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Premisas
socioculturales, actitudes e
investigación transcultural
Este escrito fue orig inalmente
inalmente pre
pre s entado en inglé
ingléss como
c omo ponencia
invitada en el XVII Congreso Internacional de Psicología en Washington
D. C., agosto de 1963.

INTRODUCCIÓN

“Los hombres son superiores a las mujeres.” A partir de la observación


de la conducta de los hombres en relación con las mujeres de México, inferi
mos que semejante afirmación, “los hombres son superiores a las mujeres”,
bien podría ser una premisa sociocultural1válida para la mayoría de los
mexicanos.
 Así,
 A sí, cuando
cua ndo hubimos de hacerhace r una des cripci
cr ipció
ón de la estr
es tructu
uctura
ra de la fa
milia mexicana, un poco más de observación nos permitió decir: “La fami
lia mex icana se fundamenta
fundamenta en dos proposiciones f undamen ndamentales:
tales: a) la sup
supre
macía incuestionable y absoluta del padre, y 6) el necesario y absoluto propio
sacrificio de la madre”.2A partir de estas generalizadas P. S. Cs., organizamos
una bastante completa y válida descripción de lo que sucede en la familia
mexicana. Cuando tal hicimos, no nos detuvimos a considerar el que esta
constelación descriptiva pudiese ser una conclusión lógica derivada de las dos
afirmaciones fundamentales. En verdad, había un alto grado de cohesión en
todo lo dicho,
dicho, pero también
t ambién había
había varios eslab
esl abonones
es inapre
inapreciados
ciados entonces - y
aún
aún ahora difíciles
difíciles de v erbalizar-
erbalizar - en la config
conf igurac
uracióión.
n. Lo
L o qu
que sigu
sig ue es todo un
esfuerzo por verbalizar adecuadamente tales eslabones.
En primer lugar, y de primera importancia, semejantes premisas aparen
temente provocan lo que bien podríamos llamar “evaluaciones automáticas”,
de las premisas y de los papeles por ellas gobernados. Así, a partir del nece
sario y absoluto propio sacrificio de la madre, parece emerger, cuando me
nos, otra premisa sociocultural que parece ser sostenida con mayor fuerza

'Quizá un nombre más comprensivo, pero más largo a la vez, sería el de premisas
histórico-
histórico- sociocultu
socioculturales.
rales.
2 Díaz-
íaz-Gu
Guerr
errero
ero R., “N
“Neuro
eurosis
sis and the
the Mex
Mexican
ican Family
Family Structu
Structure”
re”,, A merican
mer ican J o ur na l o f Ps
chiatry,  112, 6, 411-417, 1955.

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CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 117

aun que su “originadora”. Ésta es “la madre es el ser más querido que existe”.3
 A partir de lo que pudiéramos llamar “la atmósfera de sentido”, erigida
por esta abnegación materna y por este profundo afecto hacia la madre,
parecen emerger tendencias actitudinales mentales que, inferidas y verbali-
zadas como premisas socioculturales por nosotros, pudieran tomar la for
ma de “el papel de la maternidad tiene un alto prestigio”, “la madre es una
figura extremadamente importante”, “la madre tiene una alta posición so
cial en México” (independientemente de su posición socioeconómica),4“las
madres son altamente respetadas”. La atmósfera, creada por esta constela
ción de premisas socioculturales cardinales, provee fundamento a la aparición
de un gran número de P. S. Cs.5menores, tales como: “los niños deben obe de
cer a sus madres”, “los niños deben honrar a sus madres”, “los niños deben
respetar a su madre”, “los niños deben respeto, obediencia y amor a su ma
dre”, “los niños nunca deberían desobedecer a su madre”. Mucho hemos ca
vilado acerca del mecanismo mental que interviene entre estas “atmósferas
de sentido” que hemos logrado verbalizar, como un grupo de premisas socio-
culturales cardinales y cada una de las P. S. Cs. menores. El ser humano ha
logrado separar, en forma brillante, una parte claramente reconocible de es
tos mecanismos desde Aristóteles: la lógica. Frecuentemente, en particular
cuando una sociocultura verbaliza clara y conscientemente una premisa so
ciocultural, sus conclusiones silogísticas lógicas se convierten en premisas
socioculturales también. Así, por ejemplo, los mexicanos han claramente ver-
balizado que la autoridad del padre es absoluta e incuestionable, y sujetos
de ambos sexos están de acuerdo en forma aplastante con las afirmaciones de
que “la palabra de un padre nunca debería ponerse en duda” y “un hijo (o una
hija) nunca debería poner en duda las órdenes del padre”.6Pero afirmaciones
como “la palabra de una madre nunca debe ponerse en duda”7provocan un
respaldo similar. En este caso, la intervención de mecanismos lógicos en toda
su pureza no es tan clara.
Semejante respaldo, en el último caso, quizá sea alcanzado a través de
la acción y de la interacción de una constelación de P. S. Cs., que son
“consonantes” o “congruentes” con ella. Siempre me ha fascinado la forma
en que los pequeños regularizan todos los verbos. El resultado es tal cual si
hubiesen claramente verbalizado lo siguiente: “Todos los verbos son regula
res (sus terminaciones siguen una regla), hacer es un verbo; por lo tanto, yo
3Díaz- Guerrero R., T eoría y resultados preliminares de un ensayo de determinación del grado de
salud mental, personal y social del mexicano de la ciudad, Psiquis,  II, 1-2, 31-56, 1952. La sociocul
tura mexicana, original no publicado.
4Díaz- Guerrero, R. y Peck, R. F., Respeto y posición social en dos culturas, 7o. Congreso
Interamericano de Psicología, editado por la Sociedad Interamericana de Psicología, México,
D. F., 1963.
5P. S. Cs., abreviación de premisas socioculturales.
6Díaz-Guerrero, R., La sociocultura mexicana, original no publicado.
7El fundamento de estas afir maciones proviene de dos estudios (Díaz- Guerrero, R., Teoría y
resultados preliminares de un ensayo de determinación del grado de salud mental, personal y social
del mexicano de la ciudad, Psiquis,  II, 1-2, 31-56, 1952 y La sociocultura mexicana, original no
publicado). En el primero, los porcentajes se obtuvieron a partir de los resultados tabulados de 294
cuestionarios. Los cuestionarios fueron distribuidos en la ciudad de México siguiendo la técnica de
SEGUNDA PARTE

