Está en la página 1de 15

CRITERIO O INSTRUMENTACIÓN PARA EL TRABAJO.

Fragmento conceptual de curso de capacitación


presentado para ASEMEX/1994, México.
Mtro. Marcelino Núñez Trejo.

La téchne griega o el arte de hacer bien las cosas como medio para
autconocerse.

La idea que pone a discusión la disyuntiva de nuestro título es, por una parte, la
convicción de que todo lugar para el trabajo debe formar parte del espacio natural
de desarrollo de la persona (oikos1), lo cual implica precisamente que la persona
sepa reconocer en ese espacio aquello que le ofrece retos a sus potencialidades.
Está en las propias manos del trabajador hacerse de los medios que le permitan
“ver” horizontes de crecimiento. Es en esta necesidad de “saber ver” donde la
capacitación se transmuta o desciende a su base original que le alimenta: la
educación del hombre. Y por otra parte entender que la destreza técnica es una
virtud consistente en hacer bien las cosas, lo cual implica la dimensión ética, la
idea del bien, de lo que se hace, de quien lo hace y de aquello sobre lo que recae
la acción que genera ese bien. Como puede verse capacitar para hacer no es una
tarea baladí.

Todo proceso de capacitación es, por necesidad, natural, es educación, y por ello
y primigeniamente una paideia. Antes de preparar al hombre para el trabajo –
sobre todo si se trata de la docencia-- se le tiene que enseñar el valor e
importancia de las tareas que tiene que hacer, esto como única manera de que
haga bien las cosas. En este sentido van de la mano, como esencia misma de la
enseñanza, “saber ver” (develar, aletheia, ver la verdad) y “hacer bien las cosas”.
Expliquemos.

Cuando al hombre se le capacita intelectualmente, es decir, se incide en su


facultad intelectual (in-tele-gere), lo que se está haciendo es propiciar en él la
capacidad de ver el “telos” –lo que está distante, allá, en la expectativa e

1
El término oikos, del griego, hacía referencia a “la casa del hombre”, el espacio construido por él y luego
donde estaban “sus cosas” para hacer su vida. Vid., Philippe, Ariès y Duby, George, “Hsitoria de la vida
privada. El Imperio, T.I.”, Taurus, Madrid, 1986. (Consultar la casa laica).
intencionalidad-- tanto de las cosas como de sus acciones ambas en
comprometida relación; esto le lleva a develar el sentido, el “hacia dónde” del acto,
apunta y orienta las tareas que se hacen en torno a ciertas cosas. Este telos no
deja que las acciones del hombre se agoten en su presente y sólo en su
materialidad, más bien incopora la parte de expectativa humana como horizonte
que toda persona guarda celosamente en cada una de sus quehaceres. Esto es,
que cuando alguien hace algo y no tiene esa capacidad intelectual, digamos
sucintamente preparada, tanto la materia sobre la que recae la acción como la
acción misma se disipan o diluyen frente al alma esperanzada de toda persona, se
agota en el presente, se le consuma al instante, hecho que desanima todo trabajo
de una manera paulatina –es lo que Marx llamaba trabajo enajenado; el trabajador
no se halla en su quehacer--En cambio, el hombre capacitado intelectualmente
augura la belleza de la obra que sin terminar llama, jala, anima, guía al autor a que
afanosamente cumpla la naturaleza de la materia sobre la que el hombre actúa,
ansioso de ver de lo que es capaz. Es decir, por un lado la naturaleza de la cosa,
si el hombre está capacitado para “verla”, se teje en complicidad con el actor de tal
manera que éste no tiene otra salida que ayudar con su acción a que se cumpla la
naturaleza de la cosa. Por el otro lado, el actor, la persona encuentra en ello la
oportunidad para, al mismo tiempo, llevar a que afloren sus potencialidades y
entonces, en ese momento darse cuenta de ellas, hacerse cargo de ellas, gozar
de ellas.

