Está en la página 1de 55

YOCASTA

(Versión libre de Edipo Rey de


Sófocles)

Héctor Levy-Daniel

1
PERSONAJES

YOCASTA
EDIPO
CREONTE
TIRESIAS
EL MENSAJERO
EL PASTOR

2
Los seis personajes están en el fondo de la escena, prácticamente en penumbras.
Por delante de ellos un cono de luz tenue se proyecta. Yocasta se adelanta y se
ubica en medio de la luz. Se mantiene durante algunos segundos en silencio,
observa al público. Luego se dispone a hablar.

YOCASTA
(Al público)
La catástrofe sobrevino
Demasiado pronto.
Los hechos se precipitaron vertiginosamente
Y, sin poder impedirlo,
Todos nos vimos arrastrados
Por el torrente de calamidades
Que sumergió a Tebas.
Nunca tuve tiempo de reflexionar
Sobre lo que nos estaba pasando
Porque cuando todo terminó
Yo ya no era parte de este mundo.
(Pausa.)
Por eso, ahora, cuando ya no quedan ni rastros
De mí misma, de Edipo, de mis hijos
En el corazón de los humanos,
Vuelvo del fondo de los tiempos
Para recordar algunos hechos
Que están enlazados con mi existencia
Y la de quienes me rodearon en vida.
No puedo evitarlo:
Una fuerza vigorosa me impulsa
A regresar, una y otra vez,
Para hablarles a los mortales de turno
Sobre lo que vivimos en esas horas aciagas.

La tenue luz se extingue por completo. Luego de unos segundos, retorna con mucha
mayor intensidad. Los personajes se han ubicado en diferentes lugares de la escena
formando una figura que irá cambiando de forma a medida que avanza la acción.

YOCASTA
Cuando la plaga se declara en la ciudad.
Edipo les habla así a los sacerdotes de Tebas.
Ellos han acudido a él para implorarle
Que encuentre una solución.

3
Todos están de acuerdo en que Edipo
Es el hombre más idóneo:
Ha resuelto el enigma de la Esfinge
Y se ha convertido en salvador de la patria.

EDIPO
Se equivocan quienes piensan que no conozco
Los males que aquejan a mi pueblo,
Los conozco demasiado bien.
Y aunque todos están sufriendo
Puedo asegurarles que no hay uno entre ustedes
Que padezca tanto como yo.
Porque mientras cada corazón debe revolverse sólo en su propio dolor
Mi alma entera contiene a un tiempo todos los males de la patria,
Los míos propios y los de cada anciano, cada hombre, cada niño de Tebas.
Por eso, no venís a despertar a un dormido.

YOCASTA
(Al público)
La peste en Tebas es un anuncio de que algo marcha mal,
Un amargo síntoma
Que yo presiento como advertencia personal,
Una señal de que los años felices junto a Edipo
Llegan a su fin.
Con Edipo he podido tener
Lo que Layo me había negado:
Hijos.
Antígona, Ismene, Etéocles, Polinices.
Una plenitud
Que un tiempo antes me habría parecido inimaginable.
Pero el destino ya me conduce al final del laberinto
En el que mis días se van a extinguir.

EDIPO
Un único remedio encontré hasta ahora:
Envié a mi cuñado, Creonte, al templo de Apolo
Para consultar sobre qué podría yo hacer
O qué consejos dar para salvar a la ciudad.
(Pausa)
Pero una terrible inquietud me domina,
Ya que aunque partió hace ya muchos días
Todavía no ha regresado.

4
YOCASTA
Mi hermano Creonte asumió
La tarea que le encomendaste
Como si se tratara de un mandato sagrado
No le habrán faltado motivos para demorarse
Pero estoy segura de que en poco tiempo
Va a estar otra vez con nosotros.

Yocasta y Edipo registran la presencia de Creonte.

EDIPO
Querido Creonte,
Por fin estás de vuelta.
Tu semblante no puede disimular que hay buenas noticias.
¿Cuál fue finalmente la respuesta del dios?

CREONTE
Lo primero que tengo para decir es que estos sufrimientos
Si logran tener salida
Acabarán en gran prosperidad.

EDIPO
¿Pero cuál es el oráculo?

YOCASTA
(Al público)
El oráculo.
Los vaticinios siempre significan desgracia.
No tanto por lo que ellos anuncian
Como porque quienes los conocen
Extravían su razón
Y ya no pueden actuar sino de acuerdo con ellos.
Así sucede ahora con Edipo,
Así sucedió con Layo, el antiguo soberano.
(Pausa.)
Mucho tiempo atrás, guiado por los oráculos,
Decidió sacrificar a su propio hijo,
Mi propio hijo,
Al que nunca quise abandonar.
Cuando, en mi propia presencia,
Layo lo entregó al pastor,
Rogué, supliqué, imploré por su vida.
Traté de arrancarlo de sus brazos,

5
Me retorcí de dolor, me arrastré,
Yo, la reina,
Por mi hijo.
Todo fue en vano.
(Pausa.)
Ahora los oráculos vuelven
A sojuzgar nuestras vidas.

CREONTE
Creo que lo mejor es que entremos al palacio,
Para no tener que hablar delante de éstos.

EDIPO
Lo más conveniente es que hables a todos,
Ya que tus noticias les incumben tanto como a mí.
Y son sus males los que me apenan,
Mucho más que mi propia vida.

CREONTE
Entonces voy a decir a todos lo que sé:
El dios ordena que desterremos inmediatamente la peste de Tebas,
La peste que nuestra tierra está cebando,
Para que no se convierta en un mal irremediable.

EDIPO
Bien. ¿Pero qué clase de mal es ese?
¿Qué debemos hacer para erradicarlo?

CREONTE
Tenemos que expulsar a un hombre.

EDIPO
¿Un hombre?

CREONTE
Un hombre, sí. Tenemos que desterrarlo
O vengar con su sangre otra sangre que él derramó.
Esta sangre es la tempestad que agita a Tebas.
Y el asesino se oculta en la ciudad.

EDIPO
¿De quién es la sangre que hay que vengar?

6
CREONTE
De Layo.
(Pausa)

YOCASTA
(Al público)
Layo rigió esta tierra
Hasta que le llegó el momento de morir asesinado.
Mi último encuentro con él fue frío, pero amable.
El rey se disponía a partir,
Yo a esperarlo.
Días después, cuando me enteré de su muerte,
Mis ojos derramaron lágrimas limpias y verdaderas
Pero no pude impedir
Que una parte de mi corazón se regocijara.

CREONTE
Aunque nunca se supo cuáles fueron las manos asesinas,
Ahora el oráculo afirma que el criminal se oculta en Tebas
Y el dios ha ordenado castigarlo con mano implacable.

EDIPO
¿Y cómo vamos a encontrar al homicida ahora?
¿Cómo vamos a descubrir la pista de un crimen tan antiguo?

CREONTE
El dios se ha expresado: el criminal está en nuestra tierra
Y en esta tierra debe ser buscado.

EDIPO
¿Dónde fue el asesinato de Layo?
¿En el palacio?
¿En el campo?
¿En tierra extranjera?

CREONTE
Layo anunció que se marchaba para consultar al oráculo.
Una vez que se fue nunca volvió a su casa.

EDIPO
¿Y ningún compañero de viaje lo vio?
¿Ningún mensajero?
¿Alguien que pueda darnos alguna información que nos guíe?

7
CREONTE
No. Todos murieron.
Todos menos uno, que huyó espantado
Y de todo lo que vio,
Sólo pudo decir con seguridad una cosa.

EDIPO
¿Cuál? Porque quizás de un minúsculo indicio
Se puedan sacar pequeñas cosas
Que den aliento a nuestra esperanza.

CREONTE
Lo que este hombre dijo fue que a Layo
Lo asaltaron y le dieron muerte, no uno solo,
Sino una pandilla de bandidos.

EDIPO
¿Una pandilla?
¿Y cómo se atrevieron a semejante crimen?
¿No habría sido fraguado desde aquí con dinero?

CREONTE
Eso fue lo que se creyó.
Pero luego de la muerte de Layo,
Nadie se levantó para vengarla.
Ya que una nueva calamidad se presentó en Tebas.

Creonte se retira de la escena.

YOCASTA
(Al público)
El pueblo entero de Tebas
Concentró toda su atención en la aparición de la Esfinge
Y en el peligro que ella significaba para todos sus habitantes.
De este modo, la muerte de Layo,
Vociferada por la ciudad entera al anochecer,
Fue olvidada sin inquietud a la mañana siguiente.

EDIPO
Yo, Edipo, rey de esta tierra
Prometo solemnemente que voy a ser una vez más
Quien descubra toda la verdad desde su raíz.
Seré el vengador del rey muerto

8
Y de la patria.
Y así no persigo sino mi propio bien.
Pues quien puso sus manos asesinas sobre Layo
Quizá pronto tratará de ponerlas sobre mí mismo.
Por tanto, ordeno se congreguen aquí todos los habitantes.
Yo haré lo que sea posible.
Y con el favor del dios, saldremos todos airosos
O quedaremos arruinados.

YOCASTA
(Al público)
Así habla Edipo a la ciudad.
Todos acuden al llamado.
En cada anciano, cada madre, cada esposo, cada niño de Tebas,
Revive la esperanza.
Todos confían en que él va a encontrar el remedio
Para la peste que devasta la ciudad.
Edipo se presenta ante la multitud
Y la sola visión de su figura espléndida
Basta para provocar algún alivio en el espíritu
De quienes lo aclaman.

EDIPO
Tengan la plena seguridad de que voy a extirpar la peste de Tebas.
A partir de este momento
No tienen ante ustedes solamente al rey Edipo
Sino a un ciudadano entre ciudadanos.
Y es como ciudadano y como rey
Que les digo que si hay alguno entre ustedes, tebanos,
Que sepa quien asesinó a Layo,
Le ordeno que se presente ante mí
Y me lo revele todo.
(Pausa.)
Si el culpable está aterrado,
Puedo ofrecerle mi juramento de que no va a sufrir ninguna pena.
Y saldrá sano e impune de esta tierra.
(Pausa.)
Pero si el asesino opta por seguir oculto
Pido que arrastre consigo una vida de maldición y miseria.

YOCASTA
(Al público)
Edipo habla

9
Pero nadie comprende sus palabras
Ninguno puede representarse la figura del asesino de Layo,
Ninguno puede concebir que se esconda en Tebas.

EDIPO
Y aun si llegara a esconderse en mi propia casa
Y yo tuviera conocimiento de su presencia
Que me sobrevengan a mí todos los males.
A partir de este momento me constituyo en vengador de Layo,
Como de mi propio padre.

YOCASTA
La seguridad de Edipo en sí mismo
Comienza a declinar cuando Tiresias
Se presenta en el palacio
Convocado por Creonte, mi hermano.

Tiresias se hace presente en ese mismo instante. Edipo lo advierte.

EDIPO
Aquí está por fin, el que todo lo penetra.
Tiresias,
A esta altura no podemos verte sino como la única defensa
Y salvación de Tebas.
Por eso te rogamos que te salves, salves a la patria
Y me salves a mí, en tanto rey.
Estamos en tus manos.

TIRESIAS
Es terrible tener clarividencia
Cuando no aprovecha a quien la tiene.
Estoy desde siempre convencido de esto.
Y sin embargo, lo había olvidado.
No debí haber venido acá.

EDIPO
No comprendo tus palabras.
No hay nadie que pueda ayudarnos más
En momentos como este.

TIRESIAS
Te suplico me dejes volver a casa.
Así, más fácilmente vas soportar tus males

10
Y yo más fácilmente voy a tolerar los míos.
Te suplico me dejes ir.
Y cada uno podrá mirar por sí mismo.

EDIPO
Si no tenemos tu respuesta
Vamos a creer que no te importa abandonar
A la patria que te crió,
A la ciudad que te alimentó.

TIRESIAS
Mejor es que me vaya ahora.
Ya que veo que tus palabras
No son atinadas
Y tengo miedo de caer en la misma falta.

EDIPO
No te vayas.
Te lo pedimos, suplicantes,
Todos los que estamos aquí.

TIRESIAS
Entonces todos han perdido el juicio.
Yo nunca voy a revelar mis desgracias,
Por no decir las tuyas.

EDIPO
¿Eso quiere decir que nos vas a ocultar la verdad?
¿Vas a traicionarnos y vas a arruinar a Tebas?

TIRESIAS
No quiero afligir a nadie,
Ni a la ciudad, ni al rey, ni a mí mismo.
¿Para qué tantas preguntas inútiles?
No vas a enterarte por mí.

EDIPO
Pero, Tiresias, el más infame entre los infames,
¿No vas a hablar?
¿Vas a mantenerte así de duro e inflexible?
¿No vas a tener en cuenta los efectos de tu decisión?

11
TIRESIAS
Justamente porque los tengo en cuenta es que decidí no hablar.
Aún cuando tenga que enfrentarme con tu cólera.

EDIPO
¿Y quién no se irritaría cuando te escucha
Y ve cómo estás perjudicando a nuestra ciudad?

TIRESIAS
Aunque yo demore esas palabras con mi silencio
Ellas terminarán por llegar por sí mismas.

EDIPO
Entonces, si de cualquier manera van a llegar
Te ordeno que no retrases más tu respuesta.

TIRESIAS
No voy a hablar más.
Aunque te irrites con la más rabiosa de las rabias.

EDIPO
Pero yo no voy a dominar
Lo que mi furia me lleva a decir.
Por tu actitud deduzco que, a pesar de tu ceguera,
Maquinaste este asesinato
Y utilizaste para ejecutarlo una mano ajena.
Si tuvieras vista, diría que el crimen que emponzoña la ciudad
Fue obra tuya, sin otro culpable.

TIRESIAS
¿De verdad?
Pues yo te anuncio que todo el peso de tus maldiciones
Va a caer entero sobre tu persona.
A partir del día de hoy
No vas a poder hablarme ni a mí ni a tu pueblo.
Puedo afirmar sin miedo a equivocarme
Que el azote de esta tierra tiene tu nombre.

EDIPO
Ya que no te da miedo el castigo
Que vas a tener por tus palabras,
Te puedo asegurar que no vas a escaparte de mis manos.

12
TIRESIAS
Nada de lo que puedas hacer va a afectarme.
La verdad que llevo conmigo me protege, como un baluarte.

EDIPO
¿Y quién te enseñó esa verdad?
Porque no creo que proceda de tu arte.

TIRESIAS
Esa verdad es la que me arrancaste por la fuerza,
Obligándome a hablar en contra de mi voluntad.

EDIPO
¿Qué es lo que dijiste?
Vas a tener que repetirlo
Para que lo aprenda mejor.

TIRESIAS
¿Para qué decirlo otra vez?
¿Acaso no me escuchaste antes?
¿Cuál es la trampa que me está esperando?

EDIPO
Solamente pretendo que lo digas otra vez,
Para poder entenderlo.

TIRESIAS
Muy bien. Digo que el asesino se esconde en Tebas.
Y es Edipo, el rey.

EDIPO
Te aseguro que no vas a decir impunemente
Dos veces ese insulto.

TIRESIAS
Entonces, ¿digo también otras cosas para que te irrites todavía más?

EDIPO
Lo que digas va a ser en vano.
Todo es pura charlatanería.

TIRESIAS
Entonces digo también que desde que llegaste al trono

13
Estás conviviendo vergonzosamente, sin saberlo,
Con los que te son más queridos
Y no te das cuenta en qué punto de desgracia estás.

YOCASTA
Cuando Edipo escucha estas palabras
Permanece durante unos segundos aturdido,
Mira sin ver,
Como si un grueso velo
Hubiese caído sobre sus ojos.
(Pausa)

EDIPO
¿De verdad estás convencido
De que no vas a tener castigo por tus dichos?

TIRESIAS
Si hay alguna fuerza en la verdad,
No tengo nada que temer.

EDIPO
La verdad sí tiene fuerza
Para quien es capaz de descubrir su esplendor.
Pero tu alma vive en una oscuridad
Tan profunda como tus ojos

TIRESIAS
Para tu desgracia, todos los insultos
Muy pronto van a acumularse sobre los que te rodean, sin faltar uno.

EDIPO
Tu vida entera está envuelta en una noche perpetua.
Nunca vas a poder perjudicarme.
Ni a mí ni a nadie que vea la luz.

TIRESIAS
No seré yo el llamado a darte el golpe.
Para eso tiene el dios sus recursos.

EDIPO
¿Esta invención es de Creonte o tuya?

TIRESIAS

14
Los males de Edipo están en Edipo.
No los busques en Creonte

EDIPO
Cuántos son los celos que acechan el poder, la riqueza y el saber.
Creonte, mi viejo y fiel amigo Creonte,
Apetece el mando que la ciudad me confió.
Y para desbancarme y suplantarme
Recurre a este mago maquinador, tramposo y charlatán,
Ciego hasta en su arte.
¿Cómo es que no dijiste ninguna palabra que salvara a los ciudadanos
Cuando estaba aquí la Esfinge?
Fui yo, Edipo, el que nada sabía, el que la hizo callar,
Con astucia e inteligencia.

YOCASTA
Edipo entró altivo en la ciudad con paso firme,
Luego de vencer a la Esfinge.
Las mujeres lo aclamaban,
Lo llamaban por su nombre, le gritan “rey”.
Apenas lo vi, su figura me hizo recordar a la de Layo,
Edipo, convocado por mis mensajeros, llegó al palacio.
Se presentó ante mí,
Se inclinó.
Me quedé observándolo por largos segundos.
Luego le ordené que se incorpore
Ya que no es apropiado que un rey
Esté de rodillas.
(Pausa.)
Ahora Edipo teme por su trono.