hicí”. Tenemos aquí un caso claro y tempranero de muchos fenómenos simi


lares que parecen partir de la formación de una “atmósfera de sentidos”.
Los resultados que emergen tienen una similitud impresionante con los que
emergen de los mecanismos silogísticos lógicos.

LA SOCIOCULTURA Y LA PREMISA
SOCIOCULTURAL

Para los propósitos de este trabajo, vamos a percibir a una sociocultura


como un sistema de premisas socioculturales interrelacionadas que norman
o gobiernan los sentimientos, las ideas, la jerarquización de las relaciones
interpersonales, la estipulación de los tipos de papeles sociales que hay que
llenar, las reglas de la interacción de los individuos en tales papeles, los dón
de, cuándo y con quién, y cómo desempeñarlos. Todo esto es válido para la
interacción dentro de la familia, la familia colateral, los grupos, la sociedad,
las superestructuras institucionales: educacionales, religiosas, gubernativas y,
para tales problemas, como los desiderata principales de la vida, la manera de
encararla, la forma de percibir a la humanidad, los problemas de la sexuali
dad, la masculinidad y la femineidad, la economía, la muerte, etcétera.

la muestra representativa con pesos relativos de Cantril. La cooperación fue de 57 %.  Sólo adultos
por encima de los 18 años de edad estuvieron representados. El segundo estudio fue llevado a cabo
usando la extensión y estabilización que hizo R. Trent (Maldonado Sierra, E. D., Fernández Marina,
R. y Trent, R. D., Three Basic themes in Mexican and Puerto Rican family valúes, Journal of social
psychology,   XLV III, 167, 1958) del cuestionario original de Díaz- Guerrero. Se aplicó a 472 es
tudiantes de 17 secundarias de la ciudad de México, seleccionadas para representar tanto las áreas
de la ciudad como los niveles socioec onómicos. Siete de ellas fueron secundarias para varones, seis
secundarias mixtas y cuatro secundarias para mujeres. En el cuestionario de Díaz- Guerrero, las
afirmaciones se presentaron en tal forma que podían ser contestadas por sí, no y no sé. En el
cuestionario de Trent- Díaz Guerrero, el sujeto podía colocar una cruz antes de aquellas afirmaciones
con las que estaba de acuerdo, dejando las demás en blanco. La tabla que se muestra abajo se
explica por sí misma.

Primer estudio Seg undo estudio

H M H HM MM M

La madre es el ser más 95% 86 % 90% 90% 95% 88%


querido que existe
Nunca debe dudarse de la 84% 72% 75 % 74%
palabra de un padre
Un hijo nunca debe poner 70% 68% 66% 66%
en duda las órdenes del padre
Una hija nunca debe poner 69% 69% 66% 65%
en duda las órdenes del padre
Nunca debe dudarse de la 83% 76% 88% 82%
palabra de una madre
H = Hombres (en el segundo estudio hombres de secundarias para varones).
M = Mujeres (en el segundo estudio mujeres de secundarias para mujeres).
HM = Hombres en secundarias mixtas.
MM = Mujeres en secundarias mixtas.
CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 119

