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RAMON Y RAMON

De Maite Aguirre

Para todas las mujeres que aparecen en el libro "Mi vida es mía".
Para Germán Romano, actor de Jujuy, Argentina.
Y para Ramón Barea, con quien coincidí en la realización de un video casting y, aunque él
no lo sepa, me inspiró el proyecto de esta obra.
La escenografía es una cocina americana con un saloncito. No es una escenografía fija.
Aparece y desaparece. A veces reaparecen sólo algunos elementos de la misma.
Al fondo hay dos puertas, que también puedan desaparecer. La decoración es moderna,
pero muy sobria. Es una cocina americana con un sofá rojo muy usado a un lado. Junto al
sofá hay un cuadro de Mark Rothko. Nada más. El suelo es oscuro y refleja las personas y
las cosas casi como un espejo oscuro.
En la oscuridad escuchamos música de vals. La luz, con movimiento lento ilumina a una
mujer de espaldas con una bolsa de viaje en actitud de estar marchándose. Gira la cabeza y
mira al público. Se hace oscuro.
Cuando vuelve la luz vemos en un apartamento una pareja que prepara una cena. Son
Ramón y Ramona. Ambos trajinan todo el rato en la cocina. Es una cocina americana con
un saloncito. El decorado es el descrito anteriormente.
RAMONA -  Ayer era joven y hoy no.
RAMON -       De repente
RAMONA - Sí de repente: Ayer era joven. Y hoy no. Pienso en mis compañeras del Insti.
De alguna se esperaba grandes cosas.
RAMON - ¿Qué se esperaba de ti?
RAMONA - No lo sé. A lo mejor he sido de ésas que han creado grandes expectativas. No
sé. ¿Qué esperabas tú de mí?
RAMON - ¿Qué esperabas tú de ti?
RAMONA - Una vida intensa y no traicionarme nunca ¿Un trago? ¡Por nosotros!
RAMON - ¡Por todo lo que pudimos hacer juntos y no nos dio la gana! (Brindan cruzando
sus copas)
RAMONA - ¡Por todo lo que sí hemos hecho juntos.! (Le besa cariñosamente en los labios)
RAMON - Querernos, odiarnos, esperar más de lo que podíamos recibir...
RAMONA - ¡Por las lubinas!  (Bebe otro trago riéndose) ¡Esas por las que me abandonaste
tantas veces y que luego no pescaste!
RAMON - ¿Qué estas preparando?
RAMONA - Una despedida romántica: ¡chipirones!
RAMON - No hay  despedidas.
RAMONA - Pues de bienvenida a nuestra nueva vida: Chipirones en su tinta. 
RAMON - Totalmente de acuerdo. ¡Salud!
RAMONA - ¿De acuerdo con los chipirones?
RAMON - Con la receta. Pero evitando mancharnos de tinta. Nada de hablar de despedidas.
RAMONA - ¿Vas a acordarte de mi?
RAMON - No.
RAMONA - Yo tampoco de ti.
RAMON - Harás mal. Acordándote de mi podrías evitar errores.
RAMONA - ¿Cómo por ejemplo?
RAMON - Encerrarte como un caracol en ti misma y ser poco natural... ah! ¡Y controlarte
tanto!
RAMONA - A mi me gusta como soy. La verdad es que me gusta cómo soy. No pienso
cambiar. A los tíos os gusta cambiarnos.
RAMON - ¿A los tíos? O sea ¿A mí ?¿Me gusta cambiarte? ¿A ti?
(sonríe).  Para  meterte conmigo no disimules hablando de: " los tíos"...  Eres demasiado
orgullosa. Y seguir tragándotelo todo no te va a facilitar las cosas.
RAMONA - Tú también eres orgulloso y tampoco creo que vayas a cambiar. Seguirás
tragándotelo todo solito. Has sido un buen maestro¡ Cuidado no te quemes! ¡Prueba la salsa
y dime si está bien de sal!¿Qué tal?  (El paladea con deleite)
RAMON - Quizás le falta un poco...¡prueba tú! (Ella prueba de la misma cuchara. Se miran
divertidos y prueban varias veces la salsa) Nuestras vidas también necesitan un poco de sal.
RAMONA - Aquí el único soso eres tú. Yo no necesito sal. Y un poco sosa ya me gusto.
RAMON - Antes decías que sentías envidia de esas vidas excitantes a mil por hora." Mi
vida es demasiado lenta. Si no acelero voy a reventar."
RAMONA - Tú, Ramón, sí que vas a reventar. Así que ¡acelera y revienta!(Paladea la
salsa)
(Ella ha subido el volumen de la radio para escuchar una canción que le gusta mucho y
baila dejándose llevar) ¡Acelera! ¡Acelera! (Le da la cuchara de palo para que siga
removiendo la salsa, cosa que él hace resignadamente divertido) ¡Me encanta esta canción!
RAMON - ¡Me encantan los chipirones en su tinta!  (Mirándola bailar)¿No vas a engordar
con tanta salsa?
RAMONA - Ya no me cabe la ropa. Lo mejor sería ir desnuda.
RAMON - Tantos años luchando por la liberación de la mujer para acabar deprimidas por
no tener un trasero de anuncio
RAMONA - Me gustaría ser perro, para no tener que plantearme si ir a clases de aerobic o
de gimnasia.  Que soy gilipollas lo sé, que nadie crea que no me doy cuenta.
RAMON - Un primer paso importante.
RAMONA - Los tíos teneís suerte, sobre todo los que son como tú, que no se preocupan de
si son guapos. Precísamente eso os hace irresistibles.
RAMON - Precísamente eso hace irresistibles a algunas mujeres. Y deja de hablar de "los
tíos" cuando hablas de mí
RAMONA - Las mujeres siempre tenemos que estar estupendas.
RAMON - Con algunos, seguramente. Naturalmente tienes que elegir a tus admiradores. Y
elegir también qué quieres encontrar en tu copa durante una cena romántica o en tu cama
por la mañana.
RAMONA - Me basta con encontrarme bien por la noche y no espantarme por la mañana.
RAMON - ¿Qué tal andamos de bebida?
RAMONA - Andamos bien y cuando se acabe iremos a por más. Ramón ¿Por qué algo
como esto no lo hicimos antes?
RAMON - A lo mejor porque no éramos conscientes de que se estaba acabando.
RAMONA - Sabes, escribiré un diario, creo que será importante ir anotando cómo mi vida
realiza la revolución tantos años esperada. Tantas cosas no sabrás ya de mí, Ramón. ¿No te
da pena?
RAMON - Vamos a brindar por todo lo que todavía no hemos gastado, consumido,
quemado, reprochado
RAMONA - Llorado, pisoteado, esperado,
RAMON -  Cabreado,  maldecido.
RAMONA - Soñado... He descubierto ante el espejo una nueva mujer, más gastada,  más
vieja, pero una mujer.
RAMON - Hoy he descubierto ante el espejo otro hombre, más decepcionado, más viejo,
más solo, más defraudado y traicionado, pero un hombre, libre.
RAMONA - ¿Libre para qué? ¿Qué planes tienes con tu libertad? ¿Qué vas a hacer?
RAMON - Las paces conmigo mismo.
RAMONA - Te quiero. Creo que te quiero más porque voy a separarme de ti. Esta noche
tiene que ser una noche hermosa. Nuestra noche más romántica.
RAMON - Yo también te quiero. Tengamos una historia de buen amor esta noche, esta
única noche de amor, amistad, coraje y perdón sin rebajas, gorduras, con confianza, sin
sexo mezquino
RAMONA - Sin sexo egoista, comiendo en cantidad, y bañándonos desnudos en la playa
RAMON - Bebiendo a placer, contándonos nuestra vida, ésa que nunca hemos contado
RAMONA - (Con intención) Esa que nunca hemos oído
RAMON - (Imitando la intención) Esa que nunca hemos escuchado
RAMONA -  Cabreándonos, gritando, llorando
RAMON - Vistiéndonos como nos de la gana.
RAMONA - Acercándonos a quien nos de la gana
RAMON - Riéndonos de quien nos de la gana
RAMONA - Desobedeciendo cuando nos de la gana
RAMON - Despidiéndonos cuando nos de la gana
RAMONA - Despidiéndonos para siempre cuando nos de la gana. (Reflexiona unos
segundos) Alegrándonos al despedirnos.
RAMON - Alegrándonos no.
RAMONA - ¡Bebamos y conozcámonos!
RAMON - Conozcamos lo mejor de nosotros... o lo peor. Eso que sólo se muestra al final.
RAMONA - Te quiero. (Se besan suavemente en los labios y se miran a los ojos)
RAMON - Te quiero.
RAMONA - (Se queda mirando al frente) Intentaré amar, escribir y no suicidarme.
RAMON - Intentaré no recoger nada, ni mis cosas ni mis papeles,  ni mis periódicos
RAMONA - Ni tus ropas... zapatos, colillas...
RAMON - Ni mis ropas, ni mis libros, todo lo que ha estorbado siempre hasta tener que
desprenderme de todo.
RAMONA - De casi todo
RAMON - De todo. Ya no recogeré ni  mis maneras, ni mis andares, ni mis reacciones
fisiológicas y escatólógicas. ¿No sientes remordimientos de haberme hecho recogerme a mi
mismo cada día?
RAMONA - No estoy en condiciones de defenderme de nada ni de disculparme de nada.
Nuestra última noche sólo puede ser especial y distinta. (Le sonríe cariñosa)
RAMON - Entonces  se acabó el falso problema del espacio. Ya no más convertirse en
enanos para no ocupar demasiado sitio en la cama, el sofá, la cocina... reduciendo la voz, el
sueño...
RAMONA - Los ronquidos... Pero también yo, mi vida,  he tenido que reducirme. Hay que
reducirse, cariño, reducir tu capacidad de trabajo, tu optimismo, tu vitalidad, tu pasión, tus
afectos, tu entrega. Reducir todos tus impulsos, convirtiéndolos en simples picores.
RAMON - Reducir todo interés por algo o alguien. Reducir la velocidad del coche, el
alcohol, el pan, las grasas...
RAMONA - Los dulces, el chocolate, el amor, el deseo, el sexo, tu fecundidad...
RAMON - Tus gastos, tu información, los trámites, los pagos...
RAMONA -Bienaventuradas las pulgas, las hormigas, las ladillas, los granos de arena,
porque ellos son reducidos.
RAMON - (Abrazándola) ¡Amor, en qué nos hemos ido convirtiendo? ¿Por qué permitimos
esto? ¿Por qué siendo dos no nos hemos unido en lugar de ponernos uno contra el otro?
RAMONA - Esta manera de vivir de todos nosotros tan masculina la habeís inventado los
tíos. Sois como los Estados Unidos de América o la CIA armaís a la guerrilla y luego os
sorprende que ésta dispare contra vosotros. Todo esto que habeís inventado, a todo esto a lo
que nos habeís entrenado diariamente, ¿qué pasa? ¿se está volviendo contra vosotros?
RAMON - (abrazándola más) ¡Quieres callarte, por Dios! Estamos en el mismo bando y si
no te das cuenta es que eres más tonta de lo que me había imaginado. Los dos somos
naúfragos del mismo naufragio, yo no he deseado ni creado esto, y entiende de una vez que
la alianza era conmigo y no contra mí. Porque esta derrota es de los dos y los dos estamos
reuniendo nuestros pedazos.
RAMONA - ¿Aceitunas de aperitivo?
RAMON - Aceitunas de aperitivo. Si es posible rellenas y un poco de foi.
RAMONA - De postre trufas. Con champán.
RAMON - (Mirándole muy de cerca a los ojos) De postre trufas con champán y amor, para
que nos apacigüe el ánimo y seamos capaces de reconocernos.
RAMONA - Y recordarnos.
RAMON - Y perdonarnos.
RAMONA - También.
RAMON - E iluminarnos...
RAMONA - La lucidez del último instante. Para ver por momentos cómo nos vamos
hundiendo. Cómo vamos perdiéndonos. Lucidez como ahora, y que luego habrá
desaparecido para recomenzar todo de nuevo.
RAMON - ¡Bebamos champán y muramos amor, pero muramos gloriosamente!
RAMONA - Me duele por no quererte.
RAMON - Entonces quiéreme para que deje de dolerte.
RAMONA - Entonces me dolerá quererte y  perderte. Perder tu boca, tus dedos entre mis
cabellos acariciándome la nuca; tus brazos apretándome, tus labios rozando mi cuello... me
duele ya diciéndolo.
RAMON - Me duele a mí también pensar que te enamorarás de un patán que te robará
todos tus sueños. Y que pudiendo ver el amanecer junto a mí no te sientas preparada por tu
celulitis o tus michelines o qué sé yo de otros complejos.
RAMONA - Ahora que ya me había acostumbrado a que me vieras...
RAMON - Entonces ¿Veremos juntos el amanecer?
RAMONA - Sí. El amanecer creo que sí. Y veré otros amaneceres. Porque me acostaré
siempre que me dé la real gana y estaré a gusto si el tío es divertido y le sonríen los ojos al
mirarme, y me acaricia despacio la mejilla, y me pasa la mano por la nuca, y tiene una voz
que merece ser escuchada, y le gusta caminar contra el viento, y mi piel le resulte suave. Y
me levantaré de la cama y miraré a mi lado y veré un hermoso cuerpo dormido y reprimiré
el impulso de comérmelo a mordiscos. Saldré a la calle arreglada, guapa por fuera y por
dentro, pisando fuerte, muy fuerte, para que sepan, que aquí estoy yo, que no han podido
conmigo.
RAMON - No podrán contigo. Tú eres tu peor enemiga.
RAMONA - (Mirándole) ¿Y éste que tengo aquí delante, qué buscará?
RAMON - La curiosidad vence al miedo: ¿No me decías siempre "¡nada de hablar de tus
otros romances!"?
ELLA (Ansiosa) ¿Tienes alguno ya? ¡Dímelo!
RAMON - ¡No!
RAMONA - ¡Sí!
RAMON -¡No!
RAMONA - ¡Dímelo!
RAMON - ¡No!
RAMONA - ¿No, qué?
RAMON - ¡No te lo voy a decir!
RAMONA -Está  bién. ¿Me has engañado mucho?
RAMON - Te he querido mucho. ¿Me has querido tú?
RAMONA - Todavía mucho.
RAMON - Entonces ¿vas a llorar?
RAMONA - No. Si no te fueras se me acabaría el amor. Como a ti.
RAMON -  A mí no.
RAMONA - Ya. Es porque los tíos podeís compartir el amor con otro millón de cosas.
RAMON - Los tíos, o sea yo. ¿Compartir con otro amor quizás?
RAMONA - Para mi eso es impensable, indecible, insoportable,
RAMON - Intolerable, Innegociable
RAMONA - ¿Tienes una amante?
RAMON - Esta noche cuando me mimes y me ames por todo lo que no me has mimado y
amado te confesaré todo lo que quieras.
RAMONA - ¿Todo lo que quiera?
RAMON - Todo yo y todas mis respuestas.
RAMONA - Lo acepto. ¿Y tú no querrás saber nada de mí?
RAMON - No.
RAMONA - ¿Nada, nada?
RAMON - (Sonríe con cariño) Sé todo lo que tengo que saber de ti.
RAMONA - ¿Tan clara y diáfana soy para ti?
RAMON - Clara y diáfana no lo eres en absoluto, pero en todos estos 16 años años he
aprendido a descifrarte.
RAMONA - Tú, sin embargo para mi, sigues siendo indescifrable. Dicen que lo somos las
mujeres, pero yo creo que los tíos sois la geroglificacion personificada. ¿Atacamos el
caviar?
RAMON - Descorcho el champán ahora mismo. Por cierto me han ascendido así que
vamos a brindar.
RAMONA - Trabajo, bendito trabajo. Que no falte nunca para no morir de hambre.
RAMON - ¿No te sientes orgullosa?
RAMONA - Hace tiempo que escupo a las mujeres orgullosas de sus maridos y de sus
hijos.
RAMON - Escúpeme si quieres, pero sin nuestros ascensos no somos nadie.  ¿Cómo voy a
competir si no? ¡Ah, y a ligar!
RAMONA - ¿Quieres decir mamonear?
RAMON - Enamorar. Eso enamora mucho.
RAMONA - ¿Mastuerzas? ¿Era ése el término, no?
RAMON - (Bebiendo el champán)  Un champán caro es siempre muy romántico y el poder
muy excitante. Tengo algunos compañeros de partido que desde que tienen importantes
cargos dicen que follan mucho mejor con sus mujeres.
RAMONA - A mi me resultó excitante arrojar el anillo que me regalaste al fondo del mar.
RAMON - ¡Eso no te lo perdonaré nunca! ¡ Valía una fortuna! (Se enfada mucho)
RAMONA - Cariño acuérdate de lo que decías hace un momento: Tengamos claro qué
queremos encontrar en nuestra copa a la hora del romanticismo. Eso excluye de la copa lo
que no queremos encontrar.
RAMON - (Nervioso) ¿Qué quieres encontrar?
RAMONA - Dímelo tú.
RAMON - No tengo la menor idea. Ya no sigo la pista de tus diferentes conversiones y
credos místicos.
RAMONA - Nunca has seguido ninguna pista que condujera a mi.
RAMON - ¿El momento del reproche?
RAMONA - Sí, el momento del reproche ¿Por qué no?
RAMON - Simplemente porque las de la nobleza no descendeís tanto. Pero bien, osaré
adivinar lo que deseas encontrar: Que te mire a los ojos y te diga.  " cariño no estoy
cansado de trabajar, lo que estoy es ansioso de verte y abrazarte y acariciarte."
RAMONA - ¡Diana!
RAMON - Mi amor, 16 años de matrimonio no harán creíble nunca algo así, a menos que
nos hayamos vuelto ñoños y retrasados mentales.
RAMONA - A menos que seamos capaces de retroceder.
RAMON - ¿Retroceder?
RAMONA - Retroceder a la sensibilidad de nuestra juventud y luchar contra este
envejecimiento, anquilosamiento,
RAMON - Volver al atontamiento
RAMONA - Al enamoramiento de la vida y del olor de nuestro cuerpo.
RAMON - Estoy demasiado lejos y tú no has venido a mi encuentro. Mi papel era triunfar y
basta. ¿Cuándo ha cambiado el juego?
RAMONA - Cuando este juego ha dejado de ser divertido y se ha transformado en una
tenaza. Yo así no me divierto.
RAMON - Así ¿cómo?
RAMONA - Corriendo, trepando, esperando, esperando no se sabe qué.
RAMON - Peleando, conquistando, follando, conduciendo, dirigiendo.
RAMONA - (Levantando su copa y sonriendo cansada) Brindo por tu ascenso, Ramón. Me
alegro por ti, no por mi, que me da absolutamente igual. Por cierto: ¡Estoy embarazada!
RAMON - (Se le cae la copa) ¡Qué!
RAMONA -¿Qué más te da si no eres el padre? ¡Vaya, te has quedado mudo! Este hijo me
apetece mucho, Ramón y con él una nueva vida. Diferente, distinta, mejor. Decidida por
mi, únicamente por mi.
RAMON - Siempre has sido la reina del espectáculo. La escena te ha quedado de maravilla.
Y si es verdad, que no lo sé, ¿puedo saber quién es el padre?
RAMONA - No, no puedes saberlo. Hemos quedado que nada de hablar de otros romances.
RAMON - Así que había otro.
RAMONA - Ni hay otro, ni deja de haberlo. Lo que hay es un hijo en mi vientre que lo he
deseado yo. Pero cuando me mimes, me ames y me trates como no me has tratado en
mucho tiempo contestaré a todas tus preguntas. Los chipirones se están enfriando
 
