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El American Bar de Valparaíso. El Bar Como Objeto de Estudio Social y Lugar de Memoria
El American Bar de Valparaíso. El Bar Como Objeto de Estudio Social y Lugar de Memoria
I. PRESENTACIÓN
Palabras claves: memoria, patrimonio inmaterial, actos festivos, bohemia, política patrimonial, lugar
de memoria, integración social, precariedad social, ciudad puerto, centro histórico.
Gonzalo Ilabaca
Gonzalo Ilabaca es pintor, afincado en Playa Ancha desde 1994. Llego a principios de
los 90’s desde Santiago pues uno de sus cuadros había sido seleccionado en una bienal
de arte. Solo había venido a Valparaíso cuando era niño, y luego en 1982 cuando se
quedó por 6 meses y quedo enganchado con los bares de marinos. Le fascinó la
atmosfera de los bares en especial del Roland Bar, eso lo motivaría a pintar los espacios
de ese lugar cuyas historias plasmaría posteriormente la publicación de un libro en 1995
con historias del barrio puerto, “Valparaíso Roland Bar: Puerto de la Fama y el
Olvido”.
Samuel León está dedicado hace cerca de 40 años a la investigación en historia urbana.
Nació en Santiago donde estuvo hasta los 20 años y desde 1959 vive entre Viña del Mar
y Valparaíso.
Lo marcó a los 10 años al venir a Valparaíso de vacaciones, la visión de la ciudad
mecanizada al ver los ascensores funcionando, muy cerca unos de otros, y cada uno de
un color distintivo. 10 años después, trabajando en Valparaíso y como alumno de la
Academia de Bellas Artes, fue conociendo la ciudad, como un laberinto mágico,
contrastante.
Actualmente ha realizado trabajos documentales, uno de ellos sobre los hoteles
de Valparaíso en el período 1827 y 1927, el libro “Valparaíso sobre rieles” que es una
referencia a la historia del ferrocarril Valparaíso-Santiago, la presencia de casi 90 años
de tranvías en la ciudad, y de los 30 ascensores. Actualmente se encuentra en proceso
de publicación de un libro sobre la bohemia porteña que viene a recoger el sentido
nostálgico de la decadencia del puerto de Valparaíso.
Marco Chandía
1 Aravena, Pablo (editor), La Miseria de lo Cotidiano (En torno al Barrio Puerto de Valparaíso). Universidad
de Valparaíso, 2002.
2 Aravena, Pablo, Trabajo, memoria y experiencia. Fuentes para la historia de la modernización del puerto de
Valparaíso. CNCA, ARCIS Valparaíso, Centro de Estudios Interculturales y del Patrimonio, Valparaíso,
2006.
3 Aravena, Pablo y Sobarzo, Mario, Valparaíso: Patrimonio, mercado y gobierno. Ediciones Escaparate,
Concepción, 2009.
4 Ilabaca, Gonzalo, Valparaiso Roland Bar: Puerto de la Fama y el Olvido. Narrativa Punto Aparte, 2014.
IV. VALPARAÍSO EN SU PARTICULARIDAD
El puerto-puerto
Valparaíso es un buen escenario, como gran puerto para la bohemia, como lo han sido
también otros puertos, a pesar de la relativa decadencia que ahí se vive.
Lo que pasa en un puerto no pasa en cualquier ciudad, el carácter portuario
permite la llegada de otros actores, como “el marino” y por consiguiente la prostituta.
Con ellas se daba algo distinto que en otros lugares, la posibilidad de conversar en
horas donde no pasaba nada, no había trabajo, se señala que esto no era posible en
otras ciudades.
El carácter portuario también permitía la llegada de nuevas ideas y cultura global,
así como también productos que solo se encontraban en el extranjero, como por
ejemplo el rock, los discos y otro tipo de mercadería que los mercantes podían traer, o a
la cual se podía acceder por el hecho de estar en Valparaíso.
La Cuadra se vinculó al carácter eminentemente y predominante portuario de
Valparaíso por sobre las otras funciones urbanas, en el sentido de que el puerto
permitía la llegada del marino y este llegaba primer al bar.
Los bares son parte de complejos industriales, como lugares de esparcimiento y
encuentro después de las horas de trabajo, eso mismo pasaba en Valparaíso en el
barrio puerto, como parte de la red de servicios en torno a un sistema de producción o
intercambio, y constituía una “cobertura de seguridad” al trabajador.
El carácter de “apertura y cierre” del puerto, hacía que Valparaíso fuera un
punto obligado de paso de las dinámicas de esparcimiento, o sea grandes agrupaciones
musicales que iban a Santiago pasaban por este lugar y se presentaban.
El patrimonio y la declaratoria de UNESCO no pudieron reemplazar la función
portuaria, y convertirse en el motor económico de la ciudad, como fuente principal de
trabajo como lo fue el trabajo portuario.
Lugar de resignificación
En este sentido detrás de la “farra” del bar o cabaret, siempre hay “algo más”
que tiene que ver con una cualidad, la permanencia en “lugares” en el sentido de Marc
Augé, como espacios con normas y reglas de convivencia y habitar, que además están
en permanente construcción5.
Según plantea Armando Silva, el bar como lugar, y no solo como espacio, se
constituyó como espacio de resignificación del sujeto en su experiencia cotidiana de
comunicación con el otro. Benjamin trabaja este aspecto considerando además a estos
espacios de resignificación como lugares de resistencia contra el modelo hegemónico
del capital y avasallador de la urbe, construyendo estrategias de sobrevivencia y también
mediante el encuentro.
En un contexto de menor acceso a la educación formal, cómo era Valparaíso en
el período de estudio, los bares eran lugares de aprendizaje de estrategias de
sobrevivencia, de modos de relacionarse, formas de ética, vinculados a la vida en la calle
en condiciones sociales adversas. En ese lugar se encontraban “figuras tutelares”, viejos
o personas mayores que entregaban a los más jóvenes conocimiento.
Junto con el papel educativo, el bar se constituye como lugar de encuentro
donde se desarrollan determinadas prácticas, en este sentido adquiere relevancia para las
personas en cuanto éstas participan en su construcción como lugar mediante aquellas
prácticas.
Las prácticas se vinculan a un conjunto de actores sociales bien definidos que se
relacionaban en ese contexto, oficios en torno a los bares, cabarets, casas de niñas,
como por ejemplo el campanero, el cuidador, el sapo, el cafiche.
El bar-hogar
5Auge, Marc, Los “No Lugares” Espacios de Anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Editorial
Gedisa. Barcelona, 2000.
Junto a la protección y la expresión intima, el bar se constituye como lugar de
acogida a hombres y mujeres, amigos, solitarios, inquietos de la noche. El bar entrega
una suerte de escapatoria.
También eran lugares de encuentro de artistas y escritores, frecuentados por
inquietudes intelectuales, propiciando la conversación y el intercambio de ideas, y en
cierta manera el desarrollo de la actividad intelectual.
Respecto a la definición sobre si existe o no una cultura popular en Valparaíso, hay una
discusión interesante entre puntos de vista a veces contradictorios.
Marcos Chandía en sus trabajos parte presuponiendo la existencia de una cultura
popular, intentando demostrar que ésta existe, buscando el rescate de algo que se está
extinguiendo como un acto político de enunciación (Chandía, 2003).
Este autor se plantea teorizar sobre una realidad que está presente (o pasado) a
través de los conceptos trabajados en sus estudios, como imaginario urbano, cultura
popular, ciudad, desarrollando un diálogo entre Valparaíso y otros puertos
latinoamericanos. El imaginario es aquel trabajando en la literatura chilena de la primera
mitad del siglo XX.
Chandía relata que no fue fácil trabajar con el discurso historiográfico clásico o
tradicional y los conceptos descritos antes, en abordar la oralidad y la memoria vivencial
en el contexto del barrio puerto en Valparaíso. Se buscaba reconstruir esa realidad
cotidiana mediante la oralidad, pero la mirada buscaba no forzar dicha realidad para
acomodarla a los conceptos, sino al contrario “tensionar la teoría” para no perder los
contenidos vivenciales de los relatos de los “viejos”.
El aspecto crítico estaría entonces en revelar los “orígenes innobles” del
presente, en la decadencia y precariedad existente en la historia de los sujetos que
construyen aquello que hoy denominamos patrimonio intangible.
Pablo Aravena en cambio plantea una “rectificación del concepto de identidad”
dada hace bastante tiempo por Ricoeur (2010), que considera inadecuado dicho
concepto en el análisis de las relaciones humanas, pues desde una concepción
esencialista remite a la mismidad y no tanto a la complejidad. Sería más adecuado el
concepto de ipsidad, como unidad de distintos, en distintos momentos, a través de una
“ficción narrativa”, de un relato que dota a la identidad de un carácter histórico. Esta
mirada cuestiona la existencia de una “cultura popular” en Valparaíso, o al menos pone
en duda que haya una cultura popular única vinculada a una identidad local establecida.
