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FRAGMENTOS REALISMO

LITERARIO
En el piso de la casa, la pieza más importante era una sala cuya entrada se hallaba bajo la bóveda de la puerta
cochera. Pocas personas conocen la importancia de una sala en las pequeñas ciudades de Anjou, de Turena y
del Berry. La sala es a la vez la antecámara, el salón, el gabinete, el aposento, el comedor; es el escenario de la
vida doméstica, el hogar común; allí iba el peluquero del barrio, dos veces al año, a cortar el cabello al señor
Grandet; allí entraban los cortijeros, el cura, el subprefecto, el mozo del molino. Aquella pieza, cuyas dos
ventanas daban a la calle, tenía piso de madera; paneles grises de madera con molduras antiguas lo revestían
de arriba abajo; el techo se componía de vigas visibles; igualmente pintadas de gris, con los entredoses
rellenos de yeso que el tiempo había puesto amarillo. Un viejo reloj de cobre adornaba la campana de la
chimenea, de piedra blanca, mal esculpida, sobre la que se veía un espejo verdoso, con los bordes cortados a
bisel para mostrar su espesor, que reflejaban un hilo de luz a lo largo de un entrepaño gótico de acero
damasquinado. Los dos candelabros de cobre dorado que adornaban los rincones de la chimenea, tenían dos
aplicaciones: quitando las rosas que le servían de arandelas, y cuya rama principal se adaptaba al pedestal de
mármol azulado con adornos de cobre viejo, el pedestal formaba un candelero para los días de recibo de
confianza. Las sillas, de forma antigua, estaban cubiertas con tapicerías representando las fábulas de
Lafontaine; pero era necesario saber para conocer sus asuntos, tan difícilmente se veían los colores
desvanecidos y las figuras acribilladas de zurcidos. En los cuatro ángulos de la sala había rinconeras, especie
de armarios terminados en mugrientos estantes. Una vieja mesa de juego con incrustaciones, cuya tabla
formaba tablero de ajedrez, hallábase colocada en el entrepaño que separaba las dos ventanas. Sobre esa
mesa había un barómetro, ovalado, de marco negro, adornado con cintas de madera dorada, en que las
moscas habían jugueteado tan licenciosamente que el dorado era ya un mito. En la pared opuesta a la
chimenea, dos retratos al pastel pasaban por representar al abuelo de la señora Grandet, el viejo señor de la
Bertelliere, vestido de teniente de los guardias franceses, y a la difunta señora Gentillet en traje de pastora. En
las dos ventanas colgaban cortinas de gro de Tours rojo, alzadas por cordones de seda con bellotas de iglesia.
Aquella lujosa decoración, tan poco en armonía con los hábitos de Grandet, había entrado en la venta de la
casa, lo mismo que el entrepaño gótico, el reloj, el mueble de tapicería y las rinconeras de palo de rosa.

Eugenia Grandet – Honoré de Balzac


Al día siguiente se despertó tarde, después de un sueño intranquilo que no le había procurado descanso
alguno. Se despertó de pésimo humor y paseó por su buhardilla una mirada hostil. La habitación no tenía
más de seis pasos de largo y ofrecía el aspecto más miserable, con su papel amarillo y polvoriento,
despegado a trozos, y tan baja de techo, que un hombre que rebasara solo en unos centímetros la
estatura media no habría estado allí a sus anchas, pues le habría cohibido el temor de dar con la cabeza en
el techo. Los muebles estaban en armonía con el local. Consistían en tres sillas viejas, más o menos cojas;
una mesa pintada, que estaba en un rincón y sobre la cual se veían, como tirados, algunos cuadernos y
libros tan cubiertos de polvo que bastaba verlos para deducir que no los habían tocado hacía mucho
tiempo, y, en fin, un largo y extraño diván que ocupaba casi toda la longitud y la mitad de la anchura de la
pieza y que estaba tapizado de una indiana hecha jirones. Este era el lecho de Raskolnikof, que solía
acostarse completamente vestido y sin más mantas que su vieja capa de estudiante. Como almohada
utilizaba un pequeño cojín, bajo el cual colocaba, para hacerlo un poco más alto, toda su ropa blanca,
tanto la limpia como la sucia. Ante el diván había una mesita. No era difícil imaginar una pobreza mayor y
un mayor abandono; pero Raskolnikof, dado su estado de espíritu, se sentía feliz en aquel antro. Se había
aislado de todo el mundo y vivía como una tortuga en su concha. La simple presencia de la sirvienta de la
casa, que de vez en cuando echaba a su habitación una ojeada, le ponía fuera de sí. Así suele ocurrir a los
enfermos mentales dominados por ideas fijas.
Dostoyevski, Crimen y castigo (primera parte, capítulo 3)

A. ¿Cómo es la habitación de Raskolnikov? ¿Qué importancia tiene para la novela que sea tan miserable?
B. ¿Qué oficio u ocupación tiene Raskolnikov? ¿Dónde se indica?
C. Describe tu habitación o un espacio que conozcas.
AUTORES DEL REALISMO LITERARIO

GUSTAVE FLAUBERT (1821-1880) ANTON CHEJOV (1860-1904)


ACT IVIDAD EN CLASE

• Lectura del cuento “Vanka de Anton Chejov”


https://ciudadseva.com/texto/vanka/

• ¿Por qué podemos decir que Vanka es un cuento realista?

• ¿Cómo es la vida de Vanka cuando se decide a escribir la carta?

• En los relatos realistas las descripciones producen un “efecto de


realidad”. Cita alguna de las oraciones que consideres realistas.

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