Durante un rato largo él está mudo. Comen en silencio. Ella le mira sonriente. El está
huraño. El ruido de los cubiertos contra los platos se detiene.
 
RAMON - ¿Por eso tiraste el anillo al fondo del mar?
RAMONA - Arrojo lejos de mi lo que ya no deseo que me ate.
RAMON - Ahora te ata otro hombre. Total, es lo mismo.
RAMONA - El como yo estamos arrojando muchas cosas al fondo del mar.
RAMON - ¿Tiene que ser al fondo del mar?
RAMONA - Sí. El mejor lugar para el reposo eterno. Ya sabes que yo adoro el mar y
recurro a él para tantas cosas.
RAMON - ¿Qué más estás arrojando?
RAMONA - Nuestras cartas de amor.
RAMON -¡Alto ahí, a eso no tienes derecho!
RAMONA - Arrojo mis cosas. Tú con las tuyas haz lo que te parezca.
 
Ella empieza a recoger la mesa y a depositar los platos en el fregadero. El la sigue por
detrás tras cada uno de sus movimientos, como aturdido.
 
RAMON - Así que con un hippy. Por supuesto no le importan los michelines.
RAMONA - Es un desconocido para mi. No sé qué le importa y qué no.
RAMON - ¿Vas a tener un hijo de un desconocido?
RAMONA - Voy a tener un hijo y basta.
RAMON - Lo que yo decía, un patán que te robará todos tus sueños.
RAMONA - No sé qué es ni qué soy yo, pero mi vida no depende de lo que él sea, sólo de
lo que puedo ser yo. Y ya no quiero soñar.
RAMON - ¿Pero tú qué demonios quieres, maldita sea! No no estoy enfadado,  solamente
quiero entender algo.
RAMONA - Quiero que tengamos una bonita noche de amor.
RAMON - Empiezas bien con tu amante. Ya le estás poniendo cuernos y para colmo con tu
marido.
RAMONA - (Riéndose) No es mi amante, pero es buen amante, eso sí.
RAMON - ¡Alto ahí, nada de hablar de romances!
RAMONA - No lo considero un romance. Es un encuentro. Un encuentro importante en mi
vida. No un romance.
RAMON - ¿Nosotros podremos tener 'encuentros'?
RAMONA - No.
RAMON - ¿Por qué?
RAMONA - Porque cuando nos separemos esta noche tu vida y la mía se alejarán una
inmensidad y será muy difícil encontrarnos. Yo creo que ni siquiera lo desearás.
RAMON - ¿Y tú lo desearás?
RAMONA - No lo sé. Quizás sí. No sé.
RAMON - ¿Tan alejados estamos?
RAMONA - Tan alejados estamos.
RAMON - A lo mejor no tanto como te crees. ¿Qué sabes tú de mi?
RAMONA - Es muy difícil saber lo que queremos, así que imagínate lo difícil que es saber
lo que quieren los demás.
RAMON - ¡Los demás no, lo que quiero yo!
RAMONA - ¿Qué es?
RAMON - ¡Dímelo tú!
RAMONA - ¿Trabajar? ¿Ascender?
RAMON - Ser feliz en mi trabajo y con mi pareja. Los ligues del trabajo nunca los has
entendido. Rebajan la tensión, el estrés. ¿Sabes cuántos mueren de infarto?
 
Ella se sienta y el revolotea por la sala
 
RAMONA - Tu trabajo empieza a ser peligroso. Arrasa con todo y te va vaciando
lentamente. No me creo que el poder excite y si lo hace es como esnifar cocaína. Eso
también excita y puede que hasta folles mejor ¿Y?
RAMON - Y vas sobreviviendo. ¿Te parece poco sobrevivir?
RAMONA - Me parece necesario vivir. Yo no estoy dispuesta a renunciar.
RAMON - ¿Y por qué no hay sitio para mi?
RAMONA - ¿Por qué no hay sitio para ti?
RAMON - Tal vez porque mi sitio está ya ocupado.
 