La persona capacitada reconoce en su trabajo la oportunidad de saber de sí


mismo a través de ejecutar acciones culminadas en obras,

El proceso progresivo que se cumple en un artista representa un


continuo sacrifico de sí mismo, una continua extinción de su
personalidad, es decir, de su individualidad, de su ego
concentrado en sí mismo con sus naturales impulsos y su
profundamente natural, demasiado natural, trabazón con la
actividad del arte. Pero, al propio tiempo, el progreso de un
artista es una afirmación aún más significativa, de su
personalidad, es decir, de la subjetividad creadora revelada en la
obra junto con las cosas.2

En este sentido es que se habla de que toda capacitación, como proceso de


enseñanza o educación lleva consigo el crecimiento humano; es una capacitación
donde se pone en juego la sabiduría de vislumbrar la relación fundamental, a
saber: el hacer que hace. El intelecto, a lontananza, sabe lo que viene de allá, de
lo que está esperando, y con ese recoger en la acción misma el futuro del
presente, el intelecto otorga el sentido de la vida que el trabajo presente debe
contener y que en todo caso es el que lleva al empleado a encontrar, además de
interesante, con significado para su vida. El intelecto capacitado, es decir, vuelto a
su natural cualidad de llevar las cosas que se hacen hacia algún “lugar” (objetivo),
es el que aprovecha, pues, el sentido de la vida como fuente de organización vital,

El fenómeno vital puede descomponerse en el hombre en dos


elementos o tendencias principales. El primero y primario es el
elemento creador morfogenético, la pura vitalidad espontánea,
por decirlo así, colmada de exuberancias, nunca insuficiente,
siempre enérgica y palpitante. El segundo y posterior es el
elemento organizador, la mecanización de las actividades, el
intelecto que comprime [porque da cause], reprime, clasifica,
ordena, dirige la creación.3

La educación así comprometida en la capacitación, es aquella, pues, que


contribuye a que el hombre no sólo se aboque a labores ciegas sin sentido, sino
que por despertar la facultad muy humana de una orientación natural de la
inteligencia, las cosas que se hacen se hacen sabiendo en qué culminarán. Nada
más perjudicial para una organización que contar con trabajadores que no poseen
ese intelecto que, operativamente, anuncia el devenir.

2
Maritain, Jacques, “La intuición creadora en al arte y la poesía”, Palabra, Madrid, 2004, p. 220.
3
García Morente, Manuel, “Obras completas, Volúmenes 1-2”, Anthropos, Madrid, 1996, p. 192.
El intelecto, entonces, metiendo las manos en las actividades mismas del presente
operativo y reclamador, se une a la facultad técnica, que en nuestro contexto tiene
que alimentarse del arte, que transforma esa técnica bruta en el bien hacer de las
cosas, que une destreza y ética.

Si la capacitación se reduce violentamente sólo al campo de la técnica, no por ello


excluye como parte del pertrecho que requiere todo trabajador a ese intelecto y
sensibilidad estéticas que podrían reunirse en lo que es la fruición (roce con la
vida), es decir, la sabiduría venida del contacto con las cosas. Si la técnica en
cuanto arte es un bien hacer, ello quiere decir que se tiene que hacer respetando
el bien de la cosa y de quien hace la cosa; y el bien es aquello que de suyo
merece una cosa, aquello que de suyo merece el hombre y las cosas que hace en
su trabajo ¿Qué es lo que merecen de suyo? Brillar sus cualidades, hacer que se
manifiesten en su potencialidad.

