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Pues bien, al hilo de lo anteriormente dicho, tengan en cuenta que por la aplicación
combinada del principio VIII y del artículo 3 de la Ley No. 108-05, sobre Registro
Inmobiliario, la regla en lo inmobiliario es que el derecho común es supletorio. Ya lo
refería el veterano jurista Pedro Romero Confesor, en el prólogo de la ley anotada del
Dr. Ariza, en el sentido de que es un error común de los abogados inmobiliaristas,
pretender disociar esta materia del derecho común. Es que esto es, como afirma el
Magistrado Segundo Monción en su valiosa obra de derecho inmobiliario, una especie
de “Civil Especial”. Por vía de consecuencia, es forzoso convenir en que los
cánones del defecto y del descargo puro y simple aplican en el proceso
inmobiliario y, de hecho, la práctica alecciona en el sentido de que cada día
esa postura va ganando más terreno: en lo inmobiliario también hay defecto y
descargo puro y simple, si el defectuante fuere el demandante.
No resiste una lectura procesal el débil argumento que promueve la idea de que no debe
haber defecto en lo inmobiliario, porque la Ley No. 108-05 sostiene que las decisiones
en esta materia se reputan contradictorias si la parte ha sido debidamente citada y no
comparece en los términos que indica la ley. Y es que en lo civil ocurre exactamente lo
mismo y nadie discute que haya defecto: las sentencias también se reputan
contradictorias en las descritas circunstancias procesales. Es que el defecto no es
otra cosa que la consecuencia de la incomparecencia de una parte, y punto.
Incluso, hay quienes han externado el criterio –con el cual particularmente
comulgo- de que pudiera de oficio el tribunal declarar el defecto, si es que no
lo pidiese la parte presente.
Pues bien, al abrigo de lo expuesto hasta ahora, asumiendo como legítima la
aplicabilidad del defecto y del descargo puro y simple ante la jurisdicción inmobiliaria,
surge una cuestión a controvertir: ¿procedería la declaratoria de defecto en la fase de
pruebas, o necesariamente debe ser en la audiencia de fondo?
Ante todo, una nota de orden, debo recordarles que el Tribunal Superior de Tierras del
Departamento Central, ha sido coherente en su jurisprudencia, en el sentido de
considerar que la de prueba y la de fondo son fases, no audiencias; por tanto,
pudieran agotarse ambas en una sola audiencia o prorrogarse a más de dos
audiencias, cuando se trate de procesos complejos, que ameriten de una
sustanciación más prolongada: cada caso es cada caso. Pero volviendo al
asunto dilucidado, partiendo de que la fase de pruebas no está concebida para
producir conclusiones de fondo, sino para mostrar cada quien sus “armas” en
el proceso, no luce –de entrada- descabellado el criterio de que el defecto,
como sanción de fondo que es, solamente debe proceder en la audiencia de
fondo, no en la de pruebas.