Todavía anda por ahí el fantasma de Stéphane Hessel
Por Rael Salvador
“A veces la ley va contra la justicia”.
Carlos Monguilod.
Gracias al abuso y bravuconadas del los sistemas imperantes, desde
hace muchísimas décadas, año tras año, minuto a minuto, las revueltas sociales están al orden del día.
Stéphane Hessel lo supo, fue miembro de la Resistencia francesa,
superviviente del un campo de concentración nazi, militante a favor de la independencia argelina y defensor asiduo de la causa palestina, a sus 95 años fue un testimonio viviente de las insurrecciones de los últimos dos siglos, tan viejo como los crepúsculos que embellecen la realidad antes de apagarse.
“¡Indígnate!” (Ediciones Destino, 2011), su inestimable publicación
ensayística, resultó ser un fenómeno literario tanto en Francia como en España y, a raíz de sus urgentes y diversas traducciones, un símbolo de dignidad en la mayor parte de los restantes países del mundo.
De la fecha para acá, ¡Stéphane Hessel ha vendido millones de copias
de su inmejorable postura político, que no rebasa las 32 páginas, pero que guardan en ellas un tesoro de inteligente insurrección, resistencia pacífica y sabia indignación!
Tengo su imagen frente a mí, se aprecia un hombre refinado, de mirada
fija que guarda un delicado viso luminoso de astucia serena... Me interrogo: ¿Qué se dijo o dice de este hombre todavía? ¿Será sólo mi aprecio la medida de mi intolerancia cívica? No lo creo; algo hay en su gesto, en la nobleza que emana de su sonrisa espiritual... Y paso a leer, abajito –en la edición de un periódico europeo–, el retrato que Jiménez Barca hace de él: «Delgado, con el pelo rapado, simpático, atento y lúcido. Tiene 95 años, se dirige a su mujer, de parecida edad, llamándola “amor mío”, ha vivido una vida de aventuras, coraje y determinación que no cabría en varias películas, y reside en un piso discreto y acogedor en un barrio del sur de París».
Y recuerdo que, antes de fallecer en 2013, Hessel fue nuestro último
redactor vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos... cosa que se puede decir fácil pero que reclama, sobre todo, la fortaleza optimista de votar por lo humano y no descuidar jamás el vigor existencial de la esperanza activa.
En aquel 2011 compré el libro y, ante los resentimientos, penas y
dificultades sociales que a diario nos circundan, su meditada relectura me lleva a revalorar el sentido de la indignación y de la resistencia extraordinaria de un hombre que continuará luchando desde la bella sencillez de la palabra y de su insoslayable presencia en libro.
Si te falta inspiración, por ahí anda el fantasma de Stéphane Hessel,
quien te dirá: “...apelamos a las jóvenes generaciones a dar vida y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales. Nosotros les decimos: tomen el relevo, ¡indígnense! Los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no puede claudicar ni dejarse impresionar por la dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia”.