EDIPO
Y es a mí a quienes ustedes ahora pretenden destronar.
Pero a los dos les va a costar lágrimas
El celo por purificar esta tierra.
Y si no te hubieses hecho valer por un anciano,
Entenderías con azotes lo que estás tramando.

TIRESIAS
Aunque sé que hablo con el mismísimo rey.
No hay nada que me impida contestarte como a un igual
Ya que no soy siervo tuyo sino del dios.
Nada tengo que ver con los seguidores de Creonte.

15
Y aunque no seas ciego como yo,
No ves en medio de qué males estás.
La maldición que por dos lados te golpea
Un día va a arrojarte de esta tierra,
Y aunque ahora ves claramente
Pronto vas a estar rodeado de tinieblas.
Nada te impide seguir con tus injurias
Pero quiero que recuerdes mis palabras:
Vas a ser aniquilado de una manera
Que ningún mortal jamás imaginó.

EDIPO
No voy a seguir tolerando semejante desvergüenza.
Quiero que te vayas ahora mismo de aquí.
Te ordeno que abandones el palacio.
Y vuelvas por donde viniste.

TIRESIAS
Nunca hubiera venido,
Si no me hubieses llamado.

EDIPO
Es que no imaginaba que ibas a decir atrocidades.
De haberlo sabido, jamás te habría convocado a mi casa.
¡Fuera! ¡Fuera! Mientras permanezcas aquí
No vas a hacer otra cosa que estorbar y molestar.
Quizás ahora no fastidies más.

TIRESIAS
Me voy porque ya dije lo que tenía que decir.
Y no porque me dé miedo tu cólera.
Repito, el hombre que estás buscando con amenazas y proclamas,
El asesino de Layo, está aquí.
Y aunque se dice que es un extranjero,
Pronto saldrá a la luz que es tebano por su linaje.

Tiresias se va lentamente. Edipo lo observa meditabundo.

YOCASTA
Los vaticinios de Tiresias
Me hacen creer
Que el mundo se detiene para siempre.
Pero poco a poco retomo mi respiración

16
Y de pronto me siento invulnerable,
Y hasta tengo que retener mi risa.
Simplemente me digo
Que no me importan los oráculos.
Sus pronósticos
Han convertido mi vida en un camino de infelicidad
Y nunca resultaron ciertos.
Sin embargo, el presentimiento de que algo marcha mal
Se hace ahora más profundo, más vigoroso.
(Pausa.)
Creonte, con su llegada intempestiva,
Me obliga a interrumpir mis cavilaciones.

Creonte vuelve a hacerse presente.

YOCASTA
¿Qué es lo que te tiene tan enojado?

CREONTE
No me faltan razones para indignarme.

YOCASTA
¿Qué es lo que pasó sin que yo me haya enterado?

CREONTE
Sería muy raro que ignores que sucedió
Ya que el pueblo entero de Tebas lo sabe.

YOCASTA
Lo mejor es que hables.
Es irritante la idea de que el pueblo sabe
Lo que su reina desconoce.

CREONTE
No voy a necesitar preámbulos:
Edipo se cree con derecho a calumniarme.

YOCASTA
¿Qué dijo Edipo?

CREONTE
Según dicen, da por sentado que yo tengo alguna culpa
En las calamidades que flagelan la ciudad.

17
Me difamó llamándome traidor
Y ahora, gracias a sus palabras,
El pueblo entero me considera desleal.

YOCASTA
Lo que Edipo diga no debe ser juzgado con severidad.
A él a le toca encontrar una solución
Para salvar esta tierra.
El rey, en casos como éste, tiene el derecho de equivocarse

CREONTE
El daño que me provocó es muy grave
Si toda la ciudad, gracias a él, me considera traidor.

YOCASTA
Seguramente Edipo habló guiado por la ira
Y no por la reflexión.

CREONTE
No creo que haya sido solamente la ira.
Sin ninguna prueba
Dijo que el adivino Tiresias
Aceptó falsificar los oráculos
Sobornado por mí.
¿Cómo voy a presentarme ante el pueblo
Después de haber sido acusado de crimen tan terrible?

Edipo aparece en escena.

EDIPO
¿Creonte? ¿Estás acá?
¿Tu insolencia es tan grande que
No te importa que te encuentre en mi casa
Como si no hubiese descubierto tu culpa
En el crimen de Layo y tus intenciones de usurpar mi trono?
¿Tan necio o cobarde me ves?
¿O pensaste que nunca
Iba a descubrir tus intrigas?

CREONTE
Edipo, estás en un error.

EDIPO

18
¿No te das cuenta que no se puede asaltar un trono
Sin fuerza y sin el apoyo del pueblo?
Mi potencia sigue intacta
Y el pueblo todavía me sostiene.

CREONTE
Ya dijiste lo que tenías para decir.
Ahora es mi turno de hablar.
Cuando haya terminado,
Vas a poder juzgarme.

EDIPO
No te falta habilidad para exponer pretextos.
Yo, en cambio, soy muy torpe para comprenderlos.
Lo único que sé es que fuiste infame y cruel conmigo.

CREONTE
Eso mismo es lo que quiero explicarte.

YOCASTA
Creonte tiene derecho a defenderse.
Después vas a poder decidir
Si tus acusaciones tienen fundamento
O están erradas por completo.

EDIPO
No creo que sea necesario escuchar sus razones
Que él va a exponer de la mejor manera
Para parecer inocente.

CREONTE
Si imaginaste que te basta con tu obstinación
Aunque te falte la razón,
Estás en un error.

EDIPO
Y si pensaste que ibas a hacer maquinaciones
Contra un pariente sin tener que pagar
También estás en un error.

CREONTE
Quiero que me digas cuál es el daño
Que te causé.

19
EDIPO
Trataste permanentemente de persuadirme
De que era necesario llamar a Tiresias,
El venerable agorero.

CREONTE
Y todavía me parece que fue un consejo conveniente.

EDIPO
Bien. ¿Cuánto tiempo hace que Layo fue asesinado?

CREONTE
No lo sé con exactitud.
Pasaron demasiados años.

EDIPO
En aquel tiempo ¿ya ejercía Tiresias su profesión?

CREONTE
Tan sabiamente como ahora.

EDIPO
¿En ese entonces me mencionó de algún modo?

CREONTE
No que yo sepa.

EDIPO
¿No se hicieron averiguaciones a favor de Layo?

CREONTE
Sí las hicimos. Pero no descubrimos nada.

EDIPO
Entonces, ¿cómo es que ese sabio no dijo nada sobre mí
Cuando Layo fue asesinado
Y sí habla ahora?

CREONTE
No lo sé.
Sobre lo que no puedo hablar
Prefiero callar.

20
EDIPO
Pero hay una cosa
Que vas a tener que admitir.

CREONTE
¿Cuál?

EDIPO
Que Tiresias nunca me hubiese acusado
Del asesinato de Layo,
Si no hubiese una confabulación
En la que están involucrados ustedes dos
Para despojarme del poder.

YOCASTA
Edipo, esas no son palabras justas.
No son dignas de un hombre sabio

CREONTE
Estás casado con mi hermana.
Te convertiste en el rey consorte,
Con igual poder que ella.
Por lo tanto, yo estoy igualado a los dos
Como tercer soberano.

EDIPO
Eso es justamente lo que te convence
De ser amigo traidor.

CREONTE
Pensemos. ¿Acaso hay quien prefiera mandar
Entre sobresaltos, mientras puede gozar
Del mismo poder en paz y tranquilidad?
Me importa mucho más reinar
Que ser llamado rey.
Todo lo que deseo lo tengo ahora
Sin sobresaltos.
Si fuera rey,
Debería obrar muchas veces en contra de mi voluntad.
¿Por qué entonces el poder absoluto iba a ser para mí
Más atractivo que un dominio libre de inquietudes?
Ahora todos me saludan y me reciben con cariño.

21
¿Qué sentido tendría traicionarte, volverme rey
Y volver la suerte en mi contra?

EDIPO
Tus argumentos parecen razonables
Pero no me convencen.
Tus motivos secretos siguen ocultos.

CREONTE
Como prueba de lo que digo
Te desafío a que consultes los oráculos de Delfos
Y observes si acaso falté a la verdad.
Si ellos te terminan de convencer
De que Tiresias y yo conspiramos
Para destronarte
Entonces vas a darme muerte
Con el peso de dos sentencias:
La tuya y la mía.
Perder un amigo fiel tanto vale para mí
Como perder la vida.

YOCASTA
Ya ves, Edipo, que mi hermano se muestra seguro.
Tus sospechas no parecen justificadas.
Y creo que lo estás juzgando con precipitación.

EDIPO
Cuando me doy cuenta de que alguien
Arma intrigas para quedarse con mi trono
No me queda más remedio que reaccionar
De la manera más urgente y más violenta.

YOCASTA
Te suplico que reflexiones.
Si mi hermano planeara destronarte
También estaría conspirando contra mí.
Creonte jamás mostró alguna intención
De dañarme, como reina o como hermana.
Dale la oportunidad de demostrar que
Actuó movido por su buena voluntad.

EDIPO
Si espero sin moverme, los proyectos de tu hermano

22
Se van a convertir en hechos.
Y los míos en fracasos.

CREONTE
¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Desterrarme?

EDIPO
¿El destierro? No.
No quiero que escapes.
Quiero que mueras.

YOCASTA
(Al público)
Edipo se vuelve cada vez más irascible y violento.
A esta altura sólo es capaz de enfrentar las situaciones
Con recursos extremos.
Lo que más teme
Es perder el mando que ha ejercido durante años.
Y su voluntad de conservar el poder
Lo lleva a no descartar ningún procedimiento
Que pueda servir a sus fines.

EDIPO
Para que el mundo aprenda qué es la envidia.

CREONTE
¿Entonces no vas a creerme?

EDIPO
No hay ninguna razón para que te crea.

CREONTE
Quien no piensa con cordura
No encuentra razones.

EDIPO
Para tratar con traidores
No hace falta pensar con cordura.

CREONTE
¿Y si estás equivocado?
¿Qué va a pasar?

23
EDIPO
Quizás esté equivocado.
Pero hay que gobernar.

CREONTE
Gobernar, sí.
Pero sin faltar a la justicia.

EDIPO
Ante todo está la patria.

CREONTE
¿Patria? Yo también soy esta patria.

YOCASTA
¿Patria?
Pareciera que los dos hablan de patria
Sin saber lo que dicen.
La patria agoniza
Mientras ustedes gritan y pelean en su nombre,
Para embrollarse en pleitos privados.

CREONTE
¿Pleitos privados?
Edipo quiere ejecutarme.
YOCASTA
Edipo, lo mejor es que vuelvas al palacio.
Creonte, a tu casa.

CREONTE
Quiero que sepas
Que no voy a dejar pasar tan ligeramente
Los agravios que Edipo me acaba de inferir

EDIPO
No me dejaste otra salida
Desde el momento en que descubrí
Tus maquinaciones para matarme
Y ocupar mi trono.

CREONTE
No es cierto. Que termine maldito,
Que muera de la peor manera,

24
Si intenté ya no matarte,
Sino despojarte de tu poder.

YOCASTA
Te suplico Edipo que le creas a mi hermano
Por reverencia a juramento tan sagrado
Y por respeto a mí y a tus hijos.

EDIPO
Los hechos hablan por sí mismos
Y acusan a Creonte.

YOCASTA
Lo único que busco es que reflexiones
Y no condenes a mi hermano,
Que es a la vez tu amigo.
Creonte ha tratado de evitar el deshonor
Haciendo el más solemne juramento.

EDIPO
¿Qué es lo que estás buscando?
¿Mi ruina? ¿O mi destierro de este país?

YOCASTA
(A Edipo)
Me desgarra el alma ver que
Mientras la patria se consume por la peste
Mi hermano y mi esposo, el rey,
Destruyen la amistad
Que cimentaron durante largos años.
Edipo, si no te parece que Creonte dice la verdad
Sobre su inocencia
Entonces te pido que me creas a mí.
Puedo jurar, yo también, que mi hermano
Jamás concibió la idea de destronarte.
No sumemos males a nuestros males.
Que Creonte vuelva a casa.

Pausa. Edipo permanece silencioso y pensativo durante unos instantes.

EDIPO
Que se vaya,
Aun cuando mi vida se vea en peligro

25
O mi poder de rey se separe para siempre
De su trono.
Quiero que sepas que a partir de hoy
Estás en deuda de vida con Yocasta,
Ya que mi decisión tiene que ver con sus ruegos
Y no con los tuyos.
A partir de hoy siempre vas a ser execrado por mí.

CREONTE
Estás lleno de odio,
Y la pasión te vuelve insufrible.
Ojala este frenesí no se vuelva tu verdugo.

EDIPO
Ya deberías haberte ido.
No quiero escucharte más.

Creonte se va. Pausa.

EDIPO
Ya te lo dije: Creonte ha conspirado
Para matarme y ocupar mi trono.

YOCASTA
No puede ser que de verdad creas eso.

EDIPO
Tu hermano dice que soy el asesino de Layo.

YOCASTA
También eso es imposible.
¿Lo dijo él? ¿O se lo ha oído decir a otro?

EDIPO
No quiso comprometerse
Y se mantuvo en silencio calculado.
Y para no hablar él mismo
Trajo a ese agorero desvergonzado
Que dijo lo que ahora todos conocen.

YOCASTA
(Al público)
Edipo se convirtió en mi esposo,

26
Se sentó en el trono,
Gobernó la ciudad con sabiduría
Fue el padre de mis hijos,
Pero durante todos esos años
Yo jamás había hablado de Layo, el rey asesinado.
Ahora, los hechos, según se van sucediendo
Nos obligan a evocar por primera vez
Su figura y las circunstancias de su muerte.
(A Edipo)
No te desveles por lo que ese adivino dice.
Tendrías que saber que no hay mortal
Que entienda palabra de vaticinios.
Yo misma tengo la prueba:
Un oráculo le anunció a Layo
Que su destino era morir a manos de un hijo que él y yo
Íbamos a tener.
Pues bien, el niño nació y no tenía tres días
Cuando Layo decidió echarlo a través de otros
En un monte inaccesible,
Sujetos los tobillos con hierros.
El rey murió asesinado por salteadores extranjeros,
En la encrucijada de tres caminos.
Ya ves que el dios no logró
Hacer al niño asesino de su padre.
Por lo tanto, que no te preocupen ya los augurios
Cuando el dios necesita algo lo descubre, y pronto.

EDIPO
Creo que te escuché perfectamente
Pero te pido por favor repitas tus palabras.

YOCASTA
¿Cuáles de todas?

EDIPO
¿Dijiste que Layo murió
Junto a la triple encrucijada?

YOCASTA
Esa fue la versión que tuvimos.
Y es la que tenemos todavía.
Layo murió asesinado allí en la tierra de Fócida,
En el lugar donde terminan los caminos de Delfos y de Daulia.

27
EDIPO
¿Cuándo sucedió esto?

YOCASTA
Fue precisamente un poco antes que te conviertas en rey.

EDIPO
¿Qué figura tenía Layo? ¿De qué edad más o menos?

YOCASTA
Era alto.
Ya le empezaba a blanquear la nieve en la cabeza.
Su fisonomía no era diferente de la tuya.

EDIPO
Todo esto es horroroso. Sospecho que,
Sin pensarlo, estuve echándome maldiciones a mí mismo.

YOCASTA
¿Qué estás diciendo?
En tu rostro se refleja
El terror que me invade.

EDIPO
Me pregunto si después de todo
El adivino no estaba en lo cierto.
Una pregunta más:
¿El rey iba solo o llevaba mucha escolta,
Como corresponde a un soberano?

YOCASTA
En total eran cinco.
Un solo carro, en el que iba Layo.

EDIPO
¿Quién fue, mujer,
El que trajo hasta el palacio estas noticias?

YOCASTA
Un criado, el único que sobrevivió y llegó a casa.

EDIPO
¿Todavía vive en el palacio?

28
YOCASTA
No. Apenas vio que eras rey de Tebas
Me suplicó que lo enviase al campo
Para pastorear los rebaños.
Y así estar lo más lejos posible de la ciudad.

EDIPO
¿No podría volver acá ahora, enseguida?

YOCASTA
¿Para qué tiene que venir?
Quien nunca ha matado no tiene nada que temer.

EDIPO
Te suplico lo hagas venir ya mismo.

YOCASTA
Merezco saber lo que te causa tanto pesar.
¿Alguna vez mataste?

EDIPO
Sí.

YOCASTA
¿Cuándo? ¿Cómo fue que llegaste a matar?

EDIPO
Llegado a este punto mis de pesares,
No te voy a ocultar nada.
Mi padre es Pólibo, el Corintio.
Y mi madre Mérope, la doria.
Yo era considerado el más feliz de todos los ciudadanos.
Pero un día, en un banquete, un hombre ebrio
Me dijo que yo era solamente hijo adoptivo de mis padres.
Cuando al día siguiente fui junto a mi madre y mi padre
Y les pregunté, ellos se mostraron muy contrariados
Por las palabras de aquel borracho.
Aunque me alegré por su reacción,
Sin que mis padres lo supieran,
Me dirigí a Delfos y consulté el oráculo,
Que si bien no se dignó contestarme,
Me vaticinó pavorosos y tristísimos sucesos:

29
Que estaba destinado a unirme con mi madre
Para traer al mundo una descendencia insoportable de ver para los mortales
Y que sería el asesino del padre que me había engendrado.
Después de oír esto me decidí a huir
Adonde jamás pudiese ver cumplidos semejantes augurios.
En mi camino me encontré en la encrucijada de los tres caminos
Que ya mencionaste.
Allí fui atacado por un heraldo,
Por un hombre montado en una carroza tirada por potros
Y otros que lo acompañaban.
Ellos insistían en que me corriera del camino
Y yo me negaba.
Me defendí de sus ataques,
Me enfrenté con todos y a todos los maté.

YOCASTA
Mataste. Mataste a cinco hombres
En la triple encrucijada
Y saliste ileso.
Es una coincidencia horrorosa.
(Al público)
Yo sentí en ese instante que
Me faltaba la tierra entera
Se disolvía bajo mis pies.
Sin embargo, traté de no alarmarme,
Ya que todavía faltaba la voz del testigo.

EDIPO
La única esperanza que me queda.
Es aguardar al pastor.

YOCASTA
¿Cuál es la ventaja de que él venga?

EDIPO
Puede haber una diferencia
Entre su testimonio y el mío.
Él dice que Layo fue atacado por varios hombres.
En cambio, yo sé que maté sin compañía de otros.

YOCASTA
No tengas dudas de que eso fue lo que contó.
Difícilmente lo podrá desmentir ya que

30
Toda la ciudad lo escuchó y no yo sola.
Y aun cuando los dos testimonios coincidieran,
El tuyo y el del pastor,
Aunque hubieses sido el que mató al rey,
El oráculo que decía que Layo iba a morir
A manos de un hijo mío
Ya ha resultado falso.
Mi pobre hijo no encontró tiempo
Para tal crimen, ya que murió antes.
No hay que guiarse por vaticinios.

EDIPO
Pero aunque yo no sea tu hijo, y el de Layo.
Si mi testimonio y el del pastor coinciden,
Yo sería sin dudas el asesino que Tebas busca,
El rey que se ha maldecido a sí mismo.
Voy a tener que exiliarme,
Voy a perder mi poder.

YOCASTA
Nadie podría acusarte de matar a Layo
Ya que lo hiciste sin conocer su condición de rey.
El pueblo entero te venera como su salvador
Y no va a condenarte por un accidente.
Aunque se sepa toda la verdad,
Nadie va a moverte de tu trono.
Lo mejor va ser llegar hasta este punto
Y aceptar los hechos tal como se dieron.

EDIPO
Para conservar mi poder,
Tengo que conocer toda la verdad.

YOCASTA
No creo que eso sea cierto.
Quizás por intentar conocer la verdad,
Pierdas el poder.
Y probablemente para conservar el poder
Tengas que ignorar la verdad.

YOCASTA
(Al público)
No es el destino,

31
No es la fatalidad
Lo que nos arruina.
Es la pasión de Edipo,
Su delirio por el poder,
Lo que lo termina consumiendo,
A él, a mí, al palacio,
Como una hoguera que se desborda.
Es esa pasión de Edipo
La que lo perturba de tal manera
Que ya no puede escucharme.

EDIPO
Si no soy capaz de conocer
Lo que realmente sucedió
Difícilmente me obedezca
El pueblo que me convirtió en rey.
Te suplico que vuelvas a llamar al criado.

YOCASTA
(Al público)
Edipo ha extraviado el curso recto
De sus pensamientos.
La peste que arrasa la ciudad,
Los vaticinios de Tiresias,
La disputa con Creonte,
Los rastros de un pasado
Que retorna amenazante.
Le impiden discernir con cordura.
Edipo se parece cada vez más
A un animal herido y acorralado.
Mis palabras no producen ningún efecto
Ni en su pensamiento ni en su voluntad.
Por eso me dirijo con ofrendas al altar del dios,
Para que me brinde un desenlace
Libre de toda impureza.
Cuando vuelvo al palacio
Me informan de que un mensajero
Pretende hablar con Edipo.
Y entonces salgo a su encuentro.

Entra el mensajero.

YOCASTA

32
¿Qué es lo que estás buscando, extranjero?

MENSAJERO
Llegué hasta aquí buscando el palacio del rey Edipo.
Pero hasta ahora no lo pude encontrar.
Tampoco pude ver al rey en persona,
Y necesito transmitirle con urgencia un mensaje.

YOCASTA
Este es el palacio del rey.
Y él está ahora adentro.
¿Qué es lo que dice tu mensaje?

MENSAJERO
Eso no lo puedo decir
Si no sé quién me habla
Y a quién respondo.

YOCASTA
Esta señora es su esposa-madre... de sus hijos.

MENSAJERO
¿Yocasta? ¿La esposa de Edipo?
¿Estoy hablando con la reina en persona?

YOCASTA
Así es.

MENSAJERO
Pues bendita sea ella y benditos todos los que la rodean.

YOCASTA
Que la felicidad te acompañe siempre, extranjero,
Por estas palabras tan gentiles.
¿Cuáles son esas noticias que vas a comunicar al rey?

MENSAJERO
Buenas nuevas para tu casa y para tu esposo, señora.

YOCASTA
¿De dónde has venido?
Tu apariencia delata un largo recorrido.

33
MENSAJERO
De Corinto.
Y la noticia que te voy a dar, te va a alegrar.
Aunque quizás te duela un poco.

YOCASTA
¿Cuál es?

MENSAJERO
El pueblo de Corinto va a proclamar rey a Edipo.
Ya que Pólibo ha muerto.

YOCASTA
¿Es cierto? ¿Ha muerto el padre de Edipo?

MENSAJERO
Que aquí me muera yo, si no digo la verdad.

YOCASTA
Una vez más los oráculos fallaron.
La chance de que Edipo mate a su padre
Ha sido suprimida para siempre.

Entra Edipo.

EDIPO
¿Qué es lo que sucede ahora?
¿Quién este hombre?

YOCASTA
Es un mensajero que viene de Corinto.
Sólo te pido que lo escuches
Y veas en qué se convirtieron
Los oráculos del dios:
Pólibo, tu padre, está muerto.

EDIPO
¿Cómo?
Mensajero, quiero que me lo anuncies
Con tus propias palabras.

MENSAJERO
Si es preciso que te lo declare yo mismo,

34
No lo dudes, Pólibo acaba de morir.

EDIPO
¿De qué manera?
¿A traición?
¿Por enfermedad?

MENSAJERO
Por la enfermedad, sí.
Y los muchos años que llevaba encima.

EDIPO
Bien, bien.
Mi padre ha muerto y bajo tierra,
Y yo aquí sin tocar un arma.
Pólibo está en el Hades
Y se ha llevado consigo todos los oráculos,
Probando la nada que son.

YOCASTA
¿No te lo decía yo hace ya tiempo?

EDIPO
Me lo decías, sí.
Pero yo no podía dominar mi temor.

YOCASTA
Pero a partir de ahora no deberías ya angustiarte.

EDIPO
¿Lo del lecho de la madre no es para afligirse?

YOCASTA
No te sirve de nada.
El recorrido del hombre es guiado por el azar
Y no puede tener previsión cierta de nada.
El que más se burla de augurios y vaticinios
Es quien mejor se pasa la vida.

EDIPO
Bien quisiera tener ánimo para burlarme de los presagios.
Pero no puedo todavía ya que mi madre vive.
Y tengo razones para temer.

35
MENSAJERO
¿Cuál es esa mujer que tan alarmados los tiene?

EDIPO
Mérope, la señora de Pólibo.

MENSAJERO
¿Y qué motivo los tiene tan inquietos?

EDIPO
Un oráculo terrible, que los dioses pronunciaron.

MENSAJERO
¿Y se puede saber, o existe absoluto secreto?

EDIPO
Claro que se puede saber:
El dios anunció que yo iba a unirme con mi madre
Y también iba a infamar mis manos
Con la sangre de mi padre.
Por esta razón me mantuve alejado de Corinto
Durante tanto tiempo.

MENSAJERO
¿Y por esta razón te mantuviste expatriado?

EDIPO
Sí, para no llegar a ser el asesino de mi padre.

MENSAJERO
Lamento no haberte quitado antes esa inquietud.
Ya que con tan buenas intenciones he venido hasta acá.

EDIPO
Si lograras semejante cosa, tendrías un premio digno.

MENSAJERO
Precisamente fue eso lo que me motivó a venir:
La esperanza de acompañarte de vuelta a Corinto
Y prosperar a tu lado.

EDIPO

36
Jamás voy a volver junto a mis padres.

MENSAJERO
¿Acaso el temor de contaminarte con tus padres
Te impide volver?

EDIPO
Eso mismo, me tiene en zozobra perpetua.

MENSAJERO
Entonces deberías saber que nunca tuviste motivo de desazón.

EDIPO
¿Por qué no?

MENSAJERO
Porque Pólibo no es tu padre.
Jamás tuvo él algo que ver con tu linaje.

EDIPO
¿No es él el hombre que me engendró?

MENSAJERO
No.

EDIPO
¿Y por qué me llamó siempre hijo?

MENSAJERO
Porque fuiste, rey, un regalo qué él recibió.
De mis manos.
El verse sin hijos le enseñó amarte como a su propio hijo.

EDIPO
¿Y cómo fue que me encontraste?

MENSAJERO
Te encontré en los valles del Citerón,
Donde pastoreaba mis rebaños.
Tus tobillos estaban atravesados por hierros
Que yo mismo solté, con mis propias manos.

EDIPO

37
Desde la cuna me vienen esas cicatrices vergonzosas.

MENSAJERO
Y por esas cicatrices te dieron tu nombre.
Edipo, de pies hinchados.

EDIPO
¿Quién me hizo semejante cosa?
¿Mi padre o mi madre?

MENSAJERO
No lo sé con certeza
Esto lo sabe mejor el que te dejó en mis brazos.
Sin embargo, creo que fue tu padre.

EDIPO
¿Pero cómo? ¿No fuiste quien me encontró?

MENSAJERO
No. Otro pastor decidió
Que estarías mejor conmigo.

EDIPO
¿Qué pastor? ¿Podrías darme su nombre?

MENSAJERO
Era conocido como uno de los pastores de Layo,
El antiguo rey.

EDIPO
¿Ese pastor todavía vive?

MENSAJERO
Los habitantes de Tebas podrían saberlo mejor que yo.

EDIPO
Yocasta, ¿alguna vez lo viste?
¿Aquí en la ciudad?
¿O tal vez en el campo?

YOCASTA
¿A quién pueden importarle
Las palabras de un viejo pastor

38
Que quizá ni conserve su memoria?
¿Por qué deberíamos creer las cosas
Que diga un anciano?

EDIPO
¿Este anciano es el mismo del que habla este mensajero?

YOCASTA
¿Qué importa quién es?
No sigas preocupándote por lo que se dijo.
Todo es en vano.

EDIPO
Si llegué hasta este punto ya nada va a detenerme
Es el momento de descubrir la verdad de una vez por todas.
Quiero saber toda la verdad sobre mi nacimiento.

YOCASTA
A menos que estés buscando tu propia perdición,
Te suplico que no des un paso más.
Me basta con lo que sufrí.

EDIPO
Aunque yo resulte siervo,
Hijo de sierva nacida de sierva,
En nada tiene que afectarte.

YOCASTA
Aun así te suplico que no lo hagas.
Puedo jurarte que mi consejo es el mejor.

EDIPO
Son justamente esos consejos los que me están molestando.

YOCASTA
Deseo con todo mi corazón que nunca descubras la verdad.

EDIPO
Ahora me doy cuenta que te avergüenza mi origen plebeyo
Y estás haciendo todo lo posible
Para que no sepa cuál es mi ascendencia.
Mejor es que te vayas ya mismo
Y ordenes venir al pastor.

39
Voy a descubrir la naturaleza de mi linaje por malo que sea
Y no voy a ignorar mi cuna.

YOCASTA
(Al público)
El presentimiento que me había asaltado
Apenas se declaró la peste en Tebas
Comenzaba ahora a tomar una forma definida:
La forma de un cruzamiento
De cuerpos entre madre e hijo,
La forma del incesto.
Edipo, obstinado en llegar hasta el fondo de la verdad,
Calculaba cómo conservar el poder.
Aunque llegados a esta altura ya no era capaz
De negarme que el rey era a un tiempo
Mi hijo, mi marido,
Edipo, en cambio, no alcanzaba a ver
Lo que sobrevenía.
Todo se definió con la llegada del pastor
Que durante tanto tiempo había logrado mantenerse oculto.

Entra el anciano pastor.

EDIPO
¿Y este hombre?
¿Cómo llegó hasta aquí?
¿Acaso es la persona a quien ordené que trajeran al palacio?
Aunque nunca me crucé con él antes,
Algo me dice que es él.
(Al pastor)
¿Quién te dejó llegar hasta aquí?

PASTOR
La gente que fue a buscarme me indicó el camino.
Me ordenaron que me presente en el palacio.
Acá estoy.

EDIPO
¿Cuál es tu ocupación?

PASTOR

40
Pastor.

EDIPO
(Al mensajero)
¿Este es el hombre del que me hablaste?

MENSAJERO
Es el mismo.
Aunque pasaron tantos años,
Puedo reconocerlo,
Ya que su figura no ha cambiado.

EDIPO
¿Estás seguro?

MENSAJERO
Completamente seguro.

EDIPO
¿Este es el hombre que te dio el niño?

MENSAJERO
El mismo.

EDIPO
(Al pastor)
Ahora, viejo, me vas a prestar atención.
Quiero que mantengas tu mirada fija en mí.
Voy a hacerte preguntas
Y vas a contestar,
Sin apresurarte,
Pensando bien antes de cada respuesta.
Antes que nada:
¿Perteneciste, en otro tiempo, a la servidumbre de Layo?

PASTOR
Sí. Siervo de Layo, y no comprado,
Sino nacido en casa.

EDIPO
¿Qué tipo de trabajo cumplías?

PASTOR

41
La mayor parte de mi vida conduje rebaños.

EDIPO
¿En qué parajes?

PASTOR
Unas veces en el valle del Citerón,
Otras en lugares vecinos.

EDIPO
¿Podrías recordar si alguna vez viste por allí a este hombre?

PASTOR
¿Hombre? ¿Cuál es el hombre?

EDIPO
Este que está aquí presente.
¿Te viste con él alguna vez?

PASTOR
No, que yo sepa. No recuerdo haberlo visto antes.

MENSAJERO
No tiene nada de extraño, señor.
Ya que pasó demasiado tiempo.
Pero creo que puedo refrescar su memoria,
Porque estoy seguro que se acuerda cómo,
Él con dos rebaños y yo con uno,
Anduvimos juntos en tres ocasiones
En el monte Citerón,
Durante seis meses cada vez.
Desde la primavera al otoño.
Cuando llegaba el invierno,
Yo me retiraba
Y él volvía a los apriscos de Layo.
¿Es o no es así como yo digo?

PASTOR
Puede ser que digas la verdad.
Pero han pasado largos años.

MENSAJERO

42
¿Podrías recordar cómo me diste un niño
Para que yo lo criase para mí?

PASTOR
¿A qué viene esto ahora?
¿Por qué esta pregunta?

MENSAJERO
Este señor es el que entonces era un niño.

PASTOR
Maldito seas.
¿No te vas a callar?

EDIPO
No lo reprendas, viejo.
Son tus palabras las que merecen castigo.
No las de él.

PASTOR
¿Qué falta cometí yo, señor?

EDIPO
No das respuesta a las preguntas sobre el niño.

PASTOR
Es que habla y no sabe nada.

EDIPO
Si tu intención es no hablar por las buenas,
Vas a tener que hablar por las malas.

PASTOR
No, te lo suplico.
No maltrates a un anciano como yo.

EDIPO
Venga acá alguno, para atarle las manos a la espalda.

PASTOR
Señor, por favor no me castigues.
¿Qué es lo que tengo que decir?

43
EDIPO
¿Le diste el niño a este hombre?

PASTOR
Sí se lo di,
Ojalá me hubiese muerto aquel día.

EDIPO
Vas a morir ahora,
Si tus palabras no son claras.

PASTOR
Voy a morir si hablo claro.

EDIPO
Por lo visto, este hombre sigue con evasivas.

PASTOR
No, yo no, ya dije que se lo entregué.

EDIPO
¿De dónde lo habías tomado?
¿Era propio o de algún otro?

PASTOR
Mío no era. Alguien me lo dio.

EDIPO
¿Quién te lo dio?
¿De qué casa era?

PASTOR
Te suplico, no me preguntes más, señor.

EDIPO
Si tengo que repetir la pregunta,
Date por muerto.

PASTOR
Bueno, era un niño de la casa de Layo.

EDIPO
¿Siervo? ¿O hijo legítimo de la familia?

44
PASTOR
Por Dios, llegué al borde de la verdad terrible de decir.

EDIPO
Pero hay que decirla. Y yo tengo que oírla.

PASTOR
Lo llamaban el hijo de Layo. Tu mujer, Yocasta,
Va a saber explicarte todo claramente.

EDIPO
¿Ella fue quien te lo entregó?

PASTOR
No señor, fue el propio Layo.
Yocasta, desesperada, hizo todo lo posible
Para que el rey no me lo entregue.
Yocasta suplicaba delante de mí.
Gritaba que no le interesaban las profecías
Y sólo quería al niño.
Pero a Layo no le importaron los ruegos de la reina
Y lo puso entre mis brazos.

EDIPO
¿Para qué te lo dio?

PASTOR
Para que lo matara.

EDIPO
¿Su propio hijo?

PASTOR
Sí, por miedo a unos funestos oráculos
Que anunciaban que daría muerte a sus padres.
Yo, por pura compasión, lo entregué a este anciano.
Tenía la esperanza de que lo llevaría a tierras lejanas,
De dónde él provenía,
Este hombre lo salvó, en mala hora.
Si de verdad fuiste ese niño,
Tengo que decir que una estrella funesta
Guió tu destino.

