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RESUMEN
INTRODUCCION
El equipo clínico del CAVAS comienza a trabajar durante el año 1987 en la asistencia
terapéutica a víctimas de agresión sexual, produciéndose con ello una progresiva
especialización de los profesionales. Este proceso ha desembocado, en el año 2002, en una
diferenciación en sub equipos clínico infantil y adolescentes-adultos, lo cual ha permitido
abrir nuevos espacios de especificidad de la labor clínica. Se ha favorecido así, una
profundización en las reflexiones sobre los temas asociados a nuestro trabajo, surgiendo la
necesidad de sistematizar los conocimientos adquiridos en la experiencia de los
profesionales que constituyen este equipo, tanto la evaluación psicológica como en la
intervención reparatoria. En este contexto, guía el presente artículo la necesidad de
sistematizar el proceso de evaluación que realiza el equipo clínico infantil, con el fin de
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Psicóloga, Universidad de Chile. Psicóloga del equipo clínico infantil, CAVAS Metropolitano.
2
Psicóloga, Universidad Diego Portales, Chile. Master en Necesidades y Derechos de la Infancia y la
Adolescencia, universidad Autónoma de Madrid. Psicóloga Coordinadora CAVAS Metropolitano.
3
Psicóloga, Universidad Diego Portales, Chile. Post título en Terapia Familiar ICHTF. Psicóloga Clínica
CAVAS Metropolitano.
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Psicóloga, Universidad de Chile. Psicóloga del equipo clínico infantil, CAVAS Metropolitano.
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Psicóloga, Universidad Central de Chile. Post título en Terapia Familiar ICHTF. Psicóloga del equipo
clínico infantil, CAVAS Metropolitano.
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Publicado en: Cuadernos de Psicología Jurídica nº2, Asociación chilena de Psicología Jurídica, Santiago,
Chile, 2005, pag. 99-109.
Evaluación de daño psíquico en casos de agresiones sexuales a menores.
Capella, Contreras, Escala, Núñez y Vergara.
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MARCO CONTEXTUAL
La elaboración de cada uno de los informes está estrechamente relacionada con la petición
específica emitida desde Tribunal o Fiscalía, así como con las competencias y objetivos de
quien solicita la evaluación. De esta forma, si la evaluación es solicitada por el Tribunal del
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Evaluación de daño psíquico en casos de agresiones sexuales a menores.
Capella, Contreras, Escala, Núñez y Vergara.
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Por otra parte, es necesario realizar una distinción entre el informe clínico y el informe de
daño psíquico. Una evaluación clínica está orientada a explicar el funcionamiento psíquico
general de un sujeto, otorgando relevancia equivalente a los sucesos vitales que ha
vivenciado (García Arzeno, 1999). En contraposición a esto, una evaluación de daño
pretende focalizarse específicamente en la comprensión de la dinámica psíquica desplegada
ante un evento particular, que dice relación con la vulneración de derechos.
INFORME PSICOLÓGICO
En términos generales, los informes abarcan una serie de elementos, los cuales se organizan
en: aspectos administrativos, identificación del menor, metodología utilizada, antecedentes
relevantes, resultados, conclusiones y sugerencias.
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Chile, 2005, pag. 99-109.
Evaluación de daño psíquico en casos de agresiones sexuales a menores.
Capella, Contreras, Escala, Núñez y Vergara.
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Aspectos Administrativos
Es la información mínima que debe contener todo informe que permita identificar: el
juzgado y número de causa, la fecha de ingreso del evaluado al Centro, el nombre del
profesional a cargo de la evaluación y la petición específica emanada por el Tribunal o
Fiscalía. Este apartado tiene como fin aportar información que permita comprender el
propósito del proceso de evaluación, los actores involucrados (el evaluado, el solicitante y
el evaluador), así como el proceso judicial en el cual se enmarca.
Incluye información que permite identificar al evaluado y sus datos básicos, tales como: el
nombre completo, la fecha de nacimiento, la edad y nivel de escolaridad.
