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Soplando sikus más allá del Titicaca: conjuntos de sikuris como islas del archipiélago

cultural transandino en Buenos Aires, Santiago y Bogotá


Author(s): Daniel Castelblanco
Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana , 2014, Año 40, No. 80 (2014), pp.
265-282
Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/43855162

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Revista de Crítica Literaria Latinoamericana
Año XL, N° 80. Lima-Boston, 2do semestre de 2014, pp. 265-282

Soplando sikus más allá del Titicaca: conjuntos de


SIKURIS COMO ISLAS DEL ARCHIPIÉLAGO CULTURAL
TRANSANDINO EN BUENOS AIRES, SANTIAGO Y BOGOTÁ

Daniel Castelblanco
Georgetown University

Resumen

En este artículo sugiero estudiar el exponencial aumento de conjuntos de siku-


ris en Buenos Aires, Santiago y Bogotá como parte integral de un movimiento
social contra-hegemónico. En particular, propongo que las sonoridades, los
discursos y las prácticas con que los sikuris intervienen y se apropian de dichos
espacios, complejizan sus experiencias urbanas y transforman esas ciudades en
"islas" de un extenso archipiélago cultural cuyas dimensiones trascienden los
límites nacionales y geográficos que a menudo se imaginan como atributo de
"lo andino". En este sentido, el flujo multidireccional de personas, músicas e
ideas contribuye a la consolidación de una comunidad transnacional que, sien-
do tan heterogénea como quepa concebirla, se imagina unida gracias a un con-
junto de sonidos, símbolos, discursos y prácticas que en suma propenden por el
desarrollo orgánico de un proyecto utópico mayor: un nuevo Pachacuń 'Ř
Palabras clave: sikuris, etnogénesis, transculturación, archipiélagos culturales
transandinos, Juan Zevallos, nostalgia proactiva, Pachacuń.

Abstract
In this article I suggest studying the exponential rising of sikuri ensembles in
Buenos Aires, Santiago and Bogota as an integral part of a counter-hegemonic
social movement. Particularly, I propose that the sonorities, discourses, and
practices with which the sikuris intervene and appropriate those spaces, further
complicate their urban experiences and transform these cities into "islands" of
an extensive cultural archipelago whose dimensions transcend the national and
geographic boundaries that are often imagined as an attribute of "lo andino."
In this sense, the multi-directional flow of people, music, and ideas contribute
to the consolidation of a transnational community that, being as heterogeneous
as it may be conceived, imagines itself united by a set of sounds, symbols, dis-
courses, and practices that form part of the organic development of a larger
Utopian project: a new Pachacuti.

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Keywords: sikuris, ethnogenesis, transcul


goes, Juan Zevallos, proactive nostalgia,

"volveré j seré millones "


Túpac Katari

Mucho se ha escrito acerca de las músicas de sikuris. Un extenso


cuerpo de investigaciones arqueológicas, etnográficas y etnomusico-
lógicas proveen diversas aproximaciones a las múltiples dimensiones
de las sonoridades y prácticas sociales vinculadas a las mismas. Sin
embargo, la mayoría de estos trabajos coinciden en estudiar dichas
músicas -y a quienes las interpretan- en contextos rurales, histori-
zados y etnificados, lo que sugiere la existencia de una continuidad
histórica entre el pasado prehispánico y el presente rural, aislado y
empobrecido, generando con ello un efecto de otrificación, a la vez
que reafirma la presunta existencia de una "autenticidad" indígena.
Yo me propongo explorar la apropiación que en años recientes
distintos conglomerados urbanos han hecho de estas tradiciones
musicales en espacios cosmopolitas y geográficamente distantes de
la cordillera de los Andes. Más aún, me interesa indagar las maneras
creativas en que estas personas, con educación académica en su ma-
yoría, han hecho un uso instrumental de tales sonoridades en la
construcción de nuevas identificaciones (Fox) sociales. Propongo
que las múltiples identificaciones (re)creadas por estos "nuevos
sikuris" (Acevedo) constituyen un desafío a los discursos hegemóni-
cos sobre nacionalidad (Podhajcer; Ibarra, "El siku en Santiago de
Chile"), "raza" y religión que imperan en sus respectivas naciones y
que por tanto, éstos son agentes activos en los procesos contempo-
ráneos de transformación social (Riaño- Alcalá). Partiendo de la
premisa según la cual la música tiene un papel decisivo en la cons-
trucción de procesos sociales, y no es tan sólo un reflejo de los
mismos (Wade 24, Vila 107), sostengo que a través de la apropia-
ción de la "música de otros" (Bigenho), estos agentes han consoli-
dado una comunidad transnacional (Podhajcer, Hijar, Ibarra, "Siku,
música andina-urbana y comparsas de sikus en Santiago de Chile")
que comparte gustos musicales, un conjunto de símbolos y valores
semejantes, y más aún, un proyecto utópico común.

