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Masarykova univerzita

Filozofická fakulta

Ústav románských jazyků a literatur

Španělský jazyk a literatura

Hana Havelková

Los personajes femeninos en las novelas Doña Perfecta,


Marianela y Misericordia de Benito Pérez Galdós

Magisterská diplomová práce

Vedoucí práce: doc. PhDr. Eva Lukavská, CSc.

Brno
2009
Prohlašuji, že jsem magisterskou diplomovou práci vypracovala samostatně s použitím
uvedených pramenů a literatury. Dále prohlašuji, že text této práce se shoduje s elektronickou
verzí, vloženou v Informačním systému Masarykovy univerzity.

……………………………………

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Poděkování:
Děkuji paní doc. PhDr. Evě Lukavské, CSc. za podnětné připomínky,
rady a trpělivost při konzultacích mé magisterské diplomové práce.

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1. ÍNDICE

1. Índice................................................................................................................................4
2. Introducción .....................................................................................................................6
3. La época de Benito Pérez Galdós.....................................................................................9
3.1. La situación política...................................................................................................9
3.2. El pensamiento español en el siglo XIX...................................................................11
3.3. La sociedad española en la segunda mitad del siglo XIX.........................................13
3.4. Galdós y sus contemporáneos literarios....................................................................14
4. Las tres novelas de Galdós en el contexto de la literatura universal: coincidencias con
la obra de otros grandes autores.......................................................................................17
5. Los sueños en las tres novelas de Galdós...........................................................................27
6. Los personajes femeninos de Doña Perfecta, Marianela y Misericordia........................35
7. Doña Perfecta....................................................................................................................53
Argumento y tema .....................................................................................................56
Los personajes: los motivos de su actuación..............................................................60
La simbología de Doña Perfecta................................................................................72
Doña Perfecta y el krausismo.....................................................................................76
8. Marianela...........................................................................................................................82
Argumento y tema ......................................................................................................85
Los personajes: los motivos de su actuación...............................................................89
Marianela y el positivismo de Auguste Comte.........................................................102
9. Misericordia ..................................................................................................................105
Argumento y tema ....................................................................................................107
Los personajes: los motivos de su actuación.............................................................110
Realidad y fantasía en Misericordia..........................................................................126
10. Las relaciones paralelas entre los personajes de Doña Perfecta, Marianela
y Misericordia...................................................................................................................131
11. Conclusión........................................................................................................................136
12. Siglas utilizadas en el texto..............................................................................................141
13. Bibliografía.......................................................................................................................142

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Anexo:
I. Biografía de Benito Pérez Galdós.........................................................................146
I.I. Biografía en datos.........................................................................................152
II. Galdós – periodista, novelista, dramaturgo............................................................157

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2. INTRODUCCIÓN

Al visitar España, cada uno puede hacer caso de que en las librerías se siguen
vendiendo los libros de Benito Pérez Galdós. A pesar del hecho de que este autor casi
ha desaparecido de la memoria de los lectores de otros países, hay que decir que en
España tiene su nombre todavía gran eco. Debemos preguntarnos ¿por qué su obra sigue
siendo tan atractiva y por qué es tan interesante también para los lectores
contemporáneos, casi noventa años después de su muerte?
Benito Pérez Galdós es uno de los escritores más importantes de la literatura
española, cuya obra da testimonio de una laboriosidad extraordinaria y de una capacidad
creadora que podemos comparar solamente con la de tales maestros de la pluma como
Lope de Vega o Miguel de Cervantes. Es uno de los más destacados representantes del
realismo español, quien ha sabido asimilar la lección de Honoré de Balzac o de Charles
Dickens y de la herencia española del Siglo de Oro. Además podemos afirmar que es el
creador del realismo modernoen España. Por estos motivos ha llegado a ser el autor más
estudiado no sólo en España, sino también en el extranjero, aunque hay que confesar
que algunas de sus obras ya han caído, casi por completo, en olvido. Nos referimos
sobre todo a los Episodios Nacionales o a sus dramas que tenían éxito principalmente en
la época de su creación. Por otro lado, la obra novelística galdosiana sigue siendo actual
e interesante para los lectores de todo el mundo.
La obra galdosiana es muy extensa y en cada libro hay momentos interesantes,
dignos de la atención de los lectores. Sin embargo, nosotros hemos elegido solamente
tres novelas, quizás las más interesantes, ya que no es posible que nos dediquemos al
análisis detallado de toda la novelística de nuestro escritor. Nos limitamos a estudiar la
novela Doña Perfecta (1876), Marianela (1878) y Misericordia (1897). Esta elección

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se debe a dos hechos básicos. Primero, estas tres novelas representan distintas etapas de
la creación literaria de Galdós – Doña Perfecta pertenece entre las «novelas de tesis»,
Misericordia, entre las «novelas contemporáneas», mientras que Marianela es un caso
aparte - lo que nos permite conocer la evolución literaria del autor. Segundo, en las tres
novelas el papel más importante lo desempeñan los personajes femeninos. Estas mujeres
representan tres generaciones distintas: Marianela es una muchacha joven, casi niña;
doña Perfecta, una mujer madura; y Benina es una anciana. También la posición social
de las protagonistas es distinta; cada una proviene de un ambiente diferente. La novela
Doña Perfecta nos lleva a Orbajosa, una ciudad provinciana; Marianela, al campo
español; y la historia de Misericordia se desarrolla en la metrópoli, en Madrid. El
ambiente tiene gran influencia en los personajes. Aunque pertenecen en la misma
sociedad, el ambiente social que los rodea determina su comportamiento.
Las tres novelas documentan también, en cierta medida, los acontecimientos
históricos (éste es principalmente el caso de Doña Perfecta) y también los cambios en la
sociedad española. En Doña Perfecta, por ejemplo, se refleja la situación política, es
decir las guerras carlistas. También en Orbajosa viven dinastías de guerrilleros. Por otro
lado, en Misericordia se reflejan sobre todo los cambios sociales. La burguesía
empobrece, los ricos pierden sus bienes y a veces llegan a ser mendigos.
Así se une la ficción con la realidad y el lector no sólo puede gozar de los frutos del
genio de Benito Pérez Galdós, sino que también puede conocer aspectos históricos,
sociales y culturales de la vida en España, aunque desempeñan sólo un papel secundario
en las tres novelas, ya que en el centro de la atención están los retratos psicológicos de
las protagonistas, las relaciones humanas y aun las reflexiones filosóficas del autor.
La primera parte de la tesina, que consta de tres capítulos, presenta a Benito Pérez
Galdós en el contexto de su época que influyó mucho, sin duda alguna, en su
novelística. Trata de presentar brevemente la situación política y social de España,
comentada por el autor mismo a lo largo de su obra. También presenta la escena literaria
de aquella época y el lugar que ocupa Galdós no sólo en el marco de la literatura
española, sino también en la universal. Además esta parte está dedicada a la
presentación de las corrientes filosóficas que aparecen en la España del siglo XIX y que
desempeñan un papel muy importante en la novelística galdosiana. El cuarto capítulo

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presenta la obra de Galdós en el contexto de la literatura universal; trata de encontrar
coincidencias de las tres novelas de nuestro autor con la obra de otros grandes
escritores, no sólo en el marco de las letras hispanas, sino de la literatura universal.
Otro subcapítulo trata el tema de los sueños que podemos hallar en las tres novelas y
que desempeñan un papel bastante importante.
La segunda parte constituye el corpus de la tesina. Está dividida en tres grandes
bloques, dedicados cada uno al análisis de una de las novelas mencionadas. En cada
bloque no sólo presentamos brevemente el argumento y el tema de las novelas, sino que
también prestamos atención principalmente al análisis de los personajes femeninos, sus
retratos psicológicos, su confrontación con los demás personajes y la influencia de la
sociedad en su comportamiento. Nos interesan sobre todo los motivos de su actuación.
En cada bloque se halla también un pequeño subcapítulo, dedicado a un rasgo
interesante y especial, que llamó nuestra atención y que desempeña un papel importante
en las novelas, como la influencia de unas corrientes filosóficas que se refleja en las
novelas, la simbología o el papel de la realidad y de la fantasía en la historia.
En el capítulo nueve resumimos los capítulos anteriores. Trata de encontrar las
relaciones paralelas que hay entre las tres novelas.
En el anexo ofrecemos la biografía detallada de Benito Pérez Galdós y un
capítulo dedicado a su obra entera, no sólo a la novelística, sino también a la obra teatral
y periodística.

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3. LA ÉPOCA DE BENITO PÉREZ GALDÓS

3.1. LA SITUACIÓN POLÍTICA

En 1843, año en el que nació Benito Pérez Galdós, las Cortes declaran la mayoría de
edad de la princesa Isabel, que comienza a gobernar como Isabel II, reina conocida por su
fanatismo católico y su superstición. Parece entonces que la agitada situación política de la
primera mitad del siglo XIX, marcada por el reinado de Carlos IV, la Guerra de la
Independencia, el absolutismo de Fernando VII, la regencia de María Cristina y del general
Espartero o por la primera guerra carlista, pertenece ya al pasado.
Mas bajo el reinado de Isabel reaparecen las inquietudes y agitaciones políticas, resurgen
los enfrentamientos y las revueltas, y comienza una nueva guerra civil carlista en 1848.
Podemos decir que la institución monárquica es cada vez más débil. Se suceden diversos
gobiernos, bajo las presidencias de Joaquín María López, Luis González Bravo, el general
Narváez o Bravo Murillo; el gobierno moderado alterna con el gobierno progresista. Otra
vez comienza a funcionar la censura y la Iglesia logra recuperar sus bienes.
En 1854, el general O´Donnell aprovecha el descontento general e inicia una
sublevación militar cerca de la capital, en Vicálvaro, la llamada Vicalvarada, a la que se une
también el general Espartero. La reina debe encomendar el gobierno a Espartero, pero él
tampoco es capaz de tranquilizar la situación política en España.
En 1859 empieza la guerra de Marruecos, en la que destaca el general Prim. Esta guerra
termina con la victoria de España, pero no trae al país casi ningún beneficio. La
inestabilidad nacional sigue; se producen los sucesos del día de San Daniel, el 10 de abril de
1865. Por fin, el general Prim con el general Serrano prepara la conspiración, cuyo
resultado es, en 1868, la Revolución de Septiembre, llamada La Gloriosa, encabezada por el
brigadier Topete y los dos generales. Las tropas reales fueron derrotadas en la batalla de
Alcolea, cerca de Córdoba, Isabel abandona el trono y se marcha a Francia.
El gobierno formado por los representantes de los progresistas y de los demócratas,
aunque presentó algunas reformas, por ejemplo de la enseñanza, no fue capaz de ponerse de
acuerdo en lo que se refiere a la forma del futuro gobierno. Por eso las Cortes, elegidas en
1869, empiezan a buscar al nuevo rey. Su candidatura la presenta el príncipe de Alemania,

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Leopoldo de Hohenzollern, apoyado por Bismarck, pero las Cortes eligen para el trono al
italiano Amadeo de Saboya, duque de Aosta, conocido por su liberalismo y
anticlericalismo, que reinará como Amadeo I entre los años 1871 y 1873. Aunque el nuevo
rey subió al trono lleno de buenos propósitos, la situación política sigue siendo agitada y las
inquietudes aún crecen. Amadeo pronto abdica, en febrero de 1873, y nace la Primera
República, también de efímera existencia, desde el febrero de 1873 hasta el enero del año
siguiente. El primer presidente fue Estanislao Figueras, quien fue pronto sustituido por el
federalista Pi y Margall.
Cuando le faltaban a la República unos pocos días para cumplir el primer año de su
existencia, los carlistas provocaron en el Norte de España las luchas apoyadas por los
monarquistas extranjeros y Pi y Margall tuvo que presentar su dimisión. Después fue
elegido presidente Nicolás Salmarón, republicano federal moderado. Salmarón luchó más
bien contra el movimiento cantonalista del Sur de España que contra los carlistas, que al fin
consiguieron su caída. Le sustituyó Emilio Castelar, quien terminó la liquidación de los
cantones. Muy pronto Castelar fue sustituido por el dictador Serrano, mas su gobierno no
satisfacía ni a los republicanos ni a los monarquistas, que preparaban la restauración de los
Borbones.
De nuevo se produce una intervención militar, encabezada por el general Martínez
Campos e iniciada en Sagunto, donde se restaura la monarquía borbónica, en 1874. El hijo
de Isabel II, Alfonso, sube al trono como el rey Alfonso XII (1874-1885). Con él se
extiende cierta calma política, lograda por las alternancias bipartidistas de los
conservadores, encabezados por antonio Cánovas del Castillo, y los liberales, con Práxedes
Mateo Sagasta.
Después de la muerte de Alfonso XII, en 1885, empieza la regencia de su esposa, María
Cristina de Habsburgo, llamada popularmente Doña Virtudes. La regencia dura hasta el año
1902, cuando su hijo, Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad. Bajo el gobierno de la
viuda, en 1898 empiezan a aparecer insurreciones en las colonias que llevan a la
independencia de los territorios americanos. España pierde sus últimas colonias: Cuba,
Puerto Rico y Filipinas. Después de estos acontecimientos se va a hablar sobre el desastre
del 98.

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Tras la regencia de la reina viuda, su hijo, el príncipe Alfonso, jura ante las cortes la
Constitución de 1876 y se inicia su reinado, dentro del cual, en el año 1920, muere Benito
Pérez Galdós.

3.2. EL PENSAMIENTO ESPAÑOL EN EL SIGLO XIX

El siglo XIX en España es una época muy turbulenta en el campo de lo social, de lo


político y del pensamiento. A lo largo de todo el siglo, el país está sacudido por las
batallas entre los que quieren modernizar a España y los que defienden las raíces
tradicionales del país, lo que se refleja también en el campo de la filosofía.
Durante este siglo llega a España el pensamiento europeo. Es principalmente el
pensamiento francés que tiene mayor influencia en los intelectuales españoles en la
primera mitad del siglo XIX; en la segunda mitad es la filosofía alemana que tiene mayor
eco en España. Mas hay que decir que sigue predominando el pensamiento católico que a
menudo sufre la influencia del empirismo inglés, del kantismo y del idealismo hegelino, y
que se opone a la corriente del liberalismo. El pensamiento católico defiende el papel de
la Iglesia, su misión histórica y la infalibilidad papal.
Entre los católicos podemos contar también a los krausistas, mas debemos decir que
éstos presentan la oposición a los ortodoxos. El autor de esta filosofía postkantiana es un
pensador alemán, Karl Christian Friedrich Krause (1781 – 1832). Esta corriente tiene gran
difusión en la vida artística e intelectual española gracias al introductor de esta filosofía en
España - Julián Sanz del Río, profesor de filosofía en la Universidad de Madrid. Lo
intresante es que Krause, discípulo de Kant, no prende en ninguna parte, salvo en la
Península. Sanz del Río y sus seguidores, entre los que pertenecen, por ejemplo, Fernando
de Castro o Francisco Giner de los Ríos, encuentran en el krausismo cierto medio para
regenerar el país.
No es fácil resumir la complicada filosofía krausista, mas podemos decir, de manera
muy simplificada y esquemática, que se basa en la fusión del teísmo, es decir la creencia
en un dios que crea y gobierna el universo, mas que transciende este universo; y el
panteísmo, que es una doctrina según la cual el universo y Dios son equivalentes, es decir,
el mundo y Dios son lo mismo. De esta fusión surge el así llamado panenteísmo que

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consiste en la afirmación de que Dios es transcendente al universo y que no se limita a
este universo, es decir, no hay identidad entre Dios y el universo. Dios es un ser esencial
infinito, unido con la Naturaleza en la Humanidad. Todos los seres se influyen
mutuamente y todos se vinculan a Dios. Debemos añadir que el krausismo en España no
se limita a parafrasear a Krause, sino que reelabora las ideas de este pensador libremente,
lo que podemos observar, por ejemplo en la adaptación de la obra de Krause, Ideal de la
Humanidad para la vida (1860), hecha por Sanz del Río.
El krausismo influye en el pensamiento español hasta la revolución de 1868. La
Restauración produce la revisión de la ideología política. Aún entre los krausistas aparece
cierto acercamiento hacia el positivismo. Es cuando Emilio Castelar y Nicolás Salmerón
tratan de cambiar la política española por medio de ciertas reformas.
El autor del positivismo es un pensador francés, Auguste Comte (1798 – 1857) y un
filósofo inglés, John Stuart Mill (1806 – 1873), quien unió el positivismo con el
empirismo. Esta escuela filosófica admite sólo el conocimiento científico y el método
experimental, basado en el análisis de los hechos reales. Muy importante es también la
investigación empírica de la sociedad y de su estructura e historia, que los positivistas
dividen en tres estados: el teológico o la infancia de la humanidad, en la que desempeña
un papel importante la magia; el estado metafísico, basado en el racionalismo y
metafísica; y, por último, el estado positivo, basado en la experiencia y la observación
científica. Los tres estados los mencionamos por el hecho de que se reflejan en la obra de
Benito Pérez Galdós. Debemos añadir que en el marco del positivismo podemos encontrar
varias corrientes, como el positivismo ideológico, el analítico, el sociológico, el realista y
el neopositivismo.
Hemos mencionado solamente estas corrientes filosóficas, aunque la situación en
España fue mucho más complicada. Mas sólo el krausismo y el positivismo se reflejan de
alguna manera en la obra de Benito Pérez Galdós.

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3.3. LA SOCIEDAD EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

La España del siglo XIX se puede caracterizar como un país sacudido por muchas
revoluciones y luchas entre los ricos y los que carecen de fortuna. La nobleza de esta
época pierde algunos privilegios y se reduce su poder, aunque no pierde sus tierras que
forman la base de sus ingresos. Mas el desinterés por los negocios y los gastos enormes
causan gran endeudamiento, los nobles se van fundiendo con la clase media agraria y a
finales del siglo, los comerciantes poseen mayor fortuna que la nobleza. Mas a pesar de
todo eso, los nobles siguen siendo los terratenientes más importantes del país.
Durante el reinado moderado de Isabel II, los nobles desempeñan un papel bastante
importante en la Corte, poseen muchos privilegios, son miembros del Senado y oficiales
del ejército. Aceptan el liberalismo como un mal necesario, cooperan, en cierta medida,
con la burguesía, pero siguen manteniendo su superioridad social. Mas avanzando el siglo,
la burguesía, gracias a la revolución liberal, va consiguiendo más poder e influencia.
El grupo más dinámico lo forman los burgueses unidos al capital extranjero y a las
profesiones liberales; los negociantes desempeñan un papel cada vez más importante, son
inversores en la Deuda Pública del Estado, ganan dinero en la Bolsa y están unidos al
ferrocarril. También consiguen, en cierta medida, los bienes de la Iglesia y de los
municipios y se convierten en rentistas. Por otro lado, la burguesía industrial desempeña
un papel secundario en el aparato estatal en comparación con los terratenientes; no tienen
tanto poder económico ni tanta importancia.
También la clase media tiene escasa importancia. Agrupa a los terratenientes
pequeños, negociantes, fabricantes o empleados públicos. La mayoría residen en la ciudad
y comparten, en cierta medida, con la clase poderosa el estilo de vida. Ideológicamente
son conservadores.
En lo que se refiere a la clase popular, ésta se dedica sobre todo a los servicios. Las
mujeres pertenecientes a esta clase, suelen trabajan en el servicio doméstico. La aparición
de la industria lleva consigo cierta reorganización del trabajo de esta clase obrera. Las
nuevas fábricas necesitan los trabajadores asalariados, conocidos como proletarios. A

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menudo, las mujeres y los niños a partir de siete años también trabajan en las fábricas,
mas ganan mucho menos dinero que los hombres.

3.4. GALDÓS Y SUS CONTEMPORÁNEOS LITERARIOS

La situación política en la España del siglo XIX y a principios del siglo XX no


favorece mucho el desarrollo de la cultura. A pesar de eso, la cultura, y sobre todo la
literatura, florecen. El siglo XIX lo podemos denominar como la época del romanticismo
y del realismo. El romanticismo predomina en la primera mitad del siglo, mientras que la
segunda la ocupa la corriente del realismo. Nos vamos a dedicar principalmente al
realismo, ya que a esta corriente pertenece también Benito Pérez Galdós.
A mediados del siglo, el romanticismo ya se ve incapaz de otro desarrollo. Después
del año 1844 desciende el número de nuevas publicaciones de obras románticas y
entonces se presenta la necesidad de nuevos caminos de expresión artística. Empiezan a
aparecer rasgos realistas en la literatura, primeramente en forma de costumbrismo que
todavía trata los temas románticos, mas la manera de reflejar la realidad lo acerca al
realismo. Disminuye el gusto por lo exótico, pintoresco y fantástico, la naturaleza también
pierde su importancia. Lo que más interesa ahora a los lectores es la vida cotidiana. La
literatura empieza a reflejar las preocupaciones actuales y de aquí proviene el interés por
la vida contemporánea y también por lo regional, cómo nos lo demuestra el ya
mencionado costumbrismo, representado por Mariano José de Larra, Ramón de Mesonero
Romanos o Estébanez Calderón.
El realismo abarca dos períodos de unos veinte años cada uno: la época isabelina
(1850 – 1866) y la época de la Restauración borbónica (1875 – 1898). Las dos épocas las
divide la censura de la primera República. La primera época la podemos caracterizar
como la etapa preparativa, de fuerte acento moralizador, mientras que en la segunda etapa
ya se trata del realismo auténtico.
Hacia el fin del siglo empiezan a aparecer las tendencias naturalistas que perduran
hasta las primeras décadas del siglo XX y que son en cierto modo la continuación de la
escuela realista. Lo que debemos decir es que el naturalismo español nunca llegó a la
concepción determinista de la existencia humana como los autores franceses, por ejemplo

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Emile Zola. Los autores de España tampoco emplean en sus novelas los ambientes de
miseria ni tantos instintos brutales. Más bien se inspiran en el empleo de detalles
abundantes. El naturalismo español lo representan, entre otros, Clarín, Emilia Pardo
Bazán o Vicente Blasco Ibáñez.
En lo que se refiere al drama, el realismo se nos presenta por primera vez en la alta
comedia, un género nuevo, cuyos representantes son, por ejemplo, Adelardo López de
Ayala, Manuel Tamayo y Baus o José Echegaray. Debemos decir que en la alta comedia
hay ciertos residuos del sentimentalismo y romanticismo, como el patetismo de los
sentimientos y de las pasiones, aunque, po otro lado, trata también los temas típicos del
realismo: la desaparición de los valores morales, la corrupción política, el gobierno de
dinero que influye mucho en la vida humana. Refleja sólo la vida de las altas clases
sociales, es decir de la nobleza y de la burguesía. Además de la alta comedia, otro género
estaba también en boga. Nos referimos al género chico – obras de un acto de naturaleza
costumbrista, a menudo cantadas.
También hay que mencionar la poesía, que no desempeña un papel muy importante en
la literatura realista. El único autor destacado es Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870),
el mayor poeta desde el Siglo de Oro. El núcleo de su obra lo forman las Leyendas,
escritas en prosa, y las Rimas. La única autora que consigue llegar al nivel de Bécquer es
Rosalía de Castro (1837 – 1885), una poetisa gallega, que escribió una poesía sencilla, sin
ornamentos externos, mas de contenido hondo e íntimo, como, por ejemplo, En las orillas
del Sar, Cantares gallegos o Follas novas. En su obra, la crítica de la sociedad es bastante
evidente, sobre todo de la población gallega. No debemos olvidar a Ramón de
Campoamor (1817 – 1901), un poeta y dramaturgo muy productivo, rechazado por
muchos críticos por su mediocridad y espíritu bajo.
La primera mitad del siglo XIX la ocupaban el drama y la poesía. En la segunda, el
género dominante fue la novela. En la evolución de la novela realista participan dos
grupos de autores; el primer grupo lo forman escritores que publican sus obras cumbres
en los años setenta, como Pedro Antonio de Alarcón, Juan Valera o José María de Pereda;
el segundo, lo forman novelistas, cuyas obras maestras datan de los años ochenta, como
Emilia Pardo Bazán, Clarín o Armando Palacio Valdés. Entre los dos grupos se halla

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Benito Pérez Galdós, cuya obra es tan extensa y cuya trayectoria literaria es tan larga, que
abarca las dos étapas.
Desde el punto de vista de la narrativa española del siglo XIX, una fecha clave es el
año 1849, cuando Fernán Caballero publica su novela La gaviota, que algunos
historiadores suelen considerar la primera obra realista, a pesar de algunos rasgos
evidentemente románticos.
La novela realista suele presentar la historia de un héroe quien lucha con la sociedad
que le rodea y quien debe pasar por situaciones muy difíciles para salvar su
individualidad. Para conseguir la verosimilitud de la historia, se emplea el lenguaje
coloquial y dialectal, se rechaza el subjetivismo lírico y se atiene a la descripción objetiva
e impersonal.
También el género periodístico nota un gran desarrollo a partir del siglo XIX. El
número de publicaciones periodísticas crece enormemente y éstas empiezan a cumplir la
función de medio de información para masas. Aparecen nuevas revistas, que también
contienen artículos de crítica literaria y temas culturales, por ejemplo Revista de España
(1868 – 1874) o Revista Contemporánea (1876 – 1874), entre otras. El periodismo
florece, sobre todo en la época cuando el costumbrismo está en boga; aparecen muchos
artículos dedicados a varios grupos sociales, su comportamiento y costumbres, a aspectos
típicos de regiones españolas.
El realismo estuvo en boga hasta la aparición de la generación del 98, que se puede
considerar, de cierta manera, la continuadora de la escuela realista.
A principios del siglo XIX podemos buscar también los comienzos de la moderna
crítica literaria, cuyo representante más destacado es Marcelino Menéndez y Pelayo (1856
– 1912), un hombre muy erudito quien combina la actitud del historiador de literatura y la
del crítico literario.
En este contexto social y cultural aparece la extensa obra de Benito Pérez Galdós, el
autor que se puede considerar más importante de esta época.

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4. LAS TRES NOVELAS DE GALDÓS EN EL CONTEXTO DE LA LITERATURA
UNIVERSAL: COINCIDENCIAS CON LA OBRA DE OTROS GRANDES AUTORES

Sin duda alguna, Benito Pérez Galdós se puede considerar uno de los más importantes
y destacados escritores de España. Ningún novelista de su época alcanza su grandeza,
ninguno de los representantes del realismo español consigue una expresión tan viva e
intensa de la vida humana ni es capaz de percibir todos los sentimientos complejos y todas
las pasiones que pueda sentir el hombre. Por eso debemos buscar más arriba, en la
literatura universal, para encontrar aquellos a quienes se iguala nuestro autor. En la
historia de la literatura ciertamente suelen reaparecer ciertos temas, personajes y motivos
similares, aunque modificados por la concepción personal de cada autor, por sus puntos
de vista diferentes y por la época en la que escriben sus obras. A pesar de esto, en la obra
de Benito Pérez Galdós podemos encontrar ciertos rasgos que merecen la comparación
con otros autores importantes: Dante, Turguéniev, Goethe, a los que mencionan los
críticos consagrados, como Ricardo Gullón, José F. Montesinos o Ignacio Elizalde, entre
otros, cuyos estudios vamos a citar en este capítulo. Además de estos maestros de la
pluma, no debemos olvidar el nombre de Cervantes, el único escritor al que podemos
mencionar en el marco de la literatura española.
Al principio y al final de su carrera novelística, Galdós publica algunos escritos sobre
Miguel de Cervantes. El primer artículo, escrito con ocasión del 252 aniversario de la
muerte de este escritor, critica la falta de interés por este autor, ya que derrumbaron la
casa en la que el autor del Quijote falleció. Galdós coloca a Cervantes entre las
celebridades que más admira: es decir, entre Dante, Dickens, Dostoyevski o Shakespeare,
mas afirma que fue Cervantes el más importante para él. La simpatía que siente se refleja
ya en los primeros escritos de su juventud. Podemos mencionar, por ejemplo, el que se
denomina «Un viaje redondo en torno al bachiller Sansón Carrasco» (1861), con
evidente influencia de Cervantes. El título y la dedicatoria son completamente
cervantinos. Hay que añadir que para Galdós, Cervantes quiere decir Don Quijote, porque
no suele mencionar ninguna otra obra.

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La obra de Miguel de Cervantes acompaña a nuestro autor desde el principo hasta el final
de su trayectoria literaria. Entre los dos escritores hay muchas afinidades, en lo que se refiere
a la forma de narrar, al modo de concebir los personajes y a la estructura de las novelas.
Como dice Ricardo Gullón: “La ecuación Galdós – Cervantes se basa en la afinidad de los
temperamentos y se manifiesta en la semejanza de estilos. No me refiero a los casos de
imitación desembozada y directa del lenguaje y los pasos cervantinos en que Galdós incurre,
sino al parentesco en la actitud creadora, en el modo de presentar y mover los personajes, en
permanente evolución y permanente fidelidad a sí mismo.”1 El mundo cervantino se proyecta,
en cierta medida, en la obra de Pérez Galdós, aunque su modo de contemplar lo que le rodea,
está influído por la época en la que vive, por el ambiente social: “Galdós interpretaba el
mundo cervantino con sus propios ideales, pues quiere que España deje de soñar y entre en el
mundo de la realidad; que los delirios de grandeza sean reemplazados por el trabajo paciente;
que el amor a la gloria y al heroísmo dejen su lugar a la disciplina y al servicio de la sociedad;
que en lugar de pensar en Dulcinea se piense en las necesidades cotidianas.”2
Respecto a la concepción de los personajes podemos presentar como ejemplo la novela
Doña Perfecta que trata el conflicto entre el fanatismo y el espíritu racionalista y progresista;
entre la imaginación y la realidad; entre lo tradicional y lo moderno, encarnados por Perfecta
y Pepe Rey, respectivamente. El mismo desacuerdo aparece también entre don Quijote, que
vive en el mundo de la imaginación, y Sancho, que presenta la realidad y que sirve para unir a
su amo con el mundo real. El personaje mismo de Pepe Rey nos ofrece muchos rasgos
quijotescos. Llega a Orbajosa con la intención de renovar todo, mas los orbajosenses, también
quijotescos, ya que se imaginan una realidad que no existe creyéndose superiores a la gente
de la capital, no se esfuerzan para entenderle al joven ingeniero. Pepe termina tan
enloquecido y quijotesco como sus antagonistas por no comprender el ambiente que le rodea
y por no ser comprendido. “El tedio de la vida ha convertido a los orbajosenses en quijotes
extraños. Deforman totalmente cuanto les rodea y cuanto hacen ellos mismos, dejándolo
irrecognoscible para el que no es de allí. Orbajosa para ellos es un paraíso, todos son espejos
de honor e hidalguía, aunque pasen la vida cometiendo fechorías y murmurando del
prójimo.”3

1
Gullón, Ricardo, Galdós, novelista moderno. Madrid, Gredos, 1973, p. 59.
2
Elizalde, Ignacio, Pérez Galdós y su novelística. Bilbao, Universidad de Deusto, 1981, p. 240.
3
Ibid., p. 243.

18
También en la novela Marianela podemos encontrar algunas semejanzas con Quijote. La
muerte de la protagonista de la novela de Galdós tiene muchos rasgos en común con la
muerte de don Quijote. Nela muere de dolor del alma, cuando su amado, Pablo Penáguilas,
recobra la vista y ve la deformidad de ella. A Nela se le rompe su sueño y ella no es capaz de
enfrentar a la realidad cruel. Florentina, la prima de Pablo, se pregunta: “¿Es posible que se
muera una persona sin causa conocida, casi sin enfermedad?… Señor Golfín, ¿qué es esto?”
Y Teodoro, el médico, le responde: “[…] es la realidad pura, la desaparición súbita de un
mundo de ilusiones. La realidad ha sido para él (Pablo) nueva vida; para ella ha sido dolor y
asfixia, la humillación, la tristeza, el desaire, el dolor, los celos…, ¡la muerte!”4 Don Quijote
también muere de dolor al darse cuenta de la falsedad del mundo cuando recobra su vida
espiritual, cuando tiene que aceptar la realidad.
Si hablamos de la novela Misericordia, también aquí podemos encontrar ciertos paralelos
interesantes con Don Quijote. La relación de la protagonista de la novela de Pérez Galdós,
Benina, y el moro viejo, Almudena, se parece mucho a la relación de don Quijote y Sancho
Panza. Almudena es uno de los ciegos típicos de la novelística de Galdós, que pueden ver lo
que los demás no son capaces de percibir. El moro es, como don Quijote, muy elocuente; es,
por ejemplo, capaz de persuadir a todos que Samdai, el rey de “baixo terra,” se le apareció y
que le prometió una mujer – verdadera joya. Con su imaginación poderosa y su elocuencia se
parece mucho al ingenioso hidalgo, quien también logra persuadir a todos de que su mundo
imaginario existe.
Por otro lado, Benina, la vieja criada, representa, como Sancho, el escepticismo, mas
como el escudero de don Quijote, se deja convencer que en los delirios de su amigo hay algo
real.
También otros personajes de esta novela están tocados, en cierta medida, de quijotismo.
Nos referimos a Frasquito Ponte, a doña Francisca Juárez de Zapata o su hija, Obdulia, que
presentan la realidad mísera transformada en el idilio soñado, disimulando su pobreza.
“Dichos personajes se hallan afectados, además, por la esencial inadecuación entre lo que

4
Pérez Galdós, Benito, Marianela. Madrid, Cátedra, 2003, pp. 237-238. De aquí en adelante, todas las citas
corresponden a esta edición; las páginas con la sigla de la novela: M, serán indicadas en el texto.

19
ellos creen representar en el mundo de la sociedad, y lo que efectivamente son en la escala de
la organización social.”5
Finalmente, no debemos olvidar de mencionar otros rasgos importantes que unen a los dos
autores: el humor, el amor al pueblo y el sentimiento moral de Galdós también están tocados
notablemente de cervantismo.
Podemos concluir esta parte, dedicada al paralelismo entre la obra de Cervantes y la de
Pérez Galdós, con las palabras de Ricardo Gullón: “La ironía mezclada con la ternura en
dosis muy semejantes a las utilizadas por el autor del Quijote prueba también la filiación.
Galdós es el gran heredero español de Cervantes: su continuador. Lenguaje, cadencia,
manierismos, estilos corresponden a los del gran modelo y testimonian un parentesco
espiritual entrañable.”6
Otro gran escritor, que influyó mucho en la obra de Benito Pérez Galdós, es un autor
alemán – Johann Wolfgang Goethe. Su influencia es evidente sobre todo en una de las
novelas de nuestro autor. Nos referimos a la novela de Marianela, que contiene paralelos
interesantes con el Wilhelm Meisters Lehrjahre de Johann Wolfgang Goethe. Ya Clarín, en un
artículo publicado después de la aparición de Marianela, menciona cierto paralelismo entre la
protagonista,Nela, y la Mignon de Goethe. Que Galdós tenía la obra de este autor alemán en
su biblioteca es cosa cierta: “Según un viejo inventario, entró en su casa antes de septiembre
de 1865, y de que Galdós lo leyó despaciosamente, no hay duda, pues puso en él alguna
curiosa apostilla.”7 Aunque Wilhelm Meister pertenece a la corriente del prerromantismo y
Marianela es una novela realista, las coincidencias en el modo de concebir el personaje
femenino son bastante evidentes.
En Wilhelm Meisters Lehrjahre Goethe describe cómo el protagonista encuentra en alguna
región de Alemania a Mignon, una muchacha bonita, con un grupo de acróbatas vagabundos.
Mignon no es alemana, su origen es bastante misterioso: al preguntarle Wilhelm, quién es su
padre, contesta que es muerto, aunque no es verdad. Esto nos dice que no sabe nada de su
familia. Sólo al final de la historia se nos aclara la naturaleza de la muchacha. También sobre
el origen de Marianela sabemos muy poca cosa. Nela misma suele afirmar: “Dicen que mi

5
Correa, Gustavo, Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,
1967, p. 200.
6
Gullón, Ricardo, op.cit., p. 60.
7
Montesinos, José F., Galdós. Madrid, Castalia, 1968, p. 250.

20
madre vendía pimientos en el mercado de Villamojada. Era soltera. Me tuvo un día de
Difuntos, y después se fue a criar a Madrid. […] Mi padre fue el primero que encendió las
luces en Villamojada. […] Yo estaba ya criada por una hermana de mi madre, que era
también soltera, según dicen” (M., p. 89). La palabra “dicen” es muy importante, ya que nos
revela la inseguridad que tiene la Nela de su propio origen.
Tanto Mignon como Marianela quieren a su amo de todo el corazón. Mignon está
enamorada de Wilhelm y siente mucha gratitud hacia él, ya que la sacó de su vida triste, del
ambiente cruel que la rodeaba. Desde entonces no puede vivir sino en su compañía. También
Nela está enamorada de Pablo, su ciego amo, al que sirve de lazarillo; y no desea otra cosa
que servirle a él, que acompañarle para siempre: “Que estoy en el mundo para ser tu lazarillo,
y que mis ojos servirían para nada si no sirvieran para guiarte y decirte cómo son todas las
hermosuras de la tierra” (M, p. 118). Pero el deseo de las dos muchachas no se cumple y
ambas historias terminan trágicamente.
Mignon es muy pequeña y joven, tiene doce o trece años. Y esa es la edad que aparenta
Nela, cuyo desarrollo de cuerpo está reprimido: “Era como una niña, pues su estatura debía
contarse entre las más pequeñas, correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto
mezquinamente constituido. Era como una jovenzuela, pues sus ojos no tenían el mirar propio
de la infancia, y su cara revelaba la madurez de un organismo que ha entrado o debido entrar
en el juicio. […] Alguien la definía mujer mirada con vidrio de disminución; alguno, como
una niña con ojos y expresión de adolescente. No conociéndola, se dudaba si era un
asombroso progreso o un deplorable atraso” (M, pp. 86 -87). Las dos muchachas tampoco
poseen una salud perfecta; el corazón de Mignon no es sano y Marianela es de constitución de
cuerpo muy débil, se desamaya muy a mendudo, como dice ella misma: “En cuanto cargo un
peso pequeño, me caigo al suelo. Si me pongo a hacer una cosa difícil, enseguida me
desmayo” (M, p. 90).
Mignon canta como un ángel y una habilidad semejante reaparece en Marianela. Como
dice Teodoro Golfín: “Ese es el canto de una muchacha; sí, es voz de mujer, y voz
preciosísima. […] ¡Qué voz tan bella, qué melodía tan conmovedora!” (M, p. 72)
Hasta este punto, las semejanzas parecen bastante vagas. Mas el final de las dos historias
manifiesta similitudes muy interesantes; en la novela de Goethe, Mignon muere
románticamente, sin padecer de alguna enfermedad conocida. La mata a ella la nostalgia de

21
su país natal y, sobre todo, los celos, ya que su querido amo se enamora de otra mujer, Teresa.
Al ver a los amantes abrazándose, pierde todas sus fuerzas para vivir. “Su agonía, más larga
que la de Marianela, termina de un modo fulminante, más rápida aún que en la novela de
Galdós, cuando sobreviene Teresa y abraza a Guillermo y le dice mil cosas tiernas; en aquel
momento, el leve soplo de su vida se extingue del todo.”8 También la Nela muere sin sufrir
con enfermedad alguna; también a ella la mata el amor contrariado. Teodoro dice: “No sé si
pensar que muere de vergüenza, de celos, de despecho, de tristeza, de amor contrariado.
¡Singular patología!” (M, p. 236). Marianela confiesa su amor al hablar con la prima de
Pablo, Florentina, poco antes de morirse.
Tanto Mignon como Marianela tienen especial devoción por la Virgen, aunque el
fundamento religioso de Nela es bastante vago y confuso. Las dos muchachas también
duermen en el suelo, aunque Marianela no duerme precisamente en el suelo, sino en una
cesta: “Metióse bonitamente en una cesta, y así pasó la noche en fácil y tranquilo sueño.
Indudablemente, aquello era bueno y cómodo: cuando tenía frío, tapábase con otra cesta” (M,
p. 95).
Los hechos expuestos no nos permiten dudar que las dos novelas tienen muchos rasgos en
común y que Galdós rehace, de cierta manera, lo que había leído en la obra de Goethe.
Montesinos, tras analizar las semejanzas que encuentra entre las dos novelas, concluye: “La
larga obra de Goethe, curiosísima por mil aspectos, y sobre todo como reflejo de un mundo
ya desaparecido, es de muy ardua lectura, producto de un arte de novelar que pasó con el
siglo XVIII y del que Galdós no debió de gustar mucho, apasionado como era de Balzac y
Dickens. Que leyó, sin embargo, el Wilhelm Meister es seguro; tenía un ejemplo en su
biblioteca, con anotaciones que parecen importantes.”9 Lo que debemos añadir es que no
podemos ver en Wilhelm Meister la fuente directa de Marianela a pesar de cierto paralelismo.
Galdós escribió su novela libremente; Marianela y Mignon son dos tipos distintos, creados
por dos genios originales.
Al leer la novela Marianela, el lector probablemente reconoce el paralelismo entre esta
obra y la de un gran escritor italiano. Nos referimos a Dante. La referencia a la Divina
Comedia, al «Infierno» es, según Joaquín Casalduero, entre otros críticos, bastante evidente.

8
Ibid., p. 236.
9
Ibid., p. 237.

22
Lo podemos documentar, por ejemplo, por el segundo capítulo de la novela de Galdós,
cuando el doctor Teodoro Golfin llega a un lugar desconocido. El ambiente, en el que se
encuentra, recuerda mucho al Infierno de Dante: “El viajero, que había andado algunos pasos
junto a su guía, se detuvo asombrado de la perspectiva fantástica que a sus ojos se ofrecía.
Hallábase en un lugar hondo, semejante al cráter de un volcán, de suelo irregular, de paredes
más irregulares aún. En los bordes y en el centro de la enorme caldera, cuya magnitud era
aumentada por el engañoso claroscuro de la noche, se elevaban figuras colosales, hombres
disformes, monstruos volcados y patas arriba, brazos inmensos desperezándose, pies
truncados, dispersas figuras semejantes a las que forma el caprichoso andar de las nubes en el
cielo; pero quietas, inmóviles, endurecidas. Era su color el de las momias, color terroso
tirando a rojo; su actitud, la del movimiento febril sorprendido y atajado por la muerte.
Parecía la petrificación de una orgía de gigantescos demonios; sus manotadas, los burlones
movimientos de sus disformes cabezas, habían quedado fijos como las inalternables actitudes
de la escultura. El silencio que llenaba el ámbito del supuesto cráter era un silencio que daba
miedo. Creeríase que mil voces y aullidos habían quedado también hechos piedra, y piedra
eran desde siglos de siglos” (M, pp. 76-77).
Esta descripción contiene algunas paralelas con la dantesca. La visión de las minas de
Socartes recuerda mucho el pasaje del canto quinto de la Divina Comedia de Dante:
“Ora comienza el grito dolorido
a resonar en la mansión del llanto,
y el corazón golpea y el oído.

Era un lugar nudo de luz, en tanto,


que mugía, cual mar embravecida
por encontrados vientos con espanto.

La borrasca infernal, simpre movida,


los espíritus lleva en remolino
y los vuelca y lastima a su caída.

Y en el negro confín del torbellino,


se oyen hondos sollozos y lamentos,
que niegan de virtud el don divino.

Eran los condenados a tormentos,


los pecadores, de la carne presa,
que a instintos abajaron pensamientos.

