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ENSAYO SOBRE “EL GRAN DISEÑO” DE STEPHEN HAWKING

Bastian Urbano
Octubre 2012

En el éxito editorial de divulgación científica "El Gran Diseño" de Stephen Hawking


y Leonard Mlodinow no se encuentra mucho acerca de nuevos descubrimientos que e
stén marcando cambios fundamentales en la Física actual. Está bastante de lo ya escrit
o en libros previos de Hawking de temática similar, si bien todo eso mismo retoca
do brillantemente. Vale la pena leerlo. Entre lo poco nuevo está la descripción de l
a reciente "Teoría M", la cual busca explicar, ella sola, todos los fenómenos del
Universo. Al menos de aquel universo en el que nos ha tocado existir, regido por
las específicas leyes físicas que conocemos. La "Teoría M" ha renovado en los científ
icos contemporáneos la esperanza de encontrar la "última teoría de todo lo existente o
Gran Teoría Unificada", la que marcaría el final del camino de la Física tal como la
conocemos. Al momento, todo es provisional, pues los mismos autores reconocen qu
e esta teoría es algo así como un collage, a medio remendar, de otras teorías demostra
das como válidas en el laboratorio.
Llama la atención que, en el libro, Hawking y su coautor arremetan tan durame
nte contra Dios, contra la religión, contra el libre albedrío y contra la Filosofía. A
sí, el célebre científico proclama, sin más, que la Filosofía ha muerto, en razón de que no
ha podido mantenerse al ritmo de la Física. Grave afirmación, si se toma en cuenta q
ue la Filosofía es un camino alternativo de búsqueda de la verdad. Es tan válida que,
por eso, se la enseña en algunas de las mejores universidades del mundo, como Ha
rvard, Stanford y Cambridge. Y no debe olvidarse que algunos de los hombres más br
illantes que han existido dedicaron bastante de su tiempo a estudiarla. Entre el
los, el mismo Isaac Newton, según muchos el más grande científico de todos los tiempos
.
Aunque la civilización tenga una enorme deuda con la Ciencia, no es aceptabl
e que disciplina alguna se crea la dueña de verdades absolutas, o desprecie a las
demás. El dogma no es permisible ni para la Ciencia. Menos aún para la Ciencia. Y la
soberbia científica ya ha venido sufriendo reveses difíciles de encajar en el tema
que tratamos. A principios del siglo 20, el futuro premio Nobel Albert Michel
son predecía el cercano final de la Física Teórica. Igual cosa hizo poco después el fam
oso físico Max Born. El mismo Hawking habló de ello en 1.980 y después en 1.998. En el
libro actual es mucho más cuidadoso, y ya expresa sus dudas acerca de que un fina
l así pudiera existir. En realidad, tal meta parece estar más lejana que nunca.
En la obra, el libre albedrío es definido como nuestra actual incapacidad de
desarrollar las fórmulas matemáticas adecuadas y de poseer los ordenadores lo sufici
entemente poderosos como para poder predecir hasta el mínimo detalle de nuestras
decisiones. El Diablillo de Laplace revive otra vez el determinismo científico. Di
fícil conciliar esta afirmación de Hawking con otra suya referida a que, en la actua
lidad, los mejores laboratorios no pueden predecir, ni siquiera, la interacción de
apenas tres partículas subatómicas. Esto es debido a su innata imprevisibilidad cuánt
ica. Predecir lo impredecible, ¿es sólo cuestión de fuerza bruta? ¿Cuánta será necesaria par
a simular por anticipado un cerebro humano, compuesto por trillones de impredeci
bles moléculas, átomos y quarks? ¿Podrán los físicos algún día determinar a partir de qué ni
los sistemas macroscópicos empiezan a ser predecibles? ¿O es que, tal vez, sistema
s eléctricos altamente complejos como el cerebro humano no serán predecibles jamás? Ha
sta que lo sepamos, y aunque a Einstein y a Hawking no les guste, parecería que Di
os sí juega a los dados.

Contra Dios y la religión se repite la ya conocida propuesta de que recurrimo


s a ellos cuando no entendemos algo. Y la verdad es que una persona no especia
lizada termina de leer el libro con más dudas que las que se tenía al inicio, y no s
e trata necesariamente de cuestiones técnicas. Quizá la duda más grande surge ante la
afirmación de que actualmente la Física asigna al vacío - a la nada - una serie de pro
piedades que lo convierten en un agente creador de infinitos universos, sin cost
o alguno, y haciendo innecesario a un Dios pre existente. Todo lo dicho es cie
ncia oficialmente aceptada. Pero - preguntas que debería responder la Filosofía - ¿Es
correcto llamar "nada" a algo que tiene propiedades? ¿Un conjunto de propiedades
conforman un "algo"? Si existen propiedades, o leyes, inmanentes al vacío ¿quién las p
uso ahí? ¿Existe “algo” y deja de ser “nada” por el hecho de que podamos evocarlo, pensarlo
y analizarlo? Importantes cuestiones que demandan que un filósofo, más que un religi
oso, contraponga su razón a la de Hawking.

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