… partiendo del mundo griego antiguo, la técnica es un acto


creador que consiste en un hacer eficaz, una habilidad para
realizar algo, que persigue un resultado, un objetivo, y que no es
independiente de la ética, de la política [lo cual implica hacer
bien la cosa para que bien sea usada por el hombre y por la
ciudad].4

Cuando a la persona se le capacita desde la educación natural que el hombre


apetece y por ello busca, esta capacitación es necesariamente técnica porque
implica llevar a que las cosas se perfeccionen, no para sí, porque no tendría
sentido, sino para el hombre, para el hombre que las recibe y fundamentalmente
para el que las crea. Es el bien hacer, es decir, realizar el bien de la cosa, que sus
cualidades además de que se muestren también brillen en acto. De esta manera el
hombre capacitado bajo la educación necesariamente humana, para la vida,
entabla una relación simbiótica con aquello que realiza, con la cosa a la que hace
brillar en sus cualidades, ya que en ese preciso momento, como se ha dicho, él
4
Molinari, Carlos A. J., “El arte en la era de la máquina. Conexiones entre tecnología y obras de arte
pictórico, 1900-1950”,Teseo, Buenos Aires, 2011, p. 34.
también se realiza; pero solamente cuando lo que se realiza, repetimos, es el bien
de la cosa –nunca hacer mal las cosas perfecciona al hombre.

Aquí entonces, surge la fundamental pregunta ¿Cómo capacitar desde una


educación humana la capacidad inteligente y técnica? No hay una sola respuesta,
pensamos, como hemos expuesto. Una capacitación así tendría que abocarse a
despertar la capacidad de prever, la cualidad humana de predecir, más bien
avizorar, en una trascendencia o más allá –futuro, final del procesos, al acabar la
tarea, objetivo—el bien de la cosa hecha como brillo de sus cualidades o ser en
potencia como impacto en la humanidad: el escultor no está contemplando el
martillo y cincel con los que esculpe el mármol, tiene su pensamiento, su alma,
sus fuerzas, mirando el bien que brillará al final de la faena. Ese avizorar in, esa
capacidad de ver “allá” desde la naturaleza de las cosas, es esa inteligencia-
técnica creadora, productiva, generadora de nuevas cosas, nuevos escenarios de
vida; es entonces cuando esa inteligencia se casa con la potencialidad técnico-
artística también de la persona. Como puede observarse, es entonces necesario
que el capacitando adquiera la habilidad de la investigación, urgar lo que son las
cosas, su naturaleza, única manera de poder despertar la natural capacidad de
“ver” la trascendencia donde se realiza el bien de las cosas: quien no sabe, quien
no tiene el conocimiento de lo que es un árbol, no sabrá ni inteligente ni
técnicamente hacer de él ya una hospitalaria casa de madera o ya una lancha
eficientemente servible para pescar.

La base de la moralidad son las razones de nuestra acción que


no son otras que nuestros deseos, intenciones, propósitos,
Nuestras acciones son la inferencia de un querer, la explicación
de una creencia o unos primeros principios. Por eso las razones
de nuestra acción se entienden desde las circunstancias que
nacen y desde las metas que busca el agente. Esto supone una
visión teleológica de la naturaleza humana [trascendencia] y una
consideración de la historia basada en los conceptos de
intención y deliberación [el quehacer del hombre no es una
imposición sino una voluntad que nave de lo que cada hombre
alcance a ver].5

La conquista de la libertad en el trabajo por la formación del criterio.

Uno de los requisitos que un pensamiento además de inteligente (in-tele-gere:


develar el sentido que llevan los actos y sus obras) debe poseer, es la del criterio,
formarse crítico en un proceso de capacitación, que de manera general y como
una de sus cualidades, es el de ser un pensamiento que valora, que da su lugar a
las cosas y a los hombres. Importante reto que a la humanidad ha preocupado de
manera formal por lo menos desde el Renacimiento: un pensamiento que valore;
sin olvidar a los mismos griegos en la persona de Sócrates, cuya principal
herencia para la capacitación la podríamos resumir en la idea de que no se puede
valorar lo que no se conoce: conócete a ti mismo.