23
Cual estorninos, que en bandada espesa,
en tiempo frío, el ala inerte estiran,
así van ellos en bandada opresa.”10

Hay que decir que Galdós nos da, al lado de una descripción dantesca, otra científica,
tratando de explicar todo a los lectores basándose en la ciencia.
Tanto Teodoro como el poeta de la Divina Comedia tienen su guía que les acompaña. A
Dante le acompaña en «el Infierno» y en «el Purgatorio» Vergilio; a Teodoro le acompaña
Pablo, un joven ciego. Los dos guías conocen perfectamente el camino y son capaces de
narrar todo lo que saben sobre los lugares por los cuales pasan. Este motivo, es decir el
personaje de guía, es bastante frecuente en la literatura universal. Podemos mencionar, por
ejemplo, la obra de Jan Amos Komensky en la literatura checa. Nada se opone a que creamos
que la lectura de la descripción dantesca influyó en Galdós y le hizo concebir la idea de su
novela Marianela.
El realismo europeo presenta temas y problemas semejantes y tipos de personajes
parecidos que, sin embargo, corresponden a la situación social actual y a los específicos
rasgos nacionales de cada país. Tenemos que mencionar la literatura realista rusa, que tiene
gran eco en la novelística de Benito Pérez Galdós. Nos referimos a la obra de Turguéniev y
Ostrovski. Así, una de las fuentes que se ha creído ver en Doña Perfecta es la novela de Iván
Sergeyevich Turguéniev, denominada Padres e Hijos. El paralelismo entre ambas novelas lo
podemos ver en el interés de Galdós por el tema central de Padres e Hijos, es decir, el
conflicto entre dos generaciones. También el héroe es, en las dos obras, un joven científico de
ideas liberales que llega a una ciudad provinciana, donde debe hacer frente al
conservadurismo de la vieja generación.
Ambos protagonistas, es decir Pepe Rey, el ingeniero de Madrid, y Bazarov, el médico
joven, presentan la negación de las opiniones, del estereótipo de los valores y de la moral,
predominatnes en la sociedad de su tiempo. Los dos poseen gran energía vital, ambos son
muy empeñados, honestos y generosos. Por otro lado, tanto Pepe como Bazarov a veces
deben hacer frente a cierto aislamiento, a la soledad y a la incompresión; en las dos novelas se
nos presenta lo trágico de la vida de un hombre excepcional. Muy evidente es la discordancia
entre estos personajes progresistas y los pseudoprogresistas, representados por don Inocencio

10
Alighieri, Dante, La divina comedia: «Infierno». La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1976, p. 28.

24
y por Sitnikov, entre otros. Los dos personajes también acaban muriendo trágicamente; a
Pepe le matan debido al orden de doña Perfecta; Bazarov muere de septicemia.
Tanto Turguéniev como Galdós no juzgan a sus personajes; los dos solamente tratan de
presentar a los lectores su arte de observar la realidad, incluso las injusticias sociales, la
existencia de la suerte fatal y las catástrofes individuales del hombre. Su crítica no es directa,
más bien emplean una técnica de insinuaciones y alusiones indirectas.
Hay que añadir que al analizar estos paralelos, debemos darnos cuenta de que en la novela
Doña Perfecta no se trata del problema generacional, sino del de enfrentamiento del
fanatismo y del progreso; podemos decir que se trata del problema religioso. En Padres e
Hijos tampoco hay personaje comparable a la figura de doña Perfecta.
Podemos resumir lo expuesto con las palabras de Aparici Llanas: “Es cierto que Galdós
sentía admiración por Turguéniev y que en su biblioteca figura un ejemplar de la obra maestra
del escritor ruso en edición francesa de 1880 (lo que no quiere decir que Galdós no hubiera
leído una edición anterior a la de elaboración de Doña Perfecta); pero en todo caso lo único
que pudo hacer Galdós es recordar algún elemento de la novela rusa como de cualquier otra
lectura, sin que por ello se puede hablar de fuentes.”11
En lo que se refiere al personaje galdosiano de doña Perfecta, podemos hallar un tipo
semejante en la obra de otro escritor ruso – A. N. Ostrovski, concretamente en su novela El
Tormento. La viuda rica, Kabanova, es una mujer dominante, despótica, muy mala, que
despotiza a toda su familia. A su nuera, Catarina, la empuja aun al suicidio. Todos sus males
los disimula con su devoción y con una vida aparentemente honorosa y piadosa. Lo mismo
podemos observar en el personaje de doña Perfecta, que también es una enredista que
manipula a su familia y a sus amigos, siempre intrigando. Aunque los dos personajes
femeninos pertenecen a ambientes diferentes y hablan otro idioma cada uno, tienen mucho en
común. Las dos historias se desarrollan en la ciudad provinciana; en ambas se nos presentan
motivos trágicos. Tanto Catarina de la novela El Tormento, como Rosario de Doña Perfecta
nos documentan que la influencia del ambiente no es absoluta y que la humanidad puede
resistir. Las dos muchachas no pueden vivir en la sociedad que las rodea. Catarina elige la
muerte, mientras que Rosario acaba perdiendo el juicio.

11
Aparici Llanas, María Pilar, Las novelas de tesis de Benito Pérez Galdós. Barcelona, Institución Mila y Fontanals,
Instituto de Filología, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1982, p. 42.

25
Galdós, como un hombre muy erudito y de grandes conocimientos literarios, podía ser
influído por sus lecturas de la literatura europea, muy a menudo sin saberlo. Su humor, su
sentido del desenlace sorprendente, su capacidad de dar un retrato vivo de la sociedad
humana puede hallar paralelas no sólo en la literatura realista europea, sino también en la
literatura universal. Los personajes creados por Galdós no son solamente personajes
humanos, sino también tipos y típicas son también las situaciones que provocan. Todo esto
forma un cuadro representativo de la complejidad humana de siempre y por eso las novelas de
Benito Pérez Galdós contienen tantas semejanzas con la obra de otros autores. Algunas
coincidencias parecen tan sorprendentes que hemos debido mencionarlas.

26
5. LOS SUEÑOS EN LAS TRES NOVELAS DE GALDÓS

La técnica de empleo de los sueños desempeña un papel bastante importante en la


novelística de Benito Pérez Galdós. Por eso nos parece conveniente dedicar un pequeño
capítulo a este tema, siguiendo, sobre todo, el estudio de Joseph Schraibman, quien
escribió una monografía excelente dedicada a este tema.
El motivo del sueño aparece muy frecuentemente en la literatura universal, sobre todo
en la literatura inglesa y francesa. Por supuesto, también en la española podemos
encontrar este motivo; lo podemos hallar ya en la literatura medieval, por ejemplo en El
Cantar del Mío Cid. Otro ejemplo notable lo podemos encontrar en la literatura
renacentista, en la obra de Feliciano de Silva o de Juan de la Cueva, mas mucho más
importante es el caso de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, donde el
protagonista tiene una alucinación o un seudo-sueño en la cueva de Montesinos.
En el siglo XVIII, el único ejemplo significativo lo constituye la obra de Torres
Villarroel, sin embargo, en el siglo XIX, el recurso de los sueños en las obras literarias es
mucho más frecuente. Nos referimos a La Regenta de Leopoldo Alas, Clarín, donde
aparecen dos sueños, uno de Ana y otro de Víctor, su marido. También Emilia Pardo
Bazán dedicó en La sirena negra todo un capítulo a la presentación de un sueño. En Doña
Inés de Azorín, don Pablo describe detalladamente su sueño, en el cual tiene una larga
conversación con Dios sobre su salud. Este pequeño resumen nos señala que los sueños
han sido utilizados a lo largo de la historia de la literatura española.
También en la obra de Benito Pérez Galdós los sueños tienen gran importancia, tanto
en sus novelas y los Episodios, como en sus trabajos periodísticos: “El mundo de la
inconsciencia, de la fantasía, de lo sobrenatural siempre interesó a Galdós que estuvo al
día y leyó las teorías de su época sobre esta materia. Pero frente a lo maravilloso la actitud
de Galdós es algo ambigua. Sentía cierta fascinación por los aspectos secretos de la
existencia, y estaba convencido de su realidad y transcendencia. Pero, por otra parte,
influido por el escepticismo del siglo con respecto a todo lo sobre lo extranatural dudaba

27
en la admisión de estos hechos maravillosos.“12 Galdós se daba cuenta de que el universo
era muy complejo y que algunos hechos no se podían explicar por la razón y el
conocimiento. Hay que decir que en su obra, el límite entre lo fantástico y lo real a veces
no es muy claro; los elementos fantásticos se funden con los reales. Los sueños de los
personajes galdosianos son, a veces, sorprendentes, mas desempeñan un papel importante
en su obra: “Para Galdós, soñar no es separarse de la vida, sino entrar en ella por otra
puerta, a través de cámaras sombrías.”13
Es evidente que Galdós cree en la importancia de los sueños. Los utiliza para anticipar
los acontecimientos de sus historias, para explicar lo sucedido o para caracterizar a sus
personajes. Según Joseph Schraibman, quien estudió los 160 sueños que aparecen en la
novelística galdosiana, en la novela Doña Perfecta podemos encontrar el sueño,
denominado «the dream as a plot summary» que sirve para repetir un acontecimiento
presentado antes por el autor; en Misericordia y en Marianela, el sueño que constituye
«character reinforcement in the dream», representado por el sueño de doña Paca y de
Celipín; y el sueño de Marianela y de Almudena que representan «the dream as a vehicle
for the expression of the supernatural».
Doña Perfecta es una novela de tesis que trata el conflicto entre el conservadurismo
ciego, representado por la señora de Polentinos, y el progreso, personificado en Pepe Rey.
La historia se desarrolla en una ciudad ficticia, Orbajosa: “Orbajosa es una pequeña
ciudad levítica, sobre la cual cae, densa y opresora, la sombra de la catedral. La vida
intelectual es nula; la vida económica no existe; la vida social está reducida a unas
reuniones en que, cuando no se habla de chismes de sacristía, se comenta la cosecha de
ajos, el producto de la comarca. En Orbajosa no sucede absolutamente nada. El chirriar de
un carro, el lamento de los mendigos, la voz del sereno, los pasos de un trasnochador,
serían los únicos ruidos de la cuidad si no estuvieran siempre sonando las campanas. A
este lugar de desolación se llega por un camino igualmente desolado. La belleza se ha
refugiado en los nombres. Lo malo no es que los orbajosenses no sepan nada de nada,
sino que no quieren saber nada, ni pueden, porque se han aislado del resto del mundo,
gracias a la idea de su superioridad y de creerse en la posesión de la verdad.”14

12
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 35.
13
Ibid., p. 36.
14
Casalduero, Joaquín, Vida y obra de Galdós. Madrid, Gredos, 1970, p. 54.

28
Desde el momento de su llegada, Pepe está sorprendido por la apariencia de la cuidad
y sus alrededores. No oculta su desengaño, se siente muy mal en Orbajosa y lo único que
le hace permanecer en la ciudad es su amor a Rosario, su prima, que también está
enamorada de él. Mas la suerte de los dos amantes la rompe la discordia que crece entre
doña Perfecta y Pepe y que alcanza tantas dimensiones que la señora encierra a Rosario en
un cuarto para que no se pueda encontrar con Pepe. Don Cayetano, el hermano de
Perfecta, informa a Pepe de que Rosario está encerrada debido a una enfermedad mental
hereditaria. Mas Pepe consigue ver secretamente a su prima y le promete que se casará
con ella. Con la ayuda de Pinzón, un militar y amigo suyo, prepara la huida con Rosario.
Ésta le espera en el jardín, mas la descubren y la mandan otra vez a su cuarto. Aquí
Rosario reza a Dios, confesando que odia a su madre y que quiere huir con su amado.
Después duerme y sueña con los acontecimientos que han pasado y que ha visto desde el
jardín: “En su inseguro sueño, la imaginación le reproducía todo lo que había hecho
aquella noche, desfigurándolo sin alterarlo en su esencia.”15 Galdós describe cómo
Rosario oía en su sueño la campana de la catedral que daba las nueve, se levantó de la
cama y salió a la huerta secretamente, ya que las criadas dormían en la cocina. Por la
puerta vidriera del comedor veía la tertulia de su madre, don Inocencio, Caballuco y otros
orbajosenses que discutían sobre Pepe: “A la luz de la lámpara del comedor veía de
espaldas a su madre. El penitenciario estaba a la derecha, y su perfil se descomponía de
un modo extraño; crecíale la nariz, asemejábase al pico de un ave inverosímil, y toda su
figura se tornaba en una recortada sombra negra y espesa, con ángulos aquí y allí,
irrisoria, escueta y delgada. Enfrente estaba Caballuco, más semejante a un dragón que a
un hombre. […] El tío Licurgo y los otros tres se le presentaban como figuritas grotescas”
(DP, p. 248). El sueño y la fiebre causan que todo está transformado en cierta medida.
También el rencor de los contertulianos está descrito grotescamente en el sueño de
Rosario: “El dragón agitaba sus brazos, que en vez de accionar, daban vueltas como aspas
de molino, y revolvía de un lado para otro los globos verdes, tan semejantes a los fanales
de una farmacia. Su mirar cegaba… […] El penitenciario agitaba las alas. Era una

15
Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta. Barcelona, J.M. Ollero y Ramos, S. L. y Random House Mondadori, S. A.,
2004, p. 247. De aquí en adelante todas las citas corresponden a esta edición; las páginas con la siglade la novela:
DP, serán indicadas en el texto.

29
presumida avecilla que quería volar y no podía. Su pico se alargaba y se retorcía. […]
Luego, las figurillas de barro se agitaban queriendo ser presonas, y Frasquito González se
empeñaba en pasar por hombre” (DP, pp. 248-249).
Rosario también sueña con el encuentro con Pepe, aunque la identidad de éste no es
muy clara: “En la ventana del cuarto donde habitaba el señor Pinzón aparecía un hombre
azul; brillaban en su cuerpo los botones como sartas de lucecillas”(DP, p. 249). La
descripción del sueño termina con el ruido terrible que oyen los dos amantes: “De súbito
sonó un estampido, un golpe seco que estremeció la casa. Ni uno ni otro supieron la causa
de tal estrépito. Temblaban y callaban. Era el momento en que el dragón había roto la
mesa del comedor”(DP, p. 249).
Rosario contempla en sus sueños la misma escena que los lectores ya han conocido,
mas ahora se nos presenta en un plano completamente distinto; los personajes se
convierten en figuras deformes y aun monstruosas. La misma escena, descrita
primeramente con técnica realista, se nos presenta ahora desde otra perspectiva que nos
revela su verdadera naturaleza y nos permite conocer la deformación moral y la falsedad
de los contertulianos.
También en la novela Marianela aparecen los sueños que podemos clasificar,
apoyándonos en la división de Ignacio Elizalde, como «apariciones en sueños de la
Virgen». Entre estos sueños pertenecen los sueños de Nela, la protagonista de la novela:
“Galdós se aprovecha de esto para explicarnos cómo conciben a Dios y a la Virgen las
clases humildes.”16
Marianela, la huerfanita deforme, está enamorada de Pablo, el joven ciego, quien
espera que Teodoro Golfín, el oftálmologo famoso, lo cure. Nela tiene miedo de que
Pablo, al ver su deformidad y fealdad, la olvide. Solamente en el mundo de los sueños
Marianela puede escapar a la triste realidad. La Virgen, su único consuelo, aparece a ella
y le promete mejorar su situación triste: “Anoche me has aparecido en sueños, Señora, y
me prometiste que hoy me consolarías. Estoy despierta, y me parece que todavía te estoy
mirando, y que tengo delante tu cara, más linda que todas las cosas guapas y hermosas
que hay en el mundo”(M, p. 171).

16
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 43.

30
También Pablo, el muchacho ciego, sueña: sueña con el mundo que no conoce,
imaginándose que la Nela es bonita, ya que cree que la verdadera hermosura se basa en la
bondad. Mas al recobrar la vista y conocer el mundo, está muy agitado y perturbado y va
cambiando su opinión: “Después se durmió sosegadamente, siguiendo durante su sueño
atormentado por las imágenes de todo lo que había visto y por los fantasmas de lo que él
mismo se imaginaba. Su sueño, que principió dulce y tranquilo, fue después agitado y
angustioso, porque en el profundo seno de su alma, como en una caverna recién
iluminada, luchaban las hermosuras y fealdades del mundo plástico, despertando
pasiones, enterrando recuerdos y trastornando su alma toda” (M, pp. 223-224).
El último sueño que aparece en la novela Marianela, es el de Celipín. Celipín Centeno
es el hijo menor del capataz de las minas de Socartes y el único de la familia que quiere a
Nela. Es un muchacho de doce años, muy ambicioso, que desea abandonar su casa e irse a
la capital para hacerse médico famoso. Su ideal lo constituye Teodoro Golfín, el
oftálmologo conocido. Celipín se identifica con él en un sueño suyo: “Un minuto después
se veía a sí mismo en figura semejante a la de don Teodoro Golfín, poniendo ojos nuevos
en órbitas viejas, claveteando piernas rotas, y arrancando criaturas a la muerte mediante
copiosas tomas de mosquitos cogidos por una doncella y guisados un lunes con palos de
mimbre. Viose cubierto de riquísimos paños, las manos aprisionadas en guantes olorosos
y arrastrado en coche, del cual tiraban cisnes, que no caballos, y llamado por reyes, o
solicitado por reinas, por honestas damas requerido, alabado por magnates y llevado en
triunfo por los pueblos todos de la Tierra”(M, p. 165).
Este sueño pertenece en la categoría que Joseph Schraibman denomina como
«character reinforcement in the dream»: “[…] dreams are used to enforce the presentation
of a character by showing his subconscious reactions to the situation faced by him.”17 El
personaje tiene un sueño que sirve para intensificar y demostrar uno de sus rasgos
personales, que ha sido observado ya antes en su comportamiento. Éste es el caso de
Celipín, mientras que los sueños de Nela nos revelan su complejo de inferioridad y los de
Pablo, su naturaleza y sus opiniones variables.

17
Schraibman, Joseph, Dreams in the novels of Galdós. New York, Hispanic Institute, 1960, p. 73.

31
En la novela Misericordia, el sueño desempeña un papel mucho más importante que en
Doña Perfecta o Marianela. También aquí un sueño sirve, según Schraibman, para
intensificar un rasgo ya observado en el comportamiento del personaje y otro, para
anticipar acontecimientos que van a suceder.
La novela trata el tema de la abnegación y sacrificio de sí misma de una criada vieja,
llamada Benina o Nina. Su benevolencia y su amor a su ama, doña Paca, la lleva a
mendigar en las calles y plazas de Madrid para poder darle a comer a ésta. Para que nadie
sepa que gana dinero mendigando, Benina inventa la historia sobre un clérigo, al que
llama don Romualdo, en cuya casa trabaja. Un día doña Paca cuenta a Benina que ha
soñado con dos hombres que vinieron a informarle sobre una herencia grande de un tío de
su marido: “¿Sabes lo que me ha pasado – dijo a Benina – en el rato que has estado fuera?
Pues me quedé dormidita en el sillón, y soñé que entraban en casa dos señores graves,
vestidos de negro. Eran D. Francisco Morquecho y D. José María Porcell, paisanos míos,
que venían a participarme el fallecimiento de D. Pedro José García de los Antrines, tío
carnal de mi esposo. […] Venían esos dos señores, D. Francisco y D. José María, médico
el uno, el otro secretario del Ayuntamiento… pues venían a decirme que el García de los
Antrines, tío carnal de mi Antonio, les había nombrado testamentarios… […] Pues dejaba
la mitad de sus bienes a mis hijos Obdulia y Antoñito, y la otra mitad a Frasquito Ponte.
[…] Dijéronme D. Francisco y D. José María que hace días andaban buscándome para
darme conocimiento de la herencia, y que preguntando aquí y acullá, al fin averiguaron
las señas de esta casa… ¿por quién dirás? por el sacerdote D. Romualdo, propuesto ya
para obispo, el cual les dijo también que yo había recogido al señor de Ponte…”18
Hablando con doña Paca sobre su creencia en los sueños, Benina dice: “Los sueños, los
sueños, digan lo que quieran – manifestó Nina – son también de Dios; ¿y quién va a saber
lo que es verdad y lo que es mentira? […] Yo hago caso de los sueños, proque bien podría
suceder, una comparanza, que los que andan por allá vinieran aquí y nos trajeran el
remedio de nuestros males. Debajo de tierra hay otro mundo, y el toque está en saber
cómo y cuándo podemos hablar con los vivientes soterranos. Ellos han de saber lo mal
que estamos por acá, y nosotros soñando vemos lo bien que por allá lo pasan… No sé si

18
Pérez Galdós, Benito, Misericordia. Madrid, Cátedra, 1982, p. 200. De aquí en adelante todas las citas
corresponden a esta edición; las páginas noc la sigla de la novela: M*, serán indicadas en el texto.

32
me explico… digo que no hay justicia, y para que la haiga, soñaremos todo lo que nos dé
la gana, y soñando, un suponer, traeremos acá la justicia” (M*, pp. 201-202). El sueño de
doña Paca llega a ser realidad. Un poco después llega el verdadero y real don Romualdo,
quien en realidad también lleva el nombre inventado por Benina, para informar a doña
Francisca sobre la herencia que le ha dejado un pariente lejano. En este caso se trata,
evidentemente, del sueño, que Schraibman denomina «the dream as a plot anticipation».
Sin embargo, éste no es el único sueño de doña Francisca. Galdós utiliza sus sueños
también para demonstrar su carencia de medios financieros y de capacidad de gobernar su
vida: “Nacida en Ronda, su vista se acostumbró desde la niñez a las vertiginosas
depresiones del terreno; y cuando tenía pesadillas, soñaba que se caía a la profundísima
hondura de aquella grieta que llaman Tajo. Los nacidos en Ronda deben de tener la
cabeza muy firme y no padecer de vértigos ni cosa tal, hechos a contemplar abismos
espantosos. Pero doña Paca no sabía mantenerse firme en las altura: instintivamente se
despeñaba; su cabeza no era buena pare esto ni para el gobierno de la vida, que es la
seguridad de vista en el orden moral” (M*, p. 103). Este sueño enseña claramente la
naturaleza de doña Paca. Como dice Joseph Schraibman: “Her last two dreams again
reflect her impracticality in monetary matters and her dependence on others for financial
support, by the acquisition of an inheritance in one case, and the discovery of a treasure in
the other.”19
También Almudena, el amigo ciego de Benina, sueña. Cuenta a los demás pordioseros
un sueño en el que se le aparecieron dos ángeles diciéndole que se iba a encontrar con el
«rey de baixo tierra», Samdai, en el matadero. En su sueño, Samdai le hace elegir entre la
riqueza y la mujer amada. Almudena contesta enseguida: “Querer mí ella… gustar mi
muquier, y sin muquier migo, no querer pieldras finas, ni diniero ni naida”(M*, p. 149).
Como hemos visto, la concepción de Dios de Almudena es muy singular: “Vino
después un arregimento de jinetes con mucho cantorio, galas mochas; luego empezó a
caer lluvia espesísima de arena y piedras, tanto, tanto, que se vio enterrado hasta el
pescuezo… y no respiraba. […] Por encima de toda aquella escoria pasó velocísimo otro
escuadrón de jinetes, dando al viento los blancos alquiceles, y sin cesar disparando tiros.
[…] Para no cansar, apareció por fin el Rey, hermoso, con humana y divina hermosura,

19
Schraibman, Joseph, Dreams in the novels of Galdós. Op. cit., p. 121.

33
barba larga y negra, aretes en las orejas, corona de oro que parecía tener por pedrería el
sol, la luna y las estrellas. Verde era su traje, que por lo fino debía de ser obra de unas
arañas muy pulidas que en los profundos senos de la tierra tejen con hebras de fuego”
(M*, pp. 147-148).
Galdós describe también la reacción de las tres mujeres a las que el ciego contaba su
sueño: “Oían esto las tres mujeres embobadas, mudas, fijos los ojos en la cara del ciego,
entreabiertas las bocas. Al comienzo de la relación, no se hallaban dispuestas a creer, y
acabaron creyendo por estímulo de sus almas, ávidas de cosas gratas y placenteras, como
compensación de la miseria bochornosa en que vivían” (M*, p. 148). La fe de Almudena
en su sueño y en su Dios la documenta su afán de buscar la mujer prometida por Samdai:
“Por fin, arrastrándose como pudo, emprendió su camino pro toda la grandeza del mundo
en busca de la mujer que, según dicho del divino Samdai, era suya” (M*, p. 149). En este
sueño podemos encontrar rasgos semejantes a el de Marianela. También aquí aparece la
divinidad que promete su ayuda a la persona que sueña y que la necesita.

34
6. LOS PERSONAJES FEMENINOS DE DOÑA PERFECTA, MARIANELA
Y MISERICORDIA

El mundo galdosiano refleja la sociedad española en su totalidad, en su obra podemos


encontrar representantes de todas las clases sociales, de todos los caracteres: “Pronto se
convenció que para entender a España y darla a conocer a un público desinteresado de los
grandes problemas nacionales era necesario penetrar en la conciencia individual y a la vez
en el contexto histórico social, en que esa conciencia individual se había realizado.”20
Galdós nos presenta una fusión de lo social y lo individual, de lo histórico y lo actual.
Como dice Ignacio Elizalde: “No hay sector de la vida española que se escape a su
mirada. Con gran razón se habla de la «comedia humana» de Galdós, ya que iguala a
Balzac en poder creativo y tal vez le supera en profundidad espiritual.”21
En este capítulo nos dedicamos a tres novelas de Benito Pérez Galdós – Doña
Perfecta, Marianela y Misericordia, y particularmente al análisis de los personajes
femeninos que desempeñan en estas novelas un papel muy importante. Como no hemos
encontrado ninguna monografía que se dedique a este tema, vamos a citar algunos
capítulos de la obra de Ignacio Elizalde, Ricardo Gullón o Geraldine Scanlon.
Doña Perfecta es una figura monumental, cuya grandeza la consiguió el autor por el
agrandamiento de sus líneas, es decir, por cierta exageración de su carácter. Más bien que
de un personaje con reales propiedades humanas se trata de un tipo bastante universal, que
podemos encontrar también en la obra de otros autores.
Si nos ocupamos de la pregunta quién es doña Perfecta, nos damos cuenta de que no es
fácil encontrar la respuesta inequívoca. Disponemos muy pocas informaciones sobre su
vida, solamente sabemos que su matrimonio no fue feliz. Perfecta se casó con un calavera,
quien le arruinó, dedicándose sólo a las mujeres y al juego. Por eso su muerte significó
para ella la salvación: “Con la muerte del esposo de Perfecta se acabaron los sustos en la

20
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 7.
21
Ibid., p. 7.

35
familia; pero empezó el gran conflicto. La casa de Polentinos estaba arruinada; las fincas,
en peligro de ser arrebatadas por los prestamistas; todo en desorden, enormes deudas,
lamentable administración en Orbajosa, descrédito y ruina en Madrid.”22 Después de la
muerte de su marido, Perfecta se halla en una situación muy mala, ya que debe pagar
todas sus deudas, cuidar de la casa y de la educación de su única hija, Rosario. Por eso la
señora de Polentinos, una mujer que pasa de la casa de su padre a la de su marido, que no
tiene casi ninguna experiencia y conocimientos necesarios para administrar, acude a su
hermano, don Juan Rey. Éste llega enseguida y con diligencia ayuda a su querida
hermana, lidiando con los prestamistas, y al fin consigue salvar los bienes de Perfecta de
modo que ésta puede seguir siendo una de las personas más ricas en Orbajosa. Por eso es
muy agradecida a don Juan y su gratitud se desborda en cartas llenas de agradecimiento y
cariño: “Durante mucho tiempo doña Perfecta siguió viviendo en Orbajosa. Como su
hermano no salió de Sevilla, pasaron unos pocos años sin que uno y otra se vieran. Una
carta trimestral, tan puntualmente escrita como puntualmente contestada, ponía en
comunicación aquellos dos corazones, cuya ternura ni el tiempo ni la distancia podían
enfriar” (DP, p. 73). Como consecuencia de su gratitud y del cariño de los dos hermanos
nace el proyecto de casar a sus hijos para unirse más estrechamente la familia y para
vincular sus bienes.
El retrato de doña Perfecta no aparece hasta el capítulo XXXI, lo que es bastante
excepcional en la obra de Galdós, ya que el autor suele describir físicamente a sus
personajes en cuanto se presentan por primera vez en la historia. Solamente en el capítulo
II el autor nos presenta la opinión que tienen los orbajosenses sobre ella: “Siempre tan
guapa – repuso el labriego, adelantando algunos pasos su caballería -. Parece que no
pasan años por la señora doña Perfecta. Bien dicen que al bueno, Dios le da larga vida.
Así viviera mil años ese ángel del Señor. Si las bendiciones que le echan en la tierra
fueran plumas, la señora no necesitaría más alas para subir al cielo”(DP, p. 55). Es
bastante evidente que con este juicio el autor subraya la hipocresía de la señora. Lo único
que se nos revela claramente desde el principio de la historia es su intolerancia y su deseo

22
Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta. Barcelona, J.M. Ollero y Ramos, S. L. y Random House Mondadori, S. A.,
2004, p. 72. De aquí en adelante todas las citas corresponden a esta edición; las páginas con la sigla de la novela:DP,
serán indicadas en el texto.

36
de gobernar en la ciudad y de imponer su voluntad a todos. También se acumula en ella el
fanatismo y la hipocresía.
Es interesante el análisis de los sentimientos que tiene doña Perfecta respecto a Pepe
Rey, su sobrino, que cambian a lo largo de la historia. Al principio, la señora de
Polentinos acepta con alegría que su hija se case con Pepe, a quien recibe con cariño: “En
tanto, Pepe bajaba de la jaca, y en el mismo portal le recibía en sus amantes brazos doña
Perfecta, anegado en lágrimas el rostro y sin poder pronunciar sino palabras breves y
balbucientes, expresión sincera de su cariño” (DP, p. 79). Pepe se siente muy cómodo en
su casa. Mas pronto las opiniones liberales del joven empiezan a distanciarle de su tía, que
sigue tratándolo con cariño y bondad fingidos. Ya podemos reconocer en doña Perfecta la
mujer rutinaria, fanática, que rechaza todo lo que sea innovación y progreso. Las
opiniones y las afirmaciones inocentes de Pepe chocan, mal entendidas, con las creencias
de Perfecta, con su rigidez y su pedantería.
El conflicto se convierte en discordia, sobre todo debido a don Inocencio. La
agresividad de doña Perfecta crece y por eso Pepe se atreve a expresar sus verdaderos
sentimientos: “[…] usted aparentó aceptarme por hijo; usted, recibiéndome con engañosa
cordialidad, empleó desde el primer momento todas las artes de la astucia para
contrariarme y estorbar el cumplimiento de las promesas hechas a mi padre; usted se
propuso, desde el primer día, desesperarme, aburrirme y con los labios llens de sonrisas y
de palabras cariñosas, me ha estado matando, achicharrándome a fuego lento; usted ha
lanzado contra mí, en la oscuridad y a mansalva, un enjambre de pleitos; usted me ha
destituido del cargo oficial que traje a Orbajosa; usted me ha desprestigiado en la ciudad;
usted me ha expulsado de la catedral; usted me ha tenido en constante ausencia de la
escogida de mi corazón; usted ha mortificado a su hija con un encierro inquisitorial que le
hará perder la vida, si Dios no pone su mano en ello” (DP, pp. 204-205).
Poco a poco, doña Perfecta llega hasta el insulto, ofende a su sobrino, suponiendo que
éste finge el amor a Rosario para conseguir su dinero. Es ahora cuando se revela el
carácter verdadero de la señora, una mujer sin corazón, que acaba por echar a Pepe de su
casa: “Es ella la que sin piedad fragua la tormenta en torno del joven. A su lucha se
mezclan las ideas políticas. El Canónigo, ella, el miserable Caballuco, todos abrazan el

37
carlismo. Un nuevo motivo de abominación contra Pepe Rey, que está al lado del
Gobierno.”23
Lo que es bastante curioso es el hecho de que Perfecta, al estar loca de ira, es aun
hermosa físicamente. Su belleza se debe sobre todo a la vida en el campo: “Podría decirse
de ella que con sus hábitos y su sistema de vida se había labrado una corteza, un forro
pétreo, insensible, encerrándose dentro, como el caracol en su casa portátil” (DP, p. 293).
Lo que debemos subrayar es el hecho de que doña Perfecta no quiere a nadie: “Doña
Perfecta no ama. Esa vida falsa, fanática, de soberbia, de hipocresía y de enredo han
secado para el bien las fuentes de su corazón.”24 Su odio e ira no disminuyen ni ante el
amor de su hija, Rosario. Cuando llega a saber que Rosarito prefiere la vida con su primo
que a su madre, deja a la muchacha desmayada en el suelo, ansiando sólo la venganza.
La guerra culmina cuando Pepe revela ante su tía su deseo de casarse con Rosario:
“Eres un loco. ¡Casarte tú con mi hija, casarte tú con ella, no queriendo yo! …” (DP, p.
209). Doña Perfecta deja de ocultar su arogancia y soberbia. Ignacio Elizalde nos dice:
“Por otra parte, doña Perfecta identificará la lucha contra su sobrino con la lucha del
pueblo contra el Gobierno de Madrid.”25 Esta afirmación nos la documentan las palabras
de la señora de Polentinos: “Mi sobrino, por una serie de fatalidades, que son otras tantas
pruebas de los males pasajeros que a veces permite Dios para nuestro castigo, equivale a
un ejército, equivale a la autoridad del Gobierno, equivale al alcalde, equivale al juez; mi
sobrino no es mi sobrino, es la nación oficial, Remedios; es esa segunda nación,
compuesta de los perdidos que gobiernan en Madrid, y que se ha hecho dueña de la fuerza
material; de esa nación aparente, porque la real es la que calla, paga y sufre; de esa nación
ficticia que firma al pie de los decretos, y pronuncia discursos, y hace una farsa de
gobierno y una farsa de autoridad y una farsa de todo” (DP, p. 256). Por eso cree que es
necesario liquidar a Pepe y trata de convencer a sus fieles que se echen al campo para
acabar con el peligro encarnado en el joven ingeniero. Sus últimas palabras, que
pronuncia en el jardín cuando Caballuco persigue a Pepe, son mortíferas: “Doña Perfecta
adelantó algunos pasos. Su voz ronca, que vibraba con acento terrible, disparó estas
palabras: - Cristóbal, Cristóbal… ¡mátale!” (DP, p. 299).

23
Urquia, José de, Las mujeres de Galdós. Madrid, La novela corta, 1921, p. 3.
24
Ibid., p. 4.
25
Elizalde, Ignacio, op. cit., p. 164.

38
Es ella quien mata a su sobrino y condena a su hija. Pepe está muerto, Rosario está
encerrada en un manicomio, mas la señora de Polentinos, a pesar de los remordimientos
que aparecen en su alma, permanece inflexible y rígida. Las últimas noticias que nos
ofrece el autor sobre ella, dicen: “Ahora parece que hay una nube negra encima de
nosotros. La pobre Perfecta habla frecuentemente de esta nube, que cada vez se pone más
negra, mientras ella se vuelve cada día más amarilla. La pobre madre halla consuelo a su
dolor en la religión y en los ejercicios del culto, que practica cada vez con más
ejemplaridad y edificación. Pasa casi todo el día en la iglesia, y gasta su gran fortuna en
espléndidas funciones, en novenas y manifiestos brillantísimos” (DP, p. 307).
Pocos tipos literarios son tan humanos como el de doña Perfecta, aunque a veces no es
fácil comprender su comportamiento. La señora de Polentinos simboliza los sentimientos
de la gran parte del pueblo español y, sobre todo, de las mujeres, moldeadas y sepultadas
vivas en el ambiente provinciano de la época de Galdós. Es un ser vivo, movido por
pasiones reales. Podemos concluir la parte dedicada a ella con las palabras de Ricardo
Gullón: “Al crearla, Galdós probablemente evocó el recuerdo de su propia madre, cuyo
autoritarismo le pesara durante los veinte primeros años de su vida. El recuerdo materno
gravitó sobre esta novelística desde el principio hasta el fin; el autoritarismo y la pasión
de mandar, la decisión de regir el mundo conforme a principios que no toleran discusión
[…].”26
Otro personaje femenino de la novela Doña Perfecta es Rosario, la hija de la
protagonista, que a pesar de hallarse en el segundo plano, desempeña un papel bastante
importante en la historia. Rosario es una muchacha modesta, inocente y purísima que
anhela el amor, mas está obligada a una vida tediosa por los que la rodean y cae víctima
de la hipocresía y del fanatismo de su madre y sus fieles.
La verdadera función de la hija de Perfecta consiste en el hecho de que motiva la
llegada de Pepe a la ciudad de Orbajosa y más tarde dirige toda la historia, ya que
despierta en su primo el deseo de liberarla del fanatismo de su familia, y en su madre, el
de protegerla del ateísmo de Pepe, además de la ambición de don Inocencio de casarla con
Jacinto.

26
Gullón, Ricardo, op.cit., p. 71.

39
Galdós nos presenta a Rosario como una muchacha pálida y delicada, como la dulzura
y modestia personificada. Sin embargo, el autor confiesa que le falta a la joven la fuerza
para dirigir su propia vida: “Pero allí faltaba materia para que la persona fuese completa:
faltaba cauce, faltaban orillas. El vasto caudal de su espíritu se desbordaba, amenazando
devorar las estrechas riberas”(DP, p. 80). También es bastante tímida e insegura de sí
misma, lo que se nos revela cuando dice que tiene miedo de que un hombre como Pepe,
acostumbrado a la vida en la capital, quien ha conocido muchos países extranjeros, no se
pueda contentar con la vida tranquila y lenta de Orbajosa: “[…] como hombre hecho a las
pompas y etiquetas de la Corte y a las modas del extranjero, no podrás soportar esta
sencillez un poco rústica en que vivimos, y esta falta de buen tono, pues aquí todo es a la
pata la llana” (DP, p. 85).
En el personaje de Rosario podemos observar cierto desarrollo del carácter, aunque la
muchacha desaparece ya en la segunda mitad de la historia. Primero su vida estaba
dirigida por doña Perfecta y don Inocencio a los que Rosario obedecía ciegamente. Sin
embargo, pronto llega a creer que su destino está unido con Pepe, hacia quien siente el
amor profundo, aunque su madre llega a la conclusión de que el ingeniero no es un
pretendiente conveniente para su hija, a la que encierra en un cuarto. Rosario se ve
forzada a elegir entre el respeto que siente hacia su madre y el amor a su primo. Al fin
consigue encontrar fuerzas para esta elección y se decide a vivir con Pepe. En la capilla le
confiesa a él que el amor la ha transformado y que ha descubierto en su alma una fuerza
extraña: “Tus palabras resuenan en mi corazón como golpes violentos que
estremeciéndome, me dan nueva vida. Aquí, en esta oscuridad donde no podemos vernos
las caras, una luz inefable sale de ti y me inunda el alma. ¿Qué tienes tú, que así me
transformas? Cuando te conocí, de repente fui otra. En los días en que he dejado de verte,
me he visto volver a mi antiguo estado insignificante, a mi cobardía primera” (DP, p.
186). Su amor es verdadero y fuerte, aunque siente remordimientos cuando se encuentra
secretamente con Pepe con la ayuda de un amigo de éste, Pinzón: “Señor, Dios mío, ¿por
qué antes no sabía mentir y ahora sé? ¿Por qué antes no sabía disimular y ahora disimulo?
¿Soy una mujer infame?… ¿Esto que siento y que a mí me pasa es la caída de las que no
vuelven a levantarse?… ¿He dejado de ser buena y honrada?…” (DP, p. 246).

40
Sufre mucho de remordimientos, ya que debe confesar a sí misma que aborrece a su
madre debido a su amor: “Es espantoso, pero lo confieso, lo confieso a solas a Dios, que
me oye, y lo confesaré ante el sacerdote. Aborrezco a mi madre” (DP, p. 247).
Como es Rosario bastante débil, no es capaz de soportar la muerte de su amante y se
vuelve loca, sufriendo tal vez de una enfermedad mental hereditaria que ataca
frecuentemente a los Polentinos.
El último personaje femenino que debemos mencionar respecto a la novela Doña
Perfecta es María Remedios, la sobrina de don Inocenicio que ha provocado la muerte
trágica de Pepe Rey. Es una mujer motivada por el amor maternal exagerado, cuya mayor
ambición es asegurar la vida feliz de su hijo: “El amor de Remedios a Jacinto era una de
las más vehementes pasiones que en el corazón maternal pueden caber. Le amaba con
delirio; ponía el bienestar de su hijo sobre todas las cosas humanas; creíale el más
perfecto tipo de la belleza y del talento creados por Dios, y diera por verle feliz y
poderoso todos los días de su vida y aun parte de la eterna gloria” (DP, p. 263). Es ella
quien propone atacar físicamente a Pepe: “Aguardáis un rato, y cuando don José Rey pase
por la calle de la Tripería para ir al Casino, porque de seguro irá al Casino, ¿entendéis
bien?, cuando pase, le salís al encuentro y le dais un susto…” (DP, p. 253).
Hay que añadir que según los orbajosenses, María Remedios constituye el modelo de
todas las propiedades humanas: “En Orbajosa, María Remedios pasaba por un modelo de
virtud y de sobrinas; quizás lo era, en efecto” (DP, p. 263). Proviene de una familia
bastante pobre y siempre se ha sentido inferior a doña Perfecta a pesar del tratamiento
cariñoso que recibe de la señora. Su único deseo consiste en casar a Jacinto con Rosario:
“¡Ver a su hijo casado con Rosarito; verle rico y poderoso; verle emparentado con doña
Perfecta, con la señora!… ¡Ay!, esto era para María Remedios la tierra y el cielo, esta
vida y la otre, el presente y el más allá, la totalidad suprema de la existencia” (DP, pp.
264-265).
Remedios tiene miedo de que doña Perfecta permita el matrimonio de Rosario y Pepe.
Cuando su tío, don Inocencio, rechaza ayudarla a solucionar la situación, afirma que ella y
su hijo tendrán que abandonar su casa e irse a Madrid para ganarse la vida. Por eso don
Inocenico permite que den un susto a Pepe, ya que no puede soportar la idea de perder a
Jacinto. Así, Caballuco acompaña a María Remedios y los dos buscan al joven ingeniero.

41
Podemos ver claramente que la fuerza que mueve la acción de esta mujer es su amor a su
hijo, un amor exaltado y peligroso: “[…] si esta exaltación del afecto maternal no
coincide con la absoluta pureza del corazón y con la honradez perfecta, suele extraviarse y
convertirse en frenesí lamentable, que puede contribuir, como cualquiera pasión
desbordada, a grandes faltas y catástrofes” (DP, p. 263).
En la novela Marianela, el papel principal lo desempeña Nela, una muchacha deforme.
En el momento cuando Galdós la presenta tiene ya dieciséis años. Es de pequeña estatura,
muy delgada, casi raquítica: “Era como una niña, pues su estatura debía contarse entre las
más pequeñas, correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto mezquinamente
constituido” (M, p. 86). El hecho de que ya no se trata de una niña pequeña se ve sólo en
su mirada y su expresión, que revelan la madurez.
Marianela cuenta con admirable sobriedad su historia al doctor Golfín, sirviéndole de
guía cuando éste llega al pueblo: “Quiero decir que cuando el Ayuntamiento puso por
primera vez faroles en las calles […] mi padre era el encargado de encenderlos y
limpiarlos. Yo estaba ya criada por una hermana de mi madre, que era también soltera,
según dicen. Mi padre había reñido con ella… Dicen que vivían juntos…, todos vivían
juntos…, y cuando iba a farolear, me llevaba en el cesto junto con los tubos de vidrio, las
mechas, la aceitera… Un día dicen que subió a limpiar el farol que hay en el puente, puso
el cesto sobre el antepecho, yo me salí fuera y caíme al río. […] Dicen que antes de eso
era yo muy bonita” (M, p. 89). Galdós nos presenta admirablemente la resignación de la
muchacha que está acostumbrada a su inferioridad: “[…] si yo no sirvo más que de
estorbo” (M, p. 90).
La personalidad de Marianela no tenía ninguna oportunidad de crecer, ya que carecía
de amor y de educación. Por eso es bastante ignorante y supersticiosa. Sus ideas religiosas
las describe Teodoro como «vagas», «monstruosas» y «equivocadas». Su único quía es la
naturaleza, lo que la lleva a la devoción pagana de la belleza, lo que evoca en ella la falta
de respeto a sí misma.
Su gran amor es Pablo, un joven ciego, a quien sirve de lazarillo. Éste, ya que no
puede verla, está enamorado de la belleza del alma de Nela. Es idílico el cuadro que pinta
Galdós de la tierna amistad que se establece entre el ciego y Marianela: “Aquella débil
criatura, en la cual parecía que el alma estaba como prensada y constreñida dentro de un

42
cuerpo miserable, se ensanchaba, se crecía maravillosamente al hallarse sola con su amo y
amigo. Junto a él tenía espontaneidad, agudeza, sensibilidad, gracia, donosura, fantasía.
Al separarse, creeríase que se cerraban sobre ella las negras puertas de una prisión” (M, p.
113).
Pablo, en vísperas de sufrir la operación que le pueda devolver la vista, sueña con la
felicidad de ver a Nela. Le dice a ella que la quiere y le promete que no se seprararán
nunca: “[…] no me falta más que verte y recrearme en tu belleza, con ese placer de la
vista que no puedo comprender aún, pero que concibo de una manera vaga. […] Hemos
de vivir juntos toda la vida” (M, p. 132). Sin embargo, Marianela tiene miedo, ya que está
consciente de su fealdad: “Quizás no sea yo tan guapa como tú crees” (M, p. 133). La
pobre muchacha sufre terriblemente. Por la noche, encerrada en su cesta, la niña se
lamenta con amargura: “Madre de Dios y mía, ¿por qué no me hiciste hermosa? ¿Por qué
cuando mi madre me tuvo no me miraste desde arriba?… Mientras más me miro, más fea
me encuentro. ¿Para qué estoy yo en el mundo?” (M, p. 169) Su tormento aumenta con la
llegada de la prima de Pablo, Florentina, tan heromosa que cuando la ve Marianela por
primera vez, cree que se le ha aparecido la Virgen.
Los miedos de Marianela se cumplen cuando Pablo recupera la vista después de la
operación exitosa, realizada por el doctor Golfín. El joven se enamora de Florentina a
primera vista, olvidando a la pobre Nela. Mas el alma noble de Marianela no es capaz de
aborrecer a Florentina, que es tan buena con ella. Sin embargo, cuando llega a saber que
Pablo ha recobrado la vista, siente que ha muerto toda su felicidad, que ya no hay
esperanza para ella. Carece de fuerzas para seguir viviendo. En su alma lucha la
vergüenza de sí misma y el amor hacia la vida. Huye de su casa, no sabe adónde, llevando
la idea de no volver más: “Quería ir con mi madre – repuso la Nela, después de vacilar un
instante - . No quería vivir más. Yo no sirvo para nada. ¿De qué sirvo yo? ¿No vale más
que me muera? Si Dios no quiere que me muera, me moriré yo misma por mi misma
voluntad” (M, p. 207). Se dirige al barranco, donde murió su madre, decidida a arrojarse
al abismo, donde la madre la está esperando.
Es Teodoro Golfín quien la salva, mas la muchacha se resiste a volver a ver a
Florentina: “No, no, no – replicó la Nela con aflicción - , yo no soy ingrata. Yo adoro a la
señorita Florentina… Me parece que no es de carne y hueso, como nosotros, y que no

43
merezco ni siquiera mirarla. […] Porque…, porque, porque la señorita no me ofrecía sino
la muerte – dijo la Nela con energía” (M, pp. 208-209).
Nela busca la muerte, ya que cree que después de morirse será feliz: “Yo creo que
después de que uno se muere tiene lo que aquí no puede conseguir… Si no, ¿por qué no
está llamando la muerte a todas horas? Yo tengo sueños, y, soñando, veo felices y
contentos a todos los que se han muerto” (M, pp. 208-209). En el suicidio ve sólo la huida
justificable del mundo de un ser inútil.
Al fin confiesa todo al doctor Golfín. No puede vivir sin el cariño de Pablo. Estaba
contenta a su lado, sin importarle su fealdad y ridiculez. Ahora siente que las fuerzas la
abandonan. Sin embargo, el doctor la lleva a la casa de Pablo. Éste la ve sin saber que es
ella, ve sólo un rostro cadavérico y desagradable. Por eso le daña con sus palabras
cariñosas que dirige a su hermosa prima, olvidando el amor que sentía hacia Nela.
Marianela pierde sus últimas fuerzas y muere.
El suntuoso funeral de la pobre muchachacomo si fuera un sarcasmo póstumo. La niña
que no tenía nombre en vida, tiene una tumba extraordinaria que podría pertenecer más
bien a una niña noble y rica.
Florentina, la prima de Pablo, es, en comparación con Marianela, una joven muy feliz.
Es mucho más bonita que Nela y ha obtenido una buena educación. Desde el primer
encuentro trata a Nela con afecto y aun se da cuenta de que la pobre muchacha necesita
más que una limosna, es decir necesita el respeto y la dignidad. También afirma que
simpatiza con las ideas socialistas que consisten en repartir por igual todo lo que hay en el
mundo. Mas a veces parece que sus opiniones son bastante ingenuas y superficiales.
También el narrador la critica un poco, confesando al lector que a veces hay cierta
contradicción entre lo que Florentina dice y lo que hace.
A pesar de su deseo proclamado de la igualdad de todos los hombres y de hacer de
Nela su hermana, siempre se comporta de modo que las diferencias sociales entre ella y la
muchacha fea sean muy evidentes. Llama a Nela huerfanita pobre y siempre se queja de
su ingratitud. Para ella, Marianela constituye un objeto de caridad, es su «propia pobre» y
nunca intenta penetrar en el alma de la niña para descubrir sus verdaderos deseos y
sentimientos: “Yo he escogido a mi pobre. María, mi pobre eres tú” (M, p. 188).

