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Jurisprudencia Constitucional.
5GU.
15 de sept. de 2020.
Tipos de sentencia según los efectos temporales de las mismas y según los efectos de la
materia que tratan. Corte Constitucional Colombiana.
Efectos temporales:
a) Sentencias Ex–Nunc.
El siguiente es el texto de la norma acusada, según consta en copia del diario oficial No.
41.903, del viernes 23 de junio de 1993, con la advertencia de que se subraya lo acusado:
" ARTICULO 35: Pensión mínima de vejez o jubilación.
" El monto mensual de la pensión mínima de vejez o jubilación no podrá ser inferior al valor
del salario mínimo legal vigente.
" PARÁGRAFO. Las pensiones de jubilación reconocidas con posterioridad a la vigencia de
la ley 4a. de 1992 no estarán sujetas al límite establecido por el artículo 2o. de la ley 71 de
1988, que por esta ley se modifica, salvo en los regímenes e instituciones excepcionadas (sic)
en el artículo 279 de esta ley."
Problema jurídico: Según el actor, el parágrafo del artículo 35 de la ley 100, en el aparte
acusado, desconoce el principio a la igualdad, toda vez que los límites máximos de las
pensiones para los distintos pensionados, según se trate de un régimen especial o no, deben
ser iguales o, si es del caso, existir una razón objetiva para la distinción. Razonabilidad que
se echa de menos en el parágrafo acusado.
Resuelve:
b) Sentencias diferidas.
Este tipo de sentencias puede responder a la proporcionalidad en sentido extricto, toda vez
que pese a que la Corte determina que una norma es inconstitucional, el efecto de declararla
inexequible resultaría dañino para el estado de cosas constitucional.
Resuelve:
c) Sentencias Ex-tunc.
Con estas sentencias y sus efectos, básicamente la Corte realiza una administración de los
efectos de su decisión, determinando que los efectos llegan a ordenamientos y situaciones
previsas declaradas inexequibles en la providencia. Afecta situaciones jurídicas y derechos
adquiridos ya consolidados y efectos jurídicos ya producidos.
Problema jurídico: Han sido objeto de las acciones de inconstitucionalidad instauradas los
artículos 16, 17 y 18 de la Ley 6a. de 1992.
Mediante la primera de las enunciadas disposiciones se autorizó al Gobierno Nacional para
emitir títulos de deuda pública interna hasta por una cuantía de doscientos setenta mil
millones de pesos ($270.000.000.000), denominadas BONOS PARA DESARROLLO
SOCIAL Y SEGURIDAD INTERNA (BDSI).
La misma norma dispuso que los recursos provenientes de la emisión de dichos bonos se
destinarán a financiar gastos generales y de inversión de la Nación cuyo objetivo sea la
seguridad nacional, los programas de reinserción para la paz y otros objetivos que se
enmarquen dentro de la política económica del país.
La emisión, según el inciso 3º de este artículo, únicamente requerirá concepto de la Junta
Directiva del Banco de la República y decreto que autorice la emisión y fije sus características
financieras y de colocación.
Por medio del artículo 17, sobre el cual recaen los principales cargos expuestos por los
demandantes, se ordena a las personas -jurídicas y naturales- que hubieren obtenido ingresos
superiores a siete millones de pesos durante 1991 o su patrimonio bruto a 31 de diciembre del
mismo año hubiese sido superior a treinta millones de pesos, efectuar durante el segundo
semestre de 1992, una inversión forzosa en los mencionados bonos, en la forma y dentro de
los plazos que señale el Gobierno Nacional, en monto equivalente al veinticinco por ciento
(25%) del impuesto a la renta que debieron determinarse en la declaración de renta
correspondiente al mismo periodo fiscal.
Añade la norma que estos bonos "se redimirán por su valor con el pago de impuestos,
retenciones, sanciones y anticipos durante el año de 1998".
El artículo 18 se dedica a prever las formas de control sobre el cumplimiento de la inversión
forzosa ordenada y al efecto establece que a ésta son aplicables, en lo pertinente, las normas
que regulan los procesos de determinación, discusión, cobro y sanciones contempladas en el
Estatuto Tributario y que su control estará a cargo de la Unidad Administrativa Especial
Dirección de Impuestos Nacionales.
Decisión: La Ley 6a. de 1992, de la cual hacen parte los preceptos impugnados, fue aprobada
durante el periodo de sesiones ordinarias del Congreso transcurrido entre el 16 de marzo y el
20 de junio de 1992, fue sancionada por el Presidente de la República el 30 de junio del
mismo año y entró en vigencia, según su artículo 140, a partir de la fecha de su publicación,
que lo fue el 30 de junio de 1992, día en el cual su texto apareció en el Diario Oficial número
40.490.