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Tomando como punto de partida mis propias


sikuri bogotano, es decir, como alguien consci
trumentos y músicas que de algún modo no le p
este artículo una serie de reflexiones que empez
primer viaje en camiones y buses hasta las or
viaje que habría de repetirse desde entonces
año, llevándome hacia algunos de los pueblos m
a sus tradiciones musicales. También reúno aquí
riencias como miembro del conjunto de siku
Zamponas Urbanas de Bogotá, y de K'hantati Los
tropolitana de Washington, DC, con cuyos mi
do discusiones apasionadas sobre nuestras prác
aumento de agrupaciones de sikuris y la prog
del movimiento. Por último, son decisivas en es
zaciones de los mismos sikuris al respecto -m
han sido difundidas en publicaciones académi
teorizaciones que, como espero demostrar, confi
sikuri su carácter reflexivo.

El movimiento sikuri contemporáneo

Lima sería el primer lugar fuera de las monta


donde se escucharan las sonoridades del siku. Lo
tes púnenos trajeron consigo sus tropas de cañas
ron soplándolas en los arenales de la periferia
lendario festivo u otros eventos sociales lo requ
con que lo hicieron no impidió que en 1977 s
apropiadas por los "sikuris metropolitanos" (Suá
intérpretes no púnenos que en su mayoría es
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. A
tico Conjunto de Zamponas de San Marcos ( CZSM
ha tenido una participación activa en diferentes
sociales a los que no me referiré porque mi inte
se enfoca en otros sikuris: los que se juntan cad
en Helsinki, Berlín, Zurich, Madrid, Roma y
New Jersey y Virginia, así como las docenas de
que hoy son agentes de grandes transformacion
tá, Santiago de Chile y el área metropolitana

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munidad Markasata^ el conjunto de s


ciudad fue fundado hace 39 años
que vieron con buenos ojos el inte
sieron unírseles, abriendo con ello
paciones que hoy participan de un
nal que promueve la (re)creación de
cuestiona los discursos hegemónic
dad, "raza" y religión.
De manera análoga, el impacto so
fundados en la década de 1980 en
una reevaluación de los discursos o
rra, "El siku en Santiago de Chile" 9
de Ajinacaycu (1984) y Manka Saya
ris (1985) y la Comunidad Zampon
promovido el surgimiento de docen
ciones culturales con agendas sem
cursos constituyen una crítica histó
el capitalismo contemporáneo. Co
izquierda, los sikuris reivindican la
través de la ideología del mestizaje,
y campesinas, y se toman las calles
de distinto orden. En tales circunst
plar sikus representa un acto políti
En efecto, los sikuris metropoli
tres dimensiones fundamentales; el
protesta y el espacio del rito andino
Ibarra, "El siku en Santiago de C
urbana..." 8). En cuanto a este últ
de diversas maneras los espacios u
selos y (re) significándolos en fav
ejemplo de ello es la decolonizació
tiago, los sikuris llaman a los emble
rro Blanco por sus nombres anti
{Apü) Wechuraba , respectivamente
los sikuris llaman al cerro Monserr
lupe Quijicha Guexica , y se refiere
quetá, antiguos nombres muiscas.