44
Cuando Pablo recobra la vista, Florentina inconscientemente aumenta la pena de Nela,
hablando sobre su futuro matrimonio con el joven y le sorprende la reacción de la
muchacha y su huida. Se lo explica como ingratitud. Podemos decir que bajo su caridad se
halla cierto egoísmo. Ella misma admira su generosidad y abnegación, lo que nos
documenta, por ejemplo, su intento de hacer un vestido a Nela, aunque admite que una
sastra profesional lo haría mejor. Mas parece que quiere demostrar así su bondad: “Esto lo
haría cualquier modista mejor que yo – repuso Florentina, riendo -; pero entonces no lo
haría yo, señor papá; y precisamente quiero hacerlo yo misma” (M, p. 226).
Cuando Marianela muere, Florentina pierde sus ilusiones: “Yo quería hacerla feliz, y
ella no quiso serlo” (M, p. 239). Mas la satisface que puede pagar el funeral de la
muchacha. Lo que es cierto es que Florentina constituye un contraste a los demás
personajes femeninos que aparecen en la historia, aunque su bondad es algo superficial.
El contraste a Florentina lo constituye, por ejemplo, Sofía. Sofía es la mujer de Carlos
Golfín, una mujer bastante egoísta y poco simpática. A pesar de que suele afirmar que
practica la caridad, organizando bailes y representaciones teatrales, Teodoro, su cuñado,
dice a ella con ironía: “Sí; ya sabemos, querida, que has hecho maravillas. No me cuentes
otra vez lo de las funciones dramáticas, bailes y corridas de toros, organizadas por tu
ingenio para alivio de los pobres, ni lo de las rifas, que, poniendo en juego grandes sumas
han servido, en primer lugar, para dar de comer a unos cuantos holgazanes, quedando sólo
para los enfermos un resto de poca monta. Todo eso sólo me prueba las singulares
costumbres de una sociedad que no sabe ser caritativa sino bailando, toreando y jugando
la lotería…” (M, p. 142)
La discusión de Sofía y Teodoro revela la opinión de la señora de que los pobres son
seres inferiores, y aun se pregunta por qué Dios permite la existencia de la gente como
Marianela o su madre: “Y yo me pregunto: esos seres tan envilecidos que terminan una
vida de crímenes con el mayor de todos, que es el suicidio, ¿merecen la compasión del
género humano? Hay cosas que horripilan; hay personas que no debieran haber nacido,
no, señor, y Teodoro podrá decir todas las sutilezas que quiera, pero yo me pregunto…”
(M, p. 143). También cree que los pobres son responsables de su miseria. No ve al
hombre y sus sufrimientos sino la estadística: “La sociedad no puede amparar a todos.
Mira la estadística, Teodoro: mírala y verás la cifra de pobres… Pero si la sociedad

45
desampara a alguien, ¿para qué sirve la Religión?” (M, p. 144) La única solución que
propone para resolver los problemas sociales consiste en la construcción de los asilos para
pobres.
Las actividades y las opiniones de Sofía son muy típicas de la sociedad en la que
pertenece. Se basan en la división rígida de las clases sociales, que ella considera justa.
Rechaza absolutamente la igualdad de los hombres y por eso las ideas socialistas le dan
mucho miedo.
El último personaje femenino que desempeña un papel bastante importante en la
historia es la señora Centeno, llamada Señana. También ésta cree que practica la caridad y
que es muy generosa, ya que da a comer a Marianela y le permite vivir en su casa. Piensa
que este hecho basta para ganarse un puesto en el cielo. Sin embargo, no tiene ni una
palabra cariñosa para Nela ni para sus propios hijos. Geraldine Scanlon dice sobre ella:
“Her love for her children is conditional upon their unquestioningly accepting work in the
mines, bringing home their wages […].”27
Señana no aspira a vivir una vida mejor: “[…] porque los pobres - decía – siempre
habían de ser pobres, y como pobres portarse, sin farolear como los ricos y gente de la
ciudad, que estaba todoa comida de vicios y podrida de pecados” (M, p. 102). Con estas
afirmaciones representa Señana la rigidez social, tan típica para la época de Galdós.
La presentación de toda la familia de los Centeno es muy satírica; el autor satiriza
sobre todo su ignorancia. Muy irónicamente nos describe, por ejemplo, la creencia de
Señana de que la educación del señor Centeno basta para asegurar el respeto para la
familia: “En cuanto al pasto intelectual, la Señana creía firmemente que con la erudición
de su esposo, el señor Centeno, adquirida en copiosas lecturas, tenía bastante la familia
para merecer el dictado de sapientísima, por lo cual no trató de alimentar el espíritu de sus
hijos con las rancias enseñanzas que se dan en la escuela” (M, pp. 101-102). Parece que
los Centeno representan en la novela Marianela el mayor enemigo de la sociedad y del
progeso, es decir codicia, superstición, rigidez y estupidez. También el nombre que da el
autor a los Centeno – la familia de piedra – indica su falta de aspiraciones espirituales,
morales e intelectuales.

27
Scanlon, Geraldine M., Pérez Galdós: Marianela. London, Grant & Cutler, 1988, p. 49.

46
En la novela Misericordia el papel principal lo desempeña Benina, llamada de Casia,
una criada vieja de doña Paca. Benina proviene de Alcarria y antes era una buena
cocinera. Sirve en la casa de doña Francisca ya desde hace mucho tiempo, aunque la han
despedido dos veces porque tiene el defecto de sisar: “En esta época desastrosa, entró a su
servicio Benina, que si desde el primer día se acreditó de cocinera excelente, a las pocas
semanas hubo de revelarse como la más intrépida sisona de Madrid. Qué tal sería la moza
en este terreno, que la misma doña Francisca, de una miopía radical para la inspección de
sus intereses, pudo apreciar la rapacidad minuciosa de la sirviente” (M*, p, 104). Esta
imperfección promueve cuestiones agrias de la criada y su ama, mas Nina siempre volvió
para seguir sirviendo en la casa, ya que amaba intensamente a doña Francisca y a sus
hijos: “Yo no sé qué tiene la señora; yo no sé qué tiene esta casa, y estos niños, y estas
paredes, y todas las cosas que aquí hay: yo no sé más sino que no me hallo en ninguna
parte. En casa rica estoy, con buenos amos que no reparan en dos reales más o menos; seis
duros de salario… Pues no me hallo, señora, y pasó la noche y el día acordándome de esta
familia, y pensando si estarán bien o no estarán bien. Me ven suspirar, y creen que tengo
hijos. Yo no tengo a nadie en el mundo más que a la señora, y sus hijos son mis hijos,
pues como tales les quiero” (M*, p, 106).
Benina es una mujer vieja, o mejor dicho prematuramente envejecida, de sesenta años.
Sobre su aspecto nos dice el autor: “Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto
finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que,
manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad
de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que
imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus
compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en
uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera, y aún conservaban hábitos de aseo.
Usaba una venda negra, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las
otras ancianas” (M*, p. 77).
Fuera del vicio de sisar, Benina posee muchas virtudes – es trabajadora, paciente,
modesta, compasiva y exenta del egoísmo. Debemos añadir que con sus sisas, Nina no se
hace rica, ya que el dinero guardado lo emplea para pagar las deudas de su ama en las

47
tiendas, para devolver los préstamos y para poder comprar la comida para doña Francisca
y para la hija de ésta, Obdulia. Benina posee también la imaginación fuerte: “Mujer
imaginativa, Nina debe forjar mentira tras mentira para que doña Frasquita no se sienta
humillada con su mendicante criada.”28
También ayuda a don Frasquito, un hombre incapaz de ganarse la vida: “Benina se ve
en este momento abrumada por las obligaciones que se ha impuesto para atender a las
crecientes necesidades de todas las personas que cada vez más necesitan de su ayuda.”29
En sus excursiones por el Madrid bajo Benina encuentra sólo la miseria: ve a
pordioseros, mancos o ciegos, sucios enfermos y hambrientos. La Nina caritativa no
puede soportar este cuadro de miseria y trata de ayudar cómo puede: distribuye pan y el
dinero que le queda. Por su bondad todos la confunden con la santa Guillermina Pacheco,
disfrazada de pordiosera. Cuando ya no puede más, sueña con un milagro que pueda
resolver su mala situación, trayéndole un tesoro. Por eso llega a creer en las palabras de
un amigo suyo, Almudena, quien le cuenta qué hay que hacer para que el «rey de baixo
tierra», Samdai, le regale el dinero: “¿Qué se pierde por probarlo? – se decía, arropándose
en la cama - . Podrá no ser verdad… ¿Pero y si lo fuese? ¡Cuántas mentiras hubo que
luego se volvieron verdades como puños!…” (M*, p. 184) Sin embargo, pronto abandona
esta idea, ya que sabe que los milagros son excepción, y sigue dedicándose a pedir
limosna.
Entretanto don Romualdo, el sacerdote inventado por Benina, se hace realidad y trae
una herencia a la ama de la criada vieja, saliendo así doña Francisca y sus hijos de la
pobreza. Así se revela el secreto de Nina de haber pedido limosna para poder mantener a
la familia, que ahora decide despedirla. Don Romualdo encuentra para Nina un lugar en
La Misericordia, juntamente con Almudena, que sufre de lepra. Benina queda abrumada
por la ingratitud de su ama y rechaza toda ayuda de parte de la familia. Resuelve pedir
limosna y se va a vivir con Almudena para cuidar de él: “Cuando llegó junto al ciego, que
en lugar próximo le esperaba, la pena inmensa que oprimía el corazón de la pobre anciana
reventó en un llorar ardiente, angustioso, y golpeándose la frente con el puño cerrado,
exclamó: ¡Ingrata, ingrata, ingrata!” (M*, p. 300)

28
García Lorenzo, Luciano, Misericordia de Galdós. Madrid, S.G.E.L., 1975, p. 56.
29
Correa, Gustavo, El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós. Madrid, Gredos, 1974, p. 196.

48
Podemos decir que Benina, con su carácter caritativo, contrasta con el ambiente que la
rodea: “[…] Benina, no conformándose con la conducta moral de su sociedad, busca la
moralidad auténtica del cristianismo primordial.”30 Frente a la cobardía de su ama, Nina
es capaz de dar cara al mundo hostil y de luchar con todas las dificultades sin perder la
esperanza: “Si doña Paca, por haber perdido toda su fortuna, desea la muerte antes que
vivir en la miseria, Nina se rebela conra esta actitud, afirmando y exaltando la vida y la
esperanza.”31 Lo podemos documentar con el diálogo de Benina y su ama: “Pues yo que
la señora – dijo Benina dándole al fuelle - , tendría confianza en Dios, y estaría
contenta… Ya ve que yo lo estoy… ¿no me ve? Yo siempre creo que cuando menos lo
pensemos nos vendrá el golpe de suerte, y estaremos tan ricamente, acordándonos de
estos días de apuros, y desquitándonos de ellos con gran vida que vamos a dar” (M*, pp.
99-100). También Frasquito Ponte dice sobre ella: “Sépalo usted, Frasquita; sépalo,
Obdulia… la Nina no es de este mundo… la Nina pertenece al cielo…”(M*, p. 312)
Otro personaje femenino de la novela Misericordia es doña Francisca Juárez de
Zapata, conocida por el nombre de doña Paca. Esta figura se ve obligada a sufrir las
consecuencias de su incapacidad de gobernar las materias económicas después de la
muerte de su marido: “Bien miradas estas cosas y el subir y bajar de las personas en la
vida social, resulta gran tontería echar al destino la culpa de lo que es obra exclusiva de
los propios caracteres y temperamentos, y buena muestra de ello es doña Paca, que en su
propio ser desde el nacimiento llevaba el desbarajuste de todas las cosas materiales” (M*,
p. 102).
Doña Paca es una mujer descuidada y frívola, cuyos excesos le han conducido a la
pobreza. Muy joven se casó con don Antonio María Zapata, quien servía en el ejército.
Aunque don Antonio fue un hombre ordenadísimo, no fue capaz de dominar a su esposa:
“Establecido el matrimonio en Madrid, le faltó tiempo a la señora para poner su casa en
un pie de vida frívola y aparatosa que, si empezó ajustando las vanidades al marco de las
rentas y sueldos, pronto se salió de todo límite de prudencia, y no tardaron en aparecer los
atrasos, las irregularidades, las deudas” (M*; p. 103). Por eso debe doña Paca abandonar

30
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 226.
31
Ibid., p. 227.

49
su casa y trasladarse a una más modesta en el viejo Madrid. Como ha gastado toda su
fortuna, vive sostenida por su criada, Benina.
Doña Francisca tiene un hijo ladrón, Antoñito, que se casa con una sastra, y una hija,
Obdulia, una muchacha neurótica. Ignacio Elizalde dice sobre doña Paca: “A esta familia
de los Zapata, oriundos de Ronda – Francisca Juárez de Zapata – no le queda más que su
estúpido orgullo, el autoritarismo y las tontas apariciones de clase. Llegará a los celos más
infantiles, a la crueldad y a reprocharle a Nina «según dicen» un idilio con un guardia
civil del que tuvo un hijo que abandonó en la Inclusa.”32 Doña Paca vive del pasado y sus
mejores horas son aquéllas en las que rememora buenos tiempos y resuscita personas que
han pasado por su vida.
Lo más importante en el carácter de doña Francisca es su cobardía de luchar y trabajar,
y su pasividad. Sólo sabe quejarse sin tratar de resolver su mala situación: “Dios es bueno.
Conmigo no lo parece. No se cansa de darme golpes; me apalea, no me deja respirar. Tras
un día malo, viene otro peor. Pasan años aguardando el remedio, y no hay ilusión que no
se me convierta en desengaño. Me canso de sufrir, me canso también de esperar. Mi
esperanza es traidora, y como me engaña siempre, ya no quiero esperar cosas buenas, y
las espero malas para que vengan…siquiera regulares” (M*, p. 99). También la
caracteriza la ingratitud. Aunque ama a Benina, no es capaz de aceptar la idea de que su
criada ha pedido limosna, a pesar de que lo hacía para ella y su familia: “Yo, bien lo
sabes, como criatura imperfecta, no tengo la virtud en el grado heroico que se necesita
para alternar con la pobretería sucia y apestosa… No, hija, no: es cuestión de estómago y
de nervios… De asco me moriría, bien lo sabes” (M*, p. 298).
Al fin podemos decir sobre doña Francisca Juárez de Zapata que es una figura triste
por su pobreza interior y por su ceguera. Concluimos esta parte con las palabras de
Luciano García Lorenzo: “Doña Paca, como Rosalía Pipaón, «la de Bringas», o la
femenina familia de Villaamil, en Miau, son perfectos representantes de todo un género
de extinguir, de toda una clase que vive hacia el exterior sin darse cuenta que con ello
están labrando su propia destrucción y la destrucción de los que les rodean.”33

32
Ibid., p. 220.
33
García Lorenzo, Luciano, op.cit., p. 41.

50
Otro personaje femenino que aparece en la novela Misericordia es Obdulia, la hija de
doña Francisca. Sobre esta figura no sabemos casi nada, su retrato es bastante vago. Lo
que podemos decir sobre ella es que es una joven muy neurótica, difícil de tratar: “Si la
trataban con rigor, malo; si con mimos, peor. Ya mujer, pasaba sin transición de las
inquietudes epilépticas a una languidez mortecina. Sus melancolías intensas aburrían a las
pobres mujeres tanto como sus excitaciones, determinantes de una gran actividad
muscular y mental” (M*, p. 111). Es muy bonita y por eso su madre tenía grandes
proyectos referentes a ella: “La ilusión de Doña Paca era casarla con uno de los hijos de
su primo Matías, propietario rondeño, chicos guapines y bien criados, que seguían carrera
en Sevilla, y alguna vez venían a Madrid por San Isidro. Uno de ellos, Currito Zapata,
gustaba de Obdulia: casi se entablaron relaciones amorosas que por el carácter de la niña
y sus extravagancias melindrosas no llegaron a formalizarse. Pero la madre no
abandonaba la idea, o al menos, acariciándola en su mente, con ella se consolaba de tantas
desdichas” (M*, p. 112).
Mas Obdulia se enamoró de un hijo del dueño de una empresa funeraria quien la
encantó, citándole versos amorosos y contándole cosas interesantes que ella ignoraba: “El
bigardón aquél no carecía de atractivos: estudiaba en la Universidad y sabía mil cosas
bonitas que Obdulia ignoraba, y fueron para ella como una revelación. Literatura y poesía,
versitos, mil baratijas del humano saber pasaron de él a ella en cartitas, entrevistas y
honestos encuentros” (M*, p. 112). Como su madre no quería permitirle que se case con
el joven, Obdulia se puso como loca, fingiendo sufrir ataques epilépticos y aun quiso
suicidarse: “[…] por fin, un día Benina la sorprendió preparando una ración de cabezas de
fósforos con aguardiente para ponérsela entre pecho y espalda” (M*; pp. 112-113).
Al fin Obdulia escapa con el joven y después de un día de amor escribieron los dos
amantes a sus familias que «ya estaban casados». Sin embargo, la muchacha no consigue
la felicidad, ya que su marido se distraía de sus obligaciones domésticas y de su trabajo:
“[…] frecuentaba demasiado el café, y quizás lugares menos honestos, por lo cual se le
privó de la cobranza de facturas de servicios mortuorios. Obdulia no tenía ni asomos de
arreglo; pronto se vio agobiada de deudas; cada lunes y cada martes enviaba recaditos a su
madre con la portera, pidiéndole cuartos, que Doña Paca no podía darle” (M*, p. 118). La
joven señora llegó a ser tan pobre como su madre, cuidada sólo por Benina. Se entretenía

51
solamente con don Frasquito, quien le contaba sobre su vida de otros tiempos,
describiéndole sus encuentros con la sociedad alta y elegante. Como era Obdulia una
mujer romántica, se imaginaba a sí misma como rica y elegante: “No se saciaba la niña (a
quien es forzoso llamar así, a pesar de ser casada, con su aborto correspondiente) de
adquirir informes y noticias de la vida de sociedad, pues aunque algunos conocimientos
de ello tuviera, por recuerdos vagos de su infancia, y por lo que su madre le había
contado, hallaba en las descripciones y pinturas de Ponte mayor encanto y poesía” (M*, p.
165).
Tanto como su madre, Obdulia carece de gratitud. A pesar de que Benina le ayudaba
mucho, trayéndole comida y dinero, Obdulia no intentó impedir su despedida. Es una
mujer bastante superficial, ingenua y caprichosa, que se cuida sólo de sí misma.
El último personaje femenino en la novela es Juliana, hija de una sastra y esposa del
hijo de doña Francisca, Antoñito. Juliana es una mujer muy fuerte y decidida que aun
logra domar a su marido, un ladrón quien ha robado dinero incluso a su propia madre.
Aunque a doña Paca no le gusta que su hijo se case con una muchacha pobre de clase
social baja, pronto reconoce las buenas cualidades y su autoridad. Después de que doña
Francisca obtiene la herencia, Juliana empieza a gobernar la casa, sacando de la cabeza de
doña Paca y Obdulia sus caprichos: “Con su pan se lo coma, y cada palo aguante su vela.
Pero yo quiero que usted tenga conducta y no pase malos ratos, ni se vea, como hasta
ahora, entre las uñas de los usureros” (M*, p. 289).
En Doña Perfecta, Marianela y Misericordia, Galdós nos logra presentar, por medio
de todos los personajes femeninos que se presentan en estas tres novelas, la verdadera
situación de las mujeres en el siglo XIX, cuando su situación cambia mucho en
comparación con los siglos anteriores. Las mujeres ya no son tan pasivas, dejan de
obedecer ciegamente a los hombres y empieza a vivir su propia vida, luchar por su
libertad y emanciparse.

52
7. DOÑA PERFECTA

En 1876 aparece en Madrid la novela Doña Perfecta, la primera de las novelas sociales,
llamadas también contemporáneas o de primera época, de Benito Pérez Galdós, quien
interrumpe por este momento la creación de sus Episodios Nacionales para poder
reconstruir modelos actuales de la sociedad española. Podemos suponer que Doña Perfecta
fue escrita entre la fecha de la composición de La segunda casaca (enero de 1876) y abril
de ese año, cuando apareció la primera versión de Doña Perfecta en la Revista de España
en cinco números sucesivos. Se suele decir que Galdós todavía no había terminado la
novela al empezar la publicación y que el autor quizás escribía atenido a las necesidades de
la revista, ya que la improvisación es bastante evidente.
Hubo también dos ediciones en forma de libro, publicadas ese mismo año; la primera se
agotó en junio, la segunda, en diciembre. Rodolfo Cardona en la introducción a Doña
Perfecta dice: “La segunda de estas dos ediciones fue publicada por La Guirnalda, con
cuyo propietario había firmado Galdós un contrato de sociedad con el propósito de editar
sus propias obras.”34 Hay que decir que la primera publicación en forma de libro contiene
muchas diferencias significativas en comparación con la segunda edición, diferencias que
afectan sobre todo el final de la historia. También hay muchas alteraciones en el manuscrito
de Galdós y la versión publicada por entregas en la Revista de España. A estos cambios se
dedican, sobre todo, Rodolfo Cardona y José F. Montesinos, cuyos estudios vamos a citar.
Los dos autores encuentran diferencias no sólo en el comienzo de la novela, sino también
algunos cambios respecto a títulos de capítulos y a nombres de personajes y de lugares, en
los cuales se desarrolla la historia, además del cambio importante del final de la historia:
“[…] el manuscrito tiene sólo treinta y dos capítulos. La primera versión impresa tiene
también, en apariencia, sólo treinta y dos capítulos; pero esto es porque el largo capítulo
XVI del manuscrito, que fue luego dividido en dos, aparece en la versión impresa en forma

34
Cardona, Rodolfo, Introducción a Doña Perfecta. En Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta. Madrid, Ediciones
Cátedra, 1982, p. 17.

53
de dos capítulos, pero ambos encabezados por el mismo número, XVI, de manera que
resulta que la primera versión impresa coincide con el manuscrito en el número total de
capítulos. Cuando se corrigió este error en la que conocemos como «primera» edición de la
novela, el número de capítulos coincide con el que vemos hoy día, es decir, treinta y tres.”35
En lo que se refiere a los cambios de nombres toponímicos, debemos primero decir, que
Villahorrenda se llamó originalmente Villahórrida: “No tardó mucho don Benito en darse
cuenta de la cacofonía de este primer nombre, así que, rápidamente, lo tachó y escribió el
que conocemos.”36 También los Alamillos de Bustamante se llamaron los Olivillos de
Bustamante. En lo que se refiere a nombres de los personajes, debemos mencionar al tío
Licurgo, a quien le llamó el autor primero el tío Tardío. A Rosario la llamó primeramente
Solita: “[…] el nombre que utilizó Galdós para la heroína de la serie de Episodios
Nacionales (1875 – 1879), un error comprensible ya que escribió Doña Perfecta
simultáneamente con los primeros episodios de esta serie.”37 Pepe Rey se llamó Pepe Novo
y su padre, el abogado madrileño, don Baltazar Novo. Sin embargo, no hay ningún cambio
respecto al nombre de doña Perfecta ni respecto al título de la novela, que aparece escrito ya
en la primera página del manuscrito. “Hay innumerables tachaduras de palabras y párrafos a
través de todo el manuscrito, lo cual demuestra un vez más lo cuidadoso que era Galdós en
escoger palabras y en organizar su narración.”38
Muy importante es el cambio que sufrió el final de la historia. Nos referimos a las cartas
enviadas por don Cayetano Polentinos, hermano de doña Perfecta, a un amigo suyo en
Madrid. La primera versión presenta un final bastante melodramático, que seguramente
debió parecer inacceptable al autor mismo y que podía ser resultado de la rapidez con la que
Pérez Galdós escribió la historia. Según esta versión, doña Perfecta está a punto de casarse
con Jacinto, aunque el joven abogado tiene veintidós años menos que ella, cuando éste
muere cayendo en el cuchillo en la mano de su madre, María Remedios. Pepe Rey ya está
muerto y Rosario ya ha sido internada en un manicomio. Este final sorprendente puede ser
resultado de la prisa o de la fatiga del autor. No es cierto cuándo desapareció de la historia y
cuándo nuestro autor escribió el desenlace más probable: “Perdida su ilusión, perdida su

35
Ibid., p. 18.
36
Ibid., p. 20.
37
Ibid., p. 20.
38
Ibid., p. 21.

54
vida, el fin de Doña Perfecta sólo podía ser un lento declinar hacia la muerte.”39 Galdós,
influido, tal vez, por la crítica literaria, corrigió este final: “[…] his second version shows a
movement towards the broad-minded tolerance which was later to typify his work.”40
La novela Doña Perfecta nos enseña el estilo y los intereses temáticos que Galdós
desarrolla a lo largo de su trayectoria literaria, es decir, el simbolismo, el empleo frecuente
de la naturaleza, las descripciones detalladas, el interés por los estados de la mente raros,
entre otras cosas. Mas su intención primaria es bastante polémica. La novela evidentemente
sirve de la crítica de la sociedad, de la superstición, la intolerancia, del miedo del progreso y
del conservadurismo exagerado, además de la hipocresía y el provincianismo.
La novela Doña Perfecta contiene muchas escenas llenas de tal vivacidad que se acercan
mucho a la estética teatral. Por eso el autor decidió preparar una versión para la escena, que
se estrenó en el Teatro de la Comedia en Madrid, el 28 de enero de 1896 con los actores
más conocidos de la época. Esta obra fue aceptada positivamente, tanto por los críticos
como por el público.
Podemos concluir este capítulo con las palabras de J. E. Varey: “Doña Perfecta es, then,
a novel which reflects thel political and ideological struggles of its day: to use a modern
phrase, it can be described as «littérature engagée». At the same time, it is the product of a
young writer who is still endeavouring to find his own style, not completely sure of himself,
and yet a work which foreshadows in many respects the great novels of Galdós´s mature
period.”41

39
Montesinos, José F., op.cit., p. 178.
40
Varey, J. E., Pérez Galdós: Doña Perfecta. London, Grant & Cutler, 1971, p. 9.
41
Ibid., p. 9.

55
7.1. ARGUMENTO Y TEMA

La historia empieza con la llegada de Pepe Rey, el ingeniero de caminos, de treinta y


cuatro años, quien llega con el tren de Madrid para explorar la cuenca de Nahara y para
conocer a su prima Rosario, hija de doña Perfecta, una viuda rica y hermana del padre de
Pepe, Juan Rey, la cual ha aceptado el matrimonio de antemano: “Perfecta y Juan dejaron
de verse desde que uno y otro se casaron, porque ella se fue a vivir a Madrid con el
opulentísimo Polentinos, que tenía tanta hacienda como buena mano para gastarla. […] Con
la muerte del esposo de Perfecta se acabaron los sustos en la familia; pero empezó el gran
conflicto. La casa de Polentinos estaba arruinada; las fincas, en peligro de ser arrebatadas
por los prestamistas; todo en desorden, enormes deudas, lamentable administración en
Orbajosa, descrédito y ruina en Madrid. Perfecta llamó a su hermano, el cual, acudiendo en
auxilio de la pobre viuda, mostró tanta diligencia y tino, que al poco tiempo la mayor parte
de los peligros habían sido conjurados”(DP, pp. 71-72).
A Pepe le espera en la estación Pedro Lucas, llamado el tío Licurgo, quien lo acompaña
a Orbajosa. Durante el viaje le informa sobre su tía, su prima o sobre don Cayetano, el
hermano de Perfecta y buen amigo de Pepe. Los dos hombres pasan por un paisaje bastante
feo, tórrido y desolado. Al joven ingeniero le sorprende el contraste entre estos lugares, por
los cuales pasan, y los nombres poéticos que llevan: “Palabras hermosas, realidad prosaica
y miserable. Los ciegos serían felices en este país, que para la lengua es paraíso y para los
ojos infierno” (DP, p. 57). También ve sus propias tierras, las más desoladas de todas. En
un momento encuentran a los bandidos locales: “This is a land of banditry, where robbers
take to the hills and descend periodically to terrorise villages or rob and kill lonely
travellers.”42 Pepe también conoce durante el viaje a Caballuco, un cacique local,
descendiente de grandes guerreros.
Finalmente llegan a Orbajosa, una ciudad episcopal, donde vive doña Perfecta: “Un
amasijo de paredes deformes, de casuchas de tierra pardas y polvorosas, como el suelo,
formaba la base, con algunos fragmentos de almenadas murallas, a cuyo amparo mil chozas

42
Varey, J. E., op.cit., p. 12.

56
humildes alzaban sus miserables frontipicios de adobes, semejantes a caras anémicas y
hambrientas que pedían una limosna al pasajero” (DP, p. 68). Pepe conoce a su primita, que
le encanta desde el principio con su delicadeza y dulzura, a don Inocencio Tinieblas, el
amigo de la familia de los Polentinos: “Era un santo varón, piadoso y de no común saber, de
intachables costumbres clericales, algo más de sexagenario, de afable trato, fino y
comedido, gran repartidor de consejos y advertencias a hombres y mujeres. Desde luengos
años era maestro de latinidad y retórica en el Instituto, cuya noble profesión diole gran
caudal de citas horacianas y de floridos tropos, que empleaba con gracia y oportunidad”
(DP, p. 79).
Don Inocencio no quiere que Pepe se case con Rosario, imaginándose que ésta se casará
con su sobrino, Jacinto, y siente hacia el ingeniero una fuerte antipatía que ni siquiera trata
de ocultar. Pregunta al joven cuál es su impresión de Orbajosa y la franca respuesta de
Pepe, quien se da cuenta de la pobreza y de la miseria de la ciudad, sorprende mucho a
todos. Aquí empieza la tragedia del joven; se inicia su confrontación con don Inocencio que
se convertirá en una guerra en la que intervienen primero el penitenciario y doña Perfecta, y
después toda la ciudad de Orbajosa: “A partir de este momento don Inocencio tiene plena
libertad para hacer uso – como en efecto hace – de su sarcasmo y para desarrollar un plan
de ataque que doña Perfecta adoptará más tarde. Consiste en atribuir a Pepe palabras y
pensamientos completamente ajenos a éste, como si fueran verdaderamente de él y,
finalmente, en utilizar estas palabras e ideas que Pepe nunca ha hecho suyas, contra el joven
ingeniero.”43 El conflicto es cada vez más grave y Pepe encuentra a cada paso nuevos
enemigos y nuevos pleitos de su tía y del señor penitenciario. Ya está a punto de marcharse
de Orbajosa, mas su amor por Rosario, particularmente después de que se entera de que es
correspondido por su primita, le hace cambiar de opinión y decide quedarse y hacer frente a
la hostilidad de los orbajosenses. Mas su tía separa a su hija de él, encerrándola en un
cuarto. Pepe decide resolver la difícil situación con la ayuda de un amigo suyo, mas la
muerte se lo impide. Es asesinado por orden de doña Perfecta que ordena a Caballuco que
dispare a su sobrino en su propio jardín. La muerte del joven provoca la locura de Rosario
que es internada en un manicomio, y consume la vida de Perfecta y de don Inocencio, que
se encierra en su casa, renuncia a su silla y piensa marcharse a Roma: “¡Ay! Orbajosa

43
Cardona, Rodolfo, op.cit., p. 33.

57
pierde mucho perdiendo a su gran latino. Me parece que pasarán años tras años y no
tendremos otro. Nuestra gloriosa España se acaba, se aniquilla, se muere” (DP, p. 306).
Como se suele decir, la novela Doña Perfecta trata el problema de la intolerancia, del
fanatismo religioso y del conservadurismo exagerado: “En efecto, en ella el autor combate
el fanatismo intransigene, la religiosidad mal entendida, el estancamiento de la sociedad en
formas anquilosadas de vida, la mezcla de los intereses personales y políticos con la esfera
de lo eclesiástico y la falsa justificación de lo local frente a lo nacional en los pueblos
españoles.”44 Mas nos parece que el tema principal lo constituye la hipocresía, lo que nos
confirma el autor mismo al final de la historia: “Esto se acabó. Es cuanto por ahora
podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son” (DP, p. 308).
No sólo los personajes de la novela parecen ser hipócritas, sino también los lugares que
rodean la ciudad de Orbajosa, que llevan nombres «hipócritas», por ejemplo Valdeflores,
que es un barranco terrible: “[…] hay un barranco pedregoso y polvoriento, donde ni los
cardos encuentran jugo, y que, sin embargo se llama Valdeflores” (DP, p. 56). Cerillo de los
Lirios es el nombre de un lugar desolado y Alamillos de Bustamante, las tierras tórridas de
Pepe.
Tampoco algunos nombres de los habitantes de Orbajosa corresponden a la verdedera
naturaleza de ellos, como, por ejemplo, el de doña Perfecta o de don Inocencio. El
comportamiento de Pedro Lucas, el tío Licurgo, es hipócrita desde el principio, ya que trata
de privar a Pepe de sus tierras, fingiendo ser su amigo. Lo mismo pasa con don Inocencio y
doña Perfecta, amistosos en el principio y reservados y aun odiosos luego. La única
excepción la constituye, en cierta medida, don Cayetano, hermano de doña Perfecta, que
vive en su propio universo, consagrado a las lecturas. Desempeña el papel de cronista,
comentándonos los sucesos después de la muerte trágica de Pepe Rey.
Rosario es una de las víctimas de este ambiente hipócrita. Se ve forzada a obedecer a su
madre, aunque ama a su primo y no cree que es tan malo como lo pintan.
Como afirma Rodolfo Cardona, la hipocresía es evidente sólo para los que vienen desde
fuera a Orbajosa: “Este ambiente de hipocresía estimula la creación de una doble
perspectiva dentro de esta novela: la de los orbajosenses y la de los forasteros. Para aquéllos
el tío Licurgo es un verdadero Licurgo; Caballuco, un verdadero centauro y un Reinaldos;

44
Correa, Gustavo, El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós. Madrid, Gredos, 1974, p. 35.

58
doña Perfecta, «perfecta», don Inocencio, «inocente», y Orbajosa, en fin, una Urbs
Augusta.”45 Mas la perspectiva de Pepe Rey, el forastero, es muy diferente, ya que es capaz
de conocer la realidad. El encuentro de estos dos puntos de vista es un verdadero choque. Se
enfrentan así la capital y la provincia, representadas por el joven ingeniero y los habitantes
de Orbajosa, respectivamente.
Otro tema de la novela lo podemos definir como el conflicto entre lo nuevo y lo viejo,
entre el progreso y el conservadurismo exagerado, unido a la religión, por una parte, y
ciencia, por otra: “El tema del progreso, heredado del XVIII, es preocupación básica en el
XIX, dado el extraordinario avance de las ciencias y de la tecnología. Las corrientes de
pensamiento defendían la importancia de la ciencia, incluso una corriente filosófica de corte
totalmente idealista como el krausismo.”46
Doña Perfecta y don Inocencio, entre otros, creen que en su ciudad todo es bueno, que
allí se encuentran las verdaderas tradiciones de España y de la religión católica, además de
la moral firme que reside allí en todos los habitantes: “En todas las épocas de nuestra
historia, los orbajosenses se han distinguido por su hidalguía, por su nobleza, por su valor,
por su entendimiento” (DP, p. 136). Sin embargo, Galdós ha creado unas situaciones que
nos permiten descubrir la verdadera naturaleza de los habitantes de la ciudad y su miseria,
que tratan de ocultar. Lo importante es que la situación de Orbajosa y las luchas internas
que se desarrollan en esta ciudad se pueden considerar representativas de la situación de la
España de la época: “Esto es parte de todo el juego irónico creado por Galdós que él deja
para el final de la novela para mejor mostrarnos cómo algunas veces situaciones de una
naturaleza nacional e ideológica (la antítesis Orbajosa – Madrid o, como se ha dicho antes,
provincia – metrópolis), puede ser reflejo de una situación local más concreta (doña
Perfecta – Pepe, en la que doña Perfecta sintetiza el espíritu de Orbajosa), y que, a la vez,
puede reducirse a un conflicto de intereses personales (María Remedio, don Inocencio –
Pepe). En otras palabras, en esta novela las abstracciones generalizadas de la propaganda
dan lugar a lo real y específico.”47
Galdós ve en el fanatismo de los orbajosenses la causa que frena el progreso de España y
acusa, sobre todo, a la Iglesia y a la religión de impedir el desarrollo del país,

45
Cardona, Rodolfo, op.cit., p. 29.
46
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 180.
47
Cardona, Rodolfo, op.cit., p. 44.