De lo dicho se infiere que cuando la ley principió a regir, es decir, cuando se hizo vinculante
para los contribuyentes y aún antes, cuando se surtió su trámite en las cámaras, ya se habían
consolidado los hechos respecto de los cuales se creó la contribución. En otros términos, la
ley tomó como situaciones a las cuales se aplicaba el impuesto y como bases para la
liquidación del mismo hechos anteriores a su vigencia y, por ende, creó un impuesto con
carácter retroactivo.
Resuelve:
1) Decláranse INEXEQUIBLES, por ser contrarios a la Constitución Política, los artículos 16,
17 y 18 de la Ley 6a. de 1992.
2) Ordénase al Ministerio de Hacienda y Crédito Público REINTEGRAR, en un término que
no podrá ser superior a seis (6) meses contados a partir de la comunicación de esta sentencia,
la totalidad de las sumas recaudadas por concepto de la aplicación del artículo 17 de la Ley
6a. de 1992.
Según su contenido:
Son las sentencias que, pese a su declaración de exequibilidad, se limita sus efectos
interpretativos inconstitucionales. Es decir, la constitucionalidad condicionada consiste en
que la Corte delimita el contenido de la disposición acusada para, en desarrollo del
principio de conservación del derecho, poder preservarla en el ordenamiento. Así, la
sentencia condicionada puede señalar que sólo son válidas algunas interpretaciones de la
misma, estableciéndose de esta manera cuáles sentidos de la disposición acusada se
mantienen dentro del ordenamiento jurídico y cuales no son legítimos constitucionalmente.
Problema jurídico: la materia objeto de análisis constitucional en este proceso es: ¿La la
confrontación, a cargo del juez de cumplimiento, entre la efectiva inejecución de una norma
o acto, que para el accionante significa su inobservancia y para la autoridad demandada la
aplicación prevalente de la Constitución Política, puede comprender el examen referente a
la constitucionalidad o inconstitucionalidad del mandato inejecutado?
Decisión: En general, la norma jurídica, independientemente de su jerarquía, obliga a sus
destinatarios y es deber de las autoridades públicas, en el ámbito de las atribuciones que a
cada una de ellas corresponda, hacerla efectiva. Es cabalmente la inobservancia de ese
deber lo que provoca, bajo el imperio de la actual Constitución, el ejercicio de la acción de
cumplimiento, de la cual es titular toda persona, y la verificación acerca de si aquél ha sido
o no acatado constituye el objeto específico de la sentencia que el juez ante quien dicha
acción se instaura debe proferir.
Por vía concreta, frente a la indicada regla general, resulta extraordinario el caso en el que la
autoridad que tiene a su cargo aplicar la norma puede legítimamente abstenerse de hacerlo, y
más todavía, está obligada a esa abstención, por razón de encontrarla incompatible con la
Constitución Política. Esta, que es norma de normas, debe prevalecer y ser aplicada a
cambio del precepto inferior que la vulnera.
La inaplicación de una norma de jerarquía inferior con apoyo en el artículo 4 de la Carta
supone necesariamente la incompatibilidad entre su contenido y el de los preceptos
constitucionales. Si tal incompatibilidad no existe, no cabe la inaplicación y la circunstancia
no es otra que la de incumplimiento o violación de los mandatos dejados de aplicar.
Nótese que la Corte Constitucional interpreta los preceptos fundamentales y señala sus
alcances, no solamente cuando ejerce, en abstracto, el control de constitucionalidad, ya por
la vía de acción pública, bien a través de las modalidades del control previo y automático,
sino cuando, por expreso mandato de los artículos 86 y 241-9 de la Carta, revisa las
sentencias proferidas al resolver sobre acciones de tutela, toda vez que en tales ocasiones,
sin perjuicio del efecto particular e inter partes del fallo de reemplazo que deba dictar
cuando corrige las decisiones de instancia, fija el sentido en que deben entenderse y
aplicarse, consideradas ciertas circunstancias, los postulados y preceptos de la
Constitución".
Resuelve:
Estas sentencias tienen la característica de que en ella, se hace una apelación al legislador o
alguna entidad, para que altere la situación normativa de la norma estudiada, dentro del
plazo por la Corporación establecida. De no ser así, la Corte tomaría cartas en el asunto
para resolverlo.
Identificación: Sentencia C-239 de 1997. M.P. Carlos Gaviria Díaz. 20 de mayo de 1997.