Metodología utilizada
Cabe señalar que el receptor de dicho informe desconoce en gran medida las características
de los instrumentos utilizados, por lo cual resulta de utilidad incluir en este apartado una
breve reseña de las características de cada prueba seleccionada. Para ello, se puede agregar
información referente a la validación del instrumento, especialmente en la realidad nacional
y, de ser posible, sus características de confiabilidad y validez, así como las áreas que
permite evaluar.
Antecedentes relevantes
del evaluador para el análisis de los resultados. De esta manera, debe aludirse en todo
momento a la fuente que entrega la información, tales como los padres del menor u otros
familiares o profesionales que han tenido un contacto significativo con el niño(a),
excluyendo las interpretaciones subjetivas de cada uno de los involucrados en el caso.
Así mismo, es importante especificar los aspectos básicos vinculados al desarrollo del
menor, tales como: nombre y relación entre los padres, con quien vive el niño actualmente
y si existen, algunos elementos significativos de la historia vital que generalmente se
asocian a alteraciones en el contexto del desarrollo del niño o aquellos que se puedan
constituir en factores de riesgo (por ejemplo, antecedentes delictuales de la familia,
violencia intrafamiliar, cambios de cuidador, adicciones, entre otros). (Vásquez, 2003).
Resultados
En este apartado se deben consignar los resultados obtenidos a partir de las pruebas
aplicadas y de la observación clínica del evaluador, por lo tanto nos situamos al nivel del
análisis específico del ámbito de la psicología. De este modo, el foco se encuentra en la
interpretación del material obtenido, sobre la base de las herramientas desarrolladas y
validadas por nuestra disciplina y de las habilidades y experiencia propias del psicólogo
clínico.
Además, es fundamental que la evaluación permita establecer un nivel basal del desarrollo,
con el fin de comprender las claves evolutivas que sustentan el modo de funcionamiento del
niño(a), entendiendo que cada etapa del desarrollo cuenta con distintas herramientas para la
comprensión de las experiencias. En este sentido, se describirán cada una de estas áreas y la
interrelación entre éstas (Papalia y Wendkos, 1997).
cognoscitiva alcanzada por el niño(a) según la teoría de Piaget y sus consecuencias para el
proceso de evaluación, esto implica describir sus capacidades para recordar los hechos ya
sea de forma general o episódica, diferenciar realidad de fantasía, situar los hechos de
acuerdo a coordenadas témporo espaciales, entre otros (Piaget, 1973; Piaget y Inhelder,
1975).
Respecto al lenguaje, cabe dar cuenta de la utilización comprensiva y expresiva del mismo
hecha por el niño(a), así como las dificultades que pueden presentarse en el ámbito de la
comunicación las repercusiones que esto pueda significar para el proceso de evaluación.
También puede ser útil complementar esta información con algún aspecto que destaque en
relación al desarrollo pondo-estatural o bien el nivel de desarrollo psicomotor y madurez
neurológica del niño(a).
Junto con esto, se consignará el correlato emocional del niño asociado al abordaje de la
temática abusiva, dado que permite establecer la concordancia ideo-afectiva entre los
dichos del menor y su expresión emocional. Por otro lado, hace posible identificar la forma
en que ese niño(a) vivencia subjetivamente esta experiencia, así como los mecanismos
defensivos que despliega como estrategia para intentar manejar las emociones asociadas
(Laplanche y Pontalis, 1996).
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Capella, Contreras, Escala, Núñez y Vergara.
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Dentro de este marco, es ideal lograr distinguir y ordenar los síntomas de acuerdo a tres
instancias claves: previo a la ocurrencia de los hechos abusivos, entre la ocurrencia de los
hechos y la develación y, finalmente, posterior a la develación. Esta distinción cobra
relevancia, ya que permite comprender cómo el niño ha vivenciado estos momentos y los
cambios que experimenta entre uno y otro. Así por ejemplo, en algunos casos es posible
encontrar vulnerabilidades o alteraciones previas en el niño, sobre las cuales se puede
asentar el cuadro reactivo al abuso.
Por otro lado, es necesario organizar los síntomas de acuerdo a las diferentes áreas de
funcionamiento (a nivel somático, conductual, intrapsíquico, etc.), señalando si al momento
de la evaluación se presentan los síntomas o han remitido en forma parcial o total.
A su vez, resulta relevante describir y analizar la percepción de daño que posee el niño en
relación a la vivencia de abuso, la cual puede estar asociada a los síntomas que el mismo
niño refiere y los cambios que él percibe en la rutina familiar o en su continuo vital,
pudiendo ser expresados a nivel conductual o bien a nivel de experiencia subjetiva.
Conclusiones y sugerencias
Las conclusiones que se extraen a partir de la integración de todos los elementos descritos
anteriormente en el informe, desprendiéndose y sustentándose necesariamente en los
resultados arrojados por la evaluación.
En este sentido, las conclusiones contienen los aspectos relevantes para la toma de
decisiones en el contexto judicial, por lo tanto se abordan brevemente consideraciones
acerca de la presencia de indicadores clínicos de abuso sexual, la naturaleza y magnitud del
daño constatado y su vinculación con los hechos investigados.
En caso de ser solicitado, se hará referencia a aquellos tópicos señalados expresamente por
el juez o fiscal, tales como percepción espacio-temporal de los hechos, efectos de la
intimidación o de la amenaza, figura del o los autores, entre otros. Cabe mencionar que al
referirse al autor de los hechos, sólo es posible dar cuenta de lo señalado por el niño y
concluir que los contenidos psíquicos del menor se encuentran asociados a determinada
figura, sin pronunciarse sobre la autoría de los hechos.
obtenidos dan cuenta de la ausencia de signos clínicos asociados a este tipo de experiencia.
Una tercera opción es que los resultados obtenidos no sean suficientes para pronunciarse
con respecto a ninguna de estas dos alternativas, por lo que no es posible determinar la
configuración de vivencias transgresoras en la esfera de la sexualidad en el evaluado. De
este modo, se hace referencia a los elementos clínicos en relación a los hechos abusivos, no
siendo pertinente establecer la ocurrencia objetiva del delito desde el ámbito de la
psicología, labor que resulta de competencia exclusiva del juez.
Una vez establecida la existencia de indicadores, debemos consignar si existe algún tipo de
trastorno en el niño(a) que se asocie a la ocurrencia del evento abusivo, a la develación y/o
a la denuncia, así como a las consecuencias sociales y familiares que esto genera. Esta
sintomatología vinculada a algunas de estas variables no necesariamente configura un
cuadro clínico, por lo cual, en ocasiones sólo señalaremos el espectro sintomatológico
desencadenado.
Una vez establecidos los puntos anteriores es importante hacer referencia al pronóstico del
caso y sugerencias de tratamiento apropiado si lo requiere, para dar respuesta a las
necesidades actuales del niño, considerando tanto la motivación de la familia como también
aspectos prácticos que permitan determinar la Institución que se hará cargo de la
intervención reparatoria.
DISCUSIÓN
El proceso evaluativo realizado por este equipo se enmarca dentro del contexto de un
trabajo clínico, constituyendo el objetivo reparatorio el prisma central que guía nuestro
quehacer. Así, durante la evaluación se establece contacto con el niño(a) y sus cuidadores,
por lo que es vital comprender que significa a su vez, crear un espacio de intervención
potencial. En este sentido, en muchas oportunidades, implica la apertura de una temática
traumática en un contexto contenedor y la orientación básica en relación a interrogantes
sujetas a las vivencias, permitiendo la disminución de la angustia tanto para el niño como
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para su familia. “(…) No podemos olvidar que la nuestra no es la tarea de realizar una
indagatoria al estilo judicial. No podemos perder de vista en ningún momento que somos
terapeutas que, si realizamos bien nuestro trabajo, ya desde este primer encuentro
podemos comenzar a curar. Ser escuchado en un ámbito seguro y con respeto es, de por sí,
sanador” (Colombo y Beigbeder de Agosta, 2003).
