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Cacciari, Massimo - Krisis. Ensayo Sobre La Crisis Del Pensamiento Negativo de Nietzsche A Wittgenstein PDF
Cacciari, Massimo - Krisis. Ensayo Sobre La Crisis Del Pensamiento Negativo de Nietzsche A Wittgenstein PDF
KRISIS
ensayo sobre la crisis
del pensamiento negativo
denietzschea wittgenstein
>*a
siglo
veintiuno
editores
traducción de
ROMEO MEDINA
revisión de
JOSÉ ARICÓ
KRISIS
Ensayo sobre la crisis del pensamiento
negativo de Nietzsche a Wittgenstein
por
MASSIM O CACCIARI
m
siglo
ventiuno
edrtores
MÉXICO
ESPAÑA
ARGENTINA
COLOMBIA
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DB. A G U A 24S, MEXICO 20, D.F.
ISBN 968-23-1164-0
PREFACIO 7
[ 5]
f REFACIO
2 Ibid., p p . 254-255.
3 L. von Bortkiewicz, Der Kardinálfehler der Bohm-Bawerkschen Z ins-
iheorie (1906); tr. it. op. d i., p. 197.
4 R. Hilferding, Bohm-Bawerks Marx-Krítik (1904); traducido al espa
ñol en Bohm-Bawerk, Hilferding, Bortkiewicz, Economía burguesa y econo
mía marxiste, Cuadernos de Pasado y Presente, núm . 49, México, 1978. En
este volumen está traducido también el ensayo de Bohm-Bawerk, Zum Abs-
chluss des Marxschen Systems (1896) [La conclusión del sistema de Marx,
en op. d t „ pp. 29-127].
7 ->
EL DEBATE SOBRE LA “ t RANSLORAIACIÓn ” i}
lismo fue publicada en i 899, tres años después que el Z um Ábs-
chluss de Bohm-Bawerk.
Si la “respuesta” de Hilfeiding yerra su objetivo al criticar el
análisis de Bohm-Bawerk como fundado en una teoría absoluta
mente subjetiva del interés y en la “supresión” del principio del
valor trabajo; mayor aún es su fracaso en relación con el proble
ma de la transformación. E n lo positivo, Bohm-Bawerk afirma
ba que en Marx el “sistema” no podía considerarse cerrado den
tro de las relaciones fundamentales del Libro i. Subrayaba la
importancia problemática que en Marx asumen los procesos suce
sivos de reproducción-desarrollo-transformación. Más aún; Bohm-
Bawerk insistía en el hecho de que estos procesos, n o podían ser
conciliados con las “leyes” básicas a través de una serie de m e
diaciones simples, casi puntos arrojados entre niveles conceptuales
que en sí permanecen absolutamente estáticos o entre formacio
nes histórico-económicas estructuralmente incompatibles. Bohm-
Bawerk señalaba un problema de análisis y de m étodo real: un
momento de crisis en la teoría marxiana.
Bólim-Bawerk intenta formular de esa crisis una explicación
y una crítica enteramente lógicas. N o existe, por su parte, nin
gún intento de llevar la discusión al nivel del análisis concreto
del desarrollo del capitalismo. Señalada la “crisis”, ésta es in
terpretada inmediatamente como signo de la contradictoriedad
implícita del análisis mismo. Pero es precisamente en este terre
no y con este presupuesto que Hilderfing sigue de lleno a Bohm-
Bawerk, que la “respuesta” marxista adopta de lleno el punto de
vista del “adversario”. El discurso de Bohm-Bawerk es conoci
do: dado que en el Libro ni se adopta como regla la “desvia
ción” de los valores de cambio con respecto a la cantidad de
trabajo incorporado a las mercancías, los fundam entos de la teo
ría del valor trabajo son de hecho liquidados. Por lo mismo,
Bohm-Bawerk “reduce” la sustancia del Libro m a las “ecuaciones”
del Libro i, verifica estáticamente su congruencia o no alcanza a
hacerlo: de dicha verificación extrae sus conclusiones críticas. La
contradicción concierne solamente a la forma del discurso. Hilfer-
ding no realiza de otra forma la misma “reducción”, pero extrae
la conclusión de la no contradictoriedad del discurso marxiano.
N o interesan aquí las consecuencias que Bohm-Bawerk derivaba
de las propias conclusiones a propósito de la existencia de la
explotación; por sí misma, una teoría de la explotación no está
para nada vinculada a la hipótesis del valor trabajo, como creía
Bohm-Bawerk. Por consiguiente, inclusive la reafirmación de la
14 ECONOMÍA NEOCLÁSICA Y MACHISMO
2. NEOCLÁSICOS Y MACHISMO
crítica
-------- de las formas apriori
----------r kantianas de la --------------—
-------------------------------- intuición.* JL05 COl|
ceptos newtonianos eran “salvados” por las formas kantianas e|
su exigencia “de verdad”. Kant “adopta” por entero la crítici
del empirismo: Espacio y Tiempo no pueden ser entendid»
realiter, no se refieren a nuestra impresión sensorial sino más bie|
a “nuestra intuición interna de las configuraciones geométricas” .*f
No es la impresión sensorial la verdadera, sino nuestra “imagen!