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Así mismo privilegian el apthapi y la mink* a co


niosas de interacción comunitaria; hacen pagos a l
mesas andinas en un complejo proceso de hibridac
urbana que rechaza el intercambio de dinero en fa
no-problematizada de la vida comunal y las men
andinas de apoyo mutuo1. En Bogotá y el área
ejemplo, varias comunidades muiscas que vienen t
cesos de (re)indigenización incluso antes de la Con
se han apropiado de las músicas de sikuri en la
su memoria ancestral, argumentando que no se
piación de músicas e instrumentos foráneos, sino
que busca "despertar el recuerdo" de sus propi
lladas por las campañas de colonización y los p
queamiento" que las élites criollas emprendieron d
Como consecuencia, los conjuntos de sikuris han
les en la (re)creación de las festividades muisc
que desafían el imaginario religioso nacional,
Huan que se celebra desde 2008 en el Templo d
de Sogamoso, el Día de la Chakana , y el Solsticio
da año congrega más y más sikuris en la Plaza de
No es casualidad, entonces, que la apropiación
-músicas "indígenas" por definición (Hijar 2)-
contexto urbano de países cuyos proyectos funda
la convicción decimonónica según la cual era i
prender campañas etnocidas de eugenesia y "bl
cial" y cultural, a fin de librarse del "peso de la r
características negativas de la población indígena
de que las élites criollas que promovieron tales po
ron a ver cumplidos sus sueños de homogeneid
de estas tres naciones -contra toda evidencia- imp
"racial" blanco. Sin embargo, la reciente prolifera
artísticos que ejecutan "músicas de indios", siguen
festividades en referencia a lo que llaman "mund

1 El antropólogo Andrew Canessa indica que en Boliv


deciden abandonar sus comunidades rurales precisamente
carga del apoyo mutuo, puesto que el ayni y la mink* a en
ciones abusivas y de explotación (69).

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truyen a diario una serie de identif


étnicos, constituye un desafío a la
blanco. Más aún, desafía el predomi
cionales sustituyéndolos o sincopá
andino" como, por ejemplo, el Ab
apogeo a cambio de los límites de
patrióticas por wiphalas , los escu
proceres de independencia por Tú
ritmos nacionales como el tango,
cientemente- el rock y la música
moseñadas y sikureadas2.
Este conjunto de ideas y práctica
ausencia de una organización estruc
le, apruebe o condene. Se trata, ent
co compuesto por comunidades, f
conjuntos de sikuris y otras asociac
cuales es liderada por intelectuales
suma de estas agrupaciones, sus im
propendería por la realización de
nuevo Pachacuti' un mundo regido p
nitarios basados en la ley del ayn
Street; una espiritualidad inspirada
no por las pompas jerárquicas de Rom
y no coca-cola' hoja de coca y no ch
torno a las bondades del mundo p
de ciertos gustos y hábitos de consu
vilegios que, precisamente, posibi
esos imaginarios.
Estos se encuentran vinculados d
mo y a la diseminación de un pod
gicas sobre la vida rural en los An
esas imágenes habrían sido sumin

2 A pesar de su crítica al Estado-Nació


y símbolos hace eco de las ideas decimo
una historia lineal y una cultura nacion
aymara como Fernando Huanacuni y Fe
análogos (Canessa 70) que, sin duda, han
y fuera de dicho país.

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la música andina" (Ibarra, "Siku, música andina


influencia de exponentes como Los Jairas (1965)
Quilapajün (1965), Inti lllimani (1967) e Illapu (1971
maquinaria de deseos que dichos imaginarios y s
ron en marcha han producido, en efecto, los flujos
les de personas, bienes e ideas que construyen el ar
ral transandino3.

