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Kofi Annan Stu Doc

La tragedia de Timor Este, puso a atención una vez más en la


necesidad de una intervención a tiempo por parte de la comunidad
internacional cuando la muerte y el sufrimiento están siendo infringidos
en grandes números de personas y cuando el Estado nominalmente a
cargo no puede o no quiere detenerlos. En Kosovo un grupo de
Estados intervino sin buscar la autoridad del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. En Timor el consejo ha autorizado ahora la
intervención, pero sólo luego de obtener una invitación de Indonesia.
Este modelo no va a funcionar para el nuevo milenio. El mundo no
puede no ocuparse cuando suceden incidentes como Kosovo o Timor
pero esta intervención tiene que estar basada en principios legítimos y
universales.

La soberanía estatal, en su más básico sentido, está siendo redefinida,


los estados ahora son ampliamente comprendidos como instrumentos
al servicio de sus pueblos y no viceversa. La soberanía individual ha
sido alentada por una renovada y extendida conciencia de los derechos
individuales.

El conflicto en Kosovo hizo emerger preguntas de igual importancia


sobre las consecuencias de la acción sin consenso internacional y clara
autoridad legal. ¿es legítimo para una organización regional usar la
fuerza sin un mandato de las Naciones Unidas? Por otro, ¿es
permisible dejar que graves y sistemáticas violaciones de los derechos
humanos, con graves consecuencias humanitarias, permanezcan sin
control? La comunidad internacional, no pudo reconciliar estos dos
intereses. a comunidad internacional logre un consenso, no sólo sobre
el principio de que las violaciones de derechos humanos masivas y
sistemáticas deben ser enfrentadas, donde quiera que tengan lugar,
sino también sobre modos de decidir qué acción es necesaria y cuándo
y por quién. La “intervención” no debe ser entendida como refiriéndose
únicamente al uso de la fuerza. está claro que las nociones
tradicionales de soberanía solamente no son el único obstáculo a la
acción efectiva en crisis humanitarias. No menos significativo son los
modos en los cuales los Estados definen sus intereses nacionales. En
casos donde la intervención forzosa resulte necesaria, el Consejo de
Seguridad –el cuerpo encargado de autorizar el uso de la fuerza bajo la
ley internacional- debe estar dispuesto a hacerse cargo del desafío.
Cuando el combate termina, el compromiso internacional con la paz
debe ser tan fuerte como fue el compromiso con la guerra.

Esta norma internacional en desarrollo a favor de la intervención para


proteger civiles de matanzas masivas sin duda continuará planteando
profundos desafíos a la comunidad internacional. Pero a pesar de
todas las dificultades de ponerla en práctica, muestra que la humanidad
hoy está menos dispuesta que en el pasado a tolerar el sufrimiento en
su medio y más dispuesta a hacer algo al respecto.

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