59
principalmente el desarrollo científico. El representante de la Iglesia, don Inocencio, dice
sobre la ciencia: “Con la ciencia destrúyese lo maravilloso en las artes, así como la fe en el
alma. La ciencia dice que todo es mentira, y todo quiere ponerlo en guarismos y rayas, no
sólo maria ac terras, donde estamos nosotros, sino también caelumque profundum, donde
está Dios… Los admirables sueños del alma, su arrobamiento místico, la inspiración misma
de los poetas, mentira. El corazón es una esponja; el cerebro, una gusanera” (DP, pp. 93-
94). Atribuye a Pepe todas las cualidades con las cuales los fanáticos caracterizan a todos
los científicos y progresistas, es decir que quiere destruir la fe, que es un ateo y un
despreocupado. Parece que el personaje del joven ingeniero sirve a Galdós para rebatir la
ignorancia del penitenciario y de doña Perfecta, lo que hace de él el mayor enemigo de
Orbajosa.
Podemos concluir este capítulo con las palabras de J. E. Varey: “The novel is clearly
intented to serve as a warning for the day in which it was written. Harking back to the
issues which had underlain the power struggle in the period after the Revolution of 1868,
Galdós endeavours to isolate root causes. He points to the narrow conservative views of
small communities, their obscurantism and prejudice.”48

48
Varey, J. E., op. cit., p. 79.

60
7.2. LOS PERSONAJES: MOTIVOS DE SU ACTUACIÓN

Como en la novela Marianela, la historia de Doña Perfecta empieza con la llegada de


uno de los personajes principales. También en esta novela el personaje llega de la ciudad,
trayendo consigo muchas novedades. Es un hombre joven y educado, muy parecido a
Teodoro Golfín de Marianela, que simboliza el progreso y la ciencia, lo que es la verdadera
causa del desenlace trágico de la historia.
Tanto como el doctor Golfín, nuestro protagonista, Pepe Rey, no ve al llegar a Orbajosa
nada agradable. Mas mientras que a Teodoro le da miedo el paisaje por el que pasa, en Pepe
el ambiente nuevo que lo rodea, evoca sólo risa; también el comportamiento de los
habitantes de esta región, por ejemplo de Pedro Lucas, el tío Licurgo, su guía, le parece
ridículo: “Veo que aquí todo lo mal es mío – afirmó el caballero, riendo jovialmente” (DP,
p. 59). Vemos aquí una especie de advertencia a Pepe durante la conversación de éste y
Licurgo, ya que en el camino que recorren todo es aridez y peligro y los únicos terrenos
fértiles son de Licurgo, mientras que la peor tierra es de Pepe. Mas a Rey no le conmueve ni
el encuentro con los bandidos locales, matados ante sus ojos por los guardias.
Lo único que le enfada un poco son las opiniones de un cartero y un «centauro»,
Caballuco, quien los acompaña y quien critica mucho la capital: “En Madrid no dicen más
que desatinos… – manifestó violentamente el Centauro, acompañando su afirmación de una
retahíla de vocablos de esos que levantan amapollas – . En Madrid no hay más que
pillería…” (DP, p. 67) Caballuco, o Cristóbal Ramos, se nos presenta como un hombre
fuerte, mas de escasa inteligencia. “He is a local cacique – or political boss – and can
command the loyalty of all the brave fellows of the vicinity; he is kind to the poor an a
passionate upholder of the rights of Orbajosa and its inhabitants. He is the son and grandson
of men who had fought in the facción – that is, who had taken part in the struggle aganist
the French and in the brutal civil wars of the early part of the century . and it may well be
that he in his turn will be lead the facción in the field since, according to el tío Licurgo,

61
there is something rotten in the state of present-day Spain.”49 Caballuco ha oído que el
gobierno quiere enviar a Orbajosa tropas, lo que le confirma Pepe, diciendo que el gobierno
quiere prevenir los levantamientos de los radicales en esta región. Mas Ramos está en
contra de la llegada del ejército a Orbajosa: “¿A qué nos mandan soldados? ¿Para sacarnos
más contribuciones y un par de quintas seguidas? ¡Por vida de…! Que si no hay facción
debería haberla” (DP, p. 67).
Tampoco la ciudad de Orbajosa, a donde llega Pepe para visitar a su tía, es un lugar
idílico, más bien todo lo contrario: “Los repugnantes mendigos que se arrastraban a un lado
y otro del camino, pidiendo el óbolo del pasajero, ofrecían lastimoso espectáculo. No
podían verse existencias que mejor encajaran en las grietas de aquel sepulcro, donde una
ciudad estaba no sólo enterrada sino también podrida” (DP. p. 68). Pepe sufre una fuerte
desilusión, ya que su padre le ha pintado esta ciudad de una manera muy diferente: “Por
cierto – decía don Juan – que en esa remota Orbajosa, donde, entre paréntesis, tienes fincas
que puedes examinar ahora, se pasa la vida con la tranquilidad y dulzura de un idilio. ¡Qué
patriarcales costumbres! ¡Qué nobleza en aquella sencillez! ¡Qué rústica paz virgiliana! Si
en vez de ser matemático fueras latinista, repetirías al entrar allí el ergo tua rura manebunt.
¡Qué admirable lugar para dedicarse a la contemplación de nuestra propia alma y prepararse
a las buenas obras! Allí todo es bondad, honradez; allí no se conocen la mentira y la farsa
como en nuestras grandes ciudades; allí renacen las santas inclinaciones que el bullicio de la
moderna vida ahoga; allí despierta la dormida fe, y se siente vivo impolso indefinible dentro
del pecho, al modo de pueril impaciencia que en el fondo de nuestra alma grita: «quiero
vivir»” (DP. pp. 75-76).
Se trata de una pequeña ciudad provinciana, aparentemente tranquila, mas el lector tiene
la impresión de que bajo su tranquilidad se oculte sólo la malignidad e intrigas. “Estos
aislados medios provincianos, acerbamante hostiles a todo lo que no sea las formas de su
vida habitual, a todo cuanto suponga cambio, no tienen más deseo que el de persistir en sus
rutinas, que ellos creen tradiciones.”50 Ya el primer día de su estancia en Orbajosa, Pepe
entra en discusión con don Inocencio, el penitenciario. Se trata, principalmente, de una
discusión sobre la ciencia y la religión: “Con la ciencia destrúyese lo maravilloso en las

49
Varey, J. E., op.cit., p. 13.
50
Montesinos, José F., op.cit., p. 179.

62
artes, así como la fe en el alma” (DP, p. 93). Don Inocencio se ha creado un mito sobre los
«hombres del siglo», que carecen de fe y cuyo rasgo característico es el materialismo.
El penitenciario es de origen humilde, que gracias al sacerdocio logra levantar su nivel
social y el de su familia. Nada de lo que pasa en la casa de doña Perfecta se lleva a cabo sin
la intervención de don Inocencio; él mismo lo confiesa a su sobrina, María Remedios.
Desde el comienzo, el canónigo está dispuesto a sentir aversión hacia Pepe debido a su plan
o, mejor dicho, al plan de su sobrina, María Remedios, que constiste en casar a su sobrino-
nieto, Jacinto, con Rosario y , principalmente, con el dinero que ésta heredará.
Es Rosario, la prima de Pepe e hija de doña Perfecta, quien formula en palabras la
relación de Pepe y Orbajosa: “Lo que yo creo – dijo Rosario, clavando en él sus ojos con
expresión cariñosa – es que tú no eres para nosotros. […] No sé si me explico bien, primo.
Quiero decir, que no es fácil te acostumbres a la conversación ni a las ideas de la gente de
Orbajosa” (DP, p. 105). A pesar de esto, entre Pepe y Rosario se desarrolla una escena
sentimental en el jardín, donde el joven expresa su deseo de casarse con ella y ésta le
también confiesa su amor. Esta escena la completa el ambiente necesario: el jardín
romántico, el canto de los pájaros, etc. Mas el autor no permite que el sentimentalismo sea
exagerado, interrumpiendo la escena con la llegada de Inocencio, quien viene para hablar
con la madre de Rosario. Durante el diálogo del penitenciario y Pepe se nos revela
claramente con quien simpatiza el autor y cuál de los personajes pronuncia sus propias
opiniones. En esta escena, cuando conocemos también a Jacinto, Pepe entra en otra
discusión sobre la religión y la fe con don Inocencio quien critica al ingeniero porque éste,
al visitar la catedral, no se ha comportado bastante respetuosamente, según el canónigo y
doña Perfecta, prestando su atención más bien a la arquitectura y a las estatuas demasiado
decoradas que a la ceremonia. A Pepe le parecen ridículos los vestidos de la Virgen y del
Niño, y pronuncia esta opinión ante su tía y Rosario, ya que no sabe que éstas son las
autoras de estos vestidos. En esta controversia Pepe, manipulado por el canónigo y por
Perfecta, desempeña el papel del enemigo de la Iglesia y de la religión, aunque trata de
defenderse y defender el buen gusto y la sencillez. También aquí es evidente que el autor
rechaza, por medio de Pepe, el relumbrón eclesiástico y las decoraciones exageradas.
Jacinto, el sobrino-nieto del canónigo, informa a Pepe sobrel la reclamación presentada
al Juzgado por el tío Licurgo: “Parece que unas aguas que nacen en el predio de usted han

63
variado de curso y caen sobre unos tejares del susodicho Licurgo y un molino de otro,
ocasionando daños de consideración. Mi cliente… porque se ha empeñado en que le he de
sacar de este mal paso… mi cliente, digo, pretende que usted restablezca el antiguo cauce
de las aguas para evitar nuevos desperfectos y que le indemnice de los perjuicios que por
indolencia del propietario superior ha sufrido” (DP, p. 128). Doña Perfecta le promete a su
sobrino la ayuda. Mas Rosario, una muchacha tímida e indulgente, se anima a avisar a Pepe
de que Perfecta miente: “Está enojada… no te fíes, no te fíes” (DP, p. 135).
El comportamiento de doña Perfecta, hasta ahora bondadosa y cariñosa, empieza a
cambiar. Llega a ser irreconciliable y autoritaria. Los días siguientes traen a Pepe sólo otros
conflictos, otras controversias, calumnias y acusaciones. Pepe se siente muy molesto por
ello: “Representábase en su imaginación a la noble ciudad de su madre como una horrible
bestia que en él clavaba sus feroces uñas y le bebía la sangre. […] No obstante, llegó a
sentirse tan fuera de su centro, llegó a verse tan extranjero, dígamoslo así, en aquella
tenebrosa ciudad de pleitos, de antiguallas, de envidia y de maldicencia, que hizo propósito
de abandonarla sin dilación, insistiendo al mismo tiempo en el proyecto que a ella le
condujera” (DP, p. 141). Desea huir de la ciudad, mas el amor a Rosario le obliga a
quedarse en Orbajosa. Pero su situación sigue empeorándose; debido a su tía y a Caballuco
no recibe las cartas de su padre de Madrid, y el Ministerio, que le ha concedido la comisión
para examinar la cuenca del río Nahara, se la quita. Pepe empieza a presentir que su mayor
enemigo no está en Madrid, cómo le asegura su tía: “Esto no es obra del Ministro; ésta y
otras contrariedades que experimento son resultado de un plan de venganza, de un cálculo
desconocido, de una enemistad irreconciliable; y este plan, este cálculo, esta enemistad, no
lo dude usted, querida tía, están aquí, en Orbajosa” (DP. p. 144).
Tampoco Rosario, encerrada en su cuarto, puede encontrarse con su amado primo. Todo
esto ocurre por orden de doña Perfecta y el joven ingeniero se da cuenta de que su tía
manipula a todos.
Ahora se nos presenta el cuadro de una ciudad provinciana en toda su inmundicia, moral
falsa y miseria: “Orbajosa is indeed a sad city. The only real life appears to be that of the
Casino and, when weather permits, that of the evening paseo, where the «brillante pléyade»
of the youth of Orbajosa walk up and down […]. The inhabitants of Orbajosa show

64
themeselves entirely convinced of the town´s wealth and status.”51 A Pepe, acostumbrado a
vivir entre la gente educada en Madrid, le quedan solamente dos posibilidades: la vuelta a la
capital, que, sin embargo, no le permite su orgullo, o hacer frente a su mala situación,
cualquiera que sea el resultado de su estancia en Orbajosa.
Parece que a Galdós le gusta presentar a sus personajes en varios tipos de espacio: en
campo pobre en la novela Marianela, donde la única persona educada es Teodoro Golfín, el
oftalmólogo conocido; la ciudad provinciana, Orbajosa, en Doña Perfecta, con todos sus
rasgos negativos, donde el portador de progreso y de ciencia es Pepe Rey; y, finalmente, la
metrópoli y el mundo de los mendigos, la lucha por la vida y la burguesía que es para poco,
en Misericordia. Todo esto nos conduce a una perspectiva muy crítica de la sociedad
española. Sin embargo, a pesar de que la mentalidad española es bastante diferente en
comparación con el resto de las naciones europeas, es posible encontrar elementos que se
hallan también en otras literaturas nacionales: el Madrid de Galdós con todos los mendigos
se parece mucho al París de Balzac o Zola, lleno de pordioseros, prostitutas y criminales;
doña Perfecta, una mujer dura, se parece a los personajes femeninos de la literatura realista
rusa.
Pepe, presentado al principio de la novela como un joven enérgico, al pasar la historia se
va convirtiendo en un personaje pasivo y desanimado, a quien logra despertarlo sólo
Rosario, de la que llega a saber que sufre, quizá, de una enfermedad mental, de manías y
locura. Pepe se da cuenta de la desgracia y de la animosidad que lo rodea, y se forma una
opinión definitiva sobre Orbajosa y sus habitantes; una opinión muy diferente de la que
tiene don Cayetano, quien afirma que:
“ […] en resumen, no doy un paso por el laberinto de la historia inédita sin tropezar con
algún paisano ilustre. […] Gracias a mí, se verá que Orbajosa es ilustre cuna del genio
español. Pero ¿qué digo? ¿No se conoce bien su prosapia ilustre en la nobleza, en la
hidalguía de la actual generación urbsaugustana? Pocas localidades conocemos en que
crezcan con más lozanía las plantas y arbustos de todas las virtudes, libres de la yerba
maléfica de los vicios. Aquí todo es paz, mutuo respeto, humildad cristiana. La caridad se
practica aquí como en los tiempos evangélicos; aquí no se conoce la envidia, aquí no se
conocen las pasiones criminales; y si oye usted hablar de ladrones y asesinos, tenga por

51
Varey, J. E., op.cit., p. 46.

65
seguro que no son hijos de esta noble tierra, o que pertenecen al número de los infelices
pervertidos por las predicaciones demagógicas. Aquí verá usted el carácter nacional en toda
su pureza, recto, hidalgo, incorruptible, puro, sencillo, patriarcal, hospitalario, generoso…
Por eso gusto tanto de vivir en esta pacífica soledad, lejos del laberinto de las ciudades,
donde reinan, ¡ay!, la falsedad y el vivio” (DP, p. 178-179). A lo largo de la novela
podemos ver el odio que los orbajosenses sienten por la capital. Para ellos, Orbajosa es el
símbolo de la virtud conservada en España y opuesta al ateísmo y otros males de Madrid.
Esta opinión nos la comprueban las palabras de Cristóbal Ramos, Caballuco: “En Madrid,
la Corte de donde vienen leyes y mandarines, todo es latrocinio y farsa. ¡Pobre religión,
cómo la han puesto!… No se ven más que pecados…” (DP, p. 239) También se oyen
comentarios semejantes por parte de un propietario de olivos que frecuenta el Casino:
“Estos hambrientos de Madrid se gozan en engañar a los pobres provincianos, y como creen
que aquí andamos con taparrabo, amigo…” (DP, p. 139). Para doña Perfecta, Madrid
representa sólo la corrupción, envidia y rivalidades, frente a Orbajosa, que es el símbolo de
buena voluntad y concordia. Para don Inocencio, la capital es el centro de corrupción y
escándalo. “En este sentido, la hostilidad contra Madrid se manifiesta con la mayor
violencia en el capítulo XXII, cuando están reunidos en casa de Doña Perfecta, ésta y Don
Inocencio con los lugareños que van a formar las partidas. Allí manifiesta el Penitenciario
los supuestos «peligros» que corría la fe, supuestos peligros que iban denunciando los neos
desde la época isabelina. […] Vejarruco, otro de los reunidos, alude a la destrucción de
iglesias, por lo que en Madrid «ya quedan tan pocas iglesias que algunos curas dicen misa
en medio de la calle».”52
La relación de doña Perfecta y Pepe la podemos caracterizar como una sinusoide.
Perfecta es amable y cariñosa sólo cuando Pepe afirma que quiere abandonar Orbajosa. Sin
embargo, cuando el amor a Rosario predomina en él y Pepe decide quedarse, el
comportamiento de su tía cambia y la tensión entre ellos crece. Cualquier cosa que haga el
joven ingeniero, se le reprocha como falta de piedad.
El personaje de Rosario se halla, con toda intención, en el segundo plano de la historia.
Profesor Montesinos dice sobre ella: “[…] una joven purísima y modesta que anhela no
sabe qué – algo que necesariamente ha de venir de fuera – obligada a una vida tediosa por

52
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 194.

66
viejos ásperos e intolerantes.”53 No es la Mignon de Goethe, no es una muchacha
misteriosa, cuyos rasgos lleva, en cierta medida, Marianela. Sin embargo, tampoco Rosario
es capaz de hacer frente a la realidad. Galdós la emplea con intención como un personaje
poco expresivo, débil, pasivo y fácilmente manipulable para que el personaje de doña
Perfecta, dominante y fuerte, pueda destacarse como una mujer acostumbrada a imponer
siempre su voluntad a la que nada puede oponerse, fanática en su religiosidad, fuerte y
astuta, que no siente repugnancia a calumnias e intrigas para alcanzar sus fines y que suele
ser comparada con el personaje de Kabanova de El tormento de Ostrovski: las dos mujeres
defienden principalmente sus propios intereses, ambas son despiadosas, inteligentes y
duras.
Rosario, aunque manipulada por su madre y don Inocencio, logra encontrar, debido al
amor que siente, en su alma el ánimo para darse cita con Pepe, mas no se trata de un
encuentro amoroso y romántico, sino van al oratorio, donde Rosario se asegura no del amor
de Pepe, sino de su fe. La fe es lo más importante para ella, lo que es el claro reflejo de su
educación.
El ritmo tranquilo de la vida en Orbajosa lo interrumpe la llegada de la tropa. Los
orbajosenses odian a los soldados tanto como los soldados odian a ellos, ya que “la ciudad
era tristeza, silencio, vejez; el ejército alegría, estrépito, juventud. Entrando el uno en la
otra, parecía que la momia recibía por arte maravillosa el don de la vida, y bulliciosa saltaba
fuera del húmedo sarcófago para bailar en torno a él” (DP, p. 192). Después de la llegada
del ejército a Orbajosa se revela el verdadero carácter de esta ciudad y de sus habitantes:
“[…] el caciquismo de Doña Perfecta que, junto con Don Inocencio, exalta los ánimos de
las partidas contra el gobierno, el enfrentamiento de Pepe Rey con su tía en el que ésta
muestra todo lo que hasta entonces han cubierto las apariencias y la hipocresía […].”54
Los orbajosenses tenían que alojar a los soldados en sus casas, mas los recibían con
disgusto: “Los recibían de muy mal talante, dándoles acomodo en los lugares más
atrozmente inhabitables de cada casa” (DP, pp. 195-196). En la casa de doña Perfecta se
aloja un teniente coronel de caballería, Pinzón. Perfecta le permite dormir en el cuarto ya
ocupado por Pepe: “Que se acomoden como puedan – dijo doña Perfecta con expresión de

53
Montesinos, José F., op.cit., p. 186.
54
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 193.

67
hiel y vinagre -. Y si no caben, que se vayan a la calle” (DP, p. 196). Sin embargo, Pepe
está muy contento, ya que Pinzón es su amigo, quien, además, también odia a los
orbajosenses que han matado a su padre.
Perfecta llega a ser el mayor enemigo de su sobrino, principalmente porque Pepe no
oculta sus opiniones sobre la llegada de las tropas: “Yo no soy militar. No haré más que
aplaudir cuando vea extirpados para siempre los gérmenes de guerra civil, de
insubordinación, de discordia, de behetería, de bandolerismo y de barbarie que existen aquí
para vergüenza de nuestra época y de nuestra patria. […] Orbajosa, querida tía, casi no tiene
más que ajos y bandidos, porque bandidos son los que en nombre de una idea política o
religiosa se lanzan a correr aventuras cada cuatro o cinco años” (DP, p. 203). La tensión
entre ellos se intensifica cuando Pepe critica a su tía: “[…] usted aparentó aceptarme por
hijo; usted, recibiéndome con engañosa cordialidad, empleó desde el primer momento todas
las artes de la astucia para contrariarme y estorbar el cumplimiento de las promesas hechas
a mi padre; usted se propuso, desde el primer día, desesperarme, aburrirme y con los labios
llenos de sonrisas y de palabras cariñosas, me ha estado matando, achicharrándome a fuego
lento; usted ha lanzado contra mí, en la oscuridad y a mansalva, un enjambre de pleitos;
usted me ha destituido del cargo oficial que traje a Orbajosa; usted me ha desprestigiado en
la ciudad; usted me ha expulsado de la catedral; usted me ha tenido en constante ausencia
de la escogida de mi corazón; usted ha mortificado a su hija con un encierro inquisitorial
que le hará perder la vida, si Dios no pone su mano en ello” (DP, pp. 204-205). Pepe acusa
directamente a Perfecta de ser una enredista; es decir, deja de ser un personaje pasivo y
empieza a aprovechar la presencia de Pinzón para poder ver a Rosario. Por eso, su tía incita
a Caballuco para que acabe con el ingeniero.
La historia se intensifica en una escena en la casa de doña Perfecta, donde se encuentran
todos los habitantes radicales de Orbajosa, don Inocencio y la señora de Polentinos que
provoca a Ramos, llamándole cobarde. Con habilidad logra dirigir el ánimo deseoso de
promover guerra de los orbajosenses contra Pepe, y al mismo tiempo se distancia de la
violencia, fingiendo el amor a su sobrino: “Pues yo no te aconsejaré nada en asunto tan
grave – repuso ella con la circunspección y comedimiento que tan bien le sentaban –. Eso es
muy grave, gravísimo, y yo no puedo aconsejarte nada” (DP, p. 233). Mas advierte la
posible conspiración de Pepe y el brigadier, y con esto incita en los vecinos el deseo de

68
rebelarse. También el canónigo trata de incitar a los orbajosenses a luchar, describiendo el
futuro malo: “Soy un hombre que no se apura por ningún interés temporal y mundano. Bien
lo sabe la señora doña Perfecta, bien lo saben todos los que me conocen. Estoy tranquilo y
no me asusta el triunfo de los malvados. Sé muy bien que nos aguardan días terribles; que
cuantos vestimos el hábito sacerdotal tenemos la vida pendiente de un cabello, porque
España, no lo duden ustedes, presenciará escenas como aquellas de la Revolución francesa,
en que perecieron miles de sacerdotes piadosísimos en un solo día… Mas no me apuro.
Cuando toquen a degollar, presentaré mi cuello; ya he vivido bastante” (DP, p. 236).
Perfecta aconseja a Caballuco cómo puede conseguir las armas y Ramos confirma su
decisión de luchar con un golpe que logra romper la mesa en dos partes.
Rosario, que secretamente se encuentra con Pepe, sufre de graves remordimientos. Es
una muchacha fácilmente manipulable, acostumbrada a obedecer ciegamente a su madre,
que de repente se da cuenta de que ya no puede ser tan obediente a la voluntad de Perfecta y
que aun odia a su madre. Intenta buscar consuelo en oraciones, se confiesa a Dios, mas
tiene mucho miedo.
A pesar de ser doña Perfecta madre, su relación con Rosario no es muy cariñosa. Exige
de su hija obediencia y sumisión absoluta. Aunque Rosario creía que amaba a su madre, sus
sentimientos se pueden caracterizar más bien como miedo que se va cambiando en odio.
Por eso consigue resistirse a su madre, mas la matan los remordimientos: “Aborrezco a mi
madre. ¿En qué consiste esto? No puedo explicármelo. Él no me ha dicho una palabra en
contra de mi madre. Yo no sé cómo ha venido esto… ¡Qué mala soy! Los demonios se han
apoderado de mí. Señor, ven en mi auxilio, porque no puedo con mis propias fuerzas
vencerme…” (DP; p. 247)
El personaje de María Remedios, la sobrina de don Inocencio, representa un tipo de
madre muy diferente. Adora a su hijo, Jacinto, y es capaz de hacer todo lo posible para
asegurar para él la suerte: “El amor de Remedios a Jacinto era una de las más vehementes
pasiones que en el corazón maternal pueden caber. Le amaba con delirio; ponía el bienestar
de su hijo sobre todas las cosas humanas; creíale el más perfecto tipo de la belleza y del
talento creados por Dios, y diera por verle feliz y poderoso todos los días de su vida y aun
parte de la eterna gloria” (DP, p. 263). J. E. Varey dice sobre ella: “[…] a woman motivated
by maternal love, another example of a force in human conduct which is potentially good,

69
but which in María Remedios is perverted by ambition. […] According to the standards of
Orbajosa, María Remedios was a model of virtue. […] María Remedios comes from a lowly
family, and always feels herself inferior to doña Perfecta, although the latter treats her with
great familiarity. Her great ambition was that Jacinto should marry Rosario.”55
Aparentemente es un personaje inexpresivo que se halla al margen de la historia, mas en
realidad es muy importante ya que simboliza los verdaderos pensamientos y opiniones de
doña Perfecta y pronuncia lo que la señora de Polentinos quiere ocultar. María Remedios
sabe muy bien que su hijo, un abogado joven, no tendrá ninguna oportunidad de encontrar
trabajo en Orbajosa y por eso desea que se case con Rosario. Esta intención se la rompe
Pepe y por este motivo quiere que éste se vaya: “Nada más que un susto, señora; atienda
usted bien a lo que digo: un susto. […] Un susto, y nada más que un susto, por lo cual
comprenda ese bergante que estamos bien defendidas. […] Figúrese usted que recibe un
susto y que, además, le quedan algunos huesos quebrantados, sin nada de heridas graves, se
entiende…; pues en tal caso, o se acobarda y huye de Orbajosa, o se tiene que meter en la
cama por quince días” (DP, p. 253). Perfecta rechaza esta propuesta, fingiendo amor cordial
que siente hacia su sobrino. El fingimiento es una cualidad constante de doña Perfecta,
siempre se presenta como una mujer bondadosa, piadosa y amistosa, mas da miedo a todos,
porque sienten su maldad y rencor que residen en su alma y que se revelan por completo
sólo al final de la historia, cuando ordena a Caballuco que mate a Pepe: “Doña Perfecta
adelantó algunos pasos. Su voz ronca, que vibraba con acento terrible, disparó estas
palabras: – Cristóbal, Cristóbal… ¡mátale!” (DP, p. 299)
El deseo de María Remedios lo comparte con ella también don Inocencio, quien
aconseja a Caballuco que organice un levantamiento a mano armada y que mate a Pepe,
mas, como Poncio Pilatos afirma: “Yo me lavo las manos” (DP, p. 282).
Para Pepe, la vida en Orbajosa es insoportable, como escribe en las cartas a su padre:
“Le divertiría a usted, querido padre, si pudiera hacerle comprender cómo piensa la gente de
este poblachón. […] La hostilidad contra nosotros y contra el Gobierno la tienen los
orbajosenses en su espíritu, formando parte de él como la fe religiosa. Concretándome a la
cuestión particular con mi tía, diré a usted una cosa singular: la pobre señora, que tiene el
feudalismo en la médula de los huesos, ha imaginado que yo voy a atacar su casa para

55
Varey, J. E., op.cit., p. 55.

70
robarle su hija, como los señores de la Edad Media embestían un castillo enemigo para
consumar cualquier desafuero. No se ría usted, que es verdad: tales son las ideas de esta
gente” (DP, pp. 285-286). Aquí el autor pronuncia por medio de uno de sus personajes su
opinión sobre la sociedad española.
Casi al final de la historia Galdós describe a doña Perfecta más detalladamente; hasta el
fin conocemos sus cualidades, pero no sabemos cómo es. “Es extraño que hasta ahora no
hayamos hecho una afirmación importante. Allá va: doña Perfecta era hermosa, mejor
dicho, era todavía hermosa, conservando en sus semblante rasgos de acabada belleza. La
vida del campo, la falta absoluta de presunción, el no vestirse, el no acicalarse, el odio a las
modas, el desprecio de las vanidades cortesanas, eran causa de que su nativa hermosura no
brillase, o brillase muy poco. También la desmejoraba la intensa amarillez de su rostro,
indicando una fuerte constitución biliosa. Negros y rasgados los ojos, fina y delicada la
nariz, ancha y despejada la frente, todo observador la consideraba como acabado tipo de la
humana figura; pero había en aquellas facciones cierta expresión de dureza y soberbia que
era causa de antipatía” (DP, p. 292).
Después de la muerte trágica de Pepe Rey, la señora de Polentinos debe vivir con el
conocimento de haber provocado el asesinato de su sobrino. Por eso consagra su vida a la
religión, mas ahora ya conocemos su verdadera naturaleza, que se nos iba revelando a lo
largo de la historia. Galdós permite a sus personajes vivir su vida propia sin intervenir
demasiado en la historia, pero siempre se halla bastante cerca de ellos para poder presentar
a los lectores sus caracteres.

71
7.3. LA SIMBOLOGÍA DE DOÑA PERFECTA

Doña Perfecta pertenece entre las novelas de tesis, denominadas también novelas
contemporáneas o novelas de la primera época. Según la opinión de muchos críticos
literarios, el tema principal de esta novela es el fanatismo, la religiosidad mal entendida,
la rigidez de la sociedad y la falsa justificación de lo local frente a lo nacional. Dentro
de este enfoque particular de los críticos se halla, sin embargo, también el aspecto
ideológico de la novela y por eso debemos analizar la historia más profundamente para
enteder bien su idea y mensaje. “La técnica simbolista es sobradamente conocida en la
obra galdosiana y forma parte, junto con elementos como el sueño y lo irreal, del
aspecto de la novela del autor que supera lo puramente observado, lo simplemente
realista, lo que constituye […] el trasfondo de esta novela […].”56 Quien mejor ha
estudiado la utilización del símbolo en la novelística de Benito Pérez Galdós ha sido
Gustavo Correa, en cuyo estudio apoyamos nuestro análisis: “En el mundo novelístico
de Galdós sobresalen dos de los principios básicos relacionados con la concepción
simbólica del arte. El uno, el de que sus novelas son una expresión viva e intensa de la
vida humana con todo su ritmo complejo de sentimientos y pasiones, el otro, el de que
su arte rebasa el aspecto puramente realista y naturalista de su técnica de escritor para
adentrarse con ahinco creciente en las profundidades de los símbolos íntimos que nos
revelan aspectos trascendentales de la vida del hombre.”57
En la novela Doña Perfecta probablemente es donde utiliza Galdós con mayor
intensidad el simbolismo; lo podemos encontrar a cada paso: por ejemplo en los
nombres toponímicos, es decir los nombres poéticos de los alrededores de Orbajosa,
como Valdeflores, Las Delicias, Cerrillo de los lirios o Alamillo de Bustamante que
corresponden a lugares desolados, sin vegetación, feos y muertos.

56
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 238.
57
Correa, Gustavo, El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós. Madrid, Gredos, 1974, p. 16.

72
Simbólicos son también los nombres propios. Debe observarse la gran abundancia de
referencias clásicas que hay en Doña Perfecta, por ejemplo el nombre de Licurgo
aplicado a Pedro Lucas a pesar de su inmoralidad: “Me llamo Pedro Lucas […] pero me
llaman el tío Licurgo” (DP, p. 53). A Cristóbal Ramos le comparan con un centauro, un
ser mitológico.
Muy frecuentes son referencias a Virgilio; por ejemplo don Juan Rey, al describir
Orbajosa a su hijo, se refiere a él; también don Inocencio cita también a Virgilio y a
Horacio. “La técnica consiste en una referencia al mundo clásico que representa,
tradicionalmente una perfección, y dejar que, a lo largo de la novela, el individuo y
Orbajosa misma defrauden, contrastando irónicamente con la referencia clásica que se
le ha elegido.”58 La intención del autor es, quizás, demostrar la decadencia de la
provincia, empleando la perfección clásica, que se ha perdido en Orbajosa.
Otro simbolismo, el simbolismo irónico, lo podemos encontrar en los nombres de
otros personajes. Un ejemplo evidente es el nombre de la protagonista, de cuya falta de
perfección nos damos cuenta casi al principio de la historia. Otro nombre simbólico es
el de don Inocencio, que es todo lo contrario que inocente, aunque doña Perfecta dice:
“¡Ay, señor don Inocencio, qué bien le sienta a usted el nombre que lleva!” (DP, p. 99)
La técnica está estrechamente unida a la utilización de la ironía.
Otra prueba del carácter simbólico de la novela la podemos encontrar en los títulos
de los capítulos; por ejemplo, «Un viaje por el corazón de España» implica que el caso
de Orbajosa representa la situación en toda España, así como los títulos de los capítulos
V al XV, relacionados con la guerra, invitan a interpretar los sucesos en términos
generales y no sólo locales, por ejemplo los títulos «La desavenencia sigue creciendo y
amenaza convertirse en discordia», «Un casus belli» o «Sigue creciendo, hasta que se
declara la querra». Podemos decir que la ciudad de Orbajosa simboliza todos los
pueblos españoles. El primer signo de la cultura cerrada de Orbajosa es el
conservadurismo, debido a su aislamiento. Este aislamiento lo simboliza el hecho de
que el tren de Pepe, símbolo de progreso, no llegara a la ciudad: “The opening of the
novel suggests therefore the awakening of Spain: the symbol of progress heralds the

58
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 241.

73
symbolic dawn. But as the travellers move away from the way-side halt, they ride back
into the past, into the heart of Spain […]. “59
Como dice Gustavo Correa, la ciudad de Orbajosa es contemplada en la novela desde
dos perspectivas: “a) la de los orbajosenses (perspectiva interna), b) la de los extraños a
ella (perspectiva externa).”60 Parece que el contacto de estas dos perspectivas causa un
verdadero choque. Según esta doble perspectiva, Orbajosa, una ciudad provinciana, está
en contraposición a la metrópoli, Madrid: “El conflicto entre Madrid y la provincia,
entre progresistas y reaccionarios está presentado […] por una lucha entre vida y
muerte, luz y sombra; evidentemente el símbolo de Orbajosa es la muerte, frente a
Madrid y su ejército que son la vida.”61 Este motivo podemos encontrar también en la
obra de otros autores, como, por ejemplo, en Menosprecio del Corte y alabanza de la
aldea de Antonio de Quevarra.
La imagen de la muerte se nos presenta a través de las impresiones de Pepe, cuando
llega a la cuidad: “ […] apareció a los ojos de entrambos apiñado y viejo caserío
asentado en una loma, del cual se destacaban algunas negras torres y la ruinosa fábrica
de un despedazado castillo en lo más alto. Un amasijo de paredes deformes, de casuchas
de tierra pardas y polvorosas, como el suelo, formaba la base, con algunos fragmentos
de almenadas murallas, a cuyo amparo mil chozas humildes alzaban sus miserables
frontispicios de adobes, semejantes a caras anémicas y hambrientas que pedían una
limosna al pasajero” (DP, pp. 67-68). La muerte se proyecta también en la visión del
Casino a través del ingeniero: “Pepe Rey miró a todos lados, arriba y abajo, y observó
un plácido silencio de sepulcro: ni un paso, ni una voz, ni una mirada” (DP, p. 150).
A los ojos de los orbajosenses, Madrid sólo daña las provincias, es un centro de
corrupción y envidia. Por otro lado, para Pepe, desde el punto de vista de la perspectiva
externa, Orbajosa representa la rigidez, la incapacidad de progreso, tanto mental como
científico o el conservadurismo exagerado y se parece a una tumba en la que se pudre
todo.
Desde el punto de vista de la perspectiva interna, la ciudad es el símbolo de la
armonía, la paz del alma y buenas relaciones humanas. De este modo se la pinta su

59
Varey, J. E., op.cit., p. 10.
60
Correa, Gustavo, op.cit., p. 37.
61
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 239.

74
padre a Pepe la vida en Orbajosa: “[…] se la pasa la vida con la tranquilidad y dulzura
de un idilio. ¡Qué patriarcales costumbres! ¡Qué nobleza en aquella sencillez! ¡Qué
rústica paz virgiliana! […] Allí todo es bondad, honradez; allí no se conocen la mentira
y la farsa como en nuestras grandes ciudades; allí renacen las santas inclinaciones que el
bullicio de la moderna vida ahoga; allí despierta la dormida fe, y se siente vivo impulso
indefinible dentro del pecho, al modo de pueril impaciencia que en el fondo de nuestra
alma grita: «quiero vivir»” (DP, pp. 75-76). También don Cayetano define la vida
idílica en su ciudad con palabras similares: “No, no hay en la cristiandad pueblo más
ilustre que el nuestro. Sus virtudes y sus glorias llenan toda la historia patria y aún sobra
algo…” (DP, p. 136)
Orbajosa es considerada como el centro de tradiciones verdaderas, la cuna de héroes
y varones ilustres, cuya genealogía la quiere reconstruir don Cayetano: “Gracias a mí, se
verá que Orbajosa es ilustre cuna del genio español. […] Pocas localidades conocemos
en que crezcan con más lozanía las plantas y arbustos de todas las virtudes, libres de la
yerba maléfica de los vicios” (DP, p. 178). Los orbajosenses creen que en su ciudad
siempre han nacido héroes y aun sienten el ímpetu de las gestas heroicas, que se han
convertido, sin embargo, en levantamientos armados contra el gobierno central. El ideal
caballeresco se ha resolvido en violencia y barbaridades y podemos decir que el antiguo
heroísmo se ha convertido en antiheroísmo.
Desde el punto de vista social, la antonomía Orbajosa – Madrid corresponde a dos
sistemas diferentes. Orbajosa constituye un mundo cerrado, que rechaza todo tipo de
reformas. Por otro lado, Madrid es un mundo abierto que constituye cierto peligro para
la ciudad provinciana. El contacto de estos dos mundos causa un choque, es decir, el
conservadurismo de los orbajosenses choca con el progreso de la capital.
Dentro de este marco del encuentro de los dos mundos se desarrolla la historia. El
amor de Pepe y su prima, Rosario, significa la fusión de los dos mundos, mas esta
fusión la impiden fuerzas negativas, representadas por doña Perfecta, don Inocencio,
María Remedios o Caballuco, entre otros.
En cuanto a lo que simbolizan los personajes mismos, debemos mencionar primero
la analogía que ven algunos críticos, como Aparici Llanas, entre la figura de Pepe Rey y
la de Cristo. Los paralelismos se pueden ver no sólo en el físico, sino también en la edad

75
– la edad de Pepe es la misma que la de Cristo en el momento de la muerte. El ingeniero
también llega a un lugar con gente hostil y orgullosa. “Pepe, como Cristo, rechaza a
escribas y fariseos y se reúne con los considerados pecadores, lo cual, en ambos casos,
es motivo de escándalo.”62 Debemos añadir que Pepe no es comparado a Cristo en
cuanto a lo moral, sino en cuanto a lo biográfico.
Otro personaje simbólico es Cristóbal Ramos, Caballuco, descendiente de otros
Caballucos, muy conocidos de la región por su valor. También Cristóbal, como sus
antecedentes, toma parte en la vida política de Orbajosa, oponiéndose al gobierno
central, representado por las tropas que llegaron a la ciudad. Caballuco representa la
lucha colectiva de las provincias contra Madrid que podemos comparar con las luchas
de los moros y cristianos: “En su aspecto temporal, la lucha colectiva de Caballuco y los
facciosos contra las tropas de Madrid reconstruye el paradigma histórico de los Moros y
Cristianos, convertido en arquetipo religioso y cultural de España desde los primeros
siglos de la Reconquista. Pepe Rey es un «moro herejote», a quien hay que destruir sin
compasión, y la gente de Madrid un poderoso y diabólico ejército de moros.”63

62
Ibid., p. 243.
63
Correa, Gustavo, op.cit., pp. 45-46.

76
7.4. DOÑA PERFECTA Y SU RELACIÓN CON EL KRAUSISMO

En la novela Doña Perfecta es, según la opinión de muchos historiadores, muy evidente
la influencia de la filosofía postkantiana de Carl Christian Friedrich Krause, es decir del
krausismo. Esta corriente filosófica está influida por el kantismo y, sobre todo, por su
concepción del valor de los conocimientos. Hay que decir que se trata más bien de un
movimiento intelectual y religioso que de un sistema puramente filosófico. Su influencia se
refleja sobre todo en el derecho, ética, sociología o pedagogía y dio origen a un movimiento
de educación, denominado la Institución Libre de Enseñanza.
Según el krausismo, la Humanidad constituye la idea de Dios, y su historia es la vuelta a
la unidad de este Dios. Para unirse con Dios, la Humanidad debe pasar por tres fases: la de
inconsciencia e indiferenciación, en la que viven las sociedades primitivas; en la segunda
fase, el hombre descubre las fuerzas naturales y empieza a adorar a una divinidad; en la
última, se da cuenta de que Dios, un poder superior, se halla en su conciencia.
Un rasgo muy importante de este sistema filosófico es el hecho de que la Humanidad
puede conseguir la perfección, uniéndose por el amor, el bien y empleando la razón y la
ciencia.
Otra concepción típica para el krausismo es el panenteísmo, que se basa en la unión del
teísmo, es decir, la creencia en la existencia de un o más Dioses, que son inmanentes en el
Universo, mas lo trascienden; y del panteísmo, según el cual Dios, la Naturaleza y el
Universo son equivalentes, es decir, Dios y el mundo son idénticos y las manifestaciones de
este Dios las podemos encontrar en todo. Según el concepto del panenteísmo, Dios es
inmanente en el Universo y lo trasciende. El mundo está dividido en la Naturaleza y el
Espíritu, cuya unión permite alcanzar la armonía.
El krausismo se basa además en la tolerancia; consiste en la aceptación de todas las
religiones que están de acuerdo con el espíritu y con la razón. Los krausistas suelen afirmar
que la base de todas las religiones existentes es la misma y que ha sido el desarrollo
histórico que ha ocasionado la separación entre ellas; es decir, la esencia de todas las
religiones es sólo una.

77
Muy importante para el krausismo es también el concepto de la conciencia que debe
apoyarse en la razón. Por este motivo, la mayoría de las religiones no es satisfactoria según
esta concepción. La moral no se deduce, según los krausistas, de la religión, sino de la
conciencia propia de cada hombre.
El krausismo influyó, sin duda, en la cultura española del siglo XIX, sobre todo en la
literatura realista. Se manifiesta principalmente en las novelas de tesis, no sólo de Benito
Pérez Galdós, sino también en las de José María de Pereda o Pedro Antonio de Alarcón. “El
ambiente ideológico creado por el krausismo lleva a la consideración de que el mundo
exterior es hostil y fanático, por lo que el individuo, como defensa propia, se endurece
dentro de su propia ideología y cae en lo que él mismo pretende criticar: la intolerancia, el
fanatismo […].”64 Los valores como la tolerancia, la libertad o la armonía, típicos de esta
filosofía, resultan cada vez más importantes en la literatura española, que empieza a criticar
todo tipo de fanatismo y aún la estrechez de la religión católica.
Según los biógrafos, como Joaquín Casalduero, José F. Montesinos o María Pilar
Aparici Llanas, parece que Galdós sufrió la polémica ideológica de su tiempo, lo que se
refleja, sobre todo, en su concepto de las dos Españas: la del fanatismo y la de la tolerancia
y libertad. Este tema aparece muy a menudo en la novelística de nuestro autor. Galdós entra
en contacto con el krausismo en el Ateneo: “El Ateneo le sirve a Galdós no sólo para
educarle en el amor a la tolerancia, sino también para establecer contacto con el krausismo.
Hay que aclarar que no fue, sin embargo, en el Ateneo donde Galdós estableció el contacto
con esta corriente ideológica, sino en su relación directa como amigo de Giner o como
alumno de las clases de historia de Fernando de Castro.”65 Unos diez años después de la
llegada de Galdós a la capital de España, la influencia del krausismo se hace muy fuerte
entre los intelectuales. Hay que decir que nuestro autor no está de acuerdo completamente
con el puritanismo krausista, más bien comparte con esta filosofía la postura religiosa y el
ideal de la moral humana.
En las novelas de Galdós aparece muy a menudo la idea de progreso, que se encuentra
también en la filosofía krausista. Como los seguidores de esta filosofía, Galdós defiende la
idea del progreso reformista frente al conservadurismo que frena el desarrollo del país.

64
Aparici Llanas, María Pilar, op.cit., p. 101.
65
Ibid., p. 103.

78
Nuestro autor también rechaza, como los krausistas, la religión positiva, incluso el
catolicismo ortodoxo, que es muy estático, y comparte con ellos la fe en la educación: “La
influencia de la educación en los personajes del novelista, sobre todo la de una mala
educación, aparece desde las novelas de primera época hasta las últimas.”66
Podemos añadir que en la base de todas las novelas de tesis de Galdós, es decir en Doña
Perfecta, Gloria y La familia de León Roch, se encuentran las ideas estéticas del krausismo
sobre la novela. Los krausistas no consideran la literatura como la fuente de
entretenimiento, sino como camino del conocimiento del sentido de la vida.
La influencia del krausismo es muy evidente en la novela Doña Perfecta. El catolicismo
practicado por la protagonista y por los demás habitantes de Orbajosa se basa en hipocresía,
muy criticada por el krausismo. Pepe Rey, el sobrino de Doña Perfecta, ve en este tipo de
religión, practicada con tanto fanatismo, la causa que ha frenado el progreso de la ciudad y
de todo el país y acusa a la religión y a la Iglesia de impedir el desarrollo de la ciencia. La
polémica sobre la ciencia aparece muy a menudo en esta novela. Inocencio, el clérigo, y
Doña Perfecta representan la religión y el integrismo; y el ingeniero, por otro lado, la
tendencia progresista. El Penitenciario ataca la ciencia moderna porque ésta, según su
opinión, causa la muerte de los sentimientos y de todas las ilusiones, y puede matar el alma
humana: “Con la ciencia destrúyese lo maravilloso en las artes, así como la fe en el alma.
La ciencia dice que todo es mentira, y todo quiere ponerlo en guarismos y rayas, no sólo
maria ac terras, donde estamos nosotros, sino también caelumque profundum, donde está
Dios… Los admirables sueños del alma, su arrobamiento místico, la inspiración misma de
los poetas, mentira. El corazón es una esponja; el cerebro, una gusanera” (DP, pp. 93-94).
Pepe responde a esto con la fe firme en la ciencia y el progreso: “Pero no es culpa
nuestra que la ciencia esté derribando a martillazos un día y otro tanto ídolo vano, la
superstición, el sofisma, las mil mentiras de lo pasado, bellas las unas, ridículas las otras,
pues de todo hay en la viña del Señor. El mundo de las ilusiones, que es como si dijéramos
un segundo mundo, se viene abajo con estrépito. El misticismo en religión, la rutina en la
ciencia, el amaneramiento en las artes, caen como cayeron los dioses paganos: entre burlas.
Adiós, sueños torpes; el género humano despierta y sus ojos ven la claridad” (DP, pp. 94-
95).

66
Ibid., p. 108.

79
Por otro lado, Pepe, al principio de la historia, representa la tolerancia y la libertad.
Encarna muchos de los aspectos característicos de la forma de vida krausista, se decir, es de
espíritu bastante armónico y equilibrado. Sin embargo, podemos recordar como Pepe, casi
al final de la historia, lamenta a su padre de haber perdido el equilibrio: “He cambiado
mucho. Yo no conocía estos furores que me abrasan. Antes me reía de toda obra violenta,
de las exageraciones de los hombres impetuoso, como de las brutalidades de los malvados.
Ya nada de esto me asombra, proque en mí mismo encuentro a todas horas cierta capacidad
terrible para la perversidad” (DP, p. 282). Pepe no representa, sin embargo, el ideal de la
vida, más bien se mezclan en él las ideas teóricas con las pasiones y las contradicciones
humanas, que causan que su idealismo fracasa después de encontrarse con la realidad.
Otro hecho, que nos demuestra la influencia del krausismo, es el culto a la razón, muy
evidente en la novela Doña Perfecta. El representante de la razón es Pepe Rey, sobre el cual
nos dice Galdós: “Hombre de elevadas ideas y de inmenso amor a la ciencia, hallaba su más
puro goce en la observación y estudio de los prodigios con que el genio del siglo sabe
cooperar a la cultura y bienestar físico y perfeccionamiento moral del hombre” (DP, p. 74).
Pepe encarna la idea de progreso y de razón, rechazando el atraso de Orbajosa, es decir el
atraso cultural, científico y también económico: “Por lo poco que he visto, me parece que
no le vendrían mal a Orbajosa media docena de grandes capitales dispuestos a emplearse
aquí, un par de cabezas inteligentes que dirigieran la renovación de este país, y algunos
miles de manos activas” (DP, p. 86).
Pepe no es ateo, como cree toda la Orbajosa. Es cristiano, mas su sentido moral no está
ligado a la moral religiosa. “A Pepe Rey se le atribuyen todas las connotaciones con que los
fanáticos califican a los científicos y filósofos, sin que muchas veces deslinden unos de
otros.”67
Muy importante para él es también la franqueza a sí mismo y también a los demás.
Galdós nos dice del ingeniero: “No admitía falsedades ni mistificaciones, ni esos
retruécanos del pensamiento con que se divierten algunas inteligencias impregnadas del
gongorismo […]” (DP, p. 77). Pepe aún demuestra descontento consigo mismo al recurrir al
engaño para conseguir a su prima, Rosario.