45
YOCASTA
(Al público)
No necesito de las palabras del pastor
Para confirmar lo que he sabido mucho antes.
Pero cuando escucho los gritos de Edipo,
Sé que la amenaza de la verdad
Que pende sobre nosotros
Se acaba de cumplir.

EDIPO
Todo se cumple con certeza.
La verdad quedó desnuda:
Nací de quien no debí haber nacido,
Me casé con quien no debía,
Y maté a quienes no tenía que matar.
Luz del día, que te vea ahora por última vez.

YOCASTA
(Al público)
Entro desesperada en la cámara nupcial.
Una fuerza ingobernable me lleva
A arrancarme los cabellos con ambas manos.
Cierro por dentro los cerrojos de las puertas,
Extraviada en mis propias palabras,
Llamo a los gritos a Layo, el antiguo rey,
Le hablo a un Layo que mi imaginación ha creado,
Le hago reproches, recriminaciones
Como si lo tuviera presente ante mí.
Observo el tálamo nupcial
Y me invade una ola nauseabunda
Desde el fondo de mi estómago.
Mi cuerpo se dobla en arcadas sucesivas.
En ese mismo lecho,
Engendré una doble descendencia:
Un esposo de un esposo
Y unos hijos de otro hijo.
Para terminar con las náuseas
Tomo una de las sábanas,
Armo un lazo tan rápido como puedo.
Y la paso muchas veces por una de las vigas
Que sostienen el techo.
Compruebo que la sábana va a resistir,

46
Subo al tálamo nupcial,
Paso mi cuello a través del lazo
Y me arrojo al aire.
Un golpe seco
Y mi cuerpo bamboleándose,
Ya sin vida.
(Pausa.)
Es así como me encuentra Edipo, mi hijo.
Es él quien, con tremendos alaridos
Afloja el nudo corredizo,
Toma mi cuerpo
Y lo deposita en el suelo.
(Pausa)
Solloza sobre mi cuerpo exánime,
Arranca los broches dorados
Con los que adornaba mi vestido,
Los alza a la altura de su mirada
Y los convierte en los últimos objetos
Que verá en su vida:
Inmediatamente después
Se perfora repetidas veces las pupilas
Con esos mismos broches,
Gritando
Que esos ojos ya no lo verán a él,
Ni los males que ha padecido,
Ni los horrores que ha cometido.
El lecho nupcial y la cámara entera
Se tiñen con la lluvia negra
Y granizada de la sangre que mana
De sus ojos.
Luego, los párpados desgarrados,
Pide a gritos que lo saquen del palacio
Y lo lleven fuera de la patria.
(Pausa.)

Edipo aparece ciego y ensangrentado.

EDIPO
Espíritu maligno, Destino monstruoso
¿Hasta dónde me has empujado?
¿A qué rincón del mundo voy a huir?
Imploro por lo más sagrado
Que me saquen cuanto antes de aquí,

47
Que me expulsen de la ciudad
De una vez y para siempre.
Maldito sea el que en la floresta
Me arrancó los grillos de los pies
Y me libró de la muerte.
Si entonces me hubiese dejado morir
Hoy no sería el tormento
De quienes me rodean y de mí mismo.
Ahora soy el dejado de los dioses,
El miserable que dio a otros el ser
Allí donde él lo recibió.
Al menos, ciego como estoy,
Al bajar a los infiernos
No voy a enfrentar
La mirada de mi padre y mi madre.
Y mientras se demore esa hora,
No tendré que soportar la vista de mis hijos
Ni la de la ciudad, con sus torreones y estatuas sagradas.
Y tampoco voy a encontrar a los ciudadanos,
A quienes ordené echar de sus casas al impuro.
Si pudiera destruir también mis oídos,
También lo haría,
Para no tener que percibir ya ni voces ni luces.
Imploro por lo más sagrado
Que me lleven fuera de la ciudad,
Me den muerte,
O me tiren al fondo del mar,
Donde ya no puedan verme más.

YOCASTA
Iba a ser precisamente Creonte,
A quien Edipo había humillado injustamente
Quien se iba a encargar de atender sus anhelos.

Creonte vuelve a hacerse presente.

CREONTE
No vengo, Edipo, a insultarte en tu desgracia.
Tampoco vengo a echarte en cara
Ninguno de los ultrajes que sufrí.
Estoy aquí para llevarte sin demora al palacio
Para que los males de la familia
No se vean ni se oigan más que en el seno de la familia.

48
EDIPO
Te suplico, Creonte
Me eches de Tebas
A una tierra donde no haya mortal
Que pueda hablarme.

CREONTE
No dudes de que ya lo hubiese hecho
Si no hubiera decidido preguntar primero al dios
Lo que conviene hacer.

EDIPO
El dios ya se manifestó:
Acabar con el parricida,
Con el infecto,
Conmigo.

CREONTE
Es verdad.
Pero, con todo, lo mejor es preguntar
Lo que hay que hacer.
De esa manera no vas a dudar
Cuál es la respuesta del dios.

EDIPO
Te imploro también, Creonte,
Que acojas mi última voluntad.

CREONTE
¿Cuál es?

EDIPO
En cuanto a tu hermana, Yocasta,
Que yace en el palacio,
Te ruego le des la sepultura
Que tu amor te inspire.

CREONTE
Yo mismo voy a encargarme
De que tenga una sepultura acorde a su majestad.

EDIPO

49
En cuanto a mis hijas, te suplico que las cuides con amor.
Ya que puedo adivinar la triste vida
Que le depararán los hombres:
No podrán acudir a ninguna reunión de ciudadanos
Tampoco a ninguna fiesta.
Cuando estén en edad de unirse en matrimonio
Ningún hombre pedirá la mano de ellas.
Y así, huérfanas y abandonadas,
Arrastrarán su vida.
Te ruego que tengas piedad de mis hijas
Y no permitas que vaguen mendigas
Y sin marido por el mundo.

CREONTE
Veré lo que pueda hacer
Por Antígona e Ismene.

EDIPO
En cuanto a mí, que nunca más se vea esta patria
Condenada a tenerme vivo dentro de sus muros.
Quiero que me dejes vivir en los montes,
Donde está el Citerón, sepulcro propio mío,
Señalado en vida por mi padre.
Sé muy bien que ni las enfermedades,
Ni ningún otro mal van a acabar conmigo,
Ya que si estoy vivo después de tanta desgracia
Es para servir de ejemplo.
(Pausa.)

CREONTE
Ya basta de lástimas, Edipo.
Es hora de entrar en el palacio.
Voy a obedecerte, te lo prometo.
Pero ya no quieras mandar en todo,
Ya que ni aquello que mandabas
Te ha obedecido de por vida.
Al palacio.

Edipo vuelve a su lugar en la escena, Creonte también. Todos se mantienen en


penumbras, excepto Yocasta, que vuelve al cono de luz del inicio.

YOCASTA
De esta manera, Creonte, mi hermano,

50
Se encarga de cumplir
Los últimos deseos de Edipo.
Y, tercer soberano en la sucesión,
Sin planearlo, sin esperarlo,
Se convierte en el nuevo rey de Tebas.

Yocasta permanece, como al principio, de pie frente al público durante largos


segundos. Su presencia sólo se va desvaneciendo lentamente a medida que la luz se
extingue.

51
Héctor Rubén Levy-Daniel nació en Buenos Aires. Es dramaturgo, director,
docente, investigador, guionista. Licenciado en Filosofía con una tesis sobre
Nietzsche, dio sus primeros pasos en dramaturgia en el Taller de Ricardo Halac y
se formó como director junto a Laura Yusem, con quien estudió siete años.
También estudió cine con Rodolfo Hermida y guión cinematográfico con Ricardo
Piglia, bajo cuya supervisión escribió el guión para largometraje "Lo que esconde el
Kaiser". En setiembre de 1994 estrenó como autor y director su obra "Rommer, los
últimos crímenes" en el teatro Arte Belgrano de la Capital Federal.

En 1996 escribió la obra "Memorias de Praga", ganadora del Premio FAIGA


(galardón otorgado en la XXIII Feria Internacional del Libro de Buenos Aires; la
obra fue publicada en el libro Obras de Teatro Breve por la Federación Argentina
de la Industria Gráfica y la Fundación El Libro.) En 1997, estrenó esta obra en el
Centro Cultural General San Martín bajo su dirección, con el auspicio de la
Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y un subsidio del
Fondo Nacional de las Artes.

En marzo de 1998 estrenó "Instrucciones para el manejo de las marionetas" bajo la


dirección de Clara Pando en el Teatro IFT de Buenos Aires. Esta obra fue
seleccionada para participar del Festival de Teodelina, Santa Fe, en agosto de 1998
y la Fiesta del Teatro Independiente de Tucumán, en noviembre de 1998. Por su
parte, "Memorias de Praga" fue invitada a formar parte del Primer Congreso de
Comunicación organizado por la UTPBA en septiembre de 1998 y puesta en
escena numerosas veces en el interior del país. En 1999 estrenó como director su
obra "La noche del impostor" en el teatro IFT y su obra "La postergación" fue
seleccionada por concurso para participar del Ciclo de Teatro Leído organizado
por Argentores.