Problemática resulta la relación entre conocimiento y valor, porque se piensa que


la persona que valora involucra más sus emociones que conocimientos, sin
embargo no se puede negar que si se conoce profundamente algo, digamos por
ejemplo el proceso de gestación embrionario y nacimiento de un ser humano, la
emoción o sentimiento se ven más “sorprendidos”, atraídos; el sentimiento es
fortalecido en su estimación, justificado en su inclinación, por lo que entonces se
valora más, con mayor intensidad y a la vez creencia en la gestación del ser
humano.

La resolución del complejo problema de integrar el afecto


(emociones) y la cognición es el logro intelectual más importante
de la edad adulta. Durante la mayor parte de la adultez “sigue
una consolidación cada vez mayor de las estructuras más
complejas cognitivo-afectivas… el pensamiento complejo, crítico
y relativizante no surge sino hasta aproximadamente los 20

5
De la Torre Díaz, Francisco Javier, “Ética y deontología jurídica”, Dykinson, Madrid, 2002, p. 231.
años. Sin esta consolidación del intelecto y las emociones (es
decir de las estructuras afectivo-cognitivas) las conductas
extremas….o cognitivo extremas ( como creer que uno es la
peor o la mejor persona sobre la tierra) se tornan frecuentes.. En
contraposición, los adultos pueden equilibrar mejor las
experiencias personales con el conocimiento. 6

Conocimiento y valoración no se pueden separar pero tampoco se les puede


confundir. El conocimiento hace aparecer --si ha sido educado-- las cualidades de
las cosas en su originaria naturaleza --lo que descarta todo conocimiento
interesado como lo teoriza Habermas 7--, hecho en el que el hombre
inmediatamente aprecia lo que le es bueno y no le hace daño y aquello que
apunta –papel de la inteligencia—hacia la producción de un mal. El hombre, su
naturaleza, busca cognitivamente ese bien y se inclina por él, lo estima, le da un
valor separándolo de otras cosas o actos. De esta manera la capacidad crítica en
uno de sus papeles que es la de valorar, requiere de la capacitación en cuanto
conocimiento-estimativo para, en principio y de manera burga, elija las cosas –
situación que a la postre educa al hombre en su libertad.

… Por ello, hemos de atrevernos a ver la libertad en términos


positivos. De tal manera que la libertad también es la capacidad
de hacer lo que queremos, también el derecho a vivir como
deseemos, pero, ante todo y sobre todo, libertad es la capacidad
crítica de custionarnos cómo hemos llegado a querer eso que
queremos, cómo hemos llegado, en definitiva, a ser lo que
somos.8

6
Stassen Berger, Kathleen, “Psicología del desarrollo: Adultez y Vejez”, Panamericana, Madrid, 2009, p. 32.
7
Habermas, Jürgen, “Conocimiento e interés”, Taurus, Madrid, 2000. Libro en el que el autor explica una de
las formas de manipulación social a través de la difusión de conocimientos que responden a intereses
particulares de grupos de poder económico. El hombre común y corriente y organizaciones sin pensamiento
crítico lo aceptan como verdades y sus actividades son orientadas por esos conocimientos, sea por ejemplo la
idea de que la marihuana no hace daño y el Estado debe autorizar su consumo, idea que en un momento dado
orienta formas de organización tanto social y particularmente de grupos, empresas, escuelas, organizaciones.
8
Martín Juan Pastor y Ovejero, Anastasio, “Michel Foucault”, Univ. De Iviedo, Oviedo, 2007, p. 109.
Vale la pena, pues, aclarar que lo que estima el hombre es aquello que le hace
sentir feliz, entendiendo felicidad como sentimiento de realización. Esto lleva a que
quien se capacita bajo este tipo de educación bajo criterio, necesariamente tiene
que acercarse conceptual y vivencialmente a eso que se llama realización del
hombre, para como se dijo, tener el conocimiento que “seduzca” la dimensión
estimativa propiciando a su vez que la voluntad se incline llevando a que el
hombre, la persona, busque con todas sus fuerzas lograr, alcanzar ese estado: ser
feliz. Aristóteles decía que la voluntad es el apetito de la razón. En la felicidad, que
alumbra lo que se estima, el hombre siente, por lo menos momentáneamente, sus
deseos culminados.