67
Ibid., p. 184.

80
Todo lo que hemos mencionado hasta ahora nos demuestra que la relación entre la
novela Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós y la filosofía krausista evidentemente existe.
Lo documentan los personajes principales de esta novela que presentan dos mundos
diferentes: el estático y fanático, representado por Orbajosa y sus habitantes; y el
progresivo, es decir el que se basa en la concepción krausista, representado por la capital y
por Pepe Rey.

81
8. MARIANELA

Marianela, escrita entre Gloria (1877) y La Familia de León Roch (1878), ha sido
siempre una de las novelas más famosas y conocidas de Benito Pérez Galdós. Por primera
vez fue publicada en 1878, y en el mismo año también empezó a aparecer por entregas,
hasta el año 1881, en La Guirnalda. Las numerosas reediciones que seguían, las
traducciones y las adaptaciones escénicas y cinematográficas testimonian la
excepcionalidad de esta obra. Su éxito se debe, sobre todo, a la ternura y la delicadeza de
Pérez Galdós al narrar la historia de Marianela. Un crítico conocido, José F. Montesinos,
dice que el autor mismo tenía cierta debilidad, si no por la novela, por la Nela, que le da
nombre a la obra: “Se cuenta que cuando los Quintero hicieron representar una adaptación
escénica de Marianela, don Benito, que asistía al estreno entre bastidores, ya del todo ciego,
al oír a Margarita Xirgu, que por lo visto lo hacía muy bien, como siempre, las primeras
palabras, se echó a llorar como un niño, y le tendió los brazos llamándola: «¡Nela, Nela!»”68
Sin embargo, en torno a esta novela surgieron muchos interrogantes. Compuesta al
mismo tiempo como las novelas de tesis, es decir Doña Perfecta y La familia de León Roch,
presenta la cuestión de si es también una novela de tesis, o no. Como Marianela está tan
cargada de simbolismo, es una tarea muy difícil establecer su verdadero sentido. por
ejemplo, Emilia Pardo Bazán afirmó que se trataba de un género aparte, de un drama
psicológico, basado en los sentimientos y las emociones, que hacía sentir a los lectores. En
comparación con Doña Perfecta o Gloria, la novela de Marianela no trata en tanta medida
las cuestiones palpitantes de la época, es decir la intolerancia religiosa y la situación
política, sino que más bien se dedica a los problemas sociales, filosóficos y morales.
Tan singular es la intensidad de las emociones y de los sentimientos en esta novela, que
los lectores puedan pensar que Galdós nos revela sus propias memorias de su amor juvenil
– de su prima, Sisita: “Nela no sólo es la muchacha fea, amada por el ciego y desconocida
por el vidente, sino llama de pureza que el viento del recuerdo extrajo de algún rescoldo, de
alguna brasa no apagada en el corazón del novelista. En Nela hay mucho de Sisita, la amada
juvenil de Galdós, y esa remembranza lejana, hermoseada por la distancia y la adscripción

68
Montesinos, José F., op.cit., p. 240.

82
al pasado irreversible, proyecta sobre la narración una fragnancia. Pues ésta es la novela
romántica de Galdós, la compensación por el amor frustrado; el imposible amor, la suprema
pureza se incorporaron al orbe ficticio gracias a esta figura ideal. Puesto que su vida
marchaba por caminos muy diferentes, y las presencias femeninas que la poblaban no se
parecían a la dulce muchacha de las islas, el escritor la inventó de nuevo, imagen verdadera
de sus sueños, para sentirla a su lado y con ella a la juventud perdida.”69 Sin embargo, es
bastante evidente que Marianela no es sólo una historia de amor contrariado, sino que se
nos presenta una novela del mensaje más profundo, que trata muchos más problemas
importantes de la época.
Galdós empezó a escribir Marianela el 6 de diciembre de 1877 y entregó el manuscrito
el 21 de enero de 1878. Esta obra pertenece al grupo de cuatro novelas denominadas
«contemporáneas» y clasificadas por el autor mismo como «novelas de la primera época».
Todas las novelas contemporáneas tratan los conflictos acuales de los años setenta, incluso
Marianela, en la que, sin embargo, hay cierto cambio de tono: los temas políticos y
religiosos dejan de ser primordiales y el autor se dedica más bien a los problemas morales y
sociales. Parece que Galdós quería contribuir con esta novela a la regeneración necesaria de
la sociedad española. La preocupación por lo social relaciona a Marianela con las demás
«novelas de la primera época».
Antes de dedicarnos al argumento y al tema de la novela, queremos comentar
brevemente dos cuestiones que dominan la crítica relacionada con Marianela: la búsqueda
de fuentes posibles de esta obra y la de los rasgos excepcionales que diferencian esta obra
de otras novelas realistas.
Los críticos han encontrado las fuentes de Marianela no sólo en literatura, sino también
en filosofía, en historia o en la vida propia del autor; han mencionado los nombres de
Comte, Taine, Diderot, Goete, Castiglione, Dante, Calderón, Víctor Hugo, entre otros, o el
amor frustrado del novelista a su prima Sisita. El gran número y la variedad de fuentes
posibles indica que es muy difícil identificar la verdadera inspiración de Galdós con
precisión. A veces, las semejanzas de las obras de los autores mencionados y de Marianela
son bastante vagas: es sólo una metáfora, una idea, un héroe ciego o un huérfano, el amor
contrariado o un suicidio. Por algunos críticos la presencia de ésto ha sido considerada

69
Gullón, Ricardo, op.cit., p. 73.

83
prueba suficiente de la inspiración directa de nuestro escritor en otras obras. Mas el único
caso en el que la influencia en Galdós parece probable, es el de Wilhelm Meister de Johann
Wolfgang Goethe, al que nos dedicaremos en otro capítulo. Podemos concluir este párrafo
con las palabras verdaderas de Geraldine Scanlon: “Obviously Galdós found inspiration en
what he read just as he found inspiration in the real world.”70
Otra cuestión que siempre ha interesado a los críticos literarios es la pertenencia o no de
Marianela al género realista. Todas las «novelas de la primera época» revelan cierta
influencia del romanticismo y del postrromanticismo, pero ninguna tanto como Marianela.
Las novelas consideradas por los críticos como fuentes literarias de esta novela también
pertenecen frecuentemente al género romántico. Nos referimos a las obras de Goethe, Hugo
o Eugène Sue, entre otros. El humanismo romántico absorbió también a dos autores
realistas, a los que Pérez Galdós admiró mucho, es decir a Dickens y Balzac. Los dos
emplean las técnicas de la novela popular en combinación con las técnicas de realismo, y
los críticos los describen más bien como realistas románticos que realistas puros. Éste es
también el caso de Marianela de Galdós, que emplea en esta novela las técnicas del
«realismo romántico»: combina las técnicas características de la ficción romántica y
postrromántica, es decir la intensificación de los caracteres y de las situaciones, el
aprovechamiento de la atmósfera y los contrastes extremos, que evocan emociones y
sentimientos intensos en los lectores, con los procedimientos puramente realistas, sobre
todo las descripciones detalladas y verosímiles.

70
Scanlon, Geraldine M., op.cit., p. 16.

84
8.1. ARGUMENTO Y TEMA

En la novela de Marianela, Galdós trata el tema del amor imposible, contrariado e


infeliz de una muchacha fea, la Nela, y un joven ciego, al que la niña sirve de lazarillo,
acompañándole en sus paseos y describiéndole todo lo que los rodea. Este tema no es nada
excepcional en la historia de la literatura universal; algo parecido podemos encontrar
también en la literatura checa, por ejemplo en la obra de Ivan Olbracht. Este tema fue
empleado ya en la Antigüedad; nos referimos a la fábula de Oidipo y Antígona. También en
la literatura es bastante frecuente. Como ejemplo representativo podemos presentar la
novela picaresca Lazarillo de Tormes, en la que el protagonista acompaña a un anciano
ciego.
El esquema básico suele ser siempre el mismo: la protagonista es “la luz de los ojos” del
hombre amado, quien, a pesar de prometerle el amor eterno, después de su curación no la
conoce y ella tiene que luchar por su amor. Poco faltaba para que Marianela de Benito
Pérez Galdós perteneciera también a esta categoría de historias amorosas. Mas nuestro autor
es un escritor demasiado bueno que logró evitar este esquematismo.
Marianela está basada en el realismo que a veces contiene, en cierta medida, los
elementos naturalistas, como la descripción detallada del ambiente, que no oculta nada y
aun no evita la fealdad. Muy evidente es el buen conocimiento del espacio en el que se
desarrolla la historia, ya que Galdós visitó algunas veces lugares parecidos a las minas de
Socartes. Muy evidente es también el afán del autor de describir fielmente los procesos
psíquicos de los dos jóvenes, mas debemos confesar que a veces estas descripciones
resultan bastante inverosímiles.
Al igual que en la novela de Doña Perfecta, la historia empieza con la llegada dramática
de uno de los personajes primarios. En este caso se trata del hombre que busca el camino a
las minas de Socartes, cerca de las cuales vive su hermano, Carlos Golfín, el ingeniero de
estas minas, con su mujer, Sofía. El caminante no puede encontrar el camino por la
oscuridad de la noche, mas se da cuenta de la singularidad del paisaje por el que pasa:
“Nada, absolutamente nada...; pero el césped ha desaparecido, el terreno está removido.

85
Todo es aquí pedrusco y tierra sin vegetación, teñida por el óxido de hierro... Sin duda estoy
en las minas..., pero ni un alma viviente, ni chimeneas humeantes, ni ruido, ni un tren que
murmure a lo lejos, ni siquiera un perro que ladre...” (M, p. 71) Lo conduce sólo una voz
dulce que suena desde lejos, la voz de Marianela.
Más tarde encuentra a Pablo, un muchacho ciego, quien es la verdadera razón de la
llegada del viajero a este lugar particular. Pablo le conduce con seguridad por las minas y
hay que decir que esta parte, que describe el paisaje raro por el que los dos pasan, pertenece
a los mejores pasajes de la historia. El viajero, conducido por un muchacho ciego que
conoce perfectamente el camino, ve lugares bonitos, mas también lugares parecidos al
infierno:”Hallábase en un lugar hondo, semejante al cráter de un volcán, de suelo irregular,
de paredes más irregulares aún. En los bordes y en el centro de la enorme caldera, cuya
magnitud era aumentada por el engañoso claroscuro de la noche, se elevaban figuras
colosales, hombres disformes, monstruos volcados y patas arriba, brazos inmensos
desperezándose, pies truncados, dispersas figuras semejantes a las que forma el caprichoso
andar de las nubes en el cielo; pero quietas, inmóviles, endurecidas” (M, p. 76). El motivo
del viaje y de la llegada es bastante frecuente en la historia de la literatura universal y
también desempeña un papel importante en nuestra historia.
El viajero, Teodoro Golfín, como llegamos a saber, es un oftalmólogo famoso y
conocido: “En efecto, parecía un león, y, como el rey de los animales, no dejaba de
manifestar a cada momento la estimación en que a sí mismo se tenía. Pero la vanidad de
aquel hombre insigne era la más disculpable de todas las vanidades, pues consistía en sacar
a relucir dos títulos de gloria: su pasión por la Cirugía y la humildad de su origen” (M, p.
137). Le han pedido el diagnóstico y la operación del muchacho ciego, Pablo, para que le
devuelva la vista. El lector perspicaz fácilmente puede adivinar la evolución siguiente de la
historia, mas la novela de Marianela nos ofrece también niveles más profundos que esta
intención bastante previsible.
Teodoro encuentra por la misma noche a Marianela, una muchacha pequeña y débil.
Sigue la descripción de Nela, tan importante para el resto de la historia: “Era como una
niña, pues su estatura debía contarse entre las más pequeñas, correspondiendo a su talle
delgadísimo y a su busto mezquinamente constituido. Era como una jovenzuela, pues sus
ojos no tenían el mirar propio de la infancia, y su cara revelaba la madurez de un organismo

86
que ha entrado o debido entrar en el juicio. A pesar de esta desconformidad, era
admirablemente proporcionada, y su cabeza chica remataba con cierta gallardía el miserable
cuerpecillo” (M, p. 86). Aunque tiene ya dieciséis años, aparenta sólo doce: “Alguien la
definía mujer mirada con vidrio de disminución; alguno, como una niña con ojos y
expresión de adolescente. No conociéndola, se dudaba si era un asombroso progreso o un
deplorable atraso” (M, p. 86-87). A Teodoro le sorprende mucho, al hablar con ella, su
senzatez, modestia, seriedad y su facultad pensante: “Sus palabras, al contrario,
sorprendieron a Golfín por lo recatadas y humildes, dando indicios de un carácter formal y
reflexivo” (M, p. 87).
Nela le cuenta al doctor su vida: es hija ilegítima que debido al descuido de su padre
sufrió un accidente que causó que la niña sana y bonita quedó débil y deforme. Su padre
murió y a su madre la dejaron cesante por el alcoholismo y ella se suicidó – se tiró de una
cima, que da mucho miedo a todos, excepto a Marianela, a la que le gusta mucho pasar el
tiempo cerca de la quebrada, creyendo oír la voz de su madre de la cima.
En este lugar cambia el carácter realista y hasta naturalista de la novela y empiezan a
aparecer rasgos de una historia sentimental. Mas Galdós logra alterar este sentimentalismo
ya en el capítulo siguiente, en el que se nos presenta la familia con la que vive Marianela –
los Centeno, una “familia de piedra.” Todos viven en una casa mísera y sucia – como sus
habitantes – demasiado pequeña para una familia tan numerosa. Marianela no tiene ni su
propio cuarto ni su propia cama, tiene que dormir en una cesta, hecha por el hijo mayor de
los Centeno, Tanasio, un joven torpe, de escasa inteligencia. Nadie cuida de la Nela, nadie
habla con ella, excepto el hijo menor, Celipín.
Marianela tiene solamente un deber – acompañar a Pablo en sus paseos. El ciego se nos
presenta como un joven amable, fuerte, parecido a una estatua de mármol. Su padre, don
Francisco Penáguilas, propietario adinerado de una granja, ama mucho a su hijo, desea
ayudarle y darle todo, y trata de entretenerle leyéndole libros de todo género. Pablo es capaz
de ordenar y clasificar los nuevos conocimientos; reflexiona sobre ellos, sacando
conclusiones profundamente filosóficas. Sobre estos conocimientos discute con Marianela
en sus paseos y aquí se confrontan sus lucubraciones teóricas y la aprehensión natural del
mundo, representada por Nela, una muchacha sencilla, sin educación. Las conversaciones
de los dos jóvenes parecen, debido a su edad baja, poco naturales y convincentes. A pesar

87
de eso, sus discusiones desempeñan un papel muy importante en la historia. Lo interesante
es que el autor cree que es necesario explicar a los lectores todas las expresiones y todos los
pensamientos de Marianela, para que los comprendan perfectamente, mas este hecho causa
que la narración pierde su ritmo.
Pronto entra en la historia otro personaje importante – Florentina, la prima de Pablo, de
la que cree Marianela que es la Virgen María por su belleza excepcional: “Allí estaba,
dentro de un marco de verdura, la Virgen María Inmaculada, con su propia cara, sus propios
ojos, que al mirar reflejaban toda la hermosura del Cielo. La Nela quedó muda, petrificada,
con una sensación en que se confundían el fervor y el espanto. No pudo dar un paso, ni
gritar, ni moverse, ni respirar, ni apartar sus ojos de aquella aparición maravillosa” (M, p.
174). Florentina es una muchacha alegre, bonita y bondadosa, pero algo superficial.
El lector fácilmente puede adivinar la continuación de la historia. Pablo, al recobrar la
vista después de la operación efectuada por Teodoro, aunque convencido de la hermosura
de Nela y decidido a casarse con ella, primeramente ve a su prima y su interés de ver a
Marianela, aunque no desaparece totalmente, se disminuye. Florentina adivina que Pablo
desempeña un papel muy importante en la vida de Marianela y por eso le ofrece a ésta que
pueda vivir con ella y Pablo. Mas Nela huye, ya que no puede soportar la idea de vivir con
el joven matrimonio. Teodoro la encuentra en el barranco cuando está a punto de suicidarse.
Hay que decir que la bondad de Florentina no es pura, más bien parece que busca en
Marianela una muñeca para jugar.
Cuando Pablo finalmente ve a Nela, muy enferma con fiebre. Ha perdido todas sus
fuerzas al darse cuenta de su miseria y pobreza y de que su vida ha perdido el sentido.
Solamente el doctor Golfín entiende el dolor de su alma y quiere ayudarla, mas ni sus
conocimientos de medicina consiguen salvar a Nela, que muere debido a su corazón roto.
Además, Galdós añadió una parte final – una conclusión muy sorprendente de la
historia: la tumba de Marianela llega a ser un lugar de peregrinación y empiezan a aparecer
leyendas sobre Nela, que se convierte en ellas en una muchacha de origen noble, muy
caprichosa, a la que le gusta vagar por el país con los mendigos, vagabundos y gitanos,
cantando las odas de Calderón.
Como ya hemos dicho, el tema de Marianela, una novela llena de ternura, es el amor
imposible e infeliz de una mendiga y un joven ciego. Mas hay también niveles más

88
profundos debajo de esta historia. A lo largo de la historia aparece la idea de que si la
sociedad hubiera dado a Marianela la educación y el amor, su vida habría sido muy distinta.
La crítica de la sociedad y de su desinterés es bastante evidente. Nos lo documenta, por
ejemplo, el personaje de Sofía, la cuñada de Teodoro Golfín, cuyo casi único interés es la
caridad: “No tenía hijos vivos, y su principal ocupación consistía en tocar el piano y en
organizar asociaciones benéficas de señoras para socorros domiciliarios y sostenimientos de
hospitales y escuelas” (M, p. 138). Mas su caridad es muy superficial, más bien le gusta
organizar bailes, funciones dramáticas o corridas de toros, es decir entretenerse, que ayudar
donde hace falta, como en el caso de Nela. La crítica la expresa Galdós por las palabras de
Teodoro: “Todo eso sólo me prueba las singulares costumbres de una sociedad que no sabe
ser caritativa sino bailando, toreando y jugando a la lotería...” (M, p. 142)
Otro tema lo podemos clasificar como la lucha de la belleza interna y la externa. Pablo,
todavía ciego, se enamora de la belleza interna de Marianela, mas al recobrar la vista, se
vuelve superficial, prefiriendo la belleza externa, representada por su prima, Florentina.
Este tema se relaciona estrechamente con la lucha de la imaginación y la realidad. Pablo, el
joven ciego, vive en un mundo imaginario, mas una vez obtiene la vista, el choque con la
realidad causa que se vuelve superficial, olvidando todo lo bueno que lleva Marianela
dentro de su alma por el aspecto atractivo de su prima Florentina. La cruda realidad, llevada
por la ciencia, que permitió a Pablo recobrar la vista, destruye el frágil mundo de la
imaginación de Marianela y causa aún su muerte, ya que la pobre muchacha no es capaz de
vencer estas fuerzas que se oponen entre sí. Lo podemos resumir con las palabras de
Teodoro: “[…] es la realidad pura, la desaparición súbita de un mundo de ilusiones. La
realidad ha sido para él nueva vida; para ella ha sido dolor y asfixia, la humillación, la
tristeza, el desaire, el dolor, los celos..., ¡la muerte!” (M, p. 238)

89
8.2. LOS PERSONAJES: LOS MOTIVOS DE SU ACTUACIÓN

La niñez de Marianela se desarrolla en el ambiente de la clase social baja en


Villamojada, un pueblo pequeño, y un poco después, en las minas de Socartes. Como una
hija ilegítima, cuya madre la abandonó para buscar trabajo en la capital, vivió primeramente
con su padre y con su tía. Después de la muerte del padre, su madre volvió y empezó a
trabajar en las minas, mas pronto la dejaron cesante por su alcoholismo y ella se suicidó,
tirándose en el barranco de Trascava.
Sin educación y mal alimentada, Nela evidentemente sufre de deprivación material.
Teodoro Golfín la describe como «atrasadilla, raquítica y físicamente retardada». También
Florentina, la prima de Pablo y su futura esposa, está horrorizada al conocer las condiciones
en las que debe vivir Marianela. Por eso decide vestirla y darle su propia cama: “Pronto ha
de venir la Nela a vivir conmigo – dijo Florentina, saliendo a toda prisa de aquella caverna
–, y entonces tendrá una cama como la mía, y vestirá y comerá lo mismo que yo” (M, p.
187).
Sin embargo, la novela no está concentrada en las necesidades físicas de Marianela, sino
se basa en su inteligencia y en sus sentimientos. Galdós presenta a Nela como una
muchacha muy excepcional, cuya excepcionalidad ha sido derrochada por la falta de amor y
de cuidado: “Jamás se le dio a entender a la Nela que había nacido de criatura humana,
como los demás habitantes de la casa. Nunca fue castigada; pero ella entendió que este
privilegio se fundaba en la desdeñosa lástima que inspiraba su menguada constitución
física, y de ningún modo en el aprecio de la persona” (M, p. 102).
La opinión sobre Marianela, pronunciada repetidamente a lo largo de la historia por
Teodoro Golfín, reaparece también mediante otros personajes. Pablo, por ejemplo, afirma
de ella: “Tus disparates, con serlo tan grandes, me cautivan, porque revelan el candor de tu
alma y la fuerza de tu fantasía. Todos esos errores responden a una poderosa facultad tuya,
que sería primorosa si estuviera auxiliada por la razón y la educación… Es preciso que tú

90
adquieras un don preciso de que yo estoy privado; es preciso que aprendas a leer” (M, p.
118).
También Carlos, el hermano de Teodoro, confiesa que la niña es inteligente, aunque no
ha obtenido ninguna educación: “Pues yo he observado en la Nela – dijo Carlos – algo de
inteligencia y agudeza de ingenio bajo aquella corteza de candor y salvaje rusticidad. No,
señor; la Nela no es tonta, ni mucho menos. Si alguien se hubiera tomado el trabajo de
enseñarle alguna cosa, habría aprendido mejor quizás que la mayoría de los chicos. ¿Qué
creen ustedes? La Nela tiene imaginación; por tenerla y carecer hasta de la enseñanza más
rudimentaria, es sentimental y supersticiosa” (M, p. 143). El padre de Pablo, don Francisco,
también notó la modestia y la delicadeza de Nela. La conducta de ésta a lo largo de la
historia plenamente justifica estos comentarios, aunque ella cree que no sirve para nada:
“Para Marianela es un dogma que ella no sirve para nada. ¡Qué mucho que Marianela,
preocupada e ignorante, creyera esto de sí, si el autor mismo, según me han dicho, piensa
que la pobre niña no vale gran cosa! Apresurémonos a reparar esta injusticia. Digamos,
como Teodoro Golfín: Marianela, tú vales mucho.”71 La generosidad, la bondad y la moral
firme de Nela son evidentes sobre todo en su actitud hacia todos los que son responsables
de su dolor: los Centeno, Florentina y Pablo.
A pesar del tratamiento malo que Nela recibe de los Centeno, aconseja al hijo menor,
Celipín, que no culpe a sus padres de su ignorancia y rusticidad, y que les envíe el dinero
cuando esté en Madrid: “Pero no pienses esas cosas malas, no pienses eso de tus padres”
(M, p. 99). Galdós emplea a los Centeno intencionadamente, ya que por medio de esta
familia puede expresar sus opiniones sobre la relación de los campesinos comunes y sus
ideas ingenuas sobre la educación: “Se ha declamado mucho contra el positivismo de las
ciudades, plaga que, entre las galas y el esplendor de la cultura, corroe los cimientos
morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas,
que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándolos en el
círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa. […] Para el aldeano codicioso no
hay ley moral, ni religión, ni nociones claras del bien; todo esto se revuelve en su alma con
supersticiones y cálculos groseros, formando un todo inexplicable. […] La ignorancia, la
rusticidad, la miseria en el vivir completan esta abominable pieza quitándole todos los

71
Alas, Leopoldo, Ensayos sobre Galdós. Madrid, Editorial Fundamentos, 2001, p. 62.

91
medios de disimular su descarnado interior. Contando por los dedos es capaz de reducir a
números todo el orden moral, la conciencia y el alma toda.”72 Parece que el novelista trata
el tema de Beatus ille, alabando la ciudad y criticando la aldea.
Celipín Centeno nunca ha frecuentado la escuela, ya que cada día tiene que trabajar en
las minas. Tampoco para él queda en la casa un dormitorio propio: “Tenía su dormitorio en
la cocina, la pieza más interna, más remota, más crepuscular, más ahumada y más
inhabitable de las tres que componían la morada Centenil” (M, p. 95). Lo que es importante
es que él es el único quien desea un cambio, una vida mejor. Por la noche, el muchacho y
Nela discutían principalmente sobre los deseos de Celipín, que ahorraba dinero para el
viaje a Madrid y a quien la Nela le daba todo el dinero que logró ganar.
Celipín ve en Marianela la única persona que lo escucha y que cree en él. La quiere,
hasta le ofrece que lo acompañe a la ciudad a donde quiere escapar, lo que ella rechaza.
Mas como miembro de la familia de los Centeno, se siente superior a Nela. La niña no se lo
reprocha, ya que sabe qué papel le corresponde en la sociedad y lo acepta con humildad.
Como Celipín es un niño de doce años, sin educación y proveniente de la clase social
baja, algunas de sus ideas son un poco exageradas. Más bien parece que se trata de las
opiniones del autor, quien las pone en boca del muchacho. Este hecho lo podemos observar
en muchas pasadas. Celipín se imagina su vida futura de manera muy ingenua – como
corresponde a su edad y al ambiente en el que crece, mas en otra parte de la historia
presenta opiniones dignas de un adulto sabio.
Sabe que debe aprender a leer y escribir, pero principalmente se imagina a sí mismo
como un hombre bien vestido y elegante, lo que le traerá, como cree, la importancia:
“Ahora pasaba por la charca de Hinojales y me miré en el agua. ¡Córcholis!, me quedé
pasmado, porque me vi con la mesma figura de don Teodoro Golfín… Cualquier día de esta
semana nos vamos, a ser médicos y hombres de provecho… Ya tengo juntado lo que quería.
Verás como nadie se ríe del señor De Celipín” (M, p. 193). Son los deseos de un niño
pequeño que, sorprendentemente, sigue sus sueños, cree en su éxito y abandona su casa
para vivir una vida mejor.
Su ideal es Teodoro Golfín, el oftalmólogo famoso. El primer contacto de éste con
Marianela se realiza ya al principio de la historia y desde entonces, el doctor empieza a

72
Ibid., pp. 99-100.

92
expresar interés por esta muchacha excepcional, en la que siente el alma honda e infeliz.
Mas todavía no sabe que él mismo llegará a ser la causa de la desgracia de Nela. Le interesa
mucho el destino de la niña, la defiende de Sofía, la mujer de su hermano Carlos, y le gusta
hablar con ella, ya que le encantan sus opiniones sobre la naturaleza, la religión o el
universo.
Solamente Teodoro se da cuenta de lo que forzó a Nela a escapar después de la
operación exitosa de Pablo. Y no sólo a escapar, sino a pensar en el suicidio, ya que la
encuentra cerca del barranco, un lugar que siempre ha atraído a la niña que cree que su
madre la espera allí: “Quería ir con mi madre – repuso la Nela, después de vacilar un
instante - . No quería vivir más. Yo no sirvo para nada. ¿De qué sirvo yo? ¿No vale más que
me muera? Si Dios no quiere que me muera, me moriré yo misma por mi misma voluntad”
(M, p. 207). A Nela le gustaría vivir, es joven y como ella misma suele decir, le gusta la
vida, mas debe escapar de Florentina que le “ofreció la muerte.” Teodoro se pregunta: “ – Si
deseas la vida, ¿por qué no aceptaste lo que Florentina te ofrecía? Vuelvo al mismo tema. –
Porque…, porque, porque la señorita Florentina no me ofrecía sino la muerte – dijo la Nela
con energía” (M, p. 209).
Aún parece que Marianela acusa al doctor Golfín de su desgracia. La ciencia, que él
representa, interrumpió su vida simple y feliz, en la que ella fue importante y hermosa para
Pablo. No acepta las opiniones de Teodoro que la belleza interior es más importante que la
física: “Verdaderamente no eres muy bonita…; pero no es propio de una joven discreta
apreciar tanto la hermosura exterior. Tienes un amor propio excesivo, mujer. […] Es
preciso que te cures esa manía; hazte cargo de que hay una porción de dones más estimables
que el de la hermosura, dones del alma que ni son ajados por el tiempo ni están sujetos al
capricho de los ojos. Búscalos en tu alma, y los hallarás” (M, pp. 210-211). Sin embargo,
Teodoro sabe muy bien que la Nela no es capaz de abandonar su convicción de que no
puede vivir sin el amor de Pablo. También se da cuenta que la medicina no puede curar el
corazón roto y que en el mundo hay muchos casos similares a el de Nela: “Como la Nela
hay muchos miles de seres en el mundo. ¿Quién los conoce? ¿Dónde están? Se pierden en
los desiertos sociales…, que también hay desiertos sociales; en lo más obscuro de las
poblaciones, en lo más solitario de los campos, en las minas, en los talleres. A menudo
pasamos junto a ellos y no los vemos… Les damos limosna sin conocerlos… No podemos

93
fijar nuestra atención en esa miserable parte de la sociedad. Al principio creí que la Nela era
un caso excepcional; pero no, he meditado, he recordado, y he visto en ella un caso de los
más comunes” (M, pp. 228-229).
Cuando la Nela muere al oír las palabras crueles de Pablo, el doctor exclama: “¡La mató!
¡Maldita vista suya!”(M, p. 235) Con estas palabras confiesa su culpa; la ciencia devolvió a
Pablo la vista y mató a Marianela, una niña ingenua, simple y sin educación, mas con el
corazón lleno de amor: “La idea central es el poder de la ciencia del médico Golfín que
devuelve la vista al joven Penáguilas. Pero advertimos que la ciencia, al dar vida a Pablo
Penáguilas, destruye la vida de Marianela y el mundo de la ilusión que los dos jóvenes
habían creado.”73
Galdós suele elegir para su obra las protagonistas muy excepcionales y diferentes de lo
común, siendo o buenas o malas. Para subrayar su excepcionalidad, las rodea de otras
mujeres – mujeres comunes, representantes típicas de su época. En la novela Marianela,
estos personajes femeninos los representa Florentina, una muchacha joven, algo caprichosa
y un poco egoísta, mas también bondadosa y generosa o Señana, una mujer primitiva e
indiferente, cuales trataremos más adelante; y, por último, Sofía, una mujer rica que se cree
muy buena: “Era Sofía una excelente señora, de regular belleza, cada día reducida a menor
expresión por una tendencia lamentable a la obesidad. Le habían dicho que la atmósfera de
carbón de piedra enflaquecía, y por eso fue a vivir a las minas, con propósito de pasar en
ellas todo el año. Por lo demás, aquella atmósfera, saturada de polvo de calamina y de
humo, causábale no poco disgusto” (M, p. 138). Después de la llegada de Teodoro, cuando
ella y los dos Golfínes paseaban, el perro de Sofía se perdió, ella mandó a Marianela a
correr tras él y la acusó de su fuga. El perro, Lilí, sirve aquí para subrayar el
comportamiento absurdo de su ama: “Lilí miraba a su ama por encima del hombro de la
chiquilla, y parecía decirle: «Ay, señora, pero qué boba es usted»” (M, p. 141).
El único que se da cuenta del comportamiento malo de Sofía y de su injusticia es
Teodoro. Le propone a su cuñada que compre a Nela unos zapatos en vez de comprar
vestidos absurdos para Lilí. La discusión que sigue nos revela claramente las opiniones de
Sofía sobre los pobres que son, según ella, personalmente responsables de sus problemas y

73
Elizalde, Ignacio, op.cit., pp. 20-21.

94
por eso no merecen la compasión. Los considera seres inferiores y afirma que Dios ha
hecho bien en permitir el suicidio de la madre de Nela.
A pesar de estas palabras crueles, Sofía, que se cree muy bondadosa, sacrifica una parte
de su tiempo para organizar acontecimientos culturales benéficos: “No tenía hijos vivos, y
su principal ocupación consistía en tocar el piano y en organizar asociaciones benéficas de
señoras para socorros domiciliarios y sostenimientos de hospitales y escuelas. En Madrid, y
durante buena porción de años, su actividad había hecho prodigios, ofreciendo ejempols
dignos de imitación a todas las almas aficionadas a la caridad. Ayudada de dos o tres
señoras de alto linaje, igualmente amantes del prójimo, había logrado celebrar más de
veinte funciones dramáticas, otros tantos bailes de máscara, seis corridas de torros y dos de
gallos, todo en beneficio de los pobres” (M, p. 138). Mas como afirma don Manuel, la
mayor parte del dinero ganado se gasta en los costes de estos acontecimientos culturales:
“Verdad que una gran parte fue para la empresa del gas, para el alquiler del teatro y los
empleados…, pero a los pobres les llegó su pedazo de pan…” (M, pp. 227-228)
La crítica de este personaje es bastante evidente; Galdós nos presenta a Sofía más bien
como una caricatura. La actitud de esta señora a las cuestiones sociales es muy típica de la
sociedad de la que proviene. Sus opiniones se basan en el concepto rígido de la distinción
de clases, que niega la igualdad de los pobres y de los ricos; un aspecto que reaparece
también en el personaje de don Manuel. Don Manuel está estupefacto por el inhabitual
modo de practicar la caridad de su hija. Su familiaridad con Marianela – le prepara el
vestido y la lleva a su casa – le parece más bien como una falta de educación, ya que la niña
no trata a Nela como corresponde a su posición social. Tanto don Manuel como Sofía son
muy superficiales, soberbios y egoístas, sobre todo en comparación con Marianela, que
representa todo lo contrario – es bondadosa y generosa.
El carácter de la relación entre Marianela y Pablo se nos revela sobre todo por la
descripción de sus paseos por las minas. La atmósfera fresca y alegre la multiplica aún el
paisaje que contrasta con los lugares por los cuales pasó Teodoro después de su llegada a
Socartes. Entonces todo parecía oscuro y hostil, pero ahora nos encontramos en un lugar
lleno de flores, pájaros, con una fuente. Aunque Pablo no puede ver la naturaleza, ésta
forma el ambiente perfecto para la conversación de los dos jóvenes. Fuera de la casa, en el
seno de la naturaleza, acompañando a Pablo, la Nela es muy feliz y se siente libre: “Aquella

95
débil criatura, en la cual parecía que el alma estaba como prensada y constreñida dentro de
un cuerpo miserable, se ensanchaba, se crecía maravillosamente al hallarse sola con su amo
y amigo. Junto a él tenía espontaneidad, agudeza, sensibilidad, gracia, donosura, fantasía.
Al separarse, creeríase que se cerraban sobre ella las negras puertas de una prisión” (M, p.
113).
Marianela no se siente cohibida de expresar ante Pablo su modo de entender el universo.
La naturaleza es muy importante para ella, todo le interesa y se forma su propia opinión
sobre todo lo que la rodea; una opinión a veces bastante primitiva e ingenua que, sin
embargo, contiene cierta sabiduría y hondura. Pablo, que obtuvo cierta educación, aunque
no sistemática, trata de corregir los pensamientos de Nela, mas ella tiene su propio modo de
entender el mundo y está convencida de su verdad: “El sol, las yerbas, la luna y el cielo
grande y azul, lleno siempre de estrellas…, todo, todo lo tenemos dentro; quiero decir que,
además de las cosas divinas que hay fuera, nosotros llevamos otras dentro. Y nada más…
Aquí tienes una flor, otra, otra, seis: todas son distintas. ¿A que no sabes tú lo que son las
flores?” (M, p. 115)
Pablo desarrolla sus lucubraciones sobre la hermosura, sobre el ideal de la belleza, el
universo o la historia – es evidente que su padre le lee libros de muchos géneros y que el
joven es capaz de clasificar sus nuevos conocimientos, deseando conocer el mundo que no
puede ver: “La superioridad de Pablo sobre la Nela reside en su capacidad discursiva. El
lazarillo vive en un mundo de mitos; el ciego, en un mundo de ideas. Pablo puede ejercer
una función crítica, armado de su lógica, y corregir a Marianela, pero para caer él mismo en
el error.”74
El ciego obedece a su fantasía y llega a creer que el ideal de la hermosura es la Nela:
“Concibo un tipo de belleza encantadora, un tipo que contiene todas las bellezas posibles;
ese tipo es la Nela” (M, p. 122). A Marianela le causan mucho dolor estas palabras, ya que
conoce sus imperfecciones y sabe que ella no tiene nada que ver con el ideal de Pablo.
Cuando llega a saber que ha llegado el doctor Golfín, que puede realizar la operación que
pueda devolver la vista a Pablo, empieza a sentir miedo.
A su miedo corresponde el cambio del ambiente por el cual pasean los dos jóvenes; ya
no se trata del campo idílico, sino de un paisaje oscuro y hostil: “Al día siguiente, Pablo y

74
Casalduero, Joaquín, op.cit., p. 61.

96
su guía salieron de la casa a la misma hora del anterior; mas como estaba encapotado el
cielo y soplaba un airecillo molesto que amenazaba convertirse en vendaval, decidieron que
su paseo no fuera largo” (M, p. 127). Pablo confiesa aquí su amor a Nela, le promete su
corazón y aún afirma que la quiere más que su vista. Después se duerme y Marianela oye de
la cima la voz de su madre que la llama. Pablo está tan contento consigo mismo y con Nela,
que no se da cuenta del comportamiento raro de ésta, de su taciturnidad y tampoco sabe que
sus palabras le causan mucho daño a la muchacha. Aquí se nos revela su egoísmo.
Después de la operación exitosa, Pablo ve a otra mujer – a su prima hermosa y elegante,
Florentina, y enseguida olvida a Nela: “Es mi prima… Yo no tenía idea de una hermosura
semejante… ¡Bendito sea el sentido que permite gozar de esta luz divina! Prima mía, eres
como una música deliciosa; eso que veo me parece expresión más clara de la armonía…”
(M, p. 218) José F. Montesinos afirma sobre esto: “[…] la operación parece realizarse por
arte de magia, y no sólo la operación misma, sino todo lo que sigue a ella. La convalecencia
de una operación de cataratas, de las corrientes y, podríamos decir, normales, aún hoy, que
tan fácil ha llegado a hacerse, requiere cierto tiempo; la de una operación tan ardua como la
que sufre Pablo, ciego de nacimiento, requería, además, una coordenación y reeducación de
todos sus sentidos. Los curiosos fenómenos que observa en sus primeros contactos con las
cosas, que Galdós expone con cierto detalle […] prueban que no es cosa tan mollar eso de
que Pablo abriera los ojos a la luz y se quedara extático ante la impecable belleza de
Florentina. Todo resulta así atropellado y confuso, consecuencia de lo mal pensado que está
el carácter de Pablo, simbólico o no.”75 Pablo en vez de cuando expresa su deseo de ver a
Marianela, mas cuando la ve, ella está enferma y él siente sólo la compasión y nada más.
Otro personaje importante es la prima de Pablo. Leopoldo Alas ve en Florentina una niña
hermosa no sólo físicamente, sino que lleva la belleza también en su interior: “Florentina, la
prometida de Pablo, niña hermosa como ninguna, por dentro y por fuera, del alma y del
cuerpo, es la que se presenta ante aquellos ojos que por vez primera se abren a la luz.”76
Esta opinión la comparten muchos críticos que ven en esta muchacha la portadora de un
mensaje de Galdós de que la bondad existe. Florentina desde el principio trata a Nela con
cariño y parece que esta muchacha es la encarnación de amor y de responsabilidad: “[…] he

75
Montesinos, José F., op.cit., p. 245.
76
Alas, Leopoldo, op.cit., p. 63.

97
prometido que si da la vista a mi primo, he de recoger al pobre más pobre que encuentre,
dándole todo lo necesario para que pueda olvidar completamente su pobreza, haciéndole
enteramente igual a mí por las comodidades y el bienestar de la vida. Para esto no basta
vestir a una persona, ni sentarla delante de una mesa donde haya sopa y carne. Es preciso
ofrecerle también aquella limosna que vale más que todos los mendrugos y que todos los
trapos imaginables, y es la consideración, la dignidad, el nombre” (M, p. 188). Afirma que
siente simpatía a los que quieren que se reparta por igual todo lo que hay en el mundo, es
decir a los socialistas: “Soy partidaria de que haya reparto y de que los ricos den a los
pobres todo lo que tengan de sobra… ¿Por qué esta pobre huérfana ha de estar descalza y
yo no?… Ni aun se debe permitir que estén desamparados los malos, cuanto más los
buenos…” (M, p. 183)
Mas Galdós también presenta cierta crítica de Florentina, ya que, sin duda, hay una
contradicción de lo que dice y de lo que hace. Aunque quiere repartir todo entre toda la
gente y hacer de Nela su hermana, su comportamiento siempre da pruebas de que las
diferencias entre las distintas clases sociales son reales; llama a Marianela huérfana,
lamenta en su presencia que nadie cuida de la pobre muchacha y la llama su «propia
pobre»: “No tiene familia, no tiene quien mire por ella. ¿Cómo se consiente que haya tanta
y tanta desgracia? A mí me quema la boca el pan cuando pienso que hay muchos que no lo
prueban. ¡Pobre Mariquita, tan buena y tan abandonada!…” (M, p. 183) Estas palabras
traen a Nela mucho dolor. Para Florentina la Nela es un objeto de caridad, su propia pobre a
la que quiere transformar en una señorita, mas a pesar de eso no sabe ni quiere saber que
Nela siente y que desea. Cuando Pablo recobra la vista, Florentina causa a Nela mucho
dolor hablando constantemente de su futuro matrimonio con él. Le sorprende mucho la
huida de Marianela, lo que nos documenta más bien su ignorancia que una intención
calculada de hacer daño a la pobre niña.
Bajo la caridad de Florentina podemos encontrar cierta intencionalidad. Frecuentemente
presta mucha atención a su propia generosidad, por ejemplo cuando decide a preparar para
Nela un vestido, y no comprende por qué Nela rechaza sus ofertas: “Yo quería hacerla feliz,
y ella no quiso serlo” (M; p. 239). Sólo satisface su generosidad al pagar el funeral de Nela,
comprando una tumba cara.

98
A los lectores modernos, el comportamiento de Florentina les parecerá más ofensivo que
al autor. Pero, como dice Geraldine Scanlon: “[…] nor can we completely discount the
possibility that her insensitive declaration of her charitable intentions in Nela´s presence
may obey the demands of didactism rather than those of characterization.”77 Lo que es
cierto es que Florentina constituye el contraste con Sofía y con su propio padre, don
Manuel. Mientras que a estos dos Galdós los satiriza en cierta medida, no es fácil identificar
su actitud a Florentina, ya que nos la presenta desde los puntos de vista bastante diferentes:
“Algún positivista empedernido criticóla por esto; ero no faltó quien viera en tan desusado
hecho una prueba más de delicadeza de su alma” (M, p. 240). Su caridad podría servir en
otro caso, mas a Nela llega demasiado tarde y ésta tiene que rechazar la ayuda de
Florentina: “¡Ver realizado lo que tantas veces viera en sueños palpitando de gozo y tener
que renunciar a ello!… ¡Sentirse llamada por una voz cariñosa, que le ofrecía fraternal
amor, hermosa vivienda, consideración, nombre, bienestar y no poder acudir a este
llamamiento, inundada de gozo, de esperanza, de gratitud!… ¡Rechazar la mano celestial
que la sacaba de aquella sentina de degradación y miseria para hacer de la vagabunda una
persona y elevarla de la jerarquía de los animales domésticos a la de los seres respetados y
queridos!…” (M, p. 193)
Por último debemos presentar el retrato de otro personaje importante de esta novela,
Señana, la mujer, en cuya casa vive Marianela. La señora Centeno daba a veces a comer a
Nela, pero generalmente no se cuidaba de ella. Tal vez no sea mala, más bien tonta e inepta,
incapaz de sentir amor ni hacia sus propios hijos: “She offers her children few material
comforts in exchange for the «hacienda» they are making for her and is even more
resolutely hostile to spending money on «pasto intelectual».”78 Por eso no nos sorprende
que la presencia o la ausencia de Nela en su casa no le importaba mucho. Señana amaba
sólo el dinero que ganó su familia y que todos debían entregarle: “Her love for her children
is conditional upon their unquestioningly accepting work in the mines, bringing home their
wages […]”79
La educación le parecía inútil y por eso sólo una de sus hijas sabía leer un poco. Sin
embargo, admiraba mucho a su marido, quien sabía leer y a quien le gustaba comentar los

77
Scanlon, Geraldine M., op.cit., p. 44.
78
Ibid., p. 44.
79
Ibid., p. 49.

99
artículos de periódico: “En cuanto al pasto intelectual, la Señana creía firmemente que con
la erudición de su esposo, el señor Centeno, adquirida en copiosas lecturas, tenía bastante la
familia para merecer el dictado de sapientísima, por lo cual no trató de alimentar el espíritu
de sus hijos con las rancias enseñanzas que se dan en la escuela.”80
La señora Centeno creía que amaba a su familia: “Y Señana amaba a sus hijos; pero ¡hay
tantas maneras de amar! Poníalos por encima de todas las cosas, siempre que se avinieran a
trabajar perpetuamente en las minas, a amasar en una sola artesa todos sus jornales, a
obedecerla ciegamente y a no tener aspiraciones locas ni afán de lucir galas, ni de casarse
antes de tiempo, ni de aprender diabluras, ni de meterse en sabidurías, <<porque los pobres
– decía – siempre habían de ser pobres, y como pobres portarse, sin farolear como los ricos
y gente de la ciudad, que estaba toda comida de vicios y podrida de pecados».”81 ¿Qué
quedaba para Marianela, incapaz de trabajar en las minas ni de ganar dinero de otra
manera? No pudiendo entregar a Señana ningún dinero, la Nela no mereció su atención. A
pesar de esto, la señora Centeno creía que su comportamiento hacia Nela era muy generoso.
Mas no tenía para ella ni una palabra cariñosa; no la consideraba igual a los demás de la
casa: “Nunca se le dio a entender que tenía un alma pronta a dar ricos frutos si la cultivaba
con esmero, ni que llevaba en sí, como los demás mortales, ese destello del eterno saber que
se nombra inteligencia humana y que de aquel destello podían salir infinitas luces y lumbre
bienhechora. Nunca se le dio a entender que, en su pequeñez fenomenal, llevaba en sí el
germen de todos los sentimientos nobles y delicados, y que aquellos menudos brotes podían
ser flores hermosísimas y lozanas, sin más cultivo que una simple mirada de vez en cuando.
Nunca se le dio a entender que tenía derecho, por el mismo rigor de la Naturaleza al criarla,
a ciertas atenciones de que pueden estar exentos los robustos, los sanos, los que tienen
padres y casa propia, pero que corresponden por jurisprudencia cristiana al inválido, al
pobre, al huérfano y al desheredado. Por el contrario, todo le demostraba su semejanza con
un canto rodado, el cual ni siquiera tiene forma propia, sino aquella que le dan las aguas que
lo arrastran y el puntapié del hombre que lo desprecia. Todo le demostraba que su jerarquía
dentro de la casa era inferior a la del gato, cuyo lomo recibía blandas caricias, y a la del

80
Pérez Galdós, Benito, Marianela. Op.cit., pp. 100-101.
81
Ibid., p. 102.

100
mirlo, que saltaba gozoso en su jaula. Al menos, de éstos no se dijo nunca, con cruel
compasión «Pobrecita, mejor cuenta le hubiera tenido morirse»” (M, pp. 102-103).