de las configuraciones geométricas fundada en las intuiciones p é
ras de Espacio y de Tiempo. Ésta era también, según Kant, lj
tarea fundamental de la búsqueda epistemológica de los fu n d í
mentos de la ciencia natural trazada por Newton, tarea que |
empirismo no había comprendido. Espacio y Tiempo no erar
utilizados para reflejar realidades dadas, que pudieran descubrí!
se empíricamente junto con cualquier regularidad natural, sinf
que constituían aprioris del pensamiento científico y fundabanj
por ello, el discurso en tomo a toda posible regularidad natural
Así hasta Schopenhauer y la explosión de la crisis del esquema!
tismo, del Übergang en general. No por casualidad esta crisif
madura paralelamente al desarrollo de las primeras ideas sobr|
la posibilidad de construir geometrías no euclideanas. La evidenf
cia intuitiva que encerraba juntos constitución de las configura-j
dones geométricas y contenidos de verdad pierde todo caráctef
fundante. La relatividad, anticipada ya por los primeros crítico!
de Newton, del espacio, del tiempo y del movimiento, se funda?
sobre el terreno de la representación-sensación, no sobre el de 11
verdad intuitiva de la axiomática euclideana. Esta crisis de los?
fundamentos hace estallar en términos insolubles, ya en el Kant
del Opus Postumum, la contradicción entre “verdad” de los prin
cipios apriori y “relatividad” de los conceptos que sobre aquéllos:
debían plasmarse. 1
Lo mismo que para Hertz, o antes aún para Kirchoff, la co?
rrespondencia entre estos conceptos y la "realidad es solamente}
funcional. No subsiste aquí ninguna relación necesaria, fundada}
apriori. Los conceptos son imágenes-representaciones, modelos so
bre los cuales construimos formalmente una imagen de la reali;
dad física para poder prever los hechos. No es posible mantener}
la estructura de la analítica kantiana, rechazando en conjunto e|
carácter trascendental de las formas apriori de la intuición. Se}
produce aquí la crisis de los fundamentos. El carácter relaciona!
21 Para toda esta parte véase A. Gianquinto, Critica dell’epistemoloeiúi
Padua, 1971. ■
22 R . Cam ap, I fondamenti filosofici della física, Milán, 1971, p. 160.
NEOCLASICOS Y MACHISMO 35
(1901), Cassirer (1 9 0 2 ).
30 R. Camap, op. cit., pp. 204-208.
42 ECONOMÍA NEOCLÁSICA Y AIACHISIvIO
cía empírica. Ellas son sólo forman. Pero la premisa niega inclig
sive que pueda darse una relación inmediata de reflexión entré
sujeto y objeto. Toda la doctrina de lo trascendental nace de lf
conciencia crítica de que esta relación es impensable, que un|
feliz conciliación inmediata es utopía e ilusión. En este caso, el
problema efectivo, más allá del pesimismo schopenhauerianoj
puede ser solamente el relativo al tipo de realidad del formalis
mo de la razón —al tipo de efectualidad que éste guarda— $
su poder es concebible de otra manera que como sólo nulificai|
te. El apriori no es cleterminante-efectual; no se da un esquema
trascendental: ahora bien, ¿qué tipo de relación subsiste, enton
ces, entre forma lógica, representación y realidad? ¿Cómo puede
existir aquella forma? ¿Es posible responder al Entsagung pesi
mista sin volver a un concepto ingenuo de lo real como todo
significado , o sea, reconociendo que la experiencia tiene forma?
propias de organización, que no puede haber observación inme-
diata y que, en resumen, esta tragedia era precisamente afir
mada por Kant detrás del “velamen oscuro” del concepto de
noúmeno? En este terreno, la elaboración más madura del pen
samiento de Nietzsche atraviesa la problemática de los funda
mentos epistemológicos de la ciencia en que se empeñaban, ai
la misma época, Avenarius y Mach por un lado, y la nueva ló
gica matemática por el otro.3
“Que no haya una verdad; que no haya una constitución ab
soluta de las cosas, una cosa en sí: esto mismo es un nihilismo,
más aún, es el nihilismo extremo .” 4 Por consiguiente, una cons
trucción científica, un aparato epistemológico no puede tener
fundamentos esenciales, no puede corresponder a una sustancia.
“Detrás” de los fenómenos no hay nada. Pero el concepto de
sustancia fundamenta toda categoría formal-trascendental, cada
3 Sobre la crisis de la postura apriorística en el desarrollo de la física
véase tam bién A. Gianquinto, op. cit. Dicha crisis está, por supuesto, estre
cham ente correlacionada con la crisis de la axiomática clásica, de la dimen
sión extra-lógica de la intuición que le proporcionaba el fundam ento. Véase
sobre esto F . Barone, Lógica fórmale e trascendentale, T urín, 1957.