El merecer [ser deseado por algo, estimado], el <ser digno de


algo>> es, en tal sentido, una cualidad de las cosas indiferente a
los actos reales de agrado o deseo que el sujeto ejercite ante
ellas o con motivo de ellas. Se trata, por el contrario, de una
exigencia que el objeto nos plantea. 9

Otra característica de la capacitación desde la dimensión del criterio, es la de


educar el pensamiento operativo en lo que se llama ubicación. Con esto queremos
decir que el criterio, además de valorar, ubica, da su lugar a las cosas, a los
hechos, a las acciones, a las personas, a las maneras de ser, a los proyectos, etc.
Importante virtud la de saber dar su lugar a todo pues, una persona capacitada-
educada para ello sabe que el trabajo tiene su lugar, que los hijos tienen un
espacio y un tipo de relación amorosa que no se confunde con la relación de
amistad con los compañeros de trabajo o con el director de la escuela o gerente
de la empresa, de la organización; cada una exige diferentes tipos de compromiso,
de entrega, de lucha, de pertrechos para la acción; sólo el criterio como ubicación
logra dar a cada hecho, acción, lo que necesita. Bien puede analogarse esta
capacidad-educadada para la vida y bien aprovechada, como extra, para el
trabajo, con la prudencia,

9
Ortega y Gasset, José, “Introducción a una estimativa. ¿Qué son los valores?” Encuentro, Madrid, 1983, p.
102.
La prudencia (phronesis) tiene por objeto las cosas humanas y
sobre las cuales puede deliberarse [...] El hombre de buen
consejo, absolutamente hablando, es el que, ajustándose a los
cálculos de la razón, aceirta con lo mejor que puede ser
realizado por el hombre.

La prudencia no es tampoco sólo de lo universal, sino que debe


conocer lasa circunstancias particualres, porque se ordena a la
acción, y la acción se refiere a las cosas particualres. 10

Pensamos que fundamental cualidad a educar en procesos de capacitación desde


la perspectiva del criterio (cuya ganancia principal es valorar los actos que no sólo
se hacen para el trabajo, sino sobre todo valora las acciones para la vida), es la de
la virtud – intuición, facultad, conocimiento-- de la oportunidad, el de saber ser
oportunos en los actos, poder reconocer en qué momento se tiene que llevar a
cabo la acción y bajo que pasíón, entrega. Renato Leduc, poeta y periodista
mexicano, tal vez basado en su vida práctica y a la vez pasional --como lo exige la
vida--, escribió: sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a
tiempo, como dice el refrán, dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el
tiempo….. Con esta poesía queremos ejemplificar la necesidad de reconocer que
las acciones, las decisiones, los compromisos, las emociones, las relaciones, etc.,
todos tienen su tiempo, único al que pertenecen y que es el tiempo en el que
hombre tiene que abocarse a realizarlos, en ese tiempo y no en otro; abocarse a
sus tareas cuando es el momento, antes o después puede ser que ya no tenga
ningún efecto. Este carácter de las tareas humanas, más que del trabajo, adviene
de la vida misma. Educar esa “observación” de los tiempos que cada cosa de la
vida tiene, necesariamente deja la sabia experiencia de hacer las cosas cuando se
debe. Un empleado que tiene esta capacidad que forma parte de lo que llamamos
educación-capacitación en criterio, no sólo ahorra en todos los sentidos, sobre
todo y a la vez, coadyuva a que las cosas, las personas, los hechos, las acciones

10
Martínez Contreras, Joreg y Ponce de León Aura, "El saber filosófico: Antiguo y moderno", Siglo XXI,
México, p. 362.
alcancen su tiempo y por ello se muestren en su mejor potencialidad, en su
madurez, situación que en cualquier organización laboral es sumamente apreciado
y redituable en todos los sentidos.