Ella se levanta y empieza a apagar luces para poner un ambiente íntimo
 
RAMONA - Tu sitio... ¿Te refieres a ese inmenso vacío, a ese agujero negro que todo lo
engulle? Escucha este vals ¿No es maravilloso? ¡Ven, vamos a bailar!
RAMON - Cariño, ten piedad de mis miserias.
RAMONA - Esta noche, amor,  lo que más deseo es conocer tus miserias, ésas que siempre
escondes.
RAMON - Dos miserables incapaces de amarse desde el amor.
RAMONA - Dos miserables amándose desde la derrota del amor.
RAMON -  ¿Derrota? ¡Venderé cara la piel!
RAMONA - ¡La compro! ¡Y si puedo la arrancaré toda esta noche.
RAMON - ¿Toda?
RAMONA - A tiras.
RAMON - ¿Qué quieres de mi?
RAMONA - Arrancarte la piel de tus mentiras, de tus engaños, de tus trampas.
RAMON - ¿Te dejarás tú arrancar la piel?
RAMONA - ¿Jugamos a dejarnos?
RAMON - Juguemos sí, como en los mejores tiempos. ¿Jugarás sin miedo hasta el final?
RAMONA - Hasta el final de esta noche. Hasta el amanecer. Juguemos.
RAMON - Cierra los ojos.
RAMONA - Cierra también tú los tuyos. Con los ojos cerrados, sin miradas acusadoras
busquémonos y perdonémonos.
RAMON - Perdonémonos y perdámonos.
Suena un vals y Ramona coge a Ramón y lo arrastra a bailar. El se deja hacer. Ella lleva la
iniciativa. Es un baile un poco cómico en el que ambos juegan: Ella apasionada y risueña
gira alrededor de él. El patosamente tragicómico se deja arrastrar. Con el sonido del vals y
con ellos buscándose torpemente,  poco a poco se va haciendo oscuro.
Cuando vuelve la luz Ramona está iluminada por un foco en cualquier parte del escenario
vacío. Sólo permanece el cuadro de Rothko. Ramona está con los ojos cerrados. Con las
manos busca algo. Parece como si estuviera jugando. 
RAMONA-  Los ojos cerrados y  las manos exploran, buscan tus manos; las yemas de los
dedos se rozan, acarician, recorren, juguetean, danzan en esas otras manos; mis dedos, mi
mano entera acaricia, acaricia sin parar, recorre sin cansancio una y otra vez, siento unos
deseos irresistibles de besar esas manos!, que no veo, pero que también acarician, acarician
mis manos, no resisto la tentación de besarlas, pero hago un esfuerzo ¿de quién son esas
manos?; nuestras manos se aprisionan entre ellas, se estrujan, se golpean, se buscan, se
escapan, se encuentran, se funden; mis manos aferran con fuerza tus muñecas e inmovilizan
esas manos acariciantes, juguetonas, aferro con fuerza y la inicial resistencia de las manos
aprisionadas se detiene interrogante y la interrogación deviene entrega
Abre los ojos. Aparece él que se abraza a ella por detrás en silencio
RAMON - ¡Soy todo tuyo, haz de mi lo que quieras,  (Sonríe) menudo carácter!
 
RAMONA - Desde este avión que me lleva al otro lado de la noche, recuerdo el rito del
amor, nuestra entrega, la primera, entrega dócil a las manos que esculpieron la escultura de
nuestra inquietud, nuestra juventud lejana, la tuya, Ramón, y la mía, y ahora hemos
inventado un amarse desde la derrota del amor, un amarse desde la zona de exclusión del
amor, desde la carencia del amor. El recuerdo es dulce, pero amargo.
 
Nuestras últimas palabras, nuestras últimas miradas, nuestros abrazos, dolorosos, los
últimos;  y el teatro continúa, nuestro teatro que fracasa constantemente. Y vencidos y
derrotados, y aún derrotados y vencidos, tú y  yo, yo desde este avión que me aleja, desde
esta carta, desde tu recuerdo, desde tu olvido, desde las manos que escriben y recuerdan las
tuyas, desde el olvido del amor, desde el olvido.
 
Desde este avión, que es ya un recuerdo, aunque estoy atada y bien atada a la silla, desde la
noche de este océano, desde este avión anochecido y somnoliento, desde las ataduras que
me aferran al incómodo asiento en el que sé que ya no estoy, desde este avión que ya no
existe, parte mi despedida, alargada, estirada, como estiramos las despedidas que no
quieren despedirse, que no quieren terminarse, que no quieren, no quieren...
 
Empieza a sonar nuevamente el vals y ellos danzan en el escenario vacío. La música poco a
poco se hace silencio. Ella se aleja y él se queda solo. Tiene una carta en las manos. Lee
 
 
RAMON-  ..."las ataduras que me aferran al incómodo asiento en el que sé que ya no estoy,
desde este avión que ya no existe... "  Levanta la vista
 
Ramona, , tus palabras, esa manera tuya de hablar del dolor, casi parece un goce. Tu voz,
esa voz, me suena todavía erótica, como anhelante; la lentitud de tus movimientos, la fuerza
de tus  movimientos, la memoria de ti, el deseo. No sé qué buscas, no sé por qué me
encontraste y por qué me has perdido, no sé por qué soy tanto y tan poco para ti. Tampoco
sé siquiera qué soy para mí. No sé qué es el no amor o la zona de exclusión del amor. Suena
bien, solamente eso. Y tú, siempre prodigándote hasta el despilfarro, excesiva, contigo uno
siempre está en deuda por esa entrega,  avasalladora diría. ¡Todo o nada!  Y todo viene a la
mente y sé que será difícil desterrar las imágenes. Nos desterramos nosotros, pero la
memoria viene tras nosotros, la memoria de tu risa, la manera de revolcarte en tu risa, la
atracción que tu presencia ha tenido para mí desde antes del primer día, desde antes yo ya
estaba al acecho de ti, te vigilaba, te esperaba y tú llegaste con tus manos y los ojos
cerrados y el juego, luego nuestros cuerpos, entregados y obedientes, y luego tu entrega que
me anonadó, sencillamente me anonadó, me anonadaba tu falta de prevención, de pudor, tu
mirada directa, hasta el fondo. Siempre directa y  hasta el fondo, como si una descomunal
borrachera te hiciera perder todo equilibrio, mesura, la realidad, nuestra realidad, mucho
más corriente, más normal, más mezquina tal vez, menos exigente. Y yo tratando siempre
de sacudirme de encima toda tú, tus palabras, tu exceso, sin poder quererte, porque no
puedo quererte, Ramona, y si no puedo, ese océano que nos separa nos inundará y nos
arrastrará hacia donde quiera, y yo no tengo voluntad más que para dejarme arrastrar.
Dejarme ...
 
Vuelve Ramona y vuelven  a bailar el vals y se va haciendo oscuro y en la oscuridad el vals
sigue sonando.
Cuando vuelve la luz están sentados tomando café. El decorado se compone de la mesa y
las dos sillas y las dos puertas al fondo.
Toda la escena siguiente se desarrollará alrededor de la mesa.
 
 
RAMONA - Me acuerdo del día en que nos conocimos. Hacíamos teatro en una sala
húmeda, pero estábamos entusiasmados.
RAMON - El juego de las manos ... no debimos abrir los ojos.
RAMONA - Abrimos los ojos y luego los cerramos
RAMON - ¡Cerremos los ojos de nuevo!
RAMONA - ¡Estupendo terminemos como  empezamos.
RAMON - Por cierto ¿Cómo te vas?
RAMONA - Cogeré un avión.
RAMON - ¿A dónde?
RAMONA - Dame un poco de champan y no preguntes tanto.
RAMON - Cierra los ojos... emborráchate de deseo, bebe este champán y júrame amor
eterno.
RAMONA - Tengo los ojos cerrados y mis manos quieren recorrer otra vez tus manos... y
jurarte amor eterno.
 
Ramona cierra los ojos
 
RAMONA - Pero tú también los cierras, porque sino no va a funcionar.
 
Están los dos con los ojos cerrados. Empiezan a tocarse las manos. Se las acarician, poco a
poco se exploran.
 
RAMON - Igual de ansiosa, igual de exigente y yo igual de incapaz de reaccionar
continuamente a tanta solicitación.
RAMONA - Lo más hermoso del juego es hacerlo en silencio.
RAMON - El silencio ya no es mi aliado como entonces
 
Siguen buscándose con las manos y el juego se vuelve a veces agresivo y
enseguida tierno otra vez
 
RAMONA - ¿Por qué me das miedo?
RAMON - Puede que sea porque ya no recuerdas cómo soy. Entonces también te daba
miedo y ese miedo te gustaba, te atraía.
RAMONA - Ahora tengo mucho más miedo que entonces.
RAMON -¿Por qué?
RAMONA - Creo que porque ahora sabes cómo soy y tu poder sobre mí es mucho mayor.
Quizás por eso te tengo miedo
RAMON - Tú también sabes cómo soy.
RAMONA - Pero yo no tengo poder sobre ti. Nunca lo he tenido.
RAMON - Por eso será que eres una óptima conspiradora. Pero ahora, con los ojos
cerrados, estás desnuda y no puedes mentir, porque si mientes  el juego se acaba.
RAMONA - Sé que en este juego voy a perder y sé también que me vas a hacer daño, y
tengo miedo de descubrir al Ramón cruel que nunca ha asomado y que lo presiento ahora
acechándome, cargado de venganzas.
RAMON - ¿Qué me dices de ti? ¿No te cansa hablar siempre de mí?
RAMONA - Necesito jugar para saber quiénes somos y de lo que somos capaces.
RAMON - ¿De lo que eres capaz?
RAMONA - También
RAMON - ¿Contra mi?
RAMONA - Sí, tal vez sí,  contra ti o defendiéndome de ti.
RAMON - A causa de todos tus rencores y reproches..
RAMONA - Y tus traiciones
RAMON - Otra vez la fidelidad, eso tan carca que sacas a relucir siempre
RAMONA - A mí tampoco me gusta hablar de fidelidad, pero tú eres un traidor y no por
infiel sino por jugar sucio conmigo
RAMON - Sé sucia conmigo
RAMONA - Seremos sucios, pero en complicidad. Ser sucio sin mi es una suciedad que no
me gusta.
 
El coge el pelo de ella, con fuerza, con brutalidad, juega con él, con su cara, hay algo
sádico en sus gestos. Ella se deja hacer, su aparente pasividad es como una táctica de
defensa; espera su momento, la situación favorable. Se le escapa una risita.
 
RAMON -  Desnuda y sucia. Vuestro maquillaje, vuestros ridículos modelitos, la
peluquería ¡Dios mío!
 
Ramón le despeina con gesto insistente, sonriendo y siempre con los ojos cerrados. A veces
los abren y miran sin ver, como ciegos.
 
RAMONA - Te odio cuando me despeinas.
RAMON - ¡Mentirosa! Te excita  el preludio del amor.
RAMONA - Los preludios son siempre excitantes.
RAMON - ¿Nos ensuciaremos mucho y nos perdonaremos todas las suciedades, las
presentes y las pasadas?
RAMONA - Demasiado bonito para que no sea otra más de nuestras mentiras.
RAMON - Entre mentira y mentira puede que salte alguna verdad que nos sirva. En las
noches mágicas todo puede suceder. ¿Qué no va a suceder en nuestra última noche?
 
Se despeinan uno al otro, se buscan, se besan. Suena el vals que los acoge, los acuna, los
envuelve. Al poco se paran los dos y se miran.
 
