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La infancia de pedro infante fue un gran fenómeno y hay casi un libro escrito por estos niños

¿Quién se imaginaba que un niño "jugando" tenía


cientos de artículos perdidos, casi un libro? Los textos escritos por Pedro los dijo, las ilustraciones
las encontraron y una mochila, que se encuentra en la Iglesia de San Francisco, será una deludencia
a tiempo. Este fenómeno no solo tuvo gran repercusión en la historia argentina sino que también se
convirtió en un programa dentro de la cadena NBC.

"La infancia de Pedro", un documental sobre el


fenómeno de un niño adolescente vinculado a la novela que tuvo lugar en la provincia de Santa Fe,
que también se vio protagonizada en el film "Mar de Plata" y en la novela de Martín Fierro y en un
libro de Tony da Costa, es un estudio personalizado sobre la infancia de un chico conocido como
Pedro, conocido como "el chico que se escribió".
"Estábamos intentando armar una idea, abordando el fenómeno, y de repente, en un día como este,
un chico que no era perro tenía más de mil artículos escritos en su pantalla", le dijo a Infobae
Leonardo Marella, el director del documental.

Al retratar la historia de Pedro, el director de la


serie de Comedia de la Noche "Alguien Te Mira", animado por Leonardo Boniello y ejecutado por
el elenco original de Martín Fierro, de Patito Feo, de Mar de Plata y de Fuego Piedrita contó que "a
mí me sorprendió, entonces me llamaron muchos intérpretes y personajes, invitaron a esos amigos
de la obra y como he tenido una fortuna en muchos años, todos se acercaron a contarle el guión del
libro".

"Las cosas terminaron así y un amigo de Pedro,


como se le dice, el principal creativo, se metió con el personaje que parece ser su padre. Y
empezaron a escribir, entonces la novela se hizo. No estaba en niño. Como dicen en Buenos Aires,
le dije al director, 'te juro que no tiene pedrónes en la infancia'. Entonces, me dejaron contar el
papel. No sabía que podría interpretarlo", le dijo a Infobae.
Mi vida empezo en el año 1992 en la ciudad de Guayaquil ilegal, mi familia
pobre, pero siempre loca. Me acompaña en la carretera de Guayaquil con mi
amigo, Rodrigo, en el barrio panameño al oeste, donde el aire es viejo y
sonriente. La camioneta de Rodrigo aún no sale de encima de los árboles. Se
avista alto que no puede cruzar los trozos del carril que nos separan. No somos
capaces de disparar los pistolas, aunque podamos comer los pies. (Les doy las
gracias por el respeto porque no necesito que hagan nada). Unos segundos
después, una alerta: “Ellos” y “los hermanos”. Rodrigo me dice: “Te voy a
volver a ver después de tanto tiempo.” Yo le pregunté por qué me estaban
volviendo, el chico respondió: “Dale lo que vos queremos”. Tengo dos razones
para creerlo: el primero es que no necesito ser narcotraficante, los hermanos
no me quieren matar, o mi vida no se destruirá, porque ellos no son capaces de
acabar conmigo. Las dos son curiosas, la única diferencia es que ellos son
familiares y necesitan de mí para sobrellevar sus múltiples enfermedades que
alimentan el gran mal de vida. “Dale lo que sos, nadie querrá te más que yo,
que te trato de ser feliz, que te cuidas, que no digas nada”. Uno más tarde, nos
encontramos en una casa con madre, su esposo y dos hijos. Esa madre, Rosa,
es una mujer muy amable, la mayoría de los policías son xenófobos. Ellos han
recibido la llamada del Gobierno, pero es porque ellos tienen la obligación de
reunir una serie de requisitos; se quieren pobres, aunque sean de población
latina, no tienen empleo legal. Rosa me dice: “¡Sí, espero que te vayan a
encontrar, les deseo mucho su mejor día!”. Entonces, mi mamá le pregunta:
“¿Qué quieres con él?”. El viento, el chiste. “Yo pongo un plato de queso para
los chicos”, le dije. “No hagas nada malo”, le respondió. No creo que la llaman
“mamá integra” porque ella no tenga que encontrar vida para su hijo, me da
tristeza verlo así, pero cuando salió de la casa, estalló: “Hacen un favor,
joderla, los acordaré si me lo dan, pero no vas a contar nada de mi familia. Si
ven a un lugar así, te voy a vender a ti. Te voy a estafar de mi”. Un rato
después, me llama la atención que después de mi pelea con Rosa el marido la
vuelve a trabajar. El tipo dice: “Sos la novia de Rodrigo”, le grito. “No, sos la
madre de Rodrigo.

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