4 F. Nietzsche, Frammenti Postumi, 1887-1888, en Opere, vol. m , t. n,
M ilán, 1971, pp. 13-14. El concepto de nihilismo está siempre en Nietzsche
en la dirección de la crisis-refundación de la epistemología contemporánea:
interpreta dicho concepto como síntoma efectual de ese proceso. La ten
dencia nihilista no solamente no rehuye los problemas positivos de los fun
dam entos científicos sino que constituye a éstos como agentes específicos,
tanto en las ciencias naturales como en la historia, en política como en eco
nomía política (F . Nietzsche, Frammenti Postumi, 1885-1887, en Opere, vol
v iii , t. i, M ilán, 1975, pp. 117-118).
lógica d e l “ w il l e zur m a c h i” 63
naturaleza tal como se da, excluye, por lo tanto, una síntesis in
mediata entre sujeto y objeto, la existencia de un sujeto de al-
modo “ordenador” que signifique el ser de la naturaleza
y que con ello la sintetice constituyendo un sistema único. Esto
conlleva que no se dan proposiciones verdaderas en el sentido
je proposiciones en grado tal de expresar inm ediatamente dicha
síntesis, o de realizar la reducción a datos fijos elementales, ató
micos. La naturaleza ya no como ser simple; el sujeto ya no
c0mo significación, a través de modelos simples, de estados de
]jecho elementales-fundamentales: no nos podríamos, en realidad,
representar el movimiento-contradictoriedad de la naturaleza si
cste carácter no fuera exactamente de la misma estructura con
ceptual. La observación-interpretación es propiedad del sistema
en su conjunto, pierde todo carácter “especulativo” exactam en
te en la medida en que este sistema pierde toda rigidez “sus
tancial”. Pero esto no involucra ninguna identidad indiferenciada
¿no al contrario: se trata de reescribir cada relación en términos
funcionales y no de simple “reflexión” . El carácter dinámico-con-
tradictorio (“falso” ) del ser natural no puede reducirse, concillar
se y coagularse en un significado. Pero entonces, si la observa
ción-representación está constreñida a intervenir constantem ente
en esta dinámica, si está imposibilitada para “com-prehenderla”
desde afuera, si no puede reducirla a unas pocas ecuaciones sim
ples y estables, ella se convierte en determinante, en elem ento
intrínseco y determinante, de esta nueva visión del mundo físico.
¿Pero en qué se convierte, entonces, el carácter de las formas
científicas de análisis y previsión? Ya no en el ordo idearurn que
refleja inmediatamente la sustancia de los procesos naturales, y
tampoco puede ya fundarse sobre una relación “lineal” sujeto-
objeto, observación positiva y dato, aun cuando dicha relación
sea “purificada” de toda contaminación eseneialista. Nos enfren
tamos con el ser contradictorio-dinámico (no con el ser ya “re
ducido” a la medida de la subjetividad) y con un sujeto que allí
participa intrínsecamente. El problema es: ¿cómo participa, por
efué, con qué objetivo?, y las formas de esta “participación”, una
vez destruida toda ilusión sustancialista, así como toda relación
simple y elemental de significado, una vez “desencantada” la re-
¡bción con el objeto, qué carácter asumen?, ¿en qué medida y de
jqué modo son todavía efectivas?, ¿con qué parámetros será m edi
ada ahora esta efectividad? El nihilismo radical puede llegar has-
jta ese “desencantamiento”, pero no puede afrontar y m ucho
j menos resolver estas preguntas. El propio Nietzsche lo"intuye y
68 LÓGICA Y FILOSOFÍA EN EL “ xRACTATUs’i
2. w i t t g e n s t e i n : p e n s a m i e n t o n e g a t iv o y “ j u e g o ”
dad de las formas lógicas. Cuando Poincaré afirma que “los axioS
mas lógicos no son ni juicios sintéticos apriori, ni hechos
experimentales, sino convenciones",27 además de demostrar la
informulabilidad del apriorismo kantiano plantea, en positivo, e|
problema epistemológico de la coherencia interna en cuanto que
. funcional a la construcción lógica de un mundo “des-metaficizal
do”, hecho de pluralidad de relaciones, conexiones, lenguajes,
usos, pero no por esto menos vinculante y objetivo, menos —diría
Nietzsche— destino. ij
N o existe sintaxis universal en relación a lo Sprachliches. Ncí
existen Ideen-Modello de lo Sprachliches. La forma lógica es
Signo. Pero este Signo ordena, estructura, plantea las reglas, hace
formulable, puede. Este Signo opera sobre dimensiones demos-!
trables —racionaliza. La formalización completa ocurre solamen
te cuando la pura Forma se “desencanta”. Esta reversión de lo
“negativo” en el proceso de racionalización, en la positividad de
la convención, comienza con Nietzsche. Pero es una intuición
que posibilita toda la filosofía contemporánea del “juego mate
mático”. Se trata de la progresiva sustracción a los “signos” de
todo significado intuitivo y, paralelamente, de la distinción entr§
demostración de su coherencia interna y descripción de sus “con
tenidos”. El estudio lógico se dirige únicamente a “cierto siste
ma de objetos (que serán los símbolos utilizados) que somete
mos a ciertas reglas”.272829Las propiedades que se atribuyen a estos
signos, en este contexto, no tienen nada de intuitivo —no remi
ten a ningún “significado”. La demostración que realizamos con
estos signos para establecer la coherencia de sus determinadas
conexiones y relaciones no es una descripción de “contenido”. La
teoría hilbertiana demuestra que también la matemática clásica
“implica un procedimiento concluso en sí que obra de conformi
dad con reglas fijas conocidas por todos los matemáticos y que
consiste, en sustancia, en la construcción gradual de ciertas com
binaciones de los símbolos primitivos que se consideran ‘justos’ o
‘demostrados’ En otras palabras, “debemos considerar la mate
mática clásica como un juego combinatorio jugado con los sím
bolos primitivos y debemos determinar de un modo combinatorio-
finitista a qué combinaciones de los símbolos primitivos conducen
los métodos de construcción, es decir, las ‘demostraciones’ ” .2D A
27 E. Poincaré, L a Science et l’Hypothése, París, 1902, p. 66.
28 }. Plerbrand, Recherches sur la théorie de la iémonstration, en T ravaux
de la Socíété de Sciences et de Lettres de Varsovie, m , vol. 33, 1930.