RAMON - ¿Vamos a la playa?
RAMONA -  ¿A bañarnos?
RAMON - Sí, a la luz de la luna.
RAMONA - Desnudos
RAMON-  Desnudos
RAMONA - Hasta el amanecer
RAMON - Hasta el último instante
 
Ramón empieza a desnudarle
 
RAMONA - ¿Qué haces?
RAMON - Desnudarte
RAMONA - No podemos salir desnudos
RAMON - Sí que podemos
RAMONA - No podemos
RAMON -¿Por qué?
RAMONA - Me da vergüenza
RAMON - Dentro de unas horas cogerás un avión y te irás lejos. ¿Qué más te da? Antes de
que se acabe juégatelo todo.
RAMONA - ¿Una vez más?
RAMON - Mil veces más.
 
Ramón sigue desnudándole
 
RAMON - Desnúdame
RAMONA - No quiero
RAMON - Sí quieres
RAMONA - No
RAMON - Sí
 
Ramona empieza a desnudarle. Riéndose.
 
RAMONA - No quiero
RAMON - Sigue diciendo "no quiero" ¡por favor!
RAMONA - ¡No quiero!
RAMON -¡Sí!
RAMONA - No quiero
RAMON - Sí
RAMONA - No
RAMON - Sí...
 
 
Siguen desnudándose uno al otro, riéndose, bailando, besándose, acariciándose y el vals nos
envuelve y cuando están completamente desnudos, completamente exhaustos cogen dos
guardapolvos y se los ponen y siguen jugando a mostrar sus cuerpos y a taparse, a tocarse
bajo la tela, a  reírse. A sentarse sobre la mesa. Se va haciendo oscuro y sin que la música
se interrumpa vuelve la luz y vemos a Ramona y a Ramón sentados en el sofá
completamente vestidos. como en la primera escena. El decorado se compone del sofá y el
cuadro de Rothko. Beben champán.
RAMONA - Es el momento de saborear las trufas y acariciarlas con champán.
RAMON - Me gustaría acariciar ese vientre cargado de promesas para otro.
RAMONA - Acariciemos nuestros paladares. Las trufas están riquísimas
RAMON - Estoy celosísimo.
RAMONA - Prueba unas trufas con champán.
RAMON - Todavía no nos hemos separado estás obligada a ser generosa conmigo. Debo
acariciar ese vientre que todavía me pertenece.
RAMONA -A cambio de mi vientre ¿qué obtengo yo de ti?
RAMON - Ramona, cariño,  esto no es la feria del ganado, somos una pareja que se
despide. ¡Sé un poco romántica mujer!
RAMONA- Pero yo quiero algo a cambio.
RAMON - Si me dejas acariciar tu vientre embarazado te prometo la luna.
RAMONA - ¿No tienes nada más?
RAMON - El amante sólo posee la luna para su amada.
RAMONA - En casa no hay luna. ¿Me quieres acariciar el vientre en la calle?
RAMON - No es mala idea, cojamos el coche y vayamos a un parque y furtivos y
enamorados deja que te acaricie ese vientre.
RAMONA - ¿Por qué?
RAMON - Tal vez porque lo que hay dentro ...no me pertenece.
RAMONA - No. No te pertenece y no me fío de los depredadores.
RAMON - De mí. No te fías de mí . No te fíes, pero necesito acariciarlo y hacerlo un poco
mío antes de que me desalojes de tu lado.
RAMONA - La casa ha estado desalojada y en venta desde hace mucho...
RAMON -(Interrumpiéndola) Lo sé, lo sé y no me merezco otra cosa que venga alguien a
alquilarla o comprarla. Estás enfadada y te has puesto en venta, o en alquiler  Tanto
lamentarte y repites la misma fórmula: pasar de los brazos de uno a los brazos de otro.
¡Ramona está en alquiler, ella y todo su cuerpo con derecho a cocina y a embarazo. Se
puede pagar a plazos cómodamente. Se exigen referencias!
RAMONA - Todos estamos en venta o en alquiler. La cuestión es si el inquilino que ha de
habitarnos nos seduce, nos place y nos complace. Pero no vamos a discutir de nuestros
amantes. Nunca nos ha funcionado.
RAMON - Es una pena que la convivencia con los amantes dificulte la convivencia.
RAMONA - He tenido muchos amantes.
RAMON - ¿Muchos?
RAMONA -  Unos cuantos y alguno realmente maravilloso.
RAMON - Eso no te creo. Lo dices sólo para hacerte la interesante. Pero no te creo.
RAMONA - He tenido unos buenos amantes y alguno bueno realmente.
RAMON - (Malhumorado) ¿Entonces de qué te quejas?
RAMONA - No me quejo. Sencillamente he descubierto que nuestra vida juntos se ha
vaciado, se ha agotado. Me he aburrido de ti.
RAMON - ¡Gracias! Es lo más agradable que me han dicho nunca: "Me he aburrido de ti".!
RAMONA - Todas las expectativas se han agotado. Continuar ya no seduce.
RAMON - ¿No será que te has agotado tú? ¿Qué tu fuente se ha agotado?
RAMONA - Razón de más para largarme a cargar mis reservas.
RAMON - Empezando por cargar el vientre. Ese vientre que esperas te renueve.
RAMONA - Ahora mi vientre es mi mejor compañía.
RAMON - Esta noche hazme un sitio junto a tu vientre. Sólo esta noche. A cambio seré ese
amante que siempre has soñado y que sólo se es una noche.
RAMONA - El señor de los silencios se vuelve locuaz esta noche...
RAMON - ¡Ven!
RAMONA -  ¿A dónde?
RAMON - ¡Ven!
RAMONA -  ¿A dónde?
RAMON - A donde te lleve.
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - Por ahora a mi coche.
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - Lejos.
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - Si no es miedo lo que tienes ¿Qué es?
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - Hasta vaciar el depósito de gasolina, a la costa, a cualquier parte, por primera
vez amantes, engañando a nuestros amantes y engañándonos un poco también nosotros,
para recuperar nuevamente nuestro misterio, tu misterio y el misterio de tu vientre que
deseo acariciarlo antes de que me escupas y te largues.
RAMONA - Antes de que te escupa y me largue es después del amanecer temprano en el
aeropuerto.
RAMON - Confía en mi. No voy a permitir que pierdas ese avión por nada del mundo.
Puede que consiga que cojas otro de vuelta.
RAMONA -  A la costa... ¿Por qué a la costa?
RAMON - Para respirar mejor, para perdernos, para olvidarnos...
RAMONA - La marea estará subiendo y se llevará nuestra ropa.
RAMON - Olvídate de la ropa, sólo por esta vez no te controles tanto y déjate llevar.
RAMONA - No soportaré el silencio en la costa.
RAMON - Si vienes no temerás nada. Sé valiente y atrévete a escuchar el silencio de
nuestros cuerpos despidiéndose. Despidiéndonos en silencio.
RAMONA - ¿Hace falta despedirse para soportar el silencio?
RAMON - Hará falta mucho para que venzas ese miedo y el rencor hacia mi, pero estoy
dispuesto a obligarte y a perdonarte.
RAMONA - ¿Perdonarme?
RAMON - Tu infidelidad.
RAMONA - ¿Mi infidelidad?
RAMON - Un hijo que no es mío es para matarte.
RAMONA - (Con rabia) ¡¡Mil hijos no tuyos y de mil padres distintos y ni mil veces que
me mates tendrás un hijo ni mío ni de nadie, porque a nadie te has entregado tú.!!
RAMON - Es difícil luchar contra el rencor de una mujer. ¡Vamos!
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON -¿Qué más te da?
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - A probar un poco de amor, de buen amor. Si he de despedirte déjame hacerlo
dándote algo bueno de mí.
RAMONA - Un buen recuerdo para el final.
RAMON - Quién sabe, a lo mejor es el principio.
RAMONA - A los tíos ¿Por qué os cuesta tanto desprenderos de vuestras mujeres?
RAMON - ¿Por qué me cuesta desprenderme de ti? ¿Preguntas por qué me cuesta
desprenderme de ti? ¿Tengo que contestar a eso? ¿Además de tonterías, tienes algo
interesante que decir esta noche?
RAMONA - ¡Escucha vamos al hotel azul. Sí, vamos allá esta noche y desde el balcón
podremos ver las olas chocando y el sonido del mar. He pasado por allí y pensé que un día
dormiría en ese hotel. Todo era azul cuando lo descubrí: el mar, el cielo y las olas chocando
y las sábanas secándose al viento. Tendremos que hacer kilómetros, pero sé que en ese sitio
no se puede tener miedo del silencio. Creo que puedo enfrentarme incluso a tu silencio en
ese lugar y despedirme de ti en ese lugar. Incluso tener amantes en ese lugar.
RAMON  -¿Por qué huyes de mí?
RAMONA - Yo no huyo de ti.
RAMON - ¡Estás todo el rato huyendo de mi! ¡Huyes de mi! ¡De mis preguntas, de mi
compañía, aunque digas lo contrario!
RAMONA - ¡Vamos a ese hotel y te demostraré que no huyo de ti!
RAMON - ¿Por qué necesitas saber a dónde ir? ¿Por qué los planes? Puedo llevarte a
lugares en los que no me tendrás miedo. ¡Déjame llevarte y no huyas de mi, no te va a pasar
nada, si tu no quieres!
RAMONA - Me he acostumbrado a tenerte miedo y no puedo seguirte a ninguna parte. No
quiero seguirte a ninguna parte. ¡Ven tú conmigo!
RAMON - ¡Llévame contigo y haz de mi lo que quieras!
RAMONA - Nunca permitirás que haga de ti lo que quiera. Los hombres nunca lo haceís.
RAMON - Los hombres... o sea yo ¿No te permitiré hacer de mi lo que quieras? ¿Qué
quieres hacer de mi? ¿Qué es, que yo no quiera permitírtelo?
RAMONA - Dejar de tenerte miedo.
RAMON - Yo también te tengo miedo y tengo miedo de ese hijo que logrará matarme.
RAMONA - No te conocerá.
RAMON - Ya ha empezado a matarme. Debes dejarme acariciar tu vientre para que no
nazca odiándome.
RAMONA - ¿Cómo va a odiarte?
RAMON - Entonces déjame acercarme a ti esta noche para que no lo odie yo. Pondré el
oído en tu vientre y escucharé como se escucha una caracola junto al mar y le contaré
nuestra historia de amor y venganza.
RAMONA - El no es una venganza.
RAMON - ¿No?
RAMONA - No eres el protagonista de la película. Soy yo, que quiero este hijo y con
él  nacer yo también y perderme con él en la vida, en mi vida, nuestra vida.
RAMON - Vuestra vida sin mí.
RAMONA - Sí, Ramón, nuestra vida sin ti.
RAMON - Pero todavía no. Me quedan unas cuantas horas antes de morir ¡las exijo!
RAMONA - No hemos hecho ningún pacto.
RAMON - Entonces te suplico, ¡te las suplico Ramona! ¡Ven!
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - No sabemos. No lo sabes tú y no lo sé yo. Vamos a donde no hemos estado
nunca, sin ventajas, sin planes, sin miedo o con miedo ¡Ven!
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - A conocernos, a sorprendernos todavía, a sorprender nuestro desamor, a
burlarnos de él. A ensuciarte de arena y lavarte en el mar y oler el salitre en nuestros
cuerpos y dormir en cualquier parte sin mirar el nombre y hacer lo que quieras de mi.
RAMONA - ¿Lo que quiera?
RAMON - Hasta dolerme.
RAMONA - ¿Hasta dolerte?
RAMON - Ya me duele ese hijo. Ya me dueles tú. Ya me duele tu marcha inevitable. Ya
me duele esta derrota. Ya me duele cada minuto contigo. Ya me duele la espera del
amanecer. Me duele tu determinación. Me duele tu seguridad o tu aparente seguridad, que
es lo mismo. Sí, haz lo que quieras conmigo, soy todo tuyo hasta dolerme.
RAMONA - ¿Hacer lo que quiera?
RAMON - Sí.
RAMONA - ¿Por qué?
RAMON - Hay que dejarte hacer. Cuando estás así hay que dejarte hacer.
RAMONA - Así cómo.
RAMON - Despechada.
RAMONA - No lo estoy, pero si lo estuviera no se me pasaría.
RAMON - Ramona, me he resignado a perderte. No intento nada. Créeme, solamente me
entrego a esta despedida inevitable intentando que el futuro pueda ser mío.
RAMONA - ¿Futuro? No hay futuro.
RAMON - ¿Qué sabes tú del futuro?
RAMONA - Mi futuro y el tuyo son dos desconocidos. ¿No te has cansado de mí después
de 16 años?
RAMON - Sí.
RAMONA - Estamos cansados y recelosos y hablas de futuro.
RAMON - Sin embargo no estoy cansado de toda tú. Te has ocultado de mí tanto tiempo
que tengo nostalgia de ti. Aunque te vayas y sobre todo si te vas.
RAMONA - Yo también empiezo a sentir nostalgia de ti antes de irme, aunque la nostalgia
se mezcla con el rencor.
RAMON -¡Ven!
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - Ven a anular ese rencor y dejar la nostalgia intacta, pura. Una nostalgia inocente
de uno por el otro, para seguir soñando con el amor.
RAMONA - No podemos borrar a placer partes de nuestra vida hay que cargar con el lote
completo. Quién sabe, a lo mejor el rencor hacia ti se transforma en otra cosa.
RAMON - ¡Sé sincera!
RAMONA - No te entiendo...
RAMON - Deja de hacer teatro y habla con sinceridad.
RAMONA - Mi teatro también es sincero.
RAMON - Es casi sincero.
RAMONA - No te oculto nada y  me dejo llevar, aunque tú dudes de mí.
RAMON - ¡Arrójate a mí!
RAMONA - ¿Por qué?
RAMON - ¿Por qué no? 
RAMONA - Ramón, estamos despidiéndonos, y lo que yo y también tú deseamos es un
final que cierre todas las heridas; en 16 años nos hemos herido mucho y debemos decirnos
adiós lo más enteros posible.
RAMON - ¡Vamos!
RAMONA -¿A dónde?
RAMON - A oler el salitre de ese mar que dejará intacta la nostalgia. Ni tu coche ni el mío.
Cogeremos el tren.
RAMONA - Un taxi. Y una botella de champagne.
RAMON - ¿Champagne?
RAMONA - Para celebrarlo.
RAMON - ¿Qué, Ramona?
RAMONA - ¡Nuestra despedida, claro!
RAMON - ¡Claro!
 