Me parece que las prácticas de los sikuris de origen pe


que tocan en el área metropolitana de Washington, DC, en
ben analizarse aparte. Es posible que debido a su filiació
cuentren en la necesidad de justificar su apropiación de es
no las habían interpretado mientras vivían en sus países n
lugares donde tradicionalmente no se ejecuta el siku, o si
quechua.
Por otra parte, la dimensión política que caracteriza a muchos conjuntos de
sikuris en Latinoamérica se encuentra parcialmente ausente en los Estados
Unidos y Europa. En efecto, los sikuris de Way ra Marka (New Jersey), K'hantati
Las Andes y Comunidad Sur Andes (Virginia) suelen presentarse en embajadas,
museos, centros comunitarios y festivales, a diferencia de los conjuntos de siku-
ris que en Latinoamérica no sólo tocan en escenarios semejantes, sino que tam-
bién se toman las calles en marchas y manifestaciones, lo que me lleva a sospe-
char que la dimensión política de los sikuris en estos contextos funciona de
otras maneras. Adicionalmente, sus prácticas están desprovistas, en gran medi-
da, de los discursos de "cosmovisión", los ritos andinos-urbanos y la exaltación
de símbolos y emblemas de "lo andino" como la mpbala, , la chakana y las manos
cruzadas de Kotosh.
Por último, me parece que aquello que motiva a unos y otros sikuris a tocar
es distinto. Para el caso de los sikuris en Virginia y el área metropolitana de Wa-
shington, DC, se trata del deseo de establecer lazos con paisanos en la diáspora,
fortalecer lazos de cooperación y amistad, y -algo muy peruano; muy boli-
viano- pertenecer a una fraternidad de músicos y danzantes, vestir un traje es-
pecial y presentarse en escenarios públicos como parte de una comparsa de
diablada, morenada, llamerada, etc.
Mención aparte demandan los ensambles de sikuris universitarios creados
en departamentos de música, como el de la Universidad de Wyoming, los Siku-
ris de Wyoming. De especial interés son los vínculos que este conjunto ha desa-
rrollado a lo largo de los últimos años con los Sikuris 27 de Junio - Nueva Era, de
Puno.

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Jaktasiña iratnpi arcampii com


ridad

Los sikuris saben que para ejecutar una melodía son indispensa-
bles por lo menos dos intérpretes. Cada uno sopla de manera alter-
nativa amarros de 7 y 6 cañas que se conocen con los nombres ay-
mara de Ira y Arca, respectivamente. Como cada amarro ofrece un
grupo de notas musicales diferentes a las que tiene su complemento,
a la práctica musical se le conoce en aymara como jaktasiña irampi
arcampi , que traduce algo así como "estar de acuerdo la ira y el arca"
(Barragán y Mardones 5). Por este motivo, Americo Valencia, musi-
cólogo, compositor y sikuri, propone llamar al instrumento "siku
bipolar " (1983) en razón a dicha condición performática que, por lo
demás, representa aquella visión dualista del mundo que suele men-
cionarse como un atributo de la cultura andina (20). La exaltación
de este principio de complementariedad dual sirve a los sikuris me-
tropolitanos para ejemplificar conceptos comunitarios como el ayllu,
el ayni y la mink 'a que son los pilares mediante los que se articula es-
te movimiento. La asociación de tales conceptos a la condición
complementaria de la práctica del sikuri, es aprovechada también
para introducir una perspectiva igualitaria de género -un imaginario
ausente en la dimensión rural del sikuri- que reivindica la igualdad
entre hombres y mujeres en la construcción de la melodía, y por ex-
tensión de los diversos procesos sociales en que se involucran los
sikuris.