29 J. Y on N eum ann, L a fondazione formalistica della matemática (1930),
AVITTGKNSTEIN: PENSAMIENTO NEGATIVO Y “ jUiiGO” 79
34 lbid., p. 63.
53 lbid., p. 65. Inmediatamente antes había dicho: “si las palabras ‘len
guaje’, ‘experiencia’, ‘m undo’, tienen un empleo, éste debe ser a ras de tierra,
-como el de las palabras ‘mesa’, ‘lámpara’, ‘puerta’ ” . C f. la n o ta 37, sobre
Rilke, de este trabajo,
se lbid., p. 70.
90 (LÓGICA Y FIIOSOI- ÍA KLN 1,L “ 1« VCTAi US"
61 Ihid., p. 67.
62 lhid.., p. 69: la filosofía “deja todo como está. Deja también la mate
mática como está, y ningún descubrimiento matemático puede hacerla pro
gresar. U n ‘problema-clave de lógica matemática’ es para nosotros un proble
ma de matem ática, como cualquier otro” . Cf. las notas 34, 43 y 46 de
este capítulo.
w x t t g e n síe in : p e n s a m ie n t o n eg a tiv o y " ju e g o ” 93
ccn posible tam bién de ésta una lectura bastante más compleja
que la efectuada por el neopositivismo canónico.
A este respecto, es típica la actitud de distancia adoptada in
m ediatam ente por los miembros del W iener Kreis en las con
frontaciones del problema de lo “místico”, y la reducción dél
Tractatus a negación de la metafísica. En una carta de presen
tación de su obra a Ficker, W ittgenstein indicaba una clave para
su lectura bastante distinta. “M i trabajo consta de dos partes: lo
que h e escrito mas todo lo que no h e escrito. Y esta segunda
parte es precisamente la im portaute.” 79 W ittgenstein aconseja
ba a Ficker leer “solamente el Prólogo y la Conclusión, porque
son estas partes las que llevan el sentido del libro a su expresión
más directa” . El desarrollo del libro lleva a comprender la doc-.
trina del significado y el análisis de la estructura de la lógica
como límite de la expresión de los pensamientos. El programa
planteado en el Prólogo se realiza solam ente al final, en su re
sultado, encontrando en el lenguaje un lím ite defimtivo, abso
luto, de la expresión de los pensamientos. La parte no escrita
es, precisamente, la parte no escribible. Pero comprender esto es
esencial para el significado del libro. E l libro trata de un lími
te: hasta que éste no sea descrito con absoluta certeza —basta
que, en consecuencia, no sea afirmado todo aquello de lo cual
se debe callar— el sentido de la obra permanecerá equívoco. La
parte conclusiva es por eso esencial en el Tractatus: es ésta la
que lo define explícitamente como operación de dilucidación. Su
carácter sistemático-concluso es paradójico. Se trata, en realidad,
de lo opuesto del “espíritu” de sistema. Su verdad es tautológi
ca, no deductiva, no sintética. Este sistema no “construye”, sino
cite muestra la forma general de la proposición, sus condiciones
de sentido. Éste está “constreñido” entre el “m undo” de las
proposiciones 1.-1.21 y la “lógica” de la proposición 5.61. Aquí
« descubre que los límites del m undo son tam bién los límites
de la lógica. Aquí el problema del límite es planteado umver
salmente,
Pero es precisamente este mismo elaproblema de lo “místico”.
L> "místico” no es la experiencia de lo trascendente, sino lo
oPuesto. Y lo “místico” no es siquiera la pregunta sobre cómo
ts el m undo. Lo “místico” es precisamente la experiencia del
mundo como todo limitado. Lo “místico” tiene su origen en el
hecho de que el mundo es. Por esa razón, la conclusión del Trae-
tatus n o constituye verdaderam ente la única conclusión lógica.
Hem os finalm ente.encontrado un lím ite: ante esta totalidad de
los hechos que es el m undo — el sentido de una proposición con
siste en su descripción de un hecho— la confrontación con la
realidad decide sobre la verdad de la proposición. “El sentido
de una proposición es su acuerdo o desacuerdo con las posibi
lidades de existencia y no existencia de los estados1de cosas"
(4.2 );T® “si la proposición elemental es verdadera, subsiste el es
tado de cosas; si la proposición elemental es falsa, el estado de
cosas n o subsiste” (4.25). Esto explica por qué “una figura ver
dadera apriori no existe” (2.225); la verdad es una figura del
m undo: “la figura concuerda con la realidad o no, es correcta, o
incorrecta, verdadera o falsa” (2.21). La sintaxis lógica no ha
bla del significado: es útil en la m edida en que establece reglas
definitonaS'Combinatorias que nos evitan los “equívocos” del len
guaje meta físico-filosófico, que “curan” el lenguaje, que logran
■formalizarlo. Tam poco aquí se trata de nuevas reglas, sino de la
comprensión de nuestra lógica del lenguaje. Por esta razón los
límites del m undo son tam bién sus límites; la lógica presupone
el sentido de las proposiciones; no establece de ninguna manen
su verdad; no confirma ni desmiente para nada “si nuestro mun
do es realm ente así o no” (6.1233). Las proposiciones de la ló
gica son puram ente analíticas, y por consiguiente siempre sin
contenido (6.1; 6.11; 6.111). Y sin embargo su relación con d
m undo está dada: las proposiciones muestran las propiedades fot-
males del lenguaje, del m undo (6.12), La lógica no “explica” (jui
cio sintético), ni tampoco afirma nada. La lógica formaliza los|
límites de la proposición, muestra la forma necesaria y constante
de las proposiciones dotadas de sentido.