 V eamos ahora qué es una premisa sociocultural. Una P. S. C., es una afir
mación, simple o compleja, pero es una afirmación que parece proveer las
bases para la lógica específica de los grupos. Digamos que cuando los miem
bros de un grupo dado piensan, su pensar parte de estas afirmaciones pro
piamente llamadas premisas; que cuando sienten, su forma de sentir podría
ser predicada a partir de estas premisas, y que cuando actúan, instrumenta
rán con acciones estas premisas o sus conclusiones, a menos que, como ve
remos después, una fuerza más poderosa interna o externa interfiera.
En relación con su génesis para una generación dada, creemos que son
aprendidas como tales, como afirmaciones,  de las figuras autorizadas y sig
nificativas de su contexto sociocultural. Estas figuras son predominantemen
te los padres, pero las premisas socioculturales son reforzadas usualmente
por casi todos los adultos de un grupo sociocultural, por los hermanos y las
hermanas mayores, a menudo por las instituciones sociales, educativas, re
ligiosas o gubernamentales, etc. Hemos ya afirmado anteriormente que son
también engendradas a partir de las “atmósferas de sentido”, erigidas por
variadas y previamente aprendidas P. S. Cs.; o bien, son adquiridas a través
de “evaluaciones automáticas” de otras P. S. Cs.
Enumeraremos ahora las funciones sociales de las P. S. Cs. Equipan a los
invididuos para una más fácil comunicación interpersonal, de grupo, social
 y nacional. Son, por lo tanto, un requisito sine qua non para la vida en socie
dad. Son las bases para la comunicación comprensible entre los humanos,
quienes de otra manera tendrían una confusión total de lenguajes individua
les. Son las unidades esenciales de la realidad interpersonal, es decir, las
unidades esenciales de una realidad humana comprensible al grupo, y ge
neralmente comprensible en forma total sólo para el grupo dado. Forjan las
bases más importantes para la creación de la realidad interpersonal y de
grupo, que hemos contrastado en otro trabajo8con la realidad física. Suge
rimos aún que son las bases para la única forma de comunicación que es
comprensible para la mayor parte de la gente que vive en este mundo. Esta
mos sugiriendo que no existe casi comunicación humana a menos que haya
de antemano acuerdo acerca de lo que se comunica o acerca de las premi
sas de las cuales deriva lo comunicado. En otras palabras, casi toda la lla
mada comunicación humana es sociocultural. Podemos aún inferir, a par
tir de estas afirmaciones, que una de las más grandes dificultades para la
comunicación internacional es la falta, o la inexistencia absoluta de P. S.
Cs., que sean válidas para todos los grupos humanos. En efecto, ¿ cuáles son
las premisas socioculturales de validez mundial? Por un lado, el documen
to sobre los derechos del hombre; por el otro, la tercera internacional. Y,
hasta el presente, ambas han resultado inadecuadas como poderosas y uni
versales premisas socioculturales, o s iquiera como bases de desar rollo de un
folklor específico.
Hemos afirmado previamente que las P. S. Cs. normarán el pensar, etc.,
de los individuos de un grupo dado. Esto, claro, se dice con referencia a la
8 Díaz- Guerrero, R., Mexican assumptions about interpersonal relations. Etc.: A Review of gene
ral semantics,  vol. XVI, núm. 2. 1959.
120 SEGUNDA PARTE

llamada “población normal”. En verdad, lo que la hace “normal” es su espon


tánea y fácil alianza a las premisas socioculturales del grupo. En estas cir
cunstancias, deberíamos de esperar que las P. S. Cs. podrían predecir - cuan
do menos - las contestaciones escritas de un sujeto anónimo o cooperativo a
un cuestionario acerca de ellas. Consideremos que éste sea uno de los líme-
nes operantes para demostrar la presencia o la acción de una premisa socio-
cultural dada. Llamémosle a éste el limen del cuestionario, o, en general, el
limen de la prueba mental contestada por escrito. Determinemos otro punto
de referencia: la conducta en sí; llamemos a éste el limen de la conducta.
Con estos límenes determinados teoricemos ahora acerca de los factores que
facilitarán y los que interferirán con la acción de las premisas sociocultura
les. Enumeremos: 1) Las P. S. Cs. y sus conclusiones av anzarán en su acción
primero hacia el limen del cuestionario, y luego hacia el limen de la con
ducta entre más el medio ambiente interpersonal y el del grupo estén en
acuerdo con ellas. Así, pues, por ejemplo, las P. S. Cs. y sus conclusiones
regirán la conducta en el nivel familiar, en el nivel del grupo inmediato, en
el nivel de la provincia, en el nivel nacional para la sociocultura dada, mu
cho rrfá's que lo harían en la presencia de otros grupos socioculturales o en
un medio cosmopolita. Nosotros hemos podido comprobar, en el nivel del
cuestionario, la existencia de estadísticamente significativas reducciones de
la potencia de las premisas socioculturales de los varones y de las mujeres en
escuelas secundarias mixtas de la ciudad de México.92) La fuerza de las P. S.
Cs. aumentará cuando el grupo provea, además, el tono emocional y el me
dio ambiente fluido para el Cual las P. S. Cs. fueron hechas, es decir, si las an
ticipaciones para su expresión abierta en el mundo externo son satisfechas.
3) Las P. S. Cs. incrementarán su fuerza probablemente también si la conduc
ta que predicen conduce a algún provecho, sea éste económico en posición
social o en prestigio, y si conducen a una reducción inmediata o posterior de
estrés  personal o interpersonal. 4) Se incrementar á su fuerza también siempre
que el grupo o la sociedad las respalde con fuerza, les dé publicidad, y siem
pre que los miembros del grupo y de la sociedad estén dispuestos a soportar
intenso estrés 10 antes de abandonarlas.
Enumeremos ahora los factores obstaculizantes: 1) Deficiencias genéti
cas y patología orgánica adquirida pueden interferir con el aprendizaje y el
desarrollo de las P. S. Cs. 2) Puede haber también interferencia en el nivel
psicológico, sea por inhabilidad de aceptar personalmente las premisas so
cioculturales, o bien por rebelión en contra de ellas. Es aquí en donde en
contramos fundamentalmente la acción de los factores psicodinámicos. Los
mecanismos psicodinámicos, las defensas, las neurosis pueden considerarse
mucho mejor, como actuando en el nivel personal y como rebeliones indivi
duales contra las P. S. Cs. Digamos incidentalmente que el psicoanálisis freu-
diano fue concebido como una rebelión contra algunas de las premisas socio-
culturales de la era victoriana. 3) Podemos percibir en general los factores
genéticos, fisiológicos y psicodinámicos, como agentes que provocan reduc
9 Véase el capítulo 15.
’»Véase la página 125 en donde aparece en la nota al calce una definición de estrés.
CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 121