Por otra parte, la formación circular que caracteriza las danzas de


sikuris a menudo se interpreta como una recreación inconsciente de
la supuesta concepción tradicional del espacio andino (Suaña 10)4.
Este imaginario, de acuerdo con el que la visión del mundo andino
es cíclica y circular, sirve también al propósito de aducir la igualdad
entre los miembros del conjunto, puesto que la figura del círculo
inhibe las jerarquías y difumina los virtuosismos individuales, pro-

César Suaña, periodista e integrante de los Sikuris 27 de Junio - Nueva Era ,


de Puno, nota que los conjuntos de lakitas chilenos no efectúan la característica
danza circular, sino que "tocan en dos filas, frente a frente con la percusión en
la cabeza, y moviéndose de un lado para otro. No hacen círculos" (10).

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moviendo la colaboración y el trabajo comunitario


te en esta dimensión colaborativa que se fundan
Pach acuti ^ el proyecto utópico sikuri. Y acaso se
motivo que muchos sikuris coinciden en referirse
sical como algo que supera la experiencia de h
con otros instrumentos. Por eso describen su condición de sikuris
como "un estilo de vida" que imaginan compartir primero con siku-
ris preincaicos -reclamando con ello una continuidad histórica entre
éstos y ellos mismos- y con una comunidad transnacional mayor,
una comunidad imaginada de sikuris.

Archipiélagos Culturales Transandinos

Tomando como punto de partida el modelo de "archipiélagos


andinos" formulado por John Murra para explicar el control vertical
de los pisos ecológicos en los Andes, Ulises Zevallos ha propuesto
considerar la existencia de un circuito cultural andino consolidado
en años recientes a través del flujo multidireccional de personas,
bienes e ideas entre la topografía transnacional de las "islas" grandes
y pequeñas en donde se producen, (re)producen y consumen cultu-
ras andinas. Con la última gran ola migratoria andina, el estableci-
miento de carreteras y rutas aéreas internacionales y la populariza-
ción de Internet, la actividad de estos archipiélagos culturales se ha
intensificado y dinamizado en formas que reclaman teorizaciones
para cuyo estudio propone el término "transandino". Así mismo,
Zevallos ha sugerido que acaso el campo de la música sea aquél en
donde se evidencian con más claridad estas dinámicas transandinas.
El papel decisivo que juega el flujo de músicas y sonoridades en
la constitución de espacios "trans", también ha sido enfatizado por
el antropólogo afroamericano Lorand Matory en su estudio sobre el
candomblé y el Atlántico Negro (5). Confrontando la visión de mu-
chos historiadores de la diáspora africana, Matory no cree que la
perpetuidad {endurance) de la "cultura africana" se deba al aislamiento

5 El discurso que celebra la ausencia de jerarquías oblitera la existencia de la


organización estratificada de muchos conjuntos de sikuris que siguen con fre-
cuencia el modelo de la organización sindical, celebrando periódicamente la
elección de cargos administrativos como el de presidente, secretario y consejo
entre otros.

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y la pobreza de sus portadores, sino


cana ha florecido en centros urba
de viajeros y comerciantes próspe
ron ideas, fotografías, textos y gra
cas y prácticas corporales de orden
naciones afro-adánticas, facilitarí
experiencia comunitaria comparti
análoga, las músicas de sikuri no se
geográfico y la pobreza económica
ron, precisamente, a través de la
tomó lugar en Lima, La Paz y Bue
resto de Latinoamérica y el mundo.
ritualizadas conferirían al Archip
igual que en el Atlántico Negro- u
existencia ha sido señalada por el
guel Ángel Ibarra, quien propone
musical panandina metropolitana"
antropologa y sikuri argentina A
como una "identidad andina globa
bas teorizaciones excede las aspir
pronto baste con señalar la existenc
en la caracterización que aquí hago d
tantes para el movimiento sikur
Santiago y Bogotá-, destacando su
distancia geográfica que las separ
andino, el locus donde los imaginar
etnología ubican el epicentro de la m

Cuatro instancias de los flujos m

Ahora bien, en el estudio de los fl


de los que viajan personas, técnica
instrumentos, y sonoridades, es p
cuatro instancias que obedecen a p
superponen y repiten hoy en día gr
nes que conforman el archipiélago
tante notar que estos flujos multidi