Es la experiencia global del límite encontrado de esta manen
la que da origen a lo “místico” . Si la lógica plantease una “rea
lidad”, tuviese un espacio suyo y, en consecuencia, fuese tarabita
un Yo no resuelto en los hechos, trascendentalm ente definible,r
7« Todas las citas del Tracídíus son tomadas de la edición en espaiü
antes citada.
,T N o es posible aquí analizar la amplia bibliografía sobre el proble®
<lel solipsismo wittgenstciniano (}. Hintikka, “O n Wittgenstcin’s SolipsiW
M iad núm. 67, de 1958; D . Favrboldt, An Interpretaban and Critique v
Wittgenstein's Trac tatus, Copenhague, 1964; E , Stenius, Wittgenstein’s Trí
tatus, Oxford, 1960; G . Pitcher, The Thilosophy of Wittgenstein, End
wood Cliffs, 1964), bibliografía que se limita, en gran parte, a una dilff-
dación analítica de algunas proposiciones d d Tractatus, y no afronta el pr?
w-it t g e n s t e in : p e n s a m ie n t o n eg a tiv o y “ ju e g o ” 103
cisam ente com o límite. Saber que todo esto no afecta a núes-
tros problem as “vitales” . Al final, se sabe aquello que se sabe,.
L o “nuevo” es negativo solam ente: se h a dejado de h ab lar d é lo '
inefable. E l eterno retomo del lím ite, el retorno de la concia
sión al com ienzo, después de qu e toda su “ trascendencia” ha sido
inexorablem ente negada y todo “ problem a absoluto” h a sido pues*
to en su sitio con el “ callarlo” , describe el círculo del Traetatus.
La “auto crítica” sucesiva n o afecta su “perfección” . E l aban
dono d e la teo ría de los E lem entarsátze, y el consiguiente desarro
llo del co n cep to de juegos, n o considera la radicalidad de esta
crítica del discurso filosófico. “Filosofía” se convierte en poner-,
orden en u n Raum (e n una estando, en el espacio del m undo);
p o n er un o rd en en las nociones que usam os al fugar un juego,
E n el Traetatus: m o strar que a ciertos signos de las proposicio
nes n o corresponden significados y, en consecuencia, “curar” él
lenguaje, m o stran d o los lím ites de la expresión de los pensa
m ientos. Su sentido se encuentra, com o quiera q u e sea, en la
relación d e im agen-m odelo q u e establece. L a “filosofía” se con
vierte en “ capacidad” , u n a cuestión de habilidad en el ordenar.
Se trata, en efecto, d e u n a disciplina nueva. Pero los diversos
juegos de las Investigaciones son com pletam ente análogos a las
proposiciones d e la ciencia natural, que es to d o lo q u e se puede
decir al final del Traetatus. L a nueva disciplina explica, en efec
to, la constitución form al-lógica de otras disciplinas. E n este punto
es inevitable arrojar la escalera luego d e h a b e r subido. Para ver
co rrectam en te el m u n d o , estas proposiciones son superadas. Son
solam ente intro ductorias.
Pero arro jar la escalera — superar estas proposiciones— es, por
consiguiente, “no decir nada sino aquello que se p u e d e decir; es
decir, las proposiciones de la ciencia n a tu ra l” (6.53); este que
“sería” el ú n ico m éto d o correcto de la filosofía y representa, eii
efecto, su V e m ic h tu n g , sólo es pensable en base de lo “místico”.
L a tendencia radicalm ente form alista del Traetatus n o sería pen
sable si en el m u n d o quedaran “valores” . D e ello resultarían
imágenes infectadas d e psicologismo, deber-ser, sentim ientos ine
fables. P ero que en el m u n d o n o exista “valor” : esto es preci
sam ente lo “ m ístico” . Y , p o r consiguiente, el m u n d o es todo
(en el sen tid o de to d o lo qu e p uede d ecirse). E l lím ite que lo
“m ístico” en cu en tra es precisam ente la condición del formalismo
del Traetatus, q u e de esta m anera vuelve a enlazarse a los desarro
llos sucesivos del p en sam ien to w ittgensteiniano.
P ero lo “ m ístico” tie n e otra función, com plem entaria y, qpues-
VpmGENSTEIN: PENSAMIENTO n e g a t iv o y “ ju e g o ” 105
80 Es decir que las últimas proposiciones del Tractatus no son leídas com o
pesimismo schopenhaueriano, sino como afinidad radical a sus instancias y
junto con su radical superación. La “escalera” no es arrojada h acia el “ si
lencio de Buda” o para alcanzar el Nirvana, sino para producir el m áxim o
de claridad en las preguntas-respuestas de las proposiciones científicas, y por
eso, necesariamente en su miseria constitutiva. E n este sentido, la últim a
voz del Tractatus no es una cita del vigesimosegundo Discurso de B u d a , so
bre el cual ha llamado la atención G . Fan o ( Neopositivismo, analisi del
linguaggio e cibernética, T u rín , 1968, pp. 32-33): “ C o m o u na balsa, oh
monjes, quiero que sea escuchada m i enseñanza, com o una balsa: hecha
para salvarse, y no para guardársela y llevársela” . Sería insensato decir: “ que
ridísima, en verdad, es para m í esta balsa y óptima para superar pasos di
fíciles. Entonces, para proseguir más velozmente m i cam ino, la cargaré a la
espalda por prados y montes sin despegarme de ella jamás” .