Ramona coge el champagne, mientras Ramón llama a un taxi. Se miran a los ojos. Suena el
vals. Se va haciendo oscuro mientras oímos la voz de Ramón dando la dirección al radio-
taxi. El vals nos envuelve y en la oscuridad seguimos oyéndolo hasta que el descorchar de
una botella de champagne enciende un foco que ilumina a Ramón. Está solo, el humo de su
cigarrillo le envuelve. Está de pie y el decorado es sencillamente las dos puertas del fondo.
 
  
 
 
RAMON - ¿Cuántas posibles despedidas? ¿Cuántas maneras de decir adiós? Muchas.
Amarnos con avidez. Devorar las pocas horas con ansia  y prisa. Detener los ojos en los
ojos y el tiempo. Y jugar, jugar como antaño. Volver a jugar: Mi cuerpo se abandona en tus
manos y tú lo moldeas y yo me dejo. Sueltas mi pelo recogido con una goma. Yo me dejo,
yo me dejo, yo me dejo. Cuando jugamos como niños nos dejamos, cuando jugamos como
adultos nos cerramos. Huímos.  Sin decir siquiera adiós ¿Cuántas despedidas? Cuántas
posibilidades? ¡Adiós! Y ya hemos atado el tiempo y  todo enseguida es recuerdo; por eso
hay que hacer que suceda lo más intensamente posible, para recordarlo bien. Pero aunque
deseamos, amordazamos nuestro deseo y huímos de él y después, en el recuerdo, seguimos
huyendo. ¡Que no florezca el deseo para aromar el instante largo del adiós! Es inútil, no nos
atrevemos. Ni siquiera a indagar en el miedo. Y yo paralizado no voy tras de ti. Deberíamos
salir a cazar como las razas de antaño, tanta educación, tanta sofisticación nos paraliza.
Salir a cazar, darte caza y abandonar después los despojos, porque hemos devorado toda la
carne. Pero también yo un despojo abandonado en tus manos fuertes, en tu mirada serena,
en tu sonrisa constante, en tu voz , la voz, ese ronroneo útil para la siesta y la pasión.
Ninguna promesa. Sólo adiós desde el encuentro para el adiós, naúfragos a la deriva, sin
importarnos el inminente naufragio, olisqueándonos en una habitación-estación de paso, los
colchones en el suelo, porque la habitación grande sólo dispone de literas. Habitación de
paso a otras habitaciones, también con literas y nosotros dos en el suelo despidiéndonos
uno del otro, a la vista de los otros que pasan, ciegos de alcohol,  sin  vernos. Pero esta
hermosa despedida ¿Ha existido? No, ésta tampoco. Tal vez esté por llegar, en ese tiempo
de reserva para las decisiones que se retrasan, para el tiempo de los cobardes, para los que
no sabemos arrojarnos a una noche sin promesas de amor, solo de adioses. Una noche sin
orgullo, sin miedo de ti, miedo de ti. miedo de ti, si lo digo mil  veces tal vez sea capaz de
decírtelo. ¿De cuántas maneras podemos despedirnos? ¿De cuántas maneras pudimos
despedirnos? De muchas, pero fallidas todas porque nos negamos, porque mi miedo las
negó. Tenemos que recordar cómo fueron los cazadores de antaño y aprender a salir de caza
y aprender a devorarnos para que nuestra pasión inútil no nos devore a nosotros. Inútil
pasión inútil. ¿De cuántas maneras pude, Ramona, decirte adiós? De muchas, pero ninguna
debió ser sin abrazos, sin besos, sin explorar el fondo de  nuestros ojos, el fondo de nuestras
bocas, el fondo de nuestros cuerpos, su callejones y sótanos, tu respiración, mis latidos, sin
educación, sin reparo, sin contención, sin vergüenza, sin moral, sin orgullo, sin pasado, sin
futuro, con la inocente entrega con la que ofrecimos nuestros cuerpos a las manos del otro
para que esculpieran estatuas de amor, la estatua de nuestro yo anhelante, y de nuestro yo
soñador, tu yo soñador, mi yo vagabundo, tu yo gitano, mi yo cazador... tenemos que volver
a aprender a cazar. Tenemos que volver a tener alma de cazadores y no esperar moribundos
y con el cuerpo frío y sin defensión y sin lucha, sin deseo, sin  ardor...  sí, salir a la caza de
nuestro deseo que se quema en el deseo de ese otro deseo, de esos otros ojos que se
sumergen en los tuyos, y naufragan y mueren y ese otro cuerpo que se hunde con el tuyo.
¿De cuántas maneras? ¿De cuántas? ¿Cuántas? ¿Cuántas, Ramona? ¿Cuánto perdemos
cuando perdemos el instante eterno, inolvidable, definitivo,  nuestro inolvidable adiós
definitivo detenido en el tiempo? ¿De cuántas maneras pudo ser nuestro amor en el adiós?
¿De cuántas maneras imagino ahora ese adiós, de cuántas maneras esta tortura...?
 
Suena el vals y  Ramona se acerca a Ramón.
 
RAMONA - Déjate llevar para que yo pueda hacer esculturas con tu cuerpo. Como
entonces. ¿Te acuerdas? Eso es. Así... así...
 
La música irá subiendo de volumen, mientras Ramona moldea el cuerpo de Ramón
realizando esculturas de expresiones fuertes y muy dinámicas. A veces vemos a Ramón
alargándose desesperadamente hacia algo y Ramona colocándose en diferentes puntos y
adoptando expresiones que se conjugan con las expresiones dramáticas de Ramón, creadas
por ella misma. Poco a poco Ramón modificará levemente su expresión comunicándose
con Ramona por medio  de sus manos o también de su voz. Todo lo que  se agita en su
interior emerge rebelde desde dentro para arrojarlo a Ramona, que reaccionará
constantemente a Ramón, sin abandonar nunca el juego de creación escultórica con sus
cuerpos. Las imágenes se suceden como proyecciones humanas de un hombre y una mujer
en sus encuentros y desencuentros. A veces están tirados en el suelo, otras veces en abrazos
imposibles, a veces Ramona moldea a Ramón, otras es Ramón quien moldea el cuerpo
abandonado de Ramona. Es un encadenamiento continuo de imágenes ambiguas y
dolorosas, como la relación ambigua y dolorosa de Ramón y Ramona. Las posturas se
suceden, imposibles, intolerables, dolorosamente hermosas, atrayéndose, rechazándose,
acercándose, alejándose, amándose, odiándose... es la historia de un hombre y una mujer,
una historia que habla de su ternura, su insensatez, su grandeza, su mediocridad, su
generosidad, su soledad... su búsqueda.
Ramón está sentado cabizbajo. Ramona por detrás le acaricia   el pelo.
 
RAMONA - Me gusta soltarte el pelo y echártelo por la cara. Así, me gusta... me gusta esa
mirada. También tus manos. Me gusta mirarte sin pasado, sin futuro... abre los brazos, así,
sí, como si fueras a ir a abrazarme y yo algo alejada te miro, espero ese abrazo detenido en
el tiempo, que nunca llega, pero que nunca pasa.
RAMON - ¿Qué quieres de mí Ramona?
RAMONA - Esa mirada intensa. Me basta esa mirada y la promesa de tus manos.
 
Ahora Ramón se levanta y se acerca a Ramona. Coge sus manos y se las coloca sobre su
vientre. Se arrodilla y Ramona le coge la cabeza y se la acerca al vientre. Ramón se deja y
cierra los ojos.
 
RAMON - Tu hijo, Ramona, dice que quiere conocerme. Que no entiende nuestra
separación. Que no entiende tu huida.
 
RAMONA - Dile que no huyo. Dile que hace tiempo que te perdimos. Dile que tal vez haya
un tiempo para los tres, que sólo depende de ti.
RAMON - ¿Depende de mi?
RAMONA - De ti.
RAMON - ¿Qué tengo que hacer?
RAMONA - Yo no lo sé.  Tú tienes que saberlo.
RAMON - Pero yo no lo sé.
RAMONA - Ten paciencia. Cuando nos separemos tendremos tiempo para saberlo.
RAMON - ¿Qué pasará contigo?
RAMONA - ¿Qué pasará contigo?
RAMON -  No me resignaré a estar solo. Te buscaré en otras.
RAMONA - En el momento más inesperado me encontrarás en alguna y ya no necesitarás
buscar más.
RAMON - Me he pasado muchos años buscándote.
RAMONA - Yo también.
RAMON - A mí me parece que era fácil encontrarme. Siempre he estado ahí.
RAMONA - Tu cuerpo sí, como ahora, que juego a hacer esculturas con él. A crear lo
inalcanzable.
RAMON - ¿Soy yo inalcanzable?
RAMONA - Sí. Tú. Te miro y sé que no puedo llegar.
RAMON - ¿Llegar a dónde?
RAMONA - Llegar a tu deseo.
RAMON - ¿A mi deseo? ¡¿Dices a mi deseo!?
RAMONA - Digo que no se dónde estás y que en cuanto te encuentro estás ya lejos otra
vez.
RAMON - ¿Yo estoy lejos? ¿Dónde estás tú? ¿Dónde estarás tú? ¿Y con quién?
RAMONA - Cuando me marche todo eso no importará.
RAMON - Ahora estás aquí y ahora tengo que entenderlo.
RAMONA - Ramón no me atosigues. Yo no tengo todas las respuestas a todas las
preguntas y cada vez estoy más cansada de tus interrogatorios.
RAMON - Márchate entonces y no digas por qué.
 
Ramona se aleja de él, que sigue arrodillado mirándola. Ramón alarga un brazo con la
mano abierta. Ramona alarga su mano hacia él  en un gesto impotente por coger la mano de
Ramón.
 
 
RAMON - ¡Ven!
RAMONA - ¿A dónde?
RAMON - ¡Hasta mí!
RAMONA - No puedo moverme.
RAMON - Entonces yo iré hasta ti.
 
Ramón se acerca a ella. Le coge la mano, coge las dos manos y se las acerca a la boca y
trata de calentarlas con su aliento.
 
RAMON - Tienes las manos frías.
RAMONA - Sí
RAMON - ¿Quieres que te las caliente?
RAMONA - Bésalas. Me gusta cuando paseas tus labios por ellas.
RAMON - ¿Podrás vivir sin esto?
RAMONA - Te buscaré y sabré  encontrarte.
RAMON - ¡Pero me tienes aquí!
RAMONA - ¿Dónde? ¿Quién eres? Te pareces a alguien que soñé. Soñé con una habitación
grande y desangelada llena de literas vacías. En una litera te esperé, pero tú no viniste, y
soñé que venías y que tu cuerpo era mío y que tu deseo era mío y que toda mi sed se
apagaba en tu boca. Soñé, soñé, soñé mucho contigo... no sé quién eres. Coloca así las
manos en tu rostro y levanta la mirada hacia el cielo. Abre la boca como si bebieras la
lluvia.
RAMON - O mis lágrimas.
 
Ramón baja los brazos. Está de espaldas a ella.. Le habla  sin darse la vuelta.
 
RAMON - Ya no podemos seguir jugando porque la realidad es que te vas y eso no es un
juego.
RAMONA - Todo es siempre un juego.
RAMON - Entonces juguemos hasta el final, pero si pierdes ¿Sabrás perder?
RAMONA - ¿Perder qué?
RAMON - Perder en el juego. Tu última derrota contra mí.
RAMONA - ¿Qué vas a ganar tú?
RAMON - ¿Jugamos?
RAMONA - ¿Limpio?
RAMON - ¿Jugamos?
RAMONA - Vas a jugar sucio, lo sé.
RAMON -¿Jugamos?
RAMONA - ¿Jugamos?
RAMON - Sí.
RAMONA - Adelante. No te tengo miedo.
RAMON - Antes decías que sí.
RAMONA -¿Me tienes miedo tú?
RAMON - Descubramos nuestros miedos. Propongo que enumeres todos los miedos  que te
doy.
RAMONA - Tengo miedo de tu astucia, de tus trampas. De quedar enredada en tus juegos
de seducción.
RAMON - De que te conozca. Tienes miedo de admitir que me amas. Que a pesar de tus
luchas de emancipación estás colgada de éste que te engaña con cualquiera. Aunque nunca
lo he hecho. Tienes miedo de descubrir que ambos somos mediocres y nos merecemos el
uno al otro. Tienes miedo de descubrir que tus deslealtades y traiciones son pequeñas
venganzas de amor. Tienes miedo de tener un hijo mío. Sólo mío y tienes miedo de que esta
noche acabe y descubras que tu destino soy yo.
RAMONA - Esta noche ha acabado hace tiempo y yo ya no tengo nada que perder. Por eso
admito todos mis miedos. Pero este hijo que voy a tener no es tuyo y aunque nos
merecemos el uno al otro, 16 años mereciéndonos el uno al otro son suficientes para mi. Es
hora ya de irme. Me da miedo irme sin saber qué voy a encontrar, pero también me excita y
me excita esta última noche contigo aunque pierda, será mi última derrota contra ti, una de
tantas, y aunque me marche con los huesos rotos, me restauraré, me recompondré, no lo
dudes.
RAMON - No lo dudo.
RAMONA - ¿De qué tienes miedo tú?
RAMON - De ti, para empezar. Me aterra que te marches. Me aterra. Es la palabra, me
aterra. Pero sabré recomponerme yo también. En cuanto cruces la puerta me desmoronaré
como un castillo de naipes y me aterra la idea de que ese momento llegue. Mientras estés
delante no tengo posibilidad de sentirme o mostrarme débil, pero ¿qué haré si no te tengo a
ti para mostrarme fuerte? Me da miedo mostrar toda la necesidad que tengo de ti.16 años
son bastantes para perder ahora esa referencia. Me he acostumbrado y me molesta cambiar
mis costumbres. Me molesta...
RAMONA - Lo que te molesta ya lo sé. Sigamos con los miedos.
RAMON - Me da miedo tu castigo ¿Por qué me castigas marchándote? RAMONA - ¿Por
qué los tíos veis a las mujeres en función de lo que os pasa? Me marcho por mi, no me
marcho para castigarte a ti.
RAMON - (Enfadado y dolido) ¡Los tíos esto, los tíos lo otro.! ¿Qué tal las tías? ¿Cómo
estáis? ¿Estáis bien? ¡Bien, me alegro de que os marcheís y tengaís un hijo de otro.!
¡Espero que os vaya bien.! ¡Que vivaís entregadas a vosotras mismas y no me echeís de
menos. Me alegro de vuestra buena salud y gran sabiduría y de que veaís todo en función
sólo de vosotras mismas. Y si tan bien te sientes déjame estar un rato más contigo (Agarra a
Ramona con fuerza y la zarandea), no estés escapando siempre de mi, afróntame de una
maldita vez y trata de entender quién soy, cómo soy y dónde estoy. Y si te ayuda te diré que
soy alguien que está muy cerca de ti, que siempre ha estado cerca de ti y que nunca te ha
abandonado. Y te diré también que a pesar de tu frialdad y lejanía siempre he intentado
buscar caminos que me llevaran a ti, a pesar de tus traiciones y a pesar de los engaños a la
vista de los demás buscando siempre la complicidad de un público ávido! (Se sienta y se
tapa la cara con las manos. Se levanta y mira a Ramona con los ojos llenos de lágrimas y
habla con la voz ahogada)
 
¿Crees que ha sido fácil ver cómo te marchabas con cualquiera, sin pudor, sin discreción,
sin respeto hacia mi.? Yo no te he sido infiel para hacerte daño, pero tu has sido infiel para
vengarte.
 
RAMONA - No quiero seguir jugando más al juego de las infidelidades. Me resulta
demasiado agotador. Cada vez que he sabido de tus historias, mi orgullo quedaba tan
malherido que necesitaba curar mis heridas en los brazos de cualquiera. Menos mal que por
lo menos tenía eso, porque  efectivamente un amante te mantiene en buena salud, por lo
menos te mantiene viva, es cierto lo que tú dices: un amante te mantiene viva y con cada
amante se ha ido desangrando mi amor por ti y para seguir viva he necesitado tantos
amantes que ahora me pregunto ¿para qué te quiero a ti? ¿Para qué me quieres tú a mi?
¡Contesta!
RAMON - Quiero tenerte a ti y basta. Cuando llego a mi casa en ella quiero encontrarte a ti
y todo lo que encuentro por ahí enseguida lo pierdo, no dura, todo es efímero, nada me
retiene, porque estoy atado únicamente a ti.
RAMONA - Para hacerte daño, para torturarte, para vivir esta infelicidad continua, este
continuo desencuentro...
RAMON - Todo eso no me importa pagarlo si es el precio para que te quedes conmigo: tu
infidelidad y la mía, la tortura de buscarte cada día, de verte marcharte cada día, de morir
un poco cada día si a cambio tú, Ramona, estás conmigo, te quedas conmigo, luchas
conmigo, sufres conmigo, lloras conmigo y también ames conmigo, y si volviera a nacer
pediría vivir contigo o morir contigo, porque estés con quien estés, Ramona, no es sólo
vivir con esa persona, es morir con esa persona, y ésta es nuestra vida, o sea nuestra muerte.
No deberíamos decir con quién queremos vivir sino con quién queremos morir, algo tan
importante como es morir no se puede querer morir con cualquiera.
 
Ramón coge a Ramona y la estruja y la vuelve a zarandear, mientras Ramona con lágrimas
que la impiden hablar se deja zarandear por Ramón a quien mira con desesperación.
 
RAMONA - No quiero...
RAMON - Tú no eres más cobarde que yo... No tienes más miedo que yo... y no eres más
infame que yo y por eso no puedes abandonarme abandonando así a la mitad de ti misma y
huir lisiada a arrastrarte a los brazos del primero que esté dispuesto a compartir su vacío
contigo, su indiferencia a morir contigo, porque yo te doy toda mi capacidad de sufrimiento
y de aceptación. Te quiero, Ramona, te acepto, te entiendo y si puedo te sigo y si no puedo
te espero. Quiero vivir y morir cada día contigo. Y ahora márchate si es lo que quieres pero
tú me amas y yo te amo. Pocas cosas comprendo muy bien, pero estas dos cosas
elementales sí las comprendo y las he comprendido siempre: Yo te amo, y tú me amas.
Espero que tú también lo comprendas y vengas otra vez a mí en el avión de vuelta a casa
para amarnos y morir juntos cada día, porque quizás llegaremos a encontrar la fórmula que
nos haga morir juntos cada vez más dulcemente. Estoy dispuesto a sufrir mucho por ti y sé
que tú puedes también sufrir por mí. ¿Qué vas a buscar fuera de mí, la jubilación del amor?
¿Ese amor tranquilo y sereno que se parece más al vacío que a la pasión?
RAMONA - ¡Quiero jubilarme de ti! ¡Quiero olvidarme de ti! ¡Quiero olvidarme del amor,
si es que el amor es esto! ¡No me seduces con tu pasión agotadora, mezquina, que cada día
saca lo peor de nosotros! ¡No quiero tu sufrimiento ni el mío! ¡No quiero correr, gritar,
aullar de dolor o de amor! ¡No quiero vivir contigo, porque no quiero morir contigo! ¡Es
una carrera suicida a ninguna parte! ¡Me voy para vivir con mi hijo de manera serena y
dulce, jubilada, sí, de la locura!
RAMON - ¡Ese hijo es mío! ¡Nunca has dejado de amarme! ¿Qué pretendes ahora?
RAMONA - Este hijo no es tuyo. Este hijo es mío y no dejaré de amarte porque me vaya,
es cierto, pero no quiero vivir este amor contigo. Me lo llevo conmigo para vivirlo desde mi
soledad y desde la lejanía de ti y este amor me hará compañía, mucho más dulce que la que
puedes hacerme tu, atrapado siempre en tu infierno. Yo no soy como tú, yo nunca he sido
como tú y vivir contigo me ha dejado exhausta. Tengo derecho a elegir otra manera de vivir
y, ciertamente, de morir. ¡Exijo, te exijo que respetes mi decisión y que me dejes marchar!
¡Es suficiente para los dos. El duelo se ha acabado!
RAMON - ¡Yo todavía no he acabado de mirarte, de tocarte, de buscarte, de esperarte, de
coger tu pelo (le coge del pelo, le toca rúdamente la cara, la abraza) de enredarme en él, de
olerte, de oir tu voz, de mirar tu boca, de ver cómo se mueven tus labios, de tu mirada, de
tus ojos, del movimiento de tus cejas, del de tus manos, de tu cuerpo, de tu alma...
 
Ramona empieza a pegarle gimiendo y desesperándose, mientras Ramón intenta abrazarla y
calmarla y la música del vals los arrastra como en una danza enloquecida. Abrazados y
peleándose se dejan arrastrar por el vals. Se va haciendo oscuro. En la oscuridad seguimos
oyendo el vals y la luz vuelve y Ramona lleva una bolsa de viaje y de pie junto a Ramón
parece despedirse. Vuelve el  oscuro y cuando vuelve la luz la imagen es la de antes, pero
ahora están algo más alejados. La luz se va y vuelve en una sucesión constante de la misma
imagen en la que Ramona va alejándose más y más hasta que veremos a Ramón solo.
Cuando vuelve la luz a quien vemos es a Ramona, sola. Está sentada. Se acaricia el vientre.
Está cantando una nana.
 