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"geografía racial" de los Andes (Weismantel 24),


articulando imaginarios "raciales" a la vez.
En la primera instancia, que he llamado simp
rural", conjuntos de sikuris indígenas, mestizos e
(de la Cadena) diseminan sus tradiciones sonoras p
festividades rurales adonde son invitados. En el contexto de fiestas
patronales, carnavales y peregrinaciones, la influencia y la fricción
(Tsing) entre las músicas de conjuntos locales e invitados reafirma la
solidez de ciertos géneros e instrumentos, mientras promueve la di-
namicidad de otros. En la segunda instancia, que he nombrado "ru-
ral-metropolitana", los migrantes andinos que arriban a las ciudades
conforman conjuntos de sikuris que reúnen intérpretes procedentes
de distintos pueblos y regiones, y por ende, recogen distintas tradi-
ciones musicales. Además de los intercambios y tensiones propias
de estos encuentros, se posibilita el ingreso de intérpretes andinos
que provienen de regiones en las que tradicionalmente no se tocan
sikus, e incluso el de intérpretes no andinos. En la tercera etapa,
"metropolitana-metropolitana", los "sikuris metropolitanos" o
"nuevos sikuris" se desplazan entre centros urbanos participando en
marchas políticas y congresos nacionales e internacionales, dando
conciertos en teatros y plazas, y ofreciendo talleres de ejecución
musical, luthería y cosmovisión. La cuarta etapa, "metropolitana-
rural", acaso sea una de las más interesantes, puesto que involucra
complejos procesos de re-etnización del campo. En ella los "nuevos
sikuris" viajan hacia los pueblos paradigmáticos del archipiélago
musical transandino en busca de las fuentes de su "autenticidad".
En efecto, pueblos como Charazani, Italaque, Conima, llave y So-
coroma por citar sólo algunos, han sido profusamente visitados en
los últimos años por estos "nuevos sikuris" limeños, pero también
colombianos (como yo mismo), chilenos y argentinos, quienes una
vez allí comprueban o desmienten sus imaginarios urbanos sobre la
"auténtica" sonoridad andina. Esta última etapa constituye también
una instancia crucial, puesto que los poderosos discursos urbanos
sobre "lo andino" contra-influencian los significados de las prácticas
sociales de muchos pueblos, promoviendo procesos de re-
indigenización que en algunos casos han servido como capital cultu-
ral (Bourdieu) con fines instrumentales en provecho de comunida-
des con necesidad de reconocimiento étnico ante el Estado. Cabe

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todavía preguntarse hasta qué punto


ma de imposición colonial y cuál es

Encuentros y congresos intern


chipiélago Cultural Transandino

Desde sus inicios, los "sikuris me


un carácter reflexivo sobre sus apro
terés en la investigación etnomu
andina-urbana. . 12). Los encuent
gozan de gran popularidad, pues o
referentes urbanos de la "autenticid
escenarios de interacción en los q
presentarse. Más aún, algunos de
ofrecer espacios de corte académic
gaciones emparentadas con la "co
tronomía y la etnomusicología, a
para la reflexión colectiva frente a
ritmos tradicionales y prácticas c
congresos pueden interpretarse co
sikuri contemporáneo, puesto que
su carácter reflexivo, demuestran s
rácter letrado, y evidencian la com
reccionales que lo constituyen.
Es así que a las fiestas serranas c
delaria en Puno, a las que asistían
sikuris procedentes de todos los rin
ron nuevos encuentros, esta vez,
Buenos Aires, por ejemplo se conv
gona/ de Sikuris Mathapi Apthapi-T
Sikuris del Cono Sur. Así mismo, en
Encuentro Nacional de Comparsas L
gotá se celebró en octubre del 2012
Sikuris de Colombia, , mientras que
cuentro de Sikuris Túpac Katari , estab
nal e Internacional del Siku, insti
-académicos y no académicos- que
leen sus ponencias, intercambian lib

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diálogos y tejen redes de amistad e interés común


te los llevan a nuevos viajes y nuevos encuentros e
del archipiélago.

Sikuris en las buenas y en las malas

Además de los ensayos semanales, las conferenci


gresos y encuentros de sikuris, esta colectividad h
calendario una pléyade de festividades "andinas" qu
lebración del Inti Raymi o WilkaKuti , el Wiñay V
Chakana y el de la Pachamama entre otros. Estas fe
momentos y espacios para la amistad, la socializa
y la fricción, así como para la reafirmación del se
tenencia a una comunidad y con ella, la diaria s
chipiélago cultural transandino.
Pero cuando sobreviene la desgracia los sikuris t
presentes: contraviniendo las convenciones dom
en los espacios urbanos en cuestión, los "sikuri
ahora acompañan a sus dolientes, por ejemplo,
mismo modo, la afiliación a un conjunto de siku
capital social de gran ayuda en momentos de ne
participa de estas comunidades cuenta con una e
yo y solidaridad inspirada en los valores comun
como entre los sikuris hay abogados, fisioterap
traductores, contadores, artesanos y personas con
fesiones y habilidades, la pertenencia a una de
garantiza apoyo en momentos difíciles, idealme
intercambios monetarios. Un dato significativo es
Zamponas Urbanas de Bogotá ha hecho uso de su f
para instituir un sistema de pequeños préstamos e
terés para los miembros que así lo requieran.
Todavía hace falta explorar las maneras y la mag
tas prácticas se insertan en la cotidianidad, en las
de los sikuris y en las dinámicas que éstos promue
tivas ciudades.

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278 Daniel Castelblanco

Conclusiones

No conviene subestimar el poder que tiene la música para dise-


minar discursos -o inhibirlos-. La música de sikuris que se toca y
baila lejos del Titicaca ha consolidado con los años un movimiento
social orgánico con varios focos de producción y (re)producción
discursiva dispersos en su extensa geografía. Se trata, pues, de un
comunidad transnacional que, siendo tan heterogénea como quep
imaginarse, comparte gustos musicales, un conjunto de símbolos
prácticas y valores semejantes, y más aún, un proyecto utópico co-
mún que se afirma y redefine a diario por medio de las negociacio-
nes y transacciones de imaginarios y significados que se dan entr
los individuos e instituciones involucradas.
Así, pues, los "nuevos sikuris" en Buenos Aires, Santiago y Bo-
gotá no son consumidores pasivos de imágenes y sonoridades, sino
que las (in)corporan danzándolas y tocándolas; las (re)producen en
los espacios urbanos que habitan, y así cuestionan los discursos he-
gemónicos nacionales que los definirían como ciudadanos blancos y
libres de las "perniciosas influencias de la indigenidad". En este sen-
tido, las prácticas comunitarias que se ejercen en este enorme circui-
to sonoro, cultural y económico, constituyen un ejercicio político de
ciudadanía; una forma de criticar ciertos proyectos de la moderni-
dad desde la idealización del pasado indígena, la exaltación de la
provincia y el apoyo manifiesto a las luchas de los pueblos indígenas
contemporáneos; más aún, un proyecto utópico que aprovecha la
divisa que hoy constituye la indigenidad (Canessa 3), para imaginar
comunidades conformadas a partir de relaciones de reciprocidad en
ausencia de dinero y la iteración de tropos como el "retorno a un
nuevo tiempo", "un nuevo amanecer" y la salida de "un nuevo sol"
(Acevedo 7, Falcón 5).
La romantización instrumental de las prácticas e instituciones
comunitarias andinas como el ayni y la mink 'a obedece, entonces, a
la necesidad de elaborar una crítica histórica de la explotación colo-
nial y el capitalismo que -de acuerdo con los sikuris- enajena a las
personas e inhibe su vinculación comunitaria, promoviendo valores
negativos como el individualismo y la competencia.
En este sentido, me parece que la nostalgia por el pasado andino
que experimentan estos sikuris no es una emoción negativa, o un