En tiempos de pobreza no debe abandonar la rectitud y bajo


condiciones de prosperidad no ha de descuidar la virtud. El
letrado es capaz de preservar su propia verdad porque no
abandona la rectitud en tiempos de miseria. El pueblo tendrá fe
en él porque no descuida la virtud bajo condiciones de
prosperidad.

La línea de conducta de los antiguos era que cuando obtenían la


oportunidad deseada hacían todo el bien posible a los demás.
Cuando no obtenían la oportunidad deseada [no apresurar las
cosas], se hacían ilustres; cuando estaban sin empleo
mejoraban su porpio carácter moral; cuando estaban en una
posición de autoridad, mejoraban el carácter moral de todo el
imperio.11

Así, pues, lo que deja un pensamiento crítico es, de manera general y


considerando el ámbito funcional de las sociedades laborales actuales, saber
tomar decisiones bajo dimensiones ético-estéticas a la vez que asertivas en el
terreno funcional: saber hacer las cosas bien y de acuerdo al momento. Nada más
apreciado y reconocido en la persona que el acto productor que se origina en el
criterio, en esa especie de prudencia que toda capacitación tiene que pulir.

Criterio vs. Eficiencia.

Parece ser que hablar de eficiencia significa descartar cualquier tipo de conducta
que pueda tener alguna filtración de error o por lo menos de inseguridad o falta de

11
Lin, Cheng, " Lost Cuatro Libros De Confucio", Libros-El Nacional, Caracas, 2004, p. 200.
planeación. Ya Peirce, uno de los padres del pragmatismo, mencionaba que los
actos tiene que ser la manifestación de una voluntad que posee la fuerza de lo
bien planeado; es decir, para los pragmatistas se tiene que capacitar a la persona
para que sepa llevar a cabo exactamente lo que se planea con anterioridad a las
acciones concretas, el proyecto y los resultados alcanzados deben ser los
mismos, lo cual implica el uso programado no sólo de propiedades exactamente
mediadas de los instrumentos técnicos, a utilizar, sino además de capacidades
humanas también exactamente requeridas, ambas con margen de error tendiente
a cero.

Lo que sucede es que en la vida cotidiana del empleado se presenta otra


situación, las cosas no tienen esa eficiencia producto del cálculo exacto de la
fuerza y capacidad mentales entregadas por la persona, regularmente una
voluntad emocionada es la que “mide” –debe ser estima, como se dijo arriba—esa
entrega a las labores.

En este sentido, la eficiencia desde la dimensión educativa del criterio (educar en


criterio es capacitar no sólo para realizar un mejor trabajo, sino para darle sentido
al trabajo, significado y talante vital a las labores, cuyo horizonte ubicado en la
felicidad representa, como escribió Maslow, la experiencia cumbre que motiva la
vida creativa y laboral) es aprovechar las propias y naturales cualidades de las
cosas, como su grado o potencial sentido en torno a la felicidad; como suposición
idónea para retar capacidades humanas personales; como vivir las labores en el
momento y forma en que se tenían que hacer. La naturaleza además de
abundante es por sí misma sostenible y por ella misma autoregulable en sus
gastos, su eficiencia se muestra sin intervención de la mano del hombre y, éste, es
también naturaleza; el hombre tiene una naturaleza que tambiénn requiere de ser
respetada para su mejor calidad de vida. Aristóteles le llamaba telos o entelequía:
cada cosa tiene su qué y para qué, en la medida en que la capacitación, en lugar
de educar en la deformación y excesividad de uso de esa naturaleza de las cosas,
sea educar en "ver" ese qué de las cosas, su telos, sus cualidades que apuntan y
piden ser aprovechadas, en esa medida la cosa será la que oriente a la persona,
el trabajao, las acciones en armonía con ella.