En este mismo sentido, el espacio clínico le permite al niño ensayar nuevas formas de
interacción que probablemente no estaban presentes en su contexto habitual de desarrollo, o
bien restaurar relaciones sanas que el niño poseía previamente, lo cual aporta un valor
terapéutico a la labor psicodiagnóstica. A su vez, el contexto evaluativo se constituye en un
escenario para que el niño pueda simbolizar desde el lenguaje infantil las experiencias
vividas.
Esto se relaciona con el enfoque clínico que posee este equipo, en tanto nuestra labor
fundamental es apoyar la integridad y el bienestar psicosocial de los consultantes, siendo
ésta nuestra prioridad sobre la obtención de información. En esta línea, consideramos que
existiría el peligro de revictimizar a partir de la evaluación si no son tomadas en cuenta las
necesidades propias del niño y su familia. Así, la forma y el manejo del proceso cobra
relevancia central en la configuración global del niño respecto a las vivencias traumáticas y
consecuencias de ésta.
Otra faceta de la evaluación que puede contribuir al proceso reparatorio del niño y su
familia tiene relación con que el informe puede ser interpretado por ellos como un
mecanismo tendiente a hacer justicia y de validación externa de la vivencia subjetiva de los
hechos investigados. Por otra parte, el proceso evaluativo posibilita que la familia adquiera
un rol progresivo de empoderamiento; asistiendo al Centro, entregando información y
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Por otro lado, para el psicólogo, realizar una evaluación para tribunales implica una
significativa responsabilidad profesional, en tanto el informe de daño psicosocial posee
carácter pericial, constituyendo una prueba legal que contribuye dentro del proceso de
investigación judicial para que los jueces puedan determinar, junto a otras pruebas, la
existencia del delito. En este punto, es relevante hacer la distinción de nuestro lugar en el
proceso judicial, en tanto la decisión compete al juez y nosotros sólo aportamos desde
nuestro saber, que se refiere a la realidad psíquica de los evaluados y no a la realidad fáctica
de los hechos. Por ende, es de importancia central trasmitir la información de manera clara
para los fines judiciales, respondiendo a los requerimientos del tribunal de forma lo más
objetiva y rigurosa posible, justificando científicamente los resultados y utilizando un
lenguaje técnico.
En este escenario, cabe la pregunta acerca del tema del secreto profesional y cómo se
maneja dentro del ámbito de la psicología jurídica. Hemos reflexionado como equipo
acerca de los aspectos éticos de nuestra labor, concluyendo que el secreto profesional no es
en ningún caso ajeno a nuestro quehacer, sino más bien, modifica su ámbito de aplicación.
Es decir, que en base al contrato establecido previamente con el consultante se determina
que toda información relacionada con la causa será de conocimiento de terceros en un
proceso judicial. Por el contrario, no resulta pertinente abordar en el informe aquellos
elementos del funcionamiento psíquico y familiar del menor, obtenidos en el proceso de
evaluación que no constituye un aporte para la investigación de la causa, toda vez que se
resguarda la confidencialidad de otras temáticas, no relacionadas con la petición específica
emanada desde tribunal o fiscalía.
Por otra parte, existe información que no es posible obtener dentro del proceso evaluativo,
ya que no tenemos acceso a ella a través del paciente o de las figuras cuidadoras, ya sea por
la corta edad del niño(a) y el escaso desarrollo verbal que ello implica, ausencia de figuras
significativas que puedan entregar información sobre el contexto de desarrollo o bien, el
silenciamiento del evaluado relacionado directamente con el daño ocasionado al mundo
psíquico de éste, entre otros. Esto puede traer como consecuencia que no contemos con los
elementos suficientes para pronunciarnos con respecto a la petición judicial, en cuyo caso
corresponde, en términos de responsabilidad y ética profesional, señalar dicha
imposibilidad, haciéndonos cargo de las limitaciones de nuestra disciplina.
BIBLIOGRAFIA
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Républica de Chile (2004). “Ley 19.927, publicada en el diario oficial el 14 de Enero del
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