ción en fuerza de las premisas socioculturales. La medida de su efecto puede


ser obtenida, sea en el limen del cuestionario o en el dintel de la conducta.
4) La fuerza de las P. S. C. decrecerá si el llevarlas a la acción conduce a es
trés  interpersonal. 5) Se podría generalizar, y decir que la fuerza de las P. S.
Cs. se verá disminuida como una función de la cantidad de estrés, biológico,
psicodinámico o interpersonal, que deberá ser encarado cuando se trate de
expresarlas, sea en el dintel del cuestionario o en el dintel de la conducta.
6) Las P. S. Cs. disminuirán en fuerza con la declinación del respaldo del gru
po, con la desorganización del grupo y con la formación de subgrupos. 7) El
individualismo, si llega a encararse a estos patrones del pensar, tenderá a
disminuir su poder, su fuerza. 8) Cinismo acerca de la falta de sentido de las
P. S. Cs. para el mundo individual puede efectivamente disminuir la fuerza de
las P. S. Cs. El cinismo no provocará tales resultados, sin embargo, si los su
 jetos llegan a estar claramente conscientes de que el papel de las P. S. Cs.
es el de facilitar la interacción interpersonal y dentro de los grupos, más bien
que la de provocar satisfacción individual. 9) Los experimentos sobre la di
sonancia11 han comprobado su efecto sobre las actitudes. Se piensa que ten
drán efecto sobre las premisas socioculturales sólo si su pública repudiación
es hecha frente a un grupo que simpatice con esa actitud, pero no si el públi
co que escucha desaprueba la misma. Si escudriñamos en la literatura psico
lógica, nos encontramos con que el término “actitudes” es una forma de refe
rirse a toda una serie de distintos tipos de predisposición a sentir, pensar o
actuar, en forma que es un tanto cuanto predeterminada. Podríamos aún de
cir que las P. S. Cs. no son otra cosa sino actitudes de grupo, pero poco se
ganaría con esto. La impresión más definida que se obtiene es la de que las
actitudes son identificadas con la misma expresión escrita de un punto de vis
ta hacia un evento, problema, etc. En realidad, los psicólogos sociales han
estudiado las actitudes específicas a diestro y siniestro, y sólo recientemente
las han relacionado a actitudes más generalizadas. No se ha hecho mucho,
sin embargo, para estudiar la naturaleza de la actitud, su conexión con otros
procesos mentales o los mecanismos a través de los cuales lleva a cabo su
acción dentro de la mente misma. Los investigadores las han frecuentemen
te estudiado desde el punto de vista de su relación con la conducta. Parcial
mente, debido a esto, se las ha encontrado como fundadas en un gran núme
ro de factores diversos. Por el contrario, ya hemos visto que las P. S. Cs. son
más permanentes. Son también apriorísticas, supraindividuales y claramente
determinantes del pensamiento, sentimiento y acción del grupo y, además,
son claramente un lenguaje de grupos.
El relacionar las P. S. Cs. con las teorías prevalecientes del aprendizaje pue
de ser más difícil en ciertos respectos que en otros. Ya hemos visto cómo algu
nas P. S. Cs. deben su existencia a “evaluaciones automáticas”, y cómo otras
surgen a su existencia como conclusiones de atmósferas de sentido. Final
mente, otras deben su existir a los patrones de la lógica silogística. Podemos
11 Me refiero aquí a los experimentos sobre la disonancia que han sido realizados por el doctor
León Festinger. El lector encontrará una introducción sencilla a esta serie de experimentos, en un
artículo publicado por Scieniific A merican.
122 SEGUNDA PARTE

asumir - una vez que estas P. S. Cs. obtenidas de varias fuentes son funciona
les- que han sido aprendidas. Parece difícil el relacionar tales emerg encias
con los mecanismos usuales de las teorías del aprendizaje. En otros respec
tos, sin embargo, particularmente por lo que se refiere a los factores que
hemos enumerado para la reducción del aumento en la fuerza de las premisas
socioculturales, las teorías del aprendizaje pueden ser de variable valor. Ya
hemos visto que lo mismo parece ser verdad para las variables psicodinámi-
cas o psicoanalíticas.

