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El hecho de que la novela esté escrita como si fuera una autobiografía produce
sobre el lector la sensación de estar leyendo alguna cosa “real”, además con la
verosimilitud de la novela este sentimiento se agudiza. Por otro lado, que “esté
escrita” en primera persona hace evidenciar que el escritor (al ser también el
actor) sabe de que habla.
A lo largo de la novela aparecen multitud de apelaciones a vuestra merced,
identidad de la cual no se revela hasta el final de la novela. Vuestra merced,
resulta ser amigo del Arcipreste de San Salvador, persona con la que su mujer
mantenía relaciones sexuales.
El caso, es que su actual amo, un clérigo, le propuso que se casara con una
criada suya, cosa que hizo, y a aquel “Vuestra Merced” a quien se dirigía Lázaro y
a quien de vez en cuando ha ido haciendo referencia a lo largo de toda la novela
le ha llegado un rumor a propósito de las entradas y salidas a casa del arcipreste
de la mujer de Lázaro. Esto hace seguir un hilo argumental a la obra, ya que
mediante numerosas apelaciones a vuestra merced recuerda al lector que se trata
de una carta para explicar el caso a dicha persona.
Lázaro, viene a decir a Vuestra Merced que de ninguna manera, que su honor
está a salvo y que sólo son habladurías lo que se dice que ocurre cuando su mujer
entra en casa del cura “ a hacerle la coma y a guisalle de comer”. También, dice,
no creer lo que sus amigos le dicen. Aquí, en verdad, dice que no, pero todos
entendemos que si, porque a estas alturas de la novela sabemos que es capaz de
tolerar cualquier indignidad con tal de huir de la miseria pasada.
y como el propio Lázaro afirma le pareció que “en aquel instante despertó de la
simpleza en que , como niño, dormido estaba”.
Ya que, después del ciego ha de estar con el clérigo, el cual -parece- pretenda
matarlo de hambre y Lázaro de verdad piensa que este es el fin de su amo “A
cabo de tres semanas que estuve con él vine a tanta flaqueza, que no me podía
tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la sepultura, si Dios y
mi saber no me remediaran”.
Con el buldero no se refleja que aprenda nada nuevo pero si parece, que se
averguenza de este al saber de que manera, su amo, saca dinero.
Al final de la obra, lo único que se puede extraer es que, como una vez dijo la
madre de Lázaro arrimarse a los buenos, por arrimarse a los buenos -o quien
pensaba que eran los buenos- acabó metiéndose en el embrollo de haber de
contarle el caso a vuestra merced.
Este problema social aparece en la obra cuando, en el tercer tratado, tiene que
ponerse a pordiosear (pedir en nombre de dios) en vista de que su amo no le da
de comer. Por entonces, cuanta Lázaro, el ayuntamiento de Toledo prohibió la
mendicidad y decidió expulsar a todos los mendigos que estuvieran por las calles.
“Y así, ejecutando la ley, desde a cuatro días que el pregón se dio, vi llevar un
procesión de pobres azotando por las Cuatro Calles. No es de extrañar que
Lázaro comente que nunca se le ocurrirá volver a mendigar.
Pero no eran sólo niños más o menos abandonados quienes pasaban hambre en
la España de mediados del XVI. La dureza de las condiciones de vida podemos
comprobarla hasta en los más mínimos detalles. Cuando Lázaro ya es adulto y
consigue trabajar por primera vez de una forma estable como aguador del
capellán de la catedral, nos cuenta su primera inversión: los ahorros de cuatro
años se le van en unas pocas prendas y una espada compradas a un ropavejero.
Los personajes marginales, por tanto, se hacen visibles en la novela. El ciego, que
había de subsistir en aquella España surcando la Península cantando romances y
rezando de encargo. Su padre, molinero ladrón, se fue al ejército. Su madre, mitad
criada, mitad prostituta, se amanceba con un negro para poder subsistir. Zaide,
que así se llama el negro, también es detenido porque robaba la cebada de los
caballos que tenía a su cargo, hacía como que se perdían las mantas con que
debía abrigarlos y, cuando no había qué robar, hasta desherraba las caballerías
para revender las herraduras.
La intención con la que el autor describe este ambiente sórdido, también reflejado
en la casa del escudero, completamente vacía y ruinosa a la que el pobre Lázaro
pensaba que llevaban un muerto por ser “la casa lóbrega y obscura, a la casa
triste y desdichada, a la casa donde nunca comen ni beben” (aunque se referían al
cielo), es para criticar la sociedad del momento y satirizar los diversos estamentos
así como hacer la novela más verosímil, racional, más pegada a las experiencias
de las personas, y que mejor que imitar la vida?. El autor se sirve de Lázaro
colocándolo en este difícil ambiente para mostrar así el personaje de antihéroe.