El fin, al que se refieren formas y funciones, es siempre la vida


misma, su conservación, trátese de la del individuo o de la
especie. Con arreglo a un fin en este sentido es, sencillamente,
todo en el organismo, dedes los colores y los diseños de
protección hasta las más sutiles regulaciones, reacciones,
instintos. Ciertamente hay excepciones a esto, pero ninguna
muy importante; la mayorío de las veces lo inadecuado se
compensa por ulteriores disposiciones.12

Como se puede ver, la eficiencia en el trabajo desde la perspectiva crítica o de


educación del criterio en el desempeño de funciones –máxime si es en el terreno
educativo—no se casa con la frase, ya devaluada, de obtener la mayor ganancia
con el mínimo de esfuerzo. Encontramos que hoy las más sobresalientes
organizaciones reconocen el carácter mismo de la vida y lo incorporan a su visión
del trabajo, carácter que consiste en estimar el hecho de que los grandes logros
sólo se alcanzan no con el chanchullo o estratagema de una entrega de mínimo
esfuerzo, sino por el contrario, con una abierta, honesta y fiel entrega de todo el
esfuerzo y capacidades que se tengan, sin escamoteo de dosificación y ahorro 13,
aceptando que el conocimiento, antes que evadir y tomar atajos para el esfuerzo,
los bien canaliza, junto con el criterio, a lo que se debe,

Los conceptos de eficiencia y de eficacia son diferentes aunque


está estrechamente relacionados: El primero, implica una
actuación "económica" en sentido estricto (es decir, lograr el
máximo resultado mediante el aprovechamiento óptimo de los
recursos disponibles) [nótese que no es optimizar, no
escamotear recursos]. El segundo, es una actuación
12
De Corral García, José María, et al, " El problema de las causas de la vida", Espasa-Calpe, Madrid, 1956, p.
123.
13
Cfr. Caso, Antonio, " La existencia : como economía, como desinterés y como caridad", UNAM, México,
1989. En su momento e influiod por la correinte positivista de Augusto Comte, el éxito en la vida se logara
bajo el principio del conocimiento que economixzaba todo, idea contraria a la que estamos planteando en
nuestra hipótesis.
"administrativa" (es decir, la adecuada asignación de recursos
para el logro de un objetivo.

Eficiencia, en definitiva, signfica hacer bien las cosas y eficacia


supone, simplemente, hacerlas...14

De alguna manera la capacitación en pensamiento crítico es --además de la


educación que todo ser humano requiere ante el mundo posmoderno donde hay
disipación de formas y métodos-- la vigilia o cuidado de la vida. El criterio es la
manera como el hombre reconoce, vía conocimiento, la eficiencia propia de la
naturaleza --de su naturaleza en todo caso--, la devela, la valora, la ubica y echa
mano de ella, la optimiza y no la esconde ni la entreha según conveniencia
alguna ; naturaleza que está en todo y que este criterio le reconoce. La eficiencia
tecnológica no es otra cosa que la imitación que el hombre hace de procesos
naturales sumamente eficientes; sin embargo nunca máquina alguna ha podido
igualar la eficiencia del cuerpo humano, modelo de eficiencia, toda la tecnología
sigue siendo sólo malas copias de él, del cuerpo, y esto es debido a que se le
separa de aquello que precisamente le hace eficiente, a saber, el mundo de la vida
donde está inmerso y se alimenta. El cuerpo es orientado, sexuado, es horizonte
de esfuerzo y es comunicación, todos los procesos mecanizados eficientes se
originan, pues, desde que el cuerpo es un cuerpo-mundo. Ninguna capacitación,
sea cual fuere el área laboral, puede pasar por alto esta educación del cuerpo,
capacitarlo en el sentido de regresarlo a su mundo, al espacio donde por él mismo
“saber hacer bien las cosas”, donde ha construido su oikos, su habitación idónea
para vivir tal y como es él, donde están "sus" cosas, esas que necesita; en este
sentido todo espacio laboral debe ser un oikos, una casa del hombre donde tenga
todo lo que necesita antes que para trabajar para vivir, lo segundo se dará por
añadidura.

