce la tasa de interés local a r1,
debido a que es una tasa menor a la internacional. Esto ocasiona, a su vez, la salida de capitales, lo que llevará a que
exista una presión para que el tipo de cambio suba, debido a la mayor escasez de moneda extranjera. Como el Banco
Central está comprometido a mantener el tipo de cambio, debe ofrecer moneda extranjera de sus reservas
internacionales a la economía a cambio de retirar moneda local; entonces, la base monetaria disminuye y desde luego
también la oferta de dinero. El efecto expansivo inicial se ve contrarrestado por un efecto contractivo, ya que la
autoridad monetaria debe intervenir en el mercado cambiario para mantener el valor de la moneda. Esta reducción en
la cantidad de dinero es una contracción en la LM, es decir, la función se desplaza por la política monetaria
expansiva, pero luego se contrae como consecuencia de la intervención del Banco Central para que no se modifique
el valor del tipo de cambio.

Figura 5: Política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio fijo


Fuente: Elaboración propia.

Como resultado final, se obtiene que la política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio fijo es inefectiva para
aumentar el ingreso de la economía.

Lo mismo sucede si describimos una política monetaria contractiva, la curva LM comienza desplazándose hacia la
izquierda y al haber superávit de balanza de pagos, entrarán capitales que tenderán a presionar a la baja al tipo de
cambio; para evitar esto, el Banco Central comprará divisas lo que producirá un desplazamiento de la LM hacia la
derecha pro el aumento de la cantidad de dinero que hará retornar a la LM a su nivel inicial.

Política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio flexible


Si ahora analizamos una política monetaria en un régimen donde el Banco Central no intervenga en el mercado
cambiario, tendremos como resultado lo opuesto a lo anterior.

Supongamos que la cantidad de dinero aumenta nuevamente, pero el régimen cambiario es flotante, y que la tasa de
interés internacional es la del equilibrio de la economía doméstica; gráficamente, la curva LM se desplaza hacia
abajo o hacia la derecha (ver Figura 6), la tasa de interés local es menor a la tasa de interés internacional, salen
capitales y, como el Banco Central no interviene, el tipo de cambio sube. La depreciación resultante estimula las
exportaciones y desalienta las importaciones, con lo cual la demanda agregada aumenta, lo que desplaza la función
IS hacia la derecha.

El resultado final es que una política monetaria bajo un régimen cambiario flexible es efectiva para aumentar el
ingreso. (Sachs y Larraín, 2013)

Figura 6: Política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio flexible


Fuente: Elaboración propia.

Para ampliar lo desarrollado se recomienda la lectura de los siguientes artículos:

Crisis de divisas y devaluación en Argentina: una perspectiva histórica

El triángulo de las Bermudas: dólar, inflación y tasas

Crisis y devaluación.pdf
375.3 KB

El triángulo de las Bermudas.pdf


389.4 KB
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Régimen cambiario

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Referencias

Delajara, M. (2001). Notas de macroeconomía. Universidad Siglo XXI. Córdoba, AR. Recuperado de
http://www.uesiglo21.edu.ar/site/departamentos/departamentos/economia/Departamento_de_Economia_Economia_1
.htm

Sachs, J. D. y Larraín, B. F. (2013). Macroeconomía en la economía global. Santiago, CL: Pearson.

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