Está en la página 1de 3

Jorge Luis Herrera Mora

Reseña de Elizabeth (1998)

Esta película, dirigida por Shekhar Kapur, nos muestra el ascenso al trono de la Reina
Elizabeth I en medio de las fuertes tensiones políticas que tenían lugar al interior de
Inglaterra entre protestantes y católicos por la corona.

La película comienza, mostrándonos el reinado de Mary I de Inglaterra, media hermana


de Elizabeth 1, y su esposo Fernando II, quienes mantuvieron un gobierno con una
orientación más católica. Debido a que los reyes no han podido tener un hijo, ellos, la
corte y en general la mayoría del pueblo están preocupados por la falta de un heredero
que mantenga al margen el protestantismo, cuyas esperanzas giran entorno a la
posibilidad de que la princesa Elizabeth, que es considerada hija ilegítima de Enrique
VIII y que desde el principio manifiesta una posición más ecléctica, se convierta en la
nueva reina.

Buscando la ejecución de Elizabeth para dar una solución definitiva a las sublevaciones,
la corte (encabezada por los duques de Sussex y Norfolk) planea llevarla a juicio por
traición ante el parlamento. Aquí tiene lugar una interesante escena en la que Elizabeth
es persuadida, seguramente por miembros de La Inquisición, para confesar sus
“crímenes”. Lo que llama la atención de este interrogatorio es que los miembros de la
Santa Iglesia Católica parten del hecho de la culpabilidad del acusado y su único
objetivo es buscar su confesión hostigándolo hasta que diga algo comprometedor. Esto
nos da una idea de la facilidad con la que las altas esferas políticas y religiosas dictaban
sentencias arbitrarias que desencadenaban en escalofriantes condenas, como la muerte
en la hoguera que observamos al inicio de la película.

En un momento decisivo para el juicio, Mary y Elizabeth tienen una conversación en la


que al principio la reina se muestra hostil y parece decidida a firmar la sentencia de
muerte de su media hermana, pero ésta apela a su parentesco y consigue que Mary se
apiade. En un giro drástico Mary le pide a Elizabeth que conserve el culto a la Virgen
María como condición para que esta le perdone la vida y le permita ser reina. Podemos
intuir de aquí, en primer lugar, la importancia (casi sacra) del parentesco y las relaciones
familiares en aquella época, y en segundo lugar, una de las diferencias más grandes, que
posiblemente se extiende hasta nuestros tiempos, entre el catolicismo y el
protestantismo.

Tras la muerte de Mary I, Elizabeth recibe durante una fastuosa ceremonia el trono de
un reino visiblemente en crisis. En esta escena, se da un efecto interesante gracias a la
vista frontal que ofrece la cámara: en el momento de la coronación, la reina es
totalmente eclipsada por la figura del obispo que se sitúa frente a ella para ponerle la
corona y entregarle el cedro. Este acto nos hace pensar que el religioso encarna en este
momento la autoridad de Dios que viene a hacer legítimo el poder del nuevo rey o reina,
y también nos deja una imagen que luego alcanzará mayor concreción con las palabras
que Elizabeth prepara para la deliberación que busca la aprobación de la Ley de
Uniformidad: “Hay sólo una cosa por encima de la realeza y eso es la religión”.

Un motivo importante, que además ayuda a establecer otras relaciones en la trama de la


película, es la relación amorosa entre Lord Robert Dudley y Elizabeth, que empieza a
ser problemática desde el momento en el que ella adquiere importancia política. Una
parte importante de las preocupaciones del estado y por lo tanto de la reina se sostienen
sobre la expectativa de quién será el hombre que desposará a la reina y le dará hijos.
Poco después de asumida su posición, Elizabeth recibe a los emisarios del Rey de
España y del Duque D’Anjou, que traen propuestas de matrimonio para ella y, junto con
ellas, poderosas alianzas que pueden, entre otros asuntos, ayudar a mantener a Elizabeth
en el poder, restablecer el tesoro y fortalecer el ejército del reino que es central para
mantener la soberanía y el orden interno del reino. En este tejido de estrategias políticas
que se tejen paralelamente, se ve inmiscuido el mismo Lord Dudley, cuyos sentimientos
finalmente se corrompen, aparentemente a favor de la influencia católica que viene de
Roma. El consejero de la reina, Sr. William, sintetiza lo que se espera de la reina, en el
ámbito amoroso, en dos alocuciones significativas: “El matrimonio surge de la política,
no de una pasión infantil” y “El cuerpo de su majestad no le pertenece, le pertenece al
Estado”.

Otro personaje central es Walsingham, quién regresa del exilio para defender de forma
patente los intereses del protestantismo en Inglaterra. Este personaje es un hábil
estratega que procura mantener a Elizabeth en el poder y eliminar a quienes el considera
enemigos del estado: los representantes católicos. Walsingham defiende un ideal
aparentemente más racional que reprueba el despotismo con el que actúa el catolicismo
en nombre de Dios y que busca, por así decirlo, la conciencia de las personas. Sin
embargo, vemos que utiliza casi los mismos medios estratégicos que sus contrincantes
para lograr sus objetivos.

Por último, es relevante mencionar el lugar que ocupa el arte en las posiciones sociales
más altas y llenas de lujo. Como podemos ver, la música, el baile y el teatro, tienen un
lugar importante en el palacio, para el entretenimiento de la corte y del monarca. El
teatro, por lo menos en el pequeño fragmento que se muestra en la película, tiene una
evidente connotación política, pues alude quizá a la relación entre España e Inglaterra y
a la importancia que tiene la flota marítima para la soberanía y expansión del reino.

También podría gustarte