En 2000 escribió "Serena danza del olvido", ganadora de una Mención de Honor
en el Concurso Internacional TRAMOYA 2000 de la Universidad Veracruzana,
México. (Esta obra fue editada en el número 65 de la Revista Tramoya de la
Universidad Veracruzana y Rutgers University-Camden.) En setiembre del mismo
año estrenó su obra "Despedidas" en el Teatro IFT bajo la dirección de Ana
Fouroulis en el marco del ciclo 9 (Nueve) - evento ideado e impulsado por él.
"Despedidas" fue publicada en el libro 9 (nueve) por Editorial Nueva Generación
en Agosto 2001 y traducida al francés por Patrice Pavis e Isabel Martin.

En abril de 2001 estrenó, bajo la dirección de Marcelo Mangone, su obra "El


archivista" en el marco del ciclo Teatro por la Identidad (promovido por las
Abuelas de Plaza de Mayo). Esta pieza fue publicada en el libro Teatro por la
Identidad, publicado por Eudeba en 2001. En este mismo año recibió la Beca
Nacional de perfeccionamiento del Instituto Nacional de Teatro y la Beca

52
Nacional del Fondo Nacional de las Artes para la Producción Creativa. Con tales
apoyos concluyó respectivamente las piezas "Poker" (bajo supervisión de
Mauricio Kartun) y "Los insensatos" ganadora de una Mención de Honor en el
Concurso Internacional Casa de Teatro, de República Dominicana. En setiembre
del 2001 volvió a coordinar el ciclo 9 (Nueve) en el teatro IFT, en cuyo marco
realizó la puesta en escena de "La durmiente" de Ariel Barchilón.

En 2002 reestrenó su puesta de "Memorias de Praga" con el auspicio de la


Fundación Memoria del Holocausto, y estrenó bajo su dirección su obra "Trama
de la mosca y la araña" en el marco del ciclo 9 (Nueve) en el teatro IFT. Asimismo
estrenó como director en el teatro El Doble su obra "Los insensatos", con un
subsidio de Proteatro y otro del Fondo Nacional de las Artes. En 2003 estrenó "La
postergación" bajo la dirección de Jorge Hacker en el Teatro El Camarín de las
Musas de Buenos Aires.

En 2004 coordinó junto a Adriana Tursi la cuarta edición del ciclo 9 (Nueve) en el
Teatro Nacional Cervantes, en cuyo marco estrenó su obra "Carroña", bajo la
dirección de Elvira Onetto, y realizó la puesta en escena de "Piedras Preciosas" de
Susana Gutiérrez Posse. En este mismo año su guión "Lo que esconde el Kaiser"
obtuvo la Mención de Honor Premio Fondo Nacional de las Artes 2003 de Guión
Cinematográfico. En junio, su obra "El archivista" fue estrenada en Madrid, en el
marco de Teatro por la Identidad en España. A fines de agosto puso en escena su
obra "Destiempos" (editada en el libro "Exilios" publicado por Biblos) en el Teatro
del Pueblo, en el marco del ciclo "Exilios". Y en el mismo teatro estrenó en
diciembre su puesta en escena de "Serena danza del olvido", con subsidios del
Fondo Nacional de las Artes, de Proteatro y del Instituto Nacional del Teatro.
También en este año participó como guionista en el programa de TV "De la cama
al living" con su libro "Revelación en blanco" emitido por Canal 7.

En abril de 2005 fue invitado al VI Congreso/Festival Latin American Theatre


Today que se realizó del 6 al 9 de ese mes en la Universidad de Connecticut,
Estados Unidos. En agosto de 2005 ganó el Primer Premio en el Concurso de
Dramaturgia Historia bajo las baldosas, organizado por el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires por su obra "Resplandor" y en setiembre del mismo año ganó el
Premio Argentores a la mejor obra de teatro del año 2004 por "Serena danza del
olvido" (Jurado: Griselda Gambaro, Villanueva Cosse, Olga Cosentino). Tanto en
este año como en 2006 participó como guionista del programa Un cortado, emitido
por Canal 7.

En octubre de 2006 estrenó en el teatro Patio de Actores, en codirección con Clara


Pando su pieza "Melodía para seis sombras", con subsidios de Proteatro, del
Instituto Nacional del Teatro y del Fondo Nacional de las Artes. En 2007 ganó el
Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes por su obra Poker y una Mención

53
de Honor en el Concurso Internacional Casa de Teatro, de República
Dominicana. Asimismo recibió la Beca Nacional de Producción Grupal del Fondo
Nacional de las Artes para la escritura de La inquietud de la señora Goebbels.

En marzo de 2008 estrenó en el Teatro Patio de Actores el espectáculo Las mujeres


de los nazis. Trilogía, conformado por las obras La inquietud de la señora
Goebbels (dirigida por el autor), La convicción de Irma Grese (con puesta en
escena de Clara Pando) y El dilema de Geli Raubal (que dirigió Laura Yusem). En
ese mismo fue invitado al VII Congreso/Festival Latin American Theatre Today
que se realizó del 26 al 29 de marzo en la Universidad de Virginia Tech,
Blacksburg, Virginia, Estados Unidos.

En marzo de 2009 reestrenó su trilogía de Las mujeres de los nazis. En abril su obra
El archivista fue publicada por Editorial Colihue como integrante de una antología
de las obras de Teatro por la Identidad. En el mes de mayo su obra "Resplandor"
fue estrenada en el Centro Cultural Ricardo Rojas bajo la dirección de Anahí
Martella. Y en junio recibió el Premio Florencio Sánchez como mejor autor del
año 2008 por su trilogía de Las mujeres de los nazis.

Gran parte de su obra ha constituido el objeto de numerosos estudios en América


Latina y Estados Unidos. Entre ellos cabe destacar la tesis de doctorado Teatro
Político en América Latina, un estudio sobre polìtica, estéticas y metáforas en la
dramaturgia de Héctor Levy-Daniel del investigador y teórico venezolano Carlos
Dimeo, quien además, entre muchos otros artículos sobre el autor, ha publicado
"Héctor Levy-Daniel: poéticas de lo político y otras metáforas" en el libro
publicado por el Instituto Arendt: "Búsquedas de sentido para una nueva
política" editado por Paidós.

Durante todos estos años se ha desempeñado como docente titular de la materia


Comunicación en la Universidad Maimónides (años 2000-2002) y actualmente de
actuación y dramaturgia en el Centro Cultural San Martín y con grupos
particulares. Como investigador forma parte del Centro de Investigación en
Historia y Teoría Teatral (CIHTT) dirigido por Jorge Dubatti y ha publicado, entre
otros, los artículos "Teoría del teatro épico: elementos para pensar una poética"
(Revista Rabdomantes números 3 y 4); "Pinter. Una dramaturgia de la amenaza"
(en el libro Estudios críticos sobre Harold Pinter, editado por Nueva Generación);
"Política y teatro. Elementos para pensar sus relaciones" (en revista Palos y
Piedras, de Buenos Aires y Conjunto Nº ### de La Habana, Cuba); "Sartre.
Algunas claves de su teoría del teatro (editado por Revista Digital Dramateatro de
Venezuela); Beckett. Estrategias textuales: de las novelas al teatro" (actualmente
en prensa); La poética de Chejov. Algunas estrategias textuales (editado por
Revista Digital Dramateatro de Venezuela), Teatro-Ficción-Metáfora (editado por
Revista Digital Dramateatro de Venezuela), La técnica del actor épico (en el libro

54
Historia del actor, compilado por Jorge Dubatti, editado por Colihue), Edward
Gordon Craig. La Supermarioneta contra el actor (en el libro Historia del actor II
compilado por Jorge Dubatti, editado por Colihue), Teatro. Sentido y política
(editado por las revistas Afuera y Palos y piedras, ambas en soporte virtual),
Marlon Brando. Conceptos sobre la actuación (en el libro El teatro y el actor a
través de los siglos, compilado por Jorge Dubatti, editado por Colihue).

En mayo de 2010 estrenó, en codirección con Clara Pizarro, las siete obras breves
que conforman el espectáculo Dinero. Heptalogía en el teatro Patio de Actores. En
junio viajó Polonia para participar del l Congreso de teatro escrito en español
"Tan cerca, tan lejos" que tuvo lugar en la Universidad de Lodz, Polonia y al que
fue invitado de honor en calidad de dramaturgo para considerar la problemática
del teatro de América Latina en la actualidad en relación con su propia obra. En
julio de 2010 recibió una Mención de Honor Premio Fondo Nacional de las Artes
2009 por su obra teatral "Ultimos esplendores antes del viaje".

55

También podría gustarte