101
8.3. MARIANELA Y EL POSITIVISMO DE AUGUSTE COMTE

En la novela Marianela es, por lo menos según la opinión de algunos críticos, como
Joaquín Casalduero, evidente la influencia de la filosofía de Auguste Comte. Basta recordar
que según Comte, la humanidad pasa por tres etapas sucesivas o, mejor dicho, por tres
edades. “[…] cada una de ellas ha sido característica de una época dada de la Humanidad y
ha preparado la siguiente, pero que han existido y aun existen conjuntamente. Esta
evolución la ha formulado en la ley de los tres estados.”82 Los tres estados son: el estado
teológico o provisional; el metafísico, transitorio, y el positivo o definitivo. El primero y el
último estado son completamente definidos, mientras que el segundo sirve de puente entre
los otros dos.
La concepción teológica se basa en la imaginación del hombre; la concepción metafísica
se basa en la razón; y la concepción positivista se basa en la observación exacta. “La
imaginación, la razón y la observación son los medios por los cuales cada estado concibe su
mundo, siendo cada uno de ellos característico de su mundo, aunque, como queda dicho, no
se excluyen uno a otro. Son característicos en tanto que cada uno de ellos prepondera en
una época dada y hace de los otros dos sus auxiliares.”83
Según la ideología comtiana, el hombre comienza por creer que todos los fenómenos que
le rodean, se deben a la influencia directa de fuerzas sobrenaturales; después los considera
como productos de fuerzas residentes en los cuerpos; y termina por creer que todo está
sometido a leyes naturales. “A la filosofía teológica le preocupa sólo desentrañar las causas
de los fenómenos; la filosofía positiva, por el contrario – abandonando toda investigación
de las causas por inaccesible a la inteligencia humana - , se ocupa exclusivamente en el
descubrimiento de leyes.”84

82
Casalduero, Joaquín, op.cit., p. 211.
83
Ibid., p. 211.
84
Ibid., p. 212.

102
Según Joaquín Casalduero, la intención de Benito Pérez Galdós de señalar los símbolos
de la ideología comtiana y de dar así mayor profundidad a su obra es bastante evidente. Los
representantes de las tres edades son Teodoro Golfín, Pablo, el muchacho ciego, y
Marianela. Teodoro, el médico, representa la ciencia, es decir la edad positivista comtiana;
Pablo, la edad metafísica y Marianela misma, la edad teológica.
La característica espiritual de la Nela es la imaginación y la tendencia a personificar
todos los elementos de la naturaleza, como las flores o las estrellas: “Las estrellas son las
miradas de los que se han muerto y no han ido todavía al cielo […]. Los muertos son
enterrados en la tierra. Como allá abajo no pueden estar sin echar una miradilla a la Tierra,
echan de sí una cosa que sube en forma y manera de flor” (M, p. 116). Cree en poderes
sobrenaturales, en los objetos de la naturaleza ve personalidades vagas. Domina en ella la
fascinación por lo maravilloso y por los poderes distintos de Dios, aunque no ignora
completamente el Evangelio. Muy importante para ella es la hermosura física: “La más
notable tendencia de su espíritu era la que la impulsaba con secreta pasión a amar la
hermosura física, donde quiera que se encontrase” (M, p. 167). El doctor Golfín dice sobre
la Nela: “La Nela tiene imaginación; por tenerla y carecer hasta de la enseñanza más
rudimentaria, es sentimental y supersticiosa. Eso es: se halla en la situación de los pueblos
primitivos […]. Está en la época del pastoreo” (M, p. 143). Todo lo expuesto nos indica que
Marianela presenta la encarnación de un primitivismo de la humanidad: “El desarrollo
psíquico de Marianela corresponde, pues, al de los pueblos en un estado primitivo, que
personifican las fuerzas de la Naturaleza, indagan las causas y los efectos de las cosas y
conceden primordial importancia a la belleza física.”85
Por otro lado, Pablo, el joven ciego, vive la vida interior y de pura ilusión, ya que no
conoce el mundo más que por el tacto y el oído. Cree que los ojos son inútiles para
descubrir la realidad y la verdad absoluta: “El don de la vista puede causar grandes
extravíos..., aparta a los hombres de la posesión de la verdad absoluta” (M, p. 124). Pablo
trata de conocer el mundo por medio de la razón. Su padre dice sobre él: “Creo que se
enardece demasiado su pensamiento con mis lecturas, y que se ha desarrollado en él una
cantidad de ideas superiores a la capacidad del cerebro de un hombre que no ve. (...) Creo

85
Ibid., p. 208.

103
que su sabiduría está llena de mil errores por la falta de método y pro el desconocimiento
del mundo visible” (M, p. 154).
Pablo, pues, representa la edad metafísica de la humanidad, basada en la razón. En este
caso se trata de la razón influída por la fantasía del muchacho ciego, situado debido a su
ceguera fuera del mundo y de la realidad.
En lo que se refiere a Teodoro Golfín, éste es un hombre que se ha formado a sí mismo,
luchando con la pobreza. Estudió medicina, precisamente oftalmología, y se entregó
completamente a la ciencia, ayudando con todas sus fuerzas a su hermano menor: “Nacidos
en la clase más humilde, habían luchado solos en edad temprana por salir de la ignorancia y
de la pobreza, viéndose a punto de sucumbir diferentes veces; mas tanto pudo en ellos el
impulso de una voluntad heroica, que, al fin, llegaron jadeantes a la ansiada orilla, dejando
atrás las turbias olas en que se agita en constante estado de naufragio el grosero vulgo” (M,
p. 136).86
Representa Teodoro la edad positivista y definitiva. Es él quien separa a Pablo del
mundo de la imaginación y le permite vivir en el de la realidad. También es él la única
persona que se da cuenta del valor de Marianela: “(...) puede admirar y aceptar en todo su
valor a Nela, pues según Comte no hay que menospreciar el estado teológico, antes, al
contrario, se tiene que reconocer su inmenso valor, ya que la filosofía teológica capacitó al
ser humano para crear la civilización.”87
No podemos afirmar con seguridad que Benito Pérez Galdós estaba en contacto directo
con la ideología de Auguste Comte, aunque los hechos que hemos mencionado parecen
indicarlo. Lo que es seguro es el hecho de que Galdós intentaba armonizar, como en la
mayor parte de su obra, la razón y la ciencia con la fantasía. La novela de Marianela lo
documenta claramente.

86
Ibid., p. 136
87
Ibid., p. 212.

104
9. MISERICORDIA

La novela Misericordia pertenece entre las mejores obras de Benito Pérez Galdós,
aunque se suele afirmar que es la más amarga debido a la miseria y la tristeza que
describe. Fue publicada en 1897, cerrando la serie de las «novelas contemporáneas»,
que había empezado con La desheredada, en 1881. Esta serie representa ya la madurez
del novelista y sobre todo Misericordia nos da el testimonio de cierta desilusión
ideológica del autor como consecuencia del fracaso de los objetivos regeneracionistas
de la clase media española, en la que el escritor creía mucho. Luciano García Lorenzo
dice sobre esta etapa de la novelística galdosiana: “Gran paso adelante el de Galdós. Al
agrio talante enterior lo reemplaza un irónico humor cervantino; en lugar de los
personajes de una pieza de la primera época, el novelista crea su mundo a base de
figuras más humanas y por ello más conscientes; al alegato político activo suple ahora la
presentación de unos cuadros sinceros y equilobrados que tampoco, bien es cierto, dejan
de llevar consigo el anhelo reformista precedente.”88
Aunque Galdós termina la obra en abril de 1897, la novela no aparece hasta el
verano de dicho año. José María de Pereda es uno de los primeros que anuncian su
salida al mercado. Desde su aparición hasta hoy se han realizado casi cuarenta
ediciones, no sólo en España, sino también en otros países, como en Alemania, Italia,
Francia, Argentina o en los Estados Unidos.
Entre la primera edición y las siguientes podemos encontrar ciertas diferencias y
alteraciones. Aquí podemos citar a Luciano García Lorenzo, quien dedicó un extenso
capítulo de su Misericordia de Galdós a este tema: “Entre los errores de importancia
podemos citar la aparición constante del nombre Benina en cursiva, no diferenciado en
la primera edición con este tipo de letra, alteración que demuestra no haber tenido en
cuenta el intenso ambiente popular que domina la obra. El nombre correcto de Benina

88
García Lorenzo, Luciano, op.cit., p. 19.

105
es, claro está, Benigna, pero esta forma, llamémosla culta, resuelta desconocida e
irrelevante en el uso lingüístico de la novela. […] De mucha mayor importancia que
esas diferencias es la intención de actualizar parte de las intervenciones de los
personajes, y en esta línea destacamos como muy poco acertada la supresión sistemática
de las comillas en las frases citadas en estilo directo y su sustitución por los habituales
guiones que indican diálogo.”89
En lo que se refiere a la estructura, la novela la podemos dividir en cuatro partes que
giran alrededor de la protagonista, Benina. La primera de estas cuatro partes
corresponde a los capítulos I – III, en los cuales el autor presenta a los lectores el mundo
de los pordioseros madrileños y, en el marco de este pequeño universo de la miseria
también llegamos a conocer a Nina.
En la segunda parte (capítulos IV – XX) conocemos a los demás personajes
importantes de la novela, es decir a doña Francisca y sus hijos o a don Frasquito Ponte.
La tercera parte, que corresponde a los capítulos XXI – XXXII, es una exposición de
la miseria de los pobres, al mismo tiempo que Benina debe cuidar no sólo de su familia,
sino también del enfermo don Frasquito. Esta parte se cierra con la detención de Nina y
con la llegada de don Romualdo, quien trae a doña Francisca la noticia de una herencia
inesperada.
En fin, la última parte (capítulos XXXIII – XXXIX) describe la felicidad de doña
Francisca, la enfermedad de Almudena, la expulsión de Benina de la casa que ha
mantenido con limosnas, y la muerte de don Frasquito Ponte. Sin embargo, Galdós
añadió un capítulo más que cierra la historia. Este capítulo lo dedica a la descripción del
triunfo espiritual de Benina y del fracaso completo de los que la rechazaron y
expulsaron.
También en esta novela Galdós emplea la técnica realista con ciertos rasgos
naturalistas: “Galdós con la novela pretendía hacer un servicio a la colectividad, en
forma de testimonio casi notarial, de la situación social, principalmente de los bajos
fondos de Madrid.”90 Podemos decir que el autor sólo desea presentar la realidad con
sus múltiples problemas, dejando que el lector saque sus propias conclusiones.

89
Ibid, p. 49.
90
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 214.

106
9.1. ARGUMENTO Y TEMA

El tema principal de la novela Misericordia lo constituye el fenómeno de la caridad


que consiste en el hecho de que una persona es capaz, debido a sus preocupaciones de
otro hombre, de olvidar a sí misma para ayudar a los demás, sin pedir recompensa. Éste
es el caso de Benina, también llamada Nina, que permanece con su querida ama, cuando
ésta empobrece a causa de su incapacidad administrativa y todos, incluso a sus propios
hijos, la abandonan: “Administradora y dueña del caudal activo y pasivo, Francisca no
tardó en demostrar su ineptitud para el manejo de aquellas enredosas materias, y a su
lado surgieron, como los gusanos en cuerpo corrupto, infinitas personas que sela comían
por dentro y por fuera, devorándola sin compasión” (M*, p. 104). Nina sacrifica su
dinero ahorrado, entregándolo a su ama y aun empieza a pedir limosna secretamente
para poder comprar comida para doña Francisca y sus hijos, Obdulia y Antoñito,
jóvenes caprichosos y maleducados. Antoñito es un ladrón, quien roba también en su
propia casa, y Obdulia es una muchacha neurótica y egoísta. El joven se casa con una
sastra, muchacha fuerte, de mucho carácter, que consigue cambiar el comportamiento de
su marido, convirtiéndole en un hombre casi ejemplar. Por otro lado, Obdulia se casa
con un hombre malo, perezoso e infiel, quien prefiere pasar el tiempo en las cafeterías
con sus amigos. Benina también ayuda a don Frasquito Ponte, un amigo de su ama,
antes rico y elegante, ahora pobre y envejecido, quien tampoco es capaz de mantenerse.
Debido a la sensitividad de doña Francisca, llamada también doña Paca, una dama
vieja, Benina inventa a un sacerdote rico y caritativo, a quien le denomina don
Romualdo, inventando también a su famila. Nina afirma que ha encontrado un buen
puesto de cocinera en la casa de este sacerdote, ya que no quiere humillar a su ama con
el hecho de que pide limosna para poder mantenerla. Llega a ser miembro de un grupo
de mendigos en su barrio. Los pordioseros nos los presenta el autor describiendo su
miseria, sus sufrimientos y enfermedades de las que padecen.
Entre los mendigos encuentra la caridad de Benina otras posibilidades de realizarse;
lo poco que posee lo suele dividir entre los infelices que son más pobres que ella. Se

107
preocupa sobre todo de Almudena, un árabe ciego y feo, quien vive en su propio mundo
imaginario y quien se enamora de ella profundamente. Mas Benina se comporta más
bien como su madre, tratándole como su propio hijo. Con él fue un día detenida y
encarcelada por haber pedido limosna sin licencia. Cuando la ponen en libertad, después
de haber pasado en la cárcel unos días de hambre, Nina vuelve a la casa de su ama, mas
encuentra allí todo cambiado. Durante su encarcelación, el sacerdote, inventado por ella,
quien se llama realmente don Romualdo, ha traído a doña Francisca una herencia que le
ha dejado a ésta un pariente suyo. A Benina la aceptan con muchos reproches y no le
permiten entrar en la casa, donde viven ahora no sólo los hijos de doña Paca, sino
también su nuera, Juliana, y donde ya no hay sitio para la criada vieja: “Yo de buena
gana te recibiría otra vez aquí – afirmó Doña Francisca, a cuyo lado, en la sombre, se
puso Juliana, sugiriéndole por lo bajo lo que había de decir -; pero no cabemos en casa,
y estamos aquí incómodas… Ya sabes que te quiero, que tu compañía me agrada más
que ninguna… pero…ya ves…” (M*, p. 297)
Juliana, la nuera de doña Paca, le propone a Benina que se vaya con Almudena a un
asilo para los ancianos pobres, a Misericordia: “En ninguna parte estará usted mejor que
en la Misericordia, y si quiere, yo misma le hablaré a D. Romualdo, si a usted le da
vergüenza” (M*, p. 299). Sin embargo, Benina rechaza y se traslada a la choza mísera
de Almudena, del que debe cuidar, ya que el ciego padece de una enfermedad
dermatológica grave.
Después de algún tiempo aparece en la casa de Benina y Almudena Juliana, en busca
de Nina. Le persigue la idea de que sus hijos sufren de una enfermedad peligrosa y que
se van a morir. Suplica a Nina que le console, diciéndole que estas imaginaciones no
son verdaderas. Benina lo hace y le tranquiliza. Juliana después afirma que Nina es una
santa, pero ésta rechaza esta idea y se despide rápidamente de la mujer que le ha
expulsado de su casa, diciéndole: “No llores… y ahora veta a tu casa, y no vuelvas a
pecar” (M*, p. 318). Con estas palabras se concluye la historia que suele ser
denominada la más amarga, más dura y oscura de las novelas de Benito Pérez Galdós.
Mas, ¿en realidad es tan amarga? En Benina, la protagonista de la novela, no hay
ninguna amargura, sino que sólo tristeza y desilusión que nos revela sólo una vez,
cuando la mandan a Misericordia. En este caso llora, diciendo: “¡Qué ingratitud,

108
Señor!… ¡Oh mundo… oh miseria!… Afrenta de Dios es hacer bien…” (M*, p. 300)
Mas pronto se calma y vuelva a ser sí misma: “Las adversidades se estrellaban ya en el
corazón de Benina, como las vagas olas en el robusto cantil. Rompíanse con estruendo,
se quebraban, se deshacían en blancas espumas, y nada más. Rechazada por la familia
que había sustentado en días tristísimos de miseria y dolores sin cuento, no tardó en
rehacerse de la profunda turbación que ingratitud tan notoria le produjo; su conciencia
le dio inefables consuelos: miró la vida desde la altura en que su desprecio de la humana
vanidad la ponía; vio en ridícula pequeñez a los seres que la rodeaban, y su espíritu se
hizo fuerte y grande” (M*, p. 307). Benina es de verdad lo que sobre ella dice Juliana –
una santa, que trata de consolar a los que le han hecho daño, rechazándola y
expulsándola.
Podemos decir que Misericordia es la novela más importante de la tercera serie de
las novelas de Benito Pérez Galdós, denominadas también como «novelas idealistas» o
«novelas contemporáneas». El dogma naturalista del hombre que sólo es producto del
ambiente que lo rodea está equilibrado en esta novela por ciertos rasgos espiritualistas.
La técnica naturalista se conserva, mas aparecen también elementos teatrales, es decir,
las partes descriptivas las sustituye el diálogo.
El argumento se centra en uno de los asuntos preferidos de Galdós, es decir en el
empobrecimiento de una familia de clase media adinerada. En Misericordia
encontramos dos zonas diferentes: pobreza – riqueza, realidad – fantasía. Mas estos
mundos no se oponen entre sí, sino que se puede pasar libremente de uno a otro. El
puente lo forma la misericordia y la piedad.

109
9.2. LOS PERSONAJES: LOS MOTIVOS DE SU ACTUACIÓN

Entre los rasgos característicos de España pertenece uno, que desempeña el papel
importante tanto en la realidad como en la obra novelística de Benito Pérez Galdós. Nos
referimos al modo singular de percebir la peronalidad humana, que parece anacrónica en
el contacto con el mundo moderno y que es comprensible, sin otras explicaciones, sólo
para los españoles.
Como consequencia de la reconquista del país ocupado por los árabes, la nobleza baja
consiguió posición más firme en la sociedad. Mas esta capa social pronto empieza a
perder su poder y le queda solamente la idea de su superioridad, de su independencia y del
valor moral del hombre. Casi no se dan cuenta de la situación económica que se va
empeorando, y no entienden la necesidad de ahorrar el dinero.
En los miembros de las familias nobles, cuyas fuentes económicas son ya escasas,
podemos ver el esfuerzo de vivir una vida aparentemente a nivel alto, mientras que a los
pobres les corresponde ganarse la vida como puedan, incluso mendigando. Esta opinión la
podemos encontrar hasta en el siglo XIX y aun en el XX, ya que la influencia de los
terraterientes poderosos y de la Iglesia no permite a mucha gente hallar su puesto en esta
nueva sociedad.
Entre los años 1868 y 1874, las capas sociales medias, que vivían de rentas y de los
oficios administrativos, empobrecieron. Sobre todo en la capital, en Madrid, se hallaban
en una crisis profunda. En la literatura de aquella época la mayoría de los protagonistas
proviene de este ambiente social. Para un autor liberal, como Benito Pérez Galdós, quien
estaba convencido de la necesidad de reformar sobre todo el espíritu, la educación y la
moral de la sociedad, este problema fue muy interesante. Galdós quería describir a los
representantes de estas capas sociales y subrayar la necesidad de la reforma de su
mentalidad. Este hecho lo podemos observar también en los personajes de la novela
Misericordia. Sin embargo, hay decir que no es fácil para el autor retratar a los personajes
pertenecientes al pueblo, ya que el pueblo propiamente dicho, es decir la clase social de

110
obreros, casi no existía en el Madrid de aquella época. Como casi no había fábricas, la
gente no tenía trabajo ni la posibilidad de encontrarlo. Por eso, la palabra «pueblo»
significó en España un conglomerado de funcionarios inferiores, pequeños propietarios,
comerciantes o – mendigos. “El autor solamente presenta esa realidad miserable con sus
múltiples problemas, dejando que el lector saque sus conclusiones. Los personajes Galdós
los arrancó de la realidad y los trasladó a la obra de ficción.”91
La novela Misericordia fue publicada en 1897 como una de las últimas «novelas
contemporáneas». Los lectores aceptaron bien esta obra, aunque los críticos reprochaban
al autor algunas imperfecciones. La protagonista proviene del ambiente del pueblo, al que
Galdós amaba mucho. Sin embargo, la técnica realista, que se ofrece evidentemente para
tratar este tema, la sustituyen en esta obra ciertos rasgos románticos. Benina, una simple
mujer, representa aquí las cualidades humanas que Galdós aprecia más – la humanidad,
la fidelidad y la necesidad de ayudar a los demás.
La novela empieza con la descripción de la catedral de San Sebastián, cuyas dos caras
parecen representar las dos caras del pueblo español y de los personajes que aparecen en
la novela: “Dos caras, como algunas personas, tiene la parroquia de San Sebastián…
mejor será decir la iglesia… dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas:
con la una mira a los barrios bajos, enfilándolos por la calle de Cañizares; con la otra al
señorío mercantil de la Plaza del Ángel. Habréis notado en ambos rostros una fealdad
risueña, del más puro Madrid, en quien el carácter arquitectónico y el moral se aúnan
maravillosamente” (M*, pp. 61-62). Por un lado se hallan los representantes de la
burguesía española, por el otro, los que pertenecen a las capas sociales más humildes – los
mendigos. La historia se desarrolla en el ambiente urbano, en Madrid, mas el autor no
presenta a los lectores la belleza de la ciudad, sino todo lo contrario. Nos lleva a los
lugares, donde viven los burgueses empobrecidos o arruinados, a los suburbios, donde
suelen pasar la noche los mendigos. Éstos no viven aquí, más bien vegetan.
Enfermedades, miseria, suciedad, desesperación, desilusión y alcoholismo – éstos son los
atributos principales de esta novela. Se nos presentan también por medio de una familia,
cuyo vínculo más importante no es el padre o la madre, sino una criada vieja que, a pesar

91
Ibid., p. 212.

111
de poseer algunos vicios, dispone además de cualidades extraordinarias que el lector
puede apreciar a lo largo de la historia.
A la criada no la encontramos por primera vez en la casa de la familia, sino a la puerta
de la catedral entre los pordioseros. Galdós describe a algunos de estos mendigos bastante
detalladamente, lo que nos permite conocer cierta jerarquía según la cual los pobres
ocupan distintos lugares alrededor de la catedral: “Como en toda región del mundo hay
clases, sin que se exceptúen de esta división capital las más infamas jerarquías, allí no
eran todos los pobres lo mismo. Las viejas, principalmente, no permitían que se alterase el
principio de distinción capital. Las antiguas, o sea las que llevaban ya veinte o más años
de pedir en aquella iglesia, disfrutaban de preeminencias que por todos eran respetadas, y
las nuevas no tenían más remedio que conformarse. Las antiguas disfrutaban de los
mejores puestos, y a ellas solas se concedía el derecho de pedir dentro, junto a la pila de
agua bendita. […] En las limosnas colectivas y en los repartos de bonos, llevaban
preferencia las antiguas; y cuando algún parroquiano daba una cantidad cualquiera para
que fuese distribuida entre todos, la antigüedad reclamaba el derecho a la repartición,
apropiándose la cifra mayor, si la cantidad no era fácilmente divisible en partes iguales”
(M*, pp. 73-74). Aquí podemos citar a Ignacio Elizalde: “La sociedad mendicante se
proyecta como aspecto degradante y de denuncia de la realidad social.”92
Los mendigos muestran a los que salen de la iglesia sus deformidad, su miseria e
invalidez. Mas también en este ambiente aparece la lucha cruel por el mejor puesto, las
discusiones y las ofensas. Debemos añadir que el autor no consiguió dibujar esta escena
de una manera realista, ya que no conocía este ambiente personalmente. Les atraían más
bien los burgueses, a los que logra describir verdaderamente. Por otro lado, al plasmar el
mundo de los pordioseros, no nos presenta una descripción convincente. A título de
ejemplo podemos mencionar el hecho de que pone en boca de los mendigos sus propias
opiniones sobre la política que, pronunciadas por los pordioseros, parecen muy raras:
“Todo es por tanto pillo como hay en la política pulpitante, y el aquél de las suscripciones
para las vítimas. Yo que Dios, mandaría a los ángeles que reventaban a todos esos que en
los papeles andan siempre inventando vítimas, al cuanto de jorobarnos a los pobres de
tanda. Limosna hay, buenas almas hay; pero liberales por un lado, el Congrieso dichoso,

92
Ibid., p. 220.

112
y por otro las congriogaciones, los metingos y discursiones y tantas cosas de imprenta,
quitan la voluntad a los más cristianos” (M*, p. 67).
Entre los pordioseros aparece en vez de cuando una mujer vestida de negro, que no
suele pedir limosna regularmente. La llaman «señá» Benina. “Tenía la Benina voz dulce,
modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de
cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borroso y apenas
perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros,
apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba
menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas
coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. […] Usaba una venda negra bien ceñida
en la frente; sobre ella pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos
que los de las otras ancianas. Con este pergenio y la expresión sentimental y dulce de su
rostro, todavía bien compuesto de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por
el mundo en penitencia” (M*, p. 77).
Benina no riñe con los demás, es muy amable, mas habla muy poco, sólo con un
«moro» ciego, Almudena, entabla relaciones amistosas. Este mendigo desempeñará más
adelante de la historia un papel muy importante. “Es uno de los personajes más
problemáticos juntamente con Benina. Aunque Galdós utiliza un cliché, «el moro», para
distinguirlo de los otros personajes, Almudena, en algunas ocasiones, es moro, en otras
hebreo y, al final, sefardí. […] Vemos, pues, que el personaje creado por Galdós era una
mezcla de tres culturas y tres religiones. […] Almudena es un hombre que no practica
ninguna religión positiva, que no creía de una manera clara en una vida eterna, ignoraba el
problema de la salvación del alma y era más partidario de la sinceridad y de la nobleza en
la fe que en un contenido dogmático y moral.”93 Debido a la actitud reservada de Benina a
todos les sorprende cuando un visitante de la iglesia, quien les da regularmente la
limosna, dice a la vieja que visite su casa. Benina abandona este día su puesto a la puerta
de la catedral y se va con Almudena a quien le confiesa que necesita urgentemente un
duro. El ciego la lleva al lugar donde vive, a Santa Casilda, un lugar terrible donde
duermen sólo los más pobres. Allí le da su mejor vestido para que lo venda, y todo lo que
tiene. Benina, con el dinero compra la comida y corre a su casa. Allí miente a su ama

93
Ibid., pp. 223-224.

113
diciéndole que ha obtenido el dinero de don Romualdo, en cuya casa, como afirma,
trabaja de cocinera. No quiere humillar a su ama, confesándole que ha pedido limosna.
Benina trabaja en la casa de doña Francisca Juárez de Zapata, llamada también doña
Paca: “Ya pasaba de los sesenta la por tantos títulos infeliz Doña Francisca Juárez de
Zapata, conocida en los años de aquélla su decadencia lastimosa por doña Paca, a secas,
con lacónica y plebeya familiaridad. Ved aquí en qué paran las glorias y altezas de este
mundo, y qué pendiente hubo de recorrer la tal señora, rodando hacia la profunda miseria,
desde que ataba los perros con longaniza, por los años 59 y 60, hasta que la encontramos
viviendo inconscientemente de limosna, entre agonías, dolores y vergüenzas mil” (M*, p.
102). Su esposo, mayor que ella, quien sirvió en el ejército y fue tan rico como su mujer,
permitió que doña Francisca le influyera de tal medida que él no fue capaz de impedirle
gastar todo el dinero que tenían: “Hombre ordenadísimo era Zapata; pero de tal modo le
dominaba su esposa, que hasta le hizo perder sus cualidades eminentes; y él que tan bien
supo administrar los caudales del ejército, veía perderse los suyos, olvidado del arte para
conservarlos” (M*, p. 103).
Don Antonio, el marido de doña Paca, murió y su esposa y dos hijos pequeños,
Antoñito y Obdulia, empezaron a tener grandes problemas económicos, ya que doña Paca
no fue capaz de ganarse la vida ni de administar las materias financieras. En esta época,
cuando la familia sufre de una crisis profunda, aparece en su casa Benina, una cocinera
excelente que tiene solamente un vicio – la sisa. Nina quiere ahorrar un poco de dinero,
mas lo consigue deshonestamente. El autor le permite a la protagonista que tenga este
vicio, ya que sin él parecería más bien un ángel que un ser humano. Benina debe ser
creíble y poseer cualidades humanas. Por eso es su caridad y necesidad de ayudar a los
demás equilibrada por esta imperfección.
Benina es una mujer ordenadísima, industriosa que ama de todo corazón a su ama y a
los dos niños pequeños, quienes la quieren también. Mas sus sisas provocan discusiones
con doña Francisca que la despide. Sin embargo, Nina siempre vuelve, ya que no puede
olvidar a su ama ni a los niños a pesar de que ya tiene un puesto mejor: “En efecto: antes
del año, apareció Benina en la casa. Entró, anegado en lágrimas el rostro, diciendo: «Yo
no sé qué tiene la señora; yo no sé qué tiene esta casa, y estos niños, y estas paredes, y
todas las cosas que aquí hay: yo no sé más sino que no me hallo en ninguna parte. En casa

114
rica estoy, con buenos amos que no reparan en dos reales más o menos; seis duros de
salario… Pues no me hallo, señora, y pasó la noche y el día acordándome de esta familia,
y pensando si estarán bien o no estarán bien. Me ven suspirar, y creen que tengo hijos. Yo
no tengo a nadie en el mundo más que a la señora, y sus hijos son mis hijos, pues como a
tales les quiero…»” (M*, p. 106) Parece que la familia de doña Francisca esté vinculada
con la suerte de Nina. Ignacio Elizalde dice sobre la criada vieja: “[…] en medio de dicha
realidad abrumadora surge la figura luminosa de Benina, la cual se va a entregar con
todos sus medios a sus compañeros de desgracia. La heroína de la mendicidad consigue
vencer todas las dificultades que le salen al paso.”94
Las deudas de doña Paca ya han conseguido que todos sus bienes pasan a manos de los
usureros. Este hecho se debe a lo que ya hemos mencionado al principio de este capítulo,
es decir a la incapacidad de doña Francisca de ahorrar: “La pensión de la señora, como
viuda de intendente, había sido retenida en dos tercios por los prestamistas; los empeños
sucedían a los empeños, y por librarse de un ahogo, caía pronto en mayores aperturas. Su
vida llegó a ser un continuo afán: las angustias de una semana, engendraban las de la
semana siguiente: raros eran los días de relativo descanso” (M*, pp. 107-108). Ignacio
Elizalde dice sobre la familia de los Zapata: “Hay otro grupo de personajes de clase
superior a los mendigos, pero quienes han venido a menos, igualándose a ellos por la
necesidad que tienen de ser socorridos. Tal es la familia de doña Paca y de su pariente don
Frasquito Ponte, representantes de una clase media arruinada que intentan conservar sus
privilegios sociales, que viven hacia el exterior, sin darse cuenta que están labrando su
porpia destrucción.”95
Los niños padecían de graves enfermedades y sólo gracias a Benina no murieron. A
pesar de esto, aparecen muchas controversias entre Nina y doña Paca, que la despide una
vez más a la criada sisona. Mas después de un año, Benina vuelve a la casa, ya que no
puede vivir sin la familia. Doña Paca, debido a sus problemas económicos, debe
trasladarse de su casa a otra, más barata. Ahora le ayuda Benina con sus ahorros que le
regala a su ama. Y no es la última mudanza. Doña Francisca tiene que buscar casas cada
vez más baratas. La criada otra vez regala su dinero a su ama, aunque no todo: “Y

94
Ibid., p. 219.
95
Ibid., p. 220.

115
revolviendo en el fondo del baúl, entre mil baratijas y líos de trapos, sacó la sisona doce
duros y medio y los dio a su ama diciéndole: «Es todo lo que tengo. No hay más: puede
creerlo; es tan verdad como que nos hemos de morir.» No podía remediarlo. Descontaba
su propia caridad, y sisaba en su limosna” (M*, p. 108). Doña Francisca vive ahora, ya
abandonada por todos sus amigos, quienes antes le ayudaron a gastar todo el dinero, en
pobreza. Sus vecinos – artesanos y comerciantes pequeños – empiezan a llamarla
vulgarmente doña Paca.
Doña Francisca tiene también problemas con sus dos hijos. Sobre todo Antoñito, en el
que su madre creía mucho, le causa mucho dolor e desilusión. Pertenece a la joven
generación que también sufre de los cambios que han afectado la sociedad, lo que se
refleja principalmente en la pérdida de la moral. Antoñito engaña a todos, miente y roba.
En la casa roba todo lo que encuentra y que tiene algún valor: “En vano su madre y
Benina, sus dos madres más bien, se desvivían por quitarle de la cabeza las malas ideas:
ni el rigor ni las blanduras daban resultado. Se repetía el caso de que, cuando ellas creían
tenerle conquistado con carantoñas y mimos, él las engañaba con fingida sumisión, y
escamoteándoles la voluntad, se alzaba con el santo y la limosna. Era muy listo para el
mal, y hallábase dotado de seducciones raras para hacerse perdonar sus travesuras. Sabía
esconder su astuta malicia bajo apariencias agradables; a los diez y seis años engañaba a
sus madres como si fueran niñas; traía falsos certificados de exámenes; estudiaba por
apuntes de los compañeros, porque vendía los libros que se le habían comprado. […] Uno
de los principales cuidados de las dos madres era esconder en las entrañas de la tierra la
poca moneda que tenían, porque con él no había dinero seguro” (M*, p. 109).
La hija, Obdulia, es muy diferente, mas también ella causa a su madre y a Benina
muchas preocupaciones. Es neurótica, sentimental y padece de ataques epilépticos y de
depresiones. Su educación es muy mala, mas ya que es muy bonita, su madre quiere
casarla con uno de los hijos de su primo. Sin embargo, Obdulia entabla relaciones
románticas con el hijo de un dueño de empresa funeraria, quien le escribe cartas
amorosas, le cita, dice poemas y le cuenta cosas que ella ignora. Al fin, los dos
enamorados escapan y por eso los padres deben permitirles que se casen. Mas el
matrimonio no es feliz, ya que Obdulia, excepto a sus imaginaciones románticas, no es
capaz de gobernar la casa. Por eso Benina tiene que cuidar también de esta joven y de su

116
casa, porque el marido de la muchacha pasa todo el día en los cafés con sus amigos y con
prostitutas.
También Antoñito se enamora de una joven que no le gusta a doña Paca, ya que es una
sastra pobre. Sin embargo, se casa con ella y la joven señora, Juliana, consigue que su
esposo cambia su comportamiento y se convierte en un hombre casi ejemplar, lo que
significa gran alivio para su madre y para Benina: “Con hallarse ya las dos mujeres, por la
colocación de los hijos, en mejores condiciones de reposo y de vida, no se avenían con
sus soledad, y echaban de menos a la familia menuda; cosa en verdad muy natural, porque
es ley que los mayores conserven el afecto a la descendencia, aunque ésta les martirice,
les maltrate y les deshonre.”96 Obdulia vegeta en la casa de su suegro, cada día más triste.
Por otro lado, Antoñito trata de ganar algún dinero. Su mujer trabaja, dedicándose a la
costura, mas después del nacimiento de los mellizos, también a ellos le falta el dinero y
por eso ya no pueden sustentar a doña Paca. Aunque ésta respeta las buenas cualidades de
su nuera, se distancia un poco de ella, ya que Juliana proviene de otra clase social: “Es
buena esa chica – dijo con gravedad Doña Paca - , aunque tan ordinaria, que no empareja
ni emparejará nunca conmigo. Sus regalos me ofenden, pero se los agradezco por la buena
voluntad…” (M*, p. 115). Mientras tanto, Obdulia se entretiene sólo con don Frasquito
Ponte, antes un hombre rico, acostumbrado a una vida disipada, ahora empobrecido y
envejecido.
Ahora, después de conocer a la familia de doña Francisca podemos volver al principio
de la historia, cuando don Carlos invita a Benina a su casa. Benina lo cuenta a su ama y ya
que don Carlos es un pariente de doña Paca, las dos mujeres esperan que, por compasión,
les quiere dar algún dinero, porque antes toda la familia ha rechazado a ayudarles: “Pero
tú no recordarás lo que hicieron conmigo él y su mujer, que también era Alejandro en
puño. Pues cuando empezaron mis desastres, se aprovechaban de mis apuros para hacer su
negocio. En vez de ayudarme, tiraban de la cuerda para extrangularme más pronto. Me
veían devorada por la usura, y no eran para ofrecerme un préstamo en buenas
condiciones. Ellos pudieron salvarme y me dejaron perecer. Y cuando me veía yo
obligada a vender mis muebles, ellos me compraban, por un pedazo de pan, la sillería
dorada de la sala y los cortinones de seda… Estaban al acecho de las gangas, y al verme

96
Ibid., p. 115.

117
perdida, amenazada de un embargo, claro… se presentaban como salvadores…” (M*, p.
127)
Sin embargo, don Carlos regala a doña Paca, de la que sabe que no es capaz de ahorrar,
solamente un libro para apuntar todos los gastos y las limosnas que trae Benina. En esta
ocasión Nina llega a saber que el señor apunta en su libro también las limosnas que
reparte entre los mendigos, y este hecho le disgusta mucho a ella. Don Carlos no sabe que
Benina todavía no le ha confesado a su ama que pide limosna y que mendiga sólo para
poder dar de comer a doña Paca y a Obdulia. Le regala también dos duros mensuales, lo
que Nina considera más bien una ofensa. Ignacio
Elizalde dice sobre este personaje: “[…] aparece el rico don Carlos Moreno Trujillo que
posee dos obsesiones: la metódica administración y la caridad. Una le lleva a la ridiculez,
la otra a la hipocresía. Estafador y estraperlista ha hecho su fortuna suciamente. De la
misma manera pretende ganar el cielo para su difunta mujer y asegurárselo para sí mismo.
Hace espectáculo a la puerta de la iglesia, repartiendo céntimos. A él Galdós critica
duramente, ya que representa un tipo de cristianos.”97
Benina no trae el dinero a su ama, sino que paga primero la deuda a Almudena. El
ciego le aconseja cómo puede conseguir más dinero. Sus consejos son muy ingenuos,
influidos por la magia y por su fe. Benina los escucha con desconfianza, mas al oír contar
sobre el rey Samdai, está fascinada, aunque no cree en todo: “Repitió Almudena las
fórmulas y reglas del conjuro, añadiendo descripción tan viva y pintoresca del Rey
Samdai, de su rostro hermosísimo, apostura noble, traje espléndido, de su séquito, que
formaban arregimientos de príncipes y magnates, montados en camellos blandos como la
leche, que la pobre Benina se embelesaba oyéndole, y si a pie juntillas no le creía, se
dejaba ganar y seducir de la ingenua poesía del relato, pensando que si aquello no era
verdad, debía serlo” (M*, p. 140). Así, Almudena trae al mundo real de Benina la magia,
el sueño. El moro cuenta a Nina sobre su vida y sobre sus sueños en los que aparece
Samdai, «el rey de baixo tierra» y su narración es tan interesante que la vieja logra olvidar
de la pobreza en la que debe vivir.
Galdós intencionadamente crea la relación entre Benina y Almudena. Ahora Almudena
trata de ayudar a Nina, pero más adelante sus papeles cambian. Sin embargo, Benina

97
Ibid., p. 221.

118
pronto debe abandonar el mundo de la magia y volver a la realidad. Todavía tiene el libro
de cuentas que logra vender inmediatamente: “Salió del café la Benina, gozosa, pensando
que no había perdido el tiempo, pues si resultaban fantásticas las pieldras preciosas que
en montones Mordejai pusiera ante su vista, positivas y de buena ley eran las cuatro
perras , como cuatro soles, que había ganado vendiendo el inútil regalo del monomaniaco
Trujillo” (M*, p. 153). Por eso puede comprar comida para Obdulia y don Frasquito y
después vuelve a la casa de su ama. Aquí se desarrolla una discusión típica para la
convivencia de las dos mujeres que nos permite conocer el carácter de ambas:
“Conocedora del carácter de la señora, Benina sabía que el peor sistema contra sus
arrebatos de furor era contradecirla, darle explicaciones, sincerarse y defenderse. Doña
Paca no admitía razonamientos, por juiciosos que fuesen. Cuanto más lógicas y justas
eran las aclaraciones del contrario, más se enfurruñaba ella. No pocas veces Benina,
inocente, tuvo que declararse culpable de las faltas que la señora le imputaba, porque
haciéndolo así, se calmaba más pronto” (M*, p. 179).
Por preocuparse tanto de su ama y su mala situación, Benina escapa al sueño, se
imagina que encuentre el tesoro del rey Samdai. Mas la realidad pronto prevalece en su
mente y por la mañana Benina vuelve a su puesto a la puerta de la catedral entre los
mendigos. Sin embargo, las deudas de doña Paca siguen creciendo y ésta acusa a Nina de
la incapacidad de ayudarle. La vieja se preocupa también por don Frasquito, que está muy
enfermo. Por eso Benina se ve obligada a pedir a una amiga suya que le preste sus alhajas.
También decide llevar a don Frasquito a su casa. Parece que para ella es natural ayudar a
los pobres e infelices, aunque éstos a veces no merecen misericordia. Tampoco espera la
gratitud. Como cuida de su ama, de Obdulia y de Almudena, también quiere cuidar del
señor Ponte, quien gastó el dinero, que le había dado para la comida, en una foto de la
emperatriz Eugenia sólo para poder enseñársela a Obdulia. Este comportamiento poco
práctico es muy típico de don Frasquito. Si tiene dinero, no compra cosas útiles, sino que
lo gasta en cosmética y vestidos elegantes. No piensa en el futuro, no es capaz de vivir en
el mundo real.
También aquí aparece el sueño, esta vez el de doña Paca que sueña con una herencia
que la trae don Romualdo, el sacerdote inventado por Benina. Doña Francisca cree que
este señor regaló a Nina el dinero que ésta ha traído a casa, en realidad es el dinero

119
adquirido por la criada que ha empeñado los anillos de su amiga. Benina dice sobre los
sueños: No sé si me explico… digo que no hay justicia, y para que la haiga, soñaremos
todo lo que nos dé la gana, y soñando, un suponer, traeremos acá la justicia” (M*, p. 202).
Benina, ya desesperada, trata de ganar dinero en la lotería y también busca a
Almudena. Mas el ciego está enfadado y celoso debido a don Frasquito, del que sabe que
ahora vive en la casa de Benina y doña Paca. Aun pega a su amiga. El moro ama mucho a
Nina, quiere casarse con ella, es la única mujer para él, con la que quiere volver a su país,
que se ha convertido en sus imaginaciones en un paraíso: “Casar migo tigo, y dirnos migo
con tú a terra mía, terra de Sus. Mi padre, Saúl, rico él; ,os germanos, ricos ellos; mi
madre Rimna, rica bunita ella… quierer ti, dicir hija ti… Verás terra mía: aceita mocha,
laranjas mochas… carnieras mochas padre mío… mochas arbolas cabe el río; casa
grande… noria d´agua fresca…bunito; ni frío ni calora” (M*, p. 212).
Almudena se traslada a otro barrio, porque no quiere mendigar más a la puerta de la
catedral, ya que odia a los que reparten allí la limosna. Su nuevo puesto se nos presenta
así: “Pasadas las casas de Ulpiano, no se ven a la derecha más que taludes áridos y
pedregosos, vertederos de escombros, escorias y arena. Como a cien metros de a
explanada hay una curva o más bien zigzag, que conduce a la estación de las Pulgas, la
cual se reconoce desde abajo por la mancha de cabrón en el suelo, las empalizadas de
cerramiento de vía, y algo que humea y bulle por encima de todo esto. Junto a la estación,
al lado de Oriente, un arroyo de aguas de alcantarilla, negras como tinta, baja por un
cauce abierto en los taludes, y salvando el camino por una atarjea, corre a fecundar las
huertas antes de verterse en el río” (M*, pp. 228-229). Esta descripción nos presenta el
ambiente urbano terrible, donde viven los más pobres y donde se desarrolla también una
escena horrible entre Benina y los habitantes de este lugar que atacan a la vieja.
Cuando Nina vuelve a casa, doña Paca le dice que la visitó don Romualdo, mas se fue
enseguida, prometiendo volver pronto. Benina está confusa, ya que ahora se confunde la
realidad y lo imaginado, mas pronto consigue prevalecer en ella la realidad y Nina vuelve
a preocuparse más por Almudena que por una persona ficticia, inventada por ella.
Otra vez visita al ciego. Al ver la pobreza en la que viven los habitantes de este lugar,
su miseria y su hambre, sacrifica una parte del dinero que le queda y compra alimentos y
se los da. Después encuentra a Almudena, quien cree que se la ha enviado su Dios. Nina

120
es muy importante para él, ya que es la única persona que lo escucha y que cuida de él. La
ve en su corazón como una mujer angélica, joven y hermosa, que le ha prometido el rey
Samdai.
El lugar desolado en las afueras de la ciudad atrae mucho a Almudena: “Trató de
explicar la atracción que, en el estad de su espíritu, sobre él ejercían los áridos peñascales
y escombreras en que a la sazón se encontraba. Realmente, ni él sabía explicárselo, ni
Benina entenderlo; pero el observador atento bien puede entrever en aquella singular
querencia un caso de atavismo o de retroacción instintiva hacia la antigüedad, buscando la
semejanza geográfica con las soledades pedregosas en que se inició la vida de la raza…”
(M*, p. 240) Cree que allí está escondido un tesoro y que del cielo suele caer el maná:
“Cader sí manjá – replicó Almudena con profunda convicción” (M*, p. 240). Benina no
cree en sus palabras, pero se permite por un rato soñar que posee un tesoro.
Un día después, cuando vuelve a ver al ciego, sólo con un duro, los mendigos que han
llegado a saber sobre su bondad y generosidad, no le permiten pasar y le piden dinero.
Creen que Nina es una dama disfrazada, ya que conocen la leyenda sobre Guillermina
Pacheco que andaba por el mundo, repartiendo los dones de la caridad. Piensan que Dios
se la mandan para que les ayude en su miseria. Benina compra comida y la reparte entre
ellos, tratando de explicarles que se equivocan: “Si por su traje pobrísimo, lleno de
remiendos y zurcidos, por sus alpargatas rotas, no comprendían ellos la diferencia entre
una cocinera jubilada y una señora nacida de marqueses, pues bien pudiera ésta vestirse
de máscara, en otras cosas no cabía engaño ni equivocación: por ejemplo en el habla. Los
que oyeron la palabra de Doña Guillermina, que se expresaba al igual de los mismos
ángeles, ¿cómo podían confundirla con quien decía las cosas en lenguaje ordinario? Había
nacido ella en un pueblo de Guadalajara, de padres labradores, viniendo a servir a Madrid
cuando sólo contaba veinte años. Leía con dificultad, y de escritura estaba tan mal, que
apenas ponía su nombre: Benina de Casia. […] Total: que ella no era santa, sino muy
pecadora, y no tenía nada que ver con la Doña Guillermina de marras, que ya gozaba de
Dios. […] Habíala hecho Dios generosa, eso sí; y si algo poseía, y encontraba personas
más necesitadas que ella, le faltaba tiempo para desprenderse de todo… y tan contenta.”98
Los mendigos desilusionados la acosan, no la dejan pasar y aun lanzan piedras a ella. La

98
Ibid., p. 243.

121
desilusión se convierte en odio hacia una mujer tan pobre como ellos mismos. Una piedra
hiere a Almudena y por eso Benina pide a un guardaagujas que le deje dormir en su casa.
El hombre cree que para Benina y el ciego sería mejor vivir en un refugio, mas los dos
prefieren la vida dura y libre: “Nada contestó Almudena, que amaba la libertad, y la
prefería trabajosa y miserable a la cómoda sujeción del asilo” (M*, p. 249).
Benina no tiene más dinero y por eso debe volver a mendigar: “Tenía, pues, sobre sí la
heroica mujer carga demasiado fuerte; pero la soportaba, y seguía con tantas cruces a
cuestas por la empinada senda, ansiosa de llegar, si no a la cumbre, a donde pudiera. Si se
quedaba en mitad del camino, tendría la satisfacción de haber cumplido con lo que su
conciencia le dictaba” (M*, p. 250). Ya sano, Almudena también debe pedir limosna,
aunque lo hace sólo por Benina. Él mismo preferiría morir, pero siente que su amiga lo
necesita tanto como él necesita a ella. Benina vuelve a oír el nombre de don Romualdo, lo
que le inquieta mucho, ya que parece que el sacerdote inventado por ella se ha hecho
realidad: “Ganas sintió de correr por la Cava Baja, a ver si le encontraba, para decirle:
«Sr. D. Romualdo, perdóneme si le he inventado. Yo creí que no había mal en esto. Lo
hice porque la señora no me descubriera que salgo todos los días a pedir limosna para
mantenerla. Y si esto de aparecerse usted ahora con cuerpo y vida de persona es castigo
mío, perdóneme Dios, que no lo volveré a hacer. […] Dígame si es usted el mío, mi D.
Romualdo, u otro, que yo no sé de dónde puede haber salido, y dígame también qué
demontres tiene que hablar con la señora, y si va a darle las quejas porque yo he tenido el
atrevimiento de inventarle»” (M*, p. 253).
Los sufrimientos de Benina no tienen fin: no tiene dinero, no puede devolver los
anillos a su amiga, tiene que cuidar de su ama, de Obdulia y de don Frasquito. Por eso se
ve obligada a pedir limosna en lugares nuevos. Mas en estos sitios la mendicidad está
prohibida y por eso Benina está encarcelada. Almudena la acompaña voluntariamente.
Benina está desesperada sobre todo por doña Paca, porque no hay nadie quien pueda
cuidar de ella.
Doña Francisca es infeliz y tiene miedo, pero otra vez vuelve don Romualdo y ella
olvida de su criada, ya que el sacerdote le trae la noticia sobre una herencia que pertenece
a ella y a don Frasquito. Sin embargo, cuando doña Paca llega a saber que su criada
mendiga y tiene relaciones amistosas con un «moro», su orgullo está ofendido y por eso

122
está de acuerdo con la propuesta de su nuera, Juliana, que Benina se vaya a un asilo para
pobres ancianos – a Misericordia.
Debemos añadir que la felicidad de doña Paca no es completa, ya que no puede
compartirla con su criada. Es interesante que no piensa primero en sus hijos y en su
alegría de la herencia, sino en Benina, porque está acostumbrada a compartir con ella todo
lo que pasa en su vida; la necesita, tanto como don Quijote necesitó a su Sancho.
Doña Francisca y don Frasquito no saben qué van a hacer con el dinero. Todavía
tienen miedo de la pobreza y los dos sienten que ellos mismos han sido la verdadera
causa de su miseria. En la historia entra ahora Antoñito, el hijo de doña Paca, quien ya
sabe que su familia es rica. Mas su mujer no le permite gastar ni un duro y quiere que siga
trabajando, prohibiéndole todos los caprichos. Por otro lado, Obdulia, la hermana de
Antoñito, enseguida empieza a gastar dinero en cosas absolutamente inútiles. Antoñito y
don Frasquito también hablan de Benina. Frasquito le está muy agradecido, ya que le ha
ayudado mucho. Sin embargo, Antoñito critica su mendicidad y su relación con el «moro»
ciego.
Obdulia abandona a su marido, se traslada a la casa de su madre y gasta mucho dinero
en tonterías. Su madre se lo reprocha, repitiendo las mismas palabras que ha oído de su
criada. Sin embargo, las dos mujeres, madre e hija, son muy imprudentes. Compran
muchas cosas, como flores, alfombras, arañas y don Frasquito aun compra las espuelas, ya
que quiere volver a montar al caballo, lo que al fin le traerá la muerte. Los caprichos se
acaban con la llegada de Juliana, que empieza a gobernar la casa de doña Paca.
Otros acontecimientos importantes aparecen en la historia. Don Frasquito muere
después de un accidente. Antes de morir habla de Benina, mas no menciona la gratitud,
sino que se preocupa más bien por su reputación: “Todo Madrid lo repite… De aquí, de
estos salones salió la indigna especie. Me acusan de un infame delito: de haber puesto mis
ojos en un ángel, de blancas alas célicas, de pureza inmaculada. Sepan que yo respeto a
los ángeles: si Nina fuese criatura mortal, no la habría respetado, porque soy hombre…yo
he catado rubias y morenas, casadas, viudas y doncellas, españolas y parisienses, y
ninguna me ha resistido, porque me lo merezco… belleza permanente que soy… Pero yo
no he seducido ángeles, ni los seduciré. Sépalo usted, Frasquita; sépalo, Obdulia… la
Nina no es de este mundo… la Nina pertenece al cielo…” (M*, p. 312) Ignacio Elizalde

123
dice: “Es curioso que dos ancianos, Almudena y Ponte, el mendigo ciego y el señorito
arruinado, supieron reconocer la belleza moral de Nina y su conducta heroico. […] Los
dos, en su ceguera y en su demencia, respectivamente, comprendieron su grandeza de
alma y su hermosura espiritual.”99
Benina y Almudena por fin vuelven a Madrid, los dos muy agotados: “En lastimoso
estado iban los dos: Benina descalza, desgarrada y sucia la negra ropa; el moro
envejecido, la cara verde y macilenta; uno y otro revelando en sus demacrados rostros el
hambre que habían padecido, la opresión y tristeza del forzado encierro en lo que más
parece mazmorra que hospicio” (M*, p. 294).
En los últimos capítulos la historia se acelera. Nina visita a su ama, pero Juliana no le
permite entrar y doña Paca tiene para ella sólo reproches: “[…] ten presente que te fuiste
de mala manera, dejándome sin una miga de pan en casa, sola, abandonada: ¡Vaya con la
Nina! Francamente, tu conducta merece que yo sea un poquito severa contigo… Y para
que todo hable en contra tuya, olvidaste los sanos principios que siempre te enseñé,
largándote por esos mundos en compañía de un morazo…” (M*, p. 297) Nina se va con
Almudena, quien la adora como a su madre y la persuade que se vayan los dos a
Jerusalén. Se lo impide la enfermedad dermatológica del ciego, de la que afirma Juliana
que se trata de la lepra.
El último capítulo es muy importante – en Benina se despierta la desilusión y la pena
debido a la ingratitud de doña Paca: “[…] quiere decirse, que en donde quiera que vivan
los hombres, o verbigracia, mujeres, habrá ingratitud, egoísmo, unos que manden a los
otros y les cojan la voluntad” (M*, p. 310). Pero debe seguir cuidando de Almudena y
tratar de curar su enfermedad.
Doña Paca y don Frasquito que sobrevivían gracias a Benina y su bondad, son sólo
personajes secundarios. Los dos ven en Nina una persona de posición social inferior a la
suya y por eso creen que está obligada a servirles. Mucho más importante es la relación de
Benina y Almudena, quien ve en Nina un ser humano de pleno valor. En este hecho pone
el autor mucha importancia y con la introducción del ciego en la historia acentúa Galdós
las extraordinarias cualidades humanas de la criada.

99
Ibid., p. 228.

124
Con este capítulo Galdós podría concluir la historia, mas como en Marianela, el autor
añade un pequeño capítulo más: nos describe cómo Juliana dirige la casa de doña
Francisca, que obedece a su nuera ciegamente. También Juliana tiene problemas y
preocupaciones. Es bastante neurótica y empieza a creer – no se sabe por qué motivo –
que sus hijos están enfermos y que van a morir. Por eso, paradójicametne, busca consuelo
en Benina: “Yo no soy santa. Pero tus niños están buenos y no padecen ningún mal… No
llores… y ahora vete a tu casa, y no vuelvas a pecar” (M*, p. 318).

125
9.3. REALIDAD Y FANTASÍA EN MISERICORDIA

Como ya hemos mencionado, en la novela Misericordia podemos encontrar dos


planos o zonas muy bien definidas: por un lado, la realidad tangible y existente en la
que se mueven los personajes; por otro lado, la realidad soñada e imaginada por estos
personajes. Joaquín Casalduero afirma: “En la novela nos vemos continuamente
trasladados de la zona de la realidad a la de la imaginación. La realidad es siempre la
misma: gris, angustiosa, monótona, implacable. El escritor la estudia con su perfecta y
perfeccionada técnica naturalista.”100 Gustavo Correa, por su parte, dice: “El
entrecruzamiento de planos de la realidad soñada o inventada con los de la realidad
concreta, y su fusión final con esta última, constituye, así, la característica particular del
mundo novelesco de Misericordia.”101
Efectivamente, ante la miseria de sus vidas, los personajes de esta novela suelen
escapar al sueño, creando las ilusiones que les permiten olvidar de su pobreza y del
hambre y les transporta a un mundo, donde gobierna la felicidad y la justicia. “El
contraste es evidente y de esta manera si la verdadera realidad está pintada por Galdós,
incluso con una técnica naturalista que tiene sus mejores ejemplos en los retratos de los
personajes y en las descripciones de ciertas partes del Madrid suburbial, la realidad
imaginada se encuentra, en ocasiones convertida en cuento de las mil y una noches,
transformando Nina y doña Paca un pequeño ruido de la casa en el sonido de las
monedas de un tesoro escondido en las paredes o en el techo.”102
Estos cambios de realidad y fantasía se producen principalmente en la conciencia de
Benina, que tiene muchas visiones, sueños y aun inventa a un personaje imaginario.
Benina se contagia con las visiones de Almudena, sueña y no distingue el sueño de la
realidad cuando inventa a don Romualdo, justificando así su obra de caridad. Crea al

100
Casalduero, Joaquín, op.cit., p. 229.
101
Correa, Gustavo, Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,
1967, p. 207.
102
García Lorenzo, Luciano, op.cit., p. 36.

126
sacerdote y al fin duda si sus propias mentiras y fantasías no son reales: “Volvióse a
casa muy triste, y ya no se apartó de su mente la idea de que el benéfico sacerdote
alcarreño no era invención suya, de que todo lo que soñamos tiene su existencia propi, y
de que las mentiras entrañan verdades” (M*, p. 253). La acumulación de detalles da a
don Romualdo tanta verosimilitud que la misma Nina termina por creer en su
existencia: “Invento yo al tal D. Romualdo, y ahora se me antoja que es persona efetiva
y que puede socorrerme.”103 Aun reconoce en una señora desconocida a la sobrina del
sacerdote, también inventada por ella. “Su voluntad de creer se aproximaba a la fe.”104
Lo extraordinario ocurre cuando un día, al volver Benina de su lugar a la puerta de la
catedral, su ama le da la noticia de que don Romualdo ha venido a su casa, mientras ella
estaba fuera. Benina afirma que se trata solamente de un sueño de doña Paca, pero ésta
le asegura que se trata de una persona real, de carne y hueso. El sacerdote ha prometido
volver a venir para darle alguna noticia importante. La confusión de Nina crece al darse
cuenta de que el nombre y las señales físicas, con las que lo había descrito, coinciden
con las del verdadero don Romualdo. Cuando el sacerdotevuelve a casa de doña Paca, le
da a ésta la noticia de un pariente suyo y de la herencia que le ha dejado. Doña
Francisca, al oír estas palabras, también duda si habla con una persona real o si sueña.
Don Romualdo logra sacarla de toda duda, contándole los detalles de la vida de su
pariente.
Debemos añadir que los dos don Romualdos son personas diferentes; el uno es
resultado de la propia creación de Benina, y el otro, una realidad independiente de dicha
creación. Benina nunca encontrará una explicación satisfactoria de este milagro. “De
esta manera, el mundo de ilusión que su espíritu excelso había ideado para otros seres,
se tornaba, de repente, en una tangible realidad.”105
Benina ha inventado a don Romualdo por necesidad, y por necesidad y fascinación
se permite creer en el proyecto del rey Samdai, que le propone Almudena, su amigo
ciego. Al principio Nina rechaza este proyecto, mas como sabe que solamente un
milagro pueda sacarla de su mala situación, al fin acepta.

103
Ibid., p. 185.
104
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 229.
105
Correa, Gustavo, op.cit., p. 209.

127
Almudena también vive en dos mundos – en el de la realidad y el de la fantasía. Vive
en una choza con una mujer borracha a quien da de palos. Éste es el plano de la
realidad. Sin embargo, el ciego también vive en el continuo sueño, en un mundo de
ilusiones. Cree que su ceguera es el castigo de Dios por haber engañado a su padre.
También sueña con la aparición del rey Samdai del inframundo quien le hizo escoger
entre un gran tesoro o una mujer hermosa y buena. Almudena se decide por la mujer,
pero Samdai le permite sólo verla por un momento corto, envuelta en un manto. Desde
entonces, el ciego busca a esta mujer y llega a creer que Benina es la más perfecta para
él, lo que culmina con una declaración de amor, ya que gracias a su intuición descubre
las buenas cualidades que posee la mendiga.
Almudena también experimenta los celos debido a la benevolencia de Nina con
Frasquito Ponte. Aun le riñe y la pega. Mas pronto se arrepiente y le confiesa a Benina
que no quiere vivir sin ella. “Almudena está saltando continuamente al plano de la
imaginación. A la pobre vieja la recibe como una visión angélica que porta el fuego de
la purificación.”106
En otro de los sueños de Almudena también aparece el rey Samdai, «el rey de baixo
tierra», quien le promete que descubrirá un tesoro. Almudena lo cuenta a Benina, que,
después de vacilar un momento, acepta la realización. Mas hay que realizar un ritual a
medianoche, utilizando una olla de siete agujeros y un palo de laurel. Las operaciones,
indicadas por Almudena, darán como resultado la reaparición del rey, con toda su
riqueza. Este sueño significa para Benina un gran consuelo, que le permite esperar en un
futuro mejor: “En efecto, bien sabe ella que, en numerosos casos, ideas que, en un
principio, pudieran aparecer como visiones fantásticas en la mente de alguna persona se
convierten luego, en verdades incontestables.”107
Otros personajes que viven en el plano de la fantasía e imaginación son don
Frasquito Ponte y Obdulia. A pesar de su miseria, el señor envejecido, podemos decir
un prototipo cursi, antes conocido por su elegancia ahora sigue con su manía de ser
elegante, tratando de escapar de su mala situación y volviendo en su imaginación a los
tiempos en los que pertenecía a la alta sociedad madrileña. Para él la felicidad fue en

106
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 231.
107
Correa, Gustavo, op.cit., p. 202.

128
París, una ciudad completamente idealizada por don Frasquito, cuya fantasía le permite
también identificar a Obdulia con la emperatriz Eugenia.
Obdulia, la hija de doña Paca, que también sufre de mala situación económica,
parecida a la de don Frasquito, después de haberse casado con el hijo de un dueño de
una empresa funeraria, que pasa todos los días en los cafés con sus amigos y prostitutas.
Obdulia se entrega con don Frasquito a la imaginación de situaciones fabulosas que
constituyen un mundo de ficción y que contrastan con la triste realidad: “Uno y otro,
marchita dama y galán manido, poseían, en medio de su radical penuria, una riqueza
inagotable, eficacísima, casi acuñable, extraída de la mina de su propio espíritu; y
aunque usaban de los productos de este venero con prodigalidad, mientras más
gastaban, más superabundancia tenían sus caudales. Consistía, pues, esta riqueza, en la
facultad preciosa de desprenderse de la realidad, cuando querían, trasladándose a un
mundo imaginario, todo bienandanzas, placeres y dichas. Gracias a esta divina facultad,
se daba el caso de que ni siquiera advirtiesen, en muchas ocasiones, sus enormes
desdichas, pues cuando se veían privados absolutamente de los bienes positivos,
sacaban de la imaginación el cuerno de Amaltea, y lo agitaban para ver salir de él los
bienes ideales” (M*, p. 157). Como señala Ignacio Elizalde: “Con esta dichosa facultad,
los dos ilusos personajes se van engolfando en la magnificencia de una vida suntuosa.
Así facilitan la inserción en Misericordia de otra dimensión, una especie de mundo
ficticio, dentro de la ficción novelesca, comparable, al que evoca Almudena o al que
conjura Benina.”108
En doña Paca, una mujer incapaz de cuidar de sí misma, el sueño tiene rasgos
diferentes que en los casos anteriores, ya que parece mucho más verosímil. Doña
Francisca sueña con una gran herencia: “¿Sabes lo que me ha pasado – dijo a Benina –
en el rato que has estado fuera? Pues me quedé dormidita en el sillón, y soñé que
entraban en casa dos señores graves, vestidos de negro. Eran D. Francisco Morquecho y
D. José María Porcell, paisanos míos, que venían a participarme el fallecimiento de D.
Pedro José García de los Antrines, tío carnal de mi esposo” (M*, p. 200).
Doña Paca también cree que en su casa hay un tesoro, escondido en la pared o en el
techo, ya que ha oído un sonido metálico que debe provenir, según ella, sólo de las

108
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 232.

129
monedas. “La mente de doña Paca no es en esencia soñadora, ya que su sueño tiene una
base familiar real, lo que le da verosimilitud. La funcionalidad de la fantasía entre doña
Paca y Benina es semejante a la relación entre Almudena y Benina.”109
El entrecruzamiento de planos de la realidad concreta y del mundo de la imaginación
y de la fantasía, constituye una característica bastante importante del mundo novelesco
del Misericordia. Lo podemos encontrar en casi todos los personajes, no sólo en la
protagonista. Es uno de los rasgos específicos de esta novela que la diferencia de las
demás obras de Benito Pérez Galdós.

109
Ibid., p. 232.

130
10. LAS RELACIONES PARALELAS ENTRE LOS PERSONAJES
DE DOÑA PERFECTA, MARIANELA Y MISERICORDIA

En Doña Perfecta, Marianela y Misericordia podemos encontrar ciertas


coincidencias, relacionadas tanto con los personajes que aparecen en las novelas, como
con los motivos de las historias. Algunos motivos los podemos encontrar en las tres
novelas, otros los podemos hallar solamente en dos de ellas.
Primero podemos mencionar el motivo de la llegada, es decir, la introducción de los
personajes en la historia de las novelas Doña Perfecta y Marianela. En Marianela es
Teodoro Golfín quien llega a las minas de Socartes y su llegada es bastante dramática,
sobre todo en lo que se refiere al ambiente por el que el doctor pasa: “¡Qué soledad! Si
yo creyera en brujas, pensaría que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de
ser presentado a ellas…” (M, p. 71)
Tanto Teodoro Golfín como Pepe Rey llegan para visitar a sus parientes y a los dos
les esperan sólo acontecimientos dramáticos. El doctor Golfín es un hombre maduro,
científico que llega de la ciudad al campo. Es bastante sensible al ambiente nuevo que lo
rodea – primero la naturaleza romántica, después las minas terribles y casi
escalofriantes por las cuales le guía, paradójicamente, un muchacho ciego y el canto de
una voz encantadora que suena desde lejos: “Cuando salieron, el primer accidente que
hirió los sentidos del doctor fue el canto melancólico que había oído antes” (M, p. 79).
También Pepe llega de la ciudad; también él es científico y, a pesar de su juventud,
ya tiene una posición social bastante alta y está acostumbrado a la vida en un mundo
completamente diferente del que halla en Orbajosa. También su llegada es dramática –
primero ve sus tierras desoladas de las que nadie cuida y le gusta el contraste entre la
realidad triste y los nombres poéticos que tienen: “¡Cómo abundan los nombres poéticos
en estos sitios tan feos! Desde que viajo por estas tierras me sorprende la horrible ironía
de los nombres” (DP, p. 56). Llega a ser testigo de un encuentro a tiros; ve a unos
muertos y se encuentra con Caballuco. También Pepe debe pasar por el «infierno», en

131
el que le ayuda sólo la idea de una muchacha amable con que se va a casar. La llegada
de los dos personajes importantes, Teodoro y Pepe, y los acontecimientos siguientes
indican el desarrollo de la historia.
Al doctor Golfín le esperan todos con la esperanza de que sus conocimientos puedan
devolver la vista a Pablo. Teodoro consigue curar al muchacho ciego, mas el éxito de la
ciencia lleva consigo la muerte de Marianela: “Recuerde usted lo que han visto hace
poco estos ojos que se van a cerrar para siempre; considere que la amaba un ciego, y
que ese ciego ya no lo es, y la ha visto… ¡La ha visto! ¡La ha visto!, lo cual es como un
asesinato” (DP, p. 237). Podemos ver aquí el conflicto entre la ciencia y el amor de una
muchacha joven.
También Pepe Rey, como un hombre educado, de la ciudad, después de su llegada a
Orbajosa llega en conflicto con la cortedad y el fanatismo de los habitantes de Orbajosa.
Primero, le aceptan con cortesía , mas pronto sus opiniones científicas chocan con el
fanatismo religioso de doña Perfecta, que rechaza el matrimonio futuro de su hija,
Rosario, con el ingeniero joven, y aun ordena a sus seguidores que le asesinen. Rosario,
enamorada de Pepe, pero acostumbrada a obedecer ciegamente a su madre, intenta
oponerse a la decisión de doña Perfecta, mas su fuerza espiritual es muy débil y después
de la muerte de Pepe termina en un manicomio: “El director del establecimiento me ha
asegurado que es un caso incurable. Tendrá, sí, una asistencia esmeradísima en aquel
alegre y grandioso manicomio” (DP, p. 304). Tampoco en esta novela el amor de los
jóvenes tiene un final feliz. También aquí aparece el choque de la ciencia, representada
por Pepe y sus opiniones modernas, con el amor y, cómo podemos ver, el amor en
ambos casos sale perdiendo.
Otro paralelismo lo podemos encontrar en los personajes secundarios que aparecen
en Marianela y Misericordia, que son portadores de los mismos motivos. Nos referimos
a la caridad. En Marianela es Sofía quien hace ostentación de su caridad, mas en su
corazón tiene sólo el egoísmo. La pobre Nela no significa para la señora más que su
perro Lilí. Sofía no presta atención a las heridas de Marianela cuando ésta trata de salvar
al perro, sino que le riñe a la muchacha y le acusa de haber causado la huida de Lilí:
“Dame al pobre Lilí – dijo Sofía, tomando el canino de manos de la vagabunda -. No
vayas a hacerle daño” (M, p. 146). Su actitud no la cambia ni la crítica de su cuñado,

132
Teodoro, quien trata de corregir su comportamiento insensible. Por un lado, Sofía es una
mujer caritativa, por otro, es una persona insensible y egoísta.
Don Carlos de Misericordia suele visitar regularmente la catedral, repartiendo
limosna entre los mendigos. Visita la catedral que tiene dos caras – una que mira el
barrio de los madrileños ricos, otra dirigida al mundo de los pordioseros. Don Carlos se
halla entre estos dos mundos. Es rico, pero llega entre los más pobres para darles
limosna. Aparentemente es un hombre noble. Mas, al hablar con Benina que le visita en
su casa, se nos presenta como un avaro, quien apunta todo el dinero, incluso las
limosnas, en su libro de cuentas: “Benina le miró entre colérica y compadecida. Pero
más pudo la ira que la lástima, y hubo un momento, un segundo no más, en que le faltó
poco para coger el libro y estampárselo en la cabeza al Sr. D. Carlos. Conteniendo su
furor, y para que el monomaniaco de la contabilidad no se lo conociera, le digo con
forzada sonrisa: De modo que el señor apunta las perras que nos da a los pobres de San
Sebastián. Día por día – replicó el anciano con orgullo, moviendo más la cabeza” (M*,
pp. 132-133). No reparte el dinero entre los mendigos por caridad, sino por la necesidad
de calmar su conciencia y para asegurarse su puesto en el cielo. No entiende en qué
consiste la verdadera caridad.
En las tres novelas aparecen muchachas jóvenes y, claro, a las chicas jóvenes se unen
los sueños y el amor. Nos referimos a Rosario, Marianela y Obdulia. Obdulia constituye
un caso un poco diferente. Aunque no es completamente mala, es bastante perezosa,
histérica, egoísta y de escasa inteligencia. Sucumbe al enloquecimiento romántico y se
casa, mas no es capaz de una vida práctica y quiere que los demás cuiden de ella. Todo
el día lo pasa tumbada en la cama, lamentándose de su mala suerte, si hay alguien quien
la escuche. Cuando su familia, gracias a la herencia de un pariente lejano, se hace rica,
Obdulia abandona a su marido y empieza a gastar dinero en tonterías: “Obdulia no
cesaba de dar pellizcos al tesoro de su mamá para adquirir tiestos de bonitas plantas, en
los próximos puestos de la Plazuela de Santa Cruz, y en dos días puso la casa que daba
gloria verla: los sucios pasillos se trocaron en vergeles, y la sala en risueño pensil. En
previsión de la vida de hotel, adquirió también plantas decorativas de gran tamaño,
latanias, palmitos, ficus y helechos arborescentes” (M*, p. 285).

133
Rosario ha obtenido una educación bastante diferente. Obedece absolutamente a su
madre, lo que no es difícil para ella, ya que es una muchacha dócil, obediente y
modesta, sin su propia voluntad. Doña Perfecta fácilmente consiguió imponerle a su hija
la obediencia ciega. A pesar de esto, Rosario logra una vez oponerse a las órdenes de su
madre para no perder al hombre del que está enamorada. Sin embargo, en el momento
decisivo vuelve a perder las fuerzas, sucumbe a su madre y su amor termina
trágicamente – Pepe muere y ella se vuelve loca.
También el amor de Marianela termina trágicamente. De todo corazón quiere a un
joven ciego, Pablo, al que acompaña en sus paseos y le permite «ver» el mundo de tal
manera como lo ve ella. Pablo, encantado por la belleza de su alma, está convencido de
que la niña posee también la hermosura física; se la idealiza en su mente y le promete el
matrimonio. Mas después de su curación, Pablo se enamora de su prima hermosa,
Florentina, y Marianela, consciente de su deformidad, no es capaz de soportar la idea de
que Pablo pueda verla y sentir lástima de ella. No puede soportar la compasión y su
humillación. Quiere suicidarse, pero la salva el doctor Golfín, pero ni él puede curar su
corazón roto.
La relación del autor hacia estas muchachas jóvenes es bastante evidente. Obdulia le
es indiferente; es sólo un personaje secundario, al lado del que destacan las cualidades
extraordinarias de la criada vieja, Benina. Por otro lado, siente cierta compasión a
Rosario, una niña buena, pero débil. Sin embargo, el personaje de Marianela lo crea con
gran amor.
Otro rasgo importante en las tres novelas es el motivo del sueño. En Marianela y en
Misericordia constituye un elemento poético, mientras que en Doña Perfecta, un
elemento horrible. Marianela sueña con el encuentro con la Virgen, a la que suplica que
le dé una cara hermosa. El sueño en este caso penetra en la realidad, cuando Nela ve por
primera vez a Florentina, creyendo que una persona tan hermosa debe ser santa y que es
la misma Virgen.
También el sueño de Rosario se identifica con la realidad. Rosarito vuelve a ver en
su sueño el acontecimiento del que ha sido testigo – el ecuentro de doña Perfecta, don
Inocencio, Caballuco y otros orbajosenses. Este encuentro, en el que los habitantes de
Orbajosa preparan un alzamiento, termina con un golpe con el que Caballuco rompe una

134
mesa para afirmar sus palabras. Este golpe preanuncia la futura tragedia y aún suena en
el sueño de Rosario.
También Almudena, en Misericordia, tiene un sueño. Sueña con el rey de «baixo
tierra», Samdai, quien le hace elegir entre la riqueza y la mujer ideal. Almudena cree
profundamente en los sueños y piensa que la mujer prometida por Samdai es Benina.
El elemento de la oración constituye también cierto paralelismo de las tres novelas.
En Misericordia, Almudena hace voto a Dios, pero no desea que le devuelva la vista,
sino que le dé el dinero para poder llevar una vida mejor, y una mujer: “No se atrevía el
pobre ciego a pedirle que le devolviese la vista, pues esto no se lo había de conceder.
Era castigo, y el Señor no se vuelve atrás cuando pega de firme. Pedíale que le diera
dinero abundante para poder vivir con desahogo, u na muquier que le amara […]” (M*,
p. 146). Cuando se le aparecen en el sueño dos ángeles y el rey de inframundo que le
promenten el cumplimiento de su deseo, Almudena elige a la mujer. Dios cumple con su
palabra, pero no le da una mujer joven y hermosa, sino una criada vieja, Benina, que,
sin embargo, simboliza las mejores cualidades humanas.
También en la novela Marianela aparece la oración. Nela no sabe mucho sobre la
religión y por eso no reza y no siente mucho respeto hacia Dios, sino que, como las
naciones primitivas divinizaban la Naturaleza y a la Madre, también la muchacha hace
voto a la Virgen, a la que identifica con su propia madre. Su oración es simple e
ingenua, pero también llena de amor. Quiere ser hermosa para que Pablo, al recobrar la
vista, sienta el mismo amor como siente ella. Mas su oración no es atendida. Pablo
siente sólo la compasión y su amor pertenece a otra mujer. Pero Marianela no puede
vivir sin su amor y muere.
Rosario está ifluida en toda su vida por su madre, una fanática religiosa, y por eso
sabe que hay que obedecerla. Mas de repente aparece en su corazón también otro
sentimiento – el amor hacia Pepe. Rosario cree que con este amor, prohibido por su
madre, peca. Su oración es una súplica por remisión, ya que le duele mucho la idea de
que engaña a doña Perfecta.

135
11. CONCLUSIÓN

El tema fundamental de nuestra tesina lo constituye el análisis de los personajes


femeninos, que desempeñan en la novelística galdosiana un papel muy importante. La
mujer aparece en la literatura desde la Antigüedad, la podemos encontrar ya en los
mitos griegos, en los que hombres y mujeres, dioses y diosas tienen el mismo papel.
También en el drama podemos hallar frecuentemente a los personajes femeninos
como Antígona, Medea o Electra, aunque las mujeres todavía no pueden tomar parte
en las representaciones y sus papeles los desempeñan los hombres.
En la Edad Media la posición de la mujer cambia; su imagen es muy negativa,
principalmente debido a la Biblia. El Antiguo Testamento afirma que a la mujer, que
es considerada como un ser vicioso y pecador y el instrumento del diablo, le
corresponde sólo el papel de esposa y madre que debe cuidar de la casa y de su
familia.
En el Nuevo Testamento aparece la Virgen María, quien, sobre todo en la época
del Barroco, representa un modelo de la mujer – es una madre, tanto feliz como
sufriente, es hermosa, buena, digna de devoción. La imagen negativa de la mujer va
cambiando y la litertatura refleja este cambio, que se debe también, más tarde, a la
aparición de los trovadores. La mujer llega a ser considerada como un ideal
inalcanzable, por el que hay que luchar. Sin embargo, como el personaje literario la
mujer es todavía bastante pasiva.
Más activa llega a ser en el Renacimiento, cuando ya es más viva, posee el sentido
de humor, es astuta e imaginativa, como, por ejemplo, en el Decamerón de Giovanni
Boccaccio. La mujer constituye también el objeto de deseo, es la amante soñada, lo
que podemos ver en la obra de Francesco Petrarca o Dante Alighieri.
Muy significativas son las mujeres en los dramas de William Shakespeare – Julieta
que es capaz de luchar y morir por su amor; lady Macbeth, una mujer consciente de su
propósito que anhela el poder por el que es capaz de matar.

136
En El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, la
mujer simboliza la vida y don Quijote hace todo para ella, es decir, la mujer puede
dominarlo. Sin embargo, hay que decir que la mujer sigue siendo sólo un símbolo
sexual, consoladora o madre, es decir, un estereotipo, mas no es un personaje literario
activo.
Una de las primeras obras, en la que el personaje femenino está elaborado desde el
punto de vista psicológico, es La princesa de Cléves (1678) de Marie – Madeleine de
la Fayette. Después, el análisis psicológico de la mujer aparece en la literatura con
más frecuencia.
En el siglo XIX suceden muchos acontecimientos importantes que afectan la vida
política, económica, social y también cultural. Los nuevos contrastes y los conflictos
se reflejan también en la literatura. Las mujeres dejan de callar y empiezan a
interesarse por el mundo que las rodea, a estudiar y tomar parte en la vida social, no
sólo como amas de la casa, sino como participantes activas en los debates sobre
literatura, filosofía, arte y política. Mas los hombres siguen conservando su opinión
sobre su posición inferior en la sociedad. La mujer puede ser inteligente e instruida,
pero no debe olvidar su obligación principal – la familia.
El realismo trae una imagen muy elaborada de la mujer. Lo podemos documentar,
por ejemplo, en la obra de Honoré de Balzac, La prima Bette o Papá Goriot, donde
los personajes femeninos desempeñan un papel negativo. También en la literatura
realista rusa hay, al menos, una obra importante en la que destaca el personaje
femenino – Anna Karénina de Lev Nikoláyevich Tolstoi. En comparación con
Madame Bovary de Gustave Flaubert, Anna no disfruta de su infidelidad, desea el
amor, mas su marido y su amante son insensibles. Ha perdido su lugar en la sociedad
y acaba suicidándose. Hay un profundo contraste entre los deseos de la mujer y lo que
le ofrece la sociedad.
También el naturalismo presenta personajes femeninos significativos, por ejemplo
en la obra de Émile Zola (Nana), Henry Réne Guy de Maupassant (Bola de Sebo) o,
en el marco de la literatura española, Leopoldo Alas Clarín (La Regenta). Ahora, la
mujer llega a ser la víctima de los hombres, pero a pesar del análisis psicológico
profundo, debemos confesar que es un poco trivial.

137
Las nuevas corrientes filosóficas que aparecen en Europa, las invenciones técnicas,
la educación y los comienzos de la emancipación - todo esto influye cada vez más en
la posición de las mujeres en la sociedad, lo que se refleja también en la literatura.
Desde la segunda mitad de los años 80 del siglo XIX crece el número de obras
protagonizadas por la mujer, que empieza a presentarse como una personalidad fuerte,
capaz de dirigir su propia vida. Por eso Benito Pérez Galdós, gran maestro de la
pluma, dedica algunas de sus novelas a las mujeres. No nos referimos solamente a las
tres novelas que hemos analizado, Doña Perfecta, Marianela y Misericordia, ya que
el personaje femenino aparece en muchas más, por ejemplo en Gloria (1877), La
desheredada (1881) o Fortunata y Jacinta (1886-1887), entre otras.
Al analizar las novelas Doña Perfecta, Marianela y Misericordia, hemos
descubierto una profundidad sorprendente que hace de estas obras unas piezas
maestras. Aunque el autor solamente ocupa el lugar de observador, no oculta la
simpatía o antipatía o interés hacia sus personajes y así logra crear unas obras llenas
de vida, capaces de evocar interés también en los lectores contemporáneos.
En la estructura de las tres novelas se refleja muy a menudo la vida social y política
que rodeaba al autor y hay que decir que gracias al ambiente que rodeaba a Galdós, la
fantasía creativa del escritor recibió muchos impulsos importantes. El conocimiento
del ambiente se relaciona con el conocimiento del individuo y de su psiquismo.
Las protagonistas - doña Perfecta, Marianela y Benina – tienen mucho en común.
Las tres anhelan la suerte, el amor y la comprensión de los demás, mas no lo
consiguen. Marianela y Benina encuentran una solución de su situación difícil en el
sacrificio de sí mismas; doña Perfecta, muy fanática y ciega de ira, desea la venganza.
Podemos decir que estas tres novelas forman un mosaico que nos permite conocer la
vida de la España del siglo XIX y, sobre todo, la posición y la situación de las
mujeres.
Marianela es una muchacha tímida y repudiada que tiene un solo deseo – busca el
amor, la paz y la calma. Este personaje suele despertar en los lectores la compasión y
la tristeza, ya que no es capaz de apreciar su propia belleza que no reside en su cuerpo,
sino en su alma. Por eso el desarrollo de la historia, a pesar de los rasgos líricos y
melancólicos, con los que Galdós atenua la realidad dura, es trágico. La muchacha

138
muere al perder su amor, sin el que no es capaz de vivir. En esta novela el autor nos
revela su capacidad de reflejar fielmente los sentimientos de sus personajes.
También en la novela Doña Perfecta podemos encontrar a una protagonista
femenina y una historia de amor, que termina trágicamente. Lo que llama nuestra
atención es el hecho de que el texto está muy a menudo llevado por los diálogos que
alternan con reflexiones filosóficas, lo que da vida a la historia. El autor se acerca a
los acontecimientos desde varios puntos de vista y así consigue despertar en el lector
una tensión hasta que la historia desemboque en una tragedia, causada por el
fanatismo ciego de la protagonista, una mujer despiadada, cruel e insana. En el marco
de los acontecimientos exteriores, el escritor penetra en el interior de los personajes.
Misericordia presenta a los lectores una historia dramática de la nobleza humana y
del espíritu de sacrificio. Los personajes se mueven en el ambiente de la metrópoli que
no sólo forma el bastidor de la historia, sino que también desempeña un papel
importante. Una vez más se nos presenta una historia de amor, sin embargo en este
caso se trata del amor al prójimo, que tampoco tiene un final feliz. La protagonista,
Benina, es una mujer capaz de sacrificarse para ayudar a su ama que no sabe apreciar
sus cualidades extraordinarias.
Al analizar las novelas, elegimos los momentos y las descripciones, tanto del
ambiente como de los personajes, que nos parecen relevantes para la comprensión de
la obra y que nos permiten conocer más profundamente el psiquismo y los caracteres
de los personajes.
Al acabar el análisis de estas tres novelas, que no son unos cuadros de la vida, sino
historias dramáticas, nos hemos dado cuenta de que el trabajo relacionado con la
escritura de esta tesina, es decir la lectura y el estudio profundo de Doña Perfecta,
Marianela y Misericordia y de las monografías dedicadas a estas novelas, nos
permitió conocer más profundamente a uno de los escritores más importantes de las
letras hispanas, quien, quizás, traspasa las normas de la novela realista con la vitalidad
y frescura que se refleja en su obra. También nos permitió comprender los métodos de
su creación literaria. Nos damos cuenta de que Benito Pérez Galdós es un autor quien
sabe aprovechar la literatura para crear varios tipos humanos, muy excepcionales e
interesantes, que buscan su lugar en la vida.

139
Con su obra hemos pasado mucho tiempo, mas fue un tiempo muy agradable,
pasado en compañía de personajes extraordinarios. Hemos sentido compasión con
Marianela, a doña Perfecta le reprochábamos sus intrigas y su fanatismo y nos
fascinaba la abnegación de Benina. Con este trabajo queremos expresar nuestra
admiración a la capacidad de Benito Pérez Galdós de entender el alma y los
sentimientos humanos en toda su complejidad.

140
12. SIGLAS UTILIZADAS EN EL TEXTO

DP Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta. Barcelona, J.M. Ollero y Ramos, S. L.


y Random House Mondadori, S. A., 2004.

M Pérez Galdós, Benito, Marianela. Madrid, Cátedra, 2003.

M* Pérez Galdós, Benito, Misericordia. Madrid, Cátedra, 1982.

141
13. BIBLIOGRAFÍA

BIBLIOGRAFÍA PRIMARIA

Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta. Barcelona, J.M. Ollero y Ramos, S. L. y Random
House Mondadori, S. A., 2004.

Pérez Galdós, Benito, Marianela. Madrid, Cátedra, 2003.

Pérez Galdós, Benito, Misericordia. Madrid, Cátedra, 1982.

BIBLIOGRAFÍA SECUNDARIA

Alas, Leopoldo, Ensayos sobre Galdós. Madrid, Editorial Fundamentos, 2001.

Alighieri, Dante, La divina comedia: Infierno. La Habana, Editorial Pueblo y Educación,


1976.

Aparici Llanas, María Pilar, Las novelas de tesis de Benito Pérez Galdós. Barcelona,
Institución Mila y Fontanals, Instituto de Filología, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1982.

Bravo-Villasante, Carmen, Galdós. Madrid, Mondadori, D. L., 1988.

Cardona, Rodolfo, Introducción a Doña Perfecta. En Pérez Galdós, Benito, Doña Perfecta.
Madrid, Ediciones Cátedra, 1982.

Casalduero, Joaquín, Vida y obra de Galdós. Madrid, Gredos, 1970.

Caudet, Francisco, El mundo novelístico de Pérez Galdós. Madrid, Anaya, 1992.

142
Caudet, Francisco, Martínez Cachero, José María, Pérez Galdós y Clarín. Madrid, Júcar,
1993.

Chabás, Juan, Historia de la literatura española. La Habana, Prensa Latina, 1962.

Correa, Gustavo, El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós. Madrid, Gredos,
1974.

Correa, Gustavo, Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós. Bogotá,
Instituto Caro y Cuervo, 1967.

Elizalde, Ignacio, Pérez Galdós y su novelística. Bilbao, Universidad de Deusto, 1981.

Faus Sevilla, Pilar, La sociedad española del siglo XIX en la obra de Pérez Galdós.
Valencia, Cuerpo facultativo de archivos y bibliotecas, 1972.

García Lorenzo, Luciano, Misericordia de Galdós. Madrid, S.G.E.L., 1975.

Gullón, Ricardo, Galdós, novelista moderno. Madrid, Gredos, 1973.

Montesinos, José F., Galdós. Madrid, Castalia, 1968.

Mora García, José Luis, Hombre, sociedad y religión en la novelística galdosiana (1888 –
1905). Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1981.

Ortiz-Armengol, Pedro, Vida de Galdós. Barcelona, Mondadori, 1996.

Pattison, Walter T., Benito Pérez Galdós. Boston, Twayne Publishers, 1975.

143
Realismo y naturalismo en España en la segunda mitad del siglo XIX. Barcelona, Editorial
Anthropos, 1988.

Río, Ángel del, Estudios Galdosianos. New York, Las Américas Publishing Company,
1969.

Río, Ángel del, Historia de la literatura española. New York, Henrz Holt and Companz,
1960, tomo II.

Rogers, Douglas M., Benito Pérez Galdós. Madrid, Taurus, 1973.

Román Gutiérrez, Isabel, La creatividad en el estilo de Galdós. Las Palmas de Gran


Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1993.

Scanlon, Geraldine M., Pérez Galdós: Marianela. London, Grant & Cutler, 1988.

Schraibman, Joseph, Dreams in the novels of Galdós. New York, Hispanic Institute, 1960.

Smith, Alan E., Galdós y la imaginación mitológica. Madrid, Cátedra, 2005.

Urquia, José de, Las mujeres de Galdós. Madrid, La novela corta, 1921.

Varey, J. E., Pérez Galdós: Doña Perfecta. London, Grant & Cutler, 1971.

144
ANEXO

145
I. BIOGRAFÍA DE BENITO PÉREZ GALDÓS

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843.
Su padre, Sebastián Pérez y Macías (1784 – 1871), natural de la ciudad de
Valsequillo, fue teniente coronel, que en 1809 se unió al batallón de granaderos
organizado en Las Palmas, para luchar contra los franceses en la guerra de la
Independencia. Su hermano, tío de don Benito, que acompañó el batallón como
capellán, anotó en un diario sus impresiones de la expedición con el título de Viaje
que hice desde Canarias con la columna granaderos que pasó a la Península cuando
la guerra contra los franceses. De este ambiente familiar nació probablemente el
interés de nuestro escritor por los sacerdotes y los militares.
El hecho de ser Benito el menor de diez hermanos hace que su niñez fue tranquila
y cómoda aunque obtuvo una educación bastante rígida. Gozó del cariño de toda la
casa y especialmente de su madre, María Dolores Galdós. Tranquilo, silencioso y
tímido, se ganaba la simpatía de todos.
A los trece años empieza a estudiar el bachillerato en el Colegio de San Agustín,
centro en donde se impartE una educación liberal. Ya en esta época muestra nuestro
escritor especial inclinación por el arte; ya aparece su afición a la pintura, al dibujo y a
la caricatura. Entre sus profesores está, entre otros, don Graciliano Alfonso, un
especialista en Humanidades, que influye mucho en la formación de Benito Pérez
Galdós. En esta época nuestro autor también empieza a inclinar a la sátira, a la
polémica irónica y a la caricatura literaria. Colabora en los periódicos del colegio,
como, por ejemplo, en La Antorcha. También escribe un drama romántico en verso de
un acto, Quien mal hace, bien no espere, y en 1861 redacta Un viaje redondo por el
bachiller Sansón Carrasco, con la evidente influencia de Cervantes, ya que Galdós es
un apasionado de su Don Quijote.
En 1862 Galdós termina el bachillerato y se traslada a Tenerife para graduarse en
el Instituto Provincial de La Laguna. Mas esta universidad se halla clausurada por
motivos políticos, y por tanto ho hay posibilidades de estudiar en las islas. Benito se

146
ve obligado a trasladarse a la Península para estudiar la carrera de Leyes en la
Universidad de Madrid.
En septiembre de 1862 se marcha a la capital y se matricula en preparatorio de
Derecho. La vida de Madrid isabelino, agradable y fácil, que permite vivir sin trabajar,
le atrae mucho y se dedica a conocerla asiduamente: “Es entonces cuando empieza a
conocer el mundo de los cesantes, la chiquillería del Rastro, las clases bajas, y
comienza a descubrir los estamentos de la sociedad española a través de las diferentes
clases sociales madrileñas, instauradas en sus barrios. Recorre a Plaza de Oriente y los
alrededores palatinos, la Puerta del Sol, a la que llama centro de los vagos, la Fuente
Castellana, los campos Elíseos, lugar de reunión de cursis, y más adelante el inmenso
barrio de Salamanca que es en extremo muy confortable y muy higiénico. El gran
curioso recurre a toda clase de ardidades para investigar la vida de Madrid.”110
También satisface su obsesión del lenguaje, ya que Madrid es riquísimo lugar de
exploración. “El estudiante vagabundo observa sin cesar el material vivo de la calle y
el lenguaje bullente de los barrios bajos le parece fiel traslado del inventado lenguaje
literario […]. Desde muy pequeño le preocupa a Galdós el habla.”111
Durante sus estudios Galdós llega a ser testigo de una sacudida política: el 10 de
abril de 1865 presencia los sucesos de la Noche de San Daniel, en la que los
estudiantes fueron despiadadamente sometidos por la fuerza pública, y en el año
siguiente, la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil. Desde entonces
Galdós refleja sus propias experiencias en sus trabajos periodísticos y en sus primeras
novelas. Los acontecimientos que le rodean se convierten en un tema muy importante
en su obra.
Paralelamente a los estudios frecuenta el Ateneo, la institución cultural más
importante de España, donde entra en contacto con los grandes autores españoles,
políticos o pensadores y donde, a través de un amigo suyo, Francisco Giner de los
Ríos, conoce el krausismo, una filosofía que marcará mucho su novelística. Benito se
hace amigo de José María Pereda, Antonio Cánovas del Castillo o Marcelino
Menéndez Pelayo. Con frecuencia asiste a las tertulias literarias del Café Inglés, Café

110
Bravo-Villasante, Carmen, Galdós. Madrid, Mondadori, D. L., 1988, p. 18.
111
Ibid., p. 19.

147
Universal o Café de Levante, ya que la tertulia es un magnífico puesto de observación
de la sociedad. También le gusta mucho asistir a los teatros. “La tertulia era un
magnífico puesto de observación de la sociedad que luego llevaría a sus novelas.
Asistía a los teatros y era asiduo visitante del Ateneo, la institución cultural más
importante que ha tenido España hasta tiempos recientes. Galdós pensará después que
el Ateneo fue para la Revolución del 68 lo que había sido la Enciclopedia para la
Revolución Francesa.”112
En 1865 Galdós inicia su carrera de periodista, cuando empieza a colaborar en La
Nación. Las colaboraciones periodísticas tienen enorme interés para conocer la
prehistoria del novelista. En muchos de sus artículos se ve el germen de sus futuras
novelas: “Nuevamente vemos en los artículos periodísticos de Galdós embriones de
novelas o de capítulos novelescos posteriores. El artículo de la «Iglesia del Buen
Suceso», escrito el 2 de abril un anticipo de algunos pasajes de Fortunata y Jacinta,
con todas aquellas entradas y salidas a dicha iglesia; en el artículo ensayo sobre los
«Cantares de Ventura Ruiz Aguilera» hay más de un esbozo de todo su plan
novelesco, que definitivamente quedará realizado veinticinco años después, y hasta es
la semilla de su discurso de ingreso en la Real Academia Española. Galdós periodista
se anticipa a sí mismo, y el lector siente una extraña satisfacción en ver el proyecto en
el periódico y la realización en la obra novelesca. Lo mismo que Valera se anticipa en
sus cartas, Galdós se anticipa en sus artículos periodísticos.”113
En La Nación escribe una crónica con el título de la Revista de la Semana, en la
que aprovecha todo lo que ha visto en sus paseos por Madrid y ha oído en las tertulias.
Durante dos años Galdós alterna la colaboración con la Revista del Movimiento
Intelectual de Europa. A partir de 1869 pasa al periódico de Las Cortes en el que se
dedica a los debates parlamentarios, que se reflejan más tarde en los Episodios
Nacionales. En 1871 y 1872 colabora en la Revista de España. Este periódico, del que
fue director desde 1872, le publica por entregas su novela de El audaz y un cuento de
La sombra. Muy curiosos e interesantes son sus comienzos como colaborador en La

112
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 11.
113
Bravo-Villasante, Carmen, op.cit., pp. 34-35.

148
Guirnalda, periódico dedicado a mujeres, en el que, entre otros artículos, empiezan a
aparecer capítulos de los Episodios Nacionales, que le dan mucha popularidad.
A partir de 1875, Galdós deja de escribir en los periódicos de Madrid para hacerlo
solamente en La Prensa de Buenos Aires. Excepto de esta colaboración se dedica
únicamente a sus novelas. Mas hay que decir que muchas de sus novelas aparecerán
en los periódicos como folletín antes que en libro. Los trabajos periodísticos nos
revelan los actitudes y opiniones del autor, su condenación de la guerra, del fanatismo
y del autoritarismo, el deseo de tolerancia y modernización, su ideología liberal y
progresista.
Anteriormente, en el año 1867, Benito viaja pro primera vez con sus familiares a
París. La capital francesa le asombra mucho, aquí entra en contacto con la obra de
Dickens, Balzac y, sobre todo, de Zola y descubre el naturalismo. Este viaje quizá
contribuyó a cambiar su atención del drama a la novela. También continúa aquí la
escritura de La fontana de oro, publicada en 1870.
Al regresar de París se entera en Barcelona de que ha estallado la Revolución de
Septiembre en la que cae la reina Isabel II. Bentio vuelve a Madrid en el momento
justo para ver la entrada de general Serrano y la de Prim y el entusiasmo de la gente
por el cambio de gobierno. En este año Galdós abandona los estudios. Todas sus
actividades causan que le borran de la matrícula debido a su inasistencia permanente.
Como ya hemos dicho, en 1872, mientras trabaja como periodista, emprende la
redacción de los Episodios Nacionales. La primera serie tiene tanto éxito que el autor
continúa con la segunda, acabada en 1879. En 1876 publica la primera parte de
Gloria, la segunda sigue en el año siguiente. En el mismo año publica también
Marianela y un año más tarde, La familia de León Roch, obra que cierra la etapa de
las novelas del primer período, como la denomina el mismo autor, o las novelas de
tesis, según la crítica. Estas novelas dan paso, en 1881, a una “segunda manera de
novelar”, que inaugura La desheredada. Después siguen, entre otras, El amigo manso,
El doctor Centeno, La de Bringas o Lo prohibido.
Entre 1880 y 1890 nuestro escritor viaja por Portugal, Alemania, Bélgica,
Inglaterra, Holanda, Italia, además de España. Las poblaciones como Toledo o

149
Santander fueron también muy queridas por Galdós. Toda la España la cruza varias
veces, mas no viaja por obligación, sino para estar en contacto con su amado país.
En los años 1886 – 1890 interviene en la política como diputado liberal. Los
partidos políticos reclaman su nombre y Sagasta logra que acepte un acta de diputado
por Puerto Rico. A partir del año 1890 pasa apuros económicos, a pesar de su fama
como novelista. Por eso se lanza al teatro. Las adaptaciones de sus propias novelas le
traen mucho éxito.
En 1889 solicita un sillón de la Real Academia, pero no ingresa hasta 1897, porque
Menéndez Pelayo, encargado de contestar al discurso del nuevo académico, no pudo
hacerlo hasta esta fecha. Así, en 1897 ingresa en la Academia, con un discurso
titulado «La sociedad presente como materia novelable».
A partir de 1898 sus ideas políticas se radicalizan, por lo que le fue negado el
apoyo de la Real Academia para presentar su candidatura al Premio Nobel. Casi
arruinado, reanuda la serie de los Episodios Nacionales en 1898. También escenifica
algunas de sus novelas, como la Realidad (1891), Doña Perfecta (1896) o El Abuelo
(1904). Mas el mayor éxito teatral lo obtiene en 1901 con Electra.
Como no le basta la escena para estar en relación con España, acepta cuando le
proponen de nuevo la vida política. Entre los años 1907 y 1910 figura como diputado
republicano por Madrid y se ve claramente que su espíritu es cada vez más tolerante:
“Ahora tuvo la ocasión de realizar el sueño de toda su vida: reunir, unir a todos en una
labor común. La oposición antimonárquica estaba completamente dividida, y él
consiguió agrupar a todos los partidos republicanos y que a ellos se unieran los
socialistas. Esto pudo lograrlo porque su nombre ofrecía a los socialistas garantía
bastante de seriedad y honradez. Galdós fue el jefe de la conjunción republicano-
socialista.”114
Los últimos años de Benito Pérez Galdós son tristes. Pierde la vista, aunque
mantiene mucho tiempo secreta esta enfermedad. Acosado por penurias económicas y
rivalidades políticas, muere en Madrid el 4 de enero de 1920.
“Por estas líneas podemos ver que Galdós fue un hombre sin biografia. No es más
que un escritor dedicado día tras día durante cincuenta años (desde 1867, en que

114
Casalduero, Joaquín, op.cit., pp. 33-34.

150
empieza a escribir, hasta su muerte en 1920) a observar la realidad española y llevar el
fruto de sus observaciones a su obra novelística.”115 Mas nos parece que no es fácil
imaginarse una vida más emocionante que la que llevó Benito Pérez Galdós en su
imaginación, en la que pasó muchas aventuras y en la que creó su propio universo.

115
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 15.

151
I.I. BIOGRAFÍA EN DATOS

AÑO BIOGRAFÍA OBRA HECHOS HECHOS


CULTURALES HISTÓRICOS
1843 Benito Pérez Galdós Fin de regencia de
nace en Espartero. Isabel II
Las Palmas de proclamada reina.
Gran Canaria, el 10
de mayo.
1851 Nace Emilia Pardo Bazán.

1852 Nace Leopoldo Alas,


Clarín.

1853 Nace Armando Palacio


Valdés.
1854 Difusión en España del Pronunciamiento del
krausismo. Dickens, general O´Donell en
Tiempos difíciles. Vicálvaro.
1856 Flaubert, Madame Bovary.
Nace Marcelino
Menéndaz Pelayo.
1857- Estudios de Prosa: Un viaje Darwin, El origen de las Ley de instrucción
62 bachillerato. Dirige el redondo. El sol. especies por la selección (57). Guerra de
periódico colegial de Poemas: El pollo, natural (59). Marruecos (59).
La antorcha. Viaje a La emilianada.
Madrid (62). Teatro: Quien mal
hace, mal espere.
1863 Rosalía de Castro,
Cantares gallegos.

1864 Nace Miguel de


Unamuno. Pereda,
Escenas montañesas.
Tolstoi, Guerra y paz.
1865 Colaboración en La Nace Ángel Ganivet. Noche de San Daniel
nación y La revista Fallece Ángel Saavedra, (10 de abril).
de España. duque de Rivas. Pronunciamiento de
Prim.
1866 Estancia en su ciudad Nacen Ramón de Valle- Motín del cuartel de
natal. Inclán, Jacinto Benavente San Gil (22 de junio).
y Carlos Arniches. Narváez en poder.
Dostoievski, Crimen y
castigo.
1867 Primer viaje a París. Un joven de Tamayo y Baus, Un
provecho. drama nuevo.

152
AÑO BIOGRAFÍA OBRA HECHOS HECHOS
CULTURALES HISTÓRICOS
1868 Segundo viaje a Trueba, El libro de las Destronamiento de
París. montañas. Isabel II. Revolución
del 68.
1870 Colabora en El La fontana de Oro. Fallece Gustavo Adolfo Asesinato de Prim.
debate y en La La sombra. Bécquer. Elección a Amadeo,
ilustración de duque de Aosta, para
Madrid. el trono.
1871 Conoce a Pereda en El audaz. Zola comienza la serie de Amadeo I entra en
Santander. Los Rougon-Macquart. Madrid.

1872 Director de La revista Nace Pío Baroja. Comienza la tercera


de España. guerra carlista.
1873 Comienza la 1ª Nace José Martínez Ruiz, Abdicación de amaeo
serie de los Azorín. I. Primera República.
Episodios
Nacionales.
1874 Continúa la Valera, Pepita Jiménez. Pronunciamiento de
publicación e los Alarcón, El sobrero de Pavía contra la
Episodios. tres picos. Nace Manuel República.
Machado. Restauración
borbónica.

1875 Comienza la 2ª Valera, Las ilusiones del


serie de los doctor Faustino. Alarcón,
Episodios El escándalo.
Nacionales.
1876 Doña Perfecta. Giner de los Ríos, Fin de las guerras
Gloria (1º tomo) Estudios filosóficos. carlistas.

1877 Gloria (2º tomo) Regreso de Isabel II.

1878 Marianela. La Pereda, El buey suelto. Guerra de Cuba.


familia de León
Roch.
1879 Continúa la Valera, Doña Luz. Pardo
publicación de los Bazán, Pascual López.
Episodios. Nace Gabriel Miró.
1880 Alarcón, El niño de la Abolición de la
bola. esclavitud en Cuba.

1881 La desheredada. Alarcón, El capitán


veneno. Pardo Bazán,
Un viaje de novios.
Estreno de El gran
galeoto, de José
Echegaray.
1882 El amigo Manso. Alarcón, La pródiga.
Nace Eugenio d´Ors.

153
AÑO BIOGRAFÍA OBRA HECHOS HECHOS
CULTURALES HISTÓRICOS
1883 Relación sentimental El doctor Centeno. Pardo Bazán, La Tribuna,
con Emilia Pardo La cuestión palpitante.
Bazán. Viaje a Nace Ortega y Gasset.
Inglaterra. Rechazo a
su candidatura para la
RAE.
1884 Nuevo viaje a Tormento. La de Pereda, Sotileza. Clarín, Conferencia de
Europa. Bringas. Lo La Regenta. Berlin.
prohibido (tomo I).
1885 Diputado a Cortes Lo prohibido Rubén Darío, Epistolas y Fallece Alfonso XII.
por Puerto Rico con (tomo II). poemas. Zola, Germinal. Regencia de María
el partido de Sagasta. Cristina. Alternancia
Nuevo viaje a de Cánovas y Sagasta.
Europa.
1886 Fortunata y Pardo Bazán, Los pazos Nace el príncipe
Jacinta (3 tomos). de Ulloa. Alfonso, el futuro
Alfonso XIII.
1887 Fortunata y Pardo Bazán, La madre
Jacinta (4º tomo). Naturaleza.
1888 Candidato a la RAE. Miau. Rubén Darío, Azul....
Viaje por Inglaterra e Nace Ramón Gómez de la
Italia. Serna.

1889 Nuevo viaje a La incógnita. Pardo Bazán, Insolación.


Europa. Elegido Realidad. Pereda, La puchera.
académico. Torquemada en la
hoguera.
1890 Reelegido diputado Ángel Guerra (3 Menéndez Pelayo,
por Puerto Rico. tomos). Antología de poetas
líricos.
1891 Nace su hija María Ángel Guerra (4º Pardo Bazán, La piedra Alianza franco – rusa.
Galdós Cobián. tomo). angular. Muere Alarcón.
Nace Pedro Salinas.
1892 Tristana. La loca Rubén Darío en España.
de la casa. Estreno Palacio Valdés, La fe.
de la Realidad.
1893 Inauguración de su Torquemada en la Guerra de Melilla.
casa en Santander. cruz. Estreno de
Gerona y de La
loca de la casa.
1894 Viaje a Canarias. Torquemada en el Benavente, El nido ajeno. Termina la guerra de
Purgatorio. Melilla.
Estreno de La de
San Quintín.
1895 Torquemada y San Valle-Inclán, Femeninas. Empieza la guerra en
Pedro. Nazarín. Unamuno, En torno al Cuba.
Halma. casticismo. Pereda, Peñas
arriba.

154
AÑO BIOGRAFÍA OBRA HECHOS HECHOS
CULTURALES HISTÓRICOS
1896 Estreno de Doña Rubén Darío, Prosas Comienza la guerra en
Perfecta y de La profanas. Filipinas.
fiera.
1897 Ingresa en la RAE Misericordia. El Valera, Genio y figura. Asesinato de
con el discurso de La abuelo. Unamuno, Paz en la Cánovas.
sociedad presente guerra.
como materia
novelable.
1898 Continúa la 3ª serie Mueren Tamayo y Baus y Guerra hispano-
de los Episodios Ganivet. Nacen Fernando norteamericana.
Nacionales. García Lorca, Dámaso Pérdida de Cuba,
Alonso y Vincente Puerto Rico y
Aleixandre. Blasco Filipinas.
Íbañez, La barraca.
1901 Estreno de Electra. Muere Clarín. Sagasta llega a ser
jefe del Gobierno.
1902 Viaje a París. Visita a Comienza la 4ª Azorín, La voluntad. Coronación de
Isabel II. serie de los Baroja, Camino de Alfonso XIII.
Episodios perfección. Valle-Inclán,
Nacionales. Sonata de otoño.
Estreno de Alma y
vida.
1903 Estreno de Palacio Valdés, La aldea
Mariucha. perdida. Valle-Inclán,
Sonata de estío.
1904 Estreno de El Baroja, La lucha por la
abuelo. vida. Valle-Inclán, Sonata
de primavera.
El Premio Nobel de
Literatura a José
Echegaray.
1905 Se le propone para el Casandra. Estreno Valle-Inclén, Sonata de
Premio Nobel sin el de Bárbara. invierno. Pardo Bazán, La
apoyo del Gobierno. quimera. Fallece Juan
Valera.
1907 Diputado por Madrid. Fin de la 4ª serie Pérez de Ayala, Tinieblas Antonio Maura al
Se declara de los Episodios en las cumbres. frente del gobierno.
republicano. Nacionales. Benavente, Los intereses
creados.
1908 Empieza la 5ª Baroja, La dama
serie de los errante. Blasco Íbañez,
Episodios. Sangre y arena.
Estreno de Pedro
Minio.
1909 Comienzan sus El caballero Baroja, Zalacaín el “Semana trágica en
afecciones en la vista. encantado. aventurero. Barcelona.”
1910 Elegido diputado Estreno de Gómez de la Serna,
por Madrid. Casandra. Primeras greguerías.

155
AÑO BIOGRAFÍA OBRA HECHOS HECHOS
CULTURALES HISTÓRICOS
1912 Nueva propuesta para Da por finalizada Baroja, El mundo es ansí.
el Premio Nobel. la 5ª serie de los A. Machado, Campos de
Campaña en contra. Episodios Castilla. Muere Menéndez
Dirige el Teatro Nacionales. Pelayo.
Español.
1913 Nombrado diputado Estreno de Celia Pérez de Ayala, Troteras y
por Las Palmas. en los infiernos. danzaderas. Benavente,
La malquerida.
1914 Estreno de Alceste. Unamuno, Niebla. Ramón Comienza la Primera
Jiménez, Platero y yo. Guerra Mundial.
1915 La razón de la Fallece Giner de los Ríos.
sinrazón. Estreno Unamuno, Ensayos.
de Sor Simona. Valle-Inclán, El yermo de
las almas.
1916 Colecta nacional de Estreno de El Valle-Inclén, La lámpara
ayuda a Galdós. tacaño Salomón. maravillosa. Arniches, La
señorita de Trevélez.
Mueren Rubén Darío y
Echegaray.
1917 Traslado a Barcelona Ramón Jiménez, Diario de Revolución en Rusia.
para asistir a la un poeta recién casado.
escenificación de Arniches, Del Madrid
Marianela. castizo.
1918 Homenaje a Galdós. Estreno de Santa Blasco Íbañez, Mare Fin de la Primera
Nuevo viaje a Juana de Castilla. nostrum. Baroja, Las horas Guerra Mundial.
Barcelona. solitarias. Huelgas en España.
1919 Inauguración el Maeztu, La crisis del España ingresa en la
monumento a humanismo. Sociedad de Naciones.
Galdós en el parque
del Retiro.
1920 Galdós fallece el 4 Valle-Inclán, Divinas Nace el Partido
de enero en Madrid. palabras, Luces de Comunista de
bohemia. Unamuno, El España. Se crea la
Cristo de Velázquez. Legión Extranjera.

156
II. GALDÓS – PERIODISTA, NOVELISTA, DRAMATURGO

Benito Pérez Galdós es uno de los más importantes escritores de toda la literatura
española, del que se suele decir que reanuda la tradición del Siglo de Oro. No se puede
dudar en calificarle el mayor novelista español después de Miguel de Cervantes, digno
de poder comparársele con Balzac, Zola, Dickens o Tolstoy. Su extentísima obra da
testimonio de una laboriosidad asidua y de una capacidad creadora extraordinaria.
Escribió setenta y siete novelas y veintidós obras teatrales, continuación de su obra
novelística, además de muchos artículos periodísticos. “Podemos decir que sus
innumerables volúmenes forman una sola obra, ya que todos sus escritos son un caso
claro de integración y de desarrollo interno.”116
Benito Pérez Galdós es un escritor verdaderamente español. Aunque es verdad que la
mayor parte de su obra está tématicamente vinculada con Madrid, Galdós refleja y nos
presenta la vida de toda la España. Tampoco se limita a escribir la vida de un sector de
la sociedad española. El mundo galdosiano abarca toda la sociedad española integra,
toda clase de caracteres humanos y la vida toda: social, religiosa, política o económica.

EL PERIODISMO

Después de haberse trasladado a la Península, Benito Pérez Galdós entra en el


periodismo madrileño. Ya en Las Palmas, su ciudad natal, colaboró en El Omnibus y en
otros periódicos, mas es en la capital de España donde desarrolla, principalmente entre
los años 1865 y 1872, una notable labor periodística.
Colabora en La Nación, en la Revista del Movimiento Intelectual de Europa, en El
Correo de España, La Ilustración de Madrid, Las Cortes y en El Debate, del que fue
director entre febrero y noviembre de 1873. Debemos confesar que el periodismo fue
para Pérez Galdós solamente “el excelente aprendizaje para mayores empresas.”
En la mayoría de sus artículos nuestro autor se dedica al arte, escribe críticas de
teatro, ópera o de pintura. También presenta a los lectores retratos de literatos o

116
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 17.

157
políticos, prepara crónicas musicales, sociales y políticas. Aunque no se suele ocupar
mucho de la política, a veces aparecen ataques bastante fuertes a los neocatólicos.
También critica el fanatismo de cualquier tipo y defiende el liberalismo y el progreso.
Los primeros artículos importantes de Pérez Galdós aparecen en el diario llamado La
Nación. El primer artículo firmado por Don Benito aparece el 3 de febrero de 1865, y en
los siguientes cuatro años publica otros 131 artículos firmados o fácilmente
identificables gracias al estilo inconfundible de Galdós. En la mayoría de ellos se dedica
a la literatura, pintura, música y teatro y presenta sus opiniones sobre los asuntos
cotidianos de la capital: “En La Nación escribe crónicas con el título general de Revista
de la Semana, en las que reseña desde los fuegos artificiales del Retiro hasta las
Verbenas de San Juan y San Pedro, pasando por las Exposiciones de pintura, la escasez
de luz y el cólera de Valencia.”117 En estas crónicas podemos encontrar gérmenes de los
Episodios Nacionales. En La Nación también publica, en marzo de 1868, la primera
parte de su traducción de Los papeles póstumos del Club Pickwick de Charles Dickens.
En 1873 Pérez Galdós llega a ser director de El Debate, un periódico fundado por
Luis Albareda, político prominente de orientación liberal y periodista, y por el General
Prim para apoyar el nuevo gobierno del rey Amadeo de Saboya. Este periódico publica
por entregas, en diciembre de 1871, una novela de nuestro autor – La Sombra.
Simultáneamente a su colaboración en El Debate, Pérez Galdós escribe artículos para
otros periódicos, por ejemplo para La Ilustración de Madrid (1870 – 1872), en la que
publica principalmente artículos sobre la actualidad de España y los asuntos cotidianos
de la vida española. A partir de 1869 Galdós también escribe para el periódico de Las
Cortes, en una sección titulada La Tribuna del Congreso, donde se dedica a los debates
parlamentarios. Hay que destacar que en los Episodios Nacionales hay mucha Tribuna
del Congreso. Trabaja también para la Revista de España, una gaceta de gran prestigio,
fundada por Albareda, de la que Pérez Galdós llega a ser editor general en febrero de
1872. Esta gaceta publica por entregas dos de sus novelas – El audaz (1871 -1872) y
Doña Perfecta (1876).

117
Bravo-Villasante, Carmen, op.cit., p. 34.

158
Muy interesante es la colaboración de Don Benito en La Guirnalda, una revista para
mujeres, fundada en 1873 por un canario, Miguel Honario de Cámara y Cruz. Su
primera edición contiene una sección titulada Biografías de Damas célebres españolas,
firmada por Galdós. Se trataba de la introducción a la futura serie que, sin embargo,
nunca llegó a la luz. En esta revista Galdós también publica varios capítulos de sus
Episodios: “La primera serie de los Episodios sólo tiene afirmaciones morales y se
comprende que un periódico dedicado al bello sexo y a la educación de las familias se
complazca en editar la obra de Galdós, ya que por otra parte patrocina la Asociación
para la Enseñanza de la Mujer y la Escuela de Institutrices, fundada por Don F. de
Castro que tanto ha de influir en las novelas galdosianas de Tormento, La de Bringas,
El amigo manso y, sobre todo, Tristana.”118
Miguel Honario de Cámara y Cruz funda también otro periódico, El Océano, mas
debido a su orientación reaccionaria, Galdós pronto termina la colaboración.
Cuando nuestro autor alcanza cierto éxito como novelista, abandona casi por
completo el periodismo, limitando su trabajo a La Prensa de Buenos Aires, en la que
presenta los asuntos literarios, políticos y sociales de España a los lectores
sudamericanos.
El periodismo fue una experiencia muy importante para Don Benito. En muchos de
sus artículos podemos encontrar embriones de novelas posteriores. Así podemos decir
que Galdós –periodista anticipa a sí mismo y que la obra periodística forma una parte
muy importante en la obra de nuestro autor: “El escritor-periodista ha afilado su pluma
en los periódicos antes de escribir novelas, y hasta cuando empieza a escribir sus
primeros libros de episodios y novelas, continúa la colaboración en los periódicos, antes
de desprenderse de ellos, años después. […] Fiel al periodismo de sus primeros tiempos,
leerá los periódicos durante toda su vida con enorme atención, como a él debieron de
leer sus primeros lectores. Por eso en una biografá de Galdós, la época de escritor-
periodista debe ser considerada cada vez más atentamente.”119

118
Ibid., p. 37.
119
Ibid., p. 35.

159
LA NOVELÍSTICA

Como ya hemos dicho, Benito Pérez Galdós es uno de los escritores más importantes
de España que constituye también una de las cimas de la literatura universal. Su
creación novelística es extentísima, escribió setenta y siete novelas, con un total de
ochenta y siete volúmenes.
La novelística de Pérez Galdós no se limita a un sector de la sociedad española, ni a
describir la vida en una parte de España. Nos presenta la sociedad española en su
totalidad, todos los tipos de caracteres humanos, todas las clases sociales; podemos
decir que es capaz de describir el espíritu de la nación: “Larra se preguntaba
románticamente: “¿Dónde está la España?”, semejante al poeta romántico que va tras la
mujer ideal sin encontrarla nunca, y la busca y llama de continuo. La interrogación
romántica no espera respuesta, se lanza al aire como una queja, como un reproche.
Alumbrar la conciencia histórica del pueblo español contemporáneo, servirle de guía,
darle una pauta, he aquí el propósito que incita a Galdós a crear su obra, la cual
responde a la pregunta: ¿Cómo es España?”120
Desde el año de la publicación de la primera novela de Galdós, la Fontana de Oro,
en 1867, hasta el año de la publicación de su última obra, Santa Juana de Castilla, en
1918, transcurren más de cincuenta años. Según Joaquín Casalduero podemos dividir
este período de trabajo en cuatro grupos, teniendo en cuenta el desarrollo interior de la
obra de Galdós: “Primero, 1867-1879; segundo, 1881-1892; tercero, 1892-1907; cuarto,
1908-1918. Estos cuatro grupos se dividen a su vez cada uno en dos períodos, de esta
manera: Primero, 1867-74, 1875-79; segundo, 1881-85, 1886-92; tercero, 1892-97
(1898-1900), 1901-1907; cuarto, 1908-1912, 1913-1918. El ritmo de su producción es:
13, 11, 13, 11; estos años, si tenemos en cuenta los subperíodos, se agrupan con el
siguiente ritmo: 8-5, 5-6, 7-6, 5-6. Me ha parecido curioso dar a conocer esta
periodicidad, pues, de no ser arbitraria – y creo que no lo es -, podemos darnos cuenta

120
Casalduero, Joaquín, op.cit., p. 45.

160
por primera vez, si no estoy equivocado, en la historia de la literatura, del ritmo de la
formación de la obra de un escritor.”121
Además podemos dividir la producción de Pérez Galdós según los temas que emplea
el autor en sus novelas y según las técnicas que utiliza:
“ 1. Período 1867-79. Período histórico, 1867-74. Subperíodo abstracto, 1875-79.
2. Período 1881-92. Período naturalista, 1881-85. subperíodo del conflicto entre la
materia y el espíritu, 1886-92.
3. Período 1892-1907. Período espiritualista, 1892-97. Tercera serie de Episodios,
1898-1900. Subperíodo de la libertad, 1901-07.
4. Período 1908-1918. Período mitológico, 1908-12. Subperíodo extratemporal,
122
1913-18.”
En el primer período pertenecen la Fontana de Oro (1868), La sombra (1870), El
audaz (1871), Doña Perfecta (1876), Gloria (1876-77), Marianela (1878) y La familia
de León Roch (1878).
En la Fontana de Oro se nos presenta la época del levantamiento liberal de 1820 a
1823, en contra de la tiranía de Fernando VII. El tema histórico está enlazado con na
historia de amor.
La historia de El audaz: historia de un radical de antaño se sitúa todavía más atrás,
en los inicios del siglo XIX. En esta novela hay dos temas que se entrecruzan
mutuamente: la lucha política y el tema amoroso.
“En sus dos primeras novelas, su propósito decidido era enseñar a los españoles el
peligro de todo radicalismo y mostrarles la necesidad de un progreso lento. Se encariñó
con la idea de destacar cierto período histórico y descubrió así el filón que estaba por
explotar: la historia del siglo XIX.”123
Entre estas dos novelas se halla, casi siempre olvidada, La sombra, de la que se suele
decir que forma el puente entre el romanticismo y el realismo.
Si Benito Pérez Galdós quería describir verdaderamente su época, no pudo evitar el
problema religioso, uno de los problemas más palpitantes. Su interés en cuestiones
religiosas es constante en su obra y algunas de sus novelas están enteramente dedicadas

121
Ibid., p. 44.
122
Ibid., p. 45.
123
Ibid., p. 47.

161
a este tema: “Pronto apareció el problema y el sentimiento religioso en la novela de
Galdós. En la década de 1870 se va a agitar en la conciencia nacional «la cuestión
religiosa». […] El problema religioso no es en Galdós una tesis en favor de tal dogma o
confesionalidad, es un problema de convivencia, de tolerancia, de deseo de armonía,
esforzándose por un acercamiento universal, humano.”124
En Gloria, Galdós trata el problema de convivencia y de tolerancia, y condena todo
tipo de fanatismo, en este caso el fanatismo católico y judío.
También en La familia de León Roch critica el fanatismo y aspira a presentar la
infidelidad matrimonial como consecuencia de la intolerancia de los católicos, además
de tratar otras cuestiones sociales, como la conciencia y la moral falsa.
Estas novelas también suelen denominarse novelas de tesis o, como las llamó el
autor mismo, las novelas de su primera época. Todas, fuera de La familia de León Roch,
que es de ambiente madrileño, están situadas en ciudades ficticias – Orbajosa en Doña
Perfecta, Ficóbriga en Gloria o Socartes en Marianela. Estas ciudades representan las
ciudades reales de España.
Las novelas de la segunda serie son aún más conocidas que las de la primera serie.
Aquí pertenecen veintiuna novelas, denominadas por el escritor mismo «novelas
españolas contemporáneas». Pertenecen en este grupo, entre muchas otras, La
desheredada (1881), El amigo Manso (1882), El doctor Centeno (1883), La de Bringas
(1884), Fortunata y Jacinta (1886-87), Miau (1888), Realidad (1889), Angel Guerra
(1891), Nazarín (1895), Misericordia (1897) o El abuelo (1897). “Para este grupo pudo
hallar modelos en Balzac, Dickens o Zola, si bien este último limita su serie a una
familia, la de los Rougon Macquart. Escribiéndolas como piezas independientes, repite
en unas los personajes de otras, tal vez para darle mayor realce y verosimilitud a la
narración. Por ejemplo, El Doctor Centeno nos refiere la historia de Pedro Polo y de
Miquis. Este muere tuberculoso, mientras Polo será personaje central de Tormento.”125
También en esta serie está presente la cuestión religiosa, mas ahora presenta Galdós
la religión desde una perspectiva diferente – como la base de compasión y de amor.

124
Elizalde, Ignacio, op.cit, p. 20.
125
Ibid., p. 22.

162
Todas las novelas de esta serie son muy extraordinarias, en lo que se refiere a la
riqueza de observaciones y de asuntos que presentan, al empleo de nuevas técnicas: “En
ellas nos presenta a la sociedad contemporánea en todas sus facetas. Cientos de
personajes de toda índole se incorporan a la obra novelística de Galdós, como retrato
fidelísimo de la vida española. Se suele comparar la obra de Galdós, sobre todo en esta
fase de las novelas contemporáneas, con la «comedia humana» de Balzac. Y podemos
añadir que Galdós iguala al novelista francés en poder creativo y le supera en hondura
espiritual.”126
La novela más interesante de este grupo es Fortunata y Jacinta, que nos presenta la
vida de la burguesía madrileña, que forma el marco para la historia trágica de dos
matrimonios.
En El amigo Manso, Galdós describe el fracaso de un hombre honesto y moral en
una sociedad que no permite sobrevivir a los buenos.
En las novelas de La desheredada, Lo prohibido o La de Bringas, Benito Pérez
Galdós empieza a emplear las técnicas naturalistas para describir la miseria humana e
intenta explicar los vicios como consecuencia de esta miseria. “Recorre la etapa
naturalista de un solo impulso, desde 1881 a 1885. Dickens y Balzac son sus modelos,
Taine y Comte sus guías; Zola el fermento vital, Cervantes su maestro indiscutible.”127
A partir de Angel Guerra la novelística de Galdós llega a ser cada vez más
espiritualista. En esta novela nos presenta la desilusión política y social de un
revolucionario que se convierte al catolicismo.
En Nazarín y en Halma es bastante clara la influencia de Tolstoy y el elemento
mítico es muy fuerte.
Todas las novelas de Benito Pérez Galdós, fuera de la Fontana de Oro, tratan los
temas contemporáneos. Por otro lado, nuestro autor escribe cuarenta y seis historias bajo
el nombre de los Episodios Nacionales. Algunas de ellas tienen carácter de novela, otras
parecen más bien cuentos históricos.

126
Ibid., p. 22.
127
Casalduero, Joaquín, op.cit., p. 69.

163
Los Episodios se pueden dividir en cinco series y cada una de ellas abarca una parte
de la historia española. Las cuatro primeras cuentan con diez tomos, la última,
inacabada, sólo seis.
En la primera serie, publicada entre 1873 y 1875 el autor se dedica a los últimos años
del reinado Carlos IV y a la guerra de la Independencia. Los episodios más conocidos
son «Trafalgar», «El 19 de marzo y el 2 de mayo», «Bailén», «Zaragoza», «Gerona» y
«Juan Martín el Empecinado».
La segunda serie fue publicada entre 1875 y 1879. Se nos presentan en ella los
últimos años de la guerra de la Independencia y la tiranía de Fernando VII. En esta serie
pertenecen, por ejemplo, «El equipaje del rey José», «El siete de julio», «Los
apostólicos» o «Un faccioso más y algunos frailes menos».
En estos primeros Episodios se ve claramente la influencia del romanticismo; la
realidad se mezcla con la imaginación, los personajes ficticios con los personajes
históricos.
La tercera serie fue escrita entre 1898 y 1900. El autor se dedica aquí a la época entre
la primera guerra carlista y el casamiento de Isabel II, en 1846. Los episodios
representantes de esta serie, son, por ejemplo, «Zumalacárregui» o «Bodas reales».
La cuarta serie, publicada entre 1902 y 1907, presenta el reinado de Isabel II. Los
episodios más interesantes, que pertenecen en esta serie, son «Narváez», «Los duendes
de la camarilla», «La revolución de julio» y «Prim».
La última serie, inacabada y publicada entre 1908 y 1912, se dedica a los
acontecimientos de la época entre 1868 y 1874. Los episodios más conocidos son
«España sin rey», «España trágica» y «Cánovas».
También en los Episodios Nacionales Galdós emplea los recursos novelescos,
emplea amores e intrigas para dar interés a esta obra. “Se ha llamado a los Episodios
Nacionales la epopeya novelesca de nuestro siglo XIX, por la grandeza de la síntesis, el
movimiento de muchedumbres y la visión de todos los aspectos de la época.”128 En el
marco de los acontecimientos históricos Galdós pinta la vida “normal” de la gente del
siglo XIX. También el elemento moral es muy importante. Nuestro autor busca en la
historia la llave para la actualidad. El tema clave de los Episodios es la lucha contra el

128
Elizalde, Ignacio, op.cit., p. 19.

164
feudalismo, el clericalismo y todo el tipo de fanatismo y el deseo de progreso y libertad.
Muy evidente es el parelelismo de los Episodios y las novelas contemporáneas.

LA OBRA DRAMÁTICA

En las últimas décadas de su vida, Galdós empieza a escribir obras teatrales. Esta
nueva orientación del autor se debe a su radicalismo político cada vez más fuerte, que
busca el contacto directo e inmediato con el público. En su obra teatral emplea los
mismos problemas y asuntos como en su novelística, en forma más neta y simple. Y hay
que decir que la mayor parte de sus dramas, como la Realidad (1892), Doña Perfecta
(1896) o El abuelo (1904), son adaptaciones de sus novelas.
La máxima utilización de la técnica teatral está representada por La loca de la casa
(1893), Casandra (1910) o El abuelo, que se suele considerar una de las obras cumbres
de nuestro autor: “Cuando apareció, la crítica recordó El rey Lear, de Shakespeare. Pero
lo que en el autor inglés es simple problema de ingratitud filial, en Galdós se eleva a
tesis sociológica.”129
En la obra dramática de Benito Pérez Galdós pertenecen, por ejemplo, La de San
Quintín (1894), Mariucha (1903), Celia en los infiernos (1913), Santa Juana de Castilla
(1918), la última obra del autor, y, sobre todo, Electra (1901), con la que alcanzó mayor
éxito y cuya representación provocó muchas discusiones en muchos países.
“No hay duda que la obra teatral de Galdós tiene importancia fundamental en la
historia del teatro, con la modernización del diálogo y las situaciones, y contribuyó a
acabar la retórica y el efectismo que Echegaray había impuesto. La afición de Galdós al
teatro fue constante a lo largo de su vida. Sus primeras obras literarias pertenecen a la
escena. La ausencia de paisaje en las novelas revela su inclinación a los valores
puramente humanos.”130

129
Ibid., p. 24.
130
Ibid., p. 24.

165

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