La mirada crítica es fundamental en la superación de la nostalgia de la bohemia
porteña como “fetiche del pasado”, y de esta forma no producir una “museología del
bar” al estar condicionados los discursos recogidos por una visión estandarizada sobre
el objeto de estudio como identidad.
Respecto al trabajo con la memoria desde lo grupal, el insumo principal son la
oralidad y la narratividad. Erick Fuentes plantea que luego del proceso de diagnóstico
económico y social, y de conclusión del trabajo documental y visual, si éste no funciona
dentro de las dinámicas comunitarias y ni cumple un rol dentro de éstas, no tiene
sentido. Desde esta mirada, el documento generado debe tener una construcción
colectiva y para esto debe ser pensado para dinamizar procesos sociales en los
territorios.
Otro elemento a considerar es la elaboración participativa de los instrumentos
audiovisuales, en el sentido de que no basta con presentar un resultado terminado, sino
que la misma construcción del “recurso comunicacional” debiera considerar una
retroalimentación de la comunidad o los sujetos que lo generaron (compartiendo su
memoria) dentro del proceso de construcción. Este trabajo se facilita si la
reconstrucción de la memoria trata sobre un grupo o una comunidad constituida. En el
caso de este estudio es más difícil puesto que se trata de la memoria de un espacio
público y en este sentido de historias sobre personajes de paso. El rol a investigar no
tiene ver con la pertenencia a un grupo, gremio o comunidad, sino con la presencia
permanente o esporádica en un lugar.
Sea en el estudio de una comunidad, como de un lugar o un barrio, la
reconstrucción de la memoria puede contribuir a la rearticulación de lazos o redes, y en
este sentido tiene un valor social y político.
Finalmente desde la dimensión del arte, se plantea la necesidad de dibujar la
memoria reconstruida de una forma poética, expresando un recuerdo concreto o la
memoria sobre un objeto o de un momento específico, a través de un relato que genere
una atmosfera puesto que dicha memoria recogida también esta imbuida de
sensaciones, emociones, percepciones personales que van transformando los recuerdos
en historias.
La torta repartida
Identidad o “descontextidad”
Hay distintas visiones respecto a la una política patrimonial para Valparaíso, y tienen
que ver con una visión respecto de una identidad local y coherencia de contenidos de
las intervenciones respecto a lo existente.
Algunos plantean la necesidad de una planificación urbanística y patrimonial que
considere los elementos antropológicos e intangibles en la decisión de las nuevas
intervenciones, como una suerte de plan maestro integral que permita la coexistencia e
interrelación entre los distintos elementos funcionales en la ciudad, considerando
también áreas destinadas a la fiesta, al “amor”, al sexo, como una parte fundamental de
la vida urbana.
Otro punto de vista cuestiona las certezas sobre una identidad local clara y
definible, planteando la necesidad de una visión crítica sobre lo existente, y sobre las
tendencias patrimonialistas, elitistas, esencialistas en las políticas patrimoniales. Esta
visión crítica apunta, no a anular o hacer “tabula rasa” de lo que consideramos propio
de Valparaíso, sino para establecer aquello que sirve y aquello que no nos sirve para
seguir pensando la ciudad, porque también se requeriría deshacerse de ciertas cosas. En
este sentido, intervenciones descontextualizadas pueden ser positivas y necesarias para
el desarrollo de la ciudad. Se plantea desde este punto de vista que se está impidiendo
pensar otro futuro para Valparaíso que no sea el cultural y el patrimonial. Aravena y
Sobarzo (2009) por su parte plantean que se requiere una higienización de la sociedad
porteña en una política patrimonial.
BIBLIOGRAFÍA
Aravena, Pablo. (Ed.) 2002. La Miseria de lo Cotidiano (En torno al Barrio Puerto de
Valparaíso). Valparaiso: Universidad de Valparaíso.
Auge, Marc. 2010. Los “No Lugares” Espacios de Anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad. Barcelona: Editorial Gedisa.
Chandía, Marco. 2003. La Cuadra. Pasión, vino y se fue… Santiago: RiL Editores.
Ilabaca, Gonzalo. 2014. Valparaiso. Roland Bar: Puerto de la Fama y el Olvido. Valparaiso:
Narrativa Punto Aparte.