RAMONA - Mi chiquitín, mi niño bonito, mi  cielo. ¿De quién eres tú? Sólo de quien te
quiere. Y aquí estoy yo, para quererte y cuidarte. Y estaré mañana. Y estaré pasado
mañana. Y ni un ejército nos separará,  yo seguiré estando. Y hasta en medio de la guerra
jugaremos, todos los días, muchos juegos. Juegos que aprendí con tu padre. ¿Dónde está
papaíto? Mi niño no sé dónde está. Está en la guerra (cantando) ... qué dolor qué dolor qué
pena y no sé cuándo vendrá do re mi do re fa no sé cuando vendrá, si viene por la Pascua o
por la Navidad do re mi do re fa o por la Navidad. Papá ha tenido que ir a la guerra,
pero  mamá siempre estará aquí cantándote y acariciándote. Papaíto oirá el canto y así
encontrará el camino a casa. Mi niño, es difícil volver de la guerra. En la guerra te matan o
te pierdes y no encuentras el camino para volver a casa. Por eso te cantaré muchas nanas,
para que papá pueda volver a casa y olvidarse de la guerra y olvidarse de morir en ella. ¿De
cuántas maneras se puede morir? Do re mi do re fa no sé cuándo vendrá... papá se fue a la
guerra y no sé cuándo vendrá do re mi do re fa no sé cuándo vendrá.
 
Se va haciendo oscuro con la nana de Ramona y en el oscuro su nana y sus palabras nos
seguirán sonando dulcemente hasta que su voz será envuelta en la música de vals del
espectáculo.
Vuelve la luz. Ramona sigue sentada y canturrea, está atada con una mano libre para
sostener la copa. Ramón también bebe; está sentado a la mesa. Las dos puertas al fondo.
Están en silencio. Beben. Han bebido bastante. Están lúcidos, pero el haber bebido les da
ese punto distinto, arrastrando mucho las palabras.
 