LA DICOTOMÍA ACTIVOPASIVA

Es relativamente simple el inferir P. S. Cs. acerca de la familia y de los


papeles que juegan sus miembros de acuerdo con su sexo y edad. El cono
cimiento de que afectan el pensar y el sentir y la conducta de los mexica
nos indica su importancia para esta área de la investigación transcultural.12
La investigación moderna acerca de las actitudes, sin embargo, ha ido más
allá, cuando menos en los Estados Unidos, y en algunos otros lugares, a la
búsqueda de actitudes básicas de amplísimo espectro o principios estructu
rales del funcionamiento mental, que puedan explicar más de la variabilidad
de las actitudes comunes. Transculturalmente necesitamos descubrir y preci
sar P. S. Cs. de valor mundial, clasificar las culturas de acuerdo con ellas y
encontrar dentro de cada cultura su relación con las P. S. Cs. locales. Hasta
cierto punto, en forma accidental, es posible que hayamos tropezado noso
tros con una tal premisa sociocultural.
En una ocasión, me quebraba la cabeza tratando de comprender por qué
los norteamericanos son tan activos y hacen de la eficiencia tan importante
punto de partida en su valoración de las gentes, y por qué los mexicanos
habían sido considerados tradicionalmente perezosos, por qué no parecían
preocuparse por la eficiencia y hacían sus valoraciones de la gente predomi
nantemente a partir de que tanto goce interpersonal derivaba de ellos.) El
hallazgo de McClelland de que individuos con una alta “necesidad de logro”
hacían un criticismo más duro de sus padres que individuos con baja “nece
sidad de logro”, nos pareció entonces tener relación con nuestras cavilacio
nes. Pero todavía más un estudio de French. Encontró en él que sujetos con
una alta necesidad de logro y con una motivación afiliativa baja, selecciona
ban para trabajar con ellos a gente competente que no eran sus amigos. En
cambio, aquellos que tenían una alta necesidad de afiliación y una baja nece
sidad de logro seleccionaban a un amigo como compañero de trabajo, aun
cuando éste fuese menos competente que otro. Tales hechos, y las explica
ciones derivadas, parecieron ser temporalmente satisfactorias. Después de
todo, mi preocupación entonces se centraba en la relación de la afiliación
con la eficiencia en las dos culturas.
La aparente necesidad de actividad de los unos y la aparente necesidad
12 Díaz- Guerrero, R., Teoría y resultados preliminares de un ensayo de determinación del grado
de salud mental, personal y social del mexicano de la ciudad, Psiquis,  II, 1-2, 31-56, 1952.
CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 123

de ocio de los otros, sin embargo, nos segúía molestando. Nos venían a la
mente proverbios norteamericanos: “Uña tríente ociosa es el taller del dia
blo”, “El trabajo jamás le ha hecho daño a nadie” (“Work never hurt anybody,
is worrying about it that gest you down”), “El trabajo duro es la mejor medi
cina” (“Hard work is the best for you”), “No hay paz ni descanso para el
malvado, y los buenos siempre están trabajando” (“There is no rest for the
 wicked and the good are always busy”), etc. En México, proverbios semejan
tes son generalmente distorsionados, y tenemos: “No hagas hoy lo que pue
des dejar para mañana”, “La ociosidad es la madre de una vida padre”, “El
trabajo embrutece”, “El trabajo es sagrado, no lo toques”, “El trabajo honra
do hace al hombre jorobado”. V 
De repente, todo pareció esclarecerse: los mexicanos deseaban evitar el
estrés   y los americanos querían encararlo. Las dos culturas, en una forma o
en otra, habían llegado a la decisión de cómo debería de vivirse la vida, y los
norteamericanos habían decidido: “Encaremos el estrés ”, y los mexicanos
habían decidido: “Hagamos todo lo que podamos por evitarlo”. Éstas, pen
samos eran las premisas socioculturales generalizadas detrás de lás formas de
ser observables. Apenas unos meses más tarde, una serie de sucesos nos for
zaron a caer en la cuenta de que los mexicanos arrostran tanto estrés,  sino
es que más, que los norteamericanos. Pero, por supuesto, ¡si nadie puede
evitar el estrésl  Lo que acontece es quecos mexicanos se enfrentan pasiva
mente al estrés, mientras que los norteamericanos se enfrentan activamente.
Los mexicanos, nos dijimos entonces, son sobrellevadores pasivos del estrés,
 y los norteamericanos son arrostradores activos del estrés.  Así, de repente,
tanto yo, mexicano, como mi esposa, de origen australianonorteamericano,
comprendimos en toda su extensión un gran número de incidentes de total
falta de comprensión entre mexicanos y norteamericanos, siendo uno de los
más comunes el escandalizado: “Pero por qué no hacen algo acerca de todo
esto”, dicho ante el espectáculo no poco común de demasiados y mal nutri
dos niños, de pobreza y aun mugre o enfermedad que padecen tantos mexi
canos. Pero es que su virtud está en que ellos pueden, en donde los norte
americanos jamás podrían, sobrellevar pasivamente tanta miseria. Es como
si los mexicanos sostuviesen como una de sus fundamentales premisas socio-
culturales la siguiente: “La vida es algo duro y difícil, y la mejor manera de
manejarla es la de sobrellevar pasivamente lo que traiga”, f 
Casi de inmediato me di cuenta de que tal orientación hacia la vida está
sólidamente respaldada en México: es virtuosa: la abnegación, la obedien
cia, el propio sacrificio, la sumisión, la dependencia, la educación, la cor
tesía, todas formas pasivas de manejar el estrés son virtudes s ocioculturales
mexicanas. La relig ión predominante hoy, tanto como la precortesiana,
concuerdan en el hecho de que “este es un valle de lágrimas”, la fácil
adaptación del mexicano a la muerte, el “ni modo” (nada puede hacerse,
no hay salida), el uso generalizado de proverbios.de cuentos y de chistes
con una filosofía casi estoica, tanto como las fuertes actitudes fatalistas;
todas ellas eran claros ejemplos de una muy bien integrada y muy bien
aprendida filosofía que indica que la mejor manera, en verdad la mane
124 SEGUNDA PARTE

ra más justa de enfrentarse al estrés de la vida, es la de hacerlo pasivamente.


Creo que no hay necesidad de que les diga que la filosofía norteameri
cana prevaleciente hace una virtud, y considera la mejor forma posible de
encarar la realidad, el arrostrar el estrés  activamente. La vida se vive ópti
mamente en activ idad constante. Ésta es la solución del problema de la vida,
 y aun las agencias de viajes lo saben. “Keep them hoping having fun”. He aquí
una cultura en la que la propia estima decae si se está ocioso, como lo de
mostraron los estudios de Lazarfeld y Eisenberg.
Pero volvamos al asunto fundamental: se piensa que, puesto que el arros
trar o confrontar el estrés  de la vida es un fenómeno universal, las socio-
culturas pueden ser convenientemente clasificadas bajo la dicotomía de los
encaradores activos y los encaradores pasivos del estrés. El clasificar las so-
cioculturas, en esta forma, identificará inmediatamente un gran número de
correlatos importantes, y observaciones de campo o comprobaciones verifi
carán fácilmente tales correlatos. Pero que el problema de cómo mejor vivir
la vida, es decir, cuál es la mejor forma de arrostrar su estrés, es el problema
de todos y cada uno de los seres humanos, la investigación íranscultural en
esta área será vista con interés en todas partes. Puesto que el que uno perte
nezca a una sociocultura de encaradores pasivos o de ertecíradores activos
tiene implicaciones tremendamente importantes para el desarrollo económi
co, el cambio social, etc., su estudio debería ser preferente. Puesto que se
hace la predicción de que las naciones “subdesarrolladas” tendrán por lo
más una sociocultura de encaradores pasivos del estrés,  el estudio de este
problema es indispensable para llegar a las decisiones contemporáneas.
 V eamos pues, más allá aún, la amplitud de la aplicación de esta dicoto
mía, haciendo predicciones hipotéticas de los hallazgos a los que llevará,
en distintos campos del conocimiento de las ciencias sociales. Debería ser
posible demostrar, a través de las medidas idóneas en biología, fisiología,
psicodinamia, psicología social, sociología, etc., que los encaradores acti
vos del estrés  de los E. A. poseen una baja capacidad para sobrellevar pa
sivamente el estrés, y que los E. P. S. tienen una baja capacidad para sobre
llevar el estrés  activo.13
Desde el punto de vista psicológico, los manejadores activos del estrés
deberían valorar el conflicto, la competencia, la acción, la agresividad, la
igualdad, la libertad individual, la oportunidad para todos, la independencia,
la informalidad, el contenido, más bien que la forma y el pragmatismo. Los
aceptadores pasivos del estrés   deberían valorar la armonía, la protección,
la dependencia, la cooperación, la ociosidad, los papeles prescritos en las
relaciones sociales, la formalidad, la forma, más bien que el contenido y la
filosofía platónica.
13 Lazarus y su equipo de investigadores (Lazarus, R. S., “A program of research in psychological
Stress”, 313-320. En Festschrift forgardner murphy, ed. Peatman J. G. and Hartley E. L., Harper and
Brothers, Nueva York, 1960), han encontrado que individuos con motivación de logro e individuos
con motivación de afiliación tienen - en forma diferencial- una alta reacción de estrés cuando se les
ex pone a la inhabilidad de satisfacer sus necesidades específicas. Nosotros sugerimos - en relación
con la dicotomía E. A. S. y E. P. S.- que los individuos pueden arrostrar el estresor familiar más efec
tivamente y por más largo tiempo. Esto no es sino el otro lado de la misma moneda.
CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 125