III. D E N IE T Z S C H E A W IT T G E N S T E IN .
E L P R O B L E M A D E L L E N G U A J E E N L A F IL O S O F IA
D E L A N U E V A M U S IC A
1. E L ANTI-WAGNER
ritu del pueblo” .15* Pero está constreñida a hacer una directa y
desesperada experiencia del fracaso de esta síntesis. El repetirse
del hecho musical es el repetirse de este mismo fracaso. Aquí
W agner deja de redim ir o de sublimar. Aquí su obra reencuen
tra una “ verdad”, a la cual Nietzsche no puede sustraerse. la
música que dehe representar la idea, al fracasar, vuelve a ser sig
no, E l dram a, agotándose en el imperativo, reconstruye en sus
temas puros órdenes lingüísticos. Hay m omentos en que la ente
ra teatralidad wagneriana se “des-construye” y aparecen aquellos
anuncios de la música “absoluta” futura que Nietzsche recono
ce. Saber escuchar a este W agner será característico de Mahler
y de Schonberg un W agner que deja a un lado “pequeñas,
preciosas cosas” , “un léxico de las palabras más íntimas [ . . . ] so
lam ente cosas breves de cinco a quince compases, toda música
que nadie conoce” .15 Pero este léxico, esta escritura, aparecen
porque la posibilidad de aquella síntesis ha sido verificada en
sus límites extremos. Solamente a esta altura pueden estallar sus
contradicciones. Las “pequeñas, preciosas cosas” son el fruto de
esta tragedia. Lo opuesto de toda naturaleza o simplicidad: so
flám en te podrían encontrarse en la obra de W agner, concebida
finalm ente en todo su espesor “filosófico” . Aferrarías significar!, ¡
para el que después comprenda la lección de Nietzsche, hacera;
cargo de toda la tragedia que lia llevado a ellas: n o existe esen
cia oculta en el significar, no existe relación originaria entre sig
n o y Logos, no existe lenguaje com o representación perfecta dd
m undo. La simplicidad de la “cosa breve”, la apariencia “feliz*’
de los pocos compases, deberán ser la perfección del juego, cum
plidam ente reconocido y ordenado —única verdad y única esen
cia— , máxima profundidad.
Pero los temas wagnerianos son repliegues pesimistas, “deca
dencia” , m omentos breves en los cuales la dilatación in finita dd
lenguaje musical descubre su propia “miseria” y se vuelve en i
misma, se convierte en melancolía, quiere consolarse. El pathes ¡
se contiene durante un instante, la confesión es inmediatamo-
te encubierta. Más aun, tam bién ella tiene una súbita neccji
dad de ser “redim ida”- en la totalidad de la ópera, del drama. E
26 Ibid., p. 32.
27 L a verificación radical de esta actitud se encuentra en la liederística
biahmsiana: lejos de ser una síntesis de K u ltu r y Volksgeist, el L ie d con
duce su “ materia” al aniquilamiento: todo elemento es “ sim bolizado” , toda
descriptividad abstraída. U . Duse ( Gustav Mahler, T u rín , 1973, p . 9 0 ) tie-
122 l e n g u a j e y n u e v a m úsica
2 . MAHLERISCHE KUNST .
de qué manera M ahler, por el contrario, inclusive en sus primeras obras más
aparentemente saturadas de “ expresividad” , desarrolla una minuciosa inves
tigación filológica sobre los elementos que componen el lenguaje “ ya-visto”
(U . Duse, op. cít., p. 138).
83 A sí se expresaba Schonberg en 1914 negándose a participar en las “ce
lebraciones” del compositor alemán (cf. H . H . Stuckenschmidt, op. cit., p. 68).
L a ruptura definitiva con Strauss se produce después de la publicación de la
Harmonielehre dedicada a Mahler. Acerca de las relaciones Schónberg-Strauss
véase H . H . Stuckenschmidt, op. cit., pp. 65-66; pp. 69-71; A . M ahler, Gus-
tav Mahler. Recuerdos y cartas, M adrid, Taurus, 1979, confirma la afinidad
entre la opinión que Schonberg madura respecto de Strauss y el de Mahler;
que era efectivamente entusiasta solamente de Salomé.
84 G . Abraham , Apogeo e declino del romanticismo 1890-1914, en M.
Cooper (com p.), L a música moderna 1890-1960, M ilán , 1974, p. 8.
j í AHLERISCIIE k u n s t 125
3. UR-PFLANZE GOETHIANA
4. ít in e r a h iu m
piadadam ente sus lím ites. Estos lím ites n o llegan al fin , “a te s
tiguan” toda proposición, el sentido de to d a palabra. E n to rn o
a estos nexos se gira. Decirlos es im posible, d e la m ism a m an era
que lo es decir el qué de los objetos.