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sentimiento pasivo de añoranza, sino un conju


caminadas hacia la acción y la construcción del f
labras, la suya es una nostalgia proactiva , es dec
que se alimenta de fantasías sobre el pasado para
en el presente y así hacer que el futuro ocurra, . A p
dificultades para alcanzarlo, dicho futuro se
gracias a la continuidad que los sikuris trazan en
dinas-urbanas y las de los antiguos Amautas (
músicas y danzas, la celebración de festividades y
tud crítica y acaso rebelde frente a los (anti)valo
y el capitalismo), creando con ello un sentido
comunidad, por una parte, y un vínculo con el p
gonistas, por otra.
En efecto, en las presentaciones públicas, en lo
conversaciones cotidianas de los sikuris es recurrente la crítica histó-
rica de la explotación colonial y el capitalismo contemporáneo que,
de acuerdo con Canessa, hacen parte integral del significado de in-
digenidad (69). Para este antropólogo, la larga historia de opresión
colonial de la que han sido objeto, y el profundo sentido de injusti-
cia social que ante este hecho han desarrollado, informan el signifi-
cado de lo que es ser indio . Por otra parte, la larga duración del esta-
tus subalterno ha hecho que el mismo concepto de indigenidad im-
plique una subjetividad histórica consciente (69). En palabras de
Canessa, podemos definir "indigenidad" como un sentido de justicia
arraigado en la conciencia histórica (87).
Por eso resulta muy significativa una frase con la que a menudo
Julio Bonilla, director y co-fundador de la Comunidad Zamponas Ur-
banas de Bogotá, exhorta a sikuris, asistentes a las presentaciones y
transeúntes por igual: "caminemos hacia adelante, con nuestro pa-
sado enfrente" 6. La invitación a no ignorar las virtudes y los logros
de las sociedades indígenas prehispánicas, así como a no olvidar los
mecanismos barbáricos empleados por los genocidas, contribuye al
propósito de exaltar "lo tradicional/local" a expensas de "lo mo-
derno/ foráneo".

6 En quechua, en efecto, el concepto ñaupa significa tanto "pasado" como


"delante".

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280 Daniel Castelblanco

Caminar hacia el futuro sin perde


ma activa de crear memoria; memor
armonioso que es a un mismo tiem
diario. En este sentido opera una in
mía entre barbarie y civilización a l
de las naciones latinoamericanas
modelos de "civilización" impuest
sikuris idealizan el espacio rural y
diante una poderosa nostalgia canali
De acuerdo con la tradición oral,
los cuatro caballos a los que ataron
insurrección indígena de 1781 en
nazó a sus captores diciendo: "a m
seré millones". La impresión durade
insurrección, por una parte, y la cr
otra, contribuyeron a la prominenc
Túpac Katari y su compañera Bart
beldía e insumisión andina, a la vez
víctimas históricas de la injusticia.
Los sikuris metropolitanos recurr
y Bartolina Sisa con diversos prop
ánimos contra el estatu quo (los reg
oficiales, por ejemplo), sino que ej
dual y de género que, como menci
narse como parte integral de "lo an
vorece la articulación de una conc
que el sentido de injusticia y la rebe
nuidad entre el pasado colonial, el p
futuro que los sikuris construyen a
les, marchas políticas, congresos
quizás más importante aún, a trav
cotidianidad, de la reformulación d
amigos, y de la pléyade de pequeñ
blecimiento de la armonía.
Esforzándose por ser consecuentes con ese propósito, cada vez
más y más sikuris en Buenos Aires, Santiago, Bogotá y muchas otras
ciudades y pueblos del archipiélago cultural transandino, se saben

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Soplando sīkus más allá del Titicaca 281

parte de los millones junto a quienes Túpac K


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