Psicodinámicamente, para el mismo grado de frustración, los manejado-


pasivos del estrés deberán producir menos agresión. Psicosomàticamen
te. deberá haber una hipertensión, úlceras del estómago y de los intestinos
coronarias en los encaradores activos del estrés.™   Psiquiátricamente, más
. jondriasis e histeria, en los encaradores pasivos.
Socialmente, debería de haber más intolerancia racial y discriminación
«n los encaradores activos, y también más intolerancia para los sociópatas
t para la enfermedad mental (así Osgood encontr ó que en los Estados Uni
dos los neuróticos son vistos como malos, débiles e inactivos'), para la enfer
medad física y para los alcohólicos; entre los manejadores pasivos del estrés
deberá de haber más explotación económica, mayor distancia económica
entre los ricos y los pobres, y mayor explotación personal, emotiva y eco
nómica de un individuo por el otro.
Criminológicamente, deberá haber más crimen por ganancia económica
01 los encaradores activos. En los encaradores pasivos del estrés  habría más

agresividad explosiva después de llegar a los límites del aguante pasivo, y en


relación con problemas emotivos.
Demográficamente, familia de mayor tamaño y sobrepoblación en los
encaradores pasivos del estrés.
Los manejadores activos del estrés tratarán más frecuentemente de con
vertir o convencer a los otros de sus puntos de vista, que los encaradores
pasivos del estrés.  Los EPS dirán que están de acuerdo con otros, sobrelle
vando su real desacuerdo, para evitar el estrés   interpersonal activo.
En las religiones, el catolicismo es fundamentalmente una filosofía de
encaramiento pasivo del estrés y el protestantismo, una filosofía de encara-
miento activo.
Socioeconómicamente, el cambio, y posiblemente el cambio rápido, es
bueno y virtuoso entre los encaradores activos del estrés,  y no es correcto,
virtuoso o particularmente bueno en los otros. Se le puede ver con cierto
grado de sospecha y, cuando menos, con reservaciones.
Las filosofías económicas también pueden ser clasificadas: el capitalismo
 y el marx ismoleninis mo son ambas filosofías de encaramiento activo del
estrés. La segunda de éstas, sin embargo, es una reacción mucho más extre
ma a las tradiciones de aceptación pasiva, y lleva más a menudo a la violen
cia, la lucha de las clases y, en la práctica, termina en una imposición toda
vía más grande de estrés  sobre individuos que aún, y característicamente, lo
aguantan pasivamente.
En el nivel nacional e internacional, las naciones pacifistas, neutrales y 

14 Como ya se ha dicho antes, la palabra estrés  ha sido utilizada aquí en la forma en que Hans
Selye (Selye Hans, The stress of lite,  McGraw- Hill Book C., Inc., N. Y ., 1956) la comprende. Sin
embargo, hay cierto g rado de dificultad en relacionar el concepto de encaramiento pasivo y activo
del estrés   con su esquema trifásico del mismo. Debe uno, naturalmente, darse cuenta de que sus
experimentos en animales fueron llevados a cabo bajo condiciones de arrastramiento pasivo
forzado del estrés. Cuando Selye relaciona lo que él llama la rea cción de alarma con la enfer medad
psicosomàtica, diferencia entre dos síndromes, uno que resulta de insuficiencia, y otro, de excesiva
reacción de alarma. No sin alimentar algunas dudas, nosotros relacionaríamos el encaramiento
pasivo con la alarma insuficiente, y el encaramiento activo, con la alarma excesiva.
126 SEGUNDA PARTE

no intervencionistas deberán tener en su mayor parte socioculturas de en-


caramiento pasivo del estrés  y lo contrario sucederá con los líderes de los
dos bloques contemporáneos.
Naciones con EAS irán a la guerra más a menudo, y más fácilmente, que
naciones con EPS. La Alemania del tiempo pasado, y quizá la Alemania de
hoy, es un ejemplo extremo de una sociocultura de encaramiento activo del
estrés.15
Naciones EAS tratarán más a menudo de convencer a otras naciones de
sus puntos de vista políticos y socioeconómicos.
Naciones EAS tenderán más fácilmente a discriminar racial, económica
 y socialmente, que las naciones EPS (las altas anticipaciones de los EAS y
su inhabilidad relativa de sobrellevar pasivamente el estrés,  las predispo
nen a la discriminación). La literatura reciente sobre el prejuicio encuentra
correlaciones positivas entre la movilidad social (una forma de EAS) y el gra
do de prejuicio.16
Socioculturalmente, se debería esperar un número mucho más grande de
premisas socioculturales respaldadas por las mayorías, y sistemas de premi
sas socioculturales más orgánicos, en las sociedades de encaradores pasivos
del estrés que en las sociedades EAS. Se debería de esperar que la obedien
cia y la autoridad habrán de ser mucho más importantes en las sociedades
de EPS. Entre más grande es el deseo de evitar EAS, mayor será el número de
normas a priori para la interacción interpersonal y social.
Digamos, para terminar, que el Don Quijote   de Cervantes parece haber
sido una llamada de atención a los hispanos acerca de lo que podrá suceder-
le a un encarador pasivo del estrés que repentinamente pretenda encarar el
estrés  activamente. Simplemente, acabará teniendo que sobrellevar mucho
más estrés  pasivamente. Ésta es la vida misma de Cervantes.
Esta larga e intrincada lista de correlatos significativos de nuestra genera
lizadas e inferenciales premisas socioculturales: “La vida debe ser vivida, y la
mejor forma de vivirla es la de encarar activamente sus estreses",  y la “vida
deber ser vivida y la forma mejor de vivirla es la de sobrellevar pasivamente
sus estreses”,  puede habernos convencido de su importancia para la investi
gación transcultural.17

RESUMEN

Un esfuerzo muy activo de arrostramiento del estrés  se ha realizado en


este trabajo, para presentar tres avenidas de aproximación a la comprensión
 y a la aplicación de lo que hemos venido llamando las premisas sociocul-

15Otras variables, como los efectos de la autoridad en el aprendizaje de estos patrones


socioculturales, deber án ser consideradas para comprender las diferencias que ex isten, por ejemplo,
entre el tipo de encaramiento activo del estrés  de los alemanes y el tipo de encaramiento activo del
estrés   de los norteamericanos, etcétera.
16Bettelheim, B. y Janowitz, M., The Dynamic of prejudice,  Harper & Brothers, Nueva York,
N. Y., 1950.
17Estas P. S. Cs. - y por ahora debería darse uno cuenta, en for ma completa, de que no son a
CAPÍTULO 8. PREMISAS SOCIOCULTURALES 127

turales, a la inves tigación transcultural. En la primera sección, hemos s eñala


do los ejemplos extraídos de investigaciones previas, y han sido presentados
para proveer un primer paso de familiarización con lo que son las premisas
socioculturales, y con el propósito de tratar de definir, un tanto cuanto inexi-
tosamente, los que parecen ser los mecanismos fundamentales de su función
dentro de la mente humana. Dentro de la normalidad, valoraciones “automá
ticas” de las premisas socioculturales, la lógica clásica y las conclusiones deri
vadas de las atmósferas de significado parecen ser los medios de su actividad.
En la segunda sección, se hace un esfuerzo por caracterizar todavía más
a las premisas socioculturales; quedan definidas como afirmaciones simples
o complejas. Los seres humanos podrán verbalizarlas claramente, pero tam
bién pueden ser totalmente incapaces de verbalizarlas, o aun de darse cuen
ta de ellas. En un grupo dado, sin embargo, el pensar, el sentir y la acción
ocurren tal y cual si los individuos estuviesen derivando conclusiones lógicas
de las mismas. Son aprendidas como afirmaciones   de la gente significati
va de la sociedad; son también derivadas de las atmósferas de sentido engen
dradas a partir de varias afirmaciones previamente aprendidas, o pueden ser
obtenidas a través de “evaluaciones automáticas” de otras P. S. Cs. Su función
social es esquematizada tanto como las fuentes de su importancia y de su
“fuerza”. Animosamente se trata de proveer definiciones operantes acerca
de la “fuerza de las premisas socioculturales”. Factores facilitadores y obs
taculizantes son enumerados, y algunas predicciones operantes son hechas
acerca del destino de las premisas socioculturales en tales condiciones. Esta
sección termina con una consideración de la relación de las P. S. Cs. con el
concepto de las actitudes, y una reconsideración de su relación con otras
variables; como las contenidas en las teorías del aprendizaje y de la psico-
analítica.
En la tercera sección, volvemos a los ejemplos. Se incluyen ejemplos
para la investigación futura. La importancia de las P. S. Cs. en la investiga
ción transcultural es ilustrada. Se hace referencia a puntos de vista recientes
acerca de la psicología de las actitudes. La necesidad urgente de determinar
premisas socioculturales de valor mundial para la inves tigación transcultural
es particularmente subrayada. El proceso del descubrimiento de una premi
sa sociocultural que posiblemente llena los criterios arriba mencionados es

menudo otra cosa que afirmaciones inferenciales inclusivas que pueden ser traducidas a cualquier
otro lenguaje psicológico- pueden convertirse, por ejemplo, en las bases teoréticas para una tipología
con subdivisiones; verbigracia, los EAS pueden serlo porque: á) les gusta hacerlo; ti) consideran esta
manera de ser como buena, valiosa, virtuosa, o la forma recta de ser; c) se sienten atraídos a ella por
una alta necesidad de logro o por una necesidad de poder; d)  son atraídos a ella, porque están hechos
de tal forma que no pueden actuar de ninguna otra manera, es decir, simplemente no pueden sobre
llevar el estrés  pasivamente. Los EPS pueden serlo, porque gozan esta forma de vivir, porque la con
sideran buena, valiosa, virtuosa o correcta, o porque no pueden actuar en ninguna otra forma, es
decir, porque no pueden realmente sobrellevar el estrés activo, etc. Pueden, por supuesto, existir ti
pos puros y tipos intermedios, pueden también existir una actividad de encaramiento activo del estrés
para ciertos tipos de “estresores” de la vida y una actitud pasiva para ciertos otros, pero queda de to
das maneras la impresión precisa de que, fuera de la patología mental, existirá consistencia indivi
dual y de grupo en los patrones de manejo del estrés  de la vida.
128 SEGUNDA PARTE

descrito. Inmediatamente después se dan razones para reforzar la validez y


la importancia de semejante P. S. C.; una larga lista de hipótesis por compro
bar transculturalmente es presentada para ilustrar su relevancia a fenóme
nos distribuidos a todo lo largo, desde la fisiología hasta la cultura, y aun a
los eventos internacionales. Por último, y brevemente, se hace una elabora
ción de las P. S. Cs., seleccionando como ejemplo una posible tipología.

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