Decisión: Como el Estado no es indiferente a la vida humana, sino que, como se señaló,
tiene el deber de protegerla, es necesario que se establezcan regulaciones legales muy
estrictas sobre la manera como debe prestarse el consentimiento y la ayuda a morir, para
evitar que en nombre del homicidio pietístico, consentido, se elimine a personas que
quieren seguir viviendo, o que no sufren de intensos dolores producto de enfermedad
terminal. Esas regulaciones deben estar destinadas a asegurar que el consentimiento sea
genuino y no el efecto de una depresión momentánea. Por ejemplo, bien podría el Estado
exigir que la petición sea expresada en más de una ocasión, y luego de transcurrido un
término razonable entre las mismas. Podría también considerarse la posibilidad de que en
todos los casos se contara con una autorización judicial, a fin de asegurar la autenticidad
del consentimiento y garantizar que todos los intervinientes se preocupen exclusivamente
por la dignidad del enfermo. Igualmente la ley podría ordenar que, previa a la última
petición, la persona atienda a una reunión con un equipo de apoyo que le explique
integralmente su situación y le ofrezca todas las alternativas posibles distintas a la opción
de morir. Esto significa que el Estado, por su compromiso con la vida, debe ofrecer a los
enfermos terminales que enfrentan intensos sufrimientos, todas las posibilidades para que
sigan viviendo, por lo cual es su obligación, en particular, brindarles los tratamientos
paliativos del dolor. En fin, puntos esenciales de esa regulación serán sin duda:
1. Verificación rigurosa, por personas competentes, de la situación real del paciente, de la
enfermedad que padece, de la madurez de su juicio y de la voluntad inequívoca de morir.
2. Indicación clara de las personas (sujetos calificados) que deben intervenir en el proceso.
3. Circunstancias bajo las cuales debe manifestar su consentimiento la persona que
consiente en su muerte o solicita que se ponga término a su sufrimiento: forma como debe
expresarlo, sujetos ante quienes debe expresarlo, verificación de su sano juicio por un
profesional competente, etc.
4. Medidas que deben ser usadas por el sujeto calificado para obtener el resultado
filantrópico.
5. Incorporación al proceso educativo de temas como el valor de la vida y su relación con
la responsabilidad social, la libertad y la autonomía de la persona, de tal manera que la
regulación penal aparezca como la última instancia en un proceso que puede converger en
otras soluciones.
Como estas regulaciones sólo pueden ser establecidas por el legislador, la Corte considera
que mientras se regula el tema, en principio, todo homicidio por piedad de enfermos
terminales debe dar lugar a la correspondiente investigación penal, a fin de que en ella, los
funcionarios judiciales, tomando en consideración todos los aspectos relevantes para la
determinación de la autenticidad y fiabilidad del consentimiento, establezcan si la conducta
del médico ha sido o no antijurídica, en los términos señalados en esta sentencia.
De otro lado, y en aras de la seguridad jurídica, la Corte exhortará al Congreso para que en
el tiempo más breve posible, y conforme a los principios constitucionales y a elementales
consideraciones de humanidad, regule el tema de la muerte digna.
Resuelve:
Primero: Declarar EXEQUIBLE el artículo 326 del decreto 100 de 1980 (Código Penal),
con la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que concurra la
voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico
autor, pues la conducta está justificada.
Segundo: Exhortar al Congreso para que en el tiempo más breve posible, y conforme a los
principios constitucionales y a elementales consideraciones de humanidad, regule el tema
de la muerte digna.
Estas sentencias, presentan cierta complicación: Son aquellas en que la Corte, tras descubrir
un vacío u omisión legislativa dentro de una norma, procede a legislar de alguna forma, y a
darle contenido normativo para limitar o eliminar su inconstitucionalidad. La norma,
entonces, es inconstitucional por una falencia normativa, pero la Corte de alguna forma la
subsana.
Decisión:
Resuelve:
d) Sentencias sustitutivas.
Son aquellas sentencias en las que, una vez se expulse una norma jurídica del ordenamiento
jurídico, el vacío que esta deja debe ser subsunado, por lo que la Corte debe proceder a
llenarlo y a poner en equivalencia un mandato como el que ha declarado inexequible, pero
en este caso constitucional. Señala la Corte:
“Pero en razón a no ser posible la declaratoria de inexequibilidad simple, por cuanto una
decisión con ese alcance generaría vacíos e inconsistencias en la aplicación de la
preceptiva impugnada, manteniendo incluso vigente su contrariedad con la Constitución,
produciendo tal decisión un efecto contrario al perseguido en este juicio, este Tribunal
considera que lo que cabe en el presente caso es acudir al expediente de las sentencias
integradoras, en la modalidad sustitutiva, que permita, por un lado, retirar del
ordenamiento jurídico los contenidos normativos juzgados como inconstitucionales y, por
el otro, ajustar la disposición de manera que exprese un significado coherente, de acuerdo
con los designios de la Constitución.” Sentencia C-325 de 2009).
Identificación: Sentencia C-001 de 2018. M.P. Diana Fajardo Rivera. 24 de enero de 2018.
Resuelve: