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- MOISES Y LA ALIANZA
MOTIVACIÓN
¿Tienes tú muchas ganas de que llegue el día de la Primera Comunión? ¿Por qué?
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Ex. 24,7-8
Ex. 19,5.8
Jr. 31, 33
Ez. 36,26-28 :”Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu
nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis
y practiquéis mis normas[...]. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”
IDEAS CLAVE:
La alianza en el monte Sinaí es la alianza entre el Dios-Señor con el Pueblo de Israel. Antes
de esta alianza habían existido otras, según los textos bíblicos: con Noé y Abraham
La alianza en el Sinaí implicaba compromiso entre ambas partes, pero después de la Alianza
este compromiso no fue cumplido, entonces Dios anuncia por medio de los profetas una
nueva alianza
La Alianza en el monte Sinaí es figura de la Alianzaque Dios haría con el nuevo pueblo de
Dios, que es la Iglesia
La nueva y futura alianza será escrita en lo más íntimo del ser humano
Esta nueva Alianza será establecida en el espíritu humano por el Espíritu Santo
En pentecostés se realiza la nueva y eterna alianza establecida con la Sangre de Cristo
La nueva alianza borra el pecado y derrama el amor de Dios
La ley de Moisés eran deberes que no podían cambiar el corazón del hombre, pero al
escribir el Espíritu Santo en nuestros corazones “una nueva alianza” somos capaces de amar
y hacer uso de una verdadera libertad, somos capaces de llamar Padre a Dios, nos sentimos
verdaderamente hijos de Dios. Con esta fuerza somos capaces de abrirnos y no cerrarnos
en nosotros mismos, Este Espíritu nos impulsa a actuar por amor.
Con la nueva alianza Dios se pone al alcance de nosotros, El toma la iniciativa
En nuestra vida cuando escuchamos de la vz de Dios pasamos del Éxodo al Pentecosté de la
nueva alianza
Dios hace una alianza con nosotros, la nueva alianza es nuestro bautismo y nuestra
confirmación, donde recibimos el Espíritu Santo
El motivo de la elección no es otro, que porque el Señor nos ama. La alianza es pura gracia
de Dios
"Tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios; él te ha elegido a ti
para que seas el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que
hay sobre la haz de la tierra. No porque seáis el más numeroso de todos los
pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido, pues sois el
menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene y por
guardar el juramento hecho a vuestros padres"
REFLEXIONEMOS
TU PROPÓSITO:
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2 Cuando llegues a casa díselo a tus papás y explícales por qué contestas así.
TAREA:
MOTIVACIÓN
¿
LA PALABRA DE DIOS ME ILUMINA
Ex. 24,7-8
Ex. 19,5.8
Jr. 31, 33
Ez. 36,26-28 :”Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espí
PROFUNDIZACION
La historia de los Macabeos nos muestra un pueblo que quiere vivir y concidera su fe más
preciosa que la existencia
Ambos libros ponen en evidencia las tremendas pruebas que sufrió el pueblo escogido por querer
imitar a los paganos, y destacar el auxilio de la divina Providencia en aquella lucha de vida y
muerte, que humanamente hablando, habría debido tener por consecuencia la aniquilación del
pequeño pueblo judío. Por tanto, la fidelidad a Dios es condición básica para conservar la unidad y
la identidad del pueblo escogido. La lucha por la fe empieza en esta tierra y tiene su victoria
definitiva sólo más allá del tiempo.
El templo significa la santidad de Dios, expresada en sus santas leyes, el culto, los sacrificios y el
sumo sacerdocio que ejerce una mediación determinante para su pueblo.
Valor de la oración y del sacrificio, el poder ejemplar y expiatorio del martirio de los justos, la
retribución tras la muerte y la esperanza en la resurrección futura. Aquí encontramos el
argumento de la oración por los difuntos y, por lo mismo, la verdad sobre el purgatorio
«una de las páginas más tristes de la Biblia», dijo, donde se habla de «una buena parte del pueblo
de Dios que prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad». Se trata, indicó el
Papa, de una actitud típica de la «mundanidad espiritual que Jesús no quería para nosotros. En tal
medida que había orado al Padre a fin de que nos salvase del espíritu del mundo».
El Pontífice comenzó su reflexión comentando la lectura tomada del primer libro de los
Macabeos (1, 10-15; 41-43; 54-57; 62-64), «una de las páginas más tristes de la Biblia»,
dijo, donde se habla de «una buena parte del pueblo de Dios que prefiere alejarse del Señor
ante una propuesta de mundanidad». Se trata, indicó el Papa, de una actitud típica de la
«mundanidad espiritual que Jesús no quería para nosotros. En tal medida que había orado al
Padre a fin de que nos salvase del espíritu del mundo».
Esta mundanidad nace de una raíz perversa, «de hombres malvados capaces de una
persuasión inteligente: “Vayamos y pactemos con las naciones vecinas. No podemos estar
aislados” ni anclados en las viejas tradiciones. “Pactemos con las naciones vecinas, pues
desde que nos hemos aislado de ellas nos han venido muchas desgracias”». Este modo de
razonar, recordó el Papa, se consideró tan bueno que algunos «tomaron la iniciativa y
acudieron al rey, a tratar con el rey, a negociar». Esos, añadió, «estaban entusiasmados,
creían que con esto la nación, el pueblo de Israel se convertiría en un gran pueblo». Cierto,
destacó el Pontífice, no se plantearon el problema si sería más o menos justo asumir esta
actitud progresista, entendida como un ir adelante a toda costa. Es más, decían: «No nos
cerramos. Somos progresistas». Es un poco como sucede hoy, indicó el Obispo de Roma, con
la afirmación de lo que definió como «el espíritu del progresismo adolescente» según el cual,
ante cualquier opción, se piensa que sea justo en cualquier caso ir adelante más bien que
permanecer fieles a las propias tradiciones. «Esta gente —prosiguió el Papa volviendo al
relato bíblico— trató con el rey, negoció. Pero no negoció costumbres... negoció la fidelidad
al Dios siempre fiel. Y esto se llama apostasía. Los profetas, en referencia a la fidelidad, la
llaman adulterio, un pueblo adúltero. Jesús lo dice: “generación adúltera y malvada” que
negocia una cosa esencial al propio ser, la fidelidad al Señor». Tal vez no negocian algunos
valores, a los cuales no renuncian; pero se trata de valores, indicó el Pontífice, que al final
están tan vacíos de sentido que quedan sólo como «valores nominales, no reales».
Pero de todo esto luego se pagan las consecuencias. Refiriéndose al relato bíblico el Pontífice
recordó que se acomodaron «a las costumbres de los gentiles» y aceptaron la orden del rey
que «prescribe que en su reino todos formen un solo pueblo y que cada uno abandone las
propias costumbres». Ciertamente no se trataba, dijo el Papa, de la «hermosa globalización»
expresada «en la unidad de todas las naciones» que, sin embargo, conservan las propias
costumbres. Aquella de la que se habla en el relato es, en cambio, la «globalización de la
uniformidad hegemónica». El «pensamiento único fruto de la mundanidad».
Tras recordar las consecuencias para esa parte del pueblo de Israel que había aceptado el
«pensamiento único» y se había dejado llevar por gestos sacrílegos, el Pontífice destacó que
actitudes similares se registran aún «porque el espíritu de la mundanidad también hoy nos
lleva a este querer ser progresistas, al pensamiento único».
Negociar la propia fidelidad a Dios es como negociar la propia identidad. Al respecto el Papa
recordó el libro «Señor del mundo» de Robert Hugh Benson, hijo del arzobispo de
Canterbury Edward White Benson, que habla del espíritu del mundo y «casi como si fuese
una profecía, imagina lo que sucederá. Este hombre, se llamaba Benson, se convirtió luego al
catolicismo e hizo mucho bien. Vio precisamente el espíritu de la mundanidad que nos lleva a
la apostasía». También a nosotros nos hará bien, sugirió el Papa, pensar en lo relatado por
el libro de los Macabeos, en lo que sucedió, paso a paso, si decidimos seguir ese
«progresismo adolescencial» y hacer lo que hacen todos.
Lo que nos debe consolar, concluyó el Pontífice, es que «ante el camino marcado por el
espíritu del mundo, por el príncipe de este mundo», un camino de infidelidad, «siempre
permanece el Señor que no puede negarse a sí mismo, el fiel. Él siempre nos espera» y está
dispuesto a perdonarnos, incluso si hacemos algún pequeño paso por este camino, y a
tomarnos de la mano así como hizo con su pueblo dilecto para llevarlo fuera del desierto.
¿Finges ser cristiano pero vives como pagano? El Papa advierte sobre la “doble vida”El Papa
Francisco reiteró esta mañana, en la Misa en la capilla de Santa Marta, su advertencia sobre los
peligros de caer en la mundanidad, que “nos aleja de la coherencia de vida”, nos aleja de Dios y
destruye nuestra identidad cristiana.
El Santo Padre subrayó que solo Dios nos puede salvar de esta “carcoma”, y alentó a los fieles a
pedir a Dios: “Señor, soy pecador, verdaderamente, todos lo somos, pero te pido tu apoyo, dame tu
apoyo para que, por una parte, no finja ser cristiano y, por otra, viva como un pagano, como
mundano”.
Al reflexionar sobre la Primera Lectura de hoy, tomada del segundo libro de los Macabeos, el Papa
señaló que el viejo Eleazar no se dejó “debilitar por el espíritu de la mundanidad” y prefiere morir
y no rendirse a la apostasía del “pensamiento único”.
A pesar de sus noventa años, destacó, Eleazar mantuvo la nobleza “de una vida coherente, va al
martirio, da testimonio”.
“Si ustedes tienen hoy un poco de tiempo, tomen la Biblia, el segundo libro de los Macabeos,
capítulo sexto, y lean esta historia de Eleazar. Les hará bien, les dará valor para ser ejemplo para
todos y también les dará fuerza y apoyo para llevar adelante la identidad cristiana, sin
componendas, sin doble vida”, recomendó.
El Papa subrayó que “la mundanidad espiritual nos aleja de la coherencia de vida”, pues “pretende
ser de una forma” pero vive “de otra manera”.
A la mundanidad, advirtió el Santo Padre, “es difícil reconocerla desde el inicio porque es como la
carcoma que destruye lentamente, daña la tela y luego esa tela” ya no sirve, y aquel hombre “que
se deja llevar por la mundanidad pierde la identidad cristiana”.
El Papa remarcó que “la mundanidad te lleva a la doble vida, la que parece y la que es de verdad, y
te aleja de Dios y destruye tu identidad cristiana”.
“‘Pero no es fácil, Padre, vivir en este mundo, donde las tentaciones son tantas, y el truco de la
doble vida nos tienta todos los días, no es fácil’. Para nosotros no solo no es fácil, es imposible.
Solo Él es capaz de hacerlo. Y por esto hemos rezado en el Salmo: ‘El Señor me sostiene’. Nuestro
apoyo contra la mundanidad que destruye nuestra identidad cristiana, que nos lleva a la doble vida,
es el Señor”
LA RETRIBUCION ULTRATUMBA
Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos.
Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer). Iglesia militante: los que
estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio
purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.
El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad
para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:
1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte
una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).
2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio
de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo
que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha
hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).
La Santísima Virgen María3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los
Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran
libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).
4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que
su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi
alma").
5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni
en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los
difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas,
oraciones y limosnas por su eterno descanso".
De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un
difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado
salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se
quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado
tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia
a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha
popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.
La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya
muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la
medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".
¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras
buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de
los que rezan por ellos.
**.- JESUCRISTO EL SIERVO DE YHAVE
SEGÚN EL CATECISMO
Buena Nueva que los Apóstoles,"¿ "¿No era necesario que Cristo padeciera
"Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras" (ibidem: Cf.
también Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en
particular, la profecía del Siervo doliente (Cf. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35).
no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios
en él" (2 Co 5, 21)
"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos
amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10; Cf. 4, 19).
"La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió
por nosotros" (Rm 5, 8)
El Hijo de Dios "bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha
enviado" (Jn 6, 38), "al entrar en este mundo, dice: ... He aquí que vengo... para hacer, oh
Dios, tu voluntad...
pecados del mundo" (Jn 1, 29; Cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo
Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10, 45).
609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó
hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus
Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con
los Doce Apóstoles (Cf. Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado"
La agonía de Getsemaní
612 El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (Cf.
Lc 22, 20), lo acepta a continuación de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (Cf. Mt
26, 42) haciéndose "obediente hasta la muerte" (Flp 2, 8; Cf. Hb 5, 7-8). Jesús ora: "Padre
definitiva de los hombres (Cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del "cordero que quita el
pecado del mundo" (Jn 1, 29; Cf. 1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (Cf. 1 Co
11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (Cf. Ex 24, 8) reconciliándole con
Él por "la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados" (
615 "Como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos" (Rm 5, 19). Por
su obediencia hasta la muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que "se
618 La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1
Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con
todo hombre" (GS 22, 2), él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo
conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS 22, 5). Él llama a sus discípulos a "tomar
su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para
que sigamos sus huellas" (1 P 2, 21). Él quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a
aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (Cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1,
24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al
Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (Sta. Rosa de Lima, vida)
619 "Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras"(1 Co 15, 3).
620 Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque
"Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4,
621 Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y lo realiza
por anticipado durante la última cena: "Este es mi cuerpo que va a ser entregado
622 La redención de Cristo consiste en que él "ha venido a dar su vida como rescate por
muchos" (Mt 20, 28), es decir "a amar a los suyos hasta el extremo" (Jn 13, 1) para
624 "Por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de
salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co
15, 3) sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el
momento en que él expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo
muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado
Santo en el que Cristo depositado en la tumba (Cf. Jn 19, 42) manifiesta el gran reposo
sabático de Dios (Cf. Hb 4, 4-9) después de realizar (Cf. Jn 19, 30) la salvación de los
18).
623 Por su obediencia amorosa a su Padre, "hasta la muerte de cruz" (Flp 2, 8) Jesús
cumplió la misión expiatoria (Cf. Is 53, 10) del Siervo doliente que "justifica a
muchos cargando con las culpas de ellos". (Is 53, 11; Cf. Rm 5, 19).
627 La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia
humana terrena. Pero a causa de la unión que la Persona del Hijo conservó con su cuerpo,
éste no fue un despojo mortal como los demás porque "no era posible que la muerte lo
dominase" (Hch 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: "Fue arrancado de la
tierra de los vivos" (Is 53, 8); y: "mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás
Cf. Sal 16, 9-10). La Resurrección de Jesús "al tercer día" (1 Co 15, 4; Lc 24, 46; Cf. Mt 12,
40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello, también porque se suponía que la corrupción se
bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida:
"Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
631 "Jesús bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que subió"
Cristo a los infiernos y su Resurrección de los muertos al tercer día, porque es en su Pascua
Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos" (Catech. R. 1, 6, 3).
Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados (Cf. Cc. de Roma del año
745; DS 587) ni para destruir el infierno de la condenación (Cf. DS 1011; 1077) sino para
muerte, es decir, al Diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida
sometidos a esclavitud "(Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la
637 Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los
muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.
Jesús es el Siervo de Yahveh, que según los cantos de Isaías (Is 42,1-9;
discípulos de
Emaús y luego a los propios apóstoles" (CEC 601). "Juan Bautista, después
Toda la vida de Cristo expresa su misión: Servir y dar su vida en rescate por
pecados. Muere como un cordero llevado al matadero sin resistencia. Por ello
agradó a Dios y salvó a los hombres. El Padre, resucitándolo de la muerte,
Sermón del Monte: "Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
títulos definen a Jesús como Mesías, que trae la salvación de Dios. El es "el
Jesús muere "como Siervo de Yahveh", de cuya pasión y muerte dice Isaías
entre malhechores y los soldados echan a suertes su túnica (dos rasgos del
que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?" (Le 24,26). Cristo es
Rey en cuanto Siervo y Siervo en cuanto Rey. Servir a Dios es reinar. Porque
dando la vida por ellos, deja al cristiano unas "huellas luminosas" (1P 2,21-
25), para que camine por ellas hacia la gloria. Quien se entrega al servicio de
crucificado por los demás. Esta unión entre servicio y gloria es lo que canta
que "llevan los unos las cargas de los otros" (Ga 6,2; CEC 618).
hombre unido a Jesucristo por la fe. La cruz "escándalo para los judíos y
dando la vida por ellos, deja al cristiano unas "huellas luminosas" (1P 2,21-
25), para que camine por ellas hacia la gloria. Quien se entrega al servicio de
crucificado por los demás. Esta unión entre servicio y gloria es lo que canta
que "llevan los unos las cargas de los otros" (Ga 6,2; CEC 618).
Dios, resucitando a Jesús, ha cambiado la muerte ignominiosa de la cruz
hombre unido a Jesucristo por la fe. La cruz "escándalo para los judíos y
cruz aparece, pues, como la luz radiante del rostro del Padre
a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros (Rm 8,32.39; Jn 3,16), para
Pablo: "El Hijo de Dios me amó y se entregó por mí" (Ga 2,20). La cruz
cruz en la vida, como piedra, en que nos apoyamos, o como piedra, en la que
mismo, tome su cruz y que me siga" (Me 8,34). Confesar a Cristo crucificado
c) Muerto y Resucitado
Al actuar así, Dios ha mostrado el amor que nos tiene. No decía la verdad
Muerte
voluntad del Padre: "Cristo, siendo Hijo, aprendió por experiencia, en sus
El es el Siervo
la salvación de los hombres: "Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó
a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en El,
a Jesucristo como Señor, vivir sólo de El y para Él, caminar tras sus huellas,
con Cristo, por Cristo y para Cristo es amar en la dimensión de la cruz, como