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Procesos administrativos
ACTIVIDAD
Parcial 2
Presenta
Bellanira Trujillo Scarpetta ID 727814
Docente:
Luis Alejandro Cabrera
NRC 15577
Así como las organizaciones necesitan de las personas para poder existir, las personas
también necesitan de ellas recíprocamente. Los individuos, y más aún los de la actualidad,
pasan la mayor parte de su día en las organizaciones para las cuales trabajan. Pero ellas no
solo influyen en el aspecto laboral de las personas, también en la forma de vivir, en la
manera de vestirse, en sus aspiraciones, sus valores, etc. Y a su vez, las empresas se ven
influenciadas por el modo de pensar y sentir de quienes forman parte de ella.
Una organización se forma ya que un individuo no puede por sí sólo cumplir con su
objetivo, necesita de la ayuda de otro para alcanzarlo.
Así como cada persona tiene sus objetivos individuales, las empresas también cuentan
con sus propios objetivos. Allí es donde entra en juego el papel de Recursos Humanos,
cuando tenemos que ser capaces de alinear los objetivos individuales con los objetivos
organizacionales para poder llegar a la meta en común. Aunque se busca un equilibrio entre
los individuos y la empresa, ésta no podrá alcanzarse por completo, ya que las necesidades,
los objetivos y las relaciones de poder varían, de modo que la adaptación es un proceso de
cambio y de ajustes continuos.
Todas las personas trabajan formando parte de una organización. Allí, en ese contexto,
es donde manifiestan sus emociones, a veces tienen motivaciones por sus tareas y otras
veces no, afrontan día a día los inconvenientes o insatisfacciones que se les presentan, se
relacionan con sus jefes y también con sus compañeros o colegas formando grupos.
No se puede desconocer cómo el elemento del poder es uno de los temas a valorar hoy
en el campo de la dirección de las organizaciones. El poder es útil para entender cómo
puede la gente influir sobre los demás en las organizaciones, siendo precisamente eso, su
capacidad de influencia, el rasgo fundamental que lo caracteriza: el poder consiste en la
capacidad de un agente de influir sobre otro agente u objetivo. La flexibilidad del concepto
permite su utilización de diversas maneras, el término puede hacer referencia a la influencia
de un agente sobre una única persona objetivo o sobre múltiple personas objetivo. En
ocasiones el término se refiere a la influencia potencial sobre cosas o sucesos, al igual que
sobre actitudes y comportamientos. En otras ocasiones el agente no es un individuo sino un
grupo u organización. A veces, se define el poder en términos relativos más que absolutos,
en cuyo caso hace referencia al grado en que el agente tiene más influencia sobre el
objetivo que el objetivo sobre el agente.
Se pueden considerar las relaciones interpersonales entre los miembros de un grupo
como el punto de partida para abordar el ejercicio del poder en las organizaciones, pues
éstas pueden ser consideradas como agrupaciones de seres humanos que buscan un objetivo
común que se logra mediante las interacciones personales.
El término relaciones es tomado como la forma de vínculo o lazo que existe entre las
personas y los grupos. En el campo organizacional las diversas relaciones se manifiestan
según estatus, roles y procesos que adquieren las personas y determinados grupos sociales,
conformando de esta manera fenómenos organizacionales que caracterizan las interacciones
personales.
Se puede decir que el hilo que entrelaza estos tipos de relaciones es el poder y su
manifestación social genera en los sujetos la competencia social requerida para el
desempeño adecuado en cada una de estas relaciones, donde los participantes recurren a las
maneras propias instituidas en cada organización, donde también utilizan formas de poder
alternativos para manifestar sus relaciones.
Por último puedo decir que la organización necesita un poder general pues, de lo
contrario, no será una organización. Se entiende que es un apoderado general cuando está
concebido en términos generales o cuando se le atribuyen una serie de facultades que, en su
conjunto, permiten la dirección de la empresa o de un establecimiento mercantil. Este
apoderamiento puede ser expreso (verbal o escrito) o tácito, cuando se coloca a una persona
con plenas capacidades al frente de un establecimiento.
Bibliografía