A través de esa capacidad crítica se logra, antes que razonar y hacer conclusiones
lógicas, develar la eficiencia que por propias cualidades todas “las cosas” tienen.

14
Sánchez Galán, José Ramón, " La empresa humana", Visión, Madrid, 2011,p.164,
La silla tiene su funcionalidad cuando a través de una construcción crítica se hace
una silla y no otra cosa --extendamos esto a educar a un ser humano, a capacitar
a un empleado--; de la misma manera una clase, una escuela, un hospital, una
acción tienen su muy propia funcionalidad debida a sus cualidades también
propias, basta que una capacidad crítica las devele y como decisión característica
del criterio más que imponer permite que afloren, que se muestren, que fluyan,
que cvada ser, cada cosa, cada ser humano muestre por sí su manera de ser
(principio de capacitación en liderazgo), pues ello es buena orientación para
realmente elaborar proyectos, tareas, de manera funcional aprovechando la
libertad de cualidades de los seres. Regularmente cuando el hombre transforma
una cosa sin considerar su propia funcionalidad, se logra, más que funcionalidad,
aberraciones, malas copias, remedos que denigran los trabajos y las capacidades
humanas depositadas en ello,

La función del líder en sentido humano [obra de la capacitación


para la vida dentro del trabajo] es liberar el conocimiento en su
organización. Fomentar la formación de sus colaboradores,
compartir sus conocimientos y generar utilidades basadas en el
respeto al ser humano y al medio ambiente. Por ejemplo, el líder
con sentido humano, tiene una visión a futuro, contagi esta
visión y define objetivos; pero no se limita solamente a ello, sino
que también fomenta la capacitación y formación necesarias
para lograr dichos objetivos [educare, orientar la formación]. El
líder con sentido humano posee una humildad personal y
organizacional.15

Uniendo la funcionalidad con la capacidad crítica se trata de valorar todo lo que se


hace, ubicar social y humanamente eso que se hace y, capacitarse al mismo
tiempo en la virtud del optimizar recursos y capacidades para el momento
oportuno de hacer las cosas bien. Permítaseme una cita extensa por su

15
Manning, Martínez, Elizabeth, et al, "Urge un líder con sentido humano", Perason-educación, México,
2007, p. 34.
importancia,

Para proponeres acertadamente un fin es necesario prender


perfectamente la posición [valorar, ubicar, ver oportunidad,todo
en relación yo-mundo] del que la ha de alcanzar... y es que son
muchos los hombres que marchan a la aventura, ya sea no
fijándose en un fin bien determinado, ya no calculando la
relación que éste tiene con los medios de que se puede
disponer. En la vida privada como en la pública es tarea harto
difícil el comprender bien la posición propia; el hombre se forma
mil ilusiones, que le hacen equivocar sobre el alcance de sus
fuerzas y la oportunidad de desplegarlas. Sucede con mucha
frecuencia que la vanidad las exagera; pero como el corazón
humano es un abismo de contradicciones, tampoco, es raro el
ver que la pusilanimidad las disminuya más de lo justo. Los
hombres levantan con demasiada facilidad encumbradas torres
de Bael, con la unsensata esperanza de que la cima podrá tocar
el cielo; pero también les acontece desistir, pusilánimes, hasta la
construcción de una modesta vivienda... Qizá se atreven a más
de lo que pueden; pero, a vaces, no puede porque no se
atreven.16

Archivo ASOMEH.
Petición de doc. completo a
asomeh.hortz@gmail.com

16
Balmes, Jaime, "El criterio", BAC, Madrid, 2011, p. 184. /Existe en otras ediciones: Diario de Barcelona;
Red.ediciones; Católica, entre las más conocidas.

También podría gustarte