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PRIMERA VISITA EL CEMENTERIO

Era la primera vez que Omar iba al cementerio a visitar la tumba de su hermano
mayor, el cual murió siendo aún muy pequeño. Sus padres le habían contado de él,
pero nunca antes los había acompañado. Pero, decidieron que Omar ya era mayor y
podría unirse a la tradición familiar.

El chico observaba con atención todo lo que había a su alrededor, grandes estatuas
de piedra con forma de ángeles, cruces de todos tamaños y con todo tipo de
garabatos, y por supuesto muchas tumbas.

Aunque sus pies estaban listos para salir corriendo y quería con todas sus fuerzas
hacerlo, no tuvo más remedio que tomar el caballito y devolverlo a su dueño, para
después de eso jamás volver a pisar un cementerio.

LAS ARENA MOVEDIZAS


Por las tardes, después de hacer su tarea, Dagoberto salía a la calle a jugar con sus
amigos un buen partido de fútbol. Su vecindario no estaba pavimentado, lo que hacía que
siempre terminara cubierto de tierra.
El día que sucedió la historia de terror que voy a contarles, empezó a llover antes de lo
previsto. Nadie se percató de ello puedes las nubes permanecían blancas e inclusive se
podía ver el sol brillando entre ellas.

Más pronto que lo que canta un gallo, la superficie donde estaban jugando se convirtió en
un verdadero lodazal. Tanto así que era imposible seguir jugando. Varios de los amigos
de Dagoberto se despidieron de él y regresaron corriendo a sus hogares para guarecerse
de aquel aguacero torrencial que estaba cayendo.

Sin embargo, él no pudo hacer lo mismo tan rápido, pues debido al alboroto que se había
formado el balón del juego estaba extraviado. Dagoberto le tenía un especial cariño a ese
esférico pues se lo había regalado su difunto padre y por ningún motivo iba a permitir que
ningún chubasco lo apartara de su lado.

Ya casi se había dado por vencido cuando observó que el esférico permanecía atrapado
en el lodo. Lo tomó con fuerza más no lo pudo sacar, pues era como si alguien lo
estuviese deteniendo.

De momento el chico sintió como una de sus piernas será sujetada por una mano de
hombre. Al principio sintió terror, pero luego se tranquilizó al notar que en el dedo anular
llevaba un anillo igual que el de su padre. No obstante, en segundos la mano se convirtió
en una garra y jaló al muchacho hasta lo más profundo de la tierra.

Los gritos del niño fueron silenciados gracias a la presencia de los miles de truenos que
se escucharon en ese momento. Luego del incidente sólo se pudo encontrar un botín de
futbol

Hasta la fecha en aquella zona de la ciudad, ningún niño sale si no es en compañía de un


adulto.

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