Pero precisam ente esta actitud deviene “verdad” e n lo “m ísti
co”. E l decir es siem pre decir-en tom o; la novela es ensayo, no
comprensión to talizan te. La palabra es, p o r lo ta n to , tam bién si
lencio, porque trágicam ente el m u n d o h a sido teorizado c o m o to d o -
im itad o , to d o y lím ite. Sabemos ya que esto n o p o n e en lib e rta d
S ninguna u to p ía y a n in g ú n Sollen p ó stu m o — n i a n in g ú n pesi
mismo— , p ero es el fu n d am en to (que en W ittg e n s te in y M usil,
lo m ism o que en W e b e m , es acogido con an g u stia) del p o d e r d e la
forma lógica en el proceso de racionalización. “ M a te m átic a y m ís
tica” no p u ed en darse separadas. L o “m atem ático ” in te n c io n a a lo
“místico” y viceversa. D e esta m anera, el nihilism o d e la pu ra re
lación de signo es también la actividad del proceso de logicízación,
y este últim o se funda sobre aquella a c titu d nihilista. L a verd ad
de lo “ m ístico” en estas relaciones — no u n a vía de escape sin o la
'verdad de todas las alternativas y de indos los objetos q u e en ellas
se h a n m ostrado— concluye El hombre sin atributos.
E sta conclusión tien e una condición, de la cual n o p u e d e h a
blar: el problem a del solipsismo. L a aparente casualidad d e la p e
ripecia ensayística es aq u í fin alm en te in terp retad a. E l m u n d o se
retrae a la to talid ad d e los hechos experimentados. “Y o soy m i
mundo” (Tractatus , 5.63). El aparente en trelazam ien to a ccid en tal
de las “visiones” subjetivas descubre aquí su “verdad” . P e ro d e
este sujeto q u e “es un lim íte del m u n d o ” (ibid. 5.632)' n o p u e d e
haber palabra. Si es u n lím ite, n o pertenece al m u n d o . D e b ere
mos poder in v en tar o tro lenguaje para h a b la r d e él, deb erem o s
construir una m etafísica de la subjetividad. E l solipsism o n o p u e-
3e ser dicho, porque esto im plicaría h a b la r d e u n “fu e ra d el
mundo . La v erdad del solipsismo coincide c o n su silencio, y
por lo tan to aquél conduce la sim ple relación d e significado q u e
parecía d o m in ar en el desarrollo de los “tem as” particu lares a
la claridad trágica de lo “m ístico” . Se m uestra a q u í la forma
de los diversos tem as, com o form a im plícita a su e stru c tu ra y
d m odo en q u e se reconocen. E l sujeto m etafísico n o es m ás
que u n lím ite, del cual n o puede existir denotación. D e fin ir e ste
limite excluye sin em bargo toda utopía, y efectúa, al m ism o tie m
po, el form alism o de la organización lingüística. E s n ih ilism o
y actividad: unió mystica ,e6 Por cierto que, com o e n W ittg e n -
66 R. Musil, E l hombre sin atributos, vol. m , tr. it., T urín, 1962, p. 102
150 LENGUAJE Y NUEVA MUSICA
1. GEORGE, N O GEORGE-KREIS
Schonberg había roto con las del pasado.2 George indica la ne
cesidad de la ruptura de la organización compositiva “tonal” ,
precisamente a través de las contradicciones y aportas ocultas de
su' obra. El extraordinario afinamiento, la desesperada tensión con
que George conduce los instrumentos compositivos tradicionales,
son símbolo evidente de su crisis. Es esta crisis la q u e Schon-
berg hace explícita en su “musikalisches Denkmal” a George. Y
que tiene otro aspecto fundamental, profetizado p o r George: la
nueva relación música-texto (de la que nos ocuparemos en bre
ve a propósito del ensayo schónbergiano de 1912). E l problema
«de la forma compositiva asume ya en George u n peso preponde
rante respecto del valor semántico de las palabras. Lo q u e Schon-
berg dice en 1912 respecto de su obra es válido tam bién para
la de George (para el “texto” georgiano): “el arte dice más que
las palabras” .3 Lo que todavía no puede comprenderse es cómo
esta afirmación no nace del contexto de las poéticas del a rt pour
l’art, sino, por el contrario, de la disolución intem a y d e la crisis
de éstas. Según Schonberg, es decisiva en George la negación
objetiva del art pour l’art, el pensamiento negativo q u e sobre
dicha negación se expresa.
. La abstracción de la relación semántica que el “a rt pour kart”
impone está caracterizada por una aporía epistemológica de fon
do, que no es tocada en absoluto por los elementos típicos de
la crítica historicista, llevada a cabo bajo el símbolo goethiano,
a la cual ni siquiera Simmel es inmune: la falta d e totalidad
en el concepto de la “autonomía” artística, la “miseria” de la
menguada síntesis entre forma y vida.4 El lím ite epistemológico
radical del concepto de “art pour l’art” está, en cambio, en el
hecho de que el proceso de abstracción de la relación objetiva
de representación se realiza en el medio mismo de representación.
El medio de representación es abstraído de la relación de repre
sentación. Se hace así necesaria la búsqueda de un “qué” interior
de la representación. El concepto de “art pour l’art” se entrelaza
inextricablemente con el problema de la representación de las
relaciones “sentimentales” inferiores: formas de naturalism o del
sentimiento constituyen su constante alter ego.5 El lenguaje es
2 C f. Am óld Schonberg Gedenkausstellung 1974, Catálogo d e la muestra,
Viena, 1974, p. 201.
1 3 C it. en H. H . Stuckenschmidt, op. cit., p. 110.
* G . Simmel, L ’art pour Varí (1914), tr. it., en Saggi di estética, cit.; para
la relación con G oethe, cf. mi Introducción.
5 G . Simmel, Sobre el problem a del naturalism o, tr. it., en S ag g i d i estética,
át., pp. 101 y ss.
158 ASPECTO DEL “ LEN G U A JE VIEIvÉS”
45 Ibid., p. 46: “ und durch die hindurch man ins Leeie kommt” . Ins
Leere gesprochen: Loos!
48 Ibid., p . 49
47 Ibid., p. 53.
48 H . Broch, “Hofmannsthal e il suo tempo” , en Poesía e Conoscenta,
vol. i, M ilán, 1965, p. 80.
EILKE Y LOS AMIGOS DESCONOCIDOS 183
del lenguaje artístico está colmado por la presencia significan
te del Yo. Ahora bien, es precisamente la expresión de estas
relaciones, la pretensión de expresar este “profundo”, lo que lord
Chandos se prohíbe. Su lenguaje tampoco intenta repetir infini
tamente el propio naufragio contra este negativo. E n efecto, la
“Viena capital de la decoración” es ya aquí un recuerdo. Y “de
coración” no era más que el signo de la pretendida “santidad”
de la poesía: “decorado” estaba el templo dedicado por Olbrich
al arte que pretendía decir la propia época.49
Al rechazar la seudo-santidad de la poesía, H ofm annsthal está
más próximo a W ittgenstein que el propio Loos. N o se pueden
cometer contra el arte “pecados mortales” . El arte n o posee pa
labras para expresar “lo profundo”, para representar aquella “sín
tesis”, que lord Chandos advierte-para-callar, de las cosas “libe
radas” del Yo con el sujeto mismo. La poesía sólo puede mo
verse en el espacio, ya reconocido como mundano-convencional,
del lenguaje. Su “seriedad” está en reconocer y en profundizar
desesperadamente esta dimensión ritual. Ésta redescubre, resien
te, reexpresa todos los nombres, y solam ente en ellos las medi
das, los órdenes, los mundos, los cuales existen solam ente en su
formulación. Pero esta formulación no expresa su “fe” , su “va
lor” . Sería “indecente” querer decir el “alma” en el m édium del
lenguaje poético.50 Los mundos reaparecen en la m em oria d e sus
lenguajes. Como en Rilke, las cosas se retraen en el lenguaje. La
“misión” del poeta consiste en conservarlas en esta su transfor
mación en lo invisible. Reaparece también aquí la utopía que
este retraerlas en los nombres signifique definir de ellas una di
mensión a-temporal, cuando precisamente la perfección con que
“acontecen” en la forma del lenguaje poético atestigua de ellas
el completo consumo.
Toda “profundidad” se oculta en esta memoria d e los lengua
jes. E n ellos no se da totalidad ni síntesis. Ellos están, conscien
temente, “en la superficie” . Deben ser visibles y comprensibles:
49 “ Der Zeit ilire Kunst, der Kunst ihre Freiheit” está escrito sobre el
Palais-Secession proyectado por Olbrich.
50 C f. H. Broch, op. cit., pp. 158-159. Vuelve a aparecer aq u í la “ figu
ra” lukacsiana de George (EZ alma y las formas, cit., p. 1 5 1 ); su despedida
es “bella, fuerte, valiente, a la manera de las personas íntegras, sin llantos
y sin lamentos, con el corazón en pedazos pero con el com portam iento erec
to, ‘compuesto’ ". Este Hofmannsthal está ausente, en cam bio, del ensayo
de A dom o sobre la correspondencia con George, en Prismi, cit., p p. 189
y ss., donde se recalca exclusivamente el lado “sensacional” , “ teatral” , del
vienés.
184 ASPECTO DEL “ L EN G U A JE VIENÉs”
4. ZUYD ERSEE
93 Ibid., p. 72.
9* F . Relia, Introducción, cit., p. 11.
95 N os parecen definitivas las críticas de F . R elia, tanto a la interpreta
ción lacaniana como a la de Deleuze-Guattari, contenida sobre todo, en
“ U n a tomba per Edipo?” , cit.
96 C f . L . Goldm ann, “ II soggetto della creazione cultúrale” , en V a rio s
autores, La critica tra M arx e Freud, M ilán , 1973.
202 ASPECTO DEL “ L EN G U A JE VIENES”
103 S. Freud, M ás allá del principio de placer, en O bras com pletas, cit.,
vol. x v m , p. 10.
104 C f . la estupenda página de Rilke sobre T ra k l en el volum en colectivo
E rinnerung an George Trakl, Innsbruck, 1926: “ esta poesía está siempre
construida sobre sus pausas. U n par de líneas marcan el lím ite de lo in fin ito
indecible: así están hechos estos versos. Son setos vivos en una tierra en la
cual la parte delimitada se une continuamente a una llanura tan grande que
no se pueden imaginar sus confines” . Aquel infinito indecible tam poco tom a
nunca la palabra, n i este seto vivo podrá jamás describirse.
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