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¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?

Es un padre con su hijo.


Tiene al pequeño en su brazo
Lo lleva seguro en su tibio regazo.

Hijo mío ¿Por qué escondes tu rostro asustado?"


¿No ves padre al Rey de los Elfos?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?"
Hijo mío es el rastro de la neblina.

¡Dulce niño ven conmigo!


Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
Mi madre tiene muchas prendas doradas.

Padre mío, padre mío ¿no oyes


Lo que el Rey de los Elfos me promete?
Calma, mantén la calma hijo mío;
El viento mueve las hojas secas.

¿No vienes conmigo buen niño?


Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna,
Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas.

Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí, a las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar
oscuro?

Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:


Son los árboles de sauce grises.

Te amo; me encanta tu hermosa figura;


Y si no haces caso usaré la fuerza​.
¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!"

El padre tiembla y cabalga más aprisa,


Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la alquería con dificultad y urgencia;
En sus brazos el niño estaba muerto.

De acuerdo con el folclore danés el Rey de los Elfos aparece como presagio de la muerte,
parecido a la banshee en la mitología irlandesa, pero a diferencia de la banshee, el Rey de
los Elfos sólo se le aparece a la persona que va a morir. Su forma y expresión le dicen a la
persona que tipo de muerte tendrá: una expresión de dolor significara una muerte dolorosa,
mientras que una expresión pacifica, una muerte tranquila. Otra interpretación sugiere que
la leyenda dice que cualquiera que toque al Rey de los Elfos debe morir.

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