RAMON - Es algo tarde.
RAMONA -  Ya. Dame otro trago.
RAMON - Ha sido una noche demasiado corta para una despedida. Y los dos estamos muy
formales. Parece mentira después de 16 años de matrimonio.
RAMONA - Sí, parece mentira.  Me siento cohibida contigo. Esta noche casi no me atrevo
ni a tocarte. Y no me faltan ganas. Si me soltaras verías.
RAMON - Deberíamos ser algo más primarios. Seríamos más sinceros también.
RAMONA - He sido sincera contigo. ¡Anda suéltame ya!
RAMON -¿Y contigo?
RAMONA - ¡Yo qué sé!
RAMON - Has intentado luchar y defenderte y defender una idea fija. Pero una idea fija no
sé si tiene que ver con la sinceridad.
RAMONA - ¡Claro! Todo lo que no tiene que ver contigo ni es verdad ni es real para ti.
RAMON - Lo que tiene que ver conmigo tiene que ver contigo y esta separación es cruel y
absurda para los dos.
RAMONA - Crueles son muchas cosas viviendo juntos. Puede que esto sea también cruel,
pero puede zanjar de una vez para siempre todas las crueldades que nos atan. Aquí tienes
un ejemplo.
RAMON - ¿Qué pasa con todo lo demás, lo que no es cruel y es amor?
RAMONA - ¿Es amor?
RAMON - ¿Una alucinación tal vez?
RAMONA - Una necesidad enfermiza de hacernos daño ¿tal vez?.
RAMON - Tener necesidad de alguien ¿es malo? ¿Es mejor vivir con alguien que puede
prescindir de ti en cualquier momento? Yo debo de estar muy enfermo...de ti.
RAMONA - Estamos enfermos los dos y esta separación aclarará las  preguntas.
RAMON - ¿Cuándo te has vuelto tan sabia, Ramona?
RAMONA - No te burles.
RAMON - Tan serena, tan lúcida ¿Eres tú o una prima tuya?
RAMONA - Soy yo, Ramón.
RAMON - ¿Es porque vas a tener un hijo?
RAMONA - Es porque voy a tener un hijo.
RAMON - ¿Por qué tener un hijo puede provocar catástrofes, decisiones drásticas? Vas a
cargarte 16 años de convivencia, mala o buena, no sé, pero con amor de verdad. Este hijo
no te lo perdonará. ¿Te perdonará que me escupas de tu lado así?
RAMONA - Este hijo ... ya decidirá él... y tú, también decidirás...
RAMON - ¡Yo ya he decidido! ¡Hacedme un sitio, no me abandoneís!
RAMONA - No te abandono, Ramón.
RAMON - ¿No me abandonas? ¿Me estoy volviendo loco o tonto?
RAMONA - No te abandono. Tú sabes bien lo que quiero. Y lo que quiero ahora es que me
sueltes de una vez, ya hemos acabado de jugar.
RAMON - Mi vida ¿Es mi vida la que tiene que cambiar?
RAMONA - Tu vida y la mía tienen que cambiar. Estoy cansada (Ramona está cada vez
más cansada y sin fuerzas)... ¡Anda, deja que me prepare un poco!
RAMON - Pero mi vida soy yo. Yo y mi vida somos lo mismo.
RAMONA - Ramón, tu vida no la quiero. La mía de estos años tampoco. Y nuestra vida
juntos ha llegado a ser prácticamente inexistente. Nuestro orgullo lo ha impedido todo.
RAMON - ¡Otra oportunidad, sólo otra oportunidad!
RAMONA - Claro que sí, Ramón, pero cambiando las reglas del juego. Lejos.
RAMON - ¿Es necesario huir?
RAMONA - Lo que para ti es huir, para mí no lo es.
RAMON -¿Qué nombre tiene?
RAMONA - Reconstruir. Reconstruir desde los cimientos. Contigo o sin ti.
RAMON - Tú no quieres conmigo.
RAMONA - Te quiero, a ti. Tú solo. Sin nada.
RAMON - ¿Sin nada? ¿Qué soy yo sin nada?
RAMONA - Aquel que conocí. Ven sin nada.
RAMON - Tampoco tú eres la que conocí, aquella no era una mujer cruel.
RAMONA - Si no abandonamos todo esto no podremos volver a encontrarnos.
RAMON - ¿Marchándonos sí?
RAMONA - ¿Enumeramos ahora tus miedos, todos?
RAMON - Me ha costado mucho conseguir todo lo que ahora tengo.
RAMONA - ¿Qué es?
RAMON - Esta casa confortable...
RAMONA - Yo no la quiero, tu coche tampoco, tus horas extras tampoco, tus compromisos
tampoco, tu ascenso y mayor alejamiento de mí tampoco, tus éxitos profesionales de cartón
tampoco y sobre todo tu guerra, tu guerra no  me interesa porque no es mi guerra. Han sido
demasiados años jugando a ser tu lugarteniente en tu absurda guerra social. Adiós Ramón,
tu vida no la quiero. ¿Seguimos enumerando otros miedos?
RAMON - ¿Un hijo es capaz de esto?
RAMONA - Antes o después nos íbamos a encontrar con esto.
RAMON - Si no puedo quererte, si no me dejas, Ramona, si te empeñas en borrarme de tu
vida te prometo dejar que un océano nos separe y nos arrastre. ¡Te lo prometo!
RAMONA - ¡Que el océano nos arrastre! Así ha sido entre tú y yo. Siempre algo que nos
arrastra a los dos, tú nunca... Y yo...
RAMON - Yo puede que no sea capaz de luchar, Ramona, puede que no sea capaz  ¿Me
vas a abandonar por no ser capaz?
RAMONA - Sí. Se acabaron los tiempos de los faraones en los que a la esposa se la
enterraba viva junto al cadáver de su esposo.
RAMON - Pero yo no soy un cadáver.
RAMONA - A lo mejor tú no. Yo sí. Pronto...
RAMON - No estoy muerto todavía.
RAMONA - Tú no, yo sí. Casi...
RAMON - Veo que te es fácil abandonarme sin agua en el desierto.
RAMONA - Para ti es fácil abandonarte y dejarte arrastrar a ninguna parte cada día de cada
semana de cada año de tu estúpida vida.
RAMON - (Herido) Espero para bien tuyo y mío que no me arranques de tu vida, como una
muela podrida. Espero por los dos.
RAMONA - Yo no espero nada. No quiero esperar nada. Empezaré mi nueva vida sin
esperar nada. No te esperaré. Y tú, Ramón,  no me esperes. Esperar te quema y al final
acabas tu vida y no tienes nada. No esperemos, Ramón, no esperemos más uno del otro.
RAMON - ¡Esta bien, vete y no esperes! ¡No me esperes! (La empieza a soltar)
RAMONA - Sería muy tonto de mi parte esperarte, ya que nunca vendrás.
RAMON - No me esperes, porque yo no tengo ganas de soñar con otra vida, ni con otro
mundo. Estoy en éste y es en éste en el que me ha tocado luchar y sobrevivir.
RAMONA - (Le da un sopapo. El la mira sorprendido sin reaccionar por el efecto del
alcohol) Sobrevivirás, no lo dudo.
RAMON - No lo dudes. Aunque me maltrates. Te vas y me dejas vacío y no sé con qué se
llenará este vacío. Espero que no sea con odio.
RAMONA - Algunos días me odiarás, pero al final te cansarás de ese odio y entonces me
recordarás como me merezco.
RAMON - ¿Qué te mereces, Ramona?
RAMONA - No lo sé. Ya lo descubrirás.
RAMON - Te lo he dado todo ¿o no?
RAMONA - Ahora no puedes darme lo que necesito para seguir viva.
RAMON - (Le da un sopapo) Por la cara que pones he conseguido que te sientas viva. ¿Me
recordarás con amor?
RAMONA - (Ella se toca la mejilla abofeteada) No lo sé. Pero con el tiempo te recordaré
como te mereces.
RAMON - ¿Me merezco, acaso, quedarme tirado como un perro? Me maltratas también
físicamente.
RAMONA - Me voy con las manos vacías.
RAMON - ¿Y no te parece una locura irte así, sabiendo además que vas a tener un hijo?
Creo que voy a atarte.(Se pone a atarle, pero ella se lo impide)
RAMONA -¡Ni se te ocurra !
RAMON -  Estás loca de atar.
RAMONA - La locura es necesaria cuando ves que te mueres.
RAMON - Andamos esperando más de lo que podemos recibir... ésta es la cuestión.
RAMONA  - No me resigno. Todavía no.
RAMON - ¿Te impedirá tu orgullo volver si descubres que todo esto es un error?
RAMONA - Si así fuera serás tú quien me impida volver.
RAMON - Es decepcionante descubrir lo que opinas de mi. Sigue abofeteándome si
quieres.
RAMONA - (Abofeteándole, pero sin violencia) ¿Jugábamos a las verdades, no?
RAMON - Así es. Pero yo no sé qué opinar de ti. Te vas y dices que no volverás. Dices
también que yo no iré tras de ti. Dices que nunca te permitiré volver. ¿Quién soy? ¿Soy
acaso un monstruo?
RAMONA - No. Eres un hombre, solamente. Y yo solamente una mujer. Brindemos,
Ramón, por todo lo que todavía no hemos quemado, reprochado...
RAMON - Pisoteado
RAMONA - Gastado    (Se miran y con gesto lento levantan las manos vacías en señal de
brindis y de beber de una copa imaginaria. Acto seguido cogen sus copas y beben de
verdad)
RAMON - ¡Dime por favor que soy el padre de ese hijo!
RAMONA - ¿Por qué tengo que decirte eso?
RAMON - Porque sino moriré.
RAMONA - No morirás por eso.
RAMON - No comprendes mi sufrimiento. Ni siquiera lo ves. Para ti todo es teatro y en tu
pieza juegas a ser la heroína. En esta horrible pieza tuya ¿qué papel tengo yo?
RAMONA - Si me voy soy la autora de una obra de teatro en la que reparto yo los papeles,
pero si me quedo ¿quién escribe la obra?
RAMON - La escribimos los dos.
RAMONA - Nuestra obra juntos ya la hemos escrito y representado durante 16 años y en
esa obra yo no tengo derecho a elegir más que lo que tú estás dispuesto a conceder ¿no
puedo empezar a elegir el personaje que deseo interpretar en mi vida? ¿Tengo que
continuar interpretando lo que tú has elegido para mí? ¿Me preguntas cuál es el personaje
que te reservo? Te lo diré: Es un personaje que rompe con su vida de cartón, que ha ya
agotado. Abandona su lucha diaria por el poder y el reconocimiento de quienes sólo le
aprecian únicamente desde su éxito. Abandona la práctica de lograr lo que sea al precio que
sea. Lo recuerdas: "Ramona, cariño, todo tiene un precio, sólo hay qué saber cuál es en
cada caso y saber si estás dispuesto a pagarlo."
RAMON - Por ti estoy dispuesto a pagar.
RAMONA -¿Lo que sea?
RAMON - Sí
RAMONA - Deja esto y ven conmigo.
RAMON - Dime antes si este hijo es mío.
RAMONA - No es tuyo.
RAMON - Es mentira.
RAMONA - Da igual la respuesta, tú creerás siempre que es tuyo.
RAMON - Porque sé que es mío.
RAMONA - Entonces por qué me lo preguntas tan insistentemente.
RAMON - Porque quiero oírtelo decir.
RAMONA - No estás en tu empresa intentando anular a un rival.
RAMON - ¡Estoy con mi mujer y quiero que mi mujer me diga que el hijo que está
esperando es mío!
RAMONA - Tu mujer se ha dado cuenta que nunca ha tenido nada suyo y ahora tu mujer
va a tener un hijo (Grita)¡Y tú no eres su padre!
RAMON - ¿Dónde estará su padre?
RAMONA - Recuerda que nunca hemos de hablar de nuestros amantes.
RAMON - Pero ahora sí.
RAMONA - ¿Cuándo han cambiado las reglas?
RAMON - ¡Cuando has decidido tener un hijo sin consultármelo!
RAMONA - ¿Hay algo que tú me hayas consultado en ese aspecto?
RAMON - Nunca he tenido un hijo con ninguna de mis amantes.
RAMONA - Sin duda nunca lo has reconocido, ¿pero sabes si has tenido alguno?
RAMON - Yo no he reconocido a ninguno. Nunca te haría algo así.
RAMONA - Tus amantes son mujeres con derecho a ser respetadas ¿o es que tus amantes
son decorado del despacho únicamente? ¿Triunfos ante tus rivales?
RAMON - Estás sacando las cosas de quicio.
RAMONA - Estoy sacando todo aquello de lo que nunca has querido hablar.
RAMON - ¿Quieres que hablemos de mis amantes?
RAMONA - Ya no me interesa. ¡Bah!
RAMON - ¿Hablamos entonces de los tuyos, o mejor del padre de ese hijo?
RAMONA - Hablemos si lo deseas.
RAMON - Dime quién es. Recuerda que el juego de las verdades no se ha acabado.
RAMONA - En cuanto me marche se habrá acabado.
RAMON - Pero ahora estás aquí.
RAMONA - Este amante de quien voy a tener un hijo no puedes ni debes conocerlo.
RAMON - ¿El sí reconoce a su hijo?
RAMONA - Este hijo ha sido deseado por mí. No es ningún accidente en mi vida. Lo he
deseado con toda mi alma y ahora que llega es el momento de cambiar esta vida hueca y
banal que he llevado hasta ahora.
RAMON - ¿De verdad hay sitio en vuestra vida para mí?
RAMONA - Sí.
RAMON - Entonces es porque yo soy su padre.
RAMONA - Ramón, ven si quieres y no preguntes si hay algo tuyo, porque de ahora en
adelante estarás completamente despojado de tus haberes.
RAMON - Lo que no ha conseguido ninguno de mis rivales ¿lo va a conseguir mi mujer?
RAMONA - No. Yo no.
RAMON - Tú no ¿quién sino?
RAMONA - Tú. La necesidad de recuperar tu vida y de recuperarte a ti mismo.
RAMON - Yo me gusto como soy y me gusta la vida que llevo.
RAMONA - ¿Entonces por qué luchas conmigo tan desesperadamente?
RAMON - ¡Mujer, mira que eres burra!,  la vida que llevo y todo lo que soy lo he hecho
por ti. Tú has sido siempre mi principal espectadora. Si abandonas el teatro ¿para quién
actúo yo?
RAMONA - Tómate tu tiempo, Ramón y descubre lo que realmente deseas.
RAMON - A ti. Nadie me ha quitado nunca lo que es mío.
RAMONA - ¿Puedo quitarte mi vida?
RAMON - Tú sí, pero nadie más. Vete, Ramona, vete de una vez, porque sino puede que
termine atándote o secuestrándote o no sé qué. Vete. Y aunque no te lo creas, iré a por ti.
No sé cuándo, pero iré a por ti, y me encargaré de reconstruir todo lo que tu afán insensato
quiera destruir. Soy lo suficientemente bueno para eso.
RAMONA - Eres el mejor, no tienes que demostrar nada a nadie, ya lo has hecho. Ahora
ambiciona algo mejor para ti.
RAMON - ¿Verdad, cariño, que soy el mejor?
RAMONA - (Sonríe y le agarra con fuerza del pelo) Ramón, piensa mucho si venir a
buscarme.
RAMON - No necesito pensarlo, todavía tengo cuentas pendientes contigo y esta noche no
me he atrevido a afrontarlas, porque yo sí que te tengo miedo, mucho más miedo del que tú
me hayas tenido nunca a mí, pero necesitaré tiempo.
RAMONA - Necesitarás tiempo.
RAMON - Espero no perderme por el camino...
RAMONA - Quién sabe.
RAMON - Adiós, Ramona. (Los dos siguen sentados sin moverse)
RAMONA - Adiós, Ramón.
RAMON - Iré a buscarte...
RAMONA - No vendrás ...
RAMON - Sí
RAMONA -  No
RASMON - ¡Burra!
RAMONA - ¡Tonto!
RAMON - ¡Cruel!
RAMONA - ¡Traidor!
Se  miran. El se levanta y la abraza. Ella se deja abrazar y termina abrazándolo también.
Vuelven a mirarse. Empiezan de nuevo a insultarse, de pie uno frente al otro. La música
tapa sus voces. Sólo escuchamos el vals. El se marcha. Desaparece tras una puerta. Ramona
mira a su alrededor y va tras él y también desaparece. Durante un largo rato estamos solos
escuchando la música. Oímos también sus voces, pero no entendemos lo que dicen. A veces
gritan, ríen, exclaman... El escenario no está a oscuras, pero la luz ha bajado de intensidad.
Sin embargo la música poco a poco ha subido. Esta se interrumpe bruscamente al salir
Ramón de la habitación. Mira hacia el público con rostro desencajado. Vuelve dentro de la
habitación dando un portazo. Se hace oscuro. La música vuelve y con ella vuelve la luz..
Ramón está recogiendo las copas en  la cocina y preparando café. El decorado es el del
inicio del espectáculo.
RAMON - ¡Ramona, coge la llave por si acaso!
RAMONA  - (En off) ¿La llave para qué?
RAMON - ¡Llévatela!
RAMONA - (En off) ¡No!
RAMON - ¡Como las mulas!
RAMONA - (Se asoma por otra puerta) ¡Cogeré lo indispensable, Ramón!
RAMON - ¡Estás guapísima!
RAMONA - ¡Tu estás irresistible!
RAMON - La ducha te ha sentado muy bien.
RAMONA - Tú también date una ducha, te sentará de maravilla. (Entra de nuevo)
RAMON -¿Qué nombre le vas a poner?
RAMONA - ( En off ) No sé todavía.
RAMON - ¿Me escribirás?
RAMONA -(En off )  Por supuesto.
RAMON - ¿Volverás?
RAMONA - (En off ) No seas idiota.
RAMON - Soy un idiota y qué.
RAMONA - (En off ) No me ames tanto porque me voy.
RAMON - Te amo tanto porque te vas.
RAMONA - (En off ) En cuanto pase un tiempo los dos estaremos mucho mejor.
RAMON - Os buscaré.
RAMONA - (En off ) No lo harás.
RAMON -   Siempre tan segura.
RAMONA - (En off ) No me buscarás.
RAMON - Te quiero. Os quiero.
RAMONA - (En off ) Te quiero.
RAMON - ¡Ven, anda, y tómate un café bien cargadito, te dará buen tono!
RAMONA - (Apareciendo) Con un poco de ron. Tómate tú también un café. ¡Ah, no quiero
que me acompañes!
RAMON - ¿Tienes miedo de no poder coger el avión si estoy junto a ti?
RAMONA - Podría ser. Todas las precauciones son pocas.
RAMON - Te repito que no deseo que te quedes. Sé que tienes que irte y ve con Dios o con
el diablo, pero vete. Aunque te destroces.
RAMONA - Me siento muy bien fracasada, derrotada y sola.
RAMON - Cariño el éxito es siempre vulgar. El fracaso es más apasionante, y si
compartimos nuestro fracaso será más divertido.
RAMONA - Contigo divertido son pocas cosas. Casi ninguna.
RAMON - No seas mentirosa. Conmigo te ríes de esa manera revolcándote en tu risa; te
recordaré a menudo así.
RAMONA - Yo te recordaré torturado  y de vez en cuando sorprendido.
RAMON - ¿Sorprendido?
RAMONA - Me encanta tu expresión cuando algo te descoloca.
RAMON - Entonces has vivido conmigo encantada de la vida, porque, cariño, eres la reina
del descoloque. Todavía no sé cómo recomponer las piezas de tu puzzle.
RAMONA - Los dos recompodremos  muchas piezas descolocadas.
RAMON - ¡No te vayas!
RAMONA - ¡Basta ya!
RAMON - Perdona. A veces estoy tonto y se me escapan cosas.
RAMONA - Te quiero.
RAMON - A ti también se te escapan cosas.
RAMONA - Adiós, Ramón.
RAMON - Cuídate.
RAMONA - Tú también.
RAMON - Los dos lo haremos ¿Vale?
RAMONA - Vale.
RAMON - ¡No te olvides de escribirme!
RAMONA - Ya veremos...
RAMON - Te odio.
RAMONA - Ya se te pasará.
 
Ramón se levanta. Ramona también. Coge su bolsa de viaje. Mira al público y dice
"¡adiós!" y se dispone a marcharse. Empieza a sonar el vals. Ramón va hasta la puerta del
fondo y se queda junto a la misma mirando a Ramona. Esta no le ve, ella sigue de cara al
público. Luego lentamente Ramona se marcha de la escena y de espaldas con su bolsa de
viaje se quedará en un ángulo del escenario, hacia el fondo. Ramón se acerca hasta el
público. Lo mira. Levanta los hombros.
RAMON - Y ahora ¿para quién actúo yo?
Suena el vals  desde este lento oscuro que nos lleva hasta el final del espectáculo veremos
los elementos del decorado que van desapareciendo a la vista del público. Algunos se
deslizan fuera del escenario, otros sencillamente la luz, al apagarse, los anula. Al final
veremos a Ramón solo y en un ángulo al fondo a Ramona, de espaldas con su